Breve manual de instrucciones para elegir
Carta de Animadores Vocacionales
Misioneros Claretianos. Padres y Hermanos.
Diciembre de 2014
Te presento estas orientaciones
como ayudas para el
acompañamiento de un hipotético
caso práctico. Imagina que un joven,
al finalizar sus estudios
universitarios, acude a ti, como
animador vocacional, y te consulta
sobre qué camino debe seguir en el
futuro: ¿Seguir con otros estudios
complementarios o iniciar una
experiencia laboral? ¿Preparar el
matrimonio o probar otras
posibilidades? ¿Seguir viviendo en
el domicilio familiar o
independizarse? Y, ¿cómo saber
qué es lo que quiere de verdad Dios
en esas alternativas?
Como animador vocacional le
ayudarás si tienes claros algunos
principios, claros y sabios, que le
sirvan para plantear y tomar su
decisión en clave de fe. Se podrían
formular con estos avisos.
 Antes de nada, asegúrate de
que buscas lo que Dios quiere
de ti. Prepara tu corazón para
darle a Dios lo que Él quiera
pedirte, sea lo que sea. El
primado de Dios debe ser claro
e innegociable. Lo que Dios
quiere para ti es lo mejor,
porque nadie te ama como Él.
Es algo parecido a cuando vas al
médico. Aceptas confiadamente
la receta que te da, aunque no
te guste al principio el
tratamiento, porque sabes que
ella te proporcionará más tarde
la salud. Obedeces sin
resistencias, porque confías.
 Acércate a la Palabra de Dios.
Ella es el “colirio” para limpiar
los ojos (cf. Ap 3,18). En cada
encrucijada de la vida, saltan
preguntas como éstas: ¿Qué me
quiere decir Dios con esto? No
se trata solo de reflexionar,
pensando o repensando qué
decisión debes tomar tú. Se
trata de averiguar qué es lo que
Dios –no tú- quiere o pide. Y
este no es un trabajo
intelectual, sino una relación
personal, creyente, orante.
 No camines solo. En el camino
de las decisiones importantes
hay muchos engaños y trampas.
Necesitas un buen guía que te
acompañe sin sustituirte. Ese
guía será un testigo, una
persona con experiencia
teologal. Es alguien que “habla
con autoridad” (cf. Mt 7,29) y
por eso puede ayudarte. No te
conformes con palabras
bonitas. Tampoco permitas que
te adoctrine o te dirija por
control remoto. Te basta con
que te señale dónde está Jesús
y te enseñe a reconocer su voz.
 Distingue cuál es la mejor
decisión. Normalmente siempre
tiene presente las
circunstancias reales y viene
adornada con algunas
características que evidencian
su bondad: Coincide con las
preferencias de Jesús (amor
humilde); produce consuelo
(deseo y paz); libera energías
para llevarla a cabo (moción);
capacita para resistir
adversidades y contratiempos;
se repite con insistencia (no es
una nube fugaz) y en la medida
en que se la asume
positivamente va confiriendo
alegría, certeza y paz profundas.
 Si no la tienes muy clara, te
resultará beneficioso hacer una
lista de pros y contras entre las
dos opciones que consideres
como alternativas. Dedícale
varios momentos y confróntalo
con tu acompañante. Si duda
que te puede ayudar a tener
más claridad para reconocer
aquello en lo cual puede servir
mejor a Dios y a los demás.
 Si, por el contrario, persisten en
ti las dudas, la ofuscación o el
miedo hasta el punto de quedar
bloqueado, no te precipites.
Escruta el proceso seguido. Es
posible que no haya sido
atendida alguna dificultad como
la falta de fe y de confianza; o
las prisas; o la fijación en algo; o
la poca seriedad en la oración.
En todo ello, déjate confrontar
por el acompañante.
 Una vez que hayas tomado la
decisión, ponla delante de Dios.
Pregúntale a Él si coincide con
su voluntad y espera un signo
que lo confirme. Si la decisión
es adecuada, experimentarás
ánimos y deseos profundos de
completar la ruta que has
elegido; sentirás fortaleza
interior y deseo por lo que vas a
comenzar.
Juan Carlos Martos Paredes