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Hoy en día parece que la gran disyuntiva en una buena parte de la población,
de cara a las elecciones del 5 de julio, no es el definir por que partido votar sino
mas bien, si votar o no votar. Por eso es que en esta entrega de El Ombligo de
la Luna, hacemos un breve repaso en la historia del voto, solo para darnos
cuenta de que votar no siempre fue fácil en nuestro país. Muchos mexicanos
vieron el fin de su vida sin acudir algún día a una casilla electoral.
México fue de los últimos seis países de América Latina que reconocieron los
derechos políticos de la mitad de su población (trece naciones lo hicieron antes
que nosotros). Esto habla de la carencia de una tradición democrática y de la
existencia de una tradición autoritaria que impidió que esta lucha, que adquirió
mayor fuerza a partir del inicio de la vida independiente, diera un paso
trascendental, indispensable para lograr la vida democrática: obtener sus
derechos políticos.
Durante muchos años la mujer no pudo votar y mucho menos ser votada. Fue
hasta 1922 cuando contendieron en México mujeres siendo Elvia Carrillo
Puerto, Beatriz Peniche de Ponce y Raquel Dzib Cícero las tres primeras
mujeres electas a diputadas locales de la historia de México.
VOTO DE LAS MUJERES
México era uno antes de 1953 y es otro después de ese año, cuando se
reconoció oficialmente el derecho de las mujeres a elegir a sus gobernantes y a
ser electas, pero ese reconocimiento no fue un obsequio ni una concesión, sino
el resultado de movimientos universales y locales a favor de la equidad de
género.