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DE LA SALUD
DESDE LA PSICOLOGÍA
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PSICOLOGÍA. MANUALES PRÁCTICOS
Directores:
Manuel Maceiras Fafián
Juan Manuel Navarro Cordón
Ramón Rodríguez García
PROMOCIÓN Y PREVENCIÓN
DE LA SALUD
DESDE LA PSICOLOGÍA
© EDITORIAL SÍNTESIS, S. A.
Vallehermoso, 34. 28015 Madrid
Teléfono 91 593 20 98
http://www.sintesis.com
ISBN:
ISBN:978-84-907704-0-5
978-84-907757-7-6
Depósito Legal: M. 27.065-2014
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
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Índice
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
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Fundamentos de promoción
y prevención de la salud
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Fundamentos de promoción y prevención de la salud
hecho, los organismos internacionales tienen como uno de sus principales objeti-
vos la reducción de estas desigualdades, meta que también ha sido recogida por
muchos de los gobiernos de diferentes países (véase la figura 1.1).
Por todo ello, la promoción de la salud necesariamente tiene que incluir tanto
acciones encaminadas directamente a potenciar las habilidades y capacidades de
los individuos que les permitan lograr estilos de vida más saludables como medi-
das dirigidas a modificar las condiciones sociales, ambientales y económicas con
el fin de mitigar su impacto en la salud pública e individual (WHO, 1986). En
este sentido, las intervenciones de promoción de la salud más eficaces serían las
de amplio alcance, es decir, las que estén dirigidas tanto al cambio de la conducta
de los individuos para orientarla a la salud como a la modificación del ambiente
físico y social para hacerle más saludable y evitar la desigualdad (Glanz y Bishop,
2010; Glanz et al., 2008; International Union for Heath Promotion and Education:
IUHPE, 1999/2000).
Dada la gran envergadura de este propósito se requiere la participación de
equipos multidisciplinares que puedan abordar los diversos aspectos a los que
tienen que ir dirigidas las intervenciones de promoción de la salud para ser efica-
ces (Glanz et al., 2008; Puska, 2009a). De hecho, la promoción de la salud refleja
una gran amalgama de aproximaciones, métodos y estrategias de las ciencias so-
ciales y de la salud, y en las intervenciones de amplio alcance es habitual que
participen, entre otros profesionales, epidemiólogos, médicos, enfermeros, psicó-
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Fundamentos de promoción y prevención de la salud
embalses y otras muy peligrosas debido a fuertes corrientes que acaban en una
gran cascada. La atención meramente curativa implica tratar a las personas que ya
están enfermas, y de acuerdo con la metáfora significaría salvar a la gente que se
está ahogando en la zona de fuertes corrientes, utilizando, además, tecnología
costosa y profesionales bien entrenados. La protección de la salud tendría como
objetivo evitar los riesgos de caer enfermo, dirigiendo los esfuerzos a la población
general, a la que, sin embargo, se otorga un papel pasivo en el proceso. Siguiendo
con la metáfora, se trataría de colocar barreras en el río para evitar que las perso-
nas accedan a las zonas de aguas turbulentas y se precipiten por la cascada. En la
prevención de las enfermedades las personas ya juegan un papel activo. Teniendo
en cuenta el símil, se trataría de suministrar un chaleco salvavidas para evitar que
las personas se ahoguen en el río. La educación y promoción de la salud implica
que los profesionales informan y entrenan a las personas con el objetivo de man-
tener su salud. De forma progresiva las personas van participando más en este
proceso, de manera que se convierten en individuos responsables, activos y parti-
cipantes que toman sus propias decisiones fundamentadas, a partir de las opciones
que les proporcionan los profesionales. Volviendo al símil, se trataría de enseñar a
las personas a nadar.
Las circunstancias socioambientales y su grado de adversidad quedan recogi-
das también en la metáfora del río, en la que se describe que algunas personas
nacen y viven en las zonas tranquilas de aguas poco profundas donde pueden
flotar con facilidad y en la que cuentan con suficientes recursos a su disposición,
mientras que otras nacen y viven cerca de las zonas de aguas turbulentas que con-
ducen a la cascada, donde la lucha por la supervivencia es más difícil y el riesgo
de llegar al borde de la cascada es mayor. Por lo tanto, el río está lleno de riesgos,
pero también de recursos, y el resultado de la travesía del río se basa en la capaci-
dad de identificar y utilizar los recursos necesarios para mejorar las opciones de
salud y de calidad de vida (Eriksson y Lindström, 2008).
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Fundamentos de promoción y prevención de la salud
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servicios sanitarios o los entornos físicos (grado de contaminación del aire y del
agua, condiciones de habitabilidad de la vivienda, disponibilidad de zonas verdes,
o de centros de reuniones que faciliten la convivencia entre los miembros de la
comunidad, etc.). Pero también se pueden incluir aquí la tasa de desempleo, el
grado de inseguridad o incluso de violencia de la sociedad, así como el nivel de
justicia y cohesión sociales y el grado de respeto a los derechos civiles.
Tal como ya hemos indicado, los elementos fundamentales para una promo-
ción de la salud eficaz, es decir, para que se alcancen los mejores resultados de
salud, serían, por un lado, todas aquellas estrategias dirigidas a que las personas
adopten y mantengan estilos de vida saludables, y que creen entornos o condicio-
nes de vida que favorezcan la salud, por otro (IUHPE, 1999/2000).
En la figura 1.2 podemos ver de forma integrada los cambios que pretende la
promoción de la salud y que se van a exponer con más detenimiento en los apar-
tados siguientes.
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Fundamentos de promoción y prevención de la salud
bles, y que son el fruto de la interacción entre características personales del in-
dividuo y el contexto, tanto social y económico, como ambiental, en el que éste
se desenvuelve.
Dentro de estos patrones complejos de comportamiento se incluyen tanto
conductas de salud como de riesgo. Una conducta se considera orientada a la sa-
lud cuando es un comportamiento intencionado dirigido a promover, proteger o
mantener la salud, independientemente del estado de salud real o percibida de la
persona, así como de la efectividad objetiva del comportamiento. Por ejemplo,
una conducta orientada a la salud sería ir a nadar de forma regular tres veces por
semana, puesto que se conoce que hacer ejercicio físico es una de las maneras de
mantener el estado de salud. La potenciación de este tipo de conductas son claves
en los programas de promoción de la salud.
La conducta de riesgo es aquella que se relaciona con el incremento de sus-
ceptibilidad para desarrollar una enfermedad específica o para un estado de salud
deficiente. Evadirse de los problemas consumiendo alcohol o drogas constituiría
un ejemplo prototípico de conducta de riesgo. Los cambios de las conductas de
riesgo constituyen las metas primordiales de la prevención de la enfermedad.
Dentro del marco más amplio de promoción de la salud, la conducta de riesgo
puede ser considerada como una respuesta o mecanismo para hacer frente a con-
diciones de vida adversas.
Los estilos de vida son uno de los determinantes que más influencia ejercen
en el estado de salud de las personas (Glanz y Bishops, 2010; Glanz et al.,
2008). Muchos de los componentes de los estilos de vida no saludables, como
fumar, llevar una vida sedentaria o una alimentación inadecuada, están a la base,
no de una enfermedad crónica concreta, sino que se consideran factores comu-
nes que ejercen influencia en un amplio rango de enfermedades no transmisibles
(Puska, 2009a). Hay que tener en cuenta que los factores conductuales, particu-
larmente el uso del tabaco, los patrones de actividad y dieta, el consumo de al-
cohol, la conducta sexual de riesgo y las lesiones evitables son algunas de las
causas que más contribuyen a la mortalidad de la población en la actualidad, y
que se prevé que en las próximas dos décadas se incrementen las enfermedades
crónicas y las muertes relacionadas con el tabaco y el VIH (Virus de Inmunode-
ficiencia Humana). En concreto, se espera que en el año 2030 las mayores cau-
sas de muerte se deban al VIH, a los trastornos depresivos y a los cardiacos
(Glanz et al., 2008).
Tal como se ha señalado, los estilos de vida son el fruto de la interacción entre las
características personales del individuo y el ambiente, entendiéndose éste tanto en
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
sus aspectos socioeconómicos como físicos, y que, por lo tanto, muchos de estos
factores sociales, culturales, físicos y económicos pueden contribuir al desarrollo,
mantenimiento, e incluso al cambio, de estos patrones de conductas de salud
(Glanz y Bishop, 2010). Por este motivo, desde el modelo de los determinantes de
la salud se resalta la importancia de desarrollar intervenciones que no estén cen-
tradas únicamente en el cambio voluntario de la conducta individual, sino que
también se focalicen en la modificación del entorno, de tal manera que las opcio-
nes saludables sean más fáciles y tengan un menor coste para el individuo que las
contrarias (Bandura, 1986; Puska, 2009a; Rueda et al., 2008). Esta recomenda-
ción se fundamenta en la comprobación empírica de que las intervenciones de
promoción de la salud son más efectivas si se abordan desde una perspectiva eco-
lógica, es decir, si no sólo se dirigen a los individuos, sino que también tienen un
efecto en los factores interpersonales, organizacionales y ambientales que influ-
yen en la conducta de salud (Glanz y Bishop, 2010). Esta posición es consistente
también con uno de los postulados de la teoría sociocognitiva que señala que
crear un ambiente propicio al cambio es importante para facilitar la adopción de
conductas saludables (Bandura, 1986).
Tomando como ejemplo los hábitos alimenticios, y teniendo en cuenta que
una parte importante de la población come fuera del hogar por razones laborales,
la elección de la comida de cada trabajador estará influida por sus preferencias
personales y hábitos, así como por los conocimientos que posee sobre aspectos
nutricionales, pero también por la disponibilidad de establecimientos de comida
cercanos al lugar de trabajo y por el coste económico de la misma (Glanz y
Bishop, 2010). En este sentido, en la actualidad se sabe que el incremento de per-
sonas con obesidad, que se asocia con el padecimiento de diferentes enfermeda-
des graves, tiene una de sus causas, por ejemplo, en los Estados Unidos, en el
hecho de que un amplio sector de la población come frecuentemente en restauran-
tes de comida rápida (Maddock, 2004), debido a que son muy accesibles y bara-
tos. Por ello, ya se están produciendo iniciativas para mejorar las características
promotoras de salud de las comunidades y los barrios, como, por ejemplo, reducir
la ubicuidad de la comida con mucha grasa e hipercalórica.
Otras intervenciones en esta línea pretenden llegar a acuerdos con la industria
alimenticia, las empresas de catering o las cadenas de restaurantes de comida
barata para que disminuyan la cantidad de sal o de grasas saturadas de sus produc-
tos (Puska, 2009a). Pero también se trata, incluso, de promover los cambios legis-
lativos oportunos para regular la cantidad máxima de los compuestos menos salu-
dables de los productos alimenticios.
En el mismo sentido, y si se trata de combatir el sedentarismo, que, como la
alimentación, está también en la base de muchas enfermedades crónicas, es muy
difícil que las personas lleguen a realizar ejercicio de forma habitual si éstas tie-
nen jornadas laborales maratonianas que no les dejan apenas tiempo libre o no
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Fundamentos de promoción y prevención de la salud
tienen acceso fácil, ya sea por inexistencia o por cuestiones económicas, a instala-
ciones deportivas en las que puedan hacer ejercicio, o simplemente no tienen un
entorno agradable y/o seguro en el que puedan, al menos pasear. Por ello, algunas
de las intervenciones irían dirigidas a la promoción de diseños urbanísticos que
favorezcan la socialización y la integración, y que doten a los barrios de centros
comunitarios que permitan la reunión y realización de determinadas actividades,
pero también dirigidas al desarrollo de normativa para regular la jornada laboral
máxima y los salarios mínimos que son imprescindibles para promover un ade-
cuado descanso y posibilitar el disfrute del tiempo de ocio (Rueda et al., 2008).
Este tipo de intervenciones se sabe que es eficaz, pues ya hay estudios que han
comprobado que tener acceso a barrios transitables, parques seguros e instalacio-
nes recreativas se asocia con mayor realización de actividad física y menor riesgo
de obesidad (Glanz y Bishop, 2010).
Un ejemplo de este tipo de intervenciones es la Estrategia NAOS (Estrategia
para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), promovida por
el Ministerio de Sanidad y Consumo español con el objetivo tanto de sensibilizar
a la población sobre el problema de salud que constituye la obesidad como de
impulsar acciones que contribuyan a lograr que los ciudadanos, y especialmente
los niños y los jóvenes, adopten hábitos de vida saludables, principalmente a tra-
vés de una alimentación saludable y de la práctica regular de actividad física. En
el desarrollo de esta estrategia participan diversos componentes de la sociedad
como la Administración Pública, expertos en el tema, empresas del sector privado
y consumidores, siendo sus ámbitos de actuación la familia, el entorno escolar, el
mundo empresarial y el sistema sanitario.
Dentro de estas acciones encaminadas al cambio del entorno se encontrarían
también el desarrollo de las leyes que prohíben la publicidad de determinados
productos como tabaco o alcohol, la ley de seguridad vial para regular el límite de
velocidad, el consumo de sustancias psicoactivas, y el uso del cinturón de seguri-
dad cuando se conduce, o las leyes de protección del medio ambiente. También se
pueden mencionar las intervenciones que pretenden incrementar el poder adquisi-
tivo de los colectivos más desfavorecidos, como medidas de protección social y
ayuda económica. En su conjunto, todo este tipo de medidas constituyen las de-
nominadas políticas de salud, que son las intervenciones extra-sanitarias que tie-
nen como objetivo promocionar la salud y el bienestar de las personas y las co-
munidades (Rueda et al., 2008).
En la planificación de las intervenciones tenemos que tener en cuenta que
cuando las circunstancias ambientales son adversas y dificultan, o incluso impi-
den, el cambio de conducta, la insistencia en la modificación de la conducta gene-
ra insatisfacción en la persona y además no sirve para el propósito del cambio,
pues la situación suele caer fuera del control del individuo. En este sentido, se
insiste en que las intervenciones de promoción de la salud no deben producir lo
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Existen múltiples acepciones de lo que es un programa, pero una que resulta bas-
tante completa y comprehensiva lo define como “un conjunto especificado de
acciones humanas y recursos materiales diseñados e implantados organizadamen-
te en una determinada realidad social con el propósito de resolver algún problema
que atañe a algún conjunto de personas” (Fernández-Ballesteros, 1996: 24). Esta
definición recoge los aspectos más distintivos de un programa: que siempre im-
plica una planificación previa, y que su implantación debe ser coordinada y sis-
temática. Algunos autores destacan que los programas, a la vez que se basan en
una planificación rigurosa y se implantan de forma sistemática, también tienen
que ser lo suficientemente flexibles como para ser capaces de responder a los
cambios que se van produciendo en la comunidad y así tomar ventaja de las opor-
tunidades que pudieran surgir (Puska, 2009a).
Desde una perspectiva muy general, básicamente el desarrollo de un programa
implica cuatro fases (Glasgow y Linnan, 2008; Kragelj, Zakotnik y Fras, 2007;
Puska, 2009a):
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En el cuadro 1.2 quedan recogidas estas cuatro fases con sus hitos más impor-
tantes.
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Los programas de promoción de la salud que tienen como población diana a toda
la comunidad se denominan programas de promoción de la salud basados en la
comunidad. Estos programas son los más adecuados cuando se trata de cambiar
los factores de riesgo que afectan a una población completa, es decir cuando se
trata de problemas masivos. Por ejemplo, algunos países tienen una elevada tasa
de mortalidad y morbilidad debido a las enfermedades cardiovasculares. Se cono-
ce que, en gran medida, el desarrollo de estos trastornos se debe a la costumbre
arraigada en estas sociedades de comer alimentos con gran proporción de grasas
saturadas. Por lo tanto, en este tipo de casos, para ser eficaces, se requiere que las
acciones también sean masivas. Esto implica que la diana de las intervenciones
tiene que ser la comunidad entera más que sus miembros individualmente y que
las acciones que se emprendan también sean comunitarias, puesto que sería impo-
sible de abordar el cambio de estilo de vida de cada uno de los miembros de la
comunidad de forma individual (Puska, 2009b). En este tipo de programas, las
estrategias orientadas hacia la modificación de la conducta individual tienen un
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Fundamentos de promoción y prevención de la salud
valor muy limitado (por ejemplo, enseñar a un paciente a cocinar alimentos bajos
en grasa), mientras que son mucho más productivas las estrategias que también
incluyen cambios ambientales (por ejemplo, incrementar la accesibilidad a ali-
mentos bajos en grasa) (Glanz y Bishop, 2010; Glanz et al., 2008).
Desde los años setenta del siglo pasado se han diseñado y/o implementado
diversos programas de este tipo para combatir las enfermedades crónicas no
transmisibles y siempre basados en la idea de que centrarse exclusivamente en
los miembros de la población que tienen un riesgo (por ejemplo, los varones
hipertensos mayores de 60 años) y que son reclutados en los servicios de salud
cuando acuden a consulta limitaría grandemente el impacto del programa en la
población total. Hay que tener en cuenta que cuando la población diana es la
población total, incluso cambios modestos en los factores de riesgo y los esti-
los de vida pueden tener un gran impacto potencial en la salud pública.
Estos programas suelen emplear los recursos estructurales existentes en la
comunidad, tanto personales como materiales, como, por ejemplo, todos los
colegios de una comunidad o provincia o todos los hospitales o centros de
atención primaria. La planificación y puesta en marcha de un programa de
salud, sobre todo si está basado en la comunidad, suele requerir la interven-
ción de muchos profesionales, siendo incluso habitual que el equipo encarga-
do de su diseño y planificación no sea el mismo que aquel que lo pone en
marcha o implementa. En este sentido, el equipo que diseña y planifica el pro-
grama suele tener entre sus objetivos también la formación, en lo relativo a las
tareas concretas del programa, de los profesionales que lo van a implementar,
que suelen ser los maestros, profesores, psicólogos, médicos o enfermeras de
la plantilla de los distintos centros de la comunidad en los que se va a desarro-
llar el programa. Aunque los profesionales de la salud y la enseñanza son los
que más colaboran habitualmente en la puesta en marcha de los programas, los
diseñadores de programas pueden aprovechar cualquier estructura social para
apoyar sus acciones y así facilitar la participación. Por ejemplo, el equipo que
diseñó un programa que pretendía promover estilos de vida saludable, en con-
creto realizar actividad física y comer sano, con el objetivo de lograr y mante-
ner el peso adecuado en mujeres afro-americanas, formó a estilistas y cosme-
tólogos de los centros de belleza para que dieran información y consejo a las
mujeres cuando acudían a sus locales (Glasgow y Linnan, 2008).
Dada la gran envergadura de estos programas basados en la comunidad, su
planificación y puesta en marcha requiere el apoyo de las instituciones (sanitarias,
educativas….) y lo habitual es que surjan más como desarrollos concretos de las
políticas de salud de los países que de iniciativas individuales.
En el cuadro 1.3 podemos encontrar un resumen de las características de los
programas de promoción de la salud basados en la comunidad.
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También existen programas de menor alcance, con poblaciones diana que son
subgrupos más o menos numerosos de una comunidad, que surgen como iniciati-
vas en determinados centros, y se aplican en un colegio, hospital o centro de tra-
bajo concreto. Estos programas también pueden plantearse como pilotos para, en
el caso de que sean eficaces, posteriormente diseñar un programa de promoción
de la salud a mayor escala.
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Fundamentos de promoción y prevención de la salud
Las intervenciones grupales son una de las formas más habituales en los pro-
gramas. Los grupos de educación se forman por personas que se suelen reclutar
en los distintos escenarios en los que se implanta el programa, siendo los más
frecuentes los centros de salud o las escuelas. Están dirigidos por profesionales de
la salud u otros profesionales entrenados para tal fin. De la misma manera que la
intervención individual uno a uno, en estos grupos no sólo se aporta información
sobre temas concretos de salud, sino que se motiva a sus miembros para el cam-
bio de conducta en la dirección deseada, a la vez que se entrena en diferentes
estrategias eficaces para lograr la modificación de la conducta (Escoffery et al.,
2012; Glanz et al., 2008).
Cuando las intervenciones van dirigidas a comunidades amplias en número, el
formato de grupo ofrece algunas ventajas sobre la intervención individualizada
expuesta previamente, en términos de costes temporales y económicos, pues per-
mite que varias personas reciban la intervención simultáneamente sin perder efi-
cacia. Otra ventaja indiscutible de la intervención grupal es que brinda la posibili-
dad del apoyo social mutuo entre sus miembros, lo que es muy importante, pues
el apoyo social es un factor crucial en el mantenimiento de la salud tanto física
como mental (véase Pérez-García, 2011, para una revisión)
Dado que el apoyo social juega un rol tan relevante en la salud, en muchos
programas de promoción no es sólo un medio para conseguir mantener o mejorar
la salud, sino que constituye un fin en sí mismo, y por ello, persiguen como obje-
tivos prioritarios fortalecer las redes de apoyo ya existentes, por ejemplo, ayudan-
do a los participantes a identificar redes de apoyo y entrenándoles en habilidades
específicas para potenciar la calidad de las relaciones interpersonaeles, o desarro-
llar nuevas redes de apoyo, proporcionando un mentor o amigo, o empleando
ayudadores naturales o voluntarios, o facilitando la participación en grupos de
apoyo o autoayuda (Heaney y Israel, 2001).
El grupo, además, tiene una serie de funciones específicas como permitir
comprobar que las dificultades y los sentimientos experimentados no se deben al
fracaso personal, puesto que a los demás miembros del grupo también les ocurre,
posibilitar el intercambio de estrategias de afrontamiento que hayan resultado más
efectivas, favorecer el ajuste de expectativas con respecto a los cambios que pue-
den producirse en un período de tiempo determinado, así como facilitar el apren-
dizaje observacional, pues permite que se perciban los progresos de los demás
como consecuencia del esfuerzo que realizan (Hogan, Linden y Najarian, 2002).
En algunos casos los participantes de los grupos pueden también involucrarse
en actividades de acción social con el objetivo de conseguir cambios en progra-
mas o políticas institucionales.
Las intervenciones comunitarias para el cambio conductual individual preten-
den llegar a amplios sectores de la población diana y pueden tomar diversas for-
mas, como el desarrollo de programas para emitir por televisión, ya sean de tipo
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educativo o como historias dramatizadas en las que los protagonistas pueden ser-
vir de modelos, o también campañas publicitarias a escala nacional sobre temas
concretos relacionados con la salud.
En este sentido, el marketing social es una disciplina que tiene un rol destaca-
do. Mientras que el marketing tradicional pretende crear, comunicar y publicitar
el valor de un producto de consumo, el marketing social busca no sólo informar,
sino también promover la adopción de nuevas conductas y persuadir para el cam-
bio conductual (Janet y Kragelj, 2007). El producto en el marketing social es el
cambio de conducta, ya sea implantar una nueva conducta de salud o abandonar
una conducta de riesgo. Este cambio de conducta se asocia con unos beneficios
que la población diana tiene que percibir como mayores que el precio que tiene
que pagar por el producto.
Las estrategias dirigidas al cambio del ambiente también son múltiples y
diversas y pueden incluir negociaciones con empresas que desarrollan y/o dis-
tribuyen productos de consumo con el fin de que éstos sean más saludables,
como por ejemplo, y tal como ya hemos expuesto previamente, con empresas
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
plemente aportar información a los individuos sobre esta relación era suficiente
para que éstos rectificaran la situación y cambiaran su conducta. Sin embargo,
numerosos estudios, así como la práctica diaria, muestran que la realidad no es así
(Puska, 2009a). Hay que tener en cuenta que el hecho de que conozcamos que una
conducta tiene un efecto negativo en la salud, o que otro comportamiento pro-
mueve la salud, no significa que consigamos eliminar, cambiar o instaurar un
comportamiento. El comportamiento habitual de las personas se sustenta en toda
una serie de procesos cognitivos, emocionales, motivacionales y sociales, que son
en los que hay que incidir para cambiarlo, y el mero conocimiento de que una
conducta es dañina o beneficiosa no es suficiente para extinguirla o instaurarla
respectivamente. Los programas, por tanto, además de aportar información a las
personas, tienen que incluir un plan de actividades que tengan como objetivo el
cambio de conducta, y estas actividades deben plantearse de acuerdo con el cono-
cimiento exhaustivo de todos estos procesos cognitivos, emocionales, motivacio-
nales y sociales que pueden explicar el origen, mantenimiento o cambio del com-
portamiento. De acuerdo con la mayoría de los expertos en este campo, estos
conocimientos deberían derivarse de teorías bien fundamentadas y con gran apo-
yo empírico (Escoffery et al., 2012; Glanz y Bishop, 2010; Glanz et al., 2008;
Puska, 2009a; Rueda et al., 2008), ya que se ha comprobado que las intervencio-
nes basadas en una teoría o en constructos teóricos descritos explícitamente son
más efectivas que las que no parten de un marco teórico (Glanz y Bishop, 2010;
Glanz et al., 2008).
En la actualidad no existe un único marco conceptual en el campo de la pro-
moción y educación para la salud que sea aceptado de forma consensuada por
todos los profesionales, por lo que es necesario seleccionar las variables clave
para el cambio de comportamiento relacionado con la salud en función de las
características de la población diana y del contexto sociocultural en el que ésta se
desenvuelve.
La consulta de distintas revisiones basadas en los estudios que se han publica-
do en los últimos veinte años revela que se han empleado más de cincuenta teo-
rías distintas como marcos de referencia para el cambio conductual en los pro-
gramas de promoción de la salud, sin embargo, sólo unas pocas son las que se han
empleado más frecuentemente, entre las que cabe destacar el modelo transteórico
de las etapas de cambio, la teoría de las creencias sobre la salud, la teoría de la
conducta planificada y la teoría del aprendizaje social y su desarrollo posterior, la
teoría sociocognitiva. Además, los constructos es los que se ha hecho especial
énfasis son la autorregulación, la autoeficacia, el apoyo social, el estrés y el afron-
tamiento (Glanz y Bishop, 2010).
Muchos de los conceptos clave en estas teorías nos sirven de forma comple-
mentaria para poder entender por qué las personas deciden iniciar o no conductas
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Fundamentos de promoción y prevención de la salud
Este enfoque nos puede ayudar a entender por qué las personas con alto riesgo
para desarrollar una enfermedad, por ejemplo, un trastorno cardiovascular, no
comienzan a cambiar su conducta cuando se les aconseja, y es que, simplemente,
no se encuentran en la fase de contemplar un cambio de conducta. Como se dice
desde este modelo, hay que comenzar a trabajar en el punto donde la gente se
encuentra (Glanz y Bishop, 2010; Glanz et al., 2008).
Hay toda una serie de procesos que pueden facilitar el que una persona empie-
ce a contemplar la posibilidad de cambio de conducta o que muestre la intención
de cambiar, que serían en los que habría que incidir para que la persona pasase a la
fase de contemplación. Algunos de estos procesos quedan muy bien recogidos en
las teorías de las creencias sobre la salud y de la conducta planificada.
La teoría de las creencias sobre la salud (Janz y Becker, 1984) considera que
el hecho de que una persona llegue a realizar una conducta de salud va a depender
de una serie de creencias como la susceptibilidad y gravedad percibidas, los bene-
ficios que cree se derivarán de la conducta de salud y las dificultades en su reali-
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Evaluar algo significa literalmente juzgar su calidad o valor. Una posible aplica-
ción de esta definición a los programas de promoción de la salud señala que la
evaluación es un proceso que intenta determinar, tan sistemática y objetivamente
como sea posible, la efectividad e impacto de las actividades diseñadas para lo-
grar los objetivos del programa (Kragelj et al., 2007).
Obsérvese que se dice “tan sistemática y objetivamente como sea posible” y
es que aunque lo deseable sería que se pudiera emplear el método estrictamente
experimental para realizar la evaluación de los programas de promoción de la
salud, la realidad es que dadas las características de estos programas, con apli-
cación a poblaciones numerosas y en condiciones naturales, su evaluación re-
quiere la adaptación de este método. Aun así, en muchos de los casos resulta
difícil poder demostrar que las actividades concretas de promoción de la salud
son la causa de los resultados de salud, debido fundamentalmente a que en las
situaciones de la vida real es muy complejo aislar las causas y los efectos
(IUHPE, 1999/2000).
En un apartado previo hemos expuesto que en los programas de promoción
de la salud se distinguían 4 fases, siendo una de ellas la de implementación, sin
embargo ahora tenemos que precisar que para poder realizar una evaluación más
completa, los expertos aconsejan que esa fase de implementación incluya dos
tipos de estudios. En un primer momento se llevaría a cabo un primer estudio de
carácter controlado y con asignación aleatoria de los participantes a dos grupos,
uno que reciba la intervención y otro control, y siempre bajo condiciones óptimas
e ideales y recogiendo medidas tanto previas como posteriores a la intervención
para poder estudiar si la intervención produce modificaciones en los indicadores
analizados, es decir para comprobar su eficacia. En estos estudios se especifican
los criterios de inclusión o exclusión de los participantes y se informa de porcen-
tajes de participación, así como de las razones del abandono cuando éste se pro-
duce. Posteriormente se aplicaría la intervención en las condiciones naturales y
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1. Eficacia: hace referencia al grado con que se han conseguido los resulta-
dos esperados con una intervención llevada a cabo en las mejores condi-
ciones posibles o experimentales, es decir, cuando se realizan estudios
controlados aleatorizados.
2. Efectividad: se centra en la extensión con que se obtienen los resultados
esperados con una intervención llevada a cabo en las condiciones habitua-
les o naturales.
3. Eficiencia: se refiere a la relación existente entre los resultados obtenidos
y los recursos empleados, es decir, sería el estudio del balance coste-
beneficio del programa. Lógicamente, para obtener este tipo de índice se
requiere tener en cuenta los recursos, tanto materiales como humanos,
empleados. Los datos sobre los costes y de la relación costes-beneficios
son de los que menos frecuentemente se informa en la evaluación de pro-
gramas. Sin embargo, esto es una importante limitación, puesto que el
coste del programa es la cuestión principal que se plantean aquellos que
toman las decisiones sobre políticas de salud. Esto posiblemente sea debi-
do a la complejidad y magnitud de la tarea, así como el propio coste de la
evaluación de esta relación coste-beneficio.
1.5. Resumen
41
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
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2
Fundamentos teóricos y
aplicaciones de la promoción
de la salud física
En este capítulo se tratan tres de las teorías más importantes que se han propuesto
para describir y explicar las conductas de salud. Estas teorías permiten establecer
un marco de referencia con el cual poder comprender y predecir la adopción de
las conductas de salud.
Estas teorías se formulan teniendo en cuenta la diferente naturaleza y especi-
ficidad con la que cuentan los factores que determinan la conducta. De ahí que
cada una de ellas dé, respectivamente, un mayor peso a los factores individuales,
a los sociales o a los comunitarios. Ilustrando los fundamentos teóricos de cada
teoría en este capítulo se presentan también ejemplos de intervenciones y progra-
mas diseñados bajo la luz de esos supuestos.
La primera teoría que se expone es el modelo transteórico formulado por Pro-
chaska. Este modelo considera que el cambio de las conductas individuales de
riesgo para la salud se desarrolla a través de una secuencia de seis estadios: la
precontemplación, la contemplación, la preparación, la acción, el mantenimiento
y la terminación. Asimismo defiende la existencia de una serie de procesos psico-
lógicos, que ocurren en los distintos estadios, y que son los responsables del cam-
bio de comportamiento. El conocimiento y ajuste a estos estadios, junto con los
procesos psicológicos que actúan en cada uno de ellos, permite el diseño de unas
estrategias de intervención más efectivas.
La segunda teoría que se incluye es la teoría sociocognitiva desarrollada por
Bandura. El punto de partida de esta propuesta es la comprensión de la interac-
ción que existe entre la persona, su forma de comportarse y el entorno en el que
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
actúa. De acuerdo con esta idea, para poder describir e intervenir sobre el cam-
bio de comportamiento, es necesario tener en cuenta las diversas situaciones
con las cuales se relaciona el individuo. La teoría de Bandura hace también un
especial hincapié en el profundo impacto que ejercen sobre el cambio de con-
ducta, el aprendizaje a través de la observación, la expectativa de autoeficacia y
los procesos de autorregulación. La consideración de estos procesos resultan
básicos a la hora de diseñar e implementar programas dirigidos a la modifica-
ción de las conductas de riesgo, y al establecimiento de hábitos de vida saluda-
bles.
Por último se presenta el modelo de la construcción comunitaria. Este modelo
sustenta la necesidad de abordar la capacidad y el apoyo comunitario para poder
favorecer el cuidado de la salud desde un marco organizativo y comunitario. La
construcción de la capacidad comunitaria y el empoderamiento de los individuos,
que forman parte de un grupo o comunidad, representan elementos clave para
poder intervenir de manera eficaz en este nivel. Estas intervenciones han de apo-
yarse asimismo en la colaboración entre los diferentes grupos, organismos y sec-
tores, con el fin de aunar esfuerzos y poder lograr objetivos que beneficien a toda
la comunidad.
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Fundamentos teóricos y aplicaciones de la promoción de la salud física
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Los diez procesos de cambio que integran este modelo hacen referencia, por
su parte, a las acciones manifiestas o encubiertas que efectúa la persona en cada
estadio del cambio. Estos procesos pueden clasificarse en dos grupos: a) los pro-
cesos experienciales, que incluyen aspectos cognitivos, afectivos y evaluativos y
en los que se encontrarían el aumento de la consciencia, el desahogo dramático, la
autoevaluación, la reevaluación ambiental y la liberación social; y b) los procesos
conductuales, que abarcarían la autoliberación, el contra-condicionamiento, el
control de estímulos, el manejo de contingencias y el apoyo social (véase el cua-
dro 2.1 para la descripción de los procesos, los estadios en los que aparecen y un
ejemplo de su aplicación) (Mckenzie, Neiger y Thackeray, 2009; Prochaska y
Velicer, 1997).
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
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Fundamentos teóricos y aplicaciones de la promoción de la salud física
El apoyo social Recibir apoyo emocional (p. ej., Promover la relación entre las parti-
confianza, aceptación, seguridad) cipantes para proporcionarse apoyo
cuando se realice la conducta de mutuo con respecto al uso del pre-
salud. Estadios: A y M servativo.
Intervención Alianza terapéutica, soporte por
parte del terapeuta y apoyo brin-
dado por distintas fuentes.
PC: precontemplación; C: contemplación; P: preparación; A: acción; M: mantenimiento.
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Fundamentos teóricos y aplicaciones de la promoción de la salud física
Para ello la persona compara la conducta que ha realizado con sus reglas y
normas internas. Y además tiene en cuenta la respuesta emocional que
siente al realizar esa comparación.
Así, si las acciones o conductas llevadas a cabo se ajustan a las nor-
mas internas que tenga la persona, la evaluación que hará sobre su actua-
ción tenderá a ser positiva y experimentará satisfacción. Si, por el contra-
rio, la persona considera que su conducta no se ajusta a esas normas, la
evaluación que realice de la misma será más negativa sintiendo en conse-
cuencia una mayor insatisfacción. Esto a su vez le llevará a tratar de co-
rregir su actuación. En ambos casos, por lo tanto, la evaluación de la pro-
pia actuación como la respuesta emocional que aquella desencadene
actuarán como importantes incentivos capaces de guiar el comportamiento
(Bandura, 1989, 1991).
Otro aspecto fundamental dentro de la autorregulación es la defini-
ción de los objetivos que se plantee la persona y el plan de acción que
trace para alcanzarlos. Un planteamiento adecuado de los objetivos
implica definirlos en términos realistas, específicos, cuantificables y
alcanzables, además de que supongan para la persona un cierto reto.
De hecho es más probable que el esfuerzo invertido sea mayor cuando
los objetivos establecidos supongan un cierto grado de dificultad, y
promuevan que la persona utilice más sus recursos y habilidades para
lograrlos.
Otro elemento importante en la definición de los objetivos es que se
encuentren próximos en el tiempo. Una manera de conseguir esta apro-
ximación temporal consiste en subdividir los objetivos que estén orien-
tados hacia un plazo de tiempo más lejano en otros más pequeños y más
cercanos temporalmente. Esta estrategia favorece que la persona pueda
ir realizando acciones más concretas y asumibles, e ir valorando al
mismo tiempo cómo es esa ejecución y los resultados que va consi-
guiendo (Bandura, 1997).
Asimismo, para poder mantener la motivación y el esfuerzo durante
este proceso e ir fortaleciendo la sensación de seguridad y eficacia perso-
nal, es conveniente que la persona, cuando haya conseguido esas subme-
tas, se autorrefuerce de forma contingente por ello.
4. La percepción de autoeficacia colectiva: desde una óptica más colectiva,
la teoría sociocognitiva sostiene que, para conseguir resultados satisfacto-
rios y poder alcanzar una vida con un adecuado nivel de bienestar, es ne-
cesario ampliar y trascender los intereses personales en aras de defender y
lograr otras metas compartidas con los demás.
En esta línea se considera la percepción de autoeficacia colectiva co-
mo la creencia compartida por cualquier grupo acerca de su capacidad
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
conjunta para organizar y llevar a cabo las acciones requeridas para poder
lograr los resultados valorados por el grupo (Bandura, 1997).
La creencia de autoeficacia se fundamenta, por lo tanto, en el es-
fuerzo común que se realice a nivel familiar, organizativo, comunitario
y político con el fin de alcanzar objetivos comunes. De ahí que consti-
tuya un elemento capaz de influir sobre la visión que un colectivo de
personas tiene sobre el futuro que desea tener, sobre la forma en que
emplea sus recursos y habilidades, y sobre el esfuerzo y la resistencia
que muestra durante la consecución de las metas que se plantee. Las
personas que sostengan una creencia firme de autoeficacia colectiva
tenderán a percibir los diferentes entornos sociales como ámbitos que
se pueden cambiar y mejorar mediante la acción personal y colectiva.
Además perseverarán en mayor medida cuando dichos cambios se vean
obstaculizados mostrando más resistencia ante el desánimo y la frus-
tración (Bandura, 1997).
La percepción de autoeficacia colectiva resulta particularmente rele-
vante en el contexto de la salud pública, así como en el marco de la pro-
moción de la salud y la prevención de las enfermedades. En este sentido,
diferentes colectivos sociales pueden creer que es posible cooperar entre
ellos con el fin de promover y recibir una adecuada educación sobre la sa-
lud, influir sobre las políticas que se establezcan en el ámbito de la salud,
y proponer y llevar a cabo iniciativas que tengan un impacto positivo so-
bre el bienestar comunitario (Bandura, 1995).
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Otras 123 mujeres fueron elegidas para ser asignadas al grupo control. Este
grupo asistió a una única sesión de 30 minutos, en la cual se informó acerca de las
guías que había sobre dieta y actividad física dirigidas a la población. Asimismo
se les entregó un folleto que contenía una serie de consejos para comer más fruta
y verdura, reducir el consumo de grasas saturadas y realizar ejercicio de forma
moderada, equilibrándolo con la comida. En esta sesión no hubo ninguna interac-
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Fundamentos teóricos y aplicaciones de la promoción de la salud física
evitando posicionarse como una entidad pasiva receptora únicamente de las inter-
venciones que en ella se realizaran.
En la base del enfoque comunitario reside la consideración de la comunidad
como un medio en el cual las personas pueden participar, movilizarse y actuar de
forma coordinada para poder manejar y hacer frente a las cuestiones que afectan a
su salud. De hecho una parte importante del trabajo que es posible realizar en el
campo de la promoción de la salud se centra en el establecimiento de relaciones
de colaboración entre diferentes organismos y entidades, con el objeto de proteger
y fomentar la salud.
Para poder llevar a cabo programas efectivos dirigidos a la prevención de la en-
fermedad y la promoción de la salud comunitaria en el ámbito comunitario, un proce-
so con el que es preciso contar es el de la construcción de la capacidad comunitaria.
El término construcción de la capacidad comunitaria ha recibido múltiples
definiciones y ha sido abordado por diferentes modelos y teorías, lo cual ha hecho
que no resulte un término conceptualmente claro. La definición que da la Organi-
zación Mundial de la Salud (OMS) acerca de la construcción de la capacidad co-
munitaria es “el desarrollo del conocimiento, las habilidades, el compromiso, las
estructuras, los sistemas y el liderazgo necesarios para hacer posible una promo-
ción de la salud efectiva” (Smith, Tang y Nutbeam, 2006).
Otras definiciones hacen referencia a la capacidad para identificar y abordar
cuestiones relativas con la salud; el establecimiento de la infraestructura, las or-
ganizaciones y las habilidades mínimas para poder implementar programas rela-
cionados con la salud; y la capacidad para continuar manteniendo el programa
que haya iniciado un grupo u organismo (Hawe, Noort, King y Jordens, 1997).
La construcción de la capacidad comunitaria puede considerarse como un pro-
ceso a través del cual es posible crear, fomentar y sostener los recursos, las habili-
dades y el conocimiento de diferentes sectores y grupos de la comunidad con la
finalidad de alcanzar metas comunes, y mantener y multiplicar las ganancias que se
hayan logrado en el ámbito de la salud. Dentro del enfoque de la construcción de la
capacidad comunitaria se consideran relevantes aquellas acciones e iniciativas que
realice la propia comunidad en aras de identificar sus necesidades y de beneficiarse
a sí misma, al mismo tiempo que integra y coopera con otros sectores, grupos o
miembros, los cuales también pueden estar interesados en las metas que aquélla
plantee (Hawe, King, Noort y Jordens y Lloyd, 2000; Minkler y Wallerstein, 2004).
La construcción de la capacidad comunitaria parte del supuesto de comenzar a
trabajar desde el sitio donde se encuentran las personas. Por ello la participación y
el empoderamiento de los miembros que forman parte de la comunidad son dos
elementos que están inexorablemente asociadas con ella (Minkler, Wallerstein y
Wilson, 2008).
Tal y como se ha señalado en el capítulo 1 de este libro, el empoderamiento
de la comunidad dentro del marco de la salud constituye un proceso a través del
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2.4. Resumen
En este capítulo se han expuesto tres teorías que permiten dar cuenta del proceso
de cambio de las conductas de riesgo, así como de la instauración y mantenimien-
to de otros comportamientos más saludables.
Se puede decir que cada una de estas teorías se sitúa en un nivel que presenta
un grado de especificidad explicativo distinto. Así, la primera de ellas, representa-
da por el modelo transteórico de Prochaska, se centra principalmente en describir y
explicar el cambio de la conducta de riesgo a nivel individual. Para ello propone
una secuencia de seis estadios diferentes: la precontemplación, la contemplación,
la preparación, la acción, el mantenimiento y la terminación.
La consideración de estos estadios, junto con los procesos de cambio que
suelen acompañar a cada uno de ellos, es uno de los requisitos básicos que
sostiene esta teoría para poder definir y realizar de forma adecuada las inter-
venciones que estén dirigidas a modificar los cambios en las conductas y esti-
los de vida nocivos. Un ejemplo de intervención que se describe en este senti-
do es el proyecto Estadios de la Salud, para promover conductas de salud en
personas mayores.
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aplicaciones en prevención
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Weiss, 2005), asociándose con una mejor salud física, un mayor rendimiento aca-
démico y productividad laboral, unas relaciones interpersonales más positivas y
unas comunidades más seguras (Herman, Saxena, Moodie y Walker, 2005).
Dado que la capacidad para tener una buena salud mental es una característica
que poseen las personas y las comunidades, es necesario que dicha capacidad se
promueva y mantenga. A este objetivo responde la promoción de la salud mental,
la cual puede ser contemplada como el conjunto de acciones encaminadas a au-
mentar los aspectos positivos y los procesos de participación y de empoderamien-
to con los cuales fortalecer al individuo, a los diferentes grupos sociales, a las
comunidades y a la población. La promoción de la salud mental permite generar
así mayores niveles de bienestar y resiliencia, y el desarrollo de entornos más
saludables (Canadian Mental Health Association y Wellesly, Institute, 2009;
Funk, Gale, Grigg, Minoletti y Yasami, 2005).
La salud mental se puede promover mediante:
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De acuerdo con los supuestos del modelo socioecológico (Barry y Jenkins, 2007;
Sallis et al., 2008) se pueden señalar los siguientes puntos:
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Bajo el enfoque del modelo socioecológico se sostiene que la salud mental pue-
de verse influida por una serie de múltiples determinantes de una manera más
próxima o más distal (Zubrick y Kovess-Masfety, 2005). Estos determinantes
pueden agruparse en tres clases (Keleher, 2007b; Lahtinen, Jaubert, Raeburn y
Jenkins, 2005):
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Para poder examinar el efecto que estos determinantes tienen sobre la salud
es preciso hacerlos operativos a través de los factores de riesgo y los factores de
protección. En la prevención de los problemas y trastornos mentales la identifi-
cación e intervención sobre estos dos tipos de factores representan dos fases
esenciales.
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Fundamentos teóricos y aplicaciones en prevención de la salud mental
Cuando los miembros de una comunidad forman parte activa de diferentes en-
tornos sociales e interactúan entre sí de forma colaborativa, adquieren un mayor
sentido de la responsabilidad (State Goverment of Victoria, 2009). De este modo
se genera también un apoyo social más sólido, y la comunidad puede incrementar
su capacidad y el grado de cohesión que posee.
El reconocimiento y la actuación coherente con los valores de la inclusión, la
participación, la igualdad y la tolerancia constituyen mecanismos a través de los
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Fundamentos teóricos y aplicaciones en prevención de la salud mental
El paciente comienza por recibir aquel tratamiento que, siendo el de menor in-
tensidad, pueda resultar más efectivo, en el sentido de que dé lugar a un cambio
clínico significativo o de que su formato se adecue a las expectativas del paciente.
Si el paciente, una vez que ha sido correctamente informado, declina llevar a cabo
el tratamiento según el modelo por pasos, se le deriva directamente al nivel 4 para
que reciba un tratamiento individual más intensivo. Asimismo, si después de ha-
berse realizado la intervención en un nivel determinado y haber evaluado el pro-
greso que ha conseguido el paciente, los resultados obtenidos son insuficientes, se
le brinda la oportunidad de recibir otro tratamiento de mayor intensidad pasando
así a un nivel superior.
De acuerdo con este modelo la persona puede iniciar el tratamiento en cual-
quiera de los pasos establecidos. No obstante, lo que se pretende es que aquellas
personas que pueden recuperarse de sus problemas mentales de una forma espon-
tánea o recibiendo una intervención de baja intensidad no se sometan desde el
principio a un tratamiento más intensivo y costoso.
La finalidad de este sistema, por lo tanto, es la de ampliar la disponibilidad de
los tratamientos psicológicos para un mayor número de pacientes y lograr una
mayor eficiencia a la hora de implementarlos, teniendo en cuenta que los recursos
existentes en relación con los tratamientos psicológicos son limitados y escasos
(Richards et al., 2012).
Un tipo de tratamiento que está siendo aplicado dentro del modelo de cuidado por
pasos es la terapia cognitivo-conductual. Este tipo de terapia ha sido propuesto por
el Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica (NICE) del Reino Unido
en un amplio número de las guías clínicas publicadas, así como por la Agencia del
Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos (SAMHSA);
cuenta con una sólida evidencia a la hora de abordar diferentes problemas psicoló-
gicos y trastornos (Chambless et al., 1996); y proporciona una conceptualización
teórica y unas técnicas terapéuticas que pueden ser utilizadas de forma consistente a
través de los distintos pasos de los que consta el modelo (Bower y Gilbody, 2005).
Utilizados de forma conjunta el modelo por pasos y la intervención cognitivo-
conductual poseen la suficiente flexibilidad para poder asignar a los pacientes que
lo requieran a un tratamiento de baja intensidad (nivel 2); y derivar a aquellos
otros que deseen o que necesiten recibir un tratamiento de mayor duración e in-
tensidad a otro tipo de intervención que se sitúe en un escalón superior (niveles 3
y 4) (véase la figura 3.1).
Un aspecto fundamental en el uso de la terapia cognitivo-conductual de baja
intensidad es el de lograr que esté disponible para un gran número de personas,
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
haciendo que su acceso sea fácil y rápido. De esta manera es posible poner en
marcha programas cognitivo-conductuales breves dirigidos a la prevención y la
intervención tempranas, y al mismo tiempo realizar intervenciones para mejo-
rar la salud mental y el bienestar a nivel comunitario (Bennett-Levy, Richards y
Farrand, 2010b).
La terapia cognitivo-conductual de baja intensidad se recomienda como prime-
ra línea de actuación para el tratamiento de problemas de depresión y ansiedad que
se caracterizan por tener una sintomatología suave o moderada (NICE, 2009,
2011a, 2011b), con la excepción del trastorno por estrés postraumático ante el cual
la efectividad de este tipo de tratamiento no ha sido todavía claramente corrobora-
da (Scholes, Turpin y Mason, 2007).
Esta forma de terapia se caracteriza por que el tiempo que pasa el terapeuta
con el paciente se reduce, y además intenta utilizarlo de la manera más eficiente
posible. Para ello las acciones que puede llevar a cabo el terapeuta pueden ser:
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Fundamentos teóricos y aplicaciones en prevención de la salud mental
ción de los materiales de autoayuda la hace el paciente sin este apoyo (Baguley
et al., 2010). No obstante, con este tratamiento también se trata de potenciar la
responsabilidad y la percepción de autoeficacia del paciente con respecto al ma-
nejo y la solución de su problema.
A la hora de realizar la autoayuda guiada las funciones del terapeuta son:
Dos de los formatos típicos en los que se suele aplicar este tratamiento son
mediante Internet, llamándose este tipo de intervención terapia cognitivo-
conductual computarizada (TCCC) y a través de libros de autoayuda (Bennett-
Levy et al., 2010a).
En la TCCC se utilizan programas informáticos y páginas web como soportes
para proporcionar al paciente el material con el que va a trabajar. Estos programas
pueden ser seguidos por los pacientes desde su casa al ritmo que deseen. En la
intervención con los libros de autoayuda se le ofrece al paciente una serie de li-
bros con ejercicios para que los lea y realice. El material, que está escrito en un
lenguaje sencillo y comprensible, proporciona información al paciente sobre su
problema psicológico así como las técnicas para poder solucionarlo. A través de
los ejercicios el paciente también puede poner en práctica las estrategias que esté
aprendiendo para resolver su problema psicológico.
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
tivo-conductual de baja intensidad con el modelo de cuidado por pasos para po-
nerla al alcance del alto número de personas que padecen problemas de depresión
y ansiedad, y que son atendidas en AP.
En Escocia también se ha aplicado este tipo de intervención. Un importante
programa realizado en AP para la prevención de la depresión y la reducción del
tratamiento farmacológico ante síntomas suaves de depresión, ha sido el programa
Las personas con depresión lo están haciendo bien (Doing well by people with
depression; http://www.doingwell.org.uk). Este programa, que constó de ocho pro-
yectos pilotos, utilizó diferentes opciones de intervención cognitivo-conductual de
baja intensidad así como la colaboración con grupos de voluntarios y otras asocia-
ciones comunitarias. El contenido de uno de los proyectos pilotos ‒el proyecto
Start‒ se desarrolla más ampliamente en el capítulo 4 de este libro.
Otro ejemplo de aplicación de la intervención cognitivo-conductual de baja
intensidad a nivel individual y comunitario ha sido el proyecto Steps. Este proyec-
to se desarrolló en el Sureste de Glasgow en el año 2004 para abordar problemas
psicológicos en personas con un nivel socioeconómico bajo, que vivían en una
zona deprimida y presentaban, además de problemas de ansiedad y depresión,
dificultades sociales (White, 2010a).
Las metas principales del proyecto Steps fueron: abordar los problemas men-
tales más comunes, principalmente los relativos a la ansiedad y la depresión; y
fomentar la promoción de la salud mental a través de acciones dirigidas a influir
también sobre los factores sociales y comunitarios.
En consonancia con estas metas los objetivos que se definieron fueron los si-
guientes:
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Fundamentos teóricos y aplicaciones en prevención de la salud mental
Dentro del proyecto se llevaron a cabo múltiples acciones (White, 2008). Al-
gunas de ellas se explican a continuación:
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3.5. Resumen
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Uno de los proyectos englobados dentro del CUI, denominado también ¡Inclúye-
nos!, se desarrolló durante los años 2006 y 2007 (Victoria Government and De-
partment of Human Services, 2008). Este proyecto contó con la participación de
dos residencias y tuvo un presupuesto de 14.714 euros (20.000 dólares).
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
las personas que residían en estos centros. Este objetivo se dividió a su vez en
otros tres más específicos:
1. Identificar y llevar a cabo diez acciones que fueran realizadas por servi-
cios y organizaciones de la comunidad y que sirvieran de oportunidad pa-
ra incluir a los residentes.
2. Desarrollar nuevas relaciones, y fortalecer las ya existentes, entre la co-
munidad y las residencias mediante la participación de representantes de
las residencias en cinco grupos comunitarios de interés.
3. Aumentar la capacidad de apoyo ofrecida por voluntarios a través de un
entrenamiento organizado en dos sesiones.
Las acciones que se llevaron a cabo para conseguir estos objetivos fueron las si-
guientes:
Uno de los resultados más importantes que se consiguió a través de estas acciones
fue el que algunos residentes participaran en los programas de radio, en concreto
en el Programa para mayores de los domingos. En dicho programa el presentador
efectuó algunas entrevistas por teléfono a otros residentes. A través de esta parti-
cipación los residentes pudieron contar cómo era la vida en las residencias, mani-
festaron opiniones personales, y se habló de las actividades que realizaban en el
100
Programas de prevención de la salud mental
Las acciones que se pusieron en marcha para hacer sostenibles los resultados con-
seguidos con el proyecto se detallan a continuación:
– Una de las bibliotecas ofreció a las personas que vivían en las residencias la
posibilidad de participar en los grupos de lectura que se organizaban en ella.
– Se siguieron manteniendo semanal y quincenalmente las actividades que
habían comenzado a hacer los residentes con los colegios, la asociación
de los Scouts y la escuela de primaria.
– Un organismo nacional se comprometió a incluir a todos los residentes en
sus actividades sociales.
– Se propuso que un tema a tratar en las reuniones mensuales con los Servi-
cios Públicos encargados de las personas mayores en residencias fuera el
de la inclusión social de los residentes y las posibles actividades que po-
dían realizarse semanalmente. De dichas actividades se esperaba obtener
un feedback que pudiera ser de interés para los profesionales que trabaja-
ban en las residencias.
– Recurriendo a terapeutas ocupacionales y a otros profesionales vinculados
con el ámbito del estilo de vida se difundió información sobre el proyecto.
De esta manera se pretendía entrar en contacto con organizaciones y gru-
pos de la comunidad que pudieran estar interesados en el proyecto.
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
102
Programas de prevención de la salud mental
El proyecto Start forma parte del programa nacional Las personas con depre-
sión lo están haciendo bien (The doing well by people with depression pro-
gramme; www.doingwell.org.uk), que se llevó a cabo en 8 regiones de Escocia
durante los años 2003, 2004 y 2005 y se evaluó un año después (Scottish Exe-
cutive, 2006a).
Los objetivos que se plantearon en este programa nacional fueron los si-
guientes:
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
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Programas de prevención de la salud mental
estos tres organismos se creó el equipo de trabajo llamado Start. Este término es
el acrónimo inglés de la expresión Self Help Treatment Access Resource Team,
que en español se puede traducir como Equipo de Recursos para el Acceso a los
Tratamientos de Autoayuda.
El nombre de Start fue asignado también al proyecto que inició este equipo de
trabajo con el objeto de adaptar el programa Las personas con depresión lo están
haciendo bien a la región de Gran Glasgow (Scottish Executive, 2006a).
Los objetivos que se definieron en el proyecto Start fueron los siguientes (Scot-
tish Executive, 2006a):
El proyecto estuvo dirigido tanto a los equipos ESMAP como a las personas
que presentaban niveles bajos o moderados de depresión y ansiedad.
Los recursos humanos con los que se contó para su realización fueron: un psi-
cólogo clínico director del equipo y también del IGIP; tres psicólogos ayudantes,
denominados trabajadores de apoyo para la autoayuda y encargados de hacer la
intervención en autoayuda; tres enfermeras, una de las cuales desempeñó funcio-
nes de apoyo en la intervención mientras que las otras dos se encargaron de su
formación y entrenamiento; un responsable del desarrollo del equipo y un admi-
nistrativo (Scottish Executive, 2006a).
105
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Las tareas principales que se asignaron a los trabajadores de apoyo para la au-
toayuda fueron las siguientes (Scottish Executive, 2006b).
Para poder ejecutar correctamente las funciones de índole clínica los trabaja-
dores de apoyo para la autoayuda tuvieron un entrenamiento basado en el apren-
dizaje de conocimiento y la adquisición de habilidades. Además recibían supervi-
sión periódica por parte del director del proyecto o de los psicólogos del ESMAP.
Los tres trabajadores de apoyo para la autoayuda y la enfermera rotaron por cua-
tro ESMAP de distintas zonas de Glasgow. Estos profesionales debían estar vin-
culados a cada ESMAP por un periodo de 9 a 12 meses. Después de ese tiempo
los ESMAP debían decidir si incorporaban, como una de sus funciones, el tipo de
intervención que habían aprendido a través de los trabajadores de apoyo.
Para reclutar e implementar el proyecto con las personas que mostraban pro-
blemas de ansiedad y depresión se aplicó el modelo de atención por pasos (Scot-
tish Executive, 2006b).
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Programas de prevención de la salud mental
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
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Programas de prevención de la salud mental
Los resultados que se lograron a través del proyecto Start fueron los siguientes
(Scottish Executive, 2006a):
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Para poder mantener los resultados conseguidos una acción importante que se
realizó fue mantener al director del proyecto y al responsable de las tareas admi-
nistrativas en sus respectivos puestos. Esto permitió que los trabajadores de apoyo
para la autoayuda continuaran rotando, abarcando así más áreas de la región y
extendiendo el entrenamiento en el uso de este tipo de tratamiento.
Al contar con los recursos necesarios se pudo crear, dentro de la plantilla de
uno de los ESMAP, el puesto de trabajador de apoyo para la autoayuda lográndo-
se así ampliar los servicios que este ESMAP ofrecía.
También se pudo incrementar el número de los grupos de apoyo para la auto-
ayuda guiada que ofrecía la AED, implantándose en distintas zonas de Escocia.
Se creó un puesto de Responsable para el soporte de los grupos de Glasgow con
el fin de seleccionar adecuadamente a los facilitadores que iban a trabajar con los
grupos y poder organizarlos en áreas en las que el equipo Start no operaba.
La colaboración de la AED con el sector de voluntariado y con los servicios
sanitarios se fortaleció al considerar que esta coalición permitía avanzar a la AED
en el desarrollo del entrenamiento de este tipo intervención por toda Escocia
(Nelson, 2006).
El curso Viviendo la vida al máximo para aprender a manejar la ansiedad y la
depresión se impartió en más centros de la región. El equipo Start proporcionó los
fondos necesarios para que los centros, una vez que hubieran organizado el curso
durante tres ocasiones, pudieran autofinanciarse.
Por último se ha realizado un estudio controlado aleatorizado para determinar
la efectividad de la intervención en autoayuda facilitada a través de estos cursos.
Recientemente se ha publicado el protocolo con el que se ha llevado a cabo dicho
estudio (McClay, Morrison, McConnachie y Williams, 2013), si bien los resulta-
dos obtenidos en esta investigación todavía no han sido publicados.
4.3. Resumen
110
Programas de prevención de la salud mental
El proyecto logró dar un mayor eco acerca de la necesidad de incluir a las per-
sonas que vivían en residencias en los servicios de su comunidad; así como au-
mentar la presencia de los mayores en distintos centros comunitarios.
El segundo proyecto que se ha descrito es el proyecto Start, realizado en la
región escocesa de Gran Glasgow con el objeto de intervenir y prevenir los pro-
blemas de depresión y ansiedad desde AP.
Este proyecto se enmarcó dentro del programa nacional Las personas con de-
presión lo están haciendo bien (The doing well by people with depression pro-
gramme). Este programa se orientó a poner en marcha, siguiendo el modelo de
cuidado por pasos, la intervención en autoayuda guiada en AP, con el fin de tratar
a los pacientes que tuvieran niveles bajos o moderados de depresión; aumentar la
capacidad de AP y de la comunidad en general para abordar este tipo de proble-
mas psicológicos; y disminuir la prescripción de antidepresivos y las listas de
espera en los servicios de salud mental.
El proyecto Start logró entrenar a los equipos de salud mental de AP en la in-
tervención de la autoayuda guiada, además de establecer dentro de la comunidad
diferentes vías de acceso a esta clase de tratamiento. Para ello se crearon grupos y
cursos de autoayuda a nivel comunitario; y, dentro de AP, los psicólogos especia-
lizados en llevar a cabo la autoayuda guiada, la aplicaron a aquellos pacientes que
fueron derivados por el propio equipo médico de AP.
Los resultados obtenidos pusieron de manifiesto que los pacientes que habían
recibido este tratamiento mejoraron su estado de ánimo y su ajuste psicológico en
general, manteniéndose estos resultados en el tiempo; aumentó también la capaci-
dad de AP y de otros organismos locales para poder realizar esta intervención; y,
a nivel comunitario, se incrementó el nivel de conocimiento de los problemas
relacionados con la depresión y la ansiedad, y la posibilidad de tratarlos mediante
la autoayuda guiada.
111
5
Promoción del bienestar
psicológico: fundamentos
teóricos y aplicaciones
El bienestar forma parte consustancial de lo que se entiende por salud puesto que
en su acta de constitución de 1948, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
la definió como un estado completo de bienestar físico, mental y social y no me-
ramente la ausencia de enfermedades o trastornos. Sin embargo, hasta ahora el
bienestar se había quedado fuera de los informes de la organización, que se había
centrado en otros objetivos. En la actualidad las cosas han cambiado y reciente-
mente la OMS ha considerado que la mejora del bienestar de la población consti-
tuye una prioridad sanitaria (World Health Organization, 2013). Esta postura
también queda recogida en la nueva estrategia sanitaria de la Europa de 2020
(Comisión Europea, 2010). El reconocimiento del bienestar como una prioridad
sanitaria se debe, en parte, a los esfuerzos que se han realizado, fundamentalmen-
te desde la psicología, para abordar su conceptualización y evaluación desde una
perspectiva científica.
La promoción del bienestar no sólo resulta importante en sí misma, es decir,
no sólo es relevante si tenemos en cuenta que permite mejorar la salud psicológi-
ca, sino porque también se sabe que las personas con un mayor bienestar presen-
tan mejores resultados en diferentes ámbitos de la vida, como la salud física, la
carrera profesional o las relaciones interpersonales (Lyubomirsky, King y Diener,
2005a), tal como expondremos con más detalle en apartados posteriores.
113
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Hasta hace relativamente poco tiempo se consideraba que no se podía abordar el es-
tudio de la felicidad desde una perspectiva científica. El propio Diener, uno de los
pioneros y principales autores en este ámbito, ha comentado que cuando empezó
a estudiarla prefirió denominarla “bienestar” para que no se le tomara por un
charlatán.
En la actualidad, los términos felicidad y bienestar se emplean indistintamen-
te, y gracias a los esfuerzos realizados por expertos como Diener, Lyubomirsky,
Fredrickson, Keyes, King y otros muchos, el estudio de la felicidad, sus correlatos
y los factores que favorecen su promoción y desarrollo se estudian desde una
perspectiva empírica rigurosa.
El hecho de que el logro de la felicidad sea un objetivo humano que se puede
considerar universal junto con el énfasis que los organismos internacionales, co-
mo la OMS o la Comisión Europea, están dando a su promoción en el presente,
está provocando que haya pasado de ser un tema casi tabú a estar muy de moda.
Esta circunstancia está favoreciendo que aparezcan todo tipo de productos, conse-
jos, recetas, estrategias e ideas defendidas en muchos casos por charlatanes, per-
sonajillos famosos o gurús, que se suponen intentan ayudar a conseguir la felici-
dad o bienestar. Precisamente por ello, y a pesar de que en este momento el
bienestar ha alcanzado una entidad científica, es imprescindible que sepamos
distinguir entre todos estos subproductos sin fundamento y los conocimientos que
han surgido como fruto de la investigación científica.
Existen distintas conceptualizaciones del bienestar, pero una de las más
ampliamente empleadas y consensuadas es la que propone Ed Diener, a la que
se califica como bienestar subjetivo (BS). El término subjetivo hace referencia a
que lo que recoge este concepto no son los índices objetivos de calidad de vida,
sino cómo la persona subjetivamente percibe e interpreta la realidad, y por lo
tanto, cómo se siente. Es decir, objetivamente una persona puede tener un buen
nivel económico, tener una excelente salud, poseer un alto nivel educativo, es
decir, presentar grados altos en todos aquellos correlatos que sabemos que in-
fluyen en el bienestar o felicidad (Diener, Suh, Lucas y Smith, 1999), pero, a
pesar de todo, puede sentirse infeliz o incluso desgraciada. Y esto puede ser así
porque el efecto más importante que tienen las circunstancias en la felicidad no
es el directo sino el que se produce a través de cómo estas circunstancias se vi-
vencian y se afrontan.
En cualquier caso, conviene puntualizar aquí que, aunque el bienestar sea
un juicio subjetivo, esto no significa que no pueda ser estudiado empíricamen-
te. Además, el hecho de que sea un juicio subjetivo tampoco significa que no
se relacione con variables más objetivas. De hecho, las personas que se consi-
deran felices también son evaluadas como felices por otras personas, también
114
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
115
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
En esta misma línea, hay que indicar que el exceso de afecto positivo no es
deseable. Por ejemplo, los efectos beneficiosos que las emociones positivas tienen
sobre la salud, como veremos detenidamente en un apartado posterior, se pueden
perder si éstas se muestran en proporciones excesivamente elevadas. El efecto
perjudicial del exceso de afecto positivo se debe a que se asocia con una alta acti-
vación fisiológica, pero también a que se relaciona con la manifestación de con-
ductas de riesgo como fumar, beber en exceso o conducir rápido. Por ejemplo, en
personas con enfermedades graves, el exceso de afecto positivo se asocia con la
infravaloración de los síntomas y con expectativas demasiado optimistas, lo que a
su vez se asocia con ausencia de búsqueda de atención médica o fracaso en la
adherencia al tratamiento (Pressman y Cohen, 2005).
116
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
Otras variables psicológicas de carácter más general y abstracto como son los
rasgos de personalidad también tienen cierta influencia en el BS. Distintas revi-
siones sobre el tema no concuerdan en la intensidad de la asociación entre rasgos
de personalidad y BS, pero sí está muy clara la dirección de la relación, pues en
numerosos estudios se ha mostrado que Extraversión, Afabilidad, Responsabili-
dad y Apertura se asocian positivamente con el BS, mientras que Neuroticismo lo
hace negativamente (Deneve y Cooper, 1998; Steel, Schmidt y Shultz, 2008).
A la hora de interpretar esta asociación hay que tener en cuenta que los rasgos
que de forma sistemática se asocian con BS, que son Extraversión y Neuroticis-
mo, tienen un gran solapamiento con el propio bienestar, de tal manera que se
conceptualizan y miden de forma muy semejante a como lo hacen el afecto posi-
tivo y el negativo respectivamente (Steel et al., 2008). Dado que la predominancia
de afecto positivo y negativo se consideran las características distintivas de Ex-
traversión y Neuroticismo respectivamente, algunos autores han rebautizado al
rasgo de Extraversión como Afectividad Positiva y al de Neuroticismo como
Afectividad Negativa (Tellegen, 1985).
Por otra parte, también hay que tener en cuenta que los rasgos de personalidad
son muy generales y abstractos y, por ello, su efecto en el comportamiento siem-
pre se produce a través de la acción de diferentes procesos o mecanismos. En este
sentido, se ha sugerido que la relación entre los rasgos y el BS podría deberse a su
asociación con el mantenimiento de relaciones interpersonales o el empleo de
estrategias de afrontamiento adecuadas (Steel et al., 2008).
Además de estos factores de naturaleza psicológica o psicosocial expuestos
previamente, hay otros que también influyen en el bienestar, como puede ser la
propia salud física, o factores de carácter sociodemográfico como el grado educa-
tivo alcanzado, el nivel de ingresos o el estatus marital entre otros.
El deterioro del estado de salud o enfermedad, medido con indicadores objeti-
vos, influye negativamente en el bienestar. No obstante, es preciso aclarar que
esto sólo es así en los casos en los que la salud está gravemente deteriorada. En
los demás casos, el efecto negativo del deterioro de la salud sobre el bienestar está
mediado por la percepción de gravedad que el propio individuo tiene de la misma
y sobre todo por si su estado de salud interfiere en la consecución de las metas
propuestas (Diener et al., 1999), que es uno de los factores psicológicos, que co-
mo hemos visto, tiene una gran influencia en el desarrollo de bienestar.
Como en el caso de la salud, los datos disponibles muestran que la influencia
de la mayoría de los factores sociodemográficos en el bienestar está mediada por
otras terceras variables. En el caso del grado de educación alcanzado se ha visto
que mantiene una relación positiva con el bienestar, es decir, a mayor nivel edu-
cativo se informa mayor bienestar, sin embargo, un análisis más detallado pone de
relieve que su efecto en el bienestar está mediado por el hecho de que el grado
117
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
118
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
119
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
120
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
Muchos de los estudios longitudinales que ponen de relieve la relación entre bie-
nestar y salud se han centrado en un índice objetivo como es la longevidad o, de
forma complementaria, en la tasa de mortalidad. En su conjunto, estos estudios
muestran que, después de controlar determinadas variables que tienen influencia
constatada en la longevidad, las personas que informan mayor bienestar en el
inicio del estudio sobreviven por más tiempo (Chida y Steptoe, 2008; Diener y
Chan, 2011; Moskowitz, 2003; Veenhoven, 2008; Wiest, Schüz, Webster y Wurn,
2011; Xu y Roberts, 2010). Algunos autores incluso han realizado estimaciones
numéricas de la cantidad de tiempo que se añade a la vida por el hecho de ser
feliz. Así, Veenhoven (2008), aunque se basa en un número de estudios poco
numeroso, considera que las personas felices viven entre 7,5 y 10 años más que
las que no lo son. En otro estudio, Howell, Kern y Lyubomirsky (2007), basándo-
se en el metaanálisis de 24 estudios, concluyen que las personas con alto bienestar
viven un 14% más que las que tienen bajo bienestar.
Los estudios realizados con personas que estaban sanas en el inicio de la in-
vestigación son muy consistentes en mostrar que el bienestar puede predecir la
longevidad (Veenhoven, 2008; Pressman y Cohen, 2005; Xu y Roberts, 2010).
Además, en este tipo de estudios, el efecto que sobre la longevidad tiene el hecho
de sentirse bien o no es muy potente, resultando equiparable al efecto de no fumar
o ser fumador respectivamente (Veenhoven, 2008).
Aunque los resultados obtenidos en los estudios realizados con personas en-
fermas no son tan consistentes y en algunos casos se encuentran efectos más débi-
les o incluso ausencia de efectos sobre la longevidad (Veenhoven, 2008; Xu y
Roberts, 2010), otros estudios también han mostrado que el bienestar tiene efectos
beneficiosos en la longevidad en distintos colectivos de enfermos (Chida y Step-
toe, 2008). Por ejemplo, en el estudio de Moskowitz (2003), se mostró, en una
muestra de 407 varones infectados con el VIH, que el afecto positivo predecía un
menor riesgo de mortalidad después de controlar el efecto de la depresión, y otras
medidas de progresión de la enfermedad como las células CD4, la microglobulina
β2, el antígeno P24 o el uso de antirretrovirales.
El estudio de Wiest et al. (2011) puso de manifiesto que tanto la satisfacción
vital como el afecto positivo predecían la mortalidad después de controlar el efec-
to de la propia salud física de los participantes y los factores sociodemográficos
relevantes. Cuando analizaron los datos teniendo en cuenta la edad de los partici-
pantes encontraron que entre los más mayores (65 años o más), los que mostraban
altos niveles de afecto positivo vivían por más tiempo, sin embargo, entre los
participantes más jóvenes (entre 40 y 64 años), ninguno de los componentes del
bienestar tenía efectos en la tasa de mortalidad. Los autores sugieren que las emo-
ciones positivas son especialmente importantes en edades avanzadas, cuando el
121
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
122
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
mar y llevar una dieta sana) (Boehm y Kubzansky, 2012; Diener y Chan, 2011;
Grant, Wardle y Steptoe, 2009; Steptoe et al., 2009). Por ello, se considera que
todos estos factores podrían ser los mecanismos mediadores que permitirían
explicar la relación entre bienestar y salud.
Otro de los mecanismos propuestos, y que está recibiendo gran apoyo empíri-
co, es el fisiológico, puesto que se ha encontrado que las personas con alto bienes-
tar presentan una menor activación fisiológica en distintos sistemas y procesos
corporales como el sistema cardiovascular (con menores presión sanguínea y
frecuencia cardiaca), el neuroendocrino (menores niveles de cortisol) o los proce-
sos inflamatorios (menor nivel de marcadores inflamatorios como la interleucina-6
y la proteína C reactiva) (Steptoe et al., 2009; Steptoe, Wardle y Marmot, 2005).
En su conjunto, esta menor activación fisiológica mantenida en el tiempo sería la
responsable de que las personas con alto nivel de bienestar enfermaran menos y
vivieran también por más tiempo.
Por ejemplo, el hecho de presentar menores niveles de reactividad cardio-
vascular de forma continuada puede tener efectos muy beneficiosos en la salud,
pues disponemos en la actualidad de bastantes evidencias que ponen de relieve
que las respuestas cardiovasculares (presión sanguínea, frecuencia cardiaca) de
gran magnitud, que además se repiten durante largos períodos de tiempo, tienen
un efecto acumulativo de desgaste en el sistema cardiovascular (Lovallo, 2005).
Específicamente, pueden causar daños en los vasos sanguíneos, lo que tiene
como consecuencia una respuesta inflamatoria. Estas consecuencias, el daño de
los vasos sanguíneos y la respuesta inflamatoria crónica, pueden contribuir al
desarrollo de aterosclerosis, hipertensión e incremento de riesgo de ataques
cardiacos.
En la misma línea, los bajos niveles de cortisol, que se han asociado con los
estados positivos, podrían tener una influencia en la reducción del riesgo de de-
sarrollo de enfermedades metabólicas, cardiovasculares e inmunológicas (Chida y
Steptoe, 2008).
En relación con los procesos inflamatorios, se ha encontrado que las emocio-
nes negativas como la hostilidad se asocian con incrementos en la producción de
ciertos marcadores como la interleucina-6 o la proteína C reactiva (Kiecolt-
Glaser, McGuire, Robles y Glaser, 2002; Marsland, Prather, Petersen, Cohen y
Manuck, 2008). Por el contrario, las emociones positivas se relacionan con bajos
niveles de estos marcadores (Steptoe et al., 2009; Steptoe et al., 2005). Esto es de
suma importancia, pues los procesos inflamatorios están implicados en el desarro-
llo de distintas enfermedades como las cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer o
artritis (Chida y Steptoe, 2008; Kiecolt-Glaser et al., 2002).
Todas estas evidencias, en su conjunto, parecen indicar que la experiencia de
bienestar refuerza el sistema inmune y amortigua los efectos del estrés (Diener y
Chag, 2011; Howell et al., 2007).
123
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Algunos autores también señalan que el efecto protector del bienestar per-
siste incluso después de controlar los factores conductuales (como no realizar
conductas de riesgo y sí de salud), por lo que señalan la relevancia que tienen
los mediadores fisiológicos en la relación entre bienestar y salud (Chida y Step-
toe, 2008).
124
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
125
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
En este apartado vamos a exponer dos de las teorías actuales en las que se funda-
menta la promoción del bienestar. Ambas teorías se encuadran dentro de la pers-
pectiva de la moderna Psicología Positiva, que se centra en el estudio de todos los
aspectos positivos del funcionamiento psicológico y que tiene entre sus objetivos
principales la promoción del bienestar y la prevención de la salud mental (Selig-
man y Csikszentmihalyi, 2000).
En primer lugar expondremos la teoría de las emociones positivas como am-
pliadoras y constructoras, que permite explicar por qué las emociones positivas se
asocian con incrementos de recursos personales, que son más duraderos que las
emociones, y que son esenciales para el logro de diferentes objetivos, incluido el
mantenimiento de la salud, tales como las estrategias de afrontamiento efectivas,
el apoyo social o la percepción de competencia (Cohn, Fredrickson, Brown, Mi-
kels y Conway, 2009; Fredrickson, Cohn, Coffey, Pek y Finkel, 2008; Lyubo-
mirsky et al., 2005a). Posteriormente se expondrá el modelo de felicidad sosteni-
ble, puesto que es el que sienta las bases para promover el bienestar.
126
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
cas serían implicación una de la otra, es decir, como las emociones positivas no
preparan para acciones específicas, entonces no se desarrolla ningún patrón parti-
cular de reactividad autonómica.
Mientras que las emociones negativas estrechan el repertorio de pensamiento
y acción de los individuos a tendencias de acción específicas (ataque, huida), la
autora defiende, y éstas serían los principales presupuestos de su teoría, que las
emociones positivas (como disfrute, interés, satisfacción, orgullo) no estrechan,
sino que, por el contrario, amplían el repertorio de pensamiento y acción de los
individuos. A su vez, esta ampliación puede propiciar la construcción de una gran
variedad de recursos personales duraderos, y éste sería el segundo gran presu-
puesto de esta teoría. Por ejemplo, el interés es una emoción positiva que lleva a
explorar el ambiente, que a largo plazo, puede facilitar la adquisición de conoci-
mientos y habilidades cognitivas.
La autora argumenta que aunque las emociones positivas pueden ocurrir en si-
tuaciones adversas, el contexto típico de este tipo de emociones no es el de una
situación amenazante, por lo tanto, un proceso psicológico que estreche el reper-
torio de pensamientos-acción para promover la acción rápida no resulta necesario.
Las emociones positivas tendrían un efecto complementario, ya que ampliarían
los repertorios de pensamientos-acción.
Las emociones negativas promueven la supervivencia en el momento de la
amenaza, desencadenando acciones específicas de defensa de la vida, mientras
que las emociones positivas promueven la supervivencia a largo plazo, incremen-
tando los recursos, que pueden ser empleados posteriormente cuando nos enfren-
temos a las amenazas.
La teoría también postula que mientras las emociones positivas son transito-
rias, los recursos generados son más duraderos y por lo tanto pueden estar dispo-
nibles para utilizarse cuando las circunstancias lo requieran.
En el cuadro 5.2 se puede ver un resumen de las características diferenciales
de las emociones positivas y negativas.
Tanto la hipótesis de las emociones positivas como ampliadoras del repertorio
de pensamientos y acción, como la hipótesis de las emociones positivas como
constructoras de recursos han recibido bastante apoyo empírico. Por ejemplo, en
el laboratorio se ha mostrado que las emociones positivas inducidas, en relación
con las neutras o negativas, ampliaban más el campo de atención visual, el reper-
torio de acciones deseadas y pensamientos y acciones novedosas o creativas. De
la misma manera, incrementaban la apertura a nuevas experiencias, y se asocia-
ban con metas más flexibles y la tendencia a estar abierto a nuevas amistades. En
relación con la construcción de recursos, también se ha probado en el laboratorio
que las emociones positivas inducidas a través de intervenciones apropiadas in-
crementaban el sentido de competencia, de confianza en uno mismo y la resilien-
cia (Cohn et al., 2009; Fredrickson et al., 2008).
127
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Perseguir el bienestar o la felicidad sería, de por sí, un objetivo loable, puesto que,
por una parte, la salud, no es la mera ausencia de síntomas de enfermedad, sino un
estado de bienestar, pero, por otro lado, además, y tal como hemos señalado pre-
viamente, el hecho de sentirse feliz, se asocia con muchos otros resultados positi-
vos, como mejor salud física, mejores relaciones personales, mejor afrontamiento
de los problemas, etc. (Lyubomirsky et al., 2005a; Diener y Chan, 2011). Sin
embargo, hasta hace relativamente poco tiempo se ha considerado que intentar ser
más feliz era algo sin sentido. Los que han defendido esta postura determinista se
han basado fundamentalmente tanto en la existencia de los conocidos como pun-
tos fijos, como de la adaptación hedónica (Diener, Lucas y Scollon, 2006; Lyu-
bomirsky et al., 2005b).
Algunas teorías consideran que el bienestar o felicidad es un punto fijo, ya
que entienden que está determinado genéticamente. Además, también consideran
que está influido por rasgos de personalidad considerados estables e inmodifica-
bles. Otro obstáculo para el incremento de bienestar sería el problema de la adap-
tación hedónica, es decir, el proceso por el que las personas se adaptan a los cam-
bios positivos de sus vidas, de tal manera que dejan de tener efecto. Es decir, las
personas incrementarían su bienestar después de circunstancias positivas, como
recibir un regalo o tener un éxito, pero después de un tiempo volverían a su línea
base o punto fijo de bienestar.
En contra de estas ideas, recientemente Lyubomirsky y sus colaboradores
(2005b) han propuesto un modelo que se conoce como modelo de felicidad soste-
nible o también modelo constructivo de felicidad en el que plantean, basándose en
algunas evidencias previas, que determinadas actividades e intervenciones pueden
incrementar los niveles de felicidad. El modelo parte, de acuerdo con algunos
estudios, de que el 50% de la varianza del bienestar se debe a factores genéticos y
128
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
de personalidad, el 10% se debe a las circunstancias, que pueden estar más o me-
nos bajo nuestro control, y el 40% restante se produce por actividad intencional, y
que por lo tanto está totalmente bajo nuestro control.
Antes de continuar, es necesario hacer un inciso, aunque breve, pues esta pro-
blemática sobrepasa los propósitos de este capítulo, sobre lo discutible que resulta
que los genes contribuyan con un 50% al bienestar. Lo cierto es que los métodos
de cálculo de la contribución genética hacen que ésta se sobrestime, pues se in-
cluye dentro de estas proporciones también la contribución de la interacción entre
genes y ambiente. Además, como la contribución genética se calcula a partir de
una correlación, que es un índice no sensible a los cambios que se pueden produ-
cir, se puede sobrestimar el efecto de los genes e infravalorar el del ambiente y las
interacciones (véase Sanjuán, 2011b, para una revisión). Por ejemplo, en estudios
que han tenido en cuenta las interacciones entre genes y ambiente se ha compro-
bado que la contribución genética a la satisfacción vital decrece a medida que se
incrementa el nivel de ingresos (Johnson y Krueger, 2006).
Por otra parte, también hay que tener en cuenta, tal como hemos visto en un
apartado anterior, que estudios recientes indican que determinadas circunstancias
de carácter social, económico y político, como la escasez de recursos, la desigual-
dad social o la discriminación, tienen un rol importante en el desarrollo de bienes-
tar, por lo que la estimación de una aportación del 10% por parte de las circuns-
tancias, posiblemente no sea totalmente precisa.
No obstante, la aportación más relevante de este modelo es considerar que
hay una parte del bienestar, independientemente del porcentaje concreto que
suponga, que depende de nosotros. En concreto, se propone que el bienestar se
puede incrementar mediante la actividad intencional. Se requiere realizar alguna
actividad, pues el bienestar o felicidad no se puede conseguir simplemente pro-
poniéndose como objetivo estar mejor o ser más feliz. La felicidad no se puede
perseguir como un fin último, sino que sería la consecuencia de un proceso que
culmina con un sentimiento de satisfacción. No es cuestión de decir “quiero
experimentar más emociones positivas”, pues el simple propósito de querer ser
más feliz no funciona. Resulta imprescindible “hacer algo”, y, además, ese algo
no puede ser cualquier cosa, sino que tiene que ser bastante específico. En reali-
dad, es imprescindible que las personas cambien su manera de pensar y actuar
(Fredrickson, 2008).
Por otra parte, se requiere también que las personas estén implicadas en las
acciones que lleven a cabo. Por último, también significa que la persona tiene que
realizar algún esfuerzo, es decir, tiene que intentar realizar la actividad, no que
ocurra por sí misma. La realización de esfuerzo es lo que diferencia una actividad
de una circunstancia vital, ya que las circunstancias ocurren, mientras que las
actividades son maneras de actuar sobre las circunstancias. En este sentido hay
que destacar que la adaptación hedónica afecta más a las circunstancias, pero
129
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
menos a las actividades, puesto que estas últimas, al ser diversas e intencionales,
permiten cambios y, por tanto, se ven menos afectadas por la rutina. De hecho,
algún estudio ha comprobado que las circunstancias afectan al bienestar, pero sólo
a corto plazo, mientras que las actividades pueden predecir el bienestar a largo
plazo (Sheldon y Lyubormirsky, 2006). Aunque las personas normalmente se
esfuerzan por mejorar sus circunstancias vitales (hogar, coche, ingresos, etc.), sus
efectos en la felicidad son transitorios, dado que las personas se adaptan a la con-
figuración estática de sus circunstancias vitales. En contraste, adoptando nuevas
actividades vitales (aficiones, miembro de grupo, metas, carrera profesional) las
personas obtienen potencial para generar experiencias positivas.
Tal como se ha expuesto previamente, poseer una visión positiva tanto del mundo
como de uno mismo es uno de los componentes del funcionamiento psicológico
óptimo que tiene una gran influencia en el desarrollo de bienestar. Por ello, algu-
nas de las actividades propuestas pretenden cambiar la forma de pensar hacia una
visión más optimista, entre las que podemos destacar las siguientes:
130
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
a) Tres cosas buenas del día: mediante esta actividad se identifican tres co-
sas en el día que hayan ido bien. Es recomendable hacerlo al final del día
para poder tener de referencia toda la jornada. Para que el ejercicio sea
efectivo es necesario realizarlo de forma continuada. Mediante esta acti-
vidad sencilla se potencia la focalización de la atención sobre los aspectos
positivos, de tal manera que las personas pueden tomar conciencia de que
les suceden cosas buenas (Seligman, Rashid y Parks, 2006; Seligman,
Steen, Park y Peterson, 2005).
b) Identificar fortalezas y usarlas: cuando se habla de fortalezas se hace re-
ferencia a las características más positivas de la personalidad. Seligman y
su equipo (Seligman et al., 2005, 2006) han descrito las siguientes: creati-
vidad, curiosidad, gusto por aprender, autenticidad, persistencia, valentía,
entusiasmo, amabilidad, imparcialidad, modestia, prudencia, gratitud, y
sentido del humor. El ejercicio consiste en identificar las fortalezas carac-
terísticas de la persona e instarla a que las emplee lo más posible en su vi-
da cotidiana. Dado que mediante esta actividad se toma conciencia de las
características positivas de la personalidad, permite lograr una visión más
positiva de uno mismo.
El empleo de algunas fortalezas como la amabilidad o la gratitud,
además de posibilitar una visión positiva de uno mismo, también promue-
ven el desarrollo y/o consolidación de las relaciones interpersonales.
c) Visualizar el mejor yo posible: esta actividad consiste en visualizarse a
uno mismo de la mejor forma posible, es decir, en que la persona imagine
lo que le gustaría llegar a ser o su yo ideal. Esta visualización posibilita
una visión optimista del futuro, y constituiría una representación de las
metas del individuo (Lyubomirsky, Dickerhoof, Boehm y Sheldon, 2011;
Seligman et al., 2005; Sheldon y Lyubomirsky, 2006).
El afrontamiento adecuado de los problemas (lo que implica el uso de
estrategias activas o de resolución de problemas cuando las situaciones
son controlables y de aceptación y reevaluación positiva de las situaciones
cuando no lo son) es otro de los componentes del funcionamiento psicoló-
gico efectivo que tiene un gran efecto en el desarrollo de bienestar. Por
ello, se proponen las siguientes estrategias de actuación:
d) Reevaluación positiva de las situaciones negativas: dado que la inmen-
sa mayoría de las situaciones a las que nos enfrentamos no son total-
mente negativas, con esta actividad se pretende que la persona sea capaz
de percibir algún aspecto positivo de las mismas. Por ejemplo, una en-
fermedad puede verse como una oportunidad para cambiar los hábitos
de vida por otros más saludables, o para descubrir quiénes son los ver-
daderos amigos.
131
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
132
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
pués del nacimiento y depende, por tanto, de los demás para que este
desarrollo culmine.
Este ejercicio toma diferentes formas, que van desde simplemente re-
conocer que alguna persona ha hecho algo por nosotros, a plasmar de
forma escrita este agradecimiento, o el propio y directo agradecimiento a
la persona en cuestión (Emmons y McCullough, 2003; Lyubomirsky
et al., 2011; Seligman et al., 2005, 2006).
b) Amabilidad: los actos de amabilidad se definen como conductas que be-
nefician o hacen feliz a alguien, con algún coste para uno mismo, aunque
sea mínimo. De la misma manera que con la gratitud, los ejercicios pue-
den centrarse en el reconocimiento de los propios actos de amabilidad ya
realizados, o en la realización de actos de amabilidad (Otake, Shimai,
Tanaka-Matsumi, Otsui y Fredrickson, 2006). Cuando la persona reco-
noce o toma de conciencia de los actos de amabilidad que ha realizado
puede también incrementar la visión positiva de sí misma, por lo que es-
te ejercicio también podría encuadrarse en la categoría de actividades
que pretende lograr este objetivo.
Fredrickson y su equipo (2008) han desarrollado una técnica de medi-
tación que pretende incrementar la amabilidad y que se estructura en va-
rias sesiones en las que progresivamente se van introduciendo más perso-
nas por las que sentir afecto. Su práctica promueve no sólo las emociones
positivas, sino también la apertura y ampliación de la atención.
133
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
134
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
Tal como se ha expuesto anteriormente, uno de los desafíos a los que se en-
frentan los programas para promover el bienestar es evitar la rutina hedónica o
rápida adaptación ante cualquier cambio positivo, de tal manera que enseguida
dejan de tener efecto. Por ello, el establecimiento de metas es una de las mejores
formas de lucha contra esta rutina, pues nos permite ir cambiando de propósito y
con ello de actividad, lo que impide que se produzcan adaptaciones.
Figura 5.2. Incrementos en bienestar subjetivo desde línea base en función del
tipo de metas perseguidas (adaptada de Sheldon et al., 2010).
135
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
mejor yo posible; o 3) escribir sobre las experiencias que habían tenido durante la
semana (que constituía el grupo control). El programa duraba 8 semanas, y las
actividades correspondientes se tenían que realizar una vez a la semana. Se toma-
ron medidas de bienestar antes del programa (Tiempo-1), inmediatamente des-
pués de acabado (Tiempo-2) y otra vez, transcurridos 6 meses (Tiempo-3). Para
estudiar los posibles incrementos de bienestar restaron las medidas obtenidas en
el Tiempo 2 o el 3, de la medida obtenida en el Tiempo 1 o línea base. Los resul-
tados mostraron que los mayores incrementos de bienestar se daban entre los par-
ticipantes que se autoseleccionaron, o lo que es lo mismo, los que estaban impli-
cados o motivados para incrementar su bienestar, y que, a su vez, seguían un
programa (gratitud o mejor yo posible).
Por lo tanto, con este estudio, no sólo se prueba que para incrementar el bie-
nestar es necesario hacer algo, tal como muchos otros estudios, como aquellos
expuestos en los apartados anteriores, han probado, sino también que las perso-
nas necesitan estar implicadas en la actividad. Adicionalmente, se pone de relie-
ve que la implicación o motivación por sí sola no es suficiente, ya que es im-
prescindible realizar una actividad adecuada (el programa). Por ello, la
motivación constituye una condición necesaria, pero no suficiente, ya que tiene
que ir acompañada de la realización de alguna actividad efectiva para el incre-
mento del bienestar.
136
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
PTP: psicoterapia positiva; Usual: tratamiento usual para la depresión; Usual + med.: tratamiento
usual para la depresión y tratamiento farmacológico.
Diferentes subíndices señalan diferencias significativas.
137
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Aunque los estudios que hemos presentado previamente muestran que las activi-
dades realizadas resultan eficaces tanto para incrementar el bienestar como para
disminuir los síntomas negativos, todavía se requiere la realización de estudios
que profundicen más en algunos aspectos relacionados con la efectividad de las
intervenciones. En concreto, es necesario que se demuestre que las intervenciones
son efectivas a largo plazo. Algunos de los estudios expuestos previamente, como
uno de los conducidos por Seligman et al. (2006), ya incluyó un seguimiento de
hasta 12 meses, sugiriendo que los efectos del tratamiento se prolongan después
de terminado el mismo. En otro estudio, llevado a cabo por Cohn y Fredrickson
(2010), también se comprobó que la intervención era eficaz 15 meses después.
Sin embargo, es necesario descartar que los efectos positivos prolongados no se
deban a que los participantes continúen practicando el ejercicio una vez termina-
do el tratamiento. De la misma manera, también hay que conocer si los recursos
adquiridos mediante la práctica requieren o no de la experiencia de emociones
positivas para su mantenimiento.
Por otra parte, son necesarios estudios sobre los componentes activos de estas
actividades o intervenciones. Algunos autores han sugerido que actúan facilitando
que la atención y la memoria se vuelquen hacia aspectos más positivos (Seligman
et al., 2006), lo que, a su vez, produciría la elicitación de emociones positivas.
Verdaderamente, con estos ejercicios se propicia que la persona se dé cuenta o
tome conciencia de los aspectos positivos de su experiencia vital, como la ocu-
rrencia de sucesos cotidianos positivos en el caso de los ejercicios de “tres cosas
buenas”, o “dar un significado positivo a las situaciones cotidianas” o que tiene
personas con las que contar en el caso del ejercicio de “gratitud”, o que posee
capacidades positivas que se pueden potenciar en el caso del ejercicio de “amabi-
lidad. En el caso de los ejercicios sobre gratitud y amabilidad, también se produ-
cirían incrementos de las relaciones personales de calidad, lo que, a su vez, tam-
bién generaría emociones positivas.
138
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
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Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
141
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
142
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
Los pacientes que cumplen estos criterios son informados sobre la posibilidad
de participar en un programa con el objetivo de mejorar su bienestar psicológico.
A los que muestran su deseo de participar se les da un documento con informa-
ción relativa al estudio y el consentimiento informado para que lo firmen.
De forma aleatoria se asigna a la mitad de los pacientes al grupo que participará
en el programa y a la otra mitad al grupo control, formulado como lista de espera.
El programa se prolonga durante 8 semanas, estando dedicadas la primera y la
última a la medida de las variables de interés, como estrategias de afrontamiento
de la enfermedad, apoyo social, autoeficacia, síntomas depresivos, hostilidad, así
como un amplio abanico de emociones positivas y negativas.
143
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
5.6. Resumen
Las personas con bienestar valoran que están satisfechas con su vida, e informan
experimentar emociones positivas frecuentemente y en mucha menor proporción
emociones negativas. Entre los factores que contribuyen al desarrollo de bienestar
se pueden destacar la autoaceptación, la autoeficacia, la autonomía, la implicación
en metas significativas, el mantenimiento de buenas relaciones interpersonales, la
perspectiva optimista o positiva tanto del mundo como de uno mismo y el afron-
tamiento adecuado de los problemas, lo que implicaría el uso de estrategias acti-
vas o de resolución de problemas cuando las situaciones son controlables y de
aceptación y reevaluación positiva de las situaciones cuando no lo son. En su
conjunto, la manifestación de estas características constituiría lo que se conoce
como funcionamiento psicológico óptimo o efectivo, que además son aspectos
que están más o menos bajo el control personal.
Los efectos positivos sobre el bienestar de otras variables como el matrimonio,
la satisfacción laboral o la religión se sugiere que se deben al apoyo social que
144
Promoción del bienestar psicológico: fundamentos teóricos y aplicaciones
145
Anexo
Programas de promoción
de la salud física: el proyecto de
Carelia del Norte para disminuir
la incidencia de enfermedades
cardiovasculares
147
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Las ECV incluyen tanto los trastornos cardiacos (infarto de miocardio y angina
de pecho) como los vasculares (infarto cerebral). A finales de los años sesenta
del siglo pasado, en el mundo occidental se sufría una verdadera epidemia de
ECV, siendo Finlandia el país con mayor prevalencia, y una de sus provincias,
Carelia del Norte, la que en concreto presentaba las más altas tasas de Europa
(Puska, 2009b).
En estos años ya se disponía de evidencia sobre el importante rol que juga-
ban ciertos factores de riesgo, como la hipercolesterolemia, la hipertensión, el
tabaquismo, el sobrepeso o el sedentarismo en el inicio y desarrollo de estos
trastornos. Además, también era sabido que estos factores de riesgo, en gran
medida, tenían su raíz en estilos de vida o patrones de conducta no saludables.
En concreto, la población de la provincia de Carelia del Norte, y sobre todo los
varones, mostraban tasas elevadas de colesterol en sangre y tensión arterial,
que se debían, fundamentalmente, a una dieta poco saludable, así como a un
alto consumo de tabaco (Puska, 2009b). De acuerdo con los organizadores del
programa (Puska, 2009a), otros factores de riesgo como la inactividad física o
la obesidad no eran particularmente relevantes en aquel momento en dicha
población.
La preocupación por estos datos lleva a que el gobierno regional de Carelia
del Norte decida en enero de 1971 llevar a cabo un proyecto con el objetivo de
reducir la incidencia y mortalidad por ECV presentándolo al Gobierno finlandés
(Karvonen, 2009).
148
Anexo. Programas de promoción de la salud física
El proyecto se diseñó para 5 años, desde 1972 hasta 1977. En los primeros meses
iniciales se recogió la línea base de las distintas medidas que expondremos poste-
riormente, tanto en la provincia de Carelia del Norte como en un área de referen-
cia equiparada, la vecina provincia de Kuopio en la que no se implementó el pro-
grama. Para permitir la evaluación de resultados, las mismas medidas se
recogieron en 1975 y al finalizar en 1977. Debido a los buenos resultados, el pro-
grama ha ido ampliando su duración, por lo que se han recogido datos hasta el
año 2007. En el año 1982 se empezó a trabajar en colaboración con la OMS y
otros organismos internacionales. Progresivamente se han ido incluyendo más
áreas geográficas, otras poblaciones diana y más trastornos. A su vez, se ha impli-
cado a más organizaciones y se han incluido mayor variedad de actividades y
estrategias (Puska, 2009b).
A.2.1. Objetivos
El objetivo principal desde su inicio en 1972 y hasta 1982, fue reducir la mortali-
dad por ECV en la población local. Después este objetivo se amplió a la reduc-
ción de la mortalidad por enfermedades no transmisibles y a la promoción de la
salud. Dentro de las ECV, se puso especial énfasis en los trastornos cardiacos
(infarto de miocardio y angina de pecho), puesto que éstos eran los que mayor
incidencia tenían en la población de Carelia del Norte. No obstante, los infartos
cerebrales fueron también una diana específica importante. A partir del año 1982,
se incluyeron otros trastornos crónicos como el cáncer, especialmente aquellos
derivados del consumo de tabaco y de una dieta inadecuada (Puska, 2009a).
El objetivo intermedio fue reducir en la población local los niveles de los
principales factores de riesgo. Se concretó en la reducción del consumo de ta-
baco, del colesterol sérico (LDL) y de la presión sanguínea. Dado que en gran
parte estos parámetros se sustentan en los estilos de vida, se puso el énfasis en
cambiarlos, fundamentalmente en lo relativo a los hábitos alimenticios y el
hábito tabáquico. Adicionalmente también se pretendía mejorar la detección
temprana (prevención secundaria), el tratamiento y la rehabilitación (preven-
ción terciaria).
A.2.2. Medidas
Dado que el objetivo principal era disminuir la tasa de mortalidad, una de las
medidas que se tomó como indicador fue la tasa de mortalidad. Además también
149
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
A.2.3. Población
150
Anexo. Programas de promoción de la salud física
1. Mejorar los servicios preventivos de tal manera que las personas puedan
identificar sus factores de riesgo y, asimismo, se les brinde una atención y
servicio adecuados.
151
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
2. Aportar información para educar a las personas sobre las relaciones entre
sus conductas y su salud.
3. Motivar a las personas para que formulen intenciones de adoptar conduc-
tas saludables.
4. Entrenar a las personas para incrementar sus habilidades de autocontrol y
control ambiental.
5. Aportar apoyo social que pueda ayudar a la gente a iniciar y mantener su
conducta de salud.
6. Promover cambios ambientales para crear oportunidades de desarro-
llar conductas saludables y mejorar las condiciones ambientales des-
favorables.
7. Movilizar a la comunidad en los cambios (mediante el incremento del
apoyo social y la modificación ambiental) para apoyar la adopción de
nuevos estilos de vida en la comunidad.
A.2.5. Actividades
De acuerdo con los problemas detectados y tomando como base los principios
teóricos expuestos previamente, se planificaron una serie de actividades (Muutto-
ranta, Korpelainen y Puska, 2009; Puska, 2009a), que se pueden agrupar en las
siguientes categorías:
152
Anexo. Programas de promoción de la salud física
153
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
A.3. Implementación
En esta fase del programa se llevaron a cabo las acciones propuestas en la pla-
nificación. Las actividades de intervención fueron integradas en la estructura de
servicios y organizaciones sociales existentes en la comunidad. El rol de los
organizadores del proyecto fue definir los objetivos, entrenar a los profesiona-
les participantes, diseñar las actividades del programa y coordinarlas, así como
valorar los resultados obtenidos, pero la implementación de las actividades fue
llevada a cabo por aquellos que formaban parte de la estructura de la comuni-
dad, como médicos, enfermeras, profesores, etc. (Puska, 2009a; Muuttoranta et
al., 2009). El hecho de integrar las actividades en la estructura social existente
es una de las claves del éxito de los programas de este tipo, pues permite que
las personas participen allí donde viven, trabajan y están de forma habitual
(Glanz et al., 2008).
A.4. Evaluación
154
Anexo. Programas de promoción de la salud física
Uno de los objetivos de este programa fue cambiar los hábitos alimenticios y el
análisis de las encuestas muestra que, en general, se produjo un cambio en la
dirección recomendada. En concreto se pretendía lograr la disminución del
consumo de grasas y el incremento de la ingesta de frutas y verduras de forma
habitual. En relación con el consumo de mantequilla, en 1972 en Carelia del
Norte, el 86 % de los varones y el 82% de las mujeres informaban de que la
consumían para untar en el pan, mientras que al inicio del 2000 sólo un 10% de
los hombres y un 4% de las mujeres mantenían esta práctica. Por el contrario, y
en la línea de lo propuesto, el 42% de los varones y el 47% de las mujeres se
habían pasado a la margarina con bajo contenido de grasa. Con respecto al uso
de aceite vegetal, en 1972 sólo un 2% de la población de Carelia del Norte lo
empleaba para cocinar, pero en 1987 subió a un 6% y en el 2000 al 40% (Hela-
korpi, Uutela y Puska, 2009).
En lo relativo al consumo de leche, en 1972, el 71% de los varones y el 57%
de las mujeres bebían leche entera (que contiene un 4,4% de materia grasa de
acuerdo con la legislación vigente), pero en 1993 decreció a un 14% y un 9%
respectivamente. Paralelamente se incrementó el consumo de leche semidesnata-
da (2,9-2,5% de materia grasa), hasta alcanzar el 40% en varones y el 30% en
mujeres. El consumo de leche desnatada (1% de materia grasa), que era nulo en el
año 1972, se ha incrementado en el 2004, ya que la consumen un 24% de los va-
rones y un 33% de las mujeres (Helakorpi et al., 2009).
El consumo de verduras incluía, de acuerdo con este proyecto, ensaladas y
similares, mientras que se excluyeron las patatas. Desde 1979 a 2004, el porcenta-
je de varones que tomaban verduras entre 6 y 7 días a la semana aumentó del 10%
al 26% (Helakorpi et al., 2009).
En la dieta, se puede decir que el consumo de patatas y grasa disminuyó,
mientras que se incrementó el de frutas y verduras que era lo que se pretendía.
Las margarinas vegetales han sustituido a la mantequilla y las leches con poca
155
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
156
Anexo. Programas de promoción de la salud física
157
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
158
Anexo. Programas de promoción de la salud física
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Promoción y prevención de la salud desde la psicología
Figura A.5. Índice de masa corporal de varones y mujeres de Carelia del Norte
entre 1972 y 2007 (basada en Vartiainen et al., 2009).
160
Anexo. Programas de promoción de la salud física
161
Promoción y prevención de la salud desde la psicología
A.5. Resumen
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