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• Oberg, Héctor, ¿Son necesarias las formas procesales?

• Bentham, Jeremy, De la publicidad

Al realizar su lectura previa debe responder las siguientes preguntas:

➢ ¿Qué son las formas procesales?

➢ Del texto de Oberg ¿qué finalidades cumplen las formas procesales?


¿qué buscan proteger?

➢ ¿Qué problemas acarrean las formas procesales? ¿qué es el formalismo?

➢ ¿En qué sentido la publicidad es una formalidad del testimonio?

➢ Según Bentham ¿Qué funciones cumple la publicidad como formalidad?


Artículo: ¿Son necesarias las formas procesales? REVISTA DE DERECHO
Revista: Nº209, año LXIX (En-Jun, 2001) UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN
Autor: Héctor Oberg Yáñez ISSN 0303-9986 (versión impresa)
ISSN 0718-591X (versión en línea)
Artículo: ¿Son necesarias las formas procesales? REVISTA DE DERECHO
Revista: Nº209, año LXIX (En-Jun, 2001) UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN
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140 TRATADO DE LAS PRUEBAS JUDICIALES
141
JEREMÍAS BENTI!AM

Si en una causa cualquiera, el carácter secreto pudiese hacer­ blico una censura, aunque sólo sea una ligera reprimenda, cons­
se inviolable desde el principio hasta el fin sin que nadie tuviese tituye una tacha tan grande sobre su reputación, representa un
poder para quebrantarlo, no habría ningún acto de opresión que triunfo tan completo para su joven antagonista que, desde ese
bajo ese velo impenetrable no pudiese ser impunemente cometi­ momento, los sentimientos de respeto quedan anulados y un su­
do; pero si se deja a cada una de las partes interesadas la facul­ ceso de esa naturaleza repercute en menoscabo general de la
tad de admitir público en el tribunal, no habrá que temer ningún potestad paterna. ¿Cuál es la consecuencia? Que, para evitar tan
abuso. Un velo que pueda ser rasgado por la parte que se crea grave daño, para mantener una autoridad más necesaria aún a
lesionada no podrá nunca servir de manto a la injusticia. quienes la sufren que a quienes la ejercen, un tribunal de justicia
1) Entre esos casos de excepción, coloco primeramente las hará oídos sordos a las quejas del joven y dará al superior una
causas por injurias personales o verbales, cuando todas las par­ protección que no merece. En cambio, si transportáis la escena
tes estén de acuerdo con solicitar el secreto, y también en prime­ al despacho de un juez, podrá censurar los abusos de autoridad
ra instancia sólo con que haga esa petición una de las partes, con sin debilitar el principio, reprender a un padre sin humillarlo a
la salvedad de restablecer la publicidad en caso de apelación a los ojos de un hijo y disimular las órdenes dadas en secreto bajo
solicitud de una u otra. la apariencia de una reconciliación voluntaria.
Por ese medio un tribunal de justicia podría ser convertido, 3) Los procesos por violación, incesto, abusos deshonestos,
según la necesidad, en un tribunal de honor en el que se podría requieren igual reserva, tanto para el interés de las personas ofen­
litigar sin perder el honor. didas corno para el de las buenas costumbres. La avidez del pú­
2) Procesos de familia. No me refiero a causas puramente civi­ blico por ese género de procesos demuestra que los detalles ver­
les sobre demandas pecuniarias o disputas de sucesiones: hablo gonzosos, las revelaciones escandalosas, excitan más la curiosi­
de procesos entre marido y mujer, entre padre e hijo, por malos dad que la repugnancia. ¿Debe, entonces, extenderse la publici­
tratos de una parte e inconducta de otra. Aludo, sobre todo, a dad únicamente a lo que no interesa al público? ¿Qué interés
causas por adulterio y a secretos de alcoba. Si en esas lamenta­ puede tener en rasgar el velo que cubre desórdenes cuya notorie­
bles ocasiones la justicia cura una herida, la publicidad abre otra dad causa el mayor daño?
tan dolorosa como incurable. Si los tribunales deben ser considerados como escuelas de vir­
El honor femenino, particularmente, es de una naturaleza tan tud y de moral pública, por lo menos se debe descartar a las
delicada, que exige sustraer de la malignidad pública el conoci­ mujeres y a la juventud en aquellas causas que pudieran lesio­
miento de las faltas cometidas por imprudencia, pero que pueden nar la honestidad y el pudor.
envilecer o lanzar a la desesperación a jóvenes bien nacidas.
Con relación a las mujeres cuya sensibilidad natural se en­
cuentra acrecida por una educación cultivada, el mal de un pro­
cedimiento público es tan grande, que preferirían mejor sufrir
prolongadas injusticias que recurrir a un remedio tan violento.
Cuanto mayor fuese la delicadeza de sus sentimientos, más a
merced de sus perseguidores se encontrarían.
La publicidad de las disputas de familia puede ser perjudicial
de una u otra manera. Un padre, un tutor, un maestro, pueden
haber cometido con su discípulo errores que no sean lo suficien­
temente graves para privarlos de su autoridad. Infligirles en pú-

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