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SALA PENAL - TRIBUNAL SUPERIOR

Protocolo de Sentencias
Nº Resolución: 516
Año: 2014 Tomo: 14 Folio: 3926-4050

EXPEDIENTE: 1015074 - OXANDABURU, DIEGO GASTON - CAUSA CON

IMPUTADOS

SENTENCIA NÚMERO: QUINIENTOS DIECISEIS


En la ciudad de Córdoba, a los treinta días del mes de diciembre de dos mil catorce,

siendo las nueve y treinta horas, se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del

Tribunal Superior de Justicia, presidida por la señora Vocal doctora María de las

Mercedes Blanc G. de Arabel , con asistencia de los señores Vocales doctores María

Marta Cáceres de Bollati y Luis Enrique Rubio, a los fines de dictar sentencia en los

autos “OXANDABURU, Diego Gastón y otros p.ss.aa. falsedad ideológica, etc.

–Recurso de Casación-” (SAC 1015074), con motivo de los recursos de casación

interpuestos, por la Asesora Letrada del 23º Turno, Dra. Susana Frascaroli, como

defensora de Alfredo Miguel Enz; por el Dr. Milton Parola en su calidad de defensor de

Diego Gastón Oxandaburu; por el Dr. Lucas Colazo en su condición de defensor de

Ramón Nicolás Ordóñez; por el Dr. Francisco Lavisse, como defensor de María Laura

Pace y de Jorge Oscar Petrone; por el Dr. Miguel Juárez Villanueva, como defensor de

Oscar Abelardo García; y por el Dr. Oreste Colavino, como representante de los

demandados civiles GAMA SA y Jorge Oscar Petrone; en todos los casos, en contra de

la Sentencia número uno, del catorce de febrero de dos mil catorce, dictada por la

Cámara en lo Criminal de Décima Nominación de esta ciudad de Córdoba.


Abierto el acto por la Sra. Presidente se informa que las cuestiones a resolver son las

siguientes:

1°) ¿Ha sido indebidamente motivada la sentencia en cuanto dispuso la prisión


preventiva en contra de los acusados Jorge Oscar Petrone, María Laura Pace y
Oscar Abelardo García?
2º) ¿Resulta deficientemente fundada la conclusión sobre la participación criminal
del acusado Jorge Oscar Petrone en los hechos que se le imputan?
3º) ¿Resulta arbitrariamente motivada la conclusión relativa a la participación del
imputado Diego Gastón Oxandaburu en los sucesos que se le atribuyen?
4º) ¿Ha sido indebidamente fundada la conclusión acerca de la participación
responsable de la imputada María Laura Pace en los hechos que se le endilgan?
5º) ¿Resulta indebidamente motivada la conclusión incriminatoria sobre la
participación del imputado Ramón Nicolás Ordóñez en los sucesos que se le
atribuyen?
6º) ¿Ha sido arbitrariamente motivada la conclusión acerca de la intervención de
Oscar Abelardo García en los hechos que se le endilgan?
7º) ¿Se ha aplicado erróneamente el art. 45 del CP al rectificarse la sentencia?
8º) ¿Resulta ilegítima la condena impuesta a Oscar Abelardo García por haberse
fundado en una acusación rectificada?
9º) ¿Resulta indebidamente fundada la pena de multa complementaria impuesta a
Alfredo Miguel Enz y María Laura Pace?
10º) ¿Ha sido inmotivada la sentencia en cuanto impuso a Miguel Alfredo Enz una
pena mayor a la solicitada por el Ministerio Público Fiscal?
11º) ¿Resulta indebidamente fundada la pena de multa complementaria impuesta
a Oscar Abelardo García?
12º) ¿Resulta indebidamente justificada la sanción penal impuesta a Oscar
Abelardo García?
13º) ¿Resulta arbitrariamente motivada la sanción dispuesta en contra de María
Laura Pace?
14º) ¿Se ha efectuado erróneamente la unificación de penas en relación a María
Laura Pace?
15º) ¿Es infundada la responsabilidad civil atribuida a Jorge Oscar Petrone y
GAMA SA?
16º) ¿Resulta erróneamente fundado el daño moral?
17º) ¿Se ha aplicado erróneamente el artículo 130 del CPCC en relación a los
demandados civiles Ordóñez, Oxandaburu, Petrone y GAMA SA?
18º) ¿Qué solución corresponde dictar?
Los señores Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Doctores María de las

Mercedes Blanc G. de Arabel, María Marta Cáceres de Bollati y Luis Enrique Rubio.

A LA PRIMERA CUESTIÓN

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:


I.1. Por Sentencia nº 1, del 14 de febrero de 2014, la Cámara en lo Criminal de
Décima Nominación de esta Ciudad, en lo que resulta de interés, resolvió: “… II)
Declarar a ALFREDO MIGUEL ENZ, ya filiado, coautor penalmente responsable
del delito de Falsedad Ideológica Continuada (tres hechos -Escritura Pública n°
93, inscripción de dicha Escritura Pública n° 93 y Escritura Pública n° 142-) -arts.
45, 293 y 55 a contrario sensu del Código Penal-, y en consecuencia, imponerle
para su tratamiento penitenciario la pena de CUATRO AÑOS DE PRISIÓN,
MULTA DE VEINTICINCO MIL PESOS E INHABILITACIÓN ESPECIAL PARA
EJERCER EL NOTARIADO POR EL DOBLE DEL TIEMPO DE LA CONDENA,
adicionales de ley y costas (arts. 5, 9, 12, 22 bis, 20 bis inc. 3º, 29 inc. 3°, 40 y 41
CP y 550 y 551 CPP); transformando su detención en prisión preventiva (art.
281, inc. 1º y 2º CPP), debiendo continuar alojado en el Establecimiento
Carcelario nº 1 – Padre Luchesse, a la orden y disposición de este Tribunal. III)
Declarar a RAMÓN NICOLAS ORDÓÑEZ, ya filiado, partícipe necesario
penalmente responsable del delito de Falsedad Ideológica Continuada (dos
hechos -Certificados Notariales 47209 y 47210 y Escritura Pública n° 63) -arts.
45, 293 y 55 a contrario sensu del Código Penal-, y en consecuencia, imponerle
para su tratamiento penitenciario la pena de TRES AÑOS DE PRISIÓN, MULTA
DE VEINTE MIL PESOS, adicionales de ley y costas (arts. 5, 9, 12, 22 bis, 29 inc.
3°, 40 y 41 CP y 550 y 551 CPP). IV) Declarar a MARIA LAURA PACE, ya filiada,
coautora penalmente responsable del delito de Falsedad Ideológica Continuada
(tres hechos Certificados Notariales 47209 y 47210, Escritura Pública n° 63 y
Escritura Pública n° 123) -arts. 45, 293, 55 a contrario sensu del Código Penal-, y
en consecuencia, imponerle para su tratamiento penitenciario la pena de TRES
AÑOS Y SEIS MESES DE PRISIÓN, MULTA DE VEINTE MIL PESOS, E
INHABILITACIÓN ESPECIAL PARA EJERCER EL NOTARIADO POR EL
DOBLE DEL TIEMPO DE LA CONDENA, adicionales de ley y costas (arts. 5, 9,
12, 22 bis inc. 3º, 20 bis, 29 inc. 3°, 40 y 41 CP y 550 y 551 CPP), UNIFICANDO
ESTA PENA CON LA PENA DE SEIS AÑOS Y CINCO MESES DE PRISION,
MULTA DE QUINCE MIL PESOS, E INHABILITACION ESPECIAL PARA
EJERCER EL NOTARIADO POR EL TÉRMINO DE DIEZ AÑOS, adicionales y
costas, impuesta por este Tribunal por Sentencia de Unificación de Penas nº 42
del 29/11/11; fijándola en la PENA ÚNICA DE OCHO AÑOS DE PRISIÓN,
MULTA DE VEINTIOCHO MIL PESOS, E INHABILITACION ESPECIAL PARA
EJERCER EL NOTARIADO POR EL TÉRMINO DE DIEZ AÑOS, adicionales de
ley y costas (arts. 5, 9, 12, 22 bis, 20 bis inc. 3°, 29 inc. 3°, 40, 41 y 58 CP, 550 y
551 CPP); ordenando su prisión preventiva (art. 281, incs. 1º y 2º del CPP) y en
consecuencia su inmediata detención y alojamiento en el Establecimiento
Carcelario nº 1 – Padre Luchesse, a la orden y disposición de este Tribunal. V)
Declarar a DIEGO GASTON OXANDABURU, ya filiado, coautor penalmente
responsable del delito de Falsedad Ideológica Continuada (cinco hechos -
Certificado Notarial 44946, Escritura Pública n° 122, inscripción de dicha Escritura
Pública n° 122, Certificados Notariales 47209 y 47210 y Escritura Pública n° 63) -
arts. 45, 293 y 55 a contrario sensu del Código Penal-, y en consecuencia,
imponerle para su tratamiento penitenciario la pena de CUATRO AÑOS Y TRES
MESES DE PRISIÓN y MULTA DE VEINTICINCO MIL PESOS, adicionales de
ley y costas (arts. 5, 9, 12, 22 bis, 29 inc. 3°, 40 y 41 CP y 550 y 551 CPP). VI)
Declarar a OSCAR ABELARDO GARCÍA, ya filiado, coautor penalmente
responsable de los delitos de Falsedad Ideológica Continuada (tres hechos
–Certificados Notariales 47209 y 47210, Escritura Pública n° 63 y Escritura Pública
n° 123) y Usurpación, en concurso real -arts. 45, 293, 55 a contrario sensu, 181
inc. 1° y 55 del Código Penal-, y en consecuencia, imponerle para su tratamiento
penitenciario la pena de TRES AÑOS Y SEIS MESES DE PRISIÓN, adicionales
de ley y costas (arts. 5, 9, 12, 29 inc. 3°, 40 y 41 CP y 550 y 551 CPP), ordenando
su prisión preventiva (art. 281, incs. 1º y 2º del CPP) y en consecuencia su
inmediata detención y alojamiento en el Establecimiento Carcelario nº 1 – Padre
Luchesse, a la orden y disposición de este Tribunal. VII) Declarar a JORGE
OSCAR PETRONE, ya filiado, partícipe necesario penalmente responsable del
delito de Falsedad Ideológica Continuada (nueve hechos -Escritura Pública n°
93, Escritura Pública n° 142, inscripción de la Escritura Pública n° 93, Certificado
Notarial 44946, Escritura Pública n° 122, inscripción de dicha Escritura Pública n°
122, Certificados Notariales 47209 y 47210, Escritura Pública n° 63 y Escritura
Pública n° 123) y coautor penalmente responsable de Usurpación, en concurso
real -arts. 45, 293, 55 a contrario sensu, 181 inc. 1° y 55 del Código Penal-, y en
consecuencia, imponerle para su tratamiento penitenciario la pena de CINCO
AÑOS Y SEIS MESES DE PRISIÓN y MULTA DE OCHENTA MIL PESOS,
adicionales de ley y costas (arts. 5, 9, 12, 22 bis, inc. 3º, 29 inc. 3°, 40 y 41 CP y
550 y 551 CPP); transformando su detención en prisión preventiva (art. 281, inc.
1º y 2º CPP), debiendo continuar alojado en el Establecimiento Carcelario nº 1 –
Padre Luchesse, a la orden y disposición de este Tribunal. VIII) Absolver a
OSCAR ABELARDO GARCIA y JORGE OSCAR PETRONE, ya filiados, por el
hecho que se les atribuía, de fecha 02/08/05, calificado legalmente como
Usurpación, por extinción de la pretensión penal por prescripción arts. 181 inc. 1°
y 62 inc. 2° del CP y 350 inc. 4° del CPP-. IX) DECLARAR IDEOLÓGICAMENTE
FALSOS: a) La escritura pública nº 93 de fecha 16 de mayo de 2005 y su
primer testimonio, otorgada por el escribano público Alfredo Miguel Enz, titular
del Registro Notarial nº 1, de la ciudad de Zárate, Pcia. de Buenos Aires, atinente
a una falsa venta por parte de Susana Munist de Ruiz Orrico, como vendedora y
Agustín Abraham Lapacó, como comprador, del inmueble denominado SANTA
LEOCADIA, perteneciente a Susana Clotilde Munist de Ruiz Orrico. b) La
escritura pública nº 142, de fecha 01 de julio de 2005 y su primer testimonio,
autorizada por el escribano público Alfredo Miguel Enz, titular del Registro
Notarial nº 1, de la ciudad de Zárate, Pcia. de Buenos Aires, atinente a un falso
poder mediante el cual Agustín Abraham Lapacó, en calidad de falso propietario
del inmueble en ella descripto, otorgaba poder especial irrevocable a favor de
Darío Gustavo Prandi, para que en su nombre y representación otorgue escritura
traslativa de dominio a favor de Diego Gastón Oxandaburu, o quien resulte
comprador o cesionario. c) La inscripción definitiva en las matrículas nº
944415 y 944416 de la falsa escritura nº 93 -relacionada en el inc. a) de este
IX) apartado-, que colocó a Agustín Abraham Lapacó, como titular de la
heredad efectuada el 27/05/2005 por Andrés Pérez y Adriana Ponce de
Menceguez, funcionarios del Registro General de la Provincia. d) El Certificado
notarial nº 44946, expedido por el Registro General de la Provincia a
requerimiento de la escribana Sarita Díaz Cornejo, titular del Reg. Not. 234 de
Córdoba, en el que constaba que el titular del inmueble era Agustín Abraham
Lapacó. e) La escritura pública nº 122, de fecha 13 de julio de 2005 y su
primer testimonio, autorizada por la escribana Sarita Díaz Cornejo, titular del
Reg. Not. 234 de Córdoba, atinente a un falso acto jurídico de venta del inmueble,
por parte de Gustavo Prandi, como falso apoderado de Agustín Abraham Lapacó ,
como vendedor, en favor de Diego Gastón Oxandaburu, como comprador. f) La
inscripción definitiva en las matrículas nº 944415 y 944416 de la falsa
escritura nº 122, arriba relacionada, que colocó a Diego Gastón Oxandaburu
como titular del inmueble que en ella se describe efectuada el 19/07/2005 por
parte de funcionarios del Registro General de la Provincia. g) los certificados
notariales nº 47209 y 47210, expedidos con fecha 18/07/2005, por funcionarios
del Registro General de la Provincia, que daban cuenta de la titularidad del
inmueble mencionado a nombre de Lapacó. h) la escritura nº 63, de fecha
20/07/2005 y su primer testimonio, labrada por la Esc. María Laura Pace,
titular del Registro Notarial nº 72, de esta ciudad de Córdoba, que daba
cuenta de un falso acto jurídico de venta del inmueble que describe, por parte de
Diego Gastón Oxandaburu –como vendedor- y Oscar Abelardo García como
comprador. i) La escritura pública nº 123, de fecha 31 de agosto de 2005 y su
primer testimonio, autorizada por la escribana pública María Laura Pace,
titular del Registro Notarial nº 72, de esta ciudad de Córdoba, atinente a un
falso poder general de administración sobre el inmueble de marras, otorgado por
Oscar Abelardo García como falso propietario de la heredad arriba descripta, a
favor de la razón social Gama S.A.. En consecuencia, se ordena mandar a
suprimir la inscripción en las matrículas nº 944415 y 944416 de la falsa
escritura nº 93 relacionada en el inc. a) de este IX) apartado-, que colocó a
Agustín Abraham Lapacó, como titular de la heredad mencionada efectuada
el 27/05/2005 por Andrés Pérez y Adriana Ponce de Menceguez, funcionarios del
Registro de la Propiedad y la inscripción en las matrículas nº 944415 y 944416
de la falsa escritura nº 122, arriba relacionada, que colocó a Diego Gastón
Oxandaburu como titular de la heredad mencionada, efectuada el 19/07/2005
por parte de funcionarios del Registro de la Propiedad; a cuyo fin remítanse al
Tribunal de Disciplina Notarial del Colegio de Escribanos de la Provincia de
Córdoba y de la Provincia de Buenos Aires y al Registro General de la Provincia
de Córdoba, copias de la presente sentencia y de los instrumentos declarados
material o ideológicamente falsos, con la correspondiente marginación de la
constancia respectiva (arts. 29 inc. 1° del CP y 546 a 548 del C.P.P.). X) Tener
por desistida la instancia de acción civil deducida por Susana Clotilde Munist de
Ruiz Orrico, en contra de los imputados María Laura Pace y Ramón Nicolás
Ordóñez, con costas por el orden causado (arts. 108 del CPP y 130 parte 2da.
del C.P.C.). Hacer lugar parcialmente a la DEMANDA CIVIL entablada por
Susana Clotilde Munist de Ruiz Orrico, en contra de los imputados Alfredo
Miguel Enz, Diego Gastón Oxandaburu, Oscar Abelardo García, Jorge Oscar
Petrone, y de la empresa Gama S.A., en su carácter de demandados civilmente
responsables; y en consecuencia, condenar a éstos a pagar solidariamente a la
primera, en concepto de indemnización por daño moral causado por el delito, la
suma reclamada, con más sus intereses, que al día de la fecha asciende a
CIENTO NOVENTA Y SIETE MIL TRESCIENTOS DIECIOCHO PESOS CON
DIECISIETE CENTAVOS (197.318,17$); con costas a cargo de los demandados
(arts. 1072, 1077, 1078, 1083, correlativos y ccs. del C.C., 29 inc. 2° del C.P.; 130
del C. de P.C.; 24, 97, 109 y ccs. del CPP); y regular los honorarios profesionales
de los apoderados de la demandante civil Susana Clotilde Munist de Ruiz
Orrico, Dres. José Antonio Buteler y Julio Antonio Loza, en la suma de pesos
CUARENTA Y CUATRO MIL TRESCIENTOS NOVENTA Y SEIS PESOS CON
CINCUENTA Y OCHO CENTAVOS ($44.396,58), en conjunto y proporción de ley
–Arts. 31 inc. 2° 2da. parte, 33 inc. 2° 2da. parte y 36 del C.A.). No hacer lugar a
dicha demanda civil en lo que respecta al reclamo por pérdida de chance; con
costas por el orden causado (arts. 130 parte 2da. del CPC)… PROTOCOLICES Y
HÁGASE SABER” (fs. 8669 vta./8672).
I.2. Por Auto Interlocutorio nº 8, del 14.02.2014, la Cámara en lo Criminal de
Décima Nominación, resolvió: “Rectificar de oficio el punto “VII” de la parte
dispositiva de la Sentencia Nº 1 del día de la fecha, en estos autos ENZ, Alfredo
Miguel y otros p.ss.aa. de falsedad ideológica, etc.” (Causa Nº 230.527 y
1015074), el que en su parte pertinente quedará redactado de la siguiente manera
“VII) Declarar a JORGE OSCAR PETRONE, ya filiado, partícipe necesario
penalmente responsable del delito de Falsedad Ideológica Continuada (nueve
hechos –Escritura Pública nº 93, Escritura Pública nº 142, inscripción de la
Escritura Pública nº 93, Certificado Notarial 44946, Escritura Pública nº 122,
Certificados Notariales 47209 y 47210, Escritura Pública nº 63 y Escritura Pública
nº 123) y partícipe necesario penalmente responsable de Usurpación, en
concurso real –arts. 45, 293, 55 a contrario sensu, 181 inc. 1 y 55 del Código
Penal-, en consecuencia, imponerle para su tratamiento penitenciario la pena de
CINCO AÑOS Y SEIS MESES DE PRISIÓN y MULTA DE OCHENTA MIL
PESOS, adicionales de ley y costas (arts. 5, 9, 12, 22 bis, inc. 3º, 29 inc. 3º, 40 y
41 CP y 550 y 551 CPP), transformando su detención en prisión preventiva (art.
281, inc. 1 y 2 CPP) , debiendo continuar alojado en el Establecimiento Carcelario
nº 1 –Padre Luchesse, a la orden y disposición de este Tribunal (art. 145 CPP).
PROTOCOLÍCESE Y HÁGASE SABER” (fs. 8675).
II.1. Bajo el amparo del motivo formal (art. 468 inc. 2 CPP), el defensor del
imputado Jorge Oscar Petrone, Dr. Francisco Lavisse, presenta recurso de
casación en contra de la citada resolución que dispuso la prisión preventiva a su
asistido Jorge Oscar Petrone (punto dispositivo VII y su rectificación), por
considerar que dicha medida encuadra en las nulidades procesales que denuncia
(fs. 8818/8819 vta.)
En primer lugar, señala que el tribunal actuó con falta de imparcialidad pues el Presidente

-luego de que el Dr. Valdez se lo hiciera notar- preguntó al fiscal si mantenía el pedido de

detención en contra de su defendido. Sobre ello, estima que no correspondía dicha

sugerencia en tanto el juez pasa a ser parte en el proceso fundando su posición en los

arts. 60, 184, 185, 186 y ss. del CPP, y el 18 del CN (fs. 8818 y vta.).
En segundo lugar, expone que si bien no discute la competencia de la Cámara del

Crimen para dictar esta clase de medidas de coerción, al hacerlo debe decir por qué lo

hace. Refiere que el veredicto dispuesto el 10 de enero contenía dos cuestiones: la

condena de Petrone y su prisión preventiva. Sin embargo, sostiene que a diferencia de la

condena cuya lectura de sus fundamentos se difiere a quince días (art. 409 CPP), la

prisión preventiva debió motivarse el mismo día del veredicto conforme lo dispuesto en la

Constitución y el código de rito (arts. 18 CN, 272, 281 y 186 CPP) (fs. 8818 vta./8819).

Por último, recuerda que a Petrone se le fijó una caución real de una suma de dinero que

cumplimentó mediante depósito judicial. Reseña el art. 295 del CPP que regula la

cancelación de las cauciones y estima que en el caso concreto no se dieron ninguno de

los supuestos allí dispuestos. Sin embargo el acusado se encuentra detenido en prisión

preventiva infundada. También señala que previamente se le dispuso la libertad bajo

fianza, la cual no le fue devuelta ocasionándosele de este modo un daño patrimonial.

En función de ello, y no obstante las denuncias que oportunamente formulará por la

detención ilegal del imputado, pide que se resuelva la libertad de su asistido bajo fianza

e, incluso, se amplíe prudencialmente el monto de la misma (fs. 8819 y vta.).

Entiende que con la interposición del recurso la condena no queda firme y, por ende,

sostener su privación de libertad en estas condiciones viola los arts. 1, 268, 269, ss. y cc.

del CPP, 18, 19, 39 y 75 inc. 22 de la CN.

Hace reserva del caso federal (fs. 8819 vta.).

II.2. Asimismo y con invocación del motivo sustancial (art. 468 inc. 1° CPP), el Dr.
Francisco José Adolfo Lavisse, en su condición de defensor de la imputada María
Laura Pace, recurre la prisión preventiva dispuesta por el tribunal de juicio (fs.
8769 y ss.).
El recurrente discurre en este tramo del libelo recursivo entre objeciones que contradicen

la citada medida de coerción y la pena impuesta a la acusada.

Respecto de la medida de coerción, señala que tras una prolongada detención la

imputada había conseguido la libertad condicional, sin embargo la Cámara ordenó su


detención sin facultad alguna para hacerlo, lo que motivó la denuncia penal presentada

en contra de sus integrantes (fs. 8769 vta.).

Estima que se desconoció el derecho a la libertad condicional obtenida y respetada por

Pace, lo que importa la inviabilidad de una nueva prisión preventiva en la misma causa

por haberse agotado los tres años de duración, a la vez que con ello se violan los

principios de mínima suficiencia, no trascendencia, culpabilidad, entre otros.

Agrega que la prisión preventiva impuesta viola la Constitución Nacional y Provincial y el

código de rito en tanto en ellas se prohíben el cumplimiento de penas no firmes. Además,

advierte que los fundamentos de esta medida de coerción no podían ser diferidos quince

días conforme el art. 409 CPP, puesto que ello rige solo para la condena (fs. 8769

vta./8770).

Precisa que no se sabe bien por qué está detenida Pace en tanto no es reincidente, no

cometió nuevos delitos, no es condenada, ni procesada (fs. 8770).

Estima que no se argumenta de modo alguno qué peligro de fuga existía en el caso de su

asistida, ni tampoco se ponderó que ésta acató todas las reglas del proceso y las

condiciones de libertad condicional (fs. 8771).

Concreta el agravio al sostener que en el fallo no se demostró la necesidad de prolongar

un encierro a quien no ha cometido nuevos delitos y se encuentra resocializada y

cumpliendo con sus obligaciones asumidas con la Justicia en forma estricta (fs. 8771

vta.).

Hace reserva del caso federal (fs. 8770).

II.3. Por su parte, el defensor de Oscar Abelardo García, Dr. Miguel Juárez
Villanueva, mediante recurso de casación por motivo formal (art. 468 inc. 2 CPP),
contradice la sentencia en cuanto dispuso prisión preventiva en contra de su
asistido.
En síntesis, postula que el fallo en este punto es arbitrario y absurdo según los

estándares establecidos por este Tribunal Superior. Además, considera que la resolución

ha sido ilegalmente motivada y vulnera las garantías del debido proceso y defensa en
juicio (arts. 18 CN, 185 inc. 3, 186 CPP).

Refiere que las conclusiones de hecho del fallo impugnado acerca de la concurrencia de

los presupuestos que legitiman la imposición de la prisión preventiva por peligro de fuga

luego de dictada la sentencia de condena y mientras ésta no se encuentre firme,

vulneran las normas de la sana crítica (fs. 8897 y vta.).

Por otra parte, señala que el fallo incurre en una errónea interpretación de las

disposiciones procesales y constitucionales que rigen el caso (arts. 18 y 75 inc. 22 CN;

8.2 CADH; 9.3 PIDCyP; 281, 269, 268, 295 y 298 CPP) (fs. 8897 vta.).

A continuación, reseña los argumentos del sentenciante y la anterior doctrina de este

Tribunal y de la Corte Suprema de Justicia sobre prisión preventiva (fs. 8898/8899).

Cuestiona las pautas utilizadas para medir el supuesto peligro de fuga atribuido a su

asistido. Con cita de normas, pretende mostrar cómo la ley de rito local no somete a

circunstancias excepcionales la libertad del acusado a la vez que sostiene que, conforme

las reglas de la experiencia y el principio de razón suficiente, una persona con las

condiciones de García no optaría por la fuga teniendo en miras las consecuencias que

ella le acarrearía. Agrega que ello tampoco se sigue de su comportamiento procesal (fs.

8899/8901).

Además, refiere al no encontrarse firme la sentencia su situación puede mejorar y, por

tanto, la “potencialización del riesgo” resulta relativa, riesgo que se aminoró al ser

condenado a una pena corta (fs. 8901 vta., 8902).

Señala que existe en el caso concreto una circunstancia fáctica que permitiría situar al

imputado en el contexto de la causa dentro del margen extraordinario que autorizaría su

libertad, la que se configura por la falta de pedido del ministerio público de condena

efectiva. En efecto, la mutación de su posición inicial da cuenta de que al acusador no le

interesa que García cumpla una pena efectiva, entonces, se pregunta, por qué razón la

Cámara al imponerle la pena de 3 años y 6 meses ordena su detención (fs. 8901 vta.).

Destaca que el tribunal en su razonamiento sustantiviza lo que impone como cautela

procesal transformando la medida de coerción en una pena anticipada. Ello, asegura,


contradice el principio de inocencia que solo cede ante una sentencia firme. Cita doctrina

en aval de sus ideas (fs. 8902/8903).

Estima que una fianza, como la prestada por su defendido o la que determine el tribunal,

resulta suficiente para neutralizar el riesgo. Incluso, sostiene, igual función cumpliría su

arresto domiciliario –en su vivienda o en la de otra persona o institución- (fs. 8903 vta.).

En suma, solicita que se acojan favorablemente las posturas expuestas y se anule la

sentencia como se pide. Hace reserva del caso federal (fs. 8904).

III. De los antecedentes que obran en autos, cabe señalar que por Sentencia nº
36, del 14.03.2014, se dispuso “I. Hacer lugar al recurso de casación interpuesto
por el Dr. Marcelo Brito, defensor de Jorge Oscar Petrone, y en consecuencia: 1.
Anular parcialmente la sentencia n° 01 y su auto rectificatorio, ambos de fecha
14/02/2014, dictados por la Cámara del Crimen de Décima Nominación, sólo en
cuanto dispuso ordenar la prisión preventiva del nombrado, haciéndose extensivos
los efectos de lo resuelto a favor de los coimputados Alfredo Miguel Enz, María
Laura Pace y Oscar Abelardo García. 2. Sin reenvío, hacer cesar la prisión
preventiva de los mencionados, girando los presentes a los Juzgados de
Ejecución competentes para que hagan efectiva su libertad, previo disponer las
cauciones pertinentes y demás condiciones de su libertad” (fs. 9021).
De acuerdo al estado actual de la cuestión traída a estudio, se advierte que ha cesado el

perjuicio alegado por los recurrentes en orden al agravio relativo a las prisiones

preventivas dispuestas en contra de Petrone, Pace y García. De allí que los gravámenes

casatorio han devenido abstractos.

Así voto.
La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.
El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que adhiero
a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:


I.1. El Dr. Francisco José Adolfo Lavisse, en su condición de defensor del
imputado Jorge Oscar Petrone, recurre la condena y su rectificación (punto
dispositivo VII, y rectificación AI nº 8, 14.02.2014) invocando el motivo sustancial
previsto en el inciso primero del art. 468 del CPP (fs. 8787 y ss.).
En su libelo, analiza la acusación, y las pruebas que considera arbitrariamente

seleccionadas y omitidas, destacando el valor dirimente de estas últimas, además de

referirse a la falta de tipicidad de las conductas endilgadas a su defendido.

En orden a estos agravios, en primer lugar, señala que resulta parcial la ponderación de

los testimonios de César Hermida Adrogué, Horacio Pilades Ricci, Juan Fernando

Garrido, Roberto Alejandro Tegano, Héctor Hugo Huergo, Marcelino Bustos, Sergio León

Nemirovsky y el imputado Petrone sobre su interés en adquirir los campos objeto de la

causa.

En ese sentido, afirma que si bien es cierto que Petrone y su empresa estaban

interesados en adquirir nuevos campos para continuar con el desarrollo de sus loteos, de

ello no se sigue que haya querido adquirir ilegalmente el llamado Santa Leocadia.

Advierte que otros testimonios (empleados de la firma, arquitectos, inmobiliarios,

abogados y otras personas que declararon en el juicio) son demostrativos de dicho

objetivo, así como también de la preocupación del acusado respecto de otras inconclusas

operaciones inmobiliarias en la zona. Sin embargo, nada de ello implica en sí mismo que

su defendido hubiera inventado títulos o usurpado predios por doquier donde nadie

reclamase. Al contrario, reflexiona, estos hipotéticos casos no existieron (fs. 8797 vta.).

Sobre las negociaciones con Woodward y Bocco, expone que no se valoró el indicio

–que califica como prueba negativa-, que surge de la falta de constancias de que Petrone
y/o GAMA SA hubieran aprovechado que el condómino que tuvo problemas para vender

y estaba en Brasil, haya sido despojado, usurpado o visto fraguado su título para que

dicha empresa obtuviera así el lote completo (fs. 8798).

Similares argumentos vierte sobre las tratativas que se hicieron para adquirir las

fracciones de terreno de Hermida Adrogué que colindaban por detrás del campo La

Arbolada, al señalar que ante la negativa del nombrado o ante la ridícula suma que

demandó en concepto de precio, ni Petrone ni Gama pretendieron tomarlo por la fuerza

usurpándolas o inventando títulos.

Agrega que, en esta parte, en la sentencia figura el nombre de la Sra. Susana Munist de

Ruiz Orrico y su negativa a vender. Estima que de aquí en adelante el sentenciante debió

seguir una lógica distinta. Es que, sostiene, si no quiso apropiarse de los predios de

Hermida Adrogué, por qué razón haría algo distinto en relación a los de la nombrada

–que eran explotados por el propio Adrogué-. Es que, de ser ello así, habría que concluir

que su asistido o era muy ingenuo o un suicida, o aceptar que el modo de contar las

cosas en el fallo, no responde a la determinación de la verdad histórica, sino al objetivo

de condenarlo sí o sí (fs. 8798 vta./8799).

Rechaza los argumentos que sustentan el supuesto fin que motorizó la apropiación del

terreno relacionado con la existencia de agua en él. Señala que el arroyo que cruzaba

por allí estaba seco y que no se ha demostrado con un informe técnico o a través de

otros elementos encontrados en el lugar (molino con tanque australiano que tenga

consumo potable para humanos; o que la cantidad de animales que se satisfacían de allí

indicaba, por comparación, el grado de el abastecimiento posible de un barrio) el

alojamiento de residuos acuosos suficientes para despertar el citado interés. Añade que

es ese el marco en el que debe considerarse que la dueña que no quería vender

finalmente lo hizo; lo cual, agrega, resulta contradictorio con la guía argumental utilizada

por el Fiscal Sironi (fs. 8799 y vta.).

Sostiene que no se ha probado que Marcela Luisa Botán sea esposa de Adrogué, ni

tampoco que haya conversado con alguien que tenga que ver con GAMA SA o Petrone.
Además, precisa que su declaración tampoco se ha sido incorporado en el expediente, ni

se la llamado a declarar en el juicio (fs. 8800).

Reseña las consideraciones hechas en la sentencia sobre las anotaciones consignadas

en el cuaderno secuestrado en la inmobiliaria de Horacio Pilades Ricci que da cuenta de

las gestiones entre este último y Garrido con GAMA SA sobre el campo de Munist. Al

respecto, denuncia que se omitió ponderar que dicho instrumento indica que el campo es

de Tegano, quien en reiteradas oportunidades no compareció al juicio por razones que -a

su criterio- son falsas. Entiende que existe alguna intencionalidad en castigar a Petrone

por cuanto se lo detuvo y se habilitó la feria sin haber escuchado el inexplicable

testimonio de Tegano y el nuevo de Ricci pedido y negado.

A pesar de ello, considera que dicho documento “si bien no tiene firma es harto elocuente

en su redacción y para indicio sobre cuál es el papel secuestrado en Ricci, en el que se

reparten entre MALKA ROBERTO (TEGANO, tal vez?), HORACIO (RICCI tal vez?) Y

RODALES el 100% del capital del precio del campo que se le pretendía vender a Petrone

y que luego se lo vende Oxandaburu”, siendo que en las comisiones inmobiliarias se

reparte algo parecido al 3% no el 100%. Avala su posición con el pedido de remisión de

antecedentes de Tegano por falso testimonio. Considera que la maniobra comenzó sin

Petrone y que no hay contacto entre éste y Enz, Oxandaburu, Ricci, Tegano y otros que

hasta le ofrecen el campo de Tegano. Ante la falta de ponderación del documento

secuestrado en la firma Ricci, acompaña copia simple del mismo para su consideración

en esta instancia (fs. 8801 y vta., 8820 vta.).

Del mismo modo, dice, se han olvidado de consignar –investigar, buscar, etc.- a

Garaygorta que podría ser Malka en las anotaciones de Ricci. Reseña las llamadas del

nombrado con Tegano, Huguetti, Oxandaburu, Castro y Ferreyra en los meses de julio de

2004 a junio de 2005. También hace un recuento de las llamadas hechas en julio y

agosto de 2005 entre Baselica, Huguetti, Garrido, Enz, Ricci, Benítez, Vaca Olmos,

Lapacó, Castro, Díaz Cornejo, Racigh, GAMA SA, Ordóñez, Graffi, Pace, Oxandaburu

(fs. 8802 y vta.).


Refiere que los testimonios omitidos de Fornagueira, Llanos y Saggio dan cuenta de la

participación de Ricci, Tegano, Vaca Olmos, entre otros, “pero eso tampoco importa

porque los dos primeros sólo son los comisionados de la causa y aparentemente y de

acuerdo al resultado su investigación nada importaba” (fs. 8803).

Sostiene que esta causa no se conecta con el proceso de la megacausa del Registro por

cuanto aquí no estuvieron involucrados funcionarios o empleados de dicha repartición.

No eran lotes escondidos en el norte de Córdoba o en algún barrio donde no entra ni el

servicio de transporte, sino que era un inmueble ubicado prácticamente en Colón y

General Paz donde todo el mundo pasa a diario y observa cualquier cambio radical que

tuviere.

Según el recurrente, su asistido no tuvo razones para realizar las conductas juzgadas. En

ese sentido, destaca que ningún abogado le hubiera aconsejado el accionar ilícito que se

le imputa en tanto Petrone conocía quién era la titular del campo; estimar lo contrario

importaría tenerlo como un ingenuo o un suicida, lo que a las claras no es.

Paralelamente, formula precisiones sobre los actos que sí ocurrieron. Al respecto, afirma

que Petrone creyó que cuando se lo ofrece Ricci o alguna otra persona de su

inmobiliaria, la citada titular del campo lo había vendido. Refiere que, como los papeles

que éstos le mostraron no eran seguros, las negociaciones se tornaron inconvenientes, al

tiempo que le resultaron inciertas las actitudes asumidas por Ricci, Tegano y Vaca

Olmos. Señala que la nueva oferta de Oxandaburu sobre estos mismos terrenos

asesorado por el confiable Dr. Petito la creyó conveniente pues éstos les muestran los

papeles en orden. Esto último, en el marco de la debida intervención de la escribana

Pace, a quien convocan por requerir un escribano para la operación. Es que, manifiesta,

esos comportamientos no evidencian nada raro que estuviese prohibido o restringido

conforme el derecho y el principio de legalidad (fs. 8803/4).

Estima que ni Pace ni Petrone insertaron o hicieron insertar datos falsos, aunque la

acusación y la sentencia consideren que figuraba Oxandaburu como vendedor cuando no

lo era y aquéllos lo sabían, la primera por ser delincuente (casi sic) y el otro por haberlo
organizado todo. Además, indica que en la fundamentación se sostiene que si ponía un

nombre distinto al del vendedor del que había informado el Registro era delito, pero que

si no lo hacía y colocaba el nombre de éste, la conducta también era delictiva; todo lo

cual resulta a las claras contradictorio (fs. 8804 vta.).

Considera que hay prueba concluyente que inclina la balanza a favor de Petrone y en

contra de “Ricci, Tegano &Co”. Afirma que la duda o la certeza que arroja la prueba

respecto de que Petrone no sabía es la que lleva a fundar la ausencia de tipicidad para

cometer el delito.

Entiende que la falta de vínculo entre Enz y Petrone y la comprobación de que Sarita

Díaz Cornejo creyó que los negocios estaban en orden, son muestras suficientes para

que en el análisis del resto de la cadena de compradores deba primar, salvo dolo, la

buena fe y el principio de inocencia.

Especifica que la citada escribana fue desvinculada de la causa -aunque el Fiscal Gavier

la quiere traer de vuelta- y conocía a Enz, Vaca Olmos, Tegano, Oxandaburu, Prandi y

Hugetti, entre otros, y colaboró con la inscripción del inmueble y con las sucesivas

transferencias y poderes (fs. 8805 y vta.).

También discute que por los registros obtenidos de la línea del celular personal de su

asistido -que detalla-, se infiera que ese día se contactó con Enz. Indica que, por el

contrario, resulta artero que no se le preguntara al acusado el por qué de esas llamadas,

ni se explican cómo relacionar las ubicaciones registradas en el teléfono de Petrone con

su contacto con Enz. Destaca que, correlativamente, no se ha demostrado dónde estaba

el notario durante esa jornada, ni tampoco se constataron las llamadas a su teléfono. Y

añade que la celda de Zárate es la misma de miles de personas además de la de Enz (fs.

8805 vta./8807).

Como la sentencia lo trae como hecho nuevo, explica que el viaje de Petrone desde

Buenos Aires a San Lorenzo, obedecía a la compra de una máquina vial. Destaca que

ello se encuentra justificado a partir de la documentación que acompaña con el presente

escrito. Refiere que dicho trayecto lo hizo en su totalidad en compañía de los señores
José Eduardo Aguirre, Héctor Alves Dornelles y Eduardo Zabaleta. Enuncia

respectivamente sus DNI y números de celulares señalando que, aunque las sábanas de

los citados teléfonos no obran en la causa, si se insiste con este detalle ello se podrá

corroborar con sus testimonios y las listas de llamadas las circunstancias que enuncia (fs.

8807).

Por su parte, más adelante en el libelo recursivo, ofrece y acompaña prueba testimonial y

documental vinculada a extremos. Al respecto, sostiene que pese a no estar

expresamente contemplados, se invoca estos extremos fácticos como hechos nuevos,

relativos a aspectos no planteados en la prueba del debate, lo que lo obliga ahora a

recurrir a esta forma para el ejercicio del derecho de defensa (fs. 8819/8820 vta.).

Estima que no se comprobó que Petrone haya visto o hablado con Enz dos días antes

que éste elaborara el borrador de la escritura pública. Niega que dicha conexión surja

con el hospedaje del notario en el hotel “Interplaza” aduciendo que no está “prohibido

para Enz o cualquiera ir a un Hotel…”. Además, reprocha los argumentos del tribunal por

los que deja afuera de la discusión a Garrido, Tegano, Ricci y Vaca Olmos; además de

aquellos que hacen pie en el testimonio de Ricci. También objeta las consideraciones

que se efectúan sobre el boleto de compraventa entre Prandi y Oxandaburu –que no es

una escritura pública-, y el tratamiento de los “prófugos” Lapacó y Prandi, siendo que no

se sabe bien cuál es el nombre y apellido de este último –Gustavo Darío o Darío

Gustavo, Prandi, Pandi o Pandri-, que pudo ser mal consignado por Vaca Olmos, por lo

que se pregunta si no es una falsedad ideológica.

Manifiesta que no existen razones lógicas que fundamenten que Petrone emprendiera

esta gran empresa delictiva, con todo el gasto que la misma importaba –pagos a Enz,

Lapacó, la mujer de rojo, Sarita Díaz Cornejo y su hermano, Ordóñez, Pace como

mínimo-, para lograr “estar parado un rato arriba de un campo”. Advierte que la historia

personal de su asistido demuestra que “tan mal no ha hecho hasta el presente Petrone

sus negocios para poder decir que es tan ingenuo como un pequeño niño” (fs. 8807

vta./8808).
Considera que existen múltiples contradicciones en la sentencia respecto de la

intervención del Banco Julio para la puesta en escena de la maniobra, y que muchas de

ellas constituyen afirmaciones dogmáticas. Es que, estima, correr antecedentes de toda

la gente que intervino “se da de patadas” con el deplorable testimonio de Llanos que

brinda datos inexistentes o imprecisos de un dossier. A su criterio, ello supone una

muestra de parcialidad que trae como consecuencia la nulidad del fallo por violación del

principio de que el juez debe ser imparcial (fs. 8808 vta.).

Cuestiona el testimonio de Rodríguez (quien dio datos precisos del expediente y no sobre

aspectos que hacen a su oficio), Ricci y Tegano y que la Cámara dejara sin efecto el

careo entre el segundo y Oxandaburu.

En cuanto al delito de usurpación, señala que si bien Petrone ingresó junto con García al

campo, no sabían que lo que el segundo había comprado no existía, porque la firma de la

propietaria había sido falsificada.

Concluye que la sentencia es ilógica por cuanto se sostiene la participación de Petrone

sin el consecuente trabajo probatorio, acudiendo a meras reiteraciones, que esconden

datos y pruebas dirimentes. En razón de ello, sostiene que corresponde declarar la

absolución de su defendido quien no ha cometido el delito que se le imputa, según lo

dispuesto en los arts. 293 y 181 CP (fs. 8809 vta.).

I.2. Por otra parte, el impugnante denuncia, invocando ahora el motivo formal de
casación (art. 468 inc. 2 CPP), que la sentencia es nula por fundamentación
contradictoria y arbitraria, a la vez que carece de justificación lógica y legal (conf.
arts. 155 CPcial y 413 CPP) (fs. 8811 y ss.).
Al respecto, remite a las consideraciones efectuadas al desarrollar el agravio subsumido

bajo el motivo sustancial (art. 468 inc. 1 ibidem). Reitera que en dicho análisis se

demostró acabadamente la ausencia de prueba dirimente en la consideración de la

causa, lo que muestra que se resolvió el caso atendiendo sólo a la mitad de los

elementos de convicción, y sin descalificar a la otra mitad.


Sostiene que ello evidencia la falta de imparcialidad del tribunal, con lo que se vicia de

nulidad el fallo atacado (art. 155 CPcial.). Más adelante, trae a cuenta doctrina

relacionada con dichos extremos, particularmente, aquella que vincula las reglas de

ponderación de los elementos probatorios (sana crítica racional), la garantía del debido

proceso y la ausencia de interés que debe guiar la actividad de los jueces (esto es,

ausencia de prejuzgamiento) (fs. 8814 vta./8817 vta.).

Sobre ello, pide que -dado el caso- los magistrados no usen las facultades de la ley que

les inducen a prejuzgar, como lo hace especialmente la de elegir pruebas en vista de una

ignota sentencia futura. Advierte que es imposible hacerlo sin mostrar presunciones o

prejuicios que en esa gestión son totalmente inevitables. De ese modo, señala, dicha

potestad desequilibra el ánimo de las partes y no sirve para reducir el trabajo ni para

acortar los pleitos (fs. 8817 vta.).

Expresa que además de la contradicción derivada de poner a García como

coautor de sí mismo, la sentencia incurre en otra. Concretamente, en el extremo fáctico

descripto en el punto I, se atribuye a Petrone y Oxandaburu lo allí descripto en orden a la

realización de la escritura pública nº 93. Sin embargo, con posterioridad, en el punto

dispositivo V, no se condena al segundo por el suceso vinculado a dicho instrumento

público, pese a que fue eso lo que, en cambio, sí se resolvió en contra de Petrone (fs.

8812/8813).

Finalmente, al tratar el ofrecimiento de prueba en esta instancia, el impugnante sostiene

que “el interés de la Sala de Casación debe basarse en dar contenido al principio

constitucional del debido proceso y de justicia pronta y cumplida, procurando ante todo;

dejar como una última ratio la utilización del juicio de reenvío, debiendo la Sala en la

medida de sus posibilidades, resolver el caso y sólo cuando esté imposibilitada para ello,

anular la sentencia y devolver el expediente para una nueva sustanciación”.

Estima que lo contrario implicaría que la Sala declararía la nulidad por falta de elementos

probatorios que finalmente serían incorporados en el nuevo juicio, lo cual no sería

racional si se tiene en cuenta que existe la posibilidad de producir la prueba omitida con
la que, una vez introducida, se resolvería el caso.

En virtud del principio de la verdad real, añade que el tribunal no debe

conformarse con las probanzas del sumario introducidas en el debate y las producidas en

él cuando éstas son insuficientes y existen a su disposición y alcance medios de

verificación decisivos para modificar el fallo (fs. 8820 vta./8821).

Finalmente, afirma que los hechos de la causa no pueden ser revisados por el tribunal de

casación o de inconstitucionalidad salvo que se den dos situaciones que hacen necesario

diligenciar algunas medidas probatorias como paso previo a la discusión final de la vida,

a saber: “1. Cuando el recurso se motive en un vicio in procedendo (casación) que exija

analizar hechos del proceso (no de la causa) cuya existencia o inexistencia no surja en

forma evidente de los elementos acumulados en el expediente. Específicamente se

tratará de demostrar casos de omisión o de falsedad en el trámite procesal,

oportunamente invocados para motivar el recurso” (fs. 8821 y vta.).

Sobre el final, alude a doctrina y jurisprudencia sobre los puntos de agravio expuestos

(fs. 8822/8832).

En suma, sostiene que corresponde que esta Sala declare mal aplicada la ley sustantiva

y, como consecuencia de ello, se absuelva al imputado por los delitos de falsedad

ideológica y usurpación, por falta de tipicidad y culpabilidad; o que, en su caso, se case la

sentencia con un pronunciamiento sobre el fondo de la cuestión declarando nulo el

debate realizado y las medidas de coerción ordenadas, disponiendo la realización de un

nuevo juicio conforme los arts. 190, 191 y 480 del CPP.

Finalmente, el presentante hace reserva del caso federal (fs. 8832).

II. De la atenta lectura del libelo recursivo, surge con claridad que la
defensa del imputado Jorge Oscar Petrone discute la debida fundamentación
probatoria de la sentencia en orden a los extremos relacionados con la
participación del acusado en los delitos de falsedad ideológica y usurpación. En
ese sentido, sostiene que no se han considerado hipótesis criminales paralelas, al
tiempo que precisa las pruebas que fueron arbitrariamente ponderadas u omitidas.
II.1. Para una mejor comprensión del agravio, en primer lugar, es útil reseñar el hecho

endilgado al acusado (v. fs. 8342/8347 vta.):

II.1.A. Antecedentes relacionados con la pretendida adquisición del


terreno de la víctima Susana Munist de Ruiz Orrico y planificación de las
maniobras delictivas
“En fecha no precisada con exactitud, pero que podría ser ubicada a mediados del
año dos mil cuatro, el imputado JORGE PETRONE se dispuso a adquirir la
propiedad del inmueble denominado “Santa Leocadia”, perteneciente a Susana
Clotilde Munist Ruiz Orrico, integrado por las siguientes fracciones: a) una fracción
de campo situada en Pedanía La Calera, Departamento Santa María, Provincia de
Córdoba, formada por los lotes 12 y parte del 14, designada en el plano de
división como “lote B”, con una superficie de 36 has. aproximadamente, matrícula
944.415 (31-01); y b) una fracción de campo -con igual ubicación a la anterior-,
formada por lotes 16 y parte del lote 14, que en el plano de subdivisión se designa
como “lote A”, con una superficie de 27 has., dominio 3.632, folio 4.962, tomo 20
año 1.960 y 25.383, folio 31.328 tomo 125 año 1.960 matrícula 944.416 (31-01). A
tal fin personalmente y a través de terceros hizo sucesivas ofertas de compra a
César Hermida Adrogué, administrador del campo “Santa Leocadia” de propiedad
de su tía Susana Clotilde Munist Vda. de Ruiz Orrico, quien siempre le hizo
conocer que la nombrada tenía decidido no venderlo. Ante la negativa, el
encartado JORGE PETRONE se dispuso a apropiarse del inmueble en forma
ilegal; a tal efecto creó -a través de terceros conniventes- una Escritura traslativa
de dominio apócrifa, a partir de la cual hizo generar -siempre a través de terceros
y con su concierto- sucesivas escrituras conteniendo: a) Poder de Administración
y Disposición sobre el inmueble de mención y, b) transmisiones de su dominio,
todas escrituras de contenido falso en razón de que en todos los casos -al
nombrado y sus colaboradores en el delito- les constaba que la titular dominial
jamás había vendido el inmueble; generando también las sucesivas y
correspondientes anotaciones en las matrículas del inmueble, en el Registro
General de la Provincia; originando de esta manera una lesión cierta a la fe
pública y la posibilidad de perjuicio para el patrimonio ajeno. En forma simultánea,
y sabiendo que la propiedad inmueble sólo se transmite con título y tradición -
conocimiento que se presume de quien se dedica a la actividad inmobiliaria-, a
más de generar de la manera relatada -cuya precisión se hará seguidamente- la
documentación falsa pertinente, irrumpió con fuerza, a través de terceras
personas, en el inmueble en cuestión -en la forma que también se relatará- a fin
de despojar a la titular dominial de la posesión que pacífica y continuamente
ejerció desde antaño”.
II.1.B. Escritura pública nº 93 celebrada por Alfredo Miguel Enz que constata
la venta del inmueble de persona no identificada que simuló ser Susana
Munist de Ruiz Orrico a Agustín Abraham Lapacó
“En fecha no precisada con exactitud, pero que podría ser ubicada con
anterioridad al veintisiete de mayo de dos mil cinco, presumiblemente entre los
meses de marzo y abril del año dos mil cinco, sin poder precisar el lugar, pero
presumiblemente en esta Ciudad de Córdoba, por encargo y a instancias de los
encartados JORGE PETRONE y DIEGO GASTÓN OXANDABURU; se reunieron
ALFREDO MIGUEL ENZ, en su carácter de Notario Público Nacional, el
encartado AGUSTÍN ABRAHAM LAPACO -a cuyo respecto en sede instructoria
se dictara Sobreseimiento por prescripción de la acción penal- y probablemente
una tercera persona, desconocida aún para la investigación, y conformaron un
documento de contenido falso: la Escritura Nº 93, en la que insertaron falsamente
que ella había sido otorgada el dieciséis de mayo de dos mil cinco por el
Escribano ALFREDO MIGUEL ENZ, en la sede de su Registro Notarial Nº 1 de
Zárate sito en calle Rómulo Noya Nº 608, Zárate -Provincia de Buenos Aires-,
para, citando el Certificado Notarial Nº 25.535 del 27 de abril de 2.005,
instrumentar la falaz venta de Susana Munist de Ruiz Orrico -en su carácter de
propietaria del inmueble descripto, inscripto en el Registro General de la Provincia
de Córdoba, que le correspondía por sucesión en asiento de dominio 11.490, folio
17.501, año 1973 (fs. 399) a AGUSTÍN ABRAHAM LAPACO del inmueble en
cuestión, por la suma de $ 90.000 (noventa mil pesos), haciendo suscribir al pie
del instrumento a una persona, no individualizada hasta el momento por la
instrucción, que imitó la firma de Munist de Ruiz Orrico. De esta manera, los
encartados JORGE OSCAR PETRONE y DIEGO GASTÓN OXANDABURU, con
el concurso de las voluntades y participación de ALFREDO MIGUEL ENZ y
AGUSTÍN ABRAHAM LAPACO, conformaron un documento falso en su totalidad,
que causaba una lesión a la fe pública y una posibilidad cierta de perjuicio a los
verdaderos propietarios”.
II.1.C. Escritura pública nº 142 celebrada por Alfredo Miguel Enz que
consigna el poder otorgado por Agustín Abraham Lapacó a Darío Gustavo
Prandi para que dispusiera la venta del inmueble rural
“En fecha no precisada con exactitud, pero presumiblemente el primero de julio

de dos mil cinco, sin que pueda precisarse el lugar, se reunieron el imputado ALFREDO

MIGUEL ENZ -en su carácter de Notario Público Nacional-, Titular del Registro Notarial

N° 1 sito en calle Rómulo Noya N° 608, de la Localidad de Zárate -Provincia de Buenos

Aires-, y Agustín Abraham Lapaco, con el conocimiento y la connivencia del encartado

Diego Gastón Oxandaburu, y a requerimiento e interés de éste, conformaron la

Escritura Pública N° 142 a la que fecharon el primero de julio de dos mil cinco, y dijeron

ser otorgada en la sede del Registro Notarial N° 1 de Zárate (Provincia de Buenos Aires),

de contenido ideológicamente falso, mediante la cual Agustín Abraham Lapaco, en la

mentida calidad de propietario del inmueble integrado por las fracciones: a) una fracción

de campo situada en Pedanía La Calera, Departamento Santa María, Provincia de

Córdoba, formada por los lotes 12 y parte del 14, designada en el plano de división como

“lote B”, con una superficie de 36 has. aproximadamente, matrícula 944.415 (31-01); y b)

una fracción de campo -con igual ubicación a la anterior-, formada por lotes 16 y parte del
lote 14, que en el plano de subdivisión se designa como “lote A”, con una superficie de 27

has, dominio 3.632, folio 4.962, tomo 20 año 1.960 y 25.383, folio 31.328 tomo 125 año

1.960 matrícula 944.416 (31-01), le otorgaba Poder Especial Irrevocable a favor de

Darío Gustavo Prandi, para que en su nombre y representación otorgara Escritura

traslativa de dominio a favor de Diego Gastón Oxandaburu o quien resultara cesionario

del inmueble descripto, que había sido presuntamente adquirido de su titular registral

Susana Munist de Ruiz Orrico por Escritura N° 93, de contenido falso, labrada por el

Escribano Enz. De esta manera, los encartados Alfredo Miguel Enz y Agustín

Abraham Lapaco, con la connivencia y a requerimiento de Diego Gastón Oxandaburu,

conformaron un documento público de contenido falaz; toda vez que les constaba, que

Lapaco no podía dar Poder de Disposición sobre el inmueble a favor de persona alguna

por no ser el propietario; circunstancia que les constaba por haber falseado previamente

una Escritura traslativa de dominio del predio, a su favor, la N° 93, generando de esta

manera una posibilidad cierta de perjuicio a los verdaderos propietarios y a la fe pública

en general”.

II.1.D. Inscripción de la escritura pública nº 93 en el Registro General de la


Provincia .
“Continuando con el propósito inicial, por encargo y en beneficio de Jorge
OSCAR Petrone y Diego Gastón Oxandaburu, sin que pueda precisarse con
exactitud, pero en fecha que podría ubicarse en el transcurso de los meses de
marzo o abril de dos mil cinco, el imputado Alfredo Miguel Enz, en su carácter de
Notario, se contactó con la Escribana Sarita Díaz Cornejo, Titular del Registro
Notarial Nº 234, sito en calle Duarte Quirós N° 835 -2º piso- de la Ciudad de
Córdoba y le informó que ante él se llevaría a cabo una compraventa de un
inmueble ubicado en la Provincia de Córdoba, por lo que le solicitaría la
inscripción en el Registro General de la Provincia de Córdoba de la respectiva
escritura, resultando esa, precisamente, la falsa matriz N° 93 descripta
precedentemente. Así, el día veintisiete de mayo de dos mil cinco, en
cumplimiento de lo anunciado y solicitado por Alfredo Miguel Enz, el Escribano
Álvaro Rafael Díaz, en su carácter de suplente de la Escribana Sarita Díaz
Cornejo -en razón de la ausencia de ésta y la designación de aquél como
suplente-, presentó la Escritura apócrifa Nº 93, descripta precedentemente en el
Registro General de la Provincia, sito en calle Santa Cruz y Luis de Azpeitía de la
Ciudad de Córdoba, rogando su inscripción. De esta manera, JORGE OSCAR
PETRONE y DIEGO GASTÓN OXANDABURU, a través de ALFREDO MIGUEL
ENZ -con su conocimiento y connivencia- lograron que Andrés Pérez y Adriana
Ponce de Menceguez, funcionarios del Registro General de la Provincia,
insertaran en las Matrículas 944.415 y 944.416 declaraciones falsas que el
documento estaba destinado a probar, como es: el cambio de titularidad dominial
que quedó así inscripto en cabeza de AGUSTÍN ABRAHAM LAPACO, generando
una lesión a la fe pública y una posibilidad cierta de perjuicio a los verdaderos
propietarios”.
II.1.E. Escritura pública nº 122 celebrada por la escribana Sarita Díaz
Cornejo que consignó la venta del inmueble por parte de Gustavo Prandi
(representante de Lapacó) a Diego Gastón Oxandaburu.
“Posteriormente, y siempre a instancia y requerimiento de JORGE
OSCAR PETRONE y DIEGO GASTÓN OXANDABURU, pretendiendo obtener la
titularidad del inmueble para disponer de él, en días anteriores al 13 de julio de
2.005 contrataron a la Escribana Sarita Díaz Cornejo para hacer una Escritura
traslativa de dominio del inmueble en cuestión a su favor, apareciendo, en la
oportunidad, OXANDABURU como comprador, y como vendedor LAPACO -falso
titular por la aludida Escritura Nº 93- con poder especial de GUSTAVO PRANDI
para representarlo, otorgado presuntamente en Zárate, Provincia de Buenos Aires,
mediante Escritura N° 142, labrada ante el Notario Alfredo Miguel Enz. A tales
fines, la Escribana Sarita Díaz Cornejo solicitó mediante formulario “E”de fecha
ocho de julio de dos mil cinco, la expedición del Certificado Notarial N° 44.946
relativo al inmueble en cuestión, expedido por personal del Registro General de la
Provincia, el cual contenía aserciones falsas, tales como que el inmueble
pertenecía a Agustín Abraham Lapaco; afirmaciones introducidas a través de la
falsa Escritura N° 142 labrada por ante el Escribano Enz y que fuera inscripta por
el escribano Álvaro Díaz Cornejo a solicitud de Enz, haciendo de esta manera que
personal del Registro de la propiedad expidiera el certificado solicitado, sin tener
conocimiento que la información solicitada era de contenido apócrifo. De
inmediato, y haciendo uso del Certificado Notarial Nº 44.946 y el Poder de
Representación mencionado, ambos de contenido falso, el día trece de julio de
dos mil cinco, los encartados GUSTAVO PRANDI y DIEGO GASTÓN
OXANDABURU se constituyeron en el Registro Nº 234, sito en Duarte Quirós Nº
835, 2º piso, de la Ciudad de Córdoba, e hicieron insertar a la Escribana Sarita
Díaz Cornejo en la Escritura Nº 122 del trece de julio de dos mil cinco,
declaraciones falsas consistentes en la venta del inmueble por GUSTAVO
PRANDI, en representación de AGUSTÍN ABRAHAM LAPACO, a favor de
DIEGO GASTÓN OXANDABURU, por $ 120.000 (ciento veinte mil pesos) -
afirmando falazmente también haber recibido ya el dinero PRANDI y la posesión
OXANDABURU-; declaraciones que el documento estaba destinado a probar,
generando de esa manera los encartados una lesión a la fe pública y una
posibilidad cierta de perjuicio a los verdaderos propietarios”.
II.1.F. Inscripción de la escritura pública nº 122 en el Registro General de la
Provincia.
“Como consecuencia de la maniobra descripta precedentemente y a fin de

completarla, los encartados JORGE OSCAR PETRONE y DIEGO GASTÓN

OXANDABURU, con la colaboración de GUSTAVO PRANDI, a través de la Eescribana

Sarita Díaz Cornejo inscribieron el acto, cuyo contenido aquellos sabían falso,

precisamente la Escritura Nº 122 de mención en las matrículas 944.415 y 944.416; para

lo cual la Escribana Sarita Díaz Cornejo presentó el documento y la respectiva solicitud


de inscripción el día diecinueve de julio de dos mil cinco al Registro General de la

Provincia de Córdoba, sito en Luis de Azpeitía, esquina Santa Cruz de esta Ciudad,

Córdoba, generando de esa manera una lesión a la fe pública y una posibilidad cierta de

perjuicio a los verdaderos propietarios”.

II.1.G. Escritura pública nº 63 labrada por la escribana María Laura Pace que
consignó la venta del inmueble rural entre Diego Gastón Oxandaburu y
Oscar Abelardo García. Inscripción de dicho instrumento público en el
Registro General de la Provincia.
“En fecha no precisada con exactitud, pero ubicable con anterioridad al primero

de agosto de dos mil cinco, los encartados JORGE OSCAR PETRONE, DIEGO

GASTÓN OXANDABURU, OSCAR ABELARDO GARCÍA, RAMÓN NICOLÁS

ORDÓÑEZ y la imputada MARÍA LAURA PACE, y allí todos en connivencia se

dispusieron a labrar una escritura de contenido falso, translativa de dominio del inmueble

denominado “Santa Leocadia”, sobre las fracciones: a) una fracción de campo situada en

pedanía La Calera, Departamento Santa María, Provincia de Córdoba, formada por los

lotes 12 y parte del 14, designada en el plano de división como “lote B”, con una

superficie de 36 has. aproximadamente, Matrícula 944.415 (31-01), y b) una fracción de

campo -con igual ubicación a la anterior-, formada por lotes 16 y parte del lote 14, que en

el plano de subdivisión se designa como “lote A”, con una superficie de 27 has., Dominio

3.632, Folio 4.962, Tomo 20 Año 1.960 y 25.383, Folio 31.328 Tomo 125 Año 1960,

Matrícula 944.416 (31-01). A tal fin, la Escribana PACE solicitó y obtuvo el dieciocho de

julio de dos mil cinco los Certificados Notariales 47.209 y 47.210, los que daban cuenta

falazmente de que el inmueble era de propiedad de Lapaco, encontrándose aún

pendiente la inscripción de la Escritura N° 122 a nombre de Diego Gastón Oxandaburu

, cuya falsedad los imputados Lapaco, Oxandaburu, Petrone y García conocían. Esos

notariales que fueron tramitados por ORDÓÑEZ y que una vez obtenidos, fueron

utilizados por la imputada María Laura Pace para labrar la Escritura Nº 63 de fecha

veinte de julio de dos mil cinco, en la que dio cuenta de una venta por parte de DIEGO
GASTÓN OXANDABURU a OSCAR ABELARDO GARCÍA del inmueble en cuestión, en

la suma de $ 300.000 (trescientos mil pesos), consignando además que García ya se

encontraba en posesión de la heredad; circunstancias todas falaces -lo que les constaba-

porque ni Oxandaburu podía vender lo que no le pertenecía, ni García podía poseer lo

que era objeto de posesión pacífica y continua de Susana Munist de Ruiz Orrico,

generando de esa manera una lesión a la fe pública y una posibilidad cierta de perjuicio a

los verdaderos propietarios, forjando en consecuencia una escritura pública de contenido

falso. Como consecuencia de la maniobra descripta precedentemente, y a fin de

completarla, los encartados JORGE OSCAR PETRONE y DIEGO GASTÓN

OXANDABURU, en connivencia con la Escribana MARÍA LAURA PACE, a través de

ésta y su gestor, RAMÓN NICOLÁS ORDÓÑEZ solicitaron la inscripción del acto cuyo

contenido conocían falso, esto es, la Escritura Nº 63 de mención; para lo cual la

Escribana Pace y su Gestor Ordóñez, presentaron el documento y la respectiva solicitud

de inscripción el día primero de agosto de dos mil cinco al Registro General de la

Provincia de Córdoba, sito en Luis de Azpeitía, esquina Santa Cruz, de esta Ciudad, no

logrando este último cometido debido a que con fecha diez de agosto de dos mil cinco se

había ordenado la medida de no innovar sobre el inmueble en cuestión”.

II.1.H. Escritura pública nº 123 celebrada por María Laura Pace que registró el
poder amplio de disposición y administración que Oscar Abelardo García
otorgó a GAMA SA.
“En fecha no precisada con exactitud, pero presumiblemente el día treinta y uno
de agosto de dos mil cinco, en el Registro Notarial Nº 72, sito en calle Carlos
Andrés N° 7.341 de Barrio Argüello de esta Ciudad de Córdoba, se reunieron los
encartados JORGE OSCAR PETRONE, OSCAR ABELARDO GARCÍA y
MARÍA LAURA PACE, ésta en su carácter de Notaria Pública Nacional y Titular
del Registro N° 72 de mención. Así, los nombrados se dispusieron a labrar una
escritura de contenido falso, la número 123 a la que fecharon el treinta y uno de
agosto de dos mil cinco, a través de la cual OSCAR ABELARDO GARCÍA
confería Poder General Amplio de Administración y Disposición a favor de la razón
social GAMA S.A., suscribiéndolo JORGE PETRONE en su calidad de Presidente
de la firma, facultándolo para que en su nombre y representación realizara actos
de administración sobre el inmueble compuesto de las siguientes fracciones: a)
una fracción de campo situada en Pedanía La Calera, Departamento Santa María,
Córdoba, formada por los lotes 12 y parte del 14, designada en el plano de
división como “lote B”, con una superficie de 36 ha. aproximadamente, Matrícula
944.415 (31-01), y b) una fracción de campo -con igual ubicación a la anterior-,
formada por lotes 16 y parte del lote 14, que en el plano de subdivisión se designa
como “lote A”, con una superficie de 27 ha., Dominio 3.632, Folio 4.962, Tomo 20
año 1.960 y 25.383, Folio 31.328 Tomo 125 año 1.960 Matrícula 944.416 (31-01),
que habían adquirido falsamente mediante Escritura N° 63 en perjuicio de su
titular registral Susana Munist de Ruiz Orrico. Tal Poder General de
Administración, era similar a otro labrado con anterioridad mediante Escritura N°
64, de fecha veintiuno de julio de dos mil cinco por ante la misma Escribana, pero
que fue anulado por ella, debido a la incomparecencia de una de las partes, del
representante de GAMA S.A. De esta manera, los encartados JORGE PETRONE
, MARÍA LAURA PACE y OSCAR ABELARDO GARCÍA, que conocían la
mendacidad del contenido del documento, toda vez que su antecedente era la
Escritura N° 63 labrada por ante la nombrada Escribana, que daba cuenta de una
falaz venta del inmueble descripto a favor de OSCAR ABELARDO GARCÍA;
generaron una cierta posibilidad de perjuicio para los verdaderos propietarios y la
fe pública en general”.
II.1.I. Usurpación del inmueble.
“El día veintinueve de julio de dos mil cinco, en horas de la mañana, el
encartado Jorge Petrone, en su calidad de Presidente de la Empresa “GAMA
S.A.”, con la connivencia de Oscar Abelardo García, despojó, invadiéndolo, de la
pacífica y continua posesión que ejercía Susana Munist de Ruiz Orrico sobre el
inmueble compuesto de dos fracciones e individualizado como: a) fracción de
campo situada en Pedanía La Calera, Departamento Santa María de esta
Provincia, formada por los lotes 12 y parte del 14, designada en el plano de
división como “lote B”, con una superficie de 36 has aproximadamente, matrícula
944.415 (31-01), y b) una fracción de campo con igual ubicación, formada por
lotes 16 y parte del lote 14, que en el plano de subdivisión se designa como “lote
A”, con una superficie de 27 ha., Dominio 3.632, Folio 4.962, Tomo 20 año 1.960 y
25.383, Folio 31.328 Tomo 125 año 1.960 matrícula 944.416 (31-01). Para ello, el
encartado Jorge Petrone envió al lugar a Roque Vicente Barrera, Arnaldo
Albornoz, Julio Cebrero y Juan Bonero, empleados de la Empresa “GAMA S.A.”,
quienes, cumpliendo sus órdenes, cortaron la cadena que ataba la tranquera de
madera en el acceso sobre la Autopista Justiniano Posee e ingresaron al predio,
llevando consigo herramientas de mano, con las cuales comenzaron a realizar
tareas de limpieza y talado del monte sobre los siempre-verdes, paraísos y moras
ubicados a sesenta metros de la autopista. IX- El día dos de agosto de dos mil
cinco, en horas de la mañana, el encartado Jorge Petrone, -en su calidad de
presidente de “GAMA S.A”- con la connivencia de Oscar Abelardo García,
despojó, invadiéndolo, de la pacífica y continua posesión que ejercía Susana
Munist de Ruiz Orrico sobre el inmueble denominado “Santa Leocadia” compuesto
de dos fracciones e individualizado como: a) fracción de campo situada en
Pedanía La Calera, Departamento Santa María de esta Provincia, formada por los
lotes 12 y parte del 14, designada en el plano de división como “lote B”, con una
superficie de 36 has. aproximadamente, Matrícula 944.415 (31-01), y b) una
fracción de campo con igual ubicación, formada por lotes 16 y parte del lote 14,
que en el plano de subdivisión se designa como “lote A”, con una superficie de 27
ha., Dominio 3.632, Folio 4.962, Tomo 20 año 1.960 y 25.383, Folio 31.328 Tomo
125 Año 1.960 matrícula 944.416 (31-01) invadiéndolo. Para ello, se constituyó
personalmente en el lugar, junto al encartado Oscar Abelardo García -entre otras
personas- y luego de romper la cadena que ataba la tranquera de acceso
ingresaron al predio e instalaron en el interior una casilla rodante con el logotipo
“GAMA S.A. EMPRESA CONSTRUCTORA”.
II.2. El tribunal de juicio concluye con certeza sobre la participación de Jorge

Oscar Petrone en los hechos que se le endilgan teniendo en consideración las siguientes

razones probatorias que se sintetizan a continuación:

II.2.A. Sobre el interés que tuvo Petrone en adquirir el campo


denominado “Santa Leocadia” con anterioridad a los sucesos (mediados de
agosto de 2004 y comienzos de febrero de 2005) (fs. 8621/8624):
Para el sentenciante, el manifiesto interés de Jorge Oscar Petrone por
adquirir tierras en los campos de la zona denominados “El Paraíso”, “Santa
Leocadia” y el emprendimiento urbanístico hoy llamado “La Arbolada”, se
evidencia en las declaraciones de los testigos César Hermida Adrogué, Horacio
Pilades Ricci, Juan Fernando Garrido, Roberto Alejandro Tegano, Héctor Hugo
Huergo, Marcelino Bustos, Sergio León Nemirovsky y el propio acusado Jorge
Petrone.
Sin embargo, destaca que existen dos versiones de ese interés que difieren en orden a

qué campo fue objeto -en primer término- de tratativas y el tiempo en que ello aconteció.

a. Versión de Jorge Petrone: según el acusado, las negociaciones con Hermida Adrogué

se iniciaron a comienzos de abril de 2005. En su declaración, sostuvo que las tratativas

inicialmente- estaban dirigidas a la adquisición de dos fracciones de campo propiedad de

los señores Raúl Bartolomé Bocco y Edgardo Woodward. Estas gestiones producidas a

mediados de agosto de 2004, se concretaron el 24.12.2004 mediante boleto de

compraventa por el cual Raúl Bartolomé Bocco y María Cecilia Codó trasladaban los

derechos y acciones del 50% del inmueble matrícula 392.726 y 392.727 a GAMA SA -

representada por Jorge Oscar Petrone- , título que se describía como “dos fracciones de

campo, parte de una mayor superficie que conforma la Estancia Sta. Leocadia, ubicada

en pedanía La Calera, Dpto. Santa María, Córdoba, Lote 10: 27 ha. 4574 m2.; su
costado Nor-Oeste (106 m2. 90 cm) linda con Estancia El Paraíso y Lote 8: 29ha 573

m2; su costado Sud-oeste (273m 5 cm) linda con Estancia El Paraíso (total 56 ha. 5147

m2; 50 %: 28 ha. 2573 mts.2). Precio pactado u$s 70.000 más 37 lotes, liberación de

pago de gastos comunes por tres años de esos lotes otorgados en contraprestación

”.

El acusado refirió que, finalmente, el resultado de las pretensas transacciones fue

infructuoso en relación a Woodward, quien les dijo que no podía firmar el boleto porque

tenía algunos problemas con su esposa y sus hijos que vivían en Brasil. Agregó que el

día que iban a celebrar la escritura con Bocco (13.04.2005), la operación se cayó

definitivamente con Woodward en tanto no podía vender por problemas personales (su

esposa no firmaba). Ello motivó que buscaran un terreno colindante por cuanto los costos

se achican a medida que se amplía el terreno.

En ese contexto, expuso que primero hablaron con el señor Begali con quien no

siguieron tratando pues presentaba varios inconvenientes para el negocio (problemas de

salud, de derechos posesorios y tenía intrusos en el campo). Luego, mandaron a

Marcelino Bustos a buscar al dueño de las tierras “del fondo” (“el Paraíso”) y el único

colindante era el ingeniero Adrogué. Así, Bustos le propuso una reunión en Gama a la

que el nombrado asistió encontrándose presente el Arq. Barcancel, Hugo Huergo y yo.

Según el acusado, Hermida Adrogué tenía intención de vender veinte hectáreas de “El

Paraíso” por las cuales pedía treinta mil dólares la hectárea, lo que le pareció muy caro

en tanto los campos en ese entonces valían cinco mil dólares la hectárea, de allí que no

hicieron ninguna contrapropuesta y dieron por terminada la negociación.

Por último, manifestó que, a fines de abril de 2005, el inmobiliario Fernando Garrido se

contactó con Hugo Huergo y le ofreció en venta 63 hectáreas de un inmueble no

colindante con La Arbolada asentado por la ruta Carlos Paz – Córdoba. Ante este

ofrecimiento, el dicente vio el campo con su ingeniero y le instruyó que comenzara la

negociación con el agente citado. Así, se contactó con Garrido y éste con un señor Ricci.
b. Versión incriminatoria: según el sentenciante, las pretensiones de Petrone para

adquirir las tierras denominadas “Santa Leocadia” iniciaron a mediados de 2004.

* En ese sentido, se trae el testimonio de Sergio León Nemirovsky, geólogo, quien dijo en

el debate que por invitación de Huergo buscó tierras para GAMA -sociedad de la que el

acusado es su dueño y dirigente- para urbanizar, evocando que ello ocurrió mientras

estuvo vinculado con el nombrado y la empresa citada en el período, que pudo ser, el

último trimestre de 2004 hasta mediados de 2005, consiguiendo unos terrenos en Jesús

María. Además, en el marco de la tarea encomendada, refirió que al testigo “le indicaron

quién era el dueño del Paraíso con quien tuvo varias conversaciones telefónicas pero no

le interesaba vender; aduce que no se entrevistó personalmente con el dueño del

Paraíso “que él nunca tuvo una reunión con el dueño de El Paraíso porque no le

interesaba vender; se negó rotundamente”, añadiendo que “las conversaciones eran muy

cortantes; yo quería hablar por el precio de las tierras pero él me decía que no le

interesaba vender, no pasaba de un diálogo frustrante, no pude avanzar”.

* Por su parte, se recuerda que Susana Munist de Ruiz Orrico declaró que no era
su voluntad vender el inmueble denominada “Santa Leocadia”, lo que se respalda
con las reiteradas declaraciones de su sobrino y administrador del campo César
Hermida Adrogué brindadas en el proceso. Este último sostuvo que le transmitió
dicha negativa a Héctor Hugo Huergo y Jorge Petrone en oportunidad de
realizarse una reunión en las oficinas de GAMA SA, generada por los reiterados
llamados que le efectuara el Ingeniero Nemirovsky o Namirosky con el objeto de
tratar el interés de Gama S.A. en compra una parte de la propiedad denominada
“El Paraíso”.
El tribunal destaca que, en su primera declaración prestada el 1.08.05, Hermida
Adrogué ubicó temporalmente esa significativa reunión “a mediados del año
pasado en fecha que no puede precisar” -o sea 2004-, lo que repite nuevamente al
declarar el 2.03.2006. Precisó que concurrió a las oficinas de la citada compañía
en Av. Colón esquina Jujuy de la ciudad de Córdoba entrevistándose allí con
Nemirovsky, conversación que versó sobre el tema del agua en la zona
recordando que creía que este último era geólogo y “le interesaba saber si el
cauce del arroyo corría siempre o estaba cortado, hablamos de todo el tema del
agua de la zona. En esa época pasaba por el frente del campo de su tía un arroyo
que viene de San Nicolás y que en la arenera de San Nicolás habían cortado el
agua del arroyo para lavar arena; hablamos de la profundidad en que se
encuentra el agua en la zona”. A continuación, depuso que “pasamos al otro salón
donde estaba Huergo y Petrone. Petrone estaba sentado delante de mí, a un
costado Huergo y al otro Nemirovsky, hablamos de los terrenos de la zona y el
papel protagónico lo tenía Petrone; él hablaba conmigo y los otros escuchaban.
Les dije que no me interesaba y para terminar la reunión les pedí una suma
exorbitada, exagerada [treinta mil dólares la hectárea]”.
Además, se reseña que le preguntaron “por el pedazo del costado y les
dije que mi tía no lo vendía, que se llama Santa Leocadia. No me pidieron
algún teléfono o forma de contactar a mi tía ni tampoco dijeron si tenían forma de
contactarla por su cuenta. Mi tía no tenía interés en venderlo al campo porque
tiene un interés afectivo para ella ya que cuando la abuela del declarante lo
adquiere lo pone a nombre de su tía y de un hermano que posteriormente falleció
en un accidente, heredándolo así su tía, propiedad sobre la cual tiene mucho
afecto”.
* La Cámara estima que el informe de las comunicaciones telefónicas realizadas
entre los teléfonos de la empresa GAMA SA y el de la señora Marcela Luisa Botán
-mujer de Hermida Adrogué- refuta los dichos de Petrone y Nemirovsky “en orden
al tiempo en que se desarrollaron las gestiones en procura de la adquisición de
tierras de “El Paraíso” (al decir de aquéllos) y (también) de “Santa Leocadia” (al
decir de Hermida Adrogué)”.
Concretamente, allí consta que Nemirovsky el 09.08.2004 telefoneó a GAMA a

las 06:20:22 p.m. (por 29”) y, luego, se comunicó con el teléfono cuya titular era Marcela
Botán (mujer de Hermida Adrogué) a las 06:38 p.m. (por 323”), reiterando la llamada a la

empresa a las 06:43:51 p.m. (por 14”). Al día siguiente -10 de agosto de 2004- a las

04:38:57 p.m. desde el teléfono de Botán se comunicaron con la compañía por espacio

de 40” y, seguidamente, a las 07:03:46 p.m. Nemirovsky devolvió el llamado a ese

teléfono por 337”. Todo ello, a criterio del sentenciante, confirma los dichos de Hermida

Adrogué que situaba estos hechos a mediados del año 2004.

Se afirma que “las particularidades que refiere Hermida Adrogué sobre el


contenido de sus conversaciones mantenidas, primero, con Nemirovsky y, luego,
con Petrone en presencia de éste y Huergo, más la proximidad temporal de su
relato (declaración del 01/08/05), llevan a caracterizar aquellas declaraciones de
Hermida Adrogué, como serias, objetivas, desprovistas de interés espurio y, por
ello, convincentes, dando crédito entonces a toda su versión sobre los sucesos”.
Por el contrario, desechó “la negativa de Nemirovsky sobre la inexistencia de
participación personal en reunión con Hermida Adrogué”, aduciendo que asumir
dicha negativa implicaría obviar “la conversación sobre el agua de la zona a la que
ilustrativamente refiere aquél”.
Del mismo modo, se estima que “también queda desacreditada la versión de Petrone en

orden a que las gestiones por las tierras del campo “El Paraíso” y las sesenta y tres

hectáreas -Santa Leocadia- (a través de Garrido-Ricci) se hubieran producido después

del trece de abril de dos mil cinco (13/04/2005), fecha de escrituración de La Arbolada,

en claro intento por negar la antigüedad de las mismas y, de suyo, el conocimiento -de

antaño- sobre la titularidad del dominio a nombre de Susana Munist respecto del

inmueble Santa Leocadia”.

Conforme a lo expuesto, se señala que Huergo fue mendaz al afirmar “con


Hermida nunca se habló de Santa Leocadia. Que por el predio Santa Leocadia
jamás se habló con Hermida Adrogue, con seguridad le puedo decir que ningún
otro empleado, que ni Petrone ni ninguna otra persona que dependa de mí hablo
con Hermida Adrogué de Santa Leocadia”.
En similar sentido, el tribunal pondera que destruye la versión de Petrone la
comprobación de nuevas llamadas telefónicas efectuadas por Nemirovsky a
Marcela Botán el 04.02.05 a las 10:34 a.m., 03:15 p.m., 08:45 p.m. y 09:16 p.m.
por espacio de 137”, 34”, 7” y 6” respectivamente, a la vez que telefoneó a dicha
línea al día siguiente -05.02.05- a las 10:07 a.m. por 3`56”. Corrobora el contacto
entre personal de la empresa y Hermida Adrogué, su testimonio producido el
02.03.06 (en el que ratificó su declaración del 01.08.05) en donde relató que “a
principios del año dos mil cinco (febrero o marzo), pasó por el campo
Marcelino Bustos quien dijo ser empleado de la empresa Gama manifestándole
que la empresa estaba interesada en adquirir las tierras, informándole que ya
había tenido una reunión con sus jefes y que no estaba interesado en vender,
dejando (Marcelino Bustos) una tarjeta personal (que acompañó a su declaración)
”.
* A todo ello suma “las elocuentes anotaciones en el cuaderno secuestrado en
inmobiliaria propiedad de Horacio Pilades Ricci en el que se da cuenta, ya el
04/01/05, de gestiones de Gama con los inmobiliarios Ricci y Garrido por el campo
en cuestión (de Susana Munist) al consignarse: “Roberto: campo Autopista
¿recibe inmueble? En cba. Capital. 100 % de la compra. En permuta u$S
1.000.000 de contado U$S 600.000. Ambos casos libres de gastos. Garrido
notificado Gama S.A. enterado. Lo tratan el jueves 6”. A su vez, consignó en el
aludido cuaderno que el 26.01.05 “Fernando Garrido propone compra x campo
Tegano –ocuparse-”; el 18.02.05 se registra “con Garrido tenemos comp. Paga
u$s 420.000 ya están comunicados”; el 24.02.05 “Fernando Garrido x campo
Tegano. Reunión hoy con Rosales 19:00 hs. Gama abona 10 cuotas de u$s
30.000 mensuales iguales y consecutivas que se firma escritura contra
cancelación de pagos, firmamos Marzo Abril 2005 entrega posesión Dic. 2005 a
Marzo 2006”; el 21.03.05 “Garrido solicita info sobre propuesta: u$s 150.000
anticipo más cuotas de U$S 20 o U$S 300 mil mensuales, posesión a convenir”; el
30.03.05 “Fernando Garrido: Reunión hoy 19 hs. c/Tegano19,30 hs. c/ Sr.
Petrone. Valor del campo U$S 2 x m2 U$S 1200000, estaría cerrado en 940.000
anticipo U$S 150.000 (cuando Tegano presente poder y previa verificación de
matrícula) Luego 10 ctas de U$S 30.000 y la diferencia hasta llegar a los 940.000
en inmuebles a elección en ciudad de Cba”.
Se trae a consideración que Horacio Pilades Ricci expresó que “no tenía a quién
ofrecerle” el campo. Explicó que “pensó en Petrone, que podría interesarle. Lo
ofrece sólo con un plano y sin documentación que acredite la titularidad; dice que
le manifestó “no tengo título, no tengo impuesto”. Agregó que a Petrone “no le
muestra el inmueble porque “ya lo conocía” según se lo manifestó él mismo. Al
respecto, el sentenciante se cuestiona “¿cómo sabía Petrone del estado de
posesión del mismo?; y respecto de la titularidad del dominio?”, siendo
éstos “elementos ambos indispensables para concretar lícitamente una
compra inmobiliaria de envergadura!!”.
* En este tramo de los acontecimientos, el tribunal vuelve a considerar el
testimonio de Hermida Adrogué quien relató que “entre los meses de abril y mayo
de dos mil cinco un empleado del campo le informa que en Santa Leocadia había
personas cerca del molino preguntando por él y, al llegar al lugar estaban dos o
tres personas en el molino de Santa Leocadia interesados en comprobar si había
agua. Al preguntarles quiénes eran, le manifestaron que eran empleados de Gama
S.A., por lo que les dijo que se fueran, retirándose”.
* Para el sentenciante, lo hasta aquí expuesto lleva a tener por acreditado
“el interés de Jorge Petrone en adquirir tierras en la zona del inmueble de
propiedad de Susana Munist Santa Leocadia-, bien sea éste u otros, que se
realizaron gestiones para ello por el Paraíso e indagaciones por Santa
Leocadia a mediados del año dos mil cuatro (más precisamente a partir de
agosto”.
II.2.B. Motivación para la adquisición del inmueble denominado “Santa

Leocadia”: facilitaría la obtención de agua en otros emprendimientos inmobiliarios

del imputado Petrone proyectados en la zona (fs. 8624/8625):

* Para el sentenciante, la preocupación y las averiguaciones hechas sobre la


existencia de agua en la zona donde concretarían emprendimientos inmobiliarios -
y en particular en el propio campo de la damnificada- quedaron evidenciadas “con
el interrogatorio que, al respecto, en las oficinas de Gama S.A., fue sometido
instantes antes de la reunión con Petrone- César Hermida Adrogué por el
Ingeniero Nemirovsky, a lo que suma el ingreso subrepticio para verificar el pozo
de agua existente en Santa Leocadia (a unos 200 metros del ingreso al predio)
que en abril o mayo de dos mil cinco efectúan dos o tres personas que se
identifican como empleados de Gama SA”.
* El tribunal sostiene que el interés por la existencia de agua surgía de la

necesidad de proveerla a los eventuales adquirentes de los lotes a comercializar en su

emprendimiento inmobiliario, dado que era de común conocimiento de los habitantes de

la zona las serias dificultades para su obtención.

Al respecto, refiere que son ilustrativos los testimonios que brindan en el debate Hermida

Adrogué al decir que “el problema que existe es la escasez del agua en general… desde

la ruta C45 hacia el oeste va disminuyendo el caudal de agua. Hay zonas de sierras del

campo mío que no tengo agua… para el lado de La Arbolada, cada vez más escasa”. Del

mismo modo, reseña los dichos de Juan Enrique Ruiz Orrico –hijo de la víctima- quien

expuso que “Santa Leocadia tenía un molino que no es común en la zona y los

problemas de agua de la zona son recurrentes, no es fácil encontrar agua, muchas veces

se hacen perforaciones y muchas veces no se obtiene el caudal de agua suficiente”.

* En similar sentido, trae a colación el testimonio de Parmenio Ferrer Frontera,

propietario de la Estancia Causana ubicada sobre la ruta colectora a la altura del

kilómetro 20, jurisdicción de Malagueño, quien expresó que “de hecho es una zona

complicada con el agua… yo en 240 hectáreas que tengo (llamado Causana) llevo el
agua para mi casa tres mil quinientos metros, en ese pozo tengo en veinte metros de

profundidad, cien mil litros de agua y traté de hacer más perforación, dos perforaciones

en la zona de mi casa; me fui a doscientos sesenta metros y no saqué ni una gota de

agua y hace dos meses a ciento cuarenta metros y nada, no hay agua; hay varias

canteras inundadas, de hecho una cantera inundada en Malagueño, por ejemplo en

Yocsina hay una cantera con agua pero uno se corre cien metros y ya no hay una

gota de agua Estancia Malagueño, Yocsina, una zona complicada. Por experiencia

sé que es una zona complicada. De hecho tengo que pagarla de mi bolsillo.

Lamentablemente no hay agua”.

Añadió que “conozco varios emprendimientos inmobiliarios de urbanización de

barrios privados sobre la zona, el country llamado Causana, parte del terreno que era la

Estancia Causana, que se vendió hace varios años; luego otro emprendimiento que se

está haciendo es Las Cañitas. Estos dos se abastecen de la misma napa donde saco

agua yo. No conozco cómo se nutre de agua La Arbolada, no sé si podría proveerse de

esa napa de la que les he hablado. Habría que ver las imágenes satelitales un poco,

porque este es un cauce que va pasando por el Paraíso, por el campo nuestro,

provee a Valle Golf, pegado a Causana, pero, por ejemplo en el country Estación del

Carmen, el comentario es que hicieron varias perforaciones y no encontraron nada,

entonces tuvieron que traer del country de Causana”.

Precisó que “soy productor agropecuario, no tengo conocimientos de geología, pero el

estado de necesidad me hace conocer. Nosotros tenemos una especie de barrio familiar

con mis sobrinos, agarramos 40 hectáreas de las 240 que tenemos y les regalamos una

hectárea a cada uno para que hagan su vivienda ahí. Dado esto pasamos de tener la

necesidad de un simple pozo a la necesidad de tener caudal de agua para abastecer a

40 propietarios que serían en definitiva hijos y nietos. Por eso hicimos una perforación

donde no solo suponíamos por referencia de mi padre que había caudal, sino que un

geólogo nos hizo la perforación y conseguimos una cantidad de agua. Tener que

trasladar 3500 metros con casi 80 metros de desnivel, nos genera serios problemas de
rotura de cañerías. Por eso probamos hacer perforaciones más cerca de las viviendas”.

Explicó que “a Estancia del Carmen no le llega el caudal; está a 100 metros de

piedra, de donde está ese cauce. Los campos que atraviesa, el caudal (del cauce) visto

por satélite, exactamente no sé; sé que al Paraíso lo atraviesa; Valle del Golf, están

divididos por la ruta a Falda del Carmen, que está camino de por medio al Paraíso y eso

debe ir a parar al cauce de La Cañada. En la zona sigue por el campo de la señora

Vargas de Renella, parte de Estancia Causana, parte del campo nuestro que vendimos

hace 20 años, 15 años. Hacia la zona de Estancia El Paraíso no sé por dónde sigue la

hondonada; entra todo por Paraíso, cruza a Valle del Golf, a Renella que está ahí pegada

y Las Cañitas, pasa por el borde de Las Cañitas”.

* Por su parte, la Cámara reseña los dichos de Ramón Isaía Oviedo quien expresó que a

raíz de una propuesta hecha por un Ingeniero de GAMA SA a su abogado Marcelo

Mundet, le vendió a la empresa sus derechos posesorios de dos terrenos que tenía

desde hacía más de cuarenta años por $10.000 en efectivo; estos predios conformaban

una superficie aproximada de 50 mts. por 70 mts.

El declarante agregó que “querían comprar más y yo dije que no. Cuando compraron

los de Gama le dijeron al declarante que la finalidad que tenía la compra de esos

terrenos era hacer un pozo de agua para llevar agua al emprendimiento La

Arbolada-, lo que después de la compra realizaron e incluso llevaron las cañerías

desde dicho pozo de agua hasta La Arbolada. Que cuando firmó el papel para la venta

de los derechos posesorios en la oficina del Dr. Mundet, uno de los que estaba era el

ingeniero de Gama y le parece que también estaba el dueño de Gama porque así se

presentó”.

Al respecto, precisa que “la adquisición por parte de Gama S.A. de la


posesión de los dos lotes de terrenos a Oviedo se efectiviza el 13/12/2005
mediante Escritura Nº 421 labrada por el Escribano Luis María Lascano
Allende (Reg. 665) (ver fs. 2968/71)”.
* También se recuerda que, sobre la cuestión del agua, Horacio Pilades Ricci refirió que

“el predio se ofrece a Petrone por medio de Garrido, lo quería porque hay agua. Al tema

del agua lo conozco por el doctor Rojo, que también era uno de los dueños. El Dr. Rojo

me lleva al lote para vender el emprendimiento La Arbolada, yo le consulto sobre los

servicios y me dice lo que nos va a faltar es agua cuando esté el country funcionando un

cien por cien”.

II.2.C. Obtención de la documentación relativa al inmueble “Santa Leocadia” (fs.

8625 vta./8626 vta.).

* Sobre este extremo, la Cámara aprecia que en los días previos a las
primeras comunicaciones telefónicas entre Nemirovsky y Hermida Adrogué
–agosto de 2004- y a la reunión en la sede de GAMA SA, “los intervinientes en
los hechos que concluyen con las maniobras delictivas, allegados a
personas vinculadas a Petrone, obtienen documentación atinente al campo de
quien, a la postre, se convertiría en la víctima, Susana Munist Vda. de Ruiz
Orrico”.
El sentenciante enuncia dos instrumentos concretos:
* La copia del asiento de dominio 11490 Folio 17501, Tomo 71, Año 1973
solicitado el 31.08.04 y emitido el 01.09.04 en la Delegación de Villa Carlos Paz
del Registro General de la Provincia (según informe del RGP del 09.10.2007, fs.
801 vta.), el cual “es utilizado (en fotocopia) a la hora de elaborarse la primera
escritura de transmisión del dominio de modo falso, la Escritura nº 93 que autoriza
el Escribano de Zárate, Alfredo Miguel Enz e idéntica fotocopia es secuestrada en
el domicilio de la Escribanía de Sarita Díaz Cornejo (Acta de Allanamiento del
24/04/2006 fs.349/350 y 351/445)”.
* La liquidación de deuda del impuesto inmobiliario de los dos inmuebles objeto

de la causa emitida el 25.10.04 por la Dirección General de Rentas secuestrada de la

escribanía Díaz Cornejo (v. acta de allanamiento, fs. 349/350 y 403).


Para el juzgador “ambos elementos determinan un primer interrogante por lucir
inexplicable el antiguo informe de deuda en poder de quien, con posterioridad -el
26/04/2005- gestiona el certificado notarial para venta del lote A y B del registro
del asiento de dominio 11490, Folio 17501, Año 1973, advirtiéndose mediante
simple cotejo que la copia del asiento de dominio (que también se le secuestra),
se trata de la misma copia del asiento de dominio que se glosa a la falsa
Escritura nº 93 de fecha (también falsa, 16/05/2005) del Protocolo del
Escribano Alfredo Miguel Enz con una única diferencia que aquella no
contiene: una certificación efectuada sobre la misma por el Escribano Alfredo
Miguel Enz”.
* Otro dato de interés relevante resulta la presencia de Jorge Petrone en el

domicilio del escribano Enz al tiempo en que se obtienen estos instrumentos.

El tribunal estima que “las fechas en que se obtienen estos documentos que se

utilizan en el “iter criminis” dan cuenta desde cuándo los intervinientes en la

maniobra delictiva se hicieron de los mismos para concretar –luego- sus

propósitos”. En ese marco, le resulta muy significativo que el 10.02.05 –esto es, cinco

días después de que Nemirovsky reiterara las gestiones telefónicas con Hermida

Adrogué-, el teléfono personal de Petrone “es ubicado realizando llamadas en ZÁRATE

Provincia de Buenos Aires, siendo detectada la presencia de dicho teléfono celular en el

lugar, a las 10:38 hs. (por la misma celda que corresponde al domicilio del Escribano Enz

(Ituzaingó 999)”.

Al respecto, pondera que Petrone ese día -10.02.05- viajó en hora temprana vía

aérea a la ciudad de Buenos Aires “y desde allí se dirigió directamente a la ciudad de

Zárate”. Ello lo verifica claramente con la prueba incorporada que “da cuenta que a las

07,23 hs. a.m. se encontraba próximo al Aeropuerto Tarabella de Córdoba, y ya a las

08,54 hs. a.m., en Capital Federal, próximo al Aeroparque Metropolitano; y reitero, ya a

las 10,38 hs. a.m., se registra su presencia en Zárate (ver en todo, el detalle de las

ubicaciones de las celdas que registran las comunicaciones de su teléfono celular de uso
personal nº 3516812891, obrante a fs. 260)”.

Destaca que la celda de Ituzaingó nº 999 corresponde al domicilio de Enz, porque “en la

misma también se detecta la existencia de llamadas desde los teléfonos de Lapacó

y Hugetti el día consignado en la primera Escritura falsa que elabora el Escribano

Enz, la nº 93 (ver fs. 513, celdas de comunicaciones telefónicas)”. Precisa que ese día -

10.02.05- “los llamados desde el teléfono celular de Petrone lo ubican en la zona de la

Escribanía de Enz hasta las 13:52 hs., siendo la única oportunidad en que se

detectan, en ese lugar, los llamados, entre el 01/08/04 y el 31/08/05”.

El tribunal refiere que posteriormente sólo se producen nuevas llamadas desde el

teléfono celular de Petrone en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires entre el 8 y 10 de

abril de 2005 (ps. 303/5), y también el 22 del mismo mes y año (ps. 317/8) según las

celdas pertinentes, a la vez que puntualiza que este último viaje lo realizó vía aérea “

–dos días antes del viaje del Escribano Enz a Córdoba a pedir el certificado notarial

para la primera Escritura falsa-”, registrándose llamadas del celular de Petrone en la

Ciudad Autónoma sólo entre las 12 y las 16 hs. (ps. 317/8).

II.2.D. Confección de escrituras públicas apócrifas.

II.2.D.a. Escritura pública nº 93 y su inscripción en el Registro General


de la Provincia (fs. 8626/8632).
* Conexiones existentes entre los escribanos Alfredo Miguel Enz, Sarita y Álvaro

Díaz Cornejo y Jorge Petrone.

En primer lugar, el tribunal trae a consideración el relato del escribano Alfredo

Miguel Enz en cuanto señaló que viajó a Córdoba y una vez allí, se contactó con una

escribana Cornejo a quien ubicó por la guía telefónica, no la conocía pero podía ser

pariente suya en tanto su abuela salteña de apellido Castellano tenía familiares Cornejo;

al comunicarse con ella, quedaron de acuerdo en que le avisaría cuando estuvieran listos

los certificados para escriturar.

El sentenciante contradice tales argumentos y aquellos por los que sostiene las
razones de su estadía en Córdoba con las siguientes circunstancias:
- Conforme surge del informe del Hotel Interplaza –categoría 5 estrellas-, Enz y su

esposa Expósito se alojaron en dicho hospedaje desde el día domingo 24.04.05 a las

21:32 hs. hasta el lunes 25.04.05 a las 19:31 hs.. En el citado documento se precisa que

no existió “comunicación alguna desde el hotel a los teléfonos de la Escribanía Díaz

Cornejo”, lo que desacredita los dichos de Enz en procura de justificar el modo en que

inició su relación con la citada notaria.

- Los propietarios del Hotel Interplaza eran los mismos que los del “Banco Julio”, al cual

el imputado Jorge Petrone estaba íntimamente ligado por ser uno de sus principales

clientes desde la fundación de la entidad bancaria.

Además, precisamente, en la sede de ese banco se llevó a cabo la también falsa

escritura pública nº 63 del 20.07.05, lo que no luce justificado si se tiene en miras que la

suma que se dijo haber pagado, no se encontraba en dicha institución crediticia (a

nombre de Petrone ni de su empresa GAMA SA), ni tampoco fue dejada allí en cuenta

corriente, caja de ahorro o de seguridad- por el falaz vendedor (Oxandaburu), quien

adujo que haberla trasladado al Banco Francés.

- Se aprecia francamente increíble e infantil –conforme al normal acontecer de las cosas-

las razones aducidas para generar el contacto con Díaz Cornejo.

- La escribana Sarita Díaz Cornejo –titular del RN 234- contradijo a Enz al exponer que

éste “le dijo que había solicitado en el Colegio de Escribanos el nombre de alguna

escribana que le pudiera hacer la gestión que él necesitaba”.

- La prueba incorporada al debate a instancia de los fiscales, ha verificado


que el imputado Jorge Petrone estaba vinculado con el Club Talleres de esta
ciudad de Córdoba a través de contratos que celebró con la gestión de la entidad
deportiva en la cual intervinieron: su propio contador Carlos Héctor Dossetti –a la
vez Presidente de Talleres- y el Escribano Álvaro Rafael Díaz Cornejo, negocios
jurídicos que luego fueron anulados por el Sr. Juez de la Quiebra del Club, según
dan cuenta las constancias de los cuerpos remitidos a la sede del tribunal “ad
effectum videndi” (ver en especial fs. 7159, Sentencias nº 128 y 310 de fs. 7169 y
ss. y 7311 y ss., respectivamente, y listado de fs. 7324 vta./7325 de los miembros
titulares de las tres últimas Comisiones Directivas del Club, en el cual se incluyen
los nombrados en los apartados “2” –Dossetti- y “21” –Díaz Cornejo”, obrante en la
Sentencia Nº 311 de fs. 7322 y ss., todo, del cuerpo 34 de los autos: “CLUB
ATLÉTICO TALLERES – GRAN CONCURSO PREVENTIVO – HOY QUIEBRA”).
- Álvaro Díaz Cornejo no es otro que el hermano de Sarita Díaz Cornejo a cuya

Escribanía “en apariencia de modo inexplicable” acudiera el coimputado Enz, a quien la

nombrada “atendió” a pesar de saber que no era verdad el argumento que justificaba la

selección de su escribanía (vinculado al consejo recibido en la sede del “Colegio de

Escribanos” de esta capital).

- Álvaro Díaz Cornejo era quien habitualmente reemplazaba a su hermana cuando ésta

pedía licencia, lo que como se vio aconteció en el caso de autos, por un viaje al exterior

que la nombrada había programado con mucha antelación, lo cual era conocido por el

reemplazante, siendo precisamente en tales circunstancias que el nombrado realizó la

inscripción de la falsa escritura labrada por Enz.

- El alojamiento en un hotel de elevado costo (conforme a su característica de 5

estrellas) para la estrechez económica extrema que padecía el acusado por ese

entonces (sobre la que ilustrativamente expuso su hijo) y la, a todas luces, injustificada

presencia en la ciudad de Córdoba del notario Enz (como reconoció en el debate Sarita

Díaz Cornejo) para sólo encargar personalmente a un colega el requerimiento de

certificado notarial para la escritura que se aprestaba a elaborar.

La eventual confección de la escritura de transmisión del dominio en esta ciudad

como se desprende de las palabras que puso en boca de Enz la Escribana Sarita Díaz

Cornejo (que adujo en el debate no recordarlo) cuando le dijo: “he venido con la gente,

están todos de acuerdo, yo voy a hacer la escritura ¿Ud me puede hacer los trámites de

inscripción?”.

- Los sujetos que dirigían y promovían la maniobra delictiva, determinaron el viaje

del escribano de Zárate, alojamiento y direccionamiento a la escribanía Díaz Cornejo,


previamente escogida para realizar las acciones iniciales de la mutación ilícita de la

titularidad del dominio del campo de Susana Munist. En ese sentido, el alojamiento en

dicho hotel y el direccionamiento hacia tal Escribanía no resultaron casuales.

De esta manera, para la Cámara, lo que aparecía como inexplicable (alojamiento en un

hotel fuera de su alcance económico y llegada a una Escribanía merced a un inexistente

consejo, todo de parte del imputado Enz), como la selección de un Banco donde ni el

comprador tenía allí guardado el dinero, ni allí lo iba aguardar el vendedor, se explican

porque todas esas personas y lugares se encuentran vinculados a Petrone.

* Reuniones, llamados telefónicos y mensajes entre el imputado Alfredo Miguel

Enz y la escribana Sarita Díaz Cornejo que dan cuenta de la irregular intervención del

primero en la maniobra pergeñada por Petrone.

Sobre estos extremos fácticos, el juzgador ponderó lo siguiente:

- El lunes 25.04.05 -día en que Enz contacta a Sarita Díaz Cornejo-, la notaria

solicita deuda de los inmuebles de causa a la Dirección General de Rentas (ver fs.

349/50 y 351/445), constancia de CUIT/CUIL de Susana Munist de Ruiz Orrico y

constancia de AFIP de la situación tributaria de Susana Munist de Ruiz Orrico,

constancia que fue emitida a las 10:17:42 de ese día. Llama poderosamente la atención

del sentenciante que en tan escaso lapso desde la apertura de la Escribanía,

concurrencia al Colegio de Escribanos para averiguar sobre su titular (si fuera cierto) y la

supuesta conversación que preludia un acuerdo para la gestión a encomendar, la

Escribana Sarita Díaz Cornejo ya solicitara un documento como es la constancia de AFIP

de la situación tributaria de la posible vendedora (extraída a las 10:17:42 hs. de ese día)

que no es de práctica en las escrituras que elabora el mencionado notario pero sí de la

habitual gestión de aquélla. Lo que es más extraño para el tribunal es que esa constancia

era absolutamente innecesaria para la actividad para la que se la requería (obtención de

certificado notarial e inscripción de escritura de venta autorizada por otro notario).

Además destaca que en la constancia de CUIL, la nombrada Susana Munist figura con

Libreta Cívica nº 4.820.763, lo que luego incidirá en los datos consignados en la escritura
pública nº 93.

- El 26.04.05, Sarita Díaz Cornejo solicitó con carácter súper urgente y obtuvo al día

siguiente –27.04.05- el certificado notarial nº 25535/2005 para venta del lote A y B

asentado al asiento de Dominio 11490, Folio 17501, Tomo 71, Año 1973. En el pertinente

Formulario E de solicitud de certificado notarial, se consignó –como si fuera a formalizar

la escritura- el nombre de Sarita Díaz Cornejo, lo que luego fue testado insertándose en

su lugar el nombre de Alfredo Enz.

Ese mismo día a las 11:07 se registró la primera comunicación telefónica del escribano

Enz desde Zárate a Sarita Díaz Cornejo, respondiendo ésta con cuatro comunicaciones

en horas de la tarde (ver cruzamiento de llamadas).

- El 28.04.05 la empleada de la escribanía de Sarita Díaz Cornejo anotó en un cuaderno

de novedades la leyenda “ya le pase por fax el certificado al escribano Enz”.

Coincidentemente, la sábana telefónica registra dos comunicaciones desde esta

escribanía a Enz.

* Confección apócrifa de la escritura pública nº 93 y su inscripción en el Registro General

de la Provincia.

Para dar cuenta de este tramo de los hechos, el tribunal valoró que:

- El titular del Registro Nº 1 de la localidad de Zarate Provincia de Buenos Aires,

el escribano Alfredo Miguel Enz, autorizó la escritura nº 93 a la que le insertó, falsamente,

la fecha 16.05.05, haciendo constar que era otorgado el acto jurídico en la mencionada

localidad de asiento de su registro notarial, a la vez que consignó también falsamente por

no haber concurrido al acto- la intervención de Susana Clotilde Munist de Ruiz Orrico en

calidad de vendedora y del señor Agustín Abraham Lapacó como comprador de la

propiedad del inmueble inscripto en el Dominio 11490, Folio 17501, Año 1973.

- La falsedad del contenido de esta Escritura Pública se comprueba con las

declaraciones de la titular registral Susana Clotilde Munist de Ruiz Orrico quien manifestó

de manera contundente en toda oportunidad, su (por entonces) voluntad contraria a

vender el inmueble y, al exhibírsele la escritura en cuestión, refirió que “no reconoce


como propia ninguna firma. Una de ellas es parecida pero es distinta en cuanto a su

trazo. La “s” está muy redondeada, el punto que sigue al trazo, nunca lo hace, la última

letra la “a”, esta inclinada hacia abajo, y también la orientación de la “d”, hacia arriba, la

deponente la hace más redondeada, no como un palito. Manifiesta que a su parecer la

firma está como dibujada, como si hubieran practicado su firma. Que advierte varios

errores en la Escritura, entre ellos su estado civil de casada, encontrándose viuda

desde hace once años (anteriores al 2005); se consigna que tenía libreta cívica y

hace cuatro años que tiene DNI y, la numeración de su domicilio, ya que se inserta el

número 3924, siendo el correcto 3914”.

Estos errores de relevancia consignados en dicho instrumento público,

constituyen elementos que toma el sentenciante para colegir que, efectivamente, “la

damnificada no se encontraba presente en el momento de la celebración del mencionado

acto jurídico”.

Sumado a ello, el dictamen pericial caligráfico (ver fs. 459/463) realizado por la
perito oficial Laura Pellegrino y con la intervención del perito de control Cr. Alberto
Raúl Baudino corrobora la falta de consentimiento y la ausencia de la damnificada
en el acto jurídico motivo de análisis, al concluir que “la primera firma inserta en el
extremo inferior izquierdo de la Escritura Pública Nº 93 de fecha 16/05/05… NO
HA SIDO REALIZADA POR EL PUÑO ESCRITOR DE LA Sra. SUSANA MUNIST
DE RUIZ ORRICO, en base a los elementos indubitados disponibles para el cotejo
…”, adhiriendo a dicho dictamen el perito de control Cr. Baudino. Del mismo
modo, el estudio pericial caligráfico (de autoría de Beatriz Pellegrino y Marcelo
Fabián de Caboteau -calígrafos públicos nacionales-, fs. 3529/3548) realizado a
pedido de una de las partes y de manera privada, llega a la misma conclusión que
la pericia oficial.
* La llamativa intervención de un escribano público de las condiciones de Alfredo
Miguel Enz.
La Cámara pondera que para la maniobra se convocó al Escribano Alfredo Miguel

Enz –titular del registro Nº 1 de la localidad de Zárate, provincia de Buenos Aires-, el cual

pertenece a una jurisdicción territorial a la que no se encontraba sometido ni el inmueble,

ni los domicilios de ninguno de los “aparentes” celebrantes del acto, toda vez que estos

últimos tienen residencia en Capital Federal. Considera que es más extraño aún que “si

bien las partes pueden recurrir para efectuar el acto a cualquier Escribano del territorio

nacional, el sentido común indica, que para una operación de tamaña envergadura, se

debería recurrir a un escribano de confianza de alguna de las partes; y si agregamos que

al encontrarse el inmueble motivo del acto jurídico en la Provincia de Córdoba, dicho

negocio jurídico debe ser inscripto en dicho Registro Público Provincial, lo que iba a

acarrear la búsqueda de un notario con registro en Córdoba a fin de tramitar el acto de

inscripción, agregando un plus económico innecesario a la operatoria comercial”.

Otros elementos evidencian la irregular intervención de Enz. Entre ellos, se señala


la tenencia de la copia del asiento de dominio expedida el 01.09.2004 y la copia
del informe de deuda de la DGR del 25.10.04 en poder de la escribana Sarita Díaz
Cornejo, y también la obtención, al menos extraña y precipitada, de
documentación innecesaria para la gestión de la fedataria (constancia de Afip).
Todo ello lleva a sostener al tribunal la posibilidad de que esta copia del asiento de
dominio le fue proporcionada en la mencionada escribanía al acusado para
realizar la escritura Nº 93, y luego la certificó, contrariamente a lo que la notaria
ab initio aduce no recordaba y que luego afirma tajantemente que fue Enz quien le
proporcionó ambos documentos aquí considerados.
Precisa que en este asiento de dominio figura como documento de Susana Munist
la libreta cívica, lo que se reitera en la constancia de cuil secuestrada también a
Díaz Cornejo. Dicha documentación ocasionó el error del escribano Enz al
consignar en la escritura “ese tipo de documento de la titular de dominio del
inmueble en lugar del Documento Nacional de Identidad, que por entonces ésta
tenía y utilizaba y éste fue presentado en original al Tribunal en el sobreseimiento,
cuya copia obra a fs. 7931 la que difiere notablemente de la copia que acompaña
Petrone al ejercer su defensa aduciendo que se lo dio Enz”. Estima que ello es
ilógico e increíble pues si Enz hubiera tenido el DNI que aportó Petrone como
documentación respaldatoria del acto, no hubiese colocado LC en la escritura
falsa.
* Enz conocía que insertaba datos falsos en la escritura nº 93 según el boleto de

compraventa entre Agustín Abraham Lapacó y Darío Gustavo Prandi y otros documentos

secuestrados de la Escribanía Díaz Cornejo.

En la fotocopia del boleto de compraventa que acompaña el 13.10.09 el acusado

Jorge Petrone en la misma oportunidad de ejercer su defensa (fs. 3413/24, 2701/2), se

consigna que dicho acto se celebró el 16.05.2005 –es decir, la misma fecha de la falsa

escritura Nº 93- y en él figuraban Agustín Abraham Lapacó como vendedor y Darío

Gustavo Prandi como comprador, describiéndose el bien inmueble objeto de esa

transacción de forma coincidente con el que contenía el asiento de dominio 11490, Folio

17501, Año 1973, precisando únicamente para el Lote “B”: la Nomenclatura Catastral:

Hoja Catastral: 1130, Parcela: 2320, Número de cuenta: 310102647318, Valuación Fiscal

$ 3051, y para el Lote A: la hoja catastral: 1130, parcela 2221, número de cuenta

310109361606, valuación Fiscal: $ 2246. Por último, allí se consignó como precio de

venta la suma de $ 120.000.

A pesar de la fecha consignada en el citado contrato, el juzgador advierte que obra al pie

del mismo un sello que reza “La firma que antecede se formaliza en un folio de Actuación

Notarial Nº CAA02807052 Zárate 17 de Mayo de 2005”. En documento anexo obra una

fotocopia del folio de actuación notarial mencionado donde se hace constar la

certificación de firmas que -dice Enz- fueron puestas en su presencia por los contratantes

el 16.05.05. Al respecto, advierte que la intervención del fedatario resulta un accionar

absolutamente extraño al normal acontecer de las cosas que imponen certificación

inmediata y no posterior.
Destaca que entre las constancias del cuaderno de la escribanía de Sarita Díaz
Cornejo se asienta que el 16.05.2005 –fecha asentada en la escritura pública nº
93 y en el boleto de compraventa entre Lapazo y Prandi cuyas firmas certifica
Enz- el imputado envía una minuta de la escritura -como borrador al decir de la
empleada de la escribanía Verónica Acuña- para que la revisaran. A su vez, en la
anotación del día 17 de mayo de 2005 se detalla que: “De la escribanía Enz
llamaron para saber el monto total de la inscripción de la escritura más los
impuestos de DGR que quieren que los paguemos nosotros. Le confirmamos que
el depósito se vence el 23/05 (fecha de escritura 02/05) y que esa parte eran
$360, que hicieran el depósito en al C.A. del Nación San Vicente. Le mandamos
un mail contándole todo”.
Finalmente, a la enunciación de las pruebas precedente, añade la copia de
fax emitido el 17.05.05 a las 12.10 a.m. (secuestrada de la escribanía Díaz
Cornejo) que contiene un borrador de la Escritura de compraventa de Munist de
Ruiz Orrico a favor de Lapacó, que refiere los dos datos que menciona el
cuaderno, esto es, fecha dos de mayo del año dos mil cinco y escritura a lápiz “
vence depósito: 23/05”
En función de lo expuesto, sostiene que el 16.05.05 la escritura Nº 93 no estaba

definitivamente confeccionada y suscripta por las partes que menciona -Susana Munist

de Ruiz Orrico y Agustín Abraham Lapacó- pese a la sugestiva presencia de este último y

del Dr. Hugetti en Zárate ese día, en tanto uno se comunicó telefónicamente a las 17:12

hs. y permaneció en el lugar hasta las 19:37 hs. y el otro, llamó al Dr. Jorge Daniel Castro

a las 18:51 hs. y a las 19 hs., conforme registran las antenas de comunicaciones

telefónicas. Ello, por cuanto “las referencias hechas el 17 de mayo en el cuaderno y en el

fax del borrador de la escritura, a la fecha de vencimiento del depósito 23/05 en función

de una fecha de escritura “dos de mayo” objeto de diálogo telefónico con la Escribanía

Enz (que registra la sábana telefónica a las 10 hs. por espacio de 4 minutos 25

segundos), pone de manifiesto que hasta ese diálogo con las empleadas de la
Escribanía, no se había materializado la Escritura en cuestión por mantenerse la

referencia a fecha de vencimiento del depósito en función del dos de mayo que

consigna el borrador, lo que determina sostener la falsedad de la fecha 16 de mayo

en la Escritura Nº 93”.

Del mismo modo, el tribunal considera que el conocimiento cierto del escribano Alfredo

Miguel Enz de la falsedad de su obrar se prueba con los gruesos errores que contiene la

Escritura Nº 93 sobre los datos personales de Munist a lo que suma las circunstancias

expuestas vinculadas con que “el 16 de mayo no se suscribió la escritura entre quien se

hizo pasar por Munist y Lapacó, lo que relacionado con la fecha del boleto de

compraventa del mismo 16 de mayo de Lapacó en favor de Prandi, certificado un día

después (también 17 de mayo) constituyen prueba suficiente para sostener que no

habiéndose operado la falsa transmisión de dominio de Munist a Lapacó, éste no podía el

dieciséis de mayo transferir por boleto a favor de Prandi”.

Y sorprendentemente la fecha dos de mayo consignada en el borrador de la


Escritura de Enz coincide –como ya he anticipado- con la presencia de Petrone en
la Ciudad Autónoma de Bs. As., la que se prolongó hasta el día cuatro del mismo
mes y año (fs. 322/4 de celdas de comunicaciones).
* Abraham Lapacó intervino en la maniobra luego de haber sido convocado por Enz.

El tribunal expone que “el otrora imputado Abraham Lapacó expresamente

endilga a Enz haberlo convocado para la acción que se le reprocha, al decir en su

declaración que en el año 2005, entre fines de abril y principio de mayo, fue contactado

telefónicamente por el escribano Enz, al que conocía por haber efectuado algún negocio

con él, oportunidad ésta en la que le ofreció un negocio que según dijo “le redituaría”,

explicándole luego, personalmente en su escribanía, que iba a hacer una escritura en

la que iba a salir como comprador de un campo ubicado en la Pcia. de Córdoba

(ver fs. 7276/7281)”.

* Las llamadas telefónicas de dispositivos de la empresa GAMA y constancias

presentadas a la causa que dan cuenta del seguimiento que se hacía de las condiciones
de vida de la víctima Susana Munist y la situación registral de su inmueble.

Según el tribunal, además de los indicios de cargo graves y concomitantes antes

precisados sobre la intervención de Petrone desde el inicio de la maniobra, se acreditó

que el 24.05.05 se registran las siguientes llamadas telefónicas significativas:

- a las 11:04, 12:02 12:19 y 12:20 hs. desde el teléfono de GAMA SA llamaron al teléfono

de Susana Clotilde Munist Vda. de Ruiz Orrico (1148014207) por espacio de 13”, 12”,

21”, 46”, respectivamente;

- a las 11:07 hs. nuevamente desde el teléfono de GAMA SA telefonearon Rosa

Munist -hermana de Susana- (1147710070) por espacio de 2:56.

Estima que resulta revelador que “durante el tiempo de esas llamadas, Petrone

no solo que no se encontraba fuera de esta ciudad, sino, que precisamente estaba en el

mismo lugar o zona de las oficinas de GAMA SA, conforme lo detectan las celdas de las

comunicaciones que en esos momentos efectuara con el celular de su uso personal (ver

fs. 337 de celdas de comunicaciones)”.

Valora que “estas elocuentes comunicaciones telefónicas realizadas desde GAMA SA, y,

fundamentalmente, dado el momento en que se producen, son demostrativas de que

Jorge Oscar Petrone conocía acabadamente quién era la verdadera dueña de los

inmuebles objeto de causa. A la luz de la mecánica operada cabe presumir seriamente

que esas llamadas se efectuaban para verificar distintas aristas a los fines de asegurar

la ilícita maniobra en proceso (como ser, que la titular estuviera con vida, que se

encontrara efectivamente radicada en lugar distante de esta Ciudad de Córdoba –lo cual

evidentemente le dificultaría toda acción en pos de recuperar prontamente las tierras que

se aprestaban dolosamente a arrebatarle)”.

La Cámara apunta que “dos días después, el 26/05/2005 obra copia simple sin valor

notarial del asiento de Dominio 11490 Folio 17501, Tomo 71, Año 1973 el que cuenta de

la marginación de notarial 25535/2005 solicitado por Sarita Díaz Cornejo (RN234),

constancia ésta que, conforme información del Registro General de la Provincia no

consta en el sistema, por lo que no habría sido expedida en forma regular”. Al respecto,
señala que esta copia fue acompañada a la causa el 02.08.05 por Oscar Abelardo García

(fs. 52/3) y también por Jorge Petrone en oportunidad de prestar declaración como

imputado el 13.10.2009 (fs. 3413/3554), lo que lleva a inferir que “quien solicitó ésta

información al Registro General fue alguien del entorno de Petrone a su requerimiento”.

* Hechos anteriores al pedido de inscripción de la escritura nº 93 que vinculan a Enz con

la simulación ilícita de la siguiente compraventa Oxandaburu-Petrone.

El sentenciante expone que el 26.05.2005 la empleada de la citada


escribanía asienta en el cuaderno de novedades de la escribanía Díaz Cornejo lo
siguiente: “Vinieron de parte del Sr. Hugetti (el que nos trajo las cosas de Enz el
lunes 23/05) a buscar la fotoc del sticker del ingreso de la escritura al Registro,
pero nosotros todavía no lo habíamos preparado, dice que su urgencia es porque
mañana iban a firmar la venta a otra persona al diario y esta gente viajaba al
exterior y no podían esperar. La persona que vino dice ser socio del comprador y
que le iba a hablar a Enz para ver cómo arreglaban esto. Por nuestra parte, con
parte del dinero que nos mandó, nosotros hicimos el depósito pero no alcanza
para la inscripción S.U.. Le mandamos un mail para pasarle el saldo total”.
Asimismo, refiere que el 27.05.05 a las 09:57 hs. Enz llamó por teléfono a la inmobiliaria

de Horacio Pilades Ricci y mantiene comunicación por 7` 57” a las 09:58, desde la

Escribanía Díaz Cornejo telefonearon a Enz por 18” y a las 11:50 hs. este último devolvió

la llamada a la escribanía por espacio de 1` 51”.

Dadas estas constancias, la Cámara se pregunta qué motivo tenía Enz para la
comunicación (por extenso lapso) con quien dice haber “ofrecido” el campo a
Petrone Ricci- cuando ya había participado en la confección de la Escritura Nº 93,
fechada el 16.05.2005, que documenta la falsa venta de Munist de Ruiz Orrico en
favor de Lapacó y había remitido el 23.05.2005 a Sarita Díaz Cornejo el primer
testimonio de la escritura legalizada (el 19.05.05) para su inscripción en el
Registro General de la Provincia de Córdoba.
Tiene en cuenta que el Dr. Hugetti -que mantenía enlace telefónico con Enz desde
el 09.03.05- ya había contactado a Oxandaburu desde el 28.04.05 (registrándose
comunicaciones telefónicas entre ambos en esa fecha, y también el 13.05.05 y
16.05.05). De allí que, evidentemente, el notario conocía los pasos siguientes de
la maniobra delictiva, esto es, la simulación ilícita de la siguiente compraventa
Oxandaburu-Petrone y facilitaba su consecución a través del seguimiento de la
inscripción de su escritura 93, e incidencias posteriores. Ello se corresponde con
el asiento en el cuaderno de novedades efectuado por la empleada de la
escribanía, quien consignó “De parte del Dr. Hugeti o del esc. Enz vinieron el
comprador de la escritura del esc. Enz y el socio (el mismo que vino ayer) y nos
completaron el dinero para una inscripción S.U., quedamos que apenas tengamos
el sticker se lo pasamos por fax a un teléfono que nos dejaron. Tienen arreglada
una venta a las 13 hs.”.
* Inscripción en el Registro General de la Provincia: el tribunal señala que el
27.05.2005, a las 12:51 horas, el escribano Álvaro Díaz Cornejo ingresó el Diario
de Dominio 199044/2005 procurando la inscripción de la Escritura Nº 93 del R.N.
nº 1 –Zárate-, que consignaba la falsa venta del inmueble “Santa Leocadia” entre
Susana Munist y Abraham Lapacó.
II.2.D.b. Celebración de la escritura pública nº 142 en la que consta el
poder otorgado por Agustín Abraham Lapacó a Darío Gustavo Prandi y de la
nº 122 por la que este último vende el inmueble a Diego Gastón Oxandaburu,
y su inscripción en el Registro General de la Provincia (fs. 8632/8638)
* Los sucesos ocurridos en la Escribanía Beatriz Esther Vaca Olmos
resultaron una pantalla y un reaseguro para la maniobra ilícita.
En primer término, el tribunal de juicio pondera que ciertos sucesos que vinculan

la supuesta “venta” a la que hicieron referencia los sujetos que concurrieron a la

Escribanía Díaz Cornejo (comprador de la escritura nº 93 y su socio con quien arreglaría

una nueva venta) con la suscripción del compromiso de venta entre Oxandaburu y GAMA
SA representada por Petrone en la escribanía de Beatriz Esther Vaca Olmos.

En efecto, afirma que el 27.05.05, a las 13 hs., “se reúnen en la Escribanía de


Beatriz Esther Vaca Olmos (RN nº 697) sita en calle Caseros 50, Planta Alta, de
la ciudad de Villa Carlos Paz, Diego Gastón Oxandaburu como presunto
vendedor y Jorge Oscar Petrone en calidad de presunto comprador en nombre
de GAMA S.A., en presencia de la mencionada Escribana, su esposo el abogado
Ángel Belisario Alasino, los supuestos intermediarios Juan Fernando Garrido
(nexo de Petrone), Horacio Pilades Ricci y Roberto Alejandro Tegano, la
contadora de Gama S.A. Susana Beatriz García y Héctor Hugo Huergo encargado
de desarrollo de grandes negocios de Gama S.A.”.
Sobre la cuestión, Horacio Pilades Ricci y el abogado Ángel Alasino declaran que la

escribanía Vaca Olmos fue elegida por Jorge Oscar Petrone. En igual sentido, el

sentenciante reseña que esta notaria expuso que “su marido el abogado Ángel Alasino

había sido contratado por Jorge Petrone para realizar una reserva de compraventa de un

inmueble”, cuya escritura antecedente de esa compraventa era tramitada por la

escribana Sarita Díaz Cornejo, agregando la dicente que le habían encomendado un

estudio de título que no se realizó finalmente.

La Cámara señala que “desde el 01/01/2004 hasta este día 27/05/2005 Vaca

Olmos había mantenido 22 comunicaciones telefónicas con Petrone, Gama y su

dependiente Nemirovsky”, entre las cuales detalla: 1 el 15.11.04, 4 en diciembre 2004,

1 el 17.02.05, 2 en marzo 2005, 4 en abril 2005 -el 13 y 29.04.05- y 10 en mayo de 2005

–los días 20.05.05 (3`41”), 23.05.05 (14”), 24.05.05 (al celular de Petrone por 2`48” y

1`68”) y otras el 26.05.05 (por 4`50”, 2`90”), a la empresa GAMA SA por 1`34” y desde

ésta por 2`03”. En orden a tales circunstancias, estima que la mayor cantidad de

comunicaciones producidas entre el 20 y el 26 de marzo respondía al objetivo de

efectivizar el 27.05.05 “la transferencia del campo de Munist Santa Leocadia-, que

concretaría un pseudo propietario”.


Asimismo, en la ocasión y desde un teléfono de la escribanía Vaca Olmos, a las 13:10:47

hs., se comunicaron con el escribano Alfredo Miguel Enz por escasos 13 segundos. Al

respecto, Vaca Olmos y Alasino niegan conocer esa llamada, que evidentemente existió

conforme el pertinente informe de la compañía telefónica, pero pudo ser efectuada por

cualquiera de las otras personas que se encontraban allí presentes, entre las cuales

estaban los hoy sometidos a este juicio: Petrone y Oxandaburu. De allí que “cualquiera

de ellos pudo haber efectuado esa llamada al otro connivente, el escribano Enz”.

Lo que asevera el tribunal es que “surge evidente entonces que dicha comunicación por

escasísimos segundos debe vincularse con la maniobra ilícita en marcha”.

Siguiendo con el relato de los hechos, el juzgador refiere que “en la ocasión,

firman Diego Gastón Oxandaburu y Jorge Oscar Petrone representando a Gama S.A. un

COMPROMISO DE COMPRAVENTA DE INMUEBLE por el que el primero en “su

carácter de propietario por boleto de compraventa y poseedor público y pacífico y tener la

libre disponibilidad, sin restricciones, limitaciones o afectaciones al dominio sobre los

inmuebles inscriptos en el Registro de la Propiedad a nombre de la antigua titular en el

dominio Nº 11490, Folio 17501, Año 1973 y que conforme a títulos totalizan 63 has.

Ad Corpus se compromete a otorgar Escritura Pública de transferencia de dominio de

los inmuebles a la compradora dentro de los cuarenta y cinco días de la fecha (o sea

antes del 12 de julio de 2005) o cuando “se inscriba en el Registro de la Propiedad el

dominio del inmueble a nombre del Sr. Agustín Abraham Lapacó”, circunstancia esta

última que acaeció al tomar razón -de la falsa transferencia de Munist a Lapacó- el

Registro General de la Provincia el primero de junio de dos mil cinco (01/06/05)”.

Añade que se expresó en el mencionado documento que “le correspondió los inmuebles

relacionados, al vendedor (Oxandaburu) por Boletos de compraventa cuyas copias se

glosan al presente en carácter de instrumentos probatorios”.

En el citado compromiso, se establece que la contraprestación consistiría en la


entrega por parte de GAMA SA de la suma de u$s 450.000 a la firma de la
escritura más diez cuotas mensuales de u$s 30.000 avalados por Jorge Petrone
con pagarés, más la entrega en permuta de un vehículo marca Mercedes Benz
dominio DFJ777, más tres departamentos en el Complejo Arcos del Cerro, un
departamento en el Edificio Nuevo Boulevard sito en Bvard. Illia 571 de la ciudad
de Córdoba, de dos dormitorios y dependencias, y cuatro departamentos a
construir en el edificio Alphasito en Bvard. Illia 222/4 de la ciudad de Córdoba.
En ese contexto, se pregunta el tribunal “qué había hecho Petrone para constatar
la veracidad de lo que consignaba Oxandaburu sobre su carácter de poseedor
público y pacífico??? Nada; y nada porque sabía que era mentira conforme los
antecedentes relacionados “supra”.
Advierte que se convino que la escribana Beatriz Esther Vaca Olmos tendría a su
cargo la realización de la escritura de transferencia de los inmuebles, lo que a
criterio del sentenciante significa que “Petrone, contrariando toda lógica y normal
acontecer de las cosas, designa para suscribir un compromiso de compra y futura
escrituración con un titular de dominio cuyo nombre (según él) desconocía –otro
absurdo increíble-, a la Escribana Vaca Olmos, cuando –por entonces y desde
mucho tiempo antes-, encargaba las Escrituras a su Escribano de confianza Luis
María Lascano Allende (ver 64 Escrituras que le confeccionara éste en el año
2004 y37 Escrituras en 2005 hasta el 20 de julio de ese año) con quien mantenía
diálogo telefónico casi a diario como lo demuestran las sábanas de llamadas
telefónicas que exhiben un número de 925 comunicaciones entre el mes de
junio de 2004 y octubre de 2005”.
Compara los teléfonos de Petrone o de la empresa GAMA SA y los de la

escribana Vaca Olmos registran sólo 22 comunicaciones telefónicas en el lapso que va

del 01.01.2004 al 27.05.2005, las que se iniciaron recién el 15.11.2004. En cambio, en

casi el mismo lapso de tiempo Petrone desde su teléfono o desde los de la firma, ya sea

personalmente o por medio de sus dependientes, produce con Lascano Allende unas 627

comunicaciones telefónicas (372 corresponden al año 2004 y 255 entre el 01.01.2005 y

el 31.05.2005 -23 en enero, 50 en febrero, 41 en marzo, 74 en abril y 67 en mayo).


Por otra parte, estima que “repulsa toda lógica creer que, de buena fe, suscriba un

compromiso de compra sin conocer la regularidad y derechos de un ignoto en materia

comercial e inmobiliaria que dice ser vendedor y que difiere de la titular del dominio cuyo

nombre era de su conocimiento y de quien sabía –desde diez meses antes- que

terminantemente se negaba a vender!!! Y, lo más elocuente, a quien llamó o hizo

llamar desde Gama S.A. tres días antes de esta suscripción de compromiso de

compraventa cuando ya llevaba con Tegano, Ricci y Garrido extenso lapso de

“tratativas” vinculadas al campo de cuestión en esta causa”.

Conectado con este tramo de los hechos, la Cámara trae a colación el testimonio
de Ricci quien relata que “apenas transcurridas unas horas de firmado el
compromiso referido [27.05.05], al día siguiente, se comunica con Garrido [nexo
con personal de Gama] solicitándole que abortaran la operación, ya que al
dicente no le había gustado Oxandaburu… que a su modo de ver no
“calificaba como vendedor”. Además, refiere que “Garrido, que estaba de
acuerdo con la opinión del dicente, se comunicó con Huergo (hombre de confianza
de Petrone) quien comunicado con Petrone no quisieron aceptar que la operación
no se realizara expresando “negocios son negocios” (fs. 2024 vta)”.
Precisa que, en el debate, Ricci agregó que “tengo la certeza que se lo dijo por

teléfono y tomando un café en la oficina del empresario”. Algo similar dijo Garrido el

16.09.10 en la instrucción en relación con que “igualmente al dicente no le gustaba el

negocio, al igual que a Ricci. Que el negocio empezó mal ya que Tegano dijo primero

que era el representante y luego surgió que no era el representante o apoderado del

dueño del inmueble. Que luego surgió que el representante y/o apoderado del dueño

Oxandaburu, quien no ofrecía seriedad, transparencia”. Que esta persona se

presentó como agresivo y además diciendo que era usurero. Que no le gustó (fs.

3041)”. Durante el debate, el testigo manifestó sobre Oxandaburu que “yo le dije que era

comerciante. El negocio como comerciante era bueno, era una buena venta” pero que “

Lo que dije sobre Oxandaburu es cierto, pero lo vi una sola vez, no soy nada para
juzgar a nadie… El negocio me gustaba... mi impresión sobre Oxandaburu fue una

impresión personal y no se lo hice conocer a la gente de GAMA”.

La Cámara contrasta sus dichos de ese entonces con los pronunciados en el

debate, dando relevancia a los primeros por cuanto la cercanía con los sucesos

evidencia un mejor recuerdo de los mismos. Refuerza dicha regla en las propias

expresiones del declarante en cuanto afirmó en la instrucción que “una vez vencido el

plazo de 30 días, es que el dicente se hizo presente en Gama …y fue allí que, no

recuerda si Huergo o Petrone le dijeron al declarante que el negocio se había caído,

que no se daban las condiciones y que no se iba a realizar la operación. Que en esa

oportunidad el dicente le dijo que si continuaban las negociaciones no iba a

participar ya que no le gustaba Oxandaburu”.

Del mismo modo, el tribunal pondera los dichos de la escribana Vaca Olmos quien
se expidió sobre Oxandaburu al declarar que su marido (Alasino) “sospechaba
que la operación venía mal y le indicó a la dicente que mejor no hacer ese trabajo,
porque desconfiaba, recuerda que decía: son unos gitanos, le dijo: “entre gitanos
se entienden”. Advierte que si bien Alasino no recordaba estas consideraciones
en el debate al decir “nada veía extraño, me parecía todo normal”, cobraban valor
sus dichos vertidos seis años atrás cuando con mayor presencia de memoria
relató que “entre la reserva y la cancelación de la reserva el dicente comentó al
propio Huergo… que la operación le hacía sospechar que no venía bien y por
ello lo percibía el dicente porque antes de esta operación final había muchas
transferencias sucesivas y su experiencia profesional le indicaba que había
algo ahí que no andaba bien… que sería recomendable constituirse en Buenos
Aires para constatarlas, porque la primera había sido otorgada en esa ciudad,
pero no querían hacerlo”. Además, finalmente, recuerda que el testigo
“reconoció en el juicio que sugirió que esperaran la inscripción; lo que en definitiva
no hace sino corroborar sus claras sospechas manifestadas en la instrucción”.
El iudex sostiene que “el modo como se refieren al tópico Ricci, Garrido, Alasino y
Vaca Olmos, sumado a las características personales y antecedentes comerciales
de Oxandaburu (ver la documental e informativa pertinente) llevan a dar total
crédito a los dichos de Ricci, concluyendo que hubo advertencias de prevención
por parte de los tres primeros mencionados a Huergo y, de suyo, a Petrone, ante
sospechas de aquellos en orden a que “no venía bien la operación comercial”. En
función de ello, señala que el accionar de Petrone también aquí resultaba
contrario a toda lógica “y, sí, propio de quien sabe que las acciones
emprendidas conforman una “mise-en-scène” o dicho de otro modo astuta y
fraudulenta “puesta en escena”.
En función de tales pruebas, para la Cámara este compromiso de venta posee una doble

finalidad, a saber “por una parte constituirse en un elemento de freno disuasivo para

evitar una eventual venta por parte del testaferro y cómplice -titular por boleto del campo-

Oxandaburu (es decir, una suerte de “contradocumento” o reaseguro); y por otra, obrar

como pantalla para darle viso de negocio legal a través de la intervención de una

escribana de la jurisdicción, no connivente, y mucho menos sospechada”.

* Trámites tendientes a la modificación de la titularidad registral y contramarcha

respecto de la concreción del compromiso de venta firmado en la escribanía Vaca Olmos.

El sentenciante refiere que el 01.06.05 Adriana Ponce de Menceguez autorizó la

inscripción registral del diario de dominio 19103/2005 para la nueva titularidad sobre los

dos inmuebles a nombre de Agustín Abraham Lapacó. Dicho diario fue retirado el

02.06.05 (ver informe del Registro del 9.10.2007), circunstancia que las empleadas de

Sarita Díaz Cornejo le comunicaron al escribano Enz ese mismo día, llamándolo por

teléfono en la jornada siguiente para ver cómo se lo hacían llegar.

Advierte que esta cuestión de la inscripción registral estipulada en el ya aludido

“Compromiso de Compraventa” suscripto entre Oxandaburu y Petrone el 27.05.05, como

supuesta- condición para llevar adelante la escritura traslativa de dominio, “fue ignorada

por ambos contratantes”, pese a la insistencia de la escribana Vaca Olmos por concretar
el instrumento público a juzgar por las gestiones que realizaba.

Para la Cámara, estas diferentes actitudes evidencian que dicho compromiso de venta no

existía como tal -era solo un “reaseguro”-, a la vez que “la pantalla utilizada nos habla de

la buena fe de la escribana Vaca Olmos, que desconociendo los verdaderos designios de

los hoy imputados, continuaba bregando en pos de la concreción del negocio en el cual

creía que en definitiva iba a intervenir”.

En cuanto a las gestiones que paralelamente ocurrían al margen de la intervención de

Vaco Olmos y compañía, el tribunal refiere que el 02.06.05, a las 11:59, día en que se

retira del Registro General el trámite de inscripción de la Escritura nº 93, Oxandaburu

llamó al Dr. Hugetti a Buenos Aires por espacio de 3`08”, comunicación que se reiteró el

07.06.05 en dos (por 3`20” y 52”) y el 13.06.05 en cuatro oportunidades (por 81”, 28”, 84”

y 118”), encontrándose el primero en las dos últimas ocasiones (a las 17:41 y 18:33) en

Villa Carlos Paz (según celda perteneciente a la dirección San Martín -ver sábanas).

En razón de ello, afirma que evidentemente Hugetti era uno de los nexos en la

maniobra ilícita pues ello surge de las llamadas que registra con varios de los

protagonistas y allegados a los imputados. En ese sentido, relaciona estas

comunicaciones de Oxandaburu con el requerimiento a Lapacó para que transfiriera

directamente a Petrone, lo que no se obtuvo, conforme se desprende del contenido de

las anotaciones registradas el 15.06.05 en el cuaderno de Díaz Cornejo.

Sobre esto último, el sentenciante refiere que el 14.06.05 el escribano Alfredo Miguel Enz

telefoneó a la escribanía de Sarita Díaz Cornejo por espacio de un 1`7” y, al día

siguiente, se consigna en el cuaderno citado que “llamó el Sr. Diego Oxandaburu

pidiendo si podemos prepararle la escritura donde él le compra a Lapacó (antecedente

de la escritura de Enz), pidió un certificado superurgente, él mañana vendría por la

escribanía a traer el dinero y a conformar la información faltante”.

Siguiendo con el relato de los acontecimientos, apunta que ese mismo día Hugetti
llamó a Jorge Daniel Castro por 92” y el 21.06.05 en el librillo mencionado se
anota: “llamó Oxandaburu para preguntarnos si ya se había pedido ese informe, le
dije que no, que él había quedado en alcanzar los $ 100 y que también iba a venir
a hablar del presupuesto, no le parecía bien y me preguntó que si se podía
presentar el informe p/que él no viniera (vive en el interior) antes de que traiga el
dinero…”, esto último configura para el juzgador otra elocuente muestra de la
carencia de solvencia de Oxandaburu. A su vez, el 22.06.05 el registro de Sarita
Díaz Cornejo solicitó notarial nº 40418/2005 asentado a la matrícula 944.415 (31-
01) y 944.416 (31-01), expidiéndolo el RGP el 23.06.05, siendo luego anulado.
Advierte que como no consiguen que Lapacó concurriera a Córdoba a firmar la escritura

en favor de Oxandaburu, luego de reiteradas comunicaciones entre Huguetti y Enz

ocurridas el 22.06.05, 29.06.05 (en 2 ocasiones) y 01.07.05 (2 oportunidades, a las 04:43

y 04:44 p.m.), el escribano labró el 01.07.05 “la ESCRITURA PÚBLICA Nº 142 del RN nº

1 –Zárate- que contiene PODER Especial Irrevocable otorgado por Agustín Abraham

Lapacó en favor de Darío Gustavo Prandi para que escriture los inmuebles a favor

de Diego Gastón OXANDABURU, sabiendo Enz que Lapacó no era legitimo

propietario”.

Mientras tanto, refiere el tribunal, con anterioridad a la celebración de dicho


instrumento público, el 21.06.05, 27.06.05 y 29.06.05, desde la escribanía de Vaca
Olmos se comunican con GAMA SA por 5`56”, 43”y 32” respectivamente. A su
vez, el 29.06.05, una de las empleadas de la escribanía Díaz Cornejo anota en el
cuaderno de novedades “llamó la esc. Vaca Olmos de Carlos Paz, para preguntar
si la escritura de Lapacó – Oxandaburu ya se había firmado. Me explica que
Oxandaburu firma un boleto con un tercero para vender el inmueble y que nos iba
a pedir inscripción extraordinaria, ella quería asegurarse, igual va a llamar el
viernes para ver si ya se firmó. Me pidió por favor que guardara el secreto
profesional y no le dijera a Oxandaburu que ella pregunta por la escritura”.
Continúa relatando que, días después el 05.07.05, personal de la escribana Díaz
Cornejo apuntó “llamó la escribana Vaca Olmos de Carlos Paz, preguntando si
Oxandaburu ya firmó la escritura, porque en su escribanía tiene un boleto y se le
están venciendo los plazos. Ella vuelve a llamar más tarde” (la sábana de
teléfonos demuestra que la llamada aludida precedentemente se produjo a las
01:43 p.m. por 2`18”). A las 18:07 hs. de ese día, desde GAMA S.A. se comunican
con la Escribanía Vaca Olmos por 4:45 minutos. También en esa fecha desde un
Telecentro de Villa María (TPP) –ciudad donde vive Oxandaburu- llaman al
Escribano Alfredo Miguel Enz a las 11:37 a.m. por 1`04”, devolviendo éste (Enz)
las comunicaciones al mismo telecentro el 06.07.05 en dos oportunidades (por
2`24” y 2`41”), siendo que tales conversaciones han de relacionarse con el trámite
en curso de la escritura del poder de Lapacó a Prandi para la venta por escritura
en favor de Oxandaburu que se legalizaría al día siguiente.
En efecto, el 07.07.05 se legaliza el Primer Testimonio de la Escritura Nº 142/2005
del RN nº 1 Zárate que trata del poder otorgado por Lapacó a Prandi para que
vendiera a Oxandaburu el inmueble de causa. Ese mismo día en el cuaderno de la
escribanía de Sarita Díaz Cornejo se anota “llamó Oxandaburu: me hablaba desde
la escribanía de Enz avisando que en un rato la secretaria me iba a pasar el poder
y el boleto, todo está convenido de que mañana podía firmar la escritura. Le
expliqué por qué no se podía y me dijo que entonces las cosas no las pasa por
fax, sino trae todo el directamente mañana. Como es seguro que Ud. no va a
estar, déjeme dicho cuanto le pido p/ los informes - $150? Si”.
Sobre esta comunicación, el juzgador pone en evidencia que la sábana telefónica

de Enz registra una llamada a la escribanía Díaz Cornejo ese día a las 03:40 p.m. por

04`08” y, el tenor de la conversación asentado en el cuaderno aludido, demuestra “el

absoluto desconocimiento de Oxandaburu sobre los trámites previos que requiere una

escritura traslativa de dominio de un campo por no contar con el certificado notarial y,

sumado a sus condiciones personales, la certeza de que actuaba como cómplice,

conducido por el verdadero beneficiario y planificador de toda la maniobra delictiva”.

Sigue el análisis el sentenciante al sostener que, según las anotaciones de las


secretarias de la escribanía, el 08.07.05 Oxandaburu entregó el original del poder
y el original del boleto, más $ 160 para los informes. Añade que “ese día Vaca
Olmos llama a Gama S.A. a las 10:56 hs. por espacio de 01:85 minutos, tras lo
cual aquella se comunica con la Escribanía Díaz Cornejo a las 10:59 hs. por
espacio de 04:49 minutos”. También en la fecha citada la escribana Díaz Cornejo
solicitó el certificado notarial nº 44946/2005 para la venta asentado a la matrícula
944.415 (31-01) y 944.416 (31-01), el que es expedido por el RGP el 11.07.05.
Por su parte, la Cámara advierte que el 11.07.05 vencía “el plazo de 45 días
establecido en el Compromiso de Venta suscripto en la Escribanía Vaca
Olmos, pero lo cierto es que deviene evidente que las sospechas puestas de
manifiesto por quienes habían operado a la sazón (conforme supra lo he
detallado), llevaron a Petrone a cambiar de Escribanía, y por ende, a darle una
nueva pantalla de legalidad a la apropiación del predio”. Al respecto, pondera que
“ello conllevó a expresarles falsamente a los corredores Garrido y Ricci que la
operación se había cancelado, cuando en realidad continuaba, pero ahora,
aparecería el coimputado Oxandaburu como buscando un nuevo asesoramiento
legal –siempre para procurar dotar al acto de visos de licitud- recayendo en la
persona del Dr. Venancio Antonio Pettito”.
Esto último luce claro si se advierte la serie de llamadas producidas los días 12 y

13 de julio de 2005 entre Oxandaburu, el abogado Pettito, Petrone y la escribana Díaz

Cornejo al indicar que “el 12.07.05 Oxandaburu (tel. 3534096260) se comunica con el

abogado Venancio Antonio Pettito (3514038206) a las 18:37 hs. por espacio de dos

minutos un segundo (02:01). Este día 12/07/2005 se emite impuesto inmobiliario a

nombre de Munist Luis Enrique, cta. Nº 310102647318 (36 has.) y 71700032781 a

nombre de Munist de Ruiz Orrico, 5 cuotas 14, 15, 16/18 (carpeta amarilla secuestrada

en escribanía Díaz Cornejo). El 13/07/05 a las 10:40 hs. Pettito llama a Oxandaburu

por 85” y a las 11:23 a.m. por 23” y Oxandaburu a la Escribanía Díaz Cornejo a las

13:59 hs. por 26”, mientras Pettito se comunica con Petrone (al te. celular que usaba

éste, nº 3516812891) a las 14:01 hs. por espacio de un minuto noventa y siete segundos
(1:97), volviendo a comunicarse Pettito con Oxandaburu a las 15:45 por 18” y 15:59 hs.

por 42”, y Oxandaburu (tel. 3534096260) con Petrone (tel. 3516812891) a las 17:57 por

cinco segundos (5”) y a las 17:53 por seis segundos (6”)”.

* Falta de vinculación de Vaca Olmos, Ricci, Garrido y Tegano con el plan para

desapoderar a la víctima de su terreno.

Sobre este punto, el sentenciante destaca que “la escasa cantidad de


comunicaciones de Vaca Olmos con Gama o sus representantes, previo a la
suscripción del llamado “Compromiso de Venta” de Oxandaburu en favor de
Petrone, más las declaraciones de Ricci y Fernando Garrido sosteniendo que
fue éste último quien propuso a Vaca Olmos para el acto y el cotejo de
comunicaciones telefónicas de Vaca Olmos con Gama y Sarita Díaz Cornejo en
días claves próximos al vencimiento del Compromiso aludido, pone de manifiesto
en Vaca Olmos un interés estrictamente profesional para labrar la eventual
Escritura de trasmisión del dominio”. En ese sentido, cita que “el día 11/07/05
Vaca Olmos persistiendo con su propósito vuelve a llamar a Gama S.A. a las
09:12 hs. por 89”.
A similar conclusión arriba respecto a Ricci, Garrido y Tegano “pues no existen

comunicaciones de éstos con Oxandaburu en tiempo previo a los hechos objeto de

tratamiento. Ricci recién le llama a Oxandaburu el 31/08/2005 y 05/09/2005 por lo que

las acciones de aquellos –ante los acontecimientos desarrollados en las maniobras

llevadas a cabo hasta que el inmueble de Munist de Ruiz Orrico llegara a la titularidad de

dominio de Oscar Abelardo García y, por ende, a estar bajo el señorío (dominio) de Jorge

Petrone, se aprecian propias de quienes sirven con o sin su conocimiento y

consentimiento de excusa o pantalla para disimular las características y

connotaciones de las actividades desarrolladas para consumar el propósito

delictual”.

* Déficit formal de los instrumentos públicos y privados realizados entre Lapacó,

Prandi, Oxandaburu y Petrone.


El tribunal advierte que todas las acciones y documentos vinculados con “los

boletos de compraventa de Lapacó a Prandi (16/05/2005, fs. 2701/3), Prandi a

Oxandaburu (18/05/2005, fs. 2704), Compromiso de Compraventa del 27/05/2005 entre

Oxandaburu y Petrone en representación de Gama S.A., Escritura de ratificación de

boleto, efectuada por Vaca Olmos el 21/06/05” constituyen eslabones de la trama

delictiva planificada.

Respecto de estos instrumentos, afirma que los textos allí insertos “exhiben notorias

falencias que distan del obrar usual en este tipo de negocios de notable envergadura al

involucrar un bien valuado en cifra millonaria, aspecto que determina también a restarle

toda serie dada la materialización de esa documental como pretende en su exposición un

avezado hombre del negocio inmobiliario (característica que presupone la antigüedad y

envergadura de los negocios en el rubro que menciona Petrone)”.

En efecto, señala que en el boleto de compraventa entre Prandi y Oxandaburu no se

certificaron sus firmas con lo cual no tenía “fecha cierta” a la vez que contenía errores en

la medida del inmueble (se anotó lote B con una superficie de 36 has. 7 m2, cuando

conforme al título y boleto de compra de Prandi la medida era de 36 has. 6.687 m2) y no

detalló ninguna matrícula del Registro General de la Provincia, así como tampoco expuso

el origen del derecho del “supuesto vendedor Prandi”. Del mismo modo, en el documento

se hacía referencia a los lotes remitiéndose expresamente al “plano de subdivisión que

menciona el título”, pero no se determinó cuál es este título, ni tampoco se mencionó los

linderos o colindantes del inmueble (ver fs. 2704).

Más adelante, el tribunal predica que los mismos errores fueron cometidos en el acuerdo

privado entre Oxandaburu y GAMA SA sobre el que añade que “no hay elementos que

permitan individualizar cuál es el campo, ya que no se menciona ni matrícula del

Registro y tampoco número de cuenta de Rentas ni la Escritura que da sustento al

derecho de Oxandaburu, lo que comparado con el modo de actuación de Petrone a la

hora de adquirir tiempo antes, “lícitamente”, por Boleto el inmueble donde luego

desarrolló el emprendimiento “La Arbolada” y las previsiones puntillosas que éste


contiene (ver fs. 3425/28), conduce a concluir que aquel boleto con Oxandaburu

constituía –por el desarrollo irregular de los sucesos considerados y pruebas

consignadas al comienzo- documentación plasmada a los fines supra aludidos

(fundamentalmente, de reaseguro entre conniventes delictivos y no entre formales

contratantes)”.

Por otra parte, el sentenciante pondera que “en el compromiso de compraventa

que –se dice- elabora el abogado Alasino se omite darle fecha cierta; adolece de

intervención notarial pese a otorgarse en la Escribanía Vaca Olmos y toda mención a

comisión de los intermediarios Ricci y Garrido, tanto en monto y parte obligada al pago

de la misma, lo que relacionado con la cifra de magnitud de la operación y porcentajes

usuales en el corretaje inmobiliario constituye otro indicio de ausencia de seriedad en la

firma de esa documentación, la que, por otra parte, se aprecia anodina ante la falta total

de previsiones por incumplimiento del compromiso (como exhiben que ocurrió) y

desconocimiento de capacidad de pago del pseudo propietario, el ignoto en materia

inmobiliaria, Oxandaburu”.

Estima que sólo cobra sentido el citado documento en tanto se materializa por la doble

finalidad antes mencionada (“reaseguro” y “pantalla”).

* Calidad y características económicas y comerciales de los adquirentes iniciales

e intermedios del inmueble de Susana Munist de Ruiz Orrico.

A lo expuesto, el sentenciante suma que “todos los intervinientes –previo a la

participación de Oscar Abelardo García- como adquirentes e inmediatos vendedores del

inmueble de causa documentado en las Escrituras Públicas Nº 93 del 16/05/2005 (Enz),

Nº 122 del 13/07/2005 (Sarita Díaz Cornejo) y Nº 63 del 20/07/2005 (Pace), esto es,

Abraham Lapacó, Darío Prandi y Diego Gastón Oxandaburu carecían de todo

antecedente comercial de envergadura que le hubiera permitido adquirir el valiosísimo

campo (superior al millón de dólares) del que Petrone conocía perfectamente pertenecía

al dominio y posesión de Susana Munist Vda.de Ruiz Orrico”.


Más aún, agrega, “ninguno de los tres registraba antecedentes como reconocidos

inversionistas en el campo inmobiliario ni en el financiero que les permitiera aparentar

–siquiera- capacidad económica para haber obtenido lícitamente este campo”.

En efecto, por una parte, refiere que “Agustín Abraham Lapacó, tenía 58 años de edad,

licenciado en comercio exterior; vivía solo en casa alquilada; contaba con subsidio de la

Ciudad de Buenos Aires (más concretamente jubilación) de setecientos pesos (expuesto

el 17/10/2012, fs. 7276).

Similar situación es la que describe en relación a Darío Gustavo Prandi quien “contaba

con 45 años de edad, empleado, con ingresos estimados entre dos mil quinientos pesos

a tres mil pesos, con calificación del BCRA en situación irrecuperable, sin datos de

inmuebles que le pertenezcan o hayan pertenecido, con un vehículo del año 1988

dominio B 2214825 (ver informe de Policía Fiscal, fs. 3999/4025). Según sus

manifestaciones vive en casa alquilada con su concubina Gloria María Daniele y es

repartidor de pollos (fs. 7246)”.

Finalmente, expresa que “Diego Gastón Oxandaburu –joven que, por entonces solo

contaba con 27 años de edad-, dijo ser comerciante con ingreso declarado en este

proceso –el 02/11/06- de treinta y cinco mil pesos mensuales mientras que, el

17/09/2009, se había disminuido a doce mil pesos mensuales. No registra inmuebles a su

nombre (ver informe del Registro General de la Provincia, 06/09/12, fs.5173/5236). Es

monotributista y venta por mayor de cereales (ver informe de Afip del 03/10/12,

fs.5252/5364). Poseía al tiempo del hecho delictivo objeto de la presente(junio-julio

de 2005) un vehículo Volkswagen Passat sedan 4 puertas, año de fabricación 1998,

fecha inscripción 11/03/2005 y de venta 21/11/2005; Afip informa también la adquisición

posterior a los hechos del Mercedes Benz descapotable CLK 320, año de fabricación

2000, valuación $ 159.600, inscripción del 08/08/2005 al 24/10/2005; Ford K sedan, 3

puertas, año de fabricación 2005, inscripción del 09/09/2005 al 26/04/2010, valuación $

33.000 y, de Chevrolet Pick up S-10, año de fabricación 2000, inscripción del 03/05/2006

al 13/10/2006.Afip también informa el total de acreditaciones anuales del año


calendario en bancos con un total para el año 2003 de cuarenta y dos mil novecientos

ochenta y seis($ 42.986); año 2004 por treinta y ocho mil setenta pesos ($ 38.070) y año

2005 por ciento siete mil novecientos cuarenta y siete (107.947). Registraba cuenta de

Caja de Ahorro en pesos en Banco Francés, sucursal 0275 nº de cuenta 2750107655 en

período marzo de 2003 a diciembre de 2007; cuenta de Caja de Ahorro en pesos en

Banco de Galicia y Buenos Aires S.A., sucursal 0115; en el período de febrero a

diciembre de 2005 cuenta nº 00400451871 caja de ahorro en moneda extranjera nº

400223575 en período febrero de 2005 a diciembre de 2007 (fs. 5332)”.

Sobre Oxandaburu, destaca que entre la documentación de la caja de ahorros del Banco

Francés constan los siguientes movimientos de la cuenta: al 30 de agosto de 2004 un

saldo de $ 0,24; en septiembre de 2004 éstos no superan los $ 714,61; en octubre de

2004 no eran mayores a $ 211,35; en noviembre de 2004 no constaban más que $

516,54; los registros de diciembre de 2004 no superan los $ 1903,54; en enero 2005 el

máximo que tuvo fue $ 250,33, constatándose una extracción por $ 3999,83 que lo dejó

en descubierto, por lo que el mismo día cubrió con $ 4.000; el tres de febrero 2005 se le

acreditaron valores al cobro resultando en ese momento un saldo de $ 36.354, lo que

varía al día 14 a $2,41; en marzo de 2005 el máximo fue de $ 1505,26; en abril 2005

registra un máximo de $ 503,26; en mayo 2005 el topo superior fue de $ 1351,49; en

junio 2005 el mayor registro fue de $ 732,49; el 26 de julio 2005 (seis días después de la

firma de la escritura en favor de García Oscar Abelardo) obtuvo un depósito de $ 15.160

logrando un saldo de $ 15.414, 69; finalmente, en agosto de 2005 obtuvo un saldo de $

9.468. Además, reseña que desde el 29.07.05 al 08.08.2005 se registra compras/pagos

con Visa Electron por un total de $ 4163,21 (entre otros en perfumería “Juleriaque”, tres

pagos en hotel Sheraton Córdoba, joyería Claudio, La Martina).

Al respecto, se advierte que “con posterioridad a la escritura en favor del

testaferro de Petrone –García- Oxandaburu muestra un mejoramiento notable sólo

en relación a sus antecedentes, pero paupérrimo en relación con el argüido cobro

de nada menos que U$S 450.000 en efectivo. Su patrimonio automotor solo exhibe
el ingreso del Mercedes Benz de Petrone y la adquisición de una Ford K valuado en

$ 33.000”. Refuerza esta consideración con los dichos del testigo Julio César Salvucci

quien declaró que “nunca lo vio hacer otro negocio importante a Oxandaburu (fuera

del que es motivo de causa). Y estas calidades y características personales no podían

ser desconocidas a un avezado y aquilatado hombre del negocio inmobiliario como los

antecedentes de Jorge Petrone lo evidencian a tenor de notables emprendimientos que

manifiesta con elocuencia en el Debate”.

II.2.D.c. Celebración de la escritura pública nº 122 que constata la compraventa del

inmueble objeto de la causa entre Darío Gustavo Prandi (apoderado de Lapacó) y

Diego Gastón Oxandaburu y otro acuerdo privado de venta entre este último y

GAMA SA representada por Petrone (fs. 8638/8639).

En cuanto a dicho instrumento, el sentenciante expone que “el 13/07/2005, figura

labrada en el Registro Notarial nº 234 de la Escribana Sarita DÍAZ CORNEJO la

ESCRITURA PÚBLICA Nº 122 de compraventa en la que Darío Gustavo Prandi en

representación de Agustín Abraham Lapacó vende, cede y transfiere a Diego Gastón

Oxandaburu los dos inmuebles inscriptos en las matrículas nº 94415 y 94416 en $

120.000”. Además, agrega que “también con esta fecha figura suscripto un nuevo

Acuerdo Privado de venta entre Diego Gastón Oxandaburu y Gama S.A.

representada por Jorge Oscar Petrone (fs. 3458) por los inmuebles de causa; en

realidad, un nuevo y actualizado “reaseguro” en favor de Petrone, y elaborado a los

mismos fines que el primero (acompañado por Jorge Petrone en oportunidad de prestar

declaración el 13/10/2009, fs. 3413/54), en el que Oxandaburu declara ya ser propietario,

titular de dominio (lo que no era verdad) y poseedor público y pacífico (tampoco cierto)

, tener la libre disponibilidad de los inmuebles situados en Pedanía La Calera,

Departamento Santa María, Provincia de Córdoba formada por Lote 12 y parte del 14 y

que “en plano de subdivisión que menciona el título se designa como Lote “B” con una

superficie de 36 has. 7 mts cuadrados y una fracción de campo con igual ubicación

formada por el Lote 16 y parte del lote 14, que en Plano de Subdivisión designa como
Lote A con una superficie de 27 has.”.

Advierte que en este título se incurrieron en los mismos errores y defectos que

contenía el boleto de compraventa de Oxandaburu a Prandi “añadiéndose en este caso

otro defecto sustancial: no hay elementos que permitan individualizar cuál es el

campo, ya que no se menciona ni matrícula del Registro y tampoco número de

cuenta de Rentas ni la Escritura que da sustento al derecho de Oxandaburu, lo que

comparado con el modo de actuación de Petrone a la hora de adquirir tiempo antes,

“lícitamente”, por Boleto el inmueble donde luego desarrolló el emprendimiento “La

Arbolada” y las previsiones puntillosas que éste contiene (ver fs. 3425/28), conduce a

concluir que aquel boleto con Oxandaburu constituía –por el desarrollo irregular de los

sucesos considerados y pruebas consignadas al comienzo- documentación plasmada a

los fines supra aludidos (fundamentalmente, de reaseguro entre conniventes delictivos y

no entre formales contratantes)”.

La Cámara entiende que en este “documento” se establecía “el plazo de cinco

días a partir del trece de julio de dos mil cinco para que la vendedora otorgue Escritura

traslativa de dominio (plazo que no se respetó) y que el Escribano a cargo sería

designado por la compradora (o sea Petrone)”. A continuación, relata, el 15.07.05 se

produce el ingreso del diario 25933/2005 rogando la inscripción de la Escritura nº 122 del

RN nº 234 – Córdoba, siendo que este mismo día “se anota en el cuaderno de la

escribanía de Sarita Díaz Cornejo lo siguiente “llamó Oxandaburu preguntándome si

podíamos informarle el número de ingreso (sticker) de la escritura, le pedía por favor que

nos llamara más tarde”; “llamaron de la escribanía Vaca Olmos pidiendo el nº de ingreso

de la esc. de Oxandaburu. 03541518662”. “Vino Oxandaburu a buscar una fotocopia del

sticker de ingreso de su escritura. Por otra parte dice que más tarde regresa o le llama

por teléfono porque tiene 8 deptos para escriturar y le gustaría primero hablar con ud.”.

Para el juzgador las comunicaciones dan cuenta de dichos llamados según el registro

que transcribe (“15/07/2005 Gama (Huergo) llama a Vaca Olmos (a las 10,45 hs. 135”);

Oxandaburu llama a la Escribanía Díaz Cornejo a las 11:21 a.m. (53”), luego Vaca
Olmos a Díaz Cornejo (a las 11,31 hs. por 105”), Vaca Olmos a Tegano Benítez en la

titularidad- (a las 11,40 hs. por 106”); Oxandaburu a Vaca Olmos a las 12:18 (68”);

Oxandaburu nuevamente a Díaz Cornejo a las 12:33 p.m. (153”) y desde Gama

(Huergo) le llaman a Vaca Olmos (a las 12,40 hs. por 76”). Luego Oxandaburu llama a

Vaca Olmos a las 14:05 hs. (38”) y a Petrone a las 13:37hs. (116”) y Petrone llama a

Oxandaburu a las 14:47 hs. (2”) y a las 14:50 (43”), tras lo cual Vaca Olmos llama a O

xandaburu en tres oportunidades (a partir de las 03,10 hs. p.m. por 26”, 28” y 43”) y

nuevamente Oxandaburu a Vaca Olmos a las 18:14 hs. (247)”).

A lo dicho, añade que “ese mismo día 15/07/05, Petrone, como Presidente de

Gama S.A., cursa nota a la escribana Vaca Olmos, “en carácter de propietarios y

urbanizadores de los barrios privados denominados El Dorado, El Dorado II y El Dorado

III, sitos en la Comuna de San Antonio de Arredondo, Pcia. De Córdoba, a fines de

encomendarle tenga a bien, prever los trámites necesarios a efectos de elaborar las

escrituras traslativas de dominio que nuestra empresa deberá suscribir a los respectivos

adquirentes de lotes en dichas urbanizaciones”, cuya copia obra agregada a fs. 3460”.

Vuelve el sentenciante a hacer referencia o nuevas llamadas producidas el

18.07.05 entre Oxandaburu y Petrone y Díaz Cornejo, así como también las efectuadas

entre el empresario y Pettito.

* Inscripción de la escritura pública nº 122 en el RGP

La Cámara sostiene que el 19.07.2005 se autoriza la inscripción registral en el

Diario de Dominio 25933/2005 de la nueva titularidad sobre los inmuebles objeto de la

causa a nombre de Diego Gastón Oxandaburu.

II.2.D.d. Incorporación de María Laura Pace y Ramón Nicolás Ordóñez en las

maniobras y celebración de la escritura pública nº 63 por la citada notaria (fs.

8639/8642 vta.).

Sobre este aspecto, en primer lugar, la Cámara anticipa que “el 18/07/2005,

antes que se inscriba la escritura en favor de Oxandaburu labrada cinco días antes, el

Registro Notarial Nº 72 a cargo de la Escribana María Laura Pace solicita Notarial nº


47210/2005 para venta, asentado en la matrícula 944.415 (31-01) y 944.416 (31-01)”.

Sin embargo, advierte que “no se detecta ninguna comunicación previa de Oxandaburu

con la Escribana María Laura Pace ni con su tramitador Ramón Nicolás Ordóñez. ¿Po

r qué la sorpresiva y precipitada intervención de la Escribana María Laura Pace y de

Ramón Nicolás Ordóñez en la gestión de la Escritura de transferencia del dominio

del campo de causa que iba a realizar la Escribana Vaca Olmos; quien, a la sazón

exhibía manifiesto interés para ello hasta el 15/07/05 (tres días antes)???”.

Al respecto, se pondera que, según la declaración de Ordóñez emitida el


23.07.08 (fs. 1480/4), García se contactó con él sin recordar si personalmente o
por teléfono “aclarando que en caso de haber sido personalmente debe haber
sido en la escribanía de Lascano Allende manifestándole que había vendido
una propiedad familiar y que tenía interés en comprar otro inmueble con ese
dinero”. El deponente refirió que “en ese momento le expresó que había
averiguado con varios escribanos y que debido al alto costo que le cobraban
le preguntó al dicente si conocía algún escribano que le pudiera realizar la
escritura a un costo menor recomendándole el dicente a la escribana María
Laura Pace con quien además trabajaba, aceptando García realizar la escritura
con la nombrada Pace”.
El tribunal afirma que “una vez aceptado realizar el trámite, García le entregó al dicente

una copia simple de la escritura, ya que el inmueble no estaba inscripto aún en el

Registro”, luego de lo cual Ordóñez “comenzó los trámites de solicitud de certificados

notariales”.

A su turno, el juzgador reseña el testimonio de Susana Beatriz García emitido el 26.04.10

quien expuso que “en este momento el Sr. Petrone le manifiesta que busque y

designe a un escribano para que suscriba esta nueva escritura debido a que la

escribana Vaca Olmos no iba a participar porque era designada por el señor

Tegano como escribana y era evidente que este señor Oxandaburu estaba dejando de

lado a este señor Tegano. Que el escribano habitual Lascano Allende no podía
intervenir por su relación de amistad con la escribana Vaca Olmos y como también

la empresa trabaja con el escribano Schoeder con quien la dicente se comunicó con la

escribanía pero le informaron que este no se encontraba ese día en la ciudad de

Córdoba, por lo tanto tomó contacto con el señor Nicolás Ordóñez que era gestor de

la escribanía Lascano Allende, para que le consiga un escribano para realizar la

escritura. Que Ordóñez, no recuerda si ese mismo día o al día siguiente le informa que

ya se había puesto en contacto con una escribana que era la Escribana Pace y que

podía realizar la escritura, para lo cual la dicente le entregó a Ordóñez una fotocopia de

la escritura que había entregado el señor Oxandaburu.

El tribunal entiende que los dichos que la contadora García le endilgó a Petrone son

falaces “pues, como lo demuestran los testimonios de Ricci, Garrido y Vaca Olmos fue el

propio Petrone quien propuso como Escribana a esta última”. De igual modo, advierte

que “fue falaz su afirmación acerca de la motivación de “amistad” con Vaca Olmos, dada

como supuesto impedimento de Lascano Allende para intervenir en el acto notarial,

argumento, que a más de resultar infantil y nimio, se presenta como totalmente falso, a la

luz de lo vertido en el debate ante pregunta expresa- por el propio Lascano Allende,

quien desmintió tener tal relación de amistad”, a la vez que no se constató ni una sola

comunicación telefónica entre ambos notarios, al menos, desde el 01/02/04 al 30/07/05

(ver sábanas).

Por su parte, el sentenciante señala que el acuerdo privado de venta entre Diego Gastón

Oxandaburu y GAMA SA representada por Jorge Oscar Petrone suscripto el 13.07.05 -

cinco días antes del pedido de certificado notarial que efectúa Pace- establecía

expresamente la facultad de Petrone para designar el escribano para el acto notarial

objeto de ese negocio jurídico. En ese marco, valora que “si fuera cierto lo que dicen los

testigos Hugo Roberto Graffi, Alexis Moisés y Luis Lascano Allende, que de toda la

documentación de los actos jurídicos en que intervenía Gama S.A. se ocupaba la

contadora García (ejemplificado con su presencia en la firma del compromiso anterior,

del 27/05/05, e incluyendo en tal caso el precitado instrumento del 13/07/05)- entonces
ella conocía perfectamente la falsedad de los dichos de Petrone y, de suyo, el

propósito irregular o delictivo de la documentación a elaborar por lo que, en tal caso, su

obrar gestionando el escribano a ese efecto implicaba colaboración en las acciones

delictivas de Petrone o, caso contrario, declaró falsamente sobre el tópico en su

testimonio para ayudar a Oscar Abelardo García”. Advierte que cualquiera fuera el

supuestos “la actuación de Susana García sería delictiva, lo que deberá investigar el

Fiscal de Instrucción”.

Vuelta al análisis de la maniobra, la Cámara sostiene que el 19.07.05 se inscribió

registralmente el inmueble de autos a nombre de Diego Gastón Oxandaburu. Ese mismo

día se detalló en el cuaderno de anotaciones diarias de la escribanía Díaz Cornejo que

“vino Oxandaburu a buscar los cedulones, dejó dicho que mañana viene o llama antes

para hablar con ud por una escritura sobre unos departamentos que tiene que hacer”, lo

que pone en evidencia para el tribunal que “Oxandaburu seguía convencido que la

Escritura con Petrone la haría Vaca Olmos o Díaz Cornejo y no que ya había sido

seleccionada por Petrone (como lo faculta el convenio del 13/07/2005), la Escribana

Pace, pese a que Petrone continuaba manteniendo comunicaciones telefónicas, casi

todos los días, con su Escribano de confianza, Luis María Lascano Allende (ver

sábanas de comunicaciones y cruzamiento de las mismas que muestran 48

comunicaciones en junio 05 y 50 en julio del mismo año)”.

Seguidamente, hace mención de los intercambios producidos desde el 12.07.05

al 19.07.05 entre Lascano Allende, GAMA SA y el Dr. Graffi (abogado de la empresa).

Destaca que incluso el 20.07.05 –día en que se firma la escritura que autoriza Pace-

Lascano Allende llamó a GAMA SA a las 10:16 a.m. (100”) e inmediatamente desde

GAMA SA se llama a Graffi a las 10:38 hs.

El sentenciante afirma que “tal selección de Petrone respecto de la Escribana

Pace a la que evidentemente convocó a través de Ramón Nicolás Ordóñez –empleado y

gestor de su escribano de confianza Lascano Allende- dejando al margen a Vaca

Olmos (y, obviamente -para no involucrarlo directamente- al mencionado escribano de su


preferencia dada su estrecha relación), indudablemente obedeció a las características

personales que en ese momento tenían ambos elegidos: la decidida propensión delictiva

que por entonces desarrollaban, la cual más adelante abordaré”.

Sobre este particular, estima que “a más de testificar el Escribano Lascano

Allende que no tenía “amistad” con la Escribana Vaca Olmos, ha de remarcarse que en la

fecha en que se firma la escritura en cuestión -20 de julio del 2005-, el nombrado se

encontraba en esta Ciudad, sin uso de licencia alguna, a punto tal que conformó cuatro

escrituras, la última de las cuales (a las 16 hs.) consiste en un acta de constatación

notarial en favor de Jorge Oscar Petrone –y por ende, por él también suscripta- asentada

en la Escritura Pública Nº 254 (ver el Protocolo Tomo “6”/2005, de su Escribanía –Reg.

665-, reservado en Secretaría). Y esta circunstancia era obviamente de conocimiento de

su empleado Ordóñez, por lo que éste conocía que la razón de sus inusitadas

convocatorias y exclusión de Lascano Allende tenía por motivación la realización de una

operación ilícita a documentar en Escritura Pública”.

Por su parte, repara en que este mismo 20.07.05 en la sede del Banco Julio de

esta ciudad de Córdoba “se labra la ESCRITURA PÚBLICA Nº 63 por parte de la

Escribana María Laura PACE a cargo del Registro Notarial nº 72 de Córdoba, por la

cual Diego Gastón OXANDABURU vende, cede y transfiere a Oscar Abelardo GARCÍA

los dos inmuebles de causa en la suma de $ 300.000 (trescientos mil pesos)”.

El tribunal sostiene que “Petrone conocía que el valor del inmueble era -
como mínimo- superior al millón de dólares (ver cuadernos Ricci, testimonio
Garrido 3039 vta., tasaciones). Según alegaran los coimputados Jorge Oscar
Petrone y Diego Gastón Oxandaburu el mismo día dicen haber suscripto 8 (ocho)
boletos de compraventa por ocho departamentos (boletos que recién aparecen
más de cuatro años después, el 13/10/2009, adjuntados por Petrone, al prestar
declaración, ver fs. 3413/54)”.
No obstante ello, trae a colación indicios que evidencian la irregularidad de este acuerdo

al señalar que “estos instrumentos: carecen de fecha cierta y no tienen intervención


notarial alguna, pese a haberse otorgado supuestamente en presencia de la

escribana María Laura Pace; y además, que los inmuebles objeto de dicha negociación

son descriptos sin referencia alguna a dominios ni identificación catastral ni a números de

cuenta que permitieran constatar -con seriedad- la titularidad de dominio de los mismos;

sólo se especifica el piso y letra de los departamentos”.

Por ello concluye que ello constituye “otra prueba de la liviandad de la documentación

que se aduce como utilizada en la ocasión; como así también la ausencia de

idoneidad de Oxandaburu para esta “aparente” operación inmobiliaria, claramente

armado todo para los fines propuestos por el artífice y director de la maniobra

delictiva, Petrone”.

* Firma de la escritura nº 63 en la sede del Banco Julio.


El tribunal formula una serie de consideraciones sobre los sucesos acaecidos el

día de la firma de la escritura pública nº 63 en la sede del Banco Julio, de los cuales toma

elementos de convicción que justifican la hipótesis relativa al plan delictivo tramado por

Petrone y compañía para apropiarse del campo en cuestión.

Así, expone que “este día 20/07/05 en que se suscribe la Escritura Nº 63 de la Escribana

Pace por la que Oxandaburu transfiere el dominio del campo objeto de esta causa al

testaferro de Petrone, Oscar A. García, las antenas que captaron las llamadas que

efectuaron o recibieron los teléfonos celulares de Petrone (3516812891), Pettito

(3514038206) y Pace (3543600202), permite establecer que Petrone estuvo en la zona

del Banco Julio (antena de Pje. del Comercio 280 –Garden-) entre las 11:36 a.m. y las

12:25 hs., mientras que la Escribana Pace ya estaba alejada de la zona del mencionado

banco a las 12:31 hs. (antena de 9 de julio 685) y también Pettito a las 13:08 hs.

(antena de Catamarca 947), lo que demuestra un escasísimo lapso de no más de

cincuenta minutos para los saludos de rigor, lectura de la Escritura nº 63,

observaciones que dicen hizo Petrone y su correspondiente entrelineado

efectuado por la Escribana Pace (ver fs. 3479/80vta.), suscripción por las partes y

conteo de los cuatrocientos cincuenta mil dólares que dicen se entregó en la


ocasión a Oxandaburu”.

Refiere que “la versión sobre los acontecimientos que rodean la


materialización de ésta Escritura autorizada por la Escribana María Laura Pace y
pago de la operación que contiene, vertidos por la mencionada escribana, los
acusados Ramón Nicolás Ordóñez, Jorge Oscar Petrone, Diego Gastón
Oxandaburu, Oscar Abelardo García y los testigos Venancio Antonio Pettito, Julio
César Salvucci, José Marcelo Saggio, Susana Beatriz García y Eduardo Alexis
Moisés ofrecen múltiples discordancias, contradicciones e interrogantes sobre
aspectos relevantes (ver lo transcripto supra)”.
Entre tales discordancias, contradicciones e interrogantes, en primer lugar, reitera que

“resulta a todas luces absurdo e inexplicable que concurran todos a celebrar la millonaria

compraventa del campo a un banco en el que ni el vendedor tiene ni va a tener cuenta

alguna donde depositar el dinero que dice va a cobrar, ni el comprador tiene el dinero

depositado en esa institución crediticia, para lo cual “en taxi” (según exponen) viajan

desde la sede de Gama S.A. donde –dicen- tienen el dinero hasta el Banco

mencionado!!!”. Agrega que “no llevan custodia pese a que tienen la posibilidad de contar

con ella por parte de personal policial que trabaja en el mismo banco, pero sí le ofrecen y

proporcionan custodia de esta índole al vendedor Oxandaburu para que lleve “a otro

banco” el dinero que recibe!!!!”.

Asimismo, el juzgador se pregunta “¿porqué no se suscribió la Escritura en

cuestión y pagó en las mismas oficinas de Gama S.A. que a la sazón evitaba el notable

riesgo, en el Banco Francés donde sí tenía cuentas Oxandaburu?”. Estima que “la

respuesta al absurdo no es otra que generar la apariencia de una operación comercial

lícita concretada “en una institución crediticia”, configurando esta, evidentemente, otra

“escena de la astuta maniobra delictiva”.

* Sobre la gestión del dinero recibido en la sede del Banco Julio.

El tribunal sostiene que “el examen de todas y cada una de las declaraciones al

respecto –testigos e imputados, conforme arriba las he trascripto- revela que no hay
plena coincidencia entre los distintos grupos de intervinientes “gente de Gama, del

Banco, el comprador y sus allegados y la propia Escribana Pace”.

En esa dirección, reseña que en orden al monto correspondiente al pago


“el testigo Salvucci nada dijo en la instrucción, refiriendo, en cambio: Que
terminado el negocio, es que sale Pettito, Oxandaburu y de allí los tres solos se
van a almorzar al Parque Sarmiento. Que luego de finalizado el almuerzo, Pettito
se va a su casa o a la oficina y Oxandaburu lo lleva al declarante a Manfredi y éste
sigue hacia a su casa”. En el debate, recuerda que el deponente “rectifica su
declaración diciendo que Oxandaburu lo había hecho recordar de ese detalle –al
parecer poco importante para el testigo-, aduciendo que hubo dinero, que lo ayudó
a Oxandaburu a contarlo, que estaba arriba de la mesa, que eran dólares y que
eran muchos dólares”, lo que “en la primera oportunidad de declarar no se
acordaba”.
Al respecto, el tribunal se inquieta sobre “cuántas veces en la vida Salvucci o cualquier

persona común, tiene la oportunidad de contar tanto dinero y en dólares, como para no

recordarlo después?” a la vez que destaca que “no sólo no recordaba haber contado el

dinero sino tampoco que hubieran ido al banco Francés, circunstancia ésta que le volvió

a la memoria luego de hablar con Oxandaburu, no solo en lo atinente al hecho en sí, sino

que también recordó supuestas puntuales referencias tales como: que fueron con dos

custodios y el Dr. Pettito, que el maletín con el dinero lo llevaba Oxandaburu y que él no

entró al banco Francés, o si lo hizo, entró y salió”.

En este punto, contrapone los dichos del testigo con los de Marcelo Saggio y el de éste

con la declaración de Oxandaburu. Así, señala que “en tanto el primero afirma que

acompañaron a Oxandaburu al Banco Francés tres custodios, él y dos más; -repárese

que Salvucci dijo dos custodios- y que el dinero lo trasladó él mismo en el maletín, y

coloca a un custodio adelante y al otro atrás”, lo cual se contradice con los dichos de

Oxandaburu quien fue categórico al afirmar que “…Con la plata en el maletín y habiendo

terminado, el Sr. Saggio agarra el maletín y yo le digo, no, el maletín lo llevo yo por si a
Ud. le pegan un tiro. Yo salgo adelante y pido que me sigan a mí. Salí a paso muy ligero

por la vereda camino al banco, veía que Saggio me seguía muy de cerca, no sé si había

otro guardia adelante y atrás, yo no los vi, para mí me seguía solo Saggio y Salvucci

atrás.”.

El sentenciante continúa con otro número de incoherencias que marca a Saggio,

quien manifestó en la instrucción que en la reunión en la sala del directorio del Banco

Julio “se encontraba presente también el escribano Luis Lascano Allende”, y luego

rectificó dicha circunstancia diciendo en el debate que “cree que no estaba presente”.

Algo similar indicó sobre las personas que se dirigieron al Banco Francés al finalizar la

reunión, en tanto en un primer momento dijo que fueron él “…junto a Julio Juárez (otro

custodio del banco Julio) y a Petrone, García, Alexis Moisés y no recuerda si fue la

contadora, ni tampoco el Escribano Lascano Allende. Que también fueron el otro grupo

de personas que acompañaban a Diego Oxandaburu…”, y en el debate aclaró que por su

hipoacusia no escuchó bien la pregunta en la instrucción y por eso dijo eso, mencionando

en esta oportunidad que al Banco Francés “…solamente fuimos el señor Oxandaburu, un

amigo de él, no sé quién es ese amigo que estaba ahí, el doctor Pettito, y los dos

custodios míos que iba uno adelante y otro atrás…”.

Advierte el tribunal que “con motivo de su hipoacusia, en la primera declaración colocó en

la partida hacia el banco Francés con seguridad a tres personas más y con dudas a dos,

además de un custodio menos, refiriendo, incluso: “…Que todos los que fueron hasta

el banco bajaron hasta las cajas de seguridad. Que en ese lugar, Petrone le indica

al declarante que le diera el maletín a Oxandaburu...”.

Por su parte, repara en la vacilante declaración de Pettito durante el debate al

sostener que “si bien tanta duda lo pone a salvo de contradicciones con sus primeras

declaraciones, aparece como digno de destacar que nunca menciona acerca de

haberse dirigido a almorzar al Parque Sarmiento junto con Oxandaburu y Salvucci, tal

como éstos refieren y que después del Banco Francés, tras varios titubeos, concluye

recordando que no: que a él lo dejaron en otra entidad bancaria”.


Sobre este tópico, más adelante refiere que “el cuatro de agosto de dos
mil cinco (04/08/05) Diego Gastón Oxandaburu firma en favor de Jorge Oscar
Petrone los siguientes documentos pagaré, con vencimiento el 10/09/05 por u$s
1.916,66 – (ver autos caratulados “Gama S.A. c/ Oxandaburu, SAC 889610/36
iniciado el 14/09/05,); con vencimiento el 10/10/05 por u$s 1.935,83 y 10/11/05 por
u$s 1.955,19(SAC 939603/36 iniciado el 21/11/05); con vencimiento el 10/12/05
por u$s 1.974,75 –10/01/06 por u$s 1.994,50 – 10/02/06 por u$s 2.014,45 (SAC
1025151/36 iniciado el 10/02/06); con vencimientos 10/06/06 por u$s 2.096,26 -
10/07/06 por u$s 2.117,23 - 10/08/06 por u$s 2.138,41 (SAC 1677535/36 iniciados
el 20/05/09) cuyo motivo fue la argüida “venta” de la cupé Mercedes Benz, color
rojo, por parte de Petrone a Oxandaburu (ver testimonio del abogado de Petrone,
Dr. Graffi fs. 2922 a 2925 y Acta de Debate). Dicen que Petrone le pagó U$S
450.000 y no puede pagar 40.000 dólares 15 días después ??? Otra prueba de
la falsedad del pago de los argüidos 450.000 dólares”.
* Inscripción de la escritura pública nº 63.

Sobre este punto, el tribunal expone que el 1.08.05 “Ramón Nicolás Ordóñez

presenta en el Registro General de la Provincia de Córdoba el pedido de inscripción de la

Escritura Pública Nº 63 (ver Carátula Rogatoria secuestrada en autos)”.

II.2.D.e. Celebración de la escritura pública nº 64 por la escribana María

Laura Pace (fs. 8642 vta.).

El tribunal señala que 21.07.05 “se labra la ESCRITURA PÚBLICA Nº 64


del Registro Notarial Nº 72 a cargo de María Laura Pace, la que contiene Poder
de Administración y Disposición conferido por Oscar Abelardo García en
favor de Gama S.A. respecto de “todos los bienes muebles, inmuebles y
semovientes que actualmente posean o ingresaran a su patrimonio bajo cualquier
título oneroso o gratuito…” incluyendo el campo objeto de causa (fs. 679/81)”.
Refiere que esta escritura fue anulada por la escribana por cuanto no compareció una de

las partes, Olga Beatriz Medina -esposa de García-, y que la razón fue obviamente la
implicancia jurídica del Poder que abarcaba todos los bienes del matrimonio.

II.2.D.f. García ingresa violentamente al campo denominado “Santa

Leocadia” (fs. 8642 vta./8646).

El sentenciante refiere que el viernes 29.07.05 se produce “la primera incursión

ilícita por parte de Oscar Abelardo García y empleados de Gama S.A., en el campo de

causa, al que ingresan rompiendo la cadena que, con candado, aseguraba el portón cuyo

frente da a la ruta colectora que bordea la autopista que une Carlos Paz-Córdoba”.

La Cámara encuentra respaldo a dichos extremos en que, el 3.08.05, el empleado

de Hermida Adrogué, Miguel Agustín Molina, declaró que “el día viernes 29 del mes

próximo pasado en oportunidad de efectuar el recorrido habitual y diario de las

propiedades pudo observar que personas extrañas habían ingresado al campo Santa

Leocadia donde habían cortado la cadena del candado que asegura el portón de madera

que da a la colectora y se encontraban en el interior en un número de cuatro personas

quienes talaban montes y limpiaban los arbustos pequeños, situación que comunica en

forma inmediata su patrón quien le comunicó en esa ocasión que la propiedad no se

había vendido por parte de su titular es decir la Sra. Munist ni tampoco él había delegado

el ingreso a ninguna persona (fs. 44)”.

Tales hechos fueron reproducidos de modo similar el 2.12.05 al exponer que

cuando recorría el campo advierte que “había rastros de vehículo que había ingresado a

la hacienda, por lo que se dirige hacia ellos. Eran cuatro personas que no se identificaron

y que refirieron que habían comprado el campo, que tenían todos los papeles y que

trabajaban para Gama”, advirtiendo en ese momento que “más atrás había otras

personas que estaban cortando el monte, no pudiendo precisar cuántas personas eran

con los cuales no habló… luego se dirige hacia la tranquera, en donde habían cortado la

cadena para pasar; a la tranquera la habían arrastrado por el suelo y le habían puesto un

tutor para poder abrirla… Las personas permanecieron trabajando, le dijeron que se iban

a quedar hasta las cuatro de la tarde”. Recordó que su patrón le manifestó que su tía no

había vendido, dirigiéndose hacia donde estaban estas personas. Finalmente, en el


debate, según consigna el sentenciante, Molina añadió “Las huellas de vehículo que vi

eran alrededor de una chacra grande en Santa Leocadia”.

Por su parte, el tribunal trae el testimonio de Luis Hermida Adrogué quien formuló
la denuncia a las 15:10 hs. en tanto que aproximadamente a las 13 hs. Miguel
Molina capataz de la estancia “El Paraíso” le contó telefónicamente que dentro del
campo de su tía “había cinco personas con herramientas de mano realizando
trabajos… informándole además que para ingresar al lugar habían cortado una
cadena que cerraba una tranquera… ubicada sobre la autopista Justiniano
Posse… se llega al lugar verificando lo manifestado por Molina, entrevistando a
las personas que trabajaban en el lugar, los que le manifestaron “que estaban
contratados por los propietarios de la empresa Gama. Los mismos a solicitud del
denunciante se retiraron en el momento”. Según el libro de guardia de la
Comisaría de Malagueño consta que la exposición de Hermida Adrogué fue a las
15.20 hs.
Del mismo modo, señala que todo ello encuentra correlato en el acta de inspección

ocular labrada ese mismo día sobre el inmueble descripto, en la que se detalló que: “…el

inmueble se encuentra delimitado y cerrado en todo su perímetro, con alambres de seis

hebras con postes y varillado, cuenta con una tranquera de madrera sobre la Autopista

Justiniano A. Posse, que la misma se asegura con cadena y dos candados grandes, que

la cadena presenta un corte en un eslabón con la posible utilización de una sierra, se

denota reciente por el brillo del metal, que los candados quedan cerrados, sin utilidad…”.

Refiere que la situación reflejada en el acta transcripta, se completa con el croquis del

lugar, el que ilustraba acabadamente acerca de los montes talados, la zona

desmalezada, la existencia de un portón que presentaba un corte en la cadena y de un

molino en el lugar.

A mayor abundamiento, reseña que el empleado policial Fabio Daniel Fernández


ese mismo día dijo que "...que habiendo sido comisionado a los fines de avocarse
a la presente investigación se constituyó en el lugar pudiendo constatar que
efectivamente dentro del campo en cuestión había personas trabajando por lo que
procedió a la identificación de los mismos tratándose de Roque Vicente Bonero,
DNI. 11.192.081, Arnaldo Albornoz, DNI. 12483.927…, Julio Cebrero, DNI.
30.540.031|… y Juan Bonero, DNI 12.243.844…, quienes coincidieron en
manifestar que estaban contratados por la empresa GAMA SA para desmontar y
limpiar el campo. En ese instante se les explicó a estos la situación que se
suscitaba, solicitándole que abandonaran la actividad que estaban realizando
accediendo los mismos a tal petición en el momento…”.
Se considera que las constancias de comunicaciones telefónicas prueban que en la

jornada que comenta Petrone llamó desde su celular a Oxandaburu a las 16:31 (97”),

siendo escaso el lapso de la llamada como para reprochar alguna cuestión relacionada

con los hechos que comenta y al Dr. Pettito a las 17:48 hs. (27”) y 18:06 hs. (3”).

Del otro lado, recuerda que, a las 19.45 hs., Oscar Abelardo García “efectúa una

exposición por descargo en la Comisaría de Malagueño sosteniendo que, se notifica de

la exposición de Hermida Adrogué y manifiesta “que es propietario y poseedor y como

prueba de ello acompaña copia simple de escritura pública y demás antecedentes

que acreditan ser poseedor y propietario… Hace presente que en el día de la fecha

empleados del deponente se encontraban realizando diversas tareas como

reparación de alambrados, perforaciones…y otros actos posesorios diversos…”

(ver fs. 8/28). Repara en que “aún no se había iniciado el trámite de inscripción en el

Registro de la Escritura Nº 63 lo que acontece el 01/08/2005, por lo que ésta conducta de

Oscar Abelardo García que sabía que no tenía ningún derecho legítimo, ni

posesión alguna, irrumpiendo por la fuerza en el lugar y la que sigue desarrollando

en días posteriores, pone de manifiesto su conocimiento a ciencia cierta de la

falsedad de la Escritura Nº 63 al momento de suscribirla como adquirente del

campo objeto de causa”.

A continuación, para dar crédito a este extremo, pondera las defensas

presentadas sucesivamente por García en orden a su intervención en este tramo de los


hechos y la declaración de Roque Vicente Barrera quien resultó uno de los empleados de

GAMA SA dispuestos para trabajar en el campo, cuya prueba de su intervención no se

mermó por el error material incurrido por el policía Fernández al consignar como presente

“Roque Vicente Bonero” que se detecta con claridad pues el declarante y el registrado

poseen el mismo número de documento.

En función de lo expuesto, el tribunal concluye que “la actuación que cupo


en la ocasión al capataz Molina y Hermida Adrogué constatando la presencia y
trabajos de las personas que dijeron ser empleados de Gama, con la
particularidad de que Adrogué observa –además de las personas con las que
dialoga- a otras personas que en la cercanía trabajaban, advertencia de la
existencia de corte en la cadena de la tranquera, aviso inmediato a la autoridad
policial para que constate lo que acontecía, verificación de huellas de vehículo
dentro del campo por parte de Molina, admisión del imputado García de su
presencia en el lugar al que arribó en vehículo y testimonio del empleado de
Gama, Barrera, que proporciona elementos que permiten individualizar su
presencia el día 29/07/05 entre las personas que trabajaban por orden de García y
observando la presencia policial que les dijo que no podían estar en el lugar,
constituye prueba suficiente para sostener con certeza que el acusado Oscar
Abelardo García respondiendo a indicaciones de Petrone su patrón y beneficiario
principal de la maniobra- fue quien arribó al campo en cuestión y con el objeto de
tomar posesión por la fuerza hizo cortar la cadena e ingresaron en vehículo al
predio, al tiempo que ordenó que personal de Gama -entre los cuales estaba
Barrera- que trabajaban en un campo aledaño (La Arbolada), fueran a trabajar
haciendo limpieza de monte en el lugar” .
El sentenciante para mostrar la complicidad entre Petrone, Oxandaburu y
Ordóñez trae a colación una serie de llamados producidos el día de la segunda
usurpación (2.08.05 fecha en la que Ordóñez inscribe la escritura nº 63 en el
Registro de la Provincia), al precisar que “Petrone-desde su celular-llama a
Oxandaburu a las 20:05 hs. manteniendo comunicación por 438”, tras lo cual
llama al Dr. Pettito a las 22:24 hs. (por 474”). Al día siguiente, dos de agosto
de dos mil cinco (02/08/05) Petrone llama a Ramón Nicolás Ordóñez a las
08:02 (25”); a su abogado el Dr. Graffi a las 08:17 hs. (16”); a Oxandaburu a
las 08:26 (22”), devolviendo la llamada Oxandaburu a Petrone a las 10:55 hs.
(236”)”. Se pregunta, “¿Qué interpretación cabe a tantas comunicaciones del
“aparente comprador” con el “aparente vendedor” que ni siquiera concurre a
entregar la posesión del campo que dice tener antes ni después de los
acontecimientos del día 29/07/05?; ¡ciertamente eran cómplices y nunca aquél fue
estafado como aduce!”.
Por su parte, afirma que “coetáneamente al llamado de Oxandaburu,
Petrone acompañado por Oscar Abelardo García y los empleados Esteban
Villarruel, Mario César Donato, Marcos Sequeira y Mario Roberto Paz, antes de
las 12,30 hs. ingresan al campo Santa Leocadia de Susana Munist cortando o
haciendo cortar nuevamente la cadena del candado que mantenía cerrada la
tranquera de ingreso, con el objeto de tomar -por la fuerza- posesión del
mismo”.
Añade que el escribano Luis María Lascano Allende arribó al lugar llamado por
Petrone, y materializó un acta a ese efecto (ver sábana de comunicaciones
telefónicas que detecta el celular de Petrone a las 10:10 hs. en Villa San Nicolás,
aledaña al campo Santa Leocadia; actas de inspección ocular y secuestro -fs.
37/8- y de aprehensión -fs. 39).
Luego de ser detenidos por la policía y de recuperar la libertad alrededor de las

16.20 hs., añade que “Petrone llama nuevamente al Dr. Pettito a las 17:40 hs. (276”), a

las 18:08 hs. (116”) y a las 18:22 hs. (106”) como también se comunica a los teléfonos

de Oxandaburu (al tel. 3534096260) a las 18:11 hs. (3”) y a las 18:12 (179”)y (al tel.

3534090665) a las 18:11 hs. (15”)”.


* Sobre la posición exculpatoria del imputado Petrone vinculada a que
ingresó al predio por consejo de su abogado.
El tribunal reseña la posición exculpatoria de Petrone relacionada con este tramo de los

hechos a partir de la cual postula que ingresó al predio pues esa fue la indicación que le

dio su abogado defensor de ese entonces, el Dr. Darío Vezzaro. A continuación reseña el

testimonio del letrado quien efectivamente dio tal indicación en la creencia de que

Petrone tenía la posesión de dicho predio.

En función de ambos extremos, en primer lugar, considera que “queda


claro entonces que la respuesta dada fue porque Petrone le consultó sobre este
tema diciéndole que “tenía la posesión de un campo y le habían cambiado la
cadena”.
En segundo lugar, añade que “las constancias de la causa prístinamente

determinan que en realidad, ni Petrone, García, ni Oxandaburu, jamás tuvieron posesión

alguna sobre el campo en cuestión y, –como quedó dicho- la acreditada rotura de la

cadena del candado fue obra de la acción de ellos o de sus dependientes en

cumplimiento de sus órdenes”.

Además, y ya como indicio incriminante, le resulta muy llamativo que “si


estaba todo en orden” se consultara a un abogado penalista “muchos días antes
del día de la usurpación” tal como reconociera el propio Petrone, agregando
en el Plenario: “ustedes pueden ver las sábanas y tengo comunicaciones con el
Dr. Vezzaro”. Al respecto, estima que “si alegan haber obrado de buena fe el 20
de julio al escriturar a favor de García, qué sentido tenía y tiene que, muchos días
antes al 2 de agosto siguiente –en que son detenidos- (prácticamente, ni bien
escrituraron), consultaran a un abogado penalista cuando –de ser cierta aquella
afirmación- no había ni tenía por qué haber mácula sobre el acto que acababan de
realizar? Y más aún, porqué consultar a un penalista??? ¿Puede lógicamente
admitirse que un abogado sostenga que una persona tiene la posesión sin que el
interesado le dé informes que permitan sustentar tal diagnóstico?
Por lo que concluye que “evidentemente la respuesta no puede ser otra
que negativa conforme al normal acontecer de las cosas y la versión de Petrone al
respecto cae por su inconsistencia y absurdo”.
II.2.E. Hechos posteriores a la usurpación del campo demostrativos
de la maniobra (fs. 8646/8649)
* Intervención dolosa de la escribana María Laura Pace.

Para el sentenciante cobra relevancia la actitud de la imputada María Laura Pace

frente a la notificación efectuada el 5.08.05 por la escribana Silvia Cristina González de

Pardo. Es que, en la fecha citada, la notaria concurrió al domicilio profesional de la

acusada y puso en conocimiento de los extremos delictivos que estaban siendo

investigados por la Fiscalía 2º Turno de la ciudad de Carlos Paz.

Expone que González de Pardo recordó que al no encontrarse Pace en el lugar

fue atendida por su madre a quien le dejó una copia del requerimiento y suscribió el acta.

Aclara la testigo que “yo estaba muy impactada por el hecho; me ponía en su lugar y le

dije a la madre dígale que me llame o lo llame al Dr. Buteler. Lo hice como una gentileza

porque le estaba llevando una mala noticia, pensaba que a la Escribana la habían metido

en algo por error; yo no tenía ningún otro elemento más que la Escritura; no le dejé mi

teléfono, pero todos tenemos el listado de teléfonos de todos los Escribanos, pero no me

llamó”.

Al respecto, se sostiene que ello constituye “otro revelador modo de actuación de la

Escribana María Laura Pace, que da pauta del conocimiento previo a su intervención

notarial sobre el carácter ilícito de la acción para la que fue convocada”.

* Venta del automóvil marca Mercedes Benz a Oxandaburu.

En cuanto a este extremo, la Cámara señala que “el ocho de agosto de dos mil

cinco (08/08/05) se anota en Registro del Automotor la transferencia del vehículo

Mercedes Benz dominio DFJ 777, cuya base imponible es $ 50.000 por parte de Rubén

Juan Ripoll en favor de Diego Gastón Oxandaburu, utilizándose para ello un formulario

08 que contiene firma del vendedor, el nombrado Ripoll y de su esposa Bettina Hilda
Masena con certificación de la misma de fecha 18/02/2005 efectuada por el Escribano

Luis María Lascano Allende. Ripoll es cuñado de Jorge Oscar Petrone y era titular de

dominio del rodado desde el 16/10/02 (ver Legajo)”.

Sobre estos extremos, refiere que “esta es la consecuencia de la “supuesta”

venta del Mercedes garantizada con pagarés por parte de un –a todas luces- insolvente,

Oxandaburu, lo que era de conocimiento de Petrone por lo que su conducta lógicamente

se entiende en el pago por la actividad delictiva desarrollada por aquél en su beneficio”.

Considera que las condiciones personales de Petrone –un empresario rodeado

de profesionales en distinta materias de derecho y con conocimiento empresarial- torna

sumamente extraño que en materia de automóviles transfiera el dominio de un vehículo

valuado en alrededor de u$s 40.000 sin haber recibido pago alguno y sin prendarlo para

garantizarse un grupo de pagarés. Es por ello que concluye que “la transmisión del

dominio del auto Mercedes Benz fue el pago a Oxandaburu por su participación dolosa

en los hechos delictivos y, los pagarés y juicios inconsecuentes motivados en ellos, son

parte de la “pantalla” para justificar en una motivación legítima la acción desarrollada al

respecto”.

* Inscripción en el Registro General de la Provincia de la medida de no innovar,

intervenciones posteriores de Ordóñez y Pace.

La Cámara refiere que “el diez de agosto de dos mil cinco (10/08/05) ingresa

en el Registro General de la Provincia una medida de no innovar –Diario de

Providencia Cautelar nª 534- respecto de las matrículas nº 944415 y 944416 (fs. 162/3)

ordenada por el Fiscal de Instrucción de Villa Carlos Paz Dr. Ricardo Mazzuchi”.

Recuerda que “Ramón Nicolás Ordóñez refiere que al intentar retirar el trámite

de inscripción requerido en Carátula Rogatoria con el Primer Testimonio de la Escritura

Nº 63 de Pace, le fue informado que existía una medida que impedía continuar el trámite

por lo que solicitó hablar en la Dirección del Registro. Que en aquella oportunidad habló

con el señor Carlos Rodríguez y así lo hizo también la Escribana Pace posteriormente.

Rodríguez le informa la existencia de la medida judicial sobre el inmueble”.


Seguidamente, añade que según Ordóñez “García llamó varias veces a la Escribanía de

Lascano Allende preguntándole sobre la inscripción, informándole el dicente que no se

podía realizar la misma”, lo que a criterio del juez se aprecia como absolutamente

impropio en un mero “testaferro”.

Asimismo, destaca que en su testimonio Carlos Walter Rodríguez relata


que después de recibir la medida de no innovar se presentó la escribana María
Laura Pace y reclamó la falta de inscripción de la escritura Nº 63 labrada el
20.07.05 e ingresada al Registro el 01.08.05, por lo que la pone en conocimiento
de la medida judicial sobre las matrículas relacionadas con aquella, no obstante lo
cual les envió una carta documento al día siguiente. En efecto, reseña que “pese
a todos los antecedentes consignados precedentemente, el once de agosto
de dos mil cinco (11/08/05) la Escribana María Laura Pace intima al Registro
General de la Provincia por Carta Documento para que en el término de 24
hs. inscriba su Escritura Nº 63 (ver fs. 814 y 815)”.
* Antecedentes relativos a la participación de Pace y Ordóñez en maniobras
delictivas materializadas en escrituras públicas ideológicamente falsas.
En cuanto a los antecedentes de la imputada Pace en actividades
delictivas del estilo de las juzgadas, el tribunal cita que “ya había labrado
dolosamente la falsa Escritura Pública Nº 4 de fecha 04 de marzo de 2002, su
certificado de dominio e inscripción (ver Sentencia firme nº 17 del 17/08/10) y,
actuando de consuno con Ramón Nicolás Ordóñez, había autorizado también
dolosamente la falsa Escritura Nº 25 de fecha 22 de agosto de 2003 (Sentencia
nº 3 también firme del 08/04/2009) y las falsas Escrituras Públicas Nº 8 del 04 de
mayo de 2005 (Sentencia Nº 16 –firme- del 26/07/10), Nº 94 del 08 de agosto de
2005, Nº 108 del 26 de agosto de 2005, Nº 109 del 26 de agosto de 2005, Nros.
114, 115, 116, 117, 118, 126 y 127 del 31 de agosto de 2005 (Sentencia -no
firme- nº 11 del 25/09/2012).
Para el tribunal estos hechos “mostraban a Pace y Ordóñez al tiempo de consumación

de estos hechos, objeto de la presente, con particular y asidua proclividad a cometer este

tipo de delitos notariales, lo que, sumado a la cercana relación y conocimiento personal

de Petrone con Ordóñez (a la sazón empleado y tramitador del Escribano de aquél), más

el precipitado cambio de Escribano en las postrimerías de las acciones, lógico es concluir

que ello determinó -en este caso- la convocatoria de ambos”.

* Error de numeración en el protocolo que contiene la escritura pública nº 123 y

celebración de la misma por la escribana María Laura Pace.

El sentenciante entiende que las fechas en que Pace pone en conocimiento del

Tribunal de Disciplina del Colegio de Escribanos el error de foliatura que denuncia y la

celebración de la escritura pública nº 123, evidencian el propósito de los intervinientes de

continuar con al maniobra delictiva.

En concreto, refiere que “el veintidós de agosto de dos mil cinco (22/08/05) la

Escribana María Laura Pace confecciona una nota dirigida al Tribunal de Disciplina

Notarial mediante la cual comunica que por un error involuntario se pasó de la Escritura

Nº 118 labrada en los folios 01974176 y 01974177 a la Escritura Nº 123 labrada en el

folio 01974178 pidiendo que tenga a bien aceptar este inconveniente (fs. 682). Y,

precisamente, la Escritura Pública Nº 123 es labrada y autorizada por la Escribana

María Laura Pace insertándole fecha 31/08/2005, la que contiene un Poder General

Amplio de Administración y Disposición por el término de 20 años otorgado por

Oscar Abelardo García en favor de la razón social Gama S.A. sobre el inmueble

inscripto en la matrícula 944415 Santa María y 944416 Santa María, Córdoba.

Suscriben la misma Oscar Abelardo García, su esposa y la escribana Pace”.

Sobre este último instrumento público, estima que “evidentemente –por la


fecha de la nota de error mencionada precedentemente-, fue creada entre el
veintidós y el treinta y uno de agosto de dos mil cinco y, los antecedentes fácticos
relacionados ponen de manifiesto el propósito de los intervinientes de continuar el
obrar delictivo diseñado, promovido y dirigido por Jorge Oscar Petrone,
constituyendo la mencionada escritura otra falsedad con posibilidad de perjuicio al
transferir García a un tercero –Petrone-, la facultad de disposición del bien objeto
de causa, pese a conocer sin dudas que no tenía derecho legítimo para hacerlo,
sosteniendo en ella el “ejercicio de sus propios derechos”.
* Declaración plasmada en acuerdo firmado entre Oxandaburu, García y GAMA

SA

La Cámara afirma que “el 24/08/05 Diego Gastón Oxandaburu, Oscar Abelardo

García y Gama S.A. representada por Jorge Oscar Petrone, a instancias de éste,

suscriben una DECLARACIÓN a raíz de denuncia que hiciera Susana Clotilde Munist

de Ruiz Orrico, por la cual aquellos acuerdan que: a) entre ellas (partes) ”mantienen

la realidad de la operatoria” que describen y b) que entre Diego Oxandaburu y Gama

S.A. se acuerda que ante esa denuncia RESUELVEN “soportar temporariamente de

común acuerdo el resultado que de ello recaiga, para lo cual el Sr. Diego

Oxandaburu se obliga irrevocablemente a reintegrar dentro del término de 72 horas

de la fecha el cincuenta por ciento (50 %) de todo lo percibido, ya sea mediante la

entrega de dinero o con rescisión/resolución de los boletos de compra-venta de los

inmuebles que se indican en el presente”. “c) La soportación del riesgo compartido

de la operación se fija en el término de DIECIOCHO MESES calendario máximo…”

(fs. 279)”.

Al respecto, infiere que “el contenido de dicha declaración constituye otra muestra

más que –sumada al contundente cuadro probatorio considerado- evidencia la, sin

dudas, complicidad ilícita de Petrone, García y Oxandaburu en las acciones delictivas

objeto de la presente, ya que lo acordado con quien jamás mostró un mínimo sustento de

la posesión del campo cuyo derecho aducía tener –Oxandaburu-, se aprecia impropio,

inaudito y repulsivo para aceptar la argüida estafa de la que Petrone dice haber sido

víctima; siendo propio, en cambio, del accionar connivente, desplegado ahora, frente la

causa penal en curso”.


* Amenazas recibidas por Juan Enrique Ruiz Orrico.

Para el tribunal, otros acontecimientos relevantes para la prueba de la


maniobra acaecidos con posterioridad al develamiento de los hechos surgen de la
declaración de Juan Enrique Ruiz Orrico, quien da cuenta que “cuando vivía en la
ciudad de Concepción del Uruguay en la Provincia de Entre Ríos el 20/10/05
recibió una llamada telefónica de una persona que le parece que es de apellido
Monte quien trataba de entablar una relación de familiaridad para que no le corte
la comunicación pero terminé cortando el teléfono abruptamente, porque la
conversación había cambiado a un tinte intimidatorio… el que hablaba quería
llevar adelante alguna gestión para no llegar a juicio, me dio la impresión que
estaba mandado, era la impresión que me dio”.
A raíz de ello realizó exposición policial en la policía de Concepción del Uruguay, Entre

Ríos el 24.10.05 (ver fs. 169). Se lo interroga al testigo acerca de si conocía a Rosa

Munist, manifestando que “es mi tía, es una persona que trabaja en insumos

agropecuarios, trataron de tener contacto para llegar a mi madre y sí le dio temor a mi

madre porque era una persona conocida y tenía trato comercial con ella”.

* Juan Enrique Ruiz Orrico (hijo de la víctima) solicita a Enz copia de la primera

escritura pública traslativa de dominio

El sentenciante refiere que “después del hecho fuimos a pedir copia de la escritura

apócrifa al Escribano de Zarate con un abogado y nos atendió de una manera

despectiva, le manifestamos que había una intención de apropiarse del campo y que me

acuerdo que tenía las puertas abiertas de la escribanía y le solicitó a su secretaria a los

gritos que nos trajera una copia de la escritura, nos dio una copia de muy mala manera

y nos indicó la puerta para que nos retiremos. Fui yo y Ezequiel Paganini que es

abogado y amigo mío. En un momento el abogado le preguntó si recordaba a la persona

que firmó y el Escribano dijo: “creo que ese día vino una colorada” de manera

displicente y no habitual de los escribanos que se caracterizan por la formalidad. No

se mostró preocupado por nada, las manifestaciones fueron escuetas, breves y


despectivas”.

Precisa que “lo lógico o común con un escribano, es que de fe de las cosas y si

hubiera habido un problema y si él hubiera sido partícipe y alguien que honre su

profesión, debería tener interés de saber qué pasó, nunca preguntó. En su escribanía

sucedió esto y fue anormal, una compra-venta de un inmueble de Córdoba con dos

personas que viven en Ciudad de Buenos Aires y lo hicieron en Zarate, tendría que

haberse puesto a disposición y ver qué pasó; pero él no lo hizo, era una situación que no

era habitual, no demostró preocupación, nos dijo que tomó los recaudos para el acto. No

recuerdo pero fue después de que vine a acompañar a mi madre una semana siguiente

de la usurpación de la segunda vez, la primera vez pensábamos que era una cuestión

menor y luego me cuenta lo sucedido y creo que fui la semana siguiente con ella para

recuperar el campo y una semana después fui a Zarate”.

En función de esto, el sentenciante considera que “la proximidad de la fecha de la

concurrencia del hijo de Susana Munist a la Escribanía Enz –cuando recién se iniciaba la

investigación penal y las actitudes despectivas y displicentes puestas en acto por el

Escribano ALFREDO MIGUEL ENZ, constituyen otro elemento más que suma a los ya

considerados, probando sin duda alguna su dolosa y voluntaria actuación en la

materialización de los hechos objeto de acusación fiscal, por los que debe responder

penalmente, resultando desechable toda incapacidad al respecto conforme lo acreditaron

suficientemente los exámenes médicos transcriptos “supra” y la dinámica que su

impronta puso a los sucesos delictivos”.

II.2.F. Conclusiones sobre la participación de Jorge Oscar Petrone (fs. 8626

vta./8627 vta., 8649 y vta.).

En función de lo expuesto, el tribunal marcó las siguientes conclusiones relativas

a los diferentes tramos fácticos referenciados:

Sobre el interés de comprar las tierras y el motivo relativo a la escasez de agua,

refiere que las pruebas consideradas constatan que “desde agosto de dos mil cuatro

Jorge Oscar Petrone conocía que la propiedad Santa Leocadia, de sesenta y tres
hectáreas aproximadamente, existente a la vera de la Autopista que une las

ciudades de Carlos Paz con Córdoba, pertenecía a la tía de Hermida Adrogué

(Susana Clotilde Munist Vda. de Ruiz Orrico), que ésta no tenía interés alguno en

vender y que ejercía la posesión pública, continua y pacífica del inmueble”.

En efecto, sostiene, al tiempo de los hechos ilícitos objeto de la presente


causa la posesión de la fracción de campo denominada Santa Leocadia era
ejercida en forma pública, pacífica, ininterrumpida y continua por Susana Munist
Vda. de Ruiz Orrico como ella lo manifestó al decir que “jamás vendió a persona
alguna dicho campo ni tampoco transfirió la posesión de los mismos, lo que
actualmente (declaración del 01/08/2005, fs. 34) explota para la siembra de soja y
cría de ganado vacuno, además tiene pago y al día los impuestos por la Dirección
General de Renta Provincial”.
Estima que “por las características y modo de las acciones que se desarrollan a partir de

esta manifiesta negativa a, siquiera, tratar eventual comercialización trasmitida por

Hermida Adrogué a Jorge Oscar Petrone y a personas a él vinculadas en el mes de

agosto de dos mil cuatro y reiterada en los primeros días de febrero de dos mil

cinco, es que aquél –Jorge Oscar Petrone-, pese al conocimiento cierto de la situación

jurídica del inmueble propiedad de Susana Munist viuda de Ruiz Orrico, planifica,

promueve y lleva adelante el desencadenamiento de acciones ilícitas para desapoderar a

la nombrada de la titularidad del dominio de los inmuebles y, luego, de la posesión de los

mismos. Y ésta afirmación surge –sin hesitación- de numerosos elementos de prueba

cuya significación determinan, con certeza, la misma” (fs. 8625 y vta.)

Además se detalla que Petrone mostró interés en adquirir el campo en cuestión a

partir de mediados de agosto del 2004, siendo clara y expresa la información brindada

por Hermida Adrogué al referirle que “era de su tía, que vivía en Bs. As., y que no

tenía interés en venderlo”. Se puntualiza que las llamadas detectadas de su teléfono

celular “desde la localidad de Zárate, domicilio del escribano Enz -que intervino en la

primigenia escritura falsa- tan solo días después de que fracasaran los nuevos intentos
de Nemirovsky hacia Hermida Adrogué y su esposa”.

A continuación, se acreditó su presencia en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dos

días antes de que Enz viajara a Córdoba a solicitarle personalmente a la escribana Sarita

Díaz Cornejo que pidiera los informes de la propiedad que interesaba al empresario. Lo

llamativo de su presencia el 2.05.05 en la citada localidad, resulta porque precisamente

esa fecha es la que tenía el borrador de la escritura de Enz.

Para el tribunal, ello permite inferir que “Enz no hizo más que seguir desde un inicio los

lineamientos dados por Petrone, quien para cada uno de estos actos, tal como

claramente se ha acreditado, seleccionó elementos físicos y humanos a su alcance.

Lineamientos que evidentemente a pie juntillas también fueron seguidos por los

coimputados Oxandaburu, García, Ordóñez y Pace, quienes conniventemente prestaron

su delictiva participación. Todo lo cual reseño en párrafos apartes”.

Más adelante, interrelaciona todos los elementos ponderados al sostener que “el

interés, gestiones y acciones desarrolladas [por Petrone] para adquirir el campo en

agosto de 2004, reiteradas en enero, febrero, abril y mayo de 2005, simulación -desde

principios de enero de 2005- a través de Tegano y los corredores inmobiliarios Ricci-

Garrido- en torno a ofrecimiento del inmueble de modo increíble y ridículo (desconocido

que “apurado” deja un croquis o plano y teléfono en la inmobiliaria Ricci, fs.3057), campo

que, precisamente, era su objetivo desde seis meses antes a aquella fecha, conociendo

cabalmente quién era su propietaria, a lo que suma su viaje a Zárate cinco días después

del resultado negativo de las nuevas y reiteradas gestiones con el administrador del

campo Hermida Adrogué llevadas a cabo por su empleado Nemirovsky (que éste califica

de frustrantes) y permanencia en esta localidad por varias horas en la zona donde se

domicilia el Escribano Alfredo Miguel Enz, que materializará la primera escritura falsa de

la cadena de falsedades para hacerse del dominio del inmueble en cuestión, más ingreso

subrepticio de personal de su empresa Gama S.A. al predio Santa Leocadia

inspeccionando el molino allí existente, llamadas desde el teléfono de Gama S.A. al

teléfono de la propietaria y poseedora del inmueble en cuestión, a sólo tres días de firmar
un Compromiso para comprar el mismo con un tercero –Oxandaburu- que reunía las

características de un joven de solo 27 años, ignoto en materia empresarial, comercial e

inmobiliaria y notables carencias económicas, escasísimo cambio casi sin relevancia

alguna en esta situación económica del vendedor Oxandaburu con la firma de la

Escritura Nº 63 que autoriza Pace, lo que, sumado a la también- aparente adquisición de

la cupé Mercedes Benz suscribiendo pagarés a sólo quince días de la fecha en que

Petrone dice haberle pagado U$s 450.000, lo que conduce a descartar sin duda alguna

ese pago, añadiéndose el empleo de escribanos ajenos a su habitual gestión notarial,

una de ellas –Pace- y sus gestor Ordóñez, hacedores por entonces de escrituras falsas,

más el ingreso violento y reiterado al inmueble para tomar posesión de modo inaudito e

impropio de un adquirente de buena fe, todo ello determina concluir con certeza en la

voluntaria y dolosa intervención de Petrone en la planificación, promoción y acción para

consumar los hechos ilícitos que le endilga la acusación fiscal. Más aún, repárese que ya

el veinticuatro de febrero de dos mil cinco (24/02/2005) se había planificado firma de

la (falsa) documentación de “adquisición” del campo para marzo-abril y posesión meses

después !!!, lo que dista de la normal actividad de quien tiene intención de adquirir

lícitamente un bien de valor millonario, pero sí condice con quien espera el levantamiento

de la cosecha de soja sembrada por sus legítimos propietarios y poseedores

–otoño/invierno- para tomar por la fuerza la posesión, a lo que también se añade el

indicio de alojamiento del escribano Enz y su esposa en un hotel de cinco estrellas de

elevado costo para la extrema estrechez económica que padecía aquél, hotel que

pertenece a los allegados de Petrone que también son propietarios del Banco donde

innecesariamente se suscribe la Escritura Nº 63 de Pace: conforma un cuadro probatorio

en su integridad que, con particular contundencia y solidez, no deja margen de duda

alguna: Petrone fue el responsable de los hechos ilícitos y a ello contribuyó DIEGO

GASTÓN OXANDABURU (que sabía que no tenía ninguna posibilidad de adquirir un

campo y no lo había hecho lícitamente), más los restantes imputados que son motivo de

tratamiento en esta Sentencia”.


II.3. El recurrente trae a estudio ante este Alto Cuerpo la cuestión
vinculada a la motivación de las conclusiones acerca de la participación del
imputado Jorge Oscar Petrone en los hechos que se le endilgan, conforme ha sido
dispuesta en el fallo puesto en crisis. Concretamente, aduce que el sentenciante
ha valorado arbitrariamente la prueba recabada, a la vez que no ha ponderado la
versión exculpatoria de su asistido ni tampoco los elementos de descargo que la
acreditan, con lo cual incurre en fundamentación omisiva.
Al respecto, se adelanta opinión en el sentido de que su queja debe ser
desechada. Doy razones.
II.3.A. De la atenta lectura de los antecedentes fácticos reseñados, no se
advierte arbitrariedad en el mérito probatorio en tanto el sentenciante ha
entrelazado las probanzas colectadas para arribar, paso a paso, a conclusiones
parciales que conjugadas sustentan la condena por los hechos atribuidos al
acusado Petrone. En ese sentido, el impugnante recorta los argumentos dados en
la resolución en tanto omite hacer referencia a elementos de convicción que dan
cuenta con claridad que el acusado, utilizando recursos humanos y materiales de
su actividad comercial y financiera, proyectó y ejecutó la apropiación ilícita de los
inmuebles pertenecientes a Susana Munist de Ruiz Orrico, a la vez que tergiversa
los juicios propuestos en torno a esas pruebas al desconocer las reglas de la sana
crítica racional que rigen su ponderación.
Como se verá, la defensa no considera la totalidad de las probanzas analizadas,

a la vez que aquellas que valora no las integra en un único razonamiento y, de tal

manera, pierde de vista la univocidad que surge de su apreciación integrada. Al respecto

esta Sala, reiteradamente, en relación al valor probatorio de los indicios y a la

posibilidad de sostener una conclusión condenatoria en base a los mismos, señala que

para ello se requiere que los mismos sean unívocos y no anfibológicos (TSJ, Sala

Penal, “Ramírez”, S. n° 41, 27/12/84). Lo que a su vez, exige que su valoración se realice

en forma conjunta y no de manera separada o fragmentaria (TSJ de Córdoba, Sala


Penal, “Simoncelli”, S. n° 45, 29/7/98; “Torres”, A. n° 1, 2/2/04; “Risso Patrón”, S. n° 49,

01/06/06 -entre muchos otros). Ello determina que para cuestionar la motivación de fallos

fundados en prueba indiciaria, sea necesaria también una ponderación conjunta (TSJ de

Córdoba, Sala Penal, A. n° 205, 11/8/98, “Capdevila”; A. nº 49, 4/3/99, “Galeano”; A. n°

109, 5/5/00, "Pompas"; A. n° 517, 19/12/01, "Carnero"; A. n° 95,18/4/02, "Caballero"; A.

n° 1, 2/02/04, "Torres" -entre muchos otros).

II.3.B. En efecto, la compleja maniobra delictiva pergeñada por Jorge Oscar

Petrone sólo pudo ser proyectada por quien, como el acusado, posea solvencia y

capacidad suficiente para conectar recursos materiales, humanos y logísticos a fin de

generar, en paralelo y sin su actuación directa, una serie de negociaciones y

contrataciones con alto grado de formalidad dada la importancia de los bienes sobre las

que éstas versaban.

Bajo este parámetro debe guiarse el análisis del marco probatorio, y no teniendo en

cuenta el pretendido por el impugnante en varios tramos de su recurso, conforme el cual

procura desatar la aludida ligazón probatoria a partir de consideraciones aisladas

marcadas sólo por un análisis ex post de los hechos -es decir, teniendo en miras el modo

en que finalmente ocurrieron-, en función de lo cual sostiene que el acusado de ninguna

manera se embarcaría en una maniobra que llevara a los resultados infructuosos

acaecidos, pues no era ni un “ingenuo” ni un “suicida”. Al contrario, la ponderación de la

prueba debe también incluir la perspectiva ex ante, es decir, aquella basada en las

condiciones en que Petrone se encontraba al tiempo en que intentó comprar el predio de

César Hermida Adrogué y consultó por el de su tía, requerimientos que reiteró en febrero

del año siguiente, tiempo en el cual -ante la determinante negativa del nombrado-

comenzó a tomar forma concreta el plan para apropiarse de los lotes objeto de este

juicio, el cual implicaba la realización de una serie de falsificaciones instrumentales

producidas por sujetos vulnerables económicamente y “ajenos” a su entorno, que luego

podría utilizar fraudulentamente como prueba de la veracidad de su supuesto título

dominial.
En ese marco, comparativamente, cabe destacar que el modo de actuación del imputado

en otros desarrollos inmobiliarios vinculados a su actividad empresarial, pone en

evidencia que los hechos juzgados resultan harto distantes de las previsiones

regularmente tomadas en el común de sus negocios. Es claro, entonces, que imprime

una condición especial de valoración que los profesionales de distintas áreas que lo

asisten y las formas cumplidas en la serie de actos jurídicos involucrados, difieren de las

de su giro habitual.

En ese contexto, se advierte que la fundamentación probatoria reseñada no se

asienta en meras conjeturas del tribunal, según reprocha el quejoso, sino que tiene

apoyo en numerosas circunstancias que son demostrativas de la participación del

acusado, a saber: su interés en la compra de esos terrenos, que aumentó al advertir las

reservas de agua con que contaba; la situación dominial del lote (dueña de edad

avanzada domiciliada en una provincia distinta) y su uso (esporádico para pastoreo y

estacional para eventuales arrendamientos para cultivo); la incongruente intervención

inicial de un escribano, compradores y vendedores residentes en lugares distintos del

campo y con carencias económicas; el uso de agentes inmobiliarios y notarios como

pantallas que luego fueron descartados ante los riesgos que presentaba continuar con su

vinculación; la convocatoria de quien no era escribana de trato habitual; los nexos

evidenciados entre Petrone y el resto de los autores y partícipes; la cercanía temporal

entre el ofrecimiento inicial de compra a Adrogué y la materialización de las escrituras

falsas y el ingreso estratégico al campo en épocas en que el mismo no tenía actividad; la

seguridad que le imprimía al imputado el capital material y humano requerido -y que este

contaba- para semejante artilugio, tanto para llevarlo a cabo cuanto para ocultar las

citadas conexiones si el mismo era descubierto, como finalmente ocurrió.

Para arribar a tales conclusiones, la motivación probatoria gira sobre varios ejes

vinculados a personas, tiempos y lugares que, concatenados, confluyen en el plan

orquestado por el acusado Jorge Oscar Petrone cuyo objetivo final radicaba en la

apropiación del inmueble conformado por dos lotes adyacentes pertenecientes a Susana
Munist de Ruiz Orrico.

II.3.C. En función de la trama argumental expuesta que se apoya en la reseña de

la fundamentación de la sentencia, se advierte que las críticas sobre indebida

fundamentación u omisión de ponderación de prueba relevante resultan ineficaces.

II.3.C.a. En primer lugar, el sentenciante pone en evidencia la persistente intención de

Petrone para adquirir las heredades de la víctima y los motivos surgidos luego

intensificaron dicha pretensión. Sobre lo segundo, puntualiza que existía necesidad de

proveer agua a su emprendimiento urbanístico denominado “La Arbolada” iniciado en

terrenos aledaños a los de la damnificada, en razón de que los recursos propios eran

insuficientes para abastecer en el futuro a los asentamientos poblacionales que

finalmente se radicarían allí.

Estos extremos no han sido negados en el recurso pero sí matizados al

sostenerse que ello no es dirimente para la prueba de los hechos porque su voluntad de

conseguir los predios no constituye una razón suficiente para promover semejante

empresa delictiva, tanto es así que ello no ocurrió en el caso del lote de Woodward, ni

tampoco en el del propio César Hermida Adrogué. Sin embargo, los antecedentes

probatorios ponderados dan cuenta que evidentemente la adquisición de esas tierras era

dirimente para el proyecto inmobiliario del acusado lo que quedó patentizado con los

citados requerimientos acuíferos de su emprendimiento, lo que lo distingue de los otros

dos que menciona el recurrente.

Téngase presente que los testigos Adrogué, Ruiz Orrico y, especialmente, Ferrer

Frontera que poseen campos en la zona colindante o cercana a Santa Leocadia

explicaron clara y detalladamente los problemas para obtener agua que existen en la

zona, cómo la consiguen los distintos barrios del lugar, lo irregular que es su

abastecimiento y, en el caso de Ferrer Frontera, los esfuerzos que debió hacer para

satisfacer sus carencias del rubro. Asimismo, señalaron que mayores son las dificultades

a medida que los terrenos se alejan de la ruta C45 hacia el oeste, justamente, en la zona

donde se asienta “La Arbolada” (Hermida Adrogué), y que estos conocimientos –por
ejemplo, Ferrer Frontera- los había obtenido justamente por las limitaciones de agua,

más allá de que no era geólogo.

Petrone conocía esta circunstancia y sabía que para el éxito de la urbanización

debía adquirir suficiente cantidad para abastecerla. Dicha necesidad se vio reflejada en la

transferencia a su favor que realizó Ramón Isaía Oviedo de los derechos posesorios de

un terreno chico (50 mts. Por 70 mts.) al sólo efecto de hacer un pozo para desde allí

trasladar el agua a “La Arbolada”, objetivo que incluso luego implicó llevar las cañerías

desde dicho pozo hasta la citada urbanización (conf. testimonio de Oviedo y escritura

pública nº 421, 13/12/2005). En similar sentido, Ricci señaló que le ofreció el predio a

Petrone porque el mismo tenía agua, y que sabía por otro de los dueños de la escasez

de dicho elemento.

En ese contexto, es que el empresario averiguó inicialmente a través de Nemirovsky y

constató luego por personal de su empresa –como se presentaron a Adrogué- que el

predio de Munist tenía un pozo con agua con un molino, lo que según su hijo no era

común en la zona. Concretamente, el primero conversó del tema con Hermida Adrogué

previo a la reunión en Gama en agosto de 2004 y luego, meses después de esta

propuesta inicial y de reiterarla en febrero de 2005, entre abril y mayo de 2005, los

segundos concurrieron al mentado molino para examinar las condiciones del pozo y

averiguar si tenía agua. Es claro que las preguntas e investigaciones estaban orientadas

a ponderar el valor de la citada heredad que por su provecho motorizó el plan de su

apoderamiento.

Asimismo, lo dicho resulta suficiente para probar que ese era un motivo del

acusado para obtener estos inmuebles, resultando intrascedente si el agua existente en

el campo era suficiente para satisfacer a todo su emprendimiento. De allí que también es

indistinto la realización de un informe técnico o cualquier otra prueba que dé cuenta de

dicho extremo, como lo exige el recurrente.

Lo cierto era que había agua, bien escaso en la zona, en un terreno cercano al desarrollo

que llevaba adelante la firma del acusado. Además, no es un dato menor que su
propósito tuvo en miras unos terrenos rurales en los que no se practicaban actividades

agrícolas-ganaderas de envergadura, cuya dueña se encontraba en otra provincia y era

de edad avanzada, lo que a priori significaba mayores facilidades para su apropiación.

Por lo demás, la contradicción sostenida por el recurrente, fundada en que el

Fiscal Gavier en el alegato sostuvo que el agua no era para La Arbolada, no es tal. En

efecto, el funcionario señaló que cuando el acusado puso el ojo en los terrenos de la

víctima lo hizo por sus condiciones de urbanización y que no puede sostenerse que en

ese momento hubiera tenido por fin la provisión de agua a La Arbolada dado que su

primer boleto de compraventa se materializó el 24/12/2004, es decir con posterioridad al

primer intento de compra. Pero ello no implica negar que dicha motivación existió y que

era un factor relevante como bien lo expone al decir que Gama sabía de las

excepcionales condiciones de urbanización así como también del agua (fs. 8160),

aunque en un comienzo no tenía destino directo al citado emprendimiento. Además, si

bien esto ocurría inicialmente, sí reconoce la relación luego cuando muestra que dicho

emprendimiento requería de dicho elemento por cuanto “el agua de la que se que se

proveía no era potable, hace muy poco que se autorizó” (fs. 8162).

Finalmente, contrariamente a lo sostenido por el recurrente, no resultaba dirimente

convocar a Marcela Luisa Botán, esposa de Hermida Adrogué, quien figuraba como

titular de una de las vías de comunicación a las que telefoneaba Nemirovski, por cuanto

según ambos testigos las conversaciones siempre fueron entre ellos, no teniendo

relevancia en ese marco que la mujer haya sido la titular del medio utilizado a esos

efectos.

II.3.C.b. Tampoco resulta de recibo la crítica vinculada con la falta de conexión

entre Petrone y Enz. En ese sentido, téngase presente el análisis efectuado en la

sentencia en orden al modo en que se obtuvieron los documentos necesarios para la

realización de la primera escritura falsa a cargo del citado notario y los indicios que

conectan a ambos acusados.


A primera vista, las circunstancias personales de los traídos a proceso parecen

separarlos pero a poco de andar por el caudal probatorio, ninguna duda cabe de que

serios elementos confluyen a apoyar la existencia de lazos que los involucran en la trama

delictiva.

Entre los indicios que concurren a poner en evidencia el vínculo entre los

nombrados, encontramos que:

a. Enz fue convocado a realizar una escritura traslativa de dominio de un inmueble que

no tenía radicación en la ciudad de su jurisdicción entre dos personas –la falsa Munist y

Lapacó- que se domiciliaban en una sede distinta de la escribanía y de los terrenos

objeto de la transacción.

b. Existen registros del celular de Petrone que lo ubican en la zona del domicilio de Enz

al 10.02.05, días después de insistirle a través de varios llamados telefónicos de

Nemirowski por segunda vez a Hermida Adrogué por la compra del terreno, además que

el 2.05.05, fecha registrada en la minuta de la escritura pública que Enz le pasó a la

escribana Díaz Cornejo, el incoado se hallaba en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,

próxima a la ciudad de residencia del escriban.

c. Cuando el escribano visitó esta ciudad se alojó en un hotel de lujo –sobre el

que no tenía capacidad económica para afrontar- de cuyos dueños Petrone era cliente

importante por su paralela actividad financiera en el Banco Julio (donde más adelante se

realizó parte de la maniobra).

d. Para hacer efectiva la inscripción de la escritura pública apócrifa, Enz –

argumentando la elección de la colega en Córdoba mediante una explicación

“francamente increíble e infantil”- contactó directa y personalmente a la escribana Sarita

Díaz Cornejo -que a su vez brindó una versión diferente de dicha explicación- cuyo

hermano Álvaro Díaz Cornejo, también escribano, tenía relación directa con el imputado

Petrone; además, fue este último quien efectivamente, como suplente de su hermana

(condición que conocía iba a ostentar), inscribió la escritura confeccionada por el notario.

Tampoco es menor que para tan sencillo trámite el escribano se acercara personalmente
hasta esta ciudad a requerir estos servicios.

e. La documentación secuestrada en esta última escribanía –donde trabajaba

Álvaro Díaz Cornejo con quien Petrone tenía confianza- resulta claramente incriminatoria

por cuanto la misma resultaba incompatible con los trámites y gestiones requeridas para

una operación como la que Enz solicitaba a Díaz Cornejo (inscripción de una escritura ya

hecha o por hacerse), pero sí era necesaria para confeccionar el instrumento público que

constataba la venta de Munist a Lapacó cuya inscripción le requería, a la vez que

muestra que las maniobras iniciaron bastante tiempo antes de que estos notarios

entraran en acción (copia del asiento de dominio del inmueble de la víctima, pedida el

31.08.04 –luego del primer intento de compra a Adrogué- y obtenida el 1.09.04 por

publicidad directa en la sede de Carlos Paz del Registro General de la provincia, y la

liquidación de impuestos emitida el 25.10.04 por la Dirección General de Rentas,

constancia de CUIL y de la situación tributaria de la damnificada).

f. La escritura pública nº 93, además de acreditarse su falsedad por el testimonio de

Susana Munist y la pericia caligráfica que concluye afirmativamente sobre la simulación

de su firma, reedita los datos desactualizados consignados en los documentos

secuestrados en la escribanía Díaz Cornejo (LE en vez de DNI, estado civil –casada en

lugar de viuda-), o la falta de precisión de parte de la información de la damnificada

(errónea consignación de la numeración de su domicilio). Asimismo, tampoco la fecha

consignada resultó la de su realización -16.05.05- la que, llamativamente, coincide con la

anotada en el boleto de compraventa del predio en cuestión entre Lapacó y Prandi (no

escriturado), y es discordante con la que figura en el fax remitido a Enz desde las oficinas

de Díaz Cornejo -2.05.05-, día en el que Petrone se encontraba en la Ciudad Autónoma

de Buenos Aires.

g. Enz coetáneamente estuvo en contacto con Huguetti, Oxandaburu, la

inmobiliaria Ricci (quien le había ofrecido a Petrone el campo objeto de la venta

consignada en la escritura que el imputado simuló celebrar previamente).


h. La actuación de Enz como escribano se produjo en paralelo a la pretendida

venta de Oxandaburu a Petrone, cuyas gestiones iniciaron con bastante anticipación a

aquélla en enero de 2005 (conf. el cuaderno de la inmobiliaria Ricci). Además, el día en

que se reunieron en la escribanía, alguno de los presentes –excluyendo a Vaca Olmos y

Alasino que negaron la llamada- se comunicó con el escribano Enz, entre los que se

encontraban Petrone y Oxandaburu.

i. Ante la advertencia de Alasino sobre sus sospechas de la operación, Petrone y

Huergo se negaron a constituirse en Buenos Aires para constatar la primera

transferencia.

Para el análisis de estos elementos, no debe perderse de vista que en el diseño

del plan delictivo el ocultamiento del nexo con Enz y las circunstancias de realización de

la primer escritura nº 93 era crucial para Petrone, dado que para el caso –como

finalmente ocurrió- que sea demostrada la falsa intervención de la titular legítima en la

primera compraventa documentada, una conexión entre ambos sencilla de dilucidar

pondría en crisis el argumento que el empresario pretendió construir para justificar que

había adquirido de buena fe tales predios.

Partiendo de este presupuesto, no es azarosa la elección de un escribano de

extraña jurisdicción y de personas alejadas al círculo habitual del empresario pero lo

suficientemente vulnerables económicamente (como lo era el propio notario,

Oxandaburu, Lapacó y Prandi) para aventurarse en esta empresa delictiva. Estas

condiciones a priori le permitían a Petrone una vez descubierta la falsedad inicial negar

los vínculos con Enz y con el resto de los intervinientes en las mentidas contrataciones,

por lo cual no es extraño que sea justo éste el argumento utilizado en el recurso para

pretender desligar al acusado de la maniobra ardidosa.

Reitérese que los indicios citados sopesados concatenadamente muestran cómo

el plan pergeñado para la apropiación de los lotes de la víctima fue tomando velocidad en

pocos meses, siendo que los hechos cómo los presenta el quejoso parcializan y

tergiversan el sentido asignado, tanto que su crítica carece de sustento en la prueba


ponderada en la sentencia. Asimismo, desconoce una regla de la experiencia clara

marcada por el sentenciante, esto es, que de haber actuado sin dolo, no se explica cómo

el acusado con sus conocimientos en el rubro inmobiliario no gestionó ninguna actividad

tendiente a investigar la veracidad de la escritura nº 93 que fue confeccionada en mayo

del 2005, esto es, a poco más de dos meses de haber consultado directamente, y por

segunda vez, a los dueños de los campos sobre la posibilidad de venta de lo cual se

negaron rotundamente ¿Por qué tanto poco tiempo después habrían cambiado de

opinión? ¿Por qué omitió seguir el consejo de Alasino respecto de la necesidad de

indagar los antecedentes notariales de tales inmuebles?

Además, las condiciones en que actuó Enz y el resto de los adláteres conniventes y no

conniventes muestran la maniobra en su mejor luz. Así, destáquese que no pasa

desapercibida la participación de un escribano de un lugar distinto al del asiento dominial,

que intervino en una escritura en la que se consignaron datos erróneos o imprecisos

tomados de publicidades registrales y anotaciones impositivas recabados en 2004 (época

en la que Petrone ya había intentado por primera vez comprar los campos El Paraíso y

Santa Leocadia); tampoco es menor que el notario luego pidió para su inscripción

registral la asistencia de una notaria –Sarita Díaz Cornejo- con la cual Enz no tenía

ninguna clase de conexión y sí Petrone (por su hermano Álvaro quien finalmente

efectivizó la citada inscripción), escribanía, además, en la que se secuestraron la

documental que contenía los datos con los que se efectuó el instrumento de venta;

tampoco encuentra correlato que Enz con su poca capacidad económica efectúe un viaje

a Córdoba para una gestión sencilla y se acomode en un Hotel lujoso cuyos dueños, otra

vez, tienen contacto directo con el imputado; a su vez, se suma la presencia de Petrone

en cercanías del domicilio del fedatario cinco días después de las segundas tratativas

infructuosas con Adrogué y también en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la fecha

en que se consignó se firmó la primer escritura según fax secuestrado en lo de Díaz

Cornejo (que difería de la fecha anotada en la escritura); la negociación paralela a la

actuación de Enz iniciada con los agentes vinculados a la inmobiliaria Ricci en enero de
2005, y el llamado efectuado desde la escribanía de Vaca Olmos en mayo de ese año a

Enz, lugar en el que se encontraba Petrone y de la que Vaca Olmos y su marido no

tuvieron noticia.

Dados estos antecedentes, tampoco resulta certera la equiparación aducida por el

casacionista entre la situación en que se encontraba Sarita Díaz Cornejo –a quien se le

reputa desconocimiento de la maniobra- y Petrone, por cuanto con ella desconoce todo el

cúmulo de elementos examinados previamente los cuales colocan a este último como

artífice del plan delictivo en el cual debió incluir a personas cercanas a su entorno que

pudieron ser manipuladas (como el caso de la fedataria), lo que también ocurrió con

respecto a la escribana Vaca Olmos, su marido y compañía. Máxime si fue el propio Enz,

por indicación del acusado, quien ubicó y contactó a la citada escribana.

Tampoco el análisis del recurrente sobre las llamadas efectuadas por su asistido durante

su tránsito por la ciudad de Zárate el 10.02.05 y la negación de que exista prueba de la

visita de Petrone a las oficinas de Enz logra conmover la ligazón con Enz. Ello por

cuanto, en primer lugar, no niega que la llamada existió y, en segundo, su pretensa

explicación de que su estancia por la zona resultó una mera casualidad no se

corresponde con la serie de indicios que relacionados evidencian el vínculo entre ambos

acusados. Igual respuesta merece su crítica a la consideración de la estancia de Petrone

en Buenos Aires el día que figura como efectuada la escritura 93 (fax) y al indiferente

trato que procura dispensar al alojamiento del notario en el mencionado hotel en

Córdoba.

Por otra parte, se advierte que el recurrente, además de formular un planteamiento

ineficaz, por las razones apuntadas –su desconocimiento del marco probatorio

ponderado por el sentenciante–, busca avanzar en la prueba de la inexistencia del nexo

entre Petrone y Enz, mostrando sorpresa ante la consideración de la Cámara de la

llamada que el primero efectuó en Zárate a lo que califica como un “hecho nuevo” sobre

el cual entonces debe traer prueba no diligenciada en el debate. Pero ello resulta

improcedente en la medida que, justamente, trae ante esta Sala prueba documental y
testimonial no ofrecida y, por ende, no incorporada ni mucho menos ponderada por el

tribunal de juicio, cuando los registros telefónicos si fueron incorporados y podían ser

valorados en el fallo sin que ello implique una circunstancia fáctica nueva que la defensa

no pudo revisar.

Al respecto, debe señalarse que la materia objeto de análisis limita la competencia del

tribunal ad quem a las razones dadas por el tribunal de juicio en orden a la conclusión

asertiva de la participación del prevenido en los hechos que se le endilgan, lo cual obsta

a cualquier otra consideración sobre elementos probatorios no tratados en esa sede

(conf. 456 CPP).

Téngase presente frente al planteamiento específico formulado en ese sentido por el

recurrente, que el Tribunal de Casación actúa como un Tribunal de los hechos, a efectos

de comprobar si es verdad que la actividad procesal no se ha desarrollado con las formas

debidas, para lo cual puede recurrir a la comprobación de las circunstancias de la causa

y aún puede producir una investigación para indagar el verdadero cumplimiento de las

formas (De la Rúa, Fernando, La casación penal, Depalma, Bs.As., 1994, p. 70;

"Cabello", S. n° 21, 15/05/1997; "Gamboa" y "Ariza", cits.). Sin embargo, esta prueba no

procede cuando se quiera demostrar que la prueba del debate fue diversa de la fijada por

la sentencia o que esta ha omitido alguna (DE LA RÚA, La casación penal, ps. 70/71).

En definitiva, lo dicho pone en claro que Petrone requirió los servicios de Enz para iniciar

las maniobras tendientes a la apropiación de los terrenos pertenecientes a Susana

Munist de Ruiz Orrico.

II.3.C.c. Por otra parte, tampoco resulta eficaz la explicación elucubrada para

afirmar que el ofrecimiento del campo resultó de una propuesta formalizada por Ricci,

Garrido y Tegano, y que no se investigó o argumentó suficientemente sobre la

intervención de los nombrados en la maniobra delictiva.

En efecto, la Cámara concluye certeramente que la intervención de los

nombrados así como también de Vaca Olmos y su marido Alasino, en el plan pergeñado

por el acusado, tenía dos fines: uno, pretendía generar antecedentes suficientes para
disfrazar el modo en que el acusado tomó contacto nuevamente con el inmueble para su

compra, pero también, en segundo lugar, le permitía obtener documentación suficiente

para evitar que Oxandaburu transmitiera a un tercero los campos objeto de la

transacción.

Sobre lo primero, el sentenciante claramente desliga a los nombrados de la

maniobra puesto que:

* Contrariamente a sus dichos, durante las tratativas con Ricci, Garrido y Tegano

fue Petrone –no Oxandaburu o cualquier otro- quien eligió a la escribana Beatriz Esther

Vaca Olmos para formalizar la reserva de venta del inmueble objeto de tratativas, siendo

que en su giro habitual el acusado efectuaba esta clase de contrataciones con su notario

de confianza, Luis María Lascano Allende.

* Los nombrados tomaron contacto con Oxandaburu después de su aparición

sorpresiva en la escribanía de Vaca Olmos, situación que resultó inesperada, pues Ricci,

Garrido, la escribana y su marido, creían que sería Tegano el responsable de la venta,

según se venía poniendo énfasis en las negociaciones.

* Todos pusieron atención en su, además de sorpresiva, sospechosa

presentación, tanto que Ricci, Garrido, la escribana y su marido dudaron o sugirieron a

Petrone o a sus colaboradores, respectivamente, abortar la operación, circunstancia que

resaltaron con un énfasis superior en sus declaraciones efectuadas en la instrucción que,

por su mayor cercanía temporal con los sucesos, cobran mayor entidad convictiva en la

ponderación de la prueba.

* Las advertencias, la experiencia profesional de Petrone y los antecedentes

comerciales, económicos y laborales de Oxandaburu, resultaban indicadores suficientes

para poner en duda la operación inmobiliaria en tránsito, máxime si el supuesto vendedor

nunca le transfirió efectivamente la posesión del inmueble en cuestión, ni le otorgó la

llave o se hizo presente para su entrega.

* Alguien en la reunión se comunicó con el escribano Enz, comunicación que

debió originarse por la maniobra ilícita en marcha.


* En la reserva de venta se estipuló que la transferencia se formularía dentro de

los 45 días siguientes a su firma, a partir de lo cual, Vaca Olmos de buena fe consultó en

diversas oportunidades con la escribana Díaz Cornejo si se materializaron las

transferencias dominiales que resultarían de antecedentes de la operación inmobiliaria

que llevaría adelante la nombrada en razón del citado compromiso suscripto en sus

oficinas.

* Las sospechas despertadas en los corredores inmobiliarios, la notaria y su

marido llevaron a Petrone a cambiar de escenario, refiriéndoles a éstos que la operación

se había cancelado, lo que en rigor no era cierto en tanto ésta continuó pero con la

participación del abogado Venancio Antonio Pettito como agente que pondría sesgos de

legitimidad a la misma.

El cúmulo de razones expuestas resultan suficientes para desestimar la queja del

recurrente, dado que ellas despejan con claridad meridiana la denunciada planificación

delictiva que habría antecedido a la venta del campo a Petrone. Máxime si, finalmente, el

acusado materializó la compra del predio por intermedio de otros sujetos (García

–testaferro-, Pace –escribana-, Ordóñez –tramitador-, Pettito –en su rol de “pantalla” del

negocio), lo que no redituaba de ningún modo a los supuestos estafadores.

II.3.C.d. Por otra parte, el recurrente argumenta que su asistido desconocía que

Oxandaburu no era legítimo propietario del inmueble y sostiene que el sentenciante parte

de conclusiones infundadas –como que Petrone había organizado todo y que Pace era

“delincuente”- y contradictorias –en tanto si Oxandaburu figuraba o no en la escritura

igualmente se le atribuía el delito-.

Al respecto, es claro que tales consideraciones desconocen el marco probatorio

enunciado y ponderado en los apartados anteriores. Es que, por un lado, para sustentar

sus críticas, omite traer a consideración la trama de relaciones fijadas en la sentencia

entre Oxandaburu y Petrone, que ponen en evidencia la inverosimilitud de la operación

plasmada en los diferentes convenios privados y escrituras públicas traslativas de

dominio del inmueble objeto de la causa, entre quien constituía un empresario avezado
en el rubro inmobiliario y un sujeto con sobradas carencias económicas acreditadas, que

en ningún momento entregó efectivamente la posesión del inmueble, al cual el

desarrollista debió acceder rompiendo en dos oportunidades el candado que

resguardaba su ingreso.

Tampoco puede ser de recibo el agravio del recurrente relativo a la contradicción

incurrida por el sentenciante. En ese sentido se infiere que el presentante, por un lado, le

endilga al juzgador la exigencia de que -para que no se configure el delito de falsedad

ideológica-, se debió consignar en la escritura pública el sujeto titular de la propiedad

según los informes del Registro –que señala era Oxandaburu- y, por el otro, aduce que el

juzgador reprocha que así haya figurado.

Sin embargo, no existe tal discordancia puesto que las premisas consideradas,

tergiversan los argumentos esbozados en el fallo.

En efecto, lo que en rigor se sostiene es que la línea de adquirentes del inmueble

inscriptos sucesivamente como titulares del mismo, obtuvieron dicha calidad por, a su

vez, consecutivas ventas simuladas. De allí que Oxandaburu era propietario ilegítimo del

inmueble y no podía transmitir dicho predio a Petrone, como sin embargo, efectivamente

hizo constar en las respectivas escrituras públicas, cuyo contenido era falso en cuanto a

este extremo, todo lo cual resultaba conocido por los firmantes.

II.3.C.e. Del mismo modo, el impugnante formula una serie de cuestionamientos en orden

a que el tribunal midió con diferente vara el testimonio de los intervinientes en el acto

celebrado en el Banco Julio y con el del comisionado Llanos. Sin embargo, no expone en

qué aspecto este último resultó falso, ni tampoco que se haya ponderado en su contra

este testimonio en particular.

En cambio, el sentenciante dio sobradas razones para evidenciar que la celebración de la

escritura pública nº 63, que constata la supuesta compraventa entre García (testaferro de

Petrone) y Oxandaburu, configuraba la segunda “pantalla” utilizada por el acusado para

legitimar el negocio jurídico mediante el cual se hacía del inmueble de la víctima (ver

punto II.2.D.d).
Como vimos, en relación con ello, ponderó que los testimonios que dieron cuenta de

dicho encuentro en la entidad bancaria mencionada resultaron discordantes,

contradictorios y dudosos en orden a aspectos relevantes vinculados con dicho acto. En

el mismo sentido destacó que la simulación de la supuesta contratación se infiere de que

no se acreditó que Oxandaburu recibiera el dinero pautado (u$s 420.000), marcando las

graves incoherencias de los testimonios de la gente de GAMA, de la institución

financiera, Oxandaburu, sus allegados y de Pace sobre estos extremos; a la vez que

resultaba sumamente extraño que no se encontrara en el Banco –lugar de la transacción-

el dinero que iban a entregar como parte del pago del terreno, ni tampoco Oxandaburu lo

depositó luego de recibirlo.

Y nada de eso fue desvirtuado por el recurrente, quien formula una crítica genérica,

carente de trascendencia para conmover los argumentos del sentenciante en orden a

este tramo de los hechos.

II.3.C.f. Frente a todo lo dicho, el recurrente no demuestra concluyentemente de qué

modo influyó en la decisión de Petrone, que fuera visible la actividad agropecuaria

efectuada en el mentado campo.

Además, el sentenciante pone en evidencia que, aunque las proyección de las tratativas

en la inmobiliaria de Ricci mostraban que la firma de los respectivos documentos sería en

marzo-abril, la fecha elegida para el ingreso al campo tenía relación con la época del año

en la que sus tarea rurales mermaban, por cuanto ya había sido levantada la cosecha de

soja sembrada por sus legítimos propietarios y poseedores –otoño/invierno-.

De la misma manera, tampoco resulta suficiente para apoyar la versión

desincriminante, argumentar que resulta ilógico que una persona con la historia personal

y profesional como la del acusado, haya emprendido semejante maniobra para

encontrarse unos pocos minutos en el predio que pretendía apropiarse. Pues, como ya

se dijo, que finalmente haya salido perdidoso en su plan delictivo, no empece que a priori

hubiera procurado obtenerlo por dicha vía.


II.3.C.g. Por último, carece de trascendencia la crítica relativa a la
fundamentación omisiva, que señala que la Cámara no consideró una serie de
elementos de prueba que contradicen los ponderados en pos de la conclusión
sobre la participación del acusado en los hechos.
En concreto, enuncia que no se meritó el sentido de las llamadas cruzadas entre julio y

agosto de 2005 entre Basílica, Huguetti, Benítez, Lapazo, Castro y Racigh, ni se puso en

evidencia la relevancia de ser “Malka” en el cuaderno de Ricci –endilgando ese nombre a

Garaygorta, lo que no se investigó-, así como tampoco se valoraron los testimonios de

Fornagueria, Llanos y Saggio que dan cuenta de la participación de Ricci, Tegano y Vaca

Olmos.

Tiene interés para el punto en discusión que esta Sala ha precisado que cuando

se denuncia la omisión de ponderar ciertas pruebas, el análisis debe vincularse con su

pertinencia para acreditar cuestiones que se argumentan como trascendentes para lograr

la absolución o una alternativa punitiva más beneficiosa al imputado. De manra que la

legitimidad de la sentencia de mérito, se mantiene si los elementos de juicio que se

acusan soslayados, no revisten dicha calidad por asentarse la condena en otros

fundamentos probatorios autónomos que posibilitan arribar lógica y legalmente al mismo

resultado. Es que si la conclusión de certidumbre deriva, independientemente, de otras

pruebas meritadas por el Juzgador, la crítica resulta inconducente en orden a derribar

aquélla, y ello frustra el acogimiento del reproche (TSJ, Sala Penal, “Oviedo”, S. nº 257,

4/10/2007; "Heredia", S. n° 72, 11/4/08; "Barrera", S. n° 223, 28/8/08; "Castillo", S. n°

326, 2/12/08; "Bawer", S. n° 102, 29/4/09; "Romero", S. n° 176, 28/7/09; "Dávila", S. n°

231, 15/9/09; "Druetta", S. n° 259, 2/10/09; "Carmona", S. n° 57, 19/3/10; entre otros).

En ese marco, se advierte que el recurrente denuncia las citadas omisiones, sin

precisar el modo en que las pruebas que evoca, influyen en la conclusión incriminatoria,

a la vez que no se hace cargo del cúmulo de pruebas ponderadas y entrelazadas

circunstanciadamente por el sentenciante, todo lo cual obsta a la procedencia de la

crítica que articula.


II.3.C.h. Por todo lo expuesto, es claro que Petrone ingresó violentamente al

campo del que conocía no era su titular legítimo ni tampoco tenía la posesión del mismo,

debiéndose desechar la objeción recursiva en ese sentido.

II.3.C.i. Por otra parte, el impugnante al plantear que el tribunal al seleccionar la prueba

prejuzga sobre los hechos cuya existencia debe fundamentar, desconoce la normativa

ritual que rige la cuestión en orden a que, como consecuencia del principio de la

libertad probatoria, es facultad discrecional del tribunal la libre selección de los

medios de prueba (conf. TSJ, Sala Penal, “Angeloz”, S. nº 148, 29/12/1999). En efecto,

en virtud del principio de la libertad probatoria previsto en el art. 192 del CPP, todos los

hechos y objetos del proceso pueden ser acreditados por cualquier medio de prueba, por

lo que no se encuentra óbice para que el juzgador, conforme a su libre convicción,

pueda escindir parcialmente cualquier probanza, ponderando sólo aquellos tramos

que aparezcan veraces, es decir, contestes con los elementos de prueba analizados

(TSJ, Sala Penal, "Lezama", A. nº 35, 23/2/2001; "Adad", A. nº 98, 19/3/2001; "Garrido",

A. nº 135, 6/4/2001; "Suárez", A. nº 75, 4/4/2002; "Albornoz", A. nº 196, 18/6/2002; entre

otros).

Del mismo modo, debe repararse que la valoración de la prueba


seleccionada, más precisamente, la atribución de determinado valor convictivo es
una facultad discrecional del juez de mérito (TSJ, Sala Penal, A. nº 9, 6/3/87,
“Fernández”; A. nº 11, 22/3/88, “Beltrán”; A. nº 6, 27/2/89, “Ramos”; A. nº 72,
18/9/90, “Peiretti”; A. nº 63, 21/6/91, “Ibáñez”; A. nº 126, 6/10/92, “Ramírez”; A. nº
24, 18/3/93, “Barrionuevo”; vid. Núñez, Ricardo C., “Código Procesal Penal”;
Lerner, 1986, nota 7 al artículo 417, pág. 395; Barberá de Riso, María Cristina, “
Manual de Casación Penal”, Advocatus, 1997, pág. 101), que es motivo de
casación, en casos de arbitrariedad (TSJ, Sala Penal, “Carnero”, A. n° 181, del
18/5/1999, entre otros).
En el fallo impugnado luce evidente que el a quo ha valorado aquellos aspectos

sustanciales de las probanzas reunidas y las ha meritado de modo completo e


interrelacionado, demostrando que tales elementos conducen necesariamente a sostener

la conclusión incriminatoria a la cual se ha arribado.

II.3.C.j. En cuanto al distinto tratamiento dispuesto entre Oxandaburu y Petrone respecto

del primer tramo de los hechos relativo a la confección de la escritura pública nº 93

celebrada por el escribano Enz, se advierte que el sentenciante tuvo por acreditada en su

integridad –salvo algunas disquisiciones- la plataforma fáctica, en la cual se detalla que

todos los nombrados intervinieron en la ejecución del citado instrumento público, pero

luego sólo condena a los dos últimos por dicho supuesto.

Al respecto debe recordarse que se ha entendido que a los fines de extraer el

hecho acreditado, la sentencia debe ser analizada como la unidad que constituye (TSJ,

Sala Penal, "Cortez", S. n° 359 del 27/12/07; "Altamirano", S. n° 156 del 24/6/08, entre

muchas otras). De allí que si bien en apariencia ello resultaría un tratamiento dispar,

luego de revisar el punto atinente a la ponderación de la prueba resulta harto elocuente

que el tribunal de juicio dio suficientes razones para atar a Petrone a dicho factum no

ocurriendo lo mismo en relación a Oxandaburu.

En ese sentido, el sentenciante puso al acusado como promotor, organizador y ejecutor

del plan delictivo tendiente a la apropiación del terreno de Munist y, como tal, tuvo

ingerencia en la maniobra de principio a fin. No ocurrió lo mismo con Oxandaburu quien

accedió a dicho plan como uno de los agentes intermedios en la línea de adquisiciones

fomentadas sucesivamente por el imputado.

De allí que, aun cuando en la precisión de los hechos acreditados sobre el final de la

primera cuestión, no se enfatizara expresamente en dicha circunstancia, del examen de

la motivación probatoria surge claro que se le endilga –por haber sido probado con

certeza- a Oxandaburu, sólo su participación en la trama delictiva a partir de la

celebración de la escritura pública nº 122 en la que se registra que Prandi (representante

de Lapacó) le vendió el terreno objeto de la causa.

III. Por todo lo expuesto, la conclusión incriminatoria que sostiene que Jorge

Oscar Petrone ejecutó una serie de maniobras delictivas tendientes a la apropiación de


los inmuebles pertenecientes a Susana Munist de Ruiz Orrico, por las cuales se le

atribuyen los delitos de falsificación ideológica y usurpación, ha sido debidamente

fundada conforme los estándares de revisión expuesto y el caudal probatorio recabado

en autos.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA TERCERA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I.1. El Dr. Milton José Parola, defensor de Diego Gastón Oxandaburu, presenta
recurso de casación en contra de la sentencia citada (punto dispositivo X) y aduce
agravios que, entiende, encuadran en el motivo sustancial (art. 468 inc. 1 CPP).
Reseña los tramos de la sentencia en orden a los hechos contenidos en la

requisitoria fiscal que se le endilgan a su asistido, su calificación jurídica y las

conclusiones del tribunal al respecto. Destaca que el acusado en la pieza acusatoria fue

intimado por seis hechos de falsedad ideológica y de uso de documento público falso,

siendo que el tribunal lo condena como coautor de cinco respectivamente (8781

vta./8783).

Sobre ello, advierte que el sentenciante no lo responsabilizó penalmente por los sucesos

contenidos en el primer tramo del iter criminis, esto es, no le endilga haber intervenido en

la confección de la Escritura nº 93 labrada por el escribano Enz y Lapacó. Entiende que

dicha decisión modifica toda la línea de conclusiones sobre el resto de los

acontecimientos pues dicha circunstancia corroboraría la versión desincriminatoria de


Oxandaburu dada en durante el debate (fs. 8783 vta.).

Conforme a ello, señala que su asistido no conocía, ni pudo conocer que en dicho

instrumento público, mediante el cual se transfirió la propiedad inscripta en el Registro

General de la Provincia de Córdoba en el asiento de dominio nº 11.490 folio, 17501, año

1973, existía una falsificación razón por la cual la propia Cámara no le endilga tales

extremos fácticos (fs. 8783 vta.).

Sostiene que cuando su asistido revisa los papeles, se da cuenta que la

operación era de millones de dólares, impactándole la cifra. De allí que notara que “acá

pasa algo”, sin perjuicio de lo cual por codicia quería recuperar su dinero por lo que no

tuvo reparo en transferir el inmueble que había adquirido. Así es que sabiendo que había

alguna irregularidad legal, la ocultó y transfirió el campo haciéndose del dinero objeto de

dicha operación. En función de ello, sostiene que el delito cometido por su asistido es el

de estafa según lo dispuesto en art. 172 CP (fs. 8784).

Concluye que el tribunal de juicio condenó a Oxandaburu por el delito de falsedad

ideológica que éste no ha cometido. Por ello, habiendo el ministerio público acusado por

dicho ilícito, solicita que esta Sala Penal revoque la sentencia impugnada y absuelva al

acusado por no existir los presupuestos necesarios para ello (fs. 8784).

I.2. De modo similar, bajo el motivo formal de casación (art. 468 inc. 2 CPP),

expone que el fallo en crisis carece de motivación legal y fáctica y no se ajusta a las

reglas de la sana crítica racional, en tanto los integrantes de la Cámara soslayaron las

pruebas incorporadas a la causa, particularmente, la declaración de su asistido al que

condenaron por un delito que no se corresponde con la actuación de aquél en el hecho

que se le atribuye.

Refiere que la sentencia es nula por fundamentación contradictoria, arbitraria,

ilógica y ausente de motivación lógica y legal (arts. 155 CPcial; 413 CPP). Añade que la

resolución atacada carece de “fundamentación autónoma que los sustente, tanto lógica

como fáctica basada en circunstancias reales y comprobables en la causa”, que en

función de la sana crítica racional el resultado habría sido distinto al plasmado en la


sentencia.

Reitera que las pruebas correctamente ponderadas hubieran dado cuenta que el

accionar de Oxandaburu tipifica en otro delito, de allí que el fallo carezca de

fundamentación y sea contradictorio (conf. arts. 408, 468 inc. 2 CPP) (fs. 8784 vta./8785).

Hace reserva del caso federal (fs. 8785).

II. Más allá de los motivos de casación alegados, se desprende de lo expuesto,

que el recurrente dirige su embate a la fundamentación probatoria relativa al

conocimiento de Diego Gastón Oxandaburu sobre la falsedad ideológica contenida en la

escritura pública labrada por el escribano Enz, lo que condicionó el resto de su actuación

la cual, en todo caso, encuadra en el delito de estafa y no en el previsto en el art. 293 del

CP. A su criterio, tales razonamientos contradicen las reglas de la sana crítica racional

que deben contemplarse en la motivación de los hechos de la causa.

En ese marco, se advierte que carece de eficacia la objeción apuntada por cuanto

infiere el desconocimiento de Oxandaburu de su versión defensiva y de la falta de

condena por el primer hecho, extremos sobre los cuales no existe una relación de

necesariedad conforme lo demuestra el sentenciante en la motivación de los extremos

atinentes a la participación del acusado. Es que la falta de intervención en la escritura

pública nº 93 celebrada por Enz, no condiciona per se su conocimiento respecto de las

falsedades que se le endilgan, porque para arribar a dicha conclusión es preciso integrar

su análisis con la totalidad de los elementos de convicción ponderados por el tribunal

para arribar a la certeza de la intervención del incoado en los sucesos delictivos que se le

atribuyen.

En efecto, el reproche penal en contra de Oxandaburu importa que el acusado hizo

insertar datos falsos en una serie de documentos públicos (certificado notarial 44946,

escritura pública n° 122, inscripción de dicha escritura pública n° 122, certificados

notariales 47209 y 47210 y escritura pública n° 63), cuáles eran su calidad de comprador

y de vendedor de los terrenos pertenecientes a la víctima Susana Munist de Ruiz Orrico.

Y dicho reproche encuentra apoyo en las pruebas ponderadas por el sentenciante


(conforme el punto II.2.D. de la segunda cuestión) atinentes al ingreso del acusado a la

maniobra pergeñada por Petrone que no fueron si quiera mencionadas en el recurso,

mucho menos ponderadas.

Las pruebas que se detallan hacen referencia a los diferentes contactos de Oxandaburu

con todos los imputados de la actividad delictiva –fundamentalmente, con su director

Petrone, con personal de su empresa, con todos los notarios que celebraron los distintos

instrumentos públicos y privados, con personal del Banco Julio, con el Dr. Pettito, e

incluso, con Ricci, Garrido y Tegano- durante la ejecución de la misma y luego de

concretada la usurpación a los terrenos, así como también a las condiciones personales

y comerciales del nombrado y a las características de los instrumentos en los que éste

intervino. Sin embargo, nada de eso fue observado por el impugnante en su recurso.

Recuérdese, como ya se ha señalado supra (ver segunda cuestión, punto II.3),

que para derribar la conclusión incriminatoria basada en prueba indiciaria, no bastan

cuestionamientos aislados de cada uno de éstos, sino que se precisa una objeción que

tome el conjunto de indicios de modo tal que se demuestre en ese marco de análisis la

vulneración a las reglas de la sana crítica racional (art. 413 inc. 4 del CPP).

En suma, el impugnante trae una versión sumamente parcial de los hechos y de las

pruebas atribuidas a su asistido, que carece de eficacia para romper la lógica de la

sentencia cuestionada en orden a la conclusión sobre la participación de aquel en los

hechos que se le endilgan.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA CUARTA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I.1. El Dr. Francisco José Adolfo Lavisse, en su condición de defensor de la


imputada María Laura Pace, recurre la condena invocando el motivo formal
previsto en el segundo inciso del art. 468 del CPP (fs. 8771 vta.).
En concreto, refiere que la sentencia es nula por ausencia de fundamentación y

motivación contradictoria en relación con la existencia de las conductas imputadas a la

acusada, quien sólo efectuó una serie de actividades propias de su rol de escribana

(pedido de informes, redacción de la escritura de Oxandaburu a García y del poder de

este último a GAMA SA) (art. 413 CPP) (fs. 8771 vta.).

Señala que su pedido de informes importaba la inclusión de datos que le debían

dar forzosamente Oxandaburu y GAMA SA para la confección del citado instrumento

público, sin los cuales no hubiera salido el informe del Registro Público.

Entiende que el juzgador no precisa cuáles son los tres hechos atribuidos a Pace y que,

si no hay razones para argumentar sobre la falsedad ideológica, la sentencia resulta nula

por inmotivada en tanto no es posible defenderse de lo que no existe (fs. 8772).

Afirma que tampoco se justifica que la realización de la escritura configure el

delito citado, pues para ello el juzgador se remite a la violación de deberes del notario

que no existen -según otros escribanos y el testigo Rodríguez-, lo cual resulta abstracto e

indeterminado para sustentar dicha conclusión.

Considera que recriminar a la escribana no haber detenido la inscripción de la

sentencia ante la notificación judicial es arbitrario. Precisa que se miente por dos

razones: la primera, consiste en que la escribana González Pardo no notificó la medida

judicial sino la expresión de la parte, la cual no conlleva el mismo efecto jurídico,

manteniéndose por tanto la obligación de cumplir la escrituración; la segunda, radica en

que cuando se le comunicó la existencia de dicha medida cesó en su intento de

inscripción.
De allí que, en subsidio, el recurrente sostiene que todo ello justifica, en todo caso, la

calificación jurídica de los hechos como tentativa, pues no se ha demostrado que la

escritura sin inscripción cause perjuicio o efecto jurídico alguno. Entiende que las

conductas configuran delito imposible como también lo sería el caso de que la imputada

en un rato de locura rompiera el documento después de ser firmado por las partes.

Con respecto al poder otorgado por García, considera que ninguna de las

circunstancias allí consignadas son falsas. Afirma que la sentencia nada dice sobre lo

que objetivamente no es falso (esto es, que “García es parte y lo firma.- Apodera a un

tercero que existe.- Lo apodera para realizar los actos sobre un inmueble que existe y

que tiene dominio a partir de la realización de una escritura labrada a partir de un informe

expedido regularmente por el Registro”).

Niega que lo resuelto sea lógico pues contradice los hechos realmente sucedidos,

parcializa la prueba al omitir la que es contradictoria con la utilizada, a la vez que obvia la

investigación de numerosos nombres que están en el expediente.

Estima que se salvan cuestiones como la supresión del punto II que la primera escritura

se realizó en Córdoba (criticando que recién ahora se reconozca esto como una cuestión

al pasar, luego de haber rechazado el planteo de incompetencia, haciéndose prevalecer

la ubicuidad). Similares apreciaciones hace sobre la eliminación de la plataforma fáctica

que los imputados se hubieran reunido en la escribanía de Pace cuando ello fue utilizado

para imputarle a ésta su participación, y destaca que dicha reunión no fue investigada y

que en el propio fallo se reconoce su inexistencia (fs. 8773 y vta.).

I.2. Al amparo del motivo sustancial previsto en el primer inciso del artículo 468 del CPP,

el quejoso considera que el art. 293 del CP ha sido erróneamente aplicado al caso,

puesto que la conducta atribuida a Pace es atípica (fs. 8754 y ss.).

Recuerda que dicha figura castiga a quien insertare o hiciere insertar

declaraciones falsas, y exige que pueda resultar perjuicio. La imputada ha reconocido y

se ha probado que cumpliendo acabadamente su función, y al igual que lo haría

cualquier escribano celoso de sus derechos ante el requerimiento de un cliente, le pidió


los antecedentes, solicitó un informe al Registro para verificar si podía realizar la escritura

y ante la respuesta afirmativa de esta dependencia, labró el instrumento. Sin embargo, “

hacía falta condenarla para así poder vengarse de la denuncia, agregada en la causa,

que le realizara este defensor al Dr. Juan José Rojas Moresi al Tribunal de Ética Judicial,

quien resultara sancionado pero afirmara que no le eran aplicables ni el inc. 8 ni el 12 del

art. 60 CPP” (fs. 8754 vta.).

Alega que no existe ninguna prueba de contacto directo o indirecto con ninguno

de los coimputados -excepto Ordóñez-; tampoco un actuar comisivo de Pace insertando

o haciendo insertar declaraciones falsas. Se agrega además un argumento violatorio del

principio non bis in idem en tanto se argumenta que Pace delinquió porque había

delinquido antes (fs. 8755).

Expone que fácilmente se constata la regularidad de la escritura labrada por su

representada conforme el artículo 33 de la Ley nº 5771, la orden de servicio nº 7/1997,

las resoluciones generales n° 17 del 31/10/1997, n° 42 del 30/12/1998, n° 13 del

29/03/1999 y n° 29 del 23/08/1999, normativa ésta que indica que Pace cumplió con

todos los deberes a su cargo, como también lo confirmaron los escribanos Sarita Díaz

Cornejo, Lazcano Allende, Vaca Olmos y el propio Carlos Rodríguez contradiciéndose

con lo dicho en la instrucción (fs. 8755 vta.).

Reprocha, por otro lado, que se haya valorado que Pace era propensa a cometer

falsedades ideológicas, mas la sucesión de instrumentos notariales que mostraban un

“inusual pasamanos” del inmueble en casi sesenta días, típico de operaciones

irregulares, como así también el obrar posterior procurando consumar la inscripción en el

Registro de la escritura falsa al labrar una nueva escritura por la que García otorgaba

poder de disposición del campo a favor de Petrone. Resalta la “valentía” del querellante

que no mantuvo la demanda ni acusación contra Pace y Ordóñez (fs. 8756).

Sostiene que ningún elemento de juicio establece que Pace conociera la falsedad

del antecedente labrado en la escribanía de Enz, y por el contrario, existen testigos cuyos

dichos dirimentes fueron ignorados por la sentencia:


* Saggio dijo que en su investigación pudo concluir que Tegano, Ricci y Pace

estaban vinculados a la estafa a Munist, pero al ser preguntado por dónde vivía Pace,

dijo creer que en Carlos Paz, lo que es incorrecto; Vaca Olmos es quien vivía en dicha

ciudad.

* Lascano Allende afirmó que según los títulos que se le exhibieron, llegando a la

última escritura, podía deducirse lógicamente que existía relación entre unas y otras para

llegar a la última, que jurídica y técnicamente eran correctas las tres escrituras.

* Díaz Cornejo aclaró que no había obligación de hacer un estudio de títulos, que

formalmente ella no detectó ningún error ni falta en la escritura de Enz; que incluso

chequeó si se había legalizado ese instrumento, y que aún cuando la escritura de Enz no

hubiese estado inscripta todavía, podría haber hecho la escritura que hizo con

Oxandaburu, que el Registro lo permite.

* Vaca Olmos dijo que se pueden hacer escrituras con el diario de inscripción,

pero que ella trata de no hacerlo, y que si los títulos son de otra Provincia, habla con el

escribano y el legalizador. Aclara la defensa que el título de Oxandaburu no era de otra

provincia, ni se acreditó la obligación de hacer estudio de títulos.

* Alasino manifestó que el corto lapso de tiempo entre las transferencias le llamó

la atención pero no le hizo inferir nada.

* Priolo expuso que para solicitar los certificados, generalmente se sacan los

datos del asiento dominial o de una copia de la escritura; que en el caso, en la carpeta

amarilla secuestrada en la escribanía estaba el folio, y al no haber escritura, es posible

que hayan sacado los datos del mismo folio.

* Rodríguez refirió que es necesario ver los valores de las transacciones en el

tiempo, pero que recién a partir de la creación de la UIF este tipo de cadena de

transmisiones puede ser valorada como sospechosa. En la práctica muchos actos

quedan celebrados como obligaciones a escriturar, hasta que un día deciden llevar a

cabo las escrituras y a veces se pueden generar cadenas de transmisiones, por lo que no

pudo afirmar el testigo que fuera algo irregular. También dijo que no se detectaron
irregularidades en el proceso de inscripción, que en la escritura de Pace lo único atípico

era que en vez de apoyarse en una inscripción definitiva consignaba que el disponente

tenía título con inscripción provisional, indicando el diario, lo que está previsto

legalmente, aunque no es la regla.

* Llanos, por su parte, manifestó que por no estar especializados, como

comisionados recurrían a personas idóneas en trámites registrales, como Carlos

Rodríguez (fs. 8757/8761 vta.).

* Saggio, Fornagueira y Llanos expusieron cuestiones relativas a su posible

participación en los hechos omitidas por el tribunal y que fueron refrendadas por

Oxandaburu en su ampliación indagatoria (fs. 8769).

En base a lo expuesto, insiste el impugnante en que no puede predicarse dolo ni culpa

en el accionar de Pace, ya que los escribanos que pasaron por el debate confirmaron

que la escritura era inobjetable legal y técnicamente, y Rodríguez admitió que nada tenía

de irregular. En relación con este punto, invoca el sobreseimiento dictado por el Juez de

control n° 7 a favor del Escr. Ravera, quien obró en similar situación a la de Pace, es

decir, desconociendo la falsedad del antecedente (fs. 8762/8768 vta.).

Por último, refiere que en autos se negó sistemáticamente traer al proceso a Tegano

quien según las constancias de la causa y en compañía de Ricci y Vaca Olmos, tenían

mucho para decir y aclarar. Del mismo modo, se debió considerar los numerosos

teléfonos y llamadas insistentes entre nombres que nunca se investigaron, como

Garaygorta (fs. 8768 vta./8759).

II. La defensa de la imputada María Laura Pace afirma que resulta


defectuosa la motivación probatoria sobre la participación de su asistida en los
sucesos delictivos que se le endilgan. Concretamente, sostiene que no consignó
datos falsos en los instrumentos públicos que confeccionó a la vez que no se
demostró que la acusada incumpliera con los deberes que regían su actividad
como escribana, extremos estos sobre los que se ponderaron ilegítimamente
algunos elementos de prueba y se omitieron de manera dirimente otros, todo lo
cual importa la nulidad de la sentencia en orden a estos extremos.
Para acreditar la conducta delictiva endilgada a la acusada Pace, recordaremos a

continuación consideraciones efectuadas por el a quo vertidas en la segunda cuestión,

punto II.2.D d y e, E, pero destacando aquellas que hacen a la situación procesal de la

notaria. Así, el tribunal de juicio pondera el caudal probatorio de autos del siguiente

modo:

* En primer lugar, la Cámara señala que “el 18/07/2005, antes que se inscriba la

escritura en favor de Oxandaburu labrada cinco días antes, el Registro Notarial Nº 72 a

cargo de la Escribana María Laura Pace solicita Notarial nº 47210/2005 para venta,

asentado en la matrícula 944.415 (31-01) y 944.416 (31-01)”. Dicha intervención resultó

claramente sorpresiva en tanto con anterioridad no existió comunicación alguna entre la

notaria y Oxandaburu, siendo que incluso este último hasta el 19.07.05 concurrió a la

escribanía Díaz Cornejo en la creencia que sería esta notaria o Vaca Olmos las que

actuarían en dicha calidad (fs. 8639/8640 vta.).

* Pace ingresó a la maniobra delictiva contactada por Ordóñez a quien


García –que según el tramitador alegó otra motivación- le requirió que consiguiera
una escribana. Tanto Petrone como García mantenían trato cotidiano con el
nombrado por cuanto éste era empleado del escribano Luis María Lascano
Allende, notario de confianza y habitual de la empresa GAMA SA. Sobre el
particular, se señala que Ordóñez expuso que les recomendó “a la escribana
María Laura Pace con quien además trabajaba, aceptando García realizar la
escritura con la nombrada Pace” (fs. 8639 vta.).
El tribunal afirma que “una vez aceptado realizar el trámite, García le entregó al

dicente una copia simple de la escritura, ya que el inmueble no estaba inscripto aún en el

Registro”, luego de lo cual Ordóñez “comenzó los trámites de solicitud de certificados

notariales”.

Recuerda que la facultad de seleccionar escribano era de Petrone (conforme lo facultaba

el convenio del 13/07/2005), siendo la escribana Pace la elegida “pese a que Petrone
continuaba manteniendo comunicaciones telefónicas, casi todos los días, con su

Escribano de confianza, Luis María Lascano Allende (ver sábanas de comunicaciones

y cruzamiento de las mismas que muestran 48 comunicaciones en junio 05 y 50 en julio

del mismo año)”.

Seguidamente, se hace mención de los intercambios producidos desde el

12.07.05 al 19.07.05 entre Lascano Allende, GAMA SA y el Dr. Graffi (abogado de la

empresa). Destaca que incluso el 20.07.05 –día en que se firma la escritura que autoriza

Pace- Lascano Allende llamó a la compañía a las 10:16 a.m. (100”) e inmediatamente

desde Gama se llama a Graffi a las 10:38 hs.

Dados estos extremos, el sentenciante afirma que “tal selección de Petrone

respecto de la Escribana Pace a la que evidentemente convocó a través de Ramón

Nicolás Ordóñez –empleado y gestor de su escribano de confianza Lascano Allende-

dejando al margen a Vaca Olmos (y, obviamente -para no involucrarlo directamente- al

mencionado escribano de su preferencia dada su estrecha relación), indudablemente

obedeció a las características personales que en ese momento tenían ambos elegidos: la

decidida propensión delictiva que por entonces desarrollaban, la cual más adelante

abordaré” (fs. 8640 vta.).

Más adelante sintetiza estas consideraciones al decir que Ordóñez “era empleado y

tramitador del Escribano Luis María Lascano Allende, fedatario de confianza y

preferencia de Jorge Petrone y de la empresa GAMA SA aspecto que conocía

acabadamente García-, pese a que no existía ningún motivo que justificara la

intervención de la referida Escribana en la elaboración de la falsa escritura de trasmisión

del dominio en favor de García, cómplice y testaferro de Petrone, por cuanto Lascano

Allende, reitero, se encontraba en funciones, no tenía ningún impedimento para

materializar la Escritura en cuestión y mantenía permanentes contactos con Petrone y

personal de Gama como lo demuestran las asiduas comunicaciones telefónicas que

informan las sábanas proporcionadas por las empresas telefónicas atinente a los

números de teléfonos fijos y celulares de los que eran usuarios y lo demuestra también la
Escritura en favor de Petrone autorizada ese mismo día a las 16 horas. Repárese que,

minutos antes de la supuesta suscripción de la Escritura nº 63, el 20/07/2005 se

registra comunicación desde el teléfono de Lascano Allende a Gama a las 10:16 a.m. por

100” (fs. 8650).

* El 20.07.05, en la Sede del Banco Julio de esta ciudad de Córdoba, la escribana María

Laura Pace labró la escritura pública nº 63, en la cual Diego Gastón Oxandaburu vende,

cede y transfiere a Oscar Abelardo García los dos inmuebles de causa en la suma de $

300.000 (trescientos mil pesos). Sin embargo, no se acreditó que Oxandaburu recibiera

pago alguno por la venta del inmueble (ver argumentos reseñados segunda cuestión

punto II.2.D.e).

* Según alegaran los coimputados Jorge Oscar Petrone y Diego Gastón Oxandaburu el

mismo día dicen haber suscripto 8 (ocho) boletos de compraventa por ocho

departamentos (boletos que recién aparecen más de cuatro años después, el

13.10.2009, adjuntados por Petrone, al prestar declaración, ver fs. 3413/54). Lo cierto es

que estos instrumentos “carecen de fecha cierta y no tienen intervención notarial

alguna, pese a haberse otorgado supuestamente en presencia de la escribana

María Laura Pace; y además, que los inmuebles objeto de dicha negociación son

descriptos sin referencia alguna a dominios ni identificación catastral ni a números de

cuenta que permitieran constatar -con seriedad- la titularidad de dominio de los mismos;

sólo se especifica el piso y letra de los departamentos. Lo expuesto constituye otra

prueba de la liviandad de la documentación que se aduce como utilizada en la

ocasión” (fs. 8641).

* Al día siguiente, el 21.07.05, Pace labró la escritura pública nº 64, que


contenía el poder de administración y disposición conferido por Oscar Abelardo
García en favor de GAMA SA respecto de “todos los bienes muebles, inmuebles y
semovientes que actualmente posean o ingresaran a su patrimonio bajo cualquier
título oneroso o gratuito…”, incluyendo el campo objeto de causa, pero luego fue
anulada porque no firmó la esposa de García, la señora Olga Beatriz Medina,
obviamente, ante la implicancia jurídica del Poder que abarcaba todos los bienes
del matrimonio (fs. 8642 vta.).
* El tribunal expone que el 1.08.05 “Ramón Nicolás Ordóñez presenta en el

Registro General de la Provincia de Córdoba el pedido de inscripción de la Escritura

Pública Nº 63 (ver Carátula Rogatoria secuestrada en autos)”.

Para el sentenciante cobra relevancia la actitud de la imputada María Laura Pace

asumida con posterioridad a dicho pedido de inscripción y frente a la notificación

efectuada el 5.08.05 por la escribana Silvia Cristina González de Pardo. Es que, en la

fecha citada, la notaria concurrió al domicilio profesional de la acusada y puso en

conocimiento de los extremos delictivos que estaban siendo investigados por la Fiscalía

2º Turno de la ciudad de Carlos Paz. González de Pardo expone que le dejó una copia

del requerimiento a la madre de la fedataria porque ésta no se encontraba en el lugar y

suscribió el acta, pero aclara la testigo que “estaba muy impactada por el hecho; me

ponía en su lugar y le dije a la madre dígale que me llame o lo llame al Dr. Buteler. Lo

hice como una gentileza porque le estaba llevando una mala noticia, pensaba que a la

Escribana la habían metido en algo por error; yo no tenía ningún otro elemento más que

la Escritura; no le dejé mi teléfono, pero todos tenemos el listado de teléfonos de todos

los Escribanos, pero no me llamó”.

Al respecto, se sostiene que ello constituye “otro revelador modo de actuación de la

Escribana María Laura Pace, que da pauta del conocimiento previo a su intervención

notarial sobre el carácter ilícito de la acción para la que fue convocada” (fs. 8647).

* La Cámara refiere que “el diez de agosto de dos mil cinco (10/08/05) ingresa

en el Registro General de la Provincia una medida de no innovar –Diario de

Providencia Cautelar nª 534- respecto de las matrículas nº 944415 y 944416 (fs. 162/3)

ordenada por el Fiscal de Instrucción de Villa Carlos Paz Dr. Ricardo Mazzuchi”.

Recuerda que tanto a Ordóñez como a Pace se les informó de la existencia de la

citada medida dispuesta sobre la situación registral de los inmuebles en cuestión, ante lo

cual la notaria solicitó hablar en la Dirección del Registro. No obstante ello, la acusada
les envió una carta documento al día siguiente, refiriéndose sobre el particular que “pese

a todos los antecedentes consignados precedentemente, el once de agosto de dos

mil cinco (11/08/05) la Escribana María Laura Pace intima al Registro General de la

Provincia por Carta Documento para que en el término de 24 hs. inscriba su

Escritura Nº 63 (ver fs. 814 y 815)”.

Paralelamente, añade que según Ordóñez “García llamó varias veces a la Escribanía de

Lascano Allende preguntándole sobre la inscripción, informándole el dicente que no se

podía realizar la misma” (fs. 8647 vta.).

* Advierte que “la extraordinaria cadena de supuestas ventas del mismo inmueble de

valor millonario en dólares en escasísimo lapso de sesenta días –contrario al normal

acontecer de las cosas- más, el proceder de la Escribana ante la advertencia de su

colega que incluso- (impactada ante la gravedad de la noticia) le invitaba a comunicarse

con ella, a lo que hizo caso omiso, persistiendo en su accionar de procurar perfeccionar

el negocio cuestionado, pese a conocer –además-, por manifestación del Secretario del

Registro Sr. Carlos Rodríguez, el ingreso de orden de no innovar dispuesta por el Fiscal

de Carlos Paz”;

En este punto, pone de manifiesto “el inaudito (en el obrar común de las personas

que proceden lícitamente) desprecio absoluto por la posible consumación del ilícito, lo

que sin dudas lleva al convencimiento que, tal modo de actuación, respondió al

conocimiento previo sobre la falsedad de los instrumentos precedentes al que ella

elaborara y de éste mismo” (fs. 8650).

* El sentenciante recuerda las fechas en que Pace pone en conocimiento del Tribunal de

Disciplina del Colegio de Escribanos el error de foliatura que denuncia y la celebración de

la escritura pública nº 123. Sobre este último documento, refiere que “el veintidós de

agosto de dos mil cinco (22/08/05) la Escribana María Laura Pace confecciona una

nota dirigida al Tribunal de Disciplina Notarial mediante la cual comunica que por un error

involuntario se pasó de la Escritura Nº 118 labrada en los folios 01974176 y 01974177 a

la Escritura Nº 123 labrada en el folio 01974178 pidiendo que tenga a bien aceptar este
inconveniente (fs. 682). Y, precisamente, la Escritura Pública Nº 123 es labrada y

autorizada por la Escribana María Laura Pace insertándole fecha 31/08/2005, la que

contiene un Poder General Amplio de Administración y Disposición por el término de

20 años otorgado por Oscar Abelardo García en favor de la razón social Gama S.A.

sobre el inmueble inscripto en la matrícula 944415 Santa María y 944416 Santa

María, Córdoba. Suscriben la misma Oscar Abelardo García, su esposa y la

escribana Pace”.

Sobre este instrumento público, estima que “evidentemente –por la fecha


de la nota de error mencionada precedentemente-, fue creada entre el veintidós y
el treinta y uno de agosto de dos mil cinco y, los antecedentes fácticos
relacionados ponen de manifiesto el propósito de los intervinientes de continuar el
obrar delictivo diseñado, promovido y dirigido por Jorge Oscar Petrone,
constituyendo la mencionada escritura otra falsedad con posibilidad de perjuicio al
transferir García a un tercero –Petrone-, la facultad de disposición del bien objeto
de causa, pese a conocer sin dudas que no tenía derecho legítimo para hacerlo,
sosteniendo en ella el “ejercicio de sus propios derechos”.
* En cuanto a los antecedentes de la imputada Pace en actividades
delictivas del estilo de las juzgadas, el tribunal cita que “ya había labrado
dolosamente la falsa Escritura Pública Nº 4 de fecha 04 de marzo de 2002, su
certificado de dominio e inscripción (ver Sentencia firme nº 17 del 17/08/10) y,
actuando de consuno con Ramón Nicolás Ordóñez, había autorizado también
dolosamente la falsa Escritura Nº 25 de fecha 22 de agosto de 2003 (Sentencia
nº 3 también firme del 08/04/2009) y las falsas Escrituras Públicas Nº 8 del 04 de
mayo de 2005 (Sentencia Nº 16 –firme- del 26/07/10), Nº 94 del 08 de agosto de
2005, Nº 108 del 26 de agosto de 2005, Nº 109 del 26 de agosto de 2005, Nros.
114, 115, 116, 117, 118, 126 y 127 del 31 de agosto de 2005 (Sentencia -no
firme- nº 11 del 25/09/2012).
Para el tribunal estos antecedentes “mostraban a Pace y Ordóñez al tiempo de

consumación de estos hechos, objeto de la presente, con particular y asidua proclividad a

cometer este tipo de delitos notariales, lo que, sumado a la cercana relación y

conocimiento personal de Petrone con Ordóñez (a la sazón empleado y tramitador del

Escribano de aquél), más el precipitado cambio de Escribano en las postrimerías de las

acciones, lógico es concluir que ello determinó -en este caso- la convocatoria de ambos”

(8647 vta.).

Reitera que “más aún, la actuación notarial precedente y posterior al hecho por

parte de la escribana Pace consumando con Ordóñez otros hechos ilícitos mediante la

instrumentación y presentación para inscripción de falsedades ideológicas plasmadas en

Escrituras que confeccionara aquella (una de ellas dos meses antes por un campo cuyo

valor rondaba los trescientos mil dólares) determinan considerar ambas personalidades

permeables por la época del suceso- a cometer este tipo de hechos delictivos y, por ello,

convocados al efecto por terceros que se beneficiarían con la maniobra. En las acciones

referidas a las Escrituras falsas de dos mil tres y dos mil cinco intervino Pace como ella lo

declaró- a instancias y por clientes del co imputado RAMÓN NICOLÁS ORDOÑEZ que

también resultó condenado, no encontrándose firme solo la última de las sentencias que

los involucra” (fs. 8650 y vta.).

* Por todo lo expuesto, el tribunal concluye que “la convocatoria de Pace por

Ramón Nicolás Ordóñez para que autorizara el veinte de julio de dos mil cinco la

compraventa de un inmueble de millonario valor en dólares mediante el labrado de

la Escritura correspondiente, consintiendo dicha intervención mediante

suscripción sin objeciones por parte de Oscar Abelardo García, que también sabía

la -a todas luces- injustificada actuación de aquella en lugar del notario Luis María

Lascano Allende, siendo, por aquél tiempo Pace, propensa a cometer falsedades

ideológicas en Escrituras Públicas, más sucesivos instrumentos notariales que

mostraban un inexplicable e inusual “pasamanos” del inmueble en casi sesenta días, “

pasamanos” típico en operaciones inmobiliarias irregulares; y el obrar posterior


procurando -no obstante la actuación de la justicia penal- consumar la inscripción en el

Registro General, del Primer Testimonio de su Escritura falsa; y –por si fuera poco-

labrando una nueva Escritura de la misma característica –falsa- por la que Oscar

Abelardo García otorga Poder de disposición del campo objeto de causa en favor de

Jorge Petrone, no deja margen de dudas en orden a que el accionar de Pace y Ordóñez

estuvo guiado por su voluntad de materializar los delitos que se le acusan” (fs. 8650 vta.).

III. Las objeciones recursivas planteadas por la defensa de la acusada María

Laura Pace sobre la fundamentación probatoria de su participación en los delitos de

falsedad ideológica continuada que se le atribuyen, carecen de eficacia argumental que

la torne arbitraria en los términos del art. 413 inc. 4 CPP.

Es claro que la guía utilizada para combatir las razones esbozadas en la

resolución, desconoce la serie de indicios, que interrelacionados y ponderados en su

conjunto, constituyen la base de las conclusiones arribadas por el tribunal.

Vuelve a ser oportuno aquí, destacar que para derribar la condena fundada en prueba

indiciaria corresponde su valoración global y no fragmentaria de la misma (ver segunda

cuestión, punto II.3).

III.1. En primer lugar, contrariamente a lo dichos por el impugnante, el sentenciante indica

con claridad que los tres hechos que le endilga a María Laura Pace consistieron en

obtener del Registro General los certificados notariales 47209 y 47210 y haber celebrado

las escrituras públicas n° 63 y 123, siendo que los contenidos de todos estos

instrumentos eran conocidamente falsos.

III.2. En orden al material probatorio, cabe señalar que quedó acreditado que el

ingreso de Pace a la maniobra delictiva, no fue aleatorio sino que respondía al plan

pergeñado por el acusado Jorge Oscar Petrone. En efecto, dado que este imputado

encontró dificultades para utilizar de “pantalla” al grupo de Ricci, Garrido, Tegano, Vaca

Olmos y Alasino por los reparos que los mismos manifestaron a la operación, optó por

buscar otro velo que permitiera mostrar como legítima la operación inmobiliaria.
Así es que, días después de vencido el plazo para confeccionar la escritura pública en la

escribanía de Vaca Olmos, Oscar Abelardo García contactó a Ordóñez –tramitador del

escribano de confianza de la empresa, Luis María Lascano Allende- para que gestionara

una escribana que hiciera figurar como legítima y válida la simulación de la transferencia

de los inmuebles objeto del litigio entre Oxandaburu, García y GAMA SA. En ese tiempo

Ordóñez había intervenido en otras operaciones de similares características delictivas

junto a la fedataria, por lo que convocarla implicaba una consecuencia natural y obvia a

los fines requeridos teniendo en cuenta sus antecedentes.

Sin mayor esfuerzo, al ser Petrone quien tenía la facultad de designar notario, resulta

harto elocuente para sustentar la versión criminal que omitiera –para resguardarlo- optar

por Lascano Allende, con quien formalizaba la mayoría de sus negocios jurídicos, quien

no se encontraba impedido por ningún motivo razonable de intervenir en este contrato a

la vez que el día y en horas cercanas a la de la firma del instrumento público comandado

por Pace, el citado escribano mantuvo contacto directo vía telefónica con personal de la

empresa GAMA SA y de las cuatro escrituras conformadas ese día, la última elaborada a

las 16 hs. consistió en un acta de constatación notarial en favor de Jorge Oscar Petrone

–y por ende, por él también suscripta- asentada en la Escritura Pública Nº 254 (ver el

Protocolo Tomo “6”/2005, de su Escribanía –Reg. 665-, reservado en Secretaría).

Además de lo dicho, la conclusión sobre la participación y el conocimiento de

Pace en la maniobra, se asienta en varias circunstancias que se enuncian:

* En la reunión en el Banco Julio no se efectuó ningún pago conforme ella dejó asentado

en el documento.

* La falta de formalización de un negocio jurídico real se corresponde con que en

esa misma oportunidad, se firmaron supuestamente ocho boletos de compraventa por

ocho departamentos a favor de Oxandaburu en ninguno de los cuales tuvo intervención

Pace, incorporados a la causa por presentación de Petrone cuatro años después de los

hechos.
* La notaria no sólo intervino en la escritura nº 63 sino también en todas las que

se produjeron como consecuencia de ella (las número 64 –anulada- y la 123 que

importaba un poder general de disposición y administración de los terrenos a favor de

GAMA SA).

* En esa tarea y en este contexto, es objetivamente relevante que la imputada

actuara sin advertir a los contratantes respecto de la cantidad de transmisiones de

dominio efectuadas sobre los mismos inmuebles en tan breve período de tiempo en

relación con la clases de negocios jurídicos (60 días).

* Frente a la notificación efectuada por la escribana María Silvia Cristina González

Pardo el 5.08.05, la acusada no sólo no mostró sorpresa o se contactó con esta notaria

para conversar sobre lo sucedido –según se le sugirió- como una muestra de

preocupación por la gravedad del tema y las implicancias que el mismo tenía, sino que

además sus inquietudes giraban en orden a la imposibilidad de continuar con el trámite

de inscripción de la apócrifa escritura nº 63 basada en la medida de no innovar registrada

en la matrícula de los inmuebles en cuestión. Tan es así que ella y Ordóñez conversaron

con personal de la Dirección del Registro y, no conforme con la respuesta obtenida, envió

una carta documento en la que intimaba a dicha repartición para que inscribiera el citado

documento.

* La confección de la escritura pública nº 123 en la que consta el poder general de

disposición y administración de los inmuebles objeto de la causa, suponía su intención de

continuar su actividad delictiva.

* La participación de Pace y Ordóñez en otras maniobras delictivas materializadas

en escrituras públicas ideológicamente falsas al tiempo de los hechos.

En función de lo dicho, para desvirtuar la versión criminal, resulta


fundamental derrumbar el engranaje de elementos de prueba enunciados y
relacionados, presupuesto que no fue cumplimentado por el impugnante. De allí
que sus críticas resultan aisladas y sin fuerza convictiva suficiente para romper la
lógica del fallo en este punto.
En efecto, el recurrente se limita a denunciar que los datos consignados en los

documentos elaborados por la escribana habían sido los enunciados por las partes. Sin

embargo, con ello tergiversa la imputación formulada en su contra (consignar en la

escritura nº 63 como ocurridos la entrega del dinero y la firma de boletos de compraventa

de departamentos como contraprestación a favor de Oxandaburu) sin examinar

suficientemente la prueba que la acredita.

De igual modo, no logra contradecir la base probatoria que da cuenta que Pace conocía

que los contenidos de las escrituras antecedentes del negocio jurídico que celebró eran

falsos, porque eran parte de una maniobra mayor tendiente a la apropiación de los

terrenos objeto de la compraventa apócrifa. Sobre esto último, cabe aclarar que el

reproche de su conducta no hace pie en que ella registró algo distinto de lo que los

contratantes le pidieron que registre sino en que, mediante su actividad como notaria,

celebró escrituras públicas en las que el negocio jurídico objeto de las mismas era ficticio

puesto que ninguno de los contratantes había adquirido la propiedad de los inmuebles

que se pretendía transmitir de su legítima propietaria.

De este modo, la trama de argumentos que expone el quejoso se desvanece frente a que

Pace insertó datos no ocurridos en su presencia y conocía la ilicitud del negocio lo que se

infiere del contexto en el que fue convocada, las acciones y actitudes desplegadas una

vez que terceros le informan sobre la ilegalidad de los contratos formalizados por ella y

los antecedentes delictivos en esta clase de operaciones en los que estuvo involucrada

ocurridos previa y concomitantemente al caso, extremos que no fueron contradichos

suficientemente ni en su totalidad por el casacionista.

Ello ocurre, particularmente, en orden a su objeción sobre que no se le debió recriminar a

su asistida no haber detenido el trámite de inscripción de la escritura, por cuanto no ha

sido este único elemento considerado en la sentencia para arribar a la conclusión

incriminatoria, a la vez que tergiversa los hechos cuando sostiene que la acusada cesó

en su actividad notarial cuando se le notificó oficialmente de la medida de no innovar, ya

que luego confeccionó el poder de García a GAMA SA para administrar y disponer de los
campos de la víctima (escritura pública nº 123).

Tampoco resulta dirimente que las escrituras fueran correctamente ejecutadas,

por cuanto es la inserción de un contenido falso lo que se le endilga a Pace. En ese

marco, no empece a estas conclusiones que la acusada cumpliera con los requisitos

formales de los documentos y que ello haya sido corroborado por el resto de los

escribanos o funcionarios del Registro, según se denuncia en el recurso. Es más,

justamente la rectitud de formas era lo que sus requirentes necesitaban para legitimar el

negocio ilícito.

Del mismo modo, lucen inconducentes para mostrar arbitrariedad en la sentencia la serie

de testimonios que según el impugnante no fueron considerados por cuanto no se explica

de qué modo estos conmueven o merman el mérito convictivo obtenido del conjunto de

elementos antes examinados.

La crítica recursiva, entonces, transita por fuera del eje alrededor del cual el
Tribunal encontró estructurada la maniobra ilícita, y por ende, queda desprovista
de toda eficacia al no cuestionar lo que en verdad constituyó el fundamento de la
condena que causa agravio a la imputada. Es que esta diferente consideración en
modo alguno conmueve la conclusión condenatoria, toda vez que cuando se
denuncia la omisión de ponderar ciertas pruebas -o su indebida meritación- el
análisis debe vincularse con su pertinencia para acreditar cuestiones que se
argumentan como trascendentes para lograr la absolución o una alternativa
punitiva más beneficiosa.
En consecuencia, la legitimidad de la sentencia de mérito se mantiene si los
elementos de juicio que se acusan soslayados o erradamente valorados no
revisten dicha calidad, por asentarse la condena en otros fundamentos probatorios
autónomos que posibilitan arribar lógica y legalmente al mismo resultado. Es que
si la conclusión de certidumbre deriva, independientemente, de otras pruebas
meritadas por el Juzgador, la crítica resulta inconducente en orden a derribar
aquélla, y ello frustra el acogimiento del reproche (TSJ, Sala Penal, "Oviedo", S. n°
257, 4/10/2007, entre otros).
III.3. De otro costado, los antecedentes de la imputada en actividades
notariales prestadas para la comisión de delitos semejantes a los ahora
examinados, no importa una trasgresión al principio ne bis in idem, en tanto no se
vuelve a juzgar a Pace por esos hechos sino que las conductas allí desplegadas
por ella configuran elementos de prueba, que atados a las circunstancias de la
causa, permiten inferir que en este caso la acusada ejecutó maniobras similares a
las que ya fue juzgada y condenada y fue requerida por Petrone en razón de tales
antecedentes.
III.4. En cuanto a la falta de demostración del perjuicio concreto de la
maniobra, parece preciso recordar que el delito de falsedad ideológica se
consuma cuando el documento queda perfeccionado como tal, con todos los
signos de autenticidad que las leyes y reglamentos requieren, aunque no se hayan
realizado todavía los actos necesarios para oponerle la prueba por él constituida a
terceros, por ejemplo, inscripciones registrales, pues desde aquel momento nace
la posibilidad de perjuicio.
En el caso, el perjuicio ocurrió desde el momento mismo en que Pace celebra la escritura

Pública nº 63 y 123, aun cuando no cumpliera con los requisitos del art. 1003 CC, dado

que, como bien apunta la doctrina, el incumplimiento del precepto no anula la escritura (

RIVERA, Julio César – MEDINA, Graciela, Código Civil Comentado, ed. Rubinzal –

Culzoni, Santa Fe, 2005, p. 601; TSJ, Sala Penal, “Gastaldi”, S. 224, 27/06/2014).

Partiendo de esa base, en lo que atañe al momento consumativo, es dable


también recordar que “la fe pública que se ampara, cuando la portan documentos
públicos, se extiende a terceros inicialmente indeterminados, y entonces el
perjuicio como posibilidad aparece en las figuras de falsedad de esas especies
de documentos como perfiles menos acusados (desde el punto de vista del sujeto
pasivo), menos nítidos que en las conductas defraudatorias detenidas en
tentativa” (CREUS, Carlos, BUOMPADRE, Jorge Eduardo, Derecho Penal, Parte
especial, ed. Astrea, 7º ed. Act. y ampl., t.2, Bs. As., 2007, ps. 484/485).
No es así necesario que el escribano conozca para qué se va a utilizar la
escritura que otorga, sino que alcanza con que quiera insertar en ella
declaraciones falsas y así lo haga, y que de ello surja, además, la posibilidad de
perjuicio para terceros indeterminados. Es claro, entonces, que no importa si luego
la escritura es o no utilizada efectivamente y si causa o no un perjuicio concreto a
terceros determinados. Pues el delito se encuentra perfeccionado desde el
otorgamiento de la escritura con las características aludidas, siendo irrelevante
todo lo que concretamente suceda luego, que sólo podrá considerarse como
consecuencias ulteriores al delito (TSJ, Sala Penal, “Gastaldi”, cit.).
Por ello es que la demostración del perjuicio conforme lo articula el recurrente

carece de trascendencia por cuanto basta la confección del instrumento público

ideológicamente falso para dar por hecho el potencial perjuicio que el mismo contiene en

razón de su calidad apócrifa, extremos estos que han sido plenamente acreditados en

autos.

III.5. En razón de lo expuesto, se advierte que el sentenciante ha dado sólidas

razones para sustentar la condena a la acusada María Laura Pace por el delito de

falsedad ideológica continuada, no advirtiendo que exista fundamentación probatoria

arbitraria sobre estos extremos.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

La señora Vocal doctora Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA QUINTA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I. El Dr. Lucas Colazo, defensor del imputado Ramón Nicolás Ordóñez, recurre la
sentencia invocando el motivo formal previsto en el segundo inciso del artículo 468
del CPP.
Se agravia en relación a la fundamentación probatoria que sustenta la existencia

del elemento subjetivo propio de la falsedad ideológica que se atribuye a Ordóñez, por

entender que se ha incurrido en una valoración insuficiente y arbitraria al afirmar que el

nombrado conocía que la primera escritura celebrada por Enz y luego la celebrada por

Díaz Cornejo, al momento de la celebración de la escritura n° 63, eran apócrifas (fs. 8723

y vta.).

Transcribe los argumentos esbozados por la sentenciante sobre el punto en discusión, y

afirma que de la prueba rendida no puede extraerse una única conclusión. Por el

contrario, sólo puede tenerse por acreditado: la tramitación de Ordóñez de los

documentos públicos; la relación comercial de Ordóñez con Pace –que era en definitiva

quien labraba la escritura-; el conocimiento que la gente de GAMA tenía en relación a

Ordóñez por ser éste empleado del Escr. Lascano Allend;, el conocimiento de la

imposibilidad de inscripción por una medida judicial de la Escr. n° 63, cuyas razones

fueron notificadas formalmente el 14/08/2005; y la inexistencia de comunicación alguna

entre Ordóñez y los demás coimputados, con anterioridad a los hechos relacionados a la

suscripción de dicho documento. En contrapartida, no puede darse por probado el

conocimiento de Ordóñez de la irregularidad de los antecedentes notariales que sirvieron

de base para la elaboración de dicho instrumento (fs. 8730 vta.).

Por otra parte, estima que se ha omitido valorar prueba dirimente, que sólo ha

sido descripta -los testimonios de Jalil, Gramática, López Peña y Susana García- y

fundamentalmente, la confrontación de todo el plexo convictivo con la declaración de

Ordóñez durante el debate.


Sostiene que en el contexto probatorio de autos, sólo es posible aseverar que Ordóñez

fue buscado para llevar adelante la inscripción de una escritura, y que cualquier otra

conclusión sobre su posible conocimiento de la irregularidad que tenía, o sus

antecedentes, es propia de una falacia argumental (fs. 8731 y vta.).

Considera que la notificación efectuada por la Escribana González Pardo y luego

por la “gente del Registro” sobre un impedimento en la inscripción, tampoco constituye un

indicio de cargo porque fueron posteriores a la suscripción de la escritura n° 63. Llegar a

aquella conclusión, sólo porque al momento de los hechos, tanto Ordóñez como Pace

eran “permeables” a cometer hechos de esta naturaleza –sin dar razones tampoco de

esta calificación-, es antojadizo y propio de una construcción que parte de un indicio de

culpabilidad y no del estado de inocencia. Máxime cuando no ha sido desvirtuada la

postura exculpatoria de Ordóñez durante el debate, y se le dio preeminencia a la que se

expusiera en la instrucción (fs. 8732 y vta.).

Critica que se haya afirmado que Petrone, García, Oxandaburu y demás

imputados hayan acudido a Pace, a través de Ordóñez, debido a sus “características

personales”, las que no explicita cuáles son, salvo la enumeración de las causas en las

que se juzgó a ambos, muchos años después del hecho. De ese modo, se incurre en un

razonamiento propio del derecho penal de autor, puesto que no surge de la causa que

los primeros tuvieran conocimiento de los hechos por los que fue juzgado Ordóñez. Y la

dirimencia de este extremo es obvia, ya que a partir de esta premisa el a quo comienza

toda su elaboración argumental en relación a Ordóñez (fs. 8735/8736).

Como prueba directa de descargo, invoca la inexistencia de comunicaciones

entre Oxandaburu y Ordóñez o Pace. Sin embargo, sí se incorpora de manera

incriminante el llamado de Petrone a Ordóñez, para justificar la participación de Petrone y

Oxandaburu (fs. 8736 y vta.).

Considera el recurrente que son dos las premisas fácticas sobre las que se apoya

la existencia de dolo: la notificación de la Escribana González Castro y la carta

documento enviada por Pace al Registro para que inscriba el inmueble o informe
formalmente el impedimento. Alega empero, que de ello no puede derivarse que Ordóñez

tuviera conocimiento pleno de la celebración de aquel primer acto apócrifo llevado

adelante por Enz y el segundo de Díaz Cornejo. La intimación de González Pardo se

celebró en el domicilio de Pace, y sólo era el producto de una instancia particular,

privada.

En segundo lugar, y en relación a la medida de no innovar, manifiesta que de la simple

lectura de la intimación surge de manera clara que no sólo se intima sino que además se

expone e insta que se exterioricen las razones. Todo lo que se prueba, entonces, es que

por vía privada y luego por carta documento emitida por el Registro de la Propiedad, se

daba a conocer la existencia de una denuncia sobre un posible hecho delictual, con

posterioridad a la celebración y tramitación de la escritura n° 63. Nada tuvo de irregular el

envío de la carta documento por parte de Pace, y en idéntico sentido declaró Rodríguez.

Además, la misiva intimaba disyuntivamente a que se expusieran los motivos de la no

inscripción (fs. 8736).

Se queja la defensa además, de que se aplique como regla de la experiencia el

“inexplicable e inusual pasamanos del inmueble en casi sesenta días, pasamanos típico

en operaciones inmobiliarias irregulares”. Entiende que lo típico es que ese sea el

desarrollo conductual propio de una operación comercial, y excepcionalmente, de una

operación inmobiliaria irregular. Luego, la conclusión es aparente, arbitraria y omisiva

porque no expone los motivos por los que deberían ser calificadas la reiteradas

sucesiones, a priori, de inusuales o inexplicables, y tampoco por qué en base a estas

características se acredita el conocimiento de Ordóñez sobre el carácter apócrifo de las

dos primeras escrituras (fs. 8737 vta.).

De otro costado, alega que tampoco se ha demostrado la existencia de un

beneficio patrimonial en Ordóñez, congruente con el hecho que se le atribuye; más bien

todo indica que se le pagaron los honorarios como en la normalidad de los casos.

Mientras, en relación a Oxandaburu el a quo asevera que el vehículo Mercedez Benz fue

la supuesta contraprestación por la maniobra ilícita (fs. 8738/8739).


A eso agrega que, en sus conclusiones, el querellante particular y actor civil, desistió de

la acusación y demanda contra Ordóñez (fs. 8739).

En consecuencia, sostiene, la valoración de las premisas expuestas y otras

omitidas, siendo dirimentes, llevarían a más de una conclusión, por lo que la sentencia

padece de un vicio in procedendo: la vulneración del principio de razón suficiente (fs.

8739 y vta.).

II. De la atenta lectura del libelo recursivo, se advierte que la queja de la defensa

de Ramón Nicolás Ordóñez radica en que la conclusión sobre la participación del

acusado en los hechos que se le enrostran no se encuentra justificada en las premisas

que la anteceden. En ese orden, trata de evidenciar que no se deriva con certeza de las

pruebas ponderadas y omitidas la afirmación de la intervención del acusado.

Para dar respuesta a su cuestionamiento evitando reiteraciones inútiles


remitimos a los argumentos del tribunal reseñados en las cuestiones anteriores
(ver segunda cuestión punto II.2.D.d y e y E y cuarta cuestión punto II), en tanto
que las críticas se dirigen a combatir las mismas razones tenidas en cuenta para
justificar el reproche penal formulado a la coimputada María Laura Pace. Sólo se
añadirán las elaboradas para justificar la situación de Ordóñez
El casacionista rechaza que su asistido conocía la falsedad de la escritura confeccionada

por el escribano Enz así como tampoco tenía conciencia de que las que resultaron como

consecuencia de dicho documento revestían la misma calidad. Sin embargo, las razones

que esboza carecen de fuerza argumental suficiente para debilitar la conclusión

incriminatoria cuestionada.

En primer lugar, el impugnante no analiza acabadamente todas las consideraciones

esbozadas por el tribunal para concatenar los actos objetivos que, a su criterio, no son

demostrativos del conocimiento del acusado. Y ese esfuerzo recursivo constituye un

requisito ineludible para demostrar la ausencia de debida fundamentación de la decisión

(ver segunda cuestión punto II.3).


En efecto, la prueba basal que actúa como guía para meritar lo ocurrido resulta

del contacto inicial de García –enviado por Petrone- para ejecutar el traspaso del

inmueble de la víctima. Al respecto, conforme se analizó precedentemente en relación a

Pace, el sentenciante concluyó que Petrone requería –luego de frustrar el intento de

canalizar la operación con la escribana Vaca Olmos y compañía-, formalizar las tratativas

de la compraventa de los terrenos en cuestión, a fin de contar con un escudo protector de

las futuras imputaciones –que finalmente ocurrieron–.

Para ello es que recurrió a Ordóñez, con quien tenía trato constante, porque era el
empleado de su escribano de confianza Luis María Lascano Allende, que a pesar
de ello lo contactó con una fedataria diferente. En ese marco, no discute el
recurrente que fueron éstos quienes lo convocaron, ni tampoco que era
injustificado el llamamiento de Pace cuando, incluso, el mismo día en que se
suscribió el instrumento público el citado notario –además de no encontrarse de
licencia- tuvo comunicaciones con la empresa e intervino en la confección de “
cuatro escrituras, la última de las cuales (a las 16 hs.) consiste en un acta de
constatación notarial en favor de Jorge Oscar Petrone –y por ende, por él también
suscripta- asentada en la Escritura Pública Nº 254 (ver el Protocolo Tomo
“6”/2005, de su Escribanía –Reg. 665-, reservado en Secretaría)” (fs. 8640 vta.).
En ese marco, el sentenciante reseñó la explicación dada por Ordóñez en la instrucción

donde para justificar su intervención indicó que fue García quien le pidió que consiguiera

un escribano porque quería vender unos terrenos y a esos efectos consultó varios con

altos costos, desestimándose solamente el motivo de la consulta.

En la audiencia, el acusado cambió su posición al expresar que lo dicho en la


etapa anterior fue resultado del consejo de su abogado para que coincidiera con la
declaración del coimputado, pero que “Lo mío fue solo tramitar la escritura.
Cuando me llama la Contadora García, personalmente, no recuerdo porque razón
no interviene el escribano Lascano, no estaba en Córdoba, entonces me pide que
le recomiende un escribano y le pase un presupuesto. Le recomiendo a Pace y le
paso el presupuesto. Después de todo esto, ya con los certificados, me dice la
contadora García que a pesar de que la compra la efectuaba Gama iría a nombre
de García, nunca hablé con García, en la instrucción dije eso por consejo de mi
abogado defensor, que me dice que para que coincida mi declaración con la de
García. Nunca hablé con García… Quiero dejar aclarado que siempre hablé con la
contadora Susana García, nunca hablé con Oscar García. Esto es todo lo que
tenía para decir, no voy a contestar preguntas…” (fs. 8356 vta./8357).
El a quo valoró de manera preeminente que fue García quien convocó a Ordóñez

y no la contadora de la firma por cuanto las razones argumentadas por el imputado y la

propia García no se correspondían con las constancias de autos, lo que evidenciaba

mendacidad en sus versiones de lo ocurrido.

En efecto, el primero sostuvo que creía que Lascano Allende no intervendría,


porque no se encontraba en la ciudad y la segunda arguyó que no lo hacía porque
tenía relación de amistad con Vaca Olmos a quien habían apartado
intempestivamente de las negociaciones. Sin embargo, ambos argumentos fueron
desvirtuados por el tribunal, ya que el fedatario no sólo se encontraba
desempeñando funciones sino que el día de la firma del instrumento público, se
contactó y celebró una constatación notarial para la empresa. Tampoco la
supuesta relación de amistad era tal pues ello fue negado por el propio notario, y
no existen comunicaciones entre ellos que permitieran inferir la existencia de la
misma (fs. 8639/40).
Por lo demás, cabe recordar aquí —porque la situación es análoga— que en la
actualidad la declaración del sometido a proceso, analizada desde la óptica del
imputado, importa un medio idóneo para la materialización de su defensa en juicio,
pero ello importa, necesariamente, que dicho acto se traduzca en una fuente
eventual de pruebas desde la óptica del Juzgador (TSJ, "Simoncelli", S. Nº 45,
del 28/7/98; "Olmos", A. nº 175, 13/5/1999; "Santalises", S. nº 20, 12/4/2002;
"Jarma", S. nº 46, 26/05/2005; “Salvay”, S. nº 165, 30/07/2007; “Avila”, S. nº 13,
20/02/2008, entre otros).
Es, en esa lógica, en que también se afirmó que el juzgador, conforme a
su libre convicción, puede escindir parcialmente la declaración del enrostrado,
ponderando sólo aquellos tramos que aparezcan veraces, es decir, contestes con
los elementos de prueba analizados (TSJ, Sala Penal, Sent. nº 10, 11/8/61,
"Villalba"; Sent. nº 18, 5/9/69, "Bortoletto"; Sent. nº 45, 3/10/96, "Oscares"; Sent. nº
122, 26/10/98, "Piassentini"; A. n° 251, 21/7/99, “Lescano”; A. n° 75, 8/3/01,
“López”, S. n° 74, del 20/4/2011, “Scarlatta", entre otros).
Por otra parte, cuando se señala que las intervenciones objetivas de
Ordóñez en los trámites anteriores y posteriores relativos a la escritura pública nº
63, no dan cuenta de su conocimiento, se prescinde no sólo del marco en el cual
este actuó, según se expuso en los apartados anteriores, sino también, que
precisamente la intención de su mandante –Petrone- para legitimar su actuación,
requería de una instrumentalización acorde con este clase de negocios. Disimular
la maniobra delictiva era el fin principal perseguido y para ello requerían de la
actuación de la dupla Ordóñez-Pace.
Tampoco acierta el casacionista al señalar que no es suficiente prueba que, ante

la notificación de la escribana González Pardo y la comunicación informal del personal

del Registro Público sobre la existencia de una medida de no innovar sobre los

inmuebles objetos de la escritura pública nº 63, dispuesta a raíz de la denuncia efectuada

por la verdadera dueña de dichos predios, los acusados Ordóñez y Pace insistieran en

dicho trámite, pues eso era lo que correspondía hasta tanto existiera una comunicación

formal.

Es que el sentenciante valora la actitud asumida por los acusados luego de recibir

la información de tales agentes –escribana y gente del registro-, más allá que tales

comunicaciones no importaban un deber formal de abstenerse de continuar con el

trámite. En ese sentido, se hace pesar que en lugar de actuar con la cautela que las

circunstancias imponían a un supuesto obrar inintencionado, como el alegado, Ordóñez


junto a Pace insistieron con vehemencia con que se inscriba la escritura e

inmediatamente después de conocida la situación.

Además, contrariamente a la crítica recursiva, no hace falta probar que todos los
acusados conocieran los antecedentes delictivos atribuidos al acusado relativos a
falsedades documentales efectuadas junto a Pace a la época de los hechos aquí
investigados. Ello por cuanto fue Petrone, como organizador y director de la
maniobra criminal, quien convocó por medio de su testaferro a Ordóñez.
Por su parte, se infiere de la sentencia, que la selección del empresario no fue aleatoria,

por cuanto existía a la época de los hechos una “cercana relación y conocimiento

personal de Petrone con Ordóñez (a la sazón empleado y tramitador del Escribano de

aquél)”, a la vez que “el precipitado cambio de Escribano en las postrimerías de las

acciones”, mostraba la necesidad de recurrir a un cambio seguro de “pantalla” que

legitimara el accionar de Petrone.

Tampoco constituye derecho penal de autor la ponderación de ciertas

características del imputado vinculadas a datos objetivos que dan cuenta de la existencia

de un hecho penalmente relevante. No es del caso que se le endilga a Ordóñez el delito

por sus antecedentes delictuales (cometió estos hechos por ser un falsificador), sino que

su intervención en sucesos de similares características al aquí analizado, sumado al

resto de la prueba, justifican con certeza el reproche penal dispuesto en su contra.

Del mismo modo, no es de recibo la crítica a la regla de experiencia utilizada por el

sentenciante para ponderar negativamente que en un lapso breve de tiempo (60 días) se

produjeran una serie de transferencias sobre un mismo inmueble, por cuanto el

recurrente sostiene lo contrario sin dar razones que avalen dicha posición. Su mera

discrepancia no basta para refutar el razonamiento del a quo, el cual luce adecuado

teniendo en cuenta las prácticas comerciales lícitas.

Incluso, contrariamente a ello, el abogado Alasino refirió en la instrucción que “

entre la reserva y la cancelación de la reserva el dicente comentó al propio Huergo… que

la operación le hacía sospechar que no venía bien y por ello lo percibía el dicente
porque antes de esta operación final había muchas transferencias sucesivas y su

experiencia profesional le indicaba que había algo ahí que no andaba bien… que

sería recomendable constituirse en Buenos Aires para constatarlas, porque la primera

había sido otorgada en esa ciudad, pero no querían hacerlo” (fs. 8634).

El reproche que sostiene que la falta de prueba de un beneficio económico


extraordinario obtenido por Ordóñez –comparado al automóvil Mercedes Benz que
recibió Oxandaburu-, evidencia su falta de acuerdo a la maniobra, constituye una
inferencia aislada que en sí misma no es demostrativa de dicha ausencia. Es más,
si bien no es posible cuantificar el exacto pago recibido, el propio acusado señaló
que fue compensado por su actuación (fs. 8359).
Además, los documentos cuyo contenido falso se endilga al prevenido fueron
elaborados a fin de lucrar con ellos, dado que éste, junto a Pace, se “dedicaban” a
las falsificaciones en el mercado lucrativo que importaba intervenir –en este caso
por requerimiento de Petrone- en la realización de títulos falsos en razón de su
calidad de gestor trámites vinculados a la transmisión dominial.
Del mismo modo, tampoco es relevante que la querellante particular y
actor civil desistiera de la acusación y la demanda contra Ordóñez, puesto que ello
responde a un designio propio de la parte que en nada empece el caudal
probatorio analizado.
Finalmente, teniendo en cuenta el cuadro convictivo expuesto, no
demuestra el recurrente de qué modo los testimonios de los testigos Jalil,
Gramática, López Peña y Susana García, son relevantes para desvirtuar el cuadro
probatorio expuesto, por lo que su objeción carece de fuerza suficiente para
derrumbar la fundamentación elaborada en la sentencia. Es que esta diferente
consideración en modo alguno conmueve la conclusión condenatoria, toda vez
que cuando se denuncia la omisión de ponderar ciertas pruebas -o su indebida
meritación- el análisis, debe vincularse con su pertinencia para acreditar
cuestiones que se argumentan como trascendentes para lograr la absolución o
una alternativa punitiva más beneficiosa.
En consecuencia, la legitimidad de la sentencia de mérito se mantiene si los elementos

de juicio que se acusan soslayados o erradamente valorados no revisten dicha calidad,

por asentarse la condena en otros fundamentos probatorios autónomos que posibilitan

arribar lógica y legalmente al mismo resultado. Es que si la conclusión de certidumbre

deriva, independientemente, de otras pruebas meritadas por el Juzgador, la crítica resulta

inconducente en orden a derribar aquélla, y ello frustra el acogimiento del reproche (TSJ,

Sala Penal, "Oviedo", S. n° 257, 4/10/2007, entre otros).

Conforme lo expuesto, la sentencia transita irresoluta la crítica recursiva

resultando debidamente fundada la condena dispuesta en contra de Ramón Nicolás

Ordóñez por los hechos que se le atribuyen calificados jurídicamente como falsedad

ideológica continuada en calidad de partícipe necesario.

Así voto.
La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

La señora Vocal doctora Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA SEXTA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I. El Dr. Miguel Juárez Villanueva, en su carácter de defensor de Oscar Abelardo


García, interpone recurso de casación en contra de la citada sentencia (punto
dispositivo VI) e invoca razones que sustentan el motivo formal (art. 468 inc. 2
CPP).
En concreto, el impugnante sostiene que el fallo es nulo por falta de motivación

legal, pues la fundamentación dada, ha sido aparente, falsa y arbitraria, cuando también
ilegítima, al no haberse respetado los principios de la recta razón (o las reglas de la sana

crítica racional) en la valoración de las pruebas. Agrega que la resolución viola los

principios constitucionales del debido proceso legal y el derecho de defensa en juicio al

fijar la existencia de los hechos, la participación de su asistido en él y la calificación legal

dada al suceso acreditado (fs. 8854 vta.).

Precisa los antecedentes de la causa, el suceso y los argumentos del tribunal

para fundar los extremos fácticos aquí cuestionados (fs. 8856/8868 vta.).

Señala que su agravio radica en que la sentencia recurrida es nula en virtud de lo

dispuesto por el art. 413 inc. 4 CPP, ya que se basa en evidencias carentes de eficacia

probatoria y también adolece de “falta de fundamentación, fundamentación omisiva y

motivación contradictoria” en cuanto a la determinación del extremo fáctico concerniente

a la participación de nuestro asistido en los hechos por los cuales se lo ha condenado (fs.

8868 vta.).

A su vez, refiere que el defecto de motivación resulta de la inobservancia del principio

lógico de razón suficiente, que se adscribe a las reglas de la sana crítica racional. Al

respecto, precisa que el tribunal ha inobservado las pautas de razonamiento aludidas

desde dos puntos de vista. Por un lado, ha omitido considerar elementos de convicción

legítimamente incorporados al debate que, de haberse valorado debidamente, hubieran

obstado a la conclusión incriminatoria. Por otro lado, ha valorado arbitrariamente la

prueba invocada en sustento de los extremos cuestionados los que no se derivan

necesariamente de aquélla (fs. 8869).

Alude a jurisprudencia relativa al deber de fundamentación de la sentencia y al estándar

de revisión de los tribunales casatorios (fs. 8869 y vta.).

Afirma que el fallo de manera arbitraria parte de que García conocía los

antecedentes irregulares y delictivos que precedieron a la suscripción de la Escritura nº

63 en la que participó su asistido, quien en rigor actuó –como lo demuestra la prueba

colectada- en respuesta a un favor que le efectuara su primo y amigo Jorge Oscar

Petrone. Estima que dicho punto ha sido motivado ilegítimamente, lo cual perjudica a su
asistido pues, de suprimirse el mismo, no existiría el dolo requerido en las figuras penales

que se le atribuyen (arts. 293 y 181 inc. 1º CP) (fs. 8870).

Refiere que la ausencia del elemento subjetivo tiene razón en que García no

conocía las negociaciones previas efectuadas para la compra del campo que se

materializara mediante escritura nº 63 suscripta el 20 de julio de 2005, tampoco del

origen ilícito de esta última, de la falta de legitimidad de Oxandaburu para vender el

predio (que adquiría por favor a Petrone), de la base apócrifa o irregular de la

documentación que respaldaba la operación inmobiliaria, ni de que el inmueble

pertenecía a Susana Muñist de Ruiz Orrico (fs. 8872 y vta.).

Asevera que la prueba receptada durante el proceso apuntala cuantitativa y

cualitativamente la postura exculpatoria de su defendido. Señala que García al suscribir

las escrituras públicas nº 63 y 123 e irrumpir el campo en cuestión, actuó impulsado,

determinado y motivado por directivas de quienes estaban en la dirección de la empresa

GAMA SA –en particular, Jorge Petrone y la contadora Susana García, quien según

todos los testigos, era la encargada de proporcionar la documentación y buscar

escribanos para las operaciones sobre inmuebles que requería la empresa-, donde

cumplía tareas de menor entidad (fs. 8872 vta.).

Refuerza su posición en que la declaración del acusado proporciona datos salientes que

no han sido desvirtuados por prueba de cargo. Al respeto, sostiene que la falta de

conocimiento de las tratativas previas relativas a la adquisición del predio que

involucraban a las autoridades de la citada compañía condicionaba su intervención en las

cuestiones que rodeaban al negocio jurídico (origen ilícito o apócrifo de la escritura nº 63,

la ilegítima calidad de propietario de Oxandaburu, la falsedad de la documentación

respaldatoria de la operación y la titularidad de Muñist de Ruiz Orrico).

Sintetiza afirmaciones de su asistido y luego reseña su extensa declaración

efectuada en la audiencia de debate del 11 de diciembre de 2013 (fs. 8871/8875).

Estima que sus dichos se robustecen y encuentran sustento pétreo en las

manifestaciones de los imputados Jorge Petrone y Diego G. Oxandaburu, y los testigos


Alexis Moisés, Luis María Lascano Allende, el Dr. Graffi, Venancio Pettito -abogado de

Oxandaburu-, y Susana García.

Destaca que García no había intervenido en la organización del negocio, ni había

conversado con Ordóñez al respecto, tampoco tenía un rol jerárquico en la empresa, no

intervenía en cuestiones relativas a documentación de las operaciones inmobiliarias de la

empresa, no conocía a Oxandaburu, a la vez que tenía una relación de gran confianza

con el primero de los nombrados (fs. 8875/8876 vta.).

Por su parte, bajo el acápite del tercer agravio, el impugnante abunda en razones

vinculadas a la falta de prueba de la existencia de dolo en la comisión del delito por parte

de García, lo cual condiciona la tipicidad de su conducta conforme dispone el art. 293 (fs.

8877 y vta.).

Reseña que la figura del art. 293 CP contiene dos elementos constitutivos a la vez que el

primero de estos prevé dos formas comisivas distintas: se castiga a quien insertare o

hiciere insertar declaraciones falsas concernientes a un hecho que el documento debe

probar y lo combina con el requisito de que pueda resultar perjuicio (fs. 8881 y vta.).

Trae a consideración nuevamente las motivaciones de García para firmar la

escritura nº 63 (esto es, actuó por un pedido de Petrone quien era el presidente de

GAMA SA, una empresa cuyo giro comercial fincaba en la compra y venta de inmuebles).

Señala que la aplicación del principio de legalidad indica que nada de lo que hizo su

representado, es típico ni punible según las citadas disposiciones.

Expone que no hay prueba que demuestre contacto directo o indirecto de su asistido con

el resto de los imputados (con excepción de Petrone), además que a la época de los

hechos no tenía teléfono celular.

Sintetiza que García primero actuó por pedido de su jefe, luego por indicaciones de éste,

Susana García, el abogado Héctor Graffi y los contratados por GAMA para que

manejaran estos hechos, que eran socios con reputación profesional bien ganada. De allí

que se pregunta por qué García no habría respondido a estos requerimientos y directivas

recibidos de quienes gestionaban la citada empresa. Resalta que fue su primo hermano y
empleador quien le formuló el pedido que a su vez a lo largo de su vida le hizo múltiples

favores. Recuerda que en una oportunidad anterior le requirió una actividad de iguales

características vinculada con la compra de los locales ubicados al frente del Carrefour de

Av. Colón (fs. 8881 vta./8882).

Niega que resulte relevante para despertar sospecha en García la presencia de la

escribana Pace en lugar de Lascano Allende, en tanto que en muchas operaciones

cumplía ese rol alguien designado por el vendedor. Expone que dicho conocimiento no

pudo surgir de quien, como el acusado, no participaba habitualmente de las operaciones

comerciales. Destaca que la prueba de que Petrone fue quien buscó a la mentada notaria

no importa automáticamente que García también lo hubiera hecho.

Sostiene que debe dejarse de lado la primera versión dada por Ordóñez, en

cuanto a que había sido su asistido quien le encomendó que buscara una escribana,

facilitó toda la documentación para la redacción del instrumento público e insistió

telefónicamente para que lo inscriba. Por el contrario, expresa, no se pondera que en la

audiencia este acusado sostuvo que en dicha versión había mentido para hacer

concordar la misma con la brindada por García, a la vez que depuso que fue Susana

García quien le requirió un escribano y le proporcionó los papeles necesarios. Fueron

coincidentes con estos extremos Petrone, la propia contadora, Héctor Hugo Huergo y

Lascano Allende (fs. 8882 vta.).

Del mismo modo, entiende que no debe considerar su postura defensiva inicial

como indicio en su contra, dadas las contradicciones que la misma contiene respecto de

su relato final de los hechos. Es que no se advierte que la primera se efectuó el 12 de

agosto de 2005 como respuesta a la única imputación existente en ese momento

(usurpación), siendo que la Fiscalía indagó a García por los hechos bajo examen 2 años

y 8 meses después, en ese acto es que tomó conciencia de la envergadura de la

acusación que enfrentaba (fs. 8883).

Manifiesta que si bien la primera versión de García resultaba disparatada, la

segunda brindada en la instrucción y en el debate encuentra respaldo probatorio que la


nutre de verosimilitud y certidumbre, lo que se refuerza en la medida que también

contestó todas las preguntas del Tribunal. Manifiesta que la utilización de la primera

versión en contra de su asistido como indicio de mala justificación contradice doctrina y

jurisprudencia que la cuestiona duramente (fs. 8883 y vta.).

Además, afirma que no se deriva de la circunstancia de que García irrumpiera en

el campo el 29 de julio y produjera una exposición en la comisaría de la localidad de

Malagueño –como lo hace la Cámara-, su persistencia delictiva en su apoderamiento. Es

que, el acusado actuó motivado por directivas de la cúpula de la empresa donde

trabajaba, para lo que reitera los hechos ocurridos ese día y recuerda que al lado de la

firma de aquél estaba la del Dr. Pópolo (fs. 8884).

También niega la participación del imputado en el delito de usurpación, pues éste

fue cometido en horas matinales y el imputado asistió al predio por la tarde, junto al

ingeniero de la empresa –que sabía cómo llegar al lugar-, con quien ingresó al predio

saltando la tranquera. Indica que el incoado fue condenado como coautor de un delito del

que no intervino y del que en la sentencia no existe fundamento alguno. Agrega que

resulta curioso que no existe otro coautor en tanto a Petrone se le asignó el carácter de

partícipe necesario, lo que –como otra muestra del desdén de los jueces de la Cámara

respecto del ejercicio de un derecho de defensa eficaz- no le fue notificado (fs. 8884).

Precisa que el convenio suscripto entre su defendido y los coimputados

Oxandaburu y Petrone, redactado por el Dr. Graffi y certificadas las firmas por Lascano

Allende, fue impulsado por consejo del abogado y no podía negarse a hacerlo.

En cuanto a la falsedad ideológica configurada por el otorgamiento de un poder

amplio de disposición a favor de la compañía mediante escritura pública nº 123, expone

que ello tenía razón en que de ese modo García se desligaba de realizar todas las

acciones judiciales derivadas de la errática compra del campo, lo que fue referido por

Graffi y Petrone en sus deposiciones (fs. 8884 y vta.).

Expone que la medida de no innovar registrada sobre el inmueble en cuestión

que imposibilitaba que se inscriba la escritura pública nº 63 importaba una circunstancia


que frenaba que la firma del mentado poder perjudicara a alguien. Dicho impedimento

judicial, afirma, enervaba cualquier potencial peligro y que fue realizado para que GAMA

SA prosiga con las acciones legales del caso (fs. 8884 y vta.).

Entiende que su asistido nada tuvo que ver con la expedición de los certificados

notariales nº 47209 y 47210 pues al 18 de julio, ni siquiera sabía que Petrone iba a

requerirle que ponga una propiedad a su nombre. Estima que ello viola patentemente el

derecho de defensa y el debido proceso (art. 18 CN) (fs. 8884 vta.).

Destaca que no se acreditó con prueba suficiente el dolo de su asistido, requerido

para la configuración del delito de falsedad ideológica que supone el conocimiento de

que las escrituras y documentos firmados con motivo de la venta de la propiedad eran

fraguados. Precisa que el dolo no se presume sino que debe ser probado, cuestión

omitida por el sentenciante (fs. 8885 vta.).

En definitiva, concluye que el fallo incurre en indebida fundamentación en orden a

los elementos esenciales de la imputación y de la participación enrostrada a García,

particularmente, vinculados a la prueba del aspecto subjetivo del injusto atribuido a Oscar

Abelardo García para participar en la maniobra delictiva que procuró despojar a Susana

Muñist de Ruiz Orrico de su propiedad.

En consecuencia, y teniendo en miras la fórmula del máximo esfuerzo revisor como

deber del órgano casatorio desde el fallo de la CSJN, solicita que se declare la nulidad de

la sentencia por falta de motivación legal en cuanto a la efectiva valoración de los

extremos de la acusación y de la intervención de su asistido en el mismo, en la medida

que una falta ponderación de los hechos lleva a una incorrecta aplicación del derecho (fs.

8877 vta., 8885 vta.).

II. El recurrente objeta la conclusión asertiva sobre la participación del


acusado en el hecho que se le endilga, por considerar que no ha sido demostrado
el dolo requerido para subsumir el caso de marras al delito de falsedad ideológica.
Del mismo modo, niega que se le pueda reprochar el delito de usurpación pues, a
más de la falta del elemento subjetivo exigido para la comisión de dicho ilícito,
tampoco se han acreditado los extremos vinculados al uso de la fuerza en el
ingreso al inmueble rural de la víctima.
II.1. Para el análisis de estos cuestionamientos, nos remitiremos a la síntesis de

los fundamentos probatorios articulados en la segunda cuestión (ver punto II.2), sin

perjuicio de que aquí reiteraremos los argumentos expuestos en el fallo para sustentar la

versión incriminatoria de García los que se contraponen con los de la defensa material y

técnica efectuada a favor del acusado.

II.1.A. Defensa material y técnica: se infiere de la misma que García para


desligarse del reproche penal efectuado en la acusación sostiene que:
* Intervino como comprador en la escritura pública nº 63 celebrada por la

escribana María Laura Pace en las dependencias del Banco Julio por pedido de su primo

hermano y amigo Jorge Oscar Petrone. Dicha solicitud despertó su confianza en razón

del vínculo que mantenía con el dueño de la empresa, la intervención otros agentes de la

compañía (Contadora Susana García), que el objeto del contrato era de su giro normal y

habitual (compraventa de inmuebles), a la vez que ya había participado de manera

similar en un negocio jurídico anterior relativo a locales comerciales ubicados frente al

Carrefour de la avenida Colón de esta ciudad de Córdoba.

* Desconocía el tema porque no era una actividad propia de su quehacer en la

empresa (se desempeñaba en el ámbito de las cobranzas) que era una tarea de menor

entidad.

* No intervino en las tratativas previas al contrato.

* No conocía al resto de los intervinientes en la confección del citado documento,

particularmente, niega relación con Oxandaburu (vendedor).

* No le llamó la atención que estuviera Pace como escribana en lugar de Lascano

Allende, pues en ocasiones era el vendedor el que seleccionaba al notario para ejecutar

la transacción.

* No conversó con Ordóñez con motivo de esta escritura pública, lo que así lo

evidencian los testimonios de la Contadora García, Huergo, Petrone y Luis María


Lascano Allende, siendo la primera la que buscó a la citada notaria.

* Su posición encuentra respaldo en los dichos de Petrone, Oxandaburu, Alexis Moisés,

Lascano Allende, el Dr. Graffi, Venancio Pettito y la Cdora. García.

* Firmó la escritura pública nº 123 para desligarse de los inconvenientes surgidos

por la errática venta del inmueble.

* Su intervención en los instrumentos públicos y el ingreso al predio de la víctima fueron

indicados por Petrone y la contadora de la empresa.

* La usurpación, según la descripción del hecho, se cometió en horas de la mañana y el

acusado concurrió por la tarde junto a un ingeniero que conocía el camino, con quien

ingresó al campo saltando la tranquera.

* La exposición en la Comisaría de Malagueño resultó por indicación de la cúpula de la

compañía, lo que se evidencia con la firma del Dr. Pópolo al lado de la suya. Ello

contradice la inferencia de que la concurrencia a la dependencia policial comprobaba la

persistencia delictiva del acusado.

* No tenía celular al tiempo del ingreso al campo de Munist.

* Fue condenado como coautor cuando no se registra con quien concurrió de

común acuerdo a realizar el delito, siendo que Petrone es partícipe necesario.

* No podía negarse a firmar el convenio –también suscripto por Petrone y

Oxandaburu- de soportar las cargas provenientes de la restitución del inmueble.

* La medida de no innovar registrada sobre el inmueble en cuestión que

imposibilitaba que se inscriba la escritura pública nº 63 importaba una circunstancia que

enervaba cualquier potencial peligro y que fue realizado para que GAMA SA prosiga con

las acciones legales del caso.

* Debe omitirse la ponderación de su primera posición exculpatoria en razón de

que fue efectuada por consejo de su abogado de ese entonces y teniendo en miras un

delito menor (sólo la usurpación).

* No intervino al tiempo en que se solicitaron los certificados notariales nº 47209 y

47210.
* No se acreditó que actuara bajo ánimo de lucro.

II.1.B. En el fallo bajo análisis se brindan las siguientes razones probatorias que

dan cuenta de la intervención de Oscar Abelardo García en el suceso delictivo que se le

endilga:

* Como cuestión previa, el tribunal de juicio tiene en miras dos circunstancias:

Oxandaburu no contactó a la escribana María Laura Pace o Ramón Nicolás Ordóñez

(incluso, hasta el 19.07.05 creía que intervendría Vaca Olmos –que mostró interés en la

confección de la escritura hasta el 15.07.05- o Díaz Cornejo) y la aparición repentina de

la notaria y su tramitador evidenciada con el pedido de certificados notariales nº 47209 y

47210 para la venta efectuado el 18.07.05 y asentados el 31.07.05 en las matrículas

944.415 y 944.416 correspondientes a los inmuebles de la víctima (fs. 8639/8640).

En razón de tales circunstancias, se pondera que, según la declaración de

Ordóñez emitida el 23.07.08 (fs. 1480/4), fue el acusado Oscar Abelardo García quien se

contactó con él sin recordar si personalmente o por teléfono “aclarando que en caso de

haber sido personalmente debe haber sido en la escribanía de Lascano Allende

manifestándole que había vendido una propiedad familiar y que tenía interés en

comprar otro inmueble con ese dinero”. El deponente refiere que “en ese momento le

expresó que había averiguado con varios escribanos y que debido al alto costo que

le cobraban le preguntó al dicente si conocía algún escribano que le pudiera realizar la

escritura a un costo menor recomendándole el dicente a la escribana María Laura

Pace con quien además trabajaba, aceptando García realizar la escritura con la

nombrada Pace”.

El iudex afirma que “una vez aceptado realizar el trámite, García le entregó al dicente una

copia simple de la escritura, ya que el inmueble no estaba inscripto aún en el Registro”,

luego de lo cual Ordóñez “comenzó los trámites de solicitud de certificados notariales” (fs.

8639 y vta.).

* Recuerda que la contadora de la empresa, Susana García, para justificar el cambio de

notario expuso que no se llamó a Lascano Allende –escribano habitual de Petrone quien
incluso en la fecha de la escritura se comunicó con gente de la empresa- por su relación

de amistad con Vaca Olmos –con quien suspendieron el trato en esta operación porque

había sido designada por Tegano y Oxandaburu lo había dejado de lado-, ni con

Schoeder –otro notario de contacto regular- porque no se encontraba. Añade la testigo

que fue ella quien “tomó contacto con el señor Nicolás Ordóñez que era gestor de la

escribanía Lascano Allende, para que le consiga un escribano para realizar la escritura.

Que Ordóñez, no recuerda si ese mismo día o al día siguiente le informa que ya se había

puesto en contacto con una escribana que era la Escribana Pace y que podía realizar la

escritura, para lo cual la dicente le entregó a Ordóñez una fotocopia de la escritura que

había entregado el señor Oxandaburu” (fs. 8639 vta.).

El Tribunal sostiene que la testigo miente por lo siguiente: fue Petrone quien

propuso a la escribana Vaca Olmos, es un argumento “infantil y nimio” colocar como

excusa para la no contratación de Lascano Allende una supuesta relación de amistad con

la citada notaria, a la vez que no existía dicha relación al tiempo de los hechos (así lo dijo

éste y no existen comunicaciones telefónicas entre ambos desde el 1.02.04 al 30.07.05);

finalmente, en el acuerdo privado del 13.07.05 firmado entre GAMA SA (representada por

Petrone) y Oxandaburu la elección del escribano estaba a cargo de la firma (fs. 8640).

En ese marco, sostiene que “si fuera cierto lo que dicen los testigos Hugo Roberto

Graffi, Alexis Moisés y Luis Lascano Allende, que de toda la documentación de los actos

jurídicos en que intervenía Gama S.A. se ocupaba la contadora García (ejemplificado

con su presencia en la firma del compromiso anterior, del 27/05/05, e incluyendo en tal

caso el precitado instrumento del 13/07/05)- entonces ella conocía perfectamente la

falsedad de los dichos de Petrone y, de suyo, el propósito irregular o delictivo de la

documentación a elaborar por lo que, en tal caso, su obrar gestionando el escribano a

ese efecto implicaba colaboración en las acciones delictivas de Petrone o, caso contrario,

declaró falsamente sobre el tópico en su testimonio para ayudar a Oscar Abelardo García

”. Advierte que cualquiera fuera el supuestos “la actuación de Susana García sería

delictiva, lo que deberá investigar el Fiscal de Instrucción” (fs. 8640).


* Repara en que este mismo 20.07.05 en la sede del Banco Julio de esta ciudad de

Córdoba “se labra la ESCRITURA PÚBLICA Nº 63 por parte de la Escribana María

Laura PACE a cargo del Registro Notarial nº 72 de Córdoba, por la cual Diego Gastón

OXANDABURU vende, cede y transfiere a Oscar Abelardo GARCÍA los dos inmuebles

de causa en la suma de $ 300.000 (trescientos mil pesos)” (fs. 8641).

* Niega que se hayan entregado u$s 420.000 dólares en la sede del Banco Julio

como parte de pago del terreno, según lo refirió García. Expone que “la versión sobre los

acontecimientos que rodean la materialización de ésta Escritura autorizada por la

Escribana María Laura Pace y pago de la operación que contiene, vertidos por la

mencionada escribana, los acusados Ramón Nicolás Ordóñez, Jorge Oscar Petrone,

Diego Gastón Oxandaburu, Oscar Abelardo García y los testigos Venancio Antonio

Pettito, Julio César Salvucci, José Marcelo Saggio, Susana Beatriz García y Eduardo

Alexis Moisés ofrecen múltiples discordancias, contradicciones e interrogantes sobre

aspectos relevantes (ver lo transcripto supra)” (fs. 8641 vta.). A continuación, justifica

dicha afirmación conforme hemos reseñado en el apartado relativo a la firma de la

escritura pública nº 63 del punto II.2.D.c de la segunda cuestión.

* El tribunal señala que 21.07.05 “se labra la ESCRITURA PÚBLICA Nº 64 del

Registro Notarial Nº 72 a cargo de María Laura Pace, la que contiene Poder de

Administración y Disposición conferido por Oscar Abelardo García en favor de

Gama S.A. respecto de “todos los bienes muebles, inmuebles y semovientes que

actualmente posean o ingresaran a su patrimonio bajo cualquier título oneroso o

gratuito…” incluyendo el campo objeto de causa (fs. 679/81)”.

Refiere que esta escritura fue anulada por la escribana por cuanto no compareció una de

las partes, Olga Beatriz Medina -esposa de García-, y que la razón fue obviamente la

implicancia jurídica del poder que abarcaba todos los bienes del matrimonio (fs. 8642

vta.).

* El sentenciante afirma que, en horas de la mañana, García se introdujo

violentamente al campo denominado “Santa Leocadia”, en tanto rompió el candado


puesto en la tranquera e ingresó en un vehículo junto a personal de GAMA SA

(aproximadamente cuatro personas más). Funda estos extremos en el testimonio de

Miguel Agustín Molina, Fabio Daniel Fernández y Luis Hermida Adrogué, y en el acta de

inspección ocular y croquis labrados en el lugar inmediatamente después de formulada la

denuncia por el segundo de los nombrados conforme fue reseñado en el punto II.2.D.f.

Añade que el testimonio de Roque Vicente Barrera, uno de los empleados de GAMA SA

que se encontraba en la ocasión a las órdenes del imputado Oscar Abelardo García,

cuyos dichos son concordantes, verosímiles y coherentes con el caudal probatorio

analizado, da significativa credibilidad en orden a este extremo de la imputación delictiva.

En concreto, en su declaración durante la instrucción –que fue incorporada por su lectura

al debate- manifestó "...que era empleado de la empresa GAMA desde hacía

aproximadamente un año y dos meses y que como la empresa tiene varios lotes los van

rotando en los lugares de trabajo. Recordó que en el 2005, cree que en invierno sin

poder determinar la fecha con exactitud, pero sabe que un día viernes,

aproximadamente a las nueve de la mañana fueron ordenados para trabajar en el

desmonte de un campo por encargo de un Sr. García, en un terreno que no era de

GAMA denominado ese campo “Santa Locadía”, con otros cinco empleados, entre ellos

Jesús Barrera, Pepe Barrera, Arnaldo Albornoz, habiendo trabajado al lado de ese

campo, donde era la carpa de Salta, donde hay loteo privado, con anterioridad. Les

dieron las herramientas e ingresaron por el alambrado que limita con el campo

referenciado. El capataz de la empresa recuerda únicamente que es una persona joven

que vive en Malagueño. Después de las doce, mientras estaban trabajando se presentó

una persona con un policía y les dijo que ese terreno era de su propiedad y que se

retiraran. Las personas de la empresa nunca le dieron explicación alguna pero vio el

lunes siguiente que había mucho movimiento de autos, guardias, policías..." (ver fs.

195). Y, precisamente, el 29 de julio de 2005 fue día viernes y el 02/08/2005 –en que se

produce la nueva incursión, ésta vez personalmente por parte de Petrone-, fue día lunes

(fs. 8644 vta. y 8645).


La Cámara salva la discordancia de nombres de las personas identificadas en el lugar

anotados por el policía Fernández, pues –dado el mismo número de documento- “Roque

Vicente Bonero, DNI. 11.192.081” era Roque Vicente Barrera.

Sobre el punto, refiere que “la actuación que cupo en la ocasión al capataz Molina

y Hermida Adrogué constatando la presencia y trabajos de las personas que dijeron ser

empleados de Gama, con la particularidad de que Adrogué observa –además de las

personas con las que dialoga- a otras personas que en la cercanía trabajaban,

advertencia de la existencia de corte en la cadena de la tranquera, aviso inmediato a la

autoridad policial para que constate lo que acontecía, verificación de huellas de vehículo

dentro del campo por parte de Molina, admisión del imputado García de su presencia en

el lugar al que arribó en vehículo y testimonio del empleado de Gama, Barrera, que

proporciona elementos que permiten individualizar su presencia el día 29/07/05 entre las

personas que trabajaban por orden de García y observando la presencia policial que les

dijo que no podían estar en el lugar, constituye prueba suficiente para sostener con

certeza que el acusado Oscar Abelardo García respondiendo a indicaciones de Petrone

su patrón y beneficiario principal de la maniobra- fue quien arribó al campo en cuestión y

con el objeto de tomar posesión por la fuerza hizo cortar la cadena e ingresaron en

vehículo al predio, al tiempo que ordenó que personal de Gama -entre los cuales estaba

Barrera- que trabajaban en un campo aledaño (La Arbolada), fueran a trabajar haciendo

limpieza de monte en el lugar” (fs. 8645).

En orden a lo significativo del ingreso al campo, más adelante, trae a consideración que

Héctor Hugo Huergo, colaborador inmediato de Petrone en la empresa, sostuvo que la

tranquera del predio al principio no tenía candado- Concretamente, en el debate, testificó

que “El campo cuando lo vimos estaba sembrado con soja, estaba cercado, una

tranquera sin candado, tenía un molino y un tanque australiano. Ese día que fuimos con

Petrone no había animales en el campo. A la tarde que firmaron la escritura en el Banco

Julio fuimos con el arquitecto y con Petrone y esa tarde vimos animales en el campo y

Petrone le dice a García que haga una exposición para que se lleven los animales. Ese
día estaba sin candado”. Contrariando dicha exposición, refiere que claramente dijeron

los testigos que por distintos motivos lo frecuentaban, que siempre tenía el candado

puesto (fs. 8651 y vta.).

* Recuerda que, a las 19.45 hs., Oscar Abelardo García “efectúa una exposición por

descargo en la Comisaría de Malagueño sosteniendo que, se notifica de la exposición de

Hermida Adrogué y manifiesta “que es propietario y poseedor y como prueba de ello

acompaña copia simple de escritura pública y demás antecedentes que acreditan

ser poseedor y propietario… Hace presente que en el día de la fecha empleados del

deponente se encontraban realizando diversas tareas como reparación de

alambrados, perforaciones…y otros actos posesorios diversos…” (ver fs. 8/28).

Repara en que “aún no se había iniciado el trámite de inscripción en el Registro de la

Escritura Nº 63 lo que acontece el 01/08/2005, por lo que ésta conducta de Oscar

Abelardo García que sabía que no tenía ningún derecho legítimo, ni posesión

alguna, irrumpiendo por la fuerza en el lugar y la que sigue desarrollando en días

posteriores, pone de manifiesto su conocimiento a ciencia cierta de la falsedad de

la Escritura Nº 63 al momento de suscribirla como adquirente del campo objeto de

causa” (fs. 8643 vta./8644).

* En cuanto a lo ocurrido el 2.08.05, afirma que “coetáneamente al llamado de

Oxandaburu, Petrone acompañado por Oscar Abelardo García y los empleados

Esteban Villarruel, Mario César Donato, Marcos Sequeira y Mario Roberto Paz, antes de

las 12,30 hs. ingresan al campo Santa Leocadia de Susana Munist cortando o

haciendo cortar nuevamente la cadena del candado que mantenía cerrada la

tranquera de ingreso, con el objeto de tomar -por la fuerza- posesión del mismo”

(fs. 8645 vta.).

* Señala que “Ramón Nicolás Ordóñez refiere que al intentar retirar el trámite de
inscripción requerido en Carátula Rogatoria con el Primer Testimonio de la
Escritura Nº 63 de Pace, le fue informado que existía una medida que impedía
continuar el trámite por lo que solicitó hablar en la Dirección del Registro. Que en
aquella oportunidad habló con el señor Carlos Rodríguez y así lo hizo también la
Escribana Pace posteriormente. Rodríguez le informa la existencia de la medida
judicial sobre el inmueble”. Seguidamente, añade que según Ordóñez “García
llamó varias veces a la Escribanía de Lascano Allende preguntándole sobre la
inscripción, informándole el dicente que no se podía realizar la misma”, lo que a
criterio del juez se aprecia como absolutamente impropio de un mero “testaferro”
(fs. 8647 vta.).
* Demuestra la continuidad del propósito delictivo en que, entre el 22.08.05
y el 31.08.05, María Laura Pace celebró la escritura pública nº 123 en la que
constaba el poder amplio de administración y disposición por 20 años de los
terrenos en cuestión emitido por García a favor de GAMA SA, suscripto por el
nombrado, su esposa y la notaria. La prueba de la época en que se firmó este
documento surge de la nota remitida el 22.08.05 por la escribana al Tribunal de
Disciplina de Escribanos en la que denuncia un error involuntario de foliatura
sobre la escritura en cuestión –en la que se indica como fecha de realización el
31.08.05-.
Sostiene que ello sumado a “los antecedentes fácticos relacionados ponen de
manifiesto el propósito de los intervinientes de continuar el obrar delictivo
diseñado, promovido y dirigido por Jorge Oscar Petrone, constituyendo la
mencionada escritura otra falsedad con posibilidad de perjuicio al transferir García
a un tercero –Petrone-, la facultad de disposición del bien objeto de causa, pese a
conocer sin dudas que no tenía derecho legítimo para hacerlo, sosteniendo en ella
el “ejercicio de sus propios derechos” (fs. 8648).
* A modo de síntesis, expone que Oscar Abelardo García trabajaba en GAMA SA

con autonomía de gestión al negociar con Petrone por sus bienes personales como el

campo de Santa Eufemia. Además, señala que “la prueba evidencia que a las

consideraciones expuestas en torno a su conocimiento sobre la insólita intervención de

Pace en el acto, exhibe además, particular protagonismo al concurrir apenas nueve días
después de aquella Escritura de mentirosa compra del inmueble, el 29/07/05, a tomar

posesión por la fuerza del, a todas luces valioso campo, pese a las manifiestas muestras

de ejercicio de aquella por parte de terceros, sumado al persistente intento por hacerse

de la posesión realizando una mendaz exposición ante autoridad policial, más,

insistentes llamados a Ordóñez procurando la inscripción de la Escritura falsa que

protagonizara y requerimiento al Escribano Lascano Allende (ver testimonio en el

Debate) para que el dos de agosto de dos mil cinco labrara un acta en el campo al que

accede nuevamente por la fuerza pese a haber sido expulsado cuatro días antes”;

Estima que todo ello “dista notablemente del obrar de un simple testaferro y

conforma un cuadro probatorio que lleva a la convicción –sin hesitación- de que su

accionar en la firma de la escritura Nº 63 autorizada por Pace e ingreso al inmueble

objeto de aquella, por la fuerza, obedeció a su voluntaria y consciente complicidad con

Petrone en los delitos que se le acusan.”

Repara, además, en el testimonio de uno de los empleados de GAMA SA -Aniceto

Albornoz- cuando expone en el año 2005 que “en el transcurso del mismo, cree que en

agosto, un grupo de sus compañeros fueron ordenados por el Ingeniero Funes, que

trabaja en GAMA les ordenó que desmonten el área. “Escuchó que ordenaron a uno de

los muchachos que se aposte en el terreno porque luego pretendían pasar las máquinas,

una casilla y todo lo demás. Sabía que a ese campo que ocuparon los de GAMA lo

estaban por comprar, que ellos habían averiguado que esa propiedad era de una señora

que había muerto y habían averiguado en Catastro que tenían muchas deudas y que

GAMA las iba a pagar para quedarse en el campo y que ésa es la modalidad que tienen

de adquirir los terrenos, todo por comentarios de la gente que allí trabaja".

Infiere de ello que estas significativas versiones sobre la propietaria al personal

“fue suministrado por quienes revestían autoridad en GAMA S.A. con el objetivo de

justificar el llamativo ingreso a la propiedad por parte de Albornoz y otros compañeros

ante el conocimiento que, por ser lugareño y vecino de Santa Leocadia, aquél tenía

respecto de la situación fáctica del campo sobre la cual ilustra al decir ese campo estaba
bajo el cuidado de un Sr. Torres y un Sr. Molina quienes también se encargaban de los

animales que siembran trigo y que para él ese campo nunca estuvo abandonado..." (fs.

8650 vta./8651).

III. Pues bien, los planteos defensivos buscan contradecir los argumentos dados

en la sentencia para sustentar el sentido incriminatorio que emana del material probatorio

reseñado. El recurrente insiste en mostrar que Oscar Abelardo García intervino en el plan

orquestado y ejecutado por el imputado Jorge Oscar Petrone, sólo y en razón del pedido

efectuado por éste, lo que importaba simplemente firmar en su nombre la escritura

pública que registraba la compraventa del inmueble de la víctima con Oxandaburu. Con

base en esta circunstancia, considera los indicios valorados en el fallo en contra de su

asistido.

La crítica articulada, se adelanta, parte de una mera discrepancia con el tribunal de juicio

respecto del mérito convictivo asignado a determinadas pruebas, sin demostrar que

exista irrazonabilidad en su valoración. Además, tampoco cumple con una defensa eficaz

en tanto no analiza cada elemento de juicio en particular, integrándolos en un único

razonamiento, según consta en la resolución y de tal manera que no pierda de vista la

univocidad que surge de su apreciación integrada. Resulta improcedente, entonces, un

cuestionamiento como el presente que trate la motivación del fallo de modo fragmentario

(jurispr. cit. supra, segunda cuestión, punto II.3).

III.1. En primer lugar, el sentenciante ha ido concatenando una serie de


indicios que demuestran que el acusado ingresó a la organización delictiva
promovida por Petrone para lograr apropiarse del inmueble de la víctima al tiempo
en que –conforme lo sostenido en la segunda cuestión en el punto II.2.D.d.- este
último estimó oportuno utilizar otra “pantalla” bajo la cual proyectaría su buena fe
en caso de ver frustrado su ilícito plan. En ese marco es que García convocó a
Ordóñez para que gestionara una escribana pública que celebrara el negocio
simulado entre él y Oxandaburu.
Para arribar a dicha conclusión, por un lado, el Tribunal pondera que Ordóñez señaló

expresamente que fue este acusado quien lo llamó para realizar una operación

inmobiliaria (que, en ejercicio de su defensa, detalló una que no tenía aspectos ilícitos).

Por otro lado, destraba el argumento desincriminatorio del incoado, al evidenciar que no

fue la Contadora García quien se comunicó con aquél.

Sobre lo último, ya nos hemos expedido anteriormente al decir que los motivos

invocados por la contadora para sustentar la elección de una nueva escribana

sustanciada por Ordóñez debilitan el mérito convictivo de sus manifestaciones, en tanto

resultan, además de irrazonables, falaces. En efecto, la nombrada afirmó que no

contrataron al notario Luis María Lascano Allende –fedatario que actuaba de ordinario en

las certificaciones de los negocios jurídicos de la empresa y que ejecutó trabajos para

GAMA SA el día en que se firmó el instrumento público en cuestión- por su amistad con

Vaca Olmos, quien hasta el momento del llamado a Ordóñez, había sido convocada para

esta tarea por Tegano como representante de Oxandaburu. Ello resultó falso en varios

aspectos: no había sido este último quien eligió escribanos -siempre lo hizo Petrone- y no

existía dicho vínculo en tanto así atestiguó el propio notario, a la vez no habían registros

de comunicaciones entre éstos en un año y medio aproximadamente que diera cuenta de

su supuesta amistad en ese tiempo.

Advierte que o la contadora García era parte del plan y por ello se contactó con

Ordóñez, o mintió para favorecer a García que se había comunicado con este último,

corriendo vista al fiscal para que inicie investigaciones a este efecto (8639/8640).

Se sigue de ello que su participación en los hechos no inició con la supuesta

convocatoria por parte de Petrone –que era de su plena confianza- el día de la firma de la

escritura pública nº 63, sino que comenzó días antes cuando en función de la maniobra

delictiva trazada debía convocarse una nueva escribana para formalizar la simulación de

la supuesta contratación entre García y Oxandaburu.

Tampoco se advierte, conforme se exige, que el resto de la crítica resulte articulada de

modo tal que rompa el esquema de indicios interrelacionados por el tribunal de juicio.
En efecto, no son dirimentes las explicaciones dadas por el imputado en orden a que

firmó la escritura porque se lo pidió su primo-amigo Petrone en quien confiaba

plenamente –al igual que en la gente de la empresa-, así como tampoco los

señalamientos relativos a que actuó como testaferro en una oportunidad anterior ni que

cumpliera tareas de menor jerarquía en la empresa en la zona de cajas, por cuanto ya se

acreditó que García fue quien contactó a Ordóñez para que consiguiera una notaria

dispuesta a efectuar una serie de instrumentos públicos falsos (en ese sentido cobran

fuerza los argumentos de la cuarta –pto. III.2- y quinta –pto. II- cuestión).

Además, en el acto llevado adelante en el Banco Julio –tal como lo afirma el

sentenciante- se constató que no existió entrega alguna de dinero, de allí que García no

contó ni empaquetó los dólares conforme dijo en su declaración.

También en contra de sus dichos, se comprobó que su ingreso al predio denominado

“Santa Leocadia” fue en horas de la mañana, con personal de GAMA SA a su cargo, para

lo cual rompieron el candado puesto en la tranquera que contenía el ingreso de terceros.

De este modo, su rol protagónico encuentra reparo en estas circunstancias dado que su

actividad como simple testaferro no se corresponde con el desempeño de tareas

relacionadas con la toma de posesión del terreno, máxime si para la intrusión al predio

debió cortar el candado. Del mismo modo, sus actividades destinadas a dirigir el

desmonte del lugar tampoco se corresponden con su trabajo de cajero.

Esto mismo se repitió el 2.08.05 con la incorporación al grupo del propio Petrone.

Así, en las dos oportunidades debieron entrar forzando las seguridades dispuestas en el

campo, siendo que en ningún momento Oxandaburu –supuesto vendedor- compareció

para hacer la entrega formal de la posesión.

En este contexto, no tiene apoyo racional que su exposición en la Comisaría era

consecuencia de su buena fe así como tampoco justifica dicha posición la intervención de

directivos ajenos a la maniobra, por cuanto es harto factible que acompañaron al

acusado en la creencia de que la escritura pública era legítima. Tan es así que fue esto lo

que el acusado refirió en su relato.


Además de lo expuesto y dadas las circunstancias vividas, no encuentra reparo en un

accionar no intencionado de un mero testaferro que García llamara varias veces a

Ordóñez para consultar sobre la inscripción de la escritura pública, que había sido

truncada por la medida de no innovar dispuesta a partir de 10.08.05, ni tampoco que

luego –entre el 22 y el 31 de agosto- firmara junto a su esposa el poder amplio de

disposición y administración dado a GAMA SA sobre los inmuebles en cuestión. Todo

ello coincide con lo que el sentenciante ponderó como una persistencia delictiva, en tanto

a pesar de las dificultades fácticas y jurídicas presentadas continuaron produciendo

instrumentos que contenían condiciones relativas a la administración de los campos de la

víctima.

Del mismo modo y en función de todo lo dicho, ninguna incidencia tiene que el acusado

no conociera a Oxandaburu o a Pace con anterioridad a su encuentro en la entidad

bancaria, pues su contribución en la operatoria era contactar a Ordóñez para que éste a

su vez les gestionara un notario que admitiera certificar datos falsos en la escritura

pública, actuar como testaferro y efectivizar la posesión en el propio campo.

III.2. En suma, es claro que el sentenciante ha fundado suficientemente los

extremos atinentes a la participación criminal de Oscar Abelardo García en los extremos

fácticos que se le endilgan, de conformidad con el material probatorio colectado en autos.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

La señora Vocal doctora Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA SÉPTIMA CUESTIÓN:
La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I. El defensor del imputado Jorge Oscar Petrone, Dr. Francisco Lavisse, presenta
recurso de casación en contra de la sentencia e invoca el motivo sustancial (art.
468 inc. 1 CPP) (fs. 8809 vta. y ss.).
Como cuestión preliminar, reseña lo dispuesto en el Auto nº 8, del 14 de febrero de 2014,

dictado por la Cámara del Crimen de Décima Nominación, en el que se dispuso rectificar

de oficio el punto dispositivo número VII del fallo cuestionado por esta vía, modificando el

grado de participación asignado a Petrone –de coautor a partícipe necesario- en el delito

de usurpación (arts. 181 inc. 1 y 45 CP).

A continuación, enuncia ciertas omisiones del tribunal que lo intrigan, como son: las

razones del cambio de calificación –cuya radicación no es clara en los fundamentos- de

lo “inmodificable” –el veredicto- en una cuestión esencial, la actitud de sólo notificar a

Petrone, el no haber hecho la rectificación en el plazo de tres días, o no haberlo hecho el

mismo día 14 de febrero durante el acto de lectura de los fundamentos siendo que ese

día se dictó el referido pronunciamiento (fs. 8810 y vta.).

Más allá de lo expuesto, se agravia en orden a que su asistido no es partícipe

necesario por cuanto ello exige una participación en el delito sin cuya ayuda no podría

haber sido cometido, lo que no ocurre en el caso concreto. En efecto, en la usurpación

ello es casi imposible de probar en tanto podría haber ido García solo, sin necesidad de

valerse de otra persona. Además es incongruente lo resuelto al haber indicado que este

último actuó como coautor, pero se pregunta “de quién?” (fs. 8811).

Por lo expuesto, solicita se haga lugar al agravio por violación del art. 45 del CP

en cuanto a su aplicabilidad de acuerdo a los antecedentes de la causa (fs. 8811).

II. Los agravios traídos a estudio por el recurrente hacen pie en dos cuestiones

diferentes. Por un lado, se queja de que la rectificación cambia aspectos esenciales

inmodificables del veredicto a la vez que no cumplió con las formalidades que enuncia

(extemporaneidad y falta de notificación al resto de las partes). Por otro lado, refuta el

grado de participación criminal que dicha modificación importa a la situación del acusado.
En razón de la diferente naturaleza de las objeciones citadas, en primer lugar,

examinaremos si el tribunal al rectificar la sentencia se excedió de las facultades

previstas en el art. 145 CPP para luego determinar si en razón de dicha modificación ha

sido erróneamente aplicado el art. 45 del CP.

II.1. En el Auto interlocutorio nº 8, del 14.02.2014, la Cámara señala que “de la

lectura del mencionado apartado [punto dispositivo VII del veredicto], se advierte que se

ha deslizado un error material, en cuanto se consigna coautor penalmente responsable

de Usurpación, siendo que, en realidad corresponde decir partícipe necesario. II) Que al

tratarse dicha temática de la participación durante el análisis de la calificación legal

(segunda cuestión de la mencionada sentencia, a lo que me remito brevitatis causa,

como integrativo del presente) claramente se asignó que se trataba de la calidad de

partícipe necesario del mencionado delito y no la de coautor, por lo que sin más, al

surgir evidente que se trata de un “error material” no esencial, a la luz del resto del

contenido de la sentencia, y conforme así expresamente lo prevé el art. 145 del Código

De Rito, procede de oficio su rectificación” (fs. 8675).

Sobre el particular, esta Sala tiene dicho que, si el agravio del recurrente
resulta fundado en un mero lapsus calami no susceptible de afectar garantía
constitucional alguna, no resulta admisible como motivo de casación. A contrario
sensu, deviene en un motivo de casación, el error material que lesiona una
garantía constitucional (TSJ, Sala Penal, “Ferrero”, S. nº 324, 15/12/2009;
“Milanesio”, S. nº 390, 26/12/2011).
Dicho esto, en primer lugar, se advierte que el recurrente no controvierte

específicamente las razones dadas por el tribunal para sostener la rectificación del grado

de participación endilgado a Petrone en el delito de usurpación. Sin mayores precisiones,

sólo sostiene que no son claros los fundamentos del sentenciante para corregir la

calificación jurídica pero omite expedirse sobre ello. De allí que su queja carece de

sustento para mostrar afectación a principio constitucional alguno, conforme se exige

para la procedencia de la corrección requerida.


Por lo demás, el sentenciante cambia la participación criminal de Petrone luego

de dar los fundamentos de la resolución de donde surge el error, dado que es en la

segunda cuestión relativa a la calificación jurídica de los hechos donde se especifica

expresamente el carácter de partícipe necesario atribuido a Petrone en el citado ilícito.

Ello también evidencia que no existe posibilidad de perjuicio por cuanto la defensa desde

la notificación de los fundamentos tuvo en miras la motivación del fallo de donde surgía la

aludida calidad.

Es claro, entonces, la crítica recursiva carece de trascendencia para conmover la

enmienda del tribunal, en tanto que no ha mostrado de qué modo esto lo influye

perjudicialmente.

Tampoco los supuestos incumplimientos formales son tales, en tanto el plazo

para la rectificación corría desde la lectura de los fundamentos al tiempo que la

circunstancia al ser relativa a Petrone, bastaba con su notificación no existiendo razones

para que ello se comunique al resto de los condenados.

II.2. De otro costado, el recurrente afirma que el aporte de Petrone para la


ejecución de este hecho no era indispensable por cuanto García podría haber ido
solo al lugar sin valerse de otra persona.
Sobre esta materia, es el precedente "Cejas" (S. n° 48, 18/9/1997; cfr., "Muñoz
Navarro", S. nº 109, 16/12/2002; "Ortiz", S. nº 18, 3/4/2003; “Becerra”, S. nº 105,
22/9/2005) el que sentó inicialmente la doctrina de la Sala: la complicidad
primaria requiere de un aporte anterior o concomitante que resulte aprovechado
por los autores o coautores en el tramo estrictamente ejecutivo de acuerdo a la
modalidad concreta llevada a cabo. En este concepto no sólo ingresan los aportes
vinculados con la modalidad típica de ejecución (v.gr., el suministro del arma
utilizada en el robo), sino también otros que hacen a la modalidad fáctica de la
ejecución (v.gr., el suministro de información relacionada a la ausencia de
moradores de la vivienda en la que ingresan los autores del robo, conociendo la
ausencia de riesgos). La complicidad secundaria, en cambio, consistirá
entonces en aportes anteriores o concomitantes no aprovechados en el tramo
ejecutivo por el autor o coautores, o bien los posteriores a la ejecución, con
promesa anterior.
En función de ello y de las consideraciones fácticas esbozadas en la segunda

cuestión respecto de la intervención del imputado en el delito de usurpación (ver punto

II.2.D.f), es claro que el imputado Petrone colocó todas las condiciones necesarias para

que García ingresara violentamente al fundo de la víctima. Es que no sólo ha sido el

artífice principal, director y organizador de la maniobra delictiva que procuraba la

apropiación del predio mediante la realización de una serie de titulaciones falsas sobre el

mismo, sino que también, en cuanto a este tramo de los hechos, ha sido el nombrado

quien le ordenó al coimputado obtener por la fuerza la posesión del inmueble rural. Para

ello, lo proveyó de vehículos y personal de la empresa que entraron junto con él para

tareas de desmalezamiento.

La crítica que postula que García podría haber ingresado sin acompañamiento

alguno, parte de una mera posibilidad fáctica en abstracto desconectada de las reales

circunstancias que rodearon el caso. No cabe duda que el ingreso subrepticio al campo

estuvo motorizado por la necesidad de hacerse de la posesión del mismo para lo cual el

empresario requirió a su primo que efectuara dicha tarea proveyéndolo de lo necesario a

esos efectos.

Por otra parte, carece de interés la objeción del casacionista que indica que el

tribunal endilgó a García el carácter de coautor cuando no se ha imputado idéntica

calidad a otro sujeto. Ello por cuanto si bien se advierte dicho yerro en el fallo, lo cierto es

que, en su caso, a García le correspondería el carácter de autor circunstancia que no

trasciende de modo beneficioso a la situación de Petrone, quien por ser partícipe

necesario accede también a lo realizado por el coimputado en esa calidad.

Baste recordar que es por todos sabido que la participación delictiva es


necesariamente accesoria de un hecho principal (cfr., Fierro, G.: "Teoría de la
Participación Criminal", Ed. Ediar, 1964, p. 32 y 2° ed. actualizada y ampliada, Ed.
Astrea, 2004, p. 19 y 30; Balcarce, Fabián I., “Participación criminal”, en AA.VV.,
"Lecciones de derecho penal. Parte general", Carlos J. Lascano (h) -director-,
Advocatus, Córdoba, 2000, t. II, p. 264), independientemente que éste haya sido
cometido por un autor o por coautores.
II.3. En suma, el carácter de partícipe necesario ha sido correctamente aplicado a

Petrone, cuya defensa no ha logrado conmover las razones existentes para sostener

dicha conclusión (art. 45 CP).

Así voto.
La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA OCTAVA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I. El defensor del acusado Oscar Abelardo García, Dr. Miguel Juárez Villanueva,
presenta recurso de casación en contra del fallo citado (punto dispositivo VI) y da
razones que fundan el motivo formal (art. 468 inc. 2, 185 inc. 1 y 2 CPP) (fs.
8878/8881).
Concretamente, el casacionista sostiene que la sentencia es nula porque el tribunal no se

encontraba habilitado para dictarla como consecuencia de la existencia de una acusación

inválida. Al respecto, señala que durante el alegato la fiscalía omitió fundamentar

debidamente sus conclusiones en orden a la individualización de la pena, tal como fue

señalado por la defensa de uno de los acusados al que adherimos el resto de los letrados

(fs. 8878).
Reseñas los argumentos del abogado defensor que pidió la nulidad durante el

debate y los de la Cámara para hacer lugar a la nulidad parcial impetrada por el primero

(fs. 8878/8879 vta.).

Entiende que el agravio de su asistido consiste en que el yerro de la fiscalía desfavoreció

al interés del acusado, cuando lo correcto hubiera sido lo contrario. Afirma que el tribunal

–órgano imparcial- intervino para reparar los errores de una de las partes en perjuicio de

otra.

Hace mención de los tramos en que el proceso se divide, instrucción y juicio, y

dentro de este último enuncia las sucesivas partes (excepciones, acusación, etapa de

prueba, alegatos, deliberación y sentencia) (fs. 8879 vta.).

Entiende que por el principio de contradicción, progresividad y preclusión luego del

alegato de la fiscalía y la respuesta de la defensa se cierra automáticamente una de las

fases del debate –los alegatos- y se abre la de la deliberación como paso previo a la

sentencia. Fuera de ello, alega, precluye toda posibilidad de volver hacia atrás y, por ello,

si la fiscalía acusó mal, se equivocó u olvidó fundamentar sus conclusiones son

cuestiones que el tribunal, luego de escuchada la defensa, debe considerar en la

sentencia que pone cierre al proceso, ello máxime si el imputado no provocó el mentado

error (fs. 8879 vta./8880).

Estima que el tribunal nunca debió darle una nueva oportunidad a la parte

acusadora para formular nuevamente sus conclusiones. En su lugar, considera, debió

absolver a los acusados y no reeditar el acto para de ese modo autohabilitarse a castigar

(fs. 8880).

Con la repetición de dicho acto, la Cámara favoreció a una de las partes

perdiendo de este modo su neutralidad, lo que a las claras afecta la garantía de

imparcialidad ínsita en la idea del debido proceso y del derecho defensa en juicio (fs.

8880).

Manifiesta que los fiscales tuvieron oportunidad de alegar en horas laborales lógicas, se

encontraban lúcidos, descansados y, sin embargo, se equivocaron. Al contrario, asevera,


los defensores argumentaron en horas inauditas en una audiencia que transcurrió

durante 22 hs. Estima que ello al menos debe merecer un reproche de este Cuerpo para

que no vuelva a ocurrir, en tanto ello supuso una falta de respeto a quienes ejercían la

defensa de los acusados (fs. 8880 vta.).

Afirma que de no tener acogida su agravio el mensaje que se transmitiría es que los

defensores deben guardar silencio ante vicios de esta clase y casar la sentencia por

cuanto se basaría en una acusación inválida de modo tal que podrían obtener mejores

resultados (fs. 8880 vta.).

Por último, sostiene que la oportunidad procesal elegida para resolver la petición

de la defensa configura una trasgresión a la garantía del doble juzgamiento y al principio

de ne bis in idem, que impiden volver a juzgar a una persona por el mismo hecho. Ello es

así, por cuanto tales reglas veda no sólo la aplicación de una segunda pena por un

mismo hecho, sino también la exposición al riesgo de que ello ocurra (Fallos, 330:2265).

Señala que si con dichos preceptos, en su versión procesalista, se persigue evitar

la múltiple persecución penal por el mismo hecho no es correcto que tanto García como

el resto de los prevenidos debieran soportar dos acusaciones por los mismos

acontecimientos mediante la corrección del vicio que adolecía el alegato acusatorio por

falta de debida motivación (fs. 8880 vta./8881).

En suma, el recurrente solicita que se declare la nulidad de la sentencia por

cuanto se basa en una acusación inválida, previo a dejar sin efecto la resolución de la

Cámara que anula parcialmente el alegato fiscal conforme lo reseñado, todo lo cual

contradice abiertamente los principios rectores del sistema acusatorio y pone en crisis la

garantía de imparcialidad del tribunal, el debido proceso legal y el derecho de defensa en

juicio (fs. 8881).

II. En el caso concreto, la defensa de Oscar Abelardo García señala que el


tribunal, por un pedido de nulidad de las defensas, favoreció al Ministerio Público
Fiscal al habilitarle una nueva instancia para que reformule la acusación
precisando las razones por las que sustentaba la pena requerida como
consecuencia de los delitos endilgados a los acusados. Además, señala que la
condena impuesta a su asistido fue erigida en la violación de los principios de
progresividad y preclusión en tanto una vez ejecutados los alegatos el tribunal
debió resolver conforme el estado de la causa (esto es, en base a una acusación
sin justificación de la sanción concreta). Del mismo modo, considera que la
repetición del acto importó la lesión al principio del ne bis in idem.
Teniendo en miras la crítica recursiva y los argumentos expuestos para fundarla,

adelanto opinión en el sentido que tales planteos resultan ineficaces. Doy razones.

II.1. La cuestión se enmarca en aspectos relacionados con jurisprudencia


de esta Sala emitida en numerosos precedentes ("Santillán", S. N° 94, 24/09/2004;
"Ferreyra", S. N° 137, 30/12/2004, entre muchos otros). En tal sentido y dejando a
salvo nuestra postura sobradamente desarrollada a partir de “Simoncelli” (S. nº 45,
del 28/7/98), y mantenida en “Molina”, (S. nº 130, 15/11/1999); "Boero", (S. n° 33,
17/5/2004), entre otros; y a partir del reenvío ordenado por la CSJN (27/05/04) en
la causa "Laglaive Silvia Gloria y otros" (S. n° 76 del 2/9/04), este Tribunal aplicó
la doctrina sentada en el fallo "Mostaccio" acatando la opinión del Alto Cuerpo en
orden al carácter vinculante del pedido de absolución formulado por el Fiscal
durante el Juicio.
Conforme al criterio de la Corte Suprema, se señaló que no se respetan las formas

sustanciales del juicio exigidas por el art. 18 de la Constitución Nacional, en la medida en

que se dicte sentencia condenatoria sin acusación, lo que sucede cuando, dispuesta la

elevación a juicio, el fiscal que actúa en el debate solicita la absolución del imputado, ya

que en tal caso, la condena transgrede las garantías constitucionales de la defensa en

juicio y el debido proceso. En los casos que se desconozca tal imperativo constitucional

relativo a las formas sustanciales del juicio nos encontramos frente a una nulidad

absoluta declarable de oficio en cualquier oportunidad del proceso (arts. 185 inc. 2º, 186,

2do. párr., CPP; 18, CN), pues la condena dictada sin mediar acusación vulnera el

debido proceso ya que carece de uno de sus requisitos esenciales, cual es la acusación
en la discusión final del debate oral (art. 402 Ibíd.).

II.2. De otro costado, se ha puntualizado que la petición de absolución, en tanto se trata

de una conclusión, debe reunir las condiciones de forma exigidas bajo pena de nulidad

por el art. 154 CPP.

Esta exigencia fue introducida por la reforma procesal (ley 8123), que bajo esa

conminación, ordena que los requerimientos y conclusiones del Ministerio Público sean

motivados y específicos. Dicha obligación resulta de la forma republicana de gobierno

(CN, 1), la cual impone a los funcionarios que expresen los fundamentos y razones en los

actos que cumplen pues no hay otra forma de verificar si cumplen con la tarea y hacer

efectiva su responsabilidad en el caso concreto (D´Albora, Francisco J., Código Procesal

Penal, p. 188). A su vez, se ha señalado que la petición infundada de absolución a la par

de comprometer el derecho de las víctimas, también resultaría inadmisible que un estado

democrático de derecho, quien actúa la potestad persecutoria, efectúe requerimientos y

conclusiones inmotivadas e imprecisas (Cafferata Nores-Tarditti, Código Procesal Penal

de la Provincia de Córdoba-Comentado, T. I, Mediterránea, Córdoba, 2003, p. 405).

Entonces, corresponderá al tribunal de juicio que así como debe verificar si el

requerimiento de citación a juicio cumplimenta las exigencias conminadas bajo sanción

de nulidad (CPP, 361), igualmente deberá verificar si la conclusión del Ministerio Público

en la discusión final cumple con las exigencias legales (CPP, 154). Para el caso en que

dicha petición resulte anulada, el Fiscal deberá renovar la conclusión conforme a derecho

(TSJ, Verón, Sent. 148, 2/11/2006).

III.1. En el caso concreto, el tribunal de juicio hizo lugar al pedido de nulidad que las

defensas de los imputados solicitaron respecto de la acusación emitida durante el debate

final en función de la falta de fundamentación de la pena pedida por el órgano acusador.

Al respecto, argumentó que “la referencia que se hace en el alegato luego de

analizar la prueba de la participación de los imputados, a los arts. 40 y 41 del CP para

solicitar el quantum de pena, no satisface la motivación que requiere bajo pena de

nulidad el art. 154 del CPP por cuanto no especifica las razones que subjetiva y
objetivamente dan sustento a su pedido, de modo de permitir ejercer el derecho de

defensa de los acusados; y que también en el encuadramiento de los hechos en la

calificación legal no menciona las normas en las cuales se ajusta ese encuadramiento,

ha resuelto declarar la nulidad parcial del alegato formulado por los Sres. Fiscales y

teniendo presente que es obligación del Tribunal procurar subsanar las nulidades que se

produzcan, mas teniendo en cuenta que se trata de una nulidad en esta etapa del

proceso y formulada la acusación, es que se declara la nulidad parcial del alegato…” (fs.

8185 vta.).

En función de ello, en uso de facultades propias motivadas por el reclamo de las

defensas, el tribunal de juicio declaró la nulidad parcial del alegato emitido por los

acusadores al haber verificado lo que -a su criterio- configuraba un vicio nulificante de

dicho acto, esto es, la ausencia de motivación del monto concreto de pena reclamado por

éstos, circunstancia no cuestionada por el quejoso. Conforme la doctrina de la Sala

citada, la consecuencia normativa de dicho incumplimiento es la reedición de la actividad

de la parte en la que deberá subsanar la omisión que justificó dicha sanción.

Cabe aclarar que al haberse dispuesto una nulidad parcial no se requirió la

renovación total de la actividad sino simplemente la rectificación de las conclusiones

finales del fiscal, lo cual constituye un efecto propio de dicha sanción en razón de lo

dispuesto en el art. 190 CPP, en la medida que ellas, como forma sustancial del juicio,

constituyen un acto necesario y posible tanto jurídica como fácticamente.

Lo expuesto da cuenta que no resulta certera la crítica recursiva por cuanto desconoce

dicha consecuencia propia de esta clase de sanciones en los casos de acusaciones

indebidamente fundadas durante el debate (art. 190 in fine CPP). Se pretende lograr con

dicha objeción un beneficio – la absolución del acusado- que excede el tutelado en el

ejercicio de la actividad anulatoria en tanto dicha medida se dispuso a fin de lograr que el

órgano acusador emita decisiones fundadas en razones, lo cual en caso de que las

mismas sean contrarias a las pretensiones defensivas redunda a su favor en tanto

podrán contradecir los argumentos que las sustenten.


III.2. Por lo demás, el quejoso al oponer los principios de progresividad y preclusión que

guían la actividad procesal a los efectos de la nulidad citados, confunde dos planos

distintos de análisis.

En lo que aquí concierne, debe destacarse que la doctrina ha expuesto que el


orden en que deben cumplirse los distintos actos procesales no es caprichoso,
sino que constituye "una regla por la cual se impide el discrecional
desenvolvimiento de la actividad procesal cuando media estabilización en el
proceso. Propende al orden en el procedimiento como criterio de interés público y
de garantía de los derechos individuales. Es un concepto negativo por el cual se
pretende mantener, con estabilidad jurídica definitiva, una situación procesal
alcanzada en el desenvolvimiento del proceso" (CLARIA OLMEDO, Jorge A., "
Derecho Procesal Penal", T. IV, EDIAR, Bs. As., 1964, p. 71).
De este modo, se ha concebido el principio de progresividad, en relación al

"orden preclusivo" en que deben desarrollarse los actos procesales, tendiendo a una

sola dirección: el avance del proceso hacia la sentencia que ponga fin a la controversia

(en igual sentido: TSJ, Sala Penal, "Martínez", A.I. 140, 21/4/99).

A su vez, cada una de las etapas que, en forma progresiva, se presentan en los

procesos penales, constituyen un presupuesto necesario de la que sigue, en forma tal

que no es posible eliminar una de ellas sin afectar la validez de las que le suceden. Su

desarrollo está programado como un recorrido que va avanzando hacia un final que es el

dictado de una sentencia que resuelve definitivamente sobre la afirmación de la supuesta

comisión de un delito y sus consecuencias jurídicas, sin que lo transitado válidamente

pueda serlo de nuevo: la etapa cumplida es etapa superada, y no puede volverse a

ella, salvo el caso de nulidad (Cfr. "Manual de Derecho Procesal Penal", AA.VV,

Facultad de Derecho y Cs. Sociales, UNC, 2003, p. 179, CSJN, 272:188, 29/11/68,

"Mattei").

Esta noción debe distinguirse claramente del giro "preclusión" como


sanción procesal que consiste en la "pérdida del poder jurídico para cumplir un
acto procesal por ser éste incompatible con una situación anterior generada por la
actividad del sujeto que pretende efectuarlo" (AYAN, Manuel N., "Recursos en
Materia Penal", Marcos Lerner Editora Córdoba, Córdoba, 1985, pág.72).
Ahora bien, no debe perderse de vista que la preclusión no puede conllevar el

efecto de "legitimar situaciones inconciliables con el orden público. Concluir en lo

contrario importaría desnaturalizar el proceso judicial hasta el punto de convertirlo en un

medio apto para convalidar las transgresiones a las normas imperativas" (CSJN, Fallos

320:1670, 12/8/97, autos "Recurso de hecho deducido por la demandada en la causa

Asistencia Médica Privada SAC. c/Instituto de Obra Social de la Provincia de Corrientes

(I.O.S. C.O.R.)", habiendo destacado también el más Alto Tribunal de la República que "

la preclusión impide que en un proceso se retrograden etapas y actos para discutir algo

ya superado, o que se reabran plazos procesales transcurridos, o que se rehabiliten

facultades procesales después de vencidos los límites legales para su ejercicio; pero en

modo alguno es apta para desplazar sin norma expresa el tribunal que tiene

asignada competencia para substanciarlas, en favor de otra..." (CSJN, fallos

307:966, 18/6/85, autos "Abel Bonorino Peró v. Nación Argentina).

Y ello es lo que ha ocurrido en el caso, por cuanto so pretexto de requerir la

aplicación de estos principios, se intenta obviar las consecuencias normativas de orden

público asignadas a la sanción de nulidad, cual es, la orden de renovación o, como en el

caso, rectificación del acto anulado cuando ello fuere necesario y posible.

Téngase presente que la sanción en contra de la emisión de las conclusiones finales del

Ministerio Público durante el debate, fue dispuesta no porque el citado órgano omitió

ejercer una facultad sobre la que tenía discrecionalidad sino que incumplió deberes

impuestos por el ordenamiento jurídico que adecuan dicho acto al sistema constitucional.

De allí que, como el quejoso, no se puede reclamar la no subsanación del vicio –

que es impuesta por las normas constitucionales y procesales que rigen la sanción de

nulidad del acto- so pretexto de que dicha actividad no fue ejercida al tiempo de su

producción.
III.3. Tampoco encuentra razón la vulneración del principio del ne bis in idem. Al

respecto, se ha dicho que el alcance de esta garantía política es amplio al estar vinculado

tanto con la órbita procesal como sustancial. Así, en primer lugar, prohíbe que se persiga

judicialmente a una persona como partícipe de un hecho que ya es objeto de un proceso

penal en trámite, dando así lugar al planteamiento de la excepción de "litis pendentia"

(causa abierta por el mismo hecho). En segundo lugar, prohíbe que una persona sea

perseguida como partícipe de un hecho que ya fue objeto de un proceso penal que

terminó por sentencia firme de sobreseimiento, absolución o condena, autorizando así la

excepción de cosa juzgada (Cfr. Vélez Mariconde, Alfredo, Ob. cit., T. III, pág. 125;

Clariá Olmedo, Jorge A., Ob. cit., T. I., pág. 248; de la Rúa, Fernando, Ob. cit., pág. 326).

Como vemos, para la violación de dicha garantía se exige doble persecución o

juzgamiento en procesos distintos, lo que dista de ser aplicado al caso de marras. Es que

no sólo no hubo una acusación con idéntico contenido en otro proceso abierto en contra

del imputado García, sino que además se dispuso la nulidad parcial de las conclusiones

emitidas en el debate por el acusador que requirió una complementación de la misma

pieza acusatoria.

IV. En suma, por lo expuesto, la condena emitida en contra del acusado Oscar Abelardo

García fue dispuesta en base a la rectificación de la acusación del Ministerio Público

Fiscal que, a su vez, tuvo razón de ser en la nulidad declarada por el tribunal de juicio,

según lo dispuesto en el art. 190 CPP. Tal actividad procesal se corresponde con los

estándares exigidos para satisfacer las formas sustanciales del juicio así como también

con los presupuestos de fundamentación requeridos para la validez de la acusación que

no han sido cuestionados por el casacionista. Todo ello sin que se advierta violación a los

principios de progresividad, preclusión y ne bis in idem.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual


sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA NOVENA CUESTIÓN

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:


I.1. La defensa de Alfredo Miguel Enz se agravia, bajo el motivo formal de
casación (art. 468 inc. 2° CPP), de la arbitraria imposición de la pena de multa
complementaria del artículo 22 bis, denunciando que el “manifiesto propósito de
lucro” es una circunstancia no contenida en la acusación ni avalada por la prueba
(fs. 8715 y vta.).
Con cita de “Druetta” y “Avendaño”, advierte que ni del relato de los hechos donde se le

imputa participación a Enz, ni de los fundamentos probatorios, ni del hecho que se da por

acreditado, fluye tal intención. La sentencia da por acreditado que existió un grupo de

personas que recurrió a Enz para obtener las falsificaciones, pero no se consigna que

eventualmente obrara con el fin de beneficiarse con la adquisición de los lotes producto

de las falsificaciones documentales, ni tampoco que intentara un mercadeo lucrativo con

documentos falsos (fs. 8717).

Descarta que el “ánimo de lucro” requerido por el art. 22 bis esté ínsito en este

tipo de delitos, sino que tiene que tener un contenido más amplio, trascendiendo el

provecho económico ya comprendido en el ámbito de la figura básica (fs. 8717 vta.)

A tenor de lo expuesto, solicita la no aplicación de la multa complementaria (fs.

8718).

I.2. El defensor de María Laura Pace, Dr. Francisco Lavisse, presenta recurso de
casación en contra de la sentencia condenatoria en cuanto aplicó multa
complementaria a la imputada, por considerar que no se ha fundado debidamente
la existencia del ánimo de lucro (conf. art. 468 inc. 1 CPP) (fs. 8754, 8756 vta.).
En concreto, indica que para vincular a Pace, el a quo afirma que ésta actuó con
ánimo de lucro, sin ningún fundamento probatorio. Estima que carece de sustento
sostener dicho extremo si no conocía a nadie para poder ponerse de acuerdo en
cobrar –no sus honorarios- una suma que le permitiese cubrir el riesgo que corría
por hacer una escritura en las condiciones de las que se le imputa (fs. 8756 vta.).
II. Si bien los motivos de agravio de los impugnantes son diferentes, resulta
necesario en primer término clarificar el ámbito de aplicación de la multa
complementaria prevista en el art. 22 bis CP pues carecería de toda trascendencia
examinar si la sentencia presenta o no yerros formales, si aquella deviene
inaplicable.
II.1. En relación al ámbito de aplicación del art. 22 bis CP, debe señalarse
que esta regla establece que si el hecho “ha sido cometido con ánimo de lucro,
podrá agregarse a la pena privativa de libertad una multa, aun cuando no esté
especialmente prevista o lo esté sólo en forma alternativa con aquélla. Cuando no
esté prevista, la multa no podrá exceder de noventa mil pesos”.
Se trata de una disposición con arraigo en varios proyectos de reforma

posteriores al Código Penal de 1922, a través de fórmulas que presentaban en común

una exigencia subjetiva (“motivos de lucro”, Proyecto Peco -art. 50-; “móvil de lucro”,

Proyecto de 1951 -art. 53-, “por codicia”, Proyecto de 1960, art. 76; Zaffaroni, Eugenio

Raúl -Arnedo, Miguel Alfredo, Digesto de Codificación Penal Argentina, A-Z Editora,

Bs.As., 1996, T. 5, pág. 532 y T. 6, p. 252, 423), pero que adquirió positividad por la ley

nº 17.567.

Tal como ocurre con otras disposiciones de más reciente cuño contenidas
en la Parte General -el empleo de armas (art. 41 bis CP) o la intervención de
menores (art. 41 quater CP)-, importa una modificación en los tipos de los delitos
previstos en la Parte Especial y las leyes complementarias que conlleva una
agravación de las consecuencias punitivas. Así, en el supuesto del empleo de
armas, la Sala ha sostenido que se incorpora “una modalidad típica de ejecución
de un delito violento (uso de arma de fuego)” siempre que éstos no incluyan el
empleo de armas, y que, a su vez, se trate de delitos dolosos que requieran
violencia o intimidación contra las personas (“Nieto”, Sent. nº 74, 27/08/2003). Del
mismo modo, se ha sostenido que la mayor pena cuando intervienen menores “se
produce por una variación en la conducta típica que aumenta la gravedad del
hecho en cada uno de los delitos de la parte Especial” toda vez que el mayor crea
un riesgo superior cuando permite que el menor participe activamente de algunas
de las maneras punibles en el actuar delictivo (“Torres”, Sent. nº 194, 16/08/2007).
Desde esta perspectiva, se ha resaltado en los precedentes citados la ventaja

dogmática que reporta situar en el ámbito de los tipos estas circunstancias incluidas en

reglas de la Parte General por su compatibilidad con el principio de culpabilidad, ya que -

como es sabido- éste debe alcanzar a los elementos del tipo, y con la prohibición de la

doble valoración ya que no corresponde su aplicación si la modalidad a la que aluden

está ya prevista en la Parte Especial.

Ahora bien; existen divergencias doctrinarias en torno al alcance de la expresión “


ánimo de lucro" según se considere que se identifica con el ánimo, fin o propósito
de provecho económico (en tal sentido, De la Rúa, Jorge, Código Penal Argentino
-Parte General-, Depalma, Bs.As., 1997, 2º ed., pág. 333, García Vitor, Enrique,
en AA.VV., Código Penal y Normas Complementarias-Análisis doctrinal y
jurisprudencial, dir. David Baigún y Eugenio R. Zaffaroni, Hammurabi, Bs.As.,
1997, pág. 285) o se entienda que, por encima de ese sentido, debe exigirse un
plus que no incluye necesariamente la codicia pero demanda que se tenga un
propósito de especulación patrimonial con el delito (Núñez, Ricardo C., Las
Disposiciones Generales del Código Penal, Lerner, Córdoba, 1988, pág.79).
En tal sentido, ya en un anterior precedente se tomó posición a favor de
una mayor exigencia que la del dolo en el ámbito propio de los delitos en contra de
la propiedad, requiriéndose contenidos internos más amplios (así, no concurre en
el mero hurto de lo ajeno; TSJ, Sala Penal, “Avendaño”, Sent. nº 106, 07/10/2005).
Enfocada esta disposición como una modalidad de agravación de los tipos contenidos en

la Parte Especial del Código, fluye más fácilmente que el ánimo de lucro, para ser

también compatible su aplicación en los delitos en contra de la propiedad en donde la

intención, voluntad o propósito de obtener una ventaja puede ser contenido del dolo,

debe tener un contenido más amplio. Es que si bien los tipos que se vinculan con las

falsedades documentales –como ocurre en el caso- no requieren ánimo de lucro en su

conformación, por lo cual un concepto equivalente no traería ninguna consecuencia, sí

las acarrearía para los delitos en contra de la propiedad y produciría la paradoja que en

ellos no se pudiese imponer la multa complementaria por infringirse la prohibición de

doble valoración.

Por ello es que se reafirma la posición sostenida en el precedente de esta Sala

citado, y, en consecuencia, se entiende por ánimo de lucro un fin o propósito que

trasciende el provecho económico que ya estaba comprendido en el ámbito del tipo

básico –vgr. el apoderamiento furtivo o fraudulento de lo ajeno en los hurtos, robos,

estafas- pues, subjetivamente se requerirá que desborde ese ámbito, tal como ocurre

cuando se realiza para especular lucrativamente con lo obtenido o lo realizado.

La agravación de la pena, resultante de incluir una pena pecuniaria que no se

encontraba prevista en el tipo básico, se explica por razones de política criminal tendiente

a desalentar –como se señalaba en el Proyecto de 1960 fuera a través de una fórmula

diferente- “toda idea de utilidad alcanzable por la vía del delito”.

II.2. Con respecto a las consecuencias procesales de la concurrencia de la citada

agravante genérica, debe señalarse que si el “ánimo de lucro” al que se alude en el art.

22 bis CP se interpreta como una regla que modifica los tipos de la Parte Especial,

adosando una pena pecuniaria conjunta, la consecuencia desde la perspectiva del

debido proceso, es que debe estar incluido en la acusación a fin de garantizar la

defensa y la posibilidad de refutarlo (en tal sentido, Zaffaroni-Alagia-Slokar, Derecho

Penal- Parte General, Ed. Ediar, p. 934).


Desde luego que no se aspira a que se reproduzca exactamente igual frase, sino

que basta que se describa un fin o propósito lucrativo asociado a la descripción de la

modalidad ejecutiva del hecho, que fluya de la acusación interpretada como una “unidad”,

esto es no sólo en lo que se ciñe al relato de los hechos, sino también a los fundamentos

probatorios proporcionados.

II.3. Ya en lo que concierne al sub examine, en primer término, cabe


revisar si en el caso de los casacionistas es preciso este plus subjetivo, si el
mismo ha sido consignado en la acusación y fundada su existencia en la
sentencia.
Analizadas las constancias de la causa a la luz de la doctrina de esta Sala
antes citada, se advierte que el “ánimo de lucro” en que se ha fundado la
aplicación a los encartados Enz y Pace de la pena de multa prevista en el art. 22
bis del CP, se desprende adecuadamente tanto de la fundamentación probatoria
de la acusación como de la sentencia dictada por el tribunal de mérito, sin que
pueda alegarse que se trata de una circunstancia que haya sido recién invocada
de manera sorpresiva al momento en que el a quo individualizó la pena.
A ambos acusados se les atribuye el delito de falsedad ideológica continuada por
haber confeccionado e intervenido en los trámites atinentes a las escrituras
públicas nº 93 y 142 (Enz) y las escrituras públicas nº 63 y 123 (Pace). Sobre el
particular, conforme la doctrina citada, cabe señalar que no quedan exentos de la
consideración del ánimo de lucro -a los fines de la imposición de multa prevista en
el art. 22 bis del CP- aquellas figuras penales que, como la aludida, describen
circunstancias fácticas que no resultan directa y prioritariamente lesivas del bien
jurídico propiedad. En estos casos, a diferencia de la criminalidad netamente
económica, basta para el análisis de la procedencia de la citada sanción que se le
haya endilgado al acusado que actuó bajo un ánimo, fin o propósito de provecho
económico.
En ese marco, en el auto de elevación a juicio nº 63, del 23.07.2009, se concluyó

que “el escribano Alfredo Miguel Enz, ha participado conciente y voluntariamente en los

hechos que se le endilgan, contrariando así, la alta responsabilidad que el Estado le

había conferido; otorgando y haciendo inscribir los testimonios de las Escrituras Públicas

Nro. 93 y 142, con la clara persistencia en la registración de los falaces negocios, para

hacerlos oponibles a los terceros, en contra de la voluntad manifiesta e la supuesta

propietaria, revelando el dolo de saber y querer alterar los documentos, y saber, y querer

alterarlos, para engañar a los adquirentes, en una palmaria y total connivencia con el

grupo formado por Petrone, García y Oxandaburu, que por este trámite pagaban y en

cabeza de quienes finalmente se inscribiría el falso dominio” (fs. 3341 y vta., el resaltado

me pertenece).

Del mismo modo, en relación a Pace se sostuvo que “la participación conciente y

voluntaria de la escribana María Laura Pace ha quedado también constatada desde el

momentos en que fue ella, quien contrariando la alta responsabilidad que el Estado le

había conferido, otorgó y pretendió la inscripción de los testimonios de las Escrituras

Públicas Nro. 63 y 123… instrumentos auténticos, destinados a haber plena fe pública de

los actos jurídicos que atestaban, no como una simple falta de diligencia, sino como la

clara persistencia en la registración de los falaces negocios para hacerlos oponibles a los

terceros, en contra de la voluntad manifiesta de la supuesta propietaria, revelando el dolo

de saber y querer alterar los documentos, y saber y querer alterarlos para engañar a los

adquirentes, en una palmaria y total connivencia con el grupo formado por Petrone,

García y Oxandaburu, que por este trámite pagaban, y en cabeza de quienes se

inscribía el falso dominio y poder de administración y disposición sobre le inmueble” (fs.

3348 vta./3349, el resaltado me pertenece).

De allí que los acusados han tenido oportunidad de defenderse de tal extremo, lo
que obsta el primer reparo denunciado explícitamente por la defensa de Enz y que
condicionaba el análisis de la fundamentación probatoria de Pace.
Sobre la motivación del elemento subjetivo en cuestión relativo a que su accionar

respondía al pago que recibirían en virtud de las falsificaciones documentales

instrumentadas, tampoco resultan eficaces los agravios de los casacionistas.

En efecto, conforme surge de lo expuesto en la segunda y cuarta cuestión, el

sentenciante consideró que la maniobra delictiva de Petrone importaba convocar una

serie de notarios para que realizaran las escrituras públicas que le permitirían luego

mostrarse como un legítimo adquirente de los predios de la víctima. En ese marco, rentó

los servicios de los escribanos quienes conocían la falsedad del contenido de los actos

que instrumentaron en las citadas escrituras públicas a fin de dar visos de legitimidad al

derecho sobre el inmueble que finalmente sería transferido a García (testaferro de aquél).

Acorde con ello es que Enz al convocar a Lapacó para que actuara como

comprador inicial le propuso un negocio que lo “redituaría” al igual que a él (fs. 8631).

También es coherente con lo dicho que cuando concurrió a la ciudad de Córdoba se alojó

en un hotel de alta categoría solventado por el empresario (8626vta./8627 vta.) (ver en la

segunda cuestión, pto. II.2.D.a, c, d y II.2.F, II.3.C.b).

Del mismo modo, Pace actuó bajo la misma guía que el anterior notario al

elaborar instrumentos públicos con datos falsos. El juzgador al meritar su conducta

proclive a esta clase de ilicitudes expuso que “En las acciones referidas a las Escrituras

falsas de dos mil tres y dos mil cinco intervino Pace como ella lo declaró- a instancias y

por clientes del co imputado RAMÓN NICOLÁS ORDOÑEZ que también resultó

condenado” (fs. 8650 vta.). En ese sentido, ella misma reconoce la prestación de

servicios rentada en su declaración citada al decir que “como dijo al final de su

testimonio, sí hubo traspaso de dinero en su presencia, como se consignó en la escritura

y en su testimonio; y que ahí mismo también le abonaron sus honorarios… que en esos

momentos le pagaron a Ordóñez, sin recordar la escribana quién le pagó. Que luego

Ordóñez le pagó a la dicente, lo que demuestra claramente que fue Ordóñez quien había

hecho el arreglo con los clientes, y que era su negocio, aclarando la dicente que Ordóñez

en los casos que buscaba él los clientes, lo hacía porque cobraba un porcentaje de los
honorarios de la dicente” (fs. 8366 vta./8367).

Suma a lo dicho, que de la caracterización de los hechos formulada por el

sentenciante, se desprende que la dupla Pace-Ordóñez integraban una especie de

gestoría notarial que brindaba servicios relacionados con la falsificación de instrumentos

públicos dominiales o relacionados con ellos que beneficiarían a sus convocantes,

conforme se analiza al traer a colación otras actuaciones similares de los nombrados en

causas afines a la presente (ver cuarta cuestión pto. II.1 y III.2).

II.4. En suma, el sentenciante ha fundado debidamente la aplicación de la multa

complementaria a los imputados Miguel Alfredo Enz y María Laura Pace.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA DÉCIMA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I. La Sra. Asesora Letrada Penal del 23° Turno –Dra. María Susana Frascaroli- en
su condición de defensora del imputado Alfredo Miguel Enz, deduce recurso de
casación contra la condena (fs. 8711/8718).
Con invocación del motivo formal previsto en el segundo inciso del artículo 468

del CPP, se agravia por la imposición de la pena de cuatro años de prisión, por ser más

gravosa que la solicitada por el Fiscal (tres años y seis meses de prisión), lo que juzga

vulnerador del derecho de defensa y debido proceso, al haber carecido la condena –en

este punto- de acusación (fs. 8710 vta./8718).


Invoca los precedentes “Tarifeño, “García”, “Giroldi”, “Marcilese”, “Mostaccio”, etc. de la

CSJN en tanto prescriben que no se respeta el debido proceso si se dicta sentencia

condenatoria sin que medie acusación, y argumenta que ello debe ser extensivo a la

situación de marras, por aplicación del argumento maiore ad minus. Estima que esta

interpretación cobra más fuerza a partir del voto disidente de los ministros Lorenzetti y

Zaffaroni en “Amodio” –cuyo contenido sintetiza- siendo que la mayoría denegó la vía con

invocación del art. 280 CPCCN (fs. 8711 vta./8713).

Considera que no empece a dicha hermenéutica que el artículo 410 del CPP local

autorice a aplicar una pena más grave que la contenida en la requisitoria de citación a

juicio, pues ello debe entenderse condicionado a que el Fiscal de Cámara así lo habilite

con pedido expreso en tal sentido (fs. 8713).

Recuerda luego la opinión de Alfredo Vélez Mariconde, que explicando los

alcances de la disposición prevista para el juicio correccional, afirmó que ello configura

un sistema absolutamente acusatorio, en tanto condiciona todos los aspectos del

ejercicio de la jurisdicción al de la acción. Trae también a colación el precedente “Cejas”

de esta Sala en relación al art. 414 del CPP, en tanto predica el condicionamiento de la

potestad jurisdiccional respecto de la imposición y la gravedad de la sanción (fs. 8714).

Agrega, por otra parte, y abonando una interpretación por analogía, el artículo

415 del CPP, que también veda la imposición de una pena más grave que la pedida por

el Fiscal, extendiendo al juicio abreviado el principio nemo iudex sine actore. Y razona,

que si en la legislación el acusador puede impedir (a través del acuerdo entre Fiscal

inferior y superior) la condena al obstaculizar el inicio del proceso o la realización del

juicio oral (al no requerir la investigación preparatoria o la elevación a juicio); si puede

impedir una posible condena de un Tribunal de casación al no recurrir la sentencia

absolutoria dictada después del juicio, o al desistir del recurso contra ella, ¿por qué no

podrá impedir, al acusar por una pena menor, que el Tribunal de juicio condene e

imponga una pena mayor? (fs. 8714 vta./8715).


II. De la atenta lectura de los argumentos casatorios, se advierte que las
críticas recursivas giran en orden a cuestionar la falta de consideración del
carácter vinculante del monto de pena pedida por el Ministerio Público Fiscal.
II.1. Ingresando al análisis de la cuestión planteada por la quejosa, cabe señalar que la

misma, por distintos argumentos (violación de garantías constitucionales del debido

proceso y defensa en juicio), estima que el tribunal de juicio no puede imponer una

pena mayor que la solicitada por el Ministerio Público.

A fin de dar respuesta a este agravio nos valdremos de los argumentos


vertidos in re “Almirón” y “Cantonati” (TSJ de la Pcia. de Córdoba, Sala Penal, S.
n° 314, 17/11/2008 y S. n° 30, 04/03/2009 -respectivamente), teniendo en cuenta
que en los mismos se trataron similares planteos casatorios.
En tal tarea, se impone destacar que en los citados precedentes se sostuvo una

respuesta negativa, en torno a la cuestión de si cabe analogar a la sentencia que

impone una pena mayor que la pedida por el Fiscal, a la decisión que condena sin

que lo haya solicitado el acusador público o privado.

Cabe recordar que este Tribunal, mediante sentencia n° 76, dictada con fecha

02/09/2004 en autos "Laglaive, Silvia Gloria y otros p.ss.aa. de homicidio calificado, etc.",

como insoslayable consecuencia del pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia en

esos actuados, aplicó la doctrina del Máximo Tribunal en relación al carácter vinculante

del pedido de absolución formulado por el Fiscal durante el Juicio, sentada en el

precedente “Cáseres” (CSJN, "Cáseres, Martín H.", 25/9/1997, publicado en LL 1998-B,

387).

La doctrina de la Corte, seguida actualmente por la Sala a partir del fallo citado,

tiene como alcance, exclusivamente, los casos de sentencias condenatorias

dictadas sin mediar en el debate solicitud en el mismo sentido del Ministerio

Público, y siempre que no intervenga un querellante particular que hubiera

solicitado la condena.
A su vez, la pretensión de la impugnante de ampliar esa jurisprudencia a la
diferente cuantificación de la pena, ha sido materia de rechazo por esta Sala ante
planteos similares.
Así, en el precedente "Esteban" (S. n° 119, 14/10/1999), se sostuvo que la

jurisprudencia de la Corte se circunscribió a "los casos en que el Ministerio Público no ha

formulado acusación en la audiencia de debate", situación que no se verifica si "el Fiscal

concluyó el debate manteniendo la acusación en base a la cual se dictó sentencia

condenatoria".

A más de lo referido, en el precedente "Esteban" se dieron otras razones para rechazar la

restricción de los tribunales de competencia criminal para imponer una pena más grave

que la solicitada por el Ministerio Público.

En tal dirección, se destacó que dicho límite se encontraba fijado expresamente en la

legislación local sólo para los procedimientos especiales (juicio correccional y juicio

abreviado, CPP, arts. 414 y 415) y que no había sido incluido para el juicio común.

Además, se resaltó que en el juicio común se faculta al tribunal a modificar la calificación

legal oficiosamente, aun cuando como consecuencia de ello deba aplicar penas más

graves, atribución incompatible con el límite pretendido.

De allí que la imposición de una pena por encima de la solicitada por el


fiscal son facultades del tribunal que, en sí mismas, no afectan las formas
sustanciales del juicio ni garantía constitucional alguna.
Por lo demás, sobre el particular, también se ha señalado que para el supuesto de
aceptarse la pretensión de la recurrente en orden a la ampliación de la
jurisprudencia referida a los supuestos vinculados estrictamente con el monto de
la sanción impuesta, resulta imprescindible que ésta acompañara su reproche de
afectación a una debida defensa, con argumentos orientados a demostrar que el
tribunal de juicio, al momento de estimar la pena que consideraba justo imponer a
Enz, incluyó en su análisis circunstancias agravantes vinculadas con la modalidad
de los hechos de la acusación, que hubieran sido desechadas por el Ministerio
Público (conf. TSJ, “Arcana”, S. nº 425, 20/12/2013).
Dicho requerimiento tampoco ha sido cumplimentado por la impugnante con lo cual su

crítica ha quedado huérfana de argumentos que logren conmover el monto de la pena.

Por lo expuesto, corresponde desestimar la objeción de la defensora de Miguel Alfredo

Enz en tanto no satisface los estándares de casación reseñados para la procedencia de

la vía intentada, siéndole aplicable a su respecto la doctrina detallada en la presente

cuestión.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA DÉCIMO PRIMERA Y DÉCIMO SEGUNDA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I.1 Bajo ambos motivos de casación (art. 468 incs. 1 y 2 CPP), el Dr. Miguel Ángel
Juárez Villanueva, defensor de Oscar Abelardo García, se agravia de que el fallo
resulta inmotivado en orden al extremo relativo al ánimo de lucro que sustenta la
imposición de la pena de multa complementaria (art. 22 bis CP) (fs. 8881, 8885).
Sostiene que no existe prueba relativa al supuesto ánimo de lucro que la Cámara
le endilga a García. Considera que no existe un solo elemento que otorgue
certidumbre a esta aseveración, no siendo suficiente la declaración inicial de
García que fue producto de la estrategia defensiva del letrado que lo asistía en
ese momento (fs. 8885).
I.2. Por su parte, el impugnante al amparo del motivo formal (art. 468 inc. 2 CPP),
critica que el tribunal dispusiera aplicar a su asistido, una pena más alta que la
pedida por el fiscal (fs. 8886 y ss.).
Funda su agravio en que la Cámara no está facultada para aumentar la sanción

por encima de la solicitada por el órgano acusador, cuando además esta defensa requirió

la absolución de su asistido y, alternativamente, cuestionó la determinación de la pena

hecha por el ministerio público, solicitando en su caso se lo condene por el monto mínimo

de la escala penal (fs. 8886).

Refiere que en la etapa del juicio rige el principio acusatorio que distingue

claramente las funciones del juez y del fiscal. Del mismo modo, expone que los jueces no

pueden condenar sin acusación, ni tampoco aumentar las consecuencias penales más

allá de la pretensión punitiva expresada en aquélla, lo que se basa en la hipótesis de que

dicho agravamiento es ultra petita (fs. 8886).

Hace consideraciones sobre el debido proceso proyectado al concepto de acusación y

niega que ésta signifique una habilitación genérica de la jurisdicción punitiva por cuanto

ello importa una reducción del alcance de la garantía de bilateralidad y del carácter

acusatorio, cuanto menos en la etapa del juicio oral, minimizando asimismo el rol que el

fiscal desempeña y el del ministerio público en su calidad de institución constitucional.

Añade que el sentenciante al haber aplicado mayor pena afectó el derecho de defensa

del imputado en la medida en que lo sorprendió una determinación de esa especie, que

no pudo contradecir durante el debate.

Cita jurisprudencia de la Corte Suprema (voto minoritario de Zaffaroni y Lorenzetti en los

autos “Amodio”, causa nº 5530 -2007- y “Corbalán”, -22.02.2011) que se adecua a los

estándares que propone. Precisa que si bien es un voto en minoría, se trata de los

ministros del Tribunal que suelen llevar la voz campante en materia penal, y que una vez

abierta la instancia extraordinaria, sus opiniones se extienden al resto. Agrega

jurisprudencia del Tribunal Supremo español y doctrina sobre el principio acusatorio en

apoyo de sus ideas (fs. 8886 vta./8887 vta.).

Sostiene que el principio de la reformatio in peius, como derivación del derecho

de defensa, debe aplicarse también en la etapa del juicio y de allí que el juzgador no
deba ir más allá de la pretensión punitiva del acusador público y privado, ya que por

encima de ella no tiene jurisdicción.

Refiere que con ello se afecta la garantía de imparcialidad, la que se encuentra

estrechamente vinculada a los principios citados, desde que la comprensión actual de su

alcance, no es compatible con la posibilidad de que los jueces puedan decidir las

consecuencias del delito con independencia de la pretensión acusatoria. Cita fallos de la

CSJ y opiniones de autores sobre dicha garantía (fs. 8888 vta.).

Además de lo expuesto, sorprende a la defensa que el tribunal no sólo aumentara el

monto punitivo sino que, además, modificara la modalidad de cumplimiento pedida por el

fiscal. Así, se requirió que la pena sea de ejecución condicional y el tribunal determinó

que sea efectiva. Asimismo alude a jurisprudencia del Alto Cuerpo -que estima aplicables

a este caso- sobre los fundamentos de la prescripción de la acción y de la pena que

hacen pie en la inutilidad de la pena (fs. 8888/vta. 8889).

En un informe presentado ante esta sede, el recurrente amplía los argumentos tratados

en su libelo inicial en cuanto al presente agravio, que adquiere tintes particulares que lo

hacen más contundente al relacionarlo con la circunstancia denunciada en el segundo

agravio (nulidad del alegato fiscal acusatorio) (fs. 9594 y ss.).

Señala que el acusador público en su primera exposición pidió que se condene a

su defendido a la pena de 3 años y 6 meses de prisión, lo que mutó en su segunda

intervención en la que admitió que no correspondía que la sanción sea efectiva,

mencionando únicamente las circunstancias atenuantes a su asistido.

En función de ello, expone que si la Fiscalía razonadamente descartó cualquier

calificante inicialmente considerada, la imposición de una pena cuantitativa y

cualitativamente más gravosa supone una violación al derecho de defensa de García.

Cita el fallo “Tello” de esta Sala Penal (S. nº 6, 18/2/2010) (fs. 9594 vta.). Chequear fallo

Sostiene que se tomaron en cuenta pautas que el imputado no tuvo oportunidad,

ni posibilidad de conocer, retrucar o defenderse. Afirma que todo lo contrario ocurrió con

la pretensión fiscal, a punto tal que la defensa provocó eficazmente el cambio favorable a
la situación del acusado.

En suma, entiende que la pena determinada por el órgano acusador no puede ser

cambiada por los jueces en perjuicio del condenado, como ocurrió en el supuesto bajo

análisis. Por lo tanto, la sanción que a criterio del fiscal resultó razonable -3 años de

prisión en suspenso- debió ser el límite superior para los jueces. Por lo expuesto, y

encontrándose en este aspecto fulminados los derechos y garantías de su asistido,

corresponde su anulación (fs. 8889).

I.3. Por último, el defensor de Oscar Abelardo García, contradice la pena dispuesta a su

asistido (punto dispositivo VI de la sentencia), dando razones que sustentan el motivo

formal (art. 468 inc. 2 CPP) (fs. 8889 vta. y ss.).

El quejoso expone que la sentencia es nula pues la sanción individualizada y

aplicada a su asistido luce arbitraria y desproporcionada, y carece de debida motivación

(art. 413 inc. 4 CPP).

Al respecto, estima que las circunstancias ponderadas para el mérito punitivo resultan

falsas o carecen del valor asignado desde el punto de vista fáctico y jurídico. Infiere que

si el tribunal no hubiera tomado en consideración dichas circunstancias, no hubiera

arribado a la cantidad de pena impuesta a García.

Asimismo, afirma que el juzgador incurrió en valoración omisiva, pues no analizó pautas

dirimentes para la atenuación de la sanción que fueron puestas de relieve en ese sentido

por la defensa (fs. 88889 vta.).

Más adelante explica que el interés en una decisión como la que se pide, se vislumbra en

la disminución de la condena por el menor tiempo que permanecería privado de su

libertad a la que conduciría y, en el mejor de los casos, en la posibilidad de dejar en

suspenso la ejecución de ese encierro (fs. 8895).

Luego de reseñar los argumentos dados por el tribunal, sostiene que éstos

configuran una fundamentación aparente. Y señala que ciertos extremos (cantidad de

hechos cometidos, pluralidad de intervinientes, afectación al patrimonio y a la fe

pública) ponen en jaque la prohibición de doble valoración (fs. 88890 vta.).


Entiende que la consideración de la “particular osadía y peligrosidad moral”

como agravante, configura una derivación diferente de algo distinto de la realización del

acto, como es la personalidad, el carácter o la peligrosidad. Además, señala que nada

impide que consideraciones ajenas al acto y su reprochabilidad puedan ser tomadas en

cuenta por el legislador para disminuir el grado de pena, pues es una garantía del

individuo que la medida de la pena sea reflejo de la del ilícito y de la culpabilidad, y que

por ende, tales consideraciones pueden jugar a su favor, no en contra (fs. 8891).

Argumenta que la buena situación económica del imputado no es válida para

agravar la pena. Señala que el art. 41 admite ponderar la pobreza o la dificultad para

ganarse el sustento como atenuante, pero no precisa que la situación inversa actúa de

modo cargoso para la sanción con el objeto de ir más allá del injusto. Cita doctrina en

orden a que los parámetros utilizados en la mensuración de la pena deben ser

elaborados a partir del ordenamiento jurídico, de modo tal que se estructure las

circunstancias relevantes a partir de la interpretación sistemática y teleológica (fs. 8891

vta.).

Entre las condiciones favorables al imputado no consideradas, refiere que una sanción

dos veces y media superior al mínimo resulta a todas luces desproporcionada en

relación a su culpabilidad si se mira que se trata de un hombre mayor, sin antecedentes

penales, que tiene y desarrolla actividad comercial lícita en el seno de una empresa

exitosa en su rubro, con una familia constituida, estable y que debe soportar –como

corresponde- la enfermedad de una de sus hijas (fs. 8892).

Sin desconocer la invalidez predicada sobre la segunda acusación, recuerda que

las circunstancias ponderadas por el fiscal, las que fueron erróneamente valoradas o

directamente omitidas por el tribunal (fs. 8892).

Afirma que el juzgador tampoco hizo consideraciones en orden a la prevención

especial o general positiva que importan la reinserción social del delincuente. Expresa

que García evidenció haber cumplido tales fines de la pena por cuanto han transcurrido

casi diez años desde la ocurrencia del hecho sin que el nombrado haya estado
sospechado o vinculado a otro hecho ilícito. Se pregunta, entonces, “¿acaso esto no

demuestra a rajatabla la innecesariedad de una pena de encierro efectivo para quien

cumple acabadamente con las leyes y el pacto social?” (fs. 8892 vta.).

Estima que “sin necesidad aparece la irracionalidad de la medida adoptada por la

Cámara de llevar tras las rejas a mi defendido aplicándole una pena de 6 meses superior

al límite máximo de 3 años que le hubiere permitido suspender su cumplimiento, o en

último caso, lograr su libertad condicional con solo 8 meses de cumplimiento”. Agrega

valoraciones en orden a las causas denominadas “del registro” y los reales fines

perseguidos en ellas según su criterio, los cuales escapan a constituir una respuesta

acorde a la culpabilidad por el hecho cometido de acuerdo a criterios de merecimiento y

necesidad de pena conforme lo dispuesto en los arts. 40 y 41 CP (fs. 8893).

Hace consideraciones sobre el estándar de casación de las facultades discrecionales del

juez y el deber de fundar las decisiones judiciales (fs. 8893).

Destaca que García jamás puso reparo alguno al desarrollo del proceso, se

presentó espontáneamente a la justicia a la vez que “siempre estuvo ajustado a derecho,

incluso a lo largo de todo el juicio, sabiendo el riesgo que corría su libertad”, todo lo cual

tampoco fue meritado en la sentencia (fs. 8893 vta.).

Reitera que el tribunal seleccionó arbitrariamente las pautas de mensuración dispuestas

en las normas citadas e ignoró considerar tanto la pena y el modo de ejecutarla pedida

por el fiscal (3 años de prisión condicional) cuanto el pedido de la defensa de que se

aplique el mínimo de la escala penal.

Cuestiona que resulta violatorio del principio de proporcionalidad y los

estándares de equidad, justicia y razonabilidad (arts. 16 y 28 CN) que se le aplique a

Ordóñez una sanción menor que la de su asistido, cuando ambos comparten

prácticamente todas las circunstancias personales y objetivas –favorables y

desfavorables- señaladas en la sentencia. A su vez, expone que su asistido recibe igual

pena que la escribana Pace cuando a simple vista del fallo, el rol y el protagonismo de la

nombrada fue por lejos más relevante y necesario que la actividad desplegada por aquél
(fs. 8894).

En suma, conforme las razones expuestas, concluye que la individualización de la

pena impuesta a García resulta palmariamente arbitraria y absurda, toda vez que de

haberse efectuado una correcta ponderación de las pautas prevista en los arts. 40 y 41

del CP, la sanción no debió superar el mínimo de la escala penal (esto es, 1 año de

prisión). Por ello, pide que este Alto Cuerpo revise el monto de pena impuesta según lo

dispuesto en los arts. 8 inc. 2 ap. H de la CADH y 14 inc. 5º del PIDCyP y,

subsidiariamente, en caso de no hacer casación positiva requiere el reenvío de la causa

a un tribunal imparcial (fs. 8895 y vta.).

A continuación, refiere que dadas las razones que demuestran que la sanción

debía ser menor a tres años de prisión, argumenta a favor de que la nueva pena debe

ser ejecutada de manera condicional (art. 26 CP) (fs. 8895 vta.).

Distingue entre el fin de la pena que no puede ir más allá de la culpabilidad y el de su

ejecución, sosteniendo que en este último caso sólo puede responder al principio de

resocialización (arts. 10.3, PIDCyP, 5.6 CADH, 75 inc. 22 CN), siendo que en este caso

particular no se requiere la prisión efectiva en modo alguno (fs. 8895 vta.).

Estima que la aplicación de una condena de ejecución condicional será posible de

acuerdo a la nueva fijada para el supuesto de autos. Considera que “así lo indican las

condiciones personales del imputado –delincuente primario, universitario, con familia

constituida, etc.- y las características de los hechos objeto de la condena –que en modo

alguno permiten avizorar la posibilidad de la comisión de nuevos delitos, pues se han

agotado en sí mismo y a pesar de los años transcurridos nuestro cliente no ha sido ni

siquiera citado como sospechoso de la comisión de otro delito-“ (fs. 8895 vta.).

Recuerda que la condena de ejecución condicional fue incorporada a nuestro

ordenamiento para evitar los efectos desocializadores que las penas de corta duración

conllevan en aquellos casos en que fuera posible. Cita doctrina y jurisprudencia que

avala esta idea (fs. 8896 y vta.).


Reitera las condiciones que entiende favorable para la procedencia del instituto

en cuestión y remarca la favorable personalidad moral de su asistido que se comprueba

con la carencia de antecedentes penales (no sólo condenas) tanto antes como después

de los hechos ventilados en este proceso. Asevera que no existen elementos para fundar

un juicio de peligrosidad en contra de García, desapareciendo así cualquier posibilidad

de pronóstico de proclividad de reiteración delictiva (fs. 8896 vta.).

Por lo expuesto, sostiene que ante la nueva individualización de la pena que formule este

Tribunal Superior, corresponderá contemplar estos aspectos para ordenar la ejecución

condicional pretendida como agravio casatorio (fs. 8896 vta.).

II. De la atenta lectura de los agravios relacionados con la pena impuesta a


Oscar Abelardo García, surgen los siguientes cuestionamientos: no se puede
atribuir un ánimo de lucro al encausado para agravar la respuesta punitiva que se
le brinda –sobre esa base alega una errónea aplicación de la multa
complementaria a su asistido–; es nula la cantidad de pena dispuesta por el
tribunal al acusado por hallarse por encima de la pedida por el órgano acusador;
tampoco es válida la individualización de la sanción impuesta por desconocer la
prohibición de doble valoración y ponderar negativamente elementos que debieron
favorecer a su asistido; y lo mismo ocurre ante la omisión de pautas de
mensuración que debieron operar reduciendo el monto concreto de pena.
II.1. Como cuestión preliminar, cabe señalar que la proyección que el impugnante

pretende de la indebida consideración del ánimo de lucro en relación con la errónea

aplicación de una multa complementaria a su asistido, resulta inadmisible. Es que,

aunque el sentenciante meritó dicha motivación al individualizar la pena, lo cierto es que

no lo hizo para aplicarle la figura del art. 22 bis CP, conforme surge del punto dispositivo

VI citado en el punto I de la primera cuestión, careciendo entonces a ese respecto de

objeto impugnable.

De allí que las pretensiones de la defensa de Oscar Abelardo García en ese sentido,

resultas abstractas.
II.2. Sobre la indebida imposición de una pena a García por encima de la
solicitada al fiscal, corresponde remitirnos a los fundamentos esbozados en la
décima cuestión -puntos II.1- en donde se sostuvo que no era procedente
analogar a la sentencia que impone una pena mayor que la pedida por el Fiscal, la
línea de razonamiento que sostiene la invalidez de la decisión que condena sin
que lo haya solicitado el acusador público o privado. En ese marco, las razones
esbozadas por el recurrente relativas a que este mayor agravamiento de la pena
desborda el objeto de decisión –se falló ultra petita-, viola el principio de la
reformatio in peius y la garantía de imparcialidad, no logran conmover el
razonamiento dado en esta materia según lo expuesto.
Tampoco ha demostrado el impugnante en este agravio –según también se exige

en el punto II.1 de la décima cuestión- que el juzgador haya basado ese aumento de

punición respecto de la sanción solicitada por el fiscal en una circunstancia vinculada a la

modalidad comisiva del hecho, no típica, no contenida en la acusación o descartada por

el Fiscal.

De igual modo, no se advierte que traspase a este agravio el embate efectuado por el

recurrente a la multa complementaria –no impuesta- sobre la falta de inclusión en la

pieza acusatoria del “ánimo de lucro” de García, pues ello no comporta una circunstancia

fáctica atinente al suceso concreto sino a los motivos del autor que, excluida al aplicación

del complemento típico del art. 22 bis CP, sólo tuvo relevancia en el marco de la

individualización de la pena impuesta en el marco de las consideraciones de los arts. 40

y 41 del CP. Lo cual será motivo de examen a continuación.

II.3. En efecto, en cuanto a la fijación de la pena, recordemos que esta


Sala Penal ha sostenido reiteradamente que la facultad discrecional de fijar la
pena es exclusiva del tribunal de juicio y revisable en casación en supuestos de
arbitrariedad (TSJ, S. nº 14, 7/7/88, "Gutiérrez"; S. nº 4, 28/3/90, "Ullua"; S. nº 69,
17/11/97, "Farías"; A. nº 93, 27/4/98, "Salomón"; S. n° 215, 31/08/07, “Grosso”,
entre muchísimas otras).
Dentro de ese estrecho margen de recurribilidad relativo a las facultades discrecionales

del tribunal de sentencia, se ha fijado el estándar de revisión en los supuestos de falta de

motivación de la sentencia, de motivación ilegítima o de motivación omisiva. Más

recientemente, el estándar ha alcanzado también a la selección de la especie de pena, o

al monto de la pena -posible entre el mínimo y el máximo de la escala-, cuando éste

resulta manifiestamente desproporcionado o incongruente en relación a las

circunstancias de la causa (TSJ, Sala Penal, “Peralta”, S. nº 89, 05/10/2001; “Robledo de

Correa”, S. n° 33, 07/05/2003; “Aguirre”, S. n° 59, 28/06/2005; "Maldonado", S. n° 352,

28/12/2009, “Barrera", S. n° 154, 10/06/10 entre muchos otros).

II.3.A. En autos, el Tribunal de juicio calificó jurídicamente la conducta atribuida al

encartado Oscar Abelardo García como coautor de los delitos de falsedad ideológica

continuada –tres hechos- y usurpación (arts. 45, 55 contrario sensu, 293 del C.

Penal), la que se encuentra reprimido con una escala penal que oscila entre un mínimo

de 1 año y un máximo de 9 años de reclusión o prisión.

Al tiempo de individualizar la sanción concreta, el iudex consideró a favor de García que

“es una persona de 62 años de edad que carece de antecedentes penales. Que conoce y

realiza actividad laboral lícita, por lo que puede y debe rehacer su vida".

En contra, valoró que "teniendo una situación económica alejada notablemente de la

miseria o dificultad para ganar el sustento diario –ya que al tiempo de hecho era dueño

de un campo en la localidad de Santa Eufemia que, luego, permutó por varios

departamentos de Gama S.A., con un patrimonio que él calcula por entonces en $

550.000 a $ 600.000-, cometiera el hecho ilícito para lo cual se sumó a varias personas

con las que actuaba de consuno para desarrollar ingeniosa, meticulosa, compleja y

planificada acción delictiva, participando en la falsificación de los títulos que atañe a un

bien de significativo valor como es un campo de casi sesenta y tres hectáreas valuado al

tiempo del hecho- en monto superior al millón de dólares (más de U$S 1.000.000), con el

enorme y trascendental perjuicio a la fe pública y, a la propietaria, que sabía ocasionaba

con su proceder, lo que demuestra particular osadía y peligrosidad moral. Se trata de un


acometimiento al más sólido refugio para la seguridad jurídica en las transacciones

inmobiliarias, en donde no solo se atacó el derecho de propiedad de personas

individuales sino que tuvo impacto vulnerante en la fe pública, afectando su centro

neurálgico atinente a la publicidad registral de uno de los bienes materiales más

preciados de la sociedad, la propiedad inmueble, cuyo resguardo atañe al estado

Provincial. El grave daño causado por el hecho trasciende los derechos de particulares

generando zozobra e inseguridad en toda la sociedad. Y, pese a las consecuencias que

tuvo el nuevo delito –usurpación- que cometió inmediatamente después –su detención

por algunas horas- y, en pleno desarrollo de la causa penal, suscribió una nueva

escritura falsa procurando intrincar aún más la causa y coronar el propósito delictivo en

favor de Petrone, lo que demuestra su pertinaz obstinación delictiva”.

Concluyó que en razón de todas estas pautas estimaba justo aplicar al incoado

para su tratamiento penitenciario, la pena tres años y seis meses de prisión,

adicionales de ley y costas (arts. 5, 9, 12, 29 inc. 3°, 40 y 41 CP y 550 y 551 CPP) (fs.

8654 y vta).

II.3.B. Pues bien, sobre esas bases, analizaremos ahora las objeciones relativas

a las pautas ponderadas por el tribunal para individualizar la pena impuesta a García,

incluyendo aquéllas que, sostiene, vulneran el principio de doble valoración y, finalmente,

nos referiremos a la dirimencia de las circunstancias que el recurrente denuncia omitidas.

En ese sentido y como se ha dicho en el apartado anterior –ver punto II.2.-,


dado que la atribución a García de un ánimo de lucro, sólo tuvo repercusión en la
individualización de la pena, es en este ámbito que deben abordarse las críticas
de la defensa en orden a su consideración.
Así las cosas, se advierte que el sentenciante ponderó dicho animus como agravante de

la sanción impuesta, pese a que el propio Ministerio Público no consignó dicho extremo

en la pieza acusatoria –que en su caso hubiera permitido basar la multa complementaria-

y pese a no contarse con pruebas de su concurrencia en las constancias da autos, que

por ello tampoco invoca.


Repárese en que el Fiscal de Cámara no solo no incluyó tal extremo en su
acusación, argumentando expresamente la inexistencia de pruebas suficientes en
cuanto a que sus aportes hayan sido guiados por tales fines lucrativos, sino que,
incluso, destacó la concurrencia de elementos de juicio que indican lo contrario.

En efecto, sobre este punto, recuérdese que, aunque a García se le endilgan


delitos contra la fe pública (falsedad ideológica de los certificados notariales 47209
y 47210 y las escrituras públicas nº 63 y 123) y contra la propiedad (usurpación
del inmueble de la víctima), en ninguno de esos ilícitos se especifica al
concurrencia de dicho elemento subjetivo.
Pues bien, en el auto de elevación a juicio nº 32 del 19.04.2011 (dictado como

consecuencia de la oposición del requerimiento fiscal emitido luego de la resolución nº

728 dictada el 23.11.2009 por la Cámara de Acusación que revocó el anterior auto de

elevación a juicio nº 63, del 23.07.2009) se señala reiteradamente que García actuó

como comprador y poderdante en los instrumentos públicos falsos citados como

“testaferro de Petrone y en cuyo interés y con sus recursos económicos los compraba”

(fs. 4301, 4315 vta.); también se afirma que es a Petrone a quien se le endilga “haber

orquestado y dominado las acciones –con la complicidad necesaria de García y en

connivencia con los restantes encartados- persiguiendo un claro beneficio económico de

carácter personal” (fs. 4303); del mismo modo, se explica que la maniobra se pergeñó

para evitar que la falta de agua repercutiera en un evidente “perjuicio económico para la

empresa” (fs. 4308 vta.).

Además, al justificar la pena, el Sr. Fiscal de Cámara sostuvo expresamente que


García “ha incursionado en el delito impulsado por una relación laboral y de
parentesco con Jorge Oscar Petrone”, evidenciando la atribución al autor de los
hechos, de motivos bien distintos (fs. 8187).
Frente a ello, el sentenciante no brinda ni agrega referencias a circunstancias o
argumentos probatorios que permitan sustentar la concurrencia tales motivos de
lucro. No obstante lo cual, al individualizar la sanción impuesta, y pese a que
tampoco considera la existencia fundamentos para aplicar al agravante del art. 22
bis CP, pondera como pauta calificante en la individualización de la pena impuesta
al encausado, la concurrencia de un ánimo de lucro.
En consecuencia, las críticas formuladas por la defensa de García, deben
prosperar en este ámbito, pues evidencian la existencia de un defecto en la
fundamentación, que impide tal consideración agravante de la pena impuesta.
II.3.C. Así las cosas, hemos señalado que los demás cuestionamientos del quejoso a la

pena impuesta, se orientan sostener que la fundamentación de la sanción impuesta a su

asistido luce arbitraria, en tanto el sentenciante desconoció la prohibición de doble

valoración, ponderó negativamente elementos que debieron favorecer a su asistido y

omitió pautas de mensuración que debieron operar reduciendo el monto concreto de

pena. Sin embargo, cabe adelantar que estas críticas, a diferencia de la anterior, carecen

de relevancia para demostrar su arbitraria motivación.

a. En primer lugar, la mera enunciación sin más de circunstancias valoradas por la


Cámara como son la cantidad de hechos cometidos, pluralidad de intervinientes,
afectación al patrimonio y fe pública, no evidencia la denunciada infracción a la
prohibición de la doble valoración.
Téngase presente que este principio impide que una circunstancia fáctica prevista
normativamente para agravar la escala penal puede valorarse doblemente: como
calificante en el tipo penal y como agravante en la individualización judicial. Ello
obedece a que su consideración más gravosa ya fue motivo de valoración por
parte del legislador a los efectos de la estructuración del respectivo tipo penal, y
por ende, cometido el delito, su nueva selección por el Juzgador a la hora de
acrecentar la sanción importa una vulneración de la prohibición de la doble
valoración, comprendida actualmente como un aspecto de la garantía del non bis
in idem (TSJ, Sala Penal, S. n° 13, 11/3/98, "Ávalos"; S. n° 77, 7/6/99, "Ceballo";
S. n° 67, 7/8/00 "Reyna"; S. n° 74, 15/08/2001, “Cuello”, entre muchos otros ).
En este sentido, en el marco de los delitos atribuidos, el sentenciante no ponderó
simplemente que hubo plurales intervinientes, lo cual funda la extensión de la
imputación delictiva a personas distintas del autor en función de las reglas de la
participación (art. 45 CP), sino que señaló específicamente cuestiones atinentes al
mayor grado de reproche que llevan implícitas las circunstancias relativas a que el
imputado junto al resto de los participantes, diseñaron puntillosamente un plan
ingenioso y complejo tendiente a lograr la difícil tarea de apropiarse de los fundos
de la víctima, lo cual importa un mayor grado de peligro para la afectación de tales
bienes.
De esta manera, debe recordarse que esta Sala ha advertido de manera reiterada
que no debe confundirse duplicar la ponderación de una misma circunstancia ya
prevista por el legislador, con la consideración de la modalidad comisiva en el
caso concreto, cuando alude a un factor graduable o ajustable que, como tal
encierra un disvalor que puede ser sopesado y que por ende, puede ser utilizado
para la individualización de la pena como circunstancia agravante en la medida en
que trasluce la magnitud del injusto cometido y la mayor peligrosidad del autor
(TSJ, Sala Penal, “Arcana”, S. nº 425, 20/12/2013).
De allí que tampoco acierta al cuestionar que se ponderó genéricamente la afectación del

patrimonio de la víctima, dado que la consideración del tribunal giró en orden a las

características particulares del inmueble objeto de las maniobras, el que tenía una

extensión de 63 hectáreas y una valuación –al momento del hecho- de un millón de

dólares. El alto valor y las condiciones del mismo jugaron cargosamente en contra de

García.

Por su parte, carece de entidad su crítica sobre la repetición de elementos relacionados

con la afectación a la fe pública, ya que dentro del ámbito de los instrumentos públicos

pasibles de los delitos del Capítulo 3 del Título 12 del Código Penal, es admisible señalar

gradaciones conforme los hechos respecto de los cuales dichos documentos predican fe

pública. Repárese, por ejemplo, que el propio legislador ha seleccionado, en sede de


individualización legislativa, algunos documentos que ha estimado de mayor relevancia

jurídica, asignando una pena más gravosa para su falsificación. Ello ocurre con aquellos “

destinados a acreditar la identidad de las personas o la titularidad del dominio o

habilitación para circular de vehículos automotores” y los equiparados a tales (art. 292,

segundo y tercer párrafos; 293 segundo párrafo CP), que provocan un sensible

incremento de la escala penal respecto de otros instrumentos públicos. Similar situación

se verifica en el ámbito del artículo 295, donde la falsedad del certificado médico es más

castigada “si el falso certificado debiera tener por consecuencia que una persona sana

fuera detenida en un manicomio, lazareto u otro hospital” (TSJ, Sala Penal, “Arcana”,

cit.).

Así entonces, una observación de la normativa en juego, pone de manifiesto que

es posible marcar diferentes “jerarquías” entre los instrumentos públicos, algunas de las

cuales han sido específicamente atendidas por el legislador atribuyéndoles un marco

punitivo más severo. Fuera de esos supuestos expresamente contemplados por el tipo

penal calificado –y que por ende, no podrían ser nuevamente meritadas por el juez para

vigorizar la sanción- no existe ningún obstáculo para que éste, continuando la tarea de

individualización de la pena, resalte la mayor o menor trascendencia de otros

documentos, sin que ello trasgreda la prohibición de doble valoración (TSJ, Sala Penal,

“Arcana”, cit.).

Dicho en otros términos, así como el legislador ha entendido que la falsificación

de un documento de identidad de las personas es más grave que la de una escritura

traslativa del dominio de un inmueble, puede luego el juez señalar que ésta resulta más

grave que la falsificación de otros instrumentos públicos como, v.gr., un certificado

médico destinado al control de ausentismo laboral (TSJ, Sala Penal, “Arcana”, cit.).

Repárese, en este punto, que los hechos juzgados se han dirigido contra el seno del

sistema registral de la Provincia, concebido con el fin primordial de garantizar la

seguridad jurídica para proteger el interés general, el tráfico jurídico y facilitar la

circulación de la riqueza, previniendo conflictos privados que afecten los intereses de


quienes integran el núcleo social (Moisset de Espanés, Luis, Publicidad Registral, 3° ed.,

Zavalía, Córdoba, 2003, ps. 19/22) (TSJ, Sala Penal, “Arcana”, cit.).

b. Tampoco se advierte que las circunstancias que el recurrente señala como “particular

osadía y peligrosidad moral”, sean extraídas de aspectos ajenos al acto y relativos a la

personalidad del imputado, las cuales, en su caso, debían ser ponderadas

necesariamente a su favor.

En efecto, el sentenciante consideró que tales extremos se evidenciaban a partir de la

condición personal del autor (buena situación económica) relacionada específicamente

con la modalidad de comisión del hecho (planificación de una maniobra compleja para la

obtención de un inmueble registral de alto valor). De allí que es claro que las pautas que

se toman para fundar la peligrosidad del sujeto son ligadas a las características del

hecho que se le enrostra y no a aspectos aislados de su personalidad.

Por lo demás, este tribunal a sostenido que existe consenso suficiente en cuanto a
que las circunstancias de mensuración de la pena no computan per se de manera
agravante o atenuante, ni se encuentran preestablecidas como tales. La previsión
del artículo 41 es "abierta", y por ello permite que sea el juzgador quien oriente su
sentido según el caso concreto (Ziffer, Patricia S., obra cit., págs. 100/101; De la
Rúa, Jorge, Código Penal Argentino -Parte General, Depalma, Bs.As., 1997, págs.
698 y 705/706; TSJ de la Pcia. De Córdoba, Sala Penal, “Druetta”, S. nº 259,
02/10/2009; “Piatti Martinez”, S. nº 174, 27/06/2013). Por ello es que no merece
reparo la crítica en orden al valor que debe asignársele a la condición económica
del imputado por cuanto el reproche se orienta a la falta de condicionamientos
económicos para ejecutar una maniobra como la que se le atribuye.
c. En cuanto a la falta de consideración de determinadas pautas de ponderación
requeridas por el casacionista, es opinión de esta Sala que la omisión de valorar
circunstancias fácticas sólo nulifica el decisorio si reviste valor decisivo
(TSJ, Sala Penal, “Mansilla”, A. nº 45, 5/7/1985; “Gudiño”, A. nº 47, 28/5/1996;
“Messori”, A. nº 224, 16/6/99; “Grosso”, S. n° 215, 31/08/07, entre muchos otros)
y pone en evidencia la arbitrariedad del monto de la pena impuesta (TSJ,
Sala Penal, "Lescano", A. n° 251, 21/7/1999; "Sosa" A. n° 95, 16/3/2001; "Medina
Allende", S. nº 12, 8/4/1997; “Grosso”, S. n° 215, 31/08/07, entre muchos otros).
Dicho estándar no ha sido cumplido por el impugnante. En primer lugar, el

recurrente enuncia circunstancias que efectivamente han sido estimadas a favor del

acusado por el tribunal como son que se trata de un hombre mayor (la edad, 62 años),

que carece de antecedentes penales, que realiza actividad laboral lícita, con lo cual su

planteo respecto de tales extremos carece de interés. Pero además, debiendo integrar su

examen con todos los elementos ponderados por el a quo para demostrar la dirimencia

de su embate, no menciona circunstancias sí valoradas como es que el incoado puede y

debe rehacer su vida.

Además, los elementos no meritados específicamente –relativos a sus


circunstancias familiares- pierden dimensión si se toma en cuenta la gran amplitud
existente entre los montos mínimo y máximo de la escala penal en abstracto
correspondiente al delito atribuido al acusado, de la cual surge claramente que en
el balance de razones sopesados por el tribunal de mérito han primado claramente
las atenuantes. Lo cual se tradujo en que la pena resultara bastante inferior a la
media del marco punitivo expuesto. Ello, menos aún, si se toma en cuenta la
reducción que importará la supresión de la pauta del “ánimo de lucro” como
agravante, conforme se dispuso en el punto II.3.B de la presente cuestión.
En función de ello, sumado a las agravantes señaladas, se excluye todo vicio de

arbitrariedad o irrazonabilidad en la pena impuesta.

d. Por otra parte, tampoco luce desproporcionada la sanción impuesta a García

en comparación con la aplicada al acusado Ramón Nicolás Ordóñez. El énfasis de esta

crítica, se centra en que el tribunal de juicio valoró idénticas circunstancias personales y

objetivas –favorables y desfavorables- para ambos coimputados, pero dispuso a su

asistido un castigo mayor.


Aun en el supuesto de que resultaran exactas las condiciones ponderadas por el

juzgador en cada caso, lo cierto es que ello no es condición suficiente para que se

configure la arbitrariedad por los distintos montos de las penas que denuncia el

impugnante, toda vez que tal achaque obvia ponderar la gravitación de los diferentes

marcos punitivos de los dispositivos penales aplicables a cada prevenido: en el caso del

coimputado Ordóñez, la pena fue impuesta en un marco penal que oscilaba en un año el

mínimo y seis años de prisión el máximo, en cambio en García el tope superior era de

nueve años de idéntica especie de sanción. Es decir, sólo si el juzgador hubiese tomado

circunstancias agravantes y atenuantes comunes de los imputados y el marco punitivo

fuese idéntico, la diferencia de los montos, aparecería carente de fundamentación y

lesiva además del principio de igualdad (conf. TSJ, Sala Penal, "Duarte", S. nº 37,

8/5/2001; “Bulik”, S. nº 117, 3/12/2003).

Asimismo dicha comparación pierde sentido si se advierte la reducción que


sufrirá la pena a consecuencia de la indebida consideración como agravante del
ánimo de lucro (ver punto III.3.B.)
e. Tampoco acierta el quejoso al sostener que la ausencia de reiteración delictiva
por parte de García luego de cometida la conducta que funda la condena, pone en
evidencia la innecesariedad de la pena efectiva fundada en razones de prevención
general y especial.
Téngase presente que las necesidades preventivas de la pena surgen en razón de la

comisión del delito atribuido al acusado. De este modo, no lucen a priori relevantes como

elemento morigerante –mucho menos en términos de necesidad– para la ponderación de

la pena concreta la presunta falta de ejecución de nuevos ilícitos durante el tiempo del

proceso, extremo que es considerado para otros institutos que no concurren en el

supuesto bajo examen.

f. En suma, se concluye que el sentenciante a los fines de la fijación de la sanción

concreta ha ponderado debidamente las citadas circunstancias agravantes de este

apartado y no ha omitido atenuantes que resulten dirimentes para incidir en la medida de


la pena. Mucho menos en términos que puedan generar reproches a la racionalidad de la

ponderación formulada.

II.3.D. Finalmente, su queja sobre la procedencia de la condicionalidad de la

ejecución de la sanción privativa de la libertad (conf. art. 26 CP), quedará sujeta a la

fijación de la nueva pena que corresponde a García en función de lo resuelto en la

presente cuestión sobre la indebida consideración del ánimo de lucro como circunstancia

agravante de la pena en concreto.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA DÉCIMO TERCERA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I. Invocando razones que sustentan el motivo formal (art. 468 inc. 2 CPP), el
defensor de la imputada María Laura Pace, cuestiona la pena impuesta a su
asistida por cuanto la misma ha sido arbitrariamente fundada (art. 413 CPP) (fs.
8774 y ss.).
Como cuestión liminar, hace una síntesis de lo ocurrido en la audiencia de debate

durante los alegatos, particularmente, al tiempo en que se planteó, resolvió y subsanó la

nulidad de la acusación del Ministerio Público Fiscal por falta de fundamentación de la

pena, lo cual había importado una afectación al principio de igualdad de armas (fs. 8774

y vta.).

Pero su crítica, en rigor, parte de recordar la motivación de la pena de su

defendida en los autos “Andruchow” y “Enz” y señala que las consideraciones vertidas
son el resultado de un “CORTAR Y PEGAR”. Entiende que el uso de la computadora no

es en sí mismo irregular sino que el incumplimiento de la obligación de los fiscales y

jueces de fundar sus resoluciones, surge por usar literalmente los mismos argumentos

(fs. 8775/8767 bis vta.).

En razón de ello, solicita se declare la nulidad de la sentencia en función de lo dispuesto

en el art. 413 y 468 inc. 2 CPP (fs. 8767 bis vta.).

II.1. En cuanto al agravio descripto, remito por razones de brevedad al estándar de


revisión aplicable al ejercicio de la facultad discrecional de individualizar
judicialmente la pena, ya referido en la cuestión precedente (supra, décimo
primera cuestión, II.1.).
II.2. En lo que aquí resulta de interés, el Tribunal de juicio calificó jurídicamente la

conducta atribuida a la encartada como coautora del delito de falsedad ideológica

continuada –tres hechos- (arts. 45, 55 contrario sensu, 293 CP), figura delictiva que se

encuentra reprimida con una escala penal que oscila entre un mínimo de 1 año y un

máximo de 6 años de reclusión o prisión.

Al tiempo de individualizar la sanción concreta, el iudex consideró a favor de Pace que “

es una persona de 53 años de edad que al tiempo de los hechos carecía de condena

anterior. Además está afincada y tiene una familia a la que contiene".

En contra, valoró que "teniendo una situación económica alejada de la miseria y dificultad

para ganar el sustento propio y de sus hijos, ya que tiene casa propia con ingresos

mensuales a la época de los hechos de entre dos mil y tres mil pesos y trabajando su

marido en la fabricación de muebles a medida y techos de madera, alcanzándoles para

vivir, se involucrara en las acciones ilícitas motivo de juzgamiento, con particular

afectación de la fe pública que atañe a bienes de significativo valor como un campo de

valor millonario en dólares estadounidenses, con implicancias en la seguridad jurídica

que –por su profesión de Escribana- tiene especial obligación de resguardar. Es que el

ejercicio de la función notarial está íntimamente ligada a la preservación de un valor

superior al ser depositario de la fe pública, perjudicando con su acción al Estado, a los


particulares y a la sociedad toda, apreciándose mayor entidad en la censura que le cabe

en virtud de su especial calidad profesional. Se trata de un acometimiento al más sólido

refugio para la seguridad jurídica en las transacciones inmobiliarias. También opera como

agravante su conducta desarrollada luego de ser advertida de la falsedad de su obrar, no

obstante lo cual, despreciando el accionar de la justicia, con pertinaz obstinación delictiva

procura la consumación delictiva en el Registro General de la Provincia y ante su

frustración, vuelve a labrar otra Escritura Pública Falsa intrincando aún más al derecho

de la verdadera propietaria al facilitar la trasmisión de disponibilidad del bien a un tercero

–Petrone-”.

Concluyó que en razón de “naturaleza de los hechos, extensión de los mismos,

habiendo procedido con ánimo de lucro en la comisión de los delitos por lo que debe

imponérsele multa acorde a la gravedad y extensión del daño en los hechos, manifiesto

abuso en el desempeño de su profesión y escala penal conminada en abstracto”,

estimaba justo aplicar al incoado para su tratamiento penitenciario, la pena tres años y

seis meses de prisión, multa de veinte mil pesos e inhabilitación especial para ejercer el

notariado por el doble del tiempo de la condena, adicionales de ley y costas (arts. 5, 9,

12, 22 bis inc. 3º, 20 bis, 29 inc. 3°, 40 y 41 CP y 550 y 551 CPP) (fs. 8646 y vta.).

II.3. El quejoso sostiene que la fundamentación de la sanción privativa de


la libertad impuesta a su asistida en estos autos es ilegítima, por cuanto se
consideraron las mismas circunstancias individualizadoras que al meritar la pena
aplicada a ésta en la causa “Andruchow” que cita.
Sin embargo, una crítica del estilo no pone de manifiesto de qué modo ello

perjudica la situación de la acusada o contradice principio constitucional alguno. La mera

reiteración de elementos de mérito considerados por el tribunal para determinar la

sanción concreta aplicada a un mismo imputado en dos procesos distintos no encuentra

óbice constitucional, ni legal. Ello sin duda en relación con las atenuantes por ausencia

de perjuicio, pero tampoco respecto de las agravantes en la medida que las mismas

encuentren sustento fáctico en la acusación.


Tampoco resulta cierto que las pautas consideradas en sendos casos según las

transcripciones que efectúa sean las mismas por cuanto en autos, la Cámara afirma la

obstinación delictiva por parte de Pace al enredar aún más la situación registral del

inmueble de la víctima mediante la conformación de otro instrumento público referido al

mismo luego de iniciado el proceso penal tendiente a investigar los sucesos ocurridos. Lo

cual sin duda gravitó cargosamente para aumentar el monto de pena ahora impuesto.

Por lo tanto, las críticas reseñadas no muestran que la fundamentación de la pena

impuesta a la acusada María Laura Pace resulta ilegítima, por lo que la misma transita

sin objeciones el control casatorio.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA DÉCIMO CUARTA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I. Con invocación del motivo sustancial (art. 468 inc. 1° CPP), el Dr. Francisco
José Adolfo Lavisse, en su condición de defensor de la imputada María Laura
Pace, recurre la unificación de la pena dispuesta por el tribunal de juicio (fs. 8769
y ss.).
Expone que se unificó la pena con otra que no estaba firme y en contra de lo

decidido con anterioridad por la misma Cámara, en la que se le requirió a la escribana,

desistir una casación para poder así unificar pena y gozar de la libertad condicional.

Añade que con ello el tribunal contraría la teoría de los actos propios (fs. 8771 vta.).
Hace reserva del caso federal (fs. 8770).

II. Sobre el particular, cabe recordar que el sentenciante tuvo como


antecedente para proceder a la unificación de la pena impuesta María Laura Pace
otras sanciones anteriores firmes ya unificadas a saber “Sentencia de
Unificación de Penas nº 42 del 29/11/11 por la que se le impuso la PENA DE
SEIS AÑOS Y CINCO MESES DE PRISION, MULTA DE QUINCE MIL PESOS,
E INHABILITACION ESPECIAL PARA EJERCER EL NOTARIADO POR EL
TÉRMINO DE DIEZ AÑOS”. Ello motivaba que ante esta nueva condena
correspondía una nueva unificación con la Sentencia anterior del 29.11.2011.
A esos efectos el tribunal tuvo en cuenta “las mismas consideraciones que
en favor y en contra tuviera en consideración en aquélla Sentencia que se dictó
conformando pena –entre las cuales cito en favor, que en los autos Aranguren
confesó lisa y llanamente su participación en los hechos, dando muestras de
arrepentimiento. También el hecho de que en su alojamiento carcelario tiene una
conducta y concepto excelente- y en contra mayúsculo reproche corresponde
imputar en la gravísima motivación que guió su accionar –soslayar una orden
judicial derivada de la investigación de una denuncia en sede penal-, lo que
demuestra desprecio por la actuación de la Justicia y, por ende, ausencia de
frenos inhibitorios al respecto, a lo que debo agregar el notable alcance de los
perjuicios irrogados con su accionar, ya que, además del perjuicio económico a
Becillo, -por la convicción generada en la Escritura Pública que ella elaborara-,
ingresaron al inmueble Sergio y Alberto Becchio-, a raíz de lo cual, éstos sufrieron
un proceso penal basado en la imputación de usurpación lo que generó a los
padres engañados por ella y sus cómplices, naturalmente gastos, peleas
familiares, angustias, circunstancias que se comprueban con la declaración de la
empleada policial Fornagueira y los elocuentes dichos de Becchio y Elena Carmen
Rodríguez, ésta última, que luego de referir los perjuicios concluyó en el Debate
de modo harto expresivo sobre lo vivido diciendo, “es injusto”. Además, también
aquellas acciones delictivas han generado conflicto legal entre los verdaderos
propietarios y los Becchio –aún no solucionados- ante las construcciones de
notable valor (alrededor de $ 100.000) que efectuara -como comprador de buena
fe- el mencionado damnificado por el ilícito en el inmueble. Más aún, el perjuicio
mediato que también ocasionó su proceder alcanza a un acreedor de Becchio que
“a posteriori”, el 13/10/05 trabó embargó que se inscribió en el asiento de dominio
del inmueble obrante en el Registro General, medida precautoria que, por la
consecuencia de aquella sentencia –declaración de falsedad de la Escritura de
trasmisión del dominio y supresión del asiento respectivo-, deja sin efecto a aquél.
Computo, también, la naturaleza de los hechos y modalidad empleada que revela
planificación ingenio volcado al mal y método calificado por la intervención de
varias personas entre ellos profesionales. Por otra parte en los autos: “Aranguren,
Juan Carlos” computo en su contra la extensión del daño causado que se
manifiesta en el perjuicio económico ocasionado a los herederos de los titulares
registrables, como así también a los adquirientes de buena fe de los lotes en
cuestión, que en el caso de Mocciardo, llegó a la construcción de una casa y que
por tratarse de una escribana pública su culpabilidad es mayor, repárese que el
delito en cuestión también puede ser cometido por particulares que concurren al
acto, pero por ser depositaria de la Fe Pública es la que lleva la mayor
reprobabilidad, además de la jerarquía de los instrumentos, esto es escrituras
pública de compra venta de inmueble”.
A lo expuesto en aquel fallo de unificación agregó que “el análisis
formulado precedentemente en el caso que es objeto de la Sentencia que
pronuncio en ésta oportunidad, con las evaluaciones en favor y en contra que
consigno “supra” y a las que me remito para evitar inútiles reiteraciones, por lo
que, teniendo presente la naturaleza de los hechos objeto de esta Sentencia de
unificación, modalidad de actuación, acciones delictivas impulsadas y
desarrolladas con ánimo de lucro -por lo que debe imponérsele multa acorde a la
gravedad y extensión del daño-, más, manifiesto abuso en el desempeño de su
profesión y escala penal conminada en abstracto, estimo justo imponerle para su
tratamiento penitenciario la PENA ÚNICA DE OCHO AÑOS DE PRISIÓN,
MULTA DE VEINTIOCHO MIL PESOS, E INHABILITACION ESPECIAL PARA
EJERCER EL NOTARIADO POR EL TÉRMINO DE DIEZ AÑOS, adicionales de
ley y costas (arts. 5, 9, 12, 22 bis, 20 bis inc. 3°, 29 inc. 3°, 40, 41 y 58 CP, 550 y
551 CPP)” (fs. 8646 vta./8647 vta.).
III. En función de lo consignado en el fallo, resultan infundados los

cuestionamientos recursivos en tanto la unificación de la pena se funda en una anterior

sentencia firme que aplicó a Pace una pena única también precedida por un proceso de

ese tipo.

Su cuestionamiento implícitamente desconoce que siendo la sentencia un documento

público que hace plena fe de los actos realizados durante el debate, éstos sirven de

sustento a su conclusión hasta tanto aquélla no sea argüida de falsa (CC, 903; barbera

de riso, María Cristina, "Manual de Casación Penal", Advocatus, Córdoba, 1997, p. 177;

TSJ, Sala Penal, "González", S. nº 9, 09/05/1984; Tomatis”, S. nº 144, 3/06/2009, “Ortiz”,

S. nº 181, 30/07/2010).

En el caso la resolución judicial señala expresamente que las anteriores condenas se

encuentran firmes por lo que la falta de controversia de ello por un procedimiento

redargutorio sobre este extremo, torna ineficaz el agravio. Entonces, la firmeza sostenida

en la sentencia conserva plena validez para sustentar la citada unificación de la pena.

El resto de las circunstancias enunciadas por el recurrente no resultan


dirimentes para evidenciar el yerro incurrido por el Tribunal al efectuar la
operación de unificación. Por lo que, al concurrir los presupuestos exigidos por el
art. 58 del CP –primera hipótesis-, el tribunal debía proceder a la unificación de la
pena impuesta en este proceso con la dictada con anterioridad, que aun no se
encontraba extinguida.
Así voto.
La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA DÉCIMO QUINTA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I. El Dr. Oreste Colavino, apoderado del demandado civil Jorge Oscar Petrone y
GAMA SA, presenta recurso de casación en contra de la sentencia citada (punto
dispositivo X) e invoca el motivo sustancial (art. 468 inc. 1 CPP).
En primer lugar, refiere que adhiere a la totalidad de los argumentos dados por el Dr.

Francisco Lavisse en el recurso de casación interpuesto como defensor del acusado

Petrone. Sostiene que la conducta del acusado es atípica y, por ende, sin

responsabilidad penal por lo que no hay responsabilidad civil, lo que es extensivo a la

empresa GAMA SA.

Además, en relación con esta última, destaca que en los hechos bajo análisis no existen

actos sociales ejecutados por sus autoridades que permitan imputarle consecuencias a la

citada persona jurídica. De este modo, asevera que nunca estuvo el inmueble a nombre

de la misma, no existe ninguna documentación secuestrada que informe y pruebe que el

supuesto accionar de Jorge Oscar Petrone, no haya sido siempre a título personal y

como persona distinta de la empresa sin perjuicio de la ultra intención legal en todo

sentido de Jorge Petrone de incorporar el inmueble oportunamente a la misma (fs. 8851).

Señala que hasta el momento de la detención esa intención se encontraba en

grado de tentativa, que impone la modificación de la participación de Petrone en el hecho

escriturado por Pace para el supuesto de condena (fs. 8851).


Estima que no existe forma de endilgar a GAMA SA los hechos imputados al

acusado, por cuanto no existe relación casual o causal con aquélla. Sostiene que “existe

paralelismo en el tema con el rechazo de la acción que se le hiciera a la actora civil por

cuanto invocó pruebas relacionadas con la empresa a la que pertenece llamada algo

como Cuatro Robles SA, que es persona distinta a la Sra. y en consecuencia y al no ser

dicha empresa la propietaria del inmueble en cuestión es ajena a toda discusión” (fs.

8852 y vta.).

Afirma que la dilucidación de la responsabilidad de Jorge Oscar Petrone en la

causa hará pertinente el rechazo de la acción civil en su contra y de la empresa, razón

por la que solicita así se provea oportunamente (fs. 8852 vta.).

En consecuencia, concluye que corresponde hacer lugar a los planteos relativos a

responsabilidad civil por hecho ilícito y solicita que oportunamente y por las razones

expuestas por el Dr. Lavisse en la defensa penal de Jorge Petrone se ordene su

absolución y el consecuente rechazo de la acción civil presentada en su contra y de

GAMA SA (conf. disposiciones del Código Civil sobre responsabilidad de las personas

jurídicas y físicas, arts. 17 y 18 CN).

Hace reserva del caso federal (fs. 8852).

II. Como cuestión preliminar, el casacionista reitera los planteos


efectuados por la defensa penal del imputado Jorge Oscar Petrone que cuestiona
la fundamentación probatoria de la sentencia en orden a su participación en los
hechos que se le enrostran, en tanto éstos dan base a la responsabilidad civil de
sus mandantes, el nombrado y GAMA SA. Estas objeciones han sido resueltas en
contra de sus pretensiones en la segunda cuestión (ver puntos II.1, II.2 y II.3), a
cuyos argumentos remitimos.
III. Ahora bien, el resto de la crítica recursiva radica en que se ha aplicado

erróneamente la ley sustantiva en tanto que la conducta delictiva de Petrone resultó, en

todo caso, de un actuar a título personal y no como representante de la empresa GAMA

SA, por lo que esta última no debe responder civilmente por los actos ilícitos atribuidos a
aquél en ese carácter. Aclárese que el impugnante no ha puesto en la mira de su planteo

la procedencia de la responsabilidad de las personas jurídicas por el hecho de sus

representantes, lo que no será objeto de análisis en esta sede.

Adelantamos que el recurso interpuesto no puede prosperar.


1. En ese sentido debe destacarse que, desde lejanos precedentes (“Brizzio”,
8/8/41 y hasta la actualidad “Videla”, A. n° 8, 7/02/06, por citar sólo algunos), esta
Sala ha dicho que cuando se recurre por el motivo sustancial de casación, se
coordina la interpretación unitaria de la ley de fondo, sometiendo la interpretación
de la ley al más alto Tribunal de la Provincia y ante el cual la causa llega con los
hechos del proceso definitivamente fijados, para que solamente se juzgue de la
corrección jurídica con que han sido calificados.
En nada empece a este criterio jurisprudencial la doctrina sentada por la CSJN en

autos "Casal, Matías Eugenio y otro" (res. del 20/9/2005), en el sentido de que, a la luz

del derecho a recurrir, consagrado a favor del condenado en tratados internacionales con

jerarquía constitucional (art. 8.2.h. C.A.DD.HH.; art. 14.5 P.I.DD.CC.PP., en función del

art. 75 inc. 22 C. Nac.), el recurso de casación debe ser interpretado y aplicado de

manera tal que permita con relativa sencillez al tribunal de casación la revisión integral

del fallo recurrido.

Es que, cuando el recurrente se aparta ostensiblemente de los argumentos

probatorios que sustentan la decisión impugnada, en resumidas cuentas está

construyendo un objeto impugnable aparente, que nada tiene que ver con la decisión

contra la que dirige -en definitiva- su reproche, lo cual, como dijimos, perjudica

insanablemente la procedencia formal de la casación (TSJ, Sala Penal, "González", S. N°

19 del 26/02/09; "García", S. N° 157 del 14/06/10).

2. Así las cosas, debe señalarse que el sentenciante consideró probado que el
imputado Petrone actuó en la maniobra ilícita pergeñada y ejecutada en distintos
tramos que involucraron además la intervención de diferentes escribanos y
testaferros, e incluso el ingreso violento al predio de la víctima por parte de uno de
estos últimos –García-. Todo ello estuvo motivado en las necesidades de provisión
de agua de otro emprendimiento inmobiliario de la compañía ladero al campo
apropiado, lo cual a todas luces muestra que el imputado actuó en beneficio de
GAMA SA, que en última instancia también lo redituaría.
Tales circunstancias se desprenden de los hechos descriptos y de la

fundamentación probatoria considerada en la segunda cuestión, punto II.1 y 2. Así,

recuérdese que las propuestas de compra de tierras formuladas a Luis Hermida Adrogué

–sobrino de la víctima- en dos oportunidades (aproximadamente en agosto 2005 y

febrero de 2006) fueron formuladas a instancias de Petrone en su carácter de presidente

y representante de la firma y también con la intermediación de personal propio de la

empresa (Huergo y Bustos) o vinculado con ella (Nemirowski) (ver punto II.2.A).

Asimismo, la adquisición del inmueble de la víctima tenía en miras satisfacer las

necesidades acuíferas del desarrollo urbano “La Arbolada”, emprendimiento llevado

adelante por la citada compañía (punto II.2.B).

Del mismo modo, Petrone intervino como representante de la firma en todos los
documentos públicos y privados firmados con el resto de los coimputados en los
sucesivos negocios jurídicos instrumentalizados para lograr sustraer la titularidad
registral de Munist de Ruiz Orrico. Así, en el compromiso de venta firmado en la
escribanía Vaca Olmos figura que “en la ocasión, firman Diego Gastón
Oxandaburu y Jorge Oscar Petrone representando a Gama S.A. un
COMPROMISO DE COMPRAVENTA DE INMUEBLE…”, acuerdo privado que es
reiterado el 13.07.06 “entre Diego Gastón Oxandaburu y Gama S.A.
representada por Jorge Oscar Petrone (fs. 3458) por los inmuebles de causa”.
En idéntico carácter, concurrió al acto de la firma de la escritura pública nº 63 en el
Banco Julio y dicho rol fue el especificado en la escritura pública nº 123 labrada
por la escribana Pace “a través de la cual OSCAR ABELARDO GARCÍA confería
Poder General Amplio de Administración y Disposición a favor de la razón social
GAMA S.A., suscribiéndolo JORGE PETRONE en su calidad de Presidente de la
firma, facultándolo para que en su nombre y representación realizara actos de
administración sobre el inmueble”. Finalmente, La Cámara afirma que “el 24/08/05
Diego Gastón Oxandaburu, Oscar Abelardo García y Gama S.A.
representada por Jorge Oscar Petrone, a instancias de éste, suscriben una
DECLARACIÓN a raíz de denuncia que hiciera Susana Clotilde Munist de
Ruiz Orrico” en la que mantienen la realidad operatoria entre ellos y asumen
proporcionalmente los riesgos de dicha situación (punto II.2.D.b, c y d, E).
Por su parte, la entrada violenta de García al inmueble de la víctima fue ejecutada
junto a personal y con recursos materiales propios de la compañía (vehículos y
una casilla con su logo).
Lo expuesto ha sido explícitamente fijado por el sentenciante cuya fundamentación

fáctica ha transitado intacta el control casatorio según las consideraciones vertidas en la

segunda cuestión.

En ese marco, se advierte que el recurrente desconoce los hechos probados en el fallo

que claramente vinculan la actividad de Petrone como representante de la empresa

GAMA SA de la que es titular. De allí que, como en el caso, una impugnación que invoca

el motivo sustancial desconociendo los hechos que sustentan la causa debe rechazarse

en tanto contradice las razones que habilitan la procedencia de la vía intentada.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA DÉCIMO SEXTA CUESTIÓN:
La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I. El Dr. Oreste Colavino, apoderado del demandado civil Jorge Oscar Petrone y
GAMA SA, objeta la fundamentación del daño moral expuesta en la sentencia
citada (punto dispositivo X) invocando razones que fundan el motivo formal de
casación (art. 468 inc. 2 CPP).
Se agravia que en el fallo se premia a la actora civil con las costas relativas al rubro daño

moral, pues ésta ha sido negligente en la producción de la prueba – se tiene por

acreditado dicho rubro sin elementos probatorios, como por ejemplo surgirían de

dolencias, tratamientos, internaciones, etc.-. Ello viola el principio de la carga de la

prueba y afecta el derecho de propiedad de Jorge Oscar Petrone, de modo tal que mide

con distintas varas lo que debe considerar con una sola, en tanto rechazó el reclamo por

pérdida de chance por inexistencia de prueba que la acredite lo que no consideró en este

otro aspecto.

En razón de lo expuesto, concluye que corresponde hacer lugar a los planteos relativos a

los principios de carga de la prueba y responsabilidad civil por hecho ilícito, y el

consecuente rechazo de la acción civil presentada en contra de Jorge O. Petrone y de

GAMA SA (fs. 8851 vta./8852).

II. El núcleo del gravamen traído por el recurrente reside en determinar si la conclusión

del fallo en orden a la procedencia del monto mandado a pagar en concepto de daño

moral resulta arbitraria por carecer de la debida fundamentación, más allá del

cuestionamiento que efectúa a la imposición de costas por dicho rubro, lo cual en

definitiva está condicionado a su procedencia.

Queda claro, por lo demás, que no ha sido objeto de embate ni el monto dispuesto, ni los

intereses aplicados sobre el mismo, por lo que no serán motivo de análisis en esta

instancia.

1. Al respecto, esta Sala ha reiterado en varias oportunidades que, según la ley, toda

resolución debe estar debidamente fundada (arts. 155 Const. Pcial., 142, 408 inc. 2º y

413 inc. 4º CPP). La ley procesal, reglamentando expresas normas constitucionales (art.
18 CN y 155 Const. Pcial.) y como garantía de justicia, exige la motivación adecuada

de las resoluciones conforme a las reglas de la lógica, de las ciencias y de la

experiencia. Fundar o motivar las decisiones importa el consignar por escrito las

razones que justifican el juicio lógico que ella contiene (TSJ, Sala Penal, S. nº 1,

"Feraud", 16/2/61; más recientemente, S. nº 16, 20/3/98, "Altamirano”; S. nº 28, 7/4/98,

“Algarbe”), siendo dicha inobservancia sancionada con nulidad (TSJ, Sala Penal, "Zaya",

S. 69, 16/8/00).

2. Ahora bien, ajustando estos conceptos a lo que constituye materia de


agravio, esto es, la motivación que deben observar las sentencias a la hora de
precisar el monto correspondiente al daño moral, este Tribunal tiene dicho que la
discusión del ejercicio de las facultades discrecionales del tribunal de sentencia,
conforme a la facultad delegada por el art. 29 del CP, como lo es la
determinación del monto del daño moral, constituye un motivo de casación,
siempre que se trate de un ejercicio arbitrario de dicha potestad (TSJ, "González",
A. n° 66, del 12/11/84, pub. SJ, n° 567; "Urbano", A. n° 61, del 8/10/85, pub. SJ n°
599; "Maggione", A. n° 77, del 19/11/85, pub. SJ n° 599; "Delgado", A. n° 13, del
15/4/86, SJ n° 612; "Sosa", S. n° 57, del 6/12/96; "Garza", A. 42, 11/3/98).
Y dentro de ese estrecho margen de recurribilidad, común a todas las
facultades prudenciales del Juez de mérito, se ha fijado el estándar de control
casatorio en los supuestos de falta de motivación de la sentencia, de
motivación ilegítima o de motivación omisiva (TSJ, Sala Penal, "Carnero", A. nº
181, 18/5/99; “Esteban”; A. n° 169, 5/6/00, "Gallardo"; A. n° 95, 16/3/01, "Sosa"; A.
n° 218, 29/7/02, "Ramazzotti"; entre otros).
Se ha sostenido, en este sentido, que el ejercicio de estas facultades

discrecionales se encuentra condicionado sólo a que la prudencia pueda ser

objetivamente verificable y que la conclusión que se estime como razonable no

aparezca absurda respecto de las circunstancias de la causa, extremo éste

demostrativo de un ejercicio arbitrario de aquellas potestades (TSJ, Sala Penal, S. n° 3,


11/2/00, Dipalma”, S. nº 162, 7/11/2006; entre otros).

3. Delimitado de este modo el marco dogmático y jurisprudencial que ciñe el

análisis del agravio traído por el impugnante, adelanto desde ya mi opinión en sentido

desfavorable para su pretensión, pues el tribunal de mérito ha cumplimentado la

obligación de motivar la sentencia según los estándares señalados.

A. En efecto, el sentenciante primeramente circunscribe la base de dicho


reclamo al sostener –luego de caracterizar el daño moral- que en “el caso bajo
examen, se reclama la reparación del daño moral sufrido a raíz de la delincuencia
cometida que significó la privación ilícita de la propiedad de dos de sus inmuebles.
Afirma que sufre y sigue sufriendo la angustia e impotencia provocada por la
noticia imprevista, en primer lugar que se había invadido su propiedad, y
posteriormente de llegar al punto de ofrecerse su inmueble para hipotecarlo,
dependiendo dicha eventualidad tan solo “de la actuación de un empleado del
Registro para no producir la afectación”. Que ello provocó en su mandante, un
enorme dolor, aflicción e impotencia, y miedo cierto de perder parte de su
patrimonio, lo cual le produjo mucha angustia, más aun cuando comprobó que sus
firmas habían sido falsificadas”.
Refiere luego que el codefensor de Jorge Oscar Petrone y representante de la civilmente

demandada, Gama S.A., cuestiona la prueba de tales circunstancias en tanto no existen

elementos de convicción suficiente que las sustenten.

En ese marco, el juzgador estima que “tanto con relación a la delictiva maniobra

de apropiación de sus tierras, cuanto a los padecimientos que ello le produjo, ha quedado

suficientemente acreditado al tratarse la primera cuestión de la presente –a lo que, por

corresponderse en un todo con lo aquí analizado, me remito brevitatis causa-” (fs. 8667).

Además, en orden a este rubro, ha ponderado especialmente “las testificaciones

vertidas en el Debate por su prima María Mathieu, su amiga Mónica Brown y su hijo Juan

Enrique -muy claros y específicos los tres sobre este particular”.


Sobre tales aspectos, reseña que la prima de la víctima María Isabel Mathieu, entre otra

precisiones, expresó que sabía que “esto de la usurpación la afectó muchísimo, tuvo

mucho miedo, fue una cosa muy desagradable, era un campo que heredó de su hermano

Quique y se ve que para ella tenía un valor muy importante económico, sino que además

para ella representaba un legado de su hermano. La afectó muchísimo, yo sé que la

última vez que estuvo acá se tuvo que volver a Buenos Aires y la tuvieron que internar

esa noche, se olvidó de que había venido acá, le hizo muchísimo daño todo esto, tenía

mucho temor por todas las cosas que pasaron. … Sé que sí lo vendió al campo, yo diría

que la alivió de una cosa que venía tan difícil, la tenía tan mal, que yo creo que era lo

mejor que podía hacer. Venía difícil todo este asunto, todo esto la angustió tanto ... Yo,

conocimiento tuve de este problema, le diría el mismo día, Luisito le avisó y ella viajó

para acá, a Córdoba … Esa vez que yo recuerdo cuando primero afrontó todo eso y a la

noche, estaba desesperada, hablamos del tema un montón de veces, y lo mal que la

tenía todo eso, y la sigue teniendo, sigue muy nerviosa, preocupada, mal, ayer le

estuvieron haciendo estudios, antes de que hablé con ella, hablé con la hija y estuvo

buscando los resultados que le habían hecho, me parece que se hizo estudios

neurológicos … El problema que tuvo en el campo, era que le habían usurpado el campo,

ése era el problema ... Ella estaba preocupada y quería defenderlo de cualquier manera,

le preocupaba los gastos en que se iba tener que meter con todo esto, pero ella lo quería

salvar, recuerdo que la llamaban que tenía que venir para Córdoba, tenía que viajar, la

preocupación que tenía era que le quisieran sacar una cosa de ella. Además tenía gastos

porque tenía que estar viniendo de golpe para Córdoba, volver a irse a Buenos Aires,

contratar cosas referentes a estos. El problema para ella era que le quitaran el campo. El

miedo que ella tenía era que se lo quitaran al campo, que le ganaran y se lo quitaran al

campo, que se lo pudieran quitar...”.

En similar sentido, se aluden a los dichos de su amiga Mónica Luz Francisca Brown

quien dijo que “…yo he visto que Susana hace 8 años que está con esto y ha sufrido

bastante con este problema por una injusticia que se le ha hecho ... fue una sorpresa
enorme saber que se había metido gente ahí adentro, fue una cosa que a Susana le dolió

mucho … Esta última parte Susana ha sufrido muchísimo porque fue un daño físico y

moral, el que ella sufrió ... Al tiempo de los hechos estaba re preocupada, era una cosa

que la shockeó, estaba indignada porque una persona que se meta en una propiedad de

otro le molesta, Susana estaba indignada por el hecho, … estaba re triste, re

preocupada, ella se sentía perjudicada, la vi mal, la vi preocupada la vi triste, indignada.

Susana la última vez que estuvo acá en Córdoba declarando, tuvo un acontecimiento

muy feo le subió la tensión a más de 18 y de acá fue a Buenos Aires, y estuvo internada

en el Matter Dei, y después le hicieron un montón de estudios neurológicos, estuvo muy

mal, gracias a Dios ahora está bien, pero estuvo muy mal, fue un momento espantoso ...

Sé que ha tenido altibajos, porque estaba muy preocupada … al principio tuvieron todo

ese problema, y luego lo vendió al campo, lo necesitó vender por todos los problemas

que había tenido…”.

Finalmente, se cita el testimonio del hijo de la víctima, Juan Enrique Ruiz Orrico, quien

manifestó que “…toma medicación por problemas de insomnio y además toma

ansiolíticos y para la depresión. Se volvió normal y habitual su ansiedad y depresión que

no existían antes del 2005, para mí, es posterior a este hecho. Tal vez esto no me

afectaría tanto a mí como a ella, que es viuda, vive sola y va a cumplir 70 años de edad;

para ella fue un perjuicio a la salud muy grande … sé que toma medicación … ”.

En razón de lo expuesto, la Cámara considera que “puede fácilmente inferirse el

padecimiento espiritual de la actora que efectivamente de modo imprevisto supo de la

invasión de su propiedad por quienes se decían sus dueños, angustia y mortificación que

sin dudas se acrecentó al exhibírsele la escritura traslativa de dominio en la que se había

falsificado su firma. De todo ello ha surgido la certeza necesaria tras el análisis de la

prueba descripta en la primera cuestión. Ninguna duda ha quedado que la nombrada no

solo era la legítima propietaria y única titular dominial de las tierras, sino también, que las

poseía en forma pacífica, continua e ininterrumpida. Claro está, ello hasta la concreción

del entramado delictivo en el que de consuno intervinieron, entre otros, los imputados
codemandados. La privación en el uso y goce de los bienes son la típica manifestación

del daño moral, que se agrava si además se reviste el carácter de propietario, pues la

vinculación espiritual con la cosa es más intensa. Relación afectiva acrecentada en el

sub juicio, atento haber heredado la demandante la parte de su hermano fallecido en un

accidente; lo cual fue, precisamente, lo que antes del delictivo desapoderamiento de sus

tierras, la movía a no venderlas”

Entonces, concluye que “corresponde hacer lugar parcialmente a la demanda civil


entablada por Susana Clotilde Munist de Ruiz Orrico, en contra de los imputados
Alfredo Miguel Enz, Diego Gastón Oxandaburu, Oscar Abelardo García, Jorge
Oscar Petrone, y de la empresa Gama S.A., en su carácter de demandados
civilmente responsables; y en consecuencia, se deberá condenar a éstos a pagar
solidariamente a la primera, en concepto de indemnización por daño moral
causado por el delito, la suma reclamada, con más sus intereses, que al día de la
fecha asciende a ciento noventa y siete mil trescientos dieciocho pesos con
diecisiete centavos (197.318,17$)” (fs. 8667/8669).
B. La afectación al patrimonio de la víctima provocada por la serie de maniobras
articuladas por el demandado en representación de su empresa basta para dar
por acreditado el daño moral. Recuérdese que esta Sala ha afirmado que dicha
lesión consiste en una modificación disvaliosa del espíritu, del desenvolvimiento
de su capacidad de entender, querer o sentir, derivada de una lesión a un interés
diferente de aquel que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de éste y
anímicamente perjudicial (Pizarro, Daniel R., "Caracterización y contenido del
daño moral", en AA.VV., Daño moral, Alveroni, Córdoba, 1994, p. 26; Zavala de
González, Matilde, Resarcimiento de Daños -Daños a las personas (integridad
sicofísica)- T. 2a, Hammurabi, Bs.As., 1990, pág. 36; "Faraig", S. nº 22, 7/4/2000;
"López", S. nº 21, 10/4/2003; “Gutiérrez”, S. nº 229, 3/09/2008; SCBsAs, "Colman,
Carlos R. y otro c. Clínica del Niño de La Plata S. A. y otros", 20/09/1994).
Asimismo, este Tribunal tiene dicho que, en materia de responsabilidad
extracontractual, el daño moral no requiere prueba directa y se infiere, por lo
común, in re ipsa a partir de una determinada situación objetiva y siempre que
esta permita deducir un menoscabo en la afectaciones legítimas de la víctima
(TSJ, Sala Penal, “Nicolini”, S. n° 32, 20/05/2002; “Balzarini”, S. nº 232,
30/08/2011). Es claro, entonces, que la inexigibilidad de cualquier otra prueba
para acreditar esa clase de perjuicio dimana directamente de la existencia
inconcusa de una consecuencia disvaliosa en la subjetividad de la persona,
producto de la acción antijurídica (TSJ, Sala Penal, “Menghi”, S. nº 193,
1/08/2008).
C. Sin perjuicio de ello, el sentenciante ha considerado además una serie
de testimonios que dan cuenta de las concretas aflicciones vividas por la actora
civil luego de conocidos los episodios delictivos. No es imperativo para la
acreditación de dichos extremos la constatación documental o pericial de las
dolencias de la demandante como la que exige el recurrente, desde que, como es
sabido, en virtud del principio de libertad probatoria que rige en nuestro sistema
legal (art. 192 del CPP), todos los hechos y objetos del proceso pueden ser
acreditados por cualquier medio de prueba (TSJ, Sala Penal, “Capiello”, A. nº 53,
14/3/2000; “Tabares”, S. nº 137, 26/05/2010; entre otros), salvo las excepciones
previstas por las leyes.
4. En suma, teniendo en miras las consideraciones del tribunal, la objeción
casatoria carece de toda base argumental por cuanto niega que existan elementos
de prueba referidos a la existencia de un daño moral sin hacerse cargo de las
razones expuestas, las cuales tampoco lucen arbitrarias por insuficientes o
ilegítimas.
Así voto.
La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:
La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA DÉCIMO SÉPTIMA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

I.1. El Dr. Lucas Colazo, defensor del imputado Ramón Nicolás Ordóñez, recurre
la sentencia invocando el motivo sustancial previsto en el primer inciso del artículo
468 del CPP, en tanto estima que las costas, a raíz del desistimiento de la acción
civil, debieron ser a cargo de la actora (fs. 8739).
Considera que debió aplicarse el artículo 108 primer párrafo, última parte, del

CPP y 130 primera parte del CPCC, toda vez que ni la sola mención de razones

plausibles ni de la condena penal de Ordóñez son suficientes para hacerlo cargar con las

costas.

Explica que en el caso no se concretó la demanda en contra de su representado, a raíz

del desistimiento formulado al final del plenario. La mera alusión a que la acusación fue

oportunamente confirmada por el Juez de Control y la Cámara de Acusación en nada

influye sobre una cuestión que debe correr por carril separado en esos momentos –por

ser accesoria- ya que será la Cámara del Crimen la que admita o no la calidad de actor y

con ello, el análisis de admisión de la acción civil. Asimismo, en los autos “Andruchow”,

en análoga situación, dispuso que el actor civil soportara las costas, por lo que no existen

razones objetivas para apartarse de dicha solución (fs. 8740 y vta.).

Agrega a lo expuesto que, habiendo tenido el actor la real oportunidad de dar por

desistida la acción civil de manera expresa durante todo el trámite del juicio, no lo hizo y

esperó a las conclusiones finales. En consecuencia, debió imponerse las costas al actor

civil y tomar eventualmente, como base regulatoria, el monto de la demanda que


finalmente hizo lugar, esto es, $197.318,17 y regular honorarios en función del art. 45 de

la ley 9459 ya que existió demanda, diligenciamiento de prueba y conclusiones finales

(fs. 8741 y vta.).

I.2. El Dr. Milton José Parola, defensor de Diego Gastón Oxandaburu,


presente recurso de casación en contra de la sentencia citada (punto dispositivo
X) y aduce agravios que entiende encuadran en el motivo sustancial y formal (art.
468 inc. 1 y 2 CPP).
En concreto, el recurrente sostiene que la conclusión sobre la aplicación de las

costas resulta carente de fundamentación lógica y legal y viola el principio de

congruencia (arts. 468, 551 correl. y cc. CPP). Advierte que la resolución en este punto

resulta violatoria del principio constitucional de igualdad ante la ley, del derecho de

propiedad y defensa en juicio (arts. 16, 17 y 18 CN) (fs. 8777 vta.).

Refiere que si bien el juez está facultado a eximir de costas al vencido cuando hay mérito

para ello, ésta configura una atribución excepcional. Añade que el caso de autos no

integra aquellas causales contempladas en la doctrina y la jurisprudencia para repartir las

costas por el orden causado, las que enuncia seguidamente.

Considera que no basta la mera creencia subjetiva o personal para que prospere

la excepción a la regla general, sino que deben existir razones objetivas para litigar que

demuestren fehacientemente que el demandado pudo creerse con suficientes motivos

para hacerlo. Cita doctrina y jurisprudencia en ese sentido (fs. 8778 y vta., 8781 y vta.).

Alega que los apoderados de la actora al formular la demanda civil eligieron a los

demandados en función de su capacidad económica (sabía quiénes podían pagar), y del

mismo modo conocían que por las pericias y pruebas aportadas a la causa el reclamo en

orden al daño material por pérdida de chances no iba a prosperar. En ese marco, podrían

haber desistido pero lo mantuvieron con la idea de que tenían una oportunidad de que el

tribunal les hiciera lugar (fs. 8779, 8781).

Estima que dicha actuación no es ajustada a derecho ni debía prosperar lo resuelto por

cuanto de ser así el demandante vencido no tendría consecuencias respecto de su


petición ineficaz. Contrariamente, señala que “encontró en el Tribunal el aliado necesario

que le subsanara su error”, esto es “le allanó el camino a los fines de no imponerle

costas” mediante una fundamentación sin lógica jurídica y apartada de toda legislación

vigente en la materia y violatoria de principios constitucionales (fs. 8779).

Sostiene que la resolución importa hacer cargar sobre el vencedor del pleito las

costas del triunfo de la defensa de sus intereses, lo que le ocasiona un perjuicio

irreparable atento que éstas fueron impuestas por su orden (fs. 8779 vta.).

Hace consideraciones sobre el contenido de las costas, las reglas para disponerlas y las

excepciones, siendo que estas últimas deben interpretarse restrictivamente (fs. 8779

vta./8780, 8780).

Afirma sobre la eximición de costas que “para la procedencia de la misma es

menester una fundamentación autónoma que la sustente, basada en circunstancias

reales y comprobables en la causa, pues la simple invocación de lo injusto de la

aplicación de costas por la parte perdida, y que existen razones más que suficientes para

eximir al actor por la porción en que ha sido parcialmente vencido, no son

suficientemente sólidos, desde que no se adaptan al litigio concretamente”, y no bastan

para el apartamiento del principio objetivo de la derrota (fs. 8790).

Trae a colación que numerosos fallos de la CSJN y este Tribunal Superior fijan

las condiciones para que proceda la excepción de la regla general del vencimiento

objetivo, citando sólo algunos sumarios al respecto.

En función de lo expuesto, pide que en orden al daño material se condene a la

vencida por las costas sosteniendo que carece de fundamentación la decisión que las

impone por el orden causado (fs. 8780 vta., 8781 vta.).

Hace reserva del caso federal (fs. 8785).

I.3. El Dr. Oreste Colavino, apoderado del demandado civil Jorge Oscar
Petrone y GAMA SA, objeta la imposición de costas a sus asistidos por el rubro de
daño material e invoca razones que fundan el motivo sustancial de casación (art.
468 inc. 1 CPP).
Al respecto, señala que se impusieron costas por su orden en relación con el rechazo del

rubro daño patrimonial y a sus mandantes en orden a la admisión de la demanda por el

daño moral. Esta decisión, expresa, viola el principio de vencimiento de costas dispuesto

en el art. 130 del CPCC y no se justifica dicha lesión al decirse que se tuvo razón

plausible para litigar cuando la misma resulta de la simple afirmación sin prueba, ni

razonamiento o fundamento que lo avale (fs. 8851 vta./8852).

II. De la atenta lectura de los libelos recursivos, se advierte que las críticas a la decisión

sobre imposición de costas devengadas de la acción civil hacen pie en dos cuestiones

diferentes: una relativa a su indebida eximición a la parte vencida por desistir la acción

civil en relación al acusado Ordóñez, y la otra vinculada a la consideración de la

existencia de una razón plausible para litigar a los efectos de imponer costas por el orden

causado en cuanto al rubro de pérdida de chance desestimado.

En relación a ambos aspectos el sentenciante expuso que “En este punto


repárese que el rubro acogido (daño moral) pudo haber prosperado por una suma
mayor a la peticionada, con lo cual se habría reducido significativamente la
diferencia existente entre la demanda global y condena. No obstante, la exigencia
del ajuste de la sentencia a la estimación final de los montos de la indemnización
efectuada en el alegato, en cumplimiento del principio de congruencia, condujo a
otorgarla sólo hasta el importe de lo peticionado. Ello pone en evidencia la
iniquidad que significaría imponer costas a la víctima por la parte de su pretensión
que en definitiva no prospera. Por todo lo expuesto, aun partiendo de la tesis de la
distribución proporcional de costas, considero que existen razones más que
suficientes para eximir al actor por la porción en que ha sido parcialmente vencido
[daño material-pérdida de chance], debiendo ser soportadas íntegramente por los
demandados, salvo en lo que respecta a los honorarios de los peritos de control
que serán a cargo de la parte proponente (art. 47 CA). Bajo las mismas
consideraciones y atento haber existido razones plausibles para litigar, en cuanto
a la no concreción de la demanda en contra de los coimputados María Laura Pace
y Ramón Nicolás Ordóñez –quienes, por otra parte, resultaron condenados
penalmente en la presente- las costas a su respecto deben imponerse por el
orden causado (arts. 108 del CPP y 130 parte 2da. del CPC)” (fs. 8669).
En suma, el sentenciante impuso las costas de la demanda civil a todos
imputados devengadas por el rubro daño moral y, aun teniendo en cuenta la tesis
de la distribución proporcional de ellas, dispuso su eximición a favor del actor civil,
a pesar de ser vencido en el rubro pérdida de chance.
III. Sobre la eximición de costas al desistente de la acción civil, deba
señalarse que este Alto Cuerpo tuvo ocasión de resolver la cuestión en los autos
“Montiel”, S. n° 60, 28/6/2001 argumentos que reiteraremos en esta oportunidad
por su aplicación al caso bajo examen.
En dicho precedente, se sostuvo que el artículo 108 del Código Procesal Penal de

Córdoba establece, en su primer párrafo, que el actor civil podrá desistir de su demanda

en cualquier estado del proceso, quedando obligado por las costas que su intervención

hubiera ocasionado.

Se trata éste de un derecho que la ley reconoce al damnificado directo del


hecho objeto del proceso, que puede el mismo ejercer de modo expreso o tácito y
que materializa la voluntad del actor civil de no continuar el ejercicio de la acción
civil, impidiendo el dictado de una resolución jurisdiccional que se expida sobre el
fundamento de la pretensión resarcitoria que se hace valer. Ello, obviamente,
perjudica insalvablemente que, respecto de esa pretensión, alguna de las partes
civiles resulte "condenada" o "vencida" en relación con la acción que ejerce.
Lo apuntado torna evidente que el reclamo del impugnante debe proceder.

En efecto, la aplicación al caso del el artículo 551 primer párrafo de la ley de rito antes

mencionada -que establece que las costas serán a cargo del condenado, pero el Tribunal

podrá eximirlo total o parcialmente, cuando hubiera tenido razón plausible para litigar-

resulta errada. Ello es así, toda vez que la misma contiene una regla para la imposición

de costas que atiende al supuesto en que el órgano jurisdiccional ha dictado sentencia


poniendo fin al proceso (CPP, art. 141), tanto en relación con la acción penal como a la

acción civil que, eventualmente, se hubiera deducido. No es otra la interpretación que

habilita el primer párrafo de esa norma, mediante su alusión al "condenado.

Tampoco empece lo dicho, la aplicación del segundo párrafo del nombrado artículo 551,

que dice aplicables para la cuestión de las costas respecto de la materia civil ventilada en

proceso penal, las normas del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia. Es que

ese digesto dispone en su artículo 130, en tanto principio general vinculado con la

imposición de costas, que la parte vencida será condenado al pago de las costas del

juicio, aunque la contraria no lo haya solicitado, a menos que el tribunal encontrare mérito

para eximirla total o parcialmente, debiendo, en este caso, fundar la resolución. Vale

decir, reproduce, en lo sustancial, la regla contenida en el artículo 551 de la ley penal,

que, según ya dijimos, se refiere al caso de procesos en los cuales se ha dictado

sentencia que pone fin al proceso, respecto de cualquiera de las pretensiones que en el

mismo se han hecho valer.

De todo lo dicho se sigue que la Juez a quo ha solucionado la cuestión justiciable

desconociendo la regla de derecho que resultaba aplicable al caso, esto es, la del

artículo 108, CPP. Esa disposición, por su parte, y según se advierte de su propia

redacción, no consagra una conducta facultativa del Tribunal sino una obligatoria, desde

que se erige en un deber del Tribunal imponerle las costas que su intervención hubiere

causado al actor civil que desiste de su acción, puesto la propia ley establece que por

ellas queda el demandante obligado. Su aplicación obligada sólo se excepciona ante el

acuerdo de las partes sobre otro modo de disposición de las costas, atento su naturaleza

disponible.

Repárese que cuando la ley ha pretendido consagrar facultades -es decir,

acciones que puede tanto realizar como no hacerlo- del Tribunal lo ha hecho mediante

expresiones tales como la del propio artículo 551 del Código Procesal Penal ("...el

Tribunal podrá eximirlo total o parcialmente..."), o las de los artículos 105 ("...el Tribunal

podrá rechazar y excluir de oficio, por decreto fundado, al actor civil cuya intervención
fuere manifiestamente ilegal..."), 191 ("Cuando un Tribunal de Alzada declare la nulidad

de actos cumplidos por uno inferior o un Fiscal, podrá disponer su apartamiento de la

causa..."), 273 ("...el Tribunal, podrá decretar la incomunicación del detenido, cuando

existan motivos -que se harán constar- para temer que entorpecerá la investigación..."),

312 ("...se podrá ordenar el secreto, por resolución fundada, siempre que la publicidad

ponga en peligro el descubrimiento de la verdad"), etcétera, del mismo digesto.

Conforme a lo expuesto, el sentenciante ha aplicado erróneamente la normativa

vinculada a las costas que deben imponerse al actor civil que desiste de su acción. De

modo tal, que corresponde hacer cargar con ellas a la demandante en relación a la

instancia civil presentada en contra del acusado Ordóñez según lo dispuesto en el art.

108 CPP.

Atento que la acusada Pace también fue condenada en costas civiles cuando la

demandante desistió en relación a ella dicha pretensión, debe extenderse a su respecto

la solución de la presente cuestión y, en consecuencia, eximirla del pago de las mismas

por cuanto tampoco la nombrada es legitimada pasiva del pago de acuerdo a los

argumentos dados (conf. art. 452 CPP).

IV. Sobre la imposición y distribución de las costas civiles a los


demandados corresponde señalar, en primer lugar, que con arreglo a la
jurisprudencia invariable de esta Sala (sostenida desde "Paredes", 26/05/1972),
una vez que se declara abierta la competencia por la vía del motivo sustancial de
casación, este Tribunal tiene la potestad para efectuar la correcta solución jurídica
del caso bajo examen, aun valiéndose de argumentos distintos de los esgrimidos
por el impugnante, siempre que deje incólumes los hechos fijados por el a quo en
la sentencia de mérito, que no viole la prohibición de la reformatio in peius y no
vaya más allá del agravio presentado.
IV.2. En lo que es materia de agravio, cabe recordar que también es
doctrina consolidada de esta Sala que el criterio general que emana de los
artículos 551 del CPP y 130 del CPCC, es el denominado principio objetivo de la
derrota: las costas se imponen al vencido, esto es, a quien obtiene un
pronunciamiento adverso a su pretensión (S. n° 11, 24/02/05, “Tamaín”; S. n° 41,
17/05/06, “Berardo”, entre muchos otros).
Según dicho criterio, las costas se imponen al vencido, esto es, a quien
obtiene un pronunciamiento adverso a su pretensión. Ha dicho esta Sala que
reviste tal condición quien "ha sido derrotado por completo", ya que la estimación
de alguna de sus pretensiones provocará que las costas se compensen o
distribuyan proporcionalmente, de acuerdo al éxito obtenido por cada uno de los
litigantes (TSJ, Sala Penal, S. n° 30, 11/4/01, "Torres"; S. n° 88, 27/9/01,
"Valdecasa"; S. n° 16, 1°/4/03, "Torres"; Sala Civil y Com., S. 19/11/97, "Guerrero,
Luis R. c/ Municipalidad de Córdoba").
Asumir el principio objetivo de la derrota, por imperio del artículo 551 del código

ritual –conforme lo ha sostenido reiteradamente esta Sala- no exige al Juzgador fundar la

imposición de costas al perdidoso, ya que constituye consecuencia directa de la

aplicación del principio mencionado: "no pesa sobre el Tribunal obligación de motivar las

costas cuando la decisión resulta directa aplicación el principio general de la derrota"

(TSJ, Sala Penal, "Sosa", A. n° 143, 29/06/2006; "Benedyktys", S. n° 18, 06/03/2007,

entre otros); resultando, en cambio, necesario fundar la decisión que se aparta del mismo

desde que el artículo 551 del CPP, habilita al Tribunal a eximir total o parcialmente al

vencido cuando hubiera tenido razón plausible para litigar.

Ambos códigos rituales, al tiempo, autorizan al Tribunal a eximir total o


parcialmente de las costas al condenado a su pago, debiendo, en ese supuesto,
motivar su decisión para apartarse de dicha regla, en pautas objetivas
suficientemente explicitadas, pues por tratarse de una excepción debe ser
admitida restrictivamente (arts. 551, 1° párrafo, in fine, CPP., 130, in fine,
CPCC).
En tal sentido, de modo mayoritario la doctrina ha interpretado que tal
eximición no significa imponer las costas al vencedor, ni que el vencido quede
totalmente exento del pago de la totalidad de las costas, sino sólo que éste no
debe hacerse cargo de las que correspondan al vencedor. En este punto, se
ha dicho que "resultan expresiones equivalentes 'costas por su orden', 'costas
en el orden causado' o 'sin costas' y que todas ellas llevan idénticos efectos" (
Loutayf Ranea Roberto, Condena en costas en el proceso civil, Astrea, Bs. As.,
1998, pág. 74/77; Zavala de González, Matilde, Doctrina Judicial, Alveroni,
Córdoba, 2004, pág. 76 , Cafferata Nores, José I. – Tarditti, Aída, Código Procesal
Penal de la Provincia de Córdoba Comentado, Mediterránea, Córdoba, 2003, T. II
págs. 607/608, nota 208), esto es, que cada parte deberá soportar las costas que
ha causado y la mitad de las comunes que son aquellas ocasionadas por la
actividad conjunta de las partes o por la oficiosa del órgano jurisdiccional (TSJ,
Sala Penal, S. n° 34, 8/05/03, “Querella López contra Remonda”; S. n° 41,
26/05/05, “Inzúa”; S. n° 11, 24/02/05, “Tamaín”; entre otros).
Tal ha sido, precisamente, el alcance que el a quo le ha dado a su solución en el

caso. La cuestión a elucidar finca, entonces, en establecer si dicha opción resuelve

adecuadamente la imposición de gastos causídicos en los presentes.

IV.3. El tribunal considera que las costas civiles correspondientes a la actora por el

rechazo del rubro daño patrimonial por pérdida de chance deben repartirse por su orden,

en tanto que comparativamente la improcedencia de esta pauta hubiera sido

compensada si aquélla hubiera exigido paralelamente un monto mayor por el daño moral

sufrido. Este límite en su reclamo genera una situación de inequidad que a su criterio

importa una razón plausible para distribuir entre las partes el pago de aquellas.

En este sentido, la Sala ha dicho que el principio general que emana del artículo
551 del CPP es que las costas se imponen al vencido, esto es, a quien obtiene un
pronunciamiento adverso a su pretensión. El código ritual, empero, autoriza al
Tribunal a eximir total o parcialmente de las costas al condenado a su pago,
debiendo, en ese supuesto, motivar su decisión para apartarse del principio
objetivo de la derrota, en criterios objetivos de apreciación suficientemente
explicitados, pues por tratarse de una excepción debe ser admitida
restrictivamente (arts. 551, 1° párrafo, in fine, CPP), lo que se reproduce para las
costas civiles (art. 130 CPCC) (TSJ, “Garcia”, S. nº 358, 23/12/2008).
No se advierte que los argumentos del sentenciante sean suficientes para dicha

exclusión por cuanto hacen pie en una situación de iniquidad ajena a la improcedencia

del rubro reclamado, con lo cual no logran evidenciar de qué modo la demandante

contaba con elementos suficientes para considerar que su reclamo tuviera posibilidades

de prosperar.

Además, pondera situaciones hipotéticas incontrastables objetivamente, pues

cuánto más debió requerir en concepto de daño moral para que numéricamente

compense lo que con su reclamo por pérdida de chance se desestimó.

En razón de lo expuesto, no se avizora razón válida para que el tribunal se aparte de la

regla del principio de la derrota, por lo que corresponde imponer al actor las costas civiles

en relación al daño patrimonial por pérdida de chance.

Así voto.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La Sra. Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
A LA DÉCIMO OCTAVA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:

Atento al resultado de la votación que precede, corresponde:


I. Declarar abstractos los recursos presentados por el Dr. Francisco
Lavisse –defensor de Jorge Oscar Petrone y María Laura Pace- y el Dr. Miguel
Ángel Juárez Villanueva –defensor de Oscar Abelardo García- en contra de la
prisión preventiva dictada a sus asistidos por la Cámara en lo Criminal de Décima
Nominación de esta ciudad de Córdoba (primera cuestión).
II. Rechazar el recurso de casación interpuesto por la Asesora Letrada del
23º Turno, Dra. Susana Frascaroli -defensora de Alfredo Miguel Enz- (novena y
décima cuestión).
III.1. Rechazar los recursos de casación del Dr. Milton Parola –defensor de Diego

Gastón Oxandaburu- (tercera cuestión), Dr. Francisco Lavisse -defensor de María Laura

Pace y Jorge Oscar Petrone- (segunda, cuarta, séptima, novena, décimo tercera, décimo

cuarta) y Dr. Oreste Colavino -letrado representante de los demandados civiles GAMA

SA y Jorge Oscar Petrone- (décimo quinta y décimo sexta). Con costas (CPP, arts.

550/551).

III.2. Hacer lugar parcialmente los recursos de casación presentados por el Dr.
Milton Parola –defensor de Diego Gastón Oxandaburu- y Dr. Oreste Colavino -
letrado representante de los demandados civiles GAMA SA y Jorge Oscar Petrone
. En consecuencia, corresponde casar la resolución en cuanto resolvió imponer
por su orden las costas civiles generadas en orden al rubro daño patrimonial por
pérdida de chance, lo que, por el efecto extensivo del recurso (art. 452 CPP), se
aplica a los codemandados Oscar Abelardo García y Miguel Ángel Enz. En su
lugar, cabe imponer dichas costas civiles a la actora civil (art. 130 in fine CPCC).
IV.1. Rechazar la impugnación deducida por el Dr. Lucas Colazo
–defensor de Ramón Nicolás Ordóñez- al agravio tratado en la quinta cuestión,
con costas (CPP, arts. 550/551).
IV.2. Hacer lugar parcialmente al recurso de casación presentado por el
Dr. Lucas Colazo –defensor de Ramón Nicolás Ordóñez- en contra de la condena
en costas civiles dispuesta en su contra, lo que es extensivo a la acusada María
Laura Pace (art. 452 CPP), y, en consecuencia, casar la sentencia en cuanto
dispuso la imposición de las mismas a los citados imputados correspondiendo que
la actora civil, Susana Munist de Ruiz Orrico, cargue con los gastos causídicos al
haber desistido de la acción civil en relación a los nombrados (art. 108 CPP). Sin
costas en la Alzada por este agravio, atento al éxito parcial (arts. 550 y 551, CPP).

V.1. Rechazar la impugnación deducida por el Dr. Miguel Ángel Juárez Villanueva

–defensor de Oscar Abelardo García- en cuanto a los agravios tratados en la sexta

cuestión, con costas (CPP, arts. 550/551).

V.2. Declarar inadmisible el recurso de casación presentado por el Dr.


Miguel Ángel Juárez Villanueva –defensor de Oscar Abelardo García- en cuanto a
la imposición de la multa complementaria (décimo primera cuestión).
V.3.a. Hacer lugar parcialmente al recurso de casación interpuesto por el Dr.

Miguel Ángel Juárez Villanueva –defensor de Oscar Abelardo García-, sólo en lo que fue

materia de la décimo segunda cuestión, y, en consecuencia, anular parcialmente la

sentencia nº 1, 14.02.2014, dictada por la Cámara en lo Criminal de Décima Nominación

de esta ciudad de Córdoba únicamente en lo que respecta a la individualización de la

pena impuesta al mencionado imputado, en cuanto consideró el supuesto ánimo de lucro

que se le atribuye.

Las particularidades del caso tornan innecesario reenviar la causa para que el

tribunal renueve parcialmente la sentencia. Ello es así, teniendo en cuenta razones de

economía procesal, máxime considerando que en el acto de renovar, no podrán tenerse

en cuenta para la individualización de la pena la circunstancia agravante relativa al ánimo

de lucro, ni recurrirse a otras no seleccionadas en la sentencia originaria.

Ahora bien, con respecto a la pena a imponer a García, estimo que el peso de

dicha circunstancia es relativo en comparación con la subsistencia de las circunstancias

agravantes seleccionadas legítimamente por el Tribunal, que han sido destacadas en la

décimo segunda cuestión.

Considerando que el delito que se atribuye al prevenido tiene una escala penal

que parte de un mínimo de un año y un máximo de nueve años, y teniendo en cuenta las

circunstancias favorables y desfavorables citadas en la décima cuestión, parece justo fijar


la pena en tres años de prisión, con accesorias de ley (arts. 5, 9, 12, 40 y 41 del CP).

V.3.b. Ahora bien, atento al monto de pena resultante en orden al acusado García, cabe

recordar que en la individualización judicial además de determinarse la especie y la

cantidad de pena, también debe evaluarse su modo de ejecución (art. 26 CP) (conf. TSJ,

Sala Penal, “Díaz”, S. nº 38, 04/03/2003). Según se ha sostenido, el instituto de la

condena de ejecución condicional hace pie en dos extremos: uno cuantitativo referido a

lo reducido del monto de la pena (tres años o menos), y otro cualitativo, que remite a una

valoración de la inconveniencia del encierro efectivo en función de las variables que

enumera (TSJ, Sala Penal, “Álvarez”, S. nº 140, 28/06/2007).

Por su parte, la reforma al artículo 26 efectuada por ley 23.057, por un lado amplió la

posibilidad de la ejecución condicional hasta los tres años de prisión y, por otro,

estableció la obligación de fundamentar la decisión de suspender la ejecución de la pena,

en orden a las circunstancias que menciona y que deben ser ponderadas respecto de la

inconveniencia de aplicar efectivamente la privación de libertad. En el debate

parlamentario, se señaló que la reforma procuraba revitalizar el instituto "para posibilitar

que las condenas menores no tengan que efectivizarse, puesto que en la mayoría de los

casos producen un efecto adverso y no permiten reintegrar socialmente al condenado,

sino que lo colocan en un medio carcelario inadecuado" (ADLA XLIV-B, p. 1265).

Debe destacarse que, tanto en los precedentes y más aún en el texto actual, el

otorgamiento de la condena condicional se encuentra ligado a un pronóstico de que el

condenado no volverá a delinquir. Sólo cuando este pronóstico desfavorable existe, la

suspensión se presenta como inconveniente y entonces es la efectividad del

cumplimiento de la pena, por medio del sometimiento al encierro para permitir el

tratamiento penitenciario, el instrumento apto desde la óptica de prevención especial que,

de acuerdo a la Constitución de la Nación, es el fin esencial de la pena (artículo 75 inc.

22 en vinculación con el artículo 5 inc. 6, Convención Americana sobre Derechos

Humanos) (TSJ, Sala Penal, “Carignano”, S. n° 350 del 14/12/2012; “Andruchow”, S. nº

514 del 30/12/14).


Contrariamente a ello, tal como lo enuncia el sentenciante al ponderar los

elementos de atenuación de la responsabilidad penal de García, existen pautas

claramente demostrativas de la innecesariedad de su encierro efectivo. Así, su edad, sus

posibilidades de mantener o conseguir empleo, la carencia de condena anterior, su

posibilidad para rehacer su vida, y ahora la corta duración de la pena impuesta, justifican

que su ejecución resulte de modo condicional, a lo que cabe agregar que como lo

advierte el Ministerio Público Fiscal, incurrió en el delito impulsado por Petrone con quien

lo une una relación de parentesco y laboral (fs. 8187).

En consecuencia, corresponde aplicar a Oscar Abelardo García la pena de tres

años de prisión de ejecución condicional (art. 26 CP), debiéndose reenviar la presente

causa a fin que la Cámara a quo proceda a fijar las condiciones compromisorias del

mentado instituto (art. 27 bis del CP).

Sin costas en la Alzada por este agravio, atento al éxito parcial (arts. 550 y
551, CPP).
Así voto.
La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati, dijo:

La señora Vocal preopinante, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual

sentido.

El señor Vocal doctor Luis Enrique Rubio, dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que


adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma.
Por lo expuesto, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala Penal;

RESUELVE: I. Declarar abstractos los recursos presentados por el Dr. Francisco


Lavisse –defensor de Jorge Oscar Petrone y María Laura Pace- y el Dr. Miguel
Ángel Juárez Villanueva –defensor de Oscar Abelardo García- en contra de la
prisión preventiva dictada a sus asistidos por la Cámara en lo Criminal de Décima
Nominación de esta ciudad de Córdoba (primera cuestión).
II. Rechazar el recurso de casación interpuesto por la Asesora Letrada del 23º
Turno, Dra. Susana Frascaroli -defensora de Alfredo Miguel Enz- (novena y
décima cuestión).
III.1. Rechazar los recursos de casación del Dr. Milton Parola –defensor de Diego Gastón

Oxandaburu- (tercera cuestión), Dr. Francisco Lavisse -defensor de María Laura Pace y

Jorge Oscar Petrone- (segunda, cuarta, séptima, novena, décimo tercera, décimo cuarta)

y Dr. Oreste Colavino -letrado representante de los demandados civiles GAMA SA y

Jorge Oscar Petrone- (décimo quinta y décimo sexta). Con costas (CPP, arts. 550/551).

III.2. Hacer lugar parcialmente los recursos de casación presentados por el Dr.
Milton Parola –defensor de Diego Gastón Oxandaburu- y Dr. Oreste Colavino -
letrado representante de los demandados civiles GAMA SA y Jorge Oscar Petrone
. En consecuencia, corresponde casar la resolución en cuanto resolvió imponer
por su orden las costas civiles generadas en orden al rubro daño patrimonial por
pérdida de chance, lo que, por el efecto extensivo del recurso (art. 452 CPP), se
aplica a los codemandados Oscar Abelardo García y Miguel Ángel Enz. En su
lugar, cabe imponer dichas costas civiles a la actora civil (art. 130 in fine CPCC).
IV.1. Rechazar la impugnación deducida por el Dr. Lucas Colazo –defensor de
Ramón Nicolás Ordóñez- al agravio tratado en la quinta cuestión, con costas
(CPP, arts. 550/551).
IV.2. Hacer lugar parcialmente al recurso de casación presentado por el Dr.
Lucas Colazo –defensor de Ramón Nicolás Ordóñez- en contra de la condena en
costas civiles dispuesta en su contra, lo que es extensivo a la acusada María
Laura Pace (art. 452 CPP), y, en consecuencia, casar la sentencia en cuanto
dispuso la imposición de las mismas a los citados imputados correspondiendo que
la actora civil, Susana Munist de Ruiz Orrico, cargue con los gastos causídicos al
haber desistido de la acción civil en relación a los nombrados (art. 108 CPP). Sin
costas en la Alzada por este agravio, atento al éxito parcial (arts. 550 y 551, CPP).
V.1. Rechazar la impugnación deducida por el Dr. Miguel Ángel Juárez Villanueva

–defensor de Oscar Abelardo García- en cuanto a los agravios tratados en la sexta

cuestión, con costas (CPP, arts. 550/551).

V.2. Declarar inadmisible el recurso de casación presentado por el Dr. Miguel


Ángel Juárez Villanueva –defensor de Oscar Abelardo García- en cuanto a la
imposición de la multa complementaria (décimo primera cuestión).
V.3.a. Hacer lugar parcialmente al recurso de casación interpuesto por el Dr. Miguel

Ángel Juárez Villanueva –defensor de Oscar Abelardo García-, sólo en lo que fue materia

de la décimo segunda cuestión, y, en consecuencia, anular parcialmente la sentencia nº

1, 14.02.2014, dictada por la Cámara en lo Criminal de Décima Nominación de esta

ciudad de Córdoba únicamente en lo que respecta a la individualización de la pena

impuesta al mencionado imputado, e imponerle la pena de tres años de prisión de

ejecución condicional, con accesorias de ley (arts. 5, 9, 12, 40 y 41 del CP). Sin costas

en la Alzada por este agravio, atento al éxito parcial (arts. 550/551, CPP).

VI. Reenviar la presente causa para que el Tribunal fije las condiciones compromisorias

de la pena de ejecución condicional impuesta a Oscar Abelardo García (art. 27 bis CP).

Con lo que terminó el acto que, previa lectura y ratificación que se dio por la
señora Presidente en la Sala de Audiencias, firman ésta y los señores Vocales
todo por ante mí, el Secretario, de lo que doy fe.
.
..
.

Dra. María de las Mercedes BLANC G. DE ARABEL

Vocal del Tribunal Superior de Justicia

...

..
………………………...Dr. Luis Enrique RUBIO… … ……. ……..Dra. María Marta CACERES de BOLLATI…………

Vocal del Tribunal Superior de Justicia………….……..…Vocal del Tribunal Superior de Justicia

Dr. Luis María SOSA LANZA CASTELLI

...............................................................Secretario Penal del Tribunal Superior de Justicia

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