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¿Estás listo?

te pregunta el Señor
Mensaje profético recibido por Noelia Fernández
Argentina, 09 de septiembre de 2023

https://www.youtube.com/live/noJRZ_-i4vY
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el pri-
mero y el último, el origen de todas las cosas, lo que
le da sentido a toda la creación. Yo soy el Resucitado,
Yo soy la Palabra viva y eficaz que cuando entra en
los corazones divide los pensamientos, trae claridad,
responde, levanta lo que estaba caído, refuerza lo
que estaba debilitado. Yo soy la Palabra viva que
cuando ingresa en los corazones trae luz a donde ha-
bía tinieblas.
Yo soy la vida, Yo soy el camino, Yo soy la verdad que
abre los ojos al que estaba ciego. Yo soy el pan de vi-
da, dice Jesús. Yo soy el que rescata al perdido. Yo
soy el que busca a la oveja que se perdió. Yo soy el
que se preocupa por los descarriados, por los que se
desvían, por los que se olvidan de la revelación de
Mí. Yo soy el que golpea la puerta y entra en todo
aquel que decida abrirme.
Yo soy el Señor. Yo soy el Rey que gobierna en aque-
llos corazones que se disponen a ser gobernados. Yo
soy el regalo perfecto para aquellos que deciden
creer en Mi nombre. Soy Jesús, el Hijo de Dios, el in-
maculado, cuyas vestiduras son resplandecientes
más que la luz del sol, más que la nieve cuando se
mira a través de sus rayos.
Oh, hijitos, ¿encontraré fe cuando regrese? dice el
Señor. Porque estoy probando a muchos de muchas
maneras, y estoy despojando a muchos de todo
aquello que los ataba, de todo aquello a lo que esta-
ban apegados, porque los quiero libres, hijitos, libres
para ser dignos de Mí, libres para seguirme hasta el
fin, como Yo estoy con ustedes hasta el fin.
Hijitos, entiendan quién soy Yo, dice el Señor Jesús,
el Salvador de las almas descarriladas, el que mira
desde lo alto hacia el mundo, buscando cuáles de to-
das esas almas que están enlodadas sin esperanza y
sin rescate deciden aceptar Mi ayuda para que la sa-
que de ahí. Yo soy el misericordioso, dice Jesús, que
por amor entregué Mi cuerpo por completo y no solo
una parte por aquellos que abren sus corazones para
recibir la verdad del evangelio de la vida.
Hijitos, no se olviden quién soy Yo, dice el Señor. No
se olviden de ese primer amor que sintieron por Mí
cuando Me encontraron, cuando Me conocieron,
cuando Me revelé a ustedes. Hijitos, sean conscien-
tes de quién es su Creador. Conozcan a su Redentor,
porque vienen tiempos difíciles, hijos.
Todo se va a sacudir bajo sus pies, y cuando sientan
la tierra temblar, y cuando vean todo caer a su alre-
dedor, y cuando vean las rodillas de muchos flaquea-
r, deberán aferrarse a esa conciencia de saber quién
soy Yo, porque la única mano que los puede rescatar
de las cosas que vienen soy Yo, dice el Señor, y si no
se toman fuertemente de Mí, por más que se tomen
de mil hombres, ellos no los van a poder sostener.
Oh, amados Míos, la tierra se va a sacudir como un
borracho. Las naciones gritarán del dolor, de la des-
esperación, del miedo. Gentes correrán de aquí para
allá, gritando por socorro, pidiendo salvación, y allí,
en medio de esa desesperación estarán ustedes, Mis
hijos amados, como luz que alumbra en el medio de
las tinieblas que van creciendo sobre el mundo.
Hijitos, tengan esperanza, dice el Señor, porque aquí
estoy. Aquí he estado y aquí permaneceré, parado
firme al lado de ustedes, aunque no Me puedan ver,
porque es por fe y no por vista que quiero que Me si-
gan, como sabiendo que estoy ahí, pero sin verme,
como creyéndome lo que les hablo, aunque aún no
se concrete lo que les estoy diciendo.
Amados Míos, párense firmes sobre la única roca que
va a quedar en pie cuando todas las cosas sean con-
movidas, porque no va a quedar nada alrededor de
ustedes. Lo único que va a permanecer en sus vidas
soy Yo, porque Yo soy el único que no abandona, Yo
soy el único que no deserta, Yo soy el único que no
es un cobarde que abandona cuando el mal viene a
los que ama, dice Jesús.
Yo no Me muevo. Soy inamovible, dice el Señor. Yo
no Me muevo de al lado de aquellos que se abrazan a
Mí como única columna. De Mí no tienen que dudar,
dice Jesús, porque siempre voy a estar. De Mí no tie-
nen que desconfiar, dice el Señor, porque nunca los
voy a traicionar, porque Mi sangre corrió por los agu-
jeros de los clavos, de tanto que los amo.
Hijitos, no duden. No duden, porque viene sacudi-
miento, viene terror de las naciones, viene lo impen-
sado, vienen catástrofes sin igual. Las van a poder ver
a través de la ventana de sus casas, dice el Señor.
Van a poder oler el polvo de los terremotos en sus
propias ciudades. Van a poder escuchar los gritos de
los que están temiendo las cosas que se van a dar en
la tierra.
Ustedes van a presenciar, dice el Señor, como el fue-
go de la prueba se eleva, sube, se incrementa, y
aquellos que no son Míos ciertamente se van a que-
mar, pero los que Me pertenecen van a salir airosos
de estas cosas y mejores en carácter, más humildes,
más entregados, porque de esa manera los voy a refi-
nar.
Oh, hijitos, no pierdan la fe, dice el Señor. No pierdan
la esperanza. Confíen en Mí, en que por algo tiene
que ser así. No es necesario entender todo lo que pa-
sa para creer que igualmente los estoy amando, que
igualmente los estoy cuidando. Estén firmes y prepa-
rados, porque se viene el sacudón y voy a probar a
muchos.
Algunos van a tropezar, dice el Señor, pero luego se
van a levantar. Como cuando la tierra se sacude de-
bajo de sus pies y la persona se cae, pero después se
levanta y sigue de pie, así van a reaccionar muchos,
dice el Señor. Van a sentirse débiles en el momento,
pero si mantienen la mirada firme en Mí, Yo los voy a
ayudar a levantarse.
Otros van a aprovechar esas pruebas, esas catástro-
fes, esos sacudones, no solamente para sobrevivir y
para mantenerse de pie, sino para ayudar a los de-
más. Van a ser instrumentos útiles en medio de estas
cosas.
Pero también van a ver desertores, hijitos. También
van a estar los que se enfríen por causa de estas co-
sas, porque la fe sale a pasearse cuando las cosas an-
dan mal. En el medio de la aflicción, allí es donde el
brillo de este oro preciado que es la fe se nota con
más facilidad.
Tengan esperanza, repite el Señor, y no flaqueen,
porque estoy con ustedes. Les tomo las manos y los
sostengo. Si ustedes se apoyan solamente en el hom-
bre, dice el Señor, van a haber momentos donde se
sientan solos, donde no resistan, porque el hombre
es débil, aunque quiere ayudar. Pero si ustedes se to-
man de Mí, van a tener una roca fuerte que nunca se
destruye, que nunca se quiebra, que nunca se des-
gasta.
Entienden, hijitos, que solo Yo voy a permanecer pa-
ra siempre al lado de ustedes si ustedes Me aceptan
y Me reciben. Por eso sean gozosos, dice el Señor, es-
tén alegres y contentos, porque tienen un regalo, re-
pite el Señor, el regalo de la salvación, el regalo de
tener a un Rey que es justo, el regalo de tener a un
amigo fiel.
Alégrense, dice el Señor, aunque sus corazones se
desmayen. Alégrense, porque Yo estoy ahí para llorar
con ustedes, porque cuando ustedes sufren, Yo tam-
bién sufro, dice Jesús, y cuando ustedes sonríen, Mi
corazón se alegra. No solamente estoy ahí para
acompañarlos, dice Jesús, sino que estoy ahí para su-
frir juntos y para alegrarnos juntos.
Estoy ahí para decirles que sigan adelante cuando
piensan que no dan más. Estoy ahí para guiarlos
cuando no sepan para dónde tienen que ir. Estoy ahí
para levantarles el mentón cuando se sientan cabiz-
bajos. Estoy ahí para limpiarles las lágrimas cuando
corran por sus mejillas. Estoy ahí. Estoy ahí para po-
ner Mi mano en su pecho para transmitirles consuelo
y calor. Estoy ahí, hijitos.
Pongan su mirada en las cosas celestiales cuando es-
tén siendo pasados por el fuego de la prueba. Entre
todas las cosas que van a tener que soportar, si no
aprenden a mirar para arriba, se van a desmayar, di-
ce el Señor. Porque el que mira para abajo no tiene
esperanza de lo que va a venir y no se imagina lo que
le espera cuando pase todo ese mal.
Pero el que mira para arriba, el que sabe que hay una
patria celestial que le pertenece, que es coheredero
de las cosas celestiales junto conmigo, eso lo alienta
y lo ayuda a resistir, porque sabe que lo que le pasa
es solamente temporal, es pasajero, es efímero, y no
dura nada a comparación de la eternidad.
Entienden, hijitos, que las cosas tienen que ser así.
Entiendan que tengo que preparar a Mi pueblo para
que cuando venga y los arrebate juntamente adonde
Yo estoy, ya tienen que haber sido perfeccionados,
ya tienen que haber sido lavados, ya tienen que ha-
ber sido justificados, ya tienen que haber sido proba-
dos de distintas maneras para ver si realmente son
merecedores de la gracia eterna. Confíen en Mí, dice
el Señor, y no en lo que les dice el hombre, porque el
hombre les miente, pero Yo no.
Tienen que preguntarse en sus corazones, dice el Se-
ñor. ¿Cuáles son las cosas que estoy dispuesto a ha-
cer por causa del reino de los cielos, para ser digno
de entrar allí? ¿Cuáles son las cosas que estoy dis-
puesto a dejar de hacer para que mi Señor me en-
cuentre digno de entrar en esas bodas? ¿Cuáles son
esas personas a las cuales estoy dispuesto a renun-
ciar, si fuera necesario, para seguir a mi Maestro?
¿Hasta dónde podría renunciar a mi vida, a lo que
tengo, a mi familia, a mis seres queridos? ¿Hasta
dónde podría llegar por causa de mi amor por Jesús?
Pregúntense y escudriñen sus corazones, dice el Se-
ñor, a ustedes mismos, como cuando uno hace un in-
terrogatorio a otra persona, pero haciéndolo hacia
ustedes mismos, dice el Señor. ¿Cuáles son esas co-
sas que me atan y que no me permiten estar listo pa-
ra, si fuera necesario hoy mismo, entregar mi vida a
Dios? Porque hay muchos de ustedes que, si Yo vinie-
ra hoy, dice Jesús, no estarían dispuestos a soltar lo
que tienen. No estarían libres para ser levantados.
Por eso estoy probando a muchos, dice el Señor, y
estoy despojando a muchos, no solo de sus perte-
nencias, sino de cualquier cosa que venga antes que
Mi en valor ante sus ojos. Estoy destruyendo ídolos
para prepararlos, para que solo Me sirvan a Mí, por-
que muchos de ustedes no pueden levantarse y ser
completamente libres para dejarse llevar por el vien-
to del Espíritu Santo porque tienen cosas pesadas
que los atan. No están listos, y si Yo volviera hoy y los
llamara por sus nombres, estarían dispuestos a irse
conmigo, pero no podrían elevarse de tan pesados
que estarían.
Por eso, dice el Señor, renuncien a su pasado, pero
también renuncien a su presente. Renuncien a uste-
des mismos. Renuncien a toda carga. Dejen atrás sus
deseos, dice el Señor, para cumplir con los Míos.
También renuncien a ese futuro que sueñan muchos,
para poder soñar con un futuro en Mí, porque voy a
demandarles todo, dice Jesús. Y al que dice que Me
ama, voy a ver hasta donde; y al que dice que quiere
seguirme, realmente voy a probar si es así; y al que
tenga mucho, le voy a demandar todo, porque voy a
sacarle el brillo a Mis piedras preciosas.
Por eso tienen que estar listos, dice el Señor, pero
muchos hoy no lo están. Dicen que Me siguen, pero
Me siguen la mitad, y la otra mitad se siguen a ellos
mismos. Dicen que Me aman, pero el amor se mide
en la obediencia, porque el que Me ama Me obede-
ce. Dicen que están dispuestos a todo por causa de
Mí, pero cuando les pido aquello que les duele, que
no quieren soltar, entonces dicen, “No. Ah, no. Eso
no. Te doy todo, pero eso no. Renuncio a todo, me-
nos a eso.”
Pregúntense, repite el Señor, y miren a su alrededor.
¿Cuáles son esas cosas que no están dispuestos a re-
nunciar para servirme? Porque estoy hablando a mu-
chos corazones, indicándoles qué es aquello que tie-
nen que soltar, pero aún así hay muchos que se man-
tienen agarrados de esas cosas que tienen miedo de
soltar. No tienen puesta la vista en Mis cosas, en Mis
intereses, dice el Señor, sino en los de ellos mismos.
Se engañan muchas veces, creyendo que hasta ahí
está todo bien, y por eso muchos de ustedes se sien-
ten estancados, dice el Señor, porque Me piden
avanzar, Me piden movimientos, Me piden cambios,
Me piden novedades. Me dicen, “Señor, quiero ser-
virte. ¿Por qué está todo tan tranquilo en mi vida?
¿Por qué no pasa nada?”
Y resulta que cuando les indico cuál es el problema
por el cual están quedados, y les indico cuáles son las
piedras del camino que tienen que sacar para no sen-
tirse trabados, entonces Me cierran la puerta, como
cuando un paciente consulta con el médico para que
lo sane de su enfermedad, pero cuando el doctor va
a operarlo en ese quirófano, el paciente sale corrien-
do y dice, “No, mejor no, porque me va doler. No es-
toy dispuesto a sufrir de esa manera.” Y entonces se
queda como está, o empeora.
Así son muchas veces muchos de los Míos que Me pi-
den algo, pero cuando les doy la solución a ese pro-
blema, no están dispuestos a obedecer, ni a renun-
ciar a lo que ellos quieren. Eso no es seguirme, dice
el Señor. Eso es seguirse a ellos mismos.
Hijos, estén listos, porque para poder ser dignos de
escapar de ciertas cosas que vienen a la tierra, tienen
que estar dispuestos a obedecer los consejos que les
voy a dar. A muchos les estoy indicando que se mu-
den de ciudades. A muchos les estoy indicando que
cierren negocios. A muchos les estoy indicando que
es tiempo de cortar lazos familiares.
A muchos de ustedes les estoy dando distintos tipos
de indicaciones, previendo las cosas que van a venir
en distintas partes del mundo y para que puedan es-
capar de ellas, sabiendo que si responden a ese lla-
mado se van a poder salvar de muchas cosas que vie-
nen.
Sin embargo, aún así no responden, dice el Señor.
Prefieren tomar decisiones propias. Prefieren decidir
y quedarse a donde se sienten seguros. Prefieren
aferrarse a cosas que les estoy pidiendo que suelten,
o personas que les estoy pidiendo que dejen ir. Y
después, cuando venga el aluvión, cuando venga el
tsunami, cuando venga el tornado o el sacudimiento,
Me van a preguntar, “¿Por qué, Señor, me dejaste
acá?”
Yo Me ocupo de los Míos, dice el Señor, pero tienen
que escuchar las alertas que estoy dando a Mi pue-
blo y responder a ellas con inteligencia y rapidez,
porque estoy alertando, dice el Señor. Y estoy ha-
ciendo sonar la alarma en todo el mundo de distintas
maneras, colocando aún hasta señales en el cielo y
en la tierra, dando sueños, visiones, profecías, ha-
blándoles a través de ángeles y de distintas maneras.
Pero muchos de Mi pueblo no reaccionan.
Sean ustedes rápidos para responder, dice el Señor.
Velen, aún cuando duerman. No se aferren a nada,
no tengan apego a nadie, porque cuando ustedes se
apegan a alguien, no pueden permanecer en la vid al
mismo tiempo, porque la uva que se apega a otro ti-
po de árbol no puede permanecer al mismo tiempo
en Mí.
Oh hijitos, estén listos, dice el Señor, no para mucho
tiempo más, sino para hoy. Estén listos y preparen
sus corazones y acepten, digieran, entiendan lo que
se viene al mundo, lo que estoy hablando por mu-
chas bocas. Créanme, porque mucho pueblo dice,
“No es para ahora. Es para después. No es para don-
de estoy yo ahora. Es para otro lugar. A mí eso no me
va pasar, porque soy justo.”
Pero es que hasta los justos están siendo probados y
van a ser probados para ver si son dignos de mere-
cerse un reino incorruptible, para ver si son incorrup-
tibles, para ver si a pesar de pasar por tentaciones en
pruebas, en necesidades, en despechos, en traicio-
nes, en desamores, en soledades, y muchas cosas
más, aún permanecen íntegros. Se viene la prueba de
Job para mucho pueblo, porque los buenos también
van a ser probados, dice el Señor.
¿Están listos? pregunta el Señor. ¿A cuánto de lo que
tienes estás dispuesto a renunciar para poder tocar
Mis vestiduras? ¿Cuál es el rostro más importante
que quisieras mirar si tuvieras que elegir? ¿Es el ros-
tro de tus hijos, o es el Mío? ¿Cuál es el que más de-
seas mirar? dice el Señor. ¿Cuáles son los ojos en
donde te gustaría perderte por un rato? ¿Son los ojos
de tu esposo, o son Mis ojos? dice Jesús.
¿Pusiste en la balanza qué es lo que más te importa?
¿Es tu trabajo en el mundo, o soy Yo, tu Salvador que
di Mi vida por vos en esa cruz? ¿Qué es lo que más te
importa? te pregunta el Señor. ¿Recibir Mi abrazo,
Mi bendición cuando termines el camino victorioso,
o el abrazo y la bendición de los hombres? ¿Cuál es el
reconocimiento más importante para vos? dice el Se-
ñor. ¿El que Yo te quiero dar cuando te coloque la
corona de la vida, o los títulos que te dan los hom-
bres en las congregaciones?
¿Qué es lo que pesa más en tu balanza? dice el Se-
ñor. ¿Son tus mascotas? ¿Tus cachorros pesan más
que la vida eterna? dice el Señor. ¿Vale más un auto
de lujo que las mansiones que tengo preparadas para
vos en el reino de los cielos?
Hay una riqueza inimaginable preparada para los que
renuncien a todo por amor a Mí. No hay mente que
pueda imaginar, salvo que Yo decida revelárselo, lo
que he preparado para aquellos que renuncien a to-
do lo que tienen, a todo lo que aman, y aún hasta a
sus vidas si Yo lo demandara. No pueden imaginarse,
hijitos, cuanto más pesa lo que tengo listo para uste-
des. ¡Si tan solo pusieran sus corazones en ese lado
de la balanza!
Mediten y escudriñen sus corazones para encontrar
cualquier cosa en sus vidas que pese más que seguir-
me a Mí. ¿Es el quedar bien con los hombres? ¿Es ser
aceptado por tu familia? ¿Es encontrar una pareja
que te importa más que Yo? ¿Es un ascenso en tu
trabajo que te da más valor que el que te di en la
cruz? ¿Qué es? pregunta el Señor. Porque lo que sea
que encuentres como un ídolo en tu vida, lo quiero
destruir.
Demando el 100% de tu vida, dice el Señor. Demando
el 100% de tus finanzas. Demando el 100% de tu
cuerpo. Demando el 100% de tus pensamientos y de
tu corazón. Demando el 100% de tu amor. Sacrificio
completo, agradable, perfumado para Mí, porque Yo
no di solamente una mano por ti, no entregué una
pierna y la otra no, sino que Me di por completo para
que puedas vivir y ser coheredero conmigo en el
reino de los cielos.
Todo lo que se interponga entre nosotros, dice el Se-
ñor, te voy a demandar que lo quites de en medio.
Todo lo que no Me permita acercarme a vos, quiero
que lo corras de ahí, pero no para que sufras, sino
para poder tocarte, para estar cerca, juntos, más que
antes, para que Me puedas conocer más, para que
Me puedas entender, para que confíes en Mí, para
que creas más en Mí.
Quiero el 100%, dice el Señor, para cuando Yo vuelva
en las nubes y llame a los Míos a levantarse, cuando
venga con Mis ángeles a arrebatar, Me voy a llevar a
los que ya estén listos. Pero van a haber algunos que
se van a querer levantar como un pájaro que quiere
volar, pero se va a dar cuenta que no puede porque
hay un grillete en una de sus patas que lo ata a la tie-
rra.
Así están ahora muchos de ustedes, dice el Señor, y
en este tiempo estoy revelando y voy a revelar por
qué muchos de ustedes tienen ese grillete que ata
esa pata a la tierra. Como un pájaro que quiere volar,
pero ni siquiera se da cuenta que está atado, así es-
tán muchos de ustedes, dice el Señor.
Lo que pasa es que quieren seguirme, pero sin dejar
atrás lo que tienen que dejar atrás. Quieren seguir-
me, pero primero cumplir sus deseos, como aquel jo-
ven que le dijo al Señor, "Señor, déjame primero que
vaya a enterrar a mi padre. Primero quiero casarme y
tener una familia e hijos, y después Te sigo, Señor.
Primero quiero cumplir con este sueño y después Te
escucho, Señor". Y así, muchos no están listos para
seguirme.
Cuando venga, quiero encontrarlos listos, dice el Se-
ñor, porque solo los libres van a elevarse conmigo.
Solo los que tengan al resto de las cosas como basura
comparándolas con Mi gloria serán levantados y lle-
vados al reino eterno.
¿Qué es, pregunta el Señor Jesús, lo que te ata?
¿Qué es lo que te detiene? ¿Es una novia que no te
conviene? ¿Le estás obedeciendo más a los hombres
que a Mí voz? ¿Qué es? te pregunta el Señor. ¿Es
acaso lo que estás estudiando y que nunca Me con-
sultaste? ¿Es el entretenimiento que no te deja tiem-
po para poder ir detrás de Mí?
¿Qué es, pregunta Jesús, lo que te detiene? ¿Es la va-
nidad que te cautivó? ¿Son las pertenencias que te
hacen sentir seguro? ¿Qué es más valioso que seguir
a aquel que te salvó del pozo? ¿Acaso esas cosas
pueden darte la vida eterna? dice el Señor. Cosas que
no van a permanecer para siempre, cosas que no son
eternas.
¿Estás listo? pregunta Jesús. Porque si no, comienza
a soltar lo que te pido que sueltes. Deja volar si tú
quieres volar. Mírame a Mí en vez de mirar hacia
afuera. Decídete, dice el Señor, y toma ese paso de
fe.
Noelia: Estoy viendo a alguien que soñó que tenía
miedo de dar un paso hacia adelante porque no ha-
bía nada debajo de sus pies. Es el Señor, llamándote
a dar un paso de fe.
Vivan por fe, dice el Señor, y de esa manera estarán
listos, no solamente para lo que viene, sino para Mi
venida. Solo el que vive de la fe nunca va a tener
hambre ni sed, y por más persecución que venga, se
va a mantener en pie. Estén listos y llenos de fe, dice
el Señor, confiando en Mí, porque no dije que sería
fácil, pero dije que tendrían la victoria como Yo la tu-
ve primero, dije que vencerían como Yo vencí prime-
ro.
Suelten, hijitos, suelten esa casa que les está trayen-
do tantos problemas. Su corazón está demasiado
apegado a esas cosas, demasiado preocupado. Su co-
razón está ocupado y no hay lugar para Mí. Y cuando
suelten, dice el Señor, esa casa vacía va a estar lista
para estar llena de cosas nuevas. Esa libertad de la
preocupación que ocupaba todo su corazón le va a
dar lugar para llenarse de Mi amor.
Muchos de ustedes no pueden sentir el gozo del Es-
píritu como deberían porque están atados a muchas
cosas, y esa falta de libertad espiritual no los deja dis-
frutar del gozo del Espíritu como deberían.
Dejen ir, dejen ir, como cuando alguien mira desde
un muelle como un barco se va lejos. Si, es posible
que ahí vayan seres queridos, pero dejen ese barco
ir, porque ese vacío quiero llenarlo Yo. Tengan espe-
ranza, porque no hay vacío que Yo no pueda llenar,
dice el Señor. Dejen ir, porque para subir al arca no
se puede llevar nada más que la fe y la esperanza.
Amados Míos, estén livianos, porque por la puerta in-
gresa uno solo, dice el Señor. No se puede entrar con
tu hijo de la mano. No se puede entrar con tu nieta
abrazada. No se puede entrar con esa casa que no
querés soltar. No hay auto que entre por esa puerta.
No hay padre ni madre que te pueda acompañar,
mucho menos una tierra, una nación, una familia
completa. Por la puerta se entra solo, dice el Señor.
Entiéndanlo, dice el Padre, y libérense de cosas pesa-
das y de cosas innecesarias. Aún muchos de ustedes
aman hasta objetos materiales como la ropa, como la
tecnología, distintas cosas, y no se dan cuenta del
apego que tienen a estas cosas.
Revisen sus corazones, porque el corazón es engaño-
so más que todas las cosas, y van a encontrar que es-
tán apegados a cosas absurdas que ni se comparan
con lo hecho en la cruz. Renuncien y suelten todo pa-
ra que les pueda colocar alas en sus espaldas, para
elevarse como nunca antes. Amen.

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