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I.E.

2074 VIRGEN PEREGRINA DEL ROSARIO

“EL ENFERMO IMAGINARIO”


Jean Baptiste Poquelin, conocido como Molière (1622-1673), dramaturgo francés que ha sido considerado el
"jefe" de la Comedia Francesa. Despiadado con la pedantería de los falsos sabios, la mentira de los médicos
ignorantes, la pretenciosidad de los burgueses enriquecidos, Molière exalta la juventud, a la que quiere liberar
de las restricciones absurdas. Muy alejado de la devoción o del ascetismo, su papel de moralista termina en el
mismo lugar en el que él lo definió: "No sé si no es mejor trabajar en rectificar y suavizar las pasiones humanas
que pretender eliminarlas por completo", y su principal objetivo fue el de "hacer reír a la gente honrada".
También fue un gran defensor de los valores humanos.
En la obra que traemos a este rincón esta semana, El Enfermo Imaginario, Molière tomó de blanco de su sátira a
los médicos de la época, a través de la figura de un aprensivo hipocondríaco: Argan, hombre ya maduro, pero
sano como un roble, está obsesionado con la idea de que está enfermo y pasa la vida consultando a médicos e
ingiriendo medicinas. Su manía llega hasta el extremo de querer casar a su hija con un médico, sea como sea,
con la intención de tener a mano “la fuente de los remedios necesarios”, sin necesidad de gastar dineros en
consultas ni en medicamentos.

"El Enfermo Imaginario" (fragmento)

"ARGAN. -La razón de que, encontrándome enfermo -porque yo estoy enfermo-, quiero tener un hijo médico,
pariente de médicos, para que entre todos busquen remedios a mi enfermedad. Quiero tener en mi familia el
manantial de recursos que me es tan necesario; quien me observe y me recete.
ANTONIA. -Eso es ponerse en razón. Cuando se discute pacíficamente, da gusto. Pero con la mano sobre el
corazón, señor, ¿es verdad que estáis enfermo?
ARGAN. -¡Cómo , granuja! ¿Qué si estoy enfermo?… ¿Si estoy malo, insolente?
ANTONIA. -Conforme, señor; estáis malo. No vayamos a pelearnos por eso. Estáis muy malo, lo reconozco;
mucho más malo de lo que os podéis figurar, estamos de acuerdo. Pero vuestra hija, al casarse, debe tener un
marido para ella, y estando buena y sana, ¿qué necesidad hay de casarla con un médico?
ARGAN. -Si el médico es para mí. Una buena hija debe sentirse dichosa casándose con un hombre que pueda
ser útil a la salud de su padre.
ANTONIA. -¿Me permitís, señor, que os dé un consejo leal?
ARGAN. - ¿Qué consejo es ése?
ANTONIA -No volváis a pensar en ese matrimonio.
ARGAN. -¿Por qué?
ANTONIA. -Porque vuestra hija no consentirá con él.
ARGAN. -¿Que no consentirá?
ANTONIA. -No.
ARGAN. -¿Mi hija?
ANTONIA. -Vuestra hija, que no quiere oír habla del señor Diafoirus, ni de su hijo, ni de ninguno de los Diafoirus
que andan por el mundo.
ARGAN. -Pues yo sí. Además, esa boda es un gran partido. El señor Diafoirus no tiene más hijo ni heredero que
ese; y el señor Purgon, que es soltero, lega en favor de ese matrimonio sus ocho mil duros de renta.
(ANTONIA, la criada, ante la situación de que iban a casar a la hija de ARGAN con un médico al que ella no
quería, se hace pasar por médico para desacreditar al futuro yerno)
ANTONIA. -Soy médico ambulante, que va de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, buscando materiales para
sus estudios: enfermos dignos de ocupar mi atención y de emplear en ellos los grandes secretos de la medicina,
descubiertos por mí. Tengo a menos distraerme en menudencias, en enfermedades vulgares, en bagatelas como
reumatismos, fluxiones, fiebres, vapores y jaquecas... Yo busco enfermedades verdaderamente importantes:
grandes fiebres continuas, con trastornos cerebrales; buenos tabardillos, grandes pestes, hidropesías ya
formadas, pleuresías con inflamación de pecho... ; esas son las enfermedades que a mí me gustan y en las que
triunfo. Ojalá tuvierais vos, señor, todas estas enfermedades que acabo de nombraros y os hallarais abandonado
de todos los médicos, desahuciado, en la agonía, para poderos demostrar las excelencias de mis remedios y el
placer que experimentaría siéndoos útil.
ARGAN. -Os agradezco en extremo vuestras bondades.
ANTONIA. -Dadme la mano... ¿Quién es vuestro médico?
ARGAN. -El señor Purgon.
ANTONIA. -En mis anotaciones sobre las eminencias médicas no figura ese nombre. Según él, ¿qué enfermedad
tenéis?
ARGAN. -El dice que es el hígado; pero otros afirman que el bazo.
ANTONIA. -Son unos ignorantes. Vuestro padecimiento está en el pulmón.

ARGAN. -Justamente, el pulmón.


ANTONIA. -Sí. ¿Qué es lo que sentís?
ARGAN. -De cuando en cuando, dolor de cabeza.
ANTONIA. - Justamente, el pulmón.
I.E. 2074 VIRGEN PEREGRINA DEL ROSARIO

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