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LAS BRUJAS DE SALEM

HALE, ABIGAIL, TITUBA Y BETTY

HALE (Dirigiéndose a BETTY, que permanece inmóvil en la cama): ¿Me oyes? Soy John
Hale, ministro de Beverly. He venido para ayudarte, cariño. (Betty no reacciona.) ¿Hay
alguien que te esté haciendo daño, chiquilla? No tiene por qué ser una mujer, ni tampoco un
hombre. Quizá viene a verte algún pájaro que resulta invisible para los demás..., tal vez un
cerdo, un ratón o cualquier otro animal. ¿Hay alguna figura que te ordene volar? (La niña
sigue inerte.) Abigail, ¿qué clase de danza bailasteis ayer por la noche en el bosque?

ABIGAIL: Nada especial..., un baile corriente, eso es todo.

HALE: Creo que había una olla en el lugar donde bailabais.

ABIGAIL: Solo era sopa.

HALE: ¿Qué clase de sopa había en esa olla, Abigail? ¿Había alguna cosa viva dentro?

ABIGAIL: ¡Saltó desde fuera, no la pusimos nosotras!

HALE (rápidamente): ¿Qué fue lo que saltó dentro?

ABIGAIL: Nada más que una ranita...

HALE (atenazando a Abigail): Cabe que tu prima se esté muriendo, Abigail. ¿Invocaste
anoche al maligno?

ABIGAIL: No, no; yo, no. Tituba, Tituba...

HALE: ¿Cómo lo invocó?

ABIGAIL: Hablaba el idioma de Barbados.

HALE: ¿Sentiste alguna cosa extraña cuando lo invocó? ¿Una repentina ráfaga de viento
frío, quizás? ¿Un temblor subterráneo?

ABIGAIL: ¡No vi ningún demonio! (Zarandea a Betty.) ¡Betty, despierta! ¡Betty! ¡Betty!

HALE: No puedes escabullirte, Abigail. ¿Bebió tu prima del líquido que había en la olla?

ABIGAIL: ¡No, señor, no!

HALE: ¿Bebiste tú?

ABIGAIL: ¡No, señor!

HALE: ¿Te pidió Tituba que bebieras?

ABIGAIL: Sí, lo intentó, pero yo me negué.

HALE: ¿Qué me estás ocultando? ¿Acaso has vendido tu alma a Lucifer?

ABIGAIL: ¡Yo no he vendido mi alma! ¡Soy una buena chica! ¡Soy una chica decente!

(Entra Tituba)

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ABIGAIL: ¡Me obligó a hacerlo! ¡Y también a Betty!

TITUBA (escandalizada y furiosa): ¡Abby!

ABIGAIL: ¡Me hace beber sangre!

HALE: ¡¡Sangre!!

TITUBA: No, no, sangre de gallo. ¡Les doy sangre de gallo!

HALE: Mujer, ¿has reclutado a estas criaturas para el servicio del maligno?

TITUBA: No, señor, no, ¡yo no tengo tratos con ningún demonio!

HALE: ¿Por qué no se despierta Betty? ¿Eres tú la que hace callar a esa niña?

TITUBA: ¡Yo quiero mucho a mi Betty!

ABIGAIL: ¡Tituba me envía su espíritu cuando estoy en la iglesia, y me obliga a reír


mientras rezamos! ¡Viene a mí todas las noches para que salga y beba sangre!

TITUBA: ¡Tú me pides que haga conjuros! Me suplicó que hiciera un bebedizo...

ABIGAIL: ¡No mientas! (A Hale) Entra en mí mientras duermo; ¡me obliga a soñar
indecencias!

TITUBA: ¿Por qué dices eso, Abby?

ABIGAIL: A veces me despierto y descubro que estoy en la calle completamente desnuda.


Siempre la oigo reír mientras duermo. La oigo cantar sus canciones de Barbados y tentarme
con...

TITUBA: Señor reverendo, nunca...

HALE: Tituba, quiero que despiertes a esa niña.

TITUBA: No tengo poder sobre esa niña.

HALE: ¿Cuándo te asociaste con el diablo?

TITUBA: ¡No estoy asociada con ningún demonio!

ABIGAIL: ¡Esta mujer merece la horca! ¡Hay que llevarla a la plaza y ahorcarla!

TITUBA (aterrorizada, cae de rodillas): No, no, ¡no ahorquen a Tituba! Le dije que no quería
trabajar para él, señor.

HALE: ¡Entonces lo has visto!

TITUBA (Tituba llora asustada ante lo que se avecina): Reverendo, creo que hay alguien
más que ha estado hechizando a estas niñas.

HALE: ¿Quién?

TITUBA: No lo sé, reverendo, pero el diablo cuenta con muchas brujas.

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HALE: ¡Muchas! ¿Tú quieres ser una buena cristiana, verdad, Tituba?

TITUBA: Sí, señor, una buena cristiana.

HALE: Y quieres a estas pequeñas, ¿no es así?

TITUBA: Ya lo creo que sí, reverendo, a mí me gustan mucho los niños.

HALE: ¿Y amas a Dios?

TITUBA: Amo a Dios con todo mi ser.

HALE: Ahora, en el nombre de Dios bendito...

TITUBA: Por siempre sea alabado...

HALE: Cuando el maligno se te aparece, ¿lo acompaña alguna vez... otra persona?
¿Quizás una persona del pueblo? ¿Alguien que tú conoces?

TITUBA: Estaba muy oscuro y no...

HALE: Si lo viste a él, ¿por qué no pudiste ver a su acompañante?

TITUBA: Es que siempre están hablando; corren de aquí para allá y conversan...

HALE: ¿Quieres decir que procedían de Salem? ¿Brujas de Salem?

TITUBA: Eso creo, sí, señor.

HALE: Has sido elegida, Tituba, se te ha escogido para ayudarnos a purificar a nuestro
pueblo. Vuélvele la espalda al maligno y te protegerá.

TITUBA: Eran cuatro. Vinieron cuatro personas.

HALE (presionándola): ¿Quiénes? ¿Quiénes? ¡Sus nombres, di sus nombres!

TITUBA (con el furor de una posesa): Él me dice: «¡Trabaja para mí, Tituba, y te haré
libre!». Y yo digo: «iMientes, demonio, mientes!». Entonces miro... y allí está la comadre
Good.

HALE: ¡Sarah Good!

TITUBA (llorando): Así es, reverendo, y la comadre Osburn.

HALE: Ten valor; has de darnos todos los nombres. ¿Cómo puedes ver los sufrimientos de
esa niña sin compadecerte? Mírala, Tituba. (Señala a Betty, en la cama.)

ABIGAIL (Abigail, repentinamente inspirada, se levanta y alza la voz): ¡Quiero sincerarme!


(Parece en éxtasis.) ¡Quiero recibir la luz de Dios, quiero el dulce amor de Jesús! Bailé para
el demonio; lo vi; escribí en su libro; pero vuelvo a Jesús; le beso la mano. ¡Vi a Sarah Good
con el demonio! ¡Vi a la comadre Osburn con el demonio! ¡Vi a Bridget Bishop con el
demonio!

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(Mientras habla, Betty se levanta de la cama, con ojos enfebrecidos, y se une a la cantinela
de Abigail.)

BETTY (también con la mirada en el infinito): ¡Vi a George Jacobs con el demonio! ¡Vi a la
señora Howe con el demonio!

HALE: ¡Habla! ¡Habla! ¡Alabado sea el Señor! ¡Se ha roto el maleficio! ¡Son libres!

BETTY (gritando histéricamente y con evidente alivio): Vi a Martha Bellows con el demonio!

ABIGAIL: ¡Vi a la comadre Sibber con el demonio! (Su júbilo es cada vez más manifiesto.)

TITUBA: ¡Vi a Alice Barrow con el demonio!

ABIGAIL: ¡Vi a la señora Hawkins con el demonio!

BETTY: ¡Vi a la señora Bibber con el demonio!

TITUBA: ¡Vi a la señora Booth con el demonio!

(Mientras continúan sus gritos exaltados, cae el telón.)

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