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Diver - Theory (Traducción)
Diver - Theory (Traducción)
1.1.4. Economía.
Esta característica, compartida con otras especies, es la que se refiere generalmente a la
economía del esfuerzo; es decir, el evitar el uso de un grado mayor de precisión al necesario
para lograr realizar cualquier tarea dada.
la existencia a priori de ciertas realidades metafísicas, tales como las teorías, junto con la
tarea de descubrir las propiedades de las mismas. Ha existido en la historia del estudio del
lenguaje una insistencia en traer a la discusión las realidades metafísicas a priori que
resultan no tener nada que ver con el lenguaje.
ningún lenguaje conocido; una gramática típica del latín o el griego enumerará varias cosas
distintas que pueden “funcionar como sujeto”. Es decir, una parte del pensamiento que
parece ser transparente y evidente no encuentra eco en el lenguaje. No obstante, este
concepto no ha sido abandonado por varias escuelas de lingüística. De hecho es una
característica de los metafísicos que nunca abandonan su hipótesis, no importa cuán a
menudo ésta no sea probada por el análisis o por una cantidad significativa de evidencia
empírica.
Para evitar la metafísica, entonces, podemos tomar una técnica simple y analítica:
abandonar las hipótesis que no funcionan. Cuanto más uno se apoya en hipótesis
obviamente erróneas, más tarde se encontrarán aquellas que son mejores. Cabe destacar que
el abandono de hipótesis y la comprobación rigurosa de las mismas nos caracteriza y
diferencia del estudio de la sintaxis tradicional. En ella, por ejemplo, no se reconoce
ninguna contradicción al decir que el caso nominativo es la marca del sujeto pero que
ocurre en el predicado.
Téngase en cuenta que este procedimiento –la eliminación del aspecto metafísico por medio
de la comprobación- aún deja abierta la posibilidad de que alguna categoría derivada de la
metafísica pudiera ser útil para la solución de un problema luego de ser probada. Por
supuesto, mantenemos la convicción de que no queremos demostrar que todo lo que ha
hecho hasta ahora está mal, solamente queremos encontrar lo que está bien. Sin embargo,
sería poco provechoso comprobar todas las categorías provenientes de la metafísica, sólo
por el hecho de que alguna pudiera resultar provechosa. Por el contrario, preferimos que
ellas surjan de los procedimientos normales del análisis.
Una de las posibilidades que la teoría posee es la de establecer los límites de la disciplina,
el rango de investigación. Por lo tanto, hemos determinado que nuestras explicaciones
estarán basadas en las causas inmediatas y no las causas primarias. La base de nuestra
determinación es simplemente que el análisis de niveles más remotos de causalidad no nos
provee de ninguna solución mejor de la solución que ya tenemos.
Por ejemplo, es claro que, si encontramos las causas de las características de nuestras ondas
sonoras, dichas características serán investigadas dentro de la ciencia de la acústica. Sin
embargo, esto no significa que debamos especializarnos en esta ciencia e incluirla
totalmente en nuestra teoría. Es decir, estudios importantes en el campo de la acústica tales
como: el efecto Doppler, la Ley de Snell aplicada a la transmisión del sonido bajo el agua,
etc. no aportan nada al estudio de las ondas sonoras en el habla. Ninguno de estos estudios
da una solución a algún problema individual y, hasta que no se pruebe lo contrario, se
mantendrán fuera de mi área de estudio. Por lo tanto, las ondas sonoras y lo que causan
componen los dos extremos de la teoría. Generalmente nos referimos a estos extremos
como “observaciones” y “orientaciones”, respectivamente. Pero la relación entre ellos debe
explicitarse en cada uno de los casos individuales que encontramos. A estas explicaciones
detalladas1 las llamamos hipótesis y su función es la de demostrar en qué forma la causa
general, en este caso la acústica, se manifiesta en la producción de observaciones
particulares.
1
En Inglés existen dos términos: “explain”: explicar, aclarar, dilucidar; y “explicate”: exponer, desarrollar
(noción, principio) explicando, describir detalladamente, analizar por un método.
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apelamos para entender, explicar, y observar. Las hipótesis, por otro lado, no existen
independientemente del problema. Representan los detalles de la solución y son creadas por
nosotros simplemente para mostrar cómo el proceso causativo ocurre.
Las características de la hipótesis están sujetas al mismo tipo de control tal como la
selección de las orientaciones. Cualquier hipótesis en particular, tipo de hipótesis, o
categoría dentro de la hipótesis se admite sólo si resuelve un problema. Si una categoría en
potencia, tal como el “sujeto”, nunca nos resuelve el problema, entonces nunca será
admitida como parte de la hipótesis de la teoría en general. Esto es una parte de las
consecuencias de designar al “sujeto” como una hipótesis postulada para resolver un
problema más que como un fenómeno de observación. Este procedimiento tiene,
incidentalmente, la ventaja de evitar otro tipo de trampa metafísica, una trampa cubierta por
preguntas tales como “¿cuán abstracta es la fonología?”. El grado de abstracción de una
categoría se determina de una manera muy simple: se trata solamente de un grado de
abstracción que resuelve el problema. Si el grado es demasiado elevado o insuficiente,
entonces no resolverá el problema.
Existe una trampa metafísica final que debe evitarse, y que atañe al punto desarrollado
anteriormente: el deseo del filósofo de encontrar una solución que dependa de una sola
variable – una causa original que es la primera de una larga cadena de causas. En un afán
por rechazar cualquier compromiso a priori, no incluimos otras variables como posibles o
necesarias en nuestras hipótesis – así como tampoco insistimos en oposiciones binarias,
marcación, normativa, u otras características también a priori. Cualquiera sea el número de
variables que una solución a un problema requiera, ese es el número de variables a
considerarse. En la práctica, como ocurre, cada una de esas orientaciones a las cuales debe
apelarse para solucionar los problemas postulados son necesarias como variables
combinadas útiles para la solución de cada problema en particular.
Las hipótesis deben ser divididas en dos grupos: aquellas que se relacionan directamente
con las ondas sonoras, y aquellas que se relacionan indirectamente. Los términos
“Fonología” y “Gramática” respectivamente, se aplicarán a estas dos divisiones, siendo la
fonología la que provee el problema más inmediato en esta sección. (Más tarde habrá una
división de la gramática dentro de la gramática y el léxico, pero para la presente
clasificación, todas éstas difieren de fonología de la misma manera).
sentido?. Una vez más, los procedimientos de la lingüística descriptiva son instructivos. En
esta área siempre existió una tendencia a insistir que el analista no necesitaba conocer la
lengua y trabajaba con un informante que sí la conocía. Era el trabajo del analista el de
preguntar apropiadamente y elicitar lo que el hablante nativo conocía, y esta forma de
análisis era exitosa uniformemente ya que podía establecer dos tipos de hipótesis: el fono,
el alófono y el fonema; el morfo, el morfema y alomorfo, de una lengua. El éxito del
procedimiento radicaba en la noción de diferenciación: unidades diferentes de sonido y
forma. Esta diferenciación es por supuesta la “diferenciación en comunicación”. De los
éxitos rutinarios de los análisis fonológicos y morfémicos podemos extrapolar la posición
de que el orden se impone en el caos por medio de la postulación de que hipótesis tiene que
ver con comunicación. El intento y el error que se reconocen existen por referencia a su
relación con lo que queda de la comunicación.
Las técnicas exitosas de la lingüística descriptiva nos proveen de la identidad de cierta lista
de unidades distintivas, fonemas y morfemas: sin embargo, no nos proporcionan las
características de dichas unidades, y por lo tanto, no aportan el tipo de explicación que
buscamos. De hecho, los fonemas no especifican la relación entre las observaciones, las
ondas sonoras, y los morfemas. A pesar de que reconocen que la comunicación se
encuentra involucrada, no nos proveen de la comprensión de lo que se está comunicando.
Sólo hasta este punto podemos decir que el abordaje es descriptivo. Irónicamente, a pesar
de no ser descriptivos, para el descubrimiento de fonos y morfos, los lingüistas descriptivos
realizan el primer paso en la primera serie de hipótesis para explicar el fenómeno. Esta red
de hipótesis basada en la distinción solamente provee de una organización fundamental, del
andamiaje de nuestras propias hipótesis y sus interrelaciones. Es decir, aporta el mínimo
irreducible de nuestra responsabilidad hacia las observaciones.
Los morfemas y los fonemas resultan tener un tratamiento incompleto muy extremista. La
fonética de un fonema y el sentido de un morfema son analizados en forma incompleta por
cualquiera que, “Saussuriano” o “Bloomfieldiano”, sostiene un compromiso fundamental
con el rol de la comunicación, ya que sin ésta las necesidades básicas para comunicarse–la
señal y el significado- no podrían relacionarse. A estas hipótesis iniciales deberían sumarse
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cómo la unidad distintiva de sonido, el fonema, se relaciona con los sonidos en sí mismos,
y cómo la unidad distintiva de forma, el morfema, se relaciona con la comunicación.
El plan general para la solución de estos problemas de relación proviene del reciclaje del
mismo tipo de problema, como explicaré a continuación. En el material confrontado, hay
un cierto orden de observación y luego unidades identificables –los fonemas y los
morfemas-. El problema constante es, ¿por qué estas unidades en esta posición y por qué
este orden?. En el nivel más primario, tenemos un ordenamiento de ondas sonoras. Algunos
aspectos de este ordenamiento siguen del ordenamiento mismo de los fonemas. Para
demostrar esto, es necesario asignar a los fonemas ciertas características que tendrán el
efecto de producir las ondas sonoras apropiadas; es decir, características que son fisiológica
y acústicamente reales. La atención debe tornarse entonces al próximo paso en el problema:
los fonemas se presentan en un cierto orden en sí mismos, ¿por qué?. La primera respuesta
es que ciertos fonemas se presentan en un cierto orden porque éste es el orden en el cual
regularmente aparecen dentro de algún morfema, entonces sabemos que tenemos un
ordenamiento de ondas sonoras identificables desde la selección de un morfema en
particular.
Pero una segunda respuesta también es necesaria: dado el morfema, ¿por qué los fonemas
se presentan en el orden que aparecen dentro del mismo? Ya que los fonemas no se
encuentran en cualquier orden dentro de un morfema; existen observaciones favorables y
desfavorables en el rango de posibilidades. De hecho, encontramos una explicación en la
lingüística descriptiva en términos tales como: forma canónica de la sílaba o de la palabra.
Para responder la segunda pregunta, las características deben asignarse a los fonemas
individualmente, los cuales revelan las motivaciones de las ventajas y desventajas dentro de
un morfema. Cuando todas estas características hayan sido agregadas a la unidad distintiva,
el fonema, nos encontramos confrontados por una unidad suficientemente diferente del
fonema que requiere de un nombre distinto. Mantendremos entonces el nombre “fonema” o
su aplicación original y usaremos el término “unidad fonológica para una caracterización
más completa”.
de la teoría. Al mismo tiempo, las características asignadas por las hipótesis de cada
unidad, fonológicas y morfológicas, son consistentes con los dos extremos del
procedimiento, las observaciones y las orientaciones. Esta relación de consistencia,
consecuentemente, ejercita un control último sobre todas las características individuales
asignadas a las varias unidades. Si el punto a realizar es que las hipótesis demuestran cómo
las orientaciones motivan a las observaciones, y cómo las observaciones son instancias
particulares de las orientaciones, las hipótesis tampoco deben contener nada que las
contradiga.
Sin embargo, cualquier consenso que pudiese obtenerse tendría también confrontaciones en
las cuales el desacuerdo y la arbitrariedad también se presenten. El ejemplo más obvio es en
el área de la “prosodia”. ¿Cómo tratarán los lingüistas las variaciones en amplitud, en
frecuencia, en la velocidad de producción? Los descriptivistas denominaron estas
variaciones: “fonemas suprasegmentales”, sugiriendo un tratamiento paralelo al de los
“fonemas segmentales”. Pero otros unirían a estas características prosódicas con el área de
la fonética que queda “fuera de la lingüística”.
Ya que no existiría ningún punto desde el cual partir en forma arbitraria, ni se pueden tomar
decisiones simplemente sobre la base de la escucha de ondas sonoras, queda en evidencia
que cualquier decisión tendrá que ser tomada de alguna forma que no provenga de la teoría
misma. Y como las características de la teoría se derivan del análisis, inicialmente debemos
recurrir al análisis mismo.
Entonces nos encontramos con un problema analítico directo: ¿cuán lejos podemos llevar
este procedimiento? La respuesta parece ser que en cualquier punto en el progreso nuestra
responsabilidad se extiende sólo hasta el límite de nuestro análisis. Cuán lejos dicho
análisis puede ir es otra cuestión.
Este procedimiento tiene la ventaja de que no comenzamos a realizar una actividad tan
imposible de lograr que en consecuencia nunca empezamos verdaderamente. También tiene
la ventaja de que, a medida que tenemos éxito con pequeños problemas, lo que va
quedando por descubrir a su vez también va teniendo más claridad. Por ejemplo: si nos
encontramos con una lengua en la cual ciertos verbos gobiernan el caso dativo, la
resolución del problema de lo que un dativo contribuye es probable que dé la posibilidad de
ver más en detalle por qué estos verbos están tan íntimamente relacionados con ellos. De
hecho, esto es lo que marcó nuestro análisis. Siempre comenzar con el problema más
pequeño posible. Resolverlo, y luego buscar el próximo problema más pequeño posible,
aprovechando la influencia obtenida en la solución de los problemas anteriores.
Uno puede suponer que al comenzar con la fonología se puede hablar del fonema y resolver
enteramente el problema de qué características asignarle. Pero, por supuesto, saltamos de
unidad en unidad, de adelante para atrás entre morfemas y fonemas. Ambos parecen formar
sistemas en formas que serán discutidas luego, y hasta algún punto se pueden asignar a las
unidades morfológicas una contribución consistente a la comunicación. Debe enfatizarse
una vez más que estas características sistemáticas no fueron decididas sobre la base de
alguna forma de especulación teórica. La interrelación entre unidades, y la relación de las
unidades con el proceso de comunicación, emerge gradualmente de nuestro estudio de los
problemas iniciales más pequeños.
2.2.2.2. Variación.
Pero si vamos a realizar todo esto en términos de la observación, es necesario especificar
primero qué es lo que se observa. Fundamentalmente, comenzamos con el proceso de
formación de hipótesis comparando una configuración de una cavidad bucal con el
producto acústico, pero encontramos que – con respecto a cualquier unidad fonológica
individual, cualquier hipótesis individual- tanto la configuración como el producto son
inconsistentes de una instancia a la otra. Esto proviene de un número de factores: axiomas
en fonética, que deben tener especial consideración.
Ningún individuo tiene las mismas características físicas, con respecto a la forma de la
cavidad bucal. Por lo tanto somos capaces de reconocer la voz de un individuo. El mismo
individuo no utiliza la cavidad bucal precisamente de la misma forma en todas las
ocasiones. Según cualquier caracterización que pudiese haber en la unidad fonémica, existe
gran cantidad de espacio para la variación sin pasarse al dominio de otra unidad.
Los grupos de individuos que conversan la mayor parte del tiempo prefieren algunas áreas
de variación, en la unidad, en comparación con otros grupos de individuos. Por lo tanto
somos capaces de reconocer el dialecto de un individuo.
Un dialecto puede diferir de otro no sólo al preferir ciertas áreas de variación, sino también
en el número y carácter de los elementos en el inventario mismo. Por lo tanto algunos
dialectos del inglés se diferencian por la pronunciación de “hue” y “you”, y otros no.
Para acomodarse a todas estas diferencias, el receptor debe resolver todas las
inconsistencias involucradas, en particular deben inferir la intención del hablante en
referencia al inventario de fonemas. Debe entonces corregir cualquier disparidad en el
inventario mismo. Los factores mencionados anteriormente entran en juego: se requiere de
la inteligencia del receptor para la interpretación de la producción imprecisa y variante del
hablante. El éxito de dicha interpretación refuerza la inclinación del hablante a ser más
preciso de lo necesario. El control sobre este procedimiento es, relativamente, el éxito de la
comunicación: si hay falta de éxito, el hablante debe intentarlo de nuevo.
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Reconocemos, por lo tanto, que el interlocutor se encuentra con lo que parece ser un gran
problema de interpretación. Sin embargo, los seres humanos estamos equipados
satisfactoriamente como para poder lidiar con este problema.
3. Las hipótesis.
Las observaciones, las ondas sonoras, son producidas por personas. El problema es
descubrir qué motiva a las personas a producir ondas sonoras específicas en un momento en
particular. El propósito de la hipótesis es revelar el motivo demostrando la relación entre lo
observado y las orientaciones, ya que las orientaciones representan las circunstancias
controladas en todo el procedimiento. Es decir, la motivación esencial es la comunicación,
y los detalles de cómo la comunicación se encuentra afectada son controlados por
consideraciones concernientes a la fisiología del individuo por medio de los principios de la
acústica y por características normales del comportamiento humano (otras orientaciones).
A medida que avanzó el análisis en nuestra investigación, las hipótesis se dividieron en tres
grupos distintos. Distintos por la forma en que se relacionan con el proceso de
comunicación: las hipótesis sobre unidades fonológicas, unidades gramaticales y unidades
léxicas.
Los sonidos se producen a través del control de la musculatura del tracto bucal. El primer
requisito es que el sonido producido sea audible en una comunicación de persona a persona
y que sea claramente audible si la comunicación ocurriera a través de la distancia. El
segundo requisito es que se tiene que formar un inventario bastante extenso de sonidos
distintos si los recursos de la comunicación humana fueran a exceder los recursos de los
sonidos animales.
Existen dos consideraciones importantes: primero, dada la variedad de las formas en que
los sonidos podrían producirse en el aparato bucal, ¿por qué hay tanto consenso entre
lenguas generales cruzadas, en medio de grandísimas diferencias en los detalles?. Segundo,
dado el inventario de unidades gramaticales y lexicales que se pueden formar con la
combinación de unidades fonológicas, ¿cómo se relaciona el inventario de fonemas con el
de morfemas?. La presentación que prosigue se realizará empezando por el último
interrogante. A veces parecerá que estamos realizando un análisis histórico del desarrollo
de la producción del sonido en términos de su evolución, de todas maneras puede servir
como una forma útil de presentación.
La cavidad supraglótica se extiende desde la glotis hasta los labios y la técnica principal
para producir sonidos claramente audibles es usar el dorso de la lengua y los labios para
determinar la forma de la cavidad. El dorso divide la cavidad en dos partes, cada una con
una frecuencia de resonancia distinta. La posición del dorso de la lengua determina tanto la
medida de las dos cavidades como el tamaño de la apertura de la cavidad posterior; la
posición de los labios determina la medida de la apertura de la cavidad frontal. La
frecuencia de resonancia de cada cavidad es determinada por su propio tamaño y medida de
apertura. El inventario básico de unidades distintivas se desarrolla variando estas dos
frecuencias y combinando las variantes en diferentes formas. La excitación de las cavidades
sigue ocurriendo gracias a la vibración de las cuerdas. Estos procedimientos son
consistentes con los principios de la acústica y con el control mayor de precisión sobre la
musculatura. Aun en esta etapa temprana, el desarrollo del inventario, como hipotetizamos,
revela la unión entre las observaciones y las orientaciones.
Estas posiciones extremas no sólo producen una diferenciación acústica máxima sino que
requieren de una mínima precisión del control ya que las configuraciones varias de dorso y
labio son la distancia que las separa, y aun una variación considerable en una producción
determinada corre el riesgo de disolver las distinciones acústicas entre las unidades.
Uno puede imaginar una diferenciación alternativa de las tres unidades, las cuales eran
todas “frontales altas”, pero esto requeriría de un alto grado de precisión del control para
realizar las mismas distinciones del inventario, con mucha menos distinción acústica, y en
la práctica esto parece no ocurrir. Sería además una instancia obvia de un grado mayor de
precisión del control que lo necesario para alcanzar la misma ventaja comunicativa.
El inventario puede también ser incrementado por la mezcla diferente de dos cavidades de
resonancia, produciendo resultados que tienen un grupo diferente de valores intermedios en
términos de distinción acústica. El inventario puede incrementarse también por otras
técnicas que cambian la forma de las cavidades de resonancia, tales como la “nasalización”
en la apertura de la cavidad nasal, o produciendo modificaciones a tiempo: distinciones de
“duración” o las transiciones en la posición de dorso y labios conocidos como “diptongos”.
Estas motivaciones pueden combinarse entre sí de maneras variadas.
Todo esto incrementa el inventario por medio de una inversión en la mayor precisión del
control. Pero encontramos que dicha precisión no se usa para que las posiciones de dorso y
labio se conviertan en posiciones absolutas. Para cada unidad, las posiciones se deben
mantener lo suficientemente distantes una de la otra para mantener una diferencia acústica
(directamente observable por el oído humano), lo que significa que el grado de variación –
el grado aceptable de imprecisión en una instancia de producción- es limitado por la
cercanía de las variaciones vecinas. Por supuesto, la excitación de todas las formas es
provista por la vibración de las cuerdas vocales.
Estos tres -/l /, /t /, y /s / - pueden considerarse unidades primarias del ápice, mostrando
nuevamente las características de la máxima diferenciación y consecuente baja demanda de
precisión en el control. Las posiciones intermedias serían, entonces, cualquier /r / y “thorn”,
la letra rúnica para el sonido de la “th” inglesa.
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Notar que en Inglés la /y / suena /i /.
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3
Notar que /h / en Inglés suena casi como una /j /.
4
El sonido “thorn” es como una /d / producida por la fricción de la punta de la lengua y los dientes superiores
frontales.
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i u
a
Las unidades fonológicas mostradas pueden ahora ser categorizadas en términos de dos
variables: la musculatura usada en la formación y la medida de la apertura controlada por la
musculatura por aquella musculatura con relación a la excitación. (La formación
concomitante la provee los labios, pero es omitida para mantener la simplicidad del
diagrama). La musculatura en particular será llamada “articulador”; el grado de apertura
“abertura”.
El futuro incremento del inventario puede verse entonces como extensiones de estos “ejes”
de un “sistema”. Sería ir más allá de los límites de este paper si me detuviera en los detalles
concernientes a las varias posibilidades. Por el contrario, algunos de ellos serán
introducidos cuando consideremos la pregunta: ¿qué tipo de evidencia concreta existe en el
habla corriente en beneficio de las nociones bastante abstractas presentadas hasta ahora de
acuerdo con la precisión del control, fisiología y acústica?.
Vemos, entonces, que la motivación del “factor humano”, la precisión del control, favorece
algunos tipos de combinaciones de ondas sonoras más que a otras, hasta el punto de que la
selección de un morfema en el texto lleva a las características de las ondas sonoras.
La “extensión” del eje de apertura cero, desde /t / a /p / y /k / es muy común. Sin embargo,
la mayor inversión en el control refinado de la precisión en el caso del ápice se refleja en la
utilización aún más grande de las unidades formadas con el ápice, ya que su mayor destreza
lo hace más fácil de controlar.
Esto se refleja como valor comunicativo de varias posiciones del morfema. La posición
inicial da la primera oportunidad al interlocutor de identificar el morfema, en el contexto
del mensaje en el que éste ocurre. En esta posición, bien se podría utilizar todo el inventario
de unidades fonológicas. Cuando la información en las últimas unidades se torna
disponible, es muy probable que el interlocutor ya haya realizado la identificación, y lo que
sigue es cada vez menos y menos información importante. Lo que encontramos es que en
esta secuencia hacia el final del morfema, los apicales se ven favorecidos progresivamente
sobre los labiales y dorsales, a veces hasta la completa exclusión de estos dos. Volviendo a
la Tabla 3 se puede apreciar que se prefiere plot (610) a bolt (405) y demuestra una
tolerancia mayor a la combinación de consonantes en la primer parte del morfema. Tales
ejemplos muestran cómo la motivación en la comunicación está integrada con la precisión
del control que afectan la selección de las unidades dentro de un morfema.
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Además de /p t k / hay otro grupo que utiliza los mismos ejes de articulación, (b d g/. Se
diferencian por la vibración de las cuerdas como parte de la articulación de la unidad y
proveen un resultado acústico distintivo. La coordinación de un articulador original. La
glotis, requiere más precisión de control, y la unidad más compleja se usa generalmente con
menos frecuencia, en algunas lenguas hasta cero. Aquí el factor comunicativo también es
evidente: las más complejas /b d g/ compiten mucho mejor en posición inicial que al final.
Se necesitaría todo un capítulo sobre estudio fonológico para explicar la ocurrencia de las
unidades fonológicas en el morfema. La co-ocurrencia no es uniforme y se lo puede notar
en unidades inmediatamente adyacentes donde se re-utiliza el mismo articulador, como en
tl-, dl-, pw-, sr-. Pero puede verse también donde componentes lateralizados aparecen del
otro lado de la base. En este caso, de hecho, hay dos factores importantes. Se evita el uso
del mismo articulador en los componentes lateralizados, y se prefiere la uniformidad en el
uso de las cuerdas vocales; es decir, los componentes lateralizados pueden ser tanto sonoros
como sordos. En la Tabla 4 se puede apreciar una selección de la tabla de medidas de la
diferencia entre la frecuencia calculada y la observada.
Por otro lado, existe un estudio realizado por Shazi Shah Jabeen (Jabeen 1993) sobre
fonología realizado en Bihar Urdu, en el barrio de Gaya, India. En él se usaron informantes
que eran esencialmente analfabetos sin acceso a la radio o a la televisión. El autor mismo es
nativo de Gaya y se cercioró de que ocurriera cada combinación posible.
Un tercer estudio alternativo fue el realizado por Joseph Davis (Davis 1987). Este estudio
basó su cuenta en esencialmente todas las entradas de un diccionario de Italiano estándar.
En cada uno de ellos, se contó las palabras por la frecuencia de ocurrencia de las unidades
fonológicas en varias posiciones y en varias combinaciones dentro del morfema. A pesar de
las diferencias en el inventario de las unidades fonológicas (entre Inglés, Urdu e Italiano) y
las diferencias en los métodos de recolección, los principios generales que han sido
mencionados anteriormente resultaron bastante uniformes en sus manifestaciones. Como
resultado fue posible chequear la interrelación entre las orientaciones, la hipótesis, y las
observaciones, y demostrar que la motivación fluctúa entre la orientación y la observación
relacionándolas.
Las unidades fonológicas nos plantean dos problemas, el de la identidad (resuelto por el
análisis fonémico) y el de hipotetizar acerca de las características que dan cuenta de cómo
producen los sonidos que realizan y cómo los distribuyen en los morfemas. Pero los
morfemas también proponen dos problemáticas, la identidad del inventario de morfemas
(que se resuelve con el análisis morfémico) y la caracterización de cada morfema de una
manera de que justifique su ocurrencia en textos, en comunicaciones. Los morfemas son de
alguna manera señales de significado, pero serán las hipótesis las que establecerán hasta
qué punto esto es cierto. Nótese además el paralelismo entre los problemas gramaticales y
los fonológicos: las unidades tienen que ser identificadas y el motivo de su orden debe ser
explicado.
Es útil, aun necesario, reconocer que un número de diferentes mensajes puede ser
imaginado en relación con la misma escena, y que la diferencia entre ellos consiste a
menudo en el reconocimiento de ciertas características en las escenas mientras se dejan
otras de lado.
Por ejemplo, si sólo existiesen tres aerolíneas que vuelan entre Nueva York y Los Ángeles
y los tres tuvieran el mismo valor en sus pasajes, una de las aerolíneas podría ofrecer tres
mensajes diferentes, todos igualmente verdaderos:
Todos cobramos lo mismo.
Ninguna otra aerolínea cobra más que nosotros.
Ninguna otra aerolínea cobra menos que nosotros.
El análisis sintáctico, como hemos visto, está orientado por categorías tales como la
“posesión” y las reconoce en cualquier forma en que sean discernibles en la escena aunque
no hubiesen sido parte del intento del mensaje.
El significado es un juicio tentativo sobre la base de las hipótesis más satisfactorias que
tenemos en este punto del análisis.
dos”. Ha absorbido el territorio cubierto por el “dual” en sánscrito en una forma en que ni
“Caballo” ni “vaca” podrían absorber el territorio cubierto por “ciervo”.
Esto no significa que, al ser analizados los varios grupos sintácticos y grupos morfológicos,
estos sean “sistemas” de ese tipo. La categoría del “caso”, por ejemplo, es en las gramáticas
estándares una categorización principalmente morfológica. Pero encontramos que en latín,
como en otras lenguas, lo que se llama caso genitivo no es un miembro del sistema, como
definimos aquí, al que pertenecen otros casos (Diver 1985; 1989).La decisión que tomamos
está basada en el significado del morfema gramatical (por ej.: la sustancia semántica que
divide), y no en cualquier simetría morfológica que pudiese ocurrir.
Lo que encontramos en la práctica en las gramáticas estándares, por el contrario, es que los
“usos de las formas” son tratados en la misma forma que el léxico, como una lista de
elementos esencialmente no relacionados. A continuación veremos en más profundidad lo
que ocurre dentro de estos grupos, pero primero demos un vistazo general a la relación del
“léxico” y la “gramática” como definimos aquí.
El efecto satélite se aplica no solo a la relación morfológica (por ej.: la relación del “sufijo”
con la “raíz”), sino también a la relación entre dos significados. El significado gramatical
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Lo que queda implícito en nuestra discusión es que la falta de éxito del análisis semántico
deriva del concepto de autonomía. La relación de la “lengua” con el hablante es justo lo
opuesto a la autonomía. Como ya hemos dicho, el individuo crea un dispositivo único de
comunicación y lo explota de maneras individuales que son totalmente consistentes con la
forma en que cualquier actividad diaria humana se lleva a cabo. Esto incluye la economía
del esfuerzo, que puede incluir evitar formas de comunicación usualmente útiles donde el
contenido es obviamente suficiente.
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No es de sorprender que al intento de llevar adelante un análisis semántico sin tomar estos
factores humanos en cuenta debería llevar al fracaso y desilusión. Pero si incluimos una
conciencia de ellos en nuestros procedimientos analíticos con la contribución de morfemas
individuales, más que con un concepto idealista de gran esquema, entonces se torna posible
progresar en la práctica hacia un análisis semántico realista de cómo ocurre la
comunicación.
Donde hay una referencia estándar de la lengua que estudiamos, pueden derivar pistas
esclarecedoras de los grupos morfológicos ofrecidos por paradigmas morfológicos y la
sintaxis. Ya se ha sugerido que en latín, el caso genitivo no es un miembro del mismo
sistema como en otros casos, y a pesar de tales diferenciaciones tan conocidas como
“aspecto” y “voz”, éstas parecerían ser miembros del mismo sistema.
Siguiendo con lo anterior, las señales pueden no ser transparentes. Un “cero” puede ser una
señal de “nada”; un ordenamiento de palabras puede o no constituir una señal; las palabras
llamadas “auxiliares de verbo” y “preposiciones” pueden o no ser señales de un sistema de
categorización exhaustiva. Sólo resolviendo las hipótesis satisfactorias podremos tomar
decisiones.
En la práctica, encontramos útil usar textos escritos por escritores habilidosos ya que ellos
explotan los recursos de la lengua mucho más detalladamente, ofreciendo problemas más
desafiantes y un terreno de estudio más rico.
lengua, el análisis del discurso se dedica a analizar el discurso mismo, no las unidades
gramaticales y lexicales que se usan para construirlo. El análisis busca establecer
“características del discurso” que pueden ser cualquier elemento que el analista considere
parte del armado del discurso. Puede que exista alguna correlación entre las características
del discurso y las características morfológicas de la lengua, pero dicha correlación está
motivada por el discurso y no por la morfología como una señal de significado.
Un ejemplo pueden ser las nociones de “anáfora” y “catáfora”. Que el pronombre refiera
hacia delante o hacia atrás es poco relevante e inconsistente, ya que la mayoría de los
pronombres pueden referir en cualquiera de las dos direcciones y, al analizarlos, los
términos “anafórico” y “catafórico” pierden sentido. Este procedimiento de desarrollo de
categorías fuera de la lengua misma –en este caso categorías del discurso- es reminiscente
de la forma en que las categorías se desarrollaron en la gramática tradicional, sobre la base
de la lógica y la filosofía.
Otra distinción terminológica aquí puede resultar útil. El término “morfema” ha sido usado
regularmente para indicar “una unidad mínima y distintiva de forma” es decir una señal de
significado. Restringiremos el término “morfema” a una señal construida por unidades
fonológicas y el término “señal” a una categoría mucho más general: cualquier cosa que
indique significado, ya sean unidades fonológicas o no. En consecuencia, un inventario de
fonemas nos da una primera aproximación al número y características de las unidades
fonológicas y un inventario de morfemas nos acerca a un inventario de señales. Los dos
tipos principales de señales a ser consideradas son “cero” y “orden de palabras”.
En el análisis descriptivo americano se ha aceptado que un alomorfo puede ser “cero”, pero
no un morfema. Es por ello que, en Inglés, puede decirse que hay un alomorfo “cero” en el
pasado de algunos verbos (He put-0 it there yesterday / He lef-t it there yesterday), pero no
un morfema cuya representación es “cero”. La consecuencia directa de esto es que en cat/
cat-s hay un morfema para plural pero no uno para singular.
Si los miembros de un sistema gramatical forman un grupo cerrado como los alomorfos y
los morfemas, nuevamente un miembro es diferente de los otros. El testeo lleva dos partes.
Que en la posición en la que los otros morfemas aparecen regularmente no hay nada, y, más
importante, que el significado del morfema cero debería contribuir al mensaje en una forma
en que sea consistente con el sistema gramatical hipotético. Por ej.: el grupo He went to
jail/ He went to a jail/ He went to the jail – Fue a la cárcel/ Fue a una cárcel/ Fue a la
cárcel. (No podemos justificar adecuadamente aquí la hipótesis de que cero frente a jail está
contribuyendo al mensaje).
El concepto de orden de palabras como señal puede encontrarse en las lenguas clásicas, El
Griego y el Latín, nunca existió la tentación de poner al orden de las palabras a la par del
aparato morfológico del cual los mismos gramáticos se sentían responsables. En estas
lenguas la motivación que llevaba al ordenamiento de las palabras era de una naturaleza
completamente distinta.
Pero en inglés, es mucho más plausible reconocer diferencias sistemáticas en el uso del
aparato de señales: Mary loves John, but John loves Susan. The book is on the table. Is the
book on the table?. He painted the red barn. He painted the barn red.5 El control sobre el
procedimiento es, nuevamente, que estas diferencias se correlacionan con las hipótesis de
una diferencia en significado, lo que a su vez lleva a una mayor diferencia en el mensaje.
5
Mary ama a John, pero John ama a Susan. EL libro está sobre la mesa. ¿Está el libro sobre la mesa?. Pintó el
granero rojo. Pintó el granero de rojo.
32
El uso del orden de las palabras como señal introduce ciertas restricciones. Obviamente las
palabras están siempre en cierto orden y la pregunta de si una instancia de ordenamiento en
particular es una instancia de una señal en particular. He sent Mary candy/ He sent Mary
home (Le mandó caramelos a Mary. La mandó a Mary casa). La respuesta se encontrará de
acuerdo con la referencia de los significados hipotéticos del sistema gramatical
involucrado.
En inglés, de hecho, hay más que un sistema gramatical que usa el orden de las palabras
como señal, y ante la ausencia del análisis es probable que haya confusión cuando ambos se
usan simultáneamente, como en el ejemplo clásico: She made him a good husband because
she made him a good wife (Hacía de él un buen marido porque ella era hacía de sí misma
una buena esposa) en comparación con: She made him a good dinner (Le hizo una buena
cena).
La otra restricción en el orden de las señales es compartida con las señales morfológicas:
sólo puede haber tantas distinciones de significado como de señales. Pero la naturaleza
relativa del orden de las palabras tiene sus consecuencias. En la conocida construcción
“objeto indirecto” de las gramáticas estándares, una lengua que diferencia un caso dativo de
un caso acusativo tiene una distinción precisa y estable aun si están las dos presentes o no.
Pero, en un orden similar basado en el orden de las palabras, la ausencia de una de las
palabras cambia la naturaleza de la señal: She told him a story/ She told him / She told a
story (Le contó una historia a él/ Le contó/ Contó una historia). Es decir, hay pérdida de
precisión cuando el número de palabras en la señal es reducido.
Un ejemplo notorio es la -s final en inglés la cual puede tener tres valores dependiendo del
“contexto”. Pero de acuerdo con nuestro análisis, depende en realidad del conocimiento de
los tres sistemas gramaticales y la habilidad para identificar cuál se usa en cada instancia en
particular. Es decir, la misma fonología puede usarse en tres señales diferentes, con tres
sustancias semánticas diferentes. La tarea es entonces identificar el sistema y luego dar a la
señal su significado apropiado de acuerdo con ese sistema. (Debería aclararse que no vamos
a demostrar cómo se realiza esto. Nuestra tarea es la de analizar las señales y los
significados en los sistemas gramaticales sobre la base de cómo se usan en textos).
Pero no es del todo verdad que las señales fonológicamente idénticas deben estar en
sistemas diferentes para que se las pueda reconocer. En un sistema, las señales pueden ser
distintas, pero no son tan distintas como podrían serlo. En la historia del inglés la distinción
“singular-plural” fue perdida en el caso de you a pesar de que se retuvo en algún lugar del
sistema. Lo que parece ocurrir es que en tales instancias la distinción fue realizada en el
sistema como un todo usado como referencia para establecer las posibilidades desde las
cuales elegir cuando la señal es imprecisa.
33
Un ejemplo más complejo se puede ver en la morfología de los casos del latín. La
diferencia “dativo” y “ablativo” se distingue fonológicamente en el singular pero nunca en
el plural. Para entender un texto en latín, el caso plural impreciso da la información de que
la palabra debe tomarse como un no-nominativo, no-acusativo, no-genitivo, y lo que
siembra la duda es solamente la distinción entre dativo y ablativo. El lector, sabiendo el uso
de dichos casos, puede decidir cuál de los dos es más apropiado. La necesidad de una
apreciación inteligente es más que evidente.
De cualquier modo, las tres categorías se excluyen entre sí. Un número no puede estar en
dos categorías a la vez, por lo tanto se da la oposición de la exclusión.
34
Pueden surgir problemas analíticos con respecto a lo que se está hablando. En el análisis
sintáctico hay muchas instancias en las cuales se puede ver falta de concordancia, cuando
un hablante cambia el punto de vista. Un ejemplo clásico es el “sustantivo colectivo”, en el
cual algo puede verse como un grupo o como un número de elementos individuales. Pero
esta es una diferencia en la escena, no en el significado; no es una superposición entre
categorías de la sustancia semántica.
Es conveniente referirse a este tipo de relación entre escena y significados como “oposición
abarcativa”: en comparación con una oposición presente en el sistema gramatical, la escena
puede verse con precisión como correspondiente a uno de los significados o a ambos. El
hablante elegirá cuál de los dos es el más apropiado para el mensaje en particular o puede
usar los dos como en los ejemplos en los que hay falta de “concordancia” entre “verbo” y
“sujeto”.
Generalmente, el “otro” miembro del sistema (como en “otro que no sea uno”) es el
miembro “residual”. En un sistema de números es fácil de reconocer; todos podemos
afirmar que 6,23 y 114 son otros números que no son uno (o dos). Pero con otras sustancias
semánticas el miembro residual puede estar presente en una sorprendente variedad de
correlaciones con varios aspectos de la escena.
En el griego de Homero hay un sistema gramatical de tres miembros (Diver 1985), en los
cuales la sustancia semántica tiene una relación con el lugar. Uno de los miembros es
residual y se refiere a relaciones de lugar referidas a arriba y abajo, al frente y atrás, desde y
hacia, cerca y lejos, sin y con, a la derecha y a la izquierda, etc.. Lo que todas ellas tienen
en común es que, como con los números, no son una de las relaciones de lugar indicadas
por los otros dos miembros del sistema.
Un sistema de este tipo nos ayuda a descartar alguno de los mitos asociados con intentos de
análisis semántico. Existe la noción de que el significado puede ser una abstracción de un
número de categorías que son diferentes a primera vista. El segundo paso inevitable es
darnos cuenta, particularmente con los tipos de oposición mencionados arriba, que
cualquier abstracción sería vaga y analíticamente inaceptable.
El sistema con el miembro residual provee una división desigual de la sustancia semántica.
Una alternativa menos confusa se puede ver en sistemas en los cuales la división es
esencialmente igual, particularmente si está dividida en dos partes. Esta relación de valor se
35
En latín, por ej. (Diver 1987), lo que se llama “caso nominativo” señala que el referente
está en el centro de la atención en ese momento. El caso acusativo señala que no. La
oposición es de exclusión y la misma palabra no puede estar en los dos casos a al vez. (Hay
complicaciones con respecto a otras sustancias semánticas en latín, sin embargo ésta sirve
para ilustrar lo que queremos decir).
Cuando la división igualitaria es entre más de dos miembros, la relación entre ellos es en
términos de escala más que de categorías absolutas. Es como si en una sustancia semántica
la división no fuese “uno” y “otro”, sino “”más” y “menos”, o “mayor”, “más”, “menos”,
“menor” de la sustancia involucrada.
Veremos que en términos de relación entre las muchas ideas que tenemos para comunicar y
las necesariamente pocas señales que tendremos para expresarlas, este tipo de relatividad y
flexibilidad puede funcionar satisfactoriamente.
Recordemos otra vez que los problemas analíticos confrontados con tales factores como
miembros residuales y relaciones de escalas requieren una distinción cuidadosa entre las
características de la escena, del mensaje y los significados señalados en una lengua en
particular.
Con la oposición de inclusión, vamos un paso más adelante. Aun sin las otras oposiciones,
un objeto puede ser referido por dos significados. Esta vez se superponen en el sistema y no
en una característica del objeto. Siguiendo con mi ejemplo básico del sistema de números,
encontramos que en griego (Diver 1987) un sistema de tres números es similar al del
sánscrito. Pero ahora las formas llamadas dual, singular y plural tienen los significados 2,1
y “otro que no sea 1”. Es decir, lo que se llama plural tiene el significado de “otro que no
sea 1”en vez de “otro que no sea 2”.
Como consecuencia, si hay dos de algo, tanto el plural como el dual pueden usarse. En
términos técnicos, la relación del plural incluye el significado del dual, mientras que
excluye al singular.
La pregunta sería entonces ¿qué motiva al hablante a usar un significado de otro dado que
cualquiera de ellos provee una definición precisa de la escena?.
Parece no haber una regla general en esto, tanto en la misma lengua como en otras. En
griego hay dos instancias, y sería útil compararlas. La imagen que surge nos recuerda una
vez más que el grado del que la solución a nuestro problema depende, no solo del factor
estrictamente comunicativo de las señales y significados disponibles, sino también del
ejercicio del ingenio humano.
En un pasaje de la Ilíada (Libros I-VI) en el cual hay más de 500 referencias a algo, tanto
en lo dual como en plural, 37 % están en el caso nominativo y 63% en el oblicuo. Pero
aquellos en el dual, 54% están en el nominativo y 46 en el oblicuo. Es decir, el centro de
atención representado por el sujeto se dirige fuertemente hacia el dual.
Una de las razones por las cuales existen diferencias entre las lenguas es que el hablante
hace uso de una red entera de sistemas gramaticales y lexicales interrelacionados. Lo que
parece ser un problema comunicativo exactamente similar puede abordarse de forma
diferente porque las lenguas tienen diferentes gamas de posibilidades. Supongamos que un
evento comenzó en el pasado y terminó en el presente. Si la lengua no tiene distinción entre
el tiempo pasado y el presente surge una oposición abarcativa, ¿cuál se usará?.
De hecho el inglés no usa ninguna de ellas. Tiene una tercera forma –“presente perfecto”.
Similarmente en griego también hay una forma extra llamada “presente perfecto”, pero los
gramáticos más perceptivos dicen que se trata de un tiempo que refiere a un “estado
presente” opuesto a una acción en presente. También es una buena solución para resolver el
problema del evento comunicativo, pero su uso es, en muchos aspectos, diferente al del
inglés.
Esto nos recuerda que necesitamos comenzar desde el interior y trabajar hacia afuera y la
importancia de no comenzar el análisis de una lengua desde el punto de vista de otra
lengua.
3.2.3. El interlock.
No es poco común encontrar dos sustancias semánticas, cada una con su propia
categorización exhaustiva, que comparten un grupo de señales para diferenciar sus
significados. En la lingüística descriptiva, la posibilidad de que un morfema pudiese indicar
dos significados fue reconocida bajo el término de “portmanteau”. En las gramáticas
estándares uno puede encontrar la expresión “la tercera persona del singular en presente
activo indicativo”. Lo que llevaría a significados de cinco sistemas diferentes. Llamamos a
este ordenamiento “interlock”, el cual es común y transparente con la morfología del caso,
donde el final de las palabras señala el número y otro valor, tal como “dativo singular” y
“nominativo plural”.
El término “sujeto” se usa para indicar dos significados distintos en dos sustancias distintas.
Es por ello que podemos nombrar al “sujeto lógico” y al “sujeto gramatical”, el primero es
el “agente” y el segundo “el tema de la oración” o “lo que concuerda con el verbo”. Estas
son evidentemente diferentes contribuciones al mensaje. Traducido en términos de
“interlock” una sustancia semántica es control del evento (agente, paciente, etc) y la otra
indica si la palabra es el centro de atención o no. Entonces el caso nominativo señalaría un
alto grado de control y de foco simultáneamente (así como también un tercer significado
proveniente de la sustancia del número).
Una traducción terminológica no ayudaría a resolver todos los problemas del Latín, en el
cual sólo existe la “voz pasiva” (“el objeto lógico el sujeto gramatical”) y “verbos
deponentes” (“pasivos en forma pero activos en significado”), pero sirve como una
hipótesis inicial para análisis posterior.
38
Si digo My understanding was that if the hard disk failed... (Lo que entendí fue que si el
disco rígido falló...), puedo estar diciendo was en vez de is (“entendí” en vez de “entiendo”)
para introducir la duda. O quizás esté equivocado. Usamos esta táctica todo el tiempo en
varias lenguas. La táctica se incorpora a un interlock, el tiempo pasado se usa sin referencia
al pasado y como un elemento de duda con lo cual nos encontramos con un nuevo tipo de
señal.
Esto lleva a la pregunta: ¿qué significado tiene la señal optativa?. Entonces nos vemos
obligados a incluir en la hipótesis la noción de “señal de interlock”, en la cual el significado
de una forma depende de qué parte del interlock es (pasado o no-pasado) en un uso en
particular.
Pero ahora debemos ocuparnos de otro tipo de imprecisión en la señal y otro ejercicio del
ingenio humano.
Hay una circunstancia en la cual los sistemas A y B pueden ser satélites del mismo
elemento léxico, cuando se hablaba tradicionalmente de “sustantivo verbal” como una
categoría anómala en la clasificación que incluye participios y gerundios. Aquí, se ve una
cierta flexibilidad de la comunicación por medio de la posibilidad de aceptar al menos una
mezcla limitada de los significados del tipo A y B.
Esta discusión lleva a la clasificación del habla realizada por Marcus Terentius Varro, en su
de lingua latina (VIII 44):
Quod ad partis singulas orationis, deiceps dicam. Quoius quoniam sunt divisiones
plures, nunc ponam potissimum eam qua dividitur oratio secundum naturam in
quattuor partis: in eam quae habet casus et quae habet tempora et quae habet
neutrum et qua est utrumque.
Hablaré de lo que concierne a las partes individuales del habla. Ya que hay varios
métodos de división, tomaré como preferido aquel para el cual el habla es de
acuerdo con su naturaleza dividida en cuatro partes: el cual tiene formas de caso, el
cual tiene formas de tiempo, el cual no tiene ninguna, en el cual ambos el caso como
el tiempo son indicados. (Kent 1951: 405)
Los “pronombres personales” son sustitutos de los sustantivos. Los “demostrativos” pueden
valerse por sí mismos o aparecer con el elemento léxico. Pero dicha combinación tiene más
características de ser como dos elementos léxicos juntos que de ser un satélite y el elemento
léxico.
Si queremos entonces realizar una distinción entre léxico y gramática, veamos cómo se
relacionan “paradigmáticamente”- la categorización exhaustiva de todas las oposiciones-
pero teniendo en cuenta el factor satélite.
Hemos incursionado más en la gramática que en el léxico debido a que los problemas del
léxico no son tan interesantes como los de la gramática que tiene problemas más complejos
y sutiles. Estas características son las que se asocian a un costado más práctico en la
investigación. Llegamos a la conclusión de que primero debíamos tratar las contribuciones
comunicativas de la gramática y luego la de la lexis. La complejidad de la gramática está
directamente relacionada con la sintaxis que contiene usos arbitrarios e idiomáticos,
haciendo muy difícil definir las contribuciones de la gramática y la lexis.
Por ejemplo: en He left the house windowless (Dejó la casa sin ventanas) hay tentación
natural a suponer que la contribución semántica de la unidad léxica left incluye un
componente causativo y que el factor de quedarse sin ventana se atribuye al verbo, el cual
es a su vez la parte del habla que indica la acción. Pero cuando descubrimos que hay un
significado gramatical señalado en el orden house windowless opuesto a windowless house
se torna aparente que el efecto causativo será atribuido al significado y no al verbo.
Varios ejemplos como éste aclaran que tenemos poca probabilidad de llegar a un análisis
preciso de la lexis para entender la contribución de los significados de la gramática. Lo que
podemos hacer, sin embargo, es mirar detenidamente a la lexis al menos por comparación
de características de la gramática y presentar lo que nos parece un caso prima fascie. Por
supuesto, puede resultar errado.
3.3.1. Imprecisión.
El léxico como la gramática, está marcado por la imprecisión. Una unidad léxica provee
algo del uso de la comunicación, pero deja mucho a la imaginación. Pero lo que se provee y
lo que hay que imaginar es completamente diferente de la gramática.
Pero no es así con la lexis. Es verdad que en ciertos casos afortunados, usos disparatados de
una palabra pueden unirse a un elemento en común, pero el léxico en general tiene un
potencial para una red totalmente diferente y además generalmente se exterioriza.
Por ejemplo, palabras como galvánico y galvanizar fueron formadas por un científico que
experimentó con la electricidad. Galvanizar era usada para definir la producción de un
shock eléctrico. También fue usada para el proceso de electroplantado, y tenemos la
expresión·hierro galvanizado para describir hierro que ha sido recubierto con zinc para
prevenir la corrosión. Las expresiones pueden parecer no tener que ver una con la otra, sin
embargo podemos rastrear su conexión en las formas de corriente eléctrica.
Esto ocurre todo el tiempo, con lo cual nos preguntamos ¿qué hay en la mente del hablante
al usar unidades léxicas y gramaticales? No sabemos, pero en una forma directa. A juzgar
por el comportamiento, el léxico y la gramática parecen ser utilizados en diferentes formas.
El éxito del hablante en la utilización de usos apropiados para los significados gramaticales
con sus sustancias semánticas sugiere que el sistema gramatical ha sido aprendido como
una entidad. El uso apropiado dependerá de la conciencia general del hablante. Recordemos
los ejemplos en sánscrito y latín de los sistemas de número en los cuales el abandono de un
miembro del grupo deja a la luz valores de relación del resto.
El primer punto y el más importante es que el análisis semántico no se puede realizar sobre
una base superficial. Un caso típico de análisis semántico realizado por un sintactólogo es
en el que dos elementos léxicos “sinónimos” que suponen tener el mismo significado, se
demuestra por medio de las propiedades distributivas de las palabras que no es así ya que
no aparecen en la misma construcción. De lo cual deducimos que el análisis semántico ha
42
fallado en la resolución del problema y se tuvo que recurrir a la sintaxis para establecer las
diferentes construcciones.
Por lo tanto, si fuera a demostrar lo mismo desde el latín, podría referirme a la regla
sintáctica: “los verbos de orden a veces toman al caso dativo”; es decir, la persona ordenada
a veces aparece en el acusativo y otras en el dativo.- También podría tomar la regla de
“gobierno” que iubeo gobierna el caso acusativo y que impero gobierna el dativo, y
solucionar el problema.
Pero si investigo más detalladamente, (Diver 1985) comenzando con la recolección de una
larga lista del uso de dos palabras, veremos que se usan bajo distintas circunstancias. Para
ser breve, las circunstancias dependen del poder de la relación entre la persona ordenada y
la persona que ordena. Si también realizamos un análisis semántico de la diferencia ente el
dativo y el acusativo en latín, encontraremos una relación directa entre el poder de la
relación y las partes involucradas. También veríamos que otra regla sintáctica surge: lo que
se ordena está en infinitivo pero con el subjuntivo impero ya que tenemos el análisis
semántico entre el infinitivo y el subjuntivo.
Pero nada de esto puede realizarse sobre la base de que dos palabras tienen el mismo
significado. Esta noción surge de la traducción: ambas se traducen como “orden”. Esta
ignora la sutileza e ingenio con los cuales los autores discriminaron entre las dos opciones,
e ignora, además, otro punto de ejercicio de la Ley Romana de dos tipos diferentes de
poder: el de ius y el del imperium.
La búsqueda de más ejemplos nunca termina, a pesar de que podemos reconocer un tipo de
punto de maduración para las hipótesis cuando han pasado largos períodos de tiempo y
nada ha sido descubierto.
En la evolución histórica de este tipo de análisis descubrimos que la primera cosa a buscar
en las hipótesis era la identidad de la sustancia semántica y la forma en que estaba dividida,
las relaciones de valor. En cuanto a algunos análisis revelaron las características de la
categorización exhaustiva de una sustancia semántica, comenzamos a anticipar esta
posibilidad como un análisis subsecuente. Nos confrontamos con dos preguntas directas:
¿qué es la sustancia semántica? y ¿cuáles son las relaciones de valor?.
Analíticamente, las relaciones de valor más confusas son las de los “miembros residuales”
y “miembros incluidos” ya que combinan una sola señal con una gran variedad de efectos
en el mensaje. Pero aprendimos a estar alertas para esas posibilidades y fue en este proceso
que la necesidad de diferenciar significado, mensaje, y escena se volvió aparente. También
el heredado altruismo, que una unidad es identificada por oposiciones en las cuales entra, se
aplica a nuestra comprensión de las relaciones de valor. No es poco frecuente que
encontremos un significado en un sistema usado debido a lo inapropiados que son los otros
significados. Las opciones en un sistema son pocas y hacemos lo mejor que podemos. Así
que seleccionamos el significado “menos inapropiado” del sistema y compensamos con
otros tipos de información.
Las sustancias semánticas que hemos encontrado se alinean hasta cierto punto con los
grupos que encontramos típicos de la sintaxis estándar. De hecho, uno puede tomar tales
categorías como “aspecto”, “modo”, etc. como hipótesis anteriores que justifiquen los usos
de la morfología, además estas son hipótesis formadas sobre la base de la semántica. Como
resultado, podemos decir que el modo subjuntivo puede usarse para indicar una acción
meramente hipotética. La sintaxis aplica cuando se vuelve necesario justificar muchos
ejemplos con el uso del modo subjuntivo cuando la acción en realidad ocurrió. Es en ese
momento cuando probablemente encontremos reglas que coloquen al subjuntivo en forma
arbitraria en los varios tipos de construcciones sintácticas.
Lo que hacemos en ese punto es comenzar a buscar la noción semántica que haría un mejor
trabajo que la hipótesis para explicar la forma en que se usa la morfología.; como siempre,
el rango de los ejemplos a justificar debe ser mayor que los límites de la hipótesis inicial (y
de las abandonadas). Mientras tengamos éxito en esto, la necesidad de recurrir a la sintaxis
se hace cada vez menos intensa. De cualquier manera, las formas sintácticas que no pueden
justificarse pueden declararse como problemas sin solución.
El hablante habla en relación con alguna escena que está compuesta por una colección
infinita de detalles. El hablante taciturno, como el escritor de titulares de diarios, dejará
afuera casi todos los detalles. Pero el narrador habilidoso, por el contrario, mencionará casi
todos los detalles a la vez que mantendrá interesada a la audiencia con lo más importante de
44
la historia. Lo mismo ocurre con el descubrimiento, en lengua tras lengua, de una sustancia
semántica que puede ser caracterizada como la “concentración de la atención”: dónde y
cuánto se debería prestar atención en este o aquel detalle presentado. Este problema
comunicativo parece ser el único factor importante en la determinación de la construcción
de los sistemas gramaticales. Ocurre generalmente en interlocks con otras sustancias,
correspondiendo regularmente con las categorías tradicionales de “aspecto”, “voz”,
“pronombres demostrativos”, y, más transparentemente, el “caso nominativo”.
Pero las sustancias semánticas no son un grupo cerrado. La revisión de hipótesis más
dramática ocurre cuando nos damos cuenta de que estamos en la presencia de un tipo de
sustancia totalmente nueva que nos brinda una mirada totalmente nueva.
Con el aumento de la experiencia analítica se pueden recorrer varios atajos. Uno de ellos es
la gramática referencial estándar que usualmente encontramos que tenemos que descartar.
Al encontrar en la sintaxis categorías como “aspecto” o “pronombre demostrativo”, el
analista tiene una vasta noción de cuál será la sustancia semántica.
La impresión que se tiene desde afuera es que este tipo de juicio es ad hoc. Lo que ocurre
siempre es una variación infinita de los mensajes a ser comunicados, los limitados medios
ofrecidos por los significados propios del instrumento y el ilimitado ingenio con el cual el
hablante habilidoso se las arregla para comunicarse. Es la tarea del analista reconstruir las
herramientas de comunicación del hablante y cada demostración será ad hoc, ya que nunca
dos problemas comunicativos son exactamente los mismos. Lo que el analista tiene que
averiguar es cómo ocurre la constante contribución de los significados, de las hipótesis bajo
consideración, de todas las otras variables que seguramente se harán presentes.
Tomemos como ejemplo uno de los sistemas gramaticales que entran en la categoría
general “Concentración de la atención”. Dicho ejemplo también mostrará algunas de las
características del desarrollo y prueba cualitativa de las hipótesis.
El latín tiene seis pronombres que se agrupan en un sistema gramatical (Diver 1986). Las
gramáticas estándares ofrecen la siguiente justificación (que deja fuera de discusión algunas
inconsistencias) que será tomada como la hipótesis general:
1. ipse- el pronombre enfático.
2.3.4. hic, iste, ille –los “pronombres demostrativos de la primera, segunda y tercera
persona”.
5. is – el más débil de los demostrativos, a menudo usado como tercera persona de los
pronombres personales.
6. se – el pronombre reflexivo (se ubica en el predicado y refiere al sujeto).
EL reemplazo de las hipótesis sugiere que los seis se encuentran organizados en el orden
dado en la escala de grados de concentración de la atención. (Cuando esta sustancia
semántica aparece entre los “pronombres”, usamos el término “deíctico” al referirnos al
sistema gramatical).
Para cinco de las seis formas existe una relación justa con la hipótesis inicial y la de
reemplazo. Lo que queremos hacer aquí es introducir una estrategia adicional que es común
en sistemas deícticos pero que no es considerada en las gramáticas estándares.
El personaje secundario en un pasaje narrativo está indicado regularmente por el nivel 5, is.
Donde hay algún factor que complica la situación, tal como la presencia de un personaje
terciario, puede llegar a usarse el nivel 4 ille para asegurarse que la referencia se mantiene;
pero esto no ocurre a menudo.
En de bello gallico de Cesar, is es el miembro más usado del sistema; el nivel más común
es el 2 hic. Usaremos al procedimiento cuantitativo para poner a prueba sus posiciones en la
escala con respecto a la estrategia para encontrar la referencia.
Se realizó un conteo de las instancias de las dos formas mencionadas en los primeros cinco
libros de Cesar de bello gallico con los resultados de la tabla 6:
47
Con tablas de cuatro celdas como éstas (donde sólo hay un “grado de libertad”, para que la
cantidad de la diferencia sea la misma en cada celda), es conveniente pedir prestado a las
matemáticas el test chi-square para evaluar la confiabilidad de las muestras.
En otros problemas que tienen una cantidad de variables mayor, el chi-squaare no es útil.
Es por ello que con 4 por 4 en vez de 2por 2 habría 9 grados de libertad en vez de uno, y la
diferencia entre lo observado y lo calculado sería diferente en cada celda. Si estamos
prediciendo que ciertas diferencias aparecerían en ciertas celdas, el test general de
significación, el chi-square- no nos diría lo que queremos saber. En tales casos evaluamos
49
la predicción sobre la base de las diferencias solamente. Sin ir a los detalles del ejemplo en
particular, la presentación sería como figura en la Tabla 10.
En el caso en que hay una buena relación entre la predicción y las lenguas, esta sería la
misma que con la tabla de 4 celdas, pero distribuido entre todas las celdas.
Una desventaja que vale la pena mencionar para predicciones cuantitativas es que, lo que
podría pensarse como una predicción perfectamente lógica, desde las hipótesis puede no ser
para nada verdadera. Podemos ejercitar nuestro ingenio para inventar formas en las que
podrían haber pensado los hablantes al producir la emisión, pero no estaremos teniendo en
cuenta lo que verdadera mente pensó. Siempre es mejor tomar las pistas del hablante en vez
de inventar lo que parece plausible a las explotaciones del significado. Esencialmente, esta
es otra forma de empezar a trabajar desde adentro.
4. Conclusión.
La teoría se extrapola del análisis, como una generalización sobre los resultados de análisis
individuales, más que como una guía previa al análisis.
Luego, el problema se postula por medio de ciertas observaciones acústicas y físicas- las
ondas que se producen cuando habla una persona.
Se sostiene que los principios que subyacen a las motivaciones son conocidos por el
analista independientemente del intento de solucionar el problema. No son ideas inventadas
como parte de la solución al mismo.
La red de hipótesis puede presentarse como si formasen una progresión ordenada de las
observaciones de las motivaciones, a pesar de que esto no refleja el procedimiento real de
análisis y de la formación de hipótesis. Es útil comenzar en el análisis por los problemas
posibles más simples y proceder gradualmente a aquellos más complejos, pero en la
práctica los analistas saltan pasos en la red, ya que dan por sentado ciertas aserciones
previas de las hipótesis.
Las hipótesis más cercanas a las observaciones son aquellas normalmente encontradas en el
análisis fonético (o por el aprendizaje del uso del alfabeto), es decir, un inventario de
sonidos distintos usados de manera diferente con el propósito de comunicarse.
Tal caracterización de las unidades revela que existe la organización de varios músculos en
los ejes del sistema basados en la articuladores y abridores. Cada articulador es un músculo
en particular y las aperturas son las varias medidas que puede tener formadas por la forma
de la cavidad y su excitación. El origen de la producción del sonido es una diferencia en la
presión del aire, usualmente, pero no necesariamente, provista por los pulmones.
Las ondas sonoras varían individualmente. Las unidades fonológicas se combinan para
formar unidades reveladas por el análisis morfológico. La forma en que se combinan está
determinada por la interacción de los principios de economía del esfuerzo con la
progresión de movimientos musculares asociados a cada unidad fonológica.
Las unidades morfológicas son reveladas por medio del análisis del significado, es decir,
elementos semánticos que pueden utilizarse para sugerir el mensaje que se comunica. En
cada instancia, se combinan unas con otras en formas que son apropiadas al mensaje en
particular. El mensaje en sí, y la manera en que el hablante elige componerlo, va desde las
unidades morfológicas y las fonológicas hasta la producción de las ondas sonoras.
51
Los sistemas pueden combinarse en interlocks donde dos o más sustancias semánticas y sus
significados son señalados simultáneamente por un grupo sólo de señales. El interlock es la
organización más compleja descubierta en las unidades gramaticales. El tipo más complejo
de interlock es el de las “frases”- diferentes formas de combinar las sustancias semánticas-
en las cuales la misma señal puede tener diferentes significados en diferentes frases.
Las unidades léxicas no tienen organización. Pude haber cierto orden si el léxico se usa
para referirse a las partes de la organización de una cultura.
Las hipótesis en sí no han sido “aprendidas” por el hablante. Han sido construidas sobre la
base de la observación del comportamiento de otros, particularmente la relación entre lo
que la gente dice y el contexto social en el cual lo dice. Esto significa que cada individuo
crea un método único de comunicación con entrecruzamiento entre los individuos para que
la comunicación ocurra. Lo que se requiere es inteligencia humana normal, suficiente como
para lidiar con todas las imprecisiones e incertidumbres del aparato, junto con la variedad
infinita de ideas a ser comunicadas.
Las hipótesis no pueden observarse directamente, son inferidas por el analista según la
forma en que la gente se comunica. Cuando estudiamos el proceso de comunicación en
detalle, llegamos a la decisión de que los hablantes se comportan de acuerdo con una red
determinada de hipótesis. Llegar a esa decisión es la tarea fundamental del analista.