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William Diver, Teoría.


(Traducción: Lic. Mariela Lucente)
1. Introducción.
El propósito de este paper es presentar una mirada completa a una posición teórica que ha
surgido de muchos análisis individuales del lenguaje humano, posición a la cual refieren
otros trabajos de este mismo volumen. (La referencia “nosotros” intenta en este paper dar
cuenta de todos los que han contribuido, colectivamente, a la comprensión del tema). Ya
que el análisis está todavía en proceso desde muchos puntos de vista, lo siguiente no
pretende ser una declaración definitiva que permanezca por siempre. Es, por el contrario,
una mirada a cómo se encuentran los estudios en esta etapa de su desarrollo.

La idea general es que el lenguaje humano es un tipo de instrumento especial de


comunicación, un código impreciso por medio del cual se pueden transmitir mensajes a
través del ejercicio del ingenio humano. El código y el ingenio deben mantenerse
separados, ya que muchas de las dificultades que encontraron varias escuelas de análisis
lingüístico se debieron al intento por incluir el ingenio dentro de la estructura del lenguaje
mismo.

La naturaleza de la relación entre el análisis y la teoría será un tema recurrente en este


paper, así como también el hecho de que el análisis guíe a la teoría y no al revés, sin
importar cuán poco familiar resulte este concepto.

1.1 Revisión de las conclusiones.


Comenzamos con una breve reseña de los puntos fundamentales, dando énfasis al hecho de
que estos son resultados de procedimientos analíticos y conclusiones, y no de postulados a
priori.

1.1.1 La comunicación humana.


Lo que llamamos informalmente Lenguaje es un instrumento único de comunicación en los
seres humanos. Se diferencia de otras formas de comunicación no humanas o sea, animales,
debido al resultado de ciertos cambios que sucedieron a nuestra especie en el proceso de
evolución.

1.1.2 La fisiología humana.


Los humanos han mejorado su sistema de mecanismo de producción de sonido en el área de
las cuerdas vocales, lo cual hace posible la producción de un gran número de sonidos
distintivos. Otra capacidad es la correspondiente al desarrollo del sistema nervioso central
que provee los controles necesarios para los movimientos de una musculatura muy precisa.
Se puede notar que estas propiedades (innatas) van paralelamente con aquellas que
permiten a nuestra especie utilizar herramientas. Otras especies también se comunican y
utilizan herramientas, pero los humanos tienen capacidades biológicamente más
desarrolladas.
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1.1.3. La inteligencia humana.


Los humanos son beneficiados por el desarrollo de la inteligencia o la habilidad de resolver
problemas, lo cual hace posible la unión de mensajes de un grado de complejidad mucho
mayor e inferir en la comunicación aun cuando la información es escasa. Esta ventaja en
funcionamiento hace posible que las unidades de comunicación sean altamente imprecisas
en comparación con la precisión de las ideas que se comunican.

1.1.4. Economía.
Esta característica, compartida con otras especies, es la que se refiere generalmente a la
economía del esfuerzo; es decir, el evitar el uso de un grado mayor de precisión al necesario
para lograr realizar cualquier tarea dada.

Estas características de los humanos en comparación con la comunicación animal hacen


fácil imaginar el desarrollo gradual de uno a otro. Generalmente se sostiene la idea de que
la adquisición de la sintaxis es un impedimento para el desarrollo gradual de la evolución,
pero debería observarse que, en todos los trabajos analíticos que se han realizado en esta
escuela de investigación, nunca se justificó la aserción de que las categorías sintácticas
juegan un papel principal en la estructuración y funcionamiento del lenguaje humano.
Cuando esto se testea como hipótesis, generalmente es refutada.

Los cuatro factores –la comunicación, el mecanismo de producción sonora, la inteligencia,


y la economía- saturan la estructura y funcionamiento del lenguaje, como hemos analizado.
Como resultado de la teoría, mucho de lo nuevo que realizamos, y mucho de lo difícil que
es para otros entender, surge desde su ausencia virtual en otros abordajes la “teoría
lingüística”.

Finalmente, hemos sido llevados a una conceptualización bastante diferente de la noción de


“lenguaje”. No se ha encontrado ninguna evidencia que dé cuenta de la existencia externa
de “lenguaje”, como un constructor ideal, el cual deben analizar los analistas y los alumnos
aprender. El sujeto que aprende, por el contrario, parece crear aquello que puede vagamente
individualizarse como técnicas de comunicación, más o menos según el modelo que surge
de lo que puede observarse en el comportamiento de otros. Esto tiene como consecuencia la
falta de “algo”, aun estudiando la uniformidad absoluta de individuo a individuo y lleva a la
noción de “oraciones gramaticales” como un stock. Los analistas son responsables de
dichas oraciones gramaticales y los usuarios están limitados por ellas y, en realidad, esto no
condice con nada.

En el presente trabajo el término “lenguaje” seguirá siendo utilizado como término


conveniente, pero lo inadecuado del vocablo debe mantenerse siempre en mente.

1.2 La naturaleza de la teoría.


Ahora le pondremos atención al término “teoría” en sí. Existe por supuesto la tentación de
preguntarnos ¿Qué es teoría? o pretender definir el término “teoría” antes de entrar en la
discusión. Pero la respuesta a la pregunta y la definición subyacen en un abordaje
metafísico de todo el problema de la adquisición del conocimiento: un abordaje que implica
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la existencia a priori de ciertas realidades metafísicas, tales como las teorías, junto con la
tarea de descubrir las propiedades de las mismas. Ha existido en la historia del estudio del
lenguaje una insistencia en traer a la discusión las realidades metafísicas a priori que
resultan no tener nada que ver con el lenguaje.

En consecuencia, tampoco desarrollaremos una “teoría de la estructura” sobre la base de la


historia de la filosofía lingüística. Por el contrario, reconocemos que “teoría” es meramente
una palabra y que el único problema al que nos enfrentamos con respecto a ella es
simplemente práctico: si “teoría” es un término útil para referirse a un cierto tipo de
sentido.

Para aclarar, entonces, el término “teoría” se usará para referirse a un resumen de


características generales de soluciones exitosas a problemas individuales. Definitivamente
no se utilizará para referirse a hipótesis especulativas que intentan predecir soluciones al
problema que todavía no han sido encontradas.

1.3 El problema por resolver.


La teoría, entonces, es la solución al problema. ¿Cuál es el problema?. Nuevamente, hay
una inclinación natural a decir: “bueno, el problema es el lenguaje”, pero entonces
tendríamos que preguntarnos “¿qué es el lenguaje?. En este punto nos damos cuenta de que
queremos rescatar la palabra “lenguaje” y aplicarla a la solución del problema. Queremos
ser capaces de decir: “Esto es lo que el lenguaje es”, reconociendo desde el sentido común
en la palabra lenguaje una referencia a un cierto tipo de actividad humana, pero no una
realidad metafísica cuyas propiedades tenemos que descubrir.

1.3.1 Problemas a no resolver.


Mientras desarrollamos el tema, hay ciertos interrogantes que no queremos ni realizar, ni
responder por adelantado. Si aún no tenemos certeza de lo que se adquiere, no queremos
especificar qué tipos de propiedades innatas debe poseer nuestra especie para adquirir
lenguaje en etapas tempranas. A pesar de que conocemos muy poco sobre el lenguaje, lo
único que sí sabemos es que tiene una estructura muy abstracta y compleja; sin embargo
hasta que no establezcamos qué es estructura, no podemos justificar la existencia de la
misma. Por lo tanto, no queremos asumir tal responsabilidad. Se debe tener en cuenta que el
término “Lingüística estructural” no es más que otra hipótesis especulativa. De hecho, una
de las irónicas paradojas de las actividades de nuestros contemporáneos es el deseo de
escribir libros sobre temas que ellos mismos admiten saber poco. Todo esto subraya la
importancia de realizar un trabajo analítico exitoso primero, para que luego surja la teoría.

1.3.2 Evitando la especulación.


¿Cómo podemos evitar la especulación, la mirada metafísica? El problema tradicional con
la metafísica es la conceptualización original del problema: en primer lugar, ¿cuál es la
naturaleza del pensamiento?; en segundo lugar, ¿cómo se relacionan entre sí las partes del
pensamiento para formar unidades completas? ; y ¿qué le corresponde al lenguaje de estas
partes y de los procedimientos? El estudio de la filosofía del lenguaje se centra hoy en día
en estos problemas, como resultado, el análisis sintáctico sigue este camino. La pregunta es,
por ejemplo: ¿cuál es la definición de sujeto, o qué corresponde en el lenguaje al sujeto?
Sin embargo, aparentemente no hay nada que consistentemente corresponda al “sujeto” en
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ningún lenguaje conocido; una gramática típica del latín o el griego enumerará varias cosas
distintas que pueden “funcionar como sujeto”. Es decir, una parte del pensamiento que
parece ser transparente y evidente no encuentra eco en el lenguaje. No obstante, este
concepto no ha sido abandonado por varias escuelas de lingüística. De hecho es una
característica de los metafísicos que nunca abandonan su hipótesis, no importa cuán a
menudo ésta no sea probada por el análisis o por una cantidad significativa de evidencia
empírica.

Para evitar la metafísica, entonces, podemos tomar una técnica simple y analítica:
abandonar las hipótesis que no funcionan. Cuanto más uno se apoya en hipótesis
obviamente erróneas, más tarde se encontrarán aquellas que son mejores. Cabe destacar que
el abandono de hipótesis y la comprobación rigurosa de las mismas nos caracteriza y
diferencia del estudio de la sintaxis tradicional. En ella, por ejemplo, no se reconoce
ninguna contradicción al decir que el caso nominativo es la marca del sujeto pero que
ocurre en el predicado.

Téngase en cuenta que este procedimiento –la eliminación del aspecto metafísico por medio
de la comprobación- aún deja abierta la posibilidad de que alguna categoría derivada de la
metafísica pudiera ser útil para la solución de un problema luego de ser probada. Por
supuesto, mantenemos la convicción de que no queremos demostrar que todo lo que ha
hecho hasta ahora está mal, solamente queremos encontrar lo que está bien. Sin embargo,
sería poco provechoso comprobar todas las categorías provenientes de la metafísica, sólo
por el hecho de que alguna pudiera resultar provechosa. Por el contrario, preferimos que
ellas surjan de los procedimientos normales del análisis.

1.3.3 El rol de la observación.


Una mejor manera de abordar el estudio de la lengua evitando la metafísica es revirtiendo
el concepto original asociado con la palabra “ciencia” y basarse en la observación en vez de
la especulación. Esto da origen a la pregunta: ¿qué se considera una observación?. Para
muchos el pensamiento es en algún sentido observable, como lo son los juicios de los
nativos sobre temas gramaticales. La lingüística descriptiva evita conscientemente a la
metafísica y, a sabiendas de que los fonemas y los morfemas pueden convertirse en
conceptos metafísicos; los lingüistas más estrictos puntualmente determinan que el
morfema, por ejemplo, es una rúbrica que encabeza una lista de alomorfos. Sin embargo,
parece que no consideran el problema de que los alomorfos, los morfemas, alomorfos y
fonemas son conceptualizaciones mentales en sí mismas. Si le pidiéramos a Ellen Contini-
Morava que nos recitara un proverbio en Swahili, estoy seguro que la mayoría de nosotros
estaría de acuerdo en el hecho de que ninguna de esas categorías –fonema, alófono,
morfema y alomorfo – en ese idioma, nos sería explícita como categorías de la sintaxis.

1.3.4 Las ondas sonoras como observaciones.


Retrotraigámonos entonces a la posición más primitiva y austera de todas en la observación
del lenguaje humano. Lo que es observable en un proverbio Swahili para el que desconoce
la lengua es simplemente sonidos en sí, el fenómeno acústico que está enteramente
descategorizado. Si quisiéramos describir los sonidos, el procedimiento incluiría un análisis
acústico y en consecuencia determinaríamos las características de las ondas sonoras. Sin
embargo, algunos especialistas afirman que si tomamos esta posición de austeridad, nos
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saldríamos del área de la Lingüística. El estudio de las ondas sonoras en sí comenzaría


necesariamente con el estudio de lo normalmente se conocería como “mera fonética”; la
cual es considerada fuera del área de la Lingüística por los representantes de las principales
Escuelas de Europa y Estados Unidos. Aunque esta posición nos resulte algo incómoda, al
tomarla postulamos un problema: en cualquier ejemplo de lo que informalmente
definiríamos como habla, ¿qué determina la forma que toman las ondas sonoras que
observamos?.

1.3.5 La elección de las observaciones y de las disciplinas.


Por lo tanto, reconocemos dos posibilidades en la identificación de las observaciones y
sugerimos que, de esta distinción, surgen dos disciplinas diferentes y no dos meras teorías
dentro de la misma disciplina. Si se acepta la observación subjetiva –el reconocimiento y la
naturaleza de los juicios que postulan problemas por ser resueltos –, la tarea confrontada
tomará alguna forma; una posibilidad de tal forma puede ser vista en la historia de la
filosofía y la sintaxis. Es incuestionable que, si aceptamos a las ondas sonoras como
observaciones a ser justificadas, el problema y su solución pueden tener diferentes orígenes.
No existe, entonces, argumento alguno sobre lo que debería tomarse como observación;
uno puede obrar como le plazca. Si hubiese la posibilidad de una confrontación entre las
dos elecciones, ésta se originará del éxito que cada una de ellas tenga ante el mismo
problema. En términos prácticos, esto ocurre en el área del análisis gramatical. La sintaxis
busca relacionar categorías morfológicas de una gramática con las categorías del
pensamiento determinadas subjetivamente, relacionar el caso “nominativo” con el “sujeto”.
Un abordaje que comience con las ondas sonoras como observaciones, tiene como
característica principal que no comienza con ninguna categoría subjetiva del pensamiento.
Por el contrario, las categorías con las que termine serán resultado del análisis. Lo que cada
método de estudio tiene que decir sobre el caso nominativo, por ejemplo, puede evaluarse
luego empíricamente en términos de un criterio usual y un aval suficiente, así como
también la concordancia entre la hipótesis y la observación. La prueba de que esto sea
factible se verá en la práctica. Ahora nos dedicaremos a dilucidar los tipos de resultados
que han sido obtenidos.

1.4 La estructura de la teoría.


Al establecer que el problema es el descubrimiento de lo que motiva al origen de
determinada forma de onda sonora producida por el aparato bucal del ser humano, ¿ cómo
se ve la solución?. Nuevamente, antes de entrar en detalle, permítanme resumir las
características principales.

1.4.1 La Explicación como descubrimiento de la motivación.


Primero y fundamental, nos concierne la explicación, no la descripción. Esto nos lleva a la
pregunta: ¿por qué?, para luego explicar encontrando las causas que producen los efectos.
De esta manera, explicamos al encontrar la motivación que lleva al hablante a producir
cierta secuencia de ondas sonoras. Dicha explicación no es una “explicación por
extensión”, es decir la demostración de que cierto elemento es miembro de una clase
general, ya que la demostración no responde a nuestra pregunta, que sería entonces: ¿por
qué toda la clase se comporta de la misma manera? Debemos tener en cuenta que el
descubrimiento de la motivación no es lo mismo que la reducción a la mayor simplicidad
descriptiva posible.
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El procedimiento general para determinar la causalidad es simplemente descubrir para cada


problema individualmente, la causa de tipo general, y la aplicación particular de esa causa
que está produciendo el efecto que observamos. Cualquiera sea la causa – es decir,
cualquier causa que resuelva un problema para nosotros – es necesariamente introducida en
la matriz general de la teoría. Sin embargo, no se introduce ninguna causa potencial a
menos que demuestre resolver el problema planteado. Éste es el límite último del dominio
de la teoría y, si procedemos rigurosamente sobre esta base, indefectiblemente muchas de
las preocupaciones de los lingüistas tradicionales no se tomarán en cuenta.

En la indagación de las causas, queremos evitar otra trampa metafísica: la búsqueda


filosófica de la causa que da cuenta del origen del universo. Nuestras causas serán sólo para
fundamentar nuestras observaciones; si alguien quiere estudiar las causas de dichas causas,
muy bien, pero eso no es parte de nuestro problema.

Una de las posibilidades que la teoría posee es la de establecer los límites de la disciplina,
el rango de investigación. Por lo tanto, hemos determinado que nuestras explicaciones
estarán basadas en las causas inmediatas y no las causas primarias. La base de nuestra
determinación es simplemente que el análisis de niveles más remotos de causalidad no nos
provee de ninguna solución mejor de la solución que ya tenemos.

Por ejemplo, es claro que, si encontramos las causas de las características de nuestras ondas
sonoras, dichas características serán investigadas dentro de la ciencia de la acústica. Sin
embargo, esto no significa que debamos especializarnos en esta ciencia e incluirla
totalmente en nuestra teoría. Es decir, estudios importantes en el campo de la acústica tales
como: el efecto Doppler, la Ley de Snell aplicada a la transmisión del sonido bajo el agua,
etc. no aportan nada al estudio de las ondas sonoras en el habla. Ninguno de estos estudios
da una solución a algún problema individual y, hasta que no se pruebe lo contrario, se
mantendrán fuera de mi área de estudio. Por lo tanto, las ondas sonoras y lo que causan
componen los dos extremos de la teoría. Generalmente nos referimos a estos extremos
como “observaciones” y “orientaciones”, respectivamente. Pero la relación entre ellos debe
explicitarse en cada uno de los casos individuales que encontramos. A estas explicaciones
detalladas1 las llamamos hipótesis y su función es la de demostrar en qué forma la causa
general, en este caso la acústica, se manifiesta en la producción de observaciones
particulares.

La teoría, entonces, tiene tres componentes principales en su estructura: observaciones,


orientaciones, e hipótesis. Véase que las observaciones, es decir las ondas sonoras, existen
independientemente de cualquier intento de nuestra parte de entenderlas; ellas proponen un
problema que podemos llegar a resolver o no. No son inventadas por nosotros en el proceso
de planteo de un problema. De igual manera, las orientaciones existen como cuerpos de
conocimiento, independientemente de cualquier investigación de las ondas sonoras del
habla. Esta independencia es importante, ya que es el factor por el cual podemos introducir
la noción de causa. La orientación es algo más que existe fuera del problema y a la que

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En Inglés existen dos términos: “explain”: explicar, aclarar, dilucidar; y “explicate”: exponer, desarrollar
(noción, principio) explicando, describir detalladamente, analizar por un método.
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apelamos para entender, explicar, y observar. Las hipótesis, por otro lado, no existen
independientemente del problema. Representan los detalles de la solución y son creadas por
nosotros simplemente para mostrar cómo el proceso causativo ocurre.

Las características de la hipótesis están sujetas al mismo tipo de control tal como la
selección de las orientaciones. Cualquier hipótesis en particular, tipo de hipótesis, o
categoría dentro de la hipótesis se admite sólo si resuelve un problema. Si una categoría en
potencia, tal como el “sujeto”, nunca nos resuelve el problema, entonces nunca será
admitida como parte de la hipótesis de la teoría en general. Esto es una parte de las
consecuencias de designar al “sujeto” como una hipótesis postulada para resolver un
problema más que como un fenómeno de observación. Este procedimiento tiene,
incidentalmente, la ventaja de evitar otro tipo de trampa metafísica, una trampa cubierta por
preguntas tales como “¿cuán abstracta es la fonología?”. El grado de abstracción de una
categoría se determina de una manera muy simple: se trata solamente de un grado de
abstracción que resuelve el problema. Si el grado es demasiado elevado o insuficiente,
entonces no resolverá el problema.

Existe una trampa metafísica final que debe evitarse, y que atañe al punto desarrollado
anteriormente: el deseo del filósofo de encontrar una solución que dependa de una sola
variable – una causa original que es la primera de una larga cadena de causas. En un afán
por rechazar cualquier compromiso a priori, no incluimos otras variables como posibles o
necesarias en nuestras hipótesis – así como tampoco insistimos en oposiciones binarias,
marcación, normativa, u otras características también a priori. Cualquiera sea el número de
variables que una solución a un problema requiera, ese es el número de variables a
considerarse. En la práctica, como ocurre, cada una de esas orientaciones a las cuales debe
apelarse para solucionar los problemas postulados son necesarias como variables
combinadas útiles para la solución de cada problema en particular.

En suma, el término “teoría” se aplica a las interrelaciones entre sus componentes –


observaciones, hipótesis, orientaciones. La teoría es la forma general de la solución dada al
problema postulado por las observaciones. Las hipótesis proveen los detalles de la solución
demostrando la relación de causa y efecto entre las orientaciones y las observaciones.

1.5 La relación de la teoría y el análisis.


Dejaré explícito ahora lo que ya he indicado. La teoría, para nosotros, no es el comienzo del
análisis sino el fin. Gradualmente nace del análisis de tipo que efectuamos nosotros. Esta
experiencia analítica se basa en pequeños problemas que se van sumando a un cuerpo de
precedentes al cual nos referimos para cada nuevo problema. Sin embargo, aun los
precedentes desarrollados no ejercitan ningún control sobre el procedimiento analítico. La
teoría, como la representación inclusiva de la experiencia analítica, está abierta
constantemente a revisión, generando así nuevas instancias de análisis.

2. La relación de la observación y la hipótesis.


Habiendo realizado un trazado general del concepto de teoría –observaciones,
orientaciones, hipótesis- pondremos atención en la relación entre observación e hipótesis.
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En primer lugar, como ya he indicado, las observaciones en sí tienen un área rechazo de


facto en la mayoría de los abordajes al estudio del lenguaje humano, y es importante
especificar cómo las dificultades que llevaron a esta negligencia pueden confrontarse
exitosamente. En segundo lugar, el planteo de las hipótesis constituye la mayor actividad
analítica con la que nos topamos. Es importante especificar cómo haremos que las hipótesis
puedan ser justificadas por aquellas observaciones que son insuperablemente recalcitrantes.

Las hipótesis deben ser divididas en dos grupos: aquellas que se relacionan directamente
con las ondas sonoras, y aquellas que se relacionan indirectamente. Los términos
“Fonología” y “Gramática” respectivamente, se aplicarán a estas dos divisiones, siendo la
fonología la que provee el problema más inmediato en esta sección. (Más tarde habrá una
división de la gramática dentro de la gramática y el léxico, pero para la presente
clasificación, todas éstas difieren de fonología de la misma manera).

2.1 Justificación de las observaciones.


Las observaciones nos confrontan con el caos, y el problema analítico es el de imponer
orden en ese caos. Podríamos decir “ordenar el caos” más que imponerlo; sin embargo, al
no haber orden alguno en le caos, debemos “imponer el orden”. Al mencionar caos nos
referimos al axioma de la investigación en fonética, que la misma secuencia de sonido
nunca ocurre dos veces, no importa cuánto intentemos repetir exactamente una misma
palabra, siempre introduciremos alguna variación. En otras palabras, a pesar de
considerarnos superiores a otras especies del reino animal en lo que respecta a la
musculatura de la cavidad bucal, estamos lejos de ser perfectos. Es por ello que, se
introduce el factor de imprecisión y se necesita a la inteligencia humana para compensar
dicha imprecisión e interpretar a pesar de ella. Este factor sugiere un aspecto a considerar
en la lingüística descriptiva, la cual formula en su metodología que se debe establecer la
identidad de “partes recurrentes”. Pero, por supuesto, no hay partes recurrentes en las
observaciones, aun los fonemas no ocurren recurrentemente. Entonces, si tomamos una
descripción en su sentido más austero, como la descripción de fenómenos físicos
observables, debemos concluir que una lingüística descriptiva no es de hecho posible.

Inevitablemente, entonces, comenzamos nuestro estudio con la formación de hipótesis.


¿Cómo las postulamos? Quizás la forma más simple de explicarlo es diciendo que la
inteligencia humana reconoce una similitud intencionada, no una identidad entre dos
instancias de partes recurrentes del descriptivismo. La inteligencia humana interpreta cierto
rango de imprecisión como la aproximación a cierta categoría. En el procedimiento
analítico la categoría es una hipótesis. Aún más, nuestra inteligencia nos permite reconocer
un intento incluso donde no hay similitud física: errores de pronunciación, elección de
palabras, que pueden corregirse silenciosamente, de la misma forma que corregimos errores
tipográficos.

Un paso al procedimiento analítico, pues, será identificar la naturaleza del intento. De


hecho, ésta es la solución de problema en su totalidad, la motivación por la configuración
de las ondas sonoras se encontrará en el intento, hipotético, de parte del hablante.

Sin embargo, no podemos realizar este análisis en Swahili si no conocemos la lengua.


Entonces, la primera condición en nuestro análisis es que aprendamos la lengua. ¿En qué
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sentido?. Una vez más, los procedimientos de la lingüística descriptiva son instructivos. En
esta área siempre existió una tendencia a insistir que el analista no necesitaba conocer la
lengua y trabajaba con un informante que sí la conocía. Era el trabajo del analista el de
preguntar apropiadamente y elicitar lo que el hablante nativo conocía, y esta forma de
análisis era exitosa uniformemente ya que podía establecer dos tipos de hipótesis: el fono,
el alófono y el fonema; el morfo, el morfema y alomorfo, de una lengua. El éxito del
procedimiento radicaba en la noción de diferenciación: unidades diferentes de sonido y
forma. Esta diferenciación es por supuesta la “diferenciación en comunicación”. De los
éxitos rutinarios de los análisis fonológicos y morfémicos podemos extrapolar la posición
de que el orden se impone en el caos por medio de la postulación de que hipótesis tiene que
ver con comunicación. El intento y el error que se reconocen existen por referencia a su
relación con lo que queda de la comunicación.

El estudiante de una lengua, entonces, realiza hipótesis por comparaciones repetidas de


ondas sonoras con comunicaciones: el analista descubre las hipótesis básicamente por
medio del mismo procedimiento, a pesar de que la técnica en sí es muy diferente. Entonces,
la idea de un descubrimiento ordenado de las hipótesis con un procedimiento de trabajo
basado en un abordaje “desde lo macro a lo micro”: fono, alófono, fonema, morfema,
alomorfo- no puede ocurrir como admiten los lingüistas descriptivos. Muy por el contrario,
no se puede considerar una hipótesis relacionada con la identidad de un fono sin, al mismo
tiempo, tener en cuenta una hipótesis sobre la identidad de un morfema.

La observación se basa en el reconocimiento de que un morfema dado se construye por


medio de ciertos fonemas y que, en medio de todas las variaciones, hay cierta consistencia
en la producción de sonido característica de cada fonema. La posibilidad de realizar este
tipo de observación, es obviamente, lo que subyace en el procedimiento de transcripción
fonética o fonémica, o aun al usar el alfabeto. Estas actividades pueden llevarse a cabo a
pesar del punto de inicio de la investigación.

Las técnicas exitosas de la lingüística descriptiva nos proveen de la identidad de cierta lista
de unidades distintivas, fonemas y morfemas: sin embargo, no nos proporcionan las
características de dichas unidades, y por lo tanto, no aportan el tipo de explicación que
buscamos. De hecho, los fonemas no especifican la relación entre las observaciones, las
ondas sonoras, y los morfemas. A pesar de que reconocen que la comunicación se
encuentra involucrada, no nos proveen de la comprensión de lo que se está comunicando.
Sólo hasta este punto podemos decir que el abordaje es descriptivo. Irónicamente, a pesar
de no ser descriptivos, para el descubrimiento de fonos y morfos, los lingüistas descriptivos
realizan el primer paso en la primera serie de hipótesis para explicar el fenómeno. Esta red
de hipótesis basada en la distinción solamente provee de una organización fundamental, del
andamiaje de nuestras propias hipótesis y sus interrelaciones. Es decir, aporta el mínimo
irreducible de nuestra responsabilidad hacia las observaciones.

Los morfemas y los fonemas resultan tener un tratamiento incompleto muy extremista. La
fonética de un fonema y el sentido de un morfema son analizados en forma incompleta por
cualquiera que, “Saussuriano” o “Bloomfieldiano”, sostiene un compromiso fundamental
con el rol de la comunicación, ya que sin ésta las necesidades básicas para comunicarse–la
señal y el significado- no podrían relacionarse. A estas hipótesis iniciales deberían sumarse
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cómo la unidad distintiva de sonido, el fonema, se relaciona con los sonidos en sí mismos,
y cómo la unidad distintiva de forma, el morfema, se relaciona con la comunicación.

El plan general para la solución de estos problemas de relación proviene del reciclaje del
mismo tipo de problema, como explicaré a continuación. En el material confrontado, hay
un cierto orden de observación y luego unidades identificables –los fonemas y los
morfemas-. El problema constante es, ¿por qué estas unidades en esta posición y por qué
este orden?. En el nivel más primario, tenemos un ordenamiento de ondas sonoras. Algunos
aspectos de este ordenamiento siguen del ordenamiento mismo de los fonemas. Para
demostrar esto, es necesario asignar a los fonemas ciertas características que tendrán el
efecto de producir las ondas sonoras apropiadas; es decir, características que son fisiológica
y acústicamente reales. La atención debe tornarse entonces al próximo paso en el problema:
los fonemas se presentan en un cierto orden en sí mismos, ¿por qué?. La primera respuesta
es que ciertos fonemas se presentan en un cierto orden porque éste es el orden en el cual
regularmente aparecen dentro de algún morfema, entonces sabemos que tenemos un
ordenamiento de ondas sonoras identificables desde la selección de un morfema en
particular.

Pero una segunda respuesta también es necesaria: dado el morfema, ¿por qué los fonemas
se presentan en el orden que aparecen dentro del mismo? Ya que los fonemas no se
encuentran en cualquier orden dentro de un morfema; existen observaciones favorables y
desfavorables en el rango de posibilidades. De hecho, encontramos una explicación en la
lingüística descriptiva en términos tales como: forma canónica de la sílaba o de la palabra.
Para responder la segunda pregunta, las características deben asignarse a los fonemas
individualmente, los cuales revelan las motivaciones de las ventajas y desventajas dentro de
un morfema. Cuando todas estas características hayan sido agregadas a la unidad distintiva,
el fonema, nos encontramos confrontados por una unidad suficientemente diferente del
fonema que requiere de un nombre distinto. Mantendremos entonces el nombre “fonema” o
su aplicación original y usaremos el término “unidad fonológica para una caracterización
más completa”.

Ahora, en el nivel de morfema, encontramos nuevamente nuestro problema: ¿qué motiva a


la apariencia de éste morfema en particular? ; o, en forma más general, ¿qué motiva la
selección y ordenamiento de morfemas en el texto, la emisión, escrita u oral?. Para el
lingüista descriptivo, era suficiente determinar la selección y el ordenamiento, pero
nosotros queremos saber qué lo motiva. Por lo tanto, debemos asignar características al
morfema además de una mera diferenciación que fundamente la selección y el
ordenamiento sobre la base de cierta extensión del texto. Estas características, llevadas a la
práctica analítica, resultan estar íntimamente relacionadas con lo que se está comunicando;
señalan lo que podría denominarse un tipo de referencia semántica al contenido semántico
específicamente asociado con el morfema al que le asignamos el término “significado” en
primer lugar.

La conexión entre los sonidos y la comunicación, entonces –entre “sonido y sentido”- es


realizada por el analista a través de la solución repetida a problemas de identidad y
ordenamiento, o distribución, como generalmente los llamamos. La manera en la que cada
problema se construye en el anterior establece una conexión indivisible entre las hipótesis
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de la teoría. Al mismo tiempo, las características asignadas por las hipótesis de cada
unidad, fonológicas y morfológicas, son consistentes con los dos extremos del
procedimiento, las observaciones y las orientaciones. Esta relación de consistencia,
consecuentemente, ejercita un control último sobre todas las características individuales
asignadas a las varias unidades. Si el punto a realizar es que las hipótesis demuestran cómo
las orientaciones motivan a las observaciones, y cómo las observaciones son instancias
particulares de las orientaciones, las hipótesis tampoco deben contener nada que las
contradiga.

2.2 Delimitación de la justificación de las hipótesis.


El procedimiento analítico deja sin respuesta una pregunta importante desde la observación:
¿hasta qué nivel de detalle el analista es responsable de las características de las ondas
sonoras? Es evidente que sería imposible grabar gente hablando en las calles para luego
encontrar la motivación de cada trazo encontrado en las ondas sonoras. La recolección de
data es responsabilidad del lingüista, o ¿debería admitirse que algo del trabajo sería parte de
otras disciplinas? Pero si la responsabilidad del lingüista es limitada, ¿cómo encontramos
donde establecer el límite?.

2.2.1 Trabajando de afuera hacia adentro.


Un abordaje para la solución del problema planteado es tomar toda la observación de la
onda sonora y proceder descartando aquellos detalles de los cuales no nos hacemos
responsables.

2.2.1.1 Sonido no vocálico.


Bajo condiciones normales de habla diaria, las ondas sonoras contienen características
típicas de otras fuentes que no sean la voz humana: lo que generalmente se denomina
“sonido de fondo”. Al postular el problema de cómo justificar las características de las
ondas sonoras, este factor no fue tenido en cuenta. Si realizáramos nuestro estudio en un
laboratorio, controlaríamos inmediatamente el experimento evitando la ocurrencia de
sonidos de fondo que pudiesen interferir con las ondas sonoras estudiadas. Entonces,
tendríamos que definir los problemas de forma más cerrada: buscaríamos justificar las
características de las ondas sonoras que son producidas por el aparato de articulación vocal
humano.

2.2.1.2 Sonido vocal.


Pero aun esta exclusión, obviamente, no cierra el problema suficientemente. Se introducen
en la entonación variaciones en la frecuencia fundamental sonora. Dichas variaciones
responden a la selección de morfemas (que finalmente afectan a las ondas sonoras) y se
introducen en una composición métrica simplemente para ajustarse al escansión o rima de
la línea. Aún peor, el mal funcionamiento temporal del aparato bucal –nariz tapada,
estornudo- puede producir variaciones en las ondas sonoras. Nuestro instinto es que estas
dos deben apartarse de mi área de justificación.
12

Sin embargo, cualquier consenso que pudiese obtenerse tendría también confrontaciones en
las cuales el desacuerdo y la arbitrariedad también se presenten. El ejemplo más obvio es en
el área de la “prosodia”. ¿Cómo tratarán los lingüistas las variaciones en amplitud, en
frecuencia, en la velocidad de producción? Los descriptivistas denominaron estas
variaciones: “fonemas suprasegmentales”, sugiriendo un tratamiento paralelo al de los
“fonemas segmentales”. Pero otros unirían a estas características prosódicas con el área de
la fonética que queda “fuera de la lingüística”.

En otras palabras, si comenzamos a “remover capas” desde afuera, llegaremos a un punto


en el cual estaremos confrontados con observaciones complejas no analizadas, sin saber a
ciencia cierta qué “capa” viene después.

Ya que no existiría ningún punto desde el cual partir en forma arbitraria, ni se pueden tomar
decisiones simplemente sobre la base de la escucha de ondas sonoras, queda en evidencia
que cualquier decisión tendrá que ser tomada de alguna forma que no provenga de la teoría
misma. Y como las características de la teoría se derivan del análisis, inicialmente debemos
recurrir al análisis mismo.

2.2.2 Trabajando desde adentro hacia fuera.


Otra alternativa es la de comenzar buscando en las ondas sonoras qué podamos justificar. A
medida que tenemos éxito en los pequeños pasos iniciales, gradualmente tenemos
segmentos del caos bajo control.

Entonces nos encontramos con un problema analítico directo: ¿cuán lejos podemos llevar
este procedimiento? La respuesta parece ser que en cualquier punto en el progreso nuestra
responsabilidad se extiende sólo hasta el límite de nuestro análisis. Cuán lejos dicho
análisis puede ir es otra cuestión.

Este procedimiento tiene la ventaja de que no comenzamos a realizar una actividad tan
imposible de lograr que en consecuencia nunca empezamos verdaderamente. También tiene
la ventaja de que, a medida que tenemos éxito con pequeños problemas, lo que va
quedando por descubrir a su vez también va teniendo más claridad. Por ejemplo: si nos
encontramos con una lengua en la cual ciertos verbos gobiernan el caso dativo, la
resolución del problema de lo que un dativo contribuye es probable que dé la posibilidad de
ver más en detalle por qué estos verbos están tan íntimamente relacionados con ellos. De
hecho, esto es lo que marcó nuestro análisis. Siempre comenzar con el problema más
pequeño posible. Resolverlo, y luego buscar el próximo problema más pequeño posible,
aprovechando la influencia obtenida en la solución de los problemas anteriores.

2.2.2.1 Hipótesis primarias.


Entonces, ¿dónde empezamos?, ¿cuál es el primer paso? Como se ha venido indicando, el
analista, como el estudiante de lengua, reconoce un inventario de fonemas, en el uso de
aquellos quienes ya conocen la lengua, y el reconocimiento de un inventario de morfemas
compuestos por esos fonemas. También dijimos que este factor provee de un mínimo
irreducible de nuestras responsabilidades hacia las observaciones. También es probable que
estos sean los problemas más fáciles de resolver. Podemos abordar las unidades
13

potenciales, una por una, con aproximaciones cautelosas, y gradualmente construir la


experiencia analítica que nos permitirá movernos hacia problemas más difíciles.

Uno puede suponer que al comenzar con la fonología se puede hablar del fonema y resolver
enteramente el problema de qué características asignarle. Pero, por supuesto, saltamos de
unidad en unidad, de adelante para atrás entre morfemas y fonemas. Ambos parecen formar
sistemas en formas que serán discutidas luego, y hasta algún punto se pueden asignar a las
unidades morfológicas una contribución consistente a la comunicación. Debe enfatizarse
una vez más que estas características sistemáticas no fueron decididas sobre la base de
alguna forma de especulación teórica. La interrelación entre unidades, y la relación de las
unidades con el proceso de comunicación, emerge gradualmente de nuestro estudio de los
problemas iniciales más pequeños.

2.2.2.2. Variación.
Pero si vamos a realizar todo esto en términos de la observación, es necesario especificar
primero qué es lo que se observa. Fundamentalmente, comenzamos con el proceso de
formación de hipótesis comparando una configuración de una cavidad bucal con el
producto acústico, pero encontramos que – con respecto a cualquier unidad fonológica
individual, cualquier hipótesis individual- tanto la configuración como el producto son
inconsistentes de una instancia a la otra. Esto proviene de un número de factores: axiomas
en fonética, que deben tener especial consideración.

Ningún individuo tiene las mismas características físicas, con respecto a la forma de la
cavidad bucal. Por lo tanto somos capaces de reconocer la voz de un individuo. El mismo
individuo no utiliza la cavidad bucal precisamente de la misma forma en todas las
ocasiones. Según cualquier caracterización que pudiese haber en la unidad fonémica, existe
gran cantidad de espacio para la variación sin pasarse al dominio de otra unidad.

Los grupos de individuos que conversan la mayor parte del tiempo prefieren algunas áreas
de variación, en la unidad, en comparación con otros grupos de individuos. Por lo tanto
somos capaces de reconocer el dialecto de un individuo.

Un dialecto puede diferir de otro no sólo al preferir ciertas áreas de variación, sino también
en el número y carácter de los elementos en el inventario mismo. Por lo tanto algunos
dialectos del inglés se diferencian por la pronunciación de “hue” y “you”, y otros no.

Para acomodarse a todas estas diferencias, el receptor debe resolver todas las
inconsistencias involucradas, en particular deben inferir la intención del hablante en
referencia al inventario de fonemas. Debe entonces corregir cualquier disparidad en el
inventario mismo. Los factores mencionados anteriormente entran en juego: se requiere de
la inteligencia del receptor para la interpretación de la producción imprecisa y variante del
hablante. El éxito de dicha interpretación refuerza la inclinación del hablante a ser más
preciso de lo necesario. El control sobre este procedimiento es, relativamente, el éxito de la
comunicación: si hay falta de éxito, el hablante debe intentarlo de nuevo.
14

Reconocemos, por lo tanto, que el interlocutor se encuentra con lo que parece ser un gran
problema de interpretación. Sin embargo, los seres humanos estamos equipados
satisfactoriamente como para poder lidiar con este problema.

No obstante, si intentamos asumir la experiencia del interlocutor y tenerla como base de


nuestro análisis, nos encontramos nuevamente con una increíble cantidad de posibilidades.
Por lo tanto, es prácticamente imposible analizar toda la variación de una sola vez.
Debemos comenzar, nuevamente, con el problema más pequeño posible.

El procedimiento más austero es el de observar cómo un individuo “habla” y aceptar esto


como una representación de todos los diferentes modos que existen de “hablar”. Problemas
tales como: “¿Qué es un dialecto?”, así como también, “¿Qué es la lengua?” deben
posponerse. Nótese que este procedimiento es diferente al de postular un
interlocutor/hablante ideal, alguien que represente a todos los hablante/interlocutores.
Asumir un ideal requiere que se asuman a priori conceptos que el investigador no conoce
bien y que necesariamente ignoran la realidad de la observación. Como resultado, al final
del camino, el análisis es poco práctico o tiene poco valor teórico. Desarrollaré este tema
con profundidad más adelante.

3. Las hipótesis.
Las observaciones, las ondas sonoras, son producidas por personas. El problema es
descubrir qué motiva a las personas a producir ondas sonoras específicas en un momento en
particular. El propósito de la hipótesis es revelar el motivo demostrando la relación entre lo
observado y las orientaciones, ya que las orientaciones representan las circunstancias
controladas en todo el procedimiento. Es decir, la motivación esencial es la comunicación,
y los detalles de cómo la comunicación se encuentra afectada son controlados por
consideraciones concernientes a la fisiología del individuo por medio de los principios de la
acústica y por características normales del comportamiento humano (otras orientaciones).

La primera tarea de la hipótesis es, entonces, establecer la identidad del inventario de


unidades de lengua (comenzando con fonemas y morfemas) y la naturaleza de dichas
unidades. Esta naturaleza se desprende de cómo se utilizan en el proceso de comunicación.
Las otras orientaciones alimentan constantemente el proceso para alcanzar el objetivo
principal, particularmente, analizando por qué las unidades se utilizan de determinada
manera.

A medida que avanzó el análisis en nuestra investigación, las hipótesis se dividieron en tres
grupos distintos. Distintos por la forma en que se relacionan con el proceso de
comunicación: las hipótesis sobre unidades fonológicas, unidades gramaticales y unidades
léxicas.

3.1. Unidades Fonológicas


Las hipótesis sobre las unidades fonológicas se caracterizan por tener un inventario de
unidades que producen distintos sonidos para el propósito primario de la comunicación. Ya
que la producción es realizada por el hablante, la pregunta es cómo se producen los
sonidos, por qué se producen de esa manera, y qué motiva a la elección de cuál usar.
15

Se debería observar inmediatamente que lo que sigue en esta explicación no introduce


ninguna novedad en el campo de la fonética; de hecho, el objetivo es ser extremadamente
fiel a las realidades de la fonética generalmente reconocidas en ese campo. El punto de
discusión es encontrar respuestas, como sugerí anteriormente, a las preguntas de la
motivación: por qué ciertas ondas sonoras son producidas y por qué se producen de
determinada manera.

Los sonidos se producen a través del control de la musculatura del tracto bucal. El primer
requisito es que el sonido producido sea audible en una comunicación de persona a persona
y que sea claramente audible si la comunicación ocurriera a través de la distancia. El
segundo requisito es que se tiene que formar un inventario bastante extenso de sonidos
distintos si los recursos de la comunicación humana fueran a exceder los recursos de los
sonidos animales.

Existen dos consideraciones importantes: primero, dada la variedad de las formas en que
los sonidos podrían producirse en el aparato bucal, ¿por qué hay tanto consenso entre
lenguas generales cruzadas, en medio de grandísimas diferencias en los detalles?. Segundo,
dado el inventario de unidades gramaticales y lexicales que se pueden formar con la
combinación de unidades fonológicas, ¿cómo se relaciona el inventario de fonemas con el
de morfemas?. La presentación que prosigue se realizará empezando por el último
interrogante. A veces parecerá que estamos realizando un análisis histórico del desarrollo
de la producción del sonido en términos de su evolución, de todas maneras puede servir
como una forma útil de presentación.

3.1.1. El inventario de sonidos claramente audibles.


La forma principal de producir sonidos claramente audibles es la misma que utilizan los
animales para emitir sus sonidos- la vibración de las cuerdas vocales. En el caso de los
animales, el inventario de sonidos se realiza de acuerdo con las variaciones producidas en
las cuerdas vocales mismas. Por lo tanto, el gato doméstico maúlla, ronronea, gruñe, suspira
–todas las variaciones en las posibilidades de producción de sonido de las cuerdas vocales;
la boca puede estar más o menos abierta, pero esta diferencia es meramente concomitante
con el tipo de sonido que se produce, no con una variable usada para incrementar el
inventario de sonidos distintivos. Los sonidos que emiten los animales pueden, entonces,
considerarse sin distinción entre fonemas y morfemas, ya que los componentes del
inventario no se combinan entre sí para formar unidades mayores.

3.1.1.1. Aumento en el inventario del habla humana.


En los humanos, el desarrollo –aumento del inventario- de estos sonidos claramente
audibles ha sido transferido de las cuerdas vocales a la cavidad de resonancia
“supraglótica”; con lo cual se requiere una precisión mayor en el control de la musculatura
involucrada. El aporte de las cuerdas vocales es una constante forma de excitar las
diferentes cavidades bucales. Las variaciones en frecuencia y amplitud de los sonidos
producidos por las cuerdas vocales se utilizan para comunicarse, pero no, salvo vagas
excepciones, incrementando el inventario de unidades fonológicas o contribuyendo a la
formación de morfemas en la misma medida en que lo hacen los fonemas.
16

La cavidad supraglótica se extiende desde la glotis hasta los labios y la técnica principal
para producir sonidos claramente audibles es usar el dorso de la lengua y los labios para
determinar la forma de la cavidad. El dorso divide la cavidad en dos partes, cada una con
una frecuencia de resonancia distinta. La posición del dorso de la lengua determina tanto la
medida de las dos cavidades como el tamaño de la apertura de la cavidad posterior; la
posición de los labios determina la medida de la apertura de la cavidad frontal. La
frecuencia de resonancia de cada cavidad es determinada por su propio tamaño y medida de
apertura. El inventario básico de unidades distintivas se desarrolla variando estas dos
frecuencias y combinando las variantes en diferentes formas. La excitación de las cavidades
sigue ocurriendo gracias a la vibración de las cuerdas. Estos procedimientos son
consistentes con los principios de la acústica y con el control mayor de precisión sobre la
musculatura. Aun en esta etapa temprana, el desarrollo del inventario, como hipotetizamos,
revela la unión entre las observaciones y las orientaciones.

3.1.1.2. Aumento del inventario y de la precisión.


Todo lo mencionado es bien conocido para un estudiante de fonética. Lo que queremos
enfatizar es la relación directamente observable entre el aumento del inventario de sonidos
distintivos y el incremento en precisión del control de la musculatura que es necesario
estudiar.

El primer paso en el procedimiento ya ha sido delineado: un aumento en la precisión del


control sobre el dorso de la lengua y los labios que permita la producción e interacción de
dos cavidades.

3.1.1.3. El inventario básico y la precisión máxima.


En el inventario de combinaciones potenciales en la cavidad, se requiere la menor precisión
en el control, por ello lo llamamos inventario básico- entre lenguas y en la historia
individual de las lenguas- el cual es producido por extremos en combinaciones de dos
frecuencias de resonancia: los resultados usualmente se inscriben como /i a u/. Estos son:
1) La “/i / frontal alta” con la cavidad anterior en su frecuencia de resonancia más baja-
mayor tamaño y apertura pequeña- y la cavidad frontal en su frecuencia más alta –
tamaño pequeño y apertura media;
2) La “/a / abierta”, con la cavidad anterior en una frecuencia de resonancia media- mayor
tamaño y mayor apertura- y la cavidad frontal en una frecuencia media – mayor tamaño
y mayor apertura (viéndolo desde el punto de vista de la evolución uno puede
imaginarse que ésta es la unidad original, una única cavidad para el volumen total de la
cavidad supraglótica;
3) La “/u / alta anterior” con ambas cavidades en una frecuencia baja producida por poco
volumen y apertura pequeña en la cavidad anterior y volumen medio con apertura
pequeña en la cavidad frontal.
4)
Las relaciones se ven en la Tabla 1.
Tabla 1. Diferenciación acústica máxima y mínima precisión del control
Anterior Frontal
Volumen Apertura Frecuencia Volumen Apertura Frecuencia
17

i Medio Pequeña Baja Bajo Media Alta


a Mayor Mayor Media Mayor Mayor Media
u Bajo Pequeña Baja Medio Pequeña Baja

Estas posiciones extremas no sólo producen una diferenciación acústica máxima sino que
requieren de una mínima precisión del control ya que las configuraciones varias de dorso y
labio son la distancia que las separa, y aun una variación considerable en una producción
determinada corre el riesgo de disolver las distinciones acústicas entre las unidades.

Uno puede imaginar una diferenciación alternativa de las tres unidades, las cuales eran
todas “frontales altas”, pero esto requeriría de un alto grado de precisión del control para
realizar las mismas distinciones del inventario, con mucha menos distinción acústica, y en
la práctica esto parece no ocurrir. Sería además una instancia obvia de un grado mayor de
precisión del control que lo necesario para alcanzar la misma ventaja comunicativa.

3.1.1.4. Posiciones intermedias en el inventario básico.


El inventario básico es aumentado por la introducción de posiciones intermedias: una
diferencia acústica menor que requiere mayor precisión de control. Las tres básicas están
presentes casi siempre. El “Sistema de cinco vocales” es común, inventarios de seis o siete
no son comunes, por la simple subdivisión dentro del inventario básico original.

El inventario puede también ser incrementado por la mezcla diferente de dos cavidades de
resonancia, produciendo resultados que tienen un grupo diferente de valores intermedios en
términos de distinción acústica. El inventario puede incrementarse también por otras
técnicas que cambian la forma de las cavidades de resonancia, tales como la “nasalización”
en la apertura de la cavidad nasal, o produciendo modificaciones a tiempo: distinciones de
“duración” o las transiciones en la posición de dorso y labios conocidos como “diptongos”.
Estas motivaciones pueden combinarse entre sí de maneras variadas.

Todo esto incrementa el inventario por medio de una inversión en la mayor precisión del
control. Pero encontramos que dicha precisión no se usa para que las posiciones de dorso y
labio se conviertan en posiciones absolutas. Para cada unidad, las posiciones se deben
mantener lo suficientemente distantes una de la otra para mantener una diferencia acústica
(directamente observable por el oído humano), lo que significa que el grado de variación –
el grado aceptable de imprecisión en una instancia de producción- es limitado por la
cercanía de las variaciones vecinas. Por supuesto, la excitación de todas las formas es
provista por la vibración de las cuerdas vocales.

Tenemos entonces un inventario de un cierto número de unidades distintivas que varía de


lengua a lengua. En cada una de ellas, en general, existen en forma permanente inventarios
básicos de tres a cinco, o aún de siete unidades, mientras que mayores cantidades de
unidades con las modificaciones ya mencionadas –todas con mayor precisión del control-
son más propensas a ir y venir con la historia de las lenguas.

3.1.2 El uso del inventario en la formación de morfemas.


18

3.1.2.1. Los morfemas formados con el inventario básico solamente.


Los componentes de este inventario pueden usarse solo para la formación de morfemas,
como en Inglés el “artículo indefinido a ”. En la forma del habla inglesa usada por este
escritor como corpus de observaciones fonológicas, los morfemas formados por una unidad
son proporcionalmente más numerosos que aquellos formados por una secuencia de más de
una unidad. Este es un punto al que retornaré más adelante.

3.1.2.2. La combinación de las unidades del inventario básico.


Si el inventario de morfemas se extendiese más allá del inventario de fonemas ya
establecido- si el número de morfemas excediera el número de fonemas-, se debería
expandir por medio de la combinación de estas unidades básicas solamente o por el
incremento en el número de unidades. La expansión en la combinación de unidades puede
verse claramente en la palabra /oieai/ en griego “vos pensás”, donde más de un morfema en
secuencia tiene su característica. Pero el procedimiento usual es el de expandir el inventario
fonológico por medio de técnicas adicionales que den forma y exciten la cavidad y colocar
estas unidades adicionales -en posición lateral- antes o después de las unidades básicas,
unidades claramente audibles, en la formación del morfema.

3.1.3. El inventario de unidades laterales.


El desarrollo de unidades laterales provee de un segundo quiebre en el desarrollo del
inventario de fonemas y morfemas más allá de los sonidos emitidos por los animales, y por
supuesto, requiere de mayor incremento en la precisión del control.

3.1.3.1.La musculatura del ápice


Estas nuevas unidades están basadas, en primer lugar, en otra musculatura junto con el
dorso de la lengua y los labios: el ápice, o “punta de la lengua”. Puede usarse de dos
maneras: 1) como otra instancia para formar la cavidad (como con /l /) en la cual aun se
necesita la vibración de las cuerdas para la excitación, 2) como un medio un tanto diferente
de excitación de la cavidad (como con /t / y / s/).

Estos tres -/l /, /t /, y /s / - pueden considerarse unidades primarias del ápice, mostrando
nuevamente las características de la máxima diferenciación y consecuente baja demanda de
precisión en el control. Las posiciones intermedias serían, entonces, cualquier /r / y “thorn”,
la letra rúnica para el sonido de la “th” inglesa.

3.1.3.1.1. La formación de la cavidad.


La /r / compite con la /l /, ya que se asemejan en el hecho de que ambas necesitan las
cuerdas vocales para excitación de la cavidad, pero se diferencian en la “vibración apical”,
en la cual hay excitación y formación de la cavidad. Esta vibración, a pesar de ser común y
de proveer una diferenciación acústica enorme, no es para nada fácil de controlar, y
encontramos evolución histórica en varias lenguas en las cuales los sonidos se alejan de la
vibración y del ápice para posicionarse en el dorso. En Inglés la /r / se forma con la
posición del dorso a medio camino entre una /y /2 y /w /. Y en el caso extremo, como en
ciertas lenguas asiáticas, no hay una distinción entre /r / y /l /.

2
Notar que en Inglés la /y / suena /i /.
19

3.1.3.1.2. La excitación de la cavidad.


La /t / y la /s / son distintas en términos del método de excitación. La / t/ se produce por el
cerramiento completo del pasaje de aire, produciendo la excitación por presión y explosión.
La /s/ es producida por el cerramiento suficiente del pasaje de aire para que la turbulencia
se produzca en el canal y sea aumentada por el flujo de aire contra los dientes. Nótese que
la /t /requiere de cerramiento en forma completa, mientras que la /s / tiene una apertura
mínima, que de ser mayor no se produciría suficiente turbulencia para la excitación y ésta
tendría que ser provista por las cuerdas vocales. El tamaño de la apertura es controlado
también por el tamaño de la apertura de la glotis, la cual capturaría cualquier turbulencia, /h
/3, si fuera la más cerrada de todas.

La posición intermedia entre los extremos de /t / y /s / es “thorn” 4, la letra rúnica para el


sonido de la “th” inglesa. Produce excitación por medio del cerramiento incompleto del
pasaje de aire y la fricción que resulta al forzar el aire a través del pequeño espacio que
queda entre la lengua y los dientes. La precisión requerida para el control del cerramiento
se realiza al presionar el ápice contra la parte interior de los dientes superiores evitando así
un sellado completo. Aunque la posición intermedia aún siga vigente en lenguas
contemporáneas, aparece y desaparece en la historia de cada una de las lenguas.

3.1.4. Un posible orden del desarrollo.


Para las unidades primarias debemos obtener una imagen imaginaria de la secuencia de
desarrollo, ordenada de acuerdo con la necesidad de precisión. Las unidades aquí
simbolizadas predicen su categoría fonémica posterior:
1) La cavidad única /a /, que posee una resonancia indiferenciada para la excitación de las
cuerdas.
2) El desarrollo de un sistema con dos cavidades en el cual dorso y labios se usan como
articuladores, introduciendo la /i / y /u / convirtiendo /a / en un tercer miembro del
sistema diferenciado mayormente de otros dos, más que de una unidad única.
3) El uso del ápice en una forma no demandante dándole otra forma a la cavidad, /l /, sin
recurrir a dorso y labios y manteniendo la excitación de las cuerdas.
4) El desarrollo de un control refinado del ápice, ya que se usa como método de
excitación, y la formación de la cavidad en posiciones máximamente diferenciadas /t / y
/s /.

3.1.5. La expansión del inventario como un sistema en desarrollo.


Este “inventario básico” es, por supuesto, mucho más pequeño de lo que se encuentra en la
mayoría de las lenguas. Podría ser considerado la etapa intermedia en la expansión.
Tabla 2. La etapa intermedia de expansión.
t
s
l

3
Notar que /h / en Inglés suena casi como una /j /.
4
El sonido “thorn” es como una /d / producida por la fricción de la punta de la lengua y los dientes superiores
frontales.
20

i u
a
Las unidades fonológicas mostradas pueden ahora ser categorizadas en términos de dos
variables: la musculatura usada en la formación y la medida de la apertura controlada por la
musculatura por aquella musculatura con relación a la excitación. (La formación
concomitante la provee los labios, pero es omitida para mantener la simplicidad del
diagrama). La musculatura en particular será llamada “articulador”; el grado de apertura
“abertura”.

El futuro incremento del inventario puede verse entonces como extensiones de estos “ejes”
de un “sistema”. Sería ir más allá de los límites de este paper si me detuviera en los detalles
concernientes a las varias posibilidades. Por el contrario, algunos de ellos serán
introducidos cuando consideremos la pregunta: ¿qué tipo de evidencia concreta existe en el
habla corriente en beneficio de las nociones bastante abstractas presentadas hasta ahora de
acuerdo con la precisión del control, fisiología y acústica?.

3.1.6. Corolarios Modernos del orden del desarrollo.


En general, los principios que subrayan el orden de adquisición, como ya hemos visto, son
los mismos que los que se reflejan en la construcción de morfema en el habla corriente; es
decir, en la utilización de varios componentes del inventario de fonemas. Aquellos que
pueden caracterizarse como más difíciles de controlar –en términos de posición intermedia,
etc.- son los mismos que, en general, son usados menos frecuentemente (o quizás para
nada) en estructuración de un morfema. El más audible de todos los componentes del
inventario -/i /, /a /, /u /, junto con unidades intermedias- regularmente forman lo que se
denomina “base en el arco de la estructura de un morfema”.

La lateralización de componentes ocurre con aquellos menos audibles, y la preferencia


entre ellos es relativa a cuanta demanda se realiza a la precisión del control. Es más, el
grado hasta el cual un número de componentes lateralizados se combina en la formación de
un morfema sólo está agudamente restringido.

3.1.7. La restricción en la complejidad fonológica de los morfemas.


El último punto es más fácil de ilustrar. En términos de precisión es evidente que cuanto
más las unidades fonológicas sean combinadas en la formación de un solo morfema, mayor
control se requiere de acuerdo con el número de componentes individuales a ser producidos
con la coordinación de la secuencia. La Tabla 3 muestra las consecuencias de este factor
dando configuraciones en términos de “Base” y “Lateralización” (el origen de los números
será dado a continuación)

Table3. Las restricciones en la complejidad fonológica de los morfemas


Ejemplo Tipo Potencial Actual Proporción
Eye /ai/ B 20 8/12 0,40/60
21

Pit /pit/ LBL 12.500 1.615 0,1292


Plot /plot/ LLBL 312.500 610 0,0020
Bolt /bolt/ LBLL 312.500 405 0,0013
Spend /spend/ LLBLL 7.812.500 140 0,00001792
Lynx /links/ LBLLL 7.812.500 5 0,00000064
Sphynx /sfinks/ LLBLLL 195.000.000 2 0,00000001
B= Base; L= Lateralización
Total P= 25; Total L= 20; LPL= 25 multiplicado por 20 y por 25
La cuenta variable (8/12) depende de si las interjecciones se cuentan o no.

Un incremento en el número de las unidades fonológicas en un morfema tipo lleva al


incremento de un número potencial de morfema, pero a un decrecimiento en el número
actual, en términos de números absolutos y en comparación con el potencial.

Vemos, entonces, que la motivación del “factor humano”, la precisión del control, favorece
algunos tipos de combinaciones de ondas sonoras más que a otras, hasta el punto de que la
selección de un morfema en el texto lleva a las características de las ondas sonoras.

3.1.8. Preferencias entre unidades fonológicas individuales.


Existe una serie de unidades individuales preferentes que se mantiene constante en todas las
lenguas. En particular, debería observarse que la ausencia total de un tipo particular de
sonido en una lengua se repite en una frecuencia menor en otra lengua. Por lo tanto, en
muchas lenguas existen vocales “nasalizadas” que son usadas menos frecuentemente en la
formación de morfemas que las no nasalizadas. En otras palabras, la no ocurrencia se
considera como baja frecuencia, una característica relativa más que absoluta.
Enumeraremos entonces algunas de las preferencias y sus motivaciones.

La “extensión” del eje de apertura cero, desde /t / a /p / y /k / es muy común. Sin embargo,
la mayor inversión en el control refinado de la precisión en el caso del ápice se refleja en la
utilización aún más grande de las unidades formadas con el ápice, ya que su mayor destreza
lo hace más fácil de controlar.

Esto se refleja como valor comunicativo de varias posiciones del morfema. La posición
inicial da la primera oportunidad al interlocutor de identificar el morfema, en el contexto
del mensaje en el que éste ocurre. En esta posición, bien se podría utilizar todo el inventario
de unidades fonológicas. Cuando la información en las últimas unidades se torna
disponible, es muy probable que el interlocutor ya haya realizado la identificación, y lo que
sigue es cada vez menos y menos información importante. Lo que encontramos es que en
esta secuencia hacia el final del morfema, los apicales se ven favorecidos progresivamente
sobre los labiales y dorsales, a veces hasta la completa exclusión de estos dos. Volviendo a
la Tabla 3 se puede apreciar que se prefiere plot (610) a bolt (405) y demuestra una
tolerancia mayor a la combinación de consonantes en la primer parte del morfema. Tales
ejemplos muestran cómo la motivación en la comunicación está integrada con la precisión
del control que afectan la selección de las unidades dentro de un morfema.
22

Además de /p t k / hay otro grupo que utiliza los mismos ejes de articulación, (b d g/. Se
diferencian por la vibración de las cuerdas como parte de la articulación de la unidad y
proveen un resultado acústico distintivo. La coordinación de un articulador original. La
glotis, requiere más precisión de control, y la unidad más compleja se usa generalmente con
menos frecuencia, en algunas lenguas hasta cero. Aquí el factor comunicativo también es
evidente: las más complejas /b d g/ compiten mucho mejor en posición inicial que al final.

Se necesitaría todo un capítulo sobre estudio fonológico para explicar la ocurrencia de las
unidades fonológicas en el morfema. La co-ocurrencia no es uniforme y se lo puede notar
en unidades inmediatamente adyacentes donde se re-utiliza el mismo articulador, como en
tl-, dl-, pw-, sr-. Pero puede verse también donde componentes lateralizados aparecen del
otro lado de la base. En este caso, de hecho, hay dos factores importantes. Se evita el uso
del mismo articulador en los componentes lateralizados, y se prefiere la uniformidad en el
uso de las cuerdas vocales; es decir, los componentes lateralizados pueden ser tanto sonoros
como sordos. En la Tabla 4 se puede apreciar una selección de la tabla de medidas de la
diferencia entre la frecuencia calculada y la observada.

Tabla 4. Resultados de la frecuencia observada según frecuencias calculadas.


+3.52 B-D Bad
2.3 P-K Pack
1.14 B-B Bib
0,97 T-T Tot
0,00
0.41 P-G Pig
0,57 B-T Bat
3.25 G-K Gawk
-3.75 B-P Beep

3.1.9. Evidencia a favor de las hipótesis.


Ya se han dado varias pistas sobre el hecho de que existe una base cuantitativa para los
comentarios sobre la preferencia de ciertos usos de unidades fonológicas sobre otras.

El siguiente fue el procedimiento utilizado. Se realiza una recolección de “palabras”


construidas con una sola base en la cual no exista límite morfémico. Por lo tanto cat se
contaría pero no cat-s. Se considera que la lista está completa, sin embargo surge el
problema de qué es “completo”. Hay tres tipos de recolección a saber.

En mi propia investigación, la recolección consistió de todas las palabras en mi vocabulario


activo; es decir, en el vocabulario activo de un hablante alfabetizado y bien educado. Es
cierto que la lista resultante puede ser exactamente igual a la de una persona con educación
similar y que podría haber un número de palabras en el diccionario que no estén incluidas.
Los números de las tablas dadas anteriormente fueron tomados de esta lista.
23

Por otro lado, existe un estudio realizado por Shazi Shah Jabeen (Jabeen 1993) sobre
fonología realizado en Bihar Urdu, en el barrio de Gaya, India. En él se usaron informantes
que eran esencialmente analfabetos sin acceso a la radio o a la televisión. El autor mismo es
nativo de Gaya y se cercioró de que ocurriera cada combinación posible.

Un tercer estudio alternativo fue el realizado por Joseph Davis (Davis 1987). Este estudio
basó su cuenta en esencialmente todas las entradas de un diccionario de Italiano estándar.

En cada uno de ellos, se contó las palabras por la frecuencia de ocurrencia de las unidades
fonológicas en varias posiciones y en varias combinaciones dentro del morfema. A pesar de
las diferencias en el inventario de las unidades fonológicas (entre Inglés, Urdu e Italiano) y
las diferencias en los métodos de recolección, los principios generales que han sido
mencionados anteriormente resultaron bastante uniformes en sus manifestaciones. Como
resultado fue posible chequear la interrelación entre las orientaciones, la hipótesis, y las
observaciones, y demostrar que la motivación fluctúa entre la orientación y la observación
relacionándolas.

3.2. Unidades gramaticales.


Hemos visto cómo las unidades de fonología se combinan para formar morfemas. Teniendo
en cuenta que un morfema puede estar compuesto por tan solo una unidad fonológica, la
diferencia importante entre morfema y fonema no es que uno está compuesto por el otro,
sino que las hipótesis sobre los morfemas incluyen la aseveración de que hay una
contribución al contenido de la comunicación, algo que no se sugiere como característica de
las unidades fonológicas en sí.

Las unidades fonológicas nos plantean dos problemas, el de la identidad (resuelto por el
análisis fonémico) y el de hipotetizar acerca de las características que dan cuenta de cómo
producen los sonidos que realizan y cómo los distribuyen en los morfemas. Pero los
morfemas también proponen dos problemáticas, la identidad del inventario de morfemas
(que se resuelve con el análisis morfémico) y la caracterización de cada morfema de una
manera de que justifique su ocurrencia en textos, en comunicaciones. Los morfemas son de
alguna manera señales de significado, pero serán las hipótesis las que establecerán hasta
qué punto esto es cierto. Nótese además el paralelismo entre los problemas gramaticales y
los fonológicos: las unidades tienen que ser identificadas y el motivo de su orden debe ser
explicado.

En el proceso de resolución de problemas de la utilización de morfemas individuales,


encontramos cómo es que en general los morfemas se usan para la comunicación. Esto
lleva a la hipotetización del “significado” de un morfema.

En otros abordajes al análisis lingüístico el término “significado” se aplica a la producción


de una “oración” en la comunicación; si la oración es una aseveración de un pensamiento
completo, este es el significado de la oración. Sin embargo, ya que en nuestro análisis
nunca hemos arriesgado la hipótesis de una unidad oracional, nos sentimos en libertad de
utilizar el término “significado” para referirnos a la producción comunicativa de alguna
unidad menor, una sobre la que sí lanzamos hipótesis, un morfema.
24

3.2.1. El proceso de comunicación.


Cuando el análisis es abordado en términos de una oración, surge un rol para el morfema.
El significado total de una oración se divide en sus partes componentes y el análisis
sintáctico establece la relación entre estas partes y los varios morfemas; de esta manera se
construyen tales categorizaciones como en “Los usos de los Casos”. Siguiendo esta línea de
análisis, decimos que cada parte de la totalidad del significado de la oración se correlaciona
con algún morfema. Y, ya que hay muchas más oraciones y pensamientos que morfemas, la
consecuencia es usualmente una lista bastante larga de “usos” distintivos de morfemas
individuales. Mientras que en el habla fonética nunca dos secuencias de sonido pueden ser
exactamente iguales, los componentes del pensamiento tampoco. Pero cuando comenzamos
desde el morfema en vez de la oración, la relación entre ellos presenta una imagen diferente
ya que el procedimiento analítico es esencialmente diferente. Nuestra primera hipótesis
sobre el significado del morfema está basada en un pequeño número de ejemplos obvios y,
probablemente, veamos cómo un significado único para cada caso puede abarcar estos
ejemplos. De allí en más, expandiremos gradualmente nuestra recolección y modificaremos
las hipótesis si fuese necesario.

3.2.1.1.La relación entre el significado y el mensaje.


A medida que recorramos el procedimiento, veremos que hay otro tipo de relación de
imprecisión. Para tomar un ejemplo simple y obvio, observaremos que en “Los tres osos”
podemos postular la hipótesis que “-s” significa “tres”, ya que el valor numeral en el
mensaje es “tres”. (No sería inconsistente, en un tratamiento sintáctico tener la categoría
“El plural de tres”, ya que hay categorías tales como “El dativo posesivo”). Sólo ante otros
ejemplos llegaremos a la hipótesis de que “-s” es muy impreciso (cualquier número más
grande que uno), otras interpretaciones más precisas en el mensaje pueden darse gracias a
otros morfemas, tales como “tres” o por el conocimiento compartido entre los hablantes.
Esta es la etapa de la hipótesis que vemos en las gramáticas estándar.

2.1.2. El mensaje como un resultado vectorial.


El mensaje que resulta de la recolección de pistas se parece mucho a un resultado vectorial,
en el cual ha habido diferentes fuerzas ingresando (los varios morfemas en la emisión), y la
producción del mensaje como un todo no es idéntico a ninguno de los morfemas
ingresados. En consecuencia, hay a menudo una correspondencia relativamente pequeña
entre cualquier componente del pensamiento completo, o mensaje, y los significados de los
morfemas individualmente involucrados.

2.1.3. Dificultades en el procedimiento analítico.


En una gramática estándar exhaustiva probablemente encontremos largas listas de “usos del
caso dativo” o “usos del modo subjuntivo”. Estos usos son tan diferentes uno de otros que
es claramente imposible obtener un único significado. La razón es que cada uso incluye
típicamente input de otros morfemas, así como también del que está siendo observado. Por
lo tanto, “el dativo posesivo” deriva de la relación de posesión que evidentemente existe en
el texto, y si le asignamos ese valor al dativo en ese ejemplo, encontramos que no hay
relación alguna con los valores similarmente asignados en otras instancias, tal como “el
dativo de propósito”, donde el valor deriva nuevamente de algo más que del dativo mismo.

3.2.1.3.1.La relación del mensaje y la escena.


25

Es útil, aun necesario, reconocer que un número de diferentes mensajes puede ser
imaginado en relación con la misma escena, y que la diferencia entre ellos consiste a
menudo en el reconocimiento de ciertas características en las escenas mientras se dejan
otras de lado.

Por ejemplo, si sólo existiesen tres aerolíneas que vuelan entre Nueva York y Los Ángeles
y los tres tuvieran el mismo valor en sus pasajes, una de las aerolíneas podría ofrecer tres
mensajes diferentes, todos igualmente verdaderos:
Todos cobramos lo mismo.
Ninguna otra aerolínea cobra más que nosotros.
Ninguna otra aerolínea cobra menos que nosotros.

El análisis semántico se caracteriza por su insistencia en que lo que existe en la escena


corresponde literalmente a los significados hipotetizados. Es importante notar el abordaje
del “valor de verdad”, el cual sostiene que diferentes mensajes tienen el mismo significado
si se refieren a la misma escena.

El análisis sintáctico, como hemos visto, está orientado por categorías tales como la
“posesión” y las reconoce en cualquier forma en que sean discernibles en la escena aunque
no hubiesen sido parte del intento del mensaje.

3.2.1.3.2. El significado como una hipótesis satisfactoria.


La primera y principal tarea es la de aclarar cuál de los mensajes fue emitido por el autor.
Paradójicamente, nuestra mejor guía es usualmente la hipótesis tentativa sobre el
significado del morfema que ha sido descubierto. Analíticamente, hay muchas piedras en el
camino, y la tentación a abandonar es entendible, pero la perseverancia parece dar sus
frutos a lo largo del tiempo.

El significado es un juicio tentativo sobre la base de las hipótesis más satisfactorias que
tenemos en este punto del análisis.

3.2.1.4. La distinción entre la gramática y el léxico.


Cuando comenzamos a mirar detenidamente a las hipótesis potenciales sobre las
contribuciones semánticas de los morfemas, encontramos que hay dos tipos de contribución
diferentes en la comunicación. Si tuviéramos que definir “caballo”, informalmente, como
refiriéndonos a un “equino cuadrúpedo”, la palabra “vaca” como “bovino cuadrúpedo” y la
palabra “ciervo” como “cervino cuadrúpedo”, encontraríamos que cada una de ellas es
independiente de las otras dos. Todos son cuadrúpedos pero, si de alguna manera no
existiese el ciervo y no hubiese necesidad de usar la palabra, la referencia esencial de
“caballo” y “vaca” permanecería sin modificación, indicarían “bovino” y “equino”
respectivamente.

Pero otros morfemas no se comportan así. En sánscrito hay alomorfos agrupados en


morfemas llamados “singular”, “dual”, y “plural”, indicando “uno”, “dos”, y “más de dos”,
respectivamente. En latín encontramos lo que históricamente son los mismos morfemas,
pero el “dual” ha sido `perdido en la forma en que imaginamos hubiera ocurrido con
“ciervo”, para el morfema de “plural” en latín significa “más de uno” en vez de “más de
26

dos”. Ha absorbido el territorio cubierto por el “dual” en sánscrito en una forma en que ni
“Caballo” ni “vaca” podrían absorber el territorio cubierto por “ciervo”.

3.2.1.4.1. Diferentes tipos de mensaje.


Analíticamente, descubrimos los mismos tipos de diferencias una y otra vez. Luego, la
diferencia se correlaciona con la distinción estándar entre “gramática” y “léxico”. Los
diccionarios nos proveen de una lista en orden alfabético de elementos esencialmente no
relacionados. Las gramáticas nos proveen de grupos de elementos relacionados con rótulos
como: “número”, “caso”, “persona”, “tiempo”, “voz”, “aspecto”, “modo”, etc.. Cuando
analizamos los significados de los morfemas en estos grupos (esto debe hacerse sobre la
base de la lengua, como en la diferencia de “número” en el ejemplo del Sánscrito y el Latín
dado más arriba) encontramos que hasta un punto revelan el mismo tipo de intrarrelación
visto en el ejemplo con número.

3.2.1.4.2. La categorización exhaustiva de la sustancia semántica.


En cada ejemplo hay una sustancia semántica, como “número”, la cual se divide en partes
de tal manera que cada área en la sustancia se incluye en una de las partes. El número de
partes, en cualquier lengua, corresponde al número de señales, en el caso del latín y el
sánscrito donde el latín tiene sólo dos, el sánscrito tiene tres. Por lo tanto, con la sustancia
del número, en latín, no hay un número concebible que no caiga tanto en la categoría “uno”
u “otra que no sea uno”, y es este tipo de división de la sustancia semántica la que
reconocemos como la característica principal que define a lo que llamaremos “sistema
gramatical”.

Esto no significa que, al ser analizados los varios grupos sintácticos y grupos morfológicos,
estos sean “sistemas” de ese tipo. La categoría del “caso”, por ejemplo, es en las gramáticas
estándares una categorización principalmente morfológica. Pero encontramos que en latín,
como en otras lenguas, lo que se llama caso genitivo no es un miembro del sistema, como
definimos aquí, al que pertenecen otros casos (Diver 1985; 1989).La decisión que tomamos
está basada en el significado del morfema gramatical (por ej.: la sustancia semántica que
divide), y no en cualquier simetría morfológica que pudiese ocurrir.

Lo que encontramos en la práctica en las gramáticas estándares, por el contrario, es que los
“usos de las formas” son tratados en la misma forma que el léxico, como una lista de
elementos esencialmente no relacionados. A continuación veremos en más profundidad lo
que ocurre dentro de estos grupos, pero primero demos un vistazo general a la relación del
“léxico” y la “gramática” como definimos aquí.

3.2.1.5. La integración de la gramática con el léxico.


3.2.1.5.1. La relación satélite.
Nuestro procedimiento analítico revela no solo que existen estos dos tipos de morfema, en
términos de diferentes tipos de producción comunicativa, sino que hay una relación
característica entre ellos. Nos referiremos a ella como relación satélite, en la cual el
morfema lexical es el “sol” y el morfema gramatical el “planeta”.

El efecto satélite se aplica no solo a la relación morfológica (por ej.: la relación del “sufijo”
con la “raíz”), sino también a la relación entre dos significados. El significado gramatical
27

da información sobre el significado lexical y no al revés. “Caballo-s” indica una pluralidad


de equinos, no una “equinidad de plural”.

De los dos aspectos de la relación, el significado es analíticamente más crucial que la


morfología. Encontramos que necesitamos reconocer la relación satelital entre significados
aun donde no hay relación morfológica “directa”. Las gramáticas estándares reflejan esto
con la terminología “verbo auxiliar”, y, en Inglés, el satélite “the” (el/ los/ la/ las) puede
estar distante del término lexical (el sustantivo) sobre el cual provee información.
Morfológicamente, entonces, es conveniente realizar la distinción entre “relación satelital
directa” y “relación satelital indirecta”, a pesar de que no involucren ninguna diferencia en
la forma en que los significados lexicales y gramaticales se relacionan entre sí.

3.2.1.5.2. La estrategia de la comunicación.


La estrategia completa de comunicación es una recolección de estrategias de comunicación.
El hablante que ha sido expuesto al uso de otros hablantes, construye un cierto número de
unidades léxicas, un cierto número de sistemas gramaticales con sus significados
constitutivos, y un cierto número de técnicas para combinar los anteriores en formas que
promuevan efectivamente la comunicación. Este recurso puede variar considerablemente de
individuo a individuo y podemos tener certeza de que ningún individuo comparte las
mismas técnicas e inventarios que otro individuo. A pesar de todas las presiones hacia el
prescriptivismo y la conformidad, continuamos, como individuos, haciendo todo lo posible
por lidiar con los problemas comunicativos a los que nos enfrentamos. Seguramente, hay
diferencias, que pueden llamarse modas que varían de un tiempo al otro y de un grupo
social a otro. Cada grupo social intenta dirigir a sus miembros en la dirección del uso
estándar, pero la presión que se ejerce nunca es del todo exitosa. Por lo tanto, la noción de
“inglés correcto” tiene bastante que ver con los esfuerzos que un grupo ejerce para hacer
cumplir normas a otros miembros del grupo.

3.2.1.6. El factor humano.


Entre las ideas propuestas a lo largo de unas pocas décadas, en el campo de la lingüística,
se encuentra la autonomía; es decir, existe una sintaxis de la oración con sus propias reglas,
independientemente de cualquier acto comunicativo, y existe además el comportamiento de
las personas que emplean la sintaxis que nada tiene que ver con el comportamiento humano
de todos los días. El análisis que sigue, entonces, nos ha llevado a desechar el análisis
semántico, hacia la posibilidad de que la forma en que los morfemas se usen en un texto
puede ser justificada por la asignación de un valor semántico a morfemas individuales. Por
el contrario el uso de los morfemas puede justificarse gramaticalmente.

Lo que queda implícito en nuestra discusión es que la falta de éxito del análisis semántico
deriva del concepto de autonomía. La relación de la “lengua” con el hablante es justo lo
opuesto a la autonomía. Como ya hemos dicho, el individuo crea un dispositivo único de
comunicación y lo explota de maneras individuales que son totalmente consistentes con la
forma en que cualquier actividad diaria humana se lleva a cabo. Esto incluye la economía
del esfuerzo, que puede incluir evitar formas de comunicación usualmente útiles donde el
contenido es obviamente suficiente.
28

No es de sorprender que al intento de llevar adelante un análisis semántico sin tomar estos
factores humanos en cuenta debería llevar al fracaso y desilusión. Pero si incluimos una
conciencia de ellos en nuestros procedimientos analíticos con la contribución de morfemas
individuales, más que con un concepto idealista de gran esquema, entonces se torna posible
progresar en la práctica hacia un análisis semántico realista de cómo ocurre la
comunicación.

3.2.2. El sistema gramatical.


En el desarrollo de la Química como ciencia, llegó un momento en que la investigación de
las características de los elementos en forma individual llevó a encontrar una cierta relación
entre ellos y así se formó la Tabla Periódica de los Elementos. En nuestro caso ocurre algo
similar, la investigación de los morfemas gramaticales en forma individual nos ha llevado a
encontrar que es mucho mejor estudiarlos relacionados unos con otros para llegar a un
entendimiento mucho mayor. Es por ello que los llamaremos “sistema gramatical”, y
veremos qué hemos encontrado analíticamente sobre este sistema, teniendo siempre en
cuenta que el término se refiere a una categorización exhaustiva de la sustancia semántica
de un mecanismo de señas de una “lengua” en particular.

3.2.2.1. Delimitación de la responsabilidad.


La pregunta que surge en principio es qué debería haber en la gramática y qué no. No lo
sabemos. Sólo es claro que el hecho de que los morfemas usados como señales en una
categorización exhaustiva, es algo que tenemos que descubrir analíticamente.

Donde hay una referencia estándar de la lengua que estudiamos, pueden derivar pistas
esclarecedoras de los grupos morfológicos ofrecidos por paradigmas morfológicos y la
sintaxis. Ya se ha sugerido que en latín, el caso genitivo no es un miembro del mismo
sistema como en otros casos, y a pesar de tales diferenciaciones tan conocidas como
“aspecto” y “voz”, éstas parecerían ser miembros del mismo sistema.

Las decisiones analíticas se pueden determinar sólo si sabemos cuál es la sustancia


semántica, en cada caso en forma separada y qué señales la dividen. Esto significa que no
esperamos encontrar similitudes entre lenguas en un principio. Las distinciones entre
escena y mensaje, y entre mensaje y significado deben tenerse muy en cuenta. El hecho de
que el tipo de mensaje –digamos instrumental- puede notarse no justifica el establecimiento
de alguna unidad gramatical. La tarea inmediata es dar cuenta del uso de estas señales que
encontramos en un principio.

Siguiendo con lo anterior, las señales pueden no ser transparentes. Un “cero” puede ser una
señal de “nada”; un ordenamiento de palabras puede o no constituir una señal; las palabras
llamadas “auxiliares de verbo” y “preposiciones” pueden o no ser señales de un sistema de
categorización exhaustiva. Sólo resolviendo las hipótesis satisfactorias podremos tomar
decisiones.

Como en la fonología, desarrollamos un grado de responsabilidad “desde adentro hacia


fuera”. Comienza desde nada y se extiende hasta el límite que nos marca un análisis
exitoso. Lo que hay “en la gramática” es cuanto podemos demostrar que contiene.
29

3.2.2.2. Las observaciones.


Para la fonología necesitábamos una recolección de morfemas para estudiar el
ordenamiento de las unidades fonológicas entre sí. Para la gramática, similarmente,
necesitamos una recolección de textos en los cuales estudiar el ordenamiento, la
distribución y la utilización de las señales potenciales sobre las cuales lanzamos nuestra
hipótesis.

3.2.2.2.1. Los textos más útiles como análisis.


Como indiqué anteriormente, necesitamos diferenciar entre mensaje y escena, la
comunicación intencionada en una situación real en la cual la comunicación ocurra. Una
instancia breve comunicativa producida por un extraño y de la cual no sabemos nada sería,
probablemente, el texto menos útil ya que no podríamos descubrir por qué cierto morfemas
fueron usados, o sea la intención del hablante. Lo que necesitamos es un texto abundante en
información en el cual podemos cruzar cualquier hipótesis que planteemos.

En la práctica, encontramos útil usar textos escritos por escritores habilidosos ya que ellos
explotan los recursos de la lengua mucho más detalladamente, ofreciendo problemas más
desafiantes y un terreno de estudio más rico.

Por el contrario, una práctica común en el análisis lingüístico es el estudio de emisiones


cortas inventadas ad hoc y fuera de contexto, sin embargo ofrecen información limitada y, a
veces, inútil.

3.2.2.2.2. Ejemplos del habla y de la escritura.


El debate general circunda sobre el interrogante de si un lingüista debiera estudiar la lengua
desde la oralidad o desde la escritura. Esto determina que existen dos tipos diferentes de
lengua, con lo que no coincidimos. En el análisis, encontramos que no hay dos tipos de
lenguas, dos sistemas gramaticales, sino que la organización más compleja y extensa del
discurso escrito lleva a la explotación de los significados que pueden no ser útiles para la
brevedad del discurso oral. Sin embargo, cuanto más demandante el objetivo de la
comunicación, más útiles los recursos de la lengua a ser explotada.

3.2.2.3. Las consecuencias teóricas de la utilización de textos escritos.


El uso de largos textos según las líneas analíticas de esta teoría parte del procedimiento
usual, en el cual la oración es la estructura principal de la lengua y las oraciones en forma
individual el objeto primero de análisis.

3.2.2.3.1. Otras teorías que no se basan en la oración.


En el desarrollo reciente de procedimientos analíticos que ha confrontado problemas más
allá de la oración misma, ha surgido la posibilidad de confusión entre los abordajes. La
similitud es, sin embargo, muy superficial.

3.2.2.3.2. Análisis del discurso, análisis funcional y análisis pragmático.


La diferencia entre nuestro procedimiento y el del análisis del discurso es la siguiente:
mientras que nosotros usamos al discurso simplemente como una reserva de ejemplos en
contexto, sobre lo cual postulamos y confrontamos las hipótesis sobre los sistemas en la
30

lengua, el análisis del discurso se dedica a analizar el discurso mismo, no las unidades
gramaticales y lexicales que se usan para construirlo. El análisis busca establecer
“características del discurso” que pueden ser cualquier elemento que el analista considere
parte del armado del discurso. Puede que exista alguna correlación entre las características
del discurso y las características morfológicas de la lengua, pero dicha correlación está
motivada por el discurso y no por la morfología como una señal de significado.

Un ejemplo pueden ser las nociones de “anáfora” y “catáfora”. Que el pronombre refiera
hacia delante o hacia atrás es poco relevante e inconsistente, ya que la mayoría de los
pronombres pueden referir en cualquiera de las dos direcciones y, al analizarlos, los
términos “anafórico” y “catafórico” pierden sentido. Este procedimiento de desarrollo de
categorías fuera de la lengua misma –en este caso categorías del discurso- es reminiscente
de la forma en que las categorías se desarrollaron en la gramática tradicional, sobre la base
de la lógica y la filosofía.

Como un tipo de procedimiento existe también el “análisis pragmático” en el cual la


categoría “se utilizan varias expresiones para producir el habla directa, por ej.: órdenes,
preguntas, sugerencias, etc.” puede utilizarse como un punto de partida ventajoso para
estudiar la morfología.

Otra línea de investigación corriente es la de la “lingüística funcional” que sugiere que


podría estudiarse la lengua con la comunicación como objeto primero. Sólo existe un punto
en que acordamos con la lingüística funcional: creemos necesario introducir la
comunicación en nuestros estudios como la mayor motivación en nuestra búsqueda y
comprensión del uso de los morfemas, fonemas, y ondas sonoras; pero la lingüística
funcional no nos aporta ningún elemento relevante.

3.2.2.4. Las características de las señales.


En las hipótesis que se desarrollaron sobre los sistemas gramaticales, nuestra primera
responsabilidad es la de estudiar los morfemas, ya que son ellos los que están compuestos
por unidades fonológicas que nos llevan a las ondas sonoras nuevamente. Pero el ingenio
humano tiene otros métodos para emitir señales, particularmente cuando opera con una
categorización exhaustiva de una sustancia semántica cerrada.

3.2.2.4.1. Morfo, alomorfo y morfema.


Las técnicas estándares de la Lingüística Descriptiva nos sirven para realizar una primera
aproximación a las señales. El uso de “construcciones similares” sirve para agrupar los
morfos en morfemas. Lo que hace este procedimiento es reconocer similitud en el uso del
habla. Si diez morfos diferentes se encuentran en cinco construcciones diferentes, se
pueden agrupar las diez en un morfema sin preocuparse sobre el probable resultado: que
ninguna de las cinco construcciones será el significado. Por lo tanto, el procedimiento
básico de la lingüística descriptiva de identificar los morfemas de acuerdo con la diferencia
de significado solamente, sin identificar el significado en sí, es completamente adecuado
para un primer paso en el proceso analítico.

3.2.2.4.2. Señales que no son morfemas.


31

Otra distinción terminológica aquí puede resultar útil. El término “morfema” ha sido usado
regularmente para indicar “una unidad mínima y distintiva de forma” es decir una señal de
significado. Restringiremos el término “morfema” a una señal construida por unidades
fonológicas y el término “señal” a una categoría mucho más general: cualquier cosa que
indique significado, ya sean unidades fonológicas o no. En consecuencia, un inventario de
fonemas nos da una primera aproximación al número y características de las unidades
fonológicas y un inventario de morfemas nos acerca a un inventario de señales. Los dos
tipos principales de señales a ser consideradas son “cero” y “orden de palabras”.

En el análisis descriptivo americano se ha aceptado que un alomorfo puede ser “cero”, pero
no un morfema. Es por ello que, en Inglés, puede decirse que hay un alomorfo “cero” en el
pasado de algunos verbos (He put-0 it there yesterday / He lef-t it there yesterday), pero no
un morfema cuya representación es “cero”. La consecuencia directa de esto es que en cat/
cat-s hay un morfema para plural pero no uno para singular.

La razón detrás de todo esto es entendible en términos de la noción de la categorización


exhaustiva introducida anteriormente. Si hay un conocido número de alomorfos de un
morfema, uno de ellos está lo suficientemente diferenciado de los otros al no tener
construcción fonológica, cero. Pero si los morfemas, incluyendo los gramaticales, no son
más que miembros de una lista infinita, no hay forma de mantener el control sobre el
procedimiento que agrega miembros cero a la lista, ¿dónde terminaría?.

Si los miembros de un sistema gramatical forman un grupo cerrado como los alomorfos y
los morfemas, nuevamente un miembro es diferente de los otros. El testeo lleva dos partes.
Que en la posición en la que los otros morfemas aparecen regularmente no hay nada, y, más
importante, que el significado del morfema cero debería contribuir al mensaje en una forma
en que sea consistente con el sistema gramatical hipotético. Por ej.: el grupo He went to
jail/ He went to a jail/ He went to the jail – Fue a la cárcel/ Fue a una cárcel/ Fue a la
cárcel. (No podemos justificar adecuadamente aquí la hipótesis de que cero frente a jail está
contribuyendo al mensaje).

El concepto de orden de palabras como señal puede encontrarse en las lenguas clásicas, El
Griego y el Latín, nunca existió la tentación de poner al orden de las palabras a la par del
aparato morfológico del cual los mismos gramáticos se sentían responsables. En estas
lenguas la motivación que llevaba al ordenamiento de las palabras era de una naturaleza
completamente distinta.

Pero en inglés, es mucho más plausible reconocer diferencias sistemáticas en el uso del
aparato de señales: Mary loves John, but John loves Susan. The book is on the table. Is the
book on the table?. He painted the red barn. He painted the barn red.5 El control sobre el
procedimiento es, nuevamente, que estas diferencias se correlacionan con las hipótesis de
una diferencia en significado, lo que a su vez lleva a una mayor diferencia en el mensaje.

5
Mary ama a John, pero John ama a Susan. EL libro está sobre la mesa. ¿Está el libro sobre la mesa?. Pintó el
granero rojo. Pintó el granero de rojo.
32

El uso del orden de las palabras como señal introduce ciertas restricciones. Obviamente las
palabras están siempre en cierto orden y la pregunta de si una instancia de ordenamiento en
particular es una instancia de una señal en particular. He sent Mary candy/ He sent Mary
home (Le mandó caramelos a Mary. La mandó a Mary casa). La respuesta se encontrará de
acuerdo con la referencia de los significados hipotéticos del sistema gramatical
involucrado.

En inglés, de hecho, hay más que un sistema gramatical que usa el orden de las palabras
como señal, y ante la ausencia del análisis es probable que haya confusión cuando ambos se
usan simultáneamente, como en el ejemplo clásico: She made him a good husband because
she made him a good wife (Hacía de él un buen marido porque ella era hacía de sí misma
una buena esposa) en comparación con: She made him a good dinner (Le hizo una buena
cena).

La otra restricción en el orden de las señales es compartida con las señales morfológicas:
sólo puede haber tantas distinciones de significado como de señales. Pero la naturaleza
relativa del orden de las palabras tiene sus consecuencias. En la conocida construcción
“objeto indirecto” de las gramáticas estándares, una lengua que diferencia un caso dativo de
un caso acusativo tiene una distinción precisa y estable aun si están las dos presentes o no.
Pero, en un orden similar basado en el orden de las palabras, la ausencia de una de las
palabras cambia la naturaleza de la señal: She told him a story/ She told him / She told a
story (Le contó una historia a él/ Le contó/ Contó una historia). Es decir, hay pérdida de
precisión cuando el número de palabras en la señal es reducido.

3.2.2.4.3. Imprecisión de las señales.


Este punto nos lleva a un problema más general de imprecisión en las señales y cómo se
relaciona con el proceso de comunicación. Tanto la estructura como la utilización de la
lengua humana descansan sobre la inteligencia humana, los métodos para lidiar con la
imprecisión, particularmente de parte del interlocutor y métodos de comprensión de la
comunicación a pesar de la falta de precisión y la escasa información.

Un ejemplo notorio es la -s final en inglés la cual puede tener tres valores dependiendo del
“contexto”. Pero de acuerdo con nuestro análisis, depende en realidad del conocimiento de
los tres sistemas gramaticales y la habilidad para identificar cuál se usa en cada instancia en
particular. Es decir, la misma fonología puede usarse en tres señales diferentes, con tres
sustancias semánticas diferentes. La tarea es entonces identificar el sistema y luego dar a la
señal su significado apropiado de acuerdo con ese sistema. (Debería aclararse que no vamos
a demostrar cómo se realiza esto. Nuestra tarea es la de analizar las señales y los
significados en los sistemas gramaticales sobre la base de cómo se usan en textos).

Pero no es del todo verdad que las señales fonológicamente idénticas deben estar en
sistemas diferentes para que se las pueda reconocer. En un sistema, las señales pueden ser
distintas, pero no son tan distintas como podrían serlo. En la historia del inglés la distinción
“singular-plural” fue perdida en el caso de you a pesar de que se retuvo en algún lugar del
sistema. Lo que parece ocurrir es que en tales instancias la distinción fue realizada en el
sistema como un todo usado como referencia para establecer las posibilidades desde las
cuales elegir cuando la señal es imprecisa.
33

Un ejemplo más complejo se puede ver en la morfología de los casos del latín. La
diferencia “dativo” y “ablativo” se distingue fonológicamente en el singular pero nunca en
el plural. Para entender un texto en latín, el caso plural impreciso da la información de que
la palabra debe tomarse como un no-nominativo, no-acusativo, no-genitivo, y lo que
siembra la duda es solamente la distinción entre dativo y ablativo. El lector, sabiendo el uso
de dichos casos, puede decidir cuál de los dos es más apropiado. La necesidad de una
apreciación inteligente es más que evidente.

3.2.2.5. Estructura interna: sustancia y valor.


Veremos ahora el sentido del par significado-señal y las formas en que la sustancia
semántica se divide en categorías. Encontramos conveniente usar los términos de Saussure
“sustancia” y “valor” en la discusión sobre la interrelación entre los elementos semánticos
de los sistemas gramaticales, pero sin tomar las implicaciones filosóficas que Saussure le
asignó a dichos términos. No encontramos ninguna razón para clamar una primacía del
valor o de la forma por sobre la sustancia. En el famoso ejemplo del tren que deja París,
puede ser probable que sea el mismo tren, más allá de qué vagones en particular lo
componen; aun así la sustancia no puede ser dejada de tomar en cuenta. Si el tren está
compuesto por vagones comedor, sin motor, es claro que ya no es el mismo tren.

El término “valor” se refiere entonces a la manera en que la sustancia se divide. La


sustancia es de crucial importancia para entender cómo ocurre la comunicación.

En la Escuela de Praga, el término “oposición” también es usado pero sin el análisis


extendido que le damos nosotros. Por lo tanto, no reconocen la distinción entre oposiciones
bilaterales y multilaterales, miembros marcados y no-marcados, ni tampoco la
neutralización.

La distinción fundamental de la división de la sustancia semántica es entre oposiciones de


exclusión y oposiciones de inclusión.

3.2.2.5.1. Oposiciones de exclusión.


En una oposición de exclusión, la sustancia semántica se divide en partes que no se
superponen. Tomemos nuevamente el sistema del sánscrito que involucra al número. La
sustancia semántica es “número” y abarca cualquier punto que se incluya en las divisiones
de dicha sustancia. Es decir, ningún número queda fuera del sistema. La clasificación de los
tipos distintos de relaciones de valor, de oposición, es en parte una respuesta al método por
el cual se logra la inclusión. En sánscrito hay tres clases morfológicas: “singular”, “dual” y
“plural”. Podemos tomar esta categorización como adecuada para los propósitos de la
presente discusión. Los números cubiertos (incluidos) por las tres clases son 1,2, y
cualquier otro número, respectivamente. El término “plural” indica “más de uno” (o dos) y
no “otro que no sea uno”. La inclusión se completa por la palabra “otro”, y ha sido
comprobado que es una designación bastante apropiada en un número de análisis de
diferentes tipos de sustancias de los sistemas gramaticales.

De cualquier modo, las tres categorías se excluyen entre sí. Un número no puede estar en
dos categorías a la vez, por lo tanto se da la oposición de la exclusión.
34

Pueden surgir problemas analíticos con respecto a lo que se está hablando. En el análisis
sintáctico hay muchas instancias en las cuales se puede ver falta de concordancia, cuando
un hablante cambia el punto de vista. Un ejemplo clásico es el “sustantivo colectivo”, en el
cual algo puede verse como un grupo o como un número de elementos individuales. Pero
esta es una diferencia en la escena, no en el significado; no es una superposición entre
categorías de la sustancia semántica.

Es conveniente referirse a este tipo de relación entre escena y significados como “oposición
abarcativa”: en comparación con una oposición presente en el sistema gramatical, la escena
puede verse con precisión como correspondiente a uno de los significados o a ambos. El
hablante elegirá cuál de los dos es el más apropiado para el mensaje en particular o puede
usar los dos como en los ejemplos en los que hay falta de “concordancia” entre “verbo” y
“sujeto”.

Generalmente, el “otro” miembro del sistema (como en “otro que no sea uno”) es el
miembro “residual”. En un sistema de números es fácil de reconocer; todos podemos
afirmar que 6,23 y 114 son otros números que no son uno (o dos). Pero con otras sustancias
semánticas el miembro residual puede estar presente en una sorprendente variedad de
correlaciones con varios aspectos de la escena.

En el griego de Homero hay un sistema gramatical de tres miembros (Diver 1985), en los
cuales la sustancia semántica tiene una relación con el lugar. Uno de los miembros es
residual y se refiere a relaciones de lugar referidas a arriba y abajo, al frente y atrás, desde y
hacia, cerca y lejos, sin y con, a la derecha y a la izquierda, etc.. Lo que todas ellas tienen
en común es que, como con los números, no son una de las relaciones de lugar indicadas
por los otros dos miembros del sistema.

Un sistema de este tipo nos ayuda a descartar alguno de los mitos asociados con intentos de
análisis semántico. Existe la noción de que el significado puede ser una abstracción de un
número de categorías que son diferentes a primera vista. El segundo paso inevitable es
darnos cuenta, particularmente con los tipos de oposición mencionados arriba, que
cualquier abstracción sería vaga y analíticamente inaceptable.

Lo que encontramos en este sistema no es una abstracción de una relación de lugar


específica. Estas relaciones existen y pueden ser identificadas en la escena. Pero el
significado no es ni esa lista de relaciones ni una abstracción de la misma. El significado es
una indicación extremadamente imprecisa de que existe alguna relación; si el interlocutor
se toma el trabajo de captar dicha relación, será sobre la base de otra información, no sobre
la base de la información del miembro residual. Como con el dativo y el ablativo, todo lo
que el significado está comunicando es que estamos dentro de los límites de cierta sustancia
semántica y que la relación involucrada no es la indicada por otros miembros del sistema.

El sistema con el miembro residual provee una división desigual de la sustancia semántica.
Una alternativa menos confusa se puede ver en sistemas en los cuales la división es
esencialmente igual, particularmente si está dividida en dos partes. Esta relación de valor se
35

basa generalmente en la relación afirmativa-negativa: un significado dice algo entonces el


otro no lo dice.

En latín, por ej. (Diver 1987), lo que se llama “caso nominativo” señala que el referente
está en el centro de la atención en ese momento. El caso acusativo señala que no. La
oposición es de exclusión y la misma palabra no puede estar en los dos casos a al vez. (Hay
complicaciones con respecto a otras sustancias semánticas en latín, sin embargo ésta sirve
para ilustrar lo que queremos decir).

Cuando la división igualitaria es entre más de dos miembros, la relación entre ellos es en
términos de escala más que de categorías absolutas. Es como si en una sustancia semántica
la división no fuese “uno” y “otro”, sino “”más” y “menos”, o “mayor”, “más”, “menos”,
“menor” de la sustancia involucrada.

Veremos que en términos de relación entre las muchas ideas que tenemos para comunicar y
las necesariamente pocas señales que tendremos para expresarlas, este tipo de relatividad y
flexibilidad puede funcionar satisfactoriamente.

La noción de “caso” en las gramáticas estándares, y en algunas de las formas de la sintaxis


moderna, se asocia generalmente con conceptos tales como: Agente, Instrumento,
Beneficiario, Paciente, y otros. Pero no parecemos encontrar lenguas que dediquen su
morfología a estas categorías absolutas. Lo que encontramos (Diver 1987) es una relación
de escala entre grados relativos al control de la actividad. Como resultado, las cuatro
categorías mencionadas pueden pensarse como el grado del control, particularmente si se
beneficia el motivador de la acción. Las lenguas que tiene distinciones morfológicas
llamadas Nominativo, Instrumental, Dativo, y Acusativo parecen a primera vista reflejar las
cuatro categorías directamente pero siempre surge alguna otra utilización de los casos que
no entran en dichas categorías absolutas. La relación de escala se puede ver mejor donde no
hay muchas señales para dividir la escala. Es por ello que en griego (Diver 1985) no hay
una distinción morfológica entre un caso instrumental y un dativo, y lo que observamos es
que esta parte “central” del control de la escala deja miembros “adyacentes” sin diferenciar.
Lo que se llama dativo señala un grado de control que es más extenso que en otras lenguas
con sistemas más completos.

Recordemos otra vez que los problemas analíticos confrontados con tales factores como
miembros residuales y relaciones de escalas requieren una distinción cuidadosa entre las
características de la escena, del mensaje y los significados señalados en una lengua en
particular.

3.2.2.5.2. Oposiciones de inclusión.


La oposición de inclusión provee un instrumento mucho más sutil de comunicación que el
que otorga la oposición de exclusión. Con la oposición abarcativa y la de exclusión, vimos
que un objeto en la escena puede ser descripto con igual rigor por dos significados distintos,
aunque estos se excluyan mutuamente. Esto trae cierta complejidad de la naturaleza del
objeto y de cualquiera de los dos significados, dependiendo del aspecto en que el hablante
quiere concentrar su atención.
36

Con la oposición de inclusión, vamos un paso más adelante. Aun sin las otras oposiciones,
un objeto puede ser referido por dos significados. Esta vez se superponen en el sistema y no
en una característica del objeto. Siguiendo con mi ejemplo básico del sistema de números,
encontramos que en griego (Diver 1987) un sistema de tres números es similar al del
sánscrito. Pero ahora las formas llamadas dual, singular y plural tienen los significados 2,1
y “otro que no sea 1”. Es decir, lo que se llama plural tiene el significado de “otro que no
sea 1”en vez de “otro que no sea 2”.

Como consecuencia, si hay dos de algo, tanto el plural como el dual pueden usarse. En
términos técnicos, la relación del plural incluye el significado del dual, mientras que
excluye al singular.

La pregunta sería entonces ¿qué motiva al hablante a usar un significado de otro dado que
cualquiera de ellos provee una definición precisa de la escena?.

Parece no haber una regla general en esto, tanto en la misma lengua como en otras. En
griego hay dos instancias, y sería útil compararlas. La imagen que surge nos recuerda una
vez más que el grado del que la solución a nuestro problema depende, no solo del factor
estrictamente comunicativo de las señales y significados disponibles, sino también del
ejercicio del ingenio humano.

La elección en el sistema de números depende directamente de la diferencia de precisión de


los dos significados y de los usos que se les daría a las variaciones de la precisión. El dual,
por ej., es más preciso que el plural. Indica dualidad con más precisión, el plural deja
abierta la posibilidad a más de dos.

Lo que encontramos generalmente en la comunicación es que la información más precisa es


la que el hablante encuentra de mayor interés, más importante, más sorpresiva o cualquiera
sea la razón. Esto puede aplicarse a la noción estándar del sujeto de la oración como la
parte central de información.

En un pasaje de la Ilíada (Libros I-VI) en el cual hay más de 500 referencias a algo, tanto
en lo dual como en plural, 37 % están en el caso nominativo y 63% en el oblicuo. Pero
aquellos en el dual, 54% están en el nominativo y 46 en el oblicuo. Es decir, el centro de
atención representado por el sujeto se dirige fuertemente hacia el dual.

Otra posición de inclusión se encuentra en el sistema de lugar ya mencionado. Aquí la


estrategia es, en efecto, el opuesto. En vez de usar un miembro incluido más preciso para
subrayar rasgos importantes, se utiliza un miembro menos preciso donde la referencia es
vaga. Por lo tanto, uno de los miembros incluidos tiene el significado aproximado de “at”.
La expresión at Troy (en Troya) correspondería al uso común, pero si el hablante quisiese
ser más específico en la localización, usaría un término incluido a pesar de que la relación
con at es igualmente verdadera. Alive or dead, my father is in some other land (Vivo o
muerto, mi padre está en otra tierra).

Como podemos imaginar, la oposición de inclusión presenta muchas desafíos analíticos.


37

3.2.2.6. La competición entre sistemas.


Una de las desventajas del abordaje universal a la gramática y la sintaxis es la idea de
encontrar una similitud básica entre las lenguas. También se cree que al realizar un análisis
semántico en una lengua, uno puede predecir las características de otra lengua.

Una de las razones por las cuales existen diferencias entre las lenguas es que el hablante
hace uso de una red entera de sistemas gramaticales y lexicales interrelacionados. Lo que
parece ser un problema comunicativo exactamente similar puede abordarse de forma
diferente porque las lenguas tienen diferentes gamas de posibilidades. Supongamos que un
evento comenzó en el pasado y terminó en el presente. Si la lengua no tiene distinción entre
el tiempo pasado y el presente surge una oposición abarcativa, ¿cuál se usará?.

De hecho el inglés no usa ninguna de ellas. Tiene una tercera forma –“presente perfecto”.
Similarmente en griego también hay una forma extra llamada “presente perfecto”, pero los
gramáticos más perceptivos dicen que se trata de un tiempo que refiere a un “estado
presente” opuesto a una acción en presente. También es una buena solución para resolver el
problema del evento comunicativo, pero su uso es, en muchos aspectos, diferente al del
inglés.

Esto nos recuerda que necesitamos comenzar desde el interior y trabajar hacia afuera y la
importancia de no comenzar el análisis de una lengua desde el punto de vista de otra
lengua.

3.2.3. El interlock.
No es poco común encontrar dos sustancias semánticas, cada una con su propia
categorización exhaustiva, que comparten un grupo de señales para diferenciar sus
significados. En la lingüística descriptiva, la posibilidad de que un morfema pudiese indicar
dos significados fue reconocida bajo el término de “portmanteau”. En las gramáticas
estándares uno puede encontrar la expresión “la tercera persona del singular en presente
activo indicativo”. Lo que llevaría a significados de cinco sistemas diferentes. Llamamos a
este ordenamiento “interlock”, el cual es común y transparente con la morfología del caso,
donde el final de las palabras señala el número y otro valor, tal como “dativo singular” y
“nominativo plural”.

El término “sujeto” se usa para indicar dos significados distintos en dos sustancias distintas.
Es por ello que podemos nombrar al “sujeto lógico” y al “sujeto gramatical”, el primero es
el “agente” y el segundo “el tema de la oración” o “lo que concuerda con el verbo”. Estas
son evidentemente diferentes contribuciones al mensaje. Traducido en términos de
“interlock” una sustancia semántica es control del evento (agente, paciente, etc) y la otra
indica si la palabra es el centro de atención o no. Entonces el caso nominativo señalaría un
alto grado de control y de foco simultáneamente (así como también un tercer significado
proveniente de la sustancia del número).

Una traducción terminológica no ayudaría a resolver todos los problemas del Latín, en el
cual sólo existe la “voz pasiva” (“el objeto lógico el sujeto gramatical”) y “verbos
deponentes” (“pasivos en forma pero activos en significado”), pero sirve como una
hipótesis inicial para análisis posterior.
38

En ciertos “interlocks”, aquellos que corresponden a la categoría del modo subjuntivo, la


señal en el mismo tiene complicaciones particulares. Las sustancias semánticas tienen que
ver con el tiempo de ocurrencia y el grado de duda de si ocurrió en verdad. Estas dos
nociones no son independientes una de la otra, éste es el factor que lleva a las
complicaciones.

Si digo My understanding was that if the hard disk failed... (Lo que entendí fue que si el
disco rígido falló...), puedo estar diciendo was en vez de is (“entendí” en vez de “entiendo”)
para introducir la duda. O quizás esté equivocado. Usamos esta táctica todo el tiempo en
varias lenguas. La táctica se incorpora a un interlock, el tiempo pasado se usa sin referencia
al pasado y como un elemento de duda con lo cual nos encontramos con un nuevo tipo de
señal.

La versión más simple de esto puede apreciarse en el griego de Homero. En el período


prehistórico había un interlock simple entre lo que llamamos tiempo y probabilidad (Diver
1985). La forma llamada “subjuntivo” tenía un sufijo y terminaciones usadas generalmente
para los tiempos que no fueran del pasado; la forma llamada “optativa” tenía un sufijo
diferente y terminaciones usadas generalmente para los tiempos del pasado. Entonces, si
querías decir: He came that he might free his daughter (Pareciera que podría liberar a su
hija), el optativo correspondería a might (podría); en He comes that he may free his
daughter (Pareciera que pudiese liberar a su hija) el subjuntivo es may (pudiese). Pero en el
presente, el optativo también se usa como no-pasado: He comes that he may/might free his
daughter. En el no-pasado, el subjuntivo está restringido a señalar eventos más probables;
el optativo, menos probable, que se evidencia en la diferencia entre may (poder) y might
(podría).

Esto lleva a la pregunta: ¿qué significado tiene la señal optativa?. Entonces nos vemos
obligados a incluir en la hipótesis la noción de “señal de interlock”, en la cual el significado
de una forma depende de qué parte del interlock es (pasado o no-pasado) en un uso en
particular.

Pero ahora debemos ocuparnos de otro tipo de imprecisión en la señal y otro ejercicio del
ingenio humano.

3.2.4. Grupos de satélites.


El interlock representa el grado mayor de complicación que hemos encontrado hasta ahora
en la interrelación formal entre sistemas gramaticales. Sería útil decir algo sobre la manera
en la que los sistemas gramaticales se coordinan en la construcción de mensajes. Ya hemos
explicado que existe una relación satelital entre el significado gramatical y el lexical. Desde
este punto hemos visto que cada uso individual del significado gramatical constituye una
selección de un significado de un sistema del cual forma parte. Pero los sistemas
gramaticales no están mezclados libremente en su asociación con los elementos léxicos.
Entonces, en inglés podemos usar el elemento léxico dog en las expresiones The dogs (los
perros) o He dogged their footsteps (Él siguió como un perro sus pisadas). Las señales
gramaticales the y –s se usan en la primera oración; las señales –ed y un orden de palabras
se usan en la otra.
39

Es conveniente explicar el término “Grupos de satélites”: grupos A y B. Los miembros de


uno de los grupos se usan para crear un tipo de efecto en el mensaje (entonces el elemento
lexical se llama “sustantivo”); los miembros del otro grupo, un efecto que lleva a la
clasificación “verbo”. Entonces, no es que hay una parte de la clasificación del habla que
existe independientemente del léxico, sino que esa parte del habla es un efecto en el
mensaje producido por los significados de los sistemas gramaticales asociados con él en esa
instancia en particular.

Hay una circunstancia en la cual los sistemas A y B pueden ser satélites del mismo
elemento léxico, cuando se hablaba tradicionalmente de “sustantivo verbal” como una
categoría anómala en la clasificación que incluye participios y gerundios. Aquí, se ve una
cierta flexibilidad de la comunicación por medio de la posibilidad de aceptar al menos una
mezcla limitada de los significados del tipo A y B.

Esta discusión lleva a la clasificación del habla realizada por Marcus Terentius Varro, en su
de lingua latina (VIII 44):

Quod ad partis singulas orationis, deiceps dicam. Quoius quoniam sunt divisiones
plures, nunc ponam potissimum eam qua dividitur oratio secundum naturam in
quattuor partis: in eam quae habet casus et quae habet tempora et quae habet
neutrum et qua est utrumque.
Hablaré de lo que concierne a las partes individuales del habla. Ya que hay varios
métodos de división, tomaré como preferido aquel para el cual el habla es de
acuerdo con su naturaleza dividida en cuatro partes: el cual tiene formas de caso, el
cual tiene formas de tiempo, el cual no tiene ninguna, en el cual ambos el caso como
el tiempo son indicados. (Kent 1951: 405)

A menos que modifiquemos toda la definición “ninguna” incluye preposiciones y artículos


y “ambos” a los participios.

3.2.5. Sistemas no-satelitales.


En este punto nos gustaría realizar una distinción definida entre léxico y gramática. Pero no
podemos porque no todos los sistemas gramaticales con una categorización exhaustiva
tienen una relación satelital con el léxico. Se trata de los “pronombres”.

Los “pronombres personales” son sustitutos de los sustantivos. Los “demostrativos” pueden
valerse por sí mismos o aparecer con el elemento léxico. Pero dicha combinación tiene más
características de ser como dos elementos léxicos juntos que de ser un satélite y el elemento
léxico.

Si queremos entonces realizar una distinción entre léxico y gramática, veamos cómo se
relacionan “paradigmáticamente”- la categorización exhaustiva de todas las oposiciones-
pero teniendo en cuenta el factor satélite.

3.3. Unidades Léxicas.


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En un cierto punto de nuestra investigación, encontramos que los morfemas se agrupan en


dos categorías: una que tiene la característica sistemática de una categorización exhaustiva
de la sustancia semántica, proclive a establecer relaciones satélite; y otra que no.

Hemos incursionado más en la gramática que en el léxico debido a que los problemas del
léxico no son tan interesantes como los de la gramática que tiene problemas más complejos
y sutiles. Estas características son las que se asocian a un costado más práctico en la
investigación. Llegamos a la conclusión de que primero debíamos tratar las contribuciones
comunicativas de la gramática y luego la de la lexis. La complejidad de la gramática está
directamente relacionada con la sintaxis que contiene usos arbitrarios e idiomáticos,
haciendo muy difícil definir las contribuciones de la gramática y la lexis.

Por ejemplo: en He left the house windowless (Dejó la casa sin ventanas) hay tentación
natural a suponer que la contribución semántica de la unidad léxica left incluye un
componente causativo y que el factor de quedarse sin ventana se atribuye al verbo, el cual
es a su vez la parte del habla que indica la acción. Pero cuando descubrimos que hay un
significado gramatical señalado en el orden house windowless opuesto a windowless house
se torna aparente que el efecto causativo será atribuido al significado y no al verbo.

Varios ejemplos como éste aclaran que tenemos poca probabilidad de llegar a un análisis
preciso de la lexis para entender la contribución de los significados de la gramática. Lo que
podemos hacer, sin embargo, es mirar detenidamente a la lexis al menos por comparación
de características de la gramática y presentar lo que nos parece un caso prima fascie. Por
supuesto, puede resultar errado.

3.3.1. Imprecisión.
El léxico como la gramática, está marcado por la imprecisión. Una unidad léxica provee
algo del uso de la comunicación, pero deja mucho a la imaginación. Pero lo que se provee y
lo que hay que imaginar es completamente diferente de la gramática.

La imprecisión en la gramática está restringida por la sustancia semántica y la relación de


valor con otros miembros del mismo sistema. La multiplicidad de “usos” listados en la
sintaxis no proviene de la gramática misma, sino de las varias formas en que el significado
se combina con otros componentes de la comunicación, otorgando una gran variedad de
resultados. Pero lo que revela nuestro análisis constantemente es que la contribución del
significado gramatical es persistente.

Pero no es así con la lexis. Es verdad que en ciertos casos afortunados, usos disparatados de
una palabra pueden unirse a un elemento en común, pero el léxico en general tiene un
potencial para una red totalmente diferente y además generalmente se exterioriza.

3.3.2. La palabra etimológica y la palabra fonológica.


Existe un desarrollo típico en el léxico el cual permite que una palabra adopte un nuevo
uso. También ocurre que puede haber una cadena de conexiones tan vasta que se aleje de
los primeros significados.
41

Por ejemplo, palabras como galvánico y galvanizar fueron formadas por un científico que
experimentó con la electricidad. Galvanizar era usada para definir la producción de un
shock eléctrico. También fue usada para el proceso de electroplantado, y tenemos la
expresión·hierro galvanizado para describir hierro que ha sido recubierto con zinc para
prevenir la corrosión. Las expresiones pueden parecer no tener que ver una con la otra, sin
embargo podemos rastrear su conexión en las formas de corriente eléctrica.

Esto ocurre todo el tiempo, con lo cual nos preguntamos ¿qué hay en la mente del hablante
al usar unidades léxicas y gramaticales? No sabemos, pero en una forma directa. A juzgar
por el comportamiento, el léxico y la gramática parecen ser utilizados en diferentes formas.

El éxito del hablante en la utilización de usos apropiados para los significados gramaticales
con sus sustancias semánticas sugiere que el sistema gramatical ha sido aprendido como
una entidad. El uso apropiado dependerá de la conciencia general del hablante. Recordemos
los ejemplos en sánscrito y latín de los sistemas de número en los cuales el abandono de un
miembro del grupo deja a la luz valores de relación del resto.

Pero un uso exitoso de una parte de la cadena léxica no depende de la comprensión de la


cadena toda. Si sólo aprendés una parte, podrás usar el resto de la cadena correctamente.
Además la apropiación de una nueva parte no modifica a la parte ya aprendida. Con lo cual
podemos asumir que el abandono de una parte de la cadena tampoco modificaría al resto.
Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿cuántas palabras es “galvanizar”?. El procedimiento
usual es clasificar de acuerdo con la etimología. Todas las palabras “galvanizar” son una
sola porque tienen un mismo origen, pero ¿cuántas palabras son para el hablante?.

La conclusión a la que arribamos es que la unidad léxica se diferencia por su fonología y no


por su historia.

3.3.3. Confianza en la inferencia.


Lo discutido anteriormente nos lleva a recordar cuánto dependen nuestros hábitos de
comunicación de nuestra inteligencia e ingenio, o de nuestra habilidad humana de
“construir a través de una pared de ladrillos”.

3.4. El desarrollo y testeo de las hipótesis.

3.4.1. Análisis semántico y sintáctico.


A lo largo de todo el paper me he referido a la confianza que tenemos de las hipótesis
postuladas por medio del análisis semántico. Como hay muchas opiniones en el campo de
la lingüística sobre el hecho de no puede explicarse todo por la semántica sin pasar por la
gramática, explicaremos cuál es nuestro punto de vista.

El primer punto y el más importante es que el análisis semántico no se puede realizar sobre
una base superficial. Un caso típico de análisis semántico realizado por un sintactólogo es
en el que dos elementos léxicos “sinónimos” que suponen tener el mismo significado, se
demuestra por medio de las propiedades distributivas de las palabras que no es así ya que
no aparecen en la misma construcción. De lo cual deducimos que el análisis semántico ha
42

fallado en la resolución del problema y se tuvo que recurrir a la sintaxis para establecer las
diferentes construcciones.

Por lo tanto, si fuera a demostrar lo mismo desde el latín, podría referirme a la regla
sintáctica: “los verbos de orden a veces toman al caso dativo”; es decir, la persona ordenada
a veces aparece en el acusativo y otras en el dativo.- También podría tomar la regla de
“gobierno” que iubeo gobierna el caso acusativo y que impero gobierna el dativo, y
solucionar el problema.

Pero si investigo más detalladamente, (Diver 1985) comenzando con la recolección de una
larga lista del uso de dos palabras, veremos que se usan bajo distintas circunstancias. Para
ser breve, las circunstancias dependen del poder de la relación entre la persona ordenada y
la persona que ordena. Si también realizamos un análisis semántico de la diferencia ente el
dativo y el acusativo en latín, encontraremos una relación directa entre el poder de la
relación y las partes involucradas. También veríamos que otra regla sintáctica surge: lo que
se ordena está en infinitivo pero con el subjuntivo impero ya que tenemos el análisis
semántico entre el infinitivo y el subjuntivo.

Pero nada de esto puede realizarse sobre la base de que dos palabras tienen el mismo
significado. Esta noción surge de la traducción: ambas se traducen como “orden”. Esta
ignora la sutileza e ingenio con los cuales los autores discriminaron entre las dos opciones,
e ignora, además, otro punto de ejercicio de la Ley Romana de dos tipos diferentes de
poder: el de ius y el del imperium.

Pero esto es una característica curiosa de la historia de la gramática tradicional en la que


hubo una enorme inversión en estudio filosófico. Si bien aclara muchos aspectos de la
comprensión de textos, al llegar a la presentación de la sintaxis hay un corte abrupto. La
razón principal es la concepción de que la sintaxis se relacionaba solamente con la oración
y que las construcciones sintácticas tenían poco que ver con cualquier cosa fuera de la
oración.

3.4.2. El desarrollo de las hipótesis.


El desarrollo de las hipótesis depende mucho de la recolección de un buen número de
ejemplos que encuentren una serie de problemas de comunicación; el problema semántico
no puede resolverse recurriendo a “juicios gramaticales” basados en lo que el lingüista
parece recordar en el momento, juicios que generalmente pasan por alto varias
posibilidades.

Como ya indicamos, la recolección de ejemplos se acumula gradualmente y, por supuesto,


no se puede resistir la tentación de plantear las hipótesis lo más rápido posible. Pero, éste es
el paso más crucial en el proceso, tenemos que estar dispuestos a abandonar hipótesis que
no se relacionan con lo que hemos encontrado. De hecho es común que una hipótesis se
mejore por descubrimiento “accidental"” de un tipo de ejemplo que no se había notado
antes.
43

La búsqueda de más ejemplos nunca termina, a pesar de que podemos reconocer un tipo de
punto de maduración para las hipótesis cuando han pasado largos períodos de tiempo y
nada ha sido descubierto.

En la evolución histórica de este tipo de análisis descubrimos que la primera cosa a buscar
en las hipótesis era la identidad de la sustancia semántica y la forma en que estaba dividida,
las relaciones de valor. En cuanto a algunos análisis revelaron las características de la
categorización exhaustiva de una sustancia semántica, comenzamos a anticipar esta
posibilidad como un análisis subsecuente. Nos confrontamos con dos preguntas directas:
¿qué es la sustancia semántica? y ¿cuáles son las relaciones de valor?.

Analíticamente, las relaciones de valor más confusas son las de los “miembros residuales”
y “miembros incluidos” ya que combinan una sola señal con una gran variedad de efectos
en el mensaje. Pero aprendimos a estar alertas para esas posibilidades y fue en este proceso
que la necesidad de diferenciar significado, mensaje, y escena se volvió aparente. También
el heredado altruismo, que una unidad es identificada por oposiciones en las cuales entra, se
aplica a nuestra comprensión de las relaciones de valor. No es poco frecuente que
encontremos un significado en un sistema usado debido a lo inapropiados que son los otros
significados. Las opciones en un sistema son pocas y hacemos lo mejor que podemos. Así
que seleccionamos el significado “menos inapropiado” del sistema y compensamos con
otros tipos de información.

Las sustancias semánticas que hemos encontrado se alinean hasta cierto punto con los
grupos que encontramos típicos de la sintaxis estándar. De hecho, uno puede tomar tales
categorías como “aspecto”, “modo”, etc. como hipótesis anteriores que justifiquen los usos
de la morfología, además estas son hipótesis formadas sobre la base de la semántica. Como
resultado, podemos decir que el modo subjuntivo puede usarse para indicar una acción
meramente hipotética. La sintaxis aplica cuando se vuelve necesario justificar muchos
ejemplos con el uso del modo subjuntivo cuando la acción en realidad ocurrió. Es en ese
momento cuando probablemente encontremos reglas que coloquen al subjuntivo en forma
arbitraria en los varios tipos de construcciones sintácticas.

Lo que hacemos en ese punto es comenzar a buscar la noción semántica que haría un mejor
trabajo que la hipótesis para explicar la forma en que se usa la morfología.; como siempre,
el rango de los ejemplos a justificar debe ser mayor que los límites de la hipótesis inicial (y
de las abandonadas). Mientras tengamos éxito en esto, la necesidad de recurrir a la sintaxis
se hace cada vez menos intensa. De cualquier manera, las formas sintácticas que no pueden
justificarse pueden declararse como problemas sin solución.

El número de sustancias semánticas es relativamente pequeño. Así como la fisiología


influencia las posibilidades dentro de la fonología, lo mismo ocurre con el problema
comunicativo y nuestros elementos de comunicación.

El hablante habla en relación con alguna escena que está compuesta por una colección
infinita de detalles. El hablante taciturno, como el escritor de titulares de diarios, dejará
afuera casi todos los detalles. Pero el narrador habilidoso, por el contrario, mencionará casi
todos los detalles a la vez que mantendrá interesada a la audiencia con lo más importante de
44

la historia. Lo mismo ocurre con el descubrimiento, en lengua tras lengua, de una sustancia
semántica que puede ser caracterizada como la “concentración de la atención”: dónde y
cuánto se debería prestar atención en este o aquel detalle presentado. Este problema
comunicativo parece ser el único factor importante en la determinación de la construcción
de los sistemas gramaticales. Ocurre generalmente en interlocks con otras sustancias,
correspondiendo regularmente con las categorías tradicionales de “aspecto”, “voz”,
“pronombres demostrativos”, y, más transparentemente, el “caso nominativo”.

Pero las sustancias semánticas no son un grupo cerrado. La revisión de hipótesis más
dramática ocurre cuando nos damos cuenta de que estamos en la presencia de un tipo de
sustancia totalmente nueva que nos brinda una mirada totalmente nueva.

Con el aumento de la experiencia analítica se pueden recorrer varios atajos. Uno de ellos es
la gramática referencial estándar que usualmente encontramos que tenemos que descartar.
Al encontrar en la sintaxis categorías como “aspecto” o “pronombre demostrativo”, el
analista tiene una vasta noción de cuál será la sustancia semántica.

3.4.3. Prueba cualitativa.


Pero ¿cómo sabemos si el ejemplo se relaciona con la hipótesis?. No hay otra más que
realizar un examen paciente ejemplo por ejemplo. En cada uno, las señales y los
significados tienen que ser identificados, el punto del mensaje en su totalidad tiene que
entenderse claramente y la conexión entre ellos debe trazarse claramente. Cuán difícil esto
sea dependerá en parte de cuántos otros sistemas de la lengua han sido analizados. En un
principio resultará difícil determinar qué efecto tiene qué señal.

Algunas veces, no entendemos el mensaje dado por el autor. O, en un trabajo de extensión


considerable, puede ser luego de varios capítulos que obtenemos la información necesaria
para comprender. Una vez más, una investigación profunda en el área de la fisiología es
necesaria para llegar a la raíz del problema.

La impresión que se tiene desde afuera es que este tipo de juicio es ad hoc. Lo que ocurre
siempre es una variación infinita de los mensajes a ser comunicados, los limitados medios
ofrecidos por los significados propios del instrumento y el ilimitado ingenio con el cual el
hablante habilidoso se las arregla para comunicarse. Es la tarea del analista reconstruir las
herramientas de comunicación del hablante y cada demostración será ad hoc, ya que nunca
dos problemas comunicativos son exactamente los mismos. Lo que el analista tiene que
averiguar es cómo ocurre la constante contribución de los significados, de las hipótesis bajo
consideración, de todas las otras variables que seguramente se harán presentes.

3.4.4. Prueba Cuantitativa.


La hipótesis de que cierta señal tiene cierto significado, y que éste tiene cierto potencial
para varias explotaciones en la composición de los mensajes aparecerá en la misma parte
del texto. Esto nos da la posibilidad de realizar un análisis cuantitativo, estableciendo
correlaciones entre el significado asignado a la señal en el sistema gramatical y otras
características semánticas del texto.
45

Una ventaja de este procedimiento es que si se lo puede mantener lo suficientemente


objetivo, puede reducir la impresión del juicio ad hoc subjetivo, aunque el juicio subjetivo
nunca puede ser eliminado.

3.4.4.1. Predicciones de las hipótesis sobre las características de los textos.


En el caso más simple, la correlación esperada se encuentra fácilmente. Retornando a
nuestro sistema con la sustancia semántica del número, y la distinción entre singular y
plural, podemos esperar que en un texto el numeral 1 co-ocurrirá más a menudo con
singulares; los numerales 2 y más, más a menudo con plurales. Esto es tan obvio que uno
casi no necesita contar, y la obviedad surge del sistema gramatical. Pero donde el
significado no aparece con tanta obviedad en el procedimiento cuantitativo se requiere más
juicio.

Tomemos como ejemplo uno de los sistemas gramaticales que entran en la categoría
general “Concentración de la atención”. Dicho ejemplo también mostrará algunas de las
características del desarrollo y prueba cualitativa de las hipótesis.

El latín tiene seis pronombres que se agrupan en un sistema gramatical (Diver 1986). Las
gramáticas estándares ofrecen la siguiente justificación (que deja fuera de discusión algunas
inconsistencias) que será tomada como la hipótesis general:
1. ipse- el pronombre enfático.
2.3.4. hic, iste, ille –los “pronombres demostrativos de la primera, segunda y tercera
persona”.
5. is – el más débil de los demostrativos, a menudo usado como tercera persona de los
pronombres personales.
6. se – el pronombre reflexivo (se ubica en el predicado y refiere al sujeto).

EL reemplazo de las hipótesis sugiere que los seis se encuentran organizados en el orden
dado en la escala de grados de concentración de la atención. (Cuando esta sustancia
semántica aparece entre los “pronombres”, usamos el término “deíctico” al referirnos al
sistema gramatical).

Primero comparemos esto con la hipótesis inicial.


1. El grado mayor de concentración debería designarse como “enfático”.
3. 4. El efecto de la “persona” es una estrategia común en estos sistemas deícticos; lo
llamamos “estrategia del egocentrismo”. Se presta mayor atención a lo que se relaciona más
con el hablante. En los textos narrativos que se escriben de forma completa en tercera
persona, pero esta estrategia no se usa en todos los casos, por lo tanto no puede ser tomada
como una sustancia semántica para todo el sistema.
5. El uso como pronombre personal significa que nunca se siente la fuerza del miembro
más débil. Esta es una observación apropiada que realizamos mientras llegamos al final de
la escala.
6. La condición de “reflexivo” es puramente una hipótesis sintáctica que tiene que ver con
la relación entre dos partes de la oración y no puede compararse directamente con la
hipótesis semántica; volveremos a esto en un momento.
46

Para cinco de las seis formas existe una relación justa con la hipótesis inicial y la de
reemplazo. Lo que queremos hacer aquí es introducir una estrategia adicional que es común
en sistemas deícticos pero que no es considerada en las gramáticas estándares.

Los pronombres se usan en situaciones donde la referencia es obvia (sustitución del


sustantivo). Pero puede que haya variación en la obviedad de la referencia. La estrategia
que encontramos es que hay una instrucción para concentrarse cuando el referente es más
difícil de localizar.

El pronombre reflexivo, que se refiere principalmente al sujeto (pero no exclusivamente,


requiere de la menor concentración de la atención debido a que ya es en parte el centro de
la atención, por ejemplo el personaje principal en la narración. Nótese que, a diferencia de
otros miembros del sistema, se no diferencia el plural del singular. En las instancias en las
que se se usa la identidad del referente es tan obvia que la distinción en número parece
haber sido abandonada durante la prehistoria del latín, presumiblemente como
consecuencia del desarrollo del sistema gramatical.

El personaje secundario en un pasaje narrativo está indicado regularmente por el nivel 5, is.
Donde hay algún factor que complica la situación, tal como la presencia de un personaje
terciario, puede llegar a usarse el nivel 4 ille para asegurarse que la referencia se mantiene;
pero esto no ocurre a menudo.

En de bello gallico de Cesar, is es el miembro más usado del sistema; el nivel más común
es el 2 hic. Usaremos al procedimiento cuantitativo para poner a prueba sus posiciones en la
escala con respecto a la estrategia para encontrar la referencia.

3.4.4.2. Medición de la fuerza de la correlación.


Tomaremos en la siguiente cuenta como correlativos dos grupos de factores opuestos: si la
referencia a encontrar es algo concreto o abstracto, o si es singular o plural. La predicción a
realizar es que la menor concentración de atención será usualmente empleada para referirse
al objeto concreto y singular y más alta para la idea abstracta y plural.

Tabla 5. Correlación de significados deícticos con otros factores.


Concreto Abstracto
Is Alto Bajo
Hic Bajo Alto
Singular Plural
Is Alto Bajo
Hic Bajo Alto

Se realizó un conteo de las instancias de las dos formas mencionadas en los primeros cinco
libros de Cesar de bello gallico con los resultados de la tabla 6:
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Tabla 6. Frecuencias de correlación observadas.


Frecuencias observadas
Concreta Abstracta Totales
Is 500 251 751
Hic 176 193 369
Totales 676 444 1120
Singular Plural Totales
Is 455 296 751
Hic 156 213 369
Totales 611 509 1120

Para proveer un “campo de batalla” a la comparación, ya que puede esperarse que la


diferencia en los totales afecte los números en las cuatro celdas individuales, calculamos
una “hipótesis nula”; es decir, qué números esperamos sobre la base de los totales,
asumiendo que las consideraciones del número y concreción no juegan un rol en el modo
en que haya usado el autor las formas.

Si comparamos la diferencia entre lo calculado y lo observado con la predicción, vemos


que esta se confirma. Los números positivos y los negativos (Tabla 8) ocurren en
intersecciones apropiadas, la baja concentración de atención en combinación con elementos
más fácilmente recordables: concretos y uno; la concentración alta con elementos más
vagos: abstractos y muchos.

Tabla 7. Frecuencias de correlación calculadas.


Frecuencias Calculadas
Concreta Abstracta Totales
Is 453,28 297,72 751
Hic 222,72 146,28 369
Totales 676 444 1120
El cálculo es (751 multiplicado 676) / 1120 = 453,28.

Tabla 8. De lo observado a lo calculado.


Concreto Abstracto
Is Alto Bajo
+46,72 -46,72
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Hic Bajo Alto


-46,72 +46,72

Tabla 9. De lo observado a lo calculado


Singular Plural
Is 455 296 Observado
409,70 341,30 Calculado
+45,30 -45,30 Diferencia
Hic 156 213 Observado
201,30 167,70 Calculado
-45,30 +45,30 Diferencia
La cuenta del singular y plural está en la Tabla 9.

Con tablas de cuatro celdas como éstas (donde sólo hay un “grado de libertad”, para que la
cantidad de la diferencia sea la misma en cada celda), es conveniente pedir prestado a las
matemáticas el test chi-square para evaluar la confiabilidad de las muestras.

(No estamos usando el procedimiento de sampleo. La pregunta que realizamos es


simplemente: “en estos cinco libros, ¿utiliza Cesar hic y is en una forma consistente con la
hipótesis de concentración de atención y la estrategia para encontrar referentes?”. Como no
estamos usando el texto como muestra, algunas precauciones que se deberían tomar con el
procedimiento de chi-square –tales como determinar que no hay relación de dependencia
que afecte al texto- serán omitidas.)

EL procedimiento de chi-square calcula la probabilidad que la diferencia entre lo observado


y lo calculado en las condiciones dadas puede ser debido a la suerte. En estas cuentas los
chui-squarea serían 36,87 y 33,46 respectivamente, con una probabilidad mucho mayor a
uno en un millón (0,001). En el uso estándar del chi-square, menos que 0,05 se considera
“significativo” y menos de 0,01 “muy significativo”.

Volviendo al problema mismo, vemos que un procedimiento cuantitativo en esta instancia


brinda una mirada a la motivación ya que en esta estrategia y esta hipótesis esto sería difícil
de detectar. Recuerden que esto no fue considerado por los gramáticos a pesar de que se
han llevado a cabo estudios variados del latín.

En otros problemas que tienen una cantidad de variables mayor, el chi-squaare no es útil.
Es por ello que con 4 por 4 en vez de 2por 2 habría 9 grados de libertad en vez de uno, y la
diferencia entre lo observado y lo calculado sería diferente en cada celda. Si estamos
prediciendo que ciertas diferencias aparecerían en ciertas celdas, el test general de
significación, el chi-square- no nos diría lo que queremos saber. En tales casos evaluamos
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la predicción sobre la base de las diferencias solamente. Sin ir a los detalles del ejemplo en
particular, la presentación sería como figura en la Tabla 10.

Tabla 10. La Disparidad entre lo observado y lo calculado.


1 2 3 4
A Alta Baja
B Alta
C Alta
D Baja Alta
Para una predicción en particular, los números positivos más altos estarían en la diagonal,
cada uno de ellos en comparación con los ejes que los interceptan. Los números positivos
más altos estarían en las celdas bajas, nuevamente en comparación con las otras celdas en
los dos ejes.

En el caso en que hay una buena relación entre la predicción y las lenguas, esta sería la
misma que con la tabla de 4 celdas, pero distribuido entre todas las celdas.

Una desventaja que vale la pena mencionar para predicciones cuantitativas es que, lo que
podría pensarse como una predicción perfectamente lógica, desde las hipótesis puede no ser
para nada verdadera. Podemos ejercitar nuestro ingenio para inventar formas en las que
podrían haber pensado los hablantes al producir la emisión, pero no estaremos teniendo en
cuenta lo que verdadera mente pensó. Siempre es mejor tomar las pistas del hablante en vez
de inventar lo que parece plausible a las explotaciones del significado. Esencialmente, esta
es otra forma de empezar a trabajar desde adentro.

4. Conclusión.
La teoría se extrapola del análisis, como una generalización sobre los resultados de análisis
individuales, más que como una guía previa al análisis.

La teoría refleja la forma en que se soluciona el problema.

Luego, el problema se postula por medio de ciertas observaciones acústicas y físicas- las
ondas que se producen cuando habla una persona.

El problema se soluciona estableciendo qué motivó al hablante a producir esas ondas en


particular. Lo que comenzó como un problema en la física, se transfiere a un problema de
comportamiento humano. Más precisamente, para proveer un análisis satisfactorio del
problema acústico, es necesario introducir un análisis del comportamiento humano, que es
el origen de las observaciones acústicas.

Las motivaciones generales (orientaciones) descubiertas por el análisis se derivan de los


principios de la acústica, de las características de la fisiología humana con respecto a
50

ciertos mecanismos de producción acústica y mecanismos de recepción sonora (esto


incluye la visión al punto que la lectura de labios juega un papel importante en la
fonología), de patrones de comportamiento humano normales que se determinan como
economía del error e inteligencia, y principios de la comunicación.

Se sostiene que los principios que subyacen a las motivaciones son conocidos por el
analista independientemente del intento de solucionar el problema. No son ideas inventadas
como parte de la solución al mismo.

La demostración de cómo las orientaciones motivan a las observaciones se desarrolla a


través de una red de hipótesis que muestran en detalle cómo cada una de ellas se conecta
entre sí. Las hipótesis se postulan sólo por esta razón, y no deben contener nada que sea
contradictorio a las observaciones o por las orientaciones.

La red de hipótesis puede presentarse como si formasen una progresión ordenada de las
observaciones de las motivaciones, a pesar de que esto no refleja el procedimiento real de
análisis y de la formación de hipótesis. Es útil comenzar en el análisis por los problemas
posibles más simples y proceder gradualmente a aquellos más complejos, pero en la
práctica los analistas saltan pasos en la red, ya que dan por sentado ciertas aserciones
previas de las hipótesis.

Las hipótesis más cercanas a las observaciones son aquellas normalmente encontradas en el
análisis fonético (o por el aprendizaje del uso del alfabeto), es decir, un inventario de
sonidos distintos usados de manera diferente con el propósito de comunicarse.

La conexión entre los fonemas y las observaciones es establecida por medio de la


formulación de hipótesis de ciertas características fisiológicas del mecanismo de
producción acústico con respecto a cada fonema. Estas características se establecen en
términos del sistema muscular que rodea a las cuerdas vocales y que, a su vez, dan forma y
excitan la cavidad de resonancia.

Tal caracterización de las unidades revela que existe la organización de varios músculos en
los ejes del sistema basados en la articuladores y abridores. Cada articulador es un músculo
en particular y las aperturas son las varias medidas que puede tener formadas por la forma
de la cavidad y su excitación. El origen de la producción del sonido es una diferencia en la
presión del aire, usualmente, pero no necesariamente, provista por los pulmones.

Las ondas sonoras varían individualmente. Las unidades fonológicas se combinan para
formar unidades reveladas por el análisis morfológico. La forma en que se combinan está
determinada por la interacción de los principios de economía del esfuerzo con la
progresión de movimientos musculares asociados a cada unidad fonológica.

Las unidades morfológicas son reveladas por medio del análisis del significado, es decir,
elementos semánticos que pueden utilizarse para sugerir el mensaje que se comunica. En
cada instancia, se combinan unas con otras en formas que son apropiadas al mensaje en
particular. El mensaje en sí, y la manera en que el hablante elige componerlo, va desde las
unidades morfológicas y las fonológicas hasta la producción de las ondas sonoras.
51

Las unidades morfológicas se dividen en dos clases: unidades gramaticales y unidades


léxicas.

Las unidades gramaticales están organizadas en sistemas en los cuales la sustancia


semántica está completamente dividida en partes y cada parte es asignada a una señal. Cada
parte se llama significado. Cada señal es usualmente una unidad morfológica hecha de
unidades fonológicas en un sistema cerrado llamado “cero”; es decir, una ausencia de
cualquier miembro del sistema en la posición donde la señal del sistema ocurre. Los
significados también pueden señalarse con el orden de las palabras y la imprecisión de los
análisis debe compensarse con la inteligencia de los hablantes.

La organización interna de los sistemas –relaciones de valor- puede tomar diferentes


formas. Las oposiciones pueden ser de inclusión o exclusión. La relación entre los
significados puede ser en términos de categorías absolutas o en una escala de grados
absolutos. La sustancia puede dividirse en partes iguales o desiguales.

Los sistemas pueden combinarse en interlocks donde dos o más sustancias semánticas y sus
significados son señalados simultáneamente por un grupo sólo de señales. El interlock es la
organización más compleja descubierta en las unidades gramaticales. El tipo más complejo
de interlock es el de las “frases”- diferentes formas de combinar las sustancias semánticas-
en las cuales la misma señal puede tener diferentes significados en diferentes frases.

Las unidades léxicas no tienen organización. Pude haber cierto orden si el léxico se usa
para referirse a las partes de la organización de una cultura.

La relación de señal –significado se mantiene generalmente consistente con el sistema


gramatical, probablemente debido a la interrelación entre las partes, pero las unidades
léxicas se utilizan con memos consistencia. La palabra como símbolo se extiende desde un
objeto a otro con características similares. Después de un tiempo, este proceso puede
resultar en una cadena de elementos individuales en una cadena extendida que pueden
llegar a no tener nada en común entre sí. La impresión de la señal que resulta requiere de un
ejercicio de inteligencia para la interpretación apropiada del mensaje.

En el proceso comunicativo, las unidades léxicas se agrupan en unidades gramaticales en


relación satelital. La gramática es el satélite –morfológico y semántico- del léxico. Ciertos
sistemas gramaticales de combinan en grupos para ser satélites: hay generalmente dos
grupos, los miembros de uno no combinan con los del otro. El resultado es coherencia
semántica alimentando el mensaje y originando la clasificación clásica del habla,
particularmente la diferenciación entre sustantivo y verbo.

La red completa de relaciones es movida por la comunicación que es su motivación


principal. La comunicación está compuesta por la producción de ondas sonoras, pero cómo
se lleva a cabo depende de la red completa de hipótesis disponibles al hablante junto con su
juicio sobre la información disponible para el interlocutor. Las hipótesis dependen del
factor de la comunicación y de las realidades de las otras orientaciones.
52

Las hipótesis en sí no han sido “aprendidas” por el hablante. Han sido construidas sobre la
base de la observación del comportamiento de otros, particularmente la relación entre lo
que la gente dice y el contexto social en el cual lo dice. Esto significa que cada individuo
crea un método único de comunicación con entrecruzamiento entre los individuos para que
la comunicación ocurra. Lo que se requiere es inteligencia humana normal, suficiente como
para lidiar con todas las imprecisiones e incertidumbres del aparato, junto con la variedad
infinita de ideas a ser comunicadas.

Las hipótesis no pueden observarse directamente, son inferidas por el analista según la
forma en que la gente se comunica. Cuando estudiamos el proceso de comunicación en
detalle, llegamos a la decisión de que los hablantes se comportan de acuerdo con una red
determinada de hipótesis. Llegar a esa decisión es la tarea fundamental del analista.

La idea en general es un método de comunicación en particular que explote las ventajas de


la fisiología e inteligencia desarrollada con la evolución de la especie.

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