Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
com
Publicado11/05/2022 1.Investigación, Universidad Católica Santiago de Guayaquil, Guayaquil, ECU2.Medicina Interna, Instituto Kempegowda de Ciencias
© Derechos de autor2022
Médicas, Bangalore, IND3.Medicina y Cirugía, Instituto de Ciencias de la Salud Aplicadas, Chittagong, BGD4. Investigación, Instituto de
Grandes et al. Este es un artículo de acceso Investigación y Ciencias Médicas de la Sociedad de Educación Popular (PES), Kuppam, IND
abierto distribuido bajo los términos de la
Licencia de Atribución Creative Commons CC-BY
Autor correspondiente:Xavier A. Grandes, xavierandres2014@gmail.com
4.0., que permite el uso, distribución y
reproducción sin restricciones en cualquier
medio, siempre que se cite al autor y la fuente
originales.
Abstracto
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) se define por el reflujo retrógrado del contenido gástrico al esófago, lo
que provoca diversos signos y síntomas que van desde acidez/regurgitación hasta el desarrollo de síndromes
respiratorios extraesofágicos como el asma. Aunque se ha propuesto una relación causa-efecto, la evidencia sugiere que
estas dos entidades comparten un mecanismo complejo que puede ser recíproco entre sí. La comprensión de los
mecanismos subyacentes es fundamental debido al hecho de que los pacientes asmáticos pueden beneficiarse de la
terapia contra el reflujo con la consiguiente mejora en las pruebas de función pulmonar y la calidad de vida. Este estudio
ha revisado la literatura disponible para proporcionar evidencia de un nexo entre ERGE y asma basado en la correlación
clínica, la fisiopatología y el manejo farmacológico.
Introducción y Antecedentes
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es una afección prevalente definida por un movimiento retrógrado
crónico del contenido gástrico hacia el esófago que provoca una amplia gama de síntomas y complicaciones en los
pacientes.[1]. La prevalencia de ERGE en lugares como América del Sur, Europa occidental y América del Norte tiene las
tasas de prevalencia más altas que oscilan entre el 20% y el 40%.[2]. Los factores de riesgo como el sexo femenino, la
obesidad (índice de masa corporal >30) y la edad avanzada se han asociado con un aumento de los síntomas relacionados
con la ERGE.[3]. Tanto los pacientes caucásicos como los afroamericanos tienen una alta incidencia de ERGE. Sin embargo,
los afroamericanos tienen una menor prevalencia y una menor probabilidad de desarrollar esofagitis.[4]. La fisiopatología
de la ERGE es un tema complejo que involucra varios mecanismos que alteran la capacidad protectora del esófago para
superar el reflujo de ácido, pepsina, bolo duodenal y enzimas pancreáticas.
[1]. Los mecanismos implicados incluyen anomalías motoras, anomalías anatómicas y alteración de la resistencia de la
mucosa.[1]. Los síntomas relacionados con la ERGE surgen debido a lesiones de la mucosa que recubre el esófago y
pueden manifestarse como hallazgos esofágicos (regurgitación y acidez estomacal) o extraesofágicos (tos crónica, asma,
erosiones dentales, laringitis y dolor torácico no cardíaco).[5-8]. Estas manifestaciones atípicas de ERGE, conocidas como
síndromes extraesofágicos (SEO), han ganado mucha atención en las últimas décadas, tanto en el ámbito clínico como en
la literatura médica, y el papel de ERGE en la fisiopatología de numerosas enfermedades respiratorias se ha convertido en
un tema importante. tema de debate[3].
En 1966, se descubrió un vínculo entre la ERGE y las enfermedades respiratorias, lo que implicaba a la ERGE en la
patogénesis del asma.[9-11]. Según los resultados del amplio estudio europeo ProGERD, el 4,8% de los pacientes con ERGE
padecen asma y se considera la tercera EOS más frecuente en América del Norte, según una encuesta comparable.[10]. La
ERGE se cita con frecuencia en pacientes asmáticos. Una revisión sistemática de 28 estudios determinó que la prevalencia
de síntomas de reflujo gastroesofágico en pacientes asmáticos era del 59,2% en comparación con el 38,1% en los controles.
[12]. La explicación detrás de la broncoconstricción debida al reflujo ácido puede explicarse por tres mecanismos
postulados: aumento de la reactividad bronquial, microaspiración de ácido y otros contenidos gástricos hacia las vías
respiratorias superiores y aumento del tono vagal.[12]. Otros autores han sugerido que la asociación entre ERGE y asma
puede explicarse mediante la "teoría del reflujo", también conocida como mecanismo directo y la "teoría del reflejo" como
mecanismo indirecto.[13,14]. Sin embargo, queda una pregunta sin resolver: ¿el asma empeora la ERGE? ¿O la ERGE
exacerba el asma? Se han identificado muchos factores que pueden contribuir al empeoramiento de la ERGE en pacientes
asmáticos; estos incluyen tos y mayor esfuerzo respiratorio, hiperinsuflación de los pulmones, contracciones del diafragma
y aumento del gradiente de presión a través del esfínter esofágico inferior.[15,16]. Los diferentes tipos de medicamentos
utilizados en el asma pueden promover el reflujo; Estos incluyen teofilina, β-agonistas y corticosteroides.[17].
Recíprocamente, se debe sospechar que la ERGE es la causa subyacente del asma en pacientes adultos con un inicio agudo
de asma, antecedentes familiares negativos, componente alérgico negativo, respuesta desfavorable a los medicamentos
para el asma o empeoramiento posprandial de los síntomas.[13]. El objetivo y los objetivos de esta revisión fueron
proporcionar información sobre la correlación clínica, la fisiopatología y el tratamiento farmacológico entre la ERGE y el
asma.
Esta teoría se refiere a un mecanismo directo por el cual el reflujo gastroduodenal (ácido, pepsina, ácidos biliares y enzimas
pancreáticas) ingresa al esófago y posteriormente conduce a la microaspiración hacia los pulmones y otras partes del árbol pulmonar.
[20]. La aspiración de estos contenidos puede provocar una estimulación de la faringe o laringe, dando como resultado síntomas
extraesofágicos como el reflejo de la tos traqueal o bronquial.[3]. La inflamación crónica del tejido pulmonar puede provocar
obstrucción de las vías respiratorias, mal intercambio de gases, lesión pulmonar aguda y síndrome de dificultad respiratoria aguda
grave.[21]. En consecuencia, estos mecanismos inducen la liberación de citoquinas proinflamatorias de las células T auxiliares tipo 2, lo
que conduce a un aumento de la resistencia al flujo de aire y la inflamación.[18]. La broncoconstricción se induce mediante la
instilación intraesofágica directa de HCl a través de receptores muscarínicos (M3), que liberan acetilcolina.[22]. Esto contribuye a la
inflamación de las vías respiratorias y a la estimulación de las contracciones del músculo liso de las vías respiratorias.[22]. Los
infiltrados de macrófagos, neutrófilos, eosinófilos y linfocitos se detectan histológicamente en la inflamación de las vías respiratorias
inducida por ERGE[23]. Varias investigaciones en animales han demostrado que la liberación de diversas interleucinas aumenta la
producción del factor de necrosis tumoral (TNF)-alfa.[23]. Estos hallazgos se correlacionan con un estudio realizado por Tuchman et al.
en 1984, en el que se comparó cuantitativamente la breve respuesta latente de las vías respiratorias después de una infusión de ácido
en la tráquea o el esófago con 13 gatos adultos sedados[24]. En todos los animales examinados, una infusión de 0,05 ml de HCl 0,2 N
indujo un aumento de 4,65 veces en la resistencia pulmonar total en comparación con el valor inicial (p < 0,005) y encontró que la
infusión de ácido intratraqueal provocó una rápida adaptación, dependiente del pH y mediada por el vago. respuesta[24]. También se
han realizado estudios en humanos que indican la importancia de la teoría del reflujo. Jack y col. realizó un estudio en 1995 en el que
se tomaron mediciones del pH traqueal y esofágico durante un período de 24 horas[25]. Los resultados de este estudio encontraron
que en cuatro pacientes con asma y ERGE sintomática,
Se registraron 37 episodios de reflujo que duraron más de cinco minutos, y cinco de ellos fueron seguidos por una caída
del pH traqueal de 7,1 (0,2) a 4,1 (0,4) y una caída del flujo espiratorio máximo (PEFR) de 84 (16). ) l/min[25]. Además,
Pauwels et al. realizó un estudio en 2012 en 41 pacientes con fibrosis quística, 15 controles, 29 pacientes asmáticos y 28
pacientes con tos crónica.[26]. Los hallazgos de este estudio tuvieron como objetivo evaluar los componentes
gastroduodenales en el esputo inducido. Los resultados encontraron que en ocho de los 29 pacientes (28%) con asma,
había presencia de ácidos biliares en el esputo.[26]. Además, los niveles de ácidos biliares estaban claramente relacionados
con el grado de deterioro de la función pulmonar en individuos con aspiración de ácidos biliares, lo que implica que la
microaspiración tuvo un efecto negativo.[3]. Por el contrario, Mise et al. realizó un estudio de casos y controles en el año
2010 para determinar una medición directa del pH pulmonar en pacientes con ERGE versus un grupo control[27]. Los
hallazgos de su estudio concluyeron que los pacientes con ERGE tienen un pH promedio en el pulmón de 5,13+/- 0,43 vs.
6,08 +/-0,39 (p=0,001) en los controles y niveles elevados de LDH en el aspirado broncoalveolar.[27]. Cuando el pH es 6 in
vivo, un aumento de la lactato deshidrogenasa (LDH) es un marcador de mayor daño celular y tisular, lo que refleja el daño
directo del reflujo ácido en la ERGE.[18].
La teoría del reflejo se refiere a un método también conocido como proceso indirecto mediante el cual el reflujo esofágico
distal induce la estimulación del nervio vago y produce broncoconstricción.[3]. Este método opera sobre la base de que el
esófago y el árbol traqueobronquial comparten un origen embriológico y por tanto compartirían una inervación similar.
[18]. En consecuencia, esta inervación compartida podría explicar por qué los estímulos en el esófago distal provocan
síntomas extraesofágicos a través de los reflejos del nervio vago.[18]. Un estudio realizado por Harding et al. en 1999
intentó examinar la prevalencia y gravedad de la ERGE en asmáticos con y sin síntomas de reflujo, así como la correlación
de los síntomas respiratorios con el ácido intraesofágico.[28]. Se analizaron un total de 199 asmáticos; 164 (82%) tenían
síntomas de reflujo subyacentes, 118/164 (72%) asmáticos con reflujo
Aunque existe evidencia sólida de que la ERGE puede conducir al desarrollo de asma, muchos autores también han
teorizado que el asma puede conducir recíprocamente al empeoramiento de la ERGE por dos mecanismos: medicación
para el asma y causas mecánicas.[18]. Se cree que los fármacos antiasmáticos, como los agonistas de los receptores
adrenérgicos beta 2 o la teofilina, provocan la relajación de los músculos lisos, incluido el esfínter esofágico inferior (EEI).
[18]. Así lo demostraron Ekstrom y Tibbling, quienes estudiaron el uso de teofilina y descubrieron un aumento del 24% en el
reflujo diurno, así como un aumento del 170% en las sensaciones de acidez y regurgitación; Curiosamente, no se tomaron
mediciones de LES en esta investigación.[33]. En el año 1991, Michoud et al. realizó un estudio para ver si los agonistas
beta-adrenérgicos causan o empeoran el reflujo gastroesofágico en pacientes con asma[34]. Los hallazgos muestran que el
salbutamol no afectó el gradiente de presión del esfínter esofágico inferior, la presión máxima de contracción esofágica o
incluso el número y la duración de los episodios de reflujo en pacientes con asma.[34]. Los cambios mecánicos se deben al
patrón obstructivo subyacente del asma, que provoca un aumento de la presión pleural intratorácica negativa.[35]. Esta
presión negativa induce un aumento de la presión diafragmática generando un gradiente de presión que facilita el reflujo
del contenido gastroduodenal.[35]. Estos hallazgos también fueron consistentes con Michoud et al., quienes encontraron
que los pacientes con asma tienen una presión del esfínter esofágico inferior más alta en reposo, en contraste con los
sujetos sanos.[34]. A continuación se puede ver un diagrama que representa la interacción entre estos mecanismos (Figura
1).
Cruz- Asmáticos: N = La ERGE estuvo presente en el 25,4% de los asmáticos frente al 19,4% de
Bohr y cols.
2010 en corte 308; controles: N = Cuestionarios los controles. Los síntomas ocasionales de ERGE se presentan en el 21,2%
[35]
estudiar 694 de los asmáticos frente al 27,0% de los controles.
Descripción de la ERGE
28
Havemann Sistemático síntomas, gravedad, La prevalencia promedio de los síntomas de ERGE fue del 59,2%, en
2007 epidemiológico
et al.[12] revisar frecuencia y monitorización del pH las comparación con el 38,1% en los controles.
estudios
24 horas
Asmáticos: N =
Cruz-
Campo y col. 109; control Entre los asmáticos, el 77% tenía acidez de estómago, el 55%
1996 en corte Cuestionarios
[36] grupos: N = 68, N tenía regurgitaciones y el 24% tenía dificultad para tragar.
estudiar
= 67
La inhibición del receptor H2 en las células parietales de la mucosa del estómago por antagonistas de los receptores como la
cimetidina o la ranitidina conduce a una reducción de la secreción de ácido gástrico.[3]. A finales de los años 80 y principios de los 90
se realizaron muchos estudios que evaluaron la eficacia de estos medicamentos. La mayoría de estudios indican una mejoría de los
síntomas del reflujo y, en algunos casos, una recuperación de los síntomas asmáticos nocturnos. Goodall et al. realizó un estudio
cruzado, doble ciego, controlado con placebo en 1981 en 20 pacientes con asma bronquial más ERGE[39]. Dieciocho pacientes
completaron el estudio en el que se utilizó cimetidina 200 mg diarios durante seis semanas para controlar los síntomas de reflujo y
luego determinar efectos positivos con respecto a la función respiratoria. Los resultados mostraron una mejoría en los síntomas del
asma nocturna y en el flujo espiratorio máximo; sin embargo, no se observaron cambios en las pruebas de función pulmonar.[39]. El
efecto de la ranitidina fue evaluado mediante un estudio cruzado, doble ciego, realizado por Ekström et al. en 1989 en 48 pacientes
con asma de moderada a grave[40]. Los hallazgos concluyeron que 150 mg de ranitidina dos veces al día durante cuatro semanas
mejoraron significativamente los síntomas de reflujo, así como modestas mejoras en el asma nocturna y el uso diario de
broncodilatadores. Excepcionalmente no se encontraron variaciones significativas en la reactividad bronquial, el flujo espiratorio
máximo, los valores de eosinófilos en sangre y la función pulmonar.[40]. Cabe destacar que Larraín et al. describieron en su estudio
doble ciego controlado con placebo de 1991 de 90 pacientes con asma no alérgica una disminución significativa en el uso de
medicación pulmonar con la administración de 300 mg de cimetidina al día durante seis meses.[41]. La mejora en las pruebas de
función pulmonar no fue estadísticamente significativa. Por otro lado, no todos los estudios han demostrado el alivio de los síntomas.
Gustafsson et al. realizó un ensayo doble ciego, cruzado y controlado con placebo en 1992 durante cuatro semanas en 37 niños y
adolescentes con diagnóstico de asma bronquial y ERGE[42]. Se administró ranitidina 300 mg como dosis diaria (a menos que el peso
fuera <40 kg, en cuyo caso se utilizaron 150 mg dos veces al día). En personas con ERGE patológica, la ranitidina mostró una
disminución pequeña (30%) pero estadísticamente significativa en los síntomas del asma nocturna.[42]. Sontag et al. obtuvieron
resultados similares. en 2003 a través de un ensayo controlado aleatorio que tenía como objetivo estudiar si el tratamiento a largo
plazo de
Doble ciego,
Mejoría de los síntomas de reflujo,
Transversal,
Ekström y N= 48 pacientes con asma Ranitidina 150 mg dos veces al día asma nocturna y uso de
1989 placebo-
Alabama.[40] moderada a grave durante cuatro semanas broncodilatadores. No hay
revisado
variaciones significativas en las PFT
estudiar
Doble ciego,
placebo- N = 20 pacientes con Mejora de los síntomas del asma nocturna y
Goodall y Cimetidina 200 mg al día durante seis
1981 revisado, asma bronquial más del flujo espiratorio máximo. Sin cambios en
Alabama.[39] semanas
Transversal ERGE las PFT
estudiar
TABLA 2: Uso de antagonistas de los receptores de histamina y resultados en el control del asma.
Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son una familia de medicamentos inocuos y relativamente bien tolerados
que inhiben directamente la bomba de protones (H+/K+ ATPasa) de las células parietales del estómago, lo que conduce a la
supresión del ácido.[3]. Los IBP se conocen como el estándar de oro actual en el tratamiento de la ERGE porque
proporcionan una ventaja demostrable sobre los bloqueadores de histamina en términos de alivio de los síntomas de la
ERGE y la esofagitis.[3]. Se han realizado muchos ensayos para establecer el efecto beneficioso de los IBP sobre los
síntomas del asma y las pruebas de función pulmonar. Sin embargo, su ventaja no se ha demostrado claramente y sigue
siendo oscura. Meier et al. realizó un estudio cruzado, doble ciego, controlado con placebo en 1994 para determinar el
resultado de la supresión del reflujo con 20 mg de omeprazol dos veces al día sobre la función pulmonar en asmáticos con
esofagitis.[44]. Los resultados mostraron que en cuatro de 15 (27%) pacientes con asma y ERGE, hubo una mejora neta
mayor o igual al 20% en el FEV1 después de recibir tratamiento durante seis semanas con IBP.[44]. Shimizu et al.
obtuvieron resultados similares. en un estudio prospectivo aleatorizado realizado en 2006 que evaluó la eficacia de un
bloqueador de histamina (roxatidina, 150 mg al día) y un IBP (lansoprazol, 30 mg al día) sobre los síntomas del asma en 30
pacientes asmáticos con ERGE[45]. El lansoprazol, a diferencia de la roxatidina, mejoró mucho el flujo espiratorio máximo.
Sin embargo, ni el lansoprazol ni la roxatidina provocaron un cambio en la función pulmonar del FEV1 en pacientes con
asma.[45]. Además, un estudio aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo dirigido por Kiljander et al. en 2010
investigó el efecto de esomeprazol 40 mg una o dos veces al día en pacientes asmáticos con ERGE asociada[46]. Un total de
828 pacientes completaron el estudio durante 26 semanas, con hallazgos que condujeron a mejoras en el flujo espiratorio
máximo observado tanto con esomeprazol 40 mg una vez al día como con 40 mg dos veces al día, sin diferencias
estadísticamente significativas entre los tratamientos. Asimismo, ambas dosis de esomeprazol mejoraron el FEV1 y
condujeron a puntuaciones más altas en los cuestionarios relacionados con la calidad de vida del asma.[46].
Contrariamente a los hallazgos anteriores, no todos los estudios han detallado
El lansoprazol, a diferencia de la
aleatorizado, N= 30 asmáticos Roxatidina 150 mg
roxatidina, mejoró mucho el PEF. Ni
Shimizu et al.[45] 2006 revisado, pacientes con diario versus lansoprazol
lansoprazol ni la roxatidina provocaron un
ensayo prospectivo ERGE 30 mg al día
cambio en el FEV1
Doble ciego,
N= 15 pacientes Omeprazol 20 mg Mejora neta mayor o igual al 20 % en el
placebo-
Meier et al.[44] 1994 con asma y dos veces al día durante seis FEV1 en el 27 % de los pacientes (4/15)
revisado
ERGE semanas
estudio cruzado
PEF: flujo espiratorio máximo; FEV1: volumen espiratorio forzado en el primer segundo; FVC: capacidad vital forzada; PFT: pruebas de función pulmonar
Esto fue evidenciado por Littner et al. en un ensayo multicéntrico, doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo realizado en 2005
para determinar si los IBP mejoran el control del asma en adultos con síntomas de reflujo concomitantes[48]. Se incluyeron 207
pacientes con asma persistente de moderada a grave que recibieron tratamiento con 30 mg de lansoprazol dos veces al día o placebo.
A las 24 semanas, la medicación con lansoprazol no mejoró sustancialmente los síntomas diarios de asma, el uso de albuterol, el flujo
espiratorio máximo, el FEV1, la FVC o los síntomas de asma evaluados por el investigador en comparación con el placebo. Por otro
lado, esta dosis disminuyó drásticamente las exacerbaciones del asma y mejoró la calidad de vida del asma, especialmente en
personas que toman varios medicamentos para el asma.[48]. Un estudio equivalente mostró resultados similares en el control del
asma. Los Centros de Investigación Clínica del Asma de la Asociación Estadounidense del Pulmón llevaron a cabo un ensayo de control
aleatorio doble ciego en 2009 en el que 412 pacientes con control deficiente del asma recibieron 40 mg de esomeprazol dos veces al
día o placebo.[47]. El seguimiento se realizó a las 24 semanas. Los grupos de esomeprazol y placebo tuvieron un número comparable
de episodios de mal control del asma (2,5 y 2,3 episodios/persona-año; p = 0,66). Los componentes individuales de los episodios de mal
control del asma, así como los resultados secundarios como la función pulmonar, la reactividad de las vías respiratorias, el control del
asma, la clasificación de los síntomas, el despertar nocturno y la calidad de vida, no mostraron ningún beneficio del tratamiento.[47].
En conclusión, los pacientes con mal control del asma no muestran mejoría a pesar de los IBP potentes, lo que podría estar
relacionado con la falta de ERGE que exacerbe sus síntomas.[18]. Sin embargo, se observa una mejoría en relación con las
exacerbaciones del asma y la función pulmonar en personas con reflujo sintomático. Si se sospecha que la ERGE es un elemento que
contribuye a las exacerbaciones persistentes del asma de los pacientes, la mayoría de los expertos están de acuerdo con un ensayo
empírico con IBP[18]. Los hallazgos de estos estudios se pueden visualizar a continuación (Tabla3).
Limitaciones
Este estudio no tiene en cuenta varios factores clave como la obesidad, la enfermedad pulmonar obstructiva
crónica, la susceptibilidad genética, la atipia y otras características ambientales que pueden presentarse como
variables de confusión para la interacción entre el asma y la ERGE. Además, al revisar la efectividad del
tratamiento no se tuvo en cuenta ningún régimen óptimo debido a que no se ha definido ninguno en este
subconjunto de pacientes con síntomas respiratorios. Por último, en este artículo de revisión se incluyeron
estudios realizados en adultos, niños y ensayos con animales sin excluir un grupo de población específico.
información adicional
Divulgaciones
Conflictos de interés:De conformidad con el formulario de divulgación uniforme del ICMJE, todos los autores declaran lo
siguiente:Información de pago/servicios:Todos los autores han declarado que no recibieron apoyo financiero de ninguna
organización para el trabajo presentado.Relaciones financieras:Todos los autores han declarado que no tienen relaciones
financieras en la actualidad ni en los últimos tres años con ninguna organización que pueda tener interés en el trabajo
presentado.Otras relaciones:Todos los autores han declarado que no existen otras relaciones o actividades que puedan
parecer haber influido en el trabajo presentado.
Referencias
1. Chatila AT, Nguyen MT, Krill T, Roark R, Bilal M, Reep G: Historia natural, fisiopatología y evaluación de la
enfermedad por reflujo gastroesofágico. Este lunes. 2020, 66:10.1016/j.disames.2019.02.001
2. Eusebi LH, Ratnakumaran R, Yuan Y, Solaymani-Dodaran M, Bazzoli F, Ford AC: Prevalencia global y factores de
riesgo de los síntomas del reflujo gastroesofágico: un metanálisis. Intestino. 2018, 67:430-40.10.1136/
gutjnl-2016-313589
3. Broers C, Tack J, Pauwels A: Artículo de revisión: enfermedad por reflujo gastroesofágico en el asma y la enfermedad
pulmonar obstructiva crónica. Alimento Pharmacol Ther. 2018, 47:176-91.10.1111/apto.14416
4. El-Serag HB, Petersen NJ, Carter J, Graham DY, Richardson P, Genta RM, Rabeneck L: Reflujo gastroesofágico
entre diferentes grupos raciales en los Estados Unidos. Gastroenterología. 2004, 126:1692-9.
10.1053/j.gastro.2004.03.077
5. Kahrilas PJ, Altman KW, Chang AB, et al.: Tos crónica debida al reflujo gastroesofágico en adultos: guía PECHO e
informe del panel de expertos. Pecho. 2016, 150:1341-60.10.1016/j.pecho.2016.08.1458
6. Irwin RS, Madison JM: Diagnóstico y tratamiento de la tos crónica debida a la enfermedad por reflujo gastroesofágico y al
síndrome de goteo posnasal. Pulm Pharmacol Ther. 2002, 15:261-6.10.1006/pupt.2002.0348
7. Burton L, Falk GL, Parsons S, Cusi M, Van Der Wall H: Evaluación comparativa de una prueba gammagráfica simple para la
enfermedad por reflujo gastroesofágico que evalúa la enfermedad esofágica y sus complicaciones pulmonares. Mol
Imaging Radionuclear Ther. 2018, 27:113-20.10.4274/mirt.10438
8. Katz PO, Gerson LB, Vela MF: Directrices para el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad por reflujo
gastroesofágico. Soy J Gastroenterol. 2013, 108:308-28.10.1038/ajg.2012.444
9. Overholt RH, Voorhees RJ: El reflujo esofágico como desencadenante del asma. Dis pecho. 1966, 49:464-6.
10.1378/pecho.49.5.464
10. Jaspersen D, Kulig M, Labenz J, et al.: Prevalencia de manifestaciones extraesofágicas en la enfermedad por
reflujo gastroesofágico: un análisis basado en el estudio ProGERD. Alimento Pharmacol Ther. 2003,
17:1515-20.10.1046/j.1365-2036.2003.01606.x
11. Locke GR 3rd, Talley NJ, Fett SL, Zinsmeister AR, Melton LJ 3rd: Prevalencia y espectro clínico del reflujo
gastroesofágico: un estudio poblacional en el condado de Olmsted, Minnesota. Gastroenterología. 1997,
112:1448-56.10.1016/s0016-5085(97)70025-8
12. Havemann BD, Henderson CA, El-Serag HB: La asociación entre la enfermedad por reflujo gastroesofágico y el asma: una
revisión sistemática. Intestino. 2007, 56:1654-64.10.1136/gut.2007.122465
13. Ates F, Vaezi MF: Abordaje del paciente con presunta ERGE extraesofágica. Best Pract Res Clin Gastroenterol.
2013, 27:415-31.10.1016/j.bpg.2013.06.009
14. Roman S, Gyawali CP, Savarino E, et al.: Monitorización ambulatoria del reflujo para el diagnóstico de la enfermedad por
reflujo gastroesofágico: actualización del consenso de Porto y recomendaciones de un grupo de consenso internacional.
Neurogastroenterol Motil. 2017, 29:1-15.10.1111/nº.13067
15. Reddel HK, Taylor DR, Bateman ED, et al.: Declaración oficial de la Sociedad Torácica Estadounidense/Sociedad Respiratoria
Europea: control del asma y exacerbaciones: estandarización de criterios de valoración para ensayos clínicos sobre asma y
práctica clínica. Am J Respir Crit Care Med. 2009, 180:59-99.10.1164/rccm.200801-060ST
16. Stein MR: Posibles mecanismos de influencia del ácido esofágico en la hiperreactividad de las vías respiratorias. Soy J Med.
2003, 115:55-9.10.1016/s0002-9343(03)00194-3
17. Durazzo M, Lupi G, Cicerchia F, et al.: Presentación extraesofágica de la enfermedad por reflujo gastroesofágico:
actualización de 2020. J Clin Med. 2020, 9:10.3390/jcm9082559
18. Naik RD, Vaezi MF: Enfermedad por reflujo gastroesofágico extraesofágico y asma: comprensión de esta
interacción. Experto Rev Gastroenterol Hepatol. 2015, 9:969-82.10.1586/17474124.2015.1042861
19. Kiljander TO, Salomaa ER, Hietanen EK, Terho EO: Reflujo gastroesofágico en asmáticos: un estudio cruzado, doble
ciego, controlado con placebo con omeprazol. Pecho. 1999, 116:1257-64.10.1378/cofre.116.5.1257
26. Pauwels A, Decraene A, Blondeau K, et al .: Ácidos biliares en el esputo y aumento de la inflamación de las vías
respiratorias en pacientes con fibrosis quística. Pecho. 2012, 141:1568-74.10.1378/cofre.11-1573
27. Mise K, Capkun V, Jurcev-Savicevic A, Sundov Z, Bradaric A, Mladinov S: La influencia del reflujo gastroesofágico en
el pulmón: un estudio de casos y controles. Respirología. 2010, 15:837-42.10.1111/j.1440-1843.2010.01777.x
28. Harding SM, Guzzo MR, Richter JE: Prueba de pH esofágico de 24 h en asmáticos: correlación de síntomas
respiratorios con eventos de ácido esofágico. Pecho. 1999, 115:654-9.10.1378/pecho.115.3.654
29. Avidan B, Sonnenberg A, Schnell TG, Sontag SJ: Asociaciones temporales entre tos o sibilancias y reflujo ácido en
asmáticos. Intestino. 2001, 49:767-72.10.1136/intestino.49.6.767
30. Cheng YM, Cao AL, Zheng JP, et al.: Hiperreactividad de las vías respiratorias inducida por infusión esofágica repetida de HCl en
conejillos de indias. Am J Respir Cell Mol Biol. 2014, 51:701-8.10.1165/rcmb.2013-0484OC
31. Field SK: Una revisión crítica de los estudios de los efectos del reflujo gastroesofágico real o simulado sobre la función
pulmonar en adultos asmáticos. Pecho. 1999, 115:848-56.10.1378/pecho.115.3.848
32. Ekström T, Tibbling L: Perfusión ácida esofágica, función de las vías respiratorias y síntomas en pacientes asmáticos con
marcada hiperreactividad bronquial. Pecho. 1989, 96:995-8.10.1378/pecho.96.5.995
33. Ekström T, Tibbling L: Influencia de la teofilina sobre el reflujo gastroesofágico y el asma. Eur J Clin
Pharmacol. 1988, 35:353-6.10.1007/BF00561363
34. Michoud MC, Leduc T, Proulx F, Perreault S, Du Souich P, Duranceau A, Amyot R: Efecto del salbutamol sobre el
reflujo gastroesofágico en voluntarios sanos y pacientes con asma. J Alergia Clin Immunol. 1991, 87:762-7.
10.1016/0091-6749(91)90119-9
35. Bor S, Kitapcioglu G, Solak ZA, Ertilav M, Erdinc M: Prevalencia de la enfermedad por reflujo gastroesofágico en pacientes con
asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica. J Gastroenterol Hepatol. 2010, 25:309-13.
10.1111/j.1440-1746.2009.06035.x
36. Field SK, Underwood M, Brant R, Cowie RL: Prevalencia de los síntomas de reflujo gastroesofágico en el asma.
Pecho. 1996, 109:316-22.10.1378/cofre.109.2.316
37. Gislason T, Janson C, Vermeire P, Plaschke P, Björnsson E, Gislason D, Boman G: Síntomas respiratorios y reflujo
gastroesofágico nocturno: un estudio poblacional de adultos jóvenes en tres países europeos.
Pecho. 2002, 121:158-63.10.1378/cofre.121.1.158
38. Shirai T, Mikamo M, Tsuchiya T, et al.: Efecto del mundo real de la enfermedad por reflujo gastroesofágico sobre la calidad de vida
relacionada con la tos y el estado de la enfermedad en el asma y la EPOC. Allergol Internacional. 2015, 64:79-83.
10.1016/j.alit.2014.08.001
39. Goodall RJ, Earis JE, Cooper DN, Bernstein A, Temple JG: Relación entre asma y reflujo gastroesofágico.
Tórax. 1981, 36:116-21.10.1136/thx.36.2.116
40. Ekström T, Lindgren BR, Tibbling L: Efectos del tratamiento con ranitidina en pacientes con asma y antecedentes de
reflujo gastroesofágico: un estudio cruzado doble ciego. Tórax. 1989, 44:19-23.10.1136/thx.44.1.19
41. Larraín A, Carrasco E, Galleguillos F, Sepúlveda R, Papa CE 2do: Tratamiento médico y quirúrgico del asma
no alérgica asociada al reflujo gastroesofágico. Pecho. 1991, 99:1330-5.
10.1378/cofre.99.6.1330
42. Gustafsson PM, Kjellman NI, Tibbling L: Un ensayo de ranitidina en niños y adolescentes asmáticos con o sin
reflujo gastroesofágico patológico. Eur Respir J. 1992, 5:201-6.
43. Sontag SJ, O'Connell S, Khandelwal S, et al.: Asmáticos con reflujo gastroesofágico: resultados a largo plazo de un
ensayo aleatorio de terapias antirreflujo médicas y quirúrgicas. Soy J Gastroenterol. 2003, 98:987-99.
10.1111/j.1572-0241.2003.07503.x
44. Meier JH, McNally PR, Punja M, et al.: ¿El omeprazol (Prilosec) mejora la función respiratoria en asmáticos con
reflujo gastroesofágico? Un estudio cruzado, doble ciego y controlado con placebo. Excavar Dis Sci. 1994,
39:2127-33.10.1007/BF02090360
45. Shimizu Y, Dobashi K, Kobayashi S, et al.: Un inhibidor de la bomba de protones, el lansoprazol, mejora los síntomas del
asma en pacientes asmáticos con enfermedad por reflujo gastroesofágico. Tohoku J Exp Med. 2006, 209:181-9.
10.1620/tjem.209.181
46. Kiljander TO, Junghard O, Beckman O, Lind T: Efecto de esomeprazol 40 mg una o dos veces al día sobre el asma: un estudio
aleatorizado controlado con placebo. Am J Respir Crit Care Med. 2010, 181:1042-8.
10.1164/rccm.200910-1537OC
47. Mastronarde JG, Anthonisen NR, Castro M, Holbrook JT, Leone FT, Teague WG, Wise RA: Eficacia del
esomeprazol para el tratamiento del asma mal controlada. N Inglés J Med. 2009, 360:1487-99.
10.1056/NEJMoa0806290
48. Littner MR, Leung FW, Ballard ED 2nd, Huang B, Samra NK: Efectos de 24 semanas de tratamiento con lansoprazol sobre los
síntomas del asma, las exacerbaciones, la calidad de vida y la función pulmonar en pacientes asmáticos adultos con
síntomas de reflujo ácido. Pecho. 2005, 128:1128-35.10.1378/cofre.128.3.1128