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El 13 de septiembre de 1847, el ejército estadounidense atacó el

Colegio Militar que se encontraba en el Castillo de Chapultepec. Este


punto sería el último bastión de defensa del ejército mexicano, antes de
que los invasores ocuparan la capital del país.

La tropa disponible para la defensa del Castillo constaba de 832


patriotas, entre soldados regulares y cadetes; y contaban con cuatro
cañones. Estaban encabezados por el antiguo líder insurgente, el
general Nicolás Bravo, y como segundo José Mariano Monteverde,
director del Colegio Militar.

Los ataques del enemigo comenzaron desde las 5 de la mañana, cuando


se lanzaron los primeros cañonazos en contra del edificio. Los
estadounidenses avanzaron por dos francos: el oeste con las tropas del
general Pillow y al sur por la división de Quitman. Este ejército, más
numeroso y mejor equipado, consiguió su objetivo, a pesar de los
heroicos esfuerzos de los cadetes y soldados que férreamente se
oponían al invasor.

Juan de la Barrera, Agustín Melgar, Juan Escutia, Fernando Montes de


Oca, Francisco Márquez, Vicente Suarez y muchos más, cayeron
acribillados durante la batalla por las balas del enemigo. Otros tuvieron
que escapar por el norte, hacia el jardín botánico en espera de ser
tomados como prisioneros de guerra, mientras que la bandera
mexicana era sustituida por el lábaro de las barras y las estrellas.

A pesar de la derrota, los defensores del Castillo de Chapultepec


escribieron una página de heroísmo en nuestra historia nacional.

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