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gar todos los fenómenos climáticos (cap. 2).

Los capítulos tercero al octavo constituyen el nvicieo esencial de la obra en tanto


que son los encargados de abordar los procesos que gobiernan el funcionamiento del
sistema. Los balances de energía y de agua en el planeta encabezan este bloque, pues-
to que dicho funcionamiento sólo es posible gracias a estos flujos de materia y ener-
gía que recorren su estrucmra y que lo alimentan. Es, pues, el motor del clima el que
se aborda en los tres primeros capítulos, si bien en ellos se aprovecha además la oca-
sión para estudiar la distribución espacial de elementos climáticos tan importantes
como la temperatura y la precipitación. Tras ellos se analiza el movimiento del aire,
que es el tema que protagoniza ¡os capítulos sexto al octavo. E n el capítulo 6 se ex- CAPÍTULO 1
ponen los principios y leyes generales que regulan el movimiento del aire; su correc-
ta comprensión es la que nos permite estudiar a continuación las grandes corrientes La climatología como ciencia geográfica
aéreas que tienen lugar en el planeta (cap. 7); a su vez, ambos capítulos dan paso al
análisis del movimiento del aire a escalas detalladas, en el cual ocupan un lugar muy M . ' FERNANDA PITA
destacado las perturbaciones atmosféricas, en primer iugar, por el importante papel
que juegan en la consecución del equilibrio ciimático mundial y, en segundo lugar,
1. L A NOCIÓN D E CUMATOLOGIA
por sus e\'identes repercusiones sobre el tiempo atmosférico.
Los dos últimos capítulos constituyen un tercer bloque en el que el punto de
La climatología puede definirse como la ciencia que se ocupa del estudio de la
atención se centra en las dimensiones espacial y temporal del clima. E l capítulo 9 se
distribución de los climas sobre la superficie terrestre y de sus relaciones con los res-
dedica a la dimensión espacial y en él, además de plantear algunas consideraciones en
tantes componentes del medio geográfico. Pero esta definición no resulta suficiente-
tomo a ias escalas espaciales en Climatología, se analizan los distintos climas regiona-
mente esclarecedora si no se explícita a su vez la propia noción de clima, tarea que re-
les, lo que podríamos denominar el mosaico climático mundial, que es el principal
siilta algo más dificultosa que la anterior.
resultado del funcionamiento del sistema. E n el capítulo 1 0 es la dimensión tempo-
ral la que se estudia y en él se pretende destacar la idea de que el mosaico climático Existen infinidad de definiciones del concepto de clima, y aún en los momentos
actuales no parece existir un acuerdo unánime en tomo al verdadero sentido de este
actual, reflejo de un sistema planetario equilibrado con el exterior, tiene una validez
vocablo (véase Gibbs, 1987).
limitada en el tiempo (en el pasado hubo climas diferentes a los actuales y sin duda
los habrá en el ñjturo). Ello nos da pie para analizar el tema de ¡os cambios climáti- Entre las definiciones m.ás conocidas y utilizadas se pueden citar la de Hahn, para
cos, al cual hemos dedicado buen número de páginas dado el interés creciente que el cual el clima es «el conjunto de los fenómenos meteorológicos que caracterizan el
suscita en la sociedad. estado medio de la atmósfera en un punto cualquiera de la Tierra»-; la de Max Sorre,
que denomina clima a «¡a serie de ¡os estados de la atmósfera por encima de un ¡ugar
No queremos terminar esta pequeña presentación sin unas palabras de agradeci-
en su sucesión habituai», o ¡a del propio Gibbs, que utiliza el término clima para in-
miento para todas aquellas personas que de una u otra manera han colaborado en la
dicar «la probabilidad estadística de ocurrencia de los distintos estados de la atmósfe-
elaboración de este libro. Entre ellos nos merecen un especial reconocimiento nues-
ra (presión, humedad, temperatura, viento, etc.) sobre una localidad o región dadas
tros propios alumnos, que en estos últimos años han constituido el laboratorio en el
durante un periodo cronológico determinado».
cual se ha fraguado la obra, y nuestros estudiantes del futuro, que con su lectura y sus
No obstante, a pesar de esta diversidad, pueden encontrarse cienos caracteres comu-
comentarios la convertirán en una obra viva.
nes en estas definiciones, las cuales en todos los casos atribuyen al clima ios rasgos de es-
Los AUTORES tado «medio» o «habimal» o «caraaerístico» de la atmósfera. E l clima sería, pues, lo per-
SeviUa. y Zaragoza, abril de 1 9 9 7 manente, lo habitual, lo caraaerístico de la atmósfera sobre un lugar; en suma, aqueUas
condiciones atmosféricas susceptibles, por su permanencia, de generar un medio propio.
Frente a esta noción, lo efímero, ¡o coyuntura!, lo fugaz de ¡a atmósfera sería el
tiempo, definido clásicamente como «el conjunto de valores que en un momento
dado y en un lugar determinado caracterizan el estado atmosférico». Así pues, el tiem-
po sería una combinación atmosférica coj-untura! y efímera, mientras que el clima se-
ría el conjunto de tendencias resultantes de condiciones habituales durante un largo
periodo, que como mínimo se suele establecer en treinta años'.

• La exigencia de un amplio periodo de observaciones para la realización de los estudios climáticos se


enva ae la necesidad de tomar en consideración todo tipo de situaciones atmosféricas en eí establecimien-
En consecuencia, la climatología sería la ciencia que se ocuparía de estudiar lo Estos estudios —que aposterion ledhirki la denominación de analíticos— se abor-
«característico» de la atmósfera sobre los distintos lugares de la Tierra, a partir de esa darán a partir de la concepción del cluna defendida por Hahn y, en consecuencia, ca-
sucesión de combinaciones atmosféricas efímeras y coyunturales. racterizarán el clima de los distintos lugares del planeta a partir de los valores medios
El problema es que puede haber muy divenos modos de entender qué es lo «ca- registrados en sus obser^'atonos por los principales elementos climáticos, que en estos
racterístico» de la atmósfera y, en consecuencia, muy diversos métodos y procedi- momentos son, básicamente, la temperatura y la precipitación. Asimismo ías semejan-
mientos para abordar el estudio del clima. Por ello desde los orígenes de la climato- zas y diferencias registradas entre los observatorios conducirán al establecimiento de
logía hasta la actualidad puede detectarse la existencia de tendencias y enfoques muy áreas homoclimas, que irán esbozando poco a poco el mosaico climático del globo.
distintos, que vamos a intentar sintetizar en los párrafos siguientes. De este modo, y a pesar de lo mdimentario de la concepción y del método, em-
pezará a ser conocida la distnbución de los distintos tipos de climas sobre la superfi-
cie terrestre. Pero, además, esta \nsión planetaria permitirá el establecimiento de los
2. ORÍGENES Y EN'OLUCIÓN DE L . \A primeros prmcipios explicativos, de las primeras leyes reguladoras de la organización
de este mosaico ¡principio de zonalidad, disimetría entre las costas orientales y occi-
Aunque la preocupación por el clima y las alusiones escritas al mismo se remon- dentales de ios continentes, gradación altimétrica de los parámetros climáncos. etc.).
tan a los inicios de la historia de la humanidad Í.AJbentosa, 1984), la climatología Por último, los mecanismos clasificatorios darán pie al esmdio de las relaciones exis-
como ciencia organizada y tal como hoy la conocemos tiene unos orígenes asombro- tentes entre el clima y los restantes componentes del medio, esencialmente la vegeta-
samente tardíos: habrá que esperar al siglo xix para encontrar una red de obsen'ato- ción, que servirá de base para el establecimiento de los umbrales separadores entre los
rios meteorológicos mínimamente organizada y unos conocimientos sistemáticos en distintos tipos de climas.
tomo al comportamiento de los fenómenos climáticos. Se constituyen así en estos momentos dos tradiciones muy fiTJctíferas en la clima-
Lo paradójico de este hecho ha sido muy bien puesto de manifiesto por Péguy y tolop'a geográfica: la tradición espacial y la ttadición ecológica. Es cierto, sin embar-
Marchand (1982) al señalar el vacío climatológico del que se resiente el mundo del go, que los excesos de esta última contribuirán de manera significativa a sumir a la cli-
pensamiento a lo largo de toda la Edad Moderna. E n el siglo xvii, cuando se asiste al matología en uno de sus momentos más oscuros: la primera mitad del siglo x>; en sen-
nacimiento de la Física y se establecen los principios básicos de funcionamiento del tido amplio.
Universo (ley de la gra%atación universal, componentes y organización del sistema so- Efectivamente, los intentos de relacionar el clima con los restantes componentes
lar, etc.), la atmósfera, paso obligado para el esmdio de los astros, queda completa- de! medio^ no se van a limitar a los fenómenos de orden natural, sino que van a im-
mente ausente de la preocupación científica. E n el siglo xviii, cuando los distintos fe- plicar también a los fenómenos humanos, sociales, económicos, culturales, etc. Llega
nómenos de la Naturaleza se van incorporando al ámbito de la ciencia positiva (Bo- un momento en que cualquier manifestación geográfica se intenta interpretar a la luz
tánica, Geología, etc.) y constimyen objeto esencial de curiosidad por pane de las de acontecimientos de orden climatológico; para ello habrá que forzar las relaciones
burguesías ilustradas, los fenómenos atmosféricos permanecen en la ignorancia. de tal forma que acabará por invalidarse el paradigma determinista en geosrafia.
Será ya en el siglo >IX cuando, ante la necesidad de prever el comportamiento del Su sustitución por el paradigma historicista, que renuncia a encontrar las leves ge-
tiempo, empiece a constituirse una red de obsen'atorios meteorológicos suficiente- nerales explicativas de los fenómenos sociales (el hombre, dotado de libre albedrío,
mente importante como para posibilitar el desarrollo de los estudios climatológicos. no estaría sometido a leyes generales), y que se limita a intentar comprenderios en sii
Unos esmdios que en pnncipio van a quedar confinados al ámbito de la Universidad singülandad a partir de su evolución histórica, conducirá a la geografía al estudio de
(la Geografía y, en menor mledida, la Biología), dado que los Sen^icios Meteorológi- las regiones, enfatizando e! análisis de ias distintas formas de organización social so-
cos Nacionales invertirán todas sus energías en las tareas encaminadas a la previsión bre e! espacio y minimizando los esmdios relativos al medio físico (Aticinson, 1980).
del tiempo. Dado que, desde esta concepción historicista, el medio físico no es sino un aba-
Por eso en sus primeras etapas la climatología irá estrechamente ligada a los ava- nico de posibilidades abieno a los grupos humanos para el desarrollo de su organiza-
tares experimentados por la propia ciencia geográfica y reflejará la evolución y las rup- ción social, lo imponante es desentrañar en cada lugar del planeta las formas'"de or-
turas epistemológicas que en ella tienen lugar. ganización que el hombre genera. .Así, en estas monografías regionales el medio físi-
El determinismo ambiental, que impregna el quehacer geográfico a lo largo del si- co —y por ende el clima— queda reducido a un capítulo inicial que se limita a
glo X K , propiciará un gran desarrollo de los esmdios relativos al medio físico y entre describir la base sobre la cual el hombre desarrolla sus acmaciones.
ellos de los estudios climáticos. Así pues, no es ésta una época niictífera en el seno de la climatología geográfíca,
SI bien es cierto que coincide con el momento en que numerosos especialistas de
otras disciplinas, particulannente ingenieros, empiezan a interesarse por los fenóme-
to de ios valores que caracterizan a las magnitudes climáticas. Lógicamente, mientras mayor sea el penodo nos atmosféricos. La constmcción de embalses para el abastecimiento de agua a las
considerado, mavor será la probabilidad de que en él estén incluidas todas las posibles situaciones suscep- poblaciones necesita un conocimiento detallado del comportamiento de las precipi-
tibles de producirse en el lugar objeto de estudio. C o n todo, hay que advertir que, cuanto mayor sea la va-
taciones en las distintas cuencas; ias estaciones hidroeléctricas adolecen también de
riabilidad de la magnitud es'njdiada. más amplio deberá ser el periodo considerado. E n este sentido, el va-
lor de treinta años no es sino un valor mínimo estándar establecido por la O M M , pero que en la mayoría este tipo de conocimientos; las mvesrigaciones agronómicas empiezan a incluir enue
de los casos resulta insuficiente para la realización de los estudios cliftiáticos. sus variables a las magnimdes ciLmáticas, etcétera.

ÍO 11
Se empieza así a constinúr un cuerpo de conocimientos de climatología aplicada, Estos estados de la atmósfera no son sino tipos de tiempo, es decir, tiempos o com-
en los cuales la estadística, ya muy desarrollada en estos momentos, ocupará un lugar binaciones específicas de los elementos atmosféricos que se repiten con las mismas o
protagonista. Ello contribuirá a enriquecer las descripciones climáticas hasta entonces parecidas características en un lugar dado, y se constituirán en objeto fundamental de
al uso, basadas en la mera elaboración de medias aritméticas, así como al estableci- esmdio por pane de la climatología sinóptica.
miento de las relaciones existentes entre los distintos elementos del clima y entre és- La identificación de los tipos de tiempo existentes en un lugar puede realizarse,
tos y los restantes componentes del medio. Sin embargo, sus propósitos aplicados, bien mediante la agrupación por similitudes de las distintas combinaciones atmosfé-
sus escalas puntuales y su falta de visión planetaria impedirán que estos conocimien- ricas, bien mediante el análisis de las simaciones sinópticas (los mapas del tiempo)
tos constituyan todavía la base de una ciencia climatológica sólidamente cimentada. que se van sucediendo en dicho lugar, dado que, en principio, cabe pensar que una
E l final de la Segunda Guerra Mundial va a suponer un avance sustancial en el de- misma simación sinóptica (con las mismas masas de aire y en idénticas condiciones)
sarrollo de la climatología. Ello es atribuible, en primer lugar, al espectacular desarro- debe dar lugar siempre a ima misma combinación de elementos atmosféricos.
llo que ahora experimentan los conocimientos atmosféricos gracias al auge de la avia- Este último procedimiento es el que preconiza Pédélaborde en su tesis doctoral
ción, la cual constiniye un excelente laboratorio para el estudio de la atmósfera y, ade- sobre el clima de la cuenca de París (1957), caracterizando dicho clima a partir de la
más, impulsa este estudio, que es imprescindible para su propio desenvolvimiento. fi-ecuencia, la duración y la sucesión de los distintos tipos de tiempo que tienen lugar
(En estos momentos se pone de manifiesto la existencia de la corriente en chorro po- en ese ámbito.
lar, y Rossby empieza a poner las bases de su teoría sobre el movimiento ondulatorio Consigue con ello elaborar una climatología no separativa (efectivamente, los ele-
de esta corriente.) mentos del clima no se analizan aisladamente, sino en sus combinaciones reales), no
A ello hay que añadir además el cambio de paradigma que ahora se impone en la abstracta (no se elaboran tipos de tiempo medios, sino que se analizan todos ellos
geografía y que conduce al establecimiento de un nuevo periodo de corte determinis- con sus frecuencias y sus duraciones reales) y no estática (al esmdiar las sucesiones ex-
ta (Capel Sáez, 1981, y Frutos Mejías, 1982). Éste propugna de nuevo las aspiraciones perimentadas por los distintos tipos de tiempo se recupera el dinamismo que se ha-
de cientificidad y la búsqueda de leyes generales en los fenómenos de orden geográfi- bía perdido con la climatología analítica).
co, con lo cual los estudios relativos al medio físico ex-perimentan un nuevo impulso. Pero, además, dada la concordancia existente enue los tipos de tiempo y las sima-
En el ámbito de la climatología, la aportación más destacable en estos momentos ciones sinópticas que los generan, estos esmdios adquieren un caráaer explicativo en
es la realizada por Pédélaborde, la cual supone una ruptura radical respecto a la cli- la medida en que son las masas de aire que visitan ima región, con sus peculiares
matología analítica hasta entonces vigente, para dar origen a una nueva concepción: circulaciones y características, los agentes causales del tipo de clima existente en ella.
la climatología sinóptica, también denominada en ocasiones dinámica o sintética. Como puede apreciarse a partir de esta breve síntesis, lo que se produce en esta
Efectivamente, Pédélaborde construye su nueva concepción de la climatología a etapa, efectivamente, es una mpmra radical respecto a los presupuestos de la climato-
partir de un rechazo rotundo respecto a la climatología analítica, tachada por él de logía analítica y no un crecimiento de la ciencia por acumulación respecto a las eta-
acientífica en la medida en que no conseguiría analizar adecuadamente su objeto de pas anteriores. De hecho, lo que se está gestando es una nueva concepción de la cli-
estudio, ni mucho menos explicarlo. matología que requerirá a su vez de una nue\'a etapa taxonómica: ahora es preciso de-
La caracterización de los climas a partir de los valores medios adoptados por los finir la noción de tipo de tiempo, establecer los elementos esenciales que lo integran,
elementos climáticos es calificada de abstracta (el valor medio de un elemento es una generar una nomenclamra que los identifique y una clasificación que los integre y
abstracción carente en absoluto de realidad en la medida en que puede responder a agmpe... En suma, elaborar desde cero una nueva climatología que apenas tiene al-
situaciones muy diversas), estática (los elementos climáticos fluctúan sin cesar, y en- gún elemento en común con la existente en la etapa anterior.
corsetar esas fluctuaciones en un valor medio supone ignorar su dinamismo) y sepa- Pero, además, este proceso de constimción de la nueva climatología" supone el
rativa (los elementos climáticos no son magnitudes aisladas, sino que actúan combi- abandono de las tradiciones espacial y ecológica que habían presidido las realizacio-
nadamente en los distintos lugares del planeta). nes de la primera etapa y que tan fértiles resultados habían producido, no sólo en el
Por otro lado, limitar los estudios climáticos al establecimiento de zonas homo- seno de la climatología, sino en el conjunto más amplio de la geografía (Capel Sáez,
climas en la superficie terrestre supondría detener el desarrollo de la ciencia en sus pri- 1983). Estas tradiciones serán sustimidas por las aportaciones más recientes de la me-
meras fases: la fase taxonómica y la fase descriptiva, eliminando la explicación de los teorología en relación con el comportamiento y el dinamismo de la atmósfera en sus
fenómenos estudiados, la cual sería consustancial con las fases más avanzadas del de- tres dimensiones.
sarrollo científico. El abandono de la tradición espacial es evidente. La climatología sinóptica tal
Frente a esta situación, Pédélaborde se proponeTíftnstruir una «climatología cien- como es concebida por Pédélaborde, y supuesta la identidad entre el tipo de tiempo
tífica» y, por ende, explicativa, y para ello comienza por apelar a la definición de cli- (tipo de ambiente atmosférico) y el tipo de simación sinóptica, permite una escasísi-
ma propuesta por Max Sorre («ios estados de la atrnósfera por encima de un lugar en ma participación del espacio en los esmdios climáticos, tanto del espacio puramente
su sucesión habitual») y por modificar, en consecuencia, el objeto de los estudios cli- geométrico como del entendido en tanto que porciones de la superficie terrestre do-
m.iticos; ya no se trata de estudiar el comportamiento medio de los elementos ciimá- tadas de atributos geográficos tales como relieve, vegetación, instalaciones urbanas c
III os sobre un lugar, sino de analizar la sucesión habimal experimentada por los dis- industriales, masas de agua, etc. Así, el tema de las escalas espaciales es escamoteado
tintos estados de la atmósfera. por completo. La climatología de Pédélaborde es una climatología regional, pero ade-

n
más es una climatología aplicable, esencialmente, a regiones caracterizadas por una nóptica en sentido estricto haya conseguido completar su trayectoria, con\Trnéndose
gran homogeneidad fisiográfica (como la cuenca de r , - : i S j , condición ésta indispensa- en ima nueva climatología plenamente desarroUada y capaz de destenar los presu-
ble para la existencia de concordancia entre npos de uempo y úpos de situaciones si- puestos de la climatología analítica tradicional. Más bien parece que esta nueva cli-
nópticas^. matología en un momento dado llega a una simación de impasse de la que se va a en-
Por su parte, los atributos geográficos de la superficie terrestre apenas merecen ea-Erar de sacamos la naturaleza con ia mediación de la meteorología.
mayor atención, desde el momento en que lo esencial es clasificar y estudiar los dis-
rintos ripos de simaciones sinópticas existentes en la región, y cuando las manifesta-
ciones de estas simaciones en el suelo se analizan con base en una, dos o a lo sumo 3 . LAS TENDENCIAS RECIENTES EN U CUMATOLOGÍA
tres estaciones de obsen'ación.
E n cuanto a la tradición ecológica, tampoco parece gozar de mucho predicamen- E n efecto, a lo largo de los años 60 y 70 comienzan a desencadenarse a escala
to en esta etapa de la climatología, en la cual las relaciones e interconexiones entre los mundial continuas anomalías climatoiógicas de repercusiones socioeconómicas bru-
fenómenos climáricos y el resto de los componentes del marco geográfico brillan por tales. Tales anomalías, junto con la eclosión de la preocupación medioambiental, de-
su ausencia. sencadenada entre otras cosas por la crisis del petróleo, propiciarán el que se \'ueívan
de nuevo los ojos hacia las necesarias conexiones entre el clima y el resto de los com-
Este hecho no deja de ser paradójico, porque entre las pretensiones de Pédélabor-
ponentes del medio geográfico, configurándose entonces las tendencias más recien-
de al constimir su nueva climatología estaba la de realizar unas descripciones y re-
tes de la climatología.
constmcciones de los ambientes atmosféricos más reales y veraces que las antenotes,
es decL-, más concretas, dinámicas y sintéticas que aquellas. Parece evidente que tales Estas tendencias son herederas directas de la preocupación medioambiental, una
descripciones deberían revelar unas relaciones mucho más claras y estrechas con los preocupación que eclosiona en todo el mundo en los años 70^ como consecuencia de
restantes componentes del marco geográfico que aquéllas otras elaboradas desde los la convergencia que entonces se produce entre dos hechos importa'ttesr por un íado,
presupuestos tradicionales, más abstractos, separativos y analíticos. Y probablemente la gravedad que adquieren ya los problemas de deterioro ambiental, los cuales comien-
se hubieran puesto de manifiesto si se hubieran buscado mínimamente, pero la reali- zan a amenazar seriamente el estado de los recursos del planeta; por otro lado, la con-
dad es que no se desplegaron grandes esnierzos en su búsqueda. solidación de la Teoría General de los Sistemas como modelo de conocLmienío o para-
En este hecho debió inten-enir el afán explicativo de Pédélaborde, que le lleva a digma capaz de abordar con rigor y eficacia el esmdio de los fenómenos natiL-ales.
identificar tipo de tiempo con tipo de situación sinóptica y a acenmar los análisis de bi primero de e.stos hechos determinará el énfasis que desde entonces se pone en
estas úlnmas. Probablemente, un mayor énfasis en la noción de tipo de tienipo como ia consideración del medio namral como un recurso íúndamental para la hurnanidad;
combinación de elementos climáticos en un lugar y un momento dados habría alige- el segundo propiciará su consideración como un sistema, como un conjunto de ele-
rado la tarea de análisis de los mecanismos explicativos y habría permitido volcar par- mentos operativamente relacionados entre sí y ligados por procesos de retroalknenta-
te de estos es-uerzos en conexionar ambientes atmosféricos con otros componentes ción, que son los que en último término determinarán su funcionamiento global.
del medio. D e cualquier forma, lo cierto es que durante la época de eclosión de la cli- El cuma, en tanto que uno de los componentes básicos del medio namral, no va
matología sinóptica, las conexiones clima-medio geográfico están prácticamente au- a escapar a estas concepciones y, en consecuencia, la climatología acmaj va a polari-
sentes de! discurso climatológico, olvidándose así la noctífera tradición ecológica que zar sus centros de interés en dos grandes ejes: el esmdio del cuma como sistema y el
había presidido las primeras mvesrigaciones en este campo. Se sustimyen, en suma, esmdio del clim.a como recurso.
las antiguas tradiciones geográficas por la más pura tradición meteorológica. E l esmdio del clima como sistema implica la asunción de que los distintos climas
De ello se derivarán algunos beneficios importantes para ia climatología, tales de! mundo no son sino e! resultado del funcionamiento del sistema ciimático mun-
como e! toque de atención que se pone en tomo a la necesidad de imbuir de dina- Qia], un gigantesco sistema dinámico y abierto, alimentado por la energía solar, e in-
mismo a ios esmdios cümáucos, introduciendo en ellos las nociones de frecuencia, tegrado por todas las envolmras planetarias (la atmósfera, la hidrosfera, la litosfera, la
duraciones, sucesiones, etc., tan noctíferas con posterioridad. También consomye cnosfera y la biosfera). E n consecuencia, la comprensión del mosaico climático mun-
una aportación inestimable el énfasis que ahora se pone en explicar los fenómenos dial exigirá el conocimiento lo más preciso posible del funcionamiento de ese siste-
climatológicos recurriendo a ¡os mecanismos meteorológicos que están en su base. ma, comirtiéndose éste, por tanto, en el objeto esencial de esmdio por parte de la cli-
Esa preocupación, que se inn-oduce entonces en la climatOÍB^ía y que hoy es ya una matología más reciente, cuyo objetivo último será ¡a modelización mate: . .uca de ese
adquisición hecha, será muy provechosa en los años siguientes, cuando abandone sus sistema y la previsión de su comportamiento fumro".
pretensiones de protagonismo exclusivo en la ciencia del ciima para convenirse en un
elemento más de ésta al ser\ncio de todo el conjunto. Como hitos representadvos de esta eclosión pueden señalarse la Conferencia Mundial sobre el Me-
Pero aun valorando estas múltiples aportaciones, no parece que la clúnatología si- dio .ambiente Humano, convocada por la Organización de las Naciones Unidas y celebrada en Estocol-
mo en 1P72, y la creación en esa misma fecha del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Am-
biente (PNTJMA).
« - Efecrivamentt, en regiones muy accidentadas y con unidades fisiográficas muy diversificadas, una Amóos objetivos no han cesado de ganar importancia en ¡os úlrimos años como consecjenaa de \t
misma simación sinópdca produce ambientes atmosféricos o tipos de tiempo muy diferentes de unos lu- puesta de reueve por parte de los cicnrificos de un posible cambio climáüco derivado de las intervencio-
nes humanas sobre el sistema natural.
gares a otros, aun cuando estos lugares estén muy próximos entre sí.
facetas que integran la actividad climatológica. E n consonancia con él aparecerán a cubrir esta laguna, posibilitando además la realización de los esmdios en todo tipo
nuevos centros de interés, tales como los balances de energía y agua en el planeta y de escalas, incluidas las más detalladas, especialmente aptas para lograr los objetivo
todos aquellos elementos que inciden manifiestamente sobre ellos: radiación solar, que ahora se persiguen.
irradiación terrestre, albedo atmosférico y superficial, nubosidad, distribución de ae- Así pues, hay una convergencia de intereses en ambas tendencias aunque sus mo
rosoles, vapor de agua atmosférico, etcétera. dos de aproximación a los fenómenos sean distintos, y en ambos casos lo que se per-
Naturalmente, para el análisis de estas variables habrá que recumr a fuentes de in- sigue en último término es la comprensión profiinda de las manifestaciones climáti-
formación nuevas y diferentes de las convencionales, las cuales, herederas del si- cas, su previsión fiimra y su puesta al ser\'icio de la sociedad, a la cual están estrecha-
glo X K , habían sido diseñadas para cubnr las necesidades de la pre\nsión meteoroló- mente conectadas.
gica, pero en ningún caso para satisfacer los intereses de la climatología, y mucho me- Estos objetivos han supuesto para la climatología la recuperación de las tradicio
nos de esta nueva climatología emergente. nes ecológica y espacia!, pero, además, han implicado la asimilación de las aportacio-
En este sentido hay que destacar el papel desempeñado por las imágenes de saté- nes de la meteorología, únicas capaces de lograr la comprensión y la previsión ftimra
lites, que se convertirán en una pieza insustituible para el quehacer climatológico, al del comportamiento de los fenómenos climáticos.
suministrar gran pane de la información que estas nuevas investigaciones reclaman y En este sentido puede hablarse en los momentos acmales de la existencia de un
al hacerlo, además, a las escalas que ahora se convierten en protagomstas de las mis- eclecticismo metodológico perfectamente acorde con el que se registra en otros tan-
mas: la escala mundial, que permite captar en su conjunto el funcionamiento del sis- tos campos de la actividad humana, y «todo vale» en la climatología acmal siempre
tema, y las escalas detalladas y microclimáticas, que permiten estudiar los procesos fí- que contribuya a cubrir con eficacia y con rigor los objetivos perseguidos.
sicos básicos que regulan este funcionamiento y realizar las obsenaciones expenmen-
tales necesarias para ello.
Por su pane, el estudio del clima como recurso partiría de la consideración del clima
como un recurso fundamental para la humanidad e intentaría abnr las vías para una
utilización óptima de! mismo. Se trata, sin embargo, de un recurso peculiar en la me-
dida en que su i-asgo más característico es la variabilidad, tanto espacial como tempo-
ral, de forma tal que en este caso una utilización óptima del recurso implica la adap-
tación de las acti%ndades humanas a esta variabilidad, incluyendo en ella las situacio-
nes extremas, capaces de generar severos impactos sobre la sociedad.
Esta adaptación exigiría conocer, en primer lugar, las relaciones que se establecen
entre el clima y la sociedad: las condiciones climáticas más aptas para el desarrollo de
las acti\'idades humanas, así como las situaciones atmosféricas susceptibles de perju-
dicarlas. E n segundo lugar, exigiría conocer la distribución espacial de estas simacio-
nes y su probabilidad de ocurrencia fumra, al objeto de llevar a cabo una ordenación
del territorio acorde con esta realidad climática y capaz de maximizar sus aspectos po-
sitivos y minimizar los negativos.
En realidad, mediante esta segunda vía la pretensión sigue siendo la de conectar
el clima con el resto de los componentes del medio y la de prever ios-resultados de
tal conexión, si bien ahora el proceso se llevará a cabo a través de una noción de cli-
ma diferente: el clima como una sucesión variable de parámetros y situaciones me-
teorológicas, y a través de un método distinto: la aproximación estadística al fenóme-
no, a través de la cual se abordarán las conexiones entre el clima y la sociedad y se es-
tablecerán las pautas de comportamiento fúmro de las simaciones meteorológicas.
También en este caso se van a producir cambios notables respecto a la climatolo-
gía tradicional en cuanto a los objetos de estilWb y las fuentes manejadas en la inves-
tigación. Así, se potencian nuevos elementos de esmdio, privilegiados por su estrecha
relación con otros componentes del medio y que hasta ahora habían gozado de esca-
sa atención por parte de la climatología: temperamra y humedad del suelo, humedad
atmosférica, intensidad y dirección del viento, nubosidad, etc., todos ellos concepma-
dos con anterioridad como «elementos menores» del clima y, consecuentemente,
muy mal cubiertos por las redes de obsen'atorios meteorológicos. Las imágenes de sa-

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