“Cariñitos de ratón”
(Cuento Regional Infantil Autor: Jorge Areválo Acha (Talandracas -Piura 1955)
Un pequeño ratón contemplaba desde su escondite un sabroso queso, se lo veía
redondito, redondito como la luna llena.
- Debe estar saladito.
- Su color amarillito me dice que es muy sabroso.
Todas estas ideas cruzaban por la cabeza del Pequeño ratoncito. El asunto era
como acercarse.
Por su parte el queso ya se había dado cuenta de las intenciones del ratoncito.
Una mañana el ratoncito se acercó dando saltitos, acható su hocico en el vidrio y le rogó
al tranquilo queso.
- Juguemos, quesito.
-A qué jugamos ratoncito.
- Ven y nos ponemos de acuerdo, quesito
Desconfiado y temeroso el quesito se acercó al diminuto ratoncito
- A qué jugamos
- Juguemos a algo, dónde tú y yo nos vamos a divertir.
- Creo que tú me quieres comer.
- No, ya no me gusta el queso han cambiado mis gustos hoy me gusta comer gato.
El quesito había tomado mayor confianza. Se trataba de definir el juego.
-Juguemos a saltar
-Juguemos a la rodaditas
- A la rodadita no, porque he comido mucho gato, mejor juguemos a los cariñitos
- ¿A los cariñitos?
- Sí, a los cariñitos - insistió el ratoncito
- Al quesito le pareció buena idea, la palabra cariño le sonaba familiar, en su preparación
había escuchado decir: “para que las cosas salgan bien hay que hacerlas con cariño”.
Las reglas las estableció el ratoncito y se inició el juego.
Había que hacerse cariñitos y para el ratoncito no resultaba difícil, sus cariñitos los
hacía con mordiditas.
Cariñitos va, cariñito viene y el más y el que más disfrutaba era el ratoncito. Cuando
reaccionó el quesito estaba todo roído. Ya era tarde, la barriguita del ratoncito a punto
de reventar no lo dejaba caminar, se acostó y se quedó profundamente dormido y el
queso triste y disminuido.
Los fuertes ronquidos del ratoncito llegaron hasta el gato que sin ser un buen cristiano
pasaba por varios días de ayuno.
Grande fue la sorpresa del ratoncito, pues al despertar se dio cuenta que estaban
atadas las cuatro patitas.
El gato con voz ronca y estremecedora le repetía:
-Estás listo, estás listo - ¿Para qué? – preguntó el ratoncito
-Vamos a jugar a los cariñitos como jugaste con el quesito.
“Cariñitos de ratón”
(Cuento Regional Infantil Autor: Jorge Areválo Acha (Talandracas -Piura 1955)
Un pequeño ratón contemplaba desde su escondite un sabroso queso, se lo veía
redondito, redondito como la luna llena.
- Debe estar saladito.
- Su color amarillito me dice que es muy sabroso.
Todas estas ideas cruzaban por la cabeza del Pequeño ratoncito. El asunto era
como acercarse.
Por su parte el queso ya se había dado cuenta de las intenciones del ratoncito.
Una mañana el ratoncito se acercó dando saltitos, acható su hocico en el vidrio y le rogó
al tranquilo queso.
- Juguemos, quesito.
-A qué jugamos ratoncito.
- Ven y nos ponemos de acuerdo, quesito
Desconfiado y temeroso el quesito se acercó al diminuto ratoncito
- A qué jugamos
- Juguemos a algo, dónde tú y yo nos vamos a divertir.
- Creo que tú me quieres comer.
- No, ya no me gusta el queso han cambiado mis gustos hoy me gusta comer gato.
El quesito había tomado mayor confianza. Se trataba de definir el juego.
-Juguemos a saltar
-Juguemos a la rodaditas
- A la rodadita no, porque he comido mucho gato, mejor juguemos a los cariñitos
- ¿A los cariñitos?
- Sí, a los cariñitos - insistió el ratoncito
- Al quesito le pareció buena idea, la palabra cariño le sonaba familiar, en su preparación
había escuchado decir: “para que las cosas salgan bien hay que hacerlas con cariño”.
Las reglas las estableció el ratoncito y se inició el juego.
Había que hacerse cariñitos y para el ratoncito no resultaba difícil, sus cariñitos los
hacía con mordiditas.
Cariñitos va, cariñito viene y el más y el que más disfrutaba era el ratoncito. Cuando
reaccionó el quesito estaba todo roído. Ya era tarde, la barriguita del ratoncito a punto
de reventar no lo dejaba caminar, se acostó y se quedó profundamente dormido y el
queso triste y disminuido.
Los fuertes ronquidos del ratoncito llegaron hasta el gato que sin ser un buen cristiano
pasaba por varios días de ayuno.
Grande fue la sorpresa del ratoncito, pues al despertar se dio cuenta que estaban
atadas las cuatro patitas.
El gato con voz ronca y estremecedora le repetía:
-Estás listo, estás listo - ¿Para qué? – preguntó el ratoncito
-Vamos a jugar a los cariñitos como jugaste con el quesito.