Está en la página 1de 1

LAS BARBAS DEL ÑIRE (Leyenda mapuche)

En aquellos tiempos, cuando los mapuches se olvidaron de adorar a Antü, el Sol, dos de los Pillán que
habitaban el Valle Embrujado iniciaron una feroz batalla. Numerosos espíritus los ayudaban en uno y otro
bando.
Danzando furioso sobre las piedras más altas, se encontraba uno de los Pillán, el Trauco. Con rabia
saltaba sobre la montaña y le gritaba al otro, que era su peor enemigo, el Huesha Cüref Huecufü:
-No te salvarás. Esta vez te arrojaré todas las rocas que tenga este volcán.
Quiso entonces pelearse con el Trauco y comenzó a rugir y aullar tanto que provocó una tormenta con la
ayuda de los espíritus de su lado.
Así empezó la gran batalla. Con mucha violencia ambos Pillán se tiraban rocas encendidas, lenguas de
fuego que atravesaban el amplio valle y que el viento expandía. De las cavernas comenzó a salir un polvo
negro y espeso que fue cubriéndolo todo. El valle ardía; los terribles estrépitos y la confusión dominaban
la Tierra devastada y en penumbras.
Entonces la montaña, que era muy alta y estaba cubierta de nieve, decidió arrojar todo lo que albergaba en
su interior. La lava, el fuego, el barro y el humo se desparramaron por el valle y provocaron la
destrucción y la muerte. A pesar de todo, los Pillán continuaban lanzándose rocas desde un lado hacia el
otro. Pero nada de esto perturbaba el sueño de Antü, que dormía serenamente y no iluminaba la Tierra
porque los mapuches ya no le rezaban ni le dedicaban ofrendas.
Como la batalla seguía, los animales ya no encontraban dónde protegerse y corrían desorientados y sin
rumbo. Las bolas de fuego que atravesaban el aire iluminaban la tierra, que se abría en grandes pozos por
donde caían las bestias, las plantas y los árboles. Todo se lo tragaba la tierra, que ardía más y más.
Algunas plantas lograron sobrevivir aferrándose a las piedras y ahí se quedaron. Otras pudieron treparse a
algunos árboles y todavía no quieren abandonarlos.
La confusión iba en aumento y ya casi nada de lo conocido quedaba en su lugar. La nieve se derretía con
el fuego y el agua inundaba los ríos creando nuevos lagos. Las montañas se apilaban unas sobre otras o
desaparecían en los profundos pozos de la tierra que las tragaba.
Ocurrió entonces que el Trauco, que tenía mejor puntería, consiguió hacer tambalear a su enemigo, el
espíritu del viento, que se había quedado solo por un momento, sin los espíritus que los auxiliaban.
Trauco aprovechó la oportunidad y, con un tiro certero, logró que una enorme roca se despeñara. En su
caída, la roca arrastró al desprevenido espíritu del viento por la ladera. Rodando y rodando, este Pillán no
lograba aferrarse a la montaña a pesar de sus largos brazos, ya que cualquier rama o piedra saliente lo
quemaba. Todo estaba encendido por el fuego que arrojaban los espíritus.
A punto de perderse en el profundo abismo, al Cüref Huecufü lo salvó su barba larga. Tan larga que tenía
como mil metros y, en la caída, se fue enredando entre los arbustos y las piedras, lejos del fuego que ardía
en el cielo.
Sucedió que en el descenso, la larga barba del viento se aferró a un magnífico árbol. Era el ñire, un árbol
de raíces muy fuertes, bien afirmadas entre las rocas de la ladera de la montaña. Entonces, a pesar de que
el Trauco iba ganando la batalla, llegó la salvación para el viento, quien así habló al ñire, agradecido:
-Aferraste mi barba y me salvaste, ahora te la dejo para que te proteja. Desde ahora, ningún ñire sufrirá
por mi lengua, la lengua del feroz viento, ni verá desgastarse la montaña donde habite. Así mi barba
protegerá tus ramas para que la misma nieve no pueda quebrarlas.
Cuando terminó de decir estas palabras, el espíritu del viento le entregó al ñire su barba, que desde
entonces cuelga de su tronco y de sus ramas.
Por eso, cada vez que el espíritu del viento pasa cerca del ñire y ve su barba colgando, recuerda que sigue
vivo por él y lo acaricia agradecido.

GLOSARIO:
PILLÁN: según los mapuches, espíritus que habitan en los volcanes y expresan su poder son terremotos y
tormentas eléctricas.
VALLE EMBRUJADO: actual Valle Encantado, donde la acción del viento sobre las montañas ha
formado llamativas figuras de piedra que parecen animales, personas y objetos.
TRAUCO: espíritu maligno con cuerpo deforme y larga barba.
HUESHA CÜREF HUECUFÜ: espíritu destructor del viento.
ÑIRE: árbol propio de los bosques andino-patagónicos. Suele estar recubierto por barba del diablo, un
liquen de color verde claro. Según la tradición, lo protege del viento.

También podría gustarte