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EPÍLOGO
Hemos terminado nuestra breve intro-
ducción a la historia universal, ¿qué te
parece si para terminar te cuento cómo ha
sido la percepción histórica del hombre a
través de los tiempos? Digamos, tú miras
un libro de historia y lo que te importa es
que lo que cuente sea verdadero y exacto.
Realmente no siempre fue así. Se tendría
casi hacer otro libro para contar cómo
ha sido el proceso del acercamiento del
hombre a la historia, pero no te preocu-
pes. Lo vamos a resumir de un modo muy
sencillo.

Resulta que los griegos no fueron


propiamente los iniciadores de la histo-
ria, sino más bien de la historiografía con
Heródoto, quien cuenta no tanto el pasa-
do sino el presente. Del mismo modo que
Abraham ve los zigurats y supone la torre
de Babel, pero no investiga más a fondo.
Además, la concepción griega del tiempo
era circular; lo que sucede hoy volverá a
repetirse luego. Es una concepción total-
mente ahistorizante, pero que la acogerían
personalidades como Nietzche y Blanqui,
tiempo después.

Como si fuera poco, la mitología era


un poderoso elemento dentro de su vida y,
como recuerdas, en la mitología se confun-
den dioses y hombres, verdades y menti-
ras, imposibilitando el estudio histórico.
De hecho, tenían una Musa para la histo-
riografía llamada Clío (casualmente la
misma de la poesía épica...), hija de la diosa
Memoria. La historia es la memoria que da
forma a los tiempos pasados. Está diosa
tenía un reloj de agua, la clepsidra.
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La concepción histórica de los romanos es bastante similar


a la griega, pero el historiador Polibio añadió dos criterios de
suma importancia: que no sea local (Heródoto escribe sola-
mente de los griegos) y que sea práctica (Cicerón dice que la
historia es la mejor muestra de la vida para aprender lo malo
y lo bueno).

En el medioevo, surgirá con el cristianismo la historia


moral; al final de los tiempos, habrá castigos y paraísos,
recompensas e infiernos. Añaden la idea de un final inminen-
te, como el Apocalipsis que narra San Juan.

Durante los siglos venideros, en el renacimiento se reto-


mó el humanismo clásico, pero asimismo, fue la época de las
utopías como la de Tomás Moro y Campanella. ¿Qué signi-
fica “utopía”? Significa “ningún lugar”. Era la época en
que nadie creía nada, tal como lo atestiguó en carne propia el
atormentado René Descartes. Recuerda que eran los días de
la experimentación, que todo tenía que ser probado, enton-
ces, ¿cómo se iba a experimentar con el pasado? En pocas
palabras, “no puede haber conocimiento válido de la historia, por lo
tanto no se puede reflexionar sobre ella”.

Afortunadamente –para nosotros-, un libro que en su


tiempo fue desapercibido, La Nueva Ciencia, escrito por
Jean Bautista-Vico en 1724, en el que planteó que la histo-
ria universal debe ser de síntesis. No hay que hablar de un
solo tema (a diferencia de Heródoto), sino sintetizarlos todos
(política, sociedad y religión de todos los países).

Muchos pensadores como Heggel, Nietzche, Fichte o


Croce propondrán sus versiones de la historia. Unos hablan
de la Era Espacial que comienza con el pie izquierdo de nues-
tro amigo Neil Amstrong, pero particularmente descreo de
semejante tesis: a una gran mayoría de nosotros nos es indife-
rente esa Era Espacial, a diferencia que a todos nos inmiscu-
ye el descubrimiento de América, aprobado unánimemente
como el comienzo de la Edad Moderna.

Este último capítulo era una pequeña addenda para que


entiendas cómo ha ido evolucionando la construcción de la
historia universal, que en cierto modo, es el reflejo del hombre
en ese vasto y oscuro espejo sin cristales que es el universo.
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DEL BIG BANG AL BEN


Versión familiar
¡Hola, amigos!

Bienvenidos al relato más fabuloso de todos los tiempos, un relato escrito por todos los hombres del
mundo y redactado en todas las lenguas vivas o muertas, un relato que transforma nuestra vida perso-
nal y hasta el menor de nuestros actos o pensamientos, un relato en el que están las raíces de nuestros
miedos y esperanzas, de nuestra felicidad y para muchos, de la desgracia misma. Bienvenidos al relato
de la historia universal.

La historia universal no es únicamente fechas, generalmente aburridas y casi siempre condenadas al


olvido, del mismo modo en que el vasto universo no se reduce a los mapas y los tratados de astronomía.
La historia es pasión, vidas mezcladas que se aman y se odian, se traicionan o justifican, y muchas
veces ni siquiera se conocen y los finales no siempre son justos. Verás cómo Napoleón, hombre de talla
insignificante para ser soldado, conquista toda Europa pero es incapaz de enamorar a Josefina; al intré-
pido Alejandro Magno que no toma una gota de agua si alguno de sus hombres no tiene que beber; al
desdichado Julio Cesar, ¡apuñalado por su propio hijo adoptivo! Y un destino no menos increíble que
todos, el tuyo, que lees esta página. Tú eres parte de la historia, la escribes y de ti escribirán otros, hagas
algo grandioso o no.

Sin más preámbulos, acomódate en tu sillón favorito, y nuevamente ¡bienvenido a las páginas de la
historia universal!

BIG BANG
MODELO COSMOLÓGICO
EXPANSIÓN DEL UNIVERSO
1. EL BIG BANG
Por: Juan Carlos Bejarano Sáenz

La teoría del Big Bang (también llamada Gran explosiónnota 1 ) es el modelo cosmo-
lógico predominante para los períodos conocidos más antiguos del universo y su posterior
evolución a gran escala.2 3 4 Afirma que el universo estaba en un estado de muy alta densi-
dad y luego se expandió.5 6 Si las leyes conocidas de la física se extrapolan más allá del
punto donde son válidas, encontramos una singularidad. Mediciones modernas datan este
momento aproximadamente 13 800 millones de años atrás, que sería por tanto la edad del
universo.
Después de la expansión inicial, el universo se enfrió lo suficiente para permitir la forma-
ción de las partículas subatómicas y más tarde simples átomos. Nubes gigantes de estos
elementos primordiales se unieron más tarde debido a la gravedad, para formar estrellas y
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galaxias. A mediados del siglo XX, tres astrofísicos británicos, Stephen Hawking, George F.
R. Ellis y Roger Penrose, prestaron atención a la teoría de la relatividad y sus implicaciones
respecto a nuestras nociones del tiempo. En 1968 y 1979 publicaron artículos en que exten-
dieron la teoría de la relatividad general de Einstein para incluir las mediciones del tiempo
y el espacio. De acuerdo con sus cálculos, el tiempo y el espacio tuvieron un inicio finito que
corresponde al origen de la materia y la energía.

L a vastedad de la noche te hace sentir infinito, y a la vez


infinitesimal. ¿Has mirado la noche cuando está despejada?
Son millones de millones de estrellas, y si miras con cuida-
do, verás una franja blanca como una larga nube de puntos
blancos. Esa franja es la Vía Láctea. Hace muchísimo tiem-
po, la diosa Hera amamantaba al poderoso Hércules. Aún
era niño y no había matado leones y monstruosas serpientes,
porque solamente existían su madre Hera, el vasto universo
y él mismo, Hércules. Pero unas gotas de la leche materna se
derramaron en la infinita oscuridad, y esas gotas formaron
miles y miles de estrellas. Los griegos llamaron esa franja la
Vía Láctea. Por supuesto, ¡es una leyenda! Otros, los aztecas,
pensaron que la Vía Láctea era el camino que trazaba en su
vuelo el bestial y despiadado Quetzacoalt, un dios mitad águi-
la y serpiente. En el medioevo, los teólogos quisieron ver en
esa franja de estrellas el camino del apóstol Santiago. Pero tú
y yo, que no somos griegos ni teólogos, vemos en la Vía Láctea
nuestro hogar en el universo. Nuestra isla. Porque así es, la
Vía Láctea es apenas una isla entre millones más en todo el
universo. Así de maravilloso y enigmático es el mundo. Como
escribió valientemente Giordano Bruno (1548 – 1600) antes
de morir en la hoguera: “la razón del universo es su constante
misterio”.
Pero el universo está en constante cambio, ¡como
nosotros y nuestro constante envejecimiento! Esta noche
que ves hoy no es la misma de hace millones de años. Las
formas eran otras. Muchos filósofos han intentado expli-
car cómo comenzó el universo. La teoría más convincen-
te y respaldada de todas es la del Big Bang, expuesta a
comienzos del siglo pasado por los físicos George Lemaitre
(1894 – 1966) y George Gamow (1904 – 1968). Como dijo
Einstein al escucharla: “esta es la explicación más hermosa
y satisfactoria de la creación que he escuchado en mi vida”.
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Resulta que en el principio del mundo, existía un átomo primitivo (así lo llamó Lemaitre) increíble-
mente denso, que explotó hace más de quince mil millones de años, generando el universo que conoce-
mos. Esas miles de millones de partículas fueron planetas, soles, estrellas, la vía Láctea y una de esas
fue nuestro hogar, el planeta Tierra.

El génesis hebreo tiene una línea preciosa que dice: “En el comienzo no había nada, y el Espíritu de
Dios caminaba sobre el agua”, que además de ser una curiosa paradoja, que sin tener la menor preten-
sión científica, describe perfectamente el estado original de nuestro planeta: un vasto océano primitivo,
absolutamente vacío... Hasta que surgió la chispa de la vida en las primeras substancias orgánicas de
carbono. Ahí comenzó la gran aventura de la vida en nuestro mundo, desde las algas hasta nosotros
mismos. Esta es también la historia de nuestra vida, la tuya y la mía.

2. El OSCURO REINO DEL MAR


Por: Gloria Lleras Camargo

Un mar es una masa de agua salada de tamaño menor que el océa-


no, así como también el conjunto de la masa de agua salada que cubre
la mayor parte de la superficie del planeta Tierra, incluyendo océanos
y mares menores.

El término mar también se utiliza para designar algunos grandes


lagos salobres, como el mar Caspio, el mar Muerto o el mar de Aral. Se
habla entonces de mar cerrado o interior, pero el término correcto es lago
endorreico.

Ateniéndose al uso que de ella se hace, cabe observar que la gente


de mar y los poetas tienden a atribuirle el género femenino (la mar).
Fuera de esos dos ámbitos, se ha generalizado el uso masculino de la
palabra («el mar»). El Día Marítimo Mundial es el 26 de septiembre.
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Hola querido diario.

Lunes:
Soy una célula y me aburro mucho en esta oscuridad. Nada pasa. Mi mamá, que es igual que yo,
siempre me dice que estamos en el precámbrico (570 millones a.C). Ya llevo millones de años aquí y todo
es oscuridad en el mar. Que aburrimiento, como soy asexual todo el bendito día me parto y me parto en
otras células idénticas a mi. ¡Qué falta de originalidad!

Martes:
He crecido un poquito. Mis amigas me dicen que ya soy toda una alga verdiazul. Menos mal crecí,
porque tres mil millones de años no pueden pasar en vano. Ahora produzco mucho oxígeno y el planeta
se llena de aire, pero ¿para qué si no hay nadie que respire?

Miércoles:
Hoy pasó algo raro. Hay un alga que me gusta, no sé que tiene, pero es irresistible. Creo que es distin-
ta a mi. Creo que es porque ya tenemos unas células eucarióticas que nos hacen sexuales y, por tanto,
diferentes. Menos mal... Ya me sentía como raro.

Jueves:
Cómo ha pasado el tiempo esta semana. Ya llevamos mil setecientos años en el mar, pero todo está
muy distinto. Soy un multicelular y no volveré a ser un alga nunca más. Me lo he jurado a mi mismo.
Parezco un gusano feo y soy extremadamente blando, por lo tanto, no quedan huellas mías en ninguna
parte. No es que sea acomplejado, pero creo que nadie me va a recordar en el futuro. Por todas partes
del mar, gritan: ¡estamos en el cámbrico (500 millones a.C) ! Qué fastidio.

Viernes:
¡Qué alegría! Ya tengo un caparazón súper bonito. Si me muero, seré un maravilloso fósil. Lo malo
son mis primos erizos, ¡cómo chuzan esas púas cuando uno los abraza!, pero peor mis tías esponjas
cuando te zampan un beso, ¡te chupan por completo! mi familia. Ya olvidé esa alga ingrata de hace dos
mil millones de años, ¡conocí una estrellita de mar que es divina!

Sábado:
Tengo casa. Lo malo es que la tengo a cuestas y no puedo salir de ella. Soy un caracol babosísimo. Me
pegaron un cartel en el caparazón que dice: “no te pierdas, estás en el ordivicio”.
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Domingo:
Hoy sí que doy miedo a todos mis vecinos. Me he transformado en un monstruo con
unas quijadas enormes. Soy un tiburón cladoselache. Me muevo rápido y me trago a los
demás peces, porque esos sobran en estos días del Devonico (408 millones a.C).

Lunes festivo:
¡Bendito sea el Señor!, hemos pisado tierra algunos peces. Obviamente, me cuesta mucho
trabajo arrastrarme con las aletas para pasar de un charco a otro, pero bueno. Todo es voluntad
en la vida. Respiro con dificultad, pero me cuentan que eso le pasa a todos los anfibios. Veremos
qué pasará en las otras semanas...

3. APARICIÓN DE PLANTAS
Por: Lupita Reynales Zarate

En biología, se denomina plantas a los seres vivos fotosintéticos, sin


capacidad locomotora y cuyas paredes celulares se componen principal-
mente de celulosa.1 Taxonómicamente están agrupadas en el reino Plan-
tae y como tal constituyen un grupo monofilético eucariota conformado por
las plantas terrestres y las algas que se relacionan con ellas; sin embargo,
no hay un acuerdo entre los autores en la delimitación exacta de este reino.

En su circunscripción más restringida, el reino Plantae (del latín:


plantae, “plantas”) se refiere al grupo de las plantas terrestres, que son los
organismos eucariotas multicelulares fotosintéticos descendientes de las
primeras algas verdes que lograron colonizar la superficie terrestre y son
lo que más comúnmente llamamos “planta”. En su circunscripción más
amplia, se refiere a los descendientes de Primoplantae, lo que involucra la
aparición del primer organismo eucariota fotosintético por adquisición de
los primeros cloroplastos.
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¿Te has preguntado de dónde surgió toda la Las plantas estaban divididas en dos
vegetación en el mundo?, al menos, ¿de dónde familias, por así llamarlo. Las gimnoesper-
salen tantas habas y lentejas para hacer tantas mas y los angioespermas, toda la división
sopas horribles en el mundo? De la misma alga era por la semilla, si estaba afuera o adentro.
del capítulo pasado. También estaba aburridísi- Del primer grupo, surgieron los grandes hele-
ma y quería salirse del mar. Pero, ¿qué tenía que chos. El otro produjo la gran mayoría de la
hacer? Tener unas muy buenas raíces y sistemas flora de esos primeros tiempos y los gigantes-
vasculares para proveerse de alimento fuera del cos y oscuros bosques del Cretácico y Jurási-
mar. La primera especie que pudo lograr seme- co. De hecho, los angioespermas tienen una
jante hazaña fue la Lycopsida, ¡exacta a un variedad de 225.000 especies.
musgo actual!
Fíjate la cantidad de siglos que se necesi-
Ten en cuenta que este valiente musgo vivió tan para trazar una rosa.
hace 570 millones de años. Esas primitivas plan-
tas evolucionaron de un modo sorprendente,
hasta transformarse en los árboles gigantes del
Cretácico hace 145 millones de años. Obviamen-
te, tenían que ser plantas muy grandes para ese
tiempo, porque acuérdate que el tiranosaurio rex
era un animal enorme que le gustaba sus buenos
filetes de triceratops en ¾ de asado. Pero para
tener su pedazo de carne, el triceratop tenía que
comer su muy merecida porción de ensalada. Por
supuesto, ese cuadrúpedo de tres cuernos no se
iba a conformar con el musgo.

4. LOS DINOSAURIOS
Por: Esteban Niño Galeano

Los dinosaurios (Dinosauria, del griego deinos ‘terrible’ y sauros


‘lagarto’: ‘lagartos terribles’) son un clado muy diversificado de reptiles
que apareció durante el período Triásico. Aunque el origen exacto y su
diversificación temprana es tema de activa investigación,1 el consenso
científico actual sitúa su origen entre 231 y 243 millones de años atrás.2
Fueron los vertebrados terrestres dominantes durante 135 millones de
años, desde el inicio del Jurásico (hace unos 200 millones años) hasta
el final del Cretácico (hace 66 millones de años), cuando la mayoría de
los grupos de dinosaurios se extinguieron durante la extinción masiva del
Cretácico-Terciario que puso fin a la Era Mesozoica.
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El registro fósil indica que las aves evolucionaron a partir de dino-


saurios terópodos durante el período Jurásico y, en consecuencia, muchos
taxónomos consideran que las aves forman un subgrupo dentro de los
dinosaurios.3 Algunas aves sobrevivieron a este acontecimiento, y sus
descendientes continúan el linaje de los dinosaurios hasta nuestros días.

Este es uno de mis temas favoritos desde que era


niño. Dinosaurio es un término griego que significa
“lagarto terrible”, porque en efecto lo eran. Surgieron
durante el cretácico y tenían las formas más increíbles
que puedas creer. El más famoso es el tiranosaurio, que
era un carnívoro carroñero, de casi cinco metros de altu-
ra y unos ocho desde la cabeza hasta la cola. ¿Has visto
las casi ridículas garras superiores? No las empleaba
para agarrar, sino para atenazar a su víctima mientras
la devoraba, porque tenía unos músculos súper potentes
en las mandíbulas. Otro es el brontosaurio, que signifi-
ca “lagarto trueno”, porque era tan gigantesco, ¡más de
cuarenta metros!, que cada vez que caminaba, la tierra
retumbaba. Afortunadamente era herbívoro. Otro
“dietético” era el triceratop, una especie de rinoceronte
con tres cuernos y una coraza protectora alrededor del
cuello. ¡Ah, y el estegosaurio! Cosa brava ese animal, que
era como un armadillo con la cola llena de peligrosísi-
mas puntas. Si un tiranosaurio venía a comérselo, tenía
sus buenos problemas, porque tocaba darle la vuelta al
estegosaurio ya que su único punto débil y blando era
el estómago. Pero si no podía, el otro le pegaba un lati-
gazo con la cola rompiéndole un par de tendones con las
púas. Así, quedaba el tiranosaurio indefenso al ataque
de otros carnívoros.

La diferencia básica de los dinosaurios está en la


cadera. Unos la tienen de pájaro (ornitisquios), otros de
reptil (saurisquios). Los primeros, son carnívoros y bípe-
dos. De esos tienes que tener cuidado. ¿Quieres saber
cómo caminaba el tiranosaurio? Mira a una paloma y lo
sabrás. Los otros eran herbívoros y cuadrúpedos, como
las vacas actuales. ¿Ves que no es tan difícil?
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Hubo un grupo bien espe-


cial, los raptosaurios. No
tanto por su protagonismo en
Jurassic Park, sino porque de
ellos derivaron los pterosau-
rios, que son los antepasados
de las aves actuales. Creo que
ya con esto, puedes sobrevivir
en cualquier parque jurásico.
Ten cuidado con los bípedos
pequeñitos, que a pesar de
parecer súper tiernos, escu-
pen veneno y te comen.

5. LOS PRIMEROS MAMÍFEROS


Por: Armando Navarrete Fonseca

Los mamíferos (Mammalia) son una clase de vertebrados amniotas


homeotermos (de «sangre caliente») que poseen glándulas mamarias
productoras de leche con las que alimentan a las crías. La mayoría son
vivíparos (con la notable excepción de los monotremas: ornitorrinco y
equidnas).

Se trata de un taxón monofilético; es decir, todos descienden de un ante-


pasado común que se remonta probablemente a finales del Triásico, hace
más de 200 millones de años. Pertenecen al clado sinápsidos, que incluye
también numerosos «reptiles» emparentados con los mamíferos, como los
pelicosaurios y los cinodontos.

Se conocen unas 5486 especies actuales,1 de las cuales 5 son monotre-


mas,2 272 son marsupiales3 y el resto, 5209, son placentarios. La ciencia
que estudia los mamíferos se denomina teriología, mastozoología o mami-
ferología.
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¿Cuál es la diferencia básica entre un mamífero y reptil?


Muchísimas, pero básicamente tres: 1. Los mamíferos tienen
pelo, así sea uno o dos como el delfín y la ballena, o al menos
lo tuvieron en su etapa fetal. 2. Producen leche, por eso su
nombre viene de “mamma”, o sea ubre. 3. Dan a luz a las
crías vivas y éstas se alimentan dentro de la placenta de la
hembra. Queda pues zanjada la cuestión, porque estas tres
diferencias que a lo mejor leíste con pereza, decidieron el
mundo a favor nuestro, de los sabrosísimos mamíferos, sino
quien sabe qué reptiles inmundos dominarían la Tierra. La
pregunta es ¿de dónde diablos salieron los mamíferos en un
mundo que parecía sacado de una pesadilla de las Tortugas
Ninjas o Steven Spielberg? Es más simple si piensas que un
pelo es una escama modificada. A estas alturas, debes pensar
que estoy loco, pero no es así. Los reptiles tienen un gravísi-
mo problema: les toca calentarse para poder cazar. ¿Has visto
las serpientes o iguanas que parecen dormidas sobre una
roca? Están calentando su organismo para poder moverse.
Los mamíferos pueden no hacer nada y estar siempre listos,
porque su sangre es caliente y no fría como la de nuestros
amigos cocodrilos y tortugas. Uno de estos monstruos del
Cretácico llamado Pelicosaurio (con forma de perro grande
por lo que dicen sus huesos) desarrolló un sistema para liberar
el sudor y mantener el calor. Esas escamas eran pelos. De ahí
vienen los mamíferos. Que aparte de que somos simpatiquísi-
mos, podemos robar huevos de reptiles en la noche, no somos
tan desmesuradamente grandes y nuestras crías tienen más
probabilidad de vivir. Claro, entre nos, te recuerdo que uno de
los animales más maternales del mundo es el cocodrilo. Diga-
mos que si alguien te dice que “tu mamá tiene lágrimas de
cocodrilo”, tómalo como un cumplido.

El gran problema vino hace 65 millones de años, cuan-


do desaparecieron los dinosaurios. Muchos científicos dicen
que cayó un asteroide enorme que causó el acabose: el cielo se
cubrió de polvo e impidió la fotosíntesis de las plantas, conse-
cuentemente los herbívoros se quedaron sin ensalada, y por
ende, los carnívoros sin filete. Adiós la cadena alimenticia.
Otros menos, dicen que aparecieron las mariposas y como no
había quien se las comiera a ellas, estos bellísimos insectos
dieron buena cuenta de la vegetación y sigue el tema de la
cadena alimenticia. Como sea, bendito que seamos vos y yo
mamíferos. Si no hubiera sido así, ya seríamos fósiles de exhi-
bición en cualquier museo de Europa.
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6. LA PRIMERA HUELLA EN EL MUNDO


Por: Sofía López Gutiérrez

Las huellas se detectaron en una playa de Happisburgh, en el este de


Inglaterra, cuando la capa de sedimentos que las cubría fue arrasada por
la intensa marea de la zona.
Los expertos calcularon que las huellas datan de hace unos 800.000
años y corresponden a al menos cinco individuos diferente.
Muchas de ellas, según detallaron, son de tamaño muy pequeño, lo que
podría indicar la presencia de una familia con niños.
Los científicos indicaron que podrían haber pertenecido a una tempra-
na especie humana conocida como homo antecessor, que se sabe vivió en el
sur de Europa en esa época.
Los equipos de investigación tomaron fotografías y video para estudiar
el caso, antes de que las huellas sean finalmente borradas por las olas.

Alguna vez de niño miré la fotografía de unas huellas semihumanas de hace millones de años. Real-
mente me conmovió: eran las de una mamá llevando de la mano a su niño. Mira lo lindo de la escena
hace tanto tiempo. De pronto te imaginas a los primeros hombres vestidos con piel de tigre como los
Picapiedra y luchando ferozmente contra los últimos dinosaurios. Primero que todo, el hombre y el
dinosaurio jamás convivieron y no son nada cercanos en el tiempo. La historia es menos romántica.

Resulta que hace 8 millones de años en el sur del África se sitúan los orígenes del hombre, porque
allí es donde predominaban los simios y gorilas, que a despecho de muchos, son nuestros primos en la
escala evolutiva.

Pasaron otros 3 millones de años para que sucediera un cambio en la evolución de los primates,
y surgieran los australopitecos. Puedes suponerlos con la frente abombada, llenos de pelo y nada
distintos a un simio, pero con una súper gran diferencia: ¡caminaban en dos pies no a cuatro patas!
Dirás, ¡pero sí eso lo hace mi hermanito y a veces mi perro! Lo que pasa es que pasar de cuadrúpedo a
bípedo implica una transformación total en la columna vertebral y en la pelvis. ¿Cuál era la ventaja?
Pregunta maravillosa, ¡pues que podían emplear las manos en cargar cosas! Esos bípedos con manos
inquietas fueron llamados Homo Habilis. Por supuesto, no iban a hacer origamia, pero al menos sí
cargar piedras y defenderse arrojándolas, que eso es mucho para ese tiempo.

Obviamente, tener las manos libres les permitió desarrollar su cerebro, a diferencia de nuestros
contemporáneos que emplean el celular manos libres. Esos primeros hombres empezaron a trabajar
en equipo y para poder hacer eso, tuvieron que ingeniarse un modo de comunicarse. Por eso, mi esti-
mado, ¡hemos llegado a la Historia!
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7. INTRODUCCIÓN A LA HISTÓRIA
Por: Alejandra Aguirre Velásquez

Bienvenido a la Historia. Dirás, ¿y lo otro qué fue? Se


llama Prehistoria porque no tenemos ninguna fecha exac-
ta de cuando sucedió cada cosa, en cambio si te puedo
jurar que la Revolución Francesa sucedió en 1789 y Colón
descubre América en 1492, ¿ves? La Historia comienza
con el lenguaje escrito, cuando alguien traza una pintura
en Altamira o escribe algo. Tú mismo eres un ser histórico
si llevas un diario o escribes constantemente lo que pien-
sas, mientras tanto sigues en la prehistoria porque no has
dejado ningún documento escrito.

De ahora en adelante, empiezan muchos relatos y


crónicas de qué ha sucedido en el mundo, y algunas serán
parte de la historia de tu país. Verás que algunos suce-
sos se repiten de un modo trágico y curioso, como cuando
Carlos XII, Napoleón y Hittler cometerán casi el mismo
error en la guerra contra Rusia. Entonces, dirás, ¡el tiem-
po es circular! Así lo pensó Pitágoras y Federico Nietz-
che, que cada tanto se repiten las mismas cosas. Pero de
pronto, lees que cada vez la guerra es más inhumana o
que progresivamente nos está preocupando a todos temas
como la paz mundial o la ecología global, es decir, que la
historia es progresiva, que va hacia algo, bueno o malo. Si
es así, estás pensando del mismo modo que San Pablo y
Heggel que creían que la historia tenía un comienzo, una
trama y llegaba a un final. Básicamente esas son las dos
formas de ver la historia universal: como un círculo o una
línea con dirección. ¿En cuál estás tú?

Espero que hasta ahora te haya gustado este cuento,


porque lo que viene realmente es mejor: cuentos de amor,
guerras y odios, traiciones y maldades increíbles, destinos
cruzados como puñales. En pocas palabras, tenemos toda
una telenovela y mucho más divertida porque todo fue
real y lo más simpático de todo, te guste o no, protagoni-
zas un capítulo de este cuento porque tú eres parte de la
historia.
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8. ALGUIEN ROBA EL FUEGO A LOS


DIOSES
Por: Jaime Osorio Alarcón

Empecemos la Historia con un cuento, como abrebocas a lo que viene.

Resulta que un buen día, el dios Zeus mandó a llamar a dos titanes, que son gigantes dentro de
la mitología griega. Les dijo algo parecido a esto: “!Eh, oigan ustedes, par de vagabundos! Necesito
que se inventen ya mismo la humanidad y los animales con todo el equipo necesario para vivir!” Los
dos titanes quedaron súper aburridos porque eran tremendamente perezosos. Uno de ellos se llamaba
Prometeo, que significa Prudencia, y el otro Epimeteo, que significa Ocurrencia Tardía (era como medio
retardado).

Epimeteo dijo: “!Salgamos rápido de este trabajo tan jarto!”, y empezó a fabricar cuanto animal se le
venía a la cabeza y le ponía sus atributos. Digamos, “a este metamosle garras, dientes, melena, valentía,
furia y ¡quedó un león!”, otro por ejemplo, “¿qué hago con todas estas escamas, patas feas y pelos que
me sobraron?, pues mezclemos todo eso y hagamos un par de ornitorrincos o topos bien raros”. Lo malo
de don Retardado Epimeteo fue cuando llegó al hombre, ¡no tenía nada con qué hacerlo ni qué darle!, ¡se
había gastado todo en leones, cabras, ornitorrincos y otras pendejadas! Entonces fue corriendo a pedirle
ayuda a su muy genial hermano Prometeo.

Entonces, Prometeo le dijo: “tranquilízate que yo me encargo”. Entonces muy calladito y demasiado
solapadito, se fue hasta el Olimpo, que es la casa de los Dioses, ¡y se robó el fuego! Le dio, pues, dos gran-
des regalos al hombre: caminar erguido y tener el fuego. Ya con eso estaba el hombre listo para la vida.
Por supuesto, Zeus montó en cólera (cólera no era precisamente su caballo) y encadenó a Prometeo por
bonachón a unas rocas en el Caúcaso, y le mandó un buitre de dos cabezas (seguramente tenía una de las
que le sobró a su retardado hermano en la repartición de atributos) para que le comiera el hígado toda
la eternidad, porque cada vez que el pajarraco se comía el hígado éste crecía de nuevo para ser comido.
Esta dolorosísima hepatitis terminó cuando don Hércules mató al ave, que de seguro no se defendió
mucho; ya también estaba jarta de comer hígado todos los días.

Esta es una leyenda griega que cuenta cómo el simio se hizo hombre al ser bípedo y aprendió a
manejar el fuego. No te imaginas lo importante que fue este descubrimiento, mucho más ahora que nos
acercamos a la Edad del Hielo. Abrígate que está helado.
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9. LA EDAD DEL HIELO


Por: Sarita Forero Páez

Hace millones de años sucedieron las glaciaciones, es decir, los glaciares entra-
ron a las llanuras y con ellos un frío tremendo. Afortunadamente para esa época,
el hombre ya sabía cómo manejar el fuego, se vestía con pieles de animales (no era
tan peludo como el Australopiteco o Robbie Williams) y sabía encontrarle utilidades
a las piedras. Pero ante semejante clima tan helado, prefirió retirarse a vivir a las
cavernas. ¡Es que no sabía cómo construir una casa!, entonces a pesar que tenía que
disputarse su muy rupestre apartamento de soltero con una buena manada de osos
salvajes y uno que otro tigre dientes de sable, sabía acomodarse dentro de la roca. Por
eso también esta época es llamada La Edad De Piedra.

Paulatinamente, las nieves y el frío se fueron retirando y dejaron el mundo hermo-


so como siempre. Te voy a relatar dos pequeños cuadros de esa época: va caminando
un elefante gris, redondo y perdidísimo del resto de la manada, ¡de pronto se abre
la tierra donde está parado y cae en un foso lleno de estacas de madera afiladas por
el fuego! Ahí queda el animal más ensartado que papa a la francesa en tenedor. En
el otro cuadro va el mismo elefante gris y bonito, dice: esto no me pasa dos veces,
además elefante que se respete tiene buena memoria. Coge por un segundo cami-
no. Hay una liana amarrada de un árbol a otro. Se dice: ¡cosa tan rara esa cuerda
amarrada!, ¡rompámosla a ver qué aparece! Efectivamente, nuestro intrépido elefan-
te rompe con su trompa la liana y, ¡zaz, le cae desde arriba tremenda estaca afilada
que lo deja literalmente grapado al suelo! Dirás, ¡elefante estúpido que lo ensartan
dos veces seguidas en un párrafo! No es así, resulta que para entonces, el ser humano
tenía plena conciencia que su mejor atributo no era la fuerza ni las garras y menos
la velocidad, sino la inteligencia y la astucia. Por eso construía semejantes trampas
para comer sus buenos perniles de elefante.

Pero no creas que el hombre de las cavernas se la pasaba tragándose cuanto animal
veía, también hizo cosas bellísimas, como la pintura. Ya verás.

10. LAS PINTURAS DE ALTAMIRA


Por: Sebastián Gómez Urquijo

El pasado prefigura nuestros actos. Todas las manos de Rubens, Dalí, Bruegguel y Tiziano están
en una sola. La mano del hombre antiguo que trazó en las paredes de las cavernas, sobre rocas irre-
gulares y con sangre de animales o jugo de plantas, los bisontes de la Cueva de Altamira. ¿Los has
visto? Simplemente son fabulosos y más si piensas que quien los trazó apenas tenía forma humana
y tiene más de 15.000 años de distancia respecto a nuestros más antiguos museos.
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Como dato curioso, la Cueva de Altamira está en España, es considerada por la UNESCO patrimonio
de la humanidad y están tratando de protegerla porque el aire tiende a desaparecer las tintas naturales
con que esta obra fue ejecutada.

Me preguntarás, ¿pero qué clase de vocación estética tenían estos devoradores de elefantes? Honesta-
mente te respondo: ninguna. Muchos han llamado a las pinturas de la Cueva de Altamira como La Capilla
Sixtina rupestre y demás. Para esa época no existía un goce intelectual o artístico en reproducir un bison-
te sobre la piedra, como sí lo hay en los griegos o los florentinos del siglo XIV. Sencillamente era un ritual
de magia que consistía en dibujar el animal antes de cazarlo, como un modo de asegurar una buena faena
y tener muchos bisontes para la cena. Por supuesto, en nada le resta belleza y admiración a estas pinturas.

Como te había dicho antes, esto es Historia. Si no hubieran pintado esos bisontes, sería muy difícil
asegurar que cazaban los primeros hombres sobre la tierra. Nos acercamos paso a paso a la historia, toda-
vía estamos en la prehistoria. No te preocupes, que este cuento se va a poner buenísimo.

11. PALEOLÍTIO Y NEOLÍTICO


Por: Antonio Efrén Arévalo
¿Sabes cuál es la diferencia entre paleo-
lítico y neolítico? La misma que hay entre
la piedra como tal y la piedra transforma-
da en utensilio. Como te contaba antes, el
hombre de las cavernas no era tan bárba-
ro como lo suponemos generalmente. Por
ejemplo, el Cromagnon (el poblador de
Europa) tenía ritos funerarios para honrar
a sus compañeros muertos. Es decir, no
era el animal que se comía los cadáveres
de sus padres (caso de la araña y su paren-
tela), sino que le daba franca tristeza la
muerte de los demás. Incluso, sabemos
que arrojaba sobre el cadáver una espe-
cie de polvo rojo ocre, seguramente para
significar la sangre y el valor de la vida. Es
decir, creía en una vida futura, cosa que es
importantísimo. Nosotros somos anima-
les metafísicos, sabemos que la vida no se
detiene al expirar el último aliento.

Por lo demás, en el paleolítico todos


eran cazadores y guerreros. De hecho,
los neandertales (se llaman así por Nean-
dertal, una zona de Alemania donde se
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encontraron los fósiles de esta variación) fueron eliminados


deliberadamente o integrados por el Cromagnon, que era
mucho más evolucionado. Todo esto sucedió hace 10.000
años, en la última glaciación, porque el hombre de Áfri-
ca viajó a los bosques de Asia y Europa, buscando ríos y
mejores climas para vivir.

Pero el mundo avanzaba antes de un modo similar al


nuestro. Llegaban nuevos inventos y seguramente existían
personas ingeniosas, por lo que en el 6000 a.C. sucedió lo
que conocemos como el Neolítico, que significa “nueva
edad de piedra”. En ese mundo antiguo se construían
palafitos, es decir, aldeas en los lagos construidas con pila-
res de madera sobre el agua. Lo hacían para defenderse de
los grandes animales como los osos o lobos de monte. Para
ese tiempo ya existían canoas y pescaban. Además, tenían
campamentos y cultivaban porque habían conocido como
manejar las tierras y a veces, mejorarlas. Habían pasa-
do de cazadores a labradores, y eso significa un enorme
adelanto en la civilización. Estos hombres poblaron total-
mente Europa hasta las Islas Británicas. Ahora, ¿cómo se
organizaban? Ese era el lío.

12. LAS PRIMERAS SOCIEDADES


Por: William Sierra Forero
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El mundo antiguo no era tan distinto al nuestro, al menos en


apariencia. Digamos, en tu familia todos se protegen y cuidan
el uno del otro; lo mismo sucedía antes. La diferencia era que
tenían que unirse para defenderse de otras familias, porque así
como seguramente hubo hombres buenos, hubo otros de extre-
ma crueldad. Muchas familias se asociaron para las labores de
construcción de la aldea y los palafitos, que ya conoces, así como
para el arado y la siembra. Son labores en equipo, exclusivas del
ser humano.

Esas familias cuando se unieron se llamaron clanes y traza-


ron sus símbolos de unión, que generalmente eran animales, que
veían constantemente. Algunos optaron por el oso, el zorro, la
serpiente, etcétera. Además, ¡hubo brujos! No es que propia-
mente supieran de hechicería, pero tenían rudimentarias nocio-
nes de medicina. Sabían cómo detener una hemorragia e, inclu-
so, existen cráneos que demuestran que podían hacer ciertas
trepanaciones (que yo no me dejaría hacer nunca).

Al igual que en nuestra sociedad, algunas cosas se nos permi-


te y estimula, otras se nos enseña a temer y evitar. También
tuvieron severas leyes y tabúes. Adelantándome unos siglos,
los chibchas en Sudamérica daban pena de muerte a quien
contaminara el agua. Otras sociedades indígenas como las de
Papua-Nueva Guinea estimulan la guerra entre clanes para
evitar la súper población de machos. Los hebreos prohíben la
carne de cerdo no porque no sea realmente sabrosa (cosa que sí
lo es), sino porque como vivían en el desierto, no eran animales
propiamente limpios y traían consigo enfermedades terribles.
¿Por qué un hindú no come carne de vaca? Porque les sirve más
viva que muerta: usan la boñiga como argamasa para pegar sus
baldosas, como combustible para calentar sus alimentos, inclu-
so preparan ciertos alimentos. Las leyes son necesarias y exis-
tían desde las primeras sociedades como temores y tabúes. ¿Ves
que no hemos cambiado mucho?

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