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INTRODUCCIÓN
El sistema a corral se diferencia del pastoril, tanto en la producción de leche como de carne, principalmente,
porque en el primero se logra una adecuada sincronización energía-proteína del alimento. El animal, en este sis-
tema, tiene acceso a una dieta cuyos componentes son mezclados, previamente, a través de un mixer denominado
técnicamente como TRM -total de la ración mezclada-.
A lo largo de este capítulo describiremos los procesos que intervienen en el metabolismo animal y sus efectos
sobre los parámetros productivos.
En el rumen, ocurren los primeros procesos digestivos que influirán sobre la performance del animal. Allí, los
productos finales de la fermentación ruminal (ácidos grasas volátiles -AGV- y la proteína bruta microbiana -
PBM-) abastecen entre el 70 al 80% de los requerimientos energéticos (Sutton,1985) y entre el 40 al 80% de los
requerimientos proteicos de un rumiante (Clark, 1988).
El crecimiento óptimo de los microorganismos ruminales (MR) estará relacionado, primariamente, con la can-
tidad y tasa de digestión de los carbohidratos (CHO) en el rumen (Hoover y Stokes, 1991) y con la disponibilidad
de una fuente de nitrógeno (N) apropiado. Hasta el momento, se sabe que las grasas, de origen animal o vegetal
'tal cual', no proveen energía para el crecimiento de los MR. Sin embargo, la eficiencia de crecimiento micro-
biano puede incrementarse si se emplea una fuente de grasa 'protegida', como por ejemplo, las sales de calcio
asociados a grasas (Erdman, 1995).
Varios estudios han demostrado que la alimentación con CHO rápidamente fermentables en el rumen, como
ocurre con el grano de cebada o maíz con alta humedad -silaje de grano húmedo-, puede estimular la síntesis de la
PBM respecto al grano de maíz o de sorgo seco (Aldrich et al, 1993).
Sin embargo, aquellas fuentes con CHO rápidamente fermentables pueden producir un descenso brusco del
pH ruminal afectando la fermentación de los carbohidratos estructurales (CHOE) de la pared celular de los vege-
tales y el consumo de MS. Todo esto perjudicará la performance animal (Russell et al, 1992).
Como se mencionara anteriormente, los MR que degradan a los CHOE requieren, además de una fuente ener-
gética, un nivel adecuado de nitrógeno proporcionado por amonio (N-NH3), péptidos o aminoácidos (AA) (Rus-
sell y Sniffen, 1984).
El ingreso de N-NH3 a la célula microbiana dependerá, entre otras cosas, de la fuente proveedora de ese com-
puesto y del nivel energético del medio. Varios trabajos registraron una asimilación del amonio a la PBM entre
el 80-85% con dietas rápidamente fermentables (cebada aplastada, alfalfa fresca, etc), pero solo se incorporó el
45-55% cuando se usó henos. Esto indica que la eficiencia de utilización del amonio es alta cuando los aportes
energéticos son adecuados (Broster y Oldham, 1988).
Respecto al nivel óptimo de proteína dietaria degradable en rumen (PDR) que se requiere para proveer una
apropiada concentración de N-NH3, no ha sido definido aún con claridad. Hoover y Stokes (199 l), sugieren que
para no afectar la síntesis de PBM el nivel de PDR de la dieta debiera ser superior al 10-11 % (base seca). Es
más, estos autores consideran que el máximo crecimiento de los MR se obtiene cuando el contenido de PDR osci-
la entre el 14 al 15% (base seca).
Asimismo, la tasa de absorción del amonio a través de las paredes de los microorganismos es dependiente del
pH y de la concentración de amonio en rumen. La absorción es rápida a pH 6,5 o más alto, declina a medida que
éste desciende, y se hace prácticamente nula con un pH de 4,5. Por otro lado, la absorción de amonio se incre-
menta a medida que aumenta la concentración ruminal de este compuesto. Sin embargo, se encontraron efectos
tóxicos cuando las concentraciones de amonio superan los 100 mg/dl, el pH ruminal está por arriba de 8 y la con-
centración de amonio en el plasma sanguíneo es cercana a los 2 mg/ dl (Aldrich, 1998).
PROTEÍNA METABOLIZABLE
Se entiende por proteína metabolizable (PM), digestible en intestino delgado, a la sumatoria de la proteína di-
gestible de origen microbiano (PMD) y la proteína dietaria indegradable en rumen 'by pass' (PDI).
En esta publicación se ha aceptado las definiciones de ambas proteínas propuestas por el AFRC, (1993).
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Cuadro 1.- Proteínas metabolizables de distintos alimentos (Adapt. de Aldrich et al, 1997).
Proteína Met. Prot. Met.
Total Prot. Met. Prot. Met./kg PB
Fuente de PDI de bact. Rum.
(g/kg MS) (g/kg PB)
(g/kg MS) (g/kg MS)
Harina de soja (48 % PB) 161,5 48,5 210 395,0
Harina de sangre 542,0 0,4 542,4 580,0
Corn Gluten Feed 344,0 39,5 383,5 590,0
Grano de maíz (seco) 34,4 67,0 101,4 546,6
Silaje de maíz 15,0 84,4 99,4 613,3
Silaje de alfalfa (20 % PB) 20,0 48,6 68.6 350,0
Heno de alfalfa (20 % PB) 50,0 46,3 96,3 480,0
Las fuentes ricas en carbohidratos (silaje de maíz, corn gluten feed, etc) aportan una mayor proporción de PM
que las fuentes ricas en PB indegradable en rumen (PDI) (harina de sangre). Esto ocurre porque la proteína de
origen microbiano (PBM) se incrementa a partir de aquellos alimentos al disponer de una mayor cantidad de ca-
denas carbonadas y de energía.
Algo similar se observa con el silaje de maíz respecto al silaje de alfalfa, donde el primero produce un mayor
nivel de proteína metabolizable (en gramos PM/kg de MS o de PB) que el segundo. Este fenómeno es producto
de la alta proporción de amonio que se genera en rumen, por hidrólisis de la proteína y el alto nivel de carbohi-
dratos no estructurales degradables en rumen (CHNEDR) del silaje de Maíz mientras que el de alfalfa carece de
un adecuado contenido de azúcares.
Existe una correlación positiva entre el consumo de MS y la proteína metabolizable de la dieta, y negativa con
el contenido energético de la misma. Cuando la cantidad de forraje es limitante, la suplementación energética, y
no la proteica, sería la alternativa más conveniente a fin de aumentar la producción de leche. Esto es debido a
que una suplementación con proteínas 'by pass' aumentaría el consumo de forraje, el cual esta limitando, y no
aportaría la energía que se requiere para producir un incremento en leche (Newbold, 1994) .
Un proceso inverso ocurre en dietas con alta densidad energética, como los granos o concentrados. Con estos
suplementos se requiere una menor ingestión de MS para satisfacer las demandas en energía metabolizable del
animal. Por ello, en estos casos, se debe elevar el contenido proteico de la ración al disminuir el consumo de MS
total (Broster y Oldham, 1988).
Si no se corrige esta deficiencia de nitrógeno respecto a los CHO se puede afectar la síntesis de proteína bruta
microbiana (PBM) al generar un ambiente inapropiado, con exceso de acetatos y butiratos. Estos AGV pueden
perderse, en gran parte, como calor -ciclo cítrico o krebs-, a nivel de las células microbianas (Nocek y Russell,
1988).
Todo indica que una óptima sincronización, en tiempo y forma, entre la CHO y PDR mejoraría la eficiencia y
cantidad de PBM.
Broster y Oldham (1988) sintetizaron la relación entre el consumo de energía, medido en distintos parámetros,
con la cantidad de proteína o nitrógeno microbiano sintetizado.
Lykos (1996) estudió, recientemente, «en laboratorio» distintos niveles de Carbohidratos no estructurales de-
gradables en rumen (CHONEDR), desde 66.2 a 81.8%, usando corn steam flaked -maíz en copos tratados con
vapor-. En este trabajo la PDR varió entre 57.9 a 68.1 % abastecida por porotos de soja tostados. La máxima
producción y eficiencia de síntesis de PBM se alcanzó con 61.4% de PDR y 81.4% de CHONEDR. Este resulta-
do es consistente con el trabajo «in vivo» realizado por Aldrich et al (1993) quienes encontraron, también, que la
más alta producción de PBM respondió a dietas con el mayor nivel de PDR y CHONEDR. Entonces, se puede
decir que existe una correlación positiva entre la síntesis de PBM, la digestión del alimento y el consumo de pro-
teína dietarla degradable en rumen (PDR). Esto fue confirmado en un estudio llevado por Aldrich et al (1997)
quienes hallaron que la digestión de la MS, la de los CHOE y de la proteína, realizada por los microorganismos
ruminales, aumentaba a medida que se incrementaba el nivel de PDR.
En síntesis, para un máximo crecimiento de los microorganismos ruminales se requiere un nivel adecuado de
CHO estructurales y no estructurales con una fuente de PDR apropiado y, fundamentalmente, que exista un en-
cuentro simultáneo de ambos componentes - metabolitos energéticos y proteicos-
Normalmente, en el sistema a corral se mezclan todos los ingredientes de la dieta en un mixer (TMR), llegan-
do al rumen, en forma simultánea, los diferentes componentes del alimento. De esta manera y favorecidos por el
sincronismo energía-proteína se desarrollan los distintos procesos metabólicos. Asimismo, se amortiguan las
fluctuaciones del pH ruminal, mejorando el desarrollo de los microorganismos y con ellos, la digestión de la fibra
(AGV).
Esto no ocurre en el sistema pastoril, donde es casi imposible que se produzca un encuentro simultáneo de los
distintos componentes de la dieta, a nivel ruminal. Esta es una de las principales diferencias entre ambos siste-
mas, lo que ocasiona menores ganancias de peso o producciones de leche respecto al sistema anterior.
Recientemente, a diferencia de lo que se creía, se comprobó que la caminata no es la causa principal de la me-
nor performance que se obtiene en el sistema pastoril. Esta conclusión es producto de un estudio realizado en la
EEA INTA Balcarce por Di Marco y otros (1994), en forma experimental, con novillos sujetos a distintos esfuer-
zos. Estos autores comprobaron que las pérdidas de energía ocasionadas por las caminatas (con barro, plano in-
clinado, etc) no superaron el 8 al 12% de los requerimientos de mantenimiento.
Además, la sincronización energía-proteína se requiere, entre otras cosas, para una adecuada síntesis de pro-
teína, tanto muscular, tisular como láctea, ya que éste es el proceso metabólico que tiene la mayor demanda de
energía metabolizable (3 a 5 ATP/ cadena peptídica sintetizada) (Forbes and France, 1994).
Broster y Óldham (1988) estimaron que la necesidad proteica de una vaca lechera de mediana a alta produc-
ción es de 58.5 ± 1.82 gr. de proteína bruta digestible por Kg de leche producida, con un intervalo de confianza
(P=0.05) entre 52.3 a 60 gr/Kg de leche.
Asimismo, habría una variación de los requerimientos de sincronización energía-proteína según el estado de la
lactancia. En un estudio llevado a cabo por Paquay et al (1973) utilizando vacas lecheras, encontraron que la
relación óptima energía-proteína disminuye con el tiempo a partir del parto (Cuadro 2).
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Figura 1.- Degradabilidad ruminal de la proteína de la harina de soja, h. de pescado y grano de cebada
Fuente: Broderick et al (1988)
La tasa de pasaje del 2%/hora corresponde a un consumo de mantenimiento, 5% al consumo de terneros, novi-
llos con altas ganancias de peso o vacas lecheras con producciones inferiores a los 15 kg/d. Mientras, que una
tasa de pasaje del 80%/hora responde al consumo de una vaca lechera de alta producción (> 15 kg/d) (Colucci et
al, 1982).
Asimismo, la digestibilidad ruminal de otros componentes de la dieta (los CHO no estructurales y la fibra)
también es afectada por cambios en la tasa de pasaje.
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CONCLUSIÓN
Los factores que afectan la sincronización energía-proteína son variables y complejas. Queda por delante un
verdadero desafío. De su interpretación y ajuste dependerá gran parte de los resultados productivos y económicos
del sistema pastoril.
El potencial productivo de los animales en este sistema todavía no se conoce. Por ello, en la medida que se
mejore la calidad y sincronización de los alimentos, en tiempo y forma en el rumen, se obtendrán ganancias de
peso o producciones de leche significativamente superiores a las actuales.
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