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LA PROTEINA Y LA PRODUCCION
Se indica que durante la lactancia temprana es necesario un porcentaje de 16-18% de proteína
cruda por la vaca en la dieta; en la lactancia media se requieren niveles entre 14 y 16% de proteína
cruda y finalmente en la lactancia tardía dichos valores deben oscilar entre un 12 y 14% de
proteína cruda requerida (Jacobs & Hargreaves, 1999).
Tabla 1. Resultados en 6 hatos alimentados con raciones bajas en proteínas (Chase ,2016)
LA PROTEINA Y LA FERTILIDAD
La fertilidad es una característica de baja heredabilidad, que por lo tanto depende en gran medida
de factores ambientales y de manejo. La nutrición, el sistema de estabulación, el clima y el manejo
en general juegan un papel fundamental para alcanzar las metas reproductivas. Los procesos
fisiológicos del organismo tienen diferentes prioridades nutricionales. En general, las funciones
reproductivas tienen una prioridad baja comparado a otros procesos como la lactancia. Por lo
tanto, bajo ciertos periodos de altas demandas nutricionales durante la lactancia, los nutrientes se
dirigen preferentemente hacia la glándula mamaria para la síntesis de leche, y otros órganos como
el útero o los ovarios se verán desprovistos de nutrientes esenciales. O sea a medida que se
deprime la nutrición se afecta primero la reproducción antes que la lactancia. Como resultado de
esta redistribución, pueden ocurrir desbalances hormonales, anestro, quistes ováricos, mortalidad
embrionaria y, por ende, fertilidad reducida. El impacto negativo del exceso de proteína, rica en
proteína soluble y proteínas altamente degradables ha sido bien documentada. Sin embargo este
tópico es aún controversial (Melendez y col,2011) .
Según NRC (2001), los requerimientos de proteína en vacas en lactancia incluyen las exigencias de
mantenimiento y de producción.
Se ha reportado que la producción de leche en la lactancia de la vaca y el consumo de materia
seca (CMS) pueden ser incrementados aumentando el consumo de proteína en la ración de
alimento (dietas con 17-19% proteína cruda) (Butler, 2000), pero si esta estrategia se aplicara, se
pueden generar efectos negativos sobre el desempeño reproductivo (Bindari y col., 2013; Butler,
1998; Santos, 2001).
Los carbohidratos fermentables en rumen juegan un papel importante en la eficiente producción
de proteína microbial (Butler, 2000). Cuando la disponibilidad de energía fermentable es limitada
o hay excesivas cantidades de proteína en la dieta, el amoníaco escapa del rumen vía porta para
llegar a hígado y ser convertido a urea, proceso por el cual se eliminan excesos de éste
componente.
Una de las situaciones de origen nutricional asociada a metritis es el exceso de proteína cruda en
la dieta. Las vacas requieren de un adecuado aporte de proteína. En el afán de suplir las
necesidades nutricionales y evitar las limitaciones de aminoácidos, se cae en el error de
suministrar excesos de proteína, trayendo como consecuencia una disminución de la eficiencia
reproductiva, debido a la relación de los altos niveles de proteína en la dieta con la falla
reproductiva específica (Campos y col, 2008)
Dependiendo de la severidad del déficit energético, el catabolismo tisular puede alcanzar
magnitudes exageradas y, si a él se suman los excesos de amonio formado por el déficit de energía
a nivel ruminal, es probable que fenómenos fisiológicos se conviertan en patológicos (Campos y
col, 2008).
La alta concentración de nitrógeno uréico en sangre genera una alta excreción de urea en leche y
orina (Roseler et al., 1993) y además afecta el ambiente uterino necesario para la sobrevivencia
del embrión (Butler, 2000; Santos, 2001, Campos 2008).
Hay una hipótesis que plantea que la concentración de LH, y por lo tanto de progesterona,
podrían verse afectadas por elevados niveles de proteína en la ración, tal vez no en forma directa
sino, por la deficiencia de energía que los excesos proteicos generan (Campos et al, 2008).
Cuando la cantidad de amoníaco de desecho supera la actividad excretora del hígado, la vaca
puede presentar una intoxicación. Además, se ha reportado que dietas con altas concentraciones
de PB tienen efectos negativos sobre la concentración de progesterona en plasma (Butler, 2000).
Altos niveles de PB en la dieta de vacas recién paridas altera las condiciones uterinas necesarias
para un óptimo desarrollo embrionario a través de la disminución del pH uterino, por medio del
incremento de los niveles uterinos de urea (Butler, 2000). Se ha descrito que existe una relación
inversa entre nitrógeno uréico en plasma y el pH uterino (Elrod & Butler, 1993).
Tabla 2. Producción de leche en hatos de trópico alto y Medio-bajo en Colombia (Osorio, 2016)
Parto 1 Parto 2 Parto 3 Parto 4-6
TROPICO ALTO, 1252 lactancias
Pico de producción litros/vaca/dia. 29 34.9 37.8 38.6
Prod. Total litros 7083 8062 8687 8962
TROPICO MEDIO-BAJO,1226 lactancias
Pico de producción litros/vaca/dia. 17.1 21.8 23.6 24.3
Prod. Total litros 4025 4875 5291 5524
En el mismo estudio, se muestra que solo el 11% de las vacas de trópico alto están en un rango de
producción de 25 a 30 litros, y el 51% de las vacas de trópico medio-bajo están entre 20-25 litros.
Datos de investigaciones en Cornell concluyen que vacas de hasta 40.8 litros pueden alimentarse
con raciones balanceadas de 16.5% de PB o menos (Chase , 2016). ¿Sera necesario 18% de PB para
alimentar nuestros hatos? . Es discutible. Bajo este panorama se justifica el uso de raciones más
bajas en proteínas y más energía que las convencionales de las plantas de alimentos.
Si mencionamos los raigrases y los tréboles, los valores son superiores y si consideramos que hay
muchos ganaderos que usan nitrógeno no proteico en sus dietas el panorama es más crítico.
La calidad nutricional de estas especies e híbridos varía entre ellas pero de manera general se
puede afirmar que tienen menos FDN (45-55%) y FDA (20-35%) que el kikuyo. Esto implica que
tienen un mayor valor energético y potencial de consumo (Carulla et al).
Para trópico bajo y medio el pasto más común es la estrella africana que reporta valores entre 10-
14% de PB para el Valle del Cauca (Morales et al, 2016) y entre 14.8 y 22.7% en Valle y eje
cafetero (Osorio, 2016).
Avellaneda y col. en 2018, cambiaron suplementos comerciales de 18 a 21% de PB a valores tan
bajos de 8-13.2% PB en tres hatos de trópico alto colombiano. En la tabla 3 se muestran las dietas
ofrecidas y el control o testigo. En la tabla 4 se muestra que la suplementación a mínimo costo,
con bajas concentraciones de PB, no afectaron la producción, ni la calidad composicional de la
leche, y redujo la excreción de nitrógeno vía leche en 9.5 % en promedio.
La utilización de suplementos bajos en proteína, formulados a mínimo costo con recursos
disponibles a nivel local, redujeron los costos por suplementación entre 5.1 y 19.4 %.
Tenemos también la experiencia en hatos en la zona del Quindío que han implementado el uso de
suplementos energéticos con 14% de PB, mejorando los litros libres, la eficiencia alimenticia, el
MUN y los costos de producción en más de 20% (Oviedo, datos no publicados).
Aquí entra a jugar el factor económico; si el precio del litro de leche es inferior al del kilo de
concentrado la rentabilidad del sistema es cuestionable (Henríquez, 2010).
Tabla 4. Resultados de producción de leche, grasa , proteínas , sólidos y NUL de vacas sometidas
a bajos niveles de proteínas en trópico alto(Avellaneda y col , 2018)
PRECAUCIONES AL CAMBIO.
Para Hristov de la Universidad de Pensilvania, los 3 aspectos claves a controlar son el porcentaje
de proteína en leche, el nivel de nitrógeno ureico en la leche y la producción de leche (10).
Existe una fuerte variabilidad en la composición de la ración diaria en hatos lecheros comerciales.
Si bajamos la PB en la ración debemos tratar de mantener la composición de la dieta original
formulada como sea posible. Los cambios en la MS del forraje , su calidad/digestibilidad y
contenido en PB, la adición de subproductos no analizados, o deficiencias de nutrientes esenciales,
particularmente energía, todos tendrán un gran impacto en la cantidad de proteína que está
siendo consumida por las vacas o sus requerimientos de proteína y por lo tanto puede tener un
efecto negativo en la producción de leche o su composición. Por ejemplo, las dietas con una
concentración de PB del 16% o menos no son escasas en granjas comerciales. Es muy común
encontrar granjas con suplementos por debajo del 16% y en algunos casos el 14% y menos.
Es evidente que cuando los precios del concentrado suben, las dietas pueden llegar a niveles
críticamente bajos de PB que pueden limitar la producción en algunos rebaños en especial los de
alta producción. La proteína en la dieta no debe ser reducida en dietas que no cumplen con los
requerimientos de las vacas para otros nutrientes, particularmente energía.
El primer factor y más importante para la exitosa reducción de proteína dietética cerca o por
debajo de los requisitos de PM del animal es mantener el equilibrio de la energía neta o
aumentarla ligeramente por encima de los requerimientos.
Los aminoácidos son inevitablemente utilizados para síntesis de glucosa por la vaca, pero su papel
como fuente de energía para mantener la producción, convierten a la energía en lo más
importante si la dieta es deficiente. Las vacas recién paridas de alta producción, son otro ejemplo
de que la proteína en la dieta no debe ser reducida, y de hecho, algunos datos sugieren que debe
aumentarse (Hristov, 2015).
Mientras que el exceso de proteína en la dieta puede afectar la reproducción y puede aumentar
las cojeras, no hay evidencia que indique que reducir los niveles de PB en la dieta a alrededor de
140 a 150 g de PC / kg de MS tengan algún efecto perjudicial sobre la fertilidad o la salud de las
vacas. Modelos contemporáneos que estiman los requisitos de PM de las vacas lecheras pueden
requerir ajuste y validación adicional para predecir respuestas con dietas bajas en PB (Sinclair et al,
2014).
El suministro de energía y aminoácidos esenciales para una adecuada producción de proteína
microbial parece ser la forma más adecuada de disminuir la proteína en la ración total (Parrot,
2018).
Dietas bajas en proteína pueden mejorarse con la suplementación de aminoácidos, especialmente
los limitantes para la producción de leche. La metionina es considerado el primer aminoácido
limitante para las vacas lecheras. En algunas situaciones, es muy probable que con dietas altas en
maíz, sea la lisina el aminoácido limitante. Datos recientes han demostrado que histidina puede
ser también un aminoácido limitante en dietas de maíz ensilado/alfalfa, deficientes en PM.
Ensayos a largo plazo demostraron que la suplementación de estas dietas con niveles crecientes
de histidina mejoraron la producción de leche, el % de PB en leche y la rentabilidad, y el consumo
de MS (Chase, 2016).
La alimentación de vacas lecheras con baja PB reduce la entrada de nitrógeno, mejora la eficacia
de la utilización de nitrógeno y reduce las pérdidas de nitrógeno del estiércol. Los productores de
leche están interesados en no sobrealimentar proteína sobre todo para reducir los costos de
producción (Avellaneda y col, 2018).
El reto del sector lechero colombiano es aumentar la productividad a costos razonables y
lograr un mayor número de productores altamente productivos con bajos costos (Carulla, 2015).
A los precios de Agosto de 2019, los costos de formulación entre un balanceado de 16 a18% de PB
se incrementan promedio en 17% aproximadamente y de 14 a 18% de PB en 20%, y este costo se
traslada al precio público. “Mientras el precio de la leche subió apenas el 3.23 %, el de los
alimentos concentrados se incrementó casi tres veces, es decir, el 9 % en el 2018”, recalcó un
ganadero colombiano (2).
Estas intervenciones dietéticas siempre llevan el riesgo de disminuir la producción de leche, sin
embargo, deben ser evaluados cuidadosamente por un nutricionista antes de ser implementadas
correctamente.
CONCLUSIONES
Existe evidencia científica comprobada que vacas alimentadas con el tipo de pastos que
manejamos en el clima frío requieren casi exclusivamente de suplementos de tipo energético,
materias primas como el maíz, sorgo, papa y yuca serían los indicados en un programa de
suplementación, en la actualidad un kilo de maíz es más barato que un kilo de concentrado
comercial (Hernández, 2010).
Ganado lechero no tienen un requerimiento de PB, pero necesita aminoácidos absorbibles para
satisfacer requerimientos para apoyar la lactancia, el embarazo, el mantenimiento y el
crecimiento. Una manera biológicamente más correcta para balancear raciones está utilizando el
enfoque de PM. Esto lo describe más detalladamente Varga (2007).
Reducir la PB en las dietas requiere mucho cuidado para asegurar que las respuestas de
rendimiento lechero al incluir dietas con menos de 15% de PB. La estrategia debe dirigirse a
optimizar la síntesis de proteína microbiana y la proteína metabolizable sin reducción en la
producción de leche y el consumo de MS. También debe prestarse mucha atención a la naturaleza
y el nivel de las fuentes de energía fermentable y no fermentable en dichas dietas. La leche
corregida en grasa y la proteína láctea responden muy bien al aporte de los aminoácidos
esenciales lisina y metionina para integrar la proteína metabolizable. Las respuestas pueden ser
mayores en el inicio de la lactancia pero actualmente se necesita más investigación en estas vacas
de mejor producción con el uso de baja PB. Por último, no hay efectos perjudiciales en fertilidad y
salud al alimentar con dietas bajas en PB.
Los niveles de proteína en la dieta para las vacas lecheras en lactancia podrían reducirse a un
mínimo de 14% de proteína cruda (PC) con poca o ninguna pérdida en el rendimiento y la calidad
de la leche, siempre que se tenga en cuenta la composición de la dieta con respecto al nivel y
naturaleza del forraje y la inclusión de concentrados. Sin embargo, predecir las respuestas del
rendimiento de la leche a los bajos niveles de PC en la dieta se complica por la escasez de datos
que existen para las vacas lecheras contemporáneas de alto rendimiento, particularmente para los
sistemas de alimentación del Reino Unido. Por lo tanto, se requiere más investigación para
cuantificar mejor las respuestas de producción a los bajos niveles de PC en la dieta,
particularmente durante la lactancia temprana. Mientras tanto, se debe tener precaución al
formular dietas bajas en PC para vacas lecheras (DairyCo, 2103)
La investigación adicional es necesaria, pero ya tenemos unos hatos de la zona cafetera que nos
indican que muchos ganaderos tienen una oportunidad para reducir los niveles de PB en la ración
sin alterar la producción de leche y sus componentes. Sin embargo los cambios deben hacerse con
precaución teniendo en cuenta los siguientes puntos:
1. Es su hato candidato para una proteína más baja? Que producciones y picos tiene?
2. La ración actual tiene una proteína mayor del 16%.
3. Tiene un MUN mayor que 14 o 16 mg/dl?
4. Es constante en su programa de manejo de la alimentación? Maneja las etapas? Hace
suplementación desafiante en recién paridas? Este factor puede llevar a conclusiones erradas.
5 Conoce usted la composición en PB de sus forrajes? Los fertiliza? Más PB en los forrajes le
permitirá menos PB en el suplemento.
6. Como productor lechero cree que este enfoque funcionará?
7. Tiene la asesoría suficiente de un nutricionista con experiencia para monitorear las posibles
respuestas a los ajustes en los niveles de PB?
8. Monitorear los resultados. Lleve registros completos para calcular días en leche, los litros libres ,
la eficiencia alimenticia y la productividad.
9. El balanceado a usar debe ser rico en energía, aminoácidos esenciales, almidones y azucares y
que aporte una adecuada proteína metabolizable.
10. Que manejo nutricional usa con vacas de primer parto?
Creo que muchos de nuestros hatos colombianos y latinoamericanos tienen el potencial para
reducir las concentraciones de ración PB al menos 2 a 4 unidades sin afectar la producción de
leche, la salud y la fertilidad. Tenemos varios hatos en la zona cafetera que están haciendo el
cambio con buenos resultados, disminuyendo el MUN y con una economía en la suplementación
del 20% o más (Oviedo, Datos no publicados).
Si el precio del litro de leche es inferior al del kilo de concentrado la rentabilidad del sistema es
cuestionable. Somos producto de un país en donde la investigación formal en el sector pecuario
desapareció hace años, lo cual ha repercutido en una enseñanza universitaria basada en
resultados de investigación provenientes de países con economías agrícolas altamente
subsidiadas y con un medio ambiente muy diferente al nuestro, lo cual hace que lo que allá
funciona, posiblemente aquí no se pueda aplicar (Henríquez, 2010). Es necesario producir nuestra
propia investigación.
FUENTES CONSULTADAS.