Está en la página 1de 7

SEGUNDA PARTE

4. EL IUSNATURALISMO Y EL SURGIMIENTO DEL ESTADO MODERNO.

a. Naturalismo político

i) La república aristocrática ideal de Platón

 “Mito de los metales”: la división natural en clases sociales

“Vosotros, todos cuantos habitáis en el Estado, sois todos hermanos. Pero el Dios que os moldeó, puso oro
en la mezcla con la que se generaron cuantos de vosotros son capaces de gobernar, por lo cual son los que
más valen; plata, en cambio, en la de los guardias; y hierro y bronce en la de los labradores y demás
artesanos. Existe un oráculo según el cual el Estado sucumbirá cuando lo custodie un guardián de hierro o de
bronce”.

Platón, La República, Libro III, 414c-415d

 Fijismo de las clases sociales y sus competencias

“La justicia consistía en hacer lo que es propio de uno”.

Platón, La República, Libro IV, 433, b, 434 a

 Tesis del filosofó Rey: la sabiduría como la virtud propia del gobernante

“A menos que coincidan en una misma persona el poder político y la filosofía no habrá, querido Glaucón,
fin de los males para los Estados ni tampoco creo, para el género humano”.

Platón, La República, Libro V, 473, d

ii) Aristóteles: teoría del zoon politikón (“animal político”)

“De todo esto es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un
animal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar es, o un ser inferior, o un ser superior al hombre.
La razón por la cual el hombre es un ser social es que es el único animal que tiene palabra. La palabra es
para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del hombre frente a
los demás animales: poseer él solo el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás
valores y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad”.

Aristóteles, Política, I. 1253 a

b. El iusnaturalismo

i) Thomas Hobbes: el “hombre lobo del hombre”

“La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en sus facultades corporales y mentales que la
diferencia entre hombre y hombre no es lo bastante considerable como para que uno de ellos pueda reclamar
para sí beneficio alguno que no pueda el otro pretender tanto como él.
1
De esta igualdad de capacidades surge la igualdad de alcanzar nuestros fines. Y por lo tanto si dos
hombres cualesquiera desean la misma cosa, que, sin embargo, no pueden ambos gozar, devienen
enemigos; y en su camino a su fin (que es principalmente su propia conservación) se esfuerzan mutuamente
en destruirse o subyugarse.

Es por ello manifiesto que, durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que les
obligue a todos al respeto, están en aquella condición que se llama guerra; y una guerra como de todo
hombre contra todo hombre.

Lo que puede, en consecuencia, atribuirse al tiempo de guerra en el que todo hombre es enemigo de todo
hombre, puede igualmente atribuirse al tiempo en el que los hombres también viven sin otra seguridad que la
que les suministra su propia fuerza y su propia inventiva. En tal condición no hay lugar para la industria,
porque el fruto de la misma es inseguro. Y, por consiguiente, tampoco cultivo de la tierra; ni navegación;
ni uso de los bienes que pueden ser importados por mar; ni construcción confortable; ni instrumentos para
mover y remover los objetos que necesitan mucha fuerza; ni conocimiento de la faz de la tierra; ni computo
del tiempo; ni artes; ni letras; ni sociedad; sino, lo que es peor que todo, miedo continuo y peligro de
muerte violenta; y para el hombre una vida solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta” ,

Hobbes1, Leviatán, Libro I, capítulo XIII

ii) El “buen salvaje” y el contrato social

(α) “El hombre en estado de naturaleza vive solo, ocioso y siempre está en peligro; piensa poco y duerme
mucho. Es naturalmente bueno. Cuando el hombre salvaje está satisfecho vive en paz con toda la
naturaleza y es amigo de todos sus semejantes.

¿Qué es lo que saca al hombre de este estado primitivo? El primero que habiendo alambrado un terreno,
tuvo la idea de decir “esto es mío” y encontró gente tan simple como para creerle, ese es el verdadero
fundador de la sociedad.
Rousseau2, Discurso sobre el origen de la desigualdad

(β) “El hombre ha nacido libre y por todas partes se encuentra encadenado. Alguno que se cree el dueño
de los demás no es menos esclavo que ellos ¿Cómo se ha producido este cambio? Lo ignoro. ¿Qué puede
volverlo legítimo? Creo poder resolver esta cuestión.

Supongo a los hombres llegado a un punto en que los obstáculos que perjudican su conservación en el estado
de naturaleza triunfan. El estado primitivo no puede, entonces, subsistir más; y el género humano perecería
si no cambiara de manera de ser. Los hombres no tienen otro medio de conservarse que formar por
agregación una suma de fuerzas que pueda superar cualquier resistencia.

Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con toda la fuerza común, la persona y los bienes
de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos, obedezca tan sólo a sí mismo, y queda tan
libre como antes. Tal es el problema fundamental al cual el contrato social da solución”
1
Thomas Hobbes (Gran bretania,1588-1679), fue un filósofo inglés considerado uno de los fundadores del iusnaturalismo y el
teórico por excelencia del absolutismo político. Su obra más importante fue el Leviatán (1651), donde sentó las bases de la teoría
contractualista.
2
Jean-Jacques Rousseau (Suiza 1712-1778) fue un filósofo iusnaturalista suizo-francés que por sus conflictos con la corriente
ilustrada (si bien en muchos aspectos formaba parte de ella) fue considerado un precursor del romanticismo.
2
Rousseau., El contrato social, capítulo I.

c. El marxismo y el estado clasista

i) La “dictadura del proletariado” y la superación del Estado burgués

 La extinción del Estado burgués

“Toda la teoría de Marx es la aplicación de la teoría del desarrollo al capitalismo moderno. El comunismo
procede del capitalismo, se desarrolla históricamente a partir del capitalismo, es el resultado de la
acción de una fuerza social engendrada por el capitalismo. En Marx no encontramos ni rastro de intento
de construir utopías, de hacer conjeturas en el aire respecto a cosas que no es posible conocer. Marx plantea
la cuestión del comunismo como el naturalista plantearía, por ejemplo, la cuestión del desarrollo de una
nueva especie biológica, sabiendo que ha surgido de tal y tal modo y se modifica en tal y tal dirección
determinada.

Los diversos Estados de los diversos países civilizados tienen todos algo de común: que reposan sobre
el terreno de la sociedad burguesa moderna, más o menos desarrollada en el sentido capitalista. Tienen,
por tanto, ciertas características esenciales comunes. En este sentido cabe hablar del “Estado actual” por
oposición al del porvenir, en el que su raíz de hoy, la sociedad burguesa, se extinguirá.

 La transición del capitalismo al comunismo: la dictadura del proletariado

Lo primero que ha sido establecido con absoluta precisión por toda la teoría de la evolución y por toda la
ciencia en general -y lo que olvidaron los utopistas y olvidan los oportunistas de hoy, que temen a la
revolución socialista- es el hecho de que, históricamente, tiene que haber, sin ningún género de duda, una
fase especial o una etapa especial de transición del capitalismo al comunismo.

La transición de la sociedad capitalista, que se desenvuelve hacia el comunismo, a la sociedad comunista, es


imposible sin un "período político de transición", y el Estado de este período no puede ser otro que la
dictadura revolucionaria del proletariado.

Ahora bien, ¿cuál es la actitud de esta dictadura hacia la democracia? En la sociedad capitalista, tenemos un
democratismo más o menos completo. Pero este democratismo se halla siempre comprimido dentro de los
estrechos marcos de la explotación capitalista y es siempre, en esencia, por esta razón, un democratismo
para la minoría, sólo para las clases poseedoras, sólo para los ricos. La libertad de la sociedad capitalista
sigue siendo, y es siempre, poco más o menos, lo que era la libertad en las antiguas repúblicas de Grecia:
libertad para los esclavistas. Democracia para una minoría insignificante, democracia para los ricos: he
ahí el democratismo de la sociedad capitalista.

Pero, partiendo de esta democracia capitalista -una democracia profundamente hipócrita y mentirosa- el
desarrollo progresivo, no discurre de un modo sencillo, directo y tranquilo "hacia una democracia cada vez
mayor", como quieren hacernos creer los profesores liberales y los oportunistas pequeño-burgueses. No, el
desarrollo progresivo, es decir, el desarrollo hacia el comunismo pasa a través de la dictadura del
proletariado, y no puede ser de otro modo, porque el proletariado es el único que puede, y sólo por este
camino, romper la resistencia de los explotadores capitalistas.

3
 La dictadura del proletariado: democracia para los oprimidos, represión para los opresores

Pero la dictadura del proletariado, es decir, la organización de la vanguardia de los oprimidos en clase
dominante para aplastar a los opresores, no puede conducir tan sólo a la simple ampliación de la democracia.
A la par con la enorme ampliación del democratismo, que por vez primera se convierte en un democratismo
para los pobres, la dictadura del proletariado implica una serie de restricciones puestas a la libertad de
los opresores, de los explotadores, de los capitalistas. Debemos reprimir a éstos, para liberar a la
humanidad de la esclavitud asalariada, hay que vencer por la fuerza su resistencia, y es evidente que
allí donde hay represión, donde hay violencia, no hay libertad ni hay democracia.

Democracia para la mayoría gigantesca del pueblo y represión por la fuerza, es decir, exclusión de la
democracia, para los explotadores, para los opresores del pueblo: he ahí la modificación que sufrirá la
democracia en la transición del capitalismo al comunismo.

 La extinción de la democracia en de la verdadera “libertad”

Sólo en la sociedad comunista, cuando se haya roto ya definitivamente la resistencia de los capitalistas,
cuando hayan desaparecido los capitalistas, cuando no haya clases (es decir, cuando no haya
diferencias entre los miembros de la sociedad por su relación hacia los medios sociales de producción),
sólo entonces “desaparecerá el Estado y podrá hablarse de libertad”. Sólo entonces será posible y se hará
realidad una democracia verdaderamente completa, una democracia que verdaderamente no implique
ninguna restricción. Y sólo entonces la democracia comenzará a extinguirse, por la sencilla razón de
que los hombres, liberados de la esclavitud capitalista, se habituarán poco a poco a la observación de
las reglas elementales de convivencia, conocidas a lo largo de los siglos y repetidas desde hace miles de
años en todos los preceptos, a observarlas sin violencia, sin coacción, sin subordinación, sin ese aparato
especial de coacción que se llama Estado”.
Fragmentos de El Estado y la revolución (1917), V. I. Lenin3.

Lenin en una publicidad de la Unión Soviética

d. La postura libertaria: una sociedad sin Estado

i) Crítica a la necesidad de una dictadura del proletariado

3
Vladimir Ilich Lenin (Rusia 1870-1924) fue un político, filósofo y revolucionario marxista devenido en el principal líder de la
revolución de Octubre de 1917 y nombrado presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, convirtiéndose en el primer y
máximo dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
4
“Sobre la cuestión de la de la dictadura del proletariado la opinión de los anarquistas no puede ser dudosa.
Anarquía significa no gobierno, y por lo tanto con mayor razón no dictadura, que es el gobierno
absoluto sin control y sin límites constitucionales.

Si por “dictadura del proletariado” se entendiera simplemente el hecho revolucionario de los trabajadores
que toman posesión de la tierra y de los instrumentos del trabajo, y tratan de constituir una sociedad y
organizar un género de vida en el que no haya sitio para una clase que explote y oprima a los productores, la
dictadura del proletariado sería el poder efectivo de todos los trabajadores dirigido a la destrucción de la
sociedad capitalista, y se convertiría en anarquía apenas cesara la resistencia reaccionaria y nadie más
pretendiera obligar con la fuerza a las masas a obedecer y trabajar para otros. Entonces nuestro desacuerdo
no sería más que una cuestión de palabras.

Pero los verdaderos partidarios de la dictadura del proletariado no lo entienden así y esto lo hacen ver
perfectamente en Rusia. En realidad se trata de la dictadura de un partido, o más bien de los jefes de un
partido; y es una dictadura verdadera y propia, con sus decretos, con sus sanciones penales, con sus
agentes ejecutivos, y sobre todo con su fuerza armada, que sirve hoy para defender la revolución de
sus enemigos externos, pero que servirá mañana para imponer a los trabajadores la voluntad de los
dictadores, detener la revolución, consolidar los nuevo intereses que se han ido constituyendo y defender
contra las masas a una nueva clase privilegiada.

Lenin, Trotski y sus compañeros son seguramente revolucionarios sinceros, de la forma que ellos entienden
la revolución, y no traicionarán; pero preparan los cuadros gubernamentales que servirán a los que vengan
después para aprovecharse de la revolución y asesinarla. Ellos serán las primeras víctimas de su método y
con ellos, me temo, caerá la revolución”.

Fragmentos de la carta que Enrico Malatesta4 escribió a su compañero Fabbri (1919).

ii) Principio de organización no autoritario

“Aquellos que reclaman para sí el título de "anarquistas", con o sin una serie de adjetivos, caen en dos
campos: los partidarios y los detractores de la organización.

La necesidad de organización en la vida social es tan evidente en sí misma que es difícil de creer que
alguna vez haya podido ser cuestionada.

El movimiento anarquista comenzó su vida como una respuesta contra el espíritu de autoridad, dominante en
la sociedad civil y así también en todos los partidos y organizaciones de trabajadores.

Por lo tanto era natural que muchos anarquistas, casi hipnotizados por esta lucha contra la autoridad,
creyendo, por la influencia de la educación autoritaria recibida, que la autoridad es el alma de la
organización social, combatieron y repudiaron esta última por combatir la primera.

Se combatió todo tipo de cooperación y acuerdo, en la creencia de que la asociación era la antítesis de la
anarquía; se sostuvo que en ausencia de acuerdos, de obligaciones recíprocas, haciendo cada uno lo que le
pase por la cabeza sin siquiera informarse de lo que el otro está haciendo, todo se armonizaría en forma
4
Enrico Malatesta (Italia, 1853-1932) fue un trabajador y pensador, discípulo de Kropotkin, considerado uno de los teóricos más
importantes del anarquismo moderno
5
espontánea; que la anarquía significa que cada persona debe ser autosuficiente y debe hacer todo por sí
misma sin esfuerzos recíprocos ni compartidos.

El error fundamental de los anarquistas que se oponen a la organización es creer que la organización
es imposible sin autoridad.

El ser humano aislado no puede vivir siquiera la vida de un bruto y sigue, sin excepción, incapaz de
lograr un estándar de vida en algo superior al de las bestias. Obligado, por ende, a combinar fuerzas con
otras personas debe entonces o bien someterse a la voluntad de otros (ser un esclavo), o imponer su propia
voluntad sobre otros (ser una figura autoritaria), o vivir en acuerdo fraternal con otros por el bien mayor de
todos (ser un compañero).

Anarquía significa sociedad organizada sin autoridad, entendiéndose la autoridad como la facultad de
imponer la propia voluntad y no el hecho inevitable y beneficioso de que a quien mejor entiende y
sabe hacer una cosa, más fácilmente logra que se acepte su opinión, y que sirva de guía, en aquella
cosa, a los menos capaces.

Como nosotros lo vemos, la autoridad no solo no es un pre-requisito para la organización social, sino
que, lejos de fomentarla, es un parásito de ella, obstaculizando su evolución y largando por el
fregadero sus ventajas, beneficiándose de esto una clase dada que explota y oprime al resto.

Mientras exista una armonía de intereses en una comunidad, mientras nadie se incline a explotar a
otros, no hay rastros de autoridad. Una vez que la lucha interna aparece y la comunidad se divide en
vencedores y vencidos, entonces surge la autoridad, siendo naturalmente investida en los más fuertes,
ayudando a confirmar, perpetuar, y magnificar su victoria”.

Fragmentos de L'organizzazione en L'Agitazione (1897), Enrico Malatesta.

e. Juan Domingo Perón5 y la tercera posición.

i) “Algo falla en la naturaleza cuando es posible concebir, como Hobbes en el Leviathan, al homo hominis
lupus, el estado del hombre contra el hombre, todos contra todos, y la existencia como un palenque donde la
hombría puede identificarse con las proezas del ave rapaz. Hobbes pertenece a ese momento en que las luces
socráticas y la esperanza evangélica empiezan a desvanecerse ante los fríos resplandores de la Razón, que a
su vez no tardará en abrazar al materialismo. Cuando Marx nos dice que de las relaciones económicas
depende la estructura social y su división en clases y que por consiguiente la Historia de la humanidad
es tan sólo historia de las luchas de clases, empezamos a divisar con claridad, en sus efectos, el
panorama del Leviathan.

No existe probabilidad de virtud, ni siquiera asomo de dignidad individual, donde se proclama el estado de
necesidad de esa lucha que, es por esencia, abierta disociación de los elementos naturales de la comunidad.
Al pensamiento le toca definir que existe, eso sí, diferencia de intereses y diferencia de necesidades, que
corresponde al hombre disminuirlas gradualmente, persuadiendo a ceder a quienes pueden hacerlo y
estimulando el progreso de los rezagados.

5
Juan Domingo Perón (Lobos, 8 de octubre de 1895-Olivos, 1 de julio de 1974), fue un político, militar y escritor argentino,
tres veces presidente de la Nación Argentina, una vez vicepresidente de facto, y fundador del peronismo , uno de los
movimientos populares más importantes de la historia de la Argentina.
6
Pero esa operación –en la que la sociedad lleva ocupada con dolorosas vicisitudes más de un siglo–, no
necesita del grito ronco y de la amenaza y mucho menos de la sangre, para rendir los apetecidos resultados.
El amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menos tiempo, y si halló cerradas las puertas
del egoísmo, se debió a que no fue tan intensa la educación moral para desvanecer estos defectos, cuanto lo
fue la siembra de rencores”.

 Superación de la lucha de clases por la colaboración social y la dignificación humana

ii) “La lucha de clases no puede ser considerada hoy en ese aspecto que ensombrece toda esperanza de
fraternidad humana. En el mundo, sin llegar a soluciones de violencia, gana terreno la persuasión de que la
colaboración social y la significación de la humanidad constituyen hechos, no tanto deseables cuanto
inexorables. La llamada lucha de clases, como tal, se encuentra en trance de superación. Esto en parte
era un hecho presumible. La situación de lucha es inestable, vive de su propio calor, consumiéndose hasta
obtener una decisión. Las llamadas clases dirigentes de épocas anteriores no podían sustraerse al hecho poco
dudoso de sus crisis. La humanidad tenía que evolucionar forzosamente hacia nuevas convenciones vitales y
lo ha hecho. La subsistencia de móviles de violenta inducción ofrece el espectáculo de un avance hacia la
descomposición por el desgaste o hacia la adopción de fórmulas estériles. La aspiración de progreso social
ni tiene que ver con su bulliciosa explotación proselitista, ni puede producirse rebajando o envileciendo los
tipos humanos. La humanidad necesita fe en sus destinos y acción, y posee la clarividencia suficiente
para entrever que el tránsito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como un exterminio de
las individualidades, sino como una reafirmación de éstas en su función colectiva. El fenómeno, así, es
ordenado y lo sitúa en el tiempo una evolución necesaria que tiene más fisonomía de Edad que de Motín. La
confirmación hegeliana del yo en la humanidad es, a este respecto, de una aplastante evidencia”.
Juan Domingo Perón, La comunidad organizada, 1949, Colección cabecita negra

17 de Octubre de 1945, la apoteosis de Perón.

También podría gustarte