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Cómo aborda la sociología burguesa algunos

problemas internacionales.

Además de los problemas relativos a la estructura interna de


la sociedad capitalista, los sociólogos burgueses actuales
abordan también los problemas de las relaciones
internacionales e interestatales. En la mayoría de sus trabajos
impera la idea de crear una “comunidad supranacional” o de
establecer una “cooperación supranacional”. Tras estos lemas
se oculta la política encaminada a formar bloques militares en
el mundo capitalista. Para tratar de justificar el agresivo
bloque del Atlántico Septentrional (OTAS) se han escrito
diversos libros en los que sus autores pugnan por demostrar,
en contradicción con los hechos y a despecho de la propia
historia, que ya en el siglo XVIII o en el xix se había plasmado
una “civilización del Atlántico”, una “comunidad espiritual
atlántica” La “historia universal” del historiador francés Henri
Pirenne parte precisamente de esa falsa idea. Con ello, se
trata de demostrar que el centro de la civilización se ha
desplazado a los Estados Unidos, y que, por tanto, es
inevitable la dependencia económica, política y espiritual de
los países de Europa Occidental respecto del capitalismo
norteamericano. En algunos trabajos sociológicos se
propugna la idea de la expansión de Estados Unidos hacia
Europa Occidental y se subraya que el “nuevo” capitalismo,
es decir, el capitalismo
norteamericano, “saneará y salvará” al “viejo” capitalismo, o
sea el europeo, el cual debe aprender de los magnates de
Wall Street. Tales son las ideas que sustenta el sociólogo
norteamericano Strausz-Hupe en su obra La zona de la
indiferencia. Poco después de la pasada conflagración, el
historiador inglés Erenberg escribió acerca de un nuevo
Renacimiento que debería llegar al continente europeo
devastado por la guerra; pero esta vez no procedería, según
él, de la Italia de Leonardo da Vinci y de Rafael, sino del
Nueva York de los Morgan y Rockefeller.

Los escritos de los sociólogos que se plantean el objetivo de


hacer propaganda en favor de la expansión imperialista,
difunden, en mayor o menor medida, las ideas cosmopolitas
que niegan la soberanía nacional y el patriotismo.
Tergiversando la verdadera marcha del
proceso histórico, los sociólogos e historiadores que
sustentan esas ideas afirman que la fuente de las guerras y
de los conflictos mundiales no hay que buscarla en la
agresiva política de las potencias imperialistas, sino en la
existencia de Estados soberanos. Los ideólogos de la
burguesía ponen en juego toda clase de sofismas al declarar
que la destrucción de los Estados soberanos, junto con el
mantenimiento del régimen capitalista, conducirá a la
“pacificación”, al establecimiento de una paz “americana”,
semejante a la “pazromana” impuesta por las legiones del
Imperio Romano dondequiera que aparecían.
Los trabajos de algunos sociólogos en pro del colonialismo se
fundan también en la idea de que la soberanía nacional es
hoy una idea caduca, arcaica. Entre ellos figuran los del
sociólogo norteamericano H. Kohn.41 Conforme a ese punto
de vista, se sostiene que los movimientos de liberación
nacional son una “fase ya recorrida” del proceso histórico y se
proclama que la “interdependencia” de los colonizadores y de
los pueblos coloniales es un imperativo del destino histórico.
La dependencia respecto de las potencias imperialistas se
ensalza como una vía progresiva para “europeizar” o
“americanizar” las colonias, las cuales siguiendo esa vía,
podrán disfrutar de todos los bienes de la “movilidad social”,
de la “armonía de la sociedad” y del “capitalismo popular”. A
juicio de sus promotores, la propaganda de semejantes
teorías sociológicas burguesas, al extenderse a los países de
Oriente, permitirá contrarrestar los sentimientos
anticapitalistas que cada día se fortalece más en los pueblos
que han conocido la esclavitud colonial sistema capitalista
entraña la violación de esa norma, es decir, un fenómeno
patológico, se propaga en todos los tonos, unas veces sin
recato alguno y otras, con frecuencia, en forma velada. La
“psicología social”, las teorías freudianas y otras corrientes
por el estilo sirven para aderezar la idea profundamente
reaccionaria de la “psicosis de las masas” y otros infundios
calumniosos, dirigidos contra el movimiento revolucionario de
las masas trabajadoras, contra la lucha que libran por un
porvenir luminoso, por la abolición de la explotación del
hombre por el hombre. La idea de la “terapia social” tiende a
justificar los actos represivos de las clases reaccionarias
contra el movimiento obrero, así como la preparación de la
intervención contra los países socialistas y los Estados de
Oriente, que han conquistado su independencia política. Con
el fin de atizar la “guerra fría” se han utilizado ampliamente y
se utilizan hoy el psicorracismo, el neomaltusianismo, la
geopolítica y otras
teorías reaccionarias.

Para justificar la política “desde posiciones de fuerza” se


recurre a diferentes doctrinas sociológicas reaccionarias.
También se buscan y se encuentran justificaciones filosóficas
de esa política antipopular en el voluntarismo e idealismo
subjetivo de nuestros días, de acuerdo con los cuales se
sostiene que puede lograrse que gire hacia atrás la rueda de
la historia. Los partidarios de semejantes concepciones ven
en la guerra el único medio para resolver los problemas
mundiales y la vía para salvar al capitalismo.
Sin embargo, la idea progresiva de la coexistencia de los dos
sistemas —el capitalismo y el socialismo— prende cada vez
más en la conciencia de los filósofos y sociólogos burgueses.
Los más sagaces de ellos escapan de la prisión de los
dogmas de la filosofía. Política imperialista y se convencen de
la necesidad de luchar contra una nueva guerra que
representa la más terrible amenaza para la, humanidad...
Como puede verse por los ejemplos aducidos, las
concepciones idealistas de la sociedad jamás desempeñaron
un papel tan pernicioso como el que desempeñan en nuestra
época. Difundiendo falsas ideas acerca del sentido y la
esencia del proceso de desarrollo de la sociedad, la
burguesía reaccionaria pretende emponzoñar la conciencia
de los trabajadores y aspira asimismo a privar a la clase
obrera de su confianza en la liberación de la humanidad de
toda opresión social y espiritual. Sectores importantes de la
intelectualidad de los países capitalistas, entre ellos muchos
honestos investigadores de los problemas de la vida social,
influidos por las concepciones idealistas siguen una vía falsa.
Las concepciones burguesas de la esencia y del carácter de
los fenómenos sociales influyen también en algunos
miembros inestables de los partidos comunistas y obreros,
inoculándoles el espíritu deletéreo del 41 H

revisionismo.
Los marxistas-leninistas tienen la misión de combatir
decididamente las teorías burguesas que deforman la
realidad, estudiar los datos sobre las relaciones de clase de la
sociedad burguesa actual y, pertrechados con un
conocimiento concreto, poner al desnudo los dogmas
idealistas que imperan aún en la sociedad capitalista y que
constituyen el fundamento teórico de la dominación política,
económica y espiritual del capital. Precisamente porque el
marxismo-leninismo es una teoría victoriosa, al reflejar
profunda y certeramente la realidad viva permite luchar con
éxito contra todo lo caduco y anquilosado, contra lo que frena
el desarrollo social, a la par que ayuda a la clase obrera y a
todos los trabajadores a emanciparse de la opresión de clase
y a lograr la victoria del comunismo, el establecimiento del
régimen social más justo y una paz firme.

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