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ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

El ensayo latinoamericano:

tradición y
transgresión *

JEZREEL SALAZAR ESCALANTE

¿ Cómo dar cuenta de la gran tradición de ensayistas latinoamerica-


nos? ¿Qué papel juega el ensayo en la historia del pensamiento y la
literatura de América Latina? ¿Cómo explicar en nuestras letras la
vitalidad y vigencia de un género por muchos considerado menor? ¿Cuál
es su funcionamiento y su motivación secreta frente a otros discursos
(académicos, periodísticos, institucionales) con lógicas distintas y
muchas veces antagónicas? Deseo esbozar algunas aproximaciones en
torno a la escritura ensayística del subcontinente que aborden, aun-
que sea de manera tangencial, estas preguntas.
* Ponencia presentada en las Jornadas del Colegio de Filosofía, Letras y Humanidades: Filosofía y Literatura: Límites y puntos de encuentro, llevadas
a cabo en la Universidad del Claustro de Sor Juana, del 11 al 14 de mayo de 2005, en la Ciudad de México.

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PAISAJE A TRAVÉS DE LA LLUVIA GRAFITO / PAPEL 42 X 28 CMS

En principio quiero resaltar dos características del decirse que el ensayo busca aprehender lo eterno des-
ensayo que han creado un prejuicio en torno a este de lo transitorio, lo inmutable a través de la contin-
género como escritura menor: su dimensión pedagó- gencia, la síntesis artística que Baudelaire fundó y pro-
gica y su carácter de urgencia. Comencemos por este puso para el escritor moderno.
último rasgo. Habría que decir que en el ensayo lati- Esta dependencia y cercanía respecto de la historia
noamericano existe una voluntad incesante por desci- inmediata le otorga al ensayo un carácter fundamen-
frar la inmediatez. Cuando Juan Bautista Alberdi pos- tal: ser un discurso provisional, inconcluso, aún en
tula la necesidad de una filosofía americana, la supedita movimiento. Los ensayos son textos que están reali-
a los problemas de su tiempo. Lo mismo ocurre con zándose en la palabra, que no pueden concebirse como
Andrés Bello, quien afirmó la urgencia de lograr una obras concluidas y cerradas. De ahí que estén escritos
emancipación espiritual, más allá de la independencia en tiempo presente y no en pasado, como algo termi-
política, para las —en ese entonces— nuevas nacio- nado. Se trata de una escritura en devenir, abierta a un
nes americanas. El ensayo ejerce un juicio sobre cier- debate todavía no finiquitado. Eso explica el tono —más
tas tramas y sucesos de un contexto particular y de un que subjetivo— personal del ensayo; ese discurso que
momento específico. Su relación con la historia supo- ostenta orgullosamente su parcialidad, que exhibe sus
ne un apego a la contemporaneidad, y en ese sentido limitaciones no por falsa modestia sino por un fuerte
evidencia su dimensión moderna. Se trata de una es- sentido de responsabilidad frente a la verdad. Michel
critura que interioriza la contingencia del presente, su de Montaigne, el padre fundador del género, afirma que
novedad, pero sin renunciar a la posibilidad de con- el juicio sobre la realidad circundante debe ser some-
formar una totalidad autónoma perdurable. Podría tido continuamente a prueba: “quienquiera que me

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sorprenda en ignorancia nada ha de hacer contra mí, tación de la realidad. Los ensayistas latinoamericanos
pues difícilmente sería yo responsable por mis ideas realizan una valoración y crítica constante de la con-
frente a los demás, yo, que no soy responsable ni estoy ducta pública. Este sentido moral de sus textos tiene
satisfecho por ellas ante mí mismo”. Hijo del escepti- que ver con una concepción en torno a la literatura: la
cismo, el ensayo se erige como un discurso siempre en escritura como una actividad que imagina y posibilita
busca de conocimiento. Es una conciencia moderna en formas distintas de actuar y de concebir el espacio
el sentido cartesiano: la duda permanente como forma público. La literatura ya no sólo como la construcción
de escritura. de universos simbólicos ajenos y exentos del contacto
Aunada a esta pasión por lo actual, el ensayo en con lo real, sino también como una producción de sen-
América Latina posee también una vocación pedagó- tidos sociales. Así, el ensayo latinoamericano consti-
gica. La Cartilla moral de Alfonso Reyes quizá sea uno tuye no sólo una interpretación moral sino una pro-
de los mejores ejemplos, pero la misma tentativa por puesta ética. Esto lo realiza —en palabras de Liliana
forjar conciencias puede encontrarse en Roberto Fer- Weinberg— al “poner en valor” la realidad que inter-
nández Retamar que en Pedro Henríquez Ureña, y re- preta en relación con el yo del ensayista y su sociedad,
corre la historia del pensamiento latinoamericano des- al examinar a la luz de un horizonte ético el mundo
de Domingo Faustino Sarmiento hasta Ernesto Sábato, que lo rodea. El valor del ensayo radica entonces no
pasando por la obra de José Carlos Mariátegui o del sólo en el juicio que extiende sobre las cosas, sino en la
propio Octavio Paz. A la par de constituirse como crea- forma en que enuncia ese juicio.
ción estética, el ensayo posee un afán crítico irrenun- Como mencioné al principio, la dimensión mo-
ciable. Durante el siglo XIX esto se explica por el reto ral y el apego al tiempo presente son los rasgos del
de inventar las nuevas naciones. El escritor concibe su ensayo que han sido, de un modo u otro, utilizados
labor como un deber cívico. Contribuir a la conforma- para colocarlo en un espacio marginal frente a otros
ción de la nacionalidad se engarza con la necesidad de discursos. Respecto a la novela y la poesía por ejem-
educar a un país colonial. En el siglo XX el proyecto con- plo, los críticos literarios lo consideran un género
tinúa. En México, por ejemplo, la tentativa se reproduce menor por este contacto con el mundo real, como si
en la búsqueda de formas innovadoras de esclarecer el lo que definiera que un texto es literario o no tuvie-
presente e imaginar el futuro luego de la lucha revolucio- ra que ver con la distancia frente a la historia, con
naria. El afán moralizante del Ateneo de la Juventud y el su grado de realidad o irrealidad. Se trata de un pre-
surgimiento de nuevos mitos de identidad serían inex- juicio que sitúa al ensayo fuera de toda considera-
plicables sin esta perspectiva pedagógica. La raza cósmica ción estética debido a su carácter no ficticio. Alfon-
de Vasconcelos, a pesar de su delirio basado en el cul- so Reyes, al hablar sobre el “centauro de los géneros”,
to a la figura del mestizaje, constituye un claro ejem- aclaraba esta cuestión. Si el propósito del ensayo no
plo de esta búsqueda. No sobra recordar la importan- es literario, posee sin embargo valores estéticos. Para
te labor de Vasconcelos como secretario de educación Reyes, el ensayo está inscrito en la “literatura
pública durante el gobierno de Álvaro Obregón y como ancilar”, que en oposición a la “literatura en pure-
gran impulsor del muralismo. za”, consiste en ser prosa de no ficción, “literatura
El intelectual imagina y concibe la nación a la par de ideas”, un género mitad lírico y mitad científico.
que la obra, en una especie de relación simétrica con la O como quería Mariano Picón-Salas, “el matrimo-
obra. No es otra la intención de Ezequiel Martínez nio entre la poesía y la filosofía, entre el mundo de
Estrada cuando escribe La literatura y la formación de la las imágenes y el mundo de los conceptos”.
conciencia nacional, o la de José Martí cuando, en Nues- No obstante, tampoco respecto a la filosofía se le
tra América, realiza su llamado continental al “desper- reconoce al ensayo una legitimidad equiparable a la
tar de la aldea” en busca de un porvenir común. Y aquí del tratado metódico. Se le objeta su falta de sistema-
es importante destacar la relación entre moralidad y tización del conocimiento y su estado anterior al de las
escritura como eje de la escritura ensayística. En el fon- ideas propiamente filosóficas, considerándolo, en
do de todo gran ensayista existe un moralista en el suma, sólo como un tipo de esbozo o reorganización
mejor sentido del término. Un moralista es aquel que de lo ya sabido y no como discurso capaz de generar
concibe la actividad moral como la clave de interpre- nuevo conocimiento. Aquí el prejuicio consiste en es-

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tablecer una jerarquía valorativa en la cual la reflexión extraliteraria fue desapareciendo, en Latinoamérica el
metódica es lo que definiría si un texto es filosófico o análisis político y cultural se encuentra apenas en ger-
no. La mejor crítica a esta idea la ha elaborado Octavio men, de ahí que siga teniendo vigencia el ejercicio de
Paz cuando afirma que el ensayista “no tolera las sim- la crítica ejercida por los escritores, quienes encarnan
plificaciones de la sinopsis” (como en el aforismo) ni la figura clásica del intelectual. Durante el siglo XIX
el congelamiento categórico del tratado, sino que bus- esto era aún más evidente, cuando algunos de los me-
ca explorar y no agotar un tema, llevando a buen tér- jores ensayistas fueron también grandes líderes polí-
mino el “arte difícil de los puntos suspensivos”, único ticos (pienso en Sarmiento, Bolívar, Martí, Altamirano,
modo de no quitarle vida al lenguaje de la prosa. En Prieto e incluso, más adelante, en Vasconcelos). Sin
este sentido, para Paz, el lenguaje literario del ensayo embargo es posible otra explicación. Es la que propo-
sustentaría un discurso polisémico que se resistiría a ne Lauro Zavala. Si la hibridación textual del ensayo
la referencia unívoca del concepto. responde a la necesidad de que la escritura cumpla una
Dando por descontado la validez de los prejuicios función a la vez crítica y artística, esto se debe a que
que se erigen contra el ensayo, lo que sí hacen eviden- los escritores en países de filiación latina forman par-
te de “una tradición comunitaria, donde se les exige
Quiero decir que escribir ensayos no de- un compromiso histórico y político que no se exige a
pende de un saber, de la aplicación de un los escritores en la sociedad [europea o] norteameri-
método, del seguimiento de una discipli- cana” que poseen una tradición más individualista.
na específica, sino de una reflexión que Por otra parte se nos revela un hecho: más allá de estar
nace del laboratorio de la ficción y que interpelados por un compromiso histórico, el que los gran-
supone otro tipo de lectura, interesada des ensayistas latinoamericanos sean también escritores
no sólo en el significado de los textos sino de ficción o de poesía implica un posicionamiento parti-
en la forma en que están construidos cular, una dimensión propia del ensayo contenida en su
concepción y ejecución. Y es que se trata no sólo de gran-
te es la capacidad de este género para incluir en su in- des escritores sino de grandes lectores (pienso aquí en
terior diversos discursos, por el hecho de ser una es- Reyes, Borges y Paz). Por ello es que sería necesario pen-
critura fronteriza donde la división tradicional entre sar si existe en la escritura ensayística una relación entre
crítica y ficción queda rebasada. En Borges, por ejem- los escritores y la crítica que pasa por la ficción; si existe
plo, la reflexión convive con la narración y el relato, lo en el género del ensayo una forma de leer, evaluar y repre-
mismo que en muchos textos de Ricardo Piglia, Ro- sentar el mundo que es el resultado de la experiencia con
berto Bolaño o Sergio Pitol. En Monsiváis ocurre algo la ficción o del trabajo con la poesía. Quiero decir que
parecido: su escritura conjuga el registro de la crónica escribir ensayos no depende de un saber, de la aplicación
con el impulso interpretativo, a tal grado, que se han de un método, del seguimiento de una disciplina especí-
denominado muchos de sus textos como croni-ensayos. fica, sino de una reflexión que nace del laboratorio de la
Y es que desde la Conquista la elaboración del pensa- ficción y que supone otro tipo de lectura, interesada no
miento en torno a la sociedad se ha llevado a cabo a sólo en el significado de los textos sino en la forma en que
través de un lenguaje cercano a la ficción, incluso an- están construidos.
tes de la llegada de Bernal Díaz del Castillo. Esta tra- El asunto no es menor. Lo que afirmo es que la his-
dición sin duda tiene que ver con el papel del escritor toria del pensamiento latinoamericano está fuertemen-
y el intelectual en la historia latinoamericana. te ligada a la historia de la literatura, a las reflexiones
A diferencia de lo que sucede en otras literaturas, que se han dado en torno a las formas de la ficción.
el escritor en América Latina ejerce la crítica como una Estas dos tradiciones se sintetizan en el ensayo, géne-
de sus ocupaciones primordiales. Lo que en el siglo ro híbrido que ha permitido conjugar un proyecto es-
XVIII sucedía en Europa —el que la literatura fuese el tético con un imaginario político, una narrativa histó-
medio de expresión de la crítica a las instituciones—, rica con un lenguaje literario; en suma, una propuesta
sigue siendo un fenómeno habitual para los escritores de crítica cultural a través de la creación de un univer-
de nuestros países. Si en Europa, conforme maduró la so artístico. El ensayo concebido así, constituye un
diferenciación de las disciplinas, esta función medio estético capaz de ejercer una función crítica y

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el hecho de que se desenvuelva con tal libertad en es- ticas a las preocupaciones formales, de modo que el
tos ámbitos disímiles hace suponer que es infértil tra- sentido deviene forma. Tal es la razón del porqué el
tar de encapsularlo en sólo uno de ellos. Por ello la po- ensayo constituye un texto que rebasa las fronteras tra-
lémica sobre si el ensayo es arte o no, si es filosofía o dicionales de la escritura de ficción y de crítica, for-
no, me parece infructuosa y rebasada. Más interesante jándose como una forma cultural esencialmente
es rastrear los modos en que el ensayo adquiere una dialógica.
función transgresora. Por último quiero terminar refiriéndome al senti-
¿De qué manera logra incidir el ensayista en la apertu- do utópico contenido en el ensayo latinoamericano. No
ra y reconfiguración del espacio del debate público? Más sólo temáticamente los ensayistas han hecho de la uto-
allá de su contenido temático, el ensayista trabaja sus tex- pía un asunto central. Su manera de escribir también
tos a través de códigos literarios que es necesario desci- la presupone. Por una parte, la forma del relato supo-
frar. Toda escritura supone estrategias, posicionamientos, ne cierta definición ante dos problemáticas en corre-
ejercicios de sentido en relación con un espacio social y lación: el lenguaje y la sociedad. La forma híbrida del
frente a otros discursos. Por ello, la forma exterior de un ensayo supone la existencia multicultural y fractura-
discurso posee importancia en la medida en que consti- da de la vida social, así como del discurso que expresa
tuye ya una organización que puede ser interpretada como a ésta. Su heterogeneidad escindida reproduce en la
compromiso estético y político. Según Fredric Jameson narración los conflictos que fracturan a su comunidad.
la forma siempre se capta como contenido. En el caso del En este sentido, además de una escritura de frontera,
ensayo, su condición escurridiza tiene que ver con ese estamos frente a una narrativa de la crisis, un tipo de
carácter híbrido que le permite abrir sus fronteras e in- texto que busca representar el conflicto cultural que
sertar en su interior otras formas de narrar la realidad. El la sociedad vive. Pero si la fragmentación del espacio
hecho de ser un “género intermedio”, como lo denomina público ha traído consigo una fragmentación del dis-
John Kraniauskas, provee el sentido político del ensayo. curso y de la conciencia que versa sobre él, el ensayista
Su carácter anticanónico proviene de esa voluntad por busca restablecer cierta unidad a través del sentido que
infringir o violentar las reglas, los límites establecidos por le otorga su escritura: se trata de un ejercicio de cohe-
las convenciones genéricas. Si los géneros representan sión social.
normas literarias que establecen el contrato entre un es- Arturo Andrés Roig afirma que el ensayo latinoame-
critor y un público específico, la escritura ensayística, ricano se caracteriza por tres momentos: el diagnóstico,
guiada por una voluntad de conciliar discursos disímiles, la denuncia y el proyecto. Crisis, crítica y creación dán-
transgrede las normas y rompe con tales sistemas tradi- dose la mano. Es en este último momento (en el que, lue-
cionales de regulación. Al ser un género transdiscursivo, go del examen y el juicio, el ensayista lanza una propues-
el ensayo resulta ser un relato que desafía de manera cons- ta) donde se hace más evidente un tipo de creencia sobre
tante la estabilidad del canon recibido, así como los usos la que se erige el ensayo, un sentido utópico que es al fin
apropiados de los artefactos culturales tradicionales. la tensión entre un ideal y la realidad. Esta creencia con-
Además, al situarse fuera del centro, el ensayo lo- siste en suponer que la escritura constituye una forma de
gra hacer de la marginalidad un elemento de impug- conocimiento, una manera de alcanzar cierta verdad, dis-
nación. Eso le permite transgredir las pautas autori- tinta a la que otros discursos elaboran. Al ensayar sobre la
zadas y romper el contexto de subordinación en que realidad y crear un universo simbólico, el ensayista sinte-
se halla tanto el sujeto de su discurso (lo marginal, lo tiza no sólo diversas visiones, ideas y sentimientos res-
otro) como su propio discurso, que funciona funda- pecto a lo real, sino también expresa una visión disidente
mentalmente por su posición respecto al canon. La hi- sobre su lugar y tiempo históricos. En todo ensayo existe
bridación (o transdiscursividad) funciona así como un fondo de insatisfacción, un sustrato de inconformi-
método de transgresión pero también como búsqueda dad. En ese sentido, la fantasía literaria puede constituir
de nueva identidad. Su inherente voluntad un arma para combatir lo que nos disgusta del mundo y
transgresora es el origen de su ambivalencia. Si se tra- de nuestras propias vidas. Cuando la imaginación abre
ta de una escritura genéricamente ambigua, no es tal un abismo entre lo que somos y lo que deseamos ser, es
desde el punto de vista político. Podría decirse que en cuando logra representar una tentativa por concebir el
el ensayo hay un traslado de las preocupaciones temá- mundo de otra manera.

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