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EL RATASHPISHGO

Autor: Daniel E. AMERI SANTOS

Cierto día, el Abuelo Machico y sus nietos


Tesoro, Pecoso y Ñato se encontraban en la chacra La
Hoyada. Denominado así por los lugareños por la
característica del terreno de cultivo. Allí los niños
hacían de todo y eso despertaba su creatividad, su exploración no tenía límites; entre
juegos y peleas habituales propios de su edad aprendían las labores cotidianas del
abuelo Machico. Por esos días, las habas estaban secas y también las malezas. El
octogenario siempre ponía a prueba las habilidades y destrezas de sus nietos; a eso
de las tres de la tarde, mientras él descansaba y los niños jugaban, de pronto el
abuelo Machico se levantó en sobresalto gritando: ¡Ratash! ¡Ratash! ¡Muchachos!
¡Ratash! ¡Ratash!

— ¿Dónde? —preguntaron los nietos.


— Por allí —señalo el lugar el abuelo, entre las plantas de las habas y las
malezas.
Los niños corrieron al lugar para atrapar al Ratash, sin saber de qué se trataba
exactamente. El Ratashpishgo es un ave pequeña de cabeza y dorso color canela
claro. Garganta, pecho y abdomen blanquecino acanelado. Alas canela oscura y
chispeante canela clara. Cola marrón oscura. Pico negruzco y patas café. Tiene el
comportamiento de desplazarse por los matorrales y pircas en busca de insectos y se
les conoce también como Ratash, Ratucha o Ratona porque anda como los ratones
entre los tupidos arbustos, pircas y matorrales.
El abuelo Machico vio con asombro que los niños escudriñaban en el lugar con
mucho cuidado. Al menor sonido se aventó Pecoso —el más arriesgado—; vaya
sorpresa de Ñato. Los niños se habían lanzado uno a uno encima de la lagartija —
tamaño aproximado de veinte centímetros—. El viejo abuelo pronto lanzó una
carcajada, cuando vio a la lagartija salir entre los cuerpos de los niños a tal velocidad
que causó un tremendo susto; los nietos se levantaron con tanta rapidez, fruto de una
reacción desesperada, salieron corriendo, saltando y sacudiéndose de las malezas.

— El abuelo echo una buena carcajada jajajajaja —no dejaba de reír el abuelo
al ver la expresión de sus nietos.
Luego de calmarlos, el abuelo preguntó: ¿Qué sucedió muchachos? ¿Por qué
no siguen con la cacería?
Ellos respondieron con sus voces entrecortadas: Papache, esa cosa no es el
ratashpishgo, sino es una lagartija, ¿por qué dijiste que era un ratash?
—Ay muchachos —dijo el abuelo—. ¿Quién dijo que era la avecita rastrera?
Ustedes fueron muy ligeros en ir tras él; primero se tiene que preguntar, le decimos
Ratash al ave como a la lagartija, de allí nace su equivocación. Ahora ustedes
aprendieron una lección: no todo lo que se dice parece ser, es la razón porque en la
vida debemos primero pensar antes de actuar, para evitar equivocarnos. Poco a poco
se ganan las experiencias, y esta experiencia hará de ustedes cautos en todo
momento. ¿Por qué? Porque en la vida hay hombres que cometen errores, porque
primero actúan y luego piensan. Esas personas siempre fracasan y les echan la culpa
a otros; ustedes deben tomar de ejemplo esta experiencia y no echen la culpa al
destino de sus fracasos, sino a ustedes mismos, y sólo así, en la vida serán
triunfadores —concluyo el abuelo Machico.
A estas lagartijas les encanta recibir calor, y como el abuelo estaba durmiendo
con la cara tapada con su sombrero, se dio una sorpresa al despertar con una lagartija
recibiendo los rayos solares en su pecho. El abuelo también se ganó un buen susto…
y los nietos al saber de ello, se rieron y mucho. Estas lagartijas no son venenosas,
pero tiene una piel áspera y de apariencia a una iguana; no se les puede ver con
facilidad porque se mimetizan con las malezas secas; muchos peones, también
recibieron un gran susto al ponerse las ropas, luego de un descanso; incluso metidos
en la alforja se hacen llegar a las casas.
Estos animalitos antes abundaban en los huertos y chacras de Tarma y la
Región serrana. Ahora se ve muy poco y hasta podría extinguirse y, perderíamos a los
controladores biológicos naturales de nuestro medio, y el único perdedor será el
hombre, por tanta contaminación con los fungicidas e insecticidas. Así concluyo el
abuelo Machico.

— FIN —

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Ahora asegúrate de marcar la respuesta correcta de las preguntas, marcando con una
“X”.
1. ¿Qué lugar despertaba la creatividad de los niños?
a) La ciudad b) La chacra “La Hoyada” c) Tarma d) La Región

2. ¿Quién era el octogenario?


a) El abuelo Machico b) El Ratash c) La Ratucha d) El Pecoso

3. ¿Qué es el Ratashpishgo?
a) Una lagartija b) El abuelo c) Un ave d) Un niño

4. ¿De qué se alimenta la Ratucha?


a) De moscas b) De lagartijas c) De desperdicios d) De
insectos

5. ¿Por qué decimos Ratash al ave como a la lagartija?


a) Por su comportamiento de desplazarse por los matorrales y pircas
b) Por su forma de ratones
c) Por su comportamiento parecido a las ratas
d) Por qué ambos no vuelan

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