Punto Omega, en su inten:
SUILLERMO DE TORRE
HISTORIA
DE LAS
LITERATURAS
DE VANGUARDIA
to de ofrecer al universitario
ina coleceién de textos basi
cos, a los titulos ya publica
dos —Historia social de la
literatura y el arte, de Arnold
n del
acio, de varios autores; Las ra
Hauser: La civilizac
zas bumanas actuales, de Car
leton §. Coon; Breve historia
ura espafiola, de
verde; América
Latina boy, de Enrique Ruiz
Garcia, entre otros muchos—
publica hoy (agotada la 3.* e:
poco tiempo) la 4.* edicién
dle esta obra clisica de
Nermo de Torre: Historia d
literaturas de vanguardia
las
Ordenacién y_clasificacién
sistematica de las posturas van-
guardistasy _revolucionarias
fututismo, _expresionismo,
cubismo, dadaismo, superrea-
lismo, imaginismo, ultraismo,
personalismo, existencialismo,
neorrealismo, ete.— que, ini
ciadas como movimientos he
terodoxos, terminaron por im
ponerse y construir la autén:
tica linea de la literatura occi-
dental
PUNTO
OMEGA
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FUTURISMO
edicMine te esie-llliro, cL expels
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que muertra conteria
St dae Horan dae Preece
meee Gel butuetasELEGIA, NO APOLOGIA...
En la primera edicién de este libro, el capitulo
sobre futurismo ocupaba el tiltimo lugar entre los
dedicados a los movimientos de vanguardia. Esta
colocacién respondia quizA en mf no tanto a un
criterio cualitativo como al convencimiento de que
ya entonces el futurismo (frustréndose en su esen-
cia tanto como realizindose hasta el acabamiento:
més adelante veremos de cerca tal contradiccién)
era el movimiento més lejano, menos vivo y ac-
tuante. Mas he aqui que el mismo criterio, légica-
mente fortalecido con el paso de los afios, pero
interpretado ahora con un sentido estrictamente
histérico —al cual también se ajusta la ordena-
cidn de los demas capitulos— me lleva hoy a dar-
Je un lugar de prioridad. En efecto, visto segd
la cronologia, el futurismo es el primer movimien-
to de vanguardia; es el primero en instalar sus
trincheras (por continuar el simil a que obliga
una denominacién genérica de las corrientes inno-
vadoras, que anticipa o recuerda la atmésfera bé-
lica de la segunda década), en los nuevos y arris-
cados territorios. En suma: abre la Sturm und
Drang de los ismos en los dias de nuestro convul-
sionado, absurdo y admirable primer medio siglo.
Sélo visto a esta luz, y «cum grano salis», cabe
aceptar la frase de ‘tun critico italiano cuando
afirma que nuestra centuria es futurista.
Cierto es que levando al rigor la precision cro-
nolégica, la absoluta prioridad ordinal del futuris-
mo podria ser controvertida, ‘ya que en, torno
a 1910 es asimismo cuando irrimpen en el mun-
do de las letras y las artes europeas, junto con ela Futurismo
futurismo italiano, otras tendencias como el ex-
presionismo alemdn y el cubismo francés (este i
Pino en la vertiente literaria, pues su expresion
pictorica es dos o tres afios anterior). Con todo,
Bor el hecho de haber sido la corriente que supo
Prticular con més coherencia sus propdsitos, dan-
Goles un revestimiento plastico atrayente y un al-
cance espectacular, resulta incuestionable que el
futurismo abre la historia de los movimientos de
vanguardia; adelanta el paso en su dia, tanto como
Yeinte, treinta afios después se nos aparece des-
vitalizado, remoto.
Primero en el tiempo y, después, dltimo en el
espacio de las valoraciones, el futurismo retroce-
de hasta el fondo de la perspectiva histérica van-
guardista. Una paradoja de las varias que
fhatizan sus anales. La mayor quiz es que para
encararlo con justicia debemos apelar precisa-
fnente a esa historicidad que el futurismo repugné
desde el comienzo como un rasgo esencial de su
naciente fisonomia, Pues gacaso el afin maximo
del futurismo no fue radicalmente antihistérico,
queriendo romper en absoluto con el pasado (no
‘con el inmediato, como es usual en toda gene-
Yacion que acaba de llegar, sino con el mediato,
con el pasado en bloque), negandose a reconocer
cualquier atadero umbilical y comenzando gené-
sicamente en s{ mismo y por sf mismo? Pero s6lo
utilizando esta mirada histérica, y por ello relati-
vista, cabe afios después intentar comprender did-
fanamente su afan de totalidad, sus propésitos de
absoluto.
°Al cabo, aunque se le encare con otra perspec:
tiva, el futurismo es vida, y por ello historia ‘Anéc-
dota, mas bien —podrén objetamnos los implacar
bles—, recordando el predominio de los mul itiples
gestos’ exteriores, manifiestos y tormentas litera,
Flos con que se manifest6, Por ello, levando al
extremo las reservas, podrian preguntarse y pre-
guntarnos: ¢no gquiza su lugar, més, aPro;
piado en la erénica anecdstica que en Ja historia?
Y qué es la historia —replicariamos a la vez—
teraria o general sino un sumario de anécdotas,
Elegia, no apologia 85
tanto mds vivas y dindémicas cuanto mds trascen-
dentes hucllas hayan mareado? Basta recorrer Ia
Ultima grandiosa interpretacién histérica intenta-
da en nuestro tiempo —la de Arnold Toynbee—
para comprobar Raia hechizo reside pre-
cisamente en el desfile incesante de «anécdotas»
—0 «excursos, por nombre mas digno—, de epi-
sodios histéricos concretos que iluminan, como
figuras y escenas de retablo, el arduo trazado, la
arguitectura tedrica del libro, Recordemos, ade-
més, la homologacién que hizo Unamuno de histo-
ria y vida, vida espiritual, por supuesto, es decir,
vida humana: vida dentro de la historia. «Una
ostra y un drbol —escribfa Unamuno— no tienen
ee Y para un hombre, la vida, fuera del
pele no es vida humana, no es ver-
Histérico, aun a despecho suyo, y puesto que
fue vida, es el futurismo. Y por ate eetaataeno!
bremanera injusto desembarazarse de su recuerdo
con un vistazo superficial o cuatro bromas desde-
fiosas —segin pretendieron hacer algunos a raiz
de la muerte de Marinetti, en 1944—. Seria tam-
bién ingrato —inclusive por parte de los que aun
ignoréndole intenten hoy cualquier innovacién—,
ues supondria un olvido inexcusable del papel li-
ertador que el futurismo —por encima de sus
hipérboles, puerilidades 0 ridiculeces— desempe-
fi6. «Entender el significado trascendente del futu-
rismo —ha escrito un historiador tan ponderado
como, Alfredo Galletti— en la impulsién de la.cul
italiana y euroy es debe prescindi-
ble dela historia» hein Roel geri ae
in este intento de valoracién no nos interesa
prever —o refutar— las reacciones que aquel pro-
pésito suscite; s{ reconstruir, imaginar la atmésfe-
ra y las proyecciones del futurismo y de Marinetti,
entidades que en puridad sdlo son una y la misma.
Ambas atronaron el mundo por espacio de varios
afios. Parecfan una actualidad inagotable. Sus ma-
nifiestos ininterrumpidos, sus alardes lamativos,
, t
ncn BEE dae omuelto, 1 (Raltorlal Sutemericans, Bue.86 Futurismo
sus ocurrencias pintorescas valieron a Marinetti
una popularidad de primer plano, como un perso-
naje mitad revolucionario, mitad bufo. Una de
sus debilidades fundamentales: era demasiado in-
genuo y transparente, demasiado elemental y {4
cilmente comprensible, Le falt6 ese nimbo de’ mis-
terio, de ultimos planos oscuros que necesita cual-
quier personalidad extrarradial para alcanzar a
ser {dolo de algin culto... Pero no ironicemos
«a priori», incurriendo en lo censurado. Mas acd
de todo entusiasmo, mas alld de cualquier desdén,
Jo que debe importarnos ahora es hallar un punto
de equilibrio entre el remoto subjetivismo simpa-
tizante y la actual objetividad a distancia. Si
en mi primera vista del futurismo, a despecho de
cierto juvenil, glorioso e inencontrable candor mo-
dernizante a ultranza, prevalecian las reservas y
objeciones, ahora deberé cuidar de no sucumbir
a su alud.
Elegia, no apologia —podria, pues, sin gran in-
exactitud, subtitularse toda esta parte del pre-
sente libro.
UN FUTURISMO SIN FUTURO
jFuturismo! jQué lejanas sonaron luego, y re-
suenan hoy mas silenciosamente en la opacidad
de su semiolvido, las prédicas audaces de sus ma-
nifiestos; qué inofensivas sus bravatas ¢ insultos;
cudn inoperantes sus apologias del cesplendor geo-
métrico y mecdnico del mundo modernos! {Qué
anacrénicas habrian de parecer las incandescentes
proclamas de Marinetti, su vitalismo desenfrena-
do, su rutilante optimismo, a las nuevas genera-
ciones de la segunda postguerra mundial, descrei-
das, agobiadas por ruinas y sombras, orientadas
hacia totems y consignas de signo diametralmen-
te opuesto! El hecho es que pocas décadas des-
ués del primer manifiesto futurista, el ambiente
Fiperbélico —entre Ia apologia desiiesurada y la
diatriba burlona— con que fue acogido el futu-
rismo se trocé en una indiferencia también exce-
siva. Mas atin: el futurismo y todo lo que repre-
Un futurismo sin futuro 87
sentaba ha legado a resonar en la segunda mitad
del siglo como su antitesis; suena a pasadismo.
Pero no se regocijen excesivamente quienes s¢
adscriben de por vida al pasado y nada més que
al pasado, por el simple hecho de serlo, cerrando-
se asi a todo futuro, no menos que al presente, y
escamoteando cémodamente toda dimensién pro
blematica.
La situacién temporal del futurismo, bien mira-
da, rectamente entendida, no supone, en definiti-
va, ninguna derrota. Por qué? Porque el futuris-
mo nunca fue actual y mucho menos quiso perdu.
rar; consciente de su efimereidad, a modo de
puente nietzscheano entre dos abismos —para una
hipotética que atin no ha lega-
do—, se avino a pasar; estuvo siempre proyecta-
do hacia el futuro. Un’ futuro no inasible por re-
moto, sino convertido muy pronto en actual, que
emper6 ya —de aqui su tragedia— a estar dema
siado presente y a carcomerse en su dia; un futuro
fatalmente destinado a pasar, a perecer, sin llegar
a ser. «Panta rei»; sf, todo fluye, pero con un ori-
gen y una direccién. 1 voluntarismo ciego de Ma-
rinetti no entrevié ninguno de estos dos extremos.
Si para Plotino no podia hablarse de futuro ni de
pasado, puesto que lo eterno se encuentra siempre
en el presente, hubiérase dicho que para Marinetti
y los suyos ninguno de esos estados tuvo realidad
inquietante. Aunque vivieran entre sus nudos y
urdimbres no legaron a avistar el problema del
tiempo como tal, privando asi a su arte de toda
posible dimension metafisica. Ni aun con el hori-
zonte mas despejado hubieran acertado, por ejem-
plo, a ver la flecha de Zenén de Elea’ que vuela
y no vuela al mismo tiempo. Sus aporfas eran més
rudimentarias. Ni siquiera inventaron otra «m4
quina del tiempo» que, mas alla de la imaginada
por Wells, intentara trasladar todos los siglos pre-
téritos al futuro. Cerrar puertas, promulgar antis,
les parecia més necesario que cualquiera otra
cosa. No es extraiio que en un momento dado
anunciaran una seccién de antifilosofia, a cuyo
frente aparecia slo un nombre tan versatil como83 Futurismo
el de Giovanni Papini, quien poco antes habia es-
crito El creptsculo de los fildsofos. No obstante
la incuestionable influencia del bergsonismo so-
bre ciertos principios futuristas, Marinetti y los
suyos s6lo experimentaron el ‘contragolpé del
«élan vital», sin reparar en otra posible dimen-
sién del tiempo, al concebirlo tinicamente como
algo mecénico, como espacio, pero desdefiando el
fértil sentido’ de la . “A ‘la par, en Munich, efectiia
Kan insky algun de sus primeras «improvisacio-
» ical, ya en los
la pintura abstracta. El pasmo sdbtolds atmos
Bintores en Paris ante el descubrimiento casual
le los idolos negros origina la valoracién de artes
Marinetti y su obra 101
Un cuadro de Braque —u otro de Picasso, puesto
que la historia no est4 clara, debido a lo mucho
ue se ha revuelto— expuesto en 1909, en un salén
de'Independientes de Paris, suscita ‘por vez pri-
mera, como epiteto irrisorio —pero irrevocable—
el nombre de «cubismo».
MARINETTE Y¥ SU OBRA PROGRAMATICA
«Marciare non marcire» (avanzar, no pudrirse),
era el lema predilecto de Marinetti, el que apare-
ce grabado con repeticién obsesionante en las por
tadas de sus libros, folletos, prospectos, papeles
de cartas: instrumentos de’ propaganda que las
oficinas centrales del «movimento futurista, di
retto da F. T. Marinetti», instaladas en el Palacio
Rosa del Corso Venezia de Mildn, lanzaban —con
el ardor de una empresa publicitaria o politica—
a los cuatro horizontes de Europa y América. ¢C6-
mo era su ardido promotor? Podemos reconstruir
su vida y andanzas merced a los datos que él mis-
mo facilité a algunos bidgrafos oficiosos —como
Emilio Settimelli, Bruno Corra y Mario Dessy; los
dos primeros le dedicaron sendos libros—; pode-
mos apelar a nuestros propios recuerdos; pero, en
rigor, es sensible que a la hora actual no se dis-
ponga de una biografia y critica objetivas mas pe-
netrantes del personaje, pues tampoco Henan ese
papel los retratos generalmente parciales que apa-
recen en algunas historias literarias de conjunto.
ippo Tommaso Marinetti nace en Alejandria,
Egipto, el 22 de diciembre de 1879, hijo de padres
italianos acaudalados. Estudia las primeras letras
Ji bachillerato en un colegio religioso de, Paris
ispone asi de un bilingiiismo que luego utilizaria
con éxito, Regresa a Italia a los diecisiete afios y
se doctora en leyes en la Universidad de Génova,
pero su vida literaria se desenvuelve inicialmente
en Paris. Su estreno literario es perfectamente
académico, convencional: una poesia suya en ver-
sos libres, «Les vieux marins», que habia apareci-
do en 1897, en una Anthologie Revue, revista italo-mee Futurismo
francesa de Milén, fue premiada por C:
des y René Ghil y recitada por PEAS batt
seabadg te, de, St nombre, en Paris, durante un
ars. Todos los libros de la pri
época de Marinetii aparecen en el mismo idioma.
Fa conquéte des étoiles, en 1902, poema épico, him:
Bical Mar muy altisonante. Dos afios después pu.
Plica otro poema de la misma naturaleza con un
Htulo subversivo y revelador, Destruction, donde
amanecen ya otras predilecciones tematicas y se
Heiss Su Paroxistica sensibilidads. Precisamente
ales cualidades antigélicas —sefiala un critico—
produjeron la admiracién de algunos franceses;
Povaremplo, Paul Claudel, quien exalté entonces
de tara Como uno de los pocos grandes poctas
Shae ROCe. Un paso més y Marinetti hubicra de-
ado hacia un arte diametralmente opuesto del
se identifica con su nombre. Pero en 1905 fun-
des polilan la revista Poesi, érgano de los «grat.
Yas Paginas, con la confusion ees Ce
, con la ropia
origenes —y también de los finales-~ velanse tase
bién nombres conservadores o incoloros. Comicn.
za a jalzarse contra el passatismo, la tirania, del
pasado, y Janza una campaiia combatiendo a los
fimbolisias franceses, aunque por cierto Marinetti
Fabia sido el primero en traducir a Mallarmé al
Hatiano. En Paris, continuando sus éxitos munda-
os, la editorial del «Mercure de France» publica
fu tragedia bufonesca, Le roi Bombance, de claras
FEminiscencias rabelesianas por la indole del pro.
cada a Paul Adain'y fac estrensae ea eae ede
= ? ada en el Tea
VOcuvre de Paris, sin mayor escdndalo de nadigs
aares af Comtrario, con ell beneplacito y cl elo
fel piiblico de D’Annunzio, quien poco antes ha.
Pia sido victima de una sétira marinettiana
Ie pieus sien vont, d’Annunzio reste. El escénda.
1 fanarisdT 35,8 publicacion, en 1909, de Mafarka
futurista, « icana», mas n
tetis, sino por su acusado erotisio, partculn
Monte el de-un capitulo titulado «La violacion de
gras». Se le procesé por atentar contra Ia
Marinetti y su obra 103
moral, y el fiscal pidié para él dos meses de cér-
cel. Pero en la audiencia publica, Marinetti se de-
fendié a si mismo con elocuencia y bizarria, arran-
cando aplausos de la sala; consiguié que un viejo
escritor, Luigi Capuana, declarase a su favor, lo-
do ‘finalmente ser absuelto.
Tras el primer manifiesto futurista (1909), la
obra literaria de Marinetti adquicre un tinte vio-
ento, bélico, que el estallido de la guerra habria
de acentuar. Su prestigio es La battaglia de Tri-
poli (1912), escrita ya en italiano, y su confirma-
¢idn es Zang-Tumb-Tumb (1914), descripcion de la
batalla de Adrianépolis, donde ‘aparecen las ono-
matopeyas, las palabras en libertad y la apelacion
a lo visual con el uso de todos los recursos tipo-
graficos. Mas tarde haremos algunas puntualiza-
ciones respecto a ese belicismo real, mezclado de
un patrioterismo y un orgullo nacional ilimitados,
que por un momento parecié significar el triunfo
externo del futurismo, pero que de hecho se tra-
dujeron en su acabamiento, tanto como respecto
al papel precursor que sus teorias desempenaron
en el surgimiento del fascismo. Por ahora, para no
apartarnos del itinerario de sus obras, menciona-
remos otros titulos ya sin orden cronolégico: un
libro de vestidura externa llamativa, L’alcova d'ac-
eiaio (1912), que calificaba de, cromanzo visuto>
y donde, en efecto, Marinetti daba detalles de su
Vida, no obstante haber descalificado el yo en lite-
ratura y cualquier subjetivismo; Otto anime in
una bomba (1919), presunto andlisis de ocho espi-
ritus contradictorios, pero en realidad miscelanea
de textos muy diversos; una novela que él califica
«profética», de intencién anticlerical, en versos li-
bres, L’aeroplano del Papa (1922); otras tres, aho-
ra en prosa, que aparentemente incursionaban en
el terreno de Guido da Verona, Come si seducono
le donne, L’isola dei baci, en colaboracién con
Bruno Corra, y Un ventre di donna («romanzo
chirurgico»); ‘unos cuentos titulados Novelle colle
labra tinte (1930). «Frente a lo que fue —decla-
raba en el prefacio de dicho libro— cantemos lo
que seré.» Pero esta declaracién que parecia anun-104 Futurismo
ciar un profetismo a lo Wells se oriental
por cartlies de una direcelon my nderas
Los titulos mencionados sélo ‘constituyen una
arte minima de Ja extensa bibliografia marinet-
que al se ha trazado y que seria difici
Feconstruir: tan dispersas, esconilidas u olvidadas
mente litera termina cert oot SU OO Pura
fascismo. Desde entonces, la produccibn de Mak
i tonces, la prod ie
eit se toma politica en's. mayor parte: Demo
e, Al di 1a del is ‘ascii
¢ futurismo... Inclusive su libro postreta aparees
fenido de la misma intencién; baste mencionar el
Julo: Canto eroi e macchine della guerra musso-
tee 4223; Mussolini le nombra miembro de
: le Italia, enton: ién crea:
4a, ¥ 3u disconformismo toma otro ses, por io
saparece, 0 queda reducido a
tfeulo ide gxportacién. En la vida SSP “quien
; n. sus primero: ifies
«desprecio a la mujer», sicubercet
garmente> a sus hechizos y matrimonia con una
ra futurista, Benedetta, que le acompafia ent
rae, Visies a distintas ciudades de Europa'y Amé-
5 Su juventud, sigue viaje
sus «slogans» propagandistas ieapreaseee
tas
cuentemente en lo politico que en lo Heras,
turén, su simpatia natural, ‘sus peer
f |, sus ad i
su palabra entusiasta, Mucre en Mildn, aloses.
guerra, el 2 de diciembre de 1944
Poco antes de cumplir los set i 3
cuando se desmoronaba el tinglado politiec
id
habia exaltado, y cuando ya domingee nce que
ratura radicalmente diversa.
AL CUMPLIRSE CASI MEDIO sIGLo. *
Diez afios después, en 1954, al i
0 ¢ , al cumpl
renta'y cinco del primer manifcate fata a
emanario La Fiera Letteraria le consagré varios
‘Al cumplirse casi medio siglo 105
articulos de recordacién, mas melancélicos 0 eva-
sivos que justicieros, tras advertir con lealtad que
< y los signos
musicales, Puesto que «la poesia debe ser una se-
rie ininterrumpida de imagenes nuevas», supre-
sién de todas las «imAgenes-clisés» de las «meté-
foras descoloridas»; abajo las barreras de sus ca-
tegorias; todas al’ mismo nivel; sean nobles o
groseras, excéntricas o naturales. Y, al fin, su afir-
macién més seria: jla supresién del