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YURRUMENDI, EL FANTÁSTICO

Era Yurrumendi un hombre enorme, con la espalda ancha, el abdomen abultado, las manos
grandísimas, siempre metidas en los bolsillos de los pantalones, y los pantalones a punto de
caérsele; tan bajo se los ataba.

Tenía una hermosa cara noble, roja; el pelo blanco, patillas muy cortas y los ojos pequeños y
brillantes. Vestía muy limpio; en verano, unos trajes de lienzo azul, que a fuerza de lavarlos
estaban siempre desteñidos; y en invierno una chaqueta de paño negro, fuerte, que debía de
estar calafateada como una gabarra. Llevaba una gorra de punto con una borla en medio. Era
soltero, vivía solo, con una patrona vieja; fumaba mucho en pipa, andaba tambaleándose y
llevaba un anillo de oro en la oreja. (...)

Yurrumendi tenía una fantasía extraordinaria. Era el inventor más grande de quimeras que he
conocido. Según él, detrás del monte Izarra, un poco más lejos de Frayburu, había en el mar una
sima sin fondo. Muchas veces él echó el escandallo; pero nunca dio con arena ni con roca. Se le
decía que su sonda era, seguramente, corta; pero Yurrumendi aseguraba que, aunque fuera de
cien millas, no se encontraría el fondo.

Respecto a la cueva que hay en el Izarra, frente a Frayburu, él no quería hablar y contar con
detalles las mil cosas extraordinarias y sobrenaturales de que estaba llena; le bastaba con decir
que un hombre, entrando en ella, salía, si es que salía, como loco. Tales cosas se presenciaban
allí. Bastaba decir que las sirenas, los unicornios navales y los caballos de mar andaban como
moscas, y que un gigante con los ojos encarnados tenía en la cueva su misteriosa morada. (...)

Otras veces, el viejo marino nos contaba una serie de crueldades horribles: piratas que
mandaban cortar la lengua o las manos a los que caían en su poder; otros que echaban al agua
a sus enemigos, metidos en una jaula y con los ojos vaciados. Nos hacía temblar, pero le oíamos.
(...)

Para Zelayeta y para mí, los relatos de Yurrumendi fueron una revelación. Estábamos decididos;
seríamos piratas, y después de aventuras sinfín, de desvalijar navíos y bergantines, y burlarnos
de los cruceros ingleses; después de realizar el tesoro de viejas onzas mejicanas y piedras
preciosas, que tendríamos en una isla desierta, volveríamos a Lúzaro a contar, como Yurrumendi,
nuestras hazañas.

Pío Baroja: "Yurrumendi, el fantástico"


En Las inquietudes de ShantiAndía. Libro Primero. Infancia. IX
Editorial Cátedra. Colección Letras Hispánicas
RESPONDE:

1.- ¿Cómo era YURRUMENDI?

2.- ¿Cuál es tu versión en cuanto a las fantasías que contaban YURRUMENDI?

3.- ¿Cuál sería tu historia fantástica que quisieras contar a tus nuevas generaciones?

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