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POMEROY
STANLEY M. BURSTEIN
WALTER DONLAN
JENNIFER TOLBERT ROBERTS
LA ANTIGUA GRECIA
Historia política, social y cultural
Traducción castellana de
Teófilo de Lozoya
CRÍTICA
BARCELONA
250 LA ANTIGUA GRECIA
La p oesía lírica
Al menos uno de los poetas que disfrutó del patrocinio de Hierón seguiría asociado
eternam ente con su polis natal. El poeta trágico ateniense Esquilo (525-456 a. C.) m u-
rió en Sicilia tras una dilatada vida a lo largo de la cual quizá llegara a escribir setenta
obras. P o r desgracia, sólo se nos han conservado unas pocas. A su m uerte, los atenien-
ses rin d ie ro n homenaje a la grandeza de su obra decretando que el arconte concediera
un c o ro a todo aquel que quisiera montar una obra suya. Esquilo fue el primero de los
cé leb re s poetas trágicos de la Atenas del siglo v. Ya en tiempos de Pisistrato, Tespis había
aum entado los componentes de los coros organizados en honor de Dioniso añadiendo
un a c to r encargado de dialogar con el coro; Esquilo añadió un segundo actor. Esta in-
nov ació n perm itió que la representación del conflicto fuera real y que la tragedia pasa-
ra del c u a d r o vivo al reino del verdadero drama. Al mismo tiempo, el drama siguió pro-
fun da m en te vinculado con la poesía y el verso siguió siendo el vehículo de la tragedia
y la c o m e d ia durante toda la Antigüedad. La tragedia de Esquilo está firmemente an-
clada e n la estm m ecedora belleza de los coros, que alaban el inquietante p oder de los
dioses a l tiem po que exploran la naturaleza de la condición humana. «Entona un canto
de d u e lo , u n canto de duelo», dice el coro al com ienzo del Agamenón, «pero que el bien
co n sig a triunfar»:
Zeus, quienquiera que sea, si así le place ser llamado, con este nombre yo le invoco.
Ninguna salvación me puedo imaginar, al sopesarlo todo con cuidado, excepto la de Zeus,
ssta inútil angustia debo expulsar de verdad de mi pensamiento.
Porque Zeus puso a los mortales en el camino del saber, cuando estableció con fuerza de
ley q ue se adquiera la sabiduría con el sufrimiento. Del corazón gotea en el suelo una pena,
dolorosa de recordar e, incluso a quienes no lo quieren, les llega el momento de ser pruden-
tes. E n cierto modo es un favor que nos imponen los dioses desde su sede en el augusto puente
de m ando.46
La Orestíada
El punto de arranque de la Orestíada fue, a todas luces, el recorte de los poderes del
Areópago propuesto por Efialtes, pues la trilogía culmina precisam ente con el tipo de
proceso que siguió estando bajo la jurisdicción de este consejo: el juicio por asesinato.
Parece probable que Esquilo fuera partidario de las reformas y que escogiera este gran-
dioso dram a como un medio de tranquilizar a los atenienses más conservadores asegu-
rando que la vista de los casos de homicidio, privilegio que Efialtes se había guardado
prudentem ente de tocar, constituía de hecho la misión ancestral de este venerable orga-
nismo. De ese m odo log raba distraer la atención del público e im pedir que se fijara en
los graves recortes impuestos a su jurisdicción. El material a través del cual decidió Es-
quilo expresar este mensaje fue el mito, por lo demás bien conocido, de la familia m al-
dita de Pélope y su descendiente, Agamenón, comandante en je fe de la legendaria ex-
pedición a Troya.