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Capítulo 1

Lucas, es el nombre de la persona que va a protagonizar esta larga historia. Y yo voy a ser quien se
las cuente. La familia de Lucas es muy normal, lo más normal que podría ser una familia
descendiente de la Alemania nazi. Bueno, no es tan normal como quisiéramos. Lucas siempre
pensó que algo mal había en su casa, "algo no cuadra acá " pensaba. Algo de acá no está bien,
nada bien. Y sí, tenía razón y siempre la tuvo, por supuesto que las cosas que pasaban en su casa
no eran del todo legales, y las que lo eran tampoco significan en sí mismas ser correctas.

Presentemos un poco más a Lucas. Nunca conoció a su papá, él falleció unos meses antes de su
nacimiento. Digamos que cuando uno tiene un sentimiento de vacío a causa de la pérdida de un
pilar en la familia, que en este caso era su papá, va a ir y preguntar qué fue de aquel hombre que
nos ofreció la vida junto con nuestra madre, uno también esperaría no encontrarse con nada
mágico, o sobrenatural, y esta vez les vamos a dar el gusto porque esta historia no es fantasiosa.
Pero Lucas se encontró con algo peor, con mentiras, directas de su madre, más en el momento en
el que ella le mintió descaradamente de la historia de vida de su padre, Lucas le creyó sin dudar
durante años. Pero de a poco encontró a su madre sospechosa de muchos delitos, de muchos
actos morbosos y lesivos. Quedó totalmente acorralado.

Presentemos más a Lucas. Él tiene 6 hermanos, vendría a ser él el menor. Más bien dicho en los
tiempos actuales, Lucas no está enterado de qué fue de sus hermanos, si tiene o tenía hermanos
para ser más explícitos. Si conoció y llegó a ver a algunos, pero del mayor, Ay vaya Dios a saber
que fue del mayor. Presentarlos me llevaría otra historia aparte, asique vamos a hablar el día de
hoy de los 2 más importantes, los que conoció Lucas. Eran gemelos de distinto sexo, pero eso no
quita que fueran prácticamente idénticos y de contar una diferencia solo sea posible tomar en
cuenta su corte de pelo. La última vez que los vio Lucas fue cuando tenía unos 11 o 12 años, antes
de comenzar la escuela secundaria, bueno, más bien la última vez que los escucho.

Mamá y ellos tenían discusiones a menudo, era una costumbre básicamente. Lucas estaba
cansado de escuchar gritos y reclamos sin sentido, no porque ninguno tenga razón, sino porque
nunca se llegaba a una solución. Lucas optó por usar auriculares si la discusión se volvía entre
todo, insoportable. Esta, no era la excepción. En unos momentos le dio curiosidad el tema a
discutir, era raro para Lucas, usualmente se discutía porque los gemelos no llegaban al 10/10 que
mamá quería, o porque por ahí, alguno de los dos había hecho algo un poco atrevido con el
vecino, pero todo común hasta ese día. Ahí, se zarparon. Mamá decía cosas nuevas, planteaba
reclamos nuevos. Lucas estaba muy confundido, y no podía escuchar del todo asique se acercó a la
puerta de madera rústica de su pieza, que desembocaba en la sala de estar donde transcurría la
discusión, que más tarde se convirtió en pelea. Abrió Lucas despacito despacito su puerta, como
unos 5 centímetros para lograr ver con medio ojo derecho. Al parecer la discusión se trataba de
un problema arrastrado, un problema que se fue alimentando de problemitas. Al parece los
gemelos no querían estar más en casa. Y era un poco entendible, a pesar de la corta edad que
Lucas tenía, entendía que mamá no los trataba de la mejor forma. Entendía, que los gemelos
merecían un lugar mejor para vivir; pero que raro, mamá al parecer no lo entendía como Lucas. Y
bien que mamá es obstinada y media terca, un poco sólo un poquito maltratadora. Les pego una
cachetada bien puesta a cada uno dejandoles coloradas sus mejillas, porque mamá no era como
era supuestamente papá, según las evidencias mamá pegaba más fuerte, mamá dolía más. Los
gemelos quedaron congelados, ni reaccionaron a la cachetada que les habían dado, o talvez, en
una de esas, si reaccionaron. Reaccionaron quedándose congelados ante su superior, a la persona
principal a la que le había que ofrecer respeto, porque sino habían consecuencias y las
consecuencias duelen mucho. Mamá les negó irse de casa, se los prohibió, ¡Jamás se van a ir!
Exclamó con enojo. Pero los gemelos ya eran grandes, ya no eran dependientes de un adulto como
lo era Lucas, los gemelos ya eran sus propios adultos. Entre corte y grito, escuchó Lucas a su
hermana decir, "Pero ma, ya tenemos edad, tenemos las cosas, lo habíamos hablado, todo hicimos
bien, no podemos quedarnos para siempre" pero como dije antes, la mamá de Lucas era terca, y
media maltratadora. Los pobres gemelos se llevaron otro par de cachetadas y sopapos. Pareciera
que con cada palabra de ellos, más se enfurecía, y peores eran las consecuencias. Asique se
callaron. Hubieron como 2 minutos de silencio en la habitación, el hermano tomó valor y agarro su
mochila con lo indispensable para partir. Desde ahí Lucas no recuerda más que gritos y alguna
tirada de pelo, se asustó, al parecer mamá era demasiado agresiva. Decidió dejar de chismosear y
volver con su música. La música para él era un interruptor que apagaba los problemas de la vida,
con ella solo conectaba, la sentía y la disfrutaba si tener que preocuparse, pero aún con los
auriculares al máximo hubieron ruidos que no pudo opacar con su canción favorita, ni siquiera con
el más pesado rock and roll. Pero se quedó en su pieza, vaya a saber que pasaría si se entrometía,
Lucas adoraba a sus hermanos con todo el corazón pero no quería recibir los castigos de mamá.
Rogó y suplicó para que esa discusión fuera como todas las anteriores, para que todos se calmen y
para que sobre todo, cedan los gritos.

En un momento, solo escucho el bajo de una canción suave, ningún grito detrás ¿Qué pasó? Se
preguntó, fue a ver por la puerta ya antes abierta, con medio ojo derecho observó. Ay que raro y
que horrible sentimiento. ¿Dónde están mis hermanos? En esos pares de canciones de una lista
infinita, se perdió en la música, y en la discusión. Sólo podía ver a mamá llevando a lavar la
alfombra del piso, como si nada... ¿Se habrán arreglado? Pensó Lucas. Pero que raro todo, Lucas
no volvió a ver a sus hermanos. Ahora sólo eran Lucas y su mamá en las cenas, y en los actos
escolares, en navidad, en su cumpleaños. Faltaban ellos, los gemelos. Obvio que Lucas, preferia
comerse un bife a que quedarse con la duda que le taladraba el cráneo, asique decidió preguntarle
muchas cosas a su madre, tales como ¿Y los gemelos? ¿Y mis hermanos? ¿Se fueron? ¿Van a
volver? ¿Qué pasó? A lo que su madre comentó: Tengo pan en el horno, ¿Te fijás si va bien? Todo
iba en órbita a una sola posibilidad, Mamá le estaba mintiendo al crédulo Lucas.

Pasaron los días, y los meses se volvieron años. En un solo pensar, Lucas terminó la secundaria.
Cumplió sus 18 años. Ahora entendía un poco más el mundo y los seres humanos, pero su madre
digamos, no era muy humana. Él ya estaba listo, quería irse también, a estudiar, a vivir por su
cuenta. Pero mamá nunca quiso que se fuera, nunca dejó que se fuera ninguno de sus hijos. Pero
que buena excepción hizo con el menor de sus 7 hijos, porque digamos que lo que más adoraba la
madre de Lucas después de tenerlos a sus polluelos bajo su inquebrantable ala, era nada más y
nada menos que la plata. Oh que materialista que era, tanto que daba miedo. Y no era tonta, era
sumamente inteligente y audaz. Lucas estaba en un día tranquilo, averiguando en su compu
cuanto salían los pasajes para viajar y estudiar lo que siempre quiso, Arquitectura. Pero su mamá
no estuvo muy de su lado, "Pero no te pagan tanto como aquello" "no te pagan tanto como esto"
decía mientras le ofrecía 1001 planes con mejores salarios a su hijo crédulo. Ella sabía muy bien
que él era crédulo. Dudoso Lucas buscaba esos pasajes, recordaba a los gemelos, la última vez que
los escuchó fue cuando querían irse de la casa. Supuso que si él lo intentaba le iba a ir igual. Pero
mamá le dió una oportunidad que no se le había ofrecido a ninguno de sus otros 6 hijos, aunque
bueno, esta oportunidad era un poco impuesta por obligación. Lucas se encontró con la enorme
bendición que su madre le había conseguido, le consiguió una beca como artista dramático en un
instituto universitario alejado de cualquier zona urbana. La madre de Lucas sabía que su hijo
menor era sumamente inteligente, y que podría conseguirle todo tipo de objetos materiales de
conseguir un trabajo como actor. Más Lucas, Odiaba las artes, lo suyo eran las matemáticas y la
lógica, pero no pudo negarse porque mamá era convincente. Renegando para sí, Lucas empacó
sus cosas. Cabe aclarar que era un instituto religioso, todas las escuelas a las que Lucas había
asistido lo eran, porque además de materialista y un poquito morbosa, su madre era sumamente
religiosa. A Lucas le daba mucho miedo su mamá, se sentía un aura tenebrosa al estar en su
presencia, parecía que si no hacías todo como ella lo deseaba algo te iba a pasar. Lucas terminó de
empacar. Más tarde cenaron y no se hablaron ni una sola palabra, Lucas sentía como si la comida
se atorara en su garganta para quedarse por siempre ahí. Su mamá ya tenía todo planeado, o eso
pensaba. Al día siguiente Lucas escuchó la alarma de su celular marcando las 5:30 AM, como
mencioné antes, Este extraño instituto universitario estaba alejado de las ciudades, sólo hay dos
institutos universitarios alejados de las zonas urbanas y sólo dos que son guiadas hacia el arte
dramático. Eran muy confundibles digamos, eran muy parecidos. Mamá era inteligente, pero
también se equivocaba, porque abajo de ese montón de misterios, la madre de Lucas era un ser
imperfecto como todos nosotros. Y cometió un grave error al menos frente a sus ojos. Lucas se
abrigó porque se rumoreaba que hacía frío por allá, agarró su balija y su mochila chiquita, de esas
en las que solo podes poner tu billetera y tu celular. Por las dudas ojeó por 3era vez todo, porque
sería horrible tener que volver a buscar algo olvidado. Pero bueno, a mitad de la revisión ya tenía
lo más necesario, sus famosos auriculares y su celular, los demás objetos eran insignificantes para
él.

Miró a su mamá, pero no tenía la habilidad de despedirce, sólo sonrió muy levemente y miró hacia
el suelo mientras lo hacía, cruzó la puerta y se fue. Por más que era algo que odiaba con todo su
corazón, por primera vez iba a ir por su cuenta, a ser independiente. Podría tomar sus propias
decisiones y sufrir si alguna no era correcta, pero sufrir por el propio tiempo y no por su mamá,
porque uno aprende un poquito más cuando se equivoca y el tiempo se lo reclama que cuando un
adulto nos dice que lo que hicimos es algo indebido. Lucas ya estaba en el colectivo escuchando su
canción favorita, lo único que le gustaba después de las matemáticas era la música, era su mejor
amiga. Y en el colectivo, Lucas se sentía triste, al escuchar la música recordaba su soledad,
recordaba que además de su madre no había nadie para extrañarlo, y aunque un poco
masoquista, él deseaba también sufrir por extrañar a alguien, pero lamentablemente la vida no le
regaló ningún amigo ni amiga ni amigue. Nadie le dio, ni siquiera una mascota. Pero bien que
estaba la música, asique dejó de estar triste y sólo presto sus oídos a las canciones de aquella lista
de reproducción. Finalmente llegó a su destino, desde ahí debería caminar más o menos 2
kilómetros, aunque hacia bastante frío era lindo el lugar, era muy espacioso y lleno de césped y
flores, árboles y ardillas. Caminó por un sendero de piedras coloradas hasta llegar a la puerta de lo
que era un edificio enorme. Sintió mucha curiosidad de cómo sería por dentro, como sería su
habitación... como sería su acompañante. Ay su acompañante, de inmediato sintió una
desesperación que antes ya había sentido. Sintió como si le diera miedo algo que todavía no pasó.
¿Y si es malo? ¿Y si es un golpeador? Estas preguntas recorrían la cabeza de Lucas. Hasta que
finalmente entró por la puerta principal pasaron unos minutos. Entró y observó las entrañas del
edificio que daban la apariencia de ser más grandes por dentro que de lo que se veía por fuera.
Tenía una onda rústica, las paredes estaban cubiertas con tapizados un poco pasados de moda,
pero aún así conservaban su belleza natural. Habían sillones y mesas de café redondas, a los
alrededores habían estanterías llenas de libros que estaban divididos por categorías y personas
leyéndolos. Por allá una chica leyendo un libro en uno de aquellos sofás mientras bebía su café,
otro chico eligiendo un libro de la categoría "filosofía" y otro par seleccionando de "mitología
griega" Lucas solo siguió su camino hacia la recepción para pedir la llave de su habitación, ya
habían un par de personas más en la fila, lo que le dio tiempo de sobrepensar más de su inevitable
destino de conocer a su compañero de habitación, te tener suerte talvez sea inofensivo, pero
Lucas sabe muy bien que hasta en el mejor lugar del mundo habría una persona pesada, una
persona burlista que disfrutaría de su sufrimiento. Asique se preparo para lo que venga. Llegó su
turno en la fila, y se encontró con una señora que daba pinta de unos 35 años, tenía un rostro de
semblante cansado y enojado. En su escritorio vió algunos sellos, papeles, y un distintivo que
marcaba lo que parecía ser su apodo, "kata". Lucas saludo y se presentó amablemente, a lo que
kata comentó "si, me di cuenta que sos nuevo por acá" con pocos ánimos, Lucas quedó un poco
chocado pero intentó que no se notase demasiado. La "amable" señora suspiró con desgano y
desidia, abrió uno de sus cajones y sacó un llavero que tenía la llave de su habitación y un pequeño
rectángulo blanco colgante que contenía escrito el número 54. Y la señora pasó a especificar... -Las
habitaciones están del segundo al tercer piso, la red de WiFi está escrita en la puerta-
Seguidamente le pasó a Lucas un folleto que indicaba varios datos interesantes e importantes del
edificio, como las normas de convivencia, entre otros. Lucas procedió a dirigirse hacia el ascensor,
cuando ya había subido y se estaban por cerrar las puertas, se asustó con una mano impidiendo la
causa natural del ascensor. Las puertas volvieron a abrirse y Lucas observó a lo que parecía ser una
chica de tez oscura con un cabello sorprendemente rizado y con mucho volumen, Lucas dejó unos
minutos en silencio mientras la chica un poco bajita entraba al ascensor, inmediatamente se creó
un ambiente tenso que realmente no duraría demasiado tiempo. La chica se atrevió a saludar de
una manera un poco confusa, porque era seria pero al mismo tiempo muy dulce y cálida al hablar.
Lucas también la saludo, pero no fue mucho más que un "hola" y una sonrisa. Volvieron a abrirse
las puertas del ascensor en el 2do piso del edificio, y una alfombra roja decoraban el pasillo hacia
55 habitaciones. Ambos se dirigieron a las suyas. Lucas se despidió de la amable chica... pero se
preguntaba a sí mismo ¿Qué hacía una chica de tez oscura en un instituto religioso? A todos los
que había ido, solo asistían personas de tez blanca. Pero dejó sus preguntas para otro momento, y
vio la puerta a su habitación... tenía el distintivo número 54 tallado en la madera de la puerta, que
era similar a la puerta que había abierto 5 centímetros el día que perdió a sus hermanos. Un
sentimiento horrible de dejá vu cruzó por su cabeza. Más se armo de valor y entró a aquella
habitación sin ni siquiera tocar. Y bueno, era obvio que su compañero ya se había instalado, lo
encontró acomodando un peluche de conejo blanco con un moño rosado en una de las camas. El
extraño chico se sorprendió, a Lucas lo invadió un sentimiento insoportable de vergüenza, cerró la
puerta y como si no fuera más vergonzoso así, tocó la puerta 3 veces, como si eso borrara la
estupidez que acababa de cometer. El chico con aspecto extravagante abrió la sencilla puerta. -
¡Hola!- dijo con alegría, invitó pasar a Lucas como si nada de lo que había pasado hubiese sido de
su importancia. Lucas también saludo, y se presentó, aunque el chico no se veía como un matón,
era raro ante sus costumbres. El pelo totalmente rosado tenía este extraño chico, y los ojos
parecían maquillados. Juraría Lucas, que este chico tenía sus ojos maquillados como una mujer lo
haría. Tenía aritos, sí, unos aritos negros redondos y pequeños en cada oreja, y unos ojos grisáceos
muy poco comunes. Lucas no podía ocultar su sorpresa, pero a pesar de su impresión el chico lo
había saludado con alegría, por lo que él hizo lo mismo.

-¡Hola!... Soy Lucas... ¿Cómo te llamás?-

-Yo soy Tomás, pero me apodan Tomy. Decime como vos quieras- Dijo con una sonrisa en el
rostro.

A Lucas le parecía muy extraño este pibe, no era nada cerca a lo que él estaba acostumbrado, ni
mucho menos algo que él conociera. No pudo contenerse en preguntar.

–Pe-Perdón que pregunte... pero ¿te maquillás?-

-Sí, me maquillo- Dijo seguro de sí.

Lucas, que provenía de una casa sumamente religiosa, dudaba de que Tomás esté en lo correcto,
pensaba decirle que eso no estaba bien, pero lo confundió la felicidad de su nuevo compañero.
Por lo que se quedó en silencio viéndolo unos pocos minutos...

-Te queda bien- Comentó Lucas, ese comentario le salió de lo más profundo de su ser, su mamá lo
mataría si estuviera cerca, pero mamá no estaba como para pegarle, por primera vez Lucas se
sintió libre. -¡Gracias!- Dijo Tomás con su voz muy distintiva, sonaba muy alegre. Lucas empezó a
notar la variedad de cosas de color rosa que tenía su compañero, y tenia varios peluches que luego
en una charla con él se hizo a saber que cada uno tenía su propio nombre. Enseguida congeniaron,
hablaban con confianza como si ya se conocieran. Tomás ayudó a Lucas a desempacar, y comieron
algunos caramelos de miel que le sobraron a Lucas de su viaje en colectivo. Se iban preguntando
cosas mutuamente, hasta que llegaron al tema familiar, un tema un poco sensible para Lucas. -Y...
¿Qué onda con tu familia?- Le preguntó inocentemente Tomás. Lucas quedó entre la espada y la
pared... debería contarle... pensaba. O talvez era muy temprano para eso, talvez Tomás se asuste,
pensaba Lucas. -Normal... Común, Mi papá bueno... él- Por un momento Lucas pensó que talvez
tener a su padre fallecido haga que Tomás lo tratase diferente o le generará lastima. Asique
prefirió hacer como su madre... mentir. -él es pescador, y mi mamá es ama de casa, soy hijo
único.-

–¡Que suerte que tenés! Yo tengo una hermana mayor insoportable- Dijo Tomás con suma
confianza. Más Lucas estaba un poco callado, de hecho siempre fue más introvertido. Siempre
pensó y después actuó, pero Tomás era como lo contrario, primero se lanzaba y después pensaba,
era más impulso que mente. Eso le ha jugado varias cartas en contra en el pasado, pero son cosas
que forman parte de nosotros, y son muy difíciles de corregir.

-¿Y tu familia? ¿Cómo es?- preguntó Lucas mientras comía algunos de sus caramelos y jugaba con
sus envoltorios. -Mm bueno.. mis mamás son muy buenas conmigo y con mi hermana-

-¿Mamás?-

- Si... ¿Por?-
-¿Cómo que mamás? En este momento no hay persona más confundida de lo que lo está Lucas.

-Ah... perdón supuse que.. sabías.- Dijo Tomás un poco preocupado.

-Todos lo saben.. es un poco molesto pero, al ser un instituto inclusivo no son tan malos como en
la secundaria-

-Perdón... creo que me perdí en esta conversación- Dijo Lucas.

-Bueno verás... yo no tengo papá porque, bueno mis mamás son una pareja lesbiana.- Explicaba
Tomás, la voz le temblaba como si tuviera miedo. Pero Lucas por otro lado, entendía poco y nada.
Escuchaba palabras nuevas que daban pinta de ser científicas, ¿Mamás? ¿Lesbianas? Criarse en
entornos totalmente religiosos te priva de ciertos conocimientos... pero este instituto es distinto,
era inclusivo, como dijo Tomás. Sí, seguro ya deducen lo que pasó... La madre de Lucas pidió una
beca al colegio equivocado.

-Perdón... puedo parecer un tonto pero, no sé de qué me estas hablando...-

-¿Qué es lo que no sabés?

-No sé qué es lesbiana...-

-A-ah... ¡AH!- Tomás abrió los ojos así como un par de platos grises brillantes, Sorprendido lo
notaba Lucas...

-¡Noo! Perdón no tuve que suponer.... ahg- Tomás miró a un lado como cuando uno habla consigo
mismo.

-Bueno... Las lesbianas son mujeres a las que les gustan otras mujeres... ¿entendés..?-

-Como... ¿románticamente?- Preguntó Lucas.

-Eh... más de otra manera pero si, románticamente..-

-Y eso... ¿está bien? ¿no se supone que solo deberían entablar una relación hombres y mujeres?-

-Claro que no, no está mal. Y una relación de un hombre y una mujer también está perfecta... pero
hay veces que... las personas son diferentes, se sienten diferentes pero eso tampoco está mal...
¿entendés?-

-Entiendo...- Dijo Lucas, aunque todos sabemos que no estaba entendiendo nada.

-Supongo que tus papás nunca te dijeron nada al respecto... y seguro fuiste a alguna escuela
religiosa ya que en esas no se habla de las distintas orientaciones sexuales. Pero no te preocupes...
tampoco es algo que necesites saber si o si.-

-Y... ¿hay más orientaciones sexuales?-

-Si... bueno hay muchas cosas... yo no quiero inculcarte ninguna opinión, si sos religioso también
está perfectamente bien, de hecho acá hay un montón de personas de diversas religiones, como
budistas, miembros de la iglesia SUD que por cierto son sumamente amables,- Y Tomás seguía
hablando y hablando, básicamente se sentía culpable por no notar que Lucas no conocía aún
muchas cosas.
-Si, no te preocupes... - Dijo para concluir Lucas. Se escucharon un par de bostezos al unísono y
también unas risas de parte de estos dos jóvenes. Concluyeron en que ambos tenían sueño, y que
en tan solo un par de días comenzaban las primeras clases, por lo que apagaron las luces y los dos
veladores que acompañaban las camas, pero lamentablemente solo uno de ellos logró dormir,
porque Lucas era muy bueno en sobrepensar las cosas, y los pensamientos te prohíben dormir.
Lucas decidió prender su compu a las 23:00hs solo para investigar... más tardó su compu en
prender, que Google en darle 455 billones de respuestas a sus preguntas. En un ratito cosas que
no sabía estaban al alcance de un solo clic. Porque ya todos los lectores de esta larga historia ya
deben haberse dado cuenta que Lucas era sumamente curioso. En sus ojos se reflejaba la luz de la
pantalla, aquella pantalla le mostraba un mundo abierto a amar, un mundo que intentaba refugiar
a todos sin importar sus orígenes, como se sintieran o con quien quisieran estar. Lucas desde chico
se sintió un poco fuera del mundo, como si su propio planeta le diera la espalda... siempre le
aterró que sus hermanos se hayan ido por su culpa, porque él no los entendió a tiempo, porque se
puso esos auriculares en vez de entrometerse. Aunque fue a colegios religiosos y la mayoría de sus
compañeros eran amables, algunos eran demasiado crueles. Leyendo en esas páginas de Internet
se encontró con que estas personas siempre existieron, personas que amaban a otras de su mismo
sexo, o personas que se sentían diferente a su propio sexo. Egipto, La antigua Grecia, Roma...
muchos de ellos fueron asesinados o torturados, sólo por amar. Recordó Lucas, sus tiempos en la
secundaria, tercer año para ser más precisos. Todos los chicos más robustos, se juntaban a pegarle
a un sólo chico flacucho porque se juntaba sólo con chicas, le decían marica. Recordó Lucas. Y al
seguir investigando se encontró con qué "marica" es uno de los muchos apodos maliciosos que se
les pone a los gays. Al parecer muchas veces había oído hablar de esta comunidad LGBTTTQ+, pero
nunca se había puesto a pensar de qué se trataba. Salió en su computadora un aviso de batería
baja, al parecer ya había estado un par de horas en Internet, Lucas se quedó con las ganas de
seguir investigando, de seguir descubriendo. Pero ya le había agarrado mucho sueño, asique
enchufó su compu para que al día siguiente tenga más tiempo para investigar, se tapó y se acostó
mirando en dirección a Tomás, tardó un poco mucho en dormirse, pues como ya mencioné,
pensar demasiado lo privaba del sueño. Cuando al fin logro dormir cayó en un sueño muy
profundo que hasta sacó de él ronquidos, y Lucas nunca roncaba. Pocas horas después a Tomás lo
despertaría la alarma titilante de las 6:00 am, ya que le gusta siempre llegar puntual a actividades,
y digamos que ni había clases en el instituto aún, más él consideraba el desayuno una actividad de
suma importancia. Se levantó y de solo 2 actos armó su cama y acomodó su peluche favorito,
koko. Se adueñó del baño por hora y media, siempre le gusta estar limpio y arreglado, además a
menudo su cabello adopta formas extrañas ¿será por tantas tinturas?. Se miraba al espejo varias
veces, inseguro. Preguntándose si debería cambiar algo, si se veía bien. En ciertos ángulos se creía
hermoso a sus propios ojos, pero en otros sólo se sentía como la persona más horrenda que este
mundo acogía. Con cada que miraba su reflejo odiaba otro rasgo de su faz, pero le parecía un
sentimiento no digno de amargura, por lo que pasó a delinearse cuidadosamente los ojos. Salió del
baño y notó que Lucas seguía dormido, cuando intentó despertalo solo con el poder de su voz,
fracasó, A Lucas no se le movía ni un solo pelo. "¿Estará vivo?" Se preguntó. Provó con lo más
común, moverlo. Pero nada, seguía igual, en su posición de apariencia irrompible de un pequeño
camarón entre sábanas, igual de tierno se veía al juzgar de Tomás. Provó con algo un poco más
estruendoso, en su celular puso algunos sonidos fuertes cerca de su oído. Tampoco, nada, ni un
solo movimiento. "Sin dudas esta muerto" Dijo Tomás para sí. En chiste, por supuesto. De repente
recordó la forma milenaria que usaban sus madres para despertarle en días de rebeldía
adolescente, regresó al baño para buscar su elemento principal, agua. Sólo con un poco es
suficiente para despertar hasta la bella durmiente, ni siquiera necesitó un vaso. En sus manos
vertió un poco de agua y se las humedeció, y antes de que se escurran por completo la dejó caer
por la nuca de Lucas. Tomás se alejó de posibles patadas, y Lucas se despertó repentinamente con
una mala sensación de ahogo, aunque un poco exagerada. Tomás se adelantó y dijo:

–¡Perdón! pero es que no sabía cómo más despertarte...– Se notaba vergüenza en su hablar.

– Supongo que, el que se tiene que disculpar soy yo por ser tan dormilón.– Dijo Lucas
refregándoce la nuca, como si los mililitros de agua que vertió Tomás sobre él le hubieran
generado sarpullidos, volteó y al ver el reloj marcando las 7:40 AM lo preocupó un poco, Lucas
tampoco se solía preparar con rapidez, aunque no se arreglaba tanto como Tomás. Se levantó sin
ordenar su cama ni ponerse nada en sus pies descalzos, dio tres rápidos pasos para llegar al baño
donde sólo lavaría sus dientes y mojaría su cabello, sí, el sin vergüenza ni siquiera se gastaba en
peinarse, piensa que con mojarse y bajarse el volumen del pelo se vería más limpio. A Tomás se le
notaba una cara de desagrado. "Yo tan cuidadoso... y él, todo lo contrario..." pensaba mientras
veía a Lucas buscar por todos lados sus zapatillas grises, excepto debajo de su cama, donde las
había dejado el día anterior. Aunque Tomás sabía dónde estaba su calzado y odiaba llegar tarde,
prefirió observar como se desenvolvía Lucas por su propia cuenta, en unos momentos se río, no
pudo evitarlo. Lucas con enojo le preguntó de qué se reía, Tomás no pudo contestar porque
estaba sumergido en su risa, por lo que sólo quedó que se una a las carcajadas. Fue entonces
cuando el par de zapatillas se vió a primera y simple vista, al lado del cajoncito del velador, solo la
mitad de ellas estaban debajo de la cama de Lucas. Él inmediatamente entendió sin necesitar
explicaciones, qué estaba generando la dulce y tierna risa de Tomás. Sonaron las 7:50 AM, alarma
que esta 10 minutos antes de que se sirva el desayuno. Ambos dejaron sus risas para mirarse
sorprendidos y correr al ascensor.

–¡Mierda! Ya no deben haber lugares...–Dijo Tomás mientras apretaba unas 3 veces por segundo
el botón para cerrar las puertas del elevador.

Apenas las puertas del mismo se abrieron lo suficiente como para que un ser pase por allí, Tomás
se apresuró a salir; Lucas esperó un poco más, pero no se quedó atrás cuando empezaron a correr.
Al llegar al gran comedor con varias mesas de 8 personas cada una, vieron demasiados
estudiantes, algunos se notaban ya en los últimos años en el instituto, otros se notaban nuevos.
Muchos estilos de personas, pero al no conocer a nadie más que a su compañero de cuarto, Lucas
se puso un poco ansioso. Temía no caerle bien a ninguno, sí, temía no caerle bien a ninguno de los
300 estudiantes que yacían en aquel enorme edificio.

–¿Vez algún lugar?– Le preguntó Tomás a su compañero.

–Eh...– él miró en varias direcciones pero sus ojos se perdían en tanta gente, era como encontrar
dos agujas en un pajar.

De repente una voz conocida resonó a su lado. "¡Por acá!" Decía... Al ver detenidamente se podía
ver una chica que aunque levantó sumamente su voz para llamar la atención de ellos, se notaba
calmada. Una chica de tez oscura con un cabello sumamente rizado y con mucho volumen, sí, la
misma del ascensor.
–¡Ah! ¡Hola Roana!– Dijo Tomás. Ya se conocían por suerte.

Lucas lo siguió hacia la mesa que contenía dos únicos lugares para ellos, afortunadamente los
viejos y nuevos amigos de Tomy les habían guardado dos lugares, sí, pensando en su compañero.

–Sos el del elevador... nunca me olvidaría de una cara, que coincidencia que seas el compañero de
Tomy–

–Un gusto volver a verte... y bueno ustedes ya se conocen– Dijo Lucas, con un poco de curiosidad
de cómo.

–Lucas, ellos son mis amigos del instituto y de secundaria, bueno excepto Frank que lo conocí por
Camilo.– Dijo Tomás intentándole presentar a sus ya amigos.

–Deberían presentarse todos bien, si no el chico no va a entender nada.– mencionó Roana


dirigiéndose hacia el resto de las 5 personas que componían la mesa.

-¡Un gusto! Yo soy Jennifer- Una chica con el cabello más largo que haya visto Lucas, negro y lacio,
perfectamente aseado.

-Soy oscar‐ Un chico al parecer confianzudo, se sentaba con las piernas cruzadas sobre la silla
como si estuviera en una colchoneta de yoga.

–¡Yo soy Camilo! Aunque no me compares con el cantante porque no me gusta.- Alegre, directo.
Su pelo rojo fuego, sus ojos diferentes tonos de celeste, pecas en su nariz y pómulos. Ah... y usaba
un pequeño moño para atarse su pelo, pero no era muy largo tampoco, a la mandíbula le llegaba.

-Raquel, y si, es nombre de vieja.- Look roquero, su pelo tampoco era tan largo, teñidos algunos
mechones y puntas de color turquesa, al parecer se los tiño ella pues estaban disparejos, lo que no
quiere decir que le quedara mal.

-Y yo soy Frank Oslo- Decía un chico, totalmente vestido de negro y colores oscuros. Delgado, con
pierciengs en sus orejas.

Roana se sentó y comenzó a tomar su taza caliente de capuchino, le hizo señas y gestos a Tomás
para invitarlos a sentarse.

-Bueno, nosotros te dijimos nuestros nombres ahora te toca- Dijo Raquel mientras se llenaba la
boca de galletitas surtidas.

–Ah, si perdón, mi nombre es Lucas.–

–¡No te disculpes! Y bienvenido al grupo, justo nos faltaba alguien que ocupara ese lugar este
año–

Mencionó Camilo, Lucas sin embargo quedó un poco confundido, pero no se puso a pensar
demasiado. No podía creer que estas 6 personas nuevas lo estaban incluyendo con tanto cariño.
Se preguntó a sí mismo si Tomás tenía algo que ver, en su mente imaginaba como él llamaba a sus
amigos diciéndoles "Tengo un compañero muy bueno, tratenlo bien mañana" ya que de alguna
manera le generaba satisfacción personal. En su corazón se produjo un sentimiento de interés, y si
obviamente curiosidad. Quería saber las historias de vida de cada uno de lo que parecian iban a
ser sus nuevos amigos, conocerlos a fondo, compartir buenos momentos con ellos. Imaginar
algunas situaciones positivas le ganaron a su ansiedad de no caerle bien a nadie, imaginó tener
una oportunidad de tener buenos amigos, leales. Desayunaron todos juntos en armonía, varias
charlas interesantes se desataban tras otras. Lucas aprendió que sus nuevos amigos tenían
personalidades únicas, reconocibles con tan solo pocas actitudes y reacciones. Camilo era el
comediante, el alegre, sonreía todo el tiempo y tenia una carcajada contagiosa hasta para el más
amargado. Raquel tenía un semblante de enojo, pero Roana la hacía sonreír, y también sonrojarse.
Frank era como el pícaro, coqueteo con Lucas un par de veces, pero se notaba que sus miradas se
desviaban hacia alguien en particular. Roana como siempre, sumamente calmada, jugaba mucho
con el cabello disparejo de Raquel. Oscar enseñó algunos trucos para aromatizar y desechar las
malas vibras, es medio hippie. Jennifer habló de lo mucho que adora cantar, les prestó al resto un
pedacito de un clásico viejo, compartiendo nostalgia y cultura. Tiene una preciosa voz. Y así de a
poco se iban conociendo todos juntos, Tomás también tenía ciertas cualidades que hacían que
Lucas se interesará un poco más en él que en el resto, algo llamativo tenía para cualquiera que lo
conociera. Todos juntos acordaron sentarse en esa misma mesa por el resto del año, y que
asisitirian al campamento...

-Pará ¿Qué campamento?- preguntó Lucas.

Sonaron en el reloj del edificio, las manijas marcando las 9:30, ya había terminado la hora del
desayuno.

–¿Me llevás mi plato?– Le preguntó Frank a Camilo con una sonrisa forzada, una forma mediocre
de manipularle. Pero Camilo ya estaba acostumbrado, le llevó su plato junto con el suyo sin
negarse. Por otro lado, Roana y Raquel se fueron a la biblioteca. Lucas se quedó con la duda.

–Tomás, ¿Qué campamento?–

-El mismo campamento de todos los años... él de abril.... ¿Qué acaso no estuviste el año pasado?

- No, recién empeze este año.–

–¿No sos de segundo año...?

–No– respondió Lucas.

Al parecer se había producido otro error que hasta parecía coincidencia, Tomás le mostró a Lucas
un cartel que yacía en las paredes de la recepción, unos colores y unos números.

"1 : verde"

"2: blanco"

"3: azul"

"4: rojo"

Marcaban los años claramente... pero ¿Qué representaba los colores?


–Es tu llave, tu llave es blanca, la recepcionista se debió confundir.– explicó Tomás... pero a Lucas
le pareció sumamente extraño, ya que la recepcionista se había dado cuenta de que él era nuevo
"¿Por qué me habrá dado una llave blanca? ¿Se habrá confundido?" Debatía él junto con Tomy.

–¿Crees que debamos avisarle a los directivos?–

Pero Lucas ya se había encariñado con todos, en especial con Tomás. No quería tener que
encontrarse con otro estudiante, con posibilidades de que sea un bravucón.

–No, no sé como me voy a arreglar, pero no quiero tener que obligar a otra persona a que me
despierte con agua. –

Ambos se rieron un poco, pero era una realidad dura, lo más correcto sería que Lucas asistiera al
año correspondiente.

–Yo tampoco quiero que te vayas.– Dijo Tomás.

Unos momentos de silencio, pensaban en posibilidades, alguna solución, algún truquito para que
todo se quede como ya se había acomodado.

–Siempre hice las cosas como correspondían, creo que una vez no va a hacer daño– Dijo Lucas con
una sonrisa leve. Tomás pegó un chillido de emoción y abrazó saltando a Lucas.

– ¡Ya sé! Te puedo enseñar todo lo que vimos el año pasado, te doy un tour gratuito por el
instituto, y...– La cara le cambio. Su semblante se cayó.

- ¿Qué pasa?–

- Registran a los estudiantes y a los que pasaron de año... se van a dar cuenta que sos nuevo.–

– Nunca he hecho una rebeldía. ¿Cambiamos los registros?–

A Tomás se le retomo la alegría, aunque no tenían idea de donde encontrar los registros ni de
cómo cambiarlos, pero sin dudas querían hacerlo. Siempre siendo tan perfectos, pero esta vez, no.

– Vení, vayamos a la pieza de Camilo y Frank.– Tomás guió a Lucas hacia la habitación número 26.

–¿Qué quieren? –Dijo Frank tirado en su cama mientras jugaba en su celular. Recibió un pequeño
palmazo en el muslo de parte de Camilo.

-Contestá bien– Le dijo a Frank. Él dejó de jugar con su celular para prestarles atención a sus
invitados.

–Como sé que son los únicos dos que no van a decir nada, porque digamos que ya han cometido
actos de vandalismo... les venimos a pedir ayuda– Dijo Tomás

‐ ¿Qué crimen cometemos ?-

Dijo Frank de forma pícara.

-Necesitamos que nos ayuden a agregarme a los registros de 1er año.–


Camilo y su compañero quedaron confundidos, pero no pidieron muchas explicaciones. Se notaba
que a ambos les gustaba romper las reglas, porque que exista una regla, para ellos, es razón
suficiente para romperla. Tranquilos, no asesinaron a nadie, hablamos de delitos menores, obvio
siguen siendo delitos. Pero digamos que a sus ojos son por buenas causas. Por ejemplo, una vez le
tiraron papel higiénico y huevos a un policía en Halloween, este policía acosaba a una de sus
amigas, pero por su puesto en la comisaría la justicia no se encargó como debería haberlo hecho.

Planearon los cuatro, que a la noche en el momento cuando todos iban a dormir y se apagaban las
luces, iban a salir de sus habitaciones hacía la sala de profesores, donde tenían los registros y el
papeleo.

–Bueno... Los vemos a las 4 de la mañana, en la biblioteca, ¡adiós!– Decía Tomás mientras
cruzaban la puerta para salir de su habitación. Cuando ellos cerraron la puerta Frank se tiro
suspirando en su cama, angustiado.

-¿Qué pasó?- Preguntó preocupado Camilo.

-Ella- respondió Frank.

Camilo suspiró y también se echó en su cama.

-¿Edén?- preguntó.

-si- respondió Frank.

- Talvez sea momento de dejarla ir... además no me gusta como te trata.-

- Es buena, solo que no me gané su confianza...-

- No se necesita confianza para saludar al menos...-

-Es que no entendés... hay algo que tiene que, no sé... por ahí si tengas razón.-

-Si te entiendo, pero bueno... no quiero que termines triste tampoco. -

-Talvez se enteró de... bueno ya sabes. Talvez por eso no quiere ni dirigirme la palabra. -

- Si fuera así, entonces, en mi humilde opinión, sería una horrible e ignorante persona. Cualquiera
que se tomara el tiempo para conocerte se daría cuenta de lo valioso que sos.- Camilo volteó para
mirar a Frank, él se sentó de repente, una idea cruzó por su cerebro.

-¡Ya sé! Sé como conquistarla. En el campamento de abril siempre hay un baile formal y uno
informal, en el formal me voy a poner un traje caro y me voy a ver tan bien que voy a ser
irresistible- Mencionó Frank, un poco en chiste.

Camilo se río un poco junto a él.

-Seguro que si-

Mientras tanto, Tomás le enseñaba a Lucas las distintas rarezas de aquel instituto.

-Mirá ¿vez esto que tiene el inodoro?- Le preguntaba mientras le señalaba un extraño barandal en
la tapa de la mochila.
- Lo veo - Dijo Lucas mientras prestaba suma atención.

- si lo girás, de esta manera... podes tener un inodoro apto para discapacidades, Genial ¿no?.-
Mostraba Tomy.

- Si, genial.-

Por otro lado, fueron a ver los distintos talleres opcionales que ofrecía el instituto.

- Por acá, esta para aprender lenguaje de señas, propio del instituto inclusivo. Hay también talleres
según el género de películas que te gusten, te enseñan a actuar según el que elijas. Ah y también
están los musicales... yo me inscribí este año.

-¿Musicales?- preguntó Lucas interesado.

-Si. Incluso hacen una presentación a fin de año, votan por una obra y la producen en el teatro de
la Ciudad.

A Lucas se le iluminaron los ojos, recordó cuanto amaba la música. Al parecer este instituto no iba
a ser tan insoportable después de todo.

-¡Me quiero anotar!- Tomás nunca había visto tan emocionado a Lucas, asique cumplió su deseo y
lo llevó hasta la planilla de anotaciones.

Lucas Anotó su nombre, su emoción se notaba demasiado. A Tomás le pareció verdaderamente


tierna esta parte de él. Mientras Lucas terminaba de anotarse, fue interrumpido por las charlas
irritantes de un grupo compuesto por 1 chico y 2 chicas, una de ellas tenía el cabello negro y
ondulado, una blusa que tapaba solo un cuarto de su abdomen, un pantalón de Jean y unas botas
que se notaban de gran valor. Tomás se alejó del tablero de inscripción junto con Lucas que justo
había terminado de anotar su nombre.

- Cuanto les apuesto a que voy a ganarme el personaje principal de la obra de este año- decía con
actitud presumida mientras anotaba su nombre en el tablero, en cursiva lo anotó, para llamar la
atención lo hizo.

- Seguro que si amiga- Decía entre risas más irritantes, la segunda chica del grupo. Rubia de ojos
celestes, con calzados caros igual que la pelinegra.

- ¿Será bueno que te anotes? Está el estúpido de Frank, ese loquito al que se re nota que le
gustas.- Decía el chico, con celos y repugnancia.

- Ay, Le gusto a mucha gente acostumbrate.-

La rubia se río de el chico.

Se fueron charlando así como llegaron, Lucas no tenía del todo claro lo que estaba pasando, pero a
Tomás le dio impotencia, y él no era una persona ni de mal carácter, ni de sensible
temperamento. Estas burlas hacia su grupo se arrastraron desde primer año, y el hecho de que a
Frank le gustara Edén no paraba ni ayudaba a que paren las burlas. Tomás y Lucas volvieron a su
habitación, Tomy explicaba lo mucho que detestaba ese grupito de tres, y lo mucho que ellos los
odiaban. Siempre con su actitud presumida, creyéndose más que los demás, pensando que deben
ser él centro del universo y buscando la mejor manera de llamar la atención y crear chismes. Todo
empezó cuando el grupito armo un gran drama digno de película, esparciendo una mentira para
crear un rumor, que era tan trágico que les parecía divertido contarlo, con la propaganda de
"queremos ayudar". Este chisme, era el supuesto fallecimiento del padre de Tomás, lo crearon a
partir de una charla en la que él solo mencionaba a su mamá. Cuando salió a la luz la verdadera
estructura de su familia, le echaron todos la culpa a Tomás, por pensar que él quería victimizarse a
propósito, que quería que le tengan lástima, más él grupito, compuesto por Bruno, Edén y Ximena.
Nunca dijo que habían ellos exagerando y agrandado un hecho que nada que ver. Jamás tomaron
responsabilidad ni admitieron sus errores, total ellos quedaron como los buenos, como los que
querían ayudar. Por supuesto Tomás seguía con rencores. Solo él sabía quienes habían sido los que
le complicaron tanto su primer año en el instituto con el que él había soñado durante toda su
adolescencia, contarle a gente desconocida sin pruebas sólo los iba a dejar mal a él y a sus amigos,
procuró cerrar la boca. En cuanto a contarle a sus amigos, supo enseguida que no debía. Digamos
que los únicos tranquilos son Oscar, Roana y Jennifer, el resto irían a saquear las cajas fuertes de el
grupito insoportable en un abrir y cerrar de ojos, aunque nadie sabía que Frank iba a terminar
enamorado de una de ellas; Edén. Las ganas de que todos vean la verdad, llenaban el corazón de
Tomy con un sentimiento de impotencia por la poca justicia y escasa consideración que tenían con
él. Ni lo conocían y ya lo odiaban, por un rumor que ni siquiera él había construido. Porque lo
construyeron y moldearon a su voluntad descaradamente. Sólo pensaron en sí mismos y en cómo
llamar la atención de la mejor manera, para que todos sepan quienes eran.

Ya en su habitación, Tomás y Lucas charlaban y debatían juntos. ¿Deberían decirle a Frank lo que
saben de Edén? ¿Deberían hacer como si no hubieran escuchado nada? ¿Qué deberían hacer?

-Hey... pero el único que habló mal de Frank fue este tal Bruno, Edén no dijo nada.- Analizaba
Lucas.

-No voy a negar que es verdad... pero es que no sé... no quiero que le pase algo a Frank, son gente
muy chismosa y él es muy boludo- decía Tomy mientras daba vueltas en la habitación.

Lucas se paró de la cama en la que estaba sentado, tomó a Tomás de los hombros y le dijo firme:
"Calmate, respirá profundo y no te desesperes"

Lucas propuso que en cuanto tengan una oportunidad deberían opinar sobre los posibles daños
que podrían generarle este grupo a Frank, con él presente. Pero también concluyeron que no sería
lo mejor ir y decir "¡dato! El mejor amigo de la piba que te gusta le anda diciendo a ella que no
debería darte bola". Más bien intentan ser sutiles y compartir su opinión. Es obvio que esta
situación le generaría furia a cualquiera, pero si se dejan llevar por ella y hacen algo estúpido,
serán tan idiotas como los que empezaron el drama. Si quieren ser mejores que la gente que les
arruina la vida, sean más maduros e inteligentes que ellos.

Pasaban las horas, y se había hecho ya oscuro el cielo. Cenaron todos los estudiantes y se fueron a
sus habitaciones para dormir, en sólo una noche más empezarían las clases.
-Hace mucho no hacíamos una rebeldía Cami- Decía Frank.

-Si es verdad... me acuerdo de la primera, cuando teníamos 7 ¿no?-

-Si... cuando me cortaste el pelo, jugamos a los peluqueros y me dejaste como un militar.- relataba
Frank.

Los recorrió un sentimiento de nostalgia, y una pizca de tristeza.

-Por cierto, perdón por no estar tanto con vos como estaba antes... bueno, todo se me cruzó y no
sé- Dijo el pelinegro.

-No te preocupes, aún así me dejaras de hablar por un año, te seguiría queriendo, porque somos
mejores amigos ¿no?-

-Obvio, pecoso.- Dijo Frank mientras apretaba las mejillas de Camilo. Lo dejó en paz y se rieron
ambos al compás.

- Estaba pensando que... bueno me re gusta Edén, pero si yo no le gusto a ella se lo pierde, se
pierde esta lindura que vez hoy ante tus ojos- Decía Frank mientras posaba como si fuera un
modelo excéntrico de ropa interior. Camilo se río, no se cansaba de sus chistes pícaros.

- Así se habla, además hay muchos peces en el mar.- Intentaba Cami animar a Frank, que aunque
pícaro era más inseguro de sí mismo de lo que aparentaba.

- No sabía que ahora te volviste poeta Cami, pero tenés razón, además como que me está
empezando a llamar la atención cierta persona...-

- ¿Ah si?... ¿Quién?- Dijo Camilo con curiosidad y emoción.

- Mnn... un pibe esta vez, es como no sé, lo veo y le pone la re buena onda.-

- ¿...Cómo se llama?-

- Creo que su nombre es Sam, el alto que tiene los ojos verdes como esmeraldas- Decía el soñador
de Frank, mientras se recostaba en su cama. Pero el más soñador de la habitación era Camilo.

- Ah si, él es re buena onda- Dijo mientras también se recostaba en su colchón.

Se hicieron las 00:00 y apagaron las luces del edificio, pero esperaron 1 hora más para asegurarse
de que nadie esté despierto. Lucas y Tomás salieron primero de su habitación con sumo sigilo, y su
celular para hacerles de linterna. Se reunieron en la biblioteca los cuatro y en susurros se hablaban
para mantenerse cautelosos.

- Pará ¿cómo vamos a abrir la puerta...?- preguntó Lucas.

- Yo siempre los tengo que salvar a todos- Dijo Frank mientras sacaba un clip para papeles del
bolsillo de su Jean.

- ¿Sabes abrirla con eso? - preguntó su mejor amigo.

-No-
Se quedaron en silencio, pero sufrían por no poder reírse.

- Bueno, sh shh... intentemos. - Dijo Frank que también se quería reír de sí mismo.

Fueron a la sala de profesores, y tenia una cerradura simple, parecida a la de las habitaciones.
Todos intentaron varias veces abrirla con el clip pero ninguno pudo. Camilo le alumbró a Frank la
apertura, mientras el intentaba moldear el clip lo más parecido posible a la llave original.

-¿Qué haces?- Preguntaba Lucas.

- ¡Shh! Necesita concentrarse.- Dijo el pelirrojo.

Frank emitió un gracioso chillido de emoción, sonaba más bien como un grito ahogado, el grito de
un asmático para ser más precisos. Había logrado abrir la puerta, se levantó de su posición
agachada y abrazó saltando a su mejor amigo.

- ¿Viste lo que hice? Obvio ya lo había hecho antes...- presumía en broma.

-Si, lo vi... te estaba alumbrando.-

- Ay... ¿mi pelo se ve marrón a la luz? Porque odiaría que realmente sea marrón oscuro y no negro
azabache.-

-¿ en serio te preocupa eso ahora? - preguntó Camilo, mientras seguían sus brazos cruzados en los
hombros de Frank.

- Es que muchos me han dicho que se ve marrón a la Luz pero, sé que vos no me vas a mentir-
Aclaraba Frank, sus brazos yacían cruzados en las caderas de Camilo.

-Tranquilo, es negro azabache.-

Frank celebró sin hacer ruido, y ambos finalmente entraron a la sala de profesores.

-¿Dónde estaban...? Necesitamos ayuda para buscar los papeles...-

-¡Ah si perdón!- Dijo Camilo, un poco agitado.

-¡Tarde! Lo encontré- dijo Lucas. Puso los papeles en un escritorio, y sacó una lapicera para anotar
su nombre completo. Pero tuvo que apresurarse, unas voces se oían lejos, parecían ser
provenientes del patio.

-¿Guardias?- Preguntó Frank.

-No pelotudo, esto no es una prisión- le respondió Cami mientras mantenían el habla en susurros.

Las voces eran dos femeninas, se reían al compás. Sumamente irritantes y agudas.

Frank reconoció aquellas voces chillonas, se arriesgo y se acercó a observar, pero en el pasillo no
había nada.

- ¿Qué hacés?- Dijo Camilo preocupado, sonaba como si estuviera gritando mientras susurraba,
algo un poco confuso como para explicarlo escribiendo.

- es Edén- decía el delgado buscando a la chica de cabello ondulado tan sólo con su mirada.
El pelirrojo se enojó un poco con Frank.

- Ahora no es tiempo para tus problemas hormonales.-

Frank ya había descubierto la ubicación de Edén y su amiga Ximena, estaban en el césped del patio
frontal, el desemboque de la puerta principal.

- Ya vengo- Dijo, mientras se acercaba agachado tal personaje de video juego para observar y
escuchar lo que hablaban.

-Que pelotudo- dijeron los otros tres al mismo tiempo, observaron sus acciones desde la sala de
profesores, a través de la puerta.

Mientras al oído de Frank, se escuchaba claramente la charla que estaban teniendo estas dos
amigas, un poco él se sintió mal por estar invadiendo su privacidad, decidió por su cuenta regresar
con sus amigos.

-¿Frank?- Dijo Edén. Lo había visto regresando a por biblioteca. Por un segundo, a Frank se le
produjo un paro cardíaco, o eso sintió él.

-¿Edén? Ah... ¡yo estaba...!- alterado sin duda... la persona que le gusta le estaba hablando y hasta
se sabía su nombre. Y también lo había visto a la 1:30 de la mañana por la biblioteca, cosa que era
preocupante.

- ¡No te preocupes! No te voy a delatar... aunque no es que este estrictamente prohibido salir,
solo nos reprenderían si se quejan de los ruidos. Yo y Xime lo hacemos todo el tiempo. -

- Ah...- en su mente, Frank estaba como:

"¡pasó de ni siquiera saludarme a saber mi nombre y dirigirme 33 palabras seguidas! ¡AAAAAH!"


Si... hasta a mi propia crítica de narrador me parece demasiado fanático de su parte, pero el
enamoramiento es raro ya de por sí.

- Vi que estabas en la obra de este año... ¿vas a ir por algún papel principal? - Preguntó Edén.

- Este año es romántica la obra, y no sé... este instituto tiende a ser bastante exigente y no quiero
que me obliguen a besarme con alguien desconocido. - Explicaba mientras cruzaban sus brazos,
Edén se río un poco.

-Bueno... ¿yo cuento como desconocida...?- Dijo tirando una indirecta, un poco directa. A Frank se
le erizó cada pelo de su cuerpo, le dio taquicardia y sus orejas y mejillas se notaban enrojecidas.

-Por supuesto que no...- Dijo lo más disimulado posible, porque digamos que cuando uno está
enamorado dice cosas estúpidas, se traba o confunde las palabras.

-Bueno... nos vemos entonces pasado mañana.- Concluyó Edén para la luego regresar con su
amiga al patio.

Frank corrió todavía con las mejillas rojas, hacia sus amigos, pero se dio cuenta que Camilo ya no
estaba ahí.

-¿ Y Cami...?-
-Dijo que se iba a ir a dormir, porque acá ya terminamos con los registros.- explicó Tomás.

-Pero... ¿está bien...?- sin duda la fisonomía que caracterizaba el semblante alegre de Frank cesó.
Porque muchos ya deben haberse construido una extensa opinión sobre este pelinegro delgado,
pero jamás iba a priorizar a alguien o algo más antes que su mejor amigo.

Lucas encogió sus hombros en signo de duda, bueno, igual Lucas recién los había conocido en la
mañana ¿Qué iba a saber él de las estrafalarias personalidades de sus amigos?

Frank volvió a su habitación preocupado por su amigo, más Lucas y Tomás tomaron camino a la
suya; allí, el curioso Lucas le consultó a su compañero de cuarto cuales eran las posibilidades de
que Camilo se hubiera enojado por la escena romántica y dramática que acababan de percibir.

-No es la primera vez que Camilo desaparece en una situación estresante. No le gusta expresar
sentimientos negativos delante de otras personas.- declaró Tomás.

-¿desde hace cuanto los conoces... a Frank y Camilo?- Siguió indagando Lucas.

-Bueno, recién en 4 o 5 de secundaria, asique desde hace unos 3 años más o menos.- Respondía
Tomás sin cuestionar las ocasionales preguntas de Lucas.

-Por lo que sé, ellos se conocen de cuando eran niños, siempre fueron amigos, pero a mitad del
año pasado Frank se puso un poco distante con Camilo, por Edén.-

Cada explicación que Tomás le daba a Lucas, sólo lo hacía tener más sed de saber.

-no puedo contarte demasiado, no quiero romper su privacidad. Supongo que si tenés más dudas
deberías consultárselas a ellos.- Dio por terminado Tomás, a quien le cayeron un poco pesados
aquellos comentarios curiosos.

Lucas entendió un poco tarde el error en su actitud, se sintió culpable y en su mente se comparaba
con su propia madre que invadía su privacidad a menudo, y no hablo de "no me deja cerrar la
puerta de mi habitación, qué fastidio" hablo de... "leyó mi diario personal" para que se den una
idea. Ella hacía todo esto con el fin de comprobar que sus hijos no estuvieran cometiendo
"pecados" o estuvieran en algo de su propio desagrado, Lucas tuvo la suerte de enterarse de ello
una noche en la que se había desvelado, escuchó a su madre caminar por el extenso pasillo
dividido en esas 7 habitaciones diferentes... para abrir lo que era en ese momento la puerta a la
habitación de su hermana; sacó su delicado diario de tono turquesa pastel y ojeo un poco
mientras regresaba por aquel pasillo hacia su propia pieza. Desde aquel día Lucas dejó de decir la
cruda verdad en su diario, y modificaba sus escritos diariamente para que sean desiguales a los
hechos que acontecían en el mismo día, para que cada palabra construya un camino de confianza
en su madre. Puede que Lucas haya tenido suerte de que su madre le tenga más empatía y
compasión que a sus otros hijos, pero también puede que él se la haya ganado con cautela y
paciencia. Caso contrario, posiblemente no estaría en este momento en aquella universidad,
probablemente su madre misma lo hubiera llevado a la correcta, de la que no podría escapar.
Lucas se disculpó con Tomás, y no se hablaron mucho posteriormente. Se apagaron los veladores y
regresaron los invasivos pensamientos de Lucas, aunque esta vez rebalsaban los positivos y los
agradecimientos. Se sintió un poco más en paz consigo mismo ahora que se ponía a pensar que
talvez no eran una serie de estúpidos errores, talvez alguno de ellos había sucedido en
consecuencia a un actuar suyo. Finalmente se durmió.

Ya pasaron dos noches desde que este joven llegó a aquel enorme edificio, conoció a varios
compañeros e hizo nuevos conocidos, a medida que pase el tiempo en esta dolorosa historia,
forjaran vínculos prácticamente irrompibles y no sólo Lucas con ellos, si no entre ellos también.
Vengo a pedirles que se esperen muchas cosas de lo que prosiga, de este modo, tendré más
oportunidad de enredarlos hacia el verdadero final.

CAPITULO 2

-Todos presten muchísima atención, son de primer año asique deben estar muy bien informados
de nuestro sistema. Como ya habrán presenciado, esta no es una universidad que tenga como
cualidad ser casi imposible para acceder en ella, por lo que deben estar agradecidos. El resto de las
cosas no serán tan fáciles, se conoce como la mejor universidad del país guiada hacia las artes
dramáticas, aunque no sólo ofrecemos las materias necesarias para la firmita del currículum.

Seguramente ya habrán oído la inclusión que intentamos crear en este edificio, podemos
encontrarnos por acá... con un taller de lenguaje de señas, y en la misma dirección se encontrarán
con un taller donde podrán aprender RCP, primeros auxilios, etc...

Ésta es la cocina, contamos con un menú general y menús exclusivos para aquellas personas
celíacas, diabéticas o que padezcan trastornos alimenticios además de el menú vegano y
vegetariano.

Éstas son las habitaciones, se dividen por sexo pero tengan en cuenta que tranquilamente podrían
hablar con el staff si les genera incomodidad debido a su identidad de género, orientación sexual,
etc...

Contamos con 4 divisiones de baños, hombre, mujer, discapacitados y el último que es usado por
personas nobinarias. Los dueños que construyeron esto siempre tuvieron en cuenta a la mayor de
gente posible, todos acá hablamos lenguaje de señas y tenemos autorizado ejercer asistencia
médica en caso de emergencia.

Repito, esta no es una universidad común, es más como una segunda secundaria pero mucho más
estricta, procuren no romper las normas de conducta intencionalmente y no estarán en riesgo de
expulsión. - Explicaba la directora a los recién llegados, por cierto lo decía hablando y en lenguaje
de señas. Lucas estaba allí, escuchando a la señora alta de cabello castaño recogido, ni siquiera
una de todas las escuelas religiosas a las que había asistido tenía al menos la mitad de las cosas
que esta sí. Aunque le quedó muy claro que no iba a ser del todo fácil quedarse, más tarde la
señora mencionó que al final de cada año se expulsan al menos 40 estudiantes de cada sección ( o
sea de 1ero hasta 4to ) expulsan a los que tienen las peores notas, por lo que en total se expulsan
mínimo 160 alumnos por año. Sí, el error del sistema había favorecido su vida social, pero sería
difícil aprobar ignorando todo un año de estudios, bueno, Tomás le prometió anteriormente
ayudarle con ello, lo que implicaría pasar más tiempo en común. Esto, emocionaba gratamente a
Lucas siendo que se encariñó con su compañero de cuarto, para la audiencia debe ser extraño
¿Por qué le emocionaría más tiempo juntos, si literalmente viven en el mismo sitio? Mejor no lo
cuestionemos...

Inmediatamente regreso motivado a aquella habitación número 54, en sus cajones propios busco
su cuaderno de anotaciones. No está de más decir que Lucas tenía muchos cuadernos que
funcionaban para anotar distintas cosas, no le gustaba olvidarse de nada ni pasar ningún hecho
por alto.

-Un calendario

-Minuta Diaria

-Diario personal

-Ilustrador (para dibujar garabatos necesarios)

-Cuaderno cuadriculado para esquemas de estudio

-Libreta rayada (la usa para anotar datos necesarios)

-Libro liso (lo usa para dibujar las personas a las que conoce y allí anotar sus características, como
su altura, edad, cumpleaños, color favorito... etcétera)

Son los libros que guardaba sólo en ese cajón, talvez nos parezca un poco... demasiado obsesivo,
pero no podemos negar que es un buen método para contar con un buen rendimiento académico
y social ¿verdad?.

Anotó en su libreta rayada, todo aquello que recordaba de la charla informativa, para luego,
escribir sus dudas que más tarde resolvería junto a Tomás. Por cierto ¿Dónde está Tomás?

Lucas no recordaba haberlo visto ese día, pero no se preocupó, seguro estaría charlando con
alguno de sus amigos o talvez comiendo algo robado de la cocina, probablemente robado por
Frank y Camilo. Lo que sí, sabía que debería buscarlo en 10 minutos a más tardar, esa misma tarde
empezaría la primera clase, y le estresaría de gran manera no tener todas las cosas claras. Tomó su
mochila mediana y guardó una cartuchera simple que sólo contenía artículos indispensables, y su
libreta rayada. Salió de la habitación. El primer lugar donde buscó a su amigo fue en la cocina, lo
cual, le tomó varios minutos, la cocina se encontraba en la planta baja del edificio y el ascensor no
era necesariamente "rápido". Luego del elevador debería dirigirse derecho por el pasillo hasta una
puerta de vidrio que conduce al comedor, que a su vez, contiene baños y la cocina en el otro
extremo. Este recorrido equivale a 2 cuadras.

Disimuladamente observó por la ventana que contenía la puerta de la cocina.

Nada.

Tomás no estaba allí, asique fue a la habitación de Frank y Camilo a comprobar su segunda teoría
(Tomás estaría con ellos, o al menos, ellos vieron o saben dónde está).

Otro viaje de 2 cuadras para llegar a la habitación le robó un poco menos que un cuarto de hora.
Llegó y recordó tocar la puerta... bueno seamos sinceros, intentó abrirla de un tirón pero estaba
cerrada.
Abrió Frank.

–se abre hacia adentro, pelotudo. Dijo el pelinegro desaliñado, más de lo normal, que afirmaba
que la puerta no estaba bajo llave.

Lucas torció un poco su cabeza para ver dentro de la habitación, era estructuralmente similar a la
suya, pero en ésta, era fácil notar las sábanas y frazadas negras desarmadas de la cama de Frank, a
su lado, estaba la cama de su compañero que se encontraba durmiendo con su cabello desatado,
le llegaba un poco más debajo de las orejas, bajo sus sábanas había una extraña cama que parecía
ser para mascotas, el curioso de Lucas seguía aprovechando al somnoliento de Frank para
observar su hábitat.

[no es un animal salvaje, para aclarar]

Finalmente él se dio cuenta.

-¿Qué tanto mirás?- Dijo, luego volteó para intentar adivinar qué atraía a la mirada de Lucas.

Miró de la misma manera desganada a Lucas nuevamente.

-esperame un ratito- ofreció una sonrisa fingida y cerró lentamente la puerta.

Frank lavó su rostro y cepilló su cabello no muy cuidadosamente, y luego despertó a Camilo
destapándolo y sacudiéndolo agresivamente.

-¡QUÉ QUERÉS!- Le gritó luego de soportar sus sacudidas por unos segundos.

-¡jaja! Que sigas durmiendo... ¡despertarte obviamente!-

Camilo se levantó renegando y lavó sus dientes, llevaba unos pantalones cortos, verdes pastel
floreados, y una remera blanca con algunas manchas de... ¿aderezos?... ni siquiera su narrador
está bien informado de qué y cómo estaban compuestas esas manchas color mostaza. Apenas
Frank vio que su amigo acababa de escupir su enjuague bucal, reabrió la puerta dejando pasar a
Lucas confundido.

-Disculpá el desorden, no suelo ordenar nunca.- dijo Frank con un tono sumamente normal;
mientras, Camilo cepillaba su cabello con un peine fino de color crema, delicadamente miraba el
espejo frente a él. Ahora que tengo la oportunidad quisiera describir de una forma más detallada a
Camilo, era sin duda un joven de apariencia atractiva y única, su rostro presentaba hermosos
conjuntos de pecas tenues en sus pómulos y su nariz, sus ojos eran de distintos colores, aunque
sólo lo notabas si lo veías con atención, uno de ellos era celeste y el otro turquesa. No era alto,
pero tampoco era de baja estatura, su cabello virgen, jamás sufrió tinturas ni decoloraciones, era
de un rojo brillante y lacio que fácilmente adoptaba otras formas, dándole lugar a peinarse de la
forma que quisiera. Aunque este chico era deseado por muchas chicas, aunque hubiera recibido
millones de halagos y pretendientes, aún así era inseguro de sí mismo y no lo demostraba, pues
aunque por la talla de su ropa no se notaba, tenía un poco de grasa de sobra en su abdomen. La
detesta, y por más que sea un muchacho saludable y de deportes esta “pancita” que tanto odiaba
no cesaba… digamos que siempre se ponía jeans apretados para disimularla, además nunca amó
sus ojos diferentes ni su singular piel. Volviendo al momento en el que él cepillaba su rojizo cabello
frente a ese traicionero espejo, seguía viéndose, encontrando 1001 defectos que lo desanimaban
cada mañana. De pronto, sintió unas palmadas en su espalda y una suave voz susurrando “Te ves
bien, tranquilo”. Provenían del flacucho que sólo usaba ropa oscura, ojo, no era emo. Frank le
decía lo mismo a su amigo cada día de inseguridad, Camilo no se cansaba de escuchar sus palabras
reconfortantes. Volvieron a prestarle atención a Lucas y a su pregunta… ¿Dónde está Tomás? Por
supuesto, él se dio cuenta que los mejores amigos no lo habían visto… se notaba que seguían en
un profundo sueño cuando ocurrió la “tragedia”, pero bueno, estaban dispuestos a ayudar.

-¿y si te ayudamos qué nos vas a dar a cambio…?- Preguntó con una de sus cejas en alto el
pelinegro huesudo. Inmediatamente recibió una palmada en la cabeza de parte del pelirrojo.

-Tranquilo, sos nuestro nuevo amigo y no le cobramos a nuestros amigos-

-¿O sea que sí les cobran a los demás?- Se quedó con la duda Lucas.

Salieron los tres a buscar a Tomás, los infantiles de Frank y Camilo con unos lentes de sol (bajo
techo) sintiéndose hombres de negro.

-Yo soy el malo, así el de la voz grave, como en las películas. Vos hacete el bueno.- Dijo Frank a su
amigo.

-¿Cómo que “hacete”? Yo SOY bueno.- Mientras, Lucas no entendía nada. Éstos ya tienen como 18
o 19 años, pero parecen de 15… iban por doquier preguntándoles a otros alumnos si habían visto a
un pibe enano de pelo rosa, si habían visto a un pitufo rosado, si habían visto a un chico que
parecía la pantera rosa personificada… de todo, excepto Tomás. Lucas supuso que su compañero
de cuarto ya estaba acostumbrado, por un rato los dejó distraerse creyendo que eran detectives,
pero tuvo que apurarlos al ver que el reloj marcaba ya, que faltaban sólo 3 horas para que
comience la primera de sus clases. Fue cuando vio al joven salir del baño de hombres, claro, nunca
había pensado que podría estar en el baño. ¿Tanto tardó?.

-Pitufo rosa detectado- Le dijo Camilo a Frank mientras corrían hacia él. Lucas fue caminando
detrás. Lo abrazaron los dos, y Lucas se hizo el indiferente, pero no resistió mucho tiempo y le dijo
de su preocupación.

-Estaba en el baño, no me morí- Dijo Tomás mientras Los mejores amigos lo seguían apretujando.

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