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CRIMEN Y CASTIGO

AUTOR:
Fiódor Mijáilovich Dostoyevski nace el 30 de octubre de 1821 en el Hospital de Pobres de
Moscú, donde es médico su padre, quien será asesinado en 1839 cuando sus siervos le
viertan vodka en la garganta hasta que muera. A este hecho, que tiene lugar dos años
después de la muerte de la madre de Fiódor, se asocia el primer ataque de epilepsia del
escritor, quien sufrirá de este mal durante toda su vida. Tras asistir a un internado en Moscú
con su hermano mayor Mijaíl, Fiódor es admitido en la Academia de Ingenieros Militares de
San Petersburgo, en 1838. Completa sus estudios en 1843, graduándose como teniente, pero
rápidamente se convence de que prefiere dedicarse a la escritura. En 1844 publica una
traducción de Eugenia Grandet, de Balzac, y dos años más tarde llega su primera obra
original, Pobres gentes, una novela corta ampliamente aclamada y apoyada por el influyente
crítico Visarión Belinski.
Sus obras durante los siguientes tres años no son tan bien recibidas por el público y la crítica.
Por un lado, bajo la influencia de Belinski, Dostoievski se vuelve hacia un ateísmo
materialista. En 1847, rompe con el grupo del crítico para unirse al Círculo Petrashevski, una
sociedad ilegal de socialistas utópicos, donde el escritor se identifica con las posturas más
radicales. El 23 de abril de 1849, Dostoievski es arrestado junto a otros miembros del Círculo
Petrashevski y es condenado a muerte. El 22 de diciembre, frente al pelotón de fusilamiento, se les comunica a él y a sus
compañeros de prisión que su pena fue conmutada por el presidio en Siberia. La sentencia de Dostoievski a ocho años de
trabajos forzados se le reduce a cuatro, seguidos de otros cuatro años de servicio militar obligatorio. Durante este último
período, se casa con la viuda María Dmítrievna Isáieva, con quien regresa a San Petersburgo en 1859. Esta angustiosa década
deja en el escritor una impresión indeleble, que lo acerca a una profunda espiritualidad que conservará el resto de su vida e
influirá en su obra.

Tras su liberación, Dostoievski publica algunas obras breves, entre ellas, Recuerdo de la casa de los muertos (1861-1862),
basada en sus experiencias en la prisión y publicada en la revista El tiempo, que él mismo había cofundado con su hermano
Mijaíl. En 1862 realiza su primer viaje al extranjero: visita Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y Suiza. Mientras está en Europa
tiene un romance con Apollinaria Súslova, una estudiante joven y atractiva a quien Dostoievski considera una igual intelectual.
También en estos viajes hace observaciones sobre la sociedad occidental que alimentan su rechazo de las filosofías europeas
como modelos válidos para explicar la sociedad rusa. Sus impresiones sobre el viaje aparecen publicadas en Notas de invierno
sobre impresiones de verano (1863).
En 1863, la revista El tiempo es prohibida, por lo que Fiódor y Mijaíl fundan otra revista, La época. Allí publica, en
1864, Memorias del subsuelo, considerada por muchos críticos el prefacio de las grandes novelas de Dostoyevski. Ese mismo
año fallecen su esposa y su hermano, dejando al autor cargado de deudas. En un intento de ganar dinero mediante el juego,
Dostoyevski se endeuda aún más. Con acreedores pisándole los talones, el escritor escapa al extranjero con unos pocos rublos
en el bolsillo y un turbio contrato con el librero F. T. Stelovski. El contrato estipula que si Dostoievski no produce una nueva
novela antes del 1 de noviembre de 1866, todos los derechos sobre sus obras pasadas y futuras quedarán en manos de
Stelovski.
Pasa el tiempo y Dostoievski, preocupado por una novela más larga, no trabaja en el libro que le prometió a Stelovski hasta que,
finalmente y por consejo de amigos, contrata a la joven Anna Grigórievna Snítkina como su taquígrafa. A la joven le dicta El
jugador, manuscrito que le entrega Stelovski el mismo día en que expira su contrato. Durante el mes de noviembre, el autor
completa Crimen y castigo, que se publica ese año con un gran éxito inmediato. Tras ello, Fiódor le propone matrimonio a Anna
y se casan el 15 de febrero de 1867.
Este segundo matrimonio significa para Dostoievski la estabilidad profesional y emocional. Anna tolera su juego compulsivo,
organiza su carrera y lo cuida durante sus períodos de depresión y sus ataques de epilepsia. Sus grandes obras, en particular El
idiota (1868), Los demonios (1871-1872) y Los hermanos Karamázov (1879-1880), son escritas en esta última fase de su vida.
A pesar de su relativo éxito, los Dostoievski son perseguidos por las enormes deudas que dejaron la muerte de Mijaíl y el juego
compulsivo de Fiódor, que continúa hasta alrededor de 1873, cuando Anna se convierte en su editora y él, según su esposa,
abandona el juego. Su nueva estabilidad financiera les permite comprar, en 1876, la casa que venían alquilando y, entre 1877 y
1880, Dostoievski trabaja en Los hermanos Karamázov, considerado por muchos la cumbre de su carrera. Durante estos últimos
años de vida goza de protagonismo en la vida pública y gran prestigio en su carrera literaria.
Dostoievski muere el 28 de enero de 1881 por complicaciones relacionadas con su epilepsia. En la procesión fúnebre en San
Petersburgo, su ataúd es acompañado por alrededor de cuarenta mil personas. Fiódor Mijáilovich Dostoievski es uno de los
primeros escritores en explorar las ideas que luego conformarán las bases del psicoanálisis. Sus ideas religiosas, por su parte,
siguen siendo relevantes en el debate teológico. También, es uno de los primeros literatos en transmitir las ideas del
existencialismo, tan productivas en las décadas subsiguientes.

CURIOSIDAD:
A lo largo del siglo XX era una constante la publicación de las novelas en forma de folletines, Vale decir, los periódicos de la
época solían traer en cada número un folletín que era la primera parte de una novela, la cual comenzaría a ser publicada en
forma señal. Muchos escritores participaron de este tipo de publicación y Dostoievski no sería la excepción. Esto influiría
notablemente en su estilo, pues ya que debía llamar la atención para que el lector siga adquiriendo estos folletines, trabajaba
mucho con los climax en la historia. Y, como le exigían que la parte a publicar esté lista lo más pronto posible, Dostoievski no se
daba mucho tiempo para corregir, Sin embargo, esto no
quiere decir que su prosa haya sido descuidada, sino que más bien muestra la genialidad del escritor es su capacidad por crear
grandes obras a pesar de la presión y la premura del tiempo.

OBRAS:
 Pobres gentes (1846)
 El doble (1846)
 La patrona (1847)
 Niétochka Nezvánova (1849)
 El sueño del tío (1859)
 Stepánchikovo y sus habitantes (1859)
 Humillados y ofendidos (1861)
 Recuerdos de la casa de los muertos (1861-1862)
 Memorias del subsuelo (1864)
 Crimen y castigo (1866)
 El jugador (1866)
 El idiota (1868-1869)
 El eterno marido (1870)
 Los demonios (1871-1872)
 El adolescente (1875)
 Los hermanos Karamázov (1879-1880)

CARACTERÍSTICAS:
 Personajes con personalidad compleja
 No son naturalistas, a sus personajes no lo determinan el ambiente solo lo influyen.
 Personajes perseguidos por ideas o creencias.
 Crítica a la sociedad y al juicio moral.
 Se centra en las ideas de los personajes.
 Muestra contrariedad.
 Incursiona la mente de los personajes.
 Predominio de la narración en tercera persona (narrador omnisciente)
 Referencias autobiográficas.
 Crudeza al describir hechos.
 Linealidad en la historia (orden cronológico)
 Escenas sangrientas y dramáticas (el asesinato de las hermanas Ivanovna, la muerte de Marméladov, la confesión de
Raskólnikov)
 Alternancia entre elementos climáticos y anticlimáticos, ya que primeramente fue hecho para ser publicada en
folletines.
 Constantes debates e intercambios de ideas o concepciones referentes a la moral, el crimen y la voluntad.
 Presencia de imágenes oníricas; se representan sueños de Raskólnikov que se asocian con sus preocupaciones y
angustias debido al crimen que cometió.

Género: Narrativo

Especie: Novela psicológica.

Estructura: Dividida en 6 partes y un epílogo.

Estilo:
Sencillo, busca la objetividad de los acontecimientos; para ello se vale de la descripción de situaciones, escenarios y personajes.

Escenarios:
Urbanos, en especial los suburbios de San Petersburgo.

Tema:
1. Principal
El tema principal es la angustia de un hombre, producida por el proceso de conciencia de la culpabilidad a partir de un
crimen realizado. Por lo general, se suele plantear que el tema principal de esta novela es la representación de la teoría
del superhombre, encarnada por Raskólnikov. Sin embargo, no olvidemos que esta concepción como tal, establecida
por el filósofo Friedrich Nietzsche (1844-1500), es posterior a la novela. Más bien podemos afirmar que la ideología del
personaje va a influir en la moral nietzscheana. Pero lo cierto es que ya durante el contexto de Dostoievski estaba
difundiéndose en el ambiente la ideología voluntarista, expresada sobre todo en las obras de los
filósofos Schopenhauer y Kierkegaard.
2. Secundarios
 La marginalidad: La pobreza que presenta a la mayoría de los personajes.
 El alcoholismo: se representa en Marmeládov, realidad patética y degradada.
 La prostitución encarnada en Sonia, angelical y de sentimientos nobles que se prostituían para ayudar a su
familia.
 El sacrificio: Sonia se prostituye para ayudar aliviar la miseria en la que viven y Dunia, su hermana, se casa con
un hombre a quien no quiere para que el protagonista concrete su carrera.
 El interés individualista: Representado en la filosofía “te amarás a ti mismo antes que a tu prójimo” y ven la
pérdida de valores como la solidaridad y la preocupación por el otro característico en la vida de la ciudad.
 El sentimiento cristiano: Se evidencia en Sonia y en el deseo que Raskólnikov tome consciencia y se redima ante
Dios pagando por sus crímenes.
 La conversión: Al final, Raskólnikov toma conciencia del sentimiento religioso que Sonia le imparte y se
convierte en un “hombre nuevo.”

GLOSARIO:
Amilanar
Atemorizar enormemente a alguien, de modo que quede aturdido y sin acción.
Bátiushka
Diminutivo de padre, se emplea para mostrar deferencia o respeto a alguien considerado un superior.
Beodo/a
Borracho/a. Persona que tiene alteradas temporalmente las capacidades físicas y mentales por un consumo excesivo de alcohol
o que toma alcohol en exceso habitualmente.
Chujonets
Adjetivo ruso para referirse a los finlandeses de manera despectiva. Finlandia era, en ese momento, una provincia de Rusia.
Cuchipanda
Reunión para divertirse, comiendo y bebiendo sin moderación.
Deleznable
Despreciable o censurable.
Dvorniki
Portero encargado de vigilar varios portales que dan a un patio interno.
Escuchimizado/a
Que está muy delgado/a, raquítico/a y con aspecto débil o enfermizo.
Facundia
Abundancia y facilidad de palabra.
Falansterio
Alojamiento colectivo para muchas personas.
Gorgojo
Pequeños insectos marrones que se vuelven una plaga.
Inquina
Antipatía o aversión.
Kopeks
Una unidad monetaria que equivale a la centésima parte del rublo.
Kutiá
Especie de pudín dulce elaborado con granos de cereal, servido tradicionalmente en las comidas de exequias.
Medroso/a
Que se asusta con facilidad.
Mohín
Gesto del rostro con el que se expresa desagrado o enfado.
Nema
Sello u otro tipo de cierre en una carta.
Óbice
Obstáculo o impedimento para algo.
Paroxismo
Acceso violento de una enfermedad o grado de mayor exaltación de un sentimiento, un estado de ánimo o una sensación.
Pupilaje
Estado de quien está bajo la tutela de otra persona.

PERSONAJES:

PRINCIPAL SECUNDARIOS
Rodión Raskólnikov (exestudiante de  Aliona Ivánovna (vieja usurera, asesinada por Rodión)
Derecho)  Lizaveta (hermana de Alliona)
 Puljería (madre de Rodión)
 Dunia (hermana de Rodión)
 Katerina Ivanovna (tuberculosa)
 Semión Marmeládov (funcionario, alcohólico y conocido por Rodión)
 Sonia (hija de Marmeládov que se prostituye para ayudar a su familia)
 Svidrigailov (antiguo patrón de Dunia, hombre asesinado con Dunia)
 Razumijín (amigo de Rodión)
 Luzhin (pretendiente de Dunia)
 Porfirio Petrovich (agente de policía que está tras Rodión)

RESUMEN:

Primera parte
Capítulo 1
La novela empieza en San Petersburgo. Un joven, Raskólnikov, sale del cuartucho que alquila e intenta escabullirse para evitar
lidiar con la patrona de la casa, a quien le debe dinero. Pero ese no es el único motivo: tampoco quiere tener un intercambio
insignificante con otras personas; prefiere la soledad.
Si bien no se especifica de qué se trata, Raskólnikov repasa algo que planea hacer mientras camina por una zona pobre de la
ciudad. Está mal vestido, con ropa ajada y un sombrero alemán de ala alta demasiado llamativo para su gusto.
Raskólnikov llega a un complejo de apartamentos y llama a la puerta de Aliona, una prestamista de sesenta años a la que se vio
obligado a recurrir hace un mes para empeñar un anillo. Una vez dentro, mira detenidamente cada detalle. Para esconder su
verdadero propósito, le pone como excusa que desea empeñar otros objetos de valor.
De nuevo en la calle, Raskólnikov se siente horrorizado por su plan e intenta descartarlo: “¿Es posible que me haya pasado por
la imaginación algo tan horrible? Me parece mentira la vileza de que es capaz mi corazón” (p.73). Sin consuelo, entra en una
taberna pensando en que sus ideas no son más que desvaríos.
Capítulo 2
Raskólnikov reconoce que el último mes se ha vuelto más introvertido y ha estado evitando todo contacto social. No obstante,
en la taberna siente “cierta ansia de compañía humana” (p.76). Su interés se dirige hacia un hombre solitario que también
parece interesado en él.
Eventualmente, el hombre se presenta como Marmeládov, consejero titular. Su modo rebuscado de hablar revive en
Raskólnikov el deseo de no interactuar con la gente. Marmeládov le cuenta sobre su vida miserable: dice que es alcohólico y
comenta con vergüenza que su mujer, Katerina Ivánovna, recibió una bofetada de un tal señor Lebeziátnikov y él no hizo nada
para defenderla. Ella tiene mayor estatus social que él, pero al enviudar con tres niños pequeños, aceptó su propuesta de
casamiento. Sin embargo, poco después de la boda él perdió su trabajo y quedaron en la calle. Así empezó a beber y
comenzaron a vivir en un cuartucho al que Marmeládov llama “Una Sodoma de lo más indecente” (p.83). Aparte de los hijos de
Katerina, Marmeládov tiene una hija de su primer matrimonio: Sonia, quien comenzó a prostituirse para ayudar a mantener a la
familia. A Marmeládov le dieron la oportunidad de regresar a trabajar, pero él no pudo con su vicio, dejo de presentarse y huyó
con todo su salario. Las demás personas en la taberna lo desprecian, pero él lo prefiere así; no quiere compasión, sino que lo
condenen: “¡No hay por qué compadecerme! Pues, crucifícame, tú que eres el juez, crucifícame y compadéceme después de
haberme crucificado” (p.90). El único consuelo con el que cuenta Marmeládov es el perdón divino que vendrá el día del Juicio
Final.
Raskólnikov acompaña a Marmeládov a su casa. Al llegar, Katerina empieza a pegarle a su marido, los niños lloran y los vecinos
se asoman para ver la denigrante escena. Antes de retirarse, Raskólnikov saca unas monedas de su bolsillo y las deja en el borde
de la ventana. Inmediatamente, se arrepiente, porque él también vive en la miseria y piensa que la familia del funcionario por lo
menos tiene a Sonia. Luego reflexiona sobre cómo los Marmeládov se aprovechan de la joven: “Se han acostumbrado ya.
Primero lo habrán lamentado, y luego se han hecho a ello. ¡A todo se acostumbra el canalla del hombre!” (p.95).
Capítulo 3
Raskólnikov se despierta malhumorado a la mañana siguiente. No desea tener contacto con nadie. Nastasia, la criada, le ofrece
un té, le reprocha el que se despierte tarde y no tenga ninguna ocupación. Él le responde que algo hace: pensar. Nastasia se ríe
a carcajadas. Luego se acuerda de que tiene una carta para él y se la entrega.
Puljeria, la madre de Raskólnikov, lo pone a corriente de algunos sucesos recientes. En primer lugar, se disculpa por no poder
enviarle dinero. Luego le habla de su hermana Dunia: durante unos meses estuvo trabajando como institutriz en la casa de
los Svidrigáilov, pero el señor Svidrigáilov se enamoró de ella e intento seducirla. La mujer de Svidrigáilov, Marfa, escuchó por
casualidad una de las propuestas del hombre y asumió que ella tenía la culpa. Tras ello, la humilló regresándola al pueblo en un
carro de campesino y la difamó con todos. Finalmente, el señor Svidrigáilov le probó a su mujer que Dunia había rechazado toda
propuesta, además de defender su honor. Para corregir su castigo, Marfa limpió el nombre de Dunia y consiguió que Piotr
Petróvich Luzhin le ofrezca matrimonio. Ahora Dunia está comprometida con Luzhin, un hombre ya mayor, con un trabajo
importante y prestigio. Aunque la propuesta de matrimonio le parece un poco peculiar, Puljeria intenta no preocupar
demasiado a su hijo en lo relativo a las actitudes extrañas Luzhin. Por ejemplo, como el hecho de que el hombre prefiera
casarse con una mujer sin dote para que ella dependa del todo de él. Puljeria explica que accedieron a la propuesta porque
creen que Luzhin puede ayudar a Raskólnikov a avanzar en su carrera. La carta cierra con la noticia de que Dunia y Puljeria
viajarán a encontrarse con Luzhin en San Petersburgo y luego podrán reunirse con Raskólnikov, tras varios años de separación.
El detalle inquietante es que Luzhin solo se ha ofrecido pagar por el equipaje, pero ellas deberán costear el viaje por sus propios
medios.

Capítulo 4
Raskólnikov camina por la calle mientras repasa mentalmente la carta de su madre. Indignado, se propone una cosa: “¡Ese
matrimonio no tendrá lugar mientras yo viva…!” (p.110). Sabe que su hermana se está sacrificando por él y no lo puede tolerar.
Para Raskólnikov, no hay una diferencia entre lo que hace Sonia por su familia y lo que Dunia se dispone a hacer para ayudarlo.
También siente el peso de las esperanzas que su madre y su hermana depositan en él. Sabe que no está moviéndose hacia el
futuro que anhelan porque ha abandonado sus estudios. Por eso, tiene la convicción de intervenir y hacer algo con urgencia.
En medio de sus cavilaciones, ve a una joven borracha y a un hombre que parece rondar a su alrededor esperando el momento
para aprovecharse de ella. Raskólnikov consigue la ayuda de un policía al que le da dinero para la chica, pero luego piensa que
todo esfuerzo es inútil.
Capítulo 5
Raskólnikov camina distraído en dirección a la casa de Razumijin, su amigo de la universidad. A diferencia de él, Razumijin “era
un muchacho extraordinariamente alegre y sociable, bondadoso hasta la simpleza, si bien bajo esa simpleza había profundidad
y pundonor” (p.123). Luego cambia de opinión y decide que irá a ver a su amigo el día después de hacer ‘eso’, el crimen que aún
no se nos ha esclarecido a los lectores.
En su caminata febril, Raskólnikov llega hasta a un brazo del río Nevá, en el que hay un grupo de pequeñas islas donde la gente
rica tiene casas de verano. Aunque se complace en la frescura y la limpieza de aquellos alrededores, pero pronto se siente
irritado. Tras comer y beber vodka en una casa de comidas, le da sueño y retoma el camino a casa, pero está tan cansado que se
sale del camino y se queda dormido entre unos arbustos.
Tiene un sueño extraño e inquietante: de vuelta a sus siete años, pasea con su padre en la ciudad de su infancia. Al pasar por
una taberna, ven un carro en el que está enganchada una yegua pequeña y flaca. Un grupo de borrachos sale de la taberna y el
dueño del carro, Mikolka, propone llevarlos a dar un paseo. La observación general es lo imposible que será para la yegua
cargar con todos, pero él promete lograrlo y agita su látigo. Como es de esperar, el pobre animal apenas puede soportar el
peso. Mikolka se enfurece y la golpea salvajemente, y el pequeño Raskólnikov corre hacia ella, que se retuerce dolorosamente.
Otros dos hombres usan sus látigos, mientras Mikolka les grita que la golpeen en los ojos. La yegua está prácticamente muerta.
En ese momento, Mikolka toma un palo del carro y al grito de “¡Es mía!”(p.130) la golpea hasta matarla. Raskólnikov se lanza
contra Mikolka, furioso, pero su padre lo alcanza y lo saca de la multitud.
Raskólnikov se despierta sudoroso. En su camino de regreso, da un largo rodeo por la plaza Sennáia. Casualmente, oye a
Lizaveta, la hermanastra de la prestamista Aliona, que habla con un comerciante sobre una reunión que tendrán al día
siguiente, entre las seis y las siete de la tarde. Raskólnikov se marcha dominado por la idea de que la prestamista estará sola a
las siete de la tarde del día siguiente. Siente que ya no tiene libertad ni voluntad, y que el curso de los acontecimientos ha sido
fijado irrevocablemente gracias a este dato fortuito.
Capítulo 6
A diferencia de Aliona, Lizaveta es honesta y justa con sus precios. La pareja de la plaza Sennáia estaba pactando un negocio
con ella cuando Raskólnikov los escuchó. La coincidencia no tiene nada de extraordinario, pero Raskólnikov se ha vuelto
demasiado supersticioso como para no considerarlo una señal.
En ese momento, recuerda otra extraña coincidencia que ocurrió la primera vez que visitó a Aliona para empeñar un anillo:
después de reunirse con la prestamista, se detuvo en una taberna, al lado de un joven oficial y un estudiante que despertaron
su interés al mencionar a Aliona. El estudiante comenzó a describir la vida y el carácter de la mujer con todo lujo de detalles. Los
hombres hablaron también de Lizaveta y así Raskólnikov se enteró de que era la hermanastra menor de Aliona y también que
estaba prácticamente esclavizada por ella. Al estudiante le gustaba Lizaveta, pero especulaba con matar y robarle a Aliona sin
una pizca de remordimiento. El estudiante le preguntó al oficial si las vidas que podrían beneficiarse del dinero de Aliona no
compensarían su insignificante asesinato. El oficial le preguntó al estudiante si él mismo la mataría y el otro respondió que no.
Entonces el primero replicó: “Si tú no te decides a hacerlo, no hay justicia que valga” (p.140).
De nuevo en su cuarto, Raskólnikov se tira en el sofá y tiene extraños sueños en los que bebe del agua de un oasis y disfruta el
aire fresco. De pronto, despierta: ha pasado todo el día sin hacer nada para prepararse, por lo que se lanza a la acción
frenéticamente. Primero, enlaza un hacha a su abrigo para que quede oculta; luego, toma un trozo de madera atado a una tira
de hierro y lo envuelve para que parezca un objeto a empeñar.
En días previos, mientras planificaba ese día, se había preguntado por qué los crímenes se suelen resolver tan fácilmente. Su
conclusión es que es posible que al delincuente le “fallen la voluntad y el entendimiento” (p.145) y por eso lo descubran.
Raskólnikov dice que en su caso “no podían suceder esas alteraciones morbosas” (ídem): había planeado cada detalle para
tener el control de su voluntad y su razón durante el crimen.
Tras ello, se las arregla para entrar en el edificio de Aliona sin ser notado. Toca el timbre, pero no hay respuesta, así que insiste
y, esta vez, el pestillo se levanta.
Capítulo 7
La puerta se abre. Nervioso, Raskólnikov se abre paso. Le recuerda a Aliona que ya se conocen y, a continuación, le ofrece el
objeto empacado. Disimuladamente, empuña el hacha y, cuando ella se vuelve hacia él, la golpea en la cabeza por el lado de la
pala y continúa pegándole en el piso hasta que muere. Tras ello, ingresa en su dormitorio, donde se hace de numerosos objetos
de oro que la mujer escondía en un cofre.
Un grito de horror lo interrumpe: se trata de Lizaveta, que ha visto el cadáver. Raskólnikov se abalanza sobre ella y le parte el
cráneo con el hacha. Este inesperado asesinato lo descoloca y ya no puede pensar con claridad. Tras lavarse en la cocina y
temiendo perder la razón, se precipita, presa del pánico, hacia la entrada del apartamento.
En ese preciso instante, Koch, un visitante, toca el timbre y empieza a intentar entrar. Otra persona se le une y concluyen que
es extraño que Aliona salga de casa. Como consideran que algo no anda bien, deciden dividirse: uno baja a buscar al conserje,
mientras el otro se queda allí por si acaso. Para fortuna de Raskólnikov, el hombre que se ha quedado se impacienta y baja las
escaleras. En ese momento, sale hacia las escaleras y se esconde en un apartamento vacío. Cuando Koch y sus acompañantes
pasan de largo por donde está él, se apresura a bajar las escaleras y escapa.
A pesar de su nerviosismo, Raskólnikov llega a su casa, devuelve el hacha que sacó de la cocina y se dirige a su habitación,
donde queda inconsciente.
Segunda parte
Capítulo 1
Raskólnikov permanece en su sofá durante horas hasta que recuerda todo lo sucedido. Observa su ropa en busca de sangre y
encuentra manchas en las hilachas de su pantalón y en sus medias. Recuerda que los objetos robados siguen en sus bolsillos y
los esconde en un agujero oculto por el empapelado. Luego se queda dormido.
Lo despierta Nastasia que toca la puerta. Escucha al dvornik, el portero, con ella y se alarma. El hombre está allí para entregarle
a Raskólnikov una citación de la comisaría. De pronto, Raskólnikov cae en la cuenta de que ha estado sosteniendo las hilachas y
la tela manchadas de sangre, aunque parece que ninguno de los dos visitantes lo ha notado. En cuanto se marchan, Raskólnikov
se arrodilla para rezar, pero se levanta riéndose de sí mismo: no hay para qué rezar si en la comisaría ya lo descubrieron.
Mientras espera que lo atiendan en la comisaría, empieza a relajarse porque nadie parece especialmente excitado por su
presencia. El secretario Ilyá Petróvich le explica el motivo por el cual fue citado: sus deudas con la patrona. Raskólnikov,
repentinamente embargado por el deseo de ser muy sociable y agradable, comienza a hablar de su pobreza y su deuda con la
patrona. Sorprendentemente, entra en detalles muy personales y emotivos, revelando que la patrona había permitido que su
pagaré se mantuviera indefinidamente y que le había concedido un buen crédito porque estuvo comprometido con su hija,
cuya muerte por tifus impidió el matrimonio.
Los funcionarios interrumpen el relato y lo obligan a firmar un pagaré. Debido a ello, a Raskólnikov lo invade una sensación de
completo aislamiento: siente que no puede hablar con nadie nunca más. Considera confesarlo todo, pero entonces oye al jefe
de policía hablando con Ilyá Petróvich, el secretario, sobre el caso de Aliona. Están discutiendo sobre los sospechosos: Koch y el
estudiante, aunque no es probable que sean los culpables. La conversación altera a tal punto a Raskólnikov que se desmaya.
Cuando se recupera, los dos funcionarios notan que está enfermo e Ilyá Petróvich comienza a interrogarle sobre su paradero el
día anterior.
Capítulo 2
Raskólnikov saca todos los objetos robados de su escondite. Había planeado tirarlo todo al canal, pero, en su lugar, descarta las
pruebas en un patio abandonado bajo una piedra.
Al deshacerse de los objetos de valor, se pregunta sobre el propósito de sus actos: ¿qué ha ganado con el crimen? Repara en
que no lo hizo por el dinero y deduce que debe estar muy enfermo como para haber hecho lo que hizo. Luego sigue caminando,
lleno de odio.
Se dirige a la casa de Razumijin como un autómata, pero esta vez decide subir. Razumijin se sorprende al ver a su amigo, e
inmediatamente repara en su extrema pobreza y su aspecto enfermo. Raskólnikov se levanta para marcharse casi tan pronto
como llega, explica que estaba allí porque lo considera inteligente y amable, pero se ha dado cuenta de que no necesita nada de
él. Razumijin intenta ayudar a su amigo ofreciéndole parte de un trabajo de traducción. Al principio, Raskólnikov acepta los tres
rublos y el trabajo, aunque súbitamente se da vuelta, deja los papeles y el dinero sobre la mesa, y se va sin mediar palabra.
En su camino de regreso, Raskólnikov cruza la calle sin mirar y recibe el latigazo de un cochero: en esa época, es común que las
personas se tiren a las patas del caballo y luego demanden una compensación económica. Para sumar agravios, una mujer le da
como limosna veinte kopeks, luego de presenciar el azote. Lleno de odio, Raskólnikov tira la moneda al río.
En medio de la noche, en su casa, oye una horrible pelea frente a su puerta. Reconoce la voz de Ilyá Petróvich, el secretario
policial, quien parece estar golpeando sin piedad a la patrona. También percibe que otros inquilinos salen. Raskólnikov, en
cambio, se queda paralizado por el miedo. La conmoción finalmente se calma.
Más tarde, Nastasia le trae algo de comida. Raskólnikov le pregunta por qué Ilyá Petróvich había golpeado a la patrona, y
Nastasia lo mira con extrañeza: eso nunca sucedió.
Capítulo 3
Raskólnikov oscila entre la conciencia y el delirio. Siente la presencia de otras personas en su habitación, incluyendo a Nastasia
y a alguien que le resulta familiar, pero no reconoce. Ya no recuerda el asesinato, pero tiene la noción de que ha olvidado algo
importante.
Cuando se recupera, encuentra a Nastasia y a un hombre extraño junto a su cama. Luego entra Razumijiin y se hace cargo de la
situación. El desconocido es el amanuense de un comerciante enviado para entregar a Raskólnikov treinta y cinco rublos por
parte de su madre. A regañadientes, Raskólnikov acepta el dinero.
En su parloteo burlón, Razumijin explica que se había enfadado tanto después de la extraña visita de Raskólnikov, que resolvió
averiguar dónde vivía. Luego procedió a averiguar todo lo que pudo sobre los asuntos de su amigo y conoció a los oficiales de la
comisaria: Ilyá Petróvich, Nikodim y Zamiótov. Contento consigo mismo, Razumijin cuenta que se dirigió al consejero que había
reclamado el pagaré de la patrona y consiguió que se lo devolvieran. Sin una palabra de agradecimiento, Raskólnikov vuelve la
cara hacia la pared.
Raskólnikov pregunta qué es lo que ha dicho mientras deliraba y Razumijin responde que se enojó cuando llevó a Zamiótov, el
oficial de la comisaría. Entre sueños, reclamaba por un calcetín y las hilachas de un pantalón.
Razumijin se despide y Raskólnikov se apresura a salir de la cama. Se acerca a la estufa, abre y encuentra allí las hilachas del
pantalón y los pedazos del bolsillo con sangre. El calcetín está sobre la cama, pero tan sucio que no se notan las manchas de
sangre. En ese momento piensa en que debe huir y empieza a elucubrar los pormenores de un escape a América. Tras ello,
bebe el resto de la cerveza que ha traído Nastasia y el alcohol hace que vuelva a dormir.
Se despierta al oír entrar a Razumijin; trae consigo un ajuar completo de segunda mano. Nastasia revisa todo con mucho
humor: ha traído una gorra, un pantalón y chaleco, unas botas y ropa blanca. Raskólnikov escucha con disgusto todo este
discurso y protesta con desgano cuando Razumijin y Nastasia le cambian la camisa. Desea que lo dejen en paz.
Capítulo 4
Se presenta el doctor Zosímov, un hombre bien vestido y pretensioso. Revisa a Raskólnikov y le hace algunas preguntas. Pronto
la conversación toma un desvío y ya no trata de Raskólnikov, sino de una reunión social que organiza Razumijin para festejar su
mudanza. A propósito de la lista de invitados, Razumijin habla de Zamiótov, el oficial de la comisaría del barrio y, de ahí en más,
la conversación gira en torno a la investigación sobre la muerte de Aliona.
En una primera instancia, la policía había considerado culpables a Koch y al estudiante que se acercaron a la casa de Aliona y
avisaron de las circunstancias sospechosas que vieron. Esa teoría fue descartada rápidamente porque era evidente que no eran
los culpables. Ahora el sospechoso era uno de los pintores que estaba trabajando en un apartamento vacío del edificio.
Razumijin considera que esa teoría carece de validez y procede a detallar la historia de Nikolái Dementiev (Mikolái), uno de los
pintores. Este declaró que había tenido una pelea con Mitrei, el otro pintor, y luego regresó al apartamento, donde descubrió
una caja de pendientes en el suelo, detrás de la puerta.
En el momento exacto en que Razumijin relata esto, Raskólnikov, que se había quedado dormido, despierta y grita alarmada.
La discusión se renueva y Razumijin afirma que Mikolái no podía estar en el estado mental de quien acaba de cometer un
sangriento asesinato. Zosímov está de acuerdo, pero señala que los pendientes son una prueba contundente en contra del
hombre. Razumijin explica que es obvio cómo llegaron los pendientes a manos de Mikolái: el verdadero asesino se escondió en
el apartamento vacío y, sin percatarse, dejó caer una de las cajas robadas.
En ese momento, la conversación se interrumpe porque un desconocido entra a la habitación de Raskólnikov.
Capítulo 5
El desconocido, que pregunta por Raskólnikov, espera en el descanso fuera de la habitación. Parece asombrado por el estado
del lugar y por el aspecto desaliñado de Raskólnikov.
Por su parte, Raskólnikov teme que sea un policía, pero resulta que el hombre es Piótr Petróvich Luzhin, el prometido de su
hermana. Cuando se entera, Raskólnikov se comporta groseramente.
Luzhin intenta presentarse y menciona que ha encontrado habitaciones para Puljeria y Dunia en un hospedaje
cercano. Razumijin menciona ese lugar es espantoso.
Luzhin comparte sus impresiones sobre San Petersburgo, ciudad que hace diez años que no visita. Le sorprende gratamente la
difusión de las nuevas ideas que trae el progreso: “Hemos roto irreversiblemente con el pasado, y eso supone ya, en mi opinión,
un logro” (p.236). Razumijin lo interrumpe acusándolo de no hacer otra cosa que repetir ideas sin sustento.
Razumijin vuelve a hablar con Zosímov acerca del crimen de la prestamista. En su opinión, el asesino nunca había matado antes
y fue torpe en la ejecución. En ese momento, Raskólnikov toma la palabra y le dice a Luzhin que hay una contradicción en el
hecho de que defienda las ideas de progreso y al mismo tiempo quiera casarse con una mujer que dependa enteramente de su
marido. Luzhin se pone furioso y afirma que su madre debe de haber tergiversado sus palabras. La discusión escala en violencia
y Raskólnikov termina echando a todos de la casa. En las escaleras, Zosímov le dice a Razumijin que lo único a lo que
Raskólnikov responde es al asesinato y acuerdan discutirlo con más detalle esa noche.
Capítulo 6
Tan pronto dejan su habitación, Raskólnikov se levanta. Guarda en su bolsillo todo el dinero que hay sobre la mesa y sale del
edificio sin ser visto. No sabe adónde va, pero está decidido a “poner fin a todo eso de una vez para siempre, inmediatamente,
y, de lo contrario, no volver a su casa porque no quería vivir así” (p.244). Tras deambular un buen rato por la calle, entra en la
taberna el Palacio de Cristal.
De repente, Zamiótov se sienta a su lado. Con el objetivo de mostrarse confiado para que no sospeche de él, Raskólnikov le
cuenta que ha estado leyendo sobre el asesinato y le incita a sospechar de él. Por su parte, Zamiótov afirma que el asesino no
mantuvo cabeza fría porque ni siquiera fue capaz de robar. Raskólnikov le explica cómo actuaría él en caso de ser el asesino y
cuenta, efectivamente, lo que hizo tras el crimen. Ante la incredulidad de Zamiótov, agrega temerariamente “¿Y si fuera yo
quien mató a la vieja y a Lizaveta?” (p.255).
Al salir, Raskólnikov se encuentra con Razumijin y le pide tranquilamente que quiere que lo dejen en paz.
Raskólnikov camina hasta un puente, donde ve que una mujer se arroja al agua. Es precisamente lo que Raskólnikov había
considerado, pero ahora lo descarta y considera confesar su crimen. Camino a la comisaría, pasa frente a la casa de Aliona e
ingresa impulsivamente para ver el apartamento. Se asombra de no encontrar todo igual y como actúa de manera sospechosa,
lo echan del edificio.
Capítulo 7
De nuevo en la calle, se encuentra con un tumulto de gente: un carruaje ha atropellado a un hombre borracho. Raskólnikov
reconoce en la víctima a Marmeládov, el funcionario. Conmovido, indica el domicilio de Marmeládov y pide que lo lleven allí,
ofreciéndose a pagar por un médico.
En la casa de Marmeládov, Katerina conversa con Pólenka, su hija mayor, cuando la interrumpe la llegada de su marido.
Raskólnikov le explica lo sucedido y llama a un médico. Katerina envía a Pólenka a buscar a Sonia. Cuando llega el médico,
afirma que Marmeládov morirá en breve. Luego llega un sacerdote, que administra la extremaunción al moribundo. Cuando
llega Sonia, se queda tímidamente junto a la puerta, vestida con su llamativo atuendo de prostituta. Katerina se queja de su
desgracia y se pregunta qué hará para sobrevivir. En ese momento, Marmeládov reconoce a Sonia, la llama a su lado, le pide
perdón y muere en sus brazos.
Raskólnikov se apiada de la familia y le entrega a Katerina veinticinco rublos para el funeral, luego se marcha rápidamente.
Pólenka lo entrecruza antes de que se aleje; conversan un poco, Raskólnikov le pide que lo incluya en sus rezos, se dan un
abrazo y se retira.
Cuando Raskólnikov pasa nuevamente por ll puente donde la mujer intentó suicidarse, piensa que su vida continúa a pesar del
crimen que ha realizado. Luego pasa por la casa de Razumijin, donde están reunidos él y sus amigos. Zosímov le recomienda
que vaya a descansar y Razumijin lo acompaña. En el camino, Razumijin le revela que Zosímov cree que está loco y que le ha
contado sobre su conversación en la taberna. Por su parte, Raskólnikov se encuentra débil y está comenzando a divagar, así que
solo le cuenta lo del dinero que le ha dado a los Marmeládov.
Cuando están llegando a destino, se dan cuenta de que hay una luz encendida en la habitación. Raskólnikov piensa que debe ser
la policía y se despide de su amigo, quien no entiende su comportamiento. Cuando abren la puerta de la habitación, encuentran
a Dunia y Puljeria, que han estado esperándolo hace un buen tiempo. Raskólnikov se desmaya y las mujeres le agradecen a
Razumijin: saben por Nastasia todo lo que ha hecho por su amigo.

Tercera parte
Capítulo 1
Raskólnikov se recupera del desmayo y ve que su madre Puljeria y su hermana Dunia lo miran con miedo. Aunque les dice que
se vayan a casa con Razumijin, ellas se rehúsan. Luego les habla de su discusión con Luzhin y desafía a Dunia diciéndole: “Tú te
casas con Luzhin por mí. Pero yo no acepto ese sacrificio (…) ¡O Luzhin o yo!” (pp.292 y 293).
Razumijin interviene y las acompaña a casa. En las habitaciones que Luzhin ha reservado para las damas, Razumijin empieza a
arremeter contra el prometido de Dunia, a quien considera “un echadizo y un especulador, porque salta a la vista que es un
judío y un payaso… ¡es un cretino, un cretino!” (p.299).
Razumijin lleva al doctor Zosímov, quien comparte con Dunia y Puljeria su diagnóstico: “La dolencia tenía, aparte de la penuria
material en que el paciente había vivido los últimos meses, algunas otras causas morales” (p.303).
Más tarde, Razumijin y Zosímov hablan sobre Dunia: es evidente que al primero le gusta mucho. Finalmente, deciden quedarse
a dormir cerca de Raskólnikov y se dividen la tarea de velar por él durante la noche.
Capítulo 2
En la casa Bakaléiev, donde se hospedan las mujeres, Razumijin y Zosímov hablan del estado de Raskólnikov. Zosímov lo
caracteriza como un monomaníaco.
Por su parte, Puljeria y Dunia están encantadas con Razumijin. Puljeria, especialmente, lo acribilla con preguntas sobre
Raskólnikov durante el último año y él le responde omitiendo algunas cuestiones, aunque admite que “no ama a nadie, y es
posible que nunca llegue a amar” (p.314).
El foco ahora pasa a Luzhin. Puljeria pregunta por la discusión que tuvieron con Raskólnikov, pero, a diferencia del día anterior,
Razumijin habla con cuidado sobre Luzhin e incluso critica a Raskólnikov por haber sido descortés. Puljeria le muestra una nota
de Luzhin en la que solicita una reunión con ellos a las ocho de la noche e insiste en que Raskólnikov no esté allí. Luzhin afirma
que la enfermedad de Raskólnikov no justifica su comportamiento y lo acusa de haberle dado los veinticinco rublos, que tanto
le había costado conseguir a Puljeria, a una prostituta, con el pretexto de tener que celebrar un funeral.
Puljeria quiere saber qué piensa Razumijin de todo esto y él responde que la decisión es de Dunia. Ella quiere que Luzhin,
Raskólnikov y Razumijin estén presentes.
Capítulo 3
Por primera vez en meses, Raskólnikov está limpio, prolijo y vestido. Físicamente, está casi recuperado, pero parece
preocupado e indiferente ante el resto.
Por un instante, su rostro se ilumina al saludar a Dunia y Puljeria. Su madre se ilusiona cuando ve que le sonríe genuinamente y
toma la mano de Dunia.
Raskólnikov confiesa que entregó todo el dinero que le mandó su madre a una viuda y se disculpa por ello. Para calmar los
ánimos, Puljeria cambia de tema y le cuenta la suerte que corrió Marfa Svidrigailov, quien murió a causa de una paliza que le
dio su marido. Raskólnikov se molesta con su madre por compartir eso. Siente que no puede comunicarse con ellos ni con nadie
más.
En realidad, lo que sucede es que hay un tema que lo obsesiona y es que quiere ser claro sobre sus opiniones con respecto a
Luzhin: él no admite el compromiso. Por su parte, Dunia defiende que se casa porque es lo que le conviene a ella y niega que lo
esté haciendo como sacrificio. Luego le muestra la carta de Luzhin y expresa sus deseos de que se presente a la reunión a las
ocho de la noche.
Capítulo 4
En medio de estos intercambios tensos, la puerta se abre y entra una chica. Se presenta como Sofía Semiónovna Marmeládova;
su diminutivo es Sonia y ese es el nombre que se usa para referirse a ella la mayoría de las veces. Está vestida modestamente,
muy distinta que la noche anterior. Durante el tiempo en que permanece allí, Sonia se muestra extremadamente tímida. Ha ido
para pedirle a Raskólnikov que asista al funeral el día siguiente. A la joven le desconcierta darse cuenta, por el estado del
cuarto, de que a Raskólnikov no le sobra el dinero y les dio lo que él mismo necesitaba.
Puljeria no está cómoda con la situación debido a que sabe que se trata de la chica a la que Luzhin mencionó en la carta. En ese
momento, acuerda reunirse esa noche con Luzhin y se retira con su hija. Aunque tiene la intención de despedirse de Sonia, no
llega a hacerlo, mientras que Dunia hace una reverencia completa y cortés ante la muchacha.
Una vez solas, Puljeria y Dunia intercambian impresiones. A Puljeria le preocupa Sonia: “En cuanto la vi entrar pensé que ahí
estaba la clave de todo” (p.342). Dunia se enoja con su madre y le dice que no se deje influenciar por las palabras de “un odioso
calumniador” (p.343) como Luzhin.
En el apartamento de Raskólnikov, este le pregunta a Razumijin si tiene contacto con Porfiri Petróvich, a quien ha sido asignado
al caso de asesinato. Le dice a Razumijin que necesita recuperar el reloj de Dunia y un anillo que había empeñado. Razumijin se
sorprende de que Raskólnikov sea uno de los clientes de la mujer asesinada.
Raskólnikov presenta a Sonia y Razumijin. Salen todos juntos y se separan cuando llegan a la calle. Un extraño comienza a
perseguir a Sonia luego de escuchar que ella menciona el nombre Raskólnikov.
Mientras tanto, Razumijin está emocionado por el hecho de que él y Raskólnikov vayan a ver a Porfiri Petróvich, su familiar.
Razumijin menciona que Porfiri está interesado en conocerlo y cuenta que el año anterior el hombre resolvió un complicado
caso de asesinato.
Capítulo 5
Raskólnikov y Razumijin entran al apartamento de Porfiri. Raskólnikov se sorprende al ver a Zamiótov en la habitación. Una vez
presentados, Porfiri y Raskólnikov no dejan de observarse atentamente, como midiéndose. Aunque Raskólnikov está
convencido de que Porfiri sabe la verdad, intenta mantener la compostura y explica que le interesa recuperar unos objetos
empeñados a la víctima. Porfiri no se sorprende; de hecho, dice que estaban esperando que se presentara porque sus cosas
habían sido encontradas en el apartamento de Aliona, etiquetadas con su nombre. Raskólnikov empieza a actuar torpeza,
pierde los estribos y no tiene el control sobre lo que dice, aventurando comentarios atrevidos y sospechosos.
Porfiri menciona que ha leído un artículo de Raskólnikov llamado “Acerca del delito”. Raskólnikov se sorprende, pues no sabía
que se había llegado a publicar. Porfiri intenta explicarle a Razumijin lo postulado allí, pero Raskólnikov lo considera una versión
tergiversada de lo que había querido decir. Para entonces, Raskólnikov comprende que Porfiri intenta tenderle una trampa y
decide seguirle el juego. Explica su artículo, que trata principalmente del estado psicológico del criminal antes, durante y
después del crimen, pero también abre una idea según la cual la humanidad se divide en personas ‘ordinarias’ y
‘extraordinarias’. Las personas ‘extraordinarias’, según él, son aquellas que “tienen el don o el talento de decir algo nuevo en su
medio” (p.365) y, por eso, tienen un derecho inherente a pasar por encima de la ley.
Razumijin presencia esta discusión con incredulidad; no comprende si se están tomando en serio tales discusiones. Al final de la
conversación, Porfiri ataca a Raskólnikov con una pregunta incisiva: quiere saber si él es, como bien dice, una persona
‘extraordinaria’. Raskólnikov, que hasta entonces había respondido con frialdad y tranquilidad, ahora se queda en silencio y da
una vuelta sobre sí mismo para marcharse. Antes de que se vaya, Porfiri le invita a su despacho el día siguiente.
Capítulo 6
De camino a la cena con Dunia y su madre, Raskólnikov trata de decirle a Razumijin que Porfiri y Zamiótov sospechan de él.
Razumijin no quiere creerlo, aunque admite haber percibido cierta desconfianza hacia él.
Cuando se acercan a casa de Bakaléiev, donde se hospedan las mujeres, Raskólnikov le dice a Razumijin que debe pasar primero
por su apartamento. En realidad, quiere comprobar que no se le haya caído ninguna cadena, dije o papel de los objetos que le
robó a Aliona. Al salir, se encuentra con un desconocido que le dice, por lo bajo, “¡Asesino!” (p.378).
Débil y desorientado, Raskólnikov vuelve a su habitación y se tira en la cama. Se burla de sí mismo por haber pensado que era
un hombre extraordinario; ahora le resulta ridículo el haberse comparado con hombres de la talla de Napoleón por el simple
hecho de matar a una vieja insignificante: “Quizá sea yo más odioso y repugnante que el piojo matado por mí” (p.381).
Finalmente, se queda dormido y sueña con la vieja a la que asesinó. Cuando despierta, un hombre extraño lo observa desde la
puerta. El hombre se presenta como Arkadi Ivánovich Svidrigáilov.

Cuarta parte
Capítulo 1
Al oír el nombre de su visitante, Raskólnikov duda de su cordura. Svidrigáilov le dice que está allí por dos razones: porque le ha
interesado conocer a Raskólnikov y porque desea su ayuda en un asunto relacionado con Dunia.
Svidrigáilov domina la conversación. Empieza a hablar de su esposa Marfa y de su vida junto a ella. En el pasado estuvo en
cárcel por deudas y Marfa lo sacó de allí, tras lo cual se casaron. Svidrigáilov le pregunta a Raskólnikov si cree en fantasmas y
afirma que el fantasma de Marfa lo ha visitado tres veces. Raskólnikov quiere saber de qué habla el fantasma de Marfa, a lo que
Svidrigáilov responde que de temas triviales. Además, no es la primera vez que ve un fantasma: su siervo también se le ha
presentado así. Raskólnikov le dice que acuda a un médico, pero Svidrigáilov le responde que él es la última persona a quien le
pediría una recomendación, viendo el estado en que se encuentra.
La conversación deriva al problema de la vida después de la muerte, mientras Raskólnikov defiende su postura de que no
existen los fantasmas ni otra cosa en el más allá. Svidrigáilov opina que, tal vez, el más allá sea una habitación pequeña, sucia e
infestada de arañas. Ante eso, Raskólnikov exclama: “¿Es posible que no pueda imaginarse nada más consolador y ecuánime
que eso?” (p.399).
Raskólnikov le pide que deje de dar vueltas y cuente el motivo de su visita. Svidrigáilov le dice que Luzhin no merece a Dunia y
que ese matrimonio no debe concretarse. De todos modos, asegura que ya no siente amor por ella. Ahora, su plan ahora es irse
de viaje a algún lugar exótico, aunque no niega la posibilidad de encontrar una muchacha con la que casarse. Luego de esa
pequeña digresión, agrega que está dispuesto a ofrecerle diez mil rublos a Dunia para que rompa el compromiso con Luzhin.
Además, afirma, Marfa le ha dejado tres mil rublos a Dunia en su testamento.
Capítulo 2
Raskólnikov se encuentra con Razumijin y juntos van a la reunión en casa de Bakaléiev.
Luzhin y los dos amigos llegan a la casa Bakaléiev casi al mismo tiempo. Hablan de Svidrigáilov y Luzhin cuenta que Marfa tuvo
que pagar para que no lo procesaran por un caso de violación a una niña de apenas catorce años, que se había suicidado a
causa de ello. También añade que el hombre había maltratado a su criado al punto en que este se suicidó. Dunia interviene
para decir que había versiones contradictorias sobre ese caso y que ella había visto que los trataba bien. De repente,
Raskólnikov irrumpe en la conversación para decir que Svidrigáilov acababa de ir a verle. También le dice a Dunia que ha
heredado tres mil rublos de Marfa, pero no les cuenta cuál era el verdadero propósito de la visita, diciendo que se lo dirá más
tarde.
Luzhin intenta marcharse y Dunia lo detiene. Le explica que ha reunido a los hombres para que hagan las paces. Luzhin protesta
y le pide a Puljeria que le explique qué ha dicho en la carta que condujo a Raskólnikov a pensar en que él quería casarse con
Dunia porque es pobre. Raskólnikov no admite que el foco se vuelva en contra de él y le reprocha a Luzhin las mentiras que dijo
en su carta sobre el dinero que entregó para la familia Marmeládov. Luzhin se enfada, pero Raskólnikov sube la apuesta,
refiriéndose a Sonia: “Pues yo opino que usted, con todas sus virtudes, no vale ni el dedo meñique de esa desdichada muchacha
a quien arroja piedras” (p.45).
Luzhin se levanta y expresa su malestar con el hecho de que su pedido de no encontrarse con Raskólnikov haya sido
desatendido. Ofendida, Puljeria pregunta si deben tomar cada uno de sus deseos como una orden. Luzhin hace un comentario
sobre cómo debió atender a los rumores que circularon en el pueblo sobre Dunia, luego del escándalo de los Svidrigáilov.
Enfurecida, Dunia le dice que se largue.
Capítulo 3
Luzhin no se esperaba la reacción de Dunia. Se siente orgulloso de cómo ha progresado socialmente y creía que Dunia le iba a
agradecer su propuesta de matrimonio. Parte de su atracción por una mujer en las condiciones de Dunia es que siente que
puede elevarla a su nivel. Fantasea casarse con una mujer pobre y maltratada por la vida para que lo considere su salvador.
Dunia es una buena compañera, con la que ubicarse de a poco en la escala social petersburguesa, porque es bien educada, bella
e inteligente. Está decidido a reconciliarse con ella.
En la casa Bakaléiev, la ruptura del compromiso es motivo de alegría. Puljeria y Dunia sienten que han sido afortunadas porque
Luzhin ha mostrado su verdadera cara a tiempo.
Como de costumbre, Raskólnikov permanece al margen. Le preguntan cuál ha sido el asunto con el que se había acercado
Svidrigáilov. Evidentemente, Dunia conoce a Svidrigáilov mejor que nadie, por lo que permanece pensativa e intuye: “¡Algo
espantoso está tramando!” (p.423).
Razumijin insiste en que Puljeria y Dunia se queden en San Petersburgo. Les propone que se aventuren con él a un pequeño
emprendimiento editorial. Incluso, sugiere que la plata de la herencia de Marfa, más algún crédito, puede ser suficiente para
poner en marcha el proyecto. Dunia está muy entusiasmada y hasta Raskólnikov aprueba la idea.
Raskólnikov se levanta para marcharse. Torturado por sus pensamientos, les dice que no debe verlas durante un tiempo y
abandona la sala.
Razumijin corre tras él. Raskólnikov le pide que cuide de ellas y se da la vuelta para marcharse. En el pasillo intercambian una
larga mirada, a través de la cual Razumijin siente “como si se deslizara una idea o más bien una insinuación, algo espantoso,
horripilante, pero súbitamente comprensible para ambas partes” (p.427).
Capítulo 4
En cuanto deja a su madre y hermana, Raskólnikov va a la casa de Sonia y le dice que quizá sea la última vez que la vea. La mira
y su actitud hacia ella cambia: la chica le produce ternura. Luego la toma de la mano y le pregunta por su vida. Mientras hablan,
Raskólnikov da a entender que Katerina no la trata bien, pero la muchacha la defiende con vehemencia. Sonia comprende que
las actitudes de su madrastra son el resultado de una vida sacrificada y enferma. Raskólnikov quiere saber qué va a hacer
cuando deba ocuparse de todos y Sonia evade una respuesta concreta. En medio de esta conversación surge el nombre de
Lizaveta, a quien Sonia conocía. Raskólnikov no insiste con el tema.
Implacable, Raskólnikov insiste en tocar los temas más dolorosos para Sonia y la presiona para que conteste qué hará cuando
Katerina muera. Sugiere incluso que la prostitución puede llegar a ser la única salida para Pólenka. Sonia exclama que Dios no
permitirá que eso suceda y Raskólnikov contesta: “Es posible que ni siquiera exista Dios” (p.437). Luego, intenta besarle los pies,
pero ella se aparta, escandalizada y avergonzada. Como respuesta, él dice: “No me he arrodillado delante de ti, sino delante de
todo el sufrimiento humano” (p.437).
Según Raskólnikov, las alternativas para Sonia son tres: “El canal, el manicomio… o… sumirse finalmente en la depravación”
(p.439). Cuando menciona el canal, se refiere al suicidio y piensa en la otra prostituta a la que vio lanzarse al río. Lo que más
entristece a Raskólnikov sobre la historia de Sonia es que es una pecadora, pero no por la prostitución, sino por haber cometido
un crimen contra sí misma; por haberse “aniquilado y traicionado” (p.437) a sí misma. Intenta comprender qué es lo que ha
mantenido el alma de Sonia pura e intacta, puesto que la prostitución apenas la ha mancillado superficialmente. Le pregunta
entonces si reza mucho y su respuesta demuestra que es devota.
Tras ello, toma una copia del Nuevo Testamento que Lizaveta le había regalado a Sonia. Raskólnikov le pide que le lea la historia
de Lázaro y ella accede. Al terminar, Raskólnikov anuncia que ha roto con su madre y su hermana, y que Sonia es la única
persona que le queda: “Vamos juntos. He acudido a ti. Los dos estamos malditos, conque iremos los dos” (p.445). Finalmente, le
dice que al día siguiente le dirá quién mató a Lizaveta.
Al otro lado de una de las puertas, en un apartamento deshabitado, Svidrigáilov ha estado de pie escuchando la conversación.
Capítulo 5
A la mañana siguiente, Raskólnikov se presenta en el despacho de Porfiri Petróvich. No comprende del todo la situación, a causa
de su paranoia, y decide mantener una actitud de frío silencio. Cuando lo llaman, encuentra a Porfiri solo. Tras algunos intentos
fallidos de entablar una conversación, Raskólnikov se da cuenta de que ha caído en una trampa y de que Porfiri tiene el control
de la situación. Entonces pide que le hagan preguntas de carácter oficial o se le permita marcharse.
Porfiri comienza un monólogo revelador sobre sus propios métodos interrogatorios; en concreto, afirma que a veces es
beneficioso esperar un poco antes de detener a un delincuente porque, al sentirse cada vez más vigilado, este probablemente
cometa un acto incriminatorio. Compara al criminal con una polilla y a él mismo con una vela: el criminal dará vueltas y vueltas
hasta que, por fin, “¡Zas!, se me meta en la boca y yo me la trague” (p.458).
Raskólnikov percibe lo inteligente que es este hombre, e intenta averiguar por qué está siendo tan transparente sobre sus
sospechas. Porfiri sigue y, hábilmente, incluye una referencia a Napoleón, un guiño al artículo que escribió Raskólnikov sobre las
personas ‘extraordinarias’. Asimismo, hace referencia a muchas de las actitudes que tuvo Raskólnikov desde los asesinatos.
Porfiri utiliza varios otros ejemplos poco velados del comportamiento de Raskólnikov para argumentar que la balanza está del
lado del investigador, que tarde o temprano atrapa al asesino.
Raskólnikov se levanta indignado y acusa a Porfiri de sospechar de él. Porfiri revela que sabe de la visita de Raskólnikov al
apartamento de la prestamista, sabe que preguntó por la sangre y dijo que deseaba alquilar el lugar. Porifi cree que Raskólnikov
tiene una morbosa fascinación por el caso a causa de saber que sospechan de él. Le aconseja que cuide su salud para no actuar
tan torpemente bajo la influencia de sus delirios persecutorios.
Raskólnikov insiste en que Porfiri está intentando hacerle tropezar y decide marcharse. Mientras se dirige a la puerta, Porfiri le
pregunta si quiere ver la sorpresa que hay tras una puerta del despacho que ha permanecido cerrada durante la entrevista.
Raskólnikov, nervioso al extremo, estalla en acusaciones. En ese momento, se oye un ruido detrás de la puerta y Raskólnikov
asume que lo van a detener, pero ocurre algo que ninguno de los dos esperaba.
Capítulo 6
Se produce un alboroto al otro lado de la puerta del despacho. Un hombre irrumpe en la habitación, cae de rodillas y confiesa
que es el asesino de Aliona y Lizaveta. Se trata de Nikolái, uno de los pintores del edificio de Aliona. En medio de la conmoción,
Porfiri se despide de Raskólnikov y comienza a interrogar al hombre visiblemente irritado.
Raskólnikov se siente satisfecho y le parece una tontería haber perdido los estribos en la entrevista con Porfiri. Sabe que la
confesión de Nikolái le ha hecho ganar tiempo, pero también que ha demostrado debilidad durante la conversación.
Sintiéndose seguro por ahora, quiere correr a casa de Katerina para asistir al funeral de Marmeládov y ver a Sonia.
A punto de salir, se encuentra con el hombre que le había llamado asesino el día anterior. El hombre se disculpa por haber
sospechado de él y le cuenta que fue a contarle a Porfiri acerca del día en que, luego del asesinato, entró al apartamento de
Aliona mientras este estaba siendo pintado. Él era la sorpresa que tenía preparada Porfiri detrás de la puerta cerrada de su
despacho. Con una actitud especialmente cínica, Raskólnikov contesta a las disculpas del hombre con un “Que Dios le perdone”
(p.478) y se marcha.

Quinta parte
Capítulo 1
Luzhin está cada vez está más molesto por la situación con Dunia y se arrepiente de no haberles dado más regalos a ella y a su
madre para que se sientan en deuda con él. Para empeorar las cosas, ha sido invitado a la comida de exequias de Marmeládov y
Raskólnikov también asistirá.
Un día se encuentra con Lebeziátnikov, un antiguo pupilo suyo que es un joven progresista. Inicialmente, Luzhin pensaba que
estaba bien conectado y podía allanarle el camino a la sociedad petersburguesa. No obstante, no tarda en darse cuenta de que
es solo un joven ingenuo, simplón y sin ninguna conexión que le pueda servir.
A pesar de no soportarse mutuamente, intentan tener una conversación. Lebeziátnikov insiste con las virtudes de la vida en
comuna, las uniones libres, el valor de la mujer; mientras Luzhin cuenta una cantidad de dinero considerable que ha retirado
ese día y hace comentarios irónicos sobre las ideas de su compañero. Eventualmente, la charla pasa al tema de la comida de
exequias que organiza Katerina. Luzhin es el invitado más distinguido, pero ha decidido que no asistirá. Lebeziátnikov tampoco
quiere ir y Luzhin se burla de él, trayendo a colación la historia de que golpeó a Katerina. El joven se defiende vehementemente:
él solamente se defendió de los ataques de Katerina. Incisivo y con ganas de pelear, Luzhin le cuestiona su interés por Sonia,
una prostituta. Frente a ello, Lebeziátnikov no puede leer la realidad sin los lentes de su ideología y asegura que Sonia está
ejerciendo su derecho a usar su sexualidad libremente.
Luzhin termina de contar su dinero y le pide a Lebeziátnikov que vaya a buscar a Sonia para hablar con ella. Cuando llega la
joven, Luzhin la trata con amabilidad y le pide que transmita su pésame a Katerina. También expresa su preocupación por la
situación de indigencia de la familia, pero prefiere entregarle algo de dinero a Sonia antes que darle a Katerina, porque
seguramente lo vaya a malgastar. En ese momento, le entrega a Sonia un billete de diez rublos. Ella agradece tímidamente y se
apura para salir de la habitación. Lebeziátnikov, que ha estado presente durante todo este tiempo, lo felicita por su
generosidad.
Capítulo 2
No es claro por qué Katerina ha decidido gastar tanto dinero en una comida de exequias; lo más probable es que quiera
ostentar ante los inquilinos y, sobre todo, ante la patrona. Sus desvaríos por la enfermedad también han mermado su juicio.
Mientras organiza el evento, la ayuda Amalia, su patrona. Sin embargo, casi nadie acude al funeral y solo se presentan los
invitados menos respetables. Como Raskólnikov es el más respetable y educado de todos, Katerina lo sienta a su lado.
Sonia aparece después de su encuentro con Luzhin y transmite sus disculpas a su madre en voz lo suficientemente alta como
para que todos la oigan. Sabe que el hecho de que un hombre respetable se excuse por no asistir le agradará a Katerina.
Los ánimos generales están bastante tensos y es claro que el evento va a acabar mal. Los invitados no se comportan con
cortesía y Katerina constantemente provoca a la patrona porque siente que se está dando demasiada importancia. Luego,
Katerina empieza a desvariar, compartiendo sus fantasías sobre la pensión que recibirá por ser viuda de un funcionario.
Mientras cuenta que pondrá una escuela para niñas, alguien insinúa algo sobre Sonia y ella salta a la defensiva, resaltando las
virtudes de su hijastra. Aunque intentan calmar los ánimos y volver a la normalidad, un comentario de Amalia, la patrona,
vuelve a enojarla y la pelea se reanuda. Finalmente, Luzhin entra en la sala.
Capítulo 3
Katerina se lanza sobre Luzhin pidiendo que la defienda de Amalia, la patrona, pero él la aparta y exige hablar con Sonia.
Katerina se queda atónita: ahora es Luzhin el hombre más distinguido de la sala. El hombre afirma que ha perdido un billete de
cien rublos y acusa a Sonia de habérselo robado. La sala se queda en silencio; la joven parece conmocionada y apenas se
defiende. Luzhin insiste en que recapacite y recrea la reunión que tuvo con ella, mencionando que Lebeziátnikov estuvo como
testigo.
Aterrorizada, Sonia saca los diez rublos del bolsillo y se los tiende. Luzhin le pide a Amalia que llame a la policía, mientras
Katerina defiende a Sonia y le registra los bolsillos para probar que todo fue un disparate. Sin embargo, encuentra allí un billete
de cien rublos y los presentes comienzan a acusar a la joven de ladrona. En medio del alboroto, Sonia grita que es inocente.
Ante ello, Luzhin pretende sentirse conmovido, afirma que la perdona y, como si fuera algo magnánimo de su parte, anuncia
que no presentará cargos.
De pronto, se oye una voz desde la puerta: “¡Qué villanía!” (p.524). Se trata de Lebeziátnikov, que acusa a Luzhin de calumnia y
describe lo que él presenció: él observó atentamente a Luzhin durante su entrevista con Sonia y lo vio introducir el billete en el
bolsillo de la joven mientras se despedían. Aunque pensó que Luzhin estaba haciendo algo bueno y quería ser discreto para no
hacerlo públicamente, ahora ve sus verdaderas intenciones. Ante la perplejidad de Lebeziátnikov sobre el motivo de tanta
crueldad, Raskólnikov interviene para explicar el comportamiento de Luzhin: transmite lo sucedido con su hermana y asegura
que intenta hacer queda a Sonia como una ladrona para recuperar así las gracias de Dunia y, al mismo tiempo, desacreditarlo a
él.
En ese momento, Luzhin se abre paso entre los invitados, que lo empiezan a rodear. Uno de ellos le lanza un vaso, pero este
golpea a Amalia y Luzhin escapa. Conmocionada, Sonia empieza a llorar y huye, y Amalia termina echando a los Marmeládov.
Por su parte, Katerina sale corriendo en busca de justicia, dejando a los niños asustados mientras Amalia rompe todas sus
pertenencias.
Capítulo 4
Raskólnikov se dirige a casa de Sonia: está preocupado porque el día anterior le había prometido revelar la identidad del
asesino de Lizaveta.
Sonia, que lo estaba esperando, le agradece que la haya defendido. Al igual que en el encuentro anterior, Raskólnikov le hace
preguntas desafiantes. Esta vez, le pregunta si ahora que sabe el plan de Luzhin y las terribles consecuencias que este habría
tenido para ella y su familia, consideraría mejor que Luzhin muriera. Sonia se niega a responder algo tan descabellado y
exclama: “¿Y quién me ha puesto aquí de juez para decidir qué personas deben vivir y cuáles no deben vivir?” (p.537).
Cuando Raskólnikov vuelve a hablar, su voz cambia. Sabe que ha llegado el momento de confesarse ante Sonia, quien se sienta
a su lado porque percibe cuánto sufre. Raskólnikov le cuenta los detalles de su crimen y luego se miran fijamente a los ojos.
Sonia está aterrorizada, pero le parece que lo había previsto desde antes. De pronto, la joven cae de rodillas y abraza a
Raskólnikov, quien no puede entender que lo consuele luego de tan terrible confesión. Sin embargo, Sonia le promete
acompañarlo a donde sea, aunque sea a Siberia. Sonia intenta encontrarle un sentido al asesinato y le dice que seguramente lo
hizo porque tenía hambre y por ayudar a su familia. Pero Raskólnikov responde que ese no es el caso porque ni siquiera se
benefició del robo: en verdad, quería comprobar que era alguien extraordinario, alguien por encima de la ley.
Desesperado, Raskólnikov le pregunta a Sonia qué debe hacer y ella contesta: “Prostérnate ante el mundo, a los cuatro puntos
cardinales, y diles a todos en voz alta: «¡He matado!» Entonces Dios te enviará de nuevo la vida” (p.550). No obstante,
Raskólnikov no está listo para entregarse, se resiste a sus ruegos e insiste en que luchará por la impunidad. Sabe, sin embargo,
que terminará preso, y le pide que le visite en la cárcel, cosa que ella promete hacer. Al cabo de un rato, ella le pregunta si lleva
una cruz. Como él no tiene una, la joven le ofrece la suya. Raskólnikov considera aceptar, pero luego rechaza el regalo.
En ese momento, alguien los interrumpe llamando a la puerta: es Lebeziátnikov.
Capítulo 5
Lebeziátnikov trae la noticia de que Katerina se ha vuelto loca. Sonia sale corriendo y Raskólnikov vuelve a su habitación. Se
siente solo y cree que acabará odiando a Sonia.
De repente, Dunia aparece en el umbral de su habitación. Se sienta y le dice que Razumijin le ha contado que es sospechoso de
los asesinatos. Se disculpa por haberle reprochado sus actitudes ahora que está bajo tanta presión, y le ofrece su ayuda y amor
incondicional. Cuando Dunia se levanta para irse, Raskólnikov le dice que Razumijin es un hombre muy bueno. Ella siente que
dice eso como si se tratara de una despedida y Raskólnikov considera decirle la verdad, pero piensa que ella no sería capaz de
soportarlo.
Raskólnikov sale y se encuentra con Lebeziátnikov, quien le informa que Katerina está en la calle con sus hijos. Van juntos a
buscarlos y los encuentran rodeados por una multitud de curiosos. Katerina intenta que sus hijos bailen y canten para ganarse
la simpatía de los espectadores. Los pobres niños van disfrazados y están aterrorizados.
En ese momento, se acerca un policía para pedirle que pare debido a que no tiene permiso para tocar instrumentos y cantar en
la calle. Kolia y Lenia, los dos niños más pequeños, echan a correr por miedo al policía. Katerina intenta correr tras ellos, pero se
desploma. La gente se precipita a su alrededor mientras ella sangra en el suelo: la tisis está acabando con su vida. En ese
momento la llevan al apartamento de Sonia, donde la mujer se disculpa con ella, le encomienda a los niños y muere.
Svidrigáilov, que acompañó toda la situación, se acerca a Raskólnikov y le dice que pagará los gastos del funeral, colocará a los
niños en orfanatos respetables, pagará mil quinientos rublos a cada uno de ellos y ayudará a Sonia. Raskólnikov no entiende el
motivo y Svidrigáilov responde citando partes de lo que Raskólnikov había dicho en sus conversaciones privadas con Sonia.
Horrorizado, Raskólnikov le pregunta cómo lo sabe, y él responde, entre risas, que vive justo al lado.

Sexta parte
Capítulo 1
Raskólnikov vuelve a caer en un estado de delirio a causa de las palabras de Svidrigáilov y vuelven a hablar varias veces en la
casa de Sonia, aunque no tocan el tema de su confesión.
Svidrigáilov comienza a ayudar a los Marmeládov. Por su parte, Raskólnikov asiste a las misas por Katerina que paga
Svidrigáilov, donde suele ver a Sonia rezando. Ella apenas le habla, pero lo sorprende tomándole de las manos o apoyando la
cabeza en su hombro sin la menor repugnancia, a pesar de lo que sabe sobre él.
Raskólnikov suele vagar sin rumbo durante esos días. Una noche despierta entre los arbustos de una isla: se ha perdido el
funeral de Katerina, pero así lo prefiere.
Un día, Razumijin visita a Raskólnikov y le pregunta si está loco, por lo mal que ha tratado a su madre y a su hermana. Su madre
está enferma y cree que Sonia es la novia de Raskólnikov, pero Razumijin averiguó que no es así. Razumijin no cree que esté
loco, sino que esconde un secreto que lo atormenta. Aunque no quiere hacer el esfuerzo de enterarse de qué se trata, asume
que es un conspirador político que está tramando algo y ha metido a su hermana Dunia en la misma danza. Razumijin menciona
que Dunia ha recibido una carta y Raskólnikov teme que sea algo sobre él. Antes de marcharse, Razumijin le dice que se enteró
por Porfiri de que el caso de asesinato ha sido resuelto debido a que uno de los pintores lo ha confesado todo. Mientras baja las
escaleras, Razumijin se reprocha por haber albergado la sospecha de que Raskólnikov era el asesino.
Raskólnikov se siente más seguro tras la confirmación de que Porfiri ha aceptado la confesión del pintor: “Sentía unas energías
renovadas. De nuevo iba a entablar la lucha y se vislumbraba un desenlace” (p.582). Sin embargo, para quedar impune, debe
enfrentar el asunto de Svidrigáilov cuanto antes.
Cuando abre la puerta para salir, se encuentra con Porfiri y lo invita a entrar.
Capítulo 2
Porfiri expresa cierto pesar por cómo se desarrolló su último encuentro, admite que sospechaba de él y le dice que siente apego
por él.
Raskólnikov llega a pensar que quizá Porfiri realmente crea en su inocencia. Por su parte, Porfiri continúa describiendo cómo las
circunstancias le llevaron a sospechar de Raskólnikov, pero asegura no actuó de mala fe. Le cuenta que registró el apartamento
mientras Raskólnikov estuvo enfermo, pero no encontró nada. También esperó a que se quebrara psicológicamente, pero
necesitaba alguna evidencia física. Finalmente, la repentina e inesperada aparición de Mikólka acabó con toda duda. Sin
embargo, no considera que la confesión de Mikólka tenga fundamentos reales.
Raskólnikov interrumpe para decir que Razumijin acababa de contarle que aceptó la confesión. Porfiri se ríe de Razumijin (sin
duda, fue parte de su estrategia de manipulación). A continuación, hace un análisis psicológico de Mikólka, que es susceptible e
imaginativo, y estuvo involucrado en prácticas religiosas que lo hacen propenso a buscar el sufrimiento como algo virtuoso. De
hecho, durante un tiempo fue discípulo de un anacoreta, un asceta religioso. No hay duda de que Mikólka no es el responsable
del crimen, pero quiere sacrificarse por motivos religiosos.
Sofocado por el miedo y la sorpresa, Raskólnikov pregunta quién mató a las mujeres. Porfirio, asombrado por la pregunta,
responde: “Mató usted, Rodión Románovich. Usted fue quien mató” (p.594). Sin embargo, Porfiri reitera que ha ido con el
ánimo de ser completamente franco. Raskólnikov lo acusa de utilizar nuevamente sus viejos trucos psicológicos y le pregunta
por qué no lo encierra si lo cree culpable. Porfiri responde que no le convendría hacerlo, ya que aún no tiene pruebas físicas. Sin
embargo, lo van a detener tarde o temprano. Añade que ha venido para ofrecerle la oportunidad de entregarse para poder
rebajar su pena. Ante ello, Raskólnikov declara que no le interesa una reducción y Porfiri le responde: “No desdeñe así la vida…
que aún queda mucha por delante” (p.597). Luego lo alienta a encontrar su fe. Antes de irse, le pide que si decidiera atentar
contra su vida, sería muy amable de su parte dejar una nota detallando el crimen y la ubicación de los objetos robados.
Capítulo 3
Raskólnikov va en busca de Svidrigáilov y se encuentra frente a una taberna, junto a una de las ventanas. Aunque piensa que es
una coincidencia, Svidrigáilov le dice que le había dado dos veces la dirección. Al parecer, Raskólnikov lo había olvidado. Tras
una conversación trivial, Raskólnikov le pregunta a Svidrigáilov qué quiere, advirtiéndole que lo matará si planea chantajear a
Dunia con lo que sabe sobre él. Svidrigáilov le dice que en realidad no tiene ningún tema en mente, solo quiere observarlo y
conversar. A lo largo de la charla, hablan de la debilidad de Svidrigáilov por las mujeres; su ‘libertinaje’ como lo llama
Raskólnikov. Svidrigáilov le quiere contar la historia de una mujer que trató de salvarlo: es obvio que habla de Dunia.
Capítulo 4
Svidrigáilov está bastante borracho y explica un arreglo que tenía con Marfa sobre su matrimonio. Él había anunciado que no
podía serle fiel y acordaron que podían pasarlo por alto siempre que cumpliera la condición de no enamorarse. Sin embargo,
Marfa hizo imposible mantener ese acuerdo cuando trajo a Dunia a casa y habló maravillas sobre ella. Además, compartió con
Dunia los defectos de su marido. Esto provocó la lástima de Dunia, que se propuso salvarlo. Svidrigáilov admite que interpretó
el papel del pecador arrepentido para incitar más aún en ella el deseo de ayudar. Si bien intentó seducirla, Dunia rechazó sus
halagos y, como consecuencia de ese rechazo, él cayó en un periodo de libertinaje y le rogó que se fugara con él, ofreciéndole
todo su dinero si lo hacía. Aquí, por supuesto, irrumpió en escena Marfa y el resto es historia.
Svidrigáilov se jacta de su relación con Dunia: “En su relación hay siempre un rinconcito ignorado del mundo entero y solo
conocido por ellos dos. ¿Está seguro de que Avdotia Románovna me miraba con repugnancia?” (p.619). De todas maneras,
intenta apaciguar el enojo de Raskólnikov aclarándole que está a punto de casarse con una chica de dieciséis años, hija de un
funcionario jubilado, y ya no tiene intenciones con Dunia.
A Raskólnikov le escandalizan las tendencias aparentemente pedófilas de Svidrigáilov: “En usted despierta lujuria esa
monstruosa diferencia de edad y de experiencia” (p.622). También menciona a los hijos de Katerina y cómo Svidrigáilov cuidó
de ellos. Svidrigáilov responde que le gustan los niños y comienza a contar una anécdota malintencionada. Asqueado por su
depravación, Raskólnikov le ordena que pare y Svidrigáilov se comporta groseramente con él. Ese cambio repentino le resulta a
Raskólnikov muy peligroso.
Capítulo 5
Raskólnikov persigue a Svidrigáilov fuera de la taberna, hasta que se cansa y decide irse por su cuenta.
Tiempo después, Dunia se encuentra con Svidrigáilov, con quien ha quedado en reunirse para hablar del contenido de una
carta. Dunia insiste en que Svidrigáilov diga lo que tiene para decir allí, en la calle, pero él la convence para que la acompañe a
su apartamento. Allí, Svidrigáilov le dice que desde su habitación puede escuchar lo que sucede en la de Sonia. Svidrigáilov le
cuenta sobre la confesión de Raskólnikov y Dunia no puede creer que su hermano haya asesinado para robar. Svidrigáilov le
cuenta la teoría de Raskólnikov sobre el crimen. Dunia exige ver a Sonia, pero luego se desmaya de la afectación en que ha
quedado. Svidrigáilov la ayuda a recuperarse y se ofrece a ayudarla a rescatar a su hermano. Cuando ella le pregunta cómo, le
contesta que depende de ella y le declara su amor. Aterrorizada, Dunia corre hacia la puerta, golpeándola y gritando para que
alguien la abra, pero Svidrigáilov le dice que está malgastando su energía porque la casera ha salido y él ha perdido la llave.
Aunque Dunia exclama: “¡Esto es hacerme violencia!” (p.638), Svidrigáilov no cede y se sienta a esperar su decisión.
De pronto, Dunia saca un revólver y lo acusa de haber envenenado a Marfa. Aunque le ordena que no se mueva, él da un paso y
ella dispara, pero apenas lo roza. Svidrigáilov sigue sonriendo y se acerca lentamente, burlándose de ella. Dunia vuelve a
apretar el gatillo y esta vez el arma falla. Aturdida, tira la pistola, y Svidrigáilov se acerca y la abraza. Ella le implora que la deje
marchar y él, finalmente convencido de que no lo ama, le da la llave y le ordena, en tono temeroso, que se marche.
Capítulo 6
Svidrigáilov saca todo su dinero, va a ver a Sonia y se lo entrega para ella y sus hermanos. Tras ello, camina un largo tiempo
hasta que llega a un hotel alejado, donde se hospeda. Eventualmente, comienza a levantar fiebre y se queda dormido. Sueña
que un ratón camina por sus piernas y se despierta en una noche lluviosa, oscura y ventosa. Varias imágenes pasan por su
mente mientras yace inmóvil, y le parece ver el cuerpo de una joven que se había suicidado tras ser violada. Luego se levanta,
abre la ventana y escucha las alertas de inundación. Son aproximadamente las tres de la madrugada.
Desvelado, Svidrigáilov se viste y busca a alguien para pagar su habitación. En el pasillo se encuentra con una niña de cinco años
temblando y llorando en un rincón. La toma en brazos, la lleva a su cuarto y la acuesta, arropándola. Al cabo de un rato, se
asoma bajo la manta para ver cómo está la niña. Tiene la cara roja, así que piensa que también tiene fiebre; pero en ese
momento, y para su horror, la niña empieza a parecerse a una prostituta que le guiña un ojo mientras finge estar dormida.
Horrorizado, está a punto de golpearla cuando de pronto se despierta: todo fue una pesadilla.
Profundamente perturbado, Svidrigáilov se da cuenta de que ha tenido pesadillas toda la noche. Son las cinco de la mañana.
Finalmente, sale a la calle, camina hasta una torre de vigilancia cerca del río, saca su pistola y se pega un tiro en la cabeza.
Capítulo 7
Esa misma noche, Raskólnikov va a ver a su madre. La mujer está sola y se alegra de verlo. Le cuenta que ha estado leyendo su
artículo “Acerca del delito” y no para afirmar su talento e inteligencia. Para ella, todo el mundo se equivoca al pensar que está
loco. Raskólnikov le pregunta si lo querrá siempre como ahora y le dice que ha venido a decirle cuánto la quiere. Su madre le
responde que, aunque no sabe lo que le pasa, es comprende que “ha llegado un momento fatal para él” (p.663). Raskólnikov le
pide que rece por él y ella le hace la señal de la cruz. Luego se despiden.
Raskólnikov vuelve a su apartamento, donde encuentra a Dunia esperándole. Inmediatamente, advierte que sabe todo. Le
pregunta dónde ha estado toda la noche. Él le dice que no lo recuerda, aunque estuvo pensado en arrojarse al Nevá.
Raskólnikov le dice que ya no cree en la vida ni en Dios. Ella le pregunta si va a entregarse y él responde que sí. Ella lo abraza,
llorando. Dunia le habla sobre la expiación y él estalla diciendo que no ve su acto como un crimen en absoluto, porque los
líderes que derraman cantidades masivas de sangre son honrados más tarde como grandes hombres. Aunque haya fracasado,
se niega a admitir la gravedad de sus hechos: “¿Es un crimen el que haya matado a un piojo asqueroso y nocivo, a una vieja
usurera que no le hacía bien a nadie, cuyo aniquilamiento debería premiarse con la remisión de cuarenta pecados, que les
chupaba la sangre a los necesitados?” (p.666). Dunia está horrorizada, por lo que le pide perdón, que cuide a su madre y se
despide de ella. Atormentado, se pregunta cómo hará para “humillarse delante de todos sin objeciones, humillarse por
convicción” (p.669).
Capítulo 8
Raskólnikov llega a casa de Sonia. Habla con rapidez y despreocupación, y le pide su cruz. Sonia se prepara para acompañarlo,
pero Raskólnikov le dice que no lo siga y la deja allí sin despedirse. Mientras se dirige a la comisaría, recuerda la imagen de
Sonia y se da cuenta de que fue a verla porque buscaba verla sufrir por su sufrimiento.
Eventualmente, llega a una encrucijada y, recordando las palabras de Sonia, se arrodilla, besa el suelo y vuelve a inclinarse. La
gente cree que está borracho y sus comentarios le impiden completar la confesión y decir en voz alta que ha matado. Luego ve
a Sonia y comprende que ella lo ha seguido de todos modos. Ahora sí confía en que estará siempre con él.
Cuando lega a la comisaría, Ilyá Petróvich lo saluda amablemente y se pone a parlotear. Raskólnikov se entera de que
Svidrigáilov se ha pegado un tiro, lo que lo lleva a abandonar la comisaría. Abajo le espera Sonia. Se detiene, se queda un rato
parado y vuelve a subir.
Ilyá Petróvich se sorprende al ver a Raskólnikov de vuelta allí, pero se da cuenta de que se encuentra mal y lo invita a sentarse.
Por fin, Raskólnikov confiesa: “Fui yo quien mató entonces con un hacha a la vieja usurera y a su hermana Lizaveta para
robarlas” (p.681).
Epílogo
Capítulo 1
Raskólnikov lleva nueve meses en Siberia. En el juicio confesó hasta el último detalle de su crimen. Varias personas declararon
que, probablemente, haya sufrido de demencia temporal: todo lo recabado “encajaba en la nueva teoría, muy en boga, de la
enajenación transitoria que tan a menudo se trata de aplicar hoy día a ciertos delincuentes” (p.684). Debido a las
circunstancias, Raskólnikov recibe una condena más leve de lo esperado: ocho años de trabajos forzados en Siberia.
La madre de Raskólnikov cae enferma justo después de su último encuentro. Dunia y Razumijin intentan ocultarle la verdad,
pero pronto descubren que ella había desarrollado una teoría sobre los enemigos políticos de Raskólnikov. Luego de un tiempo,
se sume cada vez más en el silencio. Dos meses después de que Raskólnikov y Sonia se marchan a Siberia, Dunia y Razumijin se
casan. Después del matrimonio, Puljeria muere.
En lo que respecta a Raskólnikov, Sonia solo lo puede visitar algunas veces, ya que vive en un pueblo cercano a la cárcel y
trabaja como costurera. Es evidente que a Raskólnikov no le interesa demasiado su futuro y se limita a cumplir su condena.
Además, no intenta relacionarse con nadie e incluso no es demasiado amable con Sonia. Sin embargo, con el tiempo se
acostumbra a ella y lamenta cuando no puede visitarlo.
Un día, Raskólnikov cae enfermo y debe pasar un tiempo en el hospital.
Capítulo 2
Raskólnikov se avergüenza de que Sonia lo vea enfermo: “Su orgullo estaba profundamente herido” (p.692). Durante ese
tiempo, en lugar de reflexionar sobre su crimen, piensa que no tiene “ninguna culpa particularmente horrenda en su pasado”
(ídem) y lo único que le remuerde la conciencia es que ha sido atrapado y condenado. Tampoco sabe por qué debe seguir
viviendo y se pregunta por qué no se suicidó cuando tuvo la oportunidad. Se siente inferior a Svidrigáilov, que al menos tuvo el
valor de matarse.
En comparación con sus compañeros, no tiene la misma voluntad de vivir y se sorprende del “apego que todos ellos le tenían a
la vida” (p.694). Además, se siente aislado de todos, como si un “terrible e infranqueable abismo mediara entre él y los demás”
(pp.694-695). En una ocasión, sus compañeros casi lo matan por ateo, aunque nunca había hablado con ellos de sus creencias.
Como es de esperar, todos quieren a Sonia, la consideran una “madre compasiva y bondadosa” (p.696) y acuden a ella con todo
tipo de pedidos.
Raskólnikov permanece en el hospital hasta el final de la Cuaresma y la Semana Santa. Durante su convalecencia, sueña que una
terrible plaga se extiende de Asia a Europa. Esta plaga consiste en organismos microscópicos sensibles que infectan a las
personas provocándoles locura y, al mismo tiempo, haciéndoles creer que son más inteligentes. A medida que la plaga se
extiende, la gente se vuelve contra los demás, todos se sienten angustiados y nadie sabe distinguir entre el bien y el mal. Solo
unos pocos elegidos pueden salvarse, repoblar y regenerar el mundo.
Sonia solo lo visita dos veces en el hospital. Pero una noche, Raskólnikov se acerca a la ventana y la ve de pie, como si esperara
algo. Cuando le dan el alta y regresa a la prisión, siente “una punzada en el corazón” (p.698) al enterarse de que ella ha estado
enferma.
Una mañana, Raskólnikov está trabajando junto al río y se sienta a contemplarlo, ensimismado. Sin más, aparece Sonia, quien le
da la mano tímidamente porque él siempre la ha tomado con repugnancia o irritación. Esta vez, sin embargo, él no la suelta,
sino que la mira, baja la vista y se arroja a sus pies, llorando y abrazando sus rodillas. Ella se levanta de un salto aterrorizada,
pero comprende al instante que por fin se ha arrepentido y puede amarla sin límites. Ambos sienten que han resucitado gracias
al amor que se profesan.
Esa noche, Raskólnikov piensa en Sonia mientras está tumbado en su cama. Se asombra de cómo parece llevarse mejor que él
con sus compañeros de prisión. Al recordar su crimen y su exilio, siente que son algo lejano y que, de algún modo, no le
sucedieron a él. Hay un cambio profundo en su interior: “La vida había desplazado a la dialéctica y en la conciencia debía
generarse algo totalmente distinto” (p.700). En ese momento, mete la mano bajo la almohada para sacar los Evangelios de
Sonia. No abre el libro, pero piensa que tal vez pueda creer en lo que ella cree.
Ahora, ambos están felices y sienten que los siete años que faltan para cumplir con la condena van a pasar en un soplo: “Pero
aquí arranca otra historia, la historia de la gradual renovación del hombre, la historia de su regeneración gradual, de su gradual
transición de un mundo a otro, de su iniciación en una realidad totalmente desconocida hasta entonces” (p.701).

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