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Este relato le da el nombre a toda la selección de cuentos, hecho

que vale la pena mencionar, puesto que la noción de ‘río


subterráneo’ se presta como una clave de análisis en toda la
narrativa de Inés Arredondo. Por este motivo, conviene analizar el
modo en que dicha noción se presenta en este relato puntual,
para luego vincularlo con el resto de los cuentos de la selección.
En un principio, entonces, debemos señalar que el texto presenta
una comparación explícita entre la locura y el comportamiento de
los ríos: “Si hubieras visto alguna vez la llegada del río crecido,
oído cómo su ruido terrestre como un sismo llena el aire antes de
que puedas ver la primera y terrible ola que arrastra ya casas,
ganado, muertos, sabrías que él tuvo que salir de ese cuarto como
el río de su cauce, y destruir y destruirse” (42). Aquí, la narradora
alude a la muerte de su hermano Pablo, el primero
en contagiarse de la locura que acabó con su vida y que luego se
extendió hacia el resto de los hermanos. El río, como vemos, opera
como una figura que simboliza la locura de este personaje: una
fuerza que sobrepasa el control de las personas, al igual que
las olas terribles del río sobrepasan los límites del cauce que lo
contiene, arrasando con todo.
Por otro lado, la noción del calificativo "subterráneo" posee
implicaciones que no se agotan en la trama de este relato. En
secciones anteriores, retomamos la hipótesis de Claudia Albarrán
acerca de que la narrativa de Arredondo esconde un elemento de
misterio, un sentido oculto que exige una actitud activa por parte
del lector para desentrañar el sentido de sus cuentos: “Inés
introduce en los cuentos una serie de signos, de señales —más o
menos complejas— que, si son percibidas por el lector,
constituyen verdaderas herramientas para comprender la
dimensión de lo narrado” (1998: 151).
La noción de lo subterráneo alude a esa dimensión misteriosa, a
ese elemento oculto que se resignifica en este relato a partir del
tema de la locura, entendida aquí como una fuerza que subyace
en el fondo de la psiquis humana. Para comprenderlo cabalmente,
basta señalar el modo en que la narradora caracteriza los gritos de
sus hermanos enloquecidos: “El grito, el aullido, el alarido que está
oculto en todos, en todo, sin que lo sepamos” (55). Como vemos,
el grito simboliza la locura que se oculta en todas las personas
amenazando con surgir algún día.

El grito se presenta, a su vez, como un sinsentido, ya que no posee


un motivo que lo justifique: “La locura de tu padre gritaba para sí
misma, no le gritaba a nada” (55). Por este mismo motivo, la
narradora previene a su sobrino de no intentar comprenderlo,
puesto que quien lo haga caerá también bajo su dominio. Esto es
lo que sucede con los hermanos de la narradora, quienes, al
enfermar Pablo, “Escucharon atentamente sus gritos inhumanos,
se centraron en ellos” (41) y terminaron también enloqueciendo.

Al analizar el relato “Orfandad”, utilizamos la categoría de ‘lo


abyecto’ como un concepto útil para el análisis. Este cuento
permite asimismo su utilización. Para la filósofa Julia Kristeva, lo
abyecto es una categoría tanto psicológica como política y
estética que remite, entre otras cosas, a aquellos grupos sociales
que son arrastrados hacia los márgenes de lo vivible debido a que
su propia existencia pone en crisis la identidad misma del todo
social. Inmigrantes, personas con discapacidades, locos, perversos
son los cuerpos abyectos que, en su diferencia, cuestionan la
homogeneidad del cuerpo social y pierden por eso
reconocimiento estatal de sujetos.

La narradora de “Río subterráneo” es consciente de que la locura


que invade a su familia los vuelve individuos abyectos,
condenados por eso mismo a la soledad y el aislamiento. Ese es el
motivo fundamental que la lleva a escribirle a su sobrino: “No
salgas de tu ciudad. No vengas al país de los ríos. Nunca vuelvas a
pensar en nosotros, ni en la locura. Y jamás se te ocurra dirigirnos
un poco de amor” (57). De este modo, los temas de la soledad y la
locura se vinculan en este texto para expresar la soledad
inexorable que atraviesan las personas que no logran amoldarse a
los códigos establecidos socialmente.

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