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SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE CATEQUESIS

Parroquia San Juan Bosco y Santo Domingo Savio

PEDAGOGÍA CATEQUÍSTICA

Apuntes de clase

Profesor: P. David Martinez, SDB


Córdoba, 2023
Seminario Arquidiocesano de Catequesis 1
Parroquia San Juan Bosco y Santo Domingo Savio
Av. Colón 6500
C.P. 5003 - Córdoba

ÍNDICE

Encuentro nº 1 - Introducción. Pedagogía de la fe .............................................................. 2

Ficha de trabajo 1 - Partir de la situación de la persona .................................................................. 6

Encuentro nº 2 - Pedagogía en el Antiguo y Nuevo Testamento......................................... 9

Ficha de trabajo 2 - Proponer valores atrayentes ............................................................................ 14

Encuentro nº 3 - Pedagogía del Espíritu Santo y de la Iglesia primitiva. El PEPS ........ 16

Encuentro nº 4 – Pedagogía catequística y los aportes de las ciencias de la educación.


Acompañamiento personal ................................................................................................... 21

Encuentro nº 5 – Acompañamiento grupal......................................................................... 25

Encuentro nº 6 – Acompañamiento ambiental ................................................................... 28

Ficha de trabajo práctico final ........................................................................................................... 30

Bibliografía citada ................................................................................................................. 31


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Encuentro nº 1 - Introducción. Pedagogía de la fe

Temas: Introducción. Pedagogía de la fe


Objetivos:
1. Reflexionar sobre el concepto de pedagogía.
2. Tener un acercamiento a la noción de pedagogía de la fe.
3. Descubrir elementos de la pedagogía de la fe en la propuesta salesiana.

Introducción al concepto de pedagogía


La educación es la
promoción, estructuración y consolidación de las capacidades personales
fundamentales para vivir la vida de manera consciente, libre, responsable y
solidaria, en el mundo y con los demás, en el fluir del tiempo y de la edad, en
el entretejido de las relaciones interpersonales y en la vida social
históricamente organizada. vida, entre la interioridad personal y la
trascendencia1

La etimología es un poco incierta: por un lado, se habla de educare en el sentido de nutrir,


criar, cultivar. Por otro lado, se habla de educere, en el sentido de sacar afuera, desarrollar.
En ambos casos se hace referencia a una intervención promocional: el primero acentúa el
aspecto más orgánico y el segundo en cambio, aspectos más interiores, como la
imaginación, el intelecto, la razón, el sentido crítico, la emotividad, la racionalidad, la
expresividad2.
La pedagogía es «la reflexión, estudio, investigación científica y no científica, sobre y
para la educación, la formación, la instrucción»3. Será necesario entenderla como una
reflexión dentro de un ámbito interdisciplinario más global, que suele llamarse “ciencias
de la educación”. Se determina así un momento de síntesis de muchas disciplinas y
saberes en relación con la intervención educativa. Por ejemplo, la biología de la educación
y las neurociencias, la psicología de la educación y del desarrollo, la sociología de la

1
C. NANNI, Educazione, en J. PRELLEZO – G. MALIZIA – C. NANNI (Eds.), Dizionario di Scienze
dell’Educazione, Roma, LAS, 22008, 369-372: 369.
2
Ibid., 369.
3
C. NANNI, Pedagogia, en J. PRELLEZO – G. MALIZIA – C. NANNI (Eds.), Dizionario di Scienze
dell’Educazione, Roma, LAS, 22008, 851-854: 851.
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educación, la antropología educativa, la historia de la educación, la formación


permanente, etc.
La pedagogía cristiana a su vez reúne una serie de requisitos o condiciones:

en primer lugar, debe ser auténtica pedagogía, es decir, respetar y promover


la labor de la razón en el campo educativo, construyendo u optando por teorías
pedagógicas válidas y actualizadas. Sin embargo, debido a la adhesión
incondicional a la Palabra de Dios de quienes la construyen, éstos deben estar
siempre atentos a aquellas teorías educativas y planes pedagógico-didácticos
en contraste con los contenidos de la revelación, ejerciendo frente a ellos una
función crítica.
En segundo lugar, la pedagogía cristiana, mientras que por un lado, con
investigaciones cada vez más profundas, trata de definir, dentro de las
diferentes culturas, los fines de los procesos educativos y el complejo de todos
aquellos valores de auténtico crecimiento humano y progreso social que
implican, por otro lado, por la razón y a la luz de los contenidos de la fe que
asume, siempre habrá de pensar y planificar tales fines en función de esa
finalidad superior, que es la “perfección cristiana” o “santidad”.
Es por tanto responsabilidad de la pedagogía cristiana, elaborar itinerarios de
auténtica maduración humana dentro de los procesos de conversión y
crecimiento cristiano.4

La pedagogía de la fe en la revelación de Dios


En la reflexión del Concilio Vaticano II sobre el contenido y el modo que tiene Dios para
darse a conocer se afirma: «dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a
conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo,
Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la
naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los
hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la
comunicación consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza
con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas
por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos
significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen
el misterio contenido en ellas»5.

4
M. GROPPO, Pedagogia cristiana, en J. PRELLEZO – G. MALIZIA – C. NANNI (Eds.), Dizionario di Scienze
dell’Educazione, Roma, LAS, 22008, 854-857: 855.
5
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Dei Verbum sobre la divina revelación, 1965, no 2.
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En este sentido, «la Revelación es la gran obra educativa de Dios. De hecho, también
puede interpretarse en clave pedagógica. En ella encontramos los elementos
característicos que pueden conducir a identificar una pedagogía divina, capaz de inspirar
profundamente la acción educativa de la Iglesia. La catequesis también sigue las huellas
de la pedagogía de Dios. Desde el comienzo de la historia de la salvación, la Revelación
de Dios se manifiesta como una iniciativa de amor que se expresa en muchas atenciones
educativas. Dios ha preguntado al hombre, a quien pidió́ una respuesta. A Adán y a Eva
pidió́ una respuesta de fe, en obediencia a su mandato; en su amor, a pesar de la
desobediencia, Dios continuó comunicando la verdad de su misterio poco a poco,
gradualmente, hasta la plenitud de la Revelación en Jesucristo»6.
«La idea fundamental en Israel y en toda la Biblia es que todo conocimiento procede de
Dios. Él es el mayor de todos los maestros. Toda sabiduría y erudición debe comenzar
aprendiendo “el temor de Dios”. Su finalidad es comprender mejor al creador y la obra
realizada por él. Y, así, la enseñanza conduce a la alabanza de Dios. No basta con
satisfacer sencillamente la curiosidad humana. la educación debe ayudar a la gente a
aprovechar al máximo las posibilidades que Dios le ha dado»7.
Cf. Sal 8; Prov 1,7; Job 28,28; Dt 4,9-10

Un acercamiento salesiano: educar evangelizando y evangelizar educando


«La meta propuesta por la Pastoral Juvenil Salesiana a todo joven es la construcción de
la propia personalidad, que tiene a Cristo como referencia fundamental; referencia que,
haciéndose explícita e interiorizada progresivamente, lo ayuda a ver la historia como Él,
a juzgar la vida como él, a escoger y a amar como él, a esperar como enseña a Él, a vivir
en Él la comunión con el Padre y el Espíritu Santo. una verdadera conversión misionera
exige a la Pastoral Juvenil Salesiana que descubra y viva la profunda e inseparable
relación de la acción educativa con la acción evangelizadora»8.

6
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, Directorio para la
catequesis, Roma, 2020, no 157.
7
Educación, en Diccionario bíblico abreviado, Navarra, Editorial Verbo Divino - Ediciones Paulinas,
4
1985, 103-105: 103.
8
SALESIANOS DE DON BOSCO, La pastoral juvenil salesiana. Cuadro de referencia, Asunción, Editorial
S.D.B. Edición extracomercial, 32014, 59.
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«He aquí la integralidad de la propuesta: la educación qué se enriquece por estar inspirada
evangélicamente desde el principio; la evangelización que, ya desde el primer momento,
reconoce la exigencia de estar debidamente aclimatada a la condición evolutiva de los
jóvenes. la mediación educativa tiene como fin último favorecer en cada individuo una
experiencia personalísima del encuentro con Dios: orientar positivamente el proceso
educativo hacia la apertura de Dios y hacia la configuración con Cristo, hombre perfecto.
esta perspectiva supera el problema, sustancialmente metodológico, de cómo y cuándo
anunciará el Evangelio y de cómo compaginar en los ambientes pastorales concretos y
en los itinerarios educativos todas las dimensiones del proyecto educativo pastoral»9.
Para Don Bosco «educar lleva consigo una actitud especial del educador y un conjunto
de procedimientos, basados en convicciones de razón y de fe que guían la labor
pedagógica. En el centro de su visión está la “caridad pastoral”, que describe así: “La
práctica de este sistema se basa totalmente en la idea de San Pablo: 'la caridad es benigna
y paciente, todo lo sufre, todo lo espera y lo soporta todo'”. Tal caridad pastoral inclina a
amar al joven, sea cual fuere la situación en que se halla, con objeto de llevarlo a la
plenitud de humanidad revelada en Cristo y darle la conciencia y posibilidad de vivir
como ciudadano ejemplar en cuanto hijo de Dios. Tal caridad hace intuir y alimenta las
energías que el Santo sintetiza en el ya célebre trinomio de la fórmula: "razón, religión y
amor"»10.

9
Ibid., 63.
10
JUAN PABLO II, Carta Apostólica Iuvenum Patris en el centenario de la muerte de san Juan Bosco, 1988,
no 9.
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Ficha de trabajo 1 - Partir de la situación de la persona

Actividad
1. Hacer una lista de los educadores que he tenido en mi vida. Anotar las
características positivas y negativas, lo que me ayudó de ellos y lo que no.
2. Leer la carta de San Francisco de Sales y el relato de las Memorias del Oratorio.
3. Identificar las actitudes educativas en Francisco y en Don Bosco:
a. ¿Dónde ponen el acento? ¿Qué les preocupa?
b. Como educadores: ¿qué se necesita para poder “mirar así la realidad”?
4. Escribir una breve síntesis sobre los elementos esenciales de una pedagogía
cristiana.
5. Como opcional pueden ver:
a. https://www.youtube.com/watch?v=x-XyGT47ksI
b. https://www.youtube.com/watch?v=MPgffmea_Xg
c. https://www.youtube.com/watch?v=GqZ7QuPle2E
(letra en el comentario)

Material de trabajo:

A) Carta de san Francisco de Sales:


«Sepan que la virtud de la paciencia es aquella que más que otras, nos hace estar seguros
de la perfección. Si es necesario practicarla con el prójimo, es aún más necesario
practicarla con nosotros mismos; a aquellos que aspiran al puro amor de Dios, no tienen
mucha necesidad de practicar la paciencia con los demás tanto como como con uno
mismo. Para adquirir la perfección no se deben amar y acariciar las tentaciones, sino
sólo tolerarlas con paciencia. Con esta tolerancia se fortalece la humildad. Hay que decir
la verdad: somos pobres, no podemos hacer mucho bien; pero Dios, infinitamente bueno,
se contenta con lo poco que hacemos». (Carta 190 = O. XII, 203 (BG, 314).
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B) Memorias del Oratorio11

Colegio Eclesiástico de san Francisco de Sales


Don Cafasso, que desde seis años atrás era mi mentor, fue también mi director espiritual y, si he
hecho algún bien, a este digno eclesiástico se lo debo, pues puse en sus manos todas mis
aspiraciones, todas mis decisiones y todas mis actuaciones.
Empezó primero por llevarme a las cárceles, en donde aprendí́ en seguida a conocer cuán grande
es la malicia y la miseria de los hombres. Me horroricé al contemplar cantidad de muchachos,
de doce a dieciocho años, sanos y robustos, de ingenio despierto, que estaban allí́ ociosos, roídos
por los insectos y faltos en absoluto del alimento espiritual y material. En estos infelices estaban
personificados el oprobio de la patria, el deshonor de la familia y su propia infamia. Pero ¡cuál
no fue mi asombro y mi sorpresa cuando me di cuenta de que muchos de ellos salían con propósito
firme de una vida mejor y que luego volvían a ser conducidos al lugar de castigo de donde habían
salido pocos días antes!
En esas ocasiones constaté que algunos volvían a la cárcel porque estaban abandonados a sí
mismos. «¡Quién sabe—decía para mí—si estos muchachos tuvieran fuera un amigo que se
preocupase de ellos y los atendiese e instruyese en la religión los días festivos, quién sabe si no
se mantendrían alejados de su ruina, o por lo menos si no se reduciría el número de los que
vuelven a la cárcel!»
Comuniqué mi pensamiento a Don Cafasso y, con su consejo y su luz, me puse a estudiar la
manera de llevarlo a cabo, dejando el éxito en manos del Señor, sin el cual resultan vanos todos
los esfuerzos de los hombres.

Fiesta de la Inmaculada Concepción y principios del Oratorio


Apenas entré en el colegio de San Francisco, en seguida me encontré́ con una bandada de
jovencitos que me acompañaban por calles y plazas hasta la misma sacristía de la iglesia del
colegio. Pero no podía cuidar de ellos directamente por falta de local. Un feliz encuentro me
ofreció́ la ocasión para intentar llevar a la práctica el proyecto en favor de los jóvenes errantes
por las calles de la ciudad, especialmente de los salidos de las cárceles.
El día solemne de la Inmaculada Concepción de María, el 8 de diciembre de 1841, estaba, a la
hora establecida, revistiéndome de los ornamentos sagrados para celebrar la santa misa. El
sacristán José́ Comotti, al ver un jovencito en un rincón, le invitó a que me ayudara la misa.
—No sé hacerlo—respondió él, muy avergonzado.
—Ven—dijo el otro—, tienes que ayudar.
—No sé—contestó el jovencito—; no lo he hecho nunca.
—Eres un animal—le dijo el sacristán muy furioso.
—Si no sabes ayudar, ¿entonces a qué vienes aquí?—y, diciendo esto, agarró el mango del
plumero y la emprendió́ a golpes contra las espaldas y la cabeza del pobre chico.
—Pero ¿qué haces?—grité yo en alta voz—. ¿Por qué le pegas de ese modo? ¿Qué te ha hecho?
—¿A qué viene a la sacristía si no sabe ayudar a misa?
—Haces mal.
— ¿ Y a usted qué le importa?
—Me importa mucho; se trata de un amigo mío; llámalo en seguida, que voy a hablar con él. Se
puso a llamarlo:
— ¡Oye, pillo!—y corriendo tras él y asegurándole mejor trato, lo condujo de nuevo. Llegó
temblando y llorando el pobre chico por los palos recibidos.
—¿Has oído ya misa?—le dije con la mayor amabilidad que pude.
—No—respondió́ .

11
J. BOSCO, Memorias del Oratorio, en San Juan Bosco. Obras fundamentales, Madrid, BAC, 21978, 341-
495: 413-416.
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—Ven y la oirás; después querría hablarte de un negocio, que te va a gustar.


Accedió́ sin mayor dificultad. Era mi deseo quitarle la mala impresión recibida del sacristán.
Celebrada la santa misa y terminada la acción de gracias, llevé al muchacho al coro.
Asegurándole que no tenía por qué temer más palos, con la cara sonriente empecé a preguntarle
como sigue:
—Amigo, ¿cómo te llamas? —Bartolomé Garelli.
—¿De qué pueblo eres?
—De Asti.
—¿Vive tu padre? —No; murió́ ya.
— ¿Y tu madre? —También murió́ . —¿Cuántos años tienes?
—Dieciséis.
—¿Sabes leer y escribir?
—No sé nada.* (ver nota abajo)
—¿Has hecho ya la primera comunión?
—Todavía no.
— ¿ Te has confesado?
—Sí, cuando era pequeño.
— Y ahora, ¿vas al catecismo?
—No me atrevo.
—¿Por qué?
—Porque los compañeros pequeños saben el catecismo, y yo, tan mayor, no sé nada. Por eso
tengo vergüenza de ir a la catequesis.
—Y si yo te diera catecismo aparte, ¿vendrías?
—Vendría con mucho gusto.
—¿Te gustaría que fuese aquí́ mismo?
—Vendría con gusto, siempre que no me pegasen,
—Estáte tranquilo, nadie te tocará: serás amigo mío y tendrás que vértelas sólo conmigo.
¿Cuándo quieres que empecemos nuestro catecismo?
—Cuando le plazca.
—¿Esta tarde?
—Sí.
—¿Quieres ahora mismo?
—Pues sí, ahora mismo; con mucho gusto.
Me levanté e hice la señal de la cruz para empezar, pero mi alumno no la hacía porque no sabía
hacerla. En aquella primera lección me entretuve en enseñarle a hacer la señal de la cruz y en
darle a conocer a Dios creador y el fin para que nos creó́ . Aunque de flaca memoria, en pocos
domingos, dada su asiduidad y atención, logró aprender las cosas necesarias para hacer una
buena confesión y poco después haría su primera comunión.
A este primer alumno se unieron otros; durante aquel invierno me limité a algunos mayorcitos
que necesitaban una catequesis especial y, sobre todo, a los que salían de las cárceles. Entonces
palpé por mí mismo que, si los jóvenes salidos de lugares de castigo encontraban una mano
bienhechora que se preocupara de ellos, les asistiera en los días festivos, les buscara colocación
con buenos patronos y les visitara durante la semana, estos jóvenes se daban a una vida honrada,
olvidaban el pasado y resultaban, al fin, buenos cristianos y dignos ciudadanos. Este es el origen
de nuestro Oratorio, que, con la bendición del Señor, tomó tal incremento como yo nunca hubiera
podido imaginar.

* Don Lemoyne (MB 2,76) dice que el santo, tras el “no sé nada” prosiguió así el diálogo:
“-¿Sabes cantar? – No. ¿Sabes silbar? Y entonces el chico sonrió”.
Las dos preguntas de Don Bosco y la sonrisa del chico fueron recogidas de labios del Santo por Don Ruffino
en su Crónica 1 (1860) p 29. Brillan ahí a la vez que la intuición psicológica y pedagógica de Don Bosco
y una señal de la confianza conquistada.
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Encuentro nº 2 - Pedagogía en el Antiguo y Nuevo Testamento

Temas: Pedagogía en el Antiguo y Nuevo Testamento.


Objetivos:
1. Reflexionar sobre la pedagogía divina en la Sagrada Escritura.
2. Descubrir la propuesta de valores e ideales en la pedagogía salesiana.

La pedagogía de Dios en el Antiguo Testamento


«El objetivo de la Revelación es la salvación de cada persona que se realiza a través de
una original y eficaz pedagogía de Dios a lo largo de la historia. Dios en la Sagrada
Escritura se revela como un Padre misericordioso, un maestro, un sabio (Cf. Dt 8,5; Os
11,3-4; Prov 3,11-12), que encuentra al hombre en la condición propia y lo libera del mal,
atrayéndolo hacia Él con lazos de amor. Poco a poco y con paciencia, conduce a la
madurez al pueblo elegido y a cada persona que lo escucha. El Padre, como brillante
educador, transforma los acontecimientos de su pueblo en enseñanzas de sabiduría (Cf.
Dt 4,36-40; 11,2-7), adaptándose a las edades y situaciones en las que vive. Da lecciones
que se transmitirán de generación en generación (Cf. Éx 12,25- 27; Dt 6,4-8; 6,20-25;
31,12-13; Jos 4,20-24), amonesta y educa también a través de pruebas y sufrimientos (Cf.
Am 4,6; Os 7,10; Jr 2, 30; Hb 12,4-11; Ap 3,19)»12.
Un texto que puede orientar la reflexión es el siguiente: Dt 32,10-12
10 Lo encontró en una tierra desierta
en la soledad rugiente de la estepa:
lo rodeó y lo cuidó
lo protegió como a la pupila de sus ojos.
11 Como el águila que impulsa a su nidada
revoloteando sobre sus pichones
así extendió sus alas,
lo tomó y lo llevó sobre sus plumas.
12 El Señor solo lo condujo,
no había a su lado ningún dios extranjero.
«Este pasaje no es aislado, sino que expresa una persuasión constante de la Escritura:
Dios es el gran educador de su pueblo. El castigo más terrible que podría golpear a los

12
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, Directorio para la
catequesis, no 158.
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hombres de la Biblia no sería el de los castigos particulares, sino el de sentirse


abandonados por este guía amoroso, sabio, incansable.
La acción educativa implica momentos de ruptura con el pasado (la salida de la tierra del
desierto, de la tierra de los aullidos solitarios); se realiza a través de un crecimiento
progresivo, propiciado por gestos de atención y amor (lo educó, lo cuidó, lo guardó);
implica una "asociación" y una profunda elevación del espíritu (levantado en sus alas);
requiere una confianza absoluta e incondicional (el Señor lo guiaba solo, no había ningún
Dios extraño con él).
Estoy convencido de que muchos fracasos educativos tienen su raíz en no haber
comprendido que "Dios educa a su pueblo", en no haber captado la fuerza del programa
educativo expresado en las Escrituras, en no estar aliado con el verdadero educador de la
persona. Por otra parte, estoy convencido de que una renovada confianza en la fuerza
educativa del Evangelio puede dar aliento a muchos de nuestros educadores, quitarles el
sentimiento de tener que llevar un peso mayor que sus propias fuerzas y de luchar contra
fuertes enemigos.
Al poner en el centro la acción de Dios, la actividad tanto del educador como del sujeto a
educar se pone en una luz más clara: el alumno es estimulado a colaborar con la fuerza
interior que hay en él, de la que la comunidad educativa es aliada. Prevalece, pues, el
respeto al proceso de autotrascendencia moral, intelectual y religiosa del adolescente en
su camino hacia su auténtico yo, aquello que “fue hecho por la Palabra” y que ahora es
un acontecimiento mediado por la Palabra misma»13.

La pedagogía de Dios en el Nuevo Testamento


«Jesús cumple su misión como salvador y pone de manifiesto la pedagogía de Dios. Los
discípulos han experimentado la pedagogía de Jesús, de quien los Evangelios narran los
rasgos distintivos: la acogida al pobre, al sencillo, al pecador, el anuncio del Reino de
Dios como buena noticia, el estilo de amor que libera del mal y promueve la vida. La
palabra y el silencio, la parábola y la imagen se convierten en una verdadera pedagogía
para revelar el misterio de su amor.

13
C. M. MARTINI, Carta pastoral Dios educa a su pueblo, no 6.
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Jesús cuidó con esmero la formación de sus discípulos en vista de la evangelización. Se


presentó ante ellos como el único maestro y, al mismo tiempo, como un amigo paciente
y fiel (Cf. Jn 15,15; Mc 9,33-37; Mc 10,41- 45). Él ha enseñado la verdad a lo largo de
su vida. Les planteó preguntas (Cf. Mc 8,14-21.27). Les explicó con mayor profundidad
lo que proclamó a la multitud (Cf. Mc 4,34; Lc 12, 41). Les enseñó a orar (Cf. Lc 11,1-
2). Los envió a una misión no solos, sino como una pequeña comunidad (Cf. Lc 10,1-20).
Les prometió el Espíritu Santo que los guiaría a la verdad plena (Cf. Jn 16,13),
sosteniéndolos en los momentos difíciles (Cf. Mt 10,20; Jn 15,26; Hch 4,31). Por tanto,
la forma de relacionarse de Jesús se califica con rasgos delicadamente educativos. Jesús
sabe acoger y, al mismo tiempo, llevar a la mujer samaritana hacia un camino de
aceptación gradual de la gracia y de disponibilidad para la conversión. Resucitado, se
acerca a los dos de Emaús, camina con ellos, dialoga, comparte sus sufrimientos. Al
mismo tiempo, invita a abrir el corazón, conduce a la experiencia eucarística y abre los
ojos para ser reconocido; finalmente, se hace a un lado para dejar espacio a la iniciativa
misionera de los discípulos.
Jesucristo es «el Maestro que revela a Dios a los hombres y al hombre a sí mismo; el
Maestro que salva, santifica y guía, que está vivo, que habla, exige, que conmueve, que
endereza, juzga, perdona, camina diariamente con nosotros en la historia; el Maestro que
viene y que vendrá en la gloria». En todos los diversos medios utilizados para enseñar
quién era, Jesús evocó y obtuvo una respuesta personal de sus oyentes. Esta es la respuesta
de la fe y, aún más profundamente, la obediencia de la fe. Esta respuesta, debilitada por
el pecado, necesita una conversión permanente. De hecho, Jesús como maestro presente
y operante en la vida de la persona, la instruye desde el interior llevándola a la verdad
sobre Él y guiándola hacia la conversión. La alegría del Evangelio llena el corazón y la
vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son
liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo
siempre nace y renace la alegría»14.

14
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, Directorio para la
catequesis, no 159-161.
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La Espiritualidad Juvenil Salesiana15 como propuesta de valores


Esta espiritualidad se enlaza con el Sistema Preventivo; es el desarrollo del Proyecto
Educativo-Pastoral Salesiano ofrecido a todos los sujetos de la Comunidad Educativo-
Pastoral, traducido en itinerarios de mayor compromiso. Los núcleos son:

1. La vida diaria como lugar del encuentro con Dios


En la raíz de esta percepción de lo cotidiano y de la valoración positiva de la vida está la
fe y la constante comprensión del acontecimiento de la Encarnación: una espiritualidad
que se deja guiar por el misterio de Dios que, con su encarnación, muerte y resurrección,
afirma su presencia salvadora en toda la realidad humana.
Don Bosco se inspiró en San Francisco de Sales, como maestro de una espiritualidad
sencilla porque es esencial, popular porque está abierta a todos, atrayente porque está
cargada de valores humanos y, por lo mismo, es particularmente apropiada para la acción
educativa.

2. Una espiritualidad pascual de la alegría y del optimismo


La verdad decisiva de la fe cristiana es el Señor resucitado. La gloria eterna es nuestra
meta última ya desde ahora, porque se ha hecho realidad en el cuerpo de Jesucristo. La
espiritualidad juvenil salesiana es pascual y escatológica.
Don Bosco entendió, e hizo entender a sus jóvenes, que compromiso y alegría van unidos,
que santidad y alegría son un binomio inseparable. Don Bosco es el santo de la alegría de
vivir y sus jóvenes aprendieron bien su lección de vida, en lenguaje típicamente
oratoriano: la “santidad consiste en estar siempre alegres”. La Pastoral Juvenil Salesiana
propone un camino de santidad sencilla, alegre y serena.

3. Una espiritualidad de la amistad y de la relación personal con Jesús


La espiritualidad juvenil salesiana conduce al joven al encuentro con Jesucristo y hace
posible una relación de amistad con Él, alimentada por la confianza, conun vínculo vital
y con una adhesión fiel. Muchos jóvenes sienten un deseo sincero de conocer a Jesús y

15
Cf. SALESIANOS DE DON BOSCO, La pastoral juvenil salesiana. Cuadro de referencia, 93-99.
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buscan una respuesta a las cuestiones sobre el sentido de la propia vida, respuesta que
solo Dios puede dar.
Amigo, Maestro y Salvador son los títulos que describen la centralidad de la persona de
Jesucristo en la vida espiritual de los jóvenes según el método salesiano.

4. Una espiritualidad de comunión eclesial y mariana


La experiencia y la adecuada comprensión de la Iglesia son distintivos de la espiritualidad
cristiana. La Iglesia es comunión espiritual y comunidad que se hace visible a través de
gestos y convergencias operativas; es servicio a los hombres, de los que no se separa
como una «secta» que solo considera buenas las obras que llevan el sello de la propia
pertenencia; es el lugar elegido y ofrecido por Cristo, en el tiempo y en el espacio de la
historia, para poder encontrarlo a Él.
En María Auxiliadora tenemos un modelo y una guía para nuestra acción educativa y
apostólica. Se nos propone para que le demos culto y la imitemos con amor y admiración,
participando en las celebraciones en su honor y recordando sus mensajes. Madre y
maestra de nuestra experiencia formativa, la invocamos de manera especial en la oración.

5. Una espiritualidad del servicio responsable


La vida asumida como encuentro con Dios, el camino de identificación con Cristo, el
compromiso por el Reino, la Iglesia percibida como comunión- servicio, donde cada uno
tiene un puesto y donde se necesitan los dones de todos, hacen surgir y madurar una
convicción: la vida encierra en sí misma una vocación de servicio. La Espiritualidad
Juvenil Salesiana, por tanto, quiere ayudar a cada joven en el camino vocacional, para
que descubra el sentido de su vida, en la verdad, en el diálogo con Dios.
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Ficha de trabajo 2 - Proponer valores atrayentes

Actividad
A) Leer detenidamente los siguientes textos:
a. Lc 24,13-35
b. BOSCO, Juan, Vida del joven Domingo Savio, en San Juan Bosco. Obras
fundamentales, Madrid, BAC, 21978, 128-221.

B) Responder:
1. ¿Cuáles son las características del acompañamiento de Jesús a los discípulos?
2. ¿Cuáles son los valores que les propone?
3. ¿En qué elementos de la narración bíblica y de la biografía de Domingo Savio
podemos identificar los núcleos de la EJS?

Fragmento de la “Vida del joven Domingo Savio”


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Encuentro nº 3 - Pedagogía del Espíritu Santo y de la Iglesia


primitiva. El PEPS

Temas: Pedagogía del Espíritu Santo y de la Iglesia primitiva. El PEPS


Objetivos:
1. Comprender la acción pedagógica del Espíritu Santo.
2. Tener un breve acercamiento a la catequesis primitiva.
3. Descubrir el PEPS como mediación histórica de un estilo pedagógico.

La pedagogía del Espíritu Santo


«El Espíritu Santo, anunciado por el Hijo antes de su Pascua (Cf. Jn 16,13) y prometido
a todos los discípulos, es un don y es el dador de todos los dones. Los discípulos fueron
guiados por el Paráclito al conocimiento de la verdad y dieron testimonio “hasta los
confines de la tierra” (Hch 1,8), de lo que del Verbo de la vida habían escuchado, visto,
contemplado y tocado (Cf. 1 Jn 1,1). La acción del Espíritu Santo en la persona la mueve
a adherirse al verdadero bien, a la comunión del Padre y del Hijo, y la sostiene con una
acción providencial, para que pueda corresponder a la acción divina. Al actuar en el
interior de la persona y al morar en ella, el Espíritu Santo la vivifica, la conforma con el
Hijo brindándole los dones de la gracia.
La respuesta a la acción del Espíritu Santo produce una auténtica renovación del creyente:
recibida la unción (Cf. 1 Jn 2,27) y comunicada la vida del Hijo, el Espíritu lo convierte
en una nueva creatura. Hijos en el Hijo, los cristianos reciben un espíritu de caridad y de
adopción a través del cual confiesan su filiación al llamar a Dios Padre. El hombre,
renovado y hecho hijo, es una creatura neumática, espiritual, en comunión, que se deja
conducir por el viento del Señor (Cf. Is 59,19), suscitando en él, “el querer como el
actuar” (Flp 2,13), que le permite corresponder libremente al bien que Dios quiere. “El
Espíritu Santo, además, infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con
audacia (parresía), en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Estas
referencias nos permiten comprender el valor que la pedagogía divina tiene para la vida
de la Iglesia, y cuán decisivo aparece su ejemplaridad también en la catequesis, llamada
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a dejarse inspirar y animar por el Espíritu de Jesús y, con su gracia, moldear la vida de fe
del creyente»16.

La pedagogía de la Iglesia primitiva


«Los relatos de los Evangelios atestiguan los rasgos de la relación educativa de Jesús e
inspiran la acción pedagógica de la Iglesia. Desde el principio, la Iglesia ha vivido su
misión «como una continuación visible y actual de la pedagogía del Padre y del Hijo.
Siendo nuestra “madre, ella es también la educadora de nuestra fe”. Estas son las razones
profundas por las que la comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente. Siendo
lo que es, anuncia, celebra, vive y permanece siempre como el espacio vital indispensable
y primario de la catequesis.
La catequesis se convierte en una acción pedagógica al servicio del diálogo de salvación
entre Dios y el hombre. Por lo tanto, es importante que estas características se evidencien:
- hacer presente la iniciativa del amor gratuito de Dios;
- resaltar el destino universal de la salvación;
- evocar la necesaria conversión para la obediencia a la fe;
- asumir el principio de la gradualidad de la Revelación y la trascendencia de la Palabra de Dios,
así como su inculturación en las culturas humanas;
- reconocer la centralidad de Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne que determina la catequesis
como pedagogía de la encarnación;
- valorar la experiencia comunitaria de la fe como propia del pueblo de Dios;
- construir una pedagogía de signos, donde los hechos y las palabras se relacionen entre sí;
- recordar que el amor inagotable de Dios es la razón última de todas las cosas»17.
«Nos interesan los cinco primeros siglos cristianos. Se los denomina “período
catecumenal”. Su catequesis no es la nuestra, aunque sea nuestra referencia. El Credo
transmitido es el mismo, pero la manera de transmitirlo es distinta. […] En los primeros
siglo, la iniciación cristiana remataba en una profesión de fe pública. La fe era confesante.
el verbo humano adquirió una referencia divina, un sentido de existencia. La catequesis
hacía que la palabra fuera “signo”. Las palabras simbólicas dicen simultáneamente a Dios

16
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, Directorio para la
catequesis, no 162-163.
17
Ibid., no 164-165.
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y al hombre. Se las aprendía en la Biblia, unidos sus dos Testamentos en una misma
expresión»18.
En el siglo III toda la preparación cuaresmal es entendida como un tiempo de retiro
consagrado a la oración, a la penitencia y al aprendizaje de los misterios de la fe. Debido
a que el tiempo de preparación para el bautismo era breve, las seis u ocho semanas de la
Cuaresma aparecen extremadamente densas y completas. El aspecto ritual: los
exorcismos. La función del exorcismo es sobre todo la de arrancar progresivamente al
catecúmeno de las fuerzas del mal y de unirlo a Cristo. El tiempo de preparación en el
bautismo es un tiempo de lucha, de tentaciones: con la narración de las tentaciones de
Jesús se abre la liturgia de la Cuaresma. En segundo lugar, a la base del rito del exorcismo
hay una teología dramática de la condición humana. Antes que Cristo lo libere del pecado
y de la muerte, el hombre permanece bajo el influjo del mal. La enseñanza doctrinal.
La preparación al bautismo comportaba también un aspecto de enseñanza. Esta implicaba
dos elementos: una explicación de la Escritura y un comentario del Símbolo. El tiempo
de la catequesis es verdaderamente aquel del fundamento de la fe, como también de la
purificación del alma. La entrega del símbolo. Al terminar las cinco semanas de
instrucción reciben el Símbolo. Entregándoselo a los catecúmenos, el obispo Cirilo de
Jerusalén recomienda aprenderlo de memoria: “para evitar que el alma termine con
ignorarlo, encerramos en estos pocos versos toda la enseñanza de la fe. Aquí está
precisamente lo que quiero que recuerden textualmente”. Luego el obispo hace un
comentario del Símbolo en su conjunto. La iniciación a la oración. La catequesis que se
da durante la “gran semana” de preparación última, antes de Pascua, es esencialmente
una iniciación a la oración. La “entrega del Pater” Se hace generalmente al inicio de la
Semana Santa. La preparación espiritual. La preparación cuaresmal se desarrolla en
una atmósfera de retiro, de oración, de penitencia, de conversion. Es el primer aspecto
sobre el cual el obispo dirige la atención de los catecúmenos en su catequesis de apertura:
es necesario aprovechar el tiempo de la Cuaresma para examinar las propias disposiciones
y, si es necesario, transformarlas. La catequesis mistagógica. Después del bautismo los
neófitos tienen ahora que vivir una última etapa de la catequesis con características del

18
C. LAGARDE – J. LAGARDE, La fe de los comienzos. Catequesis patrística y pedagogía moderna, Madrid,
CCS, 1989, 19.
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todo nuevas para ellos, No habiendo todavía recibido una catequesis sacramentaria. En
efecto, se pensaba que era necesario haber recibido el bautismo antes de ser introducido
en el “misterio” de los sacramentos cristianos. Es como sostiene, en términos modernos,
la importancia de una pedagogía “activa” que hace primero vivir el evento y después lo
explica. Todos los fieles que querían podían participar de tal enseñanza. Las catequesis
mistagógicas que conocemos presentan tres tipos de explicaciones de los sacramentos: se
tiene un comentario de los ritos apenas vividos por los neófitos, de los cuales se estimula
la memoria; sigue una teología bíblica de los sacramentos presentados como la
continuación de las grandes obras de Dios en el Antiguo Testamento (liberación De
Egipto y bautismo; maná y eucaristía); Al terminar la semana de catequesis mistagógica
los nuevos bautizados se colocan el vestido blanco.19

El PEPS como mediación histórica e instrumento operativo


El proyecto es la concreción del camino que se desea realizar y conecta el punto de partida
con el de llegada: parte de la situación real de las personas y tiende a la situación ideal
que se desea alcanzar. En este sentido, el Proyecto Educativo Pastoral Salesiano es la
contextualización de la misión salesiana en un lugar y momento específicos. «El PEPS es
la concreción de una mente que planifica, que debe guiar el desarrollo de la misión. El
PEPS equivale a un directorio práctico que da orientación y continuidad a la pastoral y
asegura unidad de objetivos y de orientaciones. Por ser el PEPS expresión operativa de la
Pastoral Juvenil Salesiana, debe responder a sus características fundamentales, dar
calidad a todos los aspectos y elementos que lo componen. En definitiva, se trata de trazar
líneas transversales que aseguran la salesianidad de la pastoral juvenil.

• El centro del PEPS es la persona del joven, sobre todo el más pobre
El punto de atención principal de todo el dinamismo de la Pastoral Juvenil Salesiana es
el joven en la integridad de sus dimensiones (corporeidad, inteligencia, sentimientos,
voluntad), de sus relaciones (consigo mismo, con los otros, con el mundo y con Dios), en
la doble perspectiva de la persona y de su protagonismo en la historia (promoción
colectiva, compromiso por la transformación de la sociedad). Todo ello se hace con una

19
Cf. J. DANIÉLOU – R. DU CHARLAT, La catechesi nei primi secoli, Turín, Elle Di Ci, 1969, 46-56.
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mirada puesta en la unidad de su dinamismo existencial y en su crecimiento humano hasta


el encuentro con la persona de Cristo Jesús.

• Su realidad comunitaria
El PEPS, antes que un texto, es un proceso comunitario que tiende a generar en la CEP
una confluencia operativa en torno a los criterios, objetivos y líneas de acción comunes.
Por ser un proceso de la mente y del corazón, evita la dispersión de la acción y reconstruye
su carácter integral y su convergencia educativa; al mismo tiempo, crea y refuerza en la
CEP la conciencia de la misión común y profundiza la vocación educativo- pastoral que
hay que compartir y evaluar ininterrumpidamente. El PEPS, por consiguiente, es un
elemento que identifica y traza los caminos de la CEP, sujeto de la acción educativo-
pastoral.

• Es un proceso dinámico que se desarrolla en cuatro dimensiones:


o Dimensión de educación en la fe: implícita o explícitamente, todo
proyecto pastoral cuida la orientación de los jóvenes al encuentro con
Jesucristo y la transformación de su vida según el Evangelio;
o Dimensión educativo-cultural: se va al encuentro de los jóvenes en la
situación en la que se encuentran, estimulando el desarrollo de todos sus
recursos humanos y abriéndolos al sentido de la vida;
o Dimensión de la experiencia asociativa: se favorece la maduración de la
experiencia de grupo hasta descubrir la Iglesia como comunión de
creyentes en Cristo y madurar una clara pertenencia eclesial;
o Dimensión vocacional: se acompaña el descubrimiento de la vocación y
el propio proyecto de vida dirigidos a un compromiso de transformación
del mundo según el proyecto de Dios»20.

20
SALESIANOS DE DON BOSCO, La pastoral juvenil salesiana. Cuadro de referencia, 137-141.
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Encuentro nº 4 – Pedagogía catequística y los aportes de las ciencias


de la educación. Acompañamiento personal

Temas: Pedagogía catequística. Aporte de las ciencias de la educación


Objetivos:
1. Reflexionar sobre el concepto de pedagogía catequística.
2. Tener un acercamiento a la noción de acompañamiento personal.
3. Descubrir características de la pedagogía salesiana del acompañamiento.

Introducción al concepto de pedagogía catequística


«Frente a los desafíos actuales, la plena conciencia de la reciprocidad entre el contenido
y el método es cada vez más importante, tanto en la evangelización como en la catequesis.
La pedagogía original de la fe está inspirada en la condescendencia de Dios que se hace
concreta en la doble finalidad —a Dios y al hombre— y, por tanto, en la elaboración de
una síntesis sabia entre las dimensiones teológicas y antropológicas de la vida de fe. En
el camino de la catequesis, el principio evangelizar educando y educar evangelizando
recuerda, entre otras cosas, que la obra del catequista consiste en encontrar y mostrar los
signos de la acción de Dios ya presentes en la vida de las personas y acompañándolas,
proponer el Evangelio como la fuerza transformadora de toda la existencia, a la cual dará́
pleno sentido. Ese acompañamiento a cada persona en un camino de crecimiento y
conversión está necesariamente marcado por la gradualidad, ya que el acto de creer
implica un descubrimiento progresivo del misterio de Dios, una apertura y una confianza
en Él que van creciendo con el tiempo.
La catequesis es una acción esencialmente educativa. Siempre se ha realizado en la
fidelidad a la Palabra de Dios y en atención e interacción con las prácticas educativas de
la cultura. Gracias a las investigaciones y a las reflexiones de las ciencias humanas, han
surgido teorías, enfoques y modelos que renuevan profundamente la práctica educativa y
aportan una contribución significativa a un conocimiento profundo de la persona, de las
relaciones humanas, de la sociedad y de la historia. Sus aportes son esenciales.
Especialmente la pedagogía y la didáctica enriquecen los procesos educativos de la
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catequesis. Junto con ellas, la psicología también tiene un valor importante, sobre todo
porque ayuda a comprender los dinamismos motivacionales, la estructura de la
personalidad, los elementos relacionados con el malestar y las patologías, las diferentes
etapas del desarrollo y los comportamientos evolutivos, la dinámica de la maduración
religiosa y las experiencias que abren a las personas al misterio de lo sagrado. Además,
las ciencias sociales y de la comunicación abren al conocimiento del contexto
sociocultural en el que todos vivimos y que de alguna manera nos condicionan.
La catequesis evita identificar la acción salvífica de Dios con la acción pedagógica
humana; de igual modo, cuida por no separar o poner en conflicto esos procesos. En la
lógica de la encarnación, la fidelidad a Dios y la fidelidad a la persona están
profundamente implicadas. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que la inspiración de la
fe, por sí misma ayuda a una correcta valoración de los aportes de las ciencias humanas.
Los enfoques y técnicas desarrollados por las ciencias tienen valor en la medida en que
se ponen al servicio de la transmisión y educación de la fe. La fe reconoce la autonomía
de las realidades temporales y también de las ciencias (Cf. GS 36), respeta sus lógicas
que, si son auténticas, están abiertas a la verdad de lo humano; al mismo tiempo, también
incluye estos aportes dentro del horizonte de la Revelación»21.

Aportes de las ciencias de la educación al acompañamiento personal


«Acompañar (del latín medieval com-panio es ‘aquel que comparte el pan’), en general,
es una ayuda temporal y sistemática que un adulto en la experiencia y madurez de la
existencia da a un menor, compartiendo con él una parte del camino y de la vida para que
estos puedan conocerse mejor y decidir sobre sí y sobre su futuro en libertad y
responsabilidad.
El concepto exprime la naturaleza relacional del ser humano, y más en particular la
cualidad del vínculo que une entre sí a las personas, una responsable y capaz de ocuparse
de otra, aunque también necesitaba de su ayuda y de su presencia. Al mismo tiempo este
concepto nos lleva a la idea clásica de la vida como viaje y de la relación humana como

21
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, Directorio para la
catequesis, no 179-181.
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compañía entre peregrinos que comparten entre ellos las fatigas y ‘el pan del viaje’.
Finalmente, la praxis del acompañamiento encuentra sus parámetros interpretativos en
las teorías psicopedagógicas que privilegian un enfoque no directivo en la relación de
ayuda.
El término es usado en la pedagogía moderna para subrayar exigencias y características
de la relación educativa. […] Se Trata entonces de acompañar al otro hacia un doble
objetivo: hacia el conocimiento del yo, sobre todo de su realidad interior, pasada y
presente, actual e ideal, positiva y negativa, consciente e inconsciente, hacia la raíz de los
deseos y motivaciones. Pero es necesario también acompañarlo hacia la realización del
yo, en un proceso de apertura en la confrontación del otro y del Otro, del presente y del
futuro, en una sana tensión hacia el máximo de las propias potencialidades y en la
asunción plena de la propia libertad y responsabilidad. El acompañamiento entonces es
una ayuda necesaria para el crecimiento y la maduración de todos; pero hay particulares
momentos de la vida en los cuales está al servicio de las indispensable: en el periodo de
la adolescencia de la juventud y en general en la formación inicial, antes de los
discernimientos importantes, en situaciones específicas de la vida (momentos de crisis,
de sufrimiento, de cambios imprevistos, de exigencias nuevas…), y como instrumento de
formación permanente»22.

La pedagogía salesiana del acompañamiento personal


«En la ciudad de Turín, en rápida expansión y con oleadas de jóvenes en busca de trabajo,
con muchos peligros para sus personas, Don Bosco encontró el campo al que es llamado
y enviado. Se dio cuenta de que, para poder ir adelante con su misión, debía mostrar a
esos muchachos que él era un ‘amigo’ en el que podían confiar y al que podrían abrir
libremente sus corazones. Se dio cuenta de la importancia fundamental de hacer que cada
joven se sintiera a gusto, que se sintiera amado.
Mientras intentaba dar respuesta a tantas necesidades del grupo de jóvenes que acudían a
su Oratorio, Don Bosco se tomó en serio la relación con cada uno de sus muchachos. Su

22
A. CENCINI, Accompagnamento, en J. M. PRELLEZO GARCÍA – G. MALIZIA – C. NANNI (Eds.), Dizionario
di Scienze dell’Educazione, Roma, LAS, 22008, 29-30 (la traducción es mía).
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objetivo era preparar a los muchachos para la vida, ayudarles a descubrir el amor que
Dios les tenía, apoyándose en su fe vivida en el día a día. De este modo, el Oratorio se
convirtió en una casa, una parroquia, una escuela, un patio.
La dirección espiritual practicada por Don Bosco es un itinerario que se desarrolla en el
ambiente y a nivel individual. No se limita al encuentro periódico personal entre director
espiritual e individuo que busca acompañamiento. Don Bosco ha logrado un espléndido
equilibrio entre el ambiente y el nivel individual. Dentro de esta dinámica básica, se
pueden distinguir entre acercamiento formal e informal.
El formal es regular, se apoya en un acuerdo. A nivel de grupo incluye retiros espirituales,
vida litúrgica, catequesis y otros encuentros, con intervenciones de diverso tipo,
organizados (formales). A nivel individual, se expresa en el ‘encuentro personal’ entre
director espiritual y la persona que busca acompañamiento.
El acercamiento informal tiene una expresión clara en la ‘palabra al oído’. será de modo
ocasional y puede implicar una variedad de sujetos que participan y acompañan.
El proceso de acompañamiento espiritual se realiza en una comunidad de fe, abierta a la
acción de la gracia y del Espíritu Santo, donde se da una red de encuentros formales e
informales. El encuentro regular y estructurado tiene mayor probabilidad de ser
transformador y fructífero, pero también es cierto que sin esas intervenciones no formales
y sin el ambiente favorable de la comunidad, la eficacia de los momentos formales sería
más pobre e incluso pudiera perderse.
Este tipo de praxis ‘holística’ nos ayuda a comprender todo el tiempo que Don Bosco
dedicaba a sus jóvenes. Para él, dedicar unas pocas horas de la semana al diálogo personal
no era suficiente. Su originalidad consistía en lograr un acercamiento global e integral,
que incluye las dimensiones grupal e individual, mediante encuentros formales e
informales dentro del ambiente que lo favorece»23.

23
DICASTERIO PARA LA FORMACIÓN – DICASTERIO PARA LA PASTORAL JUVENIL, Jóvenes salesianos y
acompañamiento. Orientaciones y pautas, Roma, SDB, 2020, 69-71.
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Encuentro nº 5 – Acompañamiento grupal

Temas: Aporte de las ciencias de la educación y del carisma salesiano


Objetivos:
1. Descubrir características de la pedagogía salesiana del acompañamiento,
especialmente en el asociacionismo juvenil.

El criterio oratoriano
«En segundo lugar, en referencia al “corazón oratoriano”, practicamos un método
pedagógico típicamente salesiano de convivencia y de comunión, que da una específica
fisonomía a nuestras obras. Es el patrimonio de la Familia Salesiana que se configura no
solo como bagaje de experiencias en Valdocco, sino como identidad que desemboca en
un estilo. Su puesta en práctica facilita el clima de familia, establece las mediaciones
necesarias para que todo joven crezca en un ambiente acogedor y familiar (“casa”),
marcado por la alegría (“patio”); donde pueda desarrollar todas sus potencialidades,
adquiriendo nuevas habilidades (“escuela”) y camine siguiendo una clara propuesta de fe
(“parroquia”)»24.

La dimensión de la experiencia asociativa


«La práctica asociativa, la vida de los grupos, la acción comunitaria de las “Compañías”
fue una experiencia casi espontánea en la vida de Don Bosco, impulsado a la
sociabilidad y a la amistad por su índole natural. Don Bosco, guiado por su intuición
del alma juvenil, descubre en la práctica la gran oportunidad que ofrecen los grupos y las
asociaciones: adaptándose a las diversas y múltiples exigencias de sus muchachos, creó
para ellos diversas formas asociativas.
El asociacionismo juvenil es indispensable en el proyecto preventivo y popular de Don
Bosco, lugar educativo y pastoral de absoluta importancia, dado el protagonismo de los
jóvenes. Los grupos y las asociaciones de diverso tipo son, pues, “obra de los jóvenes”.
Aunque impulsados por los educadores que los estimulan con su acción, el protagonismo

24
SALESIANOS DE DON BOSCO, La pastoral juvenil salesiana. Cuadro de referencia, 127.
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real es de los jóvenes que participan en esos grupos y que asumen en modo propio la
responsabilidad de la gestión»25.
Para los jóvenes, una «importancia particular tiene el grupo juvenil en el camino de
formación. Es, sin duda, una realidad extendida y rica en perspectivas. En contacto con
los de su edad, el joven halla criterios de vida y orientaciones prácticas, lee los hechos de
la experiencia confrontándolos con el pasado, y se expresa con protagonismo gratificador.
Para muchos jóvenes el grupo es el único camino para hacer frente a la fragmentación
que acecha continuamente su vida. Así es más fácil superar la soledad, parte integrante
del proceso de desarrollo personal»26.
«El Sistema Preventivo requiere un intenso y diáfano ambiente de participación y de
relaciones amistosas, estimulado por la presencia animadora de los educadores. A su vez,
favorece todas las formas que construyen actividad y vida asociativa, como concreta
iniciación al compromiso comunitario, civil y eclesial. Desde esta perspectiva, la
dimensión activa diversas exigencias que tienen que ver con la amplitud de miras
solidarias hacia el entorno, con la capacidad de proyectar la vida en clave de escucha y
compromiso por una cultura de lo humano. Educar es ese impulso hacia la apertura a
otros mundos. contribuye al crecimiento de una convivencia con rostro humano. En otras
palabras, se trata de formar una conciencia crítica y creativa para aprender, conocer,
informarse e implicarse en los problemas de la propia comunidad. Este aspecto tiene una
desembocadura concreta; esto es, la participación en actividades que favorecen el cambio
de la sociedad civil y política»27.

El grupo como sistema de interdependencia positiva


«La reciprocidad, fundamento antropológico y teológico de la pedagogía formativa,
puede hacerse concreta, sobre todo, en una visión operativa del grupo, como un sistema
caracterizado de una vital interdependencia positiva.
Interdependencia indica la relación de dependencia recíproca, de integración y de unión
de cada miembro del grupo en relación a todos los otros miembros en la búsqueda de un

25
Ibid., 165-166.
26
SALESIANOS DE DON BOSCO, Capítulo General 23. Educar a los jóvenes en la fe, Madrid, CCS, 1990, no
61.
27
M. Á. GARCÍA MORCUENDE, La educación es cosa de corazones. El modelo educativo-pastoral de los
Salesianos de Don Bosco, Madrid, PPC, 2017, 173-174.
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resultado, de un objetivo o de una recompensa. La interdependencia permite realizar las


finalidades que no son posibles alcanzar de manera individual. En la interdependencia los
otros son necesarios e indispensables. […] La situación de interdependencia positiva
produce efectos beneficiosos en las personas. La interdependencia invita a comunicar,
informarse, pedir y dar ayuda, cambiar puntos de vista, gestionar positivamente los
conflictos, tiene un efecto inmediato y directo sobre las motivaciones, el empeño, el
esfuerzo y sobre la productividad. La interacción comporta la disponibilidad a dejar
influenciar, la inversión de recursos psicológicos, el sentido de responsabilidad personal,
el aprendizaje, el trabajo común, la superación de comportamientos individualistas;
tiende a consolidar el equilibrio psicológico porque promueve la estima de sí, el sentido
de autoeficacia y del propio valor. La atención demostrada de unos hacia otros favorece
el empeño, el sentido de responsabilidad en la acción común, el entusiasmo delante a
tareas difíciles, la disponibilidad a la renuncia de sí mismo en el sacrificio y en el
cansancio»28.

Evolución del grupo


La evolución de la vida de grupo puede tener el siguiente esquema:
1. Fase de formación. Es la fase que corresponde a la búsqueda de objetivos y de
estructura. Se definen los límites del grupo: quién pertenece y quién no. Importancia de
la figura del líder.
2. Fase del conflicto. El conflicto se puede verificar entre los participantes o entre los
participantes y el líder. La agresividad puede estar enmascarada y manifestarse bajo
formas pasivas. Esta fase es necesaria para el efectivo funcionamiento sucesivo del grupo.
3. Fase del ordenamiento. En fase se consolida y cohesiona el grupo. Se desarrollan
normas y valores. Los participantes se involucran emotivamente en el grupo.
4. Fase de la acción. El grupo se ha estabilizado en lo referente a roles y confines, y
entonces canaliza la energía hacia un objetivo a alcanzar una finalidad.
5. Fase de clausura. Es el momento de la conclusión del grupo. Los participantes y el
líder deben afrontar la pérdida conectada a la clausura de la experiencia29.

28
M. O. LLANOS, La vocazione nel gruppo. Contributo del counselling alla pedagogia vocazionale
comunitaria, Roma, LAS, 2013, 161-162 (la traducción es mía).
29
Cf. M. O. LLANOS, La vocazione nel gruppo, 47-52.
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Encuentro nº 6 – Acompañamiento ambiental

Temas: Aporte de las ciencias de la educación y del carisma salesiano.


Objetivos:
1. Descubrir características de la pedagogía salesiana del acompañamiento,
especialmente a través de un ambiente preventivo y propositivo.

El ambiente educativo
«La acogida cala más hondo cuando lo que implica el joven no es solo una persona, sino
todo un ambiente lleno de vida y de propuestas. El paradigma de todos nuestros ambientes
es el oratorio: casa que acoge, parroquia que evangeliza, escuela que encamina hacia la
vida y patio donde se comparte la amistad y la alegría.
El ambiente oratoria no es fundamentalmente una estructura educativa específica, sino el
clima que debe distinguir a cualquier obra salesiana. Las relaciones marcadas por la
confianza y el espíritu de familia, la alegría y la fiesta acompañadas por la laboriosidad y
el cumplimiento del deber, las expresiones libres y múltiples del protagonismo juvenil,
así como la presencia amiga de educadores que saben hacer propuestas que responden a
los intereses de los jóvenes y al mismo tiempo sugieren opciones de valores y de fe,
constituyen sus principales características. […] Don Bosco supo crear ambientes donde
aunaba educación y fe y donde los jóvenes se hacían misioneros de sus compañeros»30.

Acompañamiento de ambiente
«Ante todo, se acompaña creando un ambiente educativo. En él, por una parte, los jóvenes
se sienten en su casa; por otra parte, en un clima de ayuda mutua, de circulación de ideas
y de afectos, reciben propuestas educativas que los animan a hacer opciones y a
comprometerse. El ambiente que una Comunidad Educativo Pastoral (CEP) ofrece en una
obra salesiana debe ser comprendido, en primer lugar, en los aspectos más externos y
operativos, es decir, en su organización y en su coordinación: la calidad y la adecuación
de los procesos informativos y comunicativos de la CEP, tanto internos como externos;
la implicación de los esfuerzos de todos en los procesos educativos; el respeto de roles,

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SALESIANOS DE DON BOSCO, Capítulo General 23, no 100.
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funciones y aportaciones específicas de las diversas vocaciones; la presencia real de


espacios para la participación en la elaboración, realización y evaluación conjunta del
Proyecto Educativo Pastoral Salesiano; la intencionalidad educativo-pastoral de los
objetivos, de los contenidos ofrecidos y de las realizaciones de los diversos equipos.
Para madurar, el joven tiene necesidad de establecer relaciones educativas y de
identificación con diversas figuras de adultos en la CEP. Cada una de estas personas da
su propia aportación y deja la señal de la propia personalidad y de la propia competencia.
En cada CEP es necesario asegurar relaciones abiertas, con figuras diversificadas que
promuevan relaciones personalizadas entre el mundo de los adultos y el de los jóvenes,
relaciones que van más allá de las puramente funcionales para fortalecer aquellas
fraternas, de respeto y de interés por las personas. Este es el principio de la asistencia
salesiana.
Por último: el ambiente debe favorecer el esfuerzo constante de formación permanente
de calidad a diversos niveles: espiritual, cristiana y salesiana, puesto que la CEP no es
sólo sujeto sino también objeto de la pastoral juvenil. Con tal fin, se deben activar
caminos de formación para todos: la propuesta educativo-pastoral hay que trazarla no
sólo para los jóvenes, sino que debe inspirar itinerarios para los adultos»31.

31
SALESIANOS DE DON BOSCO, La pastoral juvenil salesiana. Cuadro de referencia, 114-115.
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Ficha de trabajo práctico final


Pedagogía catequística
Fecha límite de entrega: sábado 22 de julio

Nombre y apellido:

Actividades

1. Explicar brevemente con sus propias palabras:


1.1. La diferencia entre educación, pedagogía y pedagogía cristiana. (Encuentro1)
1.2. ¿De qué se trata la síntesis que implica la pedagogía catequística? (Encuentro 4)

2. Explicar con palabras propias la función y las características del proyecto educativo-
pastoral salesiano (PEPS) (Encuentro 3)

3. Realizar un cuadro comparativo con los tres tipos de acompañamiento explicitando


sus características y el modo de complementariedad (Encuentros 4, 5 y 6).
4. Imaginar una propuesta catequística concreta que trabaje el acompañamiento
educativo-pastoral a nivel personal/grupal/ambiental. Contarla en unos pocos
renglones.
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Bibliografía citada
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BAC, 21978, 341-495.
CENCINI, Amedeo, Accompagnamento, en J. M. PRELLEZO GARCÍA – G. MALIZIA – C.
NANNI (Eds.), Dizionario di Scienze dell’Educazione, Roma, LAS, 22008, 29-30.
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Dei Verbum sobre la divina revelación,
1965.
DANIÉLOU, Jean – DU CHARLAT, Régine, La catechesi nei primi secoli, Turín, Elle Di Ci,
1969
.
DICASTERIO PARA LA FORMACIÓN – DICASTERIO PARA LA PASTORAL JUVENIL, Jóvenes
salesianos y acompañamiento. Orientaciones y pautas, Roma, SDB, 2020.
Educación, en Diccionario bíblico abreviado (= Manuales Nueva imagen, 3), Navarra,
Editorial Verbo Divino - Ediciones Paulinas, 41985, 103-105.
GARCÍA MORCUENDE, Miguel Ángel, La educación es cosa de corazones. El modelo
educativo-pastoral de los Salesianos de Don Bosco (= Educar), Madrid, PPC, 2017.
GROPPO, Mario, Pedagogia cristiana, en J. PRELLEZO – G. MALIZIA – C. NANNI (Eds.),
Dizionario di Scienze dell’Educazione, Roma, LAS, 22008, 854-857.
JUAN PABLO II, Carta Apostólica Iuvenum Patris en el centenario de la muerte de san
Juan Bosco, 1988.
LAGARDE, Claude – LAGARDE, Jacqueline, La fe de los comienzos. Catequesis patrística
y pedagogía moderna (= Colección Estudios Catequéticos, 7), Madrid, CCS, 1989.
LLANOS, Mario Oscar, La vocazione nel gruppo. Contributo del counselling alla
pedagogia vocazionale comunitaria (= Enciclopedia delle scienze dell’educazione, 122),
Roma, LAS, 2013.
MARTINI, Carlo Maria, Carta pastoral Dios educa a su pueblo.
NANNI, Carlo, Educazione, en J. PRELLEZO – G. MALIZIA – C. NANNI (Eds.), Dizionario
di Scienze dell’Educazione, Roma, LAS, 22008, 369-372.
———, Pedagogia, en J. PRELLEZO – G. MALIZIA – C. NANNI (Eds.), Dizionario di
Scienze dell’Educazione, Roma, LAS, 22008, 851-854.
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, Directorio
para la catequesis, Roma, 2020.
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SALESIANOS DE DON BOSCO, Capítulo General 23. Educar a los jóvenes en la fe, Madrid,
CCS, 1990.
———, La pastoral juvenil salesiana. Cuadro de referencia, Asunción, Editorial S.D.B.
Edición extracomercial, 32014.
STELLA, Pietro, Don Bosco nella storia economica e sociale (1815-1870) (= Studi storici,
8), Roma, LAS, 1980.
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Anexo 1
STELLA, Pietro, Don Bosco nella storia economica e sociale (1815-1870) (= Studi storici,
8), Roma, LAS, 1980, 494-506.

«Pedro José Enría, nacido el 20 de junio de 1841 en la parroquia de San Benigno Canavese, hijo
de Antonio y de la que fue Pasqualina Cappirone, ambos nativos de Montanaro. Me administró
el bautismo el sr. Párroco teólogo Bennone. A la edad de 7 años recibí el sacramento de la
confirmación por monseñor Luis Moreno, obispo de Ivrea, día que fue una verdadera fiesta en la
familia, pero duró poco porque pocos meses después de dicha fiesta moría mi pobre madre. El
día de la ascensión de Nuestro Señor mi padre quedó viudo con tres hijos. Yo, que era el primero,
tenía apenas 7 años. El padre pasó a segundas nupcias con una virtuosa mujer que nos trató como
verdadera madre.
En 1852 mi padre quiso transferirse a Turín donde estaban ya sus hermanos. Tomó en alquiler
una casa en la fábrica de Teraglie, llamada La Rivor, sobre el camino que conduce a la abadía de
Stura. El primer año parecía que todo andaba bien. Dios bendecido a nuestra familia. mi padre
tenía mucho trabajo y yo y mi hermano trabajábamos en la fábrica de Teraglie, pero cuando todo
parecía que iba a velas desplegadas, he aquí que sobrevino la malaria en aquella localidad, por lo
que todo aquel barrio fue asaltado por las fiebres malignas. Me recuerdo que nosotros éramos 6
en familia. Teníamos todos la fiebre, era un verdadero hospital. Yo era el primero de los hijos y
me tocaba asistir a toda la familia. Una vez estuve varias horas sin sentido, se me había ya enfriado
todo el cuerpo. Me contaron después que todos lloraban y rezaban a Dios para que tenga
misericordia. El Señor escuchó las oraciones de mis seres queridos y en poco tiempo recuperé la
salud primera. Pero no era la fiebre, sino que nos esperaba otro flagelo a nuestra pobre familia.
En 1854 asoló la epidemia de cólera en toda Italia, pero en modo particular en aquella región,
porque estando casi sobre la orilla del río Stura, el aire era malsano por lo que el cólera produjo
muchas víctimas, y nuestra familia fue golpeada terriblemente. Murió el hermano mayor de mi
padre, pocos días después cayó enfermo mi padre y mi madrastra. Yo, que había cumplido apenas
12 años debía asistir a mi padre porque la madrastra en poco tiempo murió. No puedo describir
los dolores probados.
En aquella época mi padre estaba en la cama. Nosotros éramos 5 hijos. Es verdad que venía
nuestra abuela a ayudarnos, pero también ella pobrecita era vieja y enfermiza. ¿qué hacer? Nos
encomendamos de corazón al Señor y a su Santísima Madre. Estábamos también a un paso de
caer en la extrema miseria porque entre la fiebre y las otras enfermedades los pocos recursos que
teníamos iban disminuyendo. Pero la divina providencia vino en nuestra ayuda. Un día yo estaba
solo junto al lecho de mi pobre padre y he aquí que entran improvisadamente dos señores. Uno
era el Conde Chaijs y el otro el Conde Daiano. Nos saludaron con amor, nos dieron ayuda y
después nos pusieron una medalla de la Virgen en el cuello a mi padre y a mí. Nos trataron con
tanta caridad que yo lloraba de consolación ¿ quién lo hubiera dicho que un día yo llegaría a ser
hermano de aquel santo Conde que fue Don Carlo Caijs de Giletta?
Pocos días después de aquella grata visita vienen otros dos señores, que no me acuerdo más el
nombre, pero eran mandados por un comité de señores que habían abierto un orfanato provisorio
en Turín para recoger a los hijos de los afectados por el cólera. Estos dos hombres hablaron con
mi padre diciéndole si estaba contento de que hicieran retirar a todos sus hijos. El padre me llamó
y me preguntó si estaba contento. Yo le respondí enseguida que sí, diciendo ser agradecido al
Señor y a la Santísima Virgen. Se acordó el modo, y pocos días después fuimos conducidos todos
los 5 a aquel hospicio que estaba ubicado en el convento de los dominicos en Turín.
Era, si no me equivoco, hacia fines del mes de agosto. Apenas fuimos conducidos allá nos trataron
con mucha caridad y amorevolezza. Éramos más de 100 entre chicos y chicas, sin contar los niños
lactantes para los que estaban las nodrizas expresamente para el cuidado de estos pobres
chiquillos. El presidente de aquel comité era el señor comendador Dupré, un verdadero patricio
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turinés, un santo hombre. Nosotros estábamos muy bien, asistidos y bien nutridos, pero aquella
casa no debía durar mucho. Se decía entre los chicos que hacía más tiempo que habían entrado,
uno decía: ahora nos van a mandar o al Cottolengo, o a lo Don Cocchis, o a lo de Don Bosco.
Uno me dijo: “¿ dónde te gustaría más?” Yo no conocía ni Turín, ni Don Bosco, ni el Cottolengo,
no conocía a ninguno. Sin embargo dije enseguida: “a mí me gustaría más ir de Don Bosco”. La
Providencia dispuso que yo viniera.
Es verdad que Don Bosco en 1854, cuando se ensañaba el cólera, acepto más de 50 jóvenes en su
casa. Todos huérfanos, quien de padre o quien de madre. Hacía más aún: iba a asistir a los
“colerosos” y mandó también a tantos de sus jóvenes más grandes y en su casa ninguno tuvo el
mal. En los primeros días de la novena de la Natividad de María, Don Bosco vino a hacer una
visita a los hijos de los golpeados por la fatal enfermedad en el orfanato provisorio que funcionaba
en el convento de los dominicos. Estábamos allí recogidos más de 100 chicos de ambos sexos.
Yo, Pedro José Enría, puedo atestiguarlo porque soy todavía uno de aquellos afortunados que fue
ayudado por Don Bosco. Hacía ya varios días que me encontraba con mis cuatro hermanos en ese
hospicio provisorio esperando la triste noticia de la salud de nuestro padre o sino la muerte de
nuestro padre, cuando la Providencia vino en nuestro socorro. Mientras todos los chicos eran
reunidos y puestos en fila por un asistente, vemos venir a un cura acompañado por el director del
orfanato. Aquel cura sonreía, tenía un aire de bondad que se hacía amar sin necesidad de hablarle.
Pasando al lado de los chicos a todos les hacía una sonrisa, y después les preguntaba con amor
paterno el nombre, apellido y pueblo y si sabían las oraciones y el catecismo y si ya habían sido
promovidos a la comunión y si se habían confesado. Todos respondían con confianza y decían
cómo se encontraban. Pasó finalmente junto a mí. Yo sentía que me batía fuertemente el corazón,
no por temor sino por un afecto y amor que sentía dentro de mí mismo. Sentía que habría amado
siempre aquel santo varón. Me preguntó el nombre y apellido y pueblo. Yo le respondí con gran
afecto: me llamo Enría Pedro José. Me dice: “¿quieres venir conmigo? Seremos siempre buenos
amigos hasta que estemos en el Paraíso. ¿estás contento?” “Oh, sí señor”, respondí, “estoy
contentísimo”. “¿Y este que tienes al lado es tu hermano?” “Sí, señor”. “Bien, vendrá también él.
Le bese la mano con confianza y amor de hijo, me saludó con amor de padre y pasó a otros. A
todos hacia una caricia, un saludo lleno de bondad. Yo lo acompañaba con la mirada y sentía en
mi corazón un no sé qué y decía: ¡ qué bueno que se se cura, cómo se hace amar todavía antes de
conocerlo! Yo, sin embargo, no podía comprender quién era aquel cura porque ninguno nos había
dicho su nombre.
Pero unos días después de dicha visita fuimos conducidos al Oratorio de San Francisco de Sales.
Era el 6 de septiembre de 1854, día afortunado para mí. ¿Quién lo hubiera dicho que Don Bosco
fuera a buscarse un oscuro joven, hijo de un pobre pero honesto campesino, para que fuera un día
aquel que debía asistirlo en todas sus enfermedades, hasta que fuera el paraíso a recibir el premio
de sus virtudes? Dios lo había inspirado para salvar mi alma. De hecho, hablando yo algún tiempo
después de que fuera aceptado en casa con algunos compañeros que estaban comentando sobre
una gran enfermedad que tuvo Don Bosco en 1848, de hecho estuvo en peligro de muerte y fue
salvado por las oraciones de sus jóvenes que obtuvieron de Dios la suspirada curación, yo sentía
mi corazón reventar en lágrimas, y si bien era todavía un chico, dije a aquellos compañeros: “ojalá
el señor Don Bosco no se enferme nunca jamás, pero si por desgracia eso sucediera, deseo con
todo el corazón poder asistirlo y prodigarle a aquellos afectuosos cuidados que un amoroso hijo
proporciona al propio padre”.
Al entrar en el Oratorio fuimos bien acogidos por Don Bosco y por su amorosa madre. Entonces
conocí a aquel cura que vino a visitarnos al hospicio de Santo Domingo. Sentí aquel nombre que
me había sonado tan dulce la primera vez que lo sentí decir por los pequeños huérfanos, pero
después, sabiendo que yo estaba justo en la casa de Don Bosco, mi corazón no podía más de
alegría»32.

32
P. STELLA, Don Bosco nella storia economica e sociale (1815-1870), Roma, LAS, 1980, 494-506.

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