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Certamen Dr. Arturo Iturbide Collino.

Cuentos
Martín Colochín
Nicté Balam
Hace algunos años atrás en un hermoso pueblo de un país llamado Guatemala, nació un hermoso
niño a quien sus padres con amor lo llamaron Martín, como su abuelo.

Al momento de nacer el doctor se asombró pues a pesar de ser un recién nacido sus cabellos eran
tan pero tan largos como una enredadera y tan pero tan rizados como un resorte.

Al momento de crecer casi todos habían olvidado su nombre pues ahora solo le llamaban con el
apodo: Martín colochín.

Martín quería ser como sus amigos y usar gorras para taparse del sol mientras jugaban en el
parque; pero con tanta cabellera ninguna le calzaba en la cabeza. También soñaba con usar gel y
hacerse distintos peinados de moda para ir a la escuela o de ir a la peluquería y sentarse en la
silla que parecía de avión mientras le cortaban el cabello.

Pero todo eso ¡era imposible! ya que su enorme y rizada cabellera de color café como el
chocolate le estaba causando grandes problemas. Como al momento de jugar futbol y querer dar
un cabezazo la pelota se quedaba atrapada en su cabeza o en otra ocasión un pájaro se posó sobre
él y en un santiamén hizo un nido. O el compañero que se quejó de no encontrar su lápiz nuevo y
al pasar del tiempo lo encontraron atorado en un colocho de Martín.

Ni los mejores desenredantes de cabello mandados a traer desde el extranjero parecían funcionar
para arreglar su cabellera y para bañarlo su madre tenía que usar un banco para subirse y peinarlo
con un rastrillo.

Los peluqueros se habían dado por vencidos porque al intentar cortarle el cabello, hasta las
tijeras más filosas y grandes se rompían. Además, se había corrido el rumor en el pueblo que el
cabello de Martín estaba hechizado.

Un día, sintiéndose muy desdichado Martín fue al bosque cercano a su casa y se echó a llorar.

- ¿Por qué tengo el cabello más extraño y horrible del mundo? Se preguntaba sollozando.
Escuchó unos pasos entre las hojas secas que se acercaban a él. Limpiándose los ojos elevó la
mirada. ¿A caso era el viejo Santiago? el mago de quien tanto se hablaba en el pueblo por poseer
pócimas increíbles que habían restaurado la salud de tantas personas.

- ¿Qué te pasa pequeño muchacho? le dijo el anciano.

Martín le contó su infortunio.

-Tengo la solución. Le dijo.

Y metiendo su arrugada mano en el bolso que colgaba de su hombro sacó un pequeño frasco
transparente que contenía un líquido azul brillante nunca antes visto.

-Pondrás tres gotas de esto sobre tu cabello antes de dormir y mañana ya no tendrás más
problemas.

Muy contento esa noche Martín se fue a dormir mas temprano de lo normal, poniendo las gotas
en su cabello tal como le había indicado el mago.

A la mañana siguiente Martín comenzó a titilar del frío.

-Pero ¿quién ha dejado la ventana abierta? Preguntó. Pues sentía mucho frío en la cabeza.

Salió de su cama dando un gran salto para ir a verse al espejo ¡casi ni podía reconocerse a el
mismo! Su cabeza estaba tan pero tan redonda y calva como una sandía.

-Ahhh! Gritó la mamá al verlo.

-¿Quién eres tú? ¿de dónde saliste? ¿Qué le haz hecho a mi hijo?

Dijo su mamá muy asustada. Y comenzando a quitarse la chancla para defenderse y lanzársela a
ese extraño niño que acababa de ver; interrumpió Martín diciendo con grandes carcajadas:

-¡Tranquila mamá, soy yo!

Y cubriéndose para no ser alcanzado por la chancla voladora de mamá, le explicó lo que había
sucedido.

-Pero Martín, no tenías por qué haberlo hecho. Yo te amo tal y como eres. Dijo su mamá dándole
un gran abrazo.
Mas tarde, Martín se fue saltando muy feliz a la escuela, pues sentía que su gran problema había
desaparecido.

No te imaginas las burlas que tuvo al llegar, los niños empezaron a apodarle: Martín Peloncín.
Después de un rato su cabeza le ardía con los rayos del sol y si intentaba ponerse una gorra le
daba una enorme picazón. Además, cuando le daba cabezazos a la pelota de fut le dolía
demasiado la cabeza.

No era tan bueno ser calvo pues ni siquiera podía hacerse peinados con gel o ir a la peluquería
porque ahora no tenía ni un solo cabello.

Muy triste volvió a ir al bosque a buscar al mago Santiago; quien al darle una nueva pócima esta
vez de color naranja primaveral la dejó caer sobre su calva redonda. No pasaron ni cinco minutos
y como por arte de magia ¡sus hermosos colochos de tornillo habían vuelto a aparecer en su
lugar!

Muy agradecido con el Mago comprendió una gran lección: no importa la forma o color de
nuestro cabello o alguna parte de nuestro cuerpo. Todos poseemos características que nos hacen
ser únicos y especiales.

Martín colochín también aprendió a ver de una forma positiva su pequeña dificultad pues ahora
se daba cuenta que su bella colochera era muy útil para cubrirse del sol, incluso ganar nuevos
amigos cuando los pajaritos desearan hacer nido en su cabeza, hasta incluso ahora le servía de
escondite para guardar unos pequeños caramelos y comerlos en cualquier momento del día.
Martín siempre recordará que ¡ser diferente es genial!
Viendo a un sujeto que escribe
Pseudónimo: Cacho de Buenos Aires

Asomo a la esquina que se forma entre el borde del parque y el inicio de la Calle del Arco; giró
la cabeza de un lado a otro para asegurarse que no viniera ningún automóvil o que viniera lo
suficientemente lejos para poder atravesarme. Subo la grada del Portal de las Panaderas y en un
instante estoy en Café Condesa como todos los días. En esa ocasión iba para ver a su amiga
Kendra y hablar de los temas que nos gustan o mejor dicho nos apasionan. Mientras la esperaba
se puso a ver el entorno, a recordar cosas vividas en ese lugar y a preguntarse qué tema esotérico
vamos a analizar esta vez con la brujita.

Aunque el café entra en el rango de los restaurantes comerciales, tiene momentos bohemios,
por eso vengo todos los días y me quedo hasta noche. Miró el techo artesonado, las mortecinas
luces, los muros coloniales, miró todo lo que me gusta del lugar antes de abrir su libro y leer
unas páginas en lo que llegaba Sofía. Trato de llevar la vista de los muros al libro, pero se me
interponen dos cosas: la mesa donde un día compartí con Iveth y otra donde un hombre está
escribiendo. ¿Quién sería?, si al café solo llegaba a escribir él y nadie más; entonces ¿de dónde
salió esa persona que hace apuntes mientras espero a la brujita?... Me digo que no importa y
vuelvo a ver la mesa donde estuvo con Iveth y entonces quedó como enajenado por varios
minutos.

No logro concentrarme, tengo el libro un poco bajo para que le quede espacio libre a mis ojos y
de esa manera hagan el intento de mirarle la cara al sujeto que escribe, pero no pudo, solo la
espalda estaba en el camino de su vista, y en ese intento insistía cuando los rizos de Kendra
centellando en el pasillo llamaron su atención y se paró para darle un abrazo y decirte que me
siento muy feliz de poder verte, siéntate por favor, dime cómo has estado; te ves hermosa y como
una escultura de mármol sonrió frente a él y le digo estoy bien, cada día aprendiendo más sobre
magia, ¿tú cómo estás? Estoy bien, y estaba mintiendo, porque el hecho de ver a ese individuo
que escribía lo perturbaba, si lo sabré yo que lo conozco y solo intuyendo el recorrido de su vista
Kendra pudo notar la forma en que analizo al tipo ese.

Le cuento a Sofía sobre las últimas cosas que me han sucedido, con el fin de analizar juntos esa
sensación de recordar algo y no saber si lo soñamos o fue realidad, esa frontera que le parece
indescifrable y de la que me platica y se intriga porque ya vivió otro momento como este en el
cual habla conmigo, pero está pensando en el sujeto que ya no solo escribe, sino que también lee
y por quien platicaba con ella casi automáticamente, ya que ese hombre no me hace dos cosas
buenas y hay que tenerlo a la vista.

La belleza de Kendra siempre me ha parecido la más bella del mundo, la blancura inmaculada
de su piel, el castaño ondulado de su cabello, los trazos perfectos de su rostro, el rojo florecido
cuando sonríe, su cuerpo extraído de la mitología, en resumen ella me encanta y a pesar de tener
enfrente a la mujer que más me gusta y más le ha gustado en la vida, él no me ve y continúa con
la vista clavada en el escritor; ya no es curioso y mucho menos divertido, si nos juntamos aquí es
para platicar y no para que tu curiosidad la tenga hablando sola, así que para arreglarlo me
pregunta qué pienso sobre la forma en que los demás visualizan en la actualidad la magia: mira,
las personas viven enclaustradas en una rutina donde prácticamente la materia se ha tiranizado,
del trabajo a las casa y viceversa, en realidad no conocen nada en el mundo que no sea un par de
calles y un par de edificios, qué van a saber entonces de magia; él creía en la magia como algo
inclusive más verosímil que lo llamado realidad y eso me agrada de tu forma de pensar, porque
sabes bien, Kendra, que yo creo con firmeza en la veracidad de cuanto te sucede. La gente que
veía los castaños de ella relampagueando como tormenta eléctrica y mis ojos enamorados, han de
pensar que somos dos personas como todas las personas, pero lo cierto es que Pablo y yo, él a
través de su conocimiento, y ella a través de su experiencia, tenemos acceso a otros mundos.

Veo a Sofía y es un sueño tenerla enfrente, de hecho parece que Pablo ya no le presta tanta
atención al escritor, después de todo gente leyendo y escribiendo en las cafeterías es mucho más
común de lo que tú crees... ¿Le viste el rostro?, le pregunto, porque cuando el hombre pasó a la
par de ellos no lo vio. No he venido a mirar desconocidos, sino a verte a ti y a platicar, y pues
platicar y admirar la infinita belleza de Sofía, fue lo que no me permitió verle bien la cara, que
estoy seguro, se me hace conocida…

Yo he visto gente muerta que me pide ayuda y trato de auxiliarlos a todos sin distinción y trato
de seguir contestando a lo que me dice Kendra, pero en este instante soy inclusive más
incorpóreo que sus muertos, porque entre el ir y venir de gente, entre el brillo de sus ojos y la
blancura de su piel, él padecía una convulsión de ideas y recuerdo todas las cosas paranormales
que me han sucedido: hubo una vez que vi, a través de una lámina rota, un ojo que me hablaba y
era el ojo de mi vecina, a pesar de que no podía ser mi vecina, porque ella estaba en la calle, y
quería contar más anécdotas, pero lo interrumpo para explicarle sobre las lecturas que le hago a
los clientes, qué significa cada figura en cada carta y la interrumpo para preguntarle si considera
que el tipo es antigüeño o si acaso ha logrado identificar el libro que lee y que según Pablo era el
Libro de Enoc.

Eso la colmó, porque tantas veces que me has pedido vernos, para esto, tantas ocasiones
externando el deseo de admirar su hermosura y ahora cuando la tengo frente a mí, me quedo
mirando a un sujeto solo porque lee y escribe, en lugar de tomarla por las mejillas crepusculares,
verle los ojos fúlgidos y darle el beso que tanto deseaba y que acaso aquella fuera la única
oportunidad para dárselo por los siglos de los siglos amén. Sofía tienes la razón, por lo cual, te
prometo que ya no volveré a mirarlo y qué bueno que lo prometes porque si no voy a enojarme y
no volveremos a vernos en ninguna vida y qué bueno que me lo dices porque así termino de
darme cuenta de mi error. Volvió a sentir que la amaba y estaba esperando ese momento desde
siempre, por lo que sería un idiota si lo hecho a perder todo, mi brujita; y como le dijo así,
sonrió porque sabes que me encanta ser llamada de esa manera y se me hace que te vas a ganar el
beso soñado, y por Dios, con que así de suaves son tus labios, mi amor, ojalá no los retires aún ni
para siempre, porque por un instante has desvanecido toda la curiosidad en él respecto al sujeto
que escribía en la otra mesa.
Y entre todas las magias, la magia de tus besos vaya que me evoluciona el espíritu; me alegra
hacerte feliz ¿y qué lees?, le pregunto para no darle otro beso, o al menos todavía no, y entonces
abro mi libro para señalarle el cuento que leí ayer, mira se llama «La canilla de Chicho Ramos»
y aunque el título no es el más atractivo del mundo, sino al contrario parece chistoso, puedes
sacar elucubraciones muy profundas de su argumento, de esa metáfora de tener una parte viva y
otra muerta y no saber si se es un vivo que está medio muerto o un muerto que está medio vivo,
es muy interesante y la verdad me he sentido de lo más cómoda hablando contigo, pero es hora
de irme o iban a regañarla sus padres si llegaba muy noche.

Se levantaron para retirarse. Kendra guardó sus cosas y solo que nos den la cuenta y nos
vamos, corazón, y me alegra que ya se haya ido el escritor, si no Pablo es capaz de quedarse más
tiempo para seguir analizándolo… Se tomaron de la mano y empezaron a caminar. Mira, el tipo
dejó un papel en la mesa; ya lo había visto, querida, pero no quiero incomodarte más... Ya qué,
vamos y leámoslo. Kendra le apretó la mano fuertemente cuando leyó en una letra idéntica a la
que Pablo usó para regalarle el poema que llevaba en su bolso las siguientes palabras: «Asomo a
la esquina que se forma entre el borde del parque y el inicio de la Calle del Arco»… La roja
ondulación de algunos cabellos sobre la hoja, terminó por echarlos del lugar.
La máquina de la memoria
Asimov

Cuando Daniel supo de la muerte de Alfredo, tuvo la convicción de que seguramente figuraría en
su testamento. La noticia lo sorprendió mientras salía de la Iglesia, era un domingo soleado. El
teléfono le había sonado varias veces y hasta ahora podía atenderlo, era Eliza, la viuda.

Habían encontrado a su amigo desplomado sobre un cuaderno en el cual escribía, tal vez una
nueva historia, o tal vez un poema, daba igual, su carrera se había terminado hacía bastante
tiempo y todo por haberse obsesionado con, la que él decía, sería la obra más importante de su
vida. Por culpa de esa maldita obsesión había descuidado todo el resto de su labor literaria. Al
lado del cadáver la taza de café aún humeaba.

Muchos ignoraban por qué razón la carrera de Alfredo había terminado de manera tan abrupta.
En la juventud había sido reconocido como prodigio y promesa en las letras de su país, eran
incontables los premios y los escritores de renombre que respaldaban el asegurado éxito de su
amigo. Daniel era de los pocos que conocían su secreto, la febrilidad de una idea asaltó su mente,
quiso describir de forma literaria un día completo, segundo a segundo con cada detalle que le
hubiera ocurrido, las respiraciones, los parpadeos, las diminutas motas de polvo que danzaran
frente a sus ojos, todo debía estar pormenorizadamente detallado en un informe.

Eso ya lo hizo Joyce con el Ulises, me refiero a lo de narrar todo lo acontecido en un día, además
lo de recordar milimétricamente también es una idea que trata Borges en Funes el memorioso, le
había comentado a son de burla de su idea. Pero Alfredo era empecinado y cuando una idea lo
atacaba no renunciaba hasta haberla fraguado sobre la palidez efímera de una virgen hoja de
papel.

Daniel rememoraba estas cosas mientras caminaba a la casa donde se llevaría a cabo el funeral,
estaba seguro de que las hojas sobre las cuales el rostro de su amigo había caído no eran otra
cosa que el manuscrito de la reconstrucción de ese día 29 de febrero de 2020, del cual se
cumplían hoy cuarenta años exactos, domingo 29 de febrero de 2060.
El informe pormenorizado de ese día lo había consumido, recordó las primeras veces, su amigo
había atizado a preguntas a cualquier conocido que se le pusiera en frente para indagar las cosas
que recordaran de la fecha en cuestión, pero sus intentos fueron vanos.

Durante una charla en el café donde Alfredo acudía siempre a escribir y que a Daniel nunca le
gustó en particular, durante esa charla le había comentado su creciente angustia por no poder
encontrar ninguna pista del día en cuestión. Sus signos de angustia eran muy evidentes, el
aspecto físico exhumaba de su interior la preocupación y esta se transmitía en amplias ojeras y
rostro decaído, incluso su voz se extendía como un delgado hilo de mortalidad, todo era igual al
aspecto que semanas atrás había mostrado por el rechazo de Eliza, su más reciente pretendida.

Se te nota la preocupación por no encontrar datos para continuar tu informe, le dijo Daniel y
agregó: la preocupación en tu rostro es bastante evidente, Solo con verte la cara ya se puede
adivinar por lo que estás atravesando.

Lo exhortó a dejar la idea y retomar otros proyectos, como sus interpretaciones y cuentos
ocultistas, de los cuales, aunque era enemigo por su devoción a la fe católica, disfrutaba
igualmente gracias al manejo de los artificios literarios que su amigo bien lograba.

Contrario a su voluntad inicial solamente logró producir en su amigo un efecto Streisand, pues la
mención del ocultismo le dio a Alfredo la idea de buscar en estas arcanas doctrinas la salida al
callejón en el que se encontraba.

Después de despedir a Daniel, quién siempre se retiraba temprano del café, Alfredo inició una
búsqueda ávida dentro de los tratados de ocultismo que fue encontrando, a ver si en las antiguas
doctrinas gnósticas podía encontrar una manera de resucitar los pormenorizados actos de un día
cualquiera de su vida.

Cuando llegó a la Fisiognomía se detuvo, esta parecía ser la parte que encajaba en su búsqueda
de reconstrucción vital. Los antiguos griegos pensaron hace más de dos mil años que era posible,
a través de la interpretación de las características específicas del rostro de una persona, llegar a
conocer lo que escuece dentro del alma del individuo, así también se creía, con más pensamiento
mágico que racional, en la posibilidad de leer el inconmutable devenir solamente interpretando
las señas particulares de la cara.
Ya Thomas Browne había escrito en el siglo XVII en su Religio Medici:

“Pues hay ciertos caracteres en nuestro rostro que llevan en ellos el lema de nuestras almas, en
los cuales incluso un analfabeto puede leer nuestras naturalezas.”

Las palabras de su amigo se agitaron tremulosas en su cabeza y el eco no dejaba de repetirle:


Solo con verte la cara ya se puede adivinar por lo que estás atravesando.

Profundizó en el estudio de la Fisiognomía, devoró sin dar tregua los tratados que encontró,
desde la obra fundante Physiognomonica de un Pseudo Aristóteles, pasando por la Physignomía
de Polemón de Laodicea hasta llegar a los pesados volúmenes de De Humana Physiognomía de
Giovanni Battista della Porta. Practicó innumerables horas frente al espejo la forma de
desentrañar de cada célula de cada tejido que componía sus facciones, no los acontecimientos
futuros, sino los que el tiempo había aparentemente borrado del mapa de la existencia.

Sus horas de práctica fueron fructuosas, poco a poco logró ir desentrañando la manera de buscar
en los detalles de su faz los segundos transcurridos en cada día de su vida, descubrió con júbilo
incontenible, que su cara era el mapa mismo de su existencia. Fue así como pudo llegar a
exorcizar los recuerdos del día deseado. Por las mañanas dedicaba varias horas de su tiempo a
descifrar en la cartografía del espejo, los segundos almacenados en su piel, por las noches
vaciaba estos recuerdos en la palidez ingrávida de un cuaderno.

Así pasó los días y las noches consagrado a la inconmensurable tarea de escribir el “Informe
pormenorizado de un día irremediablemente perdido” como intituló a su obra maestra. Esto, sin
embargo, hizo mella en su trabajo literario ulterior y su carrera como escritor acabó, dejó de
escribir cuentos, poemas, ensayos o cualquier otra cosa que no fuera su obra maestra, tampoco
reveló, ni siquiera a sus allegados más cercanos, la forma en que había logrado recoger los
cristales desperdigados de sus recuerdos y volverlos a unir dándoles la consistencia y nitidez de
un vidrio recién fabricado.

Ahora mientras el ataúd de su amigo era sellado por los familiares, Daniel ignoró que en el rostro
del difunto se iba la secreta sucesión de acontecimientos de su vida que nadie más podría volver
a leer.
Las palabras finales se las encargó la viuda, recordando su vocación de poeta, compuso entonces
una humilde elegía, pues sus capacidades poéticas no daban para unas coplas a la muerte de su
amigo. Terminada la lectura y despedidos los asistentes, se le pidió que no se marchara, la
lectura del testamento o voluntad final sería llevada a cabo en pocos minutos.

El testamento era predecible y según lo había imaginado, el grueso de su obra literaria, así como
todos los libros que alguna vez le pertenecieron estaban destinados a ser custodiados por la
biblioteca municipal y la casa de la cultura, de las cuales su amigo fuera el fundador. Solo había
dos excepciones, dos manuscritos y uno de sus libros estaban destinados a ser heredados por
Daniel, el primer manuscrito constaba de cinco tomos descomunales, que llevaban por título
“Informe pormenorizado de un día irremediablemente perdido”. El segundo manuscrito era un
ensayo titulado “Manual para leer el pasado y otras argucias” y el libro que le heredaba “Sueño
en el pabellón rojo” de Cao Xueqin, sonrió sabiendo la broma que su amigo le jugaba desde el
más allá. La sola lectura de sueño en el pabellón rojo le ocuparía medio año o un año completo, y
quién sabe cuánto tiempo más ocuparía en la lectura y análisis de la obra maestra condensada en
los cinco inconmensurables volúmenes.

En los últimos albores de su austera y lúcida existencia, Daniel vivía a la sombra de la caridad de
su sobrina Beatriz quien lo llevó a vivir a su casa. Estaba pronto a llegar el año 2101, la
tecnología había avanzado bastante, más de lo que se esperaba. La nieta de su sobrina, llamada
Beatriz también, entró en la habitación en la que él se encontraba todavía leyendo la obra de su
amigo.

Llegó a enseñarle a su abuelo, sabiendo de su gusto por la ciencia ficción, el más reciente
invento. En su dispositivo electrónico reprodujo el anuncio comercial.

¿Cansado de tener que consultar a tu robot asistente sobre reuniones, juntas, eventos sociales,
deportivos o de cualquier clase? Olvídate de esos pesados y odiosos procedimientos. Te
presentamos “la máquina de la memoria”, ¡Solo conecta el dispositivo a tu cabeza y listo!
Podrás ver reconstruido en video cualquier día de tu vida. Puedes avanzar o retroceder en tu
línea del tiempo y revivir esos momentos importantes.

¿Qué esperas para ordenar tu máquina de la memoria!


Daniel sonrió y le agradeció a su sobrina-nieta mantenerlo al tanto de los últimos inventos y
acontecimientos del mundo. Volvió a la lectura del último tomo de la obra de su amigo, un día de
estos la muerte lo visitaría y esperaba haber terminado de leer el informe pormenorizado de un
día irremediablemente perdido. mientras recordaba que muchos años antes ya Alfredo para
escribir este informe había inventado su propia máquina de la memoria.
ESCLAVOS DEL SUPLICIO
Seudónimo: Destinos del Campeón

Respiró con todas sus fuerzas, para escupir toda la presión que el mundo puso sobre sus
hombros desde el momento en que se convirtió en su ídolo. Miró hacia el cielo, se persignó,
mientras un río de sudor caía sobre su rostro enervado. Aquel bullició de alegría despareció de
sus sentidos y solo pudo ver al portero del equipo opositor que respiraba nervios y la mirada de
batalla brillaba en sus ojos. Era el mismo miedo que traspiraba y devoraba en sus adentros,
transformado en cientos de partículas, que trasmitían las cámaras de televisión.

Crujían los huesos de los seres humanos que fueron consumidos por el holocausto;
desaparecían los gritos de auxilio en alguna ciudad del planeta, atacada por los imperialistas, que
ocultaban sus atrocidades con la mejor publicidad para el mundo; se observaba solo la mirada
eufórica, perdida en algún lugar del universo, con el único propósito de colocar el balón dentro
de la portería, para lograr el anhelado triunfo.

Todos aclamaban que ese balón, atravesara la portería y que se convirtiera en el máximo
deseo cumplido; las plegarias para que eso sucediera, eran multiplicadas alrededor del mundo; y
nadie notaba los miles de niños que sufrían de hambre e imploraban un plato de comidad en
alguna esquina del planeta; las miles de mujeres que ocultaban sus gritos de auxilio, sumergidas
entre los Niqab donde escondían sus bellos rostros marchitos; nadie notaba lo que sucedía en
varios paises donde se suscitaban hechos de sangre, de violencia y de guerra. Solo deseaban que
aquel hombre al que habían convertido en su ídolo, en su D10S, fulminara con la magia que
brota de los magistrales pies, aquella portería llena de incertidumbre, llena de misterio y de
fuego.

El mundo se llenó de nervios, miradas atentas, manos sobre los labios mordiendo la
camisola de dos colores, de dos guerreros en batalla de dioses; pero nadie se fijó en la mirada
triste de las mujeres que eran castigadas con la muerte si revelaban su belleza, en ese reino donde
no se respetaban sus derechos y que se convirtió en la capital mundial del deporte, solo por unos
días; no se percibieron los gritos de auxilio, ocultos debajo de su túnica; cubrían sus rostros
porque la única forma de vivir en esa parte del universo, era siendo invisibles en una mundo
esclavo de centauros y unicornios.
- ¡Auxilio, Auxilio! ¡Ayúdenme! – Eran los sollozos que se notaba únicamente en sus ojos
llenos de un pasado doloroso, de un presente sádico, de un futuro desangrado. Y el dolor
que sentían quedaba sepultado en la religión y en la sociedad misma, por principios que
habían convertido su historia en una forma de trasformar, a su manera, el mundo.

Las cámaras del imperialismos solo mostraban el lado comercial de las ciudades, cuyas
calles, comparados con los de mi pueblo, eran de belleza sinigual, los edificios que atravesaban
el cielo con sus diseños hermosos, serviría para darles de comer a todas las familias del mundo
que viven en la miseria. Los estadios, obras de arte insuperables, cuya inversión para hacer esa
belleza arquitectónica, alcanzaba para generar miles de empleos permanentes. Por supuesto, bajo
esas cautivadoras edificaciones, se sentía el olor de los castigados con la muerte por revelarse
ante un sistema caótico y febril, donde el valor de la humanidad se mide con el cúmulo de
tesoros materiales adquiridos a lo largo de la historia.

Hubo gritos de alegría, sonidos inermes de forma pausada, que hacían que toda la
humanidad, o por lo menos la humanidad que degusta el deporte de los monstruos, dejara de
respirar por un instante. Miles de clamores, de sueños y esperanzas confusas; miles de plegarias
implorando un fantasioso milagro para hacer soberano a un hombre que caminaba con la
humildad de su trabajo, lleno de eclipses y locuras como cualquier ser humano.

Con la manos en la cintura, se encaminó al balón para patearlo, los tres pasos que dio,
parecieron siglos; y la distancia, extenuantes millas en el desierto donde transitamos los
migrantes, que caían sin oxígeno cruzando las fronteras que el mundo había inventado para
dividir la pobreza y la riqueza.

Lleno del más gigantesco temor, se encaminó, a lo que pensó era su mayor opresión.
Había fallado una vez y esa vez, pagó el precio del suplicio y el silencio. Su cuerpo pesaba,
como si el resto del cuerpo estuviera lleno de rocas. Parecía que el mundo había aumentado su
capacidad gravitacional para que pudiera desplazarse, pero a pesar de eso, no se detuvo; invocó,
con su último aliento y un poco de juicio, la perfección de su tiro. Sobre un cuerpo caído hay
otro cuerpo que cayó en otro tiempo lejano, en otro mundo, en otro infierno. Sobre un camino
hecho de pasos de esclavo, hay nacidos libres y olvidados; o más esclavos que los anteriores. Y
él representaba esa esclavitud, de cierto modo, voluntaria. Con la pasión que hace que las
cadenas de la sumisión, revienten por un instante.

En el rincón, a un constado de la portería, el arbitro, silvó su gorgorito; el camarógrafo


principal, enfocó a los dos guerreros; uno a la defensa de su heroísmo y otro al acecho; ambos
esclavos de la tortura, esclavos de la esperanza, esclavos del suplicio. Ambos esclavos de la
fama, la idolatría y el imperialismo. De cierto modo, dioses de un mundo cooptado solo por el
futbol como un arte, como la más sublime de las ciencias. Un mundo que no le interesa la forma
de vida de la demás humanidad, sino que viven del dolor y sufrimiento de las personas que viven
en suplicio. Pero, con la esperanza de vivir un momento de alegría a través del deporte.

El balón se desplazó a una velocidad tortuosa, mágica y lentamente, como si hiciera que
el sufrimiento fuera más eterno. De pronto, un espeso escalofrío recorrío su cansado cuerpo; sus
pies tiemblaron de una forma que sintió que caería como las nubes al atardecer; solo por un
momento despertó en París, lleno de gloria y ovación; luego, como si el mismo instante le jugara
una broma, despertó en la ciudad de Miami, jugando en un continente extraño; pero su cuerpo
estaba en Qatar, la ciudad de oro, lleno de fuego, lleno de una sensación que aún no comprendía.

Sus ojos ardieron de una forma fantástica; levantó la mirada y los aficionados se
encuentraban en llamas, celebrando lo que para él significaba un milagro. No fue necesario
intentar entender lo que ocurría. Era evidente el drama de la felicidad que se vivía el instante del
laurel.

No importó la tragedia, la catástrofe que estaba ocurriendo en el planeta; solo importó el


instante más agónico para un jugador. Intentó calmar el temblor de sus rodillas, pero no fue
posible. Cayó como caen los misiles en tierras áridas, llenas de hambre y plegarias, suplicando
compasión para vivir en este mundo injusto, inentendible, único. Mientras él elevaba una
plegaria de agradecimiento.
Mientras cientos de niños mueren en su túnica de esclavitud, entre el llanto más tortuoso,
esclavos del suplicio, en algún rincón del universo. El mundo celebra una copa bajo el sol
radiante. Sí, el sol le hace el amor a todas las nubes y luego llueve entre los infinitos e
irrepetibles auroras australes. Por eso, hoy no ha muerto una persona, hoy solo ha muerto una
nación, mientras el mundo celebra.
- Aquí nos veremos dentro de cuatro años -Le dijo el portero, más que su rival, era su
amigo, su ídolo.
- Así será -Contenstó, como siempre- Mientras brille una estrella, hay que ver su luz.

Siete pequeños planetas observaban desde un televisor. Ante tan absurdo destino del
campeón, el cuerpo camina, sigue una luz que quizá no se descubra pronto. Pero, la fortaleza de
un declive, radica en el tempestad que todos sufren, mientras contemplan un pequeño segmento
de alegría, o se desmorone el mundo. Lo más extraño es que, a pesar de las diferencias que se
imponenen para sobrevivir, los seres humanos tiene un extraño símbolo que les permite
encontrar las excusas para dejar de ser monstruos y acabar con la guerra. Entonces, cuando el
mundo parece eso, una capa cubierta de juicio, olvida la sangre y aparece lo que alguna vez se
pierde cada vez que se muere.
LA TIERRA ESTA ENFERMA
(Cuento Corto por Nicho)
Había una vez una pequeña aldea en medio de un hermoso bosque. Los habitantes de este lugar
vivían felices con la naturaleza, cuidaban de ella y se aseguraban de mantenerla sin hacerle daño,
utilizando todo lo que la tierra les daba de manera correcta. Las plantas y animales que vivían en
el bosque abundaban, pues nadie les hacía daño.
Sin embargo, un día llegaron personas de la ciudad que comenzaron a cortar muchos árboles, a
construir fábricas y viviendas contaminando los ríos con sus desechos; también comenzaron a
cazar animales en forma exagerada, a sembrar cultivos utilizando muchos venenos para matar las
plagas. La aldea se vio afectada por esta situación y comenzó a sufrir las consecuencias de la
destrucción del medio ambiente.
Todos los seres naturales, representados por plantas y animales, se reunieron para buscar una
solución y hacer un plan para que los humanos tomaran conciencia y protegieran el ambiente.
Decidieron enviar un mensaje a través de una pequeña ardilla llamada Chispita, para que
recorriera el mundo y hablara con los humanos.
Chispita era una bella ardillita de cola blanca, saltarina, juguetona y muy lista, que podía
alcanzar cualquier lugar de un solo brinco, por eso, la eligieron a ella para visitar muchas
ciudades y pueblos y hablara con muchos seres humanos.
Finalmente, la ardilla Chispita, llegó a una pequeña aldea donde encontró a una niña llamada
María. María estaba sentada en un tronco de pino que habían cortado cerca de su casa y ella
estaba leyendo un libro, pues le encantaba la lectura ya que se daba cuenta que, leyendo, podía
aprender mucho. Chispita se acercó a ella y le habló en su idioma. María estaba sorprendida de
que un animal le hablara, pero escuchó atentamente su mensaje.
- Oye niña, dijo Chispita a María, te has dado cuenta de que ya no hay árboles, ya no hay
flores, todas mis hermanitas y los demás animales huyeron y ya ni siquiera tomar agua
del rio podemos, pues está muy sucio.
María, aunque estaba asustada, la escuchó atentamente y le dijo con voz temblorosa
- Es cierto Ardillita, ya me he dado cuenta de todo esto y estoy muy preocupada, pues veo
que la naturaleza esta enferma y la tierra se está muriendo.
- Así es niña, la tierra tiene calentura debido a que ya no hay árboles, los ríos se están
secando y las personas están envenenando tierra, ríos y lagos con tantas sustancias para
matar gusanos, polillas y tantos animalitos que también son útiles para la vida de todos,
pero hay que saber usarlas.
- Es cierto dijo María, por eso estaba leyendo algo de esto, para ver que se puede hacer.
Chispita explicó a María nuevamente, qué la tierra estaba enferma y que todos los seres naturales
estaban sufriendo. Le pidió a María que ayudara a llevar el mensaje a los humanos,
anunciándoles que todos debemos cuidar el ambiente y proteger la naturaleza.
María, escuchó atentamente y se comprometió a hablar con todos sobre el mensaje de la ardilla;
entonces, comenzó a hablar con su familia, amigos y vecinos sobre la importancia de cuidar el
ambiente.
Los ancianos de la aldea también se reunieron y decidieron que debían hacer algo para salvar el
bosque y el planeta. Así que, organizaron una campaña para enseñar a los nuevos habitantes y
visitantes sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y cómo hacerlo. Enseñaron a
reciclar, es decir, a usar de nuevo lo que se pudiera para no tirar basura en lugares indebidos, a
usar leña y madera de manera responsable y a respetar las plantas y animales del bosque.
María, para dar el ejemplo de que había entendido el mensaje de Chispita, también comenzó a
hacer pequeñas acciones como recoger la basura en su patio y la de su calle, a apagar las luces
cuando no las necesitaba y a no dejar chorros abiertos mientras realizaba su aseo y limpieza
personal.
Poco a poco, la gente comenzó a cambiar su manera de actuar y a darse cuenta de que sus
acciones tenían un impacto en el medio ambiente. Los árboles comenzaron a crecer de nuevo, los
ríos se limpiaron y la naturaleza volvió a ser un bello paisaje.
El mensaje de la ardilla había sido escuchado y el plan para cuidar la naturaleza había
comenzado. Todos juntos, los seres naturales y los humanos lograron sanar la tierra y devolverle
su belleza.
“Pensamientos enredados”

Por Marez

En aquel largo pasillo, fiel testigo de buenos y malos momentos; esos muros y ventanas que
habían presenciado todo tipo de historias, estaban a punto de presenciar una nueva, en la cual la
vida de una joven cambiaría totalmente.

¡Gritos!, expresan un sentimiento o un conjunto de ellos al mismo tiempo: tristeza, dolor, una
forma tan natural de desahogarse.

Un 18 de abril por la mañana, a lo lejos, se escuchan alaridos que iban acercándose cada vez
más, no faltaron curiosos que se asomaban para ver el origen de los mismos. El chirrido de las
llantas de la camilla al doblar por la esquina anunciaba la llegada de una joven escoltada por
cuatro personas quienes trataban de calmarla y sujetarla, quienes se encontraban observando
aquella escena no podían apartar la vista, apuesto que por sus mentes pasaban miles de
pensamientos tratando de buscar una explicación a lo que sus ojos y oídos percibían.

¿Quién diría que el sentirse decaída podría cambiar la vida de una joven de 26 años? Para ser
precisos esta historia comienza aproximadamente 4 días antes. Por alguna razón, ella se sentía
decaída, pero es normal, ¿verdad? ¿Quién no se ha sentido de esa forma en algún punto de su
vida? La gran diferencia es que aquella joven al pasar los días comienza a comportarse de
mañera extraña, llegando a ser violenta con su familia, tratando de lesionarlos y lesionarse a sí
misma. Las personas que habían estado con ella durante casi toda su vida se encontraba
sumamente preocupados, ¿sería aquel recipiente con alguna sustancia extraña que días antes la
habían visto inhalar? No lo sabían. Nuestra naturaleza humana nos hace buscar todo tipo de
causas para los acontecimientos “raros” y trata de buscar culpables, en este caso; buscaron a
aquella persona que consideraron que podría estar más cerca de aquel a quién desde tiempos
inmemorables se le han brindado plegarias, a pesar de las suplicas, reclamos y oraciones, nada
cambió, aquella joven seguía igual.

Entró a emergencias, la jovencita no reconocía el lugar, la fecha, la hora, ni siquiera a las


personas que la acompañaban. Incluso al instalarla y moverla a la cama en donde estaría varios
días, no pudo reconocer a nadie y a nada, se movía de manera brusca, tratando de liberarse de
aquellos nudos que le sostenían manos y pies, gritando todo tipo de cosas que a cualquier
persona alrededor que las escuchara no entendería, ya que carecían de sentido, al parecer en ese
momento: ángeles y demonios pasaban en la mente de aquella joven porque solamente hablaba
de ellos.

Aquellas personas que por años habían estudiado todo tipo de casos y aquellos que iniciaban a
conocer el arte de la medicina, se preguntaban la causa de aquel comportamiento ¿Psicosis? Tal
vez, aun así se debía estudiar más ¿Estudiar? Sí, por la mente de aquellos médicos pasaron
millones de ideas ¿sustancias?, ¿trauma?, ¿su cuerpo reaccionando a algo que todavía no
conocido? ¿Se le realizaron pruebas y estudios? Sí y muchas, pero no había nada, no se encontró
nada.

Después de varios días y noches, aquella joven que tenía momentos en los que se encontraba
tranquila y otros en los que no, fue mejorando. Ya no más alucinaciones, ya no más palabras sin
sentido, ya no más inquietud. Sin embargo no se pueden olvidar tan fácilmente los días en los
aquel joven que había pasado su infancia cuidándola cuando ella era pequeña, nuevamente, se
encontraba allí, apoyándola y hablándole, suplicándole que regresara. Después de 15 días de
haber entrado por ese pasillo, salió por el mismo. ¿Regresó? Ella lo hizo, aunque no por
completo, se necesitaba de ayuda especializada, así que, se le mandó a un lugar en donde la
podrían ayudar.

Si se preguntan ¿Qué le había pasado? ¿Qué era lo que tenía? O si le quieren poner algún nombre
en específico, la respuesta es: “Trastorno afectivo bipolar tipo 1”.

¿Volvió a ser la misma? Puede ser que sí, aunque no podemos negar el hecho de que su vida
cambió de forma inesperada o puede ser que simplemente no lo hizo ¿Tú qué crees?

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