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Las 20 mujeres científicas más importantes de la historia

Un listado de mentes brillantes cuya contribución a la humanidad en el ámbito de las


ciencias fue inestimable.
Cuando pensamos en algunos de los genios más célebres de la historia, a pocas personas se
les pasa por la mente el nombre de alguna mujer. La razón no es precisamente que estas no
hayan logrado algunos de los descubrimientos científicos más importantes de la historia, a
pesar de las dificultades a las que se enfrentaron.
La investigación científica, si bien es tan antigua como el ser humano, ha quedado por siglos
relegada a unos pocos afortunados: hombres de clase alta que podían permitirse estudiar e
investigar. En nuestros días, tenemos la suerte de haber revertido esta situación. La
educación es más democrática que nunca y las mujeres son mayoría en carreras como
Medicina, Biología, Veterinaria, Enfermería o Farmacia.
No obstante, para que su labor no caiga en el olvido, hoy recordamos a 20 mujeres cuya
contribución a la humanidad en el ámbito de las ciencias fue inestimable, y sin la cual el
mundo en el que vivimos no sería el mismo.
Y sí, fueron famosas por sí mismas, como personas. A la gran mayoría de ellas, su condición
de mujer en la época en la que vivieron les otorga un mérito aún mayor. Muchas contaron con
una posición acomodada y apoyo familiar y social. Pero en todos los casos fue su talento el
que las hizo pasar a la historia.

Aspasia de Mileto
Se trata de uno de los personajes de la Antigua Grecia más importantes en materia de
ginecología. Sobre Aspasia solo se sabe que vivió durante el siglo IV a.C., un tiempo en el
que las mujeres solían vivir alejadas de la esfera pública. Pero Aspasia debió recibir formación
médica y se convirtió en una destacada matrona y pionera en obstetricia. Aspasia atendía
y a mujeres embarazadas y las aconsejaba en materia de salud reproductiva. Desarrolló un
sistema innovador para rotar a los bebés que venían de nalgas y puso en práctica una técnica
para extraer miomas uterinos, sorprendentemente parecida a la que se usa hoy en día.
Hipatia de Alejandría
Posiblemente se trate de uno de los nombres femeninos más conocidos de la Antigüedad, tal
vez popularizado gracias a películas como Ágora (2009). Hipatia de Alejandría (360-415) fue
una destacada filósofa, astrónoma y matemática. Provenía de una familia acomodada y
recibió una exquisita educación, lo que la convirtió en una de las pocas mujeres con
influencia en aquella época. Murió cruelmente torturada y asesinada por fanáticos cristianos.
Hoy la recordamos, aunque su ingeniosa escuela de pensamiento quedó en ruinas y sin
legado.

Émilie du Châtelet
A la Marquesa de Châtelet (1706-1749) se la suele recordar como una de las amantes de
Voltaire. Sin embargo, es preciso eliminar esta etiqueta en favor de la de una de las mentes
más prodigiosas de la Ilustración. A la edad de 12 años sabía hablar perfectamente 6 idiomas.
Fue una extraordinaria matemática y escritora. Entre sus logros más importantes destacan
el haber traducido el Principia de Newton, uno de los tratados científicos más importantes de
la historia; y el haber sentado las bases para que Albert Einstein mucho después teorizara la
ecuación más famosa del mundo: E=mc2 (energía es igual a la masa por la velocidad al
cuadrado).

Sophie Germain
Sophie pasó su adolescencia en el París del terror de la Revolución Francesa. Como
pertenecía a una familia acomodada, comenzó a desarrollar una secreta pasión: estudiar los
libros de matemáticas que había en la biblioteca familiar. Quiso emprender una carrera
científica, pero no admitían mujeres en la educación superior, con lo que comenzó a cartearse
con profesores usando un seudónimo masculino. Uno de ellos fue el prestigioso matemático
alemán Carl Friedrich Gauss, quien quedó impresionado por sus capacidades. Germain fue la
primera mujer en intentar resolver el teorema de Fermat. A los 33 años, ganó un premio por
explicar la vibración de las superficies, y sus teorías aún se utilizan en la construcción de
rascacielos y en el campo de la acústica.
Mary Anning
La joven Mary Anning (1799-1847) provenía de una familia muy humilde de Reino Unido. Su
padre falleció cuando ella era aún una niña y su familia sobrevivió de la caridad, y de vender
‘tesoros’ que su madre les enseñó a desenterrar a ella y a su hermano. Así fue como Anning
comenzó a desenterrar fósiles, una actividad para la que poseía una singular habilidad. Tanto
es así que sus descubrimientos dejaron estupefacta a la comunidad científica, en una
disciplina bastante nueva por aquel entonces, la paleontología. Con 24 años, logró
desenterrar un fósil completo de un Plesiosaurus. Antes de morir, a los 47 años, había
desenterrado los esqueletos completos de cinco criaturas prehistóricas. También realizó
exhaustivas ilustraciones científicas de sus descubrimientos, aunque nunca le fue publicado
nada en su nombre.

Ada Lovelace
Creció en la Inglaterra victoriana y recibió una exquisita educación, gracias a su padre, que
era el famoso poeta Lord Byron. La joven Ada se interesó por las matemáticas y las ciencias,
y se adelantó a su tiempo de una forma inimaginable para la época. Fue la primera persona
en darse cuenta de que una máquina, una computadora, podía seguir una serie de
instrucciones simples, un programa, para realizar un cálculo complejo. Por ello se la
considera la primera programadora de la historia. Hoy existe incluso un lenguaje de
programación nombrado en su honor.

Nettie Stevens
Esta genetista estadounidense comenzó sus estudios en ciencias relativamente tarde (a los
35 años) pero sus logros la hicieron pasar a la historia. Basándose en las leyes de la herencia
genética de Mendel, en el año 1900 fue la primera persona en preguntarse si el sexo también
sería un rasgo determinado en los genes. Así, descubrió la existencia de los cromosomas X e
Y que hoy sabemos que determinan el sexo biológico. Hasta entonces, se creía que el sexo
venía determinado por factores como la temperatura o la dieta de la madre.
Marie Curie
Resuena entre los nombres más famosos de la historia. Nacida como Maria Salomea
Skłodowska, Marie fue la primera persona en ganar dos Premios Nobel y la primera mujer
en alcanzar este galardón. Trabajando con su esposo, Pierre Curie, Marie descubrió el
polonio y el radio en 1898. En 1903 ganaron el Premio Nobel de Física por descubrir la
radiactividad. En 1911 ganó el Premio Nobel de Química por aislar radio puro. También fue la
primera mujer en ser admitida como profesora en la universidad de París. Tras trabajar en
rayos X durante la Primera Guerra Mundial, estudió las sustancias radiactivas y sus
aplicaciones médicas. Su trabajo allanó el camino para el descubrimiento del neutrón y la
radiactividad artificial.
Lise Meitner
Judía como era, abandonó Alemania en 1938 huyendo del régimen nazi. Meitner se había
educado en un ambiente de intelectuales a los que pertenecían sus padres y fue una de las
pocas mujeres que accedió a la universidad en Viena. Finalmente, se doctoró en Física y,
para cuando huyó a Holanda, dirigía el Departamento de Física del Instituto Kaiser Wilhelm.
Su principal contribución a la humanidad consistió en el descubrimiento de la fisión
nuclear, tan fundamental para el abastecimiento de energía de las comunidades humanas. El
hallazgo fue realizado en colaboración con su colega Otto Hahn, pero solo él recibió el Nobel
de Química en 1944.

Cecilia Payne-Gaposchkin
Durante la primera mitad del siglo XX, se doctoró en Astronomía por la Universidad de
Cambridge, donde teorizó una idea impactante, y que muchos colegas de profesión
consideraron una locura: que las estrellas estaban compuestas fundamentalmente de
hidrógeno y helio. Décadas después, se comprobó que tenía razón. Para el año 1956, su
brillantez la había convertido en directora del Departamento de Astronomía.

Rachel Louis Carson


Es una de las figuras más destacadas de la historia en el ámbito de la ecología y la protección
del medioambiente. Rachel Louis Carson es conocida principalmente por su obra Primavera
silenciosa (1962), incluido en muchas listas literarias como uno de los libros científicos más
importantes de la historia y una de las obras más influyentes. Carson documentó los muchos
efectos nocivos que tienen los pesticidas en el medio ambiente y dejó un legado filosófico
sobre la relación del ser humano con la naturaleza.

Rita Levi-Montalcini
Nacida en Italia en 1909, esta extraordinaria mujer se enfrentó con valentía a los roles
sociales de la época. Con 20 años, le pidió a su padre desarrollar una carrera profesional, y se
puso al día en tiempo récord para ingresar en la Universidad de Turín. Las leyes fascitas de
Mussolini, no obstante, limitaron su continuidad en la universidad, pero ello no impidió que
continuara investigando en el campo de la medicina, en concreto, de los nervios. Montó un
laboratorio en su habitación y se dedicó a investigar embriones de pollo. Finalizada la
Segunda Guerra Mundial, fue invitada por uno de los más destacados neurobiólogos del
momento, Viktor Hamburger, a unírsele en su campo de estudio. Con los años, realizó un
descubrimiento impactante junto al bioquímico Stanley Cohen: el factor de crecimiento
nervioso (FCN), una proteína clave del sistema nervioso y determinante en procesos como el
cáncer y el alzhéimer. Recibió el Nobel de Medicina por este hallazgo en 1986. Levi-Montalcini
siguió trabajando hasta bien entrada la vejez y falleció en el año 2012.
Ruby Payne Scott
Durante la Segunda Guerra Mundial, esta física australiana entró a formar parte de un
proyecto supersecreto destinado a desarrollar radares. Siendo la mejor de su laboratorio,
pronto se convirtió en la única persona de Australia en dominar la detección de enemigos por
vía aérea utilizando un sistema de visualización de radares conocido como Indicador de Plan
de Posición (PPI). Con el tiempo, la tecnología que dominaba comenzó a tener otras
aplicaciones no militares, siendo usadas para estudiar el Sol. Pues bien; Payne fue una de las
primeras personas en averiguar que la superficie de nuestro astro se encuentra a varios
millones de grados de temperatura.

Hedy Lamarr
Demostró que una mujer hermosa destinada al mundo de la imagen también podía ser una
prestigiosa inventora. Lamarr lo hizo todo. Además de ser una conocida actriz de Hollywood
durante los años 30 y 40, logró el reconocimiento internacional como una
destacada inventora de un dispositivo inalámbrico de comunicaciones, destinado al
espionaje. Décadas más tarde, este sistema fue la base de inventos como el GPS y el wifi.
También fue la primera mujer en simular un orgasmo en el cine.

Gertrude B. Elion
Se crio en el neoyorquino barrio del Bronx en los años 20. La repentina muerte de su abuelo a
causa de un cáncer de estómago la motivó para interesarse por la medicina. De hecho, sus
investigaciones la llevaron a desarrollar algunos de los fármacos más importantes que
todavía hoy se utilizan para tratar enfermedades diversas como la leucemia, la gota, la artritis
reumatoide, la malaria y el VIH/SIDA. Ganó en 1988 el Premio Nobel de Medicina o Fisiología.

Rosanlind Franklin
Franklin (1929-1958) es una de las figuras femeninas más destacadas en el ámbito de la
biología molecular. Sus trabajos se centraron en la cristalografía de rayos X, una técnica
destinada a estudiar la forma y estructura de las moléculas. Desarrolló su carrera profesional
en el King’s College de Londres, donde también conoció a sus colegas James Watson y
Francis Crick. Ambos iban detrás de determinar la estructura del ADN. Pero Franklin fue
pionera en este descubrimiento: realizó fotografías únicas que demostraban su forma de doble
hélice. Estas fotografías ayudaron a Watson y Crick en sus descubrimientos sobre la
estructura de la molécula de la vida. Recibieron el Nobel por ello, pero Franklin quedó excluida
de tal reconocimiento.

Jane Goodall
La británica Jane Goodall (1934) tenía un sueño. Dejó los estudios a los 18 años y se fue a
África, donde comenzó a ayudar al paleontólogo y antropólogo Louis Leakey. A través de su
investigación, Jane Goodall desmitificó algunas ideas preconcebidas sobre los chimpancés.
Halló, por ejemplo, que los animales son omnívoros, no vegetarianos; que son capaces de
fabricar y utilizar herramientas; y que tienen comportamientos sociales complejos y muy
desarrollados. En 1965 obtuvo un doctorado en Etología de la Universidad de Cambridge;
siendo una de las pocas personas que recibió un doctorado. sin haber poseído previamente
un título universitario.
Lynn Margulis
Sus teorías sobre la evolución de las especies son probablemente tan relevantes como las
aportadas por el mismísimo Charles Darwin. De hecho, Margulis (1938-2011) cuestionó tales
teorías y dio un giro a la comprensión de la evolución a través de su estudio sobre los
microbios. Su trabajo se denomina Teoría de la endosimbiosis serial; para ella, la variedad
de especies existente en la Tierra tenía su origen en una relación simbiótica, y que las
bacterias jugaban un papel crucial en esta relación. Como curiosidad, fue esposa del
destacado cosmólogo y divulgador Carl Sagan.

Jocelyn Bell
Se doctoró en la Universidad de Cambridge (1969) en Radioastronomía. Durante sus
estudios, descubrió una serie de pulsos de radio extremadamente regulares. Desconcertada
ante a la remota posibilidad de que representaran intentos de comunicación por parte de
extraterrestres, estudió este impulso durante semanas junto a su equipo. Finalmente se
determinó que estas señales eran producidas por un nuevo tipo de cuerpo estelar, estrellas de
neutrones que giraban rápidamente, que luego la prensa llamó púlsares.

Margarita Salas

Esta bioquímica española es probablemente uno de los rostros más importantes del
panorama científico nacional; lamentablemente, ya fallecida en noviembre de 2019. Salas
cuenta con importantes descubrimientos, como la ADN polimerasa del virus bacteriófago
phi29, que permite amplificar el ADN de manera sencilla, rápida y fiable. Por ello se usa en
áreas diversas, como la medicina forense, la oncología y la arqueología.

Salas fue discípula del célebre nobel español Severo Ochoa y de su influencia bebieron otras
científicas españolas de renombre, como la también española Maria A. Blasco. Blasco es
directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y pionera en el campo
de la telomerasa, una enzima clave en el desarrollo del cáncer y el envejecimiento. La
telomerasa fue descubierta, a su vez, por otra mujer, la estadounidense Elizabeth Blackburn,
nobel de Medicina en 2009.

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