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ISSN: 0185-4186
revistaces@colmex.mx
El Colegio de México, A.C.
México
Jorge Dettmer G.
Introducción
1 Es posible señalar que los clásicos de la sociología (Marx, Durkheim o Weber) se sitúan
en el extremo de posiciones macro o micro, según la importancia que atribuyen a las estructu-
ras sociales o a la accción de los individuos en tanto variables explicativas del orden o el cam-
bio social.
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éstas parecen indicar una realidad continua es porque los individuos que las
hacen repiten sus microactitudes; y si las estructuras cambian es debido a que
los individuos deciden modificar sus microconductas. Lo anterior no signifi-
ca que para Collins la explicación causal sea totalmente microsituacional,
sino que existe gran cantidad de macroeventos o macroestructuras que son
entendidos como agregados de microeventos (ibid., p. 266).
Anthony Giddens (1991:147) define la macrosociología como “el análi-
sis de los sistemas sociales a gran escala, tales como una compañía de nego-
cios, el sistema político o el orden económico”, incluidos los procesos de
cambio a largo plazo, y la microsociología como el “estudio del comporta-
miento cotidiano en situaciones de interacción cara a cara” (1981:147). Gi-
ddens advierte que la diferencia entre análisis micro y macrosociológico ha
tomado la forma de un dualismo que, en sociología, se expresa con la oposi-
ción entre teorías que se especializan en el “análisis institucional” o “análisis
estructural” y teorías que hacen énfasis en la “acción” humana (ibid., p. 162).
Desde su punto vista, sin embargo, aunque aparentemente los análisis macro
y microsociológicos parecen estar alejados entre sí, en la práctica ambos se
encuentran estrechamente relacionados.
Es importante señalar, finalmente, las definiciones propuestas por Peter
Blau, quien afirma que la macrosociología y la microsociología representan
perspectivas teóricas limitadas que explican la vida social en términos dife-
rentes (1987:83-84).
Desde este punto de vista, la macrosociología analiza la estructura de
posiciones diferentes en una población, y sus restricciones en las relaciones
sociales. Su interés gira en torno de las limitaciones externas del ambiente social
sobre las relaciones de la gente. Sus conceptos importantes son: diferenciación,
instituciones, desigualdad, heterogeneidad y su intersección.
La microsociología, en cambio, analiza los procesos sociales subyacen-
tes que dan lugar a relaciones entre personas. Su interés es por la interacción
social y la comunicación, y sus conceptos clave son los de intercambio, reci-
procidad, símbolos significantes, obligaciones, inversión y dependencia.
Es importante señalar que para Blau, macro y microsociología no cons-
tituyen teorías alternativas sino complementarias, por lo que la corrobora-
ción de una no implica la falsedad de la otra.
Las definiciones anteriores permiten plantear tres grandes consideraciones.
En primer término, se trata de definiciones que hacen énfasis en la diferenciación
macro y micro desde el punto de vista teórico-conceptual como del metodológico.
En segundo lugar, reconocen las diferentes dimensiones espacio-tempo-
rales que caracterizan cada nivel, sin que ello signifique un obstáculo para
postular su complementariedad.
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Uno de los autores más importantes que ha vinculado los niveles micro y
macro desde el enfoque (microsociológico) del intercambio social, es Richard
Emerson.
La idea de constituir una teoría del intercambio social integrada llevó a
Emerson a estudiar las relaciones entre el poder y la dependencia con el fin
de mostrar cómo, a partir de la acción individual, era posible llegar a una
teoría más general de la interacción social y del cambio estructural.
Aunque los fundamentos de la teoría del poder dependencia fueron
expuestos originalmente en el año 1962, Emerson la desarrolló de manera
más sistemática en dos ensayos publicados en 1972 en Sociological Theories
in Progress (Vol. 2).
En su primer trabajo (Emerson, 1972:38-57) presentó la formulación
teórica de la acción de los individuos basada en un conjunto coherente de
principios conductistas del condicionamiento operante, a partir de los cuales
explicitó tres supuestos fundamentales de la teoría del intercambio:
1) Las personas para quienes los eventos son beneficos, se comportan “racio-
nalmente” a fin de que esos eventos ocurran.
2) Las personas acaban finalmente saciadas de los eventos conductuales, de
modo que la utilidad de éstos disminuye.
3) Los beneficios que obtienen las personas de los procesos sociales dependen
de lo que son capaces de proporcionar en el intercambio (Emerson, 1981).
Otro intento de vincular los niveles macro y micro, pero desde una perspec-
tiva diferente, es el realizado por Randall Collins, quien desarrolla su mode-
2 Es necesario mencionar la precisión que hace Molm al expresar que: “Dos característi-
cas de la teoría [de Emerson] son distintivas, y para la sociología estructural, obligadas: 1) los
determinantes del poder son características estructurales de las relaciones entre personas, más
bien que características de los actores. 2) Poder y uso del poder son [en Emerson] conceptual-
mente distintos. Poder es una función de una posición estructural que da a una persona control
sobre los resultados de otra, mientras que el uso del poder se refiere al control efectivo sobre las
conductas de los otros. Esta distinción hace posible examinar las relaciones entre estructura y con-
ducta, e investigar cuándo y cómo una ventaja de poder es usada”. Véase Linda Molm, “Linking
Power Structure and Power Use”, en Karen Cook, 1987:102.
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les de interacción (RI) para mostrar que las microinteracciones, en conjunto, constituyen la
vasta estructura de clases de la sociedad moderna”. Y más adelante agrega:”Toda la sociedad
puede ser vista como una larga cadena de rituales de interacción, donde las personas van de un
encuentro a otro. No es necesario que la estructura en sí sea rígida. Cualquier combinación de
personas se puede reunir en un encuentro frente a frente. Sin embargo, en él tendrán que
negociar algún tipo de relación en una conversación ritual. La forma en que lo hagan depende-
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rá del capital social de cada uno, es decir, de las ideas cargadas de simbolismo que lleven al
encuentro. Hay varios resultados posibles, según el grado en que el capital cultural de una
persona se acople al capital cultural de la otra.” Véase Collins, 1996:249.
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4 La conciencia práctica se refiere a aquel tipo de conciencia “que poseen los actores
sociales de sus técnicas y métodos” para llevar a cabo prácticas sociales adecuadamente, y de
las cuales son “tácitamente conscientes”; mientras que la conciencia discursiva se refiere a la
“capacidad de dar expresión verbal a las cosas” (Cohen, 1990:367-368).
5 Para Giddens es posible diferenciar dos aspectos de las reglas: el semántico y el norma-
tivo. El aspecto semántico alude “al significado cualitativo y metodológico de las prácticas, los
lugares relacionados con su realización y algunos (aunque no todos) de sus probables resul-
tados. El aspecto normativo de las reglas se refiere a las mismas actividades, lugares y resulta-
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dos desde el punto de vista de los derechos y obligaciones que determinan su legitimidad o
ilegitimidad, así como a los medios apropiados o inapropiados para llevarlos a cabo” (Cohen,
1990: 368).
6 En otras palabras, los recursos son los “medios o bases de poder a los que puede acceder
el agente, y que manipula para influir en el curso de la interacción con otros”. Analíticamente,
Giddens distingue dos categorías de recursos: autoritativos y distributivos. Los recursos
autoritativos “son las facultades que generan poder sobre los individuos (oportunidades vita-
les, situación espacio temporal, organización y relaciones entre los seres humanos). Los recur-
sos distributivos son las facultades que generan poder sobre los objetos materiales (materias
primas, medios de producción, bienes producidos)” (Cohen, 1990:369).
7 De acuerdo con Cohen: “Es fundamental para la dualidad de la estructura el hecho de
que las propiedades estructurales de las colectividades (reglas y recursos) no sólo sirvan como
instrumentos de reproducción social, sino que también sean reproducidas como resultado de
ese proceso.
8 “El término ‘estructuración’ se refiere a la reproducción de las relaciones sociales a lo
largo del tiempo y del espacio en cuanto negociadas en la dualidad de la estructura” (Cohen,
1990:382).
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La hipótesis de la representación
Los estudios expuestos hasta ahora son de los más serios que se han realiza-
do para resolver el problema de la articulación macro-micro en el ámbito de
la sociología. En lo que resta de este ensayo se analizan y discuten —con
base en reflexiones propias y de otros autores— las ventajas y limitaciones
que conlleva la aplicación de cada uno de estos enfoques, tanto desde el
punto de vista conceptual como del metodológico y el técnico.
En lo que se refiere a la teoría del poder-dependencia de Emerson, K.
Cook expone que ella puede proveer las bases sistemáticas y coherentes para
construir una teoría de la estructura social y del cambio estructural que no se
deba únicamente a los actores y a los microprocesos que generan y modifican
esta misma estructura. Ello es posible porque en el estudio de Emerson: 1) los
actores pueden ser, en teoría, individuos corporativos, y 2) el uso de la noción
de redes de intercambio permite el desarrollo de teorías puente que salven la
brecha conceptual entre individuos aislados o diadas, y grandes agregados o
colecciones de individuos (por ejemplo, grupos formales o asociaciones, or-
ganizaciones de vecinos, partidos políticos, etc.) (Cook, 1987:219).
Otra contribución importante de Emerson es la incoporación de la di-
mensión del poder, cuya ausencia se consideraba una de las debilidades de
los análisis microsociológicos (Molm, 1987).
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namientos, Turner refiere que “la parte más obscura del esquema de Giddens es su conceptua-
lización de ‘principios estructurales’, ‘ambientes estructurales’, y ‘tipos de instituciones’”
(Turner, 1986:972).
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Por ejemplo, a partir de los estudios de Emerson, durante los años noventa sus
discípulos Yamagishi, Gilmore y Cook han presentado importantes contribu-
ciones dirigidas a vincular la teoría del intercambio y la teoría de las redes.
De igual modo, partiendo de las hipótesis formuladas por Collins, Cicou-
rel, Giddens y Knorr-Cetina; se desarrollaron dos principales corrientes de tra-
bajo que buscan la integración macro-micro. La primera se especializa en la
integración de teorías macro y micro, representada por autores como Smelser
(1987), Fararo (1989) y Hindess (1986), y la segunda interesada al desarro-
llo de una teoría que analice el vínculo entre los niveles macro y micro,
estudiada por J. Alexander y Giesen (1987), Coleman (1987) y Liska (1990).
Sea cual fuere el caso, lo significativo es el fuerte consenso que existe
en torno a la integración macro-micro. Así lo expresan Munch y Smelser:
“Los que han defendido controvertidamente que un nivel es más fundamen-
tal que otro [...] están equivocados. Prácticamente todos los que han contri-
buido a este volumen [The Macro-Micro Link] han insistido correctamente
en las interrelaciones entre los niveles micro y macro” (Munch y Smelser,
1987:385).
Conclusiones
Ritzer aduce que los sociólogos: 1) especifiquen con claridad a qué se refie-
ren cuando hablan de fenómenos micro y macro; 2) profundicen dentro de
los dominios micro y macro para aumentar el conocimiento que se tiene de
uno y otro; 3) enfrenten a las fuerzas teóricas que alientan el extremismo
micro o macro, alejando a la sociología de este esfuerzo integrador; 4) clari-
fiquen la relación entre los esfuerzos tendentes a la integración de teorías
micro y macro, y aquellos otros dirigidos a la integración de los niveles micro
y macro del análisis social; 5) desarrollen un trabajo adicional que ponga de
manifiesto la relación entre el continuum micro y macro y otros continua
distintos, por ejemplo, el continuum que va del individualismo metodológico
al holismo; 6) que todo este esfuerzo metateórico abstracto se convierta en
teorías, conceptos, métodos y herramientas técnicas que los sociólogos utili-
cen en su actividad profesional (Ritzer, 1997:483-487).
Este último punto es importante, ya que como se sabe, el tratamiento de
problemas macrosociales tradicionalmente se llevó a cabo utilizando datos
agregados (derivados en muchos casos de respuestas individuales de
micronivel), obtenidos principalmente por métodos cuantitativos. En
constraste, los estudios microsociológicos, por su carácter situacional, ten-
dieron a privilegiar la recolección de datos y emplearon principalmente mé-
todos cualitativos como las historias de vida, las biografías personales, los
relatos, y el análisis de la comunicación simbólica.
Afortunadamente la dicotomía “sociología cuantitativa” vs “sociología cua-
litativa” que caracterizó a las ciencias sociales hasta hace algunas décadas, casi
se ha disuelto. En la actualidad ninguna teoría, ningún método, puede recla-
mar la prioridad. Más aún, la idea de que el análisis cualitativo puede ser un
complemento del análisis cuantitativo y viceversa10 ha abierto nuevas posi-
bilidades a la teoría sociológica macro y micro, y está renovando la investi-
gación empírica en las ciencias sociales. Las contribiciones realizadas por
estos y otros autores durante los años ochenta y noventa, refuerzan cada vez
más la convicción de que por medio de los enfoques microsociológicos es
posible aprender más acerca del macro-orden social.
Bibliografía