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Vínculos seguros
Razones para una psicología comunitaria
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personas de pensarse dentro del “sistema”. Un impacto inmedia-
to en la calidad de vida de la población cuya expresión de ma-
lestar afecta la armonía familiar y deteriora la convivencia social.
La Psicología puede desarrollar un nuevo rol vincu-
lado a la promoción de la salud mental y acercar he-
rramientas para sobrellevar la vida cotidiana, logran-
do integrar el mundo de saberes necesarios para vivir.
Este texto pretende compartir las numerosas horas de estudio,
trabajo y reflexión desde la psicología para orientar a las y los lec-
tores en la prevención de conflictos en los grupos humanos como
también facilitar mínimas coordenadas para establecer vínculos
psicológicamente seguros. La génesis del vínculo humano reúne
una esencia que trasciende el cambio de época, del estrato so-
cial o de la sociedad dónde habiten las personas cobrando una
dinámica singular en función del contexto dónde se produzca.
Luego de acompañar a interminables parejas y familias en el consul-
torio como haber realizados múltiples actividades tanto de forma-
ción como de intervención grupal en instituciones (presenciales y
virtuales) he confirmado que la realidad supera enormemente a un
marco teórico referencial por lo que mantengo una actitud de con-
tinua capacitación personal. También encontré —imprevistamen-
te— ideas personales que logré sintetizar al escribir este trabajo.
Recuerdo en el año 2003 cuando comenzaba mis primeros pasos
en el consultorio, el primer paciente que demando mi asistencia
no era el que tenía en mente, ya que se presentó una pareja con
una niña recién nacida. Por un lado, sentí una desolación por no
contar con las herramientas conceptuales para abordar la proble-
mática, por el otro, nunca dejé de apreciar la red de vínculos (pre-
sentes y ausentes) detrás de cada persona con los que podía contar.
Dentro de la ética del psicoanálisis —marco referencial des-
de dónde me posiciono— nos invita a las y los analistas a rea-
lizar un análisis personal y se incentiva a la supervisión de
nuestro trabajo con referentes del campo para aprender y me-
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jorar técnica. Agregaría un paso más orientado en la trans-
misión sea mediante la docencia o también la escritura para
poder dar cuenta de la complejidad del entramado que acon-
tece entre la aplicación teórica y los fenómenos humanos.
A partir de una constante insatisfacción por la búsqueda de
marcos teóricos que permitan comprender la realidad pero
también interpelarla, inquieto por ampliar el espectro de per-
cepción sobre los motivos de sufrimiento de las personas (in-
cluso mi propia existencia) me refugié en la teoría de las confi-
guraciones vinculares, una mirada que considera importantes
aportes psicoanalíticos y logra una integración posible inclu-
so de corrientes de pensamiento que se han enfrentado en
el tiempo por buscar la mejor forma de hacer psicoanálisis.
Las configuraciones vinculares es una mirada superadora de
estas tensiones convirtiéndose en un cuerpo plural —y di-
verso— desde dónde también se da lugar a conceptualiza-
ciones propias. La certeza desde dónde nos posicionamos los
vincularistas o los grupologos considera la capacidad trans-
formadora de los vínculos incluyendo al vínculo terapéutico.
Tengo la esperanza qué mediante esta obra, la Psicología tienda
sus redes de mutua afectación entre profesionales de múltiples
disciplinas y otros saberes de la vida cotidiana, pretendiendo un
diálogo fértil, ya que estoy convencido de que los vínculos nos
cambian y es necesario estar advertido del fenómeno vincular.
La pandemia por COVID provocó una extraña situación don-
de el mundo “se detuvo”, y en marzo del 2020 en Argentina co-
menzaron las primeras líneas de este libro. En lo personal, sen-
tí la necesidad de no estar solo, buscar no “enloquecer” y para
ello, crear redes de intercambio para transitar —lo más acom-
pañado posible— lo que imaginaba que iba a convertirse en
una lenta y agobiante experiencia emocional. Así aprendí sobre
redes sociales, y dimos nacimiento a un espacio de encuentro
virtual semanal llamado La Psicología te hace frente hablándole
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—en principio— directamente al virus apelando a la recupera-
ción individual del control mediante la gestión de las emociones
producidas por la experiencia de vivir una pandemia. La vida
en casa se convirtió en una nueva realidad a partir del estable-
cimiento de la cuarentena y los vínculos cobraron un protago-
nismo principal como fuente de sostén y también de conflictos.
La pandemia nos ha permitido enfocarnos en lo esencial, en lo
imprescindible en un contexto de múltiples pérdidas. El encuentro
con Denise Najmanovich en este naufragio emocional producto de
la incertidumbre de la vida toda, me transmitió una forma de ver
el mundo llamada cuidadanía. Este concepto nace en España en el
marco de la inauguración de un Centro Cultural dónde el encarga-
do que realizó la placa de agradecimiento provocó un error al es-
cribir la palabra ciudadanía. En términos de Denise los colectivos
feministas acuñaron el concepto como una serendipia, entendida
como un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce
de manera accidental cuando se está buscando otro propósito. La
cuidadanía pertenece a la vida y nadie es propietario de la vida. La
vida circula siempre al cuidado en la trama de lo común y es “una
red que se va tejiendo sin tejedor“. La cuidadanía surge por un des-
vío, en similar acto mágico como el que acontece en los vínculos.
Dialogue con el término silenciosamente a lo largo de toda la obra
guiándome en cada apartado, poniendo el acto de cuidado de los
vínculos y de las personas que lo integran en el centro de la tensión.
No es fácil seguir siendo indiferente cuando se advierten de
numerosas dimensiones para cuidar de lo humano como del
mundo dónde vivimos. Los vínculos nos potencian, nos des-
vían y gracias a ello, uno adviene en una persona inesperada.
La vida continúa en un misterioso y dinámico vínculo con uno
mismo que merece un amable replanteo para predisponernos al en-
cuentro con otros asumiendo la posibilidad de bellas casualidades.
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una definición de la soledad que no se refiera a la “falta de com-
pañía” ¿Cómo definirla por la positiva sin aludir a una desgracia?
Este libro propone una aventura larga y sinuosa orientada a la re-
visión personal que desafia las respuestas mágicas que circulan
en esta época evidente en numerosos ejemplos como puede ser el
eslogan publicitario de una empresa de delivery: “la satisfacción
al instante”.
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quehacer vincular. Es fundamental estar advertidos/as de lo que
provocamos en los demás incluso también cuando se produce su-
frimiento por un mal entendido. Un vínculo necesita de “malos
entendidos” para funcionar. Lo veremos a lo largo de toda esta
obra.
Puede ser que el encuentro con este libro provenga de tu curiosi-
dad por el mundo vincular o que te hayan “mandado a leer” sobre
vínculos y descrees de la necesidad de perder tu apreciado tiempo.
Pero te invito que avances registrando los pensamientos y senti-
mientos que te despierte este tema en algún lado. Nadie sabe en
quién devendrá cuando se vincula con otro/a, y al leer, también
estamos interactuando con otro. Espero no te desvincules antes de
tiempo y anhelo que seas otro/a al finalizar esta experiencia.
Sufrimiento vincular
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de aprendizaje, será muy difícil mejorar la convivencia social ya
que el logro de producir acuerdos, y también acordar los desacuer-
dos, depende —en gran parte— de sumar herramientas de diálogo
y ejercitar la tolerancia a las diferencias.
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La “suma de las partes” no alcanza para entender el problema en
los vínculos, porque debe incorporarse lo que hacen juntos, inclu-
so lo que no saben que hacen cuando están juntos.
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La idea sugiere que las personas nos construimos en y por vín-
culos —lo deseemos o no—y existen muchas experiencias agra-
dables pero, también los vínculos pueden conducirnos hacia un
padecimiento psíquico deteriorante no merecido ni elegido.
El famoso aforismo griego Conócete a ti mismo emblemática frase
que estaba inscripta en la fachada del templo de Apolo en Delfos
ha trazado el horizonte hacia dónde se dirigieron gran parte de los
estudios filosóficos y psicológicos hasta hace unos años.
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Estar solo es caminar en círculos
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sobre las explicaciones en el tiempo pasado. En cambio, el para
qué nos sitúa desde el presente hacia el futuro interrogándonos
por el sentido, la dirección o el objetivo. Creo que los vínculos nos
dan la esperanza de sentirnos mejor o de potenciar las habilida-
des existentes —siempre y cuando— no perdamos la visión por
el cual ingresamos a ellos. Los vínculos multiplican nuestra capa-
cidad de acción y aumentan la diversidad de oportunidades para
el desarrollo personal, profesional y laboral. También estar con
otros, desdramatiza las experiencias personales, reduce la angus-
tia y predispone al humor. Sin duda que la vida se “tiñe de gris”
cuando los vínculos que habitamos nos consumen toda la energía.
La experiencia de “contar con otros” hace que la vida sea más en-
tretenida y promueve a la aparición de nuevas ideas a partir de la
comunicación. Muchas respuestas que son buscadas individual-
mente pueden precipitarse si participamos a los otros de aquello
que estamos pensando.
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más complejo que añorar lo que aconteció (que no lo podemos
cambiar, pero sí, pensar sobre él) o esperar el futuro (que no sa-
bemos que puede ocurrir) dónde si trabajamos muy tenazmente,
podremos crear junto a otros, mejores escenarios dónde convivir.
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Los vínculos son acción por ser presente continuo y debemos ser
cautos de no ubicarnos en lugares conocidos de los que venimos
huyendo en nuestra historia.
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Capítulo 1. El vínculo con los padres
Cada vez que nos vinculamos será una especie de nuevo naci-
miento psíquico dónde se reactualiza el riesgo de quedar expec-
tantes de ser reconocido en y por el vínculo. Especialmente la ex-
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periencia de pareja puede alojar a una persona o exponerla a una
situación singular de desamparo originario mediante la indiferen-
cia o malos tratos. Tengo la “mala noticia” de informarles de que
—en mayor o menor grado— la angustia potencial de no ser para
el otro nos acompañará a lo largo de toda la vida.
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la función de padres, consanguíneas o no, incluyendo las practi-
cas relacionadas a la maternidad y la paternidad, entendiendo que
es un concepto dinámico que reviste múltiples interpretaciones.
Nuestro interés es enfocarnos tanto en el ser padres como en el
hacer en tanto tales. La forma de visualizarlo es en el discurso de
las y los hijos. Veamos la siguiente situación.
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para llevar a cabo las tareas de cuidado. Actualmente nos encon-
tramos en un proceso de revisión sobre el rol de los géneros como
por ejemplo muchas mujeres no desean ser madres (sin experi-
mentar culpa); otras eligen la experiencia de ser madres solteras
con hijos (desvincularse de sus parejas) y por el lado de los varo-
nes algunos reconsideran las tareas de cuidado y labores domés-
ticos como parte de su proyecto personal y familiar.
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no todo es lo que parece, logrando inferir aspectos no del todo”
dichos” que explican lo que verdaderamente acontece en los vín-
culos.
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cha. Él vive solo y no es nada fácil hablar de temas que no sean
del trabajo. Suele ponerme distancia cuándo le pregunto que hace
fuera del trabajo o cuándo viene más tarde”.
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• La función de amparo: se refiere al conjunto de actividades aso-
ciadas a reducir el desamparo inherente a la indefensión inicial
de todo naciente, incluso antes del nacimiento ya que depende
de las condiciones sociales, biológicas y psicológicas en las que se
encuentra la persona gestante. Amparar es reducir la sensación
de riesgo, es utilizar el contacto físico y el lenguaje para calmar y
compadecer. Inicialmente las actividades fisiológicas están fusio-
nadas con las psicológicas como por ejemplo la alimentación. Re-
quiere de una predisposición full—time con una actitud anticipa-
dora sobre las necesidades que devendrán. También es necesario
amparar a los niños de los problemas de los adultos.
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aquí son referentes de la ley y es necesario considerar que la efi-
cacia recae en la aceptación de los hijos del padre/madre en ese
rol como la coherencia que tengan estos padres con lo que pro-
picia época como roles esperables. El diálogo es la vía regia para
introducir coordenadas y es esencial desarrollar la paciencia para
acompañar que los hijos vayan gradualmente haciendo suyas las
reglas. Ante situaciones límites es necesario reemplazar el castigo
físico por una sanción simbólica para incentivar a la reflexión que
promueva un cambio de comportamiento.
• La función de cambio: El nacimiento de los hijos provoca una
transformación en las parejas al mudarlos al escenario de la fa-
milia. Los hijos suelen ser los que encarnan el cambio y a quienes
se les asigna la alegría y —a veces injustamente— la desgracia de
la experiencia vincular. Desde su lugar, portan la novedad, intro-
ducen su singularidad y cuestionan las certezas que organizan al
grupo familiar. Desde lo generacional aportan una perspectiva di-
ferente sobre la vida, los valores y las costumbres que reciben en
su formación. Ningún hijo suele —ni debe— ser similar a otro,
por lo que hablamos de que cada uno agrega novedad a la familia.
• La función de acompañamiento: Los padres de los padres —como
otros referentes mayores— cooperan en el nacimiento, desarro-
llo y fortalecimiento de un nuevo grupo familiar. Es importante
brindar el aval más allá de que existan diferencias y no caer en
sentimientos de traición cuando no se continúa con la obra, mi-
sión, costumbres o emprendimientos que han sido liderado por
los ancestros. El rol de la abuelidad cuando es deseado, es una
práctica que conecta afectuosamente ambos grupos y permite el
encuentro de 3 generaciones. En muchas situaciones los abuelos
“hacen de padres” siendo adecuado cuando la escasez de los roles
de los padres originarios es permanente.
• La función de socialización: Convivir con hermanos/as permite
descentrar a la persona reconociendo a otros seres como pares
que desean, piensan y hacen algo diferente. Es frecuente que entre
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los/as hermanos/as se viva una primera etapa de rivalidad siendo
clave el rol de los padres para regular este momento dialogando
con calma y suspender los deseos de supresión del otro. Esta in-
tervención facilita que los hermanos logren vincularse sanamente
y construyan una profunda alianza similar a la relación con los
amigos. También las y los amigos integran el grupo de vínculos
elegidos con quienes podemos encontrar un espacio de pertenen-
cia muy profundo a lo largo de la vida.
• La función de inspiración: Es una acción transversal que pue-
de acontecer en cualquier vínculo, ya que nos invita a mejorar
y transformarnos en nuestras acciones. Desde esta función se
identifican amablemente debilidades y se incentiva a la superación
personal. Este rol puede apreciarse en diferentes ámbitos como
en el deporte, el arte, la literatura y los emprendimientos ya que
fortalecen la identidad y la autoestima. Esta función es extensible
a terapeutas, familiares, referentes, jefes, compañeros trabajo, do-
centes, escritores, oradores, religiosos, políticos, etc.
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Vínculo de padres en exceso
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reparables. La adecuada regulación promociona personas cautas,
observadoras e inclusive retraídas. Así también, el amparo en justa
medida provoca seguridad, confianza en sí—mismo pero también
curiosidad por los demás y el deseo de transitar aventuras en los
vínculos. Quién recibe amparo, podrá ofrecerlo y cuidar a otros.
Quién haya sido desamparado en su infancia, podrá hacerlo tam-
bién con un aprendizaje y reflexión activa en el “mientras tanto.”
De todas maneras, siempre es necesario ajustar las operaciones de
cuidado de personas a cada sujeto y a cada situación. No hay me-
jores modelos de crianza sino algunos más adecuados que otros
en función de cada singularidad.
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Los excesos en las funciones provocan sobresaltos y conflictos en
la dinámica grupal mientras que la escasez provoca reacciones
más silenciosas, pero no menos impactantes. Las autolesiones —y
más en los jóvenes— son conductas que pueden ir en aumento
impulsados por pensamientos negativos del estilo “no soy para
nadie.” Es decir, la falta de diálogo y de interacción con otros de
auténtica implicación emocional van sumergiendo a las personas
en una situación desesperante.
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El término familia debe ser una noción dinámica que hoy atra-
viesa una revisión global y hablar de estos asuntos puede “dividir
las aguas”. Sin duda que la familia como modelo nuclear y hete-
rosexual ha sido un espacio de grandes alegrías, pero también de
las mayores vivencias traumáticas en la vida de muchas personas.
Puedo entender quienes deciden romper con los lazos familiares
o esperan lograr una experiencia superadora construyendo una
familia muy diferente a la conocida.
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saludable, cooperativa y de inclusión social. Trabajar solo puede
ser que con esfuerzo e idoneidad llegues muy lejos, pero el trabajo
junto a otros disfrutarás mucho más el proceso y multiplicarás las
alternativas ante eventuales obstáculos.
Los vínculos que nos transforman son aquellos que nos provocan
la diferencia, logran que seamos la mejor versión personal. Es de-
cir, si el vínculo brilla promoverá el brillo de cada integrante.
Mirar al/la otro/a como una potencialidad en el devenir y no sim-
plemente en quién es ahora. Se requiere de visión y anticipación
desde una mirada externa que alumbre aquello que ni la propia
persona logra percibir en el presente. Todos poseemos la capaci-
dad de transformación aunque no todos identificamos facilmente
una actividad y poseemos la voluntad para para comenzar a ocu-
parnos en su desarrollo. En quienes se esfuerzan sin éxito, sugiero
reconocer el problema a tiempo e involucrar a otros que ayuden a
pensar nuevos caminos.
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“Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo
como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser.”
Esta mirada sobre el otro quien todavía no es ha sido denomina-
da en psicología como efecto Pigmalión. Esta idea propone una
fuerte convicción de que la creencia positiva, como también lo
contrario, influyen en el rendimiento como en el cumplimiento de
un objetivo. Hablamos de una especie de profecía autocumplida.
Este fenómeno surge como inspiración del mito griego donde
existía un escultor llamado Pigmalión quien dedicó todos sus
esfuerzos en trabajar sobre una escultura de una mujer, a la que
consideraba perfecta. El escultor rogaba a la diosa Afrodita para
que su obra se convirtiera en una mujer real. Pasado un tiempo,
Pigmalión soñó que la escultura cobraba vida y al despertar se ha-
bía producido el milagro.
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en que de alguna manera se conducirán los alumnos determinan
precisamente las conductas que los profesores esperan.”
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Capítulo 2. Aprendiendo a vincularnos
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que los alumnos no se olviden de la clase, sino de mí. He aquí mi
primera lección vincular: Sólo podemos ser queridos si el otro se
dispone a querer. Hablemos de la actitud vincular.
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implique una ruptura. Siempre es saludable pensarse sin el otro.
Todo vínculo oscila entre dos cuestiones nunca del todo resueltas:
dar por supuesto al otro o dar(se) la oportunidad de seguir cono-
ciéndolo.
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no” al encuentro con los demás y logramos estar alertas a lo que
esperamos que suceda en los vínculos.
Sostengo que en los vínculos “no todo vale” ni son espacios dónde
“relajarnos” ya que vincularse es siempre sumar complejidad a la
forma de vivir, que no es sinónimo de sumar complicaciones.
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pendiente. De todas maneras, si los vínculos nos provocan un su-
frimiento crónico, algo debemos hacer diferente para continuar.
Los vínculos presentan por lógica un monto de frustración que
debe ser tolerable y saludable. Refiere Denise Najmanovich, epis-
temóloga argentina, quien ha trabajo sobre los vínculos. “Es im-
prescindible que el miedo ciego de paso a una confianza lúcida
capaz de reconocer el inmenso valor de los otros para nuestro
vivir y, simultáneamente, saber que a veces también pueden ser
dañinos”.
Si bien existe un gran consenso sobre que las personas somos se-
res sociales, es evidente que —en algún momento de su vida o en
toda la vida— puede prescindirse de estar con otros, dar la espal-
da al mundo social y utilizar el mundo virtual sólo para cumplir
objetivos personales, laborales o aspiraciones económicas.
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CUESTIONARIO SOBRE ACTITUD VINCULAR
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somos una especie de reunión de tantas personas como vínculos
habitamos. No es simplemente un rol dónde uno se adapta a dife-
rentes comportamientos esperados, es más complejo aún, ya que
se producen comportamientos totalmente inesperados. Hablo de
una forma de hacer que se constituye en el aquí y ahora y que logra
convivencia con otras formas pre—existentes en otros espacios.
No sólo somos porque existimos, sino que somos lo que podemos
hacer vincularmente.
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Pensar(nos) desde una mirada vincular nos descentra y entiendo
que descoloque —incluso moleste este camino— porque colisiona
con muchos años de internalizar información de que el resultado
de nuestra vida consiste en desplegar lo que tenemos “dentro” pa-
rar cumplir nuestros deseos. La idea de la cual estoy enamorado,
concibe a cada persona como un sujeto múltiple, siendo muchos
en diversos contextos.
47
La holgazanería social
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de supervivencia— nunca más deseen ni tengan interés en com-
placer a nadie. También están quienes más allá de sus “malas ex-
periencias” vinculares desean trabajar comprometidamente para
evitar que otros sufran “lo mismo”.
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por nadie, sino que presentaban la enfermedad llamada hemofilia
que no había sido diagnosticada hasta este momento. Esta patolo-
gía consiste en un trastorno hemorrágico hereditario en el cual la
sangre no se coagula de manera adecuada por lo que se ocasionan
lesiones internas o externas por traumatismos.
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Es recomendable ejercitar una memoria vincular del proceso con
otros sobre lo que va transcurriendo para registrar especialmente
la repetición de hechos que provocan sufrimiento. Es necesario
encontrar el momento oportuno para poner en palabras este ma-
lestar.
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porque pinche en el camino. Llegué a casa y me puse a colgar el
cartel y casi me quedé electrocutado con un cable en el poste de
luz. Pedí una escalera a un vecino que me terminó ayudando y
después bañe a nuestra hija, limpie la casa para tener una noche
increíble, compre el vino que le gusta, puse velas, música tranqui-
la…hasta que llegó Flor”.
Florencia decía: “Yo me enojé porque hace dos años que estamos
juntos y todavía no puede incorporar que odio mi nombre. Por mí
me lo cambiaría ¡No me gusta! Y el caballero se ocupó de colgarlo
en un cartel en la puerta de mi casa para que lo vea todo el barrio”.
El nombre propio es una asignación externa, habitualmente dada
por los padres, por lo que sugiere que Florencia tendrá sus moti-
vos para renegar de este hecho.
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En el plano vincular, muchos aportes del psicoanálisis provienen
del estudio del vínculo de pareja, aunque es mi intención poder
mirar más allá de este vínculo, no obstante a ello, le dedicaremos
un capítulo específico. Hablar de parejas, es remitirnos a los pri-
meros vínculos de nuestra vida dónde el binomio amparo—des-
amparo cobra su máxima reactualización. Uno puede sentirse
como el primer día de su vida, sin otros y consiente de esta situa-
ción.
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tes— que: “El que tendría que venir al psicólogo es el otro”. Sin
duda las personas que desarrollan —y cuidan— de su salud men-
tal pueden tomar consciencia de su sufrimiento de quien no lo
hace. Es necesario asumir que poseemos la capacidad para amar
pero también, de que podemos hacer sufrir, simplemente por ir
detrás de nuestro deseo.
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mosos paisajes, el disfrute de no sentir la “atadura” a nada ni a
nadie, una aparente expresión de libertad y en el transcurso de
su viaje va conociendo diversas personas con quienes comparten
algunos momentos significativos.
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La desesperación lo lleva a incurrir en un error en la ingesta de
plantas silvestres que practicaba asiduamente y al confundir una
variedad venenosa le implicará un desvalimiento gradual hacia la
muerte.
En el cuaderno personal deja el legado que resume el aprendizaje
en su aventura, frase que pasará a la historia del cine: “La felicidad
sólo es verdadera cuando es compartida”.
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La búsqueda de uno mismo
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acto mismo de establecer relaciones nos da la pauta de que sabe-
mos de qué se trata.
Entiendo las razones por las cuales nos cuesta dar cuenta de cómo
nos vinculamos, ya que el aprendizaje que realizamos se produce
a temprana edad sin mediar reflexión ni solemos recibir alguna
explicación al respecto.
59
ble.
60
otro como abusabilidad destacando que la imagen de sí, del cuer-
po propio y la capacidad de resguardo se encuentran alteradas
impidiendo el despliegue de conductas de defensa. Esta predispo-
sición es de carácter inconsciente, no advertida por el/la protago-
nista y sugiere que en su máxima expresión la persona violentada
no puede hablar de lo que sucede.
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El anhelo de una cultura única
Desde una mirada macro, a nivel cultural ocurre algo similar dón-
de existen grupos sociales más explotables que otros por encon-
trarse en un grado mayor de abusabilidad. Hablamos tristemente
de vidas que valen más que otras o de vidas que viven para servir
a otros.
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Si bien parece obvio, fue necesario frenar el exterminio de lo dife-
rente mediante algunas acciones globales y entre ellas surgió la ne-
cesidad de construir entidades que regulen el ejercicio de la fuerza
y promuevan la paz entre las naciones. Así nace la ONU como
también la Declaración Internacional de los Derechos Humanos
de 1948 considerándose un documento rector al cuál adhieren
muchos países y ha influenciado en la forma de diseñar marcos
normativos en los estados.
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Capítulo 3. Asumir el riesgo de vincularnos
Todos los días existe —al menos— una posibilidad para ampliar la
red de conocidos y dejarnos conmover por esa experiencia. Tam-
bién es posible —y recomendado— tomar distancia temporaria o
definitiva de los/las “estafadores vinculares” quienes intencional-
mente —o no— solo buscan saciar su interés y totalizan el encuen-
tro vincular con sus relatos, sufrimientos y éxitos.
Ser o no ser vinculable es una preocupación que todo el mundo
debiera tener como lo es alcanzar la felicidad y la realización per-
sonal. Ir al encuentro con otro(s) no debe ser la salida desesperada
de un no vínculo con uno mismo, por eso, hablamos de dos caras
de la misma moneda.
Esta condición “de ser uno mismo” o estar “con uno mismo” ins-
piró numerosos desarrollos teóricos. Se encuentran quienes se
posicionan en la idea de que la identidad es inalterable e inma-
nente a cada sujeto concibiéndolo como si fuera una semilla, afir-
65
mando que, la existencia de una potencialidad de ser no guarda
dependencia con el medio salvo como facilitador.
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cia. Se vive —sin saberlo— en una profecía autocumplida donde
lo vincular esta presente como discurso sufriente pero ausente en
tanto experiencia posible.
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sociales que potencien talentos o permitan nuevas oportunidades
para el desarrollo profesional-laboral. Muchos emprendedores no
logran visualizar el impacto negativo de su pobre actitud vincular.
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Por el año 2010, realizamos una experiencia grupal con personas
privadas de su libertad de 20-25 años en el marco de un programa
de asistencia psico-social coordinado por un equipo interdiscipli-
nario, dónde se planteó como dinámica jugar a juegos no conven-
cionales. Nos sorprendió la gran dificultad para jugar y la emer-
gencia de una fuerte incomodidad por tal motivo. La reflexión
que surgió al respecto era que no habían existido experiencias
concretas de juego por estar a temprana edad en situaciones de
desvalimiento social, deambulando con sus padres y/o hermanos/
as en la búsqueda de insumos para sobrevivir. Sin embargo, en al-
gunos, el fútbol, erigía como el único ámbito asociado a lo infantil.
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hace falta, aunque tienen la versatilidad (algunos más y otros me-
nos) de incorporar al juego nuevas ideas o personas allegadas. La
actitud vincular se hace tangible y comparten el entusiasmo que
se desprende del encuentro que, si bien difícilmente se acepten
cambios de las reglas en el inicio, a los minutos de habitar la esce-
na la apertura al cambio se ofrece espontáneamente. Los/as niños/
as no esconden su deseo, juegan a ser adultos, aunque no tienen
tanto interés por los adultos reales mientras juegan. El encuentro
entre niños evidencia una inmediatez de interacción entre pares,
que luego del paso del tiempo perdemos esa espontaneidad y nos
cargamos de prejuicios.
De la foto al mensaje
70
tas sobre papel. Lo que está en el mapa de papel es una represen-
tación de lo que estaba en la representación retineana del hombre
que hizo el mapa; y mientras preguntas más y más, lo que en-
cuentras es una regresión infinita, una serie infinita de mapas. El
territorio nunca entra por completo”.
Volviendo a las fotos, les cuento a los más jovenes que se elegía
cada imagen, especialmente antes de la captura, cuestión inversa a
la época actual, dónde primero se hace y luego se piensa que hacer
con ella.
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Necesidad de apuntalamiento
73
incentivar a su hijo a buscar nuevos apoyos incluso tener la con-
fianza de volver a los antiguos, de ser necesario. En las separacio-
nes vinculares, los padres e incluso la pieza dónde transcurrió la
infancia, son lugares habituales de “asilo emocional”.
La perspectiva de género
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El mundo social condiciona la construcción del mundo indivi-
dual por lo tanto también influye en el vincular. Para muchas mu-
jeres el apoyo en sí misma, en el colectivo feminista han sido la
oportunidad de elegir nuevas formas de ser recuperando la auto-
determinación en el devenir.
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En Argentina durante mucho tiempo circulo la frase “andá a lavar
los platos” cuando se consideraba que una persona no era idónea
para una actividad o daba indicadores de desconocimiento/igno-
rancia sobre un tema.
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pueden afrontar situaciones difíciles que requieran actitudes de
autoridad y poder”.
Por otro lado, las mujeres que desafían estas barreras pueden sen-
tir un enorme sentimiento de culpa o incomodidad —que el varón
no siente—por alejarse del rol esperado. Muchas mujeres/ madres
sufren una “doble jornada” restringiendo su desarrollo personal
para evitar ser miradas como “malas madres”.
77
cena dando cuenta que ya la había visto en la vereda en varias
oportunidades y le había gustado. Aquí un ejemplo de aprovecha-
miento de la vulnerabilidad social de la mujer joven inmigrante y
una clara “estafa emocional” y legal.
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La felicidad no está en los vínculos
Pedirle a un/a hijo/a que “haga feliz” a sus padres deslinda una
responsabilidad imposible de asumir como también reprocharles
a los padres lo que no han podido brindarnos.
Los vínculos son oportunidades de descubrimiento cuya expe-
riencia nos puede provocar momentáneamente un intenso bien-
estar imposible de lograr solitariamente. Rara vez nos reímos a
carcajadas estando solos.
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En todas estas actividades lo que diferencia es el lugar asignado
al otro. A partir de la actitud vincular nos encontramos y la par-
ticipación del otro mediante su capacidad de decir, hacer y hacer
sentir algo no previsto, será la sorpresa a lo que nos exponemos.
Por ello, vincularnos es animarnos a interactuar con algo nuevo
e inédito venciendo la inercia de quitarle la novedad al encuentro,
por asociarlo con experiencias previas. Diremos que el otro y lo
otro es irreductible a lo conocido y si continuamos escuchando
confirmaremos la diferencia entre lo conocido y lo que será inte-
resante conocer. A lo otro accedemos escuchando.
La imposición de la pertenencia
81
Por más que reneguemos, los otros nos recordarán los compro-
misos que se desprenden de pertenecer a un vínculo, veamos las
siguientes frases: “vos estás en pareja, no podemos vernos”, “vos
tenés una familia no podés seguir así”, “vos sos del enemigo, no
pueden vernos juntos”, “…es el cumpleaños de mi madre ¿Cómo
no vas a venir?”, etc.
82
es erróneo afirmar: “Con vos yo sería feliz” o “No serás feliz sin
mí”. Estos enunciados denotan no sólo una arrogancia particular,
sino que niegan la capacidad transformadora del vínculo.
83
Aunque se desmienta la presencia del otro, el otro no deja de exis-
tir sino que su comportamiento y su forma de expresión pueden
advenir en conductas disruptivas sin mediar un interés de esta-
blecer de acuerdos. Aquí podemos pensar el origen de muchas ac-
ciones terroristas en el mundo social como en el ámbito organiza-
cional. Es interesante la reflexión de Isidoro Berenstein cuando se
produjo el atentado a EEUU en el año 2001 dónde escuchaba que
muchas personas y medios de comunicación hablaban de una si-
tuación impensada, imposible de prevenir o de imaginarse. Frente
a esto, él dijo: “Todo lo contrario, fue una clara evidencia de que el
«otro» estaba pensando”.
84
presente en un estado de calma.
Según la Real Academia Española, la palabra confianza se asocia
a familiaridad y desde esta definición sería oportuno introducir
un concepto que el psicoanálisis vincular acuño como el opuesto
ajenidad.
85
pero no es la razón para olvidarse de la responsabilidad afectiva,
legal y social que nos implica vincularnos. La experiencia saluda-
ble en las relaciones no se logra por un buen acuerdo inicial, sino,
por la revisión continua y espontánea de ese acuerdo.
Entender al otro
Las parejas que se entienden muy bien no son aquellas que dicen
entenderse, sino quienes logran acordar amablemente lo que no
comparten.
86
El deseo de entender al otro también aparece en el vínculo pa-
dres-hijos, como puede ser la escena del bebé a los gritos con-
vocando algo, alguien dónde sus padres —sin saber— de qué se
trata, acuden a consolarlo. También encontraremos muchas de-
cisiones que no serán comprensibles desde una óptima personal
pero tendrán sentido para el otro que será oportuno respetar.
87
Un vínculo nos exige un cambio posición. De solteros a pareja, de
pareja a familia, de pareja a ex pareja, de hijo a padres, de padres a
abuelos, de compañeros a amigos, de amigos a pareja etc.
88
En los vínculos circula un poder muy significativo y la oportuni-
dad de influenciar en el otro es posible. Aunque esta situación, a
veces es la explicación del porqué se sostienen vínculos sin interés
en las personas que lo integran, simplemente, para lograr la satis-
facción del control sobre el otro.
89
padecimientos psíquicos sobrevinientes como la depresión. Tam-
bién muchos profesionales de la salud idealistas se quitan su vida
cuando se encuentran acorralados ante una realidad frustrante.
Podríamos afirmar que dejar librado a las personas a que “hagan
lo que quieran” no es sinónimo de felicidad sino todo lo contrario.
Estar vinculados nos protege de estos excesos, por la consecuencia
de pertenecer a un vínculo, una familia o un grupo de pertenencia
social cuál sea la ideología y las acciones. El otro nos “hace tope”
con su presencia, por lo que nos devuelve una resistencia salu-
dable para que nuestras acciones no prosperen, aunque eso nos
enoja.
90
El encuentro con el otro es un intercambio vivo. Si bien tiene
sabor a un comportamiento mejorable, es importante aceptarlo
como a una conducta posible entre otras. Dentro del impacto per-
sonal, considero destacar los siguientes desafíos en el encuentro
con otro.
Desencuentros
91
La capacidad de sorprendernos es una de sus principales caracte-
rísticas, por lo que es necesario mantener una actitud vincular que
conciba nuevas reactualizaciones de los vínculos que sostenemos.
A mayor “ceguera vincular” más posibilidad de sorpresas desesta-
bilizantes.
92
maré Sergio solicita asistencia en salud mental. En la entrevista,
refiere que suele utilizar el teléfono de su compañera que tiene
una excelente definición para tomar fotos de objetos destinados
a la venta online. Por curiosidad, indagó en sus conversaciones y
encontró una con un hombre dónde el diálogo contenía palabras
de fuerte connotación sexual. Decía Sergio: “no es ella” y agrega
“Claudia es muy correcta, no se le escapa una coma y a demás dice
cosas que me da vergüenza”.
93
Aceptar la ajenidad
94
comunicarse por teléfono con su pareja y sus hijos escalonando
–desmesuradamente— la demanda de atención.
95
“nos consumen” toda la energía y otras que nos colman de alegría.
También la ausencia del otro puede aliviarnos la vida como qui-
tarnos el incentivo de seguir vivos.
96
Capítulo 4. Los vínculos desde la complejidad
97
más amplio”. De esta manera nos alienta concebir una persona
inmersa en un contexto amplio, sujetada a una trama de relacio-
nes interpersonales que define como “los juegos de los vínculos”
siempre tensos —e intensos— en su forma de vivenciarlos. No hay
total armonía sino encuentros y desencuentros.
98
un vínculo. Acaso no te has preguntado ¿Qué vio esa mujer en ese
hombre? ¿Qué vio la jefa en ese empleado?
Se hace énfasis en los atributos singulares que destaca la cultura,
pero se deja de lado las tres variables esenciales que desarrollamos
en los capítulos anteriores: la actitud vincular, el trabajo vincular y
la capacidad para estar a solas.
99
La experiencia de vincularnos desde la complejidad es concebir
que un vínculo es siempre un fenómeno incompleto, inacabado,
que puede mermar su potencialidad de producción de nuevos
sentidos si se lo fuerza a un devenir específico.
100
tos me desencuentran con el otro? ¿Qué variables son del otro y
no mías? ¿Qué tiene el otro que me gusta? ¿Por qué no puedo estar
sin el otro? ¿Qué cosas se están repitiendo de un vínculo pasado?
Entre otras…
De la novedad a la ajenidad
101
rígidas o estereotipadas. El miedo a lo desconocido es entendible
porque no es posible dimensionar cuánto y cómo modificará a
uno mismo, por lo que se constituye como una amenaza integral
que se propaga en formato de pánico entre los pares. Para evitar
este fenómeno, se recomienda destinar un tiempo considerable en
compartir la visión y los argumentos que la sostienen y no apre-
surarse hasta lograr las condiciones de adhesión o rechazo. El re-
chazo no genera pánico, aunque si obstaculiza la implementación
de los cambios.
102
Luego de poder conversar sobre el desvío en los vínculos y en-
contrar algo del otro que no conocíamos —o que tal vez el otro
tampoco sabía de su existencia— es recomendable producir un
pivot: “a partir de ahora”.
103
Cabe realizar una salvedad sobre la nominación de mundo inter-
no, por parte de los autores que nos sugiere diferenciar un aden-
tro y afuera, realidad interna/psíquica y externa, lo que considero
necesario es dejar en claro que, al concebir un sistema psíquico
abierto en constante interacción no es posible determinar si un
fenómeno es totalmente propio de cada ámbito.
104
“¿Quién soy?”
105
muy bien”. También podría leer su DNI y me encontraría con el
nombre “Juan Manuel González” despertándome la inquietud so-
bre la elección por su segundo nombre para nominarse.
Como verán Manuel es todo eso y más, por lo que es evidente que
aquí ocurre la parábola de los ciegos y el elefante.
¿Qué es un elefante?
106
cia y de la lógica por lo cual pueden producirse fenómenos con-
trarios, fragmentados e independientes, incluso dentro de cada
ámbito.
Mundo singular
107
no existe correspondencia entre el sexo y el género. Género es la
construcción social y el sexo es la condición biológica. También
podemos cambiar de sexo, por ejemplo.
Ver la vida desde el mundo interno es verla de una sola forma po-
sible y cualquier información novedosa del mundo externo es vista
como una amenaza a un equilibrio.
108
cual se destacan los rasgos semejantes. Ante alguna diferencia, no
se provoca un conflicto, y queda bajo el “mal entendido” de que
somos” viejos conocidos”. A mayor silencio del otro (psico—fí-
sico—social—virtual) menor “ruido” vincular por lo tanto, más
rienda suelta al Yo para proyectar la escena deseada en él. El otro
es lo que el Yo quiere que sea. La escena muy gráfica son los padres
vinculándose con el/la recién nacido/a. Es necesario que sepan
“algo” pero no “todo” lo que le pasa como vimos en el capítulo 1.
Mundo vincular
109
desayuno armado en el lugar adecuado. También le dejo la canti-
dad de galletitas que debe comer. Luego le dejo juegos para media
mañana para ejecutarlos en orden, y hasta le dejo preparado el
almuerzo para ella también. Luego tiene que dormir una siesta de
20min, salir al parque y le dejo una caja con juguetes que pueden
ensuciarse y otros que se usan adentro de la casa. Después, para
la merienda ya tiene anotado lo que debe darle y el programa de
TV que debe mirar luego de las 17hs. Seguro debe llevarlo al baño
antes de las 18hs y le digo que ponga música y baile 2 canciones
de su personaje favorito… Cuando llego me encuentro toda la casa
desordenada, es un desastre, no hizo nada de lo que le dejé. No
me sirve”.
Mundo social
110
tas las personas. Habitualmente el grupo originario, la familia que
rodea, va advirtiendo de la adhesión a un sector social que define
la pertenencia del grupo al cuál se le deberá lealtad, el compromi-
so emocional y la participación cotidiana en distintas actividades.
111
son elementos que integran el acervo humorístico de los grupos,
cuando no, que explicitan posiciones de rechazo, de odio, violen-
cia y descalificación que supone que el grupo social comparte.
112
cual se suele buscar un compañero/a no supera las dos mil per-
sonas, lo que expresa —más o menos— los límites reales de la
comunidad que frecuentamos y que estamos dispuestos a elegir.
Existe un largo capítulo de la aceptación de las parejas por parte
de los padres y referentes originarios. Las películas como Aladín y
otras tantas de Disney muestran lo complejo que es elegir alguien
diferente a lo esperado por el grupo de pertenencia. También en
Romeo y Julieta dónde el amor surge entre ambas personas pero
el contexto de los grupos no permitía la legitimidad de la pareja
debido al enfrentamiento que sostenían ambas familias.
Mundo virtual
113
cuenta con una enumeración, pero al realizarse la copia, el pro-
grama que permite su lectura asigna una nueva numeración que
no coincide con la existente. ¿Cuál es la verdadera? Diferenciemos
lo originario de lo incipiente.
114
Particularmente, los sueños de angustia, aquellos que interrum-
pen nuestro descanso y condicionan el humor de las primeras ho-
ras de vigilia, cuando no, el día entero, no cabe duda que lo que
sentimos es real. Mientras dormimos, estamos viviendo emocio-
nes totalmente genuinas que muchas de ellas tienen correspon-
dencia con lo que sentimos o no pudimos percibir en el día, o que
nos conducen a los primeros años de nuestra vida. Es decir, los
afectos en el sueño nos afectan.
Estrés vicario
115
Luego del impacto, mientras las torres estaban en pie, las perso-
nas desesperadas que estaban en ellas, sin entender lo que estaba
pasando verdaderamente, pretendían desalojar las torres de cual-
quier manera. El fuego, los escombros, la altura dónde se encon-
traban y la gran cantidad personas en similar situación no favore-
cían la evacuación por las escaleras.
116
respuesta. Solo podemos discontinuar su reproducción y dejar de
difundirlas y recuperarnos del impacto emocional.
118
Capítulo 5. Escenarios vinculares posibles
Pirámide Vincular
Veremos que no todos los vínculos son iguales y por ello sugiero
establecer niveles de complejidad vincular —que no deben ser en-
tendidos por grados de importancia— destacando que el vínculo
humano es la relación más exigente en tanto las operaciones psí-
quicas que se ponen en marcha para sostenerlo en el tiempo, bási-
119
camente, porque participa otro humano con sus aciertos e incon-
sistencias. Lograr un buen desempeño junto a otros no es fácil, ni
definitivo, por lo que exige un mantenimiento continuo por lo que
conlleva una inversión psíquica de la que no siempre contamos.
La versatilidad psíquica nos habilita para poder transitar satisfac-
toriamente en todos los niveles pero por diversas razones, vamos
prefiriendo unos a otros.
120
Nivel bajo de demanda
121
tadas a la reparación emocional. Las personas que se encuentran
frustradas por la productividad o la tensión del día a día, deben
tomar distancia de los estresores para sentir un inmediato bienes-
tar. Durante la cuarentena se estableció una estrategia posible en
muchos hogares habitados por parejas con hijos dónde —algún
día —los adultos se turnaban para dormir en otro domicilio, cues-
tión difícilmente entendible en la vida pre—pandemia.
122
mentarias para recuperar la tranquilidad y disminuir el estrés. En
síntesis, podemos entrar y salir del vínculo cuando nos plazca, co-
menzar y terminar a nuestro ritmo constituyendo acciones opor-
tunas para recuperar control emocional y fortalecer la confianza.
El descanso de más de 8hs, de forma interrumpida y una alimen-
tación balanceada son comportamientos saludables que colabo-
ran activamente para que este nivel sea realmente una instancia
de reparación. En el deporte de alto rendimiento le llaman “entre-
namiento invisible”.
Para muchos, estar en soledad o estar con “uno mismo” son expe-
riencias dignas de bienestar, pero la encerrona que observo, es que
el verdadero disfrute de este estado se correlaciona con la poca
tolerancia a los otros o lo otro. Solos no debemos responder a na-
die…bueno, a nosotros mismos. ¿Qué tal esta relación?
Ya hace tiempo que las mascotas son parte de la vida de las perso-
nas y reciben múltiples cuidados que se extienden desde la satis-
facción de las necesidades fisiológicas hasta actividades estéticas
como la peluquería e incluso también se ofrecen servicios de asis-
tencia psicológica para mitigar el impacto emocional que provo-
can las ausencias de los dueños en tiempos prolongados.
Las aerolíneas han adaptado sus protocolos para que viajen las
mascotas y existen recomendaciones sobre “postear” fotos junto a
animales para “ganar” seguidores en las redes sociales.
123
Las mascotas también han sido indicadas como grandes colabo-
radores en el ámbito de la asistencia terapéutica (perros, caballos,
etc.) ya que facilitan la conexión con aspectos emocionales cuan-
do la dimensión cognitiva se encuentra comprometida o es nece-
sario desbloquear emociones.
124
puede hacerse desde la comodidad de un sillón mientras se sigue
mirando la serie preferida.
125
Nivel alto de demanda
126
En la comunicación virtual se toma como patrón de interacción la
respuesta pero también es posible no responder. Pero en el nivel
siguiente nos encontraremos que el tiempo de respuesta es clave.
Veamos la siguiente situación de una escena de pareja: “¿Vos que-
rés ir a lo de mamá esta noche? (Y luego de un de dos segundos
dice) “Siempre el mismo egoísta, sabía que no querías ir”. En esta
conversación el silencio en la respuesta habla por sí mismo, cues-
tión imperceptible en la mediatización de la comunicación. Algo
similar ocurre en el ámbito virtual al no responder estando en lí-
nea, ya que, se reactualiza la escena temida de no ser reconocido
por el otro, aunque pueden sospecharse más de un motivo por la
demora.
127
Es muy difícil explicar lo que significa un abrazo, lo que se siente
en una escena sexual, lo que se despierta cuándo nos damos la
mano. Recuerdo la anécdota en terapia intensiva que relata el Dr.
Paco Maglio —médico argentino— quién nos dejó un gran lega-
do sobre el vínculo con los pacientes: “En una oportunidad una
viejita (el diminutivo es cariñoso) me pidió que le tomara el pulso.
Miré el cardioscopio y sin acceder a su pedido, le dije: <tranquila
abuela, tiene 80, está muy bien>. Pero me seguía pidiendo que le
tomara el pulso y ante su insistencia le pregunto por qué, ya que la
máquina era muy confiable y me contestó: <es que aquí nadie me
toca>. La palpábamos pero no la tocábamos”.
El cuerpo es el escenario de placer, de dolor y es el vehículo para
interactuar con la realidad. El cuerpo impone su tiempo con su re-
loj siendo diferente el tiempo de la mente que incluso puede ade-
lantarse o regresar en la línea del tiempo. Sin duda, el vínculo con
uno mismo es esencial para continuar en el acto de vinculación.
Lo extraño es que el cuerpo sufre alteraciones y la mente puede
transitar en diferido ya que tienen el trabajo de procesar los due-
los que van ocurriendo. Es necesario alojar (en la adolescencia) el
cuerpo que nos toca, sentirnos a gusto con él y también despedir-
se de los diferentes cuerpos que habitamos a lo largo de la vida.
128
es el amor, ya que partimos de que las personas se exponen a una
experiencia no del todo nombrable. Sin duda el amor, es la aven-
tura más misteriosa de la humanidad que propicia nuevas e inédi-
tas formas de pensar, sentir y hacer.
129
Capítulo 6. Reconociendo vínculos seguros
131
La seguridad psicológica en los grupos
132
Cuando las personas silenciosas logran hablar siempre tienen algo
muy importante que decir, ya que complementan, suplementan o
interpelan lo que el/la “arrogante” no dice. De esta manera se rom-
pe el fenómeno de estar espiando “por una cerradura”. En conclu-
sión, si la persona con conductas arrogantes incorpora la mirada
ajena se conforma un compromiso compartido y de esta manera
es posible reducir la “ceguera” que se produce inercialmente cuan-
do nos auto-percibimos confiados o seguros.
133
“No sé”,
“Me equivoqué”,
“Necesito ayuda”,
“Disculpas”.
134
del establecimiento de la seguridad psicológica porque busca la
aceptación a costa de renunciar las ideas personales. Veremos lo
que la seguridad psicológica puede confundirse con las siguientes
conductas:
135
encuadre, las reglas de juego. Es fundamental considerar la vin-
cularidad como una experiencia transitoria y con posibilidad de
continuidad en el tiempo, pero debe ser más una consecuencia
que un objetivo. Es tan importante mantener vigente la actitud
vincular para ir al encuentro con los mismos vínculos como co-
nocer otros nuevos.
136
bien, lo que resulta novedoso de este juego es que sin establecer el
territorio, el juego deja de ser un entretenimiento para transfor-
marse en la búsqueda de un desaparecido.
137
de reorganizarse vincularme y evitar círculos viciosos que condu-
cen a vínculos tóxicos o enloquecedores.
La ley protege
138
Modalidades vinculares posibles.
139
Cabe aclar que son opuestos que siempre se presentan en el acto
vincular. La separación no es necesariamente desvinculación, lo
veremos más adelante.
140
En cambio, estar desvinculados es la situación dónde se suprime
la relación, mientras que separados es un posicionamiento posible
en el devenir vincular.
141
Debemos considerar una interacción móvil entre estos polos, lo-
grando lo que el filósofo alemán Arthur Schopenhauer llamó dis-
tancia óptima soportable.
Por ello, a los vínculos no hay que exigirles aspectos que debemos
lograr por nuestra cuenta, ya que la principal barrera de protec-
ción para no perderse en los vínculos, es saber que puede o no
puede ocurrir en ellos.
142
Resiliencia vincular
Es verdad que hay que estar con energía disponible para tolerar
los vaivenes propios de la vincularidad, porque atravesamos ins-
tancias de encuentros —y también desencuentros— que deben ser
vividos en la intensidad que se merecen y no más que ello.
El sufrimiento propio de los malos entendidos nos permite despe-
garnos de la fascinación del placer que nos provoca la vinculari-
dad. Diremos que la angustia temporal es un mecanismo protec-
tor y debemos aceptarla como una invitación para producir “una
pausa”.
143
Cuándo aplicamos el concepto de resiliencia a los vínculos, habla-
mos de resiliencia vincular, y nos hacemos la pregunta que toda
persona —tarde o temprano— se hace: ¿Estaremos juntos para
siempre?
144
El cristal es el polo de la organización psíquica dónde la informa-
ción es redundante, con adhesión a la repetición y reproducción
de lo dado. Las “mentes de cristal” presentan una rigidez tal que
un imprevisto o un cambio de planes se percibe como una amena-
za. La belleza que cuenta el cristal encierra una delicada fragilidad.
145
perspectiva). El vínculo se monta en un escenario cambiante que
nos exige reajustes constantes y para crear seguridad psicológica
proporciona un estado consciente de lo que acontece reduciendo
la probabilidad de sostener escenas deteriorantes y en el peor de
los casos, avanzar sin miedo hacia la desvinculación no agresiva.
Suspensión vincular
146
La suspensión vincular se ubica en polo de la separación y de la
diferenciación siendo el silencio, la principal conducta a seguir. Es
una invitación a disminuir los intercambios diarios sin perder el
buen trato y el registro del otro, pero quedando en suspenso aque-
llas concesiones que dan cuenta del lugar privilegiado sobre otras
personas.
147
Acordar los desacuerdos.
148
llegaron a casa de los amigos e intentó establecer una cierta com-
plicidad con los hombres de la casa. Todo eso lo dijo como si fuera
una broma”.
lIusiones en el vínculo
149
Esta situación es frecuente y se resuelve satisfactoriamente, ya que
el piloto está advertido de que sus sentidos pueden engañarlo.
Aquí la experiencia previa puede jugar “en contra”, ya que por ex-
ceso de confianza y haber sorteado diversas situaciones desafian-
tes, puede perderse la novedad de la situación que se le presenta.
150
Prevención de la desorientación vincular
Violencia psicológica
152
Misery escrita por Stephen King donde se plantea una interesante
historia que comienza con un siniestro automovilístico en medio
de una nevada. Un hombre queda herido, recibe alojamiento y
también asistencia médica de una mujer. La trama se vuelve más
atrapante cuándo el hombre recuperado decide continuar su viaje,
frente a lo que la anfitriona hará lo imposible para que no se mar-
che llegando a lastimarlo para sumergirlo en el estado de invalidez
con el que se encontraron.
1) Establecer reglas
2) Ejercitar conversaciones emocionales
3) Aceptar cambios de y en el vínculo
4) Asumir el riesgo de perder
3) Establecer objetivos compartidos
4) Divertirse
5) Incluir a otros
6) Aceptar la frustración y pensar a partir de ella
7) Pedir ayuda y aceptar consuelo
8) Reparar el daño emocional y aceptar el tiempo singular
9) Revisar juntos las reglas fundacionales
10) Volver a vincularnos en caso de desvinculación.
153
Si bien se establecen en orden, puede existir algunas modifica-
ciones en la ejecución. Todos estos tópicos sólo pueden llevarse a
cabo mediante el diálogo y como no siempre existe una adecuada
interacción será oportuno recurrir a la comunicación asertiva.
Menos es más
155
Es decir, algo así: “De todas las cosas necesito que prestes atención
a estas que te señalo como prioritarias”. Esta posibilidad favorece
la construcción de un contrato psicológico de reunión dónde pri-
me la estrategia de reciprocidad y la modalidad basada en la ama-
bilidad. Si se pierde en el camino, siempre es bienvenido cuándo
alguno la recupera como valor a cuidar.
156
Capítulo 7. El vínculo de pareja
157
Freud, aclaró que nunca estamos más vulnerables que cuando
amamos porque nos exponemos a la posibilidad de sufrir al ser
abandonados por la persona amada. Toda pérdida —o amenaza
potencial— le exige a la mente un gasto de energía por lo que es
comprensible que nos retraigamos y perdamos interés por lo que
acontece en el mundo. Estar en duelo, no es estar sólo, sino que es
un diálogo con una ausencia que se hace presente y toma por com-
pleto a la persona. Podemos saber a quién hemos perdido pero no
saber —con claridad— lo que hemos perdido con esa persona.
158
Existen ocasiones dónde algún integrante nunca llega a aceptar la
pérdida proponiéndose escenarios complejos —y complicados—
que propician conductas reivindicativas y deseos forzados de re-
conocimiento.
Desvincularse
Cuando “al final del punto final no le siguen dos puntos suspensi-
vos” dice Joaquín Sabina estamos frente a una desvinculación. En
lo vertiginoso de la interacción en la pareja puede ser que no se
perciba el momento justo de cuando se provoca y solo con poste-
rioridad, se logre identificar el punto de inflexión.
Existen muchos finales dentro de una relación y puede ser posible
159
volver a vincularse nuevamente. Lo auspicioso es que luego de una
ruptura comience una nueva forma de interactuar. Cabe destacar
que el opuesto del amor no es odio sino la indiferencia y mientras
exista un nivel de conflictividad aceptable, el vínculo continuará.
Veamos este pequeño relato que me facilitó una colega para tomar
dimensión de la complejidad que reviste una dinámica de pareja.
En la primera consulta la pareja comenzó a discutir sosteniéndose
esta dinámica por más de una hora. Luego la colega, consterna-
160
da por lo que había escuchado introdujo la idea de la separación.
La pareja comenzó a discutir con ella de lo inoportuno de su in-
tervención afirmando que era muy apresurado y determinante su
opinión y se marcharon indignados, pero en calma.
161
car momentos significativos de la vida. ¿Cómo olvidar lo que uno
fue? ¿Cómo sepultar esa persona que fuimos que nos gustaba ser
en la escena con otro?
Recuerdo graciosamente ahora —no cuándo ocurría— cuándo
mi padre sugería ubicar a las novias y novios en los extremos de
las fotos familiares aludiendo a la posibilidad de que en el futuro
no sigamos vinculados y sea posible recortarse los márgenes de la
foto.
Toda separación implica pérdida, aunque este vacío es una opor-
tunidad para seguir deviniendo en el tiempo y considerarlo como
experiencias de vida en un camino de transformación personal.
162
El vínculo de amor
163
El enamoramiento como aparente coincidencia
164
“Duele verte removiendo la cajita de cenizas que el placer, tras de
sí dejó…”; “... No soy yo ni tu ni nadie son los dedos miserables
que le dan cuerda a mi reloj” canta Sabina en su tema Amor se
llama el juego.
165
uno mismo”, la posición y forma desde dónde uno se comunica
como el cuidado de la imagen y la correspondencia con el canon
de belleza de la época, han sido estudiados como elementos que
influyen notoriamente en la elección y mantenimiento de una pa-
reja.
166
Las pasiones son formas impulsivas y excesivas de vincularidad
con algo o alguien. Esta evidencia de “irracionalidad” en un vín-
culo es habitualmente considerada como un indicador positivo
del compromiso emocional con una causa. La película argentina
“El secreto de sus ojos” encierra un enigma sobre el autor de un
femicidio, cuestión que obsesiona a los operadores judiciales que
investigan el caso. En la película se presenta una escena en un café
donde muestra a Sandoval (Guillemo Francella) conversando con
Benjamin (Ricardo Darín) sobre el perfil del homicida: “…el tipo
puede cambiar de todo, de cara, de familia, de novia, de religión,
de Dios, pero hay una cosa que no puede, cambiar de pasión”. A
partir de esta reflexión re— orientan la búsqueda por su elección
del cuadro del fútbol y logran interceptarlo en un estadio.
167
La diferencia entre el amor y la pasión según la psicoanalista Piera
Aulagnier no es un exceso emocional, sino que responden a lógicas
diferentes en función del lugar que se ocupa en el vínculo. Consi-
dera que la persona que ama pasionalmente desliga su responsabi-
lidad en la elección imponiéndose una obligación de permanecer
ahí, inclusive puede justificar con motivos absurdos su no influen-
cia en el otro. No es un problema sobre quién es la persona amada
y lo que hace, sino del lugar de poder absoluto dónde ha sido ubi-
cada. Situamos al otro en un lugar asimétrico y encontramos las
razones para ubicarnos debajo de él.
168
“elección ciega” que sumerge a la persona a un gradual desinterés
por su vida misma.
169
—la horrorosa situación— como un atenuante. Gracias a la lucha
de los colectivos feministas y diversidades se logró visibilizar que
el delito es la expresión extrema de la mujer como propiedad del
varón.
170
La incondicionalidad, no es amor
Aquí también nos enfrentamos con otro baluarte del amor ro-
mántico: la incondicionalidad. La idea “de que el otro esté siem-
pre” o “esté para toda la vida o esté donde quiero que esté” han
subestimado la complejidad del sostenimiento de los vínculos ya
que no es cuestión de poner “piloto automático” para cumplir este
mandato, sino trabajar arduamente por y en el vínculo, sin olvi-
darse de uno mismo.
171
La media naranja
Existe una falsa idea de que es necesario “saber todo del otro” y
muchas parejas no pierden tiempo y se comparten las historias
con sus ex parejas, inclusive hasta imágenes y videos. Sin duda,
con el tiempo toda esta información nunca servirá para fortalecer
el vínculo sino que será fuente de malestar cuando se presenten
inseguridades o inquietudes sobre la relación.
Saber demasiado del otro como idealizarlo son extremos que de-
bemos evitar ya que erosionan las bases de la fundación del vín-
culo. Estar en un vínculo no exige transparencia u obediencia ya
172
que se alimenta la ilusión del control sobre las personas. Hablar de
la historia amorosa es hablar del deseo, y aceptar que una persona
desee más allá de uno es el desafío que pocas personas logran ma-
terializar en su devenir. No entremos en ese juego.
173
que tenemos de pareja, aunque la motivación de su estado crónico
es a partir de un sufrimiento del cuál no es posible recuperarse
fácilmente.
Nada nuevo ocurrirá de esta manera sino no logramos un clima
de interacción óptimo, dónde los reproches se transformen en
ideas para lograr mejores acuerdos.
174
Sobre estas tres dimensiones logran –temporariamente— encon-
trarse las parejas, cobrando mayor protagonismo algún área en
función de la etapa que transiten como de la singularidad que la
constituye única e incomparable. De nada sirve extrapolar conse-
jos sobre dinámicas que funcionen en otras parejas.
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La culpa no la tiene la convivencia
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zo en la supervivencia socio—económica o en algunas situaciones
al cuidado de los hijos, quedando el vínculo de pareja subsumido
a estas acciones.
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La familia es un grupo riesgoso.
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existen leyes que regulan y sancionan, pero no ha alcanzado la
legalidad para evitar la comisión de abusos sobre mujeres y niños/
as, por lo que debemos continuar visualizando y concientizando
lo que es saludable y no, dentro de una familia.
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El primer ejercicio que les sugiero realizar es hacer consciente la
idea familia que se espera. Por un lado, encontraremos una fuerte
idealización de la familia de origen que servirá de modelo y exis-
ten quienes deseen continuar con el legado aprendido. Por otro
extremo, la familia de origen es percibida como el modelo no de-
seado por lo caótico, fragmentado e inclusive por el sufrimiento
vivido en la crianza. También en esta situación se idealiza la fa-
milia futura aspirando a que “sea todo lo contrario”, por lo que
se vuelcan expectativas de suma exigencia para lo que vendrá y
quitan al otro del vínculo de la participación.
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secretos, tabúes y aspectos “silenciados”. Es necesario registrar que
escenas, situaciones componen la dimensión de la desmentida, lo
que no hay que hablar o lo que no se puede mencionar. En caso
de hacerlo, verán como rápidamente todo el grupo reacciona vio-
lentamente y visceralmente expulsando aquel intento de enuncia-
ción. Sugiero visualizar y evitar ser el “chivo expiatorio” de encar-
nar el rol de quién saque “la basura debajo de la alfombra”. Nada
cambiará y será ubicado injustamente, en la persona disruptiva
del grupo.
Alianzas inconscientes
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Los vínculos y especialmente los de pareja se sostienen por lo
creen acordar, pero también por aquello que inconscientemente
prefieren no hablar. Este fenómeno se llamó alianzas inconscientes
y tienen igual o más injerencia en la regulación del vínculo.
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