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Honrar padre y madre, es honrar al mismo Dios quien es nuestro Padre Supremo. Como
mandamiento que se cumple, permite que Dios nos brinde su bendición para disponer de frutos
espirituales y temporales de paz y prosperidad; y en el largo camino hacia la Gloria eterna del Señor.
El ciclo de un padre empieza con el primer hijo y se repite con los siguientes e
incluso hasta con los nietos y termina cuando los hijos se olvidan de ellos.
Cuando un padre permanece en la mente, espíritu, alma, corazón y hasta en la
sonrisa de los hijos, él seguirá viviendo con tanta intensidad como la deseemos.