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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES


FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA

¿EN BOGOTÁ SE PUEDE SER LESBIANA?


NARRATIVAS ACERCA DE LA CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDADES LÉSBICAS EN
MUJERES QUE HABITAN LA CIUDAD DE BOGOTÁ

Trabajo de Grado presentado para optar al título de Magíster en Antropología

Por: Natalia Escobar Sabogal


Código 200810641

Director del Trabajo de Grado:

Zandra Pedraza Gómez

Bogotá, Junio de 2012


2

Tabla de contenido

1. Introducción ...................................................................................................................... 3
1.1.La elección de las identidades lésbicas como objeto de estudio y la pregunta acerca de
los procesos de construcción de identidades disidentes en la ciudad de Bogotá ............... 3
1.2.Antecedentes ..................................................................................................................... 6
1.3.Las fuentes de información, las participantes y el abordaje metodológico de sus
narrativas ........................................................................................................................... 7

2. Abordaje conceptual y Antecedentes Teóricos ............................................................ 11


2.1.Identidades lésbicas .......................................................................................................... 11
2.2.El estudio de las identidades ........................................................................................... 14
2.3.La deconstrucción de la matriz heterosexual: un aporte para el estudio de la
construcción de identidades lésbicas ................................................................................ 20
2.4.El Lenguaje como constructor de la realidad y la construcción social de las
identidades ........................................................................................................................ 23

3. Identidades lésbicas en Bogotá: límites y posibilidades .............................................. 25

3.1.Marco legal – Respuesta institucional .............................................................................. 26


3.2.Medios masivos de comunicación – Respuesta social ..................................................... 34
3.3.Georeferenciación: espacios de legitimidad para las identidades no normativas ........... 38
3.4.Organizaciones LGBTI y activismo en la ciudad ........................................................... 40

4. Re-construyendo identidades lésbicas: las voces de las mujeres ................................ 43

4.1.Del silencio y la invisibilidad ........................................................................................... 44


4.2.En Bogotá se puede ser lesbiana: nombres, representaciones e inscripciones
corporales ......................................................................................................................... 56
4.3.Lugares de existencia y disidencia ................................................................................... 72

5. Conclusiones ............................................................................................................................ 89
Referencias .................................................................................................................................... 94
Anexo 1. ........................................................................................................................................... 99
Anexo 2. ......................................................................................................................................... 102
Anexo 3. ......................................................................................................................................... 135
3

1. Introducción

1.1.La elección de las identidades lésbicas como objeto de estudio y la pregunta acerca
de los procesos de construcción de identidades disidentes en la ciudad de Bogotá
Este trabajo pretendió indagar en torno a dos ejes: el primero de ellos se centró en los
límites y posibilidades que ofrece Bogotá a las personas que construyen identidades diversas,
específicamente mujeres que tiene relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres; y el segundo,
se enfocó en las narrativas de mujeres con identidades lésbicas, que habitan la ciudad. Las
mujeres que construyen identidades desde sus existencias lésbicas1, se enfrentan a la tarea de
engranar el problema de su disidencia (no encajar en la “normalidad”) con los recursos
lingüísticos, culturales y los marcadores corporales de género disponibles en sus contextos y que
posibilitan lugares de existencia.
Esta inquietud inició con las siguientes preguntas: ¿Con qué recursos lingüísticos se han
configurado nombres y denominaciones para ellas? ¿Cuáles han sido los recursos culturales en
la construcción de los imaginarios y las representaciones sociales que circulan en torno a las
mujeres cuya opción erótica y/o afectiva son otras mujeres? ¿Cuáles son los marcadores de
género que se han inscrito en los cuerpos para validar las existencias lésbicas? Y en este
panorama, ¿a qué tipo de apropiaciones, negociaciones, resignificaciones y subversiones de
estos recursos y marcadores han acudido las mujeres en sus procesos de construcción
identitaria?
Elegir las identidades lésbicas como tema de investigación impone la confrontación con
la mirada de validación del otro, en este caso de la academia ¿Cuáles son los temas validos para
investigar? ¿Qué problemas son importantes y pertinentes para orientar un esfuerzo académico
en la construcción de conocimiento? ¿Qué conocimiento es válido construir? ¿Por qué estudiar
la vida “privada” de las personas? y ¿Cuál es el problema de las identidades lésbicas si en
Colombia se han equiparado muchos de los derechos de las personas LGBTI2?
Bogotá es una de las dos ciudades en el país que cuenta con una política pública para
personas que se autoidentifican como lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales y,

1
Se apela aquí a las identidades lésbicas en contraposición a la identidad lesbiana. hay mujeres con experiencias
lésbicas o, en otras palabras, mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres; no todas se
identifican dentro de la categoría lesbianas. se usa aquí, lésbicas, como adjetivo y no como sustantivo.
2
Alude a las iniciales de lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex.
4

una larga lista que las siglas LGBT3, no logran abarcar en su diversidad y complejidad. Bogotá
se caracteriza también por ser una ciudad receptora de diversas poblaciones. Pese a estas
características, no se puede olvidar que es una ciudad en un contexto de país, mayoritariamente
católico, de derecha, conservador, religioso. Aunque existen logros significativos y avances
legales relativos a la promoción de acciones afirmativas para la visibilización de personas
LGBTI, así como la reducción de la homofobia y el respeto por las diferencias, aún están
arraigadas en sus más acérrimas raíces la heterosexualidad como norma, la lógica dicotómica en
la comprensión de los otros y los grandes discursos institucionales en relación con la “buena
familia”, las “personas de bien” y la “sana constitución del hogar”, por mencionar algunos de
los discursos que prevalecen.
Por lo anterior, la elección de las identidades lésbicas como tema de investigación toma
sentido: ¿qué posibilidades reales hay en la ciudad para la construcción de identidades lésbicas?;
si bien es cierto que una de las campañas de sensibilización, que generó gran polémicas en el
país, en relación con la existencia de personas LGBTI contiene la frase: “En Bogotá se puede
ser lesbiana” la inquietud es ¿qué lesbiana se puede ser en Bogotá?
Dos aspectos caracterizan el problema que se plantea en este trabajo: uno de ellos es la
escasez de investigaciones no solo en la ciudad sino en el país, sobre los procesos de
construcción identitaria de mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres4; y
el otro tiene que ver con la visibilización social de mujeres con identidades lésbicas, proceso
muy valioso logrado a partir del activismo, el feminismo lésbico y el movimiento LGBTI. La
cuestión es que probablemente esta visibilización como forma de promover la inclusión, termina
generando nuevos estereotipos de representación que pueden ser válidos para algunas, tal vez
muy pocas y, generando diversas formas de violencia contra lo que no encaja en estos marcos de
inteligibilidad o invisibilizado otras formas de existencia. Es en este panorama donde cobra
relevancia la pregunta por los procesos mediante los cuales las mujeres construyen identidades
lésbicas. Este estudio busca a partir de la voz de las propias mujeres, nueve mujeres que tienen

3
Esta es la sigla que usa la política pública y la mayoría de organizaciones y ONGs que trabajan temáticas
relacionadas con las personas LGBTI. A lo largo de éste trabajo, se usarán las siglas LGBTI, para hacer referencias
a todo el conjunto de personas no heterosexuales, pero se reconoce posturas críticas actuales que señala que la L no
recoge a todas las mujeres no heterosexuales, que la T no abarca las diferencias como travestis, transexuales,
transgénero, por mencionar algunos puntos álgidos del debate.
4
A nivel de Latinoamérica, se destacan trabajos acerca de mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con
mujeres, México (Rodríguez, 2000), Chile (Herrera, 2007) y Argentina (Ferrary, 2007).
5

relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres y que habitan la ciudad de Bogotá, problematizar
las visiones prevalentes de las identidades lésbicas y las formas habituales de aproximarse a
ellas, en los nombres, en las representaciones y en los cuerpos validados para la existencia
lésbica.
En la práctica social, existe una multiplicidad de sujetos que no responden a la
concepción binaria hombre-mujer y cuyo deseo diverge de lo exclusivamente heterosexual, esta
realidad ha producido desde la teoría y el activismo el cuestionamiento de la noción del “sexo”
como un evento “natural”.
La emergencia en el panorama social de mujeres cuyas identidades, deseos y cuerpos no
encajan en la norma heterosexual 5 , problematiza las categorías fijas, naturalizadas y
dicotómicas. Los debates actuales de los sectores más críticos han abordado a las identidades
como una construcción social mediada por el lenguaje dejando de lado la comprensión de la
sexualidad como un evento inamovible y centrado en los opuestos; estos debates proponen, por
un lado, la apertura de las categorías identitarias y por otro, la eliminación de estas y la
construcción de nuevas formas de posicionamiento de las subjetividades (teoría Queer, teoría
posidentitaria6), que den cuenta de otras formas de construcciones identitarias.
Teniendo en cuenta que las identidades traspasan y transgreden la norma heterosexual y
que ciertos usos de la palabra, de los recursos culturales y de las representaciones corporales no
consiguen crear términos y lugares de validación para estas experiencias, surge la inquietud por
estos usos, recursos y representaciones. ¿En dónde radican los puntos de quiebre de las
construcciones identitarias no normativas? ¿A partir de qué y cómo se configuran estos recursos
lingüísticos, culturales y corporales en la ciudad, que sirven de soporte para la construcción de
identidades?
En este panorama se enmarca el problema de las (im)posibilidades, de los recursos
lingüísticos, culturales y de la normalización de los cuerpos en los procesos de construcción de
las identidades lésbicas: ¿cuentan las mujeres con los recursos necesarios para construir
identidades diversas, cuando los esquemas son tan restringidos y los marcos de comprensión
fijos, dicotómicos y naturalizados?
5
Siempre han existido, pero los movimientos sociales y el surgimiento de la lesbiana como identidad y la lucha por
los derechos, hacen que salgan del plano privado al escenario social.
6
Estos debates tienen un alto carácter de sofisticación y no están disponibles sino para un pequeño grupo de
mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres; los desarrollos conceptuales y académicos, como
parte del capital cultural no son accesibles para todas las mujeres.
6

1.2. Antecedentes
Las líneas de debate que orientan la investigación en Colombia sobre las identidades han
tomado diversas direcciones, entre ellas se encuentran las perspectivas encaminadas a la
construcción de los discursos médicos (Tovar y Brigeiro, 2006), la construcción de un saber de
la sexualidad enfocado en la biopolítica (Pedraza, 2006), la comprensión de las mujeres en
relación a la sexualidad (Castellanos, Esguerra, Santa y Botero, Sevilla, 2006), los derechos y
políticas sexuales (Sanabria, Serrano, Sánchez y Esguerra, Castilla, Céspedes, 2006), las
identidades de género (Rodríguez, García, Velandia y Bustamante, 2006) y las representaciones
sociales sobre la sexualidad (Rodríguez y Melo, 2006).
Si bien la investigación en Colombia sobre las personas LGBTI ha venido en aumento,
específicamente los estudios sobre las lesbianas no han tenido un desarrollo muy prominente:
Muchos de los estudios se han enfocado en temáticas relacionadas con la reivindicación de los
derechos. Se pueden rastrear algunos trabajos que abordan el tema de la construcción identitaria
de las lesbianas en Colombia, pero aún es un campo que requiere e impone la necesidad de un
trabajo más profundo7.
De estos estudios, interesa especialmente el de Esguerra (2006) quien examina la
construcción mediante el lenguaje de un sujeto lésbico colectivo y sigue la ruta de los actos de
habla que construyen una serie de relatos para nombrarse como “nosotras” y que configura las
identidades lesbianas. Este estudio se centra en la construcción social de las identidades y el
impacto de darle un nombre a sus experiencias de vida: lesbianas. Esguerra señala que
nombrarse, construye desde la palabra la existencia social de un grupo innombrable y plantea
que los actos de visibilización pasan por la enunciación, dejando abierta la cuestión por el tipo
de identidades que se construyen fuera de estos espacios para ser nombradas. Este estudio, cuya
importancia en innegable como antecedente, sí permite formular algunos cuestionamientos
¿Cómo configurar un lugar de existencia al no pertenecer a un grupo, al no contar con los
recursos desde la participación en el activismo y qué sucede con las construcciones identitarias
que no pasan por la existencia social enmarcada en la pertenencia a un grupo o sector?

7
Una sistematización más amplia sobre los archivos y fuentes documentales que aportan información sobre la
diversidad, la orientación sexual y la identidad de género en la ciudad, se realizo en el proyecto de investigación
realizado por el Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género – GIEG, de la Universidad Nacional de Colombia.
La investigadora principal del proyecto fue Nancy Prada Prada; el resultado de este trabajo es una base de datos de
consulta virtual. Ver: http://fuenteslgbt.com/.
7

Otro estudio importante en Colombia es el de Estrada (2009), un antecedente valioso ya que


caracteriza los recursos discursivos que han usado personas con identidades no normativas para
explicar sus preferencias eróticas. Estrada señala que las comprensiones dominantes sobre la
sexualidad y el género, “posibilitan algunas narraciones identitarias e imposibilitan otras,
reproduciendo a menudo, fobias instauradas desde la lógica heterosexual dominante” (pp. 653),
y concluye acerca de la investigación desde las narrativas de las propias personas con
preferencias eróticas no hegemónicas:
Las conversaciones… se pueden caracterizar como procesos dialécticos y hermenéuticos de generación
de sentidos que se reinterpretan, privilegiando la riqueza de las autonarraciones, buscando la inclusión
coherente de sucesos inicialmente excluyentes, recurriendo a giros, evocaciones, énfasis, analogías y
preguntas abiertas que les permiten, a pesar de las contradicciones, generar una narrativa de self, de
acuerdo con las exigencias del mundo moderno y a la vez, reescribirla respondiendo a la necesidad de
generar un discurso contrahegemónico, que abogue por imaginarios menos excluyentes y
homogenizantes. (2009, pp. 670).

1.3. Las fuentes de información, las participantes y el abordaje metodológico de sus


narrativas
En consonancia con los aspectos teóricos de esta investigación se acudió a la etnografía
como metodología que orientó este trabajo. Guber señala que “como enfoque la etnografía es
una concepción y práctica de conocimiento que busca comprender los fenómenos sociales desde
la perspectiva de sus miembros” y además indica que es “el conjunto de actividades que se suele
designar como “trabajo de campo” y cuyo resultado se emplea como evidencia para la
descripción” (2001, pp. 12 y 16).
Para la producción de datos, que se oriento en primer lugar en la búsqueda de información
que diera cuenta de los límites y posibilidades que ofrece la ciudad para la construcción de
identidades diversas y, en segundo lugar, en las narrativas acerca de la construcción de identidades
lésbicas en mujeres que habitan Bogotá, se emplearon las siguientes técnicas: la entrevista en
profundidad, la observación etnográfica8 y la revisión y consulta de otras fuentes.
Se utilizó la entrevista cualitativa en profundidad, no estructurada y no directiva. Las
entrevistas abordaron las historias de vida con énfasis en los procesos de construcción identitaria en
nueve mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres y que habitan la ciudad de
Bogotá; la entrevista fue guiada por los siguientes ejes: recursos lingüísticos -la percepción de

8
Las entrevistas se realizaron entre Noviembre de 2009 y marzo de 2010 y, tanto la observación participantes como
la revisión de otras fuentes de información, fue un proceso continuo que se desarrolló entre el 2009 y el primer
periodo de 2012.
8

nombres y denominaciones social de las identidades no heterosexuales-, los recursos culturales a


los que acuden estas mujeres para su construcción identitaria y el cuerpo como lugar de inscripción
de los marcadores de género (Para ampliar información sobre el instrumento, ver Anexo 1.). Para
Taylor y Bogdan (1987), las entrevistas cualitativas en profundidad se caracterizan por ser uno o
varios encuentros cara a cara, que se llevan a cabo entre el investigador y los participantes. El fin de
estos encuentros se centra en la comprensión de las perspectivas que tienen los entrevistados
respecto de sus vidas, experiencias y/o situaciones. La característica esencial de esta técnica es la
experiencia narrada siguiendo el modelo de una conversación.
La segunda técnica utilizada en la recolección y producción de datos es la observación
etnográfica, la cual se realizó: en algunos lugares de encuentro en Bogotá referidos por las
mujeres, en los espacios de construcción de agendas lesbianas promovidos por la Alcaldía
Distrital y a partir de la participación en encuentros, seminarios y conferencias que abordaron
temáticas relacionadas con la población LGBTI desde la academia y el activismo.
Finalmente se acudió a otras fuentes de información como periódicos (el Tiempo y El
Espectador), revistas (Semana, Kien&ke), crónicas y entrevistas (Caracol), noticias (Caracol y
RCN) y diversos espacios virtuales relacionados con temáticas LGBTI; como herramientas para
identificar algunas características del contexto social que habitan las mujeres participantes, ya
que los trabajos de investigación sobre el tema son muy pocos.
Para la interpretación de los datos obtenidos se utilizó el análisis de narrativa. Siguiendo
a Ricoeur (1995), la narrativa es una forma de construir sentido por medio de la descripción y
análisis de los datos biográficos. Es una reconstrucción de la experiencia, por la que, mediante
un proceso reflexivo, se da significado a lo sucedido, vivido o experimentado. Las identidades,
se entiende aquí, son un acto retórico de comunicación y diálogo realizado en un contexto, con
unos valores de interlocución definidos por los protagonistas del diálogo (Bakhtin, 1981). Las
identidades son abordadas en este estudio como narrativas cuyo sentido puede ir siendo develado
gracias a la conversación. Desde esta perspectiva, se buscó hacer una aproximación a las
identidades lésbicas para explorarlas y comprenderlas a partir de las narrativas de las personas
sobre sí mismas y su contexto.
Las nueve mujeres que colaboraron con sus historias de vida en esta investigación fueron
seleccionadas algunas por lazos de amistad previa y las otras por referencias de personas
conocidas, proceso que se conoce técnicamente como bola de nieve. Se contó con algunos
9

criterios de inclusión: que fueran mayores de edad y hubieran salido de la tutoría paterna, que se
autoidentificaran como mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres
(lesbianas, mujeres gays, homosexuales, entre otros) y que habitaran la ciudad de Bogotá. A
continuación se presenta la caracterización de las participantes9 (Para ampliar la información
sobre los perfiles, ver Anexo 2):

Nombre Edad Estrato Nivel académico Ocupación


Ingeniería Química - U.
Camila 34 3 Jefe de Control – Laboratorio
Nacional
Tecnóloga en Artes –
Yadira 39 4 Talleres – Independiente
Academia de Artes Guerrero
Eloísa 27 3 Psicóloga - U. Sabana Desempleada
Mónica 46 3 Bachiller Flores
Adriana 31 3 Bachiller Jefe de facturación - Multinacional
Universitaria - Artes Plásticas
Carolina 24 3 Estudiante – asistente de investigación
y Visuales – U. Distrital
Ingeniería Industrial – U. de
Blanca 38 4 Alcaldesa de Chapinero
los Andes
Antropología – U. de los Gestora de la Localidad Teusaquillo
Catalina 28 4 10
Andes (SDH ) y docente
11
Sandra 24 4 Ciencia Política – U. Nacional Servidora pública CIO-IDPAC

La exploración de la construcción de identidades no normativas se realiza a partir de tres


categorías de análisis: los recursos lingüísticos, los recursos culturales y el cuerpo como lugar de
inscripción de la “verdad” sobre el género y la sexualidad. En relación con los recursos
lingüísticos, se exploran en las narrativas, las formas de nombrar a las mujeres que construyen
identidades lésbicas, tanto los silencios y los nombres que ellas percibieron y perciben de sus
contextos sociales, como los nombres que llegan a apropiar para sí. En esta categoría se analizan
aspectos relacionados con los actos de habla (Butler, 1997), ¿Qué se nombra? ¿Cómo se
nombra? ¿Con qué intencionalidad? ¿Cuáles son los usos de la palabra para nombrar y
representar a las personas con construcciones identitarias disidentes? ¿Cuáles son los marcos del
lenguaje que validan socialmente la “buena” existencia lésbica?
Así se reconstruyen en las narrativas de estas mujeres los lugares de (im)posibilidad
desde el lenguaje como mediador en la construcción de las identidades: algunas desde lugares
de abyección que las demarcan como “otras” sin nombre y fuera del orden social nombrable; las
otras desde lugares de exclusión y rechazo: disidentes, diferentes, nombradas a partir del odio y

9
En algunos casos se cambiaron los nombres de las mujeres a petición de ellas.
10
Secretaria Distrital del Hábitat
11
Casa de la Igualdad de Oportunidades – Instituto Distrital de la Participación – Secretaría de Gobierno
10

del miedo que genera la subversión de la norma; y unas más que desde prácticas y performativas
han subvertido los nombres, mediante ciertas estrategias y recursos que les han permitido
hacerse un lugar, transformar el silencio en nombre y el nombre del rechazo en lugar de
legitimación.
La segunda categoría de análisis, los recursos culturales, explora la pregunta por las
herramientas y elementos de la cultura que representan y configuran la realidad como producto
de una construcción social mediada por el lenguaje: ¿Cuáles son los recursos culturales
existentes en la ciudad y que han hecho parte de los proceros de construcción identitaria de las
mujeres participantes? ¿A qué recursos pueden acudir las mujeres para construir sus identidades
cuando están por fuera del criterio normalizante?, ¿Cómo se apropian de los recursos existentes,
como los asumen, los rechazan o los resignifican? Aquí se tuvo en cuenta, por un lado, la
influencia del discurso religioso en un país mayoritariamente conservador, moralista y en el que
la “buena familia” demarca la forma tradicional y más aceptable de configurar relaciones
eróticas y/o afectivas y, por otro lado, las transformaciones del país, los avances legales, la
existencia en la ciudad de una política pública, de centros para la diversidad, de campañas para
la sensibilización y la reducción de la homofobia, de los medios y la construcción de
imaginarios y representaciones sociales acerca de esos “otros”, el movimiento LGBTI, la
academia, el feminismo, entre otras, que para algunas de estas mujeres se consolidan en recursos
válidos y accesibles y para otras, no hacen eco de su construcción identitaria.
Y como tercera categoría: el cuerpo como lugar de inscripción de la “verdad” sobre el
género y la sexualidad. Los estudios de cuerpo han avanzado de manera significativa y han
producido en la teoría social el reconocimiento del carácter corpóreo de la vida humana, “el
cuerpo ha abandonado el terreno de lo natural, pasa ser una más de las tareas culturales
contemporáneas y que involucra de forma directa, cotidiana e inapelable la condición individual
tanto como la social” (Pedraza, 2003). Se asume aquí el cuerpo como una construcción social,
no ya el cuerpo del discurso médico moderno, no el cuerpo que podía ser diferenciado
dicotómicamente a partir del sexo como dato “natural”, pero sí un cuerpo que se configura a
partir de diversos discursos, pero que también ha sido idealizado desde ciertos marcadores de
“normalidad” ¿Qué aspectos de la normalización del cuerpo entran en conflicto con sus
procesos de construcción identitaria?¿Qué les implica a estas mujeres subvertir los cánones
corporales que aprendieron para la feminidad? ¿Cómo lo resignifican?
11

2. Abordaje conceptual

Esta investigación considera que las identidades 12 lésbicas, son múltiples, complejas y
variables. Bajo esta premisa se reconoce la necesidad de generar conocimiento en torno a la
existencia de diversas formas de configurarse identitariamente. Por esto, se acude aquí a
herramientas conceptuales que permitan engranar los abordajes críticos de la identidad, la
mediación del lenguaje en los procesos de construcción identitaria, las propuestas que han
abordado la esencialización de las categorías sexo, género e identidad, el reconocimiento de una
matriz heterosexual normativa y los intentos por deconstruirla, los avances teóricos del concepto
de género y sus consecuentes logros en hacer evidente la limitada lógica dicotómica y resaltar
variables que se concatenan en la construcción de las identidades (la raza como categoría de
poder, la heterosexualidad como institución-régimen político, las políticas y gestiones de la
diversidad, los contextos culturales, entre otras). Se acude para este fin, a conceptos como
tecnologías del sexo, tecnología del género, performatividad, heterosexualidad obligatoria,
construcción social de las identidades y el lenguaje como constructor de realidad a fin de
abordar el estudio de la construcción de las identidades de mujeres que tienen relaciones eróticas
y/o afectivas con mujeres -no desde una identidad lesbiana que responde a representaciones
sociales estereotipadas- sino desde múltiples posibilidades de existencias no heterosexuales.
Para ello se esboza un recorrido por los diversos debates que han surgido en torno a las
categorías “sexo”, “género” e “identidad”; y se aborda la deconstrucción de la matriz
heterosexual, como un aporte para el estudio de la construcción de identidades lésbicas, se
revisan los diversos planteamientos que han cuestionado la universalidad de la matriz
heteronormativa sexo-género y los aportes de estos debates en el estudio de las construcciones
identitarias de mujeres que tiene relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres.

2.1. Identidades lésbicas


¿Cómo abordar conceptualmente el estudio de la construcción de identidades lésbicas? Este
trabajo, de entrada enfrenta el problema de la identidad versus las identidades:
A diferencia de otros, que parecen tener claro cómo han de conjugarse los verbos en el momento de aludir a
las minorías sexuales, yo siempre he tenido dudas, cómo no, sobre si hablar de lo gay o de lo lesbiano con

12
En oposición a la identidad, entendida esta como fija, única, estable, naturalizada y dicotómica, como se señalo
en la introducción.
12

minúscula y en primera persona del singular o en cambio con mayúscula y en primera persona del plural.
En suma si hablar de los Gays o del gay, de las Lesbianas o de la lesbiana, si referirme a la Homosexualidad
o a las homosexualidades, a la Identidad o a las identidades(…) Las dudas sobre utilizar una u otra expresión
(o mejor dicho conjugación) no hacen otra cosa que ilustrar las enormes tensiones entre el “Yo” y el “Ellos”
entre el “Tú” y el “Nosotros”, entre el “Ser” y la “Razón de ser”, en resumidas cuentas, entre la conciencia
individual y la conciencia colectiva, entre el Sujeto y la comunidad” (Vélez-Pelligrini, 2008: 42, 43).

Las posturas más críticas en los estudios de género, el cuerpo y las identidades (teoría de
género, teoría queer, teoría posidentitaria, estudios subalternos, teoría de las prácticas, teoría de
la autoconstrucción reflexiva), han cuestionado la perspectiva naturalista del sujeto de la
modernidad, poseedor de una identidad única, fija e invariable. Dicha crítica se consolida a
partir del intento por caracterizar las dificultades que enfrentan los grandes discursos de la
modernidad, señalados a través de diversas vertientes de pensamiento: Foucault, Deleuze,
Derrida, Lacan, Butler, Preciado, por mencionar algunos. En esta vía se enfoca en descubrir la
diversidad y reconocer la existencia del otro, en este caso de las otras, en tanto diversas,
mediante el desarrollo de teorías que intentan explicar los cambios que evidencian sujetos que
trascienden y transgreden cualquier tipo de idea de naturaleza, género e identidad bipolar
(masculino/femenino) para crear distintas posibilidades de existencia. Se abre campo para que
los sujetos se narren y construyan mediante diversas prácticas que posibiliten la permanente
construcción de alternativas de ser. Los estudios de las identidades se han desarrollado en
diversas áreas y a través de distintos discursos en las ciencias sociales y han avanzado a una
concepción transdiciplinar.
Este trabajo opta por reconocer que la construcción de las identidades está mediada por
el lenguaje y propone recuperar este proceso a partir de las propias voces de mujeres que tienen
relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres y que configuran diversas posibilidades de
existencia, sin pretender desarticular sus narrativas de la dinámica social, de sus contextos y de
su interacción con los grupos de referencia o de no pertenencia.
Esta elección responde a la necesidad de analizar, dar cuenta de los procesos de tensión
que evidencian las narrativas de las mujeres, con miras a la desarticulación y deconstrucción de
una identidad lesbiana única y dicotómica. Única, a partir de la visión de “comunidad”13 que ha

13
LGBTI, donde la L, lesbianas, agrupa a todas las mujeres que tienen relaciones sexuales y afectivas con mujeres.
esta configuración de “comunidad” a la vez que genera formas de inclusión en lo social, genera nuevos procesos de
discriminación, silencio e invisibilización. Hay múltiples, complejas y diversas formas de construcción de
identidades lésbicas, algunas ni siquiera pasan por nombrarse lesbiana, como se verá en algunas de las narrativas de
las participantes en este trabajo. No se descarta aquí la importancia del nombre, su función política y reivindicativa
y los logros legales y simbólicos obtenidos por el activismo y el movimiento LGBTI.
13

generado las luchas por la reivindicación de los derechos; y dicotómica, 14 desde las
representaciones sociales, visuales e imaginarios construidos por los discursos normativos, para
(des)legitimar posiciones identitarias no heterosexuales.
Se siguen en este trabajo los planteamientos que reivindican “la afirmación, no de una
identidad “esencializada” (que acaba convirtiéndose en un régimen disciplinario equivalente al
impuesto por el de la heterosexualidad obligatoria), sino de las “identidades” gay, lesbiana 15 y
transexual, en su diversidad interna” (Vélez-Pelligrini, 2008: 21). La existencia de “mujeres”16
cuyas identidades, deseos y cuerpos no encajan en la norma heterosexual ni en las
configuraciones normativas que definen el deber ser para una lesbiana, promueve la
pluralización de la categoría fija, dejando de lado la comprensión de una única identidad
lesbiana, centrada en los opuestos y esencializada, por una categoría más amplia e inclusiva:
identidades lésbicas, cuya primordial connotación se enmarca en el hecho de ser identidades
subversivas.
Las identidades se construyen en el lenguaje y a partir de los recursos que se encuentran
a disposición, estos instauran la legitimidad social. Esta tarea se dificulta en existencias no
heterosexuales, ya que no son nombradas, representadas o reconocidas socialmente en igualdad
de condiciones: ¿Qué pasa con las identidades lésbicas teniendo en cuenta que éstas se
construyen a través de recursos que dificultan las posibilidades de ser reconocidas
legítimamente?

14
La representación tradicional de la lesbiana, ha sido también una construcción dicotómica, centrada en la
bipolaridad de la pareja Buthc/Femme. “Una lesbiana butch es una lesbiana que encarna, social y privadamente, el
rol masculino, y su aspecto, su indumentaria, su forma de comportarse, etcétera, son percibidas como masculinas.
Una Lesbiana Femme es lo contrario: una lesbiana femenina, el contrapunto de una butch” (Gimeno 2007: 265).
Podría decirse que es un formato actualizado de la heterosexualidad normativa, con la característica de darle un
lugar de abyección a la lesbiana Butch y cierto modo de inteligibilidad a la femme. La femme como forma de
posibilidad para una lesbiana se asocia con el lesbian chic “la lesbiana convertida en un bien de consumo
capitalista, es una lesbiana inofensiva y semipornográfica” (Gimeno, 2007: 265).
15
Como se señalo en la introducción, en este estudio le elige el tratamiento de las identidades de mujeres que tiene
relaciones eróticas y/o afecticas con mujeres, como identidades lésbicas, apelando al usos del adjetivo en la
descripción de sus experiencias y no del sustantivo como elemento que define el ser.
16
Con las comillas se quiere poner en tensión (como ya lo han hecho los aportes del black feminism, la teoría
feminista crítica, los estudios subalternos, la teoría queer) la categoría “mujer” como igual a heterosexual, blanca,
occidental, clase media. No hay una única “mujer”, hay múltiples construcciones identitarias y corporales, cruzadas
no solo por el género sino que también por la raza, las condiciones socioculturales, la nacionalidad, por mencionar
algunas variables; algunas mujeres subvierten los marcos normativos y sugieren la necesidad de ampliar los
registros de comprensión: hay mujeres lesbianas, hay mujeres transexuales, transgeneristas, hay mujeres
intersexuales, hay mujeres trans lesbianas, hay múltiples formas de configurarse mujeres y múltiples formas de
construir identidades, hay personas con identidades lésbicas que prefieren no categorizarse como mujeres ni como
lesbianas.
14

2.2. El estudio de las identidades


Identificar el problema de la construcción de identidades nos remite a la modernidad,
que dejó como herencia una perspectiva naturalista y universalista del cuerpo, a partir del
establecimiento de una matriz binaria y opuesta del sexo: hombre/mujer. En esta lógica de
comprensión dicotómica, son las diferencias anatómicas de los cuerpos –separados por sus
características fisiológicas- las que determinan la identidad como categoría inamovible, definida
y totalitaria: se nace hombre o mujer y en consecuencia se tiene que actuar. En la actualidad, las
trasformaciones sociales, evidentes en sujetos que construyen, modifican las prácticas y
agencian sus identidades con el fin de transformar las estructuras establecidas y hacerse un lugar
en el mundo, han problematizado esta concepción binaria (Bourdieu, 1991 y Giddens, 2000).
La inclusión en las agendas políticas y académicas de temáticas relacionadas con las
personas LGBTI, ha producido una buena cantidad de categorías para su análisis y tratamiento,
pero también ha cuestionado, deconstruido y resignificado los marcos de comprensión
tradicionales para la inteligibilidad de esos otros que no encajan en la norma heterosexual. Este
no ha sido un proceso fluido, sino que ha chocado con resistencias y rechazos de diversos
sectores.
Dos categorías que han aportado en la producción de conocimiento acerca de las
personas LGBTI son: identidad de género y orientación sexual 17 . No podría decirse que el
debate está zanjado y que hay definiciones con punto final en relación con estos marcos de
análisis. Si bien el ejercicio académico y el activista ha permitido -a partir de las posturas más
críticas como la teoría feminista, la teoría de género, la perspectiva genealógica foucaultiana, el
posestructuralismo, el deconstruccionismo, los estudios de gays y lesbianas y la teoría Queer-
desencializar categorías como sexo, género e identidad.
El surgimiento de estas dos categorías, identidad de género y orientación sexual, impone
un análisis cuidadoso, ya que suponen una separación entre la configuración identitaria –que en

17
En relación con la categoría orientación sexual, Castellanos (2003) evidencia el debate entre quienes usan el
término orientación, desde una perspectiva innatista, y quienes usan el término opción sexual -acentuando que la
orientación es el resultado de una decisión-. La postura teórica en este estudio opta por la categoría deseo
(heterosexual, homosexual, bisexual, y que no se agota en estos tres sino que permite una multiplicidad de
variaciones y matices) y reconoce que éste, es también resultado de una construcción. Se usa aquí deseo, evitando
usar opción sexual, orientación sexual, preferencia sexual, elección sexual, categorías que se encuentran en
constante debate.
15

su acepción más tradicional posiciona las identidades de uno u otro lado del género: hombre o
mujer- y el deseo. Cuestionar las concepciones binarias de las identidades ha llevado a señalar
que una identidad de género específica no necesariamente le corresponde un deseo heterosexual
y ha posibilitado la comprensión de otras formas de organización del deseo.
¿El problema de la construcción de las identidades radica en las lógicas de interpretación
y significación del género o se trata de un tema relativo al deseo sexual? Para esta investigación,
la construcción de las identidades lésbicas no es entendida como un problema específico del
deseo, adscrito éste al ámbito de lo privado y enmarcado en los logros legales en relación con el
reconocimiento de ciertos derechos para parejas del mismo sexo; es más bien un problema que
tiene que ver con los procesos de silenciamiento e invisibilización de las identidades no
normativas, es decir, con las formas de visibilizar representar y nombrar, así como con la re-
esencialización de las identidades y cómo a partir de ello es posible constituir una identidad no
heterosexual:
…Ocurre una cosa, es que a unos estudiantes , yo les estaba enseñando como construir una problemática,
y uno de los chinos dijo que el problema era que la gente LGBT ahora hablaban tanto del tema que
generaban odio en los heterosexuales, porque el tema era muy visible, para mí fue como ¡uy! ¿Cómo así?
Entonces el mal dijo: si, es que uno se mama de escuchar hablar tantas maricadas; entonces el man dijo:
maricadas, y todo el mundo se murió de la risa en el salón y yo: oiga no espere, el tema acá es que hasta
que no se restituyan todos los derechos, y me paso una cosa muy curiosa: “ellos van a seguir peleando
por”, aún así con la manilla puesta, eso fue hace dos semanas… yo le conté esa noche a mí pareja, llegue
acá y le dije: oye yo soy una gueva gigantesca, cuando el chino dijo esto, yo le dije que no, que hasta que
no se restituyeran los derechos, ellos, o sea (yo no me nombre dentro de esos ellos) van a seguir luchando
por sus derechos y están en todo su derecho de hacerlo, tienen toda la necesidad de hacerlo… Ese día
llegue acá, yo llame a mi pareja apenas salí de la universidad, le dije: oye soy una gueva, hable de ellos,
de esos maricas de allá, raros, lo explico con el derecho y mi manilla en la mano y yo no me nombre
dentro de esos ellos, eso sí fue hasta muy loco… claro cuando este chino me dijo: creo que ahora lo que
generan es odio por poner tanto el tema, me choqueo tanto que yo ni siquiera fui capaz de aceptarme
dentro de esos ellos… socialmente dos mujeres que tengan demostraciones afectivas, como que ahí todo
bien, si son dos manes guacala; pero como que cuando el contexto se amplía lo femenino se invisibiliza y
se habla del tema gay, que es algo que nunca he podido entender por qué ocurre, entonces, uno ve dos
mujeres en la calle y me ha pasado con mis compañeros, dicen: ¡uy! que delicia, si son dos manes
guacala, pero se habla es del tema gay y no del tema lésbico (Catalina, Entrevista No. 8).

Las luchas por la reivindicación de los derechos de las personas LGBTI en el mundo han
llevado a construir procesos legales en los que se igualan las condiciones en el marco normativo,
no obstante esto no ha significado necesariamente un cambio estructural en las formas de
simbolizar, representar y visualizar la diversidad, que es eje de este estudio y que pretende
preguntarse por las fronteras y las posibilidades en las construcciones identitarias lésbicas.
Las tendencias insertadas en el movimiento homosexual mixto, que se han vinculado generalmente con
luchas contra el sida, y luego con reivindicaciones hacia el “matrimonio” y la igualdad de derechos… se
enmarcan en una defensa de la “preferencia sexual” y de la “tolerancia”, y una búsqueda de
16

reconocimiento por parte de la sociedad heterosexual. Se perfilan por tanto como luchas por la libertad
individual y la integración, que, aunque importantes, no cuestionan de fondo el sistema social. (Falquet,
2006, pp. 16).

Las construcciones identitarias no se agotan en la restringida formula hombre-mujer,


heterosexual-homosexual, activo-pasivo, butch-femm. Bastaría con dar una mirada a la
intersexualidad, las personas trans o a las personas homosexuales que no se catalogan
identitariamente ni como mujeres ni como hombres. Es importante entonces hacer un breve
recorrido para identificar algunos de los debates en relación con las identidades generizadas.
A partir de los estudios sobre la mujer en la teoría feminista, se establece el género
como categoría de análisis:
La noción de género fue acuñada en la literatura anglosajona, particularmente en el campo de la
antropología feminista, para hacer referencia a la construcción social de las diferencias sexuales a lo largo
de la historia y en las diferentes culturas, construcciones de las cuales se derivan los imaginarios
culturales y las instituciones sociales, los modelos de socialización y de atribución de la feminidad y la
masculinidad y los procesos subjetivos de mediación en los cuales se dirime y construye la identidad
personal. (Estrada, 1997, pp. 3).

El estudio de las identidades generizadas ha traído una serie de aportes en relación con el
tratamiento de temáticas LGBTI, pero como señala Curiel, el género como categoría “conlleva
unos límites que tienen que ver con su sesgo universal y su carácter binario, al tener como base
la diferencia sexual”(2011, pp. 204). La biología como determinante de las relaciones entre los
sexos había sido cuestionada ya antes de que el género se instaurara como categoría de análisis
(Mead, 1950 y Beauvoir, 1949) y se introdujera en las ciencias sociales. Esta introducción del
género como herramienta de análisis la hace la psicología (Stoller, 1964).
Un intento por conceptualizar el género como categoría de análisis, es la definición del
sistema sexo-género propuesto por Rubin (1975) y definido como un conjunto de disposiciones
a través de las cuales las sociedades transforman un hecho “natural”-el sexo biológico- en un
producto de la actividad humana. En esta definición, el sexo es un dato universal al cual cada
sociedad le asigna diversos significados y a esa interpretación cultural del sexo se le denomina
género. Este primer acercamiento critica el determinismo biológico, señalando que al dato
primario las sociedades le asignan contenidos de verdad; pero al hacer la separación sexo/género
y darle un valor biológico al primero, sigue siendo un dato que connota un valor de
universalidad.
Scott (1985), ampliando el concepto de género propuesto por Rubin, señala que éste es
constitutivo de las relaciones sociales y que se basa en las diferencias de los sexos; agrega que el
17

género es una forma primaria de las relaciones de poder. Para Scott la base de estas relaciones es
simbólica, pero también lo son las normas, convertidas éstas en instituciones (religiosas,
educativas, científicas, legales, políticas) que dictan las formas como deben existir las personas.
Autoras como Millet (1969) afirman que el sexo tiene dimensión política que suele
desconocerse y que tienen que ver con las relaciones de poder y con ellas, la posibilidad de que
ciertos grupos queden representados, desde el argumento de la “autoridad” de otros grupos, y
McKinnon (1995) señala el género como la base de la hegemonía heterosexual.
Aunque estas conceptualizaciones parten de la separación de las categorías sexo y género
asignándole un valor de universalidad al primero, estos planteamientos sirvieron como soporte
para los posteriores desarrollos, que han permitido identificar la lógica dicotómica de los roles,
las identidades, y los deseos como normas asignadas y construidas y que no hay razones
suficientes que sustenten en la biología una base que los soporte.
Vía la desnaturalización del sexo y el cuestionamiento de su limitada lógica binaria, se
han desarrollado aportes desde diversas teorías: las afrodescendientes, las teóricas
multiculturalistas e indigenistas, las lesbianas feministas, las poscolonialistas “quienes han
ampliado el análisis sobre la opresión y la subordinación de las mujeres al introducir la raza
como categoría de poder, la heterosexualidad como institución-régimen político, las políticas
globales y locales y los contextos culturales, para una comprensión más compleja” (Curiel,
2011, pp. 204).
Si bien estos aportes son de vital importancia, para efectos de este estudio se tomarán
como fundamento la perspectiva genealógica de Foucault, la tecnología del género de De
Lauretis y los planteamientos de Butler acerca de la performatividad y la proliferación de los
géneros y las identidades.
El punto de partida es la desnaturalización del sexo, la cual desde la teoría foucaultiana y
su perspectiva genealógica desarrolla la historicidad del concepto “sexo” y las formas de poder
que lo subyacen. Para Foucault el poder se ejerce mediante los discursos que legitiman las
prácticas sociales y mediante las leyes que producen relaciones de dominación. La comprensión
del sexo como un producto cultural, permite superar la “naturalización” de la existencia
dicotómica basada en las diferencias corporales y entender que esta “verdad” es también un
producto histórico.
18

Foucault señala que no existe la “esencia” o “naturalidad” del sexo, sino que éste, por el
contrario, es un elemento de carácter especulativo, que busca idealizar las formas de ser y es uno
de los dispositivos de la sexualidad que los discursos dominantes captan vía la regulación de los
cuerpos y sus placeres. Desde esta perspectiva, el sexo es una construcción cultural normativa,
enmarcada en lo que denominó: tecnología del sexo; ésta se configura con los discursos
religiosos, los marcos legales normativos, la ciencia y la medicina, la institución de la familia
entre otros. La tecnología del sexo no es otra cosa que el conjunto de prácticas discursivas que
describen y prescriben las formas de ser y, en esta misma medida, prohíben las formas
alternativas de configuración.
Desde la línea crítica de la diferencia sexual como base del género, De Lauretis señala
que la importancia de deconstruir la universalidad del “sexo” radica en quebrar esos patrones
tradicionales que ponen a la mujer como el opuesto del hombre, con el fin de cuestionar la
“esencia” que la subyace y hacer visibles las múltiples posibilidades de construirse mujeres.
Esta visión que busca la reivindicación de la diversidad, requiere una mirada al contexto cultural
y en este, a los discursos y el lenguaje como generadores de realidades. Para la autora el género
es resultado de discursos normativos, de la institucionalización de la familia y de la educación,
de las prácticas validadas socialmente, de los medios masivos de comunicación, del cine, de la
literatura, de la palabra y sus usos, que entre otros recursos culturales configuran una tecnología
del género; esta tecnología del género nombra, define y representa el deber ser para los cuerpos
y sus posibilidades de constitución identitaria (De Lauretis, 2000)
En esta misma línea de pensamiento se inscribe el trabajo de Butler (1990, 2002) quien
se pregunta ¿es el sexo al género lo que lo femenino a lo masculino? Y propone que el género
no es una construcción cultural que se impone sobre la superficie de la materia (cuerpo o sexo),
el género es el sexo. La autora revisa las implicaciones de la concepción foucaultiana de la
inscripción de discursos históricos en el cuerpo y señala la incardinación de la identidad: hace
una distinción entre materia y materialidad, que explica cómo el cuerpo pasa de ser materia a
materialidad, a través de los discursos históricos. Estos aspectos aportan una comprensión crítica
–comprensión que guiará esta investigación- de las nociones de sexo y género, en las que
subyace la idea de que a la bipolaridad biológica le corresponde una bipolaridad psicología.
Butler permite pensar en la proliferación de los géneros y por lo tanto de las identidades, como
19

efecto también de los discursos históricos y de las diversas expresiones del cuerpo, posibilitando
nuevas formas de comprensión de la construcción de identidades no heterosexuales.
No se trata aquí de indagar acerca de una identidad de género fija, sino de ampliar el
matiz, a partir del interés por las identidades, las cuales no pueden ser abordadas desde una
mirada dicotómica y esencializada. La pregunta por las identidades es también una pregunta por
el deseo, en particular para esta investigación. Pero en este estudio no se pretende demarcar una
línea tajante entre las identidades y los deseos, evitando así confinar las primeras al campo de lo
público y los segundos al campo de lo privado. La inquietud no es entonces por la configuración
de las formas del deseo, que también se consideran aquí procesos de construcción, sino por las
posibilidades de configuración de identidades diversas; por tanto el cuestionamiento no es el
origen del deseo homosexual, que suele ser un debate interminable (si se nace: se puede
corregir; si se hace: es una desviación); más bien la pregunta es por las posibilidades que
encuentran las personas cuyas configuraciones identitarias no son normativas, en los marcos de
referencia sociales y los recursos para la construcción de identidades alternativas.
En la construcción de las identidades lésbicas, convergen diversos factores: la formación,
la crianza, las predisposiciones culturales acerca de la normalidad y la anormalidad, los diversos
discursos, elementos simbólicos, recursos lingüísticos y culturales, las representaciones sociales,
las políticas de la identidad, las reglas y leyes que delimitan el deber ser. Pero “sin duda un
factor clave en la constitución de la subjetividad es la determinación de género, eje fundamental
sobre el que se organiza la identidad del sujeto” (Mayobre, 2006, pp. 21).
El antecedente previo a la indagación por la categoría de sujeto de las mujeres que tienen
relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres y la construcción identitaria de estas, está inscrito
en el acceso de las mujeres al posicionamiento de su subjetividad:
Epistemológicamente el acceso de las mujeres a la categoría de sujeto, a la autorrepresentación ha sido
posible después de que éstas emprendieran un importante proceso de deconstrucción de su imagen
especular. Esto no quiere significar que no haya habido previamente mujeres que se negaran a ser el
objeto que refleja la imagen esperada por el sujeto masculino, mujeres que mantuvieron una postura
resistente o disidente con los modelos establecidos de masculinidad y feminidad, que actuaron –en
terminología del V. Woolf o I. Zabala- como excéntricas o extrañas, que se rebelaron contra las
definiciones de género de su época, que se posicionaron como sujetos y buscaron sentido a su ser mujer
en posiciones críticas al sistema, en saberes alternativos o marginales. Esta postura de disidencia se
incrementa enormemente en los últimos tiempos a partir de la labor de cuestionamiento sistemático del
sistema patriarcal llevada a cabo por el feminismo, o mejor los feminismos, en alianza con diferentes
corrientes hermenéuticas, críticas y con el método deconstructivo derrideano. (Mayobre, 2006, pp. 29).
20

Indagar acerca de la construcción de las identidades lésbicas, requiere entonces


reconocer la necesidad de:
(…) conceptualización de nociones de subjetividad alternativas al modelo cartesiano (…) como una
entidad que se divide una y otra vez en un arco iris de posibilidades aún no codificadas (…) teniendo en
cuenta que el término “mujer” no tiene un único significado, que las mujeres no son una realidad
monolítica sino que dependen de múltiples experiencias y de múltiples variables que se superponen como
la clase, la raza, la preferencia sexual, el estilo de vida etc. Por este motivo a la hora de reinventarse a sí
mismas y de presentar nociones de subjetividad alternativas no recurren a conceptos como ser, sustancia,
sujeto etc. sino a categorías conceptuales como fluidez, multiplicidad, intercorporalidad, nomadismo etc.,
es decir, conceptos que parten de una visión comprensiva de los binomios espíritu/naturaleza,
mente/cuerpo, sujeto/objeto etc. y que favorecen una definición del sujeto como múltiple, transfronterizo,
relacional, interconectado y de final abierto (Mayobre, 2006, pp. 30, 31).

2.3. La deconstrucción de la matriz heterosexual: un aporte para el estudio de la


construcción de identidades lésbicas
El estudio de la construcción de identidades lésbicas es posible gracias a la crítica de los
constructos más tradicionales sobre la sexualidad y sobre la matriz binaria que instauró la
heterosexualidad como sistema político, validado socialmente para el posicionamiento de la
identidad. Si bien se ha cuestionado esta matriz posibilitando el estudio de otras formas de
construcción identitaria, no se puede decir que está ya resuelto el problema de las constitución
de las identidades subversivas.
En medio de esta complejidad de los arreglos culturales en torno al sexo, al género y a la sexualidad, no
es tan simple definir, ni lo que es una mujer, ni aún menos lo que son entonces la heterosexualidad y la
homosexualidad. Sin embargo, en la mayoría de las culturas hoy conocidas y existentes, dominan arreglos
sociales netamente patriarcales y basados en la heterosexualidad como norma obligatoria. Muchas
religiones se encargan, además, de condenar absolutamente todo lo que no sirve de manera explícita a la
reproducción. Por tanto, las relaciones sexuales y amorosas entre mujeres son casi siempre a la vez
tabúes, severamente condenadas e invisibilizadas. De allí que esas relaciones hayan sido muy poco
estudiadas y muchas veces deformadas y tratadas con poca seriedad científica. (Falquet, 2006, pp. 19).

El estudio de temáticas relacionadas con mujeres que tienen relaciones eróticas y/o
afectivas con mujeres, vive un crecimiento a partir de finales de los años setenta. La
naturalización de sexo se ha venido cuestionando desde el feminismo, pero también ha tenido un
sesgo que ha sido el de pensar a la mujer como exclusivamente occidental, blanca, de clase
media y heterosexual. Con la emergencia del movimiento lésbico-feminista se amplían las
posibilidades de abordar otras formas de construcción identitaria y develar a su vez otros
procesos de invisibilización (Falquet, 2006; Curiel, 2011).
Rich (1980) señala que la heterosexualidad no es solamente el ejercicio de una
sexualidad binaria y opuesta en el deseo, sino que además es una institución que tiene el carácter
21

de régimen. La autora propone para el análisis de la heterosexualidad como institución y como


matriz que regula las posibilidades del cuerpo y del deseo, el concepto de heterosexualidad
obligatoria y señala dos aspectos fundamentales de éste: por un lado, es un sistema de opresión
y regulación de los cuerpos y por otro, invisibiliza otras formas de existencia fuera de la
heterosexualidad, entre ellas las identidades lésbicas.
En esta línea de deconstrucción de la matriz heterosexual, Wittig (1980) propone que
ante la heterosexualidad como régimen político en el que subyace la naturalización del sexo, no
solo deconstruir las categorías genéricas hombre-mujer, sino además, suprimirlas, con el fin de
establecer la noción lesbiana como un concepto fuera de la lógica dicotómica universalista:
El lesbianismo ofrece, de momento, la única forma social en la cual podemos vivir libremente. Lesbiana
es el único concepto que conozco que está más allá de las categorías de sexo (mujer y hombre), pues el
sujeto designado (lesbiana) no es una mujer, ni económica, ni políticamente, ni ideológicamente. Pues lo
que hace una mujer es una relación social especifica con un hombre, una relación que hemos llamado
servidumbre, una relación que implica una obligación personal y física y también económica (“residencia
forzosa”, trabajos domésticos, deberes conyugales, producción ilimitada de hijos, etc.), una relación a la
cual las lesbianas escapan cuando rechazan volverse o seguir siendo heterosexuales. (pp., 36).

Wittig plantea además que a la matriz heterosexual le subyace el pensamiento straight


(pensamiento correcto, pensamiento heterosexual). Vale la pena señalar algún planteamiento
que Vélez-Pelligrini propone acerca de la legitimación y apropiación de este pensamiento entre
algunos sectores del movimiento LGBTI:
Cuando Monique Wittig acuñó el término “pensamiento heterosexual” no se refirió sólo a una
determinada orientación del deseo y representación del objeto de deseo que el proceso civilizatorio
moderno y occidental impuso tras inventarse su supuesta naturalidad. Remitió a todo un sistema de
organización simbólica, cultural, política, social y material de la afectividad que quedará sintetizada en la
figura institucional del matrimonio entre personal de sexo opuesto. Habría que interrogarse sobre si al
integrarse en esa misma organización bajo el apellido pretendidamente innovador de “nuevos modelos
familiares”, los gays y las lesbianas no acaban legitimando las fuentes culturales de su propia opresión
histórica.” (Vélez-Pelligrini, 2008, pp., 22).

De la propuesta de Wittig es importante rescatar la instauración de la categoría lesbiana


para el análisis y la construcción identitaria, pues ésta configura un marco para otras alternativas
a la heterosexualidad, más allá de la categorización dicotómica hombre-mujer, sino otras formas
de identificación que no pasan por esta matriz. Desde esta perspectiva, es importante cuestionar,
a partir de las narrativas de la construcción identitaria de las mujeres participantes en esta
investigación, qué tanto han subvertido las formas de arreglos relacionales, que si bien se dan
entre mujeres, reproducen la norma:
La gente pienso que tiene un concepto diferente totalmente de lo que es una pareja lésbica u homosexual
¿sí? Y pues desafortunadamente como no hemos mostrado que hacemos nosotros en pareja, una pareja
22

real, que va hace mercado, paga servicios, ve televisión, convive, va a un cine, siempre han visto es como
la parte de tomar, de la rumba, del desorden (Adriana, Entrevista No. 5).

También vale la pena preguntarse cómo las representaciones sociales acerca de lo que es
ser una lesbiana terminan configurando una imagen femenina y erótica, y cómo la transgresión
de esta representación validada socialmente, a partir de la evidencia de rasgos masculinos,
genera lugares de abyección en las identidades: machorra, marimacha, arepera.
Por su parte, Butler (1990) hace una crítica a algunos sectores de la teoría feminista vía
la deconstrucción de la matriz heterosexual:
Algunas teóricas feministas se han basado en la antropología estructuralista de Lévi-Strauss -que presenta
la problemática diferenciación entre género y cultura- para tratar de respaldar y explicar la diferenciación
entre sexo y género: la idea de que hay una mujer natural o biológica que más tarde se convierte en una
“mujer” socialmente subordinada, con el resultado de que el “sexo” es a la naturaleza o a lo “crudo” lo
que el género es a la cultura o a lo “cocido”… La política sexual que crea y sostiene esta diferenciación se
esconde de manera eficaz detrás de la producción discursiva de una naturaleza, incluso de un sexo natural
que se define como la base incuestionable de la cultura (pp. 104).

Y señala ante la existencia de la matriz heterosexual, que “la naturalización tanto de la


heterosexualidad como de la esencialidad masculina del agente sexual son elaboraciones
discursivas que en ningún momento se explican, pero que siempre se presuponen en ese marco
estructuralista fundacional” (Butler, 1990, pp. 113-114), ante el cual propone aumentar la gama
de configuraciones posibles para el género.
Para Butler (1990, 2002) las múltiples formas de construcciones de las identidades
dificultan la comprensión binaria de la sexualidad, y exigen nuevas posibilidades en el lenguaje
y en la representación; señala que se hace necesario identificar que no se nace de una forma
determinada. Ella afirma que lo que llegamos a ser no es lo que somos ya, y que el género se
haya desalojado del sexo y se va construyendo permanentemente, se llega a ser.
Butler sigue el camino de Foucault, vía la superación de la concepción binaria de la
modernidad, que marca la división mente/cuerpo, hombre/mujer, bien/mal, y propone el género
como una construcción social, como una actividad originante que está teniendo lugar
incesantemente. La autora señala el tránsito de materia a materialidad y de cuerpo a
corporalidad: se nace con marcadores anatómicos en la piel, a los cuales se les dota de nombres
y se les llena de significados que atribuyen una posición social. Es aquí donde Butler señala que
no existe el género prediscursivo, que una cosa es la estructura anátomo-fisiológica, y otra muy
diferente son los significados con los que llenamos esa estructura: las identidades las
construimos en el lenguaje y en las performativas cotidianas que apropian o subvierten el género
23

normativo. Se identifica cómo en este dotar de significados, el cuerpo se convierte en el eje


central de las identidades, dejando en cuestión si hay solo dos posibilidades de ser. Butler resalta
cómo la comprensión binaria de la sexualidad, ha obstaculizado la construcción de lenguajes y
representaciones que permitan la inteligibilidad de otras formas de construcción no
heterosexual.
Butler propone por un lado la teoría de la performatividad, con la que explica que el
género es una construcción, una actuación constante, un hacer; por lo tanto es susceptible de ser
reproducido o subvertido a partir de la apropiación de prácticas normativas, la negación de éstas
o la instauración de prácticas nuevas, alternativas y subversivas. El género como performance es
fluido, múltiple, está siempre en proceso de transformación, es cambiante, flexible, no
dicotómico y requiere un amplio registro que dé lugar a las diversidades.
Ante esto surge la pregunta de ¿cómo nombrarse? ¿qué decir del sujeto en relación a la
sexualidad?, la salida de Butler es abandonar las categorías identitarias dicotómicas, permitir la
existencia de diversas posibilidades de género, entendiendo que no están construidas en el
lenguaje, por lo tanto no se han legitimado, emergiendo así la necesidad de crear otras formas
que legitimen diversas posiciones de sujeto, mediante la comprensión y conocimiento de las
propias experiencias de quienes construyen identidades fuera del reducido registro normativo.
Los límites de las lógicas tradicionales se han excedido y esto se evidencia en sujetos
que experimentan otros tipos de deseo. Butler señala que la matriz heterosexual invisibiliza otras
formas de existencia, al no hacerlos inteligibles; quienes no encajan en el rango de la
normatividad, pueden constituir lugares de abyección -ininteligibles a partir de los recursos y
lenguajes disponibles para nómbralos y representarlos-. En este sentido cobran importancia sus
planteamientos sobre el género y la construcción de las identidades: no se nace ni hombre ni
mujer, lo cual permite la apertura y legibilidad de diversas posiciones de sujeto.

2.4. El Lenguaje como constructor de la realidad y la construcción social de las


identidades
Para el socioconstruccionismo hay una relación directa entre el lenguaje y la identidad
(Esteban, Nadal y Vila, 2007). “El paradigma construccionista emergió como una postura crítica
frente a la creencia de que existen categorías naturales para relacionarse con el mundo, y que su
existencia es independiente del contexto en que se ponen en práctica” (Estrada, 2009, pp. 655)
24

Siguiendo a Wittgenstein (1983, p. 214): “Hablar una lengua es participar en una forma
de vida con un determinado modo de pensar y vivir”. Cultura, lengua e identidad van de la
mano. Shoter (2001) plantea que el modo en que entendemos lo que seleccionamos como objeto
de nuestra atención o nuestra acción, la forma en que reunimos los acontecimientos y les
atribuimos significados, depende de nuestro uso del lenguaje. Así, postula la importancia de las
relaciones lingüísticamente construidas y afirma que estas relaciones son establecidas
conversacionalmente. En esta medida, establece que todos nuestros conceptos se construyen
socialmente por medio del lenguaje; por lo tanto la experiencia humana es susceptible de
narrarse. En esta línea “la identidad se puede entender, entonces, como un discurso socialmente
construido con las propiedades de una narración: fluido, re-describible, intersubjetivo,
contextual y re-interpretable” (Estrada, 2009, pp. 655).
Shoter (2001) destaca que existen discursos que socavan las formas básicas de hablar y
explica también como los discursos que desdibujan los límites entre las categorías que se aplican
a las cosas del mundo atentan contra la estabilidad de ciertos tipos de ser; resalta que no es fácil
poner en tela de juicio las formas básicas de hablar. En este sentido, la identidad establecida en
un orden binario ha generado unas maneras de hablar que han construido las formas normativas
de identidad y las corporalidades validadas para su expresión; la deconstrucción de la matriz
heterosexual y el reconocimiento del estatuto del lenguaje como constructor de realidades,
permite pensar en la identidades, como posibilidad de construcción de estas, ya no unitarias sino
múltiples y cambiantes.
Es desde este marco de comprensión que surgen las preguntas que motivaron este
trabajo, acerca de aquellas formas de construcción identitaria que no han encajado en la norma y
que se han configurado fuera de la matriz heterosexual: ¿Qué pasa cuando la experiencia no
encaja en las formas identitarias reconocidas socialmente? y si la realidad humana son personas
en conversación (Harre, 1983 en Shoter, 2001) y es solo en la fluidez de la conversación y la
utilización e interpretación de las palabras, donde se adquieren los significados (Wittgenstein,
1981 en Shoter, 2001) ¿a qué recursos acuden las experiencias de las sexualidades no
heterosexuales para conformar sus identidades?
25

3. Identidades lésbicas en Bogotá: límites y posibilidades

Antes de abordar la pregunta que quedo pendiente en el capitulo anterior, es importante


responder a otras inquietudes: ¿Qué significa para una mujer lesbiana habitar la ciudad de
Bogotá, qué le posibilita y qué le impide, en términos de su construcción identitaria? Para poder
abordar estas preguntas es necesario proponer un breve contexto18 que permita comprender la
dinámica de la ciudad en relación con la población LGBTI. Para esbozar esta idea, es necesario
comprender la ciudad en el marco ampliado del país.
En este apartado se revisan cuatro aspectos específicos a tener en cuenta: el primero es,
el marco legal – respuesta institucional, que señala los avances normativos y jurídicos que se
han dado en el país en relación con los derechos de la población LGBTI y algunas respuestas
institucionales que enmarcan los discursos imperantes sobre las “otras” identidades; en segundo
lugar se identifican algunas características de los medios masivos de comunicación en el
tratamiento de temáticas LGBTI 19 y la respuesta social en estos medios; en tercer lugar, se
considera la Georeferenciación como estrategia que ha designado espacios de legitimidad para
la existencia de identidades no normativas (espacios de homosocialización: bares gay, sectores
específicos de la ciudad, centros de la diversidad) y finalmente, se trazan algunas características
del trabajo de las organizaciones LGBTI y el activismo en la ciudad, especialmente los espacios
dirigidos para mujeres lesbianas.
Este ejercicio permite hacer un breve reconocimiento del contexto de Bogotá en relación
con la población LGBTI y de manera introductoria, subraya una serie de discursos que
enmarcan las formas como se gestiona la diversidad en la ciudad. Bogotá es una ciudad
receptora de población diversa y en muchos casos ha ofrecido un lugar de existencia para las
personas LGBTI que vienen de municipios apartados y donde impera de manera marcada y en
muchas ocasiones violenta el discurso heteronormativo basado en premisas religiosas: Bogotá se

18
Estos análisis surgen de trabajo de campo realizado en diversos lugares de homosocialización en Bogotá, en los
espacios de construcción de agendas lesbianas promovidos por la Alcaldía local y a partir de la participación en
encuentros, seminarios y conferencias que abordaron temáticas relacionadas con la población LGBTI desde la
academia y el activismo; también se revisó otras fuentes de información como periódicos (el Tiempo y El
Espectador), revistas (Semana), crónicas, entrevistas y noticias (Caracol y RCN) y diversos espacios virtuales
relacionados con temáticas LGBTI.
19
Vale la pena señalar que no se pretende aquí profundizar en las representaciones sociales de las personas LGBTI
que construyen los medios, esto ameritaría una investigación completa, más bien, se busca identificar algunas
características de la gestión de los medios en relación con la diversidad y las respuestas sociales que suscitan estas
temáticas.
26

abre como un espacio que posibilita la diversidad, pero ¿qué diversidad y cómo la posibilita?
¿Cómo gestiona la diversidad y con estos recursos, cómo se (im)posibilitan los procesos de
construcción identitaria que no encajan en la norma?

3.1. Marco legal – Respuesta institucional


El movimiento LGBTI del país 20 , ha impulsado desde el activismo una serie de
iniciativas en búsqueda del reconocimiento de sus derechos y del goce pleno de la ciudadanía,
pese a que a partir de la constitución del 91, el Estado debe reconocer y garantizar el ejercicio de
los derechos para todos los ciudadanos de manera indiscriminada.
Este recorrido por la conformación de un marco legal, constituido a partir de la
incidencia del movimiento en las instancias de poder y los espacios de acción y decisión en el
país, se remonta a 1981, con la reforma al Código Penal de 1936, con esta reforma la
homosexualidad dejó de ser un delito; y continua con los diferentes fallos proferidos por la
Corte Constitucional, con las acciones del Congreso de la República, de la Corte Suprema de
Justicia, con el ejercicio de las administraciones de las alcaldías locales en el desarrollo de
políticas públicas21 y acciones afirmativas para la promoción de los derechos y la prevención de
la violencia contra personas LGBTI, y en algunos casos con acciones de organizaciones
internacionales vía la protección de los Derechos Humanos.
En Colombia se han emitido una serie de actos legislativos que buscan restituir los
derechos vulnerados a personas LGBTI y se han equiparado casi todos, los derechos, de las
parejas heterosexuales a las parejas del mismo sexo. En relación con la restitución de
condiciones se ciudadanía digna se ha logrado: el cambio de nombre en la cédula como derecho
de expresión de la individualidad y del libre desarrollo de la personalidad (T 594/93), la
inclusión de una persona al servicio militar, y la exigencia de no estigmatización por su
identidad y orientación (T 097/94, C 507/99, C 431/04), la inconstitucionalidad de declarar
como falta disciplinaria la orientación sexual en la práctica docente (C 481/98), la no
discriminación y/o expulsión de los y las estudiantes en los colegios por la orientación sexual (T
101/98, T 435/02), la protección de la diversidad sexual y la libertad de su expresión pública (T

20
Los primeros grupos y bares de gays se conformaron hacia los años cuarentas, y es en los setentas donde se
consolidan y gestan las primeras organizaciones homosexuales, en un principio se configuraron como grupos de
estudio y fueron avanzando hacia el activismo y la política.
21
Actualmente solo se cuenta con Política Pública para población LGBTI en las ciudades de Bogotá y Medellín.
27

268/00), la eliminación de inhabilidad para ejercer el cargo de notario público a una persona por
su orientación o identidad (C 373/02), la no detención policial de una persona por la expresión
de su identidad y orientación en espacios públicos (T 301/04), la protección de los derechos
humanos de las personas LGBTI en las instituciones carcelarias (T 1096/04, T 848/05), la no
discriminación laboral por orientación sexual (T 152/07).
En cuanto a la equiparación de los derechos de las parejas del mismo sexo se destacan: el
derecho a la visita íntima en institución carcelaria (T 499/03), la unión marital de hecho y los
derechos patrimoniales en equiparación con las parejas heterosexuales (C 075/07), el derecho a
la afiliación de la salud (C 811/07), los derechos pensiónales (C 336/08), la obligación
alimentaria (C789/08), los derechos civiles, políticos, sociales, económicos, migratorios y
penales con equiparación a parejas heterosexuales (C 029/09), el derecho a pensión de
sobreviviente (T 051/10) y el reconocimiento del estatuto de familia a las parejas del mismo
sexo (C 577/11).
Si bien es cierto, como señala la ONG Colombia Diversa22, que todos estos logros han
sido definitivos para garantizar el goce pleno de los derechos fundamentales de personas
LGBTI, vale la pena identificar algunos ejes problemáticos que ha generado esta búsqueda por
la reivindicación, vía la jurisprudencia. La presentación ante la sociedad de un colectivo
organizado ha desarrollado una imagen social de cohesión de los grupos de personas LGBTI,
que ha estado marcada por un liderazgo mayoritariamente masculino y ha invisibilizado
necesidades especificas y posiciones opuestas en varios temas fundamentales en la agenda de
los derechos LGBTI 23 . Para mencionar algunos ejemplos ¿todas las mujeres que tienen
relaciones sexuales y afectivas con mujeres se autoidentifican como lesbianas? ¿Todas se
sienten pertenecientes a esta “comunidad LGBTI”? ¿Las mujeres que construyen identidades
lésbicas en tu totalidad perciben como significativos los logros legales? ¿Si el activismo se
consolida para algunas como un recurso importante en sus procesos de construcción identitaria,
a qué acuden las que no lo hacen?, ¿Todas le apuestan al asimilacionismo de los significados,

22
Colombia Diversa, es una de las ONG más importante en el país, que trabaja por los derechos humanos de
población LGBT en Colombia. www.colombiadiversa.org
23
Por ejemplo, en relación al matrimonio cómo forma de organización válida para parejas del mismo sexo, se ha
suscitado polémicas en espacios como los de Construcción de Agenda Políticas, en los que algunos sectores del
movimiento LGBTI señala que el matrimonio, al ser una institución heteronormativa, no debería ser la forma de
arreglo ideal, para las uniones sexo-afectivas de parejas del mismo sexo.
28

normas y representaciones normativos: encajar en la representación de la lesbiana inteligible o


apelar al matrimonio como forma de organización relacional?
Caben las preguntas de si en realidad hay tal cohesión y si mas bien esta visión de
comunitarismo, no ha terminado agrupando identidades, matizando las diferencia y asignando
valores de verdad y representaciones estandarizadas para lo que debe ser una lesbiana, un gay,
una persona bisexual, trans o intersex. Estas cuestiones no plantean la inutilidad de las
conquistas legales en términos de derechos humanos; más bien proponen una mirada crítica a
estas y la apertura a un debate, que por la necesidad de reivindicar la legalidad de cuerpos e
identidades disidentes, en algunos casos ha quedado a la espera.
Además de este marco normativo, Bogotá ha impulsado la creación e implementación de
una política pública24 y diversas acciones afirmativas25 (campañas, programas y estrategias) para
población LGBTI. En la ciudad, hay además una Dirección de Diversidad Sexual26, un Consejo
Consultivo LGBT27, una Mesa Intersectorial de Diversidad Sexual, un Comité Interinstitucional
de Reacción Inmediata a Vulneraciones a Personas LGBTI, un Consejo Distrital de Cultura de
los sectores LGBTI, una Mesa Distrital de Sexualidad y Género y la participación, mínima, en
cargos políticos de personas LGBTI.
Entre estas acciones afirmativas, se destacan por su importancia para la población
LGBTI: la creación de tres Centros Comunitarios28 y la realización de campañas y estrategias de
comunicación que buscan sensibilizar a la sociedad a las temáticas LGBTI29, la promoción del
respeto por las diferencias y la prevención de las diferentes formas de violencia contra personas
que construyen y expresan identidades no normativas.

24
A partir del 2006 se configura un trabajo de Gobierno en torno a la conformación de una política para población
LGBTI, ya en 2007, con el Decreto 608 se logra establecer los lineamientos de la Política Pública para la garantía
plena de los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas - LGBT - y sobre identidades de
género y orientaciones sexuales en el Distrito Capital.
25
Estas acciones tiene unas directrices en los planes de acción para la política pública LGBT, hay un plan de acción
para el periodo comprendido entre 2008 y 2012 y otro del 3013 al 2020.
26
Dependencia que coordina la política pública para personas LGBTI.
27
Órgano consultado por el Alcalde Mayor de la ciudad en la toma de decisiones que tienen que ver con personas
LGBTI.
28
En Bogotá existen actualmente tres Centros Comunitarios LGBTI, el primero en ser creado fue el de Chapinero y
es el primero en Latinoamérica, los otros dos son: Zona Sur ubicado en Bosa y Zona Centro ubicado en Los
Mártires. Estos son administrados por el Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal -IDPAC- y por la
Alcaldía Mayor de Bogotá.
29
Mediante la producción de materiales en su mayoría visuales, que representan a las personas LGBTI y que si bien
visibilizan, también estandarizan las formas de ser, este aspecto se revisará más adelante (en el apartado de recursos
culturales) con la campaña En Bogotá se puede ser Gay, Lesbiana, Bisexual y Transexual.
29

Este marco legal en compañía de las políticas públicas y las diferentes acciones
afirmativas, ha configurado un discurso jurídico, que posibilita la existencia en la legalidad de
personas diversas, este discurso genera la producción y regulación social de las corporalidades e
identidades no normativas. Lazzarato (2007) siguiendo a Foucault, señala que hay un paso de las
relaciones de poder a las relaciones de dominación, al cual denominó técnicas de gobierno. Con
este concepto hace referencia a la existencia de tecnologías humanas, cuyo fin es controlar y
organizar las formas de relación social. El autor subraya que estas técnicas se conforman a partir
de juegos estratégicos que posibilitan modos de gobernar (a sí mismo, a las mujeres, a los niños,
a las instituciones, Lazzarato menciona estos ejemplo, pero podría decirse también que a las
existencias diversas). Estas técnicas consolidan una forma de organizar las posibilidades de
acción de los otros30.Se ha configurado así, una legalización para la construcción de identidades
no heterosexuales que, en la medida que posibilita la existencia, también limita las formas de
configurarse “otros”, enunciando, qué lesbiana, qué gay, qué bisexual y qué transexual se puede
ser en Bogotá.
Una revisión escueta a las diferentes sentencias y actos jurídicos emitidos, permite
identificar en ellas que conceden en la medida que restringen, que visibilizan en la medida en
que se invisibilizan y que promulgan algunos derechos, a la vez que anulan otros: no es delito,
pero es enfermedad; tienen derechos, tienen sus interés jurídicamente protegidos, siempre y
cuando en la exteriorización de su conducta no lesionen los intereses de otras personas; el
cambio de nombre en la cedula, sí, pero el cambio de sexo “biológico” registrado al nacer, no, a
menos que medie un proceso donde haya una ordenanza judicial (que exige como requisito una
constancia médica por cambio de sexo); se pueden unir, pero no son matrimonio; son familia,
pero no pueden adoptar.
En resumidas cuentas lo que varias veces ha señalado el abogado Uprimny, en relación
con los resultados obtenidos en la demanda por el matrimonio entre parejas del mismo sexo:
“iguales pero no igualados”, indicando esto que si bien los avances legales son un paso en el
reconocimiento de las diferencias y el respeto por los “otros”, se han reproducido
representaciones estandarizadas acerca de esos “otros”, a los que intenta legalizar. Este marco

30
Vale la pena señalar aquí que este marco de comprensión acerca del control de las identidades, no se basa en
argumentaciones deterministas, ya que señala que esos juegos estratégicos entran en tensión a partir de las
libertades, por una parte de los que intentan determinar la conducta de los otros con la posibilidad de responder a
este intento configurando formas no solo de apropiar la norma sino que además de no dejarse determinar.
30

normativo en el que se pone en tensión hasta dónde son tan iguales los diferentes, ha construido
en el imaginario social, ciudadanos de primera, católicos, heterosexuales, monógamos,
“normales” y ciudadanos de segunda: los otros, lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e
intersexuales.
Si bien esta configuración normativa de un discurso legal, que gestiona y posibilita las
construcciones identitarias diversas, hay que señalar que lo hace de manera restringida, a partir
de un marco que ha posibilitado casi todos los derechos y ha definido cómo ser diverso. Este
marco legar ha llegado hasta un límite impuesto por otros discursos (el discurso religioso, la
institución de la familia, la institución de la heterosexualidad, la institución educativa, el
discurso de la buena moral y las buenas costumbre, por mencionar algunos), que surgen como
respuestas ante los diversos avances legales y las acciones afirmativas. ¿Qué le hace falta al casi
para completar y equiparar de manera total los derechos y no solo los derechos sino el
reconocimiento y respeto de la diversidad? ¿Qué hay en el trasfondo de estos discursos
opuestos?
Ante los avances legales, la política pública y las acciones afirmativas para personas
LGBTI, se han establecido, como ya se menciono, diversas respuestas institucionales que
demarcan otros discursos excluyentes, homofóbicos sustentados en premisas biologicistas,
esencialistas, higienistas, dicotómicas y religiosas; a partir de las cuales se instauran los
procesos de invisibilización, las tensiones publico/ privado en la expresión pública y
representación de la diversidad, la defensa por el matrimonio heterosexual, por mencionar
algunos puntos que caracterizan en contexto de la ciudad en relación con las construcciones
identitarias no normativas. Es importante señalar algunas de estas.
En primer lugar, Iglesia Católica: ¿qué dice la Iglesia en relación con el matrimonio
entre parejas del mismo sexo y la adopción?:
(…) la Iglesia ama a los homosexuales porque son hijos de Dios… la Iglesia se opone a toda
discriminación a ellos… yo le pediría a la Corte que piense (…) en la cultura, valores, principios y
religión de un pueblo (…) piensen en no atropellar las costumbres, culturas y religión de un pueblo (…).
La adopción es replicar lo que perdió el niño, perdió una mamá y un papá biológicos (…) el gobierno le
pone una réplica… pero igual a lo que tubo, hombre y mujer (…). El otro argumento es el psicológico,
claro que hace daño. Un niño y una niña a los doce años busca identidad de rol, genital y sexual de
género, uno se identifica como hombre con su papá y la niña con la mamá. Si a mí me dicen que mi papá
se llama María Elena y al fin yo no sé si es hombre o mujer, estoy hablando del inconsciente,
psicológicamente. Como psicólogo lo puedo afirmar, esto es ciencia(…) Voy a tener una trabazón de
identidades que si bien con padre y madre es difícil, a veces no lo logran y ahí viene la homosexualidad y
el lesbianismo(…) El ideal es que (los niños) tengan papá y mamá, hombre y mujer, que sean sus padres,
que no sean recogidos y que no sean de terceras nupcias, el ideal es que sea el papá y la mamá, papá y
31

mamá de todos los hermanitos y que constituyan un buen hogar. Eso se llama higiene mental y salud
psicológica (…) Aquí hay otro problema, la Constitución de Colombia dice: entre hombre y mujer y la
31
Corte debe cuidar la Constitución (…) mis razones son: de ley natural, antropológicas y jurídicas .

En segundo lugar las iglesias cristianas y evangélicas 32: ¿qué dicen la aprobación de
leyes que reivindique los derechos de las parejas y las personas LGBTI?, por citar un ejemplo,
se cita la respuesta expresada ante la campaña por la inclusión, que es una de las acciones
afirmativas de la política pública LGBT:
“…solicitud de vigilancia administrativa con carácter preventivo ante lo que considero es una
evidente manifestación de desequilibrio de la Administración Distrital, promoviendo mediante un
calendario multicolor, tamaño jumbo, muy costoso por demás, una expresión de tendencia sexual en
Bogotá, bajo el criterio de proteger la expresión del LGBT en la capital y la diversidad sexual(…) es un
calendario que explícitamente favorece, promociona y exalta la práctica del homosexualismo en los
jóvenes y que por supuesto con el poder de la imagen los incita a una práctica que evidentemente
muchos comparten, pero otros no compartimos Prefiero que nuestros jóvenes reciban mensajes de
unidad familiar más que de diversidad y prefiero que los jóvenes reciban menos condones y mas
principios y valores(…) nosotros respetamos las opciones de vida de cada uno de los ciudadanos… no
me parece(…) que con nuestros impuestos se financien publicaciones de estas características, con destino
a los jóvenes de la ciudad, para inducirlos en una dirección de la sexualidad que evidentemente
respetamos, pero no compartimos bajo ningún punto de vista, habida cuenta de que los muchachos
cuando están en proceso de formación, los referentes pedagógicos deben inducirlos a cultivar
principios y valores y no a recibir la imposición publicitaria de un grupo particular(…) El calendario es
una apología autentica, que promociona y exalta la práctica del homosexualismo(…) somos partidarios
del matrimonio heterosexual, somos partidarios de una familia constituida por un hombre y una
mujer y por sus hijos, respetamos las otras opciones, pero no podemos compartir ni aceptar desde
ningún punto de vista, que estas publicaciones explícitamente condicionadas y dirigidas para
promocionar una corriente en particular sean financiadas por los colombianos(…) Con todo respeto
he levantado mi voz y he solicitado al señor procurador vigilancia administrativa con carácter preventivo,
33
para que se analice cuidadosamente este manifiesto indeseable e inconveniente desequilibrio”

En tercer lugar, se señala qué pide la institución educativa que no se enseñe a los niños.
El Plan de Acción de la Política Pública para la garantía plena de los derechos de las personas
lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas -LGBT- y sobre identidades de género y
orientaciones sexuales en el Distrito Capital, está dividido en cuatro procesos estratégicos, cada
31
Entrevista Noticias RCN, programa Claramente al Monseñor Juan Vicente Córdoba, Secretario general de la
Conferencia episcopal y vocero autorizado de la Iglesia en Colombia, Presidente de la comisión de bioética.
Recuperado en
http://www.canalrcnmsn.com/noticias/“si_al_niño_le_preguntaran_qué_quiere_dir%C3%AD_un_papá_y_una_ma
má” el 12 de Diciembre de 2011. Las negrillas se agregan aquí.
32
Si bien, Colombia es un país mayoritaria mente católico vale la pena señalar, que hay una cantidad de Iglesias
cristianas que hay estado divididas en razón a sus creencias de base, dicha separación ha parecido irreconciliable.
Pero desde hace un par de años, estas iglesias cristianas y evangélicas, han venido uniéndose en torno a la defensa
al matrimonio heterosexual, de la “los principios, los valores y la moral cristiana” y de la “buena familia”; han
hecho cartas solicitando la no aprobación del matrimonio homosexual y la adopción, han desarrollado peticiones y
solicitud en aspectos como la vigilancia a las expresiones públicas de la diversidad sexual.
33
Entrevista RCN. Programa La Radio, realizada al Pastor de una Iglesia cristiana, Marco Fidel Ramírez, ex
candidato del partido PIN al consejo de Bogotá. Recuperado en http://www.rcnradio.com/audios/escuche-la-
denuncia-del-pastor-marco-fid/106673 el 15 de Enero de 2012. Las negrillas se agregan aquí.
32

uno con sus componentes y líneas de acción específicas. Estos procesos incluyen líneas de
acción orientadas a generar nuevas representaciones sociales de las diversas identidades, el
cambio cultural y a la eliminación del acoso (bullying) por razón de identidad de género u
orientación sexual. Uno de los entes participantes y responsables de llevar a cabo estas acciones
es la Secretaria de Educación.
Desde el año 2008 la Alcaldía de Bogotá se interesó por desarrollar clases relacionadas
con temática LGBTI en los colegios públicos, con el fin de fortalecer la política de inclusión. A
comienzos de este año, la Concejal de Bogotá Clara Lucia Sandoval, abrió el debate señalando
que las clases LGBT pueden llegar a promover la homosexualidad:
(…) los jóvenes están expuestos a un proceso de exploración, en el que se les brinda una tercera opción
sexual, los colegios, sin quererlo, pueden terminar orientando hacia la homosexualidad (…) No soy
homofóbica, respeto las decisiones privadas de la gente, pero estas no pueden pasar a lo público. No
34
se pueden imponer realidades privadas a los seres más vulnerables, que son nuestros niños

Después de esta polémica, la Secretaría de Educación anunció que no se decretaría una


cátedra sobre LGBTI “sino que desde la cotidianidad del colegio se trabajará el universo de las
diferencias con el objetivo de garantizarle la plenitud de los derechos a todos los estudiantes”35.
En cuarto lugar se destaca la respuesta de las instituciones públicas como el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar ICBF, y la Procuraduría General de la Nación, y lo que
señalan en relación con la existencia de parejas del mismo sexo y la posibilidad de la adopción
por parte de estas:
(…) las uniones homosexuales y las heterosexuales no son equiparables ni natural ni
36
constitucionalmente” (Procurador Alejandro Ordoñez) .
(…) en Colombia no está regulado el tema de la adopción de parejas del mismo sexo (…) la familia
colombiana no está preparada para aceptar que una pareja homosexual tenga la misma
37
trascendencia en todos los aportes al núcleo de nuestra comunidad” (ICBF) .

34
El Tiempo. Sesión: Vida de Hoy – Educación. Clase de diversidad sexual en colegios abre debate sobre sus
efectos. Columna de José Alberto Mojica Patiño. 28 de enero de 2012. Recuperado en
http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/educacion/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-11022004.html el
30 de enero de 2012. Las negrillas se agregan aquí.
35
El Espectador. Sesión: Noticias-Bogotá. No habrá clases de LGBTI en colegios públicos de Bogotá. Redacción:
El Espectador. 31 de enero de 2012. Recuperado en http://www.elespectador.com/noticias/bogota/artículo-323983-
no-habra-clases-de-lgbti-colegios-publicos-de-bogota el 31 de enero de 2012.
36
Caracol Radio. Sección: Judiciales. Procurador: Las parejas del mismo sexo no son una familia y no pueden
acceder a la adopción. Redacción: Caracol Radio. 2 de Octubre de 2009. Recuperado en
http://www.caracol.com.co/noticias/judicial/procurador-las-parejas-del-mismo-sexo-no-son-una-familia-y-no-
pueden-acceder-a-la-adopcion/20091002/nota/889109.aspx el 7 de Febrero de 2012. Las negrillas se agregan aquí.
37
El espectador. Sección: Tema del Día. Adopción por parejas del mismo sexo, debate aún no clausurado.
Redacción Judicial, El espectador. 18 de Noviembre de 2010. Recuperado en
http://www.elespectador.com/impreso/temadeldia/artículoimpreso-235638-adopcion-parejas-del-mismo-sexo-
debate-aún-no-clausurado el 12 de Febrero de 2012. Las negrillas se agregan aquí.
33

El 6 de noviembre del 2009, el Juzgado Primero Penal del Circuito de Rionegro, en Antioquia, se declaró
a favor de una tutela interpuesta por una pareja de mujeres lesbianas que solicitaron la adopción conjunta
de la hija biológica de una de ellas. No obstante el histórico fallo, el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar (ICBF) apeló la decisión, advirtiendo que, según la Constitución Política de Colombia, una
familia sólo puede ser considerada como tal si está conformada por un hombre y una mujer
(Colombia Diversa, 2011, pp. 9).

Vale la pena aquí señalar también el caso del periodista estadounidense Chandler Burr,
quien en marzo de 2011, recibió la aprobación del ICBF para adoptar a dos niños colombianos,
pero luego de expresar que era homosexual, el Procurador presentó un concepto negativo sobre
esta adopción y el ICBF señaló que por una “novedad” debió remitir el caso a “análisis
especial”38
En quinto lugar, en relación con las expresiones de afecto y ante la posibilidad de
normalizar las existencias de personas con construcciones identitarias diversas, se pueden
identificar respuestas que se enfocan en el cuidado de la moral, reforzando la patologización de
estas identidades:
…quienes llevamos muchos años administrando seres humanos aprendemos más o menos a conocer un
poco lo que es la esencia de la vida humana, y por eso yo puedo decir que no hay nada con más
posibilidades de contagiarse, no hay peor enfermedad, si se puede llamar así, con el respeto del que la
39
sufra, que el homosexualismo.
…No se vería bien un par de militares cogidos de la mano, besándose, eso choca contra el sentido común
y contra la ética, la moral y eso más o menos es lo que nosotros siempre buscamos que sea incólume en
40
la institución.

Estas respuestas institucionales, se enmarcan en discursos que señalan que las personas
LGBTI, siguen siendo vistas como un atentado contra el orden, la ética y la moral social y se
configuran a partir de argumentos como la defensa de la “buena familia” constituida por un
hombre una mujer y sus hijos, que se soporta en la heterosexualidad obligatoria como régimen
de “verdad” y poder para la configuración de las relaciones; otro de los argumentos tiene que
ver con “la ley” o las “razones jurídicas” que se basan en la premisa el matrimonio
constitucional “entre un hombre y una mujer” e instauran un lugar fuera de la legalidad para la
diversidad; también se encuentra en estas respuestas institucionales el argumento científico, ya
sea desde la psicología tradicional para defender la lógica dicotómica del género o, para señalar
38
Ver: http://www.elespectador.com/opinion/editorial/artículo-316477-derecho-adoptar. El espectador. sección:
Opinión. Con derecho a adoptar. Redacción: Editorial. 13 de Diciembre de 2011.
39
El Tiempo. Sección: Deportes. 'Para ser árbitro en Colombia hay que ser homosexual': Álvaro González. 31 de
enero de 2012. Recuperado en http://www.eltiempo.com/deportes/futbol/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-11038822.html el 12 de Febrero de 2012. Las negrillas se agregan aquí.
40
El Tiempo. Sección: Justicia. 'No aceptamos homosexuales', dijo comandante de la Armada Nacional.
Redacción: El Tiempo. 2 de Marzo de 2012. Recuperado en: http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-11262842.html el 2 de marzo de 2012. Las negrillas se agregan aquí.
34

desde las concepciones medicas tradicionales a la homosexualidad como un “enfermedad” con


posibilidad de contagio.
En relación con este último aspecto, la concepción de las personas que construyen
identidades diversas como posibles fuentes de contagio (aunque el manual diagnostico DSM,
retiro la categorización de patología para la homosexualidad) aún permanece en el imaginario
social. Se siguen desarrollando acciones que proponen la vigilancia, el control y la
invisibilización como mecanismo de control, aspecto que sigue produciendo discursos
homofóbicos y prácticas de exclusión.
En cuanto a los procesos de silenciamiento e invisibilización, las respuesta
institucionales solicitan el control sobre la expresión de la diversidad, acudiendo al argumento
del “poder de la imagen” en tanto que “promociona, exalta e incita” a la “práctica de la
homosexualidad”. Otros de los aspectos que resalta, tiene que ver con la protección de los
derechos de los niños: señala la necesidad de no mostrarles opciones diferentes a la
heterosexualidad y la configuración del género dicotómica y evitar la adopción, significándolas
como factores que producen desbalance en el “normal” desarrollo de los “seres más
vulnerables” en referencia a los niños.
Finalmente se identifica en estas respuestas institucionales la dificultad de reconocer
posiciones identitarias y configuraciones relacionales diversas, en argumentos como: “no son
equiparables a las parejas heterosexuales, no son naturales, no son constitucionales” de nuevo
bajo el amparo de la institucionalización de la “buena familia” y la matriz heterosexual.

3.2. Medios masivos de comunicación – Respuesta social


Si bien el panorama en relación con los discursos institucionales que circulan en la
ciudad no es alentador, es importante revisar que sucede en torno a los medios masivos de
comunicación. Durante los últimos cinco años se ha incrementado en estos medios el
tratamiento de temáticas LGBTI; por un lado, noticieros y programas de crónicas han registrado
y socializado de manera directa los avances jurídicos y temas polémicos al respecto y, por otro
lado, seriados y telenovelas han incluido entre sus personajes mayoritariamente a gays, trans, y
35

en algunos casos a lesbianas41. Este incremento de la presencia de personas LGBTI en la escena


social, configura una dimensión de “sujetos sociales y políticos” para las personas que
constituyen identidades no normativas (Colombia Diversa, 2011, pp. 9), a la vez que va
construyendo un marco de representación que en muchas ocasiones no es tan afirmativo.
Ante la presencia de personas LGBTI en los medios masivos de comunicación, aparece
también la respuesta social: las reacciones de los usuarios de los medios masivos de
comunicación, quienes en el libre derecho de su expresión, evidencian expresiones de exclusión
y rechazo ante la visibilización en los medios de personas con construcciones identitarias
diversas. Acerca de esta respuesta social, Colombia Diversa Señala:
“No obstante, esta irrupción (de temáticas LGBTI en los medios) despertó también muy fuertes
resistencias en una sociedad que había sido concebida por y para las personas heterosexuales y que no
estaba dispuesta a replantear conceptos arraigados y constitutivos por cuenta de los nuevos
reconocimientos a otras formas de ser individuo, pareja y familia. Por muchas de estas fuerzas de
resistencia y oposición, la comunidad LGBT pudo constatar que para gozar plenamente de un derecho, el
reconocimiento oficial era apenas un primer paso en un proceso que debía llevar a una evolución de la
sociedad en general cuyo buen término se traduciría en el respeto y el reconocimiento de las diferencias
por orientación sexual e identidad de género” (2011, pp. 9).

El tratamiento de noticias acerca de personas LGBTI adopta un lenguaje “neutro” propio


de los medios oficiales y busca informar y comunicar, pero esta aparente neutralidad evidencia
rasgos de la forma como se nombran las otras identidades. Para citar un ejemplo, el especial de
Crónicas del Noticiero Caracol, emitido entre el 14 y el 18 de febrero del 2011:
En una casa de fachada blanca, sin letrero, sin nombre y sin una sola señal particular, se dan cita cada
noche en Teusaquillo las historias de amores escondidos (…) mira la esencia no las apariencias es el
himno de este otro lugar en Chapinero… envueltas por el arcoíris multicolor, estas dos mujeres
comparten la vida y el trabajo, llevan 12 años juntas y tienen un hijo; en realidad es el hijo de Mariana
que antes de conocer a Sandra estuvo Casada como la sociedad manda (…) como resulta obvio no son
una familia convencional.

Este ejemplo, señala algunas particularidades de la “neutralidad” en el lenguaje oficial:


la mención a Chapinero que desde la mirada georeferencial, como se explicara más adelante,
asocia y permite la existencia de la diversidad en zonas especificas de la ciudad; la primera
descripción de esta crónica se asemeja casi a las historias siniestras o de terror: “en una casa de
41
Hay que señalar aquí, que para designar a mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres, los
medios masivos de comunicación usan la palabra lesbiana. En este apartado se usara también, con el fin de señalar
que esta manera de nombrar en los configura formas de representación: por un lado la apropiación de la palabra
Lesbiana (como forma oficial de nombrar) desde la reivindicación del activismo y el movimiento LGBTI
(Noticieros y programas de crónicas) y, por otro lado, como se desarrollará posteriormente, la representación de
esta identidad desde una lógica dicotómica: la lesbiana erotizada (lesbian chick) – la lesbiana masculinizada; la
primera aceptada socialmente, la segunda desalojada a la abyección. Esta última, y otras múltiples formas de
construcción identitaria de mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres, no se representan en
los medios masivos de comunicación.
36

fachada blanca, sin letrero, sin nombre y sin una sola señal en particular”, se identifica lo que
Butler señala como lugares de abyección o ininteligibilidad, identidades que no encajan en el
modelo tradicional de familia, de cuerpo, de identidad; otra característica es que todos los
testimonios que recoge esta crónica, para abordar la polémica en relación con la existencia de
padres del mismo sexo, son de parejas de mujeres con identidades lésbicas, representadas en el
lugar social que tradicionalmente ha tenido la mujer: la maternidad y el cuidado de los hijos.
Frente a la emergencia de las temáticas relacionadas con personas LGBTI en los medios
masivos de comunicación, específicamente la prensa virtual, hay unos usuarios que reaccionan
ante estas formas de expresión de la diversidad en el ámbito público. Estas reacciones se
configuran como respuestas ante la visibilidad de lesbianas, se hace evidente un contexto social
homofóbico, discriminatorio y con bajos niveles de respeto y aceptación por la diversidad. Este
aspecto evidencia la brecha que se erige entre los avances legales y, el contexto social inmediato
en el cual las mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres construyen sus
identidades, sus cuerpos y sus posibilidades de habitar la ciudad.
A manera de ejemplo, un caso de amplio registro mediático: el matrimonio de la ex -
Alcaldesa en Chapinero, quien se ha declarado abiertamente lesbiana. Uno de los diarios de
mayor importancia en el país registró el evento, tanto en formato físico como en virtual; el
formato virtual permite que los usuarios del periódico participen en la configuración de la
noticia a partir de sus comentarios. Esta noticia causo una entrada de 500 comentarios
aproximadamente 42 . Si bien esta cantidad no permite hablar de representatividad, sí facilita
identificar aspectos importantes del entorno social de las mujeres con identidades lésbicas. Vale
la pena señalar que el público que tiene acceso a este medio debe contar con características
como acceso a internet, alfabetismo y conocimientos básicos de sistemas.

42
Una revisión de estos comentarios, sin pretender hacer un análisis profundo, evidenció la siguiente
caracterización: 78 comentarios hacen referencia a este matrimonio como una transgresión a la norma heterosexual;
139 señalan en las mujeres que se unieron características de desviación, pecado, inmundicia, aberración maldad,
algunos con la consecuencia social de despertar asco, repudio y penalización; 16 las señalan desde una
codificación estética, ubicándolas del lado de la fealdad como forma de castigar la subversión de la norma,
mediante la asignación de una característica física; 6 utilizan el nombre bruja para denominarlas, 57 las asocian con
enfermedad o locura; 39 cuestionan la labor de una de ellas como funcionaria pública, por el hecho de ser una
mujer con una identidad diversa; 10 comentarios están cargados de contenido erótico; 17 refieren la tensión
publico/privado, “que hagan lo que quieran pero en el closet”; 50 comentarios son de defensa, tolerancia, respeto y
felicitación; y más de 30 hacen parte de un conjunto de respuestas cargadas de agresión para defender este
matrimonio.
37

Las reacciones de los usuarios ante esta noticia son en su mayoría de contenido
lesbofóbico, excluyente, machista, en muchos casos agresivos y configuran un estereotipo de las
mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres43:
Este matrimonio es falso. Porque el matrimonio legal esta hecho por dios, hombre y mujer, si siguen así
van a terminar en el infierno.
Ser homosexual es ser degenerado (...) no es ser normal, la naturaleza por eso dio dos géneros. Así que
los homosexuales son productos de una enfermedad mental (...) Que Dios los perdone, porque yo no soy
Dios y no los puedo perdonar, me dan asco.
Esta arepera que hace de macho, jamás y nunca podrá hacer el amor como lo hacemos los varones como
yo, ¿entonces qué clase de relación se fomenta entre estas perversas?
Perras, putas, lesbianas y malparidas. Los celtas no comían arepas (la noticia registra que celebraron la
unión con una ceremonia celta). Ustedes son unas areperas. Les quedo grande ser mujeres.
Ellas pueden hacer lo que quieran (...) lo que debemos exigir es que los medios no le hagan apología a
estas personas... ya que están dañando a nuestros niños (...) recordemos que todos empezamos imitando lo
que vemos.
A este matrimonio le veo tres cosas. 1-Estas viejas están horribles (...) Así que ser lesbianas y pareja fue
su única opción. 2-Tener una alcaldesa de chapinero lesbiana indica que las zonas gays de Chapinero
seguirán siendo una institución. 3- No tengo nada contra el homosexualismo. Pero no hay nada más
horrible que una lesbiana pretendiendo ser hombre.
Debe ser delicioso dormir con dos lesbianas. Que me adopten!!
Una breve revisión a varias noticias que abordan temáticas LGBTI permitió identificar
que estos usos de la palabra, a la hora de nombrar y designar las identidades disidentes, se
repiten: expresiones que defienden el matrimonio heterosexual; formas de nombrar la diversidad
desde el rechazo, el odio y el repudio; asociación de las identidades lésbicas con la enfermedad
y el pecado, algunos de estos hacen referencia a la representación de la lesbiana como objeto de
morbo y otros a la lesbiana masculinizada. Estas características se asocian con los discursos de
las respuestas institucionales ante la consolidación del marco legal que promueve los derechos
de las personas LGBTI y señala una primer mirada acerca de los recursos lingüísticos con que se
cuenta en la ciudad para representar y designar a mujeres con identidades lésbicas.
Por otro lado, algunas telenovelas y seriados han propuesto personajes gays, trans y en
menor medida lesbianas. Haría falta una investigación completa para identificar la
representación que circula en estos medios acerca de las mujeres con identidades lésbicas en
Colombia. Ya en algunas investigaciones en Latinoamérica se ha identificado que las
representaciones de las lesbianas en las telenovelas construyen imaginarios en relación con: la
maternidad, el estereotipo de la madre cuidadora, protectoras, sacrificadas o, en oposición a éste,
43
Estos comentarios fueron recuperados de la sección Colombia-Bogotá, de la página virtual del Periódico El
Tiempo, del 31 de octubre del 2010. Específicamente del registro de comentarios de los usuarios virtuales. Aquí se
toman frases de diferentes foristas en relación con la noticia que se titula: “En ritual celta, sellaron su amor,
alcaldesa de Chapinero y su novia”. Recuperado en: http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/ARTICULO-
WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-8247820.html el 13 de noviembre del 2011.
38

representan a la lesbiana perversa, con rasgos de mujer malvada y asociado con patologías de
orden mental (Adrianzén, 2001).
También se ha encontrado que la representación de las mujeres con identidades lésbicas
en las telenovelas latinoamericanas muestra mujeres en papeles secundarios tanto social como
laboralmente; en ocasiones, muy pocas, se ha representado el estereotipo de la butch o
marimacho también en asociación con la lesbiana perversa. Entre otras características, estos
personajes aparecen descontextualizados de su vida social, confinados a espacios individuales y
el tratamiento de la maternidad es mediado por la presencia necesaria de un hombre. Las
lesbianas son tratadas como el dato curioso en el mejor de los casos, o como la desviación de la
norma (Geirola, 2008).
En Colombia es aún virgen el campo de estudio de las representaciones de las lesbianas
en las telenovelas. Pese a los pocos personajes que se han elaborado, algunas de las
representaciones que predominan tienen que ver con la lesbiana que experimenta el rechazo de
una autoritaria y que muere por SIDA (Merlina mujer divina), la lesbiana perversa (seriado
Mujeres asesinas), la lesbiana que cumple con el estereotipo estético de la feminidad y está
preocupada por la maternidad, sin amigos, sin pareja, sin el contexto social real que en el que
vive una mujer que tiene relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres (Aquí no hay quien viva),
y las lesbianas para la mirada y satisfacción masculinas (Los pecados de Inés Hinojosa).

3.3. Georeferenciación: espacios de legitimidad para las identidades no normativas


Una de las miradas sociales que se han dado a las personas LGBTI tiene que ver con la
georeferenciación. La mirada georeferencial construye en el imaginario social la idea de que la
localización de personas con construcciones identitarias no normativas está situada en espacios
específicos o lugares construidos para su legitimidad y posibilidad de existencia. Vélez-
Pelligrini (2008) señala que a las poblaciones LGBTI se las ha asociación a “… un grupo
proclive al autoencierro en espacios acotados y tendientes a la guetización” y señala al respecto
de esta mirada que:
…encontraría su fuente de inspiración en el modelo de organización social norteamericano. El barrio
Chueca en Madrid y una parte del distrito del Eixample en Barcelona figuran ya en el imaginario
colectivo como localizaciones urbanas “homosexuales” a pesar de que la presencia de gays, lesbianas y
transexuales en términos geourbanos sea en realidad mucho más modesta que la de otros colectivos que
en cambio sí tienden cada vez más a transformarse en micro sociedades identitariamente diferenciadas del
conjunto de la vida colectiva (Vélez-Pelligrini, 2008, pp. 15).
39

Esta mirada georeferencial, también se ha instituido en Bogotá, la actual identificación


de Chapinero como la localidad gay de la ciudad. Pese a que no es la única zona en Bogotá que
cuenta con espacios de homosocialización o sedes de organizaciones que trabajan por los
derechos y a que la existencia de esta localidad no se restringe únicamente a la presencia de
comercio, diversión o vivienda para personas LGBTI, sí hay en el imaginario social de la ciudad
una mirada georeferencial que asocia un espacio especifico con una forma de vida en particular.
Al respecto el diario el Tiempo diseñó una multimedia llamada: Chapinero Gay44, en ella se
recogen algunas referencias de las entrevistas que El Tiempo realizó para esa multimedia, en
relación con la mirada georeferencial:

(...) El enclave gay en Bogotá sí es Chapinero, porque es un lugar céntrico, donde se encuentran todos los
lugares de homosocialización (…) los sitios que habían eran muy clandestinos, muy escondidos, pero a
raíz de todo esto que se ha dado, este movimiento (LGBTI) y que nos hemos vuelto visibles, Chapinero
se volvió un barrio emblema para la gente en Bogotá, sino para la gente a nivel Colombia (…)
obviamente en todas las localidades de Bogotá hay gente LGBT, pero en Chapinero es mucho más
notorio porque uno ve a las parejas del mismo sexo cogidas de la mano, haciendo sus compras, viviendo
como una persona heterosexual del común (…) (Fragmento de una entrevista de la multimedia Chapinero
Gay del diario El Tiempo a la Presentadora de Theatron).
Formalmente no existe nada que lo determine como un enclave o como un sitio gay, no existe ninguna
normatividad, ninguna reglamentación al respecto; lo que ha venido pasando es que hay una tradición, de
hecho creo que el primer lugar gay que hubo en Bogotá estuvo en Chapinero hace mas de 25 años.
(Fragmento de una entrevista de la multimedia Chapinero Gay del diario El Tiempo a Blanca Duran, Ex
alcaldesa de Chapinero).
Es indudable que Chapinero está lleno de homosexuales, lamentablemente para quienes no lo son, porque
se han convertido casi que en una horda que afecta la vida tranquila de este sector de la ciudad (…) es que
los homosexuales no solamente se tomaron el sector, sino que se lo tomaron con prepotencia, con
violencia, con ostentación, como aplastando a la otra comunidad tradicional (…) yo creo que los gays
tienen amedrentadas a miles de personas en Chapinero, y que la jefe de la banda es la Alcaldesa... hoy
chapinero es Chapigay desafortunadamente” (Fragmento de una entrevista de la multimedia Chapinero
Gay de el diario El Tiempo al candidato a la Cámara Édgar Artunduaga).

Son diversos los nombres y diversas las voces que han catalogado esta localidad, como
una zona gay: Chapigay, ChapiYork, Chapinero Gay, el Distrito Gay o el GayHills de la ciudad;
también Alfonso Sánchez Baute, hace una descripción de Chapinero como una zona gay en su
novela Al diablo la maldita primavera. Pareciera entonces que esta es una zona de protección,
pero falta dar una mirada a la vulneración de derechos de personas LGBTI, para encontrar que
también existen diferentes formas de violencia en este sector, empezando por la simbólica y la
verbal, que se constata en las palabras del periodista Artunduaga. Es necesario cuestionar el
estatuto de inclusión que resulta de esta mirada georeferencial, y preguntarse si más bien esta

44
El Tiempo. Multimedia Chapinero Gay. Recuperado en
http://www.eltiempo.com/Multimedia/especiales/chapinerogay/ el 20 de Noviembre de 2011.
40

forma de agrupación en espacios definidos, demarcados y delimitados, no es una forma de


controlar y restringir las posibilidades de habitabilidad de la ciudad para personas diversas y si
este tipo de inclusión no parte de la base de procesos más fuertes de exclusión social.
Esta caracterización georeferencial de las personas LGBTI, también tiene otra cara, y
tiene que ver con la inmersión de éstas en el mundo del consumo mediada de la capacidad
adquisitiva:
Ya no es un secreto que Chapinero alto es la zona preferida por los homosexuales para vivir en Bogotá. A
su alrededor se ha desarrollado una importante cadena de servicios y diversión que podría convertirla en
45
el primer distrito 'gay' del país

A finales del año pasado se propuso la creación en Colombia de una cámara de


comercio gay, siendo el tercer país en la región con esta iniciativa. La cámara estaría
encaminada al pink market, término acuñado en el mundo empresarial, para designar al
segmento del mercado LGBT”:
La iniciativa, que busca aumentar el acceso a oportunidades económicas, en recursos y en capital, viene
de años atrás, pero empezó a cocinarse hace unos días con la visita de Chance Mitchell y Justin G.
Nelson, cofundadores de la Cámara de Comercio Gay de Estados Unidos(NGLCC).
Esa entidad, creada en el 2002, mueve negocios por una cifra equivalente al 6 por ciento del ingreso neto
del país y hoy sobrepasa los 29.000 afiliados y las 150 compañías entre las que se cuentan American
Express, Motorola, Intel, Johnson & Johnson y HBO, entre otras. Según la Cámara de Comercio de los
Estados Unidos, los LGBT en ese país son la tercera población que más consume (aparte de los
estadounidenses nativos), después de los afroamericanos y de los hispanos.
Tener cámara de comercio también les ha servido a las empresas asociadas para entrar a la torta
de los negocios con el Estado…"Creamos la cámara para darle una mirada económica a la población
LGBT, que no tenía mucha fuerza en la Casa Blanca. Queríamos demostrar que también contamos
46
porque pagamos impuestos, tenemos capacidad de consumo y de mover el dinero", explicó Nelson.

3.4. Organizaciones LGBTI y activismo en la ciudad


Para finalizar este recorrido que esboza un contexto y demarca algunas características de
la ciudad en relación con las persona LGBTI, hay que hablar del movimiento, sus
organizaciones y el activismo en la ciudad. Como ya se mencionó una de las organizaciones más
importantes en el país es Colombia Diversa. Su misión recoge el sentido del activismo en el
país: el movimiento ha promovido la garantía de los derechos sociales, políticos, culturales,
jurídicos y económicos y ha procurado el empoderamiento de las poblaciones diversas, junto

45
Revista Semana. Junio 14 al 21 de 2004, “La colina diferente”. núm. 1.154, p.21-22.
46
El Tiempo. Sección: Economía-Negocios. Consumo de la población LGBT es cada vez más importante en la
economía. 6 de noviembre de 2011. Recuperado en: http://www.eltiempo.com/economia/negocios/ARTICULO-
WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10717704.html, el 15 de Diciembre de 2011.
41

con la formulación de políticas públicas y programas que abarcan temas como género,
diversidad, identidad, salud sexual y reproductiva y homofobia, entre otros.
Pese a los logros de la lucha por los derechos, aún se vulneran: se siguen presentando
casos de amenazas contra las personas y las organizaciones; hay homofobia en los colegios,
asesinatos a personas LGBTI, abuso policial, y a esto se le suman situaciones de mayor
vulnerabilidad como sucede entre población carcelaria LGBTI y en los casos de desplazamiento
forzado por orientación e identidad (Colombia Diversa, 2011).
Junto al movimiento también se han creado nuevos espacios públicos en la ciudad como
los Centros de la Diversidad Sexual y otros lugares de homosocialización, donde las personas
pueden ejercer el derecho a la ciudadanía y a la existencia pública. Pero, como se mencionó
antes, es importante dar una mirada crítica y señalar aquellos aspectos que estos logros
imposibilitan en las construcciones identitarias.
En relación con el movimiento lésbico, Esguerra (2005) señala que si bien, ha habido
organizaciones de mujeres lesbianas en el país y estas han sido de importancia “las formas de
organización social de mujeres lesbianas no han logrado una estructura todavía permanente que
además articule, de esta manera, a distintos subsectores y sobrepase las coyunturas, lo que es
una característica necesaria de un movimiento”, y señala además que:
La construcción del sujeto lésbico colectivo es un proceso hasta ahora incipiente, debido, en gran medida,
a que el desarrollo de la identidad y las subjetividades lésbicas han chocado, no sólo con la lesbofobia de
la sociedad general, sino también con un fenómeno de dominación masculina muy generalizado en los
movimientos gays del mundo, y en esto el caso colombiano no es una excepción… En Colombia, como
hecho muy interesante pasamos de tener organizaciones gay o mixtas en las que se invisibilizaba
fuertemente a las lesbianas o había una baja participación de ellas, a contar con organizaciones femeninas
más amplias y permanentes, que luego dieron paso a formas de organización en alianza con otros sectores
sociales como el de mujeres transgeneristas y bisexuales (Esguerra, 2005, versión digital)

Es éste el escenario en el que habitan en su cotidianeidad estas nueve mujeres que han
construido diversas identidades lésbicas. ¿Cómo ha sido este proceso de construcción
identitaria? ¿Cómo se ven afectadas o favorecidas en sus posibilidades de existencia con estas
condiciones de ciudad? ¿Cómo se construyen las identidades de mujeres que tienen relaciones
eróticas y/o afectivas con mujeres, con los recursos lingüísticos, los recursos culturales y las
corporalidades normativas con que se cuentan en la ciudad? Éstas preguntas serán exploradas
pensando en “la defensa de la formación de un sujeto, portador de sentido y creador de
personalidad” (Vélez-Pelligrini, 2008, pp. 19) que si bien el ideal es que se logre definir,
(…) por su oposición a un asimilacionismo acrítico que le pone en situación de inferioridad y
subordinación frente a los esquemas culturales y simbólicos heteronormativos y de una “identidad
42

basura” elaborada por el gaybusiness que le convierte en mero consumidor y le amenaza con encerrarle
en los guetos comerciales de los barrios gays” (Vélez- Pelligrini, 2008, pp. 19).

No en todos los casos sucede así y son estas variantes, estos matices en las
construcciones identitarias de mujeres lesbianas que habitan la ciudad, los que interesan en este
estudio y los que a continuación se desarrollarán.
43

4. Re-construyendo identidades lésbicas: las voces de las mujeres

A partir del análisis de las narrativas de las mujeres participantes (Ver cuadro
comparativo, Anexo 3), se identificaron tres registros específicos en los cuales se inscriben sus
construcciones identitarias. El primero de ellos es el registro del silencio y la invisibilidad; en
este, se analizan desde las voces de las mujeres: la ausencia de nombres, el borramiento y la
nulidad como estrategia social de control sobre las (in)existencias lésbicas, las lógicas que
configuran lugares de ininteligibilidad, desde qué miradas se las invisibilizó, qué tipo de
silencios en el lenguaje les fueron impuestos, qué formas del silencio vivieron en los recursos
culturales y sobre cuáles cuerpos recayeron las prohibiciones.
El segundo es el registro de la configuración de las identidades lésbicas desde las
miradas normativas: en Bogotá se puede ser lesbiana. Cómo se han configurado en la ciudad
posiciones y lugares de existencia para las mujeres que tiene relaciones eróticas y/o afectivas
con mujeres, qué nombres y denominaciones se han validado, a partir de qué recursos y con qué
cuerpos es posible la existencia lésbica.
El tercer registro identificado es la construcción de lugares de existencia y disidencia, en
el que se analizan los avatares, desvíos y performativas que estas mujeres han tenido que sortear
con el fin de darse un lugar en el espacio ya sea privado o social, la construcción de lugares,
posiciones, nombres y cuerpos que permitan identificarse y reconocerse. Se analizan además, la
resignificación de los recursos naturalizados y la apropiación o deconstrucción de las claves de
género en sus propios cuerpos.
El capitulo anterior permitió delinear el panorama de la ciudad, comprender el escenario
habitado por las mujeres que participaron en este estudio, y en él, sus posibilidades para la
conformación de identidades no normativas. En este horizonte se hacen evidentes algunos
rasgos en relación con los recursos lingüísticos, los recursos culturales y el cuerpo como lugar
donde se inscriben las normas del “deber” ser en clave de género y en términos identitarios.
Pero ¿qué hicieron las mujeres que participaron en este trabajo con estas condiciones de
ciudad? ¿Cómo y a través de qué recursos lograron configurar sus identidades? ¿Cómo se
denominaron? ¿Con cuáles nombres? ¿Cuáles fueron sus recursos culturales más próximos y
disponibles? ¿Qué les implicó la inscripción corporal de la sexualidad normativa, “sana”,
“natural” e “higiénica” a la hora de asumirse en contra de la norma? Si bien es cierto que el
44

apartado anterior es ya un resultado del trabajo realizado en esta investigación, en tanto se


acudió a fuentes como actos legislativos, noticias, periódicos, crónicas y algunas entrevistas que
contienen voces que van configurando que es ser una “lesbiana” en Bogotá; es en el presente
capítulo donde se da cuenta de las narrativas de las mujeres y estas se irán contrastando con lo
ya revisado.

4.1. Del silencio y la invisibilidad

Todo, hasta el mismo silencio tiene algo que callar.


Vladimir Holan

“Coma callado”, “en boca cerrada no entran moscas”, “por la boca muere el pez”, “hacer
callar es saber mandar”. En un país en conflicto como Colombia, con una historia de violencia
que data desde el bipartidismo de los años cincuenta del siglo pasado y aún se remonta en sus
raíces hasta la Independencia, el silencio se ha fraguado no solo como un contrato social, sino
también como un mecanismo para subsistir. “Colombia es un territorio donde se vive en un
estado generalizado de silencio. Silenciar es una estrategia militar, y el silencio una táctica de
supervivencia” (Castillejo, 2000: 17).
En Colombia, a partir de la barbarie de la guerra se ha construido una cultura nacional
del silencio: el que calla sobrevive, y se ha configurado una trama de verdades ocultas e
innombrables a través del secreto público y lo que se sabe pero no se dice; basta con escuchar
conversaciones cotidianas en las que se instaura el silencio como norma a partir de enunciados
como: “de eso no se habla aquí”. Se ha erigido así un estatuto de las cosas que no se cuentan, de
lo que todos sabemos pero nadie dice, de lo que se muestra sin nombrarse, del “aquí no ha
pasado nada”.
Este silencio no es un silencio gratuito, sino que está asociado con la amenaza real del
borrameinto y de lo que se paga cuando se habla de lo innombrable: la muerte, la desaparición,
la invisibilización. Cuerpos desaparecidos, cuerpos NN, cuerpos fragmentados como producto
de transgredir la norma o de decir lo que no se debe. Si bien, no es la muerte la única
consecuencia de nombrar lo inasible, también hay otras posibilidades de control social, tan
contundentes como las que anulan los cuerpos que disienten: el anulamiento en lo simbólico, la
45

exclusión, la persecución, el rechazo y la expulsión, la pérdida de la familia, los amigos y el


trabajo, entre otras.
Podría pensarse que el silencio está confinado solamente al campo del conflicto armado
y como “estrategia militar”, pero en las voces de las mujeres participantes en este trabajo se
evidencia el silencio como herramienta cultural de invisibilización y como ausencia en las
representaciones de personas LGBTI. Este aspecto no se constata solamente en sus voces, basta
con dar un vistazo al informe de Colombia Diversa en la caracterización de estas formas de
silencio: los asesinatos de personas LGBT, reporta 99 asesinatos entre 2006 y 2007, y 127 entre
2008 y 2009; la aparición en diversas regiones del país de panfletos distribuidos por grupos
armados en búsqueda de la “limpieza social”, señalando a los “otros” que desconfiguran el
orden social y sobre los que recae la amenaza de muerte: “Los panfletos amenazantes que estos
grupos hacen circular tienen en la mira, además de defensores de derechos humanos y
sindicalistas, a personas socialmente marginadas, indigentes, personas en ejercicio de la
prostitución, consumidores de psicoactivos, lesbianas, gay, transgeneristas que ejercen la
prostitución y personas con VIH/Sida” (pp. 29); y el abuso policial y la arbitrariedad legal
contra las personas LGBT: “El abuso policial afecta de distinta manera a lesbianas, gay,
bisexuales y transgeneristas. Las mujeres lesbianas lo sufren con la represión de las
manifestaciones públicas de afecto entre ellas y muchas veces desemboca en actos de violencia
sexual” (pp. 67). En relación con este último aspecto, Bernal (2011) señala:
La violencia sexual se convierte en un mecanismo de afirmación de poder por parte de quienes pretenden
imponen reglas o códigos de conducta al interior de determinadas comunidades a través de prácticas
sistemáticas de violación-castigo en donde el cuerpo se convierte en un espacio de escenificación con
signos que reprueban la orientación sexual “desviada”, y ubicándolo como detonante del “castigo
recibido” instaurándose como un castigo ejemplar o señal para potenciales “infractores” de la norma
heterosexual. Este es el caso de una joven de Mocoa, capital de Putumayo en Colombia, de
aproximadamente 20 años, auto identificada públicamente como lesbiana quien en el 2008, al salir de una
fiesta, fue violada por 4 hombres los cuales le hirieron los pechos, atravesándole un palo en la vagina y
pintándole sobre el abdomen una pinta que decía "esto es por lesbiana" (pp. 199).

Así el cuerpo lésbico se configura como un lugar para la represión, “que no se le note”,
“no le cuente a nadie”, “que no se enteren”, que sea un cuerpo silenciado, invisible, privado, y
que en lo social se configure con los marcadores de género normativos; de lo contrario, queda
expuesto a la expulsión, el rechazo, la represión y en sus manifestaciones más extremas: la
muerte.
46

Es cierto que ha habido un avance significativo en los marcos legales que configuran las
posibilidades de existencia, la equiparación de los derechos de las personas y parejas LGBTI,
pero no se puede negar que aún perviven el silencio y la invisibilización. Hay que señalar
además, que esta estrategia opera con mayor fuerza en las regiones periféricas que en la ciudad.
El silenciamiento y la invisibilización se evidencia con más fuerza en las narrativas de las
mujeres cuyos lugares de origen son: Huila, Tolima y algunos municipios de Cundinamarca.
Para ellas el encuentro con la ciudad, posibilita un lugar de existencia y de representación; para
las otras mujeres, las que nacieron en Bogotá, los silencios, aunque presentes tienen una mayor
posibilidad de tramitarse, ya que la ciudad les ha posibilitado otros recursos a ellas y a sus
familias, en la construcción de sus identidades.
Juliano y Osborne señalan que “tanto la construcción como la negación del lesbianismo
son opciones sociales que necesitan explicarse dentro de contextos determinados” (2008, pp. 8).
Las autoras analizan las políticas de representación y con ellas, las “estrategias de negación” en
torno a las sexualidades no normativas de mujeres desde el franquismo a la democracia en
España47.
Pineda (2008), apunta que aún cuando se ha avanzado legalmente y se han abierto
espacios para nombrar y por lo tanto representar diversas formas de existir, la invisibilidad de la
existencia de identidades lésbicas aún continua siendo un problema no solo en la aceptación
social, sino en la construcción de identidades no normativas.
Pero ¿por qué pese a los avances legales, el silencio y la invisibilidad permean el
tratamiento de otras formas de construcción identitaria? Juliano y Osborne señalan de este
aspecto que:
A la hora de reflejar sentimientos lésbicos… se insinúan pero no se asumen, la relación queda en una
amistad. El lesbianismo oficialmente no existía y no se puede hablar de lo que no existe. El represor
régimen franquista destinaba sus cárceles a las mujeres que realizaban los “delitos femeninos” –
prostitución, adulterio e infanticidio (es decir, aborto)–: éstas eran las que transgredían el orden
masculino. Las lesbianas estaban fuera de él. Reconocer su existencia hubiera implicado reconocer que
ese orden no incluía todas las posibilidades, que había otras formas posibles de organizar la vida, otros
sentimientos que tener en cuenta, otros mundos. Era más fácil hacer ver que eso no existía como opción;

47
Las autoras hacen un recorrido por la historia más reciente del lesbianismo en España. Si bien las condiciones
sociales latinoamericanas y europeas difieren significativamente, vale la pena rescatar algunas reflexiones acerca de
los procesos de silenciamiento e invisibilización de las temáticas lésbicas, que permiten comprender algunos
aspectos del silencio como forma de tramitar las identidades y de la invisibilización como estrategia de control
social, en las mujeres participantes en este estudio. Es importante además resaltar que en España hay una
producción significativa en la agenda académica en cuanto al estudio de las identidades de mujeres no normativas;
el camino recorrido del movimiento LGBTI es mucho más amplio y los logros legales abarcan la protección de
todos los derechos en igualdad de condiciones.
47

en todo caso sería una patología, y de las patologías se encargaban las familias y el sistema médico-
psicológico. La tradición de negar la existencia de ese porcentaje de la población femenina cuya opción
central se centra en otras mujeres tiene una larga historia. Las ordenanzas del siglo XVII sancionaban
duramente la homosexualidad, pero sólo se penaba la masculina… Nuestra sociedad es penalizadora u
controladora aún en la actualidad (2008, pp. 7 y 8)

En este sentido, las autoras construyen la hipótesis según la cual silencio y la


invisibilización, han sido estrategias de control social que han permitido el mantenimiento de la
matriz heteronormativa como única forma de organización:
(…) se consagró el ideal de la “perfecta casada”, por el que la familia, el matrimonio, la maternidad y la
domesticidad en general constituían el máximo horizonte en la realización de la mujer. De un
planteamiento jerárquico de inferioridad de la mujer respecto al hombre en el siglo XIX se pasó a
principios del siglo XX a subrayar el ideal interclasista de la diferenciación sexual y de la
complementariedad de las esferas separadas entre los sexos, con una estricta división del trabajo y el
confinamiento de la mujer al ámbito privado” (Juliano y Osborne, 2008, pp. 9)

En esta misma línea las autoras señalan el uso de controles tanto formales como informales.
Entre los primeros refieren la discriminación y la sanción jurídica y, entre los segundos señalan
el papel de la iglesia, la institución educativa y su influencia en la socialización de los roles
asignados para las mujeres. Es de especial interés que en relación con la sanción jurídica y como
lo señalan las autoras, que pese a la consideración de la homosexualidad como práctica
delictiva, las sanciones fueron impuestas con mayor agresión sobre hombres que sobre mujeres.
En relación con este último aspecto y con la pregunta sobre la instauración del silencio y la
invisibilización de la existencia de mujeres con identidades lésbicas, las autoras continúan
explicando que:
…el nivel de cuestionamiento de los roles de género que implica el lesbianismo es mayor, ya que las
lesbianas no se limitan a realizar prácticas permitidas en condiciones no aprobadas (como lo hacen las
trabajadoras del sexo) sino que subvierten totalmente lo que se espera que sean las opciones de las
mujeres. Además el cuestionamiento lo hacen en las dos vertientes: en términos de conductas de género
(comparemos el aspecto masculinizado que se les asigna a muchas lesbianas con la hiperfeminizacion que
deben mostrar las prostitutas en su trabajo) y en términos de opciones sexuales, donde generan un ámbito
autónomo fuera del control masculino… se asigna a las lesbianas la invisibilidad… esta última opción
resulta racional en términos del mantenimiento del orden establecido y es la que puede resultar más eficaz
para neutralizar su potencialidad subversiva (pp. 12-13)

Si bien no hay un estudio en profundidad, que explore la historia de las mujeres con
identidades no normativas en Colombia, las formas de nombrarlas y con ellas de representarlas,
Giraldo (2006 y 2001) ha reseñado algunos casos específicos correspondientes al periodo de la
Colonia. Aunque este trabajo es un referente histórico un poco distante, que hace más bien parte
de un archivo de memoria en relación con las personas LGBTI, no puede obviarse que como
legado, ha dejado huellas en la construcción histórica de las identidades no normativas. Más
48

adelante se profundizará en las características contemporáneas de las construcciones identitarias,


los cambios y las transformaciones. En su trabajo por la construcción de una genealogía de la
homosexualidad en Colombia, Giraldo ha referenciado algunos casos que corresponden a
formas de existencia que en su momento subvirtieron la norma: Bisexual (Manuela Sáenz, sin
que quedara registrada en la historia como una mujer bisexual), homosexual (Juan Sánchez de
Contreras, cuyo caso está registrado en documentos del Archivo General de la Nación de
Colombia y en estos, la mención no es a homosexualidad sino a “pecado nefando” 48), pederastia
(Antonio José Naranjo, cuyo caso es descrito como degeneración) y un caso que la autora señala
como la “primera aproximación médica al cuerpo intersexual” (Martina Parra, que es señalada
por sospecha de hermafroditismo y por sostener relaciones sexuales con una mujer: sodomía)
(2006).
Del trabajo de Giraldo llama la atención que mientras en el caso de los hombres, es aplicada
toda la severidad de la justicia, a uno con muerte y tortura por causa del “pecado nefando” y al
otro con desprestigio y estigmatización social por “degeneración”, en el caso de las mujeres, el
rigor es menor. Con Manuela Sáenz, opera la invisibilización de sus relaciones afectivas con
mujeres. El tratamiento social es entonces ausencia en el discurso histórico de referencias que
contengan las relaciones que sostuvo con mujeres; en el caso de Martina Parra: la exploración
médica de su cuerpo. Al someter su cuerpo a análisis médico después de ser encarcelada por
sostener relaciones sexuales con otra mujer y “después de concluir que Martina Parra era mujer,
su cuerpo dejó de representar una amenaza criminal y los médicos y jueces perdieron todo el
interés por la relación de sodomía femenina que constituía un delito adicional” (Giraldo, 2006,
pp. 61).
El trabajo de Giraldo señala, en concordancia con el estudio realizado en España, que
aunque se contemplaban en la Colonia los mismos castigos para hombres y mujeres que
sostenían relaciones sexuales contranormativas, las mujeres fueron sometidas a castigos menos
rigurosos, entre ellos el exilio y la separación forzosa, aunque la autora no señala un análisis de
las posibles causas de este tratamiento, es posible pensar que en Colombia también se han
utilizado estrategias de silencio e invisibilización, como herramienta para: tramitar la
imposibilidad de aceptar y reconocer la diversidad, neutralizar el potencial subversivo de las

48
“La expresión significa pecado innombrable, es decir, que debía permanecer en silencio puesto que las relaciones
homoeróticas se consideran a la vez crímenes y pecados de máxima gravedad, semejantes a la herejía y al
regicidio” (Giraldo, 2006, pp. 56)
49

otras formas de construcción identitaria no normativa, controlar la diversidad y defender la


matriz heteronormativa.
Es posible encontrar en las narrativas de las mujeres participantes en este trabajo, como la
invisibilización de la existencia lésbica posibilita, en el ámbito privado, los procesos
identitarios, a la vez que se señala como recae en el cuerpo la sanción, si este cuerpo connota
caracteres de masculinización, o señales de ir en contra de los rasgos genéricos asignados para el
cuerpo de mujer y de la heterosexualidad como única posibilidad que rige al deseo:
(…) quizás a veces pueda ser incluso hasta más fácil ser lesbianas, pues porque nadie la está mirando
todo el tiempo y le está diciendo como hacer, pero es sancionada por, porque de hecho, por querer ser
algo que nunca va a poder ser, y es un hombre, ¿sí? Porque solamente los que aman a las mujeres pueden
ser hombre (Sandra, Entrevista No. 9).

Los procesos de silenciamiento e invisibilización de las temáticas lésbicas, han impactado


en las formas actuales de construcción identitaria; si bien ya no están relacionados con el castigo
jurídico, sí hay en Colombia una forma de control social, que si bien es cierto no es “legal”,
sigue señalando qué formas de existir son validadas y cuáles otras configuran posiciones
proclives a la vulneración y desaparición. Junto a esta forma de represión que connota el
carácter del secreto público, se han configurado otras formas de castigo y represión en lo social,
que tienen efecto en la posibilidad de nombrarse y representarse y en sus contextos sociales,
laborales y familiares. La invisibilización de las existencias no normativas, es también una
exigencia social: “que no se note” y, como se señalaba en el apartado anterior en relación con la
visibilización de las personas LGBTI: que sea confinado al ámbito de lo privado (Osborne,
Villalba y Villar).
Si bien el referente de la Colonia en Colombia y su relación con el referente del franquismo
en España, señalan aspectos de proceso histórico en el silenciamiento e invisibilización de las
identidades no normativas, se hace necesario señalar qué sucede en el contexto colombiano
contemporáneo, más específicamente en la ciudad de Bogotá. Desde la Colonia hasta hoy han
acontecido una serie de transformaciones. Hay que mencionar que la recuperación de este
proceso histórico está aún en deuda. Estas transformaciones tienen que ver con la existencia de
un marco legal que protege los derechos de las personas LGBTI, con la presencia de
representaciones en los medios masivos de comunicación, con la aparición de espacios de
homosocialización y con la emergencia del activismo, el feminismo y el movimiento LGBTI.
50

Este panorama da cuenta de posibilidades de nombrar, representar, de apertura y de


existencia; pero hay que recordar que ante estos avances también se han erigido discursos
institucionales que deslegitiman el marco normativo, estereotipación y esencialización de
identidades no normativas en las representaciones de los medios y desprestigio desde la
georeferenciación a partir del señalamiento de los lugares asociados con personas LGBTI como
degeneración de los espacios: “hoy desafortunadamente Chapinero es Chapigay”.
En las narrativas de las participantes en este estudio, se destacan tres características en
relación con el silencio. En primer lugar, la imposibilidad de nombrar: “algo que casi no se
puede decir, que no se puede pronunciar” (Mónica, Entrevista No. 4), “no se podía decir
públicamente podía ser fuertemente cuestionado nunca lo dije” (Blanca, Entrevista No. 7), “eso
no existe acá entonces porque lo vamos a nombrar” (Eloísa, Entrevista No. 4); en segundo lugar,
el uso de este como estrategia para evitar el rechazo social: “yo nunca le conté a nadie porque
escuchaba esos términos despectivos y no quería que me rechazaran” (Camila, Entrevista No.
1), “mi familia le da temor, ellos dicen que no le cuente a nadie, a mi mama le da temor que me
rechacen” (Eloísa, Entrevista No. 3); y el silencio como mecanismo para no ser excluidas de
espacios laborales: “uno no tiene el valor de decir que es lesbiana hay miedo de la gente
homofóbica… desafortunadamente dependemos de un trabajo, de una sociedad” (Adriana,
Entrevista No. 5), “trabajo con niños de estrato alto, tengo que ser consciente que me tengo que
cuidar de ser abiertamente lesbiana” (Carolina, Entrevista No. 6).
Para estas mujeres, el silencio y la invisibilización, han sido estrategias presentes en sus
procesos de construcción identitaria; ya sea que hayan decidido no nombrarse, no confinarse o
reconocerse dentro de determinadas categorías que sus entornos más próximos les han impuesto,
mediante el veto en el nombre no solo como rechazo sino que, en ocasiones como manera de
tramitar y elaborar la aceptación: “así como una palabra específica no…que hayan dicho, esto es
así o asa, no… casi ni siquiera se tocaba el tema… la gente prefería no saber nada de eso”
(Yadira, Entrevista No.2), “realmente era un término que, o sea, para ellos (los padres) fue
como, esto es nuevo, qué pasa, no se había hablado sobre eso, entonces tu quedas como, yo creo
que el golpe fue por eso” (Eloísa, Entrevista No. 3), “yo crecí en un hogar donde todo era tabú,
todo era escondido, todo era nada, o sea, nada se sabía de nada, ni siquiera de las relaciones
sexuales heterosexuales” (Mónica, Entrevista No. 4), “el tema no existe… y la palabra lesbiana,
menos, no existe” (Blanca, Entrevista No. 6), “es un tema tan invisibilizado que no recuerdo”
51

(Catalina, Entrevista No. 7), “la homosexualidad femenina nunca la oí” (Eloísa, Entrevista No.
3).
Pues yo la califico (la educación acerca de la sexualidad recibida en la familia) como terriblemente dañina
a nivel emocional, a mi me costó 27 años asumirme como lesbiana, o sea que, claramente la educación
hiso que me demorara mucho en asumir algo que seguramente hubiera podido asumirlo mejor si mi
familia lo nombra, lo trabaja, lo acepta (Blanca, Entrevista No. 7).
Es que eso se ve tan lejano que no se nombra, ni siquiera para hacerle el feo, ¿si me entiendes? ni
siquiera para decir es que eso es una perversión de la humanidad, sino eso no existe acá entonces porque
lo vamos a nombrar (Eloísa, Entrevista No.3).

En las narrativas de las participantes, se constata que no hay solamente un silencio en


relación con la existencia de lesbianas, sino que está arraigado al silencio generalizado en torno
a la sexualidad: “en mi casa nunca se habló de esto”, “nunca mi mamá me dijo, nunca nos
enseñaron qué era una relación sexual, cómo se tenía, no nada, nada, nada”, “nunca me hablaron
de eso”. Este silencio no se da solamente en la familia sino que se traslada a la institución
educativa: “realmente esos temas no se tocaban, ni en el colegio ni en la familia”; solamente una
de las entrevistadas (nacida en Bogotá) señala que la sexualidad era un tema abierto en su casa,
a la vez que indica tener una mamá de pensamiento abierto y para quien la sexualidad no era un
tabú. Al respecto Villar (2008) señala que solo recientemente la sexualidad se ha convertido en
un tema nombrable dentro del desarrollo normal de las personas y que especialmente para las
mujeres, la sexualidad ha sido un tema impensable. La autora refiere además que hay una
jerarquización social de los actos sexuales: aquellos enmarcados en el matrimonio y en la
heteronormatividad no necesitan ser explicados ya que son considerados como correctos,
normales, saludables, equilibrados y naturales. Así, las diversas formas de construcción
identitaria contranormativas de las participantes, pasaron en algún momento (algunas de ellas
optaron por el silencio en su proceso de construcción identitaria) por el borramiento a partir del
silencio y la invisibilización.
Por otro lado, el silencio social de la existencia de lesbianas, es narrado por las
participantes como un aspecto que está sujeto a la mayor visibilidad de los hombres
homosexuales; si bien ellas refieren que es entre los 10 y los 16 años que tienen noticias sobre la
posibilidad de existencia de relaciones eróticas y/o afectivas entre hombres, es entre los 14 y los
20 años que encuentran referencias indirectas y mediadas por su propio deseo, que les informan
sobre la posibilidad de relacionarse erótica y afectivamente con mujeres (es importante resaltar
que 2 de las mujeres señalan que reconocen la posibilidad del deseo entre mujeres desde que
52

tienen conciencia y 3 de ellas refieren haber realizado juegos infantiles representando a la


familia, en los cuales ocupaban el rol del papá).
La mayor visibilidad de los hombres homosexuales, no es de entrada un referente positivo,
sino que está cargada de burla y rechazo social. Este aspecto hace pensar en la herencia colonial,
el castigo impuesto sobre los hombres por transgredir su masculinidad y el silenciamiento de las
posibilidades eróticas entre mujeres con el fin de controlar y sostener la matriz heterosexual.
Más que todo se conocían era los hombres gays, sí, los homosexuales hombres, pero no mujeres.
Entonces cuando se trataba por ejemplo de hombre porque era más conocido y era más como socialmente
visto, sí, entonces los trataban mal, los trataban de maricas y eran burla, cuando un hombre tenía una
actitud femenina o afeminada, entonces era como ese rechazo ¿no? Pero como las mujeres casi no se
visualizaban (Yadira, Entrevista No. 2).
(Con el reconocimiento de la posibilidad de relaciones erótico-afectivas entre personas del mismo sexo)
como hacia los 12 años, porque pues un primo, hacían el comentario en la casa de que era, como todo el
mundo lo dice ¿no? marica Ahí surge la primera pregunta y ¿qué es un marica? -¿A quién le preguntas? -
a mi abuela (risas) -¿tu abuela que te dice? -¡Ay! no me pregunte eso. Porque pues es una persona mayor,
una persona que siempre, de por sí en esa época el tema homosexual o el tema lésbico no, todo era
vetado, jm, hasta ahí fue la pregunta… entonces ahí viene la parte de preguntarle directamente a mi
primo marica, que qué era un marica, que por qué decían que él era un marica… entonces él me explico
cómo muy plastilina de que ser marica simplemente era que le gustaban los hombres, pero no me explicó
que también las mujeres le podían llegar a uno a gustar. -¿cuándo te enteras que con las mujeres
también? -cuando, pues yo empezaba a jugar y empecé a decir: no que yo soy el papá, yo soy el papá,
entonces tengo que besarla; pues a la niña que hacía de mamá… si, en mis juegos de pequeña, entonces
ahí surge siempre como esa vaina, oiga y él es marica y se puede con hombres y entonces las mujeres
como se llamarán, porque él la explicación que me dio: a mí como me gusta el otro hombre; entonces
solo los hombres hacen ese tipo de cosas (…) yo empecé a estudiar en un colegio femenino y la
percepción es porque yo empiezo a sentirme muy bien en compañía de las niñas y uno en esa época de
adolescente de doce, trece, catorce, es sus primeras experiencias como mujer, con tal, de tener novio y a
mí no me caían los hombres, y entonces, ahí yo me encontré con una persona que tenía como 3 años más
(…) dieciocho y yo tenía quince, y empezó que ¿cómo estás? Y empezó a ser como muy especial
conmigo. Pues un día como que nos besamos y yo, ¿esto está bien hecho o está mal hecho? (...) no lo
cuestione que estaba bien o mal, sino, nunca me han dicho que, que se pueda ¿sí? Nunca existió como
la aclaración de mire el amor entre mujeres, bueno la parte bíblica hombre y mujer y ya, pero nunca
una conversación pues familiar, pues difícil ¿no? Porque mi abuela nos crio así, pues a su modo, a su
edad y con sus costumbres machistas y ya, entonces ya pues, cuando me meto con esta persona, pues yo
empecé a preguntarle fue a ella, que si antes había tenido más experiencias y empezó a decirme: sí, sí, sí;
yo: ¿pero esto está bien? Entonces empezó a decirme: ante la sociedad esto no está bien; entonces
empezó a ser siempre un amor o una atracción muy escondida (Adriana, Entrevista No. 5).
(…) no, con la familia jamás, mi familia es una familia tradicional, es una familia tradicionalmente
católica, mi mamá inició en el cristianismo pues ya mayor, pero entonces no había, ahí nunca se hablo
del tema, nunca se mencionó, eso no existía, pues a menos que fuera para hacer un chiste de parte
de mis hermanos, de algún tipo que es muy marica o es un tipo muy delicado, o ese tipo tan partido,
pero más allá de eso nunca se mencionó el tema ni existía… pues era más que todo con lo hombre, con
las mujeres jamás se menciono, y con los hombres siempre era ese partido, ese marica, mire tan
delicadito, o no sea marica, no me coja así que van a pensar. (Blanca, Entrevista No. 7).

Los pactos de silencio que se consolidan en la sociedad y en las familias, están asociados
con el temor al rechazo y la exclusión y con el miedo a quebrantar las normas establecidas,
miedo a la diferencia y a la perdida de los discursos establecidos:
53

Una madre puede tener conocimiento de las orientaciones sexuales de su hijo y establecerse un consenso
entre ambos sobre algo que se da por hecho, pero la inexistencia de una abierta confesión y el
establecimiento de los pactos de silencio tienen un origen bien claro: el espanto terrorífico que provoca la
misma palabra “Homosexual”. El hecho mismo de no ser la homosexualidad “nombrada” y por lo tanto,
de no ser insertada por el lenguaje en el proceso de construcción social de la realidad confirma ya su
carácter ilícito a los ojos del Estado, del sistema penal y jurídico y de la propia sociedad” (Vélez-
Pelligrini, 2011, pp.41).

En las narrativas de las mujeres participantes, estos pactos de silencio se relacionan con el
control social de las identidades no normativas: no nombrarlas, pero si llega a suceder, que sea
desde un lugar de repudio, de un lugar de abyección e ininteligibilidad: “mi mamá detestaba eso
(las relaciones entre mujeres) y decía que qué asco, que dos mujeres, que qué asco el sexo entre
dos mujeres” (Yadira, Entrevista No. 2), “cuidado se entera alguien de que usted es así”
(Blanca, Entrevista No. 7). Juliano y Osborne señalan acerca de esta estrategia de
invisibilización que:
Ante estos “Peligros” (la existencia de mujeres lesbianas), la posibilidad de negarse a admitirlos es una
tentación y una estrategia. Es muy frecuente que las familias “no se den por enteradas” de las
transgresiones que no quieren aceptar y que no están en condiciones de castigar. En una novela, Laura
Restrepo dice, refiriéndose a una familia colombiana, que juega a “ese juego que se llama No pienso en
eso, ergo no existe, o No se habla se eso, luego no ha sucedido” (2008, pp.13).

El silencio responde a una necesidad social de protección: evitar el rechazo de la familia, no


perder los vínculos sociales y laborales:
Mira, a mi mamá le da mucho temor (…) que mi familia se entere porque mi familia es muy machista,
ella me dice como no le cuente a nadie y yo le digo bueno yo no tengo una comunicación con ellos, no
me importa quiénes sepan (…) Mi mamá dice que si ellos llegan a rechazarme ella se muere (Eloísa,
Entrevista No. 3)
Para mis papás siempre es muy difícil que alguien más fuera de ellos se entere, porque digamos que en el
medio en el que ellos están, siempre ha sido motivo de burla y esto, entonces creo que ellos se pueden
sentir mal si alguien más se entera y le hacen algún tipo de comentario. (Carolina, Entrevista No. 6)
Uno no tiene el valor de decir. Pues yo soy lesbiana ¿me quiere decir algo?; entonces como que siempre
es al escondido. Entonces, o sea, uno se siente atacado pero no con la valentía de defenderse (…)
Socialmente, a pesar de lo mucho que han evolucionado hay mucha gente que sigue con su pensamiento
homofóbico y pues desafortunadamente, dependemos de un trabajo, dependemos de una sociedad
(Adriana, Entrevista No. 5)
Lo negativo es de pronto sentir eso, que uno no puede ser totalmente abierto, con la gente siempre existe
el temor, por ejemplo si esa persona es homofóbica y si tiene alguna relación conmigo o sea con respecto
al trabajo, que uno dependa de eso, pues siempre a uno le da como temor… que lo echen o que ya no
le crean, por lo menos como yo soy jefe, no me imagino que digan esa vieja es lesbiana ya no le hagamos
caso, o coqueteémosle (risas) - Es decir tú eres re closet en tu trabajo - si, en mi trabajo, pues sí dudan,
por lo menos dudan pero no saben… o sea, en el trabajo no lo admito, pero sin embargo se me nota por
mi apariencia, pero no lo digo, una cosa es que de pronto lo pienses pero ya otra cosa es decirlo (Camila,
entrevista No. 1).

Otra característica que connota el silencio para las mujeres, es la posibilidad de tramitar
la aceptación. Después de la salida del closet, algunas de las familias concilian la existencia
no normativa de uno de los miembros de su familia, en tanto no se nombre “mi mamá trata
54

de que eso se mantenga en secreto, está bien que lo sea pero que no lo sepan” (Blanca,
entrevista No. 7).
No solo hay un silencio en el lenguaje, en las posibilidades de nombrar, sino que
también, la voz de las mujeres evidencia silencios en las representaciones, silencios
visuales, silencios en los recursos culturales. La institución educativa se convierte en un
espacio social, donde no es posible visibilizar: “allá tuve mi primera amiga, pero era un
amor escondido, ante la sociedad no estaba bien” (Adriana, entrevista No. 5). En general en
el contexto social se hace necesario acudir a recursos que les permitan esconderse: “pues yo
todo lo convierto, lo que hace la mujer en hombre”, “uno tiene que siempre referirse como
si su pareja fuera hombre para poder hablar de eso” (Adriana, entrevista No. 6). El uso del
secreto es una práctica que permanece en las mujeres mayores, cuya ciudad de origen no es
Bogotá. Si bien casi todas las nueve mujeres señalaron que en algún momento acudieron a
alguna forma de secreto, es a partir de la salida del closet, o de la inmersión en el activismo
y el movimiento LGBTI, que ya no se acude al secreto como forma de invisibilización y
tramitación de sus identidades.
En relación a los silencios visuales se identifica que familias que piden silencio en la
representación:
A mi hermano le da mucha pena que la gente sepa, o sea los amigos de él, o sea yo pensaba que él lo
aceptaba de manera más abierta y veo que no, porque digamos ahorita el tiene 18 años y él siempre me
dice que no quiere que sus amigos se den cuenta que yo soy así, que esconda manillas, revistas, todo lo
que por ahí me delate (Camila, Entrevista No. 1.)

Estas formas de silencio se ejercen no solo en el lenguaje y en los recursos culturales, sino
que además se materializa en el cuerpo, configurando formas posibles de existencia que pasan
por los marcadores corporales. Dos casos específicos dan cuenta de la invisibilización en la
inscripción corporal a partir de la asignación de los marcadores de género específicos para las
mujeres. El primer caso señala como su corporalidad que ella misma define como “fuertecita”,
le genera señalamientos en su familia: “mi hermana me dice: por lo menos vístase como una
mujer a ver si al menos levanta algo” y aún en su misma vivencia con mujeres con identidades
lésbicas:
A mí me parece que a todas las lesbianas les gusta femeninas, habrá un 1% que no, pero de resto, por lo
menos las que yo he conocido a todas les gustan femeninas, y digamos todas mis parejas a pesar de que
me han aceptado y dicen quererme, siempre me lo sacan en cara, realmente creo que tengo un traumita
con eso (risas). Dicen: ah pero es que si por lo menos a ti no se te notara, vístete un poquito más como
una mujer (…) o sea, pues a mí me gustan femeninas, sí, por lo menos a mi no me gusta una mujer así
como yo, porque yo veo una mujer femenina y eso es lo que me gusta, no sé si eso es lo que les pasa a
55

mis parejas que si han sido femeninas, pero en algún momento me dicen que me trate de vestir un poquito
como mujer, eso también para que no se den cuenta, pero también no sí a ellas en el fondo no les gusta,
eso sí me ha parecido en mi vida difícil realmente. No sé como harán las otra (…) femenina, ese sí ha
sido mi gran problema del lesbianismo (risas), pues porque digamos, a mi me gustan las mujeres
femeninas, y yo no soy femenina y no quiero ser (…) pues me gustaría ser femenina pero no lo soy y
a veces siento rechazo de la gente por eso, o de las mismas lesbianas (…) pues por lo menos las que
yo he conocido, las mujeres que a mí me gustan les gustan femeninas, pues de alguna manera yo siento
que las mujeres rechazan a las mujeres marimacho digamos. (Camila, Entrevista No. 1).

Y el segundo caso, hace referencia a las posibilidades de transgredir los marcadores de


género en el cuerpo. En esta narrativa, Eloísa (Entrevista No. 3) señala que en antes de asumirse
como una mujer con una construcción identitaria no normativa, escuchaba metal y que en ese
contexto se podía permitir la expresión de caracteres masculinos en su corporalidad, ya que no
estaba en cuestión su orientación sexual, pero al asumir una forma de existir no heterosexual,
uno de los primeros aspectos que cambia está en relación con su cuerpo:
-¿Tú crees que luces como una mujer gay? -Sí, yo creo que tengo mis rasgos, pues no sé, de hecho yo he
cambiado mucho. Si tú me ves cuando yo escuchaba metal yo me veía más pinta de niño, yo me vestía de
negro, botas punteras, cabello en la cara, creo que ninguna de mis parejas me hubiera aceptado. Después
fui, mira, la primera vez que yo fui a un bar vi a un poco de machorras tomando cervezas, hablándose con
groserías, para mí fue, dije uy yo no quiero ser así, y esos días me fui a cortar el cabello, ya empecé a
comprarme cosas de color -risas- cosas más ceñidas, creo que el rasgo, no , no lo consigo totalmente,
porque creo que todos tenemos nuestro rasgo, pero lo intento, intento no verme así (Eloísa, Entrevista
No.3)

A partir de las narrativas de las participantes, los procesos de silenciamiento e


invisibilización adquieren una doble connotación: por un lado son mecanismos y estrategias de
control y negación de las identidades, pero también, se constata que apropian formas del silencio
y la invisibilización para tramitar la construcción de sus identidades. Silencio e invisibilidad son
estrategias opresivas, invisibilizan y consignan al ámbito de lo privado a las existencias lésbicas:
“en un mundo donde el lenguaje y nombrar las cosas es poder, el silencio es opresión y
violencia” (Rich, 1983, pp. 242).
Pero vale la pena resaltar que la ausencia de recursos lingüísticos y culturales,
produjeron en algunas mujeres la elección del silencio y la invisibilidad como forma de tramitar
sus procesos de construcción identitaria; es cierto que nombrarse es existir, para algunas de las
mujeres que eligieron el silencio en los nombres y en la expresión de sus identidades también
configuró formas de existir.
El silencio opera: como recurso lingüístico, como ausencia en la representación y como
exigencia en los marcadores corporales de género configurando por un lado, no lugares para
construcciones identitarias no normativas y, por otro lado, instaurándose como posibilidad para
56

tramitar los procesos de aceptación personal, familiar y social en mujeres que tienen relaciones
erótico-afectivas con mujeres; el silencio y la invisibilidad se establece como un recurso cultural
adscrito a los procesos identitarios de estas nueve mujeres no heterosexuales que habitan la
ciudad de Bogotá.

4.2. “En Bogotá se puede ser lesbiana”: nombres, representaciones e inscripciones


corporales

Muchas cosas en el mundo carecen de nombre;


Y hay muchas cosas que, aún cuando posean nombre,
Nunca han sido descritas.
S. Sontang, Notas sobre lo Camp

La sociedad ha erigido otros mecanismos de control sobre las identidades disidentes y la


gestión de la diversidad. Es así como, junto al silencio y la invisibilización, se han establecido
formas normativas de nombrar y representar las diferencias, a partir del control sobre las
identidades que se ha producido desde los grandes discursos sociales (la institución de la
familia, la heterosexualidad obligatoria, la institución educativa, la iglesia, la medicina, la
psicología, entre otros) y se han construido patrones para la legitimación de los “otros”. Se ha
configurado un marco de posibilidades, que excluye las identidades no normativas y, acepta en
tanto que esencializa la diversidad. Este apartado aborda la pregunta por ¿cuál lesbiana se puede
ser en la ciudad de Bogotá?
A lo largo de este trabajo se han señalado los avances legales en términos de
reivindicación de los derechos de las personas con construcciones identitarias no normativas,
promovidos por el activismo y el movimiento LGBTI. Pero también se ha venido indicando
como estos avances no han sido garantía total para lograr el respeto por las diferencias, la
aceptación de formas alternativas de construcción identitaria, y la eliminación de la homofobia y
las diferentes formas de violencia contra personas diversas.
Platero (2008) apunta que la sociedad sigue castigando y señalando la orientación sexual
lésbica. Vale la pena aquí mencionar un caso específico en el que las existencias lésbicas se
convierten en amenazas para el orden social, y la consecuencia de nombrarlas o representarlas
deviene castigo y rechazo. Este caso lo titula una columna del periódico El Tiempo así: Madre
57

lesbiana habla de su experiencia como mamá, mujer, guía y líder49. El artículo describe las
experiencia de una persona (que se autodenomina lesbiana) desde la maternidad, el ser mujer y
su trabajo con la comunidad. Este artículo de formato virtual permite hacer un foro con los
comentarios de los usuarios lectores; en estos comentarios se hacen evidentes una serie de
apreciaciones, algunas positivas, pero la gran mayoría con un lenguaje peyorativo, lesbofóbico.
Los comentarios 50 , de la columna ya mencionada, por un lado, señalan una serie de
imaginarios sociales, entre ellos la homosexualidad como enfermedad, anormalidad, antinatural,
aberración o degeneración:
El homosexualismo es simplemente una aberración física y psicológica (Forista del periódico El Tiempo
en formato virtual).

El homosexualismo siempre ha aparecido cuando la humanidad ha entrado en una etapa de decaimiento y


corrupción (Forista del periódico El Tiempo en formato virtual).

Anormal madre lesbiana habla de su anormal experiencia como anormal mamá, anormal mujer, anormal
guía y líder (Forista del periódico El Tiempo en formato virtual).

Por qué eso es antinatural, por el solo hecho de que la unión entre dos del mismo sexo es antinatural, así
nos quieran hacer ver que no. Cada quien haga de su c... un florero, pero en privado (Forista del periódico
El Tiempo en formato virtual).

Dios ama al homosexual, pero para Él, el homosexualismo es una aberración. Si no se arrepienten y deja
sus malos caminos, se va a podrir en el infierno (Forista del periódico El Tiempo en formato virtual).

Otro grupo de comentarios de esta misma columna que describe una experiencia lésbica,
se centra en el rechazo de formas diferentes de organización relacional y se establecen como la
defensa de la heterosexualidad como forma validada socialmente de constituir buenas familias:
Derechos patrimoniales entre parejas gays sí estoy de acuerdo, por ser una decisión personal de con quien
se quiere estar, pero que permitan la adopción.... entre parejas del mismo sexo jamás, primero está el
derecho de los niños a una familia hombre y mujer y no mujer-mujer o hombre-hombre, jamás (Forista
del periódico El Tiempo en formato virtual).

Se dará cuenta El Tiempo que publicando (estas aberraciones contra la naturaleza y la humanidad
también atenta contra la estabilidad de la familia y los designios de Dios, quién creó los dos sexos para
amarse y propagar la especie (Forista del periódico El Tiempo en formato virtual).

Una serie de comentarios en los que se evidencia cierta forma de aceptación que pasa
por la tensión público/privado:

49
El Tiempo. Sección: Vida de hoy. “Madre lesbiana habla de su experiencia como mamá, mujer, guía y líder”. 3
de Mayo de 2011. Recuperado en: http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/mujer/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-9266601.html#opiusuarios_content
50
Los comentarios que se mencionan aquí, no son de un solo forista, sino de varios. Se seleccionaron porque al
revisarlos todos, se procuro que la selección dieran cuenta de la caracterización del conjunto de los comentarios
para esta columna.
58

Pues no estoy de acuerdo que nos hagan publicidad sobre las maravillas de ser mamá lesbiana, por eso la
sociedad tiene vacíos tan tremendos, se ha perdido la importancia del núcleo familiar. Necesitamos
rescatar la esencia de la familia, el papel del hombre allí es indispensable, por mas autoridad que tenga la
mujer sea o no lesbiana (Forista del periódico El Tiempo en formato virtual).

Háganlo a escondidas (Forista del periódico El Tiempo en formato virtual).

Otros comentarios tienen una carga simbólica de rechazo y odio: “Dios odia a las
lesbianas (según la Biblia.)”, “Guácala. sputtt. snffff, qué asco”, y algunos señalan el castigo
sobre las identidades diversas:
Actualmente la ley no lo permite por estudios de comportamientos sociales y deben ir a la cárcel esta
señora por violar la ley… bienestar familiar debe quitarle el hijo e investigar de donde saco el
espermatozoide y si la persona actuó sabiendo o fue utilizada por esta degenerada.
Como se acaba esta mariqueria? Fácil. A los hombres se les castra y se les opera el ano. A las lesbianas se
les extirpan los senos, se les opera dejándolas sin ningún estimulo genital, y se les cose la lengua al igual
que al hombre. Con esto se acaba la mariqueria y el lesbianismo. !!Sí o no!!? La operacion a los
mariquitas es: Que los pongan a defecar por un tubo y les cosan el ano y a las lesbianas la mismita vaina.
Listo el pollo y la polla; se acaba la tramoya, la mogoya y la chirimoya. ji ji ji ji ji (Forista del periódico
El Tiempo en formato virtual).

En esta misma columna del periódico El Tiempo sobre una “mamá lesbiana”, en los
comentarios de los foristas, se constatan formas de nombrar las experiencias y representar las
identidades lésbicas: “Arepera”, “arepera de mierda”, “Las lesbianas hermosas y femeninas es
puro cuento pornográfico, en la realidad son tan horribles, por eso se vuelven así, las que he
visto se la pasan jugando micro y todas carilavadas, despelucadas y con ademanes de hombre”
(Foristas del periódico El Tiempo en formato virtual).
En Colombia es reciente el desarrollo de palabras para designar identidades que no estén
consignadas en las relaciones heterosexuales. Son pocos los espacios donde las palabras gay,
lesbiana o transexual no están cargadas de connotaciones negativas. Este aspecto parece
contraponerse a la multiplicidad de términos excluyentes para nombrar las identidades: marica,
volteado, del otro equipo, raro, loca, contrario, en el caso de los hombres; es posible identificar
una menor cantidad de palabras para denominar a una mujer que tiene relaciones eróticas y/o
afectivas con mujeres. Dos de ellas son: marimacha y arepera.
El lenguaje sirve para construir la realidad y hacerla comprensible en un marco de referencia concreto; el
lenguaje es importante porque ordena la realidad. El ejercicio de nombrar provee de un marco de
significación como grupo y como identidad social (Platero, 2008, pp. 21).

Cabe mencionar dos aspectos adicionales, para el caso de Colombia, que evidencian las
dificultades en torno al reconocimiento, a partir de las formas de nombrar, y de las
representaciones que las, y de los significados que construye el lenguaje validado socialmente
para las identidades no heteronormativas.
59

En primer lugar la categorización en las variables de persona para el reporte censal del
DANE, incluye un conteo por sexo: hombre y mujer. Esta clasificación dicotómica, se sostiene
en la base de la heterosexualidad entendida como fija, biológica e inamovible. No existe un
reporte real que indiquen el porcentaje de colombianos que se autodenominan fuera de la matriz
binaria heterosexual.
El segundo aspecto está relacionado con la clasificación de las identidades y la
esencialización de estas. Profamilia, el GESSAM51 y el CLAM52 (Brigeiro, Castillo y Murad,
2009), realizaron en el 2007 la Encuesta LGBT: Sexualidad y Derechos a los participantes de la
marcha de la ciudadanía LGBT en Bogotá, y en este estudio de carácter cuantitativo
identificaron 14 variables53, que se atribuyen las personas participantes en la encuesta, para la
categoría identidad sexual autoatribuida 54 . De este estudio es posible identificar el uso de
categorías, cuya utilidad en la cuantificación y en la estadística no es posible negar. Este uso en
ocasiones termina agrupando, escencializando y llevando a la invisibilidad los matices. En su
estudio, acerca de la sistematización de los datos, refieren los investigadores:
(…) de las opciones de categorías de la identidad sexual ofrecidas en el cuestionario para auto atribución
y otras evocadas espontáneamente durante la aplicación de la encuesta, se llegó a un conjunto agregado
de categorías: Gays, Lesbianas, Trans, Bisexuales y Heterosexuales… A modo de ejemplo: la identidad
sexual agrupada bisexual incluye personas entrevistadas cuyas respuestas fueron “bisexual”, “hetero-
flexible” y “lesbo-flexible”; bajo la identidad sexual agrupada trans se acomodan categorías como
“travesti”, “transformista”, “transexual”, “homosexual transformista”, “transgenerista”, incluso “gay”,
“homosexual”, y dos personas entrevistadas que mencionaron “heterosexual” (casos clasificados como
trans al comparar el sexo registrado al nacer con la apariencia actual o el uso de hormonas o
siliconas)”(Brigeiro, Castillo y Murad, 2009, pp. 32)

¿Qué cuerpo se ve, cómo se clasifica, con qué criterios se nombra, se denomina y se
representa? En el trabajo anterior se pretendió clasificar las identidades autoatribuidas. Para esta
categorización de de las identidades autoatribuida, en este estudio se procedió según el parecer
ser desde el cuerpo de los entrevistados, aunque se auto-identifiquen, por ejemplo, como gay, si
aparenta uso de hormonas, el nombre impuesto (por los encuestadores) fue, trans. Es importante
tener en cuenta que esta encuesta responde a acciones afirmativas para el estudio de lesbianas,
gays, bisexuales, transexuales e intersexuales, y que pese a que amplía un poco las categorías,

51
Grupo de estudios de Género, Sexualidad y Salud en América Latina de la Universidad Nacional.
52
Centro Latinoamericano de Sexualidad y Derechos Humanos.
53
Gay, Lesbiana, Bisexual, Homosexual, Travesti, Transexual, Transformista, Otra identidad, Heterosexual,
Homosexual transformista, Homosexual travesti, Transgenerista, Heteroflexible, Lesboflesible. Hay 1 persona que
no responde
54
Este fue un trabajo realizado con una muestra de 1275 personas en el marco de una marcha del orgullo gay en
Bogotá.
60

en este procedimiento terminó escencializando los modos de ser, a partir de criterios visuales: si
no parece gay, entonces es trans.
A partir de las entrevistas realizadas en el presente trabajo, es posible cuestionar esta forma
de clasificación basada en criterios visuales; mientras que en la encuesta del CLAM señalan que
“la identidad sexual agrupada bisexual incluye personas entrevistadas cuyas respuestas fueron
“bisexual”, “hetero-flexible” y “lesboflexible”. Aquí se constata y señala como posibilidad tener
relaciones sexuales con hombres, pero no se autoidentifica como bisexual:
Yo me identifico como una mujer lesbiana políticamente, mi capacidad de enamoramiento esta con las
mujeres, pero no implica que deje de tirar con hombres, es decir tirar con un hombre no me hace menos
lesbiana, no me hace bisexual porque no me enamoro del man (…) lesbiana tiene la capacidad de
enamorarse de una mujer (…) hay mujeres que son rayadas con eso. Si eres lesbiana no puedes acostarte
con otros hombres. Para mí la construcción de la identidad lésbica es cómo te posicionas políticamente
(Catalina, Entrevista No. 8).

Surge entonces la pregunta por lo que significa esto para la constitución de las
identidades: la imposición de nombres que pueden estar escencializados y si la nominación es
un problema de categorías o de reconocimiento de la diversidad. ¿Sería necesario extender las
categorías? Tal vez esto haga parte importante del proceso, pero también se necesita ampliar los
marcos de interpretación acerca de lo “normal” y con ello deconstruir los grandes discursos,
especialmente la heterosexualidad obligatoria y la “buena familia” al tiempo que se hace
necesario ir cuestionando las representaciones escencializadas que van surgiendo en torno a las
identidad lésbicas.
En las historias de las nueve mujeres participantes, se identificó, que ellas perciben en su
contexto y construyen desde sus experiencias, diversas formas de hablar y representar sus
identidades lésbicas. Si bien algunas señalan que en sus contextos próximos han acuden al
nombramiento, la mayoría refieren la imposición de adjetivos en su mayoría descalificativos. No
se trata entonces solo del nombre, sino de lo que estas formas de hablar, estos actos y usos del
habla, construyen y representan en términos de “otras” identidades. Las palabras homosexual y
lesbiana han sido “piezas esenciales del tabú lingüístico y siguen existiendo personas que
experimentan su incomodidad con su sola mención”, frases como: “Tú puedes ser como
quieras”, “Tú eres eso que eres”, “Ya sabemos lo que tú eres” “son frases hechas que reposan en
una operativa de eludimiento” (Vélez-Pelligrini, 2011, pp. 41), pero también hay una operativa
del nombrar sin nombrar, del decir sin que se note, del dar espacio a la existencia, esquivándola.
61

Las palabras son temibles, no por sus contenidos gramaticales, léxicos o fonéticos, sino por aquello en lo
que se convierten desde un punto de vista simbólico y cognitivo y por aquello en que acaban
transformándose estos dos últimos aspectos de la mirada social y política” (Vélez, 2011, pp. 42).

Para Butler (1997) hay una performatividad lingüística, los actos de habla son
productores de realidad. La autora señala que los discursos habitan y configuran los cuerpos, y
que a partir del lenguaje se controla y se generan contenidos simbólicos. Butler sigue la teoría
de los actos de habla de Austin, señala que el lenguaje produce realidad y es constitutivo de los
procesos de construcción identitaria. En el apartado del silencio se identifico como algunas
formas de construcción identitaria no pueden ser nombradas y pasan a la invisibilización. Aquí a
partir de las narrativas de las mujeres, se identifica cómo han sido nombradas las identidades
lésbicas, por un lado para la exclusión y la marginación, apeando al insulto, al rechazo y al
señalamiento; en otros casos también se construyeron espacios desde el lenguaje y la
representación que permitieron la aceptación social y familiar.
Se identifica en las narrativas de las mujeres que estas formas de nombrar y configurar
una la realidad en relación con la existencia lésbica (la exclusión, la marginación, el uso del
insulto, el rechazo y el señalamiento para nombrar) obedecen a la protección social de la matriz
heterosexual, del “bien ser” y de la “la buena familia”.
Para poder abordar las narrativas de las mujeres, en este primer sentido, este trabajo
acude a la siguiente imagen tomada de dos reportajes de la revista KienyKe 55, que congregan a
un grupo de mujeres que denominan lesbianas y un grupo de hombres gays, una primera
característica que resalta es que en la imagen de las “lesbianas” no hay nombres, mientras que
debajo de las imágenes de los gays, están sus nombres:

En relación con el reportaje de hombres gay señala:


Existen bares gay como Theatrón y hoteles como High Park, o se encuentran en fiestas privadas donde
actúan con libertad y sin prejuicio, como lo hacen también altos mandos e integrantes de la cúpula militar

55
http://www.kienyke.com/2011/04/12/10-lesbianas-que-dan-la-cara/ y
http://www.kienyke.com/2011/04/10/poder-gay/
62

nacional… Se sabe que hay banqueros, empresarios, reconocidos políticos y periodistas al frente de
medios de comunicación.

Y acerca de las mujeres refiere:


Pocas mujeres gays se atreven a asumir en Colombia su opción sexual. Es común escuchar decir que se
trata de una sociedad homofóbica, que no tolera la homosexualidad femenina. Prefieren mantener su
opción en la intimidad, aún a costa de sacrificar derechos que son respetados, incluso, en la Constitución.
Muchas piensan que el nivel de machismo es tal que podrían perder sus empleos. Mujeres de alto perfil y
con figuración en el sector empresarial y político, consideran que pueden arriesgar contratos millonarios.
Muchas lesbianas reconocidas en público no quisieron aparecer en este artículo .

El reportaje se titula: “10 lesbianas que dan la cara”. La pregunta aquí, a partir de la que
se articularán las narrativas de las mujeres es: ¿Por qué nombrarse como lesbiana, implica tener
que dar la cara? ¿Qué es aquello tan vergonzoso ante lo que hay que dar la cara? Si bien es
cierto que el reportaje intenta promover la visibilidad, refleja cómo socialmente se han llevado a
cabo procesos de visibilización, que escencializa las identidades, matizan las diferencias y de
alguna manera refuerzan estereotipos sociales. Por un lado se nombra entre las lesbianas a
mujeres que se autodenominan bisexuales, y de entrada se señala que debieron “dar la cara”.
En las narrativas de las mujeres se identifican en términos del lenguaje algunas formas
de tramitar las identidades, la primera se relaciona con el silencio que se explicó en el apartado
anterior, la segunda con la existencia dese el rechazo. En general esta última característica la
narran las nueve mujeres, pero se intensifica en las mujeres mayores y cuyo lugar de origen no
es la ciudad de Bogotá, quienes describen familias más conservadoras y contextos menos
propicios para existencias no normativas.
Los nombres que señalan rechazo son: “arepera”, “tortillera”, “marimacho”, “machorra”,
“cacorras”, “lesbiana”, pero apuntan que este último es de aparición reciente y aún cuando en
algunos contextos se ha eliminado su carga simbólica negativa, aún continúa siendo una forma
de insulto. Detrás de estos nombres se enmarcan imaginarios sociales acerca de mujeres con
construcciones identitarias no heterosexuales:
Creo que todo lo que se sale de lo normativo genera pánico porque es diferente (...) entonces creo que
cuando dice la palabra lesbiana, también está asociada a estas mujeres machorras, la de la cachucha, la
camionera, el estereotipo de la lesbiana de cárcel -risas-, por ponerlo de alguna forma, entonces sí creo
que sí, pues que existe la discriminación por una falta de aceptación de la diferencia (Catalina, Entrevista
No. 8)

Son para la sociedad: masculinas, son violentas, no se dejan de nadie, como la sociedad las percibe, son
masculinas, son posesivas, violentas (Sandra, Entrevista No. 9)
63

El análisis de las narrativas de las nueve mujeres participantes en este trabajo, señala que
las maneras de nombrarlas y representarlas obedece a la defensa de la matriz heterosexual, de
las concepciones tradicionales de la “buena familia” y de la “normalidad”.
La homosexualidad cuestiona el modelo heterosexual ligado a la reproducción… en común con las
lesbianas aparece además que la homosexualidad representa una sexualidad no reproductiva, no
“productiva” en suma, una vuelta de tuerca más al modelo heterosexual dominante… si las bases mismas
de nuestra organización social y económica se apoyan en la distribución de los roles de género, y dentro
de estos, en la subordinación femenina, las mujeres que se apartan del modelo asignado de “buenas
mujeres” heterosexuales, castas y dedicadas a las tareas reproductivas, tenían forzosamente que ser objeto
de sanción social” (Juliano y Osborne, 2008, pp. 10 y 11).

En esta misma línea Platero afirma que:


Algunos de los apelativos que se han asociado al lesbianismo a lo largo del siglo XX han sido asociados
al lesbianismo a lo largo del siglo XX han sido: enfermas, desviadas, artistas, perversas, peligrosas,
malas, pecadoras, travestidas, borrachas, cuñadas, excéntricas…; en suma, personas extrañas que aún no
sabemos si son no mujeres. Podríamos decir que se asocia especialmente el lesbianismo con la ruptura de
las normas de género y con la apropiación de las formas, indumentarias o quehaceres construidos como
masculinos, rupturas que también están presentes en muchas mujeres heterosexuales… suponen una
amenaza como transgresoras del orden binario, donde mujeres y hombres estaban claramente
diferenciados… ponen en tela de juicio con su mera el orden social establecido (2008, pp.21).

Dentro de esta defensa se identifican en las narrativas, tres dimensiones específicas: la


primera de ellas responde al discurso de la moral cristiana, la clasificación buenos/malos,
santos/pecadores: “es algo que no es bueno”, “era pecado”, “bueno no es un término muy
coloquial, pero dijeron que era, es una abominación”. La mayoría de las mujeres entrevistadas
señalan experimentar la sensación de sentirse únicas y que no había otra personas que sintiera de
ese modo: “uno se cree único, uno cree que es el pecador mas pecador -risas- no hay nadie más,
solo el que está al lado y ya, o sea, no hay nadie más”,
En esa época a mí me daba impresión, a pesar de que sentía la inclinación, me daba impresión… me daba
como, si, sentía que eso no estaba bien ante los ojos de Dios, algo así, antes - ¿tú sentías la inclinación a
qué?- pues a las mujeres (risas)… cuando decían areperas, eso, sentía que estaba mal a los ojos de Dios
de todas maneras, pues antes de que viviera alguna experiencia (…) yo lo sentía, no sé (…) pues, tal vez,
como uno siempre, yo estudié en un colegio de monjas y siempre decían que Dios hizo al hombre y a la
mujer (Camila, Entrevista No. 1).

La segunda se relaciona con el discurso normativo de la institución de la familia


conformada por buenos ciudadanos y personas de bien, que recoge el código de la
normalidad/anormalidad, y asigna a todo aquello que se sale de esta comprensión como
desviado, disidente de la norma y por lo tanto susceptible de ser rechazado o adscrito a partir del
insulto: “es una depravada”, “era una mujer resentida con la sociedad, con el aspecto
masculino”, “no sabe lo que quiere, no se ha definido… de pronto es que tiene malos gustos o
está confundida”, “esta está confundida o le pasa algo raro”, pues no es algo natural, pues
64

natural quiero decir algo que pase todos los días”, “siempre era el rechazo, o sea, no se ve la
persona normal, sino una persona anormal”.
- ¿Por qué crees que la sociedad ha tratado con rechazo este tema? -Yo creo que porque es algo de todas
maneras diferente, o sea, es algo que se sale de todo contexto social, más que todo ante la sociedad,
porque es que a la hora de la verdad a la gente no le afecta en nada, sino que se sale del parámetro social,
se sale, no es lo que está acostumbrado a ver, sino que siempre el hombre y la mujer, yo creo que mas
dado es hacia eso, siempre se ve el hombre y la mujer como pareja, no, no, nunca se va a tener la, como
de mujer con mujer o hombre con hombre porque es diferente (Mónica, Entrevista No. 4).

(…) o sea no es que una familia, en la familia haya una mujer lesbiana y digan, huy que maravilla mi hija
salió lesbiana (risas) o, yo quiero tener una hija lesbiana (risas) solamente se lo he escuchado a un amigo,
que dijo que él quería, que dijo que ojala que la hija fuera lesbiana (risas). De resto pues la gente no dice,
qué maravilla, pues si toca aceptarla pues toca, sí, pero no es algo que sea chévere, ni que sea normal
tampoco, más bien entre algo que tocó, que tocó aceptarlo, pero no es algo que sea bueno, como decir que
mi hija es heterosexual y bueno chévere y va a conseguir un marido y va a formar un hogar, pues eso les
parece bonito, pero como que, es lesbiana y va a formar un hogar, eso no les parece bonito. (Yadira,
entrevista No. 2).

¿Qué pasa, que significa ser una lesbiana para tu mamá, y por qué le duele? - Creo que es la posibilidad
de no tener nietos, pero ella toda la vida ha sabido que yo no he querido tener hijos, pero como que ahora
si se le desvanece más (…) creo que mi mamá le teme mucho al rechazo social, lo supe, o sea, ya entendí
cuál era el rayón de mi mamá al comienzo. Lo entendí el día de mi matrimonio, cuando ella fue al
matrimonio nos dijo, cuando pasaba cada uno a entregarnos las moneditas estas, que se dan el matrimonio
que no me acuerdo como se llaman (…) si el ritual, que hicimos con Blanca, en el matrimonio con
Blanca, las arras, las moneditas, entonces cada uno nos entregaba una monedita y atacada llorando porque
su hija se estaba casando. Entonces fue: ustedes decidieron esto y yo lo único que les deseo y les regalo es
que la sociedad las acepte y que no les hagan ningún daño. Entonces ahí entendí el rayón de mi mamá: mi
mamá lo que le teme es que me hagan daño por lesbiana porque sabe que socialmente nos discrimina (…)
Creo que todo lo que se sale de lo normativo genera pánico porque es diferente, entonces por ejemplo, las
personas de baja estatura, mal llamados enanos y enanas, entonces ellos allá, los raritos enanos mézclense
con los raritos enanos y a nosotros los normativos déjenos quieticos Entonces creo que cuando dice la
palabra lesbiana, también está asociada a estas mujeres machorras, la de la cachucha, la camionera, el
estereotipo de la lesbiana de cárcel -risas-, por ponerlo de alguna forma, entonces sí creo que sí, pues que
existe la discriminación por una falta de aceptación de la diferencia, pero creo que depende del tipo de
contexto que tengas ¿sí? Obviamente yo me siento discriminada como mujer y como lesbiana, pero
también estoy en un contexto absolutamente afortunado, una madre hippie, un hermano que es un bacan,
una abuelita de 81 años que me dice: vi a su amiga especial en la televisión (Catalina, Entrevista No. 8).

El imaginario de que las mujeres con identidades lésbicas van en contra norma, hizo que
en muchos de los contextos que las mujeres desarrollaron se les impusiera la posibilidad de
cambiar. Si era algo contra la norma ellas podrías y deberían cambiarlo: “mi mama es católica
radical lloró, me dijo que iba a cambiar (…) me dijo que iba a rezar por mí, que iba a orar por
mi cambio” (Eloísa, Entrevista No. 3), “esto se puede curar, mamita porque no vamos al
psicólogo, porque no vamos al médico” (Blanca, Entrevista No. 7).
65

(…) por una carta que yo había escrito mi hermano la encontró, entonces digamos que él me dijo: yo
encontré la carta y yo sé usted por qué se va; entonces me decía que no hiciera eso (…) él me dijo que él
había encontrado la carta, que él sabía que si, que, lo que a mí me pasaba, que a mí me gustaban las
mujeres, pero que eso yo lo podía cambiar, que eso no era nada, que eso debería ser algo que yo me
estaba imaginando, que no hiciera eso (Mónica, Entrevista No. 4).

La tercera se relaciona con el discurso medico, sanos/enfermos, este es más marcado en


las mujeres que no nacieron en Bogotá, aunque no desaparece totalmente en las que nacieron en
la ciudad: “Antes pues era tenaz, era una recriminación contra las mujeres lesbianas, era como
está enferma, es una depravada”, “ellas es una manzana podrida que va a podrir a las otras
manzanas”
Hubo un trabajo en el que me echaron por, por, lesbiana (risas)… cuando me conocí con mi primera
pareja, con la que dure 11 años, ella era heterosexual; pues a mí ella no era que me llamara la atención,
buen pero en fin, comenzamos a tener una relación de pareja. Ella era la novia del sobrino de uno de los
gerentes, de los dueños, bueno un cargo alto de allá, familiar de los dueños, no sé (…) ella llevaba años
trabajando allá la conocían desde su primer novio y ella había sido la novia de este muchacho. Entonces
llegué yo, comenzamos nuestro cuento, entonces ellos se dieron cuenta y dijeron que yo la había inducido
a eso, porque ella era heterosexual, entonces yo la volví lesbiana, según el criterio de ellos, la contagie,
entonces yo era la mala del paseo (Yadira, entrevista No. 2).

(…) mi mamá habla conmigo a solas, cuando tuve la relación de 5 años con mi pareja en ese momento,
ella a veces se sentaba a hablar siempre nos decía que ella oraba porque nosotras nos curáramos, porque
Dios nos ayudara… bueno pues que su hija estaba enferma, que su hija tenía un problema, que su hija
bueno era pecadora, que nunca iba a ser feliz, que cree que es, que en últimas era la preocupación, porque
nadie me iba a aceptar, porque no iba a conseguir con quien estar, porque no iba a conseguir hijos, porque
no iba a tener una familia, algo muy malo, si es como algo muy malo, muy malo (Blanca, Entrevista No.
7).

El imaginario de la lesbiana se relaciona así con la posibilidad de contagio:


Era muy vetado el tema y el, pues el comentario que era en la casa, en el pueblo, en el pueblo que yo viví,
entonces el comentario era: no es que las mujeres cuando viven juntas eso se mueren rápido y, son, mejor
dicho se provocan una enfermedad parecida al SIDA hoy en día, pues solo de besarse… si, ya, de pronto
era el termino que utilizaba ya mi abuela, como de, como para que uno le sintiera miedo ¿no? Y pues
desafortunadamente en esa relación que te cuento que había en el pueblo pues una de ellas falleció,
entonces ya, se murió fuer por lesbiana -risas- por marica -risas- entonces esa era el término, no que eso
no, que ante los ojos de Dios, y pues yo estudiaba en un colegio femenino, donde solo monjas (…) El
termino que más utilizan, y todavía pienso yo, el de areperas siempre todo mundo utilizaba ese término
porque, hoy en día es que uno ve como ese respeto de aaa lesbiana, ya (Adriana, Entrevista No. 5).

(…) a ver de pronto una vez fui a donar sangre, y entonces la enfermera me dice como: “los
homosexuales no pueden donar sangre” -risas- pero eso fue hace mucho tiempo, y yo como: “bueno,
entonces no dono” y ya, y es una cosa, digamos, la vez que más me he sentido rechazada y
discriminada… pues, pues es tenaz es difícil es difícil porque uno siente como si uno fuera un enfermo o
una cosa así, que no pudiera como, compartir las mismas cosas o ejercer los mismo derechos que tienen
las personas heterosexuales (Eloísa, Entrevista No. 3).

Las denominaciones de odio, desprecio o burla, se constituyen simbólicamente en armas


de descalificación amenaza y marcaje, y promueven la asignación de las identidades al ámbito
66

de lo privado, desalentando las posibilidades de prácticas que cuestionen la norma, so pena de


ser castigadas con la exclusión la burla o el etiquetamiento.
Como se mencionó anteriormente, nombrar y representar a las mujeres con identidades
lésbicas ha girado por un lado en torno a la exclusión, la marginación, al uso del insulto en la
deslegitimación de las identidades no heterosexuales, al rechazo y al señalamiento; pero en el
análisis de las narrativas, también se da cuenta de la construcción de espacios desde el lenguaje
y la representación que permitieron la aceptación social y familiar.
Se evidencian cambios en las formas de denominar las identidades lésbicas a partir de la
salida del clóset, si bien en la mayoría de los casos lo que sucede es que el nombramiento se
anula, la aceptación pasa por el silencio como forma de tramitarlo. Una de las participantes
refiere la resignificación en su padre de las concepciones sobre ser “normal” y la instauración de
formas de nombrar con connotaciones menos negativas:
Ellos son muy católicos, así, pandereteros -risas- perdón la expresión, pero eran así como muy creyentes,
con mi papá en algún momento decidimos hacer una análisis de la biblia, de Sodoma y Gomorra, y fue
muy lindo porque mi papá me dijo: no era que le castigaban la homosexualidad sino la lascivia, como
todo el tema del abuso y de la violencia que había alrededor de esa imagen de los sodomitas, y mi papá
decía: yo no lo entiendo como los homosexuales, sino que había violencia, había violación, había lascivia
sexual. Yo lo de la lascivia yo hoy lo cuestiono, pero en su momento lo hicimos, cuando hablamos del
tema ya él estaba como más abierto (Sandra, Entrevista No. 9).

Y solamente una de las mujeres refiere condiciones familiares y sociales más abiertas en
relación con la sexualidad, manifestando que ser una mujer que tiene relaciones eróticas y/o
afectivas con mujeres, fue algo que nunca se nombro desde el desprecio, y que con la salida del
clóset no se restringió la posibilidad de expresión en torno al tema de la sexualidad y las
identidades lésbicas:
Con la sexualidad heterosexual fue muy tranquila, pues mi mamá me daba los condones y me decía
duerme con cauchito, era muy, muy, muy tranquila. Con mi hermano hablar del tema entre dos mujeres
cuando yo salí del clóset era muy tranquilo también. Pero con mi mamá el tema entre dos mujeres sí le
tomo tiempo. Le tomo mucho tiempo. Entonces ya era como, ya al final me dijo como: venga ¿cómo
tiran? Ustedes duermen en la misma cama y ¿tiran?; si mamá; ¿cómo tiran? O sea ¿qué entra en qué?;
porque la lógica de mi mamá es que el pene entra en la vagina y punto. Entonces yo le decía a mi mamá:
hay diez dedos, hay juguetes, y después decirle como, pero espérese porque ahora piense que estos diez
dedos no se utilizan solo para entrar, entonces mi mamá quedó cómo ¿entonces cómo tienen un orgasmo?
¿Sí? Esa es una mentalidad 100% heterosexual. Pero a mi mamá sí le tomó tiempo, pero siempre fue
como muy abierta al tema, a hablar de absolutamente todo. Yo me acuerdo una vez cuando era chiquita
que mi mamá entro al cuarto y me vio viendo una película porno de niñas, entonces mi mamá, yo tenía
como 15 o 16 años, entonces mi mamá hizo como uichh, pero, es más, de chiste dijo, ah ya sé, ya entendí
porque te gusta la película, (Catalina, Entrevista No. 8).

En esta última referencia, se resalta que la salida del closet no fue problemática en su
hogar; en términos de edad es más joven, con formación universitaria y originaria de Bogotá.
67

Sus descripciones de familia responden a patrones más abiertos, menor rigidez con el
establecimiento de los roles de género, la ausencia del discurso religioso, posición económica
media alta y cercanía con personas LGBTI.
Mis papás (…) lo que pasa es que ellos sí tuvieron referentes cercanos, un súper buen amigo que me
amaba profundamente que era homosexual y murió de SIDA, entonces ellos con el tema por eso y mi
mamá vivió con una chica trans, cuando llegó a Bogotá vivió por allá arriba en Germania, por allá arriba.
En ese momento era por allá arriba, ¿no? Hace muchos años, y vivía con una trans que le robaba los
zapatos -risas- pero mi mamá sabía todo, sabía cómo ellas se ocultaban el pene, se ponían las faldas, le
pedían los vestido a mi mamá, como que estuvieron muy cercanos al tema entonces no lo sancionaron de
fondo.

También se identifica que para las familias hay una dificultad en nombrar a sus hijas
como mujeres lesbianas. Se tramita la aceptación de diversos modos, en la mayoría de las
narrativas se señala el silencio, pero en las otras se hace referencia a denominaciones como:
“la amiga”, “la compañera”, “la novia” o el uso del propio nombre sin acudir a
denominaciones directas sobre la forma de conformar relaciones eróticas y/o afectivas. Son
muy pocas las referencias de las mujeres participantes al uso en sus contextos sociales de
palabras como gay, lesbiana u homosexual, para referirse a ellas como mujeres no
heterosexuales.
Otro plano de análisis en las narrativas acerca de la construcción identitaria de estas
nueve mujeres, se relaciona con la asignación de formas de ser validadas socialmente. En este
sentido se menciona aquí el caso de la política pública LGBT para la ciudad de Bogotá. En este
plano del análisis se identifica la posibilidad de nombrar y representar, de manera afirmativa,
pero vale la pena resaltar que en ocasiones se termina escencializando las identidades, para
posibilitar sus existencias en el plano social, en otras palabras, lo que no es inteligible, se puede
transformar en algo agradable, que no esté fuera del control social y aceptable en lo público.
Esta forma de representar crea definiciones estáticas y esencialistas de las identidades lésbicas.
Este aspecto se ha visto desarrollado en las representaciones de las lesbianas en los
medios masivos de comunicación, como ya se abordó y como señala platero: “la invisibilidad
deja lugar a un conjunto de imágenes… la televisión abre ambiguamente sus pantallas al tema,
para volver a estereotiparlo a partir de una mirada sesgada a la problemática lésbica” (Platero,
2008, pp. 16)
Pero también es posible encontrar esta forma de esencialización en la campaña que
acompaña la política pública LGBT, cuyo eslogan en el caso de la imagen de mujeres lesbiana
es: “En Bogotá se puede ser lesbiana” y la imagen es:
68

La imagen de la campaña procura como acción afirmativa la visibilización y


normalización de mujeres lesbianas, pero para esto acude al uso de una imagen que hace
evidente una pareja de lesbianas. Sin intentar hacer un análisis visual, que requiere otros
elementos, se pueden señalar algunas características de esta imagen.
La imagen está compuesta por dos mujeres, acompañadas por una pareja que se puede
presumir son sus padres. Si se intentara describir la pareja podría decirse que son dos mujeres
blancas, bonitas, femeninas, jóvenes y deportistas, que por los elementos que portan pertenecen
a una condición económica y social media-alta, alguna de ellas es hija de una familia compuesta
por papá y mamá que respetan su identidad. Si bien nada de lo anterior merece un juicio de
valor, o puede ser señalado como características que no hacen parte de una identidad lésbica, sí
es posible señalar que no todas las lesbianas son así. Este ejercicio de visibilización responde a
un pequeño grupo de la población de mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con
mujeres. Como imagen visibiliza y esta es su aporte, pero como representación estandariza.
En este sentido cabe rescatar en qué posición, quedan las mujeres con identidades
lésbicas, que subvierten los códigos estéticos que aprendieron y que se convierten en
marcadores corporales que producen rechazo y exclusión social:
Una mujer lesbiana que no es tan femenina, que más bien es masculina, yo sí creo que encuentra bastante
rechazo en la sociedad, porque no está respondiendo a los estereotipos de género que están establecidos
para ser una mujer (Carolina, Entrevista No. 6).

En general las mujeres señalaron haber aprendido o recibido como parte de la formación
tanto en la familia como en el colegio, lecciones acerca de las conductas asignadas a las mujeres
69

y de la feminidad como código estético de las mujeres. En relación con las conductas, en las
narrativas se encuentran indicadores como: casarse, tener hijos, desarrollo de las labores de la
casa, la ternura, los modales, la forma de hablar; en cuanto al código estético de la feminidad se
encontró: el uso de ropa apretada, llevar el cabello largo y si es corto muy bien arreglado, el
maquillaje, sutileza en la forma de caminar y en la expresión corporal.
En las narrativas las nueve mujeres se indica que ha habido procesos de estigmatización
y señalamiento sobre las lesbianas, porque se las asocia con el incumplimiento de estos
estándares, esto se tramita también a partir de un nombre: “machorras”, “marimachos”, “pues a
veces me confunden con un hombre, supongo que cuando saben que soy una mujer lo piensas
(que es marimacho)” (Camila, Entrevista No. 1), “Cacorras, mi papa tenía lenguaje homofóbico
(…) cacorras es que son lesbianas marimachos horribles” (Sandra, Entrevista No. 9).
De hecho entre la homosexualidad, entre ser homosexual también uno puede ser homofóbico. Cuando tú
vas a un bar y, vez a un poco de viejas tomando su cerveza ahí cogiéndose el bulto que no tienen, tú dices
ahí ¿a ver qué pasa? También uno dice eso, machorras, creo que entre la homosexualidad también hay un
elitismo, una homofobia, creo que esa representación que nos acerca más hacia lo hombre, lo masculino,
creo que es lo que afecta (Eloísa, Entrevista No. 5).

En este sentido aquellos cuerpos de mujeres, cuyos marcadores de género disienten de


los estereotipos de feminidad, son censurados, pero los que se apropian del patrón tienen mayor
posibilidad de existencia. Así se enmarcan dos de los grandes estereotipos sociales asignados a
las lesbianas, por un lado son “machorras” y están en contra y en rebeldía social, o se acogen a
los signos de la feminidad: “Con las lesbiana si yo creo que existen dos cosas, una es el morbo
heterosexual que todavía persiste frente a las relaciones entre dos mujeres y la otra cosa que es
la invisibilización” (Catalina, Entrevista No. 8)
En esta segunda posibilidad se ha construido la mirada de la lesbiana desde la
pornografía. El lesbian chick, también se hace evidente en las narrativas: “que sea en privado,
pero si somos lesbiana bonitas pues hagamos películas porno, hagamos orgías pero con
hombres” (Carolina, Entrevista No. 6), “uno ve dos mujeres en la calle y me ha pasado con mis
compañeros que ven dos mujeres en la calle y dicen: uy que delicia” (Catalina, Entrevista No.8).
El morbo hetero, yo hacía un programa en radio, éramos dos lesbiana hablando de sexo entre mujeres y
en su mayoría nos empezaron a escuchar hombre hetero (…) queríamos enseñarle a mujeres que también
necesitaban protegerse cuando tienen relaciones sexuales, muchas creen que no es así, qué jartera cuando
nos dimos cuenta nos estaban escuchado hombre hetero que les parecía fenomenal pensarse en dos
mujeres que se follaban (Catalina, Entrevista No. 8).
70

Se puede hacer aquí un ejercicio, que no pretende deslegitimar la expresión de las


mujeres de la imagen de la política pública, y que tampoco pretende señalarlas, pero busca
resaltar en relación con el encuadre de la foto, el imaginario de las lesbianas para el ojo del
deseo masculino.
Se confrontan aquí las dos imágenes, una imagen proviene de la campaña que acompaña
la política pública LGBT 56 y tiene un claro carácter afirmativo, y la otra es tomada de una
página web de contenido pornográfico 57 . Con el fin de identificar una representación que
responde a la construcción social del imaginario de la lesbiana eróticamente disponible para la
mirada masculina.

El universo heterosexual, en cuyo seno el conjunto de las interacciones están escritas en el binarismo de
los géneros acepta de hecho que los gays y las lesbianas entren a formar parte de sus redes de
sociabilidad…los progresos que han conocido los homosexuales en términos de derechos civiles se
insertan así ampliamente en el proceso de desarrollo y culminación de los ideales emancipadores en los
que se imbrican las sociedades democráticas. ¿pero han solucionado estas protecciones jurídicas los
verdaderos problemas de fondo? Es decir, ¿la cuestión de la violencia simbólica que sigue ejerciéndose
contra las minorías sexuales a partir de una serie de dicotomías “normalizantes” basadas en la
diferenciación cultural y biológica de los géneros y la asignación de una serie de roles sociales a cada uno
de ellos a partir de esas mismas arbitrarias enmarcaciones?... visiones y representaciones sobre la
homosexualidad son ellas mismas mecánicamente reproducidas por los medios de comunicación. Sobra
detenerse en una discusión sobre si esas representaciones responden a la realidad (es decir si hablan de los
proyectos personales de la mayoría de gays y lesbianas) o si parten de un ya mencionado precepto
normativo (destinado a tranquilizar a los sectores sociales que solo darían por válida la concesión de
derechos si los gays y las lesbianas asumiesen una visión de la afectividad a partir de los esquemas
simbólicos y culturales heterosexuales). (Vélez-Pelligrini, 2008, pp. 264, 265 y 268).

Es posible señalar que hay una gestión de las formas de ser diversas, que inscribe en el
cuerpo los marcadores normativos del género: que no se le note o que responda al modelo del
lesbian chick. Silenciar en el cuerpo cualquier rasgo que evidencie una opción identitaria fuera
del marco de la matriz heteronormativa se ha consolidado en una estrategia en la que se silencia

56
Tomada en:
https://www.facebook.com/update_security_info.php?wizard=1#!/photo.php?fbid=146115728772654&set=a.12404
7354312825.35251.117592084958352&type=1&theater
57
Tomada en: http://www.bancodeputas.com/fotos/lesbianas.php
71

pero se permite. Así, se pide la invisibilización visual del cuerpo lésbico, abriendo la posibilidad
de que este exista en lo privado, en tanto que en lo público se actúen los marcadores
establecidos y aceptados socialmente.
A partir del análisis de las narrativas de las mujeres participantes en este estudio, se
identifican políticas y tecnologías de la identidad, que se construyen en los silencios, en la
invisibilización, pero también en los recursos lingüísticos y culturales instaurados para la
aceptación y representación de las mujeres con identidades lésbicas. Estas políticas y
tecnologías de la identidad, excluyen, pero también permiten las existencias diversas en tanto
que las escencializa y las legaliza, las hacen inteligibles y aceptables socialmente y posibilitan el
control sobre estas. Lazaratto, siguiendo a Foucault, con la noción de técnicas de gobierno,
señala que éstas hacen referencia “al modo en que es posible, por ejemplo, gobernar a los niños,
gobernar a las mujeres, gobernar las instituciones y también gobernarse a sí mismo”. Esta
noción de gobierno refiere también a los dispositivos de regulación y control. El autor señala
específicamente las técnicas securitarias, en las cuales se sobrepasa la lógica del encierro para
abocarse a una gestión diferencial de la normalidad, “la técnica securitaria es una técnica que se
ejerce sobre las cosas que están sucediendo, es decir, deja que las cosas se desarrollen, que se
desenvuelvan” (2007, pp. 77 y 91).
Así se ha posibilitado la existencia de la diversidad, mientras esta sea controlable, se
normalizan las diferencias al tiempo que se estandarizan, y todos aquellas identidades “otras”
son gestionadas a partir de una forma de reconocimiento, que matiza diferencias y procura
convertirlas en aceptables socialmente; pero que no sobrepasen las “verdades” sociales que
ordenan y controlan a los sujetos: la heterosexualidad como norma, “la buena familia”, “el buen
ser”, los principio, los valores y la moral.
72

4.3. Lugares de existencia y disidencia


No acepto que estar construido implique estar determinado.
Ser construido es simplemente decir que hay un mundo que yo nunca creé
pero que es parte de lo que me constituye
y sin embargo lo rehago como puedo y como quiero
Judith Butler – Interrogando el Mundo

Este fotograma 58 es tomado de la primera escena de la película Single white female


(Mujer soltera busca) (1992) del director Barbet Schroeder. En él se representa un juego de
niñas. Si se quiere describir la escena, se podría decir que el espacio en el que se desarrolla es un
tocador de baño, que los elementos que resaltan en la ambientación son perfumes, cremas,
bisutería, maquillaje, colonias, y otros tantos objetos que hacen referencia al arreglo estético de
una mujer. Sobresale también el espejo, que en relación con la cámara produce un plano general
que encuadra dos imágenes: la real y su reflejo, la propia mirada y la mirada del otro. Este
elemento va mostrando, desde el juego de las niñas y a partir de acciones como el uso de
maquillaje, los polvos sobre su rostro y el arreglo corporal, marcadores estéticos que configuran
el cuerpo en clave de género; al final las niñas giran y quedan confrontadas desde su arreglo
corporal con la mirada del otro. En esta escena, ese juego de las miradas y los elementos que la
conforman, permiten pensar en la socialización de los códigos de género para la feminidad; en la
socialización primaria y en el impacto de la mirada del otro sobre el propio cuerpo, sobre el
cuerpo normativo.
¿Cuál es la razón para elegir esta película y específicamente este fotograma para
introducir esta ultima parte de este trabajo? En este apartado se pretende, a partir del análisis de
las narrativas de las nueve participantes en este estudio, identificar las formas, los mecanismos y
las estrategias utilizadas, por las mujeres que participaron en la investigación, en la

58
http://www.youtube.com/watch?v=iqW8Z9At34E
73

configuración de sus identidades y en los procesos de aceptación de las mismas. En este sentido
la pregunta que surge es: ¿Cómo, a partir del contexto, de las representaciones negativas o
esencializantes, de los nombres impuestos desde el insulto, de los lugares de abyección en que
quedan los cuerpos que no cumplen con los marcadores de género establecidos socialmente,
llegan estas mujeres a construir identidades alternativas, espacios de existencia y disidencia, y
posibilidades de configuración fuera de la norma? ¿A qué estrategias acuden, mediante qué
recursos culturales, con qué nombres y configuraciones corporales?
Para articular estas respuestas se hará referencia a uno de los recursos culturales que
toma una de las participantes en su proceso de construcción identitaria, este es el cine:
Ver una película con el final hombre-mujer, ¡el final feliz! Yo: ¡ay! qué mamera. Después cuando en una
película vi un beso de dos mujeres sentí una cantidad de cosas. Ahí es donde uno se empieza a dar
cuenta… ¿Cómo se llamaba esa película? Mujer soltera busca. Creo que ahí Sharon Stone se da un beso
con otra vieja ¿cierto?... Yo wow, que delicia (risas), empieza a sentir uno realmente cosas, mucha
emoción (Camila, Entrevista No. 1).

De entrada, la elección (consciente o inconsciente) de esta película como recurso cultural


en el proceso de construcción identitaria de una mujer no heterosexual, plantea una serie de
cuestionamientos, no ya como juicios de valor sobre su elección, sino específicamente al recurso
cultural y sus características. Esta película, sin pretender hacer un análisis de la imagen, permite
señalar algunas características que ayudan a entender ciertos aspectos de la construcción
identitaria, en el caso de Camila (Entrevista No. 1).
Single white female, narra la historia de una mujer: Allie, al terminar con su novio,
decide buscar compañera de apartamento y la encuentra en Hedra. La trama de la película
transcurre en la cotidianeidad de dos mujeres que comparten apartamento. Esta cotidianeidad se
va convirtiendo poco a poco en violencia y se agudiza con la presencia de características de
personalidad inesperadas en Hedra. En la narración de la historia empiezan a ser evidentes
comportamientos violentos, celos, obsesión, rasgos psicóticos en Hedra, y finalmente aparece de
manera implícita, la atracción erótica y afectiva que siente Hedra por su compañera Allie. En
ningún momento se hace mención a que es lesbiana, homosexual o gay: no hay nombre para su
atracción. Estos caracteres configuran en primer lugar el deseo entre mujeres como algo
enfermizo, malsano, productor de violencia, y en segundo, como rasgo de desajuste social y
mental en la mujer que lo exterioriza. Hay entonces en esta película una alusión al deseo entre
mujeres sin nombre, cruzado por la patologización y el señalamiento de perversión.
74

Hay una escena, que es la que Camila (Entrevista No. 1) selecciona como recurso
cultural que le permite junto con otros elementos, identificar un recurso visual, que representa
la relación entre mujeres como posible. En ésta escena, Hedra tiene amarrada a Allie. A estas
alturas de la historia ya han acontecido una serie de sucesos de tinte agresivo en los que Hedra
busca que Allie se quede con ella, aún en contra de su voluntad. Hedra ha amarrado a su
compañera de apartamento, y amenaza con matarla. Ante la amenaza, Allie se ve forzada a
decirle que se quedará con ella y como muestra de veracidad de sus palabras le da un beso.
El desenlace de la película conduce a la muerte de Hedra, quien está a punto de asesinar
a Allie porque descubre que intenta escapar. Se desencadena entonces una persecución, una
tensión dicotómica entre el mal que representa Hedra –enferma, desviada, lesbiana- y el bien
que corporiza Allie –sana, normativa, heterosexual-. Allie termina matando a Hedra en defensa
propia. Hedra queda entonces en un lugar de abyección, representada como la lesbiana que
nunca se nombra y, por lo tanto, es ininteligible; la patología se hace evidente como resultado de
su deseo desviado. Este lugar de abyección permite la expulsión y la eliminación mediante la
muerte, la limpieza, la extirpación del mal.
La pregunta que emerge entonces es ¿cómo un recurso que reproduce un estereotipo
negativo sobre el deseo entre mujeres, se configura como marco de representación para la propia
construcción identitaria? Lo primero que habría que decir, es que en ese momento histórico de
Camila, los referentes eran nulos y la posibilidad de ver en cine o televisión a dos mujeres
besándose, era poco probable; y por otro lado la capacidad de agenciamiento en los procesos de
construcción identitaria.
Al respecto del agenciamiento Butler señala:
Hay algo deliberado (en la performatividad), y sería equivocado pensar en el género como algo
completamente determinado. Es algo que tiene que ser pensado lejos de la oposición entre voluntariedad
y determinismo. No es algo determinado de antemano, ni tampoco es radicalmente elegido. Capturar esta
ambigüedad puede ser importante para referirse a las formas de agenciamiento. El agenciamiento es la
palabra que creo más importante. Efectivamente hay decisiones y elecciones. Cualquier decisión está
tomada en situación de coacción, y bajo condiciones de coacción hay evidencias de agenciamiento. Esto
no significa que podamos siempre elegir las normas que hacen posible nuestra elección. No creamos el
mundo de las normas del género desde cero. Es esa idea de voluntarismo la que yo rebato. Puede haber
agenciamiento fuera del radical voluntarismo y puede haber agenciamiento sobre y contra las ideas de
determinismo radical. Esto es confuso para la gente porque piensa: o el género está constituido y no
tenemos nada que decir sobre cómo vivimos el género, o el género es radicalmente elegido y podemos
hacer lo que queramos. Mi punto de vista no es ninguno de esos dos. No acepto que estar construido
implique estar determinado. Ser construido es simplemente decir que hay un mundo que yo nunca creé
pero que es parte de lo que me constituye y sin embargo lo rehago como puedo y como quiero…
Funciona sobre mí (el mundo construido que me constituye), me constriñe e incluso hay ciertos actos en
los que puedo implicarme y retrabajar sobre los términos de mi propia construcción. Entonces, si no
75

hubiera posibilidad de este tipo de agenciamiento sería devastador. Por otra parte la idea de que
podríamos ser radicalmente libres para rehacer el mundo nos retrotrae a la idea liberal de un sujeto
deliberado que no está constituido por nada sino por su propio deseo. También estoy en contra de esto.
No sé si tiene mucho sentido (2008, pp. 55).

Para Butler el género es culturalmente construido e históricamente situado, para la autora


las identidades escencializadas (femenino-masculino, heterosexual-homosexual) son
repeticiones de actos, performatividad, y no producto de una “naturaleza”. Esta performatividad
se instala en el cuerpo a partir de los actos y de los discursos que demarcan las posibilidades de
ser, pero también connota posibilidades de subversión: se repiten actos que se aprenden, pero
también se pueden resignificar.
En este sentido se entiende entonces la posibilidad de elegir como referente esa escena
específica del beso entre dos mujeres. Si bien toda la trama narrativa de la película representa la
no viabilidad de la existencia lésbica, Camila (Entrevista No. 1) elige no adscribirse a ello;
reconoce que ésta no viabilidad hace parte de las imposiciones sociales sobre su construcción
identitaria, pero reconfigura el imaginario de la lesbiana enferma que subyace en la película,
para consolidar una nueva existencia a partir de la disidencia de la norma. Elige así solo una
escena, casi que eliminando todos los demás significados negativos, elige el beso que no puede
ver en otros lugares para construir posibilidades de existencia. En esta misma vía las mujeres
que narraron su experiencia refieren diversas formas, mecanismos y herramientas a las que
acudieron para configurar sus procesos identitarios.
En cuanto a los recursos utilizados para explicar el deseo lésbico, el análisis de las
narrativas de las mujeres participantes en este estudio, señala que seis de ellas acuden al recurso
de la biología: “se nace”. Si bien sus narrativas son diferentes, se caracterizan porque explican
sus identidades lésbicas desde el argumento del determinismo biológico. Las formas en las que
describen el origen del deseo lésbico hacen referencia a “algo en el proceso de gestación”,
llaman la atención dos narrativas: una donde la presencia de un hermano gay permite la
organización y explicación de su deseo a partir de la genética:
Yo no elegí esto…yo me pregunto, siempre me he hecho la pregunta ¿Por qué mi hermano es así y por
qué yo soy así, por qué los dos tan seguido? Yo y él sigue, o sea, que yo tuve que haber sido hombre y el
tuvo que haber sido la mujer, o sea que algo tuvo que haber sido genético, alguna cosa tuvo que haber
pasado, porque por qué los dos y somos seguidos, no es que el sea de más arriba que yo, somos seguidos,
algo tuvo que haber en la genética, algo tuvo que haber pasado (Mónica, Entrevista No. 4).

En la otra narrativa se identifica junto a la explicación genética, la apropiación de una


razón alternativa que señala la intersección de diversos recursos culturales, vía la organización
76

de la propia identidad que se reconoce como diferente, y que para su configuración requirió el
cruce de diversos recursos culturales, en este caso la explicación genética junto a una de corte
metafísico:
Yo creo en la reencarnación, entonces yo creo que en cada vida uno tienen que asumir unos papeles
determinados, que tiene que vivir en esa vida porque tienen que vivir esas experiencias (…) algunas cosas
como bien contundentes en la vida de uno, como que son la naturaleza de uno, por ejemplo el hecho de
ser pintora, eso también venia predeterminado en mí, no es que yo lo haya escogido, era algo de la
naturaleza mía, de pronto escojo no serlo ¿sí? Pero entonces voy contra la corriente si yo escogiera ser
otra cosa (…) yo pienso que se nace, uno nace, lo que pasa es que, o uno se reprime, o uno simplemente
es. Hay mucha gente que se casa y no son heterosexuales, pues porque su condicionamiento social hiso
que fueran así y se reprimieron todo eso, si, pero en realidad lo que querían era otra cosa (Yadira,
Entrevista No. 2).

En esta misma línea de explicación, cuatro de las mujeres participantes, eligen como recurso
lo que Estrada (2009) denomina: Recursos evocativos y su efecto de coherencia biográfica, estos
hacen referencia a “aquellas explicaciones que aluden claramente a la presencia de una atracción
homoeróticas y que generan narraciones lineales y estables acerca de las preferencias eróticas”
(pp. 659) en este sentido en los relato se identifica el haber sentido atracción desde la infancia:

Por lo menos yo, devolviéndome en el pasado yo me doy cuenta que yo siempre he sentido eso, desde
niña tal vez (…) porque empiezo a recordar digamos que hubo una empleada en la casa que a mí me
encantaba dormir con ella, que me diera picos, ella me daba picos, sí, como esas cosas. Siempre es mujer,
mujer, como las cosas importantes siempre pues yo siempre he visto desde pequeña que siempre han sido
en relación con una mujer, por eso digo que uno nace y no se hace, pienso yo (Camila, entrevista No. 1).

Yo desde los 6 años ya sabía que me gustaban las mujeres, desde que tengo uso de razón (…) Pues, es
que a mí me gustaban las niñas y cuando jugábamos con los amiguitos y amiguitas el típico juego del
papá y la mamá, a mí siempre me gustaba interpretar el papá y me gustaba tener una mamá al lado (risas),
nunca me gustaba ser la mujer de la pareja sino siempre como el lado masculino, entonces me parecía
más divertido así, me gustaba más y entonces en ese tiempo me empezó a gustar mucho una niña, una
vecinita y yo sentía que estaba enamorada de ella (Yadira, Entrevista No. 2).

Saberlo racionalmente no lo tengo muy claro, pero si la sensación de que me gustaban otras niñas la tuve
desde el colegio, desde pequeñita, desde primaria que sentía atracción por las niñas y, a demás, tenía
como esta vocación de defenderlas de los niños y de estar como cuidándolas. Entonces ahí creo yo que
había una sensación de que me gustaban, pero no tenía muy claro de que eso era una posibilidad de que
me gustaran sexualmente ni nada, sino, pensé que era perfectamente normal; como hasta los 12 o 13 años
empecé a darme cuenta que eso tal vez no era, tan, tan normal y que no se podía decir públicamente, o
sea, que decir que una niña te gustaba o algo podía ser cuestionado fuertemente, entonces nunca lo dije,
es como el primer acercamiento a eso (Blanca, Entrevista No. 7).

Hay tres narrativas de mujeres que no explican la atracción como producto de la genética
sino que rearman otras formas de construcción que no pasan por el determinismo, sino más bien
que se alimentan de recursos como la academia y la participación en el activismo y el
movimiento LGBTI. Estas narrativas acuden a explicaciones más estilizada, adquiridas en su
formación académica y, que les permite ubicarse identitariamente de manera estratégica; en un
77

caso a partir de la construcción de un mundo con múltiples posibilidades de ser; en el otro con la
identificación ya no de un solo nacimiento que determina, sino con la posibilidad de “nacer”
muchas veces y en cada una construir otras posibilidades:
Todas son posibilidades. Así cómo es posible que le gusten los hombres, también está la posibilidad de
que me gusten las mujeres por que el hecho de que te guste alguien, ni tiene que ver tanto, o si tiene que
ver con el cuerpo, pero no con una norma de en cuanto a que cuerpo, sino tiene que ver más con tus
gustos y con quién tú te sientas bien (…) ya uno empieza también como a enterarse más del asunto, a leer
un poco más, digamos que a partir de todo eso fue que empecé a darme cuenta que todo era una
construcción cultural, absolutamente todo lo que soy. Todo puede ser modificado, todo puede cambiar,
todo es absolutamente relativo, entonces eso hizo que bueno, si mi sexualidad estaba culturalmente
codificada para que fuera de X o Y forma lo mismo puedo pasar con todo el resto de cosas de mi vida,
¿sí? Y que están en mi cabeza o que son hábitos míos (...) todo, todo, todo el resto se empieza a develarse
esa posibilidad de cambiar (Carolina, entrevista No. 6).

Yo creo que digamos no hay una condición genética que te haga homosexual, aunque la gente piense que
si, y no hay un condición genética, tú tienes el gen, no, pero sí creo que uno vitalmente nace y se hace
todo el tiempo, cuando uno nace no nace siendo nada, uno nace siendo un ser humano con unas
condiciones fisiológicas especificas, todo lo que de ahí en adelante suceda con ese sujeto es un
aprendizaje cultural (…) te ponen la paradoja de decir es una cosa genética o es cultural, y para mí el
nacimiento no solamente implica cuando yo nací en donde mi madre me pario, sino que yo nací muchas
veces en otras cosas, el nacimiento y la naturaleza también tiene connotaciones culturales, lo natural no
está dado, lo natural también es cultural y en los animales uno lo ve, hay animales que tienen
comportamientos típicos de la homosexualidad si se puede llamar de alguna manera ¿y quien dice que o
qué? No es una condición, pues no sé, no puedo decir si se nace o no (Sandra, Entrevista No. 9).

En el tercer caso, Catalina (Entrevista No. 8) señala su participación en el movimiento y el


poder apropiarse de los recursos que el activismo y el movimiento LGBTI le proporcionan:
Es que lo del, se nace o se hace, yo le aprendí una cosa a Marcela Sánchez, la directora de Colombia
Diversa y fue esa pregunta, porque un día se la hicieron en una conferencia que ella estaba dando y yo
estaba ahí, y estuve completamente de acuerdo con lo que la nena dijo, que dependía desde donde se
hacía es pregunta, entonces, si tú naces: Ay pobrecito es que sumerce nació así enfermito y, si tú te haces:
o sea que usted puede volver al buen camino, entonces yo sencillamente no lo explico, a mi si me
preguntan ¿usted es lesbiana?, ¿Por qué es así? Pues porque tengo la posibilidad de enamorarme de las
mujeres y porque follo con los manes y no me enamoro y ya, y de vez en cuando devuelvo la pregunta
¿venga y usted cuando se dio cuenta que era heterosexual? Entonces la gente como ¿qué? ¿Sí?, porque los
heterosexuales ni siquiera se lo cuestionan, no pero para mí la explicación está en que mi capacidad de
enamoramiento esta es con las mujeres (Catalina entrevista No. 8).

En cuanto a la elección del nombre, la denominación para identificarse como una mujer que
construye relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres, se identificaron diversas posibilidades
que subvierten las expresiones binarias del género: “Las propuestas identitarias dicotómicas
basadas en concepciones de orientación sexual heterosexual-homosexual, no pueden abarcar a
toda la variedad de personas que tienen relaciones homosexuales, especialmente en el caso de
las mujeres” (Pichardo, 2008, pp. 121).
Para algunas de ellas es crucial nombrarse, pero hay otras que prefieren no tener que
adscribirse a ningún nombre:
78

Muchas mujeres que tienen relaciones sexuales con otras mujeres optan en ocasiones por no definirse a sí
mismas como homosexuales o lesbianas y buscar sus propias identidades alternativas. Esta realidad nos
lleva a cuestionarnos si estamos ante el resultado de, por una parte, una falta de referentes identitarios
para las mujeres que mantienen relaciones homosexuales y por otra de una caracterización negativa de la
identidad lésbica, o por el contrario nos hallamos ante una propuesta que, derivada de esta situación de
partida negativa, hace de la necesidad virtud y lleva a la práctica uno de los principales postulados de la
teoría queer: aquella que nos habla de identidades construidas, estratégicas y fluidas (Pichardo, 2008, pp.,
121).

Algunas de las participantes señalaron no querer tener que nombrarse y en sus narrativas
se hacen evidentes diversos procesos alternativos de construcción identitaria en relación con las
formas de determinarse y nombrarse. Ese “no tener que decir nada” tiene que ver, por un lado,
con la aceptación del silencio como forma válida para tramitar las identidades, pero, por el otro
con la posibilidad de agenciamiento, al no adscribirse a ninguna identidad. Emerge de las
narrativas, la inscripción identitaria a partir de otros marcadores que no necesariamente
respondan al género y al deseo: “que no hubiera ningún término, o sea, nada, soy una persona,
no me gustaría que hubieran términos para esas cosas ni para nada, todo son palabras y términos
y todos nos encasillamos en eso y de ahí no salimos” (Yadira, entrevista No. 2).

(Acerca del nombre para identificar qué es una mujer que construye relaciones eróticas y/o afectivas con
otras mujeres) -Mujeres que tiene otras preferencias, no una palabra sino, no, que tiene otra preferencia
(…) yo creo que en el fondo, en el fondo, en el fondo siempre queda algo de rechazo; en mi caso, porque
hay amigas que ellas son así y ellas sí se definen completamente… si por decir algo: que yo soy
homosexual, mientras que a mí sí me cuesta como trabajo decirlo… por eso, porque yo creo que uno en el
fondo, en el fondo yo todavía no, o sea, yo digo que me acepto, pero todavía no, ¿sí? De pronto hay algo
como que me frena (Mónica, Entrevista No. 4).

Pero también, no nombrarse, es un mecanismo, para evitar denominarse desde


imaginarios negativo, que producen la ininteligibilidad de las identidades construidas fuera de
los marcos normativos. En la narrativa de Carolina se identifica el juego de la elección
estratégica, en ocasiones elige algunos nombres, pero también se plantea la posibilidad de no
elegir ninguno:

No sé, lesbiana sigue sonando agresivo no sé por qué. Por la asociación cultural que siempre ha tenido
con desviación… casi siempre evito decir qué soy, a veces digo homosexual pero homosexual, de hecho a
veces prefiero decir lesbiana que homosexual, porque homosexual o gay, siento que son palabras que,
también culturalmente se han construido para definir a los hombres de orientación homosexual, ¿sí?
Siempre que se refiere es a hombres. En estos días me encontré con: “no es que yo soy gay” una mujer
diciéndome eso, yo nunca me definiría como una mujer gay, o sea no, no sé porque siento que toda la
carga esta puesta en los hombres y que se ha utilizado es para definir a los hombres homosexuales, lo
mismo que la palabra homosexual también siento que tiene una carga masculina muy, muy fuerte,
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prefiero lesbiana a homosexual o gay, aún así prefiero no nombrarme y decir me gustan las chicas o me
gustan las mujeres -risas- (Carolina, Entrevista No. 6).

Otras prefieren acudir al discurso científico: la homosexualidad como universalización


de las relaciones entre personas del mismo sexo. Si bien con la eliminación de la
homosexualidad como patología en el manual de diagnóstico psiquiátrico, se abre la posibilidad
de resignificar el contenido simbólico negativo de la palabra homosexual, no se puede negar que
se cae en una nueva dicotomía: de la diferenciación hombre-mujer, a la separación heterosexual-
homosexual, que terminó agrupando en un solo paquete formas de existencia tan diversas como
gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales:
Pero si necesariamente tuviera que haber una palabra, pues, homosexual… porque es como sexualmente,
el sexo que me atrae es el mismo, entonces, porque lesbiana viene de Lesbos de la isla y yo no soy de
Lesbos, yo soy es de Colombia ¿sí? (risas)… pero si necesariamente tuviese que haber uno pues sería
homosexual, porque es una persona que siente atracción hacia el propio, hacia el sexo mismo de uno
(Yadira, entrevista No. 2).

(…) Pues homosexual, porque me parece que define bien lo que uno es, o por lo menos lo que yo soy, no
soy bisexual, ni hetero, ni nada por el estilo - ¿hay otras maneras de nombrar a las mujeres que les gusta
las mujeres a parte de homosexual y lesbiana? – Gay. -¿lesbiana suena feo? - Antes me sonaba feo, ahora
me acostumbre (…) gay, me parece que es más para los hombres… arepera, marimacho no me gusta para
nada no sé, me suenan ofensivos (Camila, Entrevista No. 1).

Hay una de las mujeres que acude a la neutralización que ofrece la palabra gay. Al
respecto Pichardo (2008) señala que existen muchas barreras para que las mujeres que tienen
relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres se nombren como lesbianas y estas barreras se
relacionan con las consecuencias en términos de rechazo y la exclusión a la que conllevan las
denominaciones negativas que circulan en el imaginario social:
A mí no me gusta que me digan lesbiana, cuando yo Salí del closet yo le dije a mi mama, yo soy gay,
porque en contorno, la frase lesbiana es como yo soy hombre ejerciendo el papel, soy mujer
ejerciendo el papel de hombre, en cambio al decir gay es soy mujer, tengo rasgos de mujer, pero al
mismo tiempo amo a otra mujer (Eloísa, Entrevista No. 3).

Se identificaron además en tres de las narrativas de las mujeres (Blanca, Catalina y


Sandra), el activismo y el movimiento LGBTI, como recursos culturales que les aportan en la
construcción se sus identidades de género la posibilidad de convertirlas en identidad política, en
este sentido “situarse como lesbiana o gay es potencialmente político, porque supone adoptar
una identidad opuesta a la normativa; es precisamente la relevancia social de las
homosexualidades lo que crea su potencial político” (Jackson, 1998, pp.71):

Yo decidí después de un tiempo de estar en el activismo, asumirme como una mujer lesbiana por una
posición política (…) nombrar obliga a la existencia, entonces una mujer gay inmediatamente refiere a un
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mundo, o a una estética, o a una forma de construir las cosas masculina, masculina de hombres que tienen
relaciones con hombres, pero igual masculina. Yo lo admito a mí me gusta la estética gay, y si tu
escuchas a mis amigos ellos dicen que yo soy una mujer gay no una mujer lesbiana, por eso digo que
tome una decisión, no es porque me guste la estética lesbiana, pero ahí hay una cosa de decisión, de decir
es que tienen que existir las mujeres en el movimiento homosexual o si no volvemos a la invisibilización
que se tiene en todas las discusiones heterosexuales, entonces sí, hay hombres gay, pero hay mujeres y
son lesbianas, tenemos que llamarnos así para que existan, para que comencemos a existir, entonces por
eso tomo la decisión de nombrarme de esa manera, molesto mucho con el tema de que soy una mujer gay,
molesto mucho con que me gustan más los gay, pero digamos políticamente y en el discurso tengo claro,
claro que es muy importante nombrarse lesbiana, para que las personas entiendan que es una mujer que
quiere a otra mujer, que no es una mujer que va a tener sexo con un hombre y con otra mujer, que esa es
la otra lógica fantasiosa de los tipos que hay ahí detrás, quitarle ese carácter de morbo que tiene esa
palabra y asociarlo a por ejemplo cosas como las que hago, mi profesión, mi empleo en este momento, mi
posición política y que la gente entonces lo empiece a asociar con otros temas (…) bueno es que uno
comienza a existir y eso también da a unos espacios interesantes, cuando no se nombra, obliga a que uno
este escondido, entonces todo se vuelve soterrado y uno tiene que estar oculto, no hay manifestaciones de
afecto en público, no existe la relación, no hay posibilidad de contarle a otros o a otras de que uno tiene
una relación, no existe; cuando tu ya puedes nombrar las cosas comienzan a existir (…) Eso implica que
yo puedo contarle a la gente que tengo una pareja, yo puedo salir a la calle y abrazar a mi pareja en la
calle, yo puedo decirles yo voy a navidad, pero voy con mi pareja, que eso digamos en términos
emocionales es muy importantes, es mi familia, quiero que mi familia también acepte a mi pareja,
entonces poderlo nombrar permite esas cosas (Blanca, Entrevista No. 7).

También en este sentido una de las participantes señala que al nombrarse, recaen
estereotipos y la deslegitimación social sobre ellas:
Tener una pareja hombre, por ejemplo me legitimaria en los espacios familiares, seguramente, será más
tranquila la vida si yo hubiera decidido ser heterosexual, y además haber decidido ser heterosexual no
feminista, seguramente no estaría como con el sonsonete de mi mamá, ¿y los hijos, y los hijos, y los
hijos? Y yo pues tranquila, si yo quiero tener hijos los tengo, creo que la vida sería mucho más fácil.
Seguramente si un día me quedara sin trabajo y nadie más me quisiera volver a dar trabajo, para buscar un
trabajo en un call center o algo así, tendría que ocultar ser lesbiana En fin, creo que hay como una serie de
cosas que facilitarían mucho la vida y además porque una de las cosas que pesan mucho es que, como yo
me la he jugado por llamarme lesbiana en todo lugar en donde estoy pues así me miran, entonces por
ejemplo, para ciertas cosas el ser lesbiana, no sé, pues ha implicado que no me reconozcan en ciertos
espacios como mujer sino como lesbiana ¿sí? Eres lesbianas, tú hablas de orientación sexual pero tú no
hablas de economía del cuidado por ejemplo, tú no tienes una pareja hombre que te joda la vida entonces
no puedes hablar de eso. En fin, como esas cosas que te deslegitiman en lo político y en lo social por ser
lesbiana, eso sí, pa hablar de lesbianas o de orientación sexual pues yo, pero para hablar de cosas que
tienen que ver con los temas de mujeres pues no (Sandra, Entrevista No. 9).

Las narrativas expuestas anteriormente, que tienen que ver con la posibilidad de darse o
no un nombre, ponen de manifiesto las dinámicas que consignan las existencias lésbicas a
lugares de (in)existencia. Por un lado la ausencia de nombres, que de entrada hacen pensar en
los imaginarios sociales negativos que circulan en torno a las mujeres que tienen relaciones
eróticas y/o afectivas con mujeres, pero también señalan el silencio en dos sentidos: el primero,
como una imposición; el segundo, como un lugar de resistencia en el que negarse a la
categorización al ser esta insuficiente para representar la multiplicidad de formas de constituirse
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una mujer no heterosexual, se consolida una forma de subversión que permite la posibilidad de
existencia, por lo menos para algunas de las mujeres que participaron en este estudio.
Por otro lado están aquellas mujeres que acuden a denominarse dentro de identidades
sombrilla o identidades que connotan cierta neutralidad. Homosexual como nombre que recoge
una serie de identidades e invisibiliza otras, pero que permite de alguna manera librarse de la
carga simbólica de la palabra lesbiana; y gay como la posibilidad de decir “no soy una mujer
ejerciendo el papel de hombre” o no soy una machorra. Si bien estas posibilidades denotan un
ejercicio de elección por parte de las mujeres, también producen otras formas de
invisibilización, al respecto señala una de las mujeres:
La carga despectiva de la palabra, la de gay ya está absolutamente, digamos limpia si se quiere, ya no
tiene esa carga de insulto, la de lesbiana todavía cuesta. Algunas personas incluso prefieren decir mujeres
gays, o mujeres homosexuales, o alguna de esas dos cosas que todavía implican que no aceptan mucho la
palabra lesbiana, entonces ahí, pues queda un trabajo por hacer pero creo que se avanzo y se avanzo
mucho (Blanca, Entrevista No. 7)

También hay otra forma de agenciamiento, que tiene que ver con la academia, la
pertenencia al activismo y la participación en el movimiento LGBTI. Pero hay que señalar que
es un recurso cultural muy restringido, la creación de agendas políticas y académicas de
temáticas LGBTI es reciente en el país. En este estudio, solo tres de las mujeres tuvieron acceso
a este recurso, hay que resaltar algunas características de ellas: de origen bogotano, estrato
socioeconómico tres y cuatro, profesionales egresadas de universidades reconocidas en el país,
dos de ellas con familias donde la socialización de los roles asignados dicotómicamente para los
géneros y basados en una conceptualización biológica no fue significativa. Así que la pregunta
en relación con los recursos lingüísticos que posibilitan las formas de nombrarse, determinarse y
representarse es ¿para cuantas es un recurso accesible y real en su cotidianeidad?
En las narrativas de las nueve mujeres, se identifica, en unas en menor grado que en las
otras, que la heterosexualidad sigue siendo una norma y un deber ser. Pero también se resaltan
procesos en los que a partir de los recursos culturales, lingüísticos y las normas de género
asignadas para los cuerpos, las mujeres crearon espacios de existencia, en algunos casos
apropiándolos y en otros subvirtiéndolos. ¿Cuáles fueron entonces algunos de estos recursos
apropiados o transformados en sus procesos de construcción identitaria?
Ante la ausencia de recursos visuales se identifica, por ejemplo en el caso de Camila
(entrevista No.1), que al no encontrar recursos disponibles, acudió a los sueños, para configurar
en ellos un referente y una posibilidad de representar el amor entre mujeres:
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No sé cómo le pasa a otras personas pero a mí me pasa algo, que sueño mucho. Por ejemplo yo soñaba
con mujeres que no conocía pero los sueños eran tan chéveres que empezaba a gustarme recordar los
sueños (…) soñaba estando con una mujer, dándole picos, no estando sexualmente, pero si como piquitos
y abrazos, como mucho amor, un abrazo lleno de amor, cosas así. Entonces después me ponía a recordar
el sueño y me sentía bien, yo no sé, como que eso era la primera parte de aceptación creo, porque yo sabía
que era una mujer. (Camila, Entrevista No. 1).

Ante la representación social de la lesbiana como enferma, desviada, aberrada y, la


sensación que algunas de ellas experimentaron de ser “únicas”, “bichos raros” y no poder
encontrar otras como ellas, el encuentro con otras mujeres con identidades lésbicas, les
posibilitó la resignificación del estereotipo y en algunos casos les facilita el proceso de
aceptación:
Yo solo como hasta los 19 años pisé un bar gay, y ahí me di cuenta que había más vida, entonces uno dice
¿uy toda esta gente es así? Porque uno se cree único, uno cree que es el pecador más pecador -risas- no
hay nadie más, solo el que está al lado y ya, o sea, no hay nadie más. El ver gente, entonces ya empiezas a
que vas a un bar, a un restaurante, que hay cine, o hay películas lésbicas, que hay gente que vive su
homosexualidad normal, o sea, no se esconden, entonces eso ayuda, el ver el mundo real, porque como no
salía del pueblo (Adriana, Entrevista. No. 5).

O sea, yo ya había conocido esta niña pero yo pensaba que ella era la única a la que yo le iba a gustar, era
la única mujer lesbiana que iba a estar así al lado mío o que iba a despertar algo en ella ¿sí? Pero igual
ella tampoco era definida porque ella era heterosexual, entonces a veces le cogía la culpabilidad y todas
esas pendejadas, entonces estaba aquí estaba allá, entonces yo dije no, ya no más, bueno, yo no voy,
porque yo me pegué una traguita de ella, pues imagínate de adolescente -risas- (…) Cuando me definí y
fui a ese bar, me acuerdo que ese día como que se abrió algo… como a los 15 años, no a los 18, porque
fue cuando ya fui con la intensión de levantarme a alguien y sabiendo que me podía levantar a alguien ya
ahí, entonces fue como que decir, no, definitivamente a mí me gustan son las mujeres, yo no tengo nada
que ver con los hombres. Se abrió como una ventana, como decir, yo me estoy negando esa posibilidad
porque no he conseguido alguien, pero si se que si me la puedo conseguir ¿sí? si era eso, como que saber
que si había más gente, si, que no era solamente esa, sino que había más gente y que si podía conseguir,
porque antes pensaba ¿cómo? ¿Dónde? ¿Cómo voy a hacer? Y ahí fue cuando dije, sí, sí se puede, sí hay,
definitivo yo ya no me vuelvo a hacer, no vuelvo a salir con tipos ni nada porque es lo que yo quiero…
hubo mucha tranquilidad, tranquilidad porque, pues, decir ya, eso es lo que yo soy y eso es lo que voy a
ser y eso soy yo y está bien, entonces mucha tranquilidad de sentirme conmigo misma, aceptarme a mí
misma, ese saber de que sí, yo podía conseguir alguien, una mujer, una mujer, no tenía que estar con
hombres porque me invitaban, porque no había con quien más salir entonces toco aceptarle la invitación a
éste (Yadira, Entrevista No. 2).

(…) uno siempre se siente que es el único, que nadie más es así, que debe ser un bicho re raro, entonces
conocer otras personas era como indispensable para que yo pudiera sentirme bien, comencé como a salir
con cuantas mujer encontraba en internet, eso si me arriesgue a todas las citas a ciegas -risas- a todas las
salidas, fue la primera vez que entre a un bar gay con estas mujeres y en una de esas salidas de ires y
venires me encontré con una migo de la universidad, uno se hace la pregunta tonta de siempre ¿usted que
hace acá? Pues lo mismo que usted, y con este muchacho conocí otros sitios, como que estuve saliendo de
ese mundo que yo no conocía (Blanca, entrevista No. 7).

Este encuentro con otras personas con identidades no heterosexuales está mediado por
las condiciones socioeconómicas, culturales y políticas. Para algunas el recurso consistió en
amigas que les presentaban otras amigas, para otras la participación en equipos deportivos como
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el futbol, en otros casos este encuentro se llevo a cabo en los bares gay, en otros casos fueron las
redes virtuales de socialización las que hicieron su aporte (chats, páginas de internet), también
se identificaron grupos LGBT en las universidades, grupos de mujeres (activistas,
organizaciones, por ejemplo triangulo negro), ONG´s (Planeta Paz). Con todas las múltiples
variantes el encuentro con las otras, permitió el reconocimiento de la existencia lésbica como
posible.
La existencia de lugares de homosocialización, a la vez que ha proporcionado espacios
para la visibilización y la expresión emocional de personas no heterosexuales, también ha
generado en el imaginario social la mirada georeferencial: hay lugares exclusivos para ciertas
formas de ser como se enunciaba en el capítulo de contexto, por ejemplo Chapinero como
Chapigay. Así hay diversos casos en los que personas LGBTI que han hecho pública su
identidad de género o han hecho manifestaciones de afecto con sus parejas, han sido excluidos y
en algunos casos violentados, al respecto una de las entrevistadas refiere:
Entonces a pesar de que uno lo acepta no es tan fácil a nivel ya laboral, donde uno si se desempeña todos
los días su cotidianeidad, subirse a un trasmilenio y cogerle la mano a la persona, no toda la gente lo
acepta, entonces como que uno sigue solo siendo lesbiana en los sitios que nos dieron, o sea, aquí está
marcado aquí puede expresarse, si, porque todavía la sociedad no está preparada y de pronto nosotras
como lesbianas no estamos preparadas para enfrentarnos a la sociedad, nos falta verraquera será (Paola,
Entrevista No. 5).

Si bien la creación de espacios de homosocialización se presenta como una solución para


que las personas homosexuales puedan expresarse “libremente”, también se consolida como un
ejercicio de inclusión excluyente: pueden existir, pero solo en los lugares asignados para su
existencia. En este sentido una mujer refiere un ejercicio de subversión de esta norma:
Me gusta ir a bares hetero, de hecho voy a bailar a bares de salsa, allá es donde bailo, entonces al Goce, o
al Quiebracanto, bailo y rumbeo no me causa un lio bailar con otra mujer en una fiesta hetero, no me da
un problema, no saco mujeres de otras mesas porque obviamente no van a salir a bailar conmigo, pero
con las mujeres con las que estoy si, o voy con mi novia y nos damos besos, o sea, no es un problema
(Sandra, Entrevista No. 9).

La ciudad, al igual que la mayoría de edad y la salida de la tutoría paterna se


consolidaron como recursos, en las narrativas de las mujeres, especialmente para las que
llegaron de otras regiones del país, es en Bogotá donde encuentran lugares de homosocialización
(bares, restaurantes, hoteles); mientras que para las que habitan la ciudad los recursos se
relacionaron mas con la academia, la existencia del movimiento LGBT y la lucha por los
derechos donde pudieron encontrar: grupos de mujeres, grupos académicos, activismo político,
mayor posibilidad de reconocer a otras diversas y de configurar sus identidades.
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En relación con la independencia económica una entrevistada refiere:


Creo que emocionalmente me reconocen como más centrada y también la independencia económica
ayuda mucho a que tú te pares distinto frente a ellos, a que no hagas concesiones, y creo que a muchas
mujeres activistas o no pues les atraviesa, y es que cuando hay dependencia económica si hay una
dificultad en el posicionamiento frente a los otros y en hacerles concesiones frente al lenguaje, frente a la
aceptación, frente, pero aquí ya no hay, yo no les transijo que hablen mal, nunca lo han hecho, pero yo
tengo claro, nunca han hablado mal de mis parejas (Sandra, Entrevista No. 9).

Para algunas de las mujeres tanto los lugares de homosocialización como el activismo
son reconocidos como posibles recursos, pero no han sido significativos en sus procesos de
construcción identitaria, sino que han acudido a otros espacios y recursos. Estos tienen que ver
más con sus contextos cotidianos, en los que encontraron mayor apertura y la posibilidad de
tramitar sus identidades. Una de ellas refiere el mundo de la música como recurso en su proceso
de construcción identitaria y la otra al ambiente artístico:
Yo escuchaba en esa época grunch y también escuchaba rock, habían varios artistas metal que también
son gays, entonces yo escuchaba: sí, es gay, un hombre que tiene relaciones con otro hombre y punto.
Entonces yo lo veía más influenciado hacia la música, el cantante de REM también es gay, entonces yo
nunca lo vi como un tabú, porque mis ídolos eran gays entonces lo vi naturalmente (…) pero como te
digo es de una forma demasiado relajada, que tú hablas con tu grupo ¿sabes quién es gay? Y punto, pero
no enfatizado lo que es (Eloísa, Entrevista No. 3).

En ciertos sectores de la ciudad o en ciertos grupos sociales, por ejemplo en el ámbito en que yo me
muevo que es el artístico, es bastante común (la visibilización de personas LGBTI) es muy, muy común,
pues dicen que es porque somos mucho más de mente abierta, y porque somos más izquierdosos, que para
nosotros digamos que es mucho más fácil (…) hasta para una persona heterosexual que no lo haya
contemplado es mucho más fácil aceptarlo y asumirlo porque siempre ha estado en este grupo social.
Entonces siempre he estado inmersa ahí, desde el principio desde que empecé a salir con mujeres,
entonces nunca he sentido muy fuerte ese rechazo de forma radical a las lesbianas, siempre pues uno ve
noticias, uno pues escucha, lee, mira expresiones, pero pues no ha sido muy cercano aunque sé por
supuesto y conozco no de manera empírica pero sí sé que hay un gran rechazo de la sociedad aún por
nosotras (…) En el ámbito en el que me muevo, en dónde yo me muevo sí sé que es porque hay una
apertura mental muy, muy grande, o sea que, lo que sea con quien sea, como sea, cada cual verá que hace
con su vida con su cuerpo, con su sexualidad, como que cada uno es dueño de sí y hay una libertad
absoluta con eso y un respeto absoluto con eso. Ahora si siento que eso se está dando muchísimo en gente
que tal vez era la más homofóbica del mundo y de pronto en un momento empezaron a serlo o hace parte
como del crecimiento de las adolescentes que empiezan a explorar y a darse piquitos con las amigas o a
tener sexo con las amigas y bueno, pero finalmente son más heterosexuales que el hijuemadre (Carolina,
Entrevista No. 6).

Otro recurso utilizado por una mujer fue la literatura, que impone de nuevo la pregunta
¿Cuántas tienen acceso, para cuantas este puede ser un recurso viable? Esta pregunta es la
misma que produce el activismo como recurso cultural en los procesos de construcción
identitaria de mujeres con identidades lésbicas.
A los 13 años, entonces me acerco a la literatura, pues voy a la biblioteca y busco libros que hablen sobre
ese tipo de relaciones y los libros con los que me encuentro son desafortunados, unas novelas lésbicas que
giraban alrededor de la violencia (…) Beatriz y los cuerpo celestes, es un libro que empieza con una
imagen muy violenta, de dos mujeres que un tipo estaba violentando por descubrirlas lesbianas, y
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entonces tatatatatata, el royo así tenaz. Además es literatura española, porque en ese momento, digamos
los textos por ejemplo, hay una mujer española, la que escribe, que tiene de hecho una editorial, no
recuerdo su nombre ahora, Beatriz Jimeno no, es otra, ah, se me olvida, pero ella escribe literatura
policiaca lésbica que es muy interesante, pero bueno eso todavía no estaba acá. Me fui encontrando con
eso desde el principio (Sandra, Entrevista No. 9 ).

Pese a las limitantes de estos recursos, vale la pena mencionar algunos apartes de las
narrativas de tres mujeres, que permiten identificar los aportes en su proceso identitario, las
posibilidades a partir del activismo, el feminismo y el movimiento LGBTI como recursos que
posibilitan el cuestionamiento a los grandes discursos y su normatividad y, a partir de esto,
promovieron en sus vidas la realizar actos y prácticas que los subvirtieran:
Mi salida de closet en la universidad fue crear un circulo de participación, y el tema en ese momento, la
gente decía: no puede ser que hayan maricas en los andes, o que haya gays en los andes (…) si eres
lesbiana no solamente estas luchando por la posibilidad de amar libremente a otra mujer, sino porque
también políticamente estas buscando otros derechos (…) Creo que lo que más me costó trabajo fue
empezar a decirlo, el nombrarse es más jodido, para mí el nombrarse es más jodido que aceptarlo, para mi
si, y ¿esa manillita? No es que, mm, es la bandera del Tahuantinsuyo -risas-, así la bandera del
Tahuantinsuyo tuviera un color mas ¿sí?, entonces después fue como: no es que yo soy lesbiana (baja el
tono de vos entonces la gente decía como ¿Qué? Es que yo soy lesbiana (baja de nuevo el tono de vos), y
ahí entendí, ya me metí en activismo e hice el grupo y dije: no, si es necesario nombrarse; cuando
recuerdo esa incomodidad, entiendo porque las mujeres dicen: es que soy gay (Catalina, Entrevista No.
8).

Empiezo a salir con activistas, trabajan por derechos LGBT, planeta paz, me metí en el tema, no estoy tan
mal, hay muchas personas y estamos siendo vulneradas, trabajemos por el tema (…) el mayor problema
que tenía el activismo era que la gente no quería dar la cara, cuando querían hablar los medios la gente
decía que no, en esa época habían algunos hombres que daban la cara, pero mujeres ninguna (…) todo el
proceso de activismo y del movimiento lo que hiso es que al nombrarse se nombrara como algo normal, si
se quiere, entonces los periódicos empezaron hablar de los hombres gay, de las parejas del mismo sexo,
incluso hicieron casi que una labor pedagógica diciendo: no es que todos no son gays, hay lesbianas.
Comienza a tomar un tinte intelectual el tema, entonces es un tema de derechos, es un tema de
ciudadanía, es un tema de democracia, entonces ya la carga despectiva de la palabra, la de gay ya está
absolutamente, digamos limpia si se quiere, ya no tiene esa carga de insulto, la de lesbiana todavía cuesta,
algunas personas incluso prefieren decir mujeres gays o mujeres homosexuales o alguna de esas dos cosas
que todavía implican que no aceptan mucho la palabra lesbiana, entonces ahí, pues queda un trabajo por
hacer pero creo que se avanzo y se avanzo mucho (Blanca, Entrevista No. 7).

Yo empiezo a trabajar en el activismo. Desde los 14 años entre a una organización que se llama triangulo
negro y ahí empecé a trabajar con otras mujeres que también eran lesbianas, y ahí empiezo como a
identificarme. Ese primer grupo fue de activismo político para mí, y se denominaban ellas como grupo de
apoyo a mujeres lesbianas, entonces ahí identifico que pueden haber, que son posibles las relaciones entre
mujeres, digamos las venia identificando hace rato. Ahora, para mí no fue un problema en ningún
momento, en el sentido en que tenía ese grupo de apoyo, que también estaba empezando ese trabajo en el
activismo por la reivindicación de los derechos, entonces obviamente para mí no significaba un problema
y así también lo aborde con mi familia (Sandra, Entrevista No. 9).

Por otro lado, en relación con los marcadores de género que se inscriben en el cuerpo, es
importante señalar algunos aspectos y, ver cómo han funcionado en las narrativas de las
mujeres. Gimeno señala que “lo que no cabe duda es que las lesbianas tienen un cuerpo, un
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cuerpo que, como todos los cuerpos, es texto y es signo, una forma simbólica sobre la que se
inscriben normas y prácticas” (2005, pp. 296). Con el auge del movimiento social LGBTI y los
avances legales producidos por el activismo, se ha generado cierta visibilidad lésbica, que no
necesariamente connota procesos de aceptación, sino que más bien obedece a la construcción
visual de un imaginario lésbico inteligible: “se enseña lo que no es, se enseña lo que es
permeable al poder, pero es un poder concreto, un poder ligado a los roles sociales del sexo”
(Gimeno, 2005, pp. 303).
Así, como se identificó en el apartado anterior, circulan imaginarios y representaciones
sociales acerca de la existencia lésbica, Gimeno señala que hay dos distorsionadores principales
de la imagen de las mujeres lesbianas; uno es el lesbian chick que hace referencia a la lesbiana
pornográfica, publicitaria, femenina y sexy; el otro hace referencia a la lesbiana masculinizada,
la que transgrede los marcadores corporales asignados a la feminidad y que es excluida y
arrojada a lugar de no existencia, ininteligibilidad y abyección. Si se visibiliza el cuerpo lésbico,
es a partir de estos dos distorsionadores, de lo contrario se invisibiliza:
Pues yo no creo que se me nota, aunque no sé como lo ven los otros, porque no creo, porque yo siempre
estoy como cuidando que no, como que esa parte fuerte, yo tiendo a ser como fuerte, entones mi espalda
es ancha, entonces yo tiendo a ser como fuerte, pero eso no lo dejo ver, porque yo crecí con eso, que uno
no tiene que dejar ver su aspecto de hombre sino de una mujer, pero no sé como lo vean las otras personas
(Mónica, entrevista No. 4).

En relación el distorsionador de la masculinización, una mujer que decide transgredir en su


expresión corporal la mayoría de los marcadores normativos para la feminidad, sea heterosexual
o no, se le impone lugar de exclusión, el cuerpo que transgrede tiene consecuencias en lo social:
Si son así (las lesbianas) fuertecitas como yo, si se identifican a leguas (risas) si es fácil, pero una que sea
femenina es difícil, a menos que se quede mirándolo a uno o algo -Descríbeme a una mujer fuertecita. -
Es una mujer que no se viste apretadito (risas) (…) pero yo no puedo, no lo puedo hacer, a veces mi
hermana me dice: pero es que usted por qué no se, por lo menos vístase como una mujer a ver si de
pronto levanta algo (risas), pero yo no puedo no mas imaginármelo, lo he hecho, a veces me pongo la
ropa de mis parejas que he tenido y me siento como un travesti (risas) no puedo. Esa parte si es difícil, yo
una vez fui a donde una psicóloga a ver si me ayudaba (risas), a ver si me decía deje la pendejada (risas)
eso si es incomodo (…) En el trabajo no lo admito, pero sin embargo se me nota por mi apariencia, pero
no lo digo, una cosa es que de pronto lo pienses pero ya otra cosa es decirlo (…) Ese si ha sido mi gran
problema del lesbianismo (risas), pues porque digamos, a mi me gustan las mujeres femeninas, y yo no
soy femenina, pues me gustaría ser femenina pero no lo soy y a veces siento rechazo de la gente por eso,
o de las mismas lesbianas (…) pues por lo menos las que yo he conocido, las mujeres que a mí me gustan
les gustan femeninas, pues de alguna manera yo siento que las mujeres rechazan a las mujeres marimacho
digamos (…) Pues a mí me gustan femeninas, si, por lo menos a mi no me gusta una mujer así como yo,
porque yo veo una mujer femenina y eso es lo que me gusta, no sé si eso es lo que les pasa a mis parejas
que si han sido femeninas, pero en algún momento me dicen que me trate de vestir un poquito como
mujer, eso también para que no se den cuenta, pero también no si a ellas en el fondo no les gusta, eso sí
me ha parecido en mi vida difícil realmente, no sé como harán las otra (…) ese ha sido mi gran problema
del lesbianismo, que me rechacen por eso, pero igual no puedo ser femenina (Camila, Entrevista No. 1).
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En oposición a este relato, se encuentra el de otra mujer, que decidió optar por una
expresión corporal que se acomodara mas a los estereotipos de la feminidad, si bien ella en
algún momento de su historia transgrede los marcares normativos, no se asociaba esta
transgresión con el ser lesbiana, sino con el escuchar música metal. Al construir una identidad
lésbica elige cambiar su expresión corporal. Mientras no esté en cuestión la heterosexualidad se
permitía subvertir la norma en su expresión corporal del género:
Sí, yo creo que tengo mis rasgos, pues no sé, de hecho yo he cambiado mucho, si tú me ves cuando yo
escuchaba metal yo me veía más pinta de niño, yo me vestía de negro, botas punteras, cabello en la cara,
creo que ninguna de mis parejas me hubiera aceptado, después fui, mira la primera vez que yo fui a un bar
vi a un poco de machorras tomando cervezas, hablándose con groserías, para mí fue, dije uy yo no quiero
ser así, y esos días me fui a cortar el cabello, ya empecé a comprarme cosas de color -risas- cosas más
ceñidas. Creo que el rasgo, no, no lo consigo totalmente, porque creo que todos tenemos nuestro rasgo,
pero lo intento, intento no verme así (Eloísa, Entrevista No. 3).

También se identificó la posibilidad de elegir la feminidad en un doble sentido: no solo


como forma de invisibilizar su existencia lésbica, sino la elección de algunos marcadores de la
feminidad como forma de subvertir el estereotipo de la lesbiana masculina, aspecto que permite
asumir el silencio en el cuerpo pero junto a esto, nombrarse; los indicadores de feminidad en el
cuerpo no concuerdan con el imaginario social para las lesbianas:
Hay gente, la sociedad piensa que una mujer homosexual es como, como medio marimacho, como, como
con comportamientos muy masculinos, eso es lo que creen, entonces a veces uno por ejemplo, en mi caso,
que me considero femenina ¿no? Entonces no me creen, si alguien me pregunta entonces dicen, ¿pues
cómo, cómo usted va a ser? (Yadira, Entrevista No. 2).

Otra opción que se encontró en las narrativas, es la posibilidad de jugar con los marcadores
corporales, de apropiarlos según el contexto, de asumir el silencio en el cuerpo como manera de
existencia. Si bien es cierto que el desprestigio social obliga a la invisibilidad, también la
decisión por la invisibilidad es una forma de existir en ciertos contextos, tal como lo señala una
de las participantes:
-¿Tú crees que luces como una lesbiana? - No, puedo pasar desapercibida también -risas- ¿qué me
reconozcan simplemente por el hecho de verme? - Sí, que tengas ciertas características - Sí, sí, yo tengo
muchos ademanes de niño, sobre todo cuando estoy así en sport, entre semana en el trabajo me toca usar
botas y camisitas, pero el fin de semana si es más fresco, como más informal para vestir (Adriana,
Entrevista No. 5).

Este aspecto señala la performatividad del género y la posibilidad de actuarlo en


diferentes contextos. Se opta por la feminidad en contextos como el laboral y el familiar para
evitar la sanción social, como una manera de resistir ante el imaginario social de la lesbiana
masculina y con esto, evitar toda la significación negativa y el odio que genera; se puede optar
también por la transgresión en los espacios más personales y que les permiten la expresión
88

corporal, como forma de subvertir estos marcadores impuestos sobre el cuerpo. Otra de las
mujeres señala al respecto de estas performativas que permiten el juego con los marcadores de
género:
Es que la sociedad las ve (a las lesbianas) con un trastorno entre comillas de identidad de género, sí, yo
les ponía ese ejemplo a veces a las mujeres se los pongo, Si ellas me vieran un día por la calle así crespa,
pelo crespo así, aretes, el collar así, la falda, así la mujer fatal, a nadie se le atraviesa por la cabeza que yo
pueda ser lesbiana, pero así, y con este caminado que me modela la falda y toda la cosa, pues no, nadie
dice, lesbiana jamás; en cambio a veces cuando me ven con camisa, así como que caminando así como
fuerte, dicen no esa es, y creo que lo que la sociedad no entiende aún es que ser lesbiana no pasa porque
tu transformes, porque tu adaptes conductas masculinas, o que una lesbiana es más violenta, o una
lesbiana no es más, porque eso es otra vez, como decir que si te gustan las mujeres tienes que ser un
hombre y apostarle al modelo de heterosexualidad obligatoria, yo creo que las mujeres lesbiana, si, si
quieren, si se sienten más cómodas, con ropas cómodas, vistiéndose como quiera, asumiendo el papel que
quiere, pues que lo haga, no es para mí un tema, si finalmente quiere ser, pues si hay mujeres trans
lesbianas, pues haber, como uno dice, no pasa necesariamente con que tengas que ser de alguna manera o
de otra manera, porque ser lesbiana finalmente no te modela ¿no? Aunque hayan personas que digan que
sí, que ser lesbiana te modela, si, a mi me parece que no, a mí, lo que modelo en algún momento fue mi
resistencia a no querer ser mujer, que eso ya hoy esta solucionadisimo, si yo me siento, hay circunstancias
en las que me quiero sentir muy femenina y lo hago, y eso no me afecta mi ser lesbiana o no, incluso sé
que me puedo levantar los tipos que quiera, en mi femenino exacerbado y eso no, eso no me mueve, no
mueve la orientación sexual, yo sé que soy lesbiana con falda o sin falda, con pantalón o sin pantalón, en
estos momentos de mi vida estoy sintiéndome una mujer muy atractiva para hombres y para mujeres, pero
eso no me mueve tampoco la orientación sexual, ¿sí? Entonces es como eso (Sandra, Entrevista No. 9).
89

5. Conclusiones

La participación en espacios políticos y académicos que abordaron temáticas LGBTI, la


revisión de algunas formas de visibilización y del tratamiento de la diversidad en los medios
masivos de comunicación y el análisis las narrativas de las nueve mujeres participantes en este
estudio, permitieron esbozar algunas consideraciones finales en torno a los procesos de
construcción identitaria en mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres y
que habitan la ciudad de Bogotá
En primer lugar se identifico el contexto donde habitan las mujeres: la ciudad de Bogotá.
Una ciudad que no está aislada de las dinámicas sociales y políticas del país. Colombia es un
contexto propicio para el silencio y la invisibilidad, estrategias que se fraguan como modos de
subsistencia. Si enunciar es un acto político, en este contexto callar es una forma de resistir y no
necesariamente de obedecer. En las narrativas de estas mujeres se identifican procesos de
agenciamiento en el silencio y la invisibilidad, la elección de parecer ser heterosexual en
algunos contextos, el juego de callar y nombrar, la construcción de nuevos significados para los
recursos disponibles y la actuación performativa de los marcadores de género corporales. No se
quiere restar importancia a la existencia de la normativización de las identidades disidentes, pero
sí se quiere resaltar que las mujeres participantes en esta investigación no solo apropian la
norma, sino que la negocian, la resignifican, la acomodan a sus contextos y en algunos casos la
subvierten en sus procesos de construcción identitaria.
Si bien, en Colombia se ha consolidado un marco legal para las personas y parejas no
heterosexuales, aspecto que consolida un logro significativo, hay que reconocer que en tanto que
gestiona y posibilita la diversidad, restringe y controla. Este marco legal ha reivindicado los
derechos de las personas LGBTI y ha equiparado casi todas las condiciones entre parejas
heterosexuales y parejas del mismo sexo, pero también lo ha hecho a partir del ejercicio de
control en la gestión de la diversidad: existen, pero que no se les note; son familia, pero no son
matrimonio y no pueden adoptar; se promociona la diversidad y la tolerancia, pero deben cuidar
las conductas de exteriorización.
Bogotá es una ciudad que cuenta con espacios de homosocialización, con la existencia de
organizaciones, con un debate académico, con una política pública, y con un movimiento
LGBTI. Estas características hacen de la ciudad un contexto de posibilidad para la existencia de
90

mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas entre mujeres. Especialmente se identifica
este carácter en las narrativas de las mujeres cuyo lugar de origen son otras regiones del país.
Pero no se puede desconocer que estos recursos también se convierten en limitantes en tanto que
restringen las posibilidades de existencia y configuran de manera normativa la lesbiana que se
puede ser en Bogotá.
Si bien es cierto que los espacios de homosocialización son recursos importantes en el
proceso de construcción identitaria, han establecido en el imaginario social una mirada
georeferencial y con ella, procesos de inclusión negativa: pueden existir pero solo en los lugares
que les son asignados; el Activismo y el movimiento LGBTI han configurado logros pero han
mostrado una imagen social de colectivo, con un liderazgo y representación predominantemente
masculino y con la invisibilización de otras múltiples y complejas formas de construcción
identitaria. Hay muchos grupos de mujeres pero el movimiento lésbico en Bogotá no se ha
consolidado aún, hay un intento de organizar una agenda conjunta, pero es un proceso lento y en
el cual no participan sino un número pequeño de mujeres; en cuanto a las política de
representación es posible señalar que se configura una tecnología de la identidad, que en tanto
que abre espacios de existencia para unas formas identitarias, los anula para las otras, en Bogotá
se puede ser lesbiana joven, femenina, blanca, de clase media, y bonita.
Los procesos de visibilización logrados son importantes en tanto que en el imaginario
social se empieza a identificar a las mujeres con identidades lésbicas como existentes y
portadoras de derechos, un aporte importante lo han hecho la cobertura mediática de temáticas
LGBTI y las campañas de sensibilización que han acompañado la construcción de una política
pública en la ciudad; pero son básicamente dos las imágenes que se han construido para estas
identidades: por un lado, el lesbian chick, la lesbiana sensual, erótica, hiperfeminizada,
pornográfica, disponible para la mirada normativa, imagen esta que no responde a las mujeres
reales con identidades lésbicas, pero esta imagen es tramitada socialmente a partir de la
aceptación y el reconocimiento. La otra imagen es la de la lesbiana masculinizada, se reconoce,
se identifica, pero se rechaza, se excluye y se ha llenado de contenidos negativos. Las mujeres
que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres, que configuran otras formas de
representarse y de constituir sus existencias han invisibilizadas e ignoradas.
Las narrativas de las nueve mujeres participantes dan cuenta en sus procesos de
construcción identitaria, de los usos del silencio, de los procesos de invisibilización, de los
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recursos lingüísticos y culturales y de las configuraciones corporales con que cuentan en la


ciudad y con ellos la asignación de sus existencias al ámbito privado. De lo anterior se destaca
se la ausencia de representaciones visuales que abarquen la diversidad de mujeres con
identidades lésbicas; en cuanto a los usos de la palabra, los nombres que se les han impuesto
connotan odio, rechazo y exclusión; o aceptación en tanto que responda al estereotipo inteligible
socialmente; se destaca también la gestión de la diversidad como estrategia de control sobre los
cuerpos en la medida que confiere valores de “verdad” a la lesbiana que es posible ser.
Pero también sus narrativas dan cuenta de las posibilidades de agenciamiento de las
mujeres en términos de apropiación, resignificación, subversión de las normas establecidas.
Aunque hay nombres legitimados y validados socialmente, se constatan en las narrativas
procesos de elección en cuanto a nombrarse o no hacerlo. Es cierto que hay recursos culturales
que responden a la heteronormatividad, y hay otros que posibiliten las identidades disidentes a
la vez que las esencializan; pero no todas las mujeres los consideraron validos, sino que en
algunos casos los apropiaron, en otros los resinificaron y en algunas ocasiones los subvirtieron.
El cuerpo se ha instaurado como lugar de inscripción de la “verdad” sobre el género y la
sexualidad. En las narrativas de las mujeres se identificó que este aspecto, es el más costoso en
los proceso de construcción identitaria, ya que a los cuerpos que disienten de la normatividad
femenina y connotan caracteres de masculinidad se les excluye; la gestión de la diversidad ha
generado imágenes corporales inteligibles. Pero aún así se identificaron procesos de apropiación
que pasan por el parecer ser, intentar que no se note; pero también juegos con los marcadores de
género, en algunos lugares hay que parecer ser, en otros no; se puede actuar el género.
En las narrativas se identifico la capacidad de agenciamiento, en algunas de manera más
contundente que en otras, en los procesos de construcción identitaria de la diversidad. Hay que
señalar que no todas contaron con las herramientas suficientes para subvertir la norma, no todas
tuvieron acceso a los debates críticos en torno a las identidades, más bien son muy pocas las que
contaron con acceso a estos recursos.
Se identificó que en la imposibilidad de tramitar las identidades no normativas, de
construir referentes que validen as múltiples existencias y de reconocer y aceptar corporalidades
diversas, se juega un proceso de resistencia social en relación con los grandes discursos que han
legitimado las “verdades” en las que se sustenta la organización social patriarcal: la defensa de
la heterosexualidad como norma válida para las identidades y como obligación para la
92

institución de la familia, la conformación de la “buena y saludable familia”, el discurso de la


educación en cuanto a que enseñar, como formar un “ciudadano de bien”, el discurso de “los
valores y la buena moral”, el discurso medico de la “normalidad”. Discursos que no son
menores, ya que sobre ellos descansan aspectos como la división sexual del trabajo, y es aquí
donde se insertan las verdaderas tensiones que hay detrás de construir identidades no
normativas.
Vale la pena señalar que si bien son importantes los logros, estos se convierten en
herramientas de difícil acceso para las poblaciones más vulnerables:
La sociedad quieren pretender confundir la gente: ay no si, los aceptamos, pero no, realmente no, ¿Por
qué? Porque hay conjuntos donde la gente se entera que hay una pareja homosexual y como sea la hacen
sacar y tu a veces no tienes la fuerza o la fortaleza de luchar, pues puedes contratar un abogado y todo,
pero lo que la gente te hiere en sus palabras, en su señalización; ay va, no sé que, cuidado no se le
acerque; como si fuera una enfermedad y la gente pienso que tiene un concepto diferente totalmente de lo
que es una pareja lésbica u homosexual ¿sí? Y pues desafortunadamente como no hemos mostrado que
hacemos nosotros en pareja, una pareja real, que va hace mercado, paga servicios, ve televisión, convive,
va a un cine, siempre han visto es como la parte de tomar, de la rumba, del desorden, porque pues los
hombres han mostrado también esa parte de, ¿Cómo se llama? Que andan con uno y con otro,
promiscuidad y nosotros como mujeres en algunos casos también lo hemos hecho (Adriana, Entrevista
No. 5).

Las narrativas de las mujeres, con gustos diferentes, gays, homosexuales, lesbianas,
diversas, que decidieron participar con sus historias de vida, ponen en evidencia los procesos la
constantes tensiones que enfrentan las mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con
mujeres, a la hora de configurar sus identidades: nombrar sin nombras, existir sin que se le note,
preformar marcadores de feminidad en contextos sociales y laborales para evitar la exclusión,
configurar cuerpos normativos o asumir el rechazo si se quiere expresar en la corporalidad la
disidencia a la matriz heterosexual, por mencionar algunos.
Si bien hay procesos de invisibilización y silenciamiento en los nombres, los recursos
culturales y los cuerpos; hay formas de nominar y designar atravesadas por los discursos
normativos y lesbofobos, hay representaciones sociales y visuales que configuran formulas
restringidas para las existencias lésbicas, hay leyes que limitan en tanto que restringen el ser
diversa; se constata que la nueve mujeres participantes construyeron mecanismos y estrategias
alternativas, en sus contextos cotidianos, que posibilitaron sus existencias, en algunas con mayor
dificultas que en otras. El reto se centra entonces conformar estrategias que abarque múltiples
campos: la reivindicación de los derechos, pero también la deconstrucción y resignificación de
los grandes discursos sociales: la buena familia, la heterosexualidad normativa, el buen
93

ciudadano, el deber ser para las identidades. No se insinúa aquí que las formas de existencia que
promueven los grandes discursos tengan que desaparecer, sino que el marco de representación y
significación cultural, se amplié vía el reconocimiento de las complejas, diversas y cambiantes
formas de constituciones identitarias.
A partir de estas consideraciones se evidencian entonces líneas de trabajo que urge
incluir en las agendas políticas y académicas en relación con los procesos de construcción de las
identidades diversas. En primer lugar la necesidad de abrir espacios en el activismo y el
movimiento LGBTI, en los que se indague en torno a los discursos que subyacen en las formas
de representar y significar la diversidad.
En este trabajo se delinea la existencia de regímenes de visualidad en la representación
de las identidades disidentes, en Colombia es necesario exploras como se han conformado, que
imágenes circulan, desde una perspectiva crítica y de construccionista, se está en deuda también
con la construcción del archivo para la memoria histórica de las mujeres que han tenido
relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres en Colombia. También queda la pregunta por las
otras diversidades, teniendo en cuenta los vacios en la representación y en el conocimiento de
otras formas de construir identidades, que sucede entonces con las mujeres que tienen relaciones
sexuales y afectivas con mujeres que pertenecen a clases populares, en condición de
discapacidad, excombatientes, desplazadas, trabajadoras sexuales, habitantes de calle, en
contextos carcelarios, entre otras.
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99

Anexo No. 1
NARRATIVAS DE MUJERES QUE TIENEN RELACIONES SEXO-AFECTIVAS CON MUJERES,
ACERCA DE SU CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA

GUION ENTREVISTA EN PROFUNDIDAD

- Introducción
- Encuadre
- Consentimiento Informado

Datos Personales
Edad
Estrato de la vivienda
Formación Académica
Conformación familiar
Vive en pareja con una mujer?
Ha vivido en pareja con una mujer?

Categorías Preguntas

1. ¿Cuál fue la primera ocasión en la que supiste que existían relaciones


sexuales y amorosas entre personas del mismo sexo?
2. ¿Qué recuerdas que se decía o comentaba (familia, colegio, pares) sobre
las mujeres que tienen relaciones afectivas y sexuales con mujeres?
3. ¿Cómo se les llamaba?
4. ¿Cómo se ve socialmente a las mujeres que tienen relaciones afectivas y
sexuales entre sí?
5. ¿Conoce tu familia, amigos, entorno social tu identidad sexual –
(preferencia sexual)?
Si:
6. ¿Cambio la forma de referirse a ellas cuando conocieron su identidad
Recursos Lingüísticos
sexual?
Si
Nombre
7. ¿Cómo se referían (familia, amigos, personas que se enteraron) a las
(Percepción que las
mujeres que tienen relaciones con otras mujeres, antes de saberlo? ¿Cómo
mujeres lesbianas
después de saberlo?
tienen, de la manera
No:
como son nombradas y
8. ¿Cómo se refieren (familia, amigos) a las mujeres que tienen relaciones
percibidas
con otras mujeres
socialmente)
9. ¿Cómo te hace sentir la forma en que la gente se refiere a ellas o a ti?
10. ¿Cómo prefieres que te llamen para referirse a que eres una mujer que
tiene relaciones afectivas y sexuales con mujeres? (identidad) (gay,
homosexual, lesbiana)?
11. ¿Por qué prefieres ser nombrada de esa manera?
12. ¿Hay otras maneras de nombrar? ¿cuáles?
13. ¿Cuáles nombres no te gustan y por qué?
14. ¿Para ti qué diferencia hay entre ser gay, lesbiana y homosexual?
15. ¿Cómo se asume la sociedad la existencia de personas que tienen parejas
de su mismo sexo?
16. ¿Cómo lo asume tu familia, amigos, entorno?
100

1. ¿Cuándo te diste cuenta de tu atracción por las mujeres?


2. ¿Cómo fue el proceso de reconocerte como (el nombre que ella haya
dado)? ¿y de aceptar que te gustan las mujeres, como parte de lo que tú
eres?
3. Si tu familia sabe, ¿Cómo se enteraron? ¿tú les dijiste? ¿Cómo fue el
proceso de contarles? ¿Cómo se enteraron? ¿Qué implicó para ti
Recursos culturales reconocer que eres (nombra que ella se asigna)?
En la Construcción de 4. ¿Qué transformaciones acontecieron en su familia a partir de que te
la identidad lésbica reconociste (indagar también sobre amigos, trabajo, colegios, cotidiano?
5. ¿Qué transformaciones acontecieron en su propia vida?
6. ¿fue negativo?
7. ¿Cómo paso de ser negativo a positivo?
8. ¿Cómo llegaste a asentirte cómoda con esto, alguien o algo influyo?
9. ¿De qué manera?
10. ¿Cómo explicas qué eres (el nombre que ella se asigna)?

1. ¿Cómo te enseñaron que debía ser una mujer?


2. ¿Qué cosas de esto entraron en conflicto en tu identidad, cuando decidiste
asumirte como (el nombre que ella se asigne)?
3. ¿cómo deber ser una mujeres que le gustan las mujeres (para ella, para su
familia y pasa la sociedad)?
4. ¿Se puede identificar fácilmente a una mujer que le gustan las mujeres?
5. ¿cómo?
6. ¿Cuáles son las características que identifican a una mujer que se siente
atraída por otras mujeres?
7. ¿Cuáles son las características (físicas, de apariencia, de personalidad,
gustos hobbies, lugares que frecuenta, etc.?) que identifican a una mujer
que sostiene relaciones con otras mujeres?
8. ¿Cómo debe lucir?
9. ¿Qué lugares frecuenta?
10. Donde busca a otras mujeres (conquista, formación de relaciones)
Cuerpo: Lugar de
11. ¿Cómo aprendiste tu, como lo haces tú, de quien?
inscripción de los
12. ¿Cómo es en tu vida ser (el nombre que ella se asigne)?
marcadores de
13. ¿crees que luces como una (nombre que ella se asigna)?
género
14. ¿Habitualmente tiene que ocultarlo? ¿Cómo lo haces?
15. ¿Has tenido relaciones heterosexuales? ¿Cómo fue el cambio a relaciones
homosexuales?
16. ¿Existen diferencias entre una mujer heterosexual y una mujer (el nombre
que ella asigne)? ¿cuáles?
17. ¿Existen diferencias en las relaciones amorosas entre mujeres y las
relaciones amorosas heterosexuales? ¿Cuáles?
18. ¿Cómo describirías la educación que recibiste en casa en cuanto a la
sexualidad? ¿te mencionaron como una posibilidad de vinculación sexual
y afectiva, las relaciones homosexuales o entre personas del mismo sexo?
¿Dicha mención fue positiva o negativa?
19. ¿Cómo ha sido la experiencia de tener una pareja del mismo sexo?
20. ¿Conviven de manera permanente o comparten la misma casa?
21. ¿las parejas que ha tenido se reconocen como (el nombre que ella asigne)
o de otras formas?

- Retroalimentación
- Cierre
101

CONSENTIMIENTO INFORMADO

A continuación aparecen una serie de informaciones que usted deberá tener en cuenta para
firmar el presente consentimiento:

 El objetivo del estudio es identificar las formas como se construye la identidad lésbica en
mujeres de Bogotá.
 Los cuestionarios y entrevistas han sido diseñados ética y responsablemente, para no
causar ningún tipo de molestia o riesgo a la entrevistada.
 Se garantiza la privacidad y el mantenimiento de la confidencialidad sobre las respuestas
de las entrevistadas. Dicha información se analizará a la luz de los objetivos del estudio,
en un contexto global.
 Se proporcionara información obtenida durante el estudio, cuando éste finalice.
 La participación en este estudio, no implica retribución económica, ni de ningún otro
tipo.
 La participante puede retirarse del estudio cuando así lo desee.

Yo, _____________________________________, identificada con la cédula de ciudadanía


número ______________________ de __________________, acepto mi participación en la
investigación “Narrativas de Mujeres que Tienen Relaciones Sexo-Afectivas con Mujeres,
acerca de su Construcción Identitaria”, realizada por la Estudiante Natalia Escobar Sabogal,
quien es Candidata a la Maestría de Antropología Social, en la Universidad de los Andes.

__________________________ ___________________ _______________________


Nombre Participante Fecha Firma

__________________________ ___________________ _______________________


Nombre del Investigador Fecha Firma

Copias: 1 - Copia para el participante 2 - Copia para la investigación


102

Anexo No. 2

PERFILES DE LAS PARTICIPANTES

Camila, Entrevista No. 1 (24-nov-09)


En el lenguaje se “camufla” lo que en el cuerpo no se puede ocultar

Camila es una mujer de 34 años, Ingeniera Química de la Universidad Nacional, nació en


el Huila y lleva viviendo en Bogotá 17 años. Su familia está constituida por su mamá y tres
hermanos, dos hombres y una mujer, ella ocupa el segundo lugar. Su papá murió hace unos
años. Vive con su hermano mayor, la vivienda donde residen es estrato 3. Hace 4 años convivió
como pareja con una mujer, la convivencia duró 2 años. Actualmente trabaja en un laboratorio
como jefe de control.

Los procesos de socialización primaria inician con la asignación en el vestuario: rosados


y azules, como ritual de inscripción de la “verdad” del género en el cuerpo, se continúan con la
enseñanza acerca de lo que hacen los niños y lo que deben hacer las niñas y, se complementan
en la Institución Educativa con una estricta separación: los uniformes, la división de los baños,
las filas de niños y niñas y otros cuantos esfuerzos por dejar en claro los lugares que ocupa el
género y su dicotomía; a esto se le suma la inundación visual y auditiva de la norma
heterosexual, basta con dar una breve mirada a las formas de organización relacional en la
telenovelas y a las descripciones del amor en la música.

Camila, al igual que las otras mujeres participantes en esta investigación, crece en un
mundo creado para personas heterosexuales, y no hay que olvidar que ella procede del Huila,
departamento en el que se ha hecho presente la limpieza social dirigida (entre otras poblaciones)
contra población LGBTI, y donde la influencia de los discursos, religioso, conservador y de
derecha, se marca con mayor fuerza.

Aunque en su narrativa refiere que al volver en su recuerdo al pasado, encuentra


situaciones que explica como “sentimientos en relación con una mujer” y, acude al argumento
biológico para explicar su deseo: “se nace”; es hasta los 13 años que Camila reconoce la
existencia de formas de ser que no se enmarcan dentro de la matriz heterosexual. Este primer
encuentro con otras formas de configuración identitaria y relacional, se asocia con los hombres:
“maricas”, y está mediado por la palabra para nombrar desde el rechazo y la burla. El
reconocimiento de relaciones eróticas y afectivas entre mujeres, lo logró un poco más tarde, esto
obedece a los procesos de silenciamiento e invisibilización de las identidades lésbicas; este
reconocimiento también estuvo signado por el rechazo, el asco, la descalificación y la ofensa,
formas de representar que quedaron inscritas en los nombres: “arepera”, “marimacho”.
103

El proceso de aceptación en Camila está marcado por la percepción de que su


experiencia o “inclinación”, como ella la denomina, es única; estuvo influenciada por el
discurso religioso: “sentía que estaba mal ante los ojos de Dios”, y por la creencia de que su
vivencia es un estado negativo que debe y se puede cambiar. En general en el contexto donde
vivió Camila, La lesbiana “es una persona que tiene el pensamiento herrado”. La salida del
closet no fue una elección personal, más bien sucedió a partir de circunstancias en que su mamá
la descubrió, después de lo cual se instauró el silenció como pacto familiar para tramitar la
aceptación.

Es a los 18 años, con la salida de la tutoría paterna, el cumplimiento de la mayoría de


edad y, muy importante, el traslado de Huila a Bogotá, donde encontró mayores posibilidades en
términos de recursos que le permitieron tramitar su proceso de construcción identitaria. Con la
llegada a Bogotá y el ingreso a la Universidad, se permitió enamorarse de una compañera. Fue
hasta los 23 años que consolidó su primera relación de pareja.

En cuanto a la elección del propio nombre, Camila acudió a la argumentación científica:


“mujer homosexual”, “define bien lo que uno es, ni bisexual, ni hetero”, este nombre que
connota cierta neutralización en cuanto a las implicaciones de autoidentificarse dentro de una
categoría: escoger la palabra lesbiana con toda su carga simbólica “lesbiana no me incomoda,
antes me sonaba feo pero ahora ya me acostumbre”.

Con relación a los recursos culturales que tuvo a disposición, a parte de la fuerte
inscripción de a matriz heteronormativa y de los roles asignados para el género en el proceso de
socialización primaria, Camila estudia en un colegio de monjas, donde estos aspectos quedan
impresos con mayor fuerza en ella: “las monjas siempre decían: Dios hiso al hombre y a la
mujer, no se decía nada más”.

La llegada a Bogotá le proporcionó una serie de recursos que resaltó como importantes
en su proceso de construcción identitaria: el encuentro con otras mujeres con identidades
lésbicas, como posibilidad de resignificar la idea de ser única; los espacios de
homosocialización (bares gays) como lugares que permiten la expresión y la posibilidad de
conseguir pareja. Si bien Camila refirió como recursos los chats y los grupos organizados de
mujeres no heterosexuales (ONGs, fundaciones, movimiento LGBTI, activismo) no los señaló
como fundamentales para ella.

Bogotá se configuró entonces, en la narrativa de Camila, como un espacio de


habitabilidad que le posibilitó, le permitió y le abrió alternativas en términos de recursos tanto
lingüísticos como culturales, que facilitaron su proceso de construcción identitaria. Pero también
se evidencia en la narrativa la contracara de estos recursos, que configuraron un marco de
inteligibilidad de otras formas de construcción identitaria; se puede ser en los espacios de
homosocialización, lo que se no se debe hacer evidente en el trabajo: “No se puede ser
totalmente abierto con la gente, siempre existe el temor… con respecto al trabajo, que uno
104

dependa de eso... Que lo echen o que ya no le crean… En mi trabajo, pues si dudan, por lo
menos dudan pero no saben…”, “Yo todo lo convierto, lo que hace la mujer en hombre, pero
obviamente llegan a la pregunta ¿pero por qué no lo presenta? No es que está viajando que no
puede (risas)... Lo neutralicé, por ejemplo: no digo cansada, sino ¿tienes cansancio? (risas), no
utilizo la palabra femenina ni masculina, se camufla todo"”; se puede ser lesbiana, pero que no
se note: “me dicen que me trate de vestir un poquito como mujer, también para que no se den
cuenta”.

Camila, desde la palabra resaltó el “ser fuertecita” como una forma de nombrar una de
las múltiples posibilidades de configurarse lesbiana, la lesbiana “masculina”. Viste pantalones y
ropa ancha, lleva el pelo corto, uñas sin pintura, nada de maquillaje, rasgos andróginos, de
mediana estatura y delgada. Su cuerpo subraya marcadores de “masculinidad”. Narra el
conflicto entre la satisfacción de ser y verse como quiere y el rechazo social que provoca lo que
es, lo que se ve:

Mis parejas dicen: ah pero es que si por lo menos a ti no se te notara, vístete un poquito más como una
mujer… Ser femenina, ese ha sido mi gran problema del lesbianismo (risas) pues porque digamos, a mi
me gustan las mujeres femeninas, yo no soy femenina y no quiero ser. Me gustaría ser femenina, pero no
lo soy. A veces siento rechazo de la gente por eso, de las mismas lesbianas... Por lo menos las que yo he
conocido. Las mujeres que a mí me gustan les gustan femeninas. Yo siento que las mujeres rechazan a las
mujeres marimacho... A mí me parece que a todas las lesbianas les gustan femeninas, abra un uno por
ciento que no, pero de resto, sí. Todas mis parejas, a pesar de que me han aceptado y dicen quererme,
siempre me lo sacan en cara… A veces mi hermana me dice: pero es que usted, por lo menos vístase
como una mujer a ver si de pronto levanta algo (risas), pero yo no puedo, no más de imaginármelo; lo he
hecho, a veces me pongo ropa de mis parejas y me siento como un travesti (risas). No puedo, esa parte es
difícil.

Otros recursos a los que acudió, tienen que ver con herramientas internas que eligió para
suplir lo que no encontró disponible: ante el silencio visual, la ausencia de representaciones
positivas de mujeres que tienen relaciones eróticas y afectivas con mujeres, eligió sus propios
sueños de contenido lésbico para aceptar como posible su propio deseo; ante la invisibilización
de las relaciones entre mujeres, eligió el amor que configura con su primera pareja, como una
vía para la aceptación; y ante los argumentos de prohibición que se asociaron con depravación,
anormalidad, perversión y pecado, eligió la resignificación del concepto de Dios: “Dios no
puede ser tan cerrado (risas) de juzgar a una persona que siente a mor por otra persona,
empecé a pensar así, pues es lo que pienso ahorita también, ¿si es amor, por qué va a estar
mal?".

Camila eligió también como recurso (en ausencia de representaciones de relaciones entre
mujeres) una película: Mujer Soltera Busca. Pese a que la trama narrativa va describiendo a una
mujer que se enamora de otra y en la medida que transcurren los hechos le va asignando rasgos
de perversión, patología, problemas de personalidad, y no se menciona nunca que es una mujer
lesbiana, gay u homosexual; Camila seleccionó una escena, la que muestra un beso entre las dos
mujeres. Si bien todo el contexto de la película, presenta una imagen negativa y patológica del
amor entre mujeres, Camila rechazó toda esta construcción negativa y acudió solamente a la
105

escena del beso: “después cuando en una película vi un beso de dos mujeres sentí una cantidad
de cosas, ahí es donde uno se empieza a dar cuenta… yo wow, que delicia (risas), empieza a
sentir uno realmente cosas, mucha emoción”.
106

Yadira, Entrevista No. 2 (1-dic-09)


“Yo soy un ser humano, a mi no me vean como lesbiana, es una condición intima de mi vida pero no tiene nada
que ver con mi ser como una persona social”

Yadira es una mujer de 39 años, Tecnóloga en Artes de la Academia de Artes Guerrero,


nació en Bogotá, en algunos periodos de su vida ha vivido en Chía - Cundinamarca. Su familia
está constituida por su pareja con quien lleva dos años y medio de convivencia. La familia
extensa la constituyen dos hermanas, dos hermanos y su padre quien reside en España. Su madre
falleció. La vivienda donde vive es estrato 4. Hace 8 años convivió como pareja con una mujer,
la convivencia duró 11 años. Actualmente trabaja en una institución con adultos mayores y
también desarrolla trabajo artístico de manera independiente.

Al igual que para Camila, para Yadira el encuentro con la existencia de identidades y
formas de configurar relaciones diferentes a la heteronormativa, está marcada por la
visibilizacion de hombres gay, que desde el nombre se les asignó la burla y rechazo social:
“marica”. Aunque refiere en su narrativa unos episodios en su infancia va configurando como
la evidencia de su atracción por las mujeres, señala que a nivel social las identidades lésbicas
eran silenciadas e invisibilizadas: “antes se conocía más que todo hombres gay, las mujeres no
se visibilizaban, la gente prefería no saber nada de eso”.

Yadira cuenta que desde los 6 años tiene conocimiento de su gusto por las mujeres
porque se enamoró de una niña de su cuadra, expresa que a los 8 se enamora de una profesora y
que a los 15 años inicia su primera relación con una mujer, refiere además que en los juegos
infantiles siempre le gustaba ocupar el papel del papá. A parte de la explicación biológica para
su deseo: “se nace”, elige además una explicación metafísica determinista: la reencarnación,
explica que ser una mujer homosexual es el papel que le toco asumir en esta vida.

En cuanto al proceso de aceptación, Yadira refiere que el conflicto principal no era sentir
que estaba mal, ya que lo asumió como algo natural; más bien señala que su preocupación “era
como entablar relaciones, antes era más difícil, yo pensaba que era la única mujer lesbiana…
¿cómo me voy a levantar una vieja?”. En cuanto a la salida del closet, señala características de
elección personal, decide darse un beso con su pareja en frente de su hermano, quien le cuenta a
su mamá. Yadira explica que el proceso de aceptación de la familia fue en cierto modo fácil, ya
que su familia la percibía como una persona “loca” y eso les facilitaba aceptar diversas
conductas no normativas en ella: “yo también era como loca, mi mamá sabía que ella no podía
decirme nada porque igual yo iba a hacer lo que me daba la gana… Yo era la loca de la casa.
Yo igual iba a hacer las cosas por encima de ellos, les gustara o no les gustara, entonces ellos
sabían que no podían opinar, yo igual lo iba a hacer porque yo era loca, supuestamente dentro
de la mente de ellos yo era una loca, entonces de mi se podía esperar cualquier cosa”. Después
de la salida del closet de instaura por un pacto de silencio en la familia, nunca se menciona el
107

tema, y con la cotidianeidad de la vida en pareja, como ella señala “Éramos una pareja normal,
como una pareja heterosexual” la familia va asumiéndolo.

En su contexto social, las representaciones sociales acerca de las mujeres que tienen
relaciones eróticas y afectivas con mujeres, se asocian con: conductas que están mal y se pueden
cambiar, con ser mujeres “marimacho”, con “anormalidad, depravación, locura y rareza”.
Yadira señala que su contexto social percibía a la lesbiana como “alguien que no sabe lo que
quiere y no se ha definido”, como “enfermedad” que puede ser “contagiada” y como
“producto del maltrato de hombres, de resentimiento con la sociedad y contra el aspecto
masculino”. También refiere que se asociaba a las mujeres con identidades lésbicas con la
promiscuidad y, menciona que en su experiencia personal, las mujeres heterosexuales suelen
estar más prevenidas y, que los hombres piensan que las mujeres no heterosexuales necesitan un
hombre; en algunos casos el cuerpo lésbico se consolida como un lugar posible de agresión: “a
usted lo que le falta es que un man la coja un man y le haga bien rico”.

En la narrativa de Yadira se percibe que en su contexto estaban presentes procesos de


silenciamiento e invisibilización que operaban sobre las identidades lésbicas, pero también se
identifica que aparte de estos procesos, en algunos casos se asignaban nombres desde el asco, el
desprecio y el rechazo: “areperas”, “tortilleras”, “marimacho”; Yadira cuenta que en algún
momento le gritaron “lesbiana” en la calle, como forma de insulto; si bien el episodio lo
percibió como algo negativo en principio, se identifica cierta apropiación del insulto para
transformarlo y resignificación del nombre: “yo porque me voy a poner brava si me están
diciendo la verdad, soy lesbiana”.

En relación con la elección del propio nombre, Yadira prefiere la ausencia de nombres
para referirse a su deseo: “pues a mí en realidad me gustaría que no hubiera ningún termino
para eso, o sea, nada, soy una persona, por encima de eso soy una persona, no me gustaría que
hubieran términos para esas cosas ni para nada” y señala que prefiere el termino homosexual
porque indica que le atrae el mismo sexo, ya que lesbiana “no es el indicado” y gay “es un
nombre gringo”.

En cuanto a los recursos culturales, en su narrativa indica que existía silencio visual en
relación con las representaciones de lesbianas, refiere además la fuerte imposición de la norma
heterosexual en la compresión de la familia; en su adolescencia tiene como recurso en la que
aparecen dos mujeres enamoradas: Camelias al Desayuno. Los bares gay también son para
Yadira un recurso que le permite el encuentro con otras mujeres y expresa como importante la
consolidación de pareja. Aunque a los 15 años empieza a frecuentar por curiosidad bares gay, es
a partir de los 18 años, cuando conoce a una amiga lesbiana, que este espacio se convierte en un
lugar que le permite la expresión emocional. En relación con el trabajo, cuenta que aunque
ahora no siente exclusión en el espacio labora, esto es posible ya que su jefe es amiga con
anterioridad, pero en un trabajo anterior la echaron por sostener una relación emocional con una
compañera, y a su compañera le exigieron para seguir trabajando, que terminara esa relación,
108

ante esta situación su pareja decidió mentir para conservar su puesto. Yadira percibe cambios a
nivel social, como mayor aceptación aunque no inclusión tota, cambios de pensamiento en los
jóvenes y la presencia de las redes sociales como recursos que posibilitan y facilitan las
construcciones identitarias y el establecimiento de relaciones diversas. Concibe las relaciones de
pareja en el ámbito de lo privado.

En cuanto al los marcadores de género en el cuerpo refiere que las mujeres marimacho,
tienen mayor dificultad social, para ella este no ha sido un problema: “En mi caso que me
considero femenina, no me creen que soy lesbiana”. Refiere que la evidencia de marcadores de
masculinidad en una mujer, son causa de rechazo y exclusión.
109

Eloísa, Entrevista No. 3 (3-dic-09)


“Yo intento, intento no verme así (como una machorra)”

Eloísa es una mujer de 27 años, Psicóloga de la Universidad de la sabana, nació en Chía


- Cundinamarca y vive en Bogotá hace mas de 2 años. A la pregunta por su constitución
familiar, responde que su núcleo está compuesto por papá, mamá y dos hermanos; aunque luego
refiere que vive desde hace aproximadamente un año con su pareja y es la primera vez que
convive con una mujer. En su historia cuenta que su hermano es gay. La vivienda donde reside
es estrato 3. Actualmente se encuentra desempleada.

Al igual que en las narrativas de Camila y Yadira, Eloísa afirma que hay mayor
visibilizacion de los hombres gays, pero que esta visibilizacion tiene que ver con la burla, la
sátira, la asociación con el VIH y el miedo al contagio, el señalamiento de marcadores de
feminidad en hombres, el temor y el rechazo, también en su narrativa, señala el uso del nombre
para insultar: “marica”. Eloísa refiere procesos de silenciamiento e invisibilización en relación
con las identidades lésbicas: “yo nunca lo vi ni lo escuche en el colegio, yo siempre estuve en un
colegio católico… dentro de mi contexto nunca lo oí… realmente esos temas no se tocaban ni en
el colegio ni en la familia, la homosexualidad femenina nunca la oí”.

A diferencia de Camila y Yadira, aunque Eloísa señala que en su contexto social se


desarrollaron procesos de exclusión y señalamiento sobre las identidades no heteronormativas,
refiere que en su caso personal el encuentro con la homosexualidad masculina no fue difícil, ya
que el mundo de la música (metal, grunch y rock), le sirvió como recurso para la normalización
de la experiencia gay: “Yo escuchaba en esa época grunch y también escuchaba rock, habían
varios artistas metal gays, yo escuchaba: si es gay, un hombre que tiene relaciones con otro
hombre y punto. Yo lo veía más influenciado hacia la música, entonces nunca lo vi como un
tabú, porque mis ídolos eran gays lo vi naturalmente, pero dentro de mi contexto nunca lo oí”.
Es así como desde los 11 años, Eloísa se encuentra con la existencia de hombres gays, a los que
configura como sus ídolos.

Eloísa, no refiere recuerdos ni experiencias en la infancia para explicar su deseo, señala


que tenia gustos heterosexuales y que el deseo entre mujeres fue un descubrimiento con su
primera pareja “le dije que fuera mi novia, no sabía que era ser homosexual, no sabía que era
ser gay,”. La salida del closet, se da porque sus papas la ven besarse con su pareja, y percibe
este evento como la posibilidad de expresarse y “sentirse libre”. Afirma que el proceso de
aceptación de su familia se facilito por su actitud, ya que no lo esconde y habla abiertamente de
su deseo con ellos. Para explicar su deseo acude al argumento biológico: “se nace” y a este le
agrega el argumento del “aprendizaje por la experiencia”.
110

En su proceso de aceptación, construyó una concepción de la pareja asociada a la idea


de la buena relación, en el marco de la fidelidad, el respeto, el compromiso, el sacrificio y el
cuidado, Eloísa cuenta que ella tiene manifestaciones de afecto con sus parejas en público, pero
que du identidad hace parte de su vida privada. Señala que su deseo es exclusivamente con
mujeres y expresa que su encuentro con el mundo gay, en los bares, lo relaciona con la
promiscuidad, las drogas y el alcohol.

En su narrativa se identifican representaciones en su contexto social acerca de las


mujeres que tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres, en relación con: una conducta
asociada al pecado y aberración, que se puede cambiar, y que está vinculada con la presencia de
marcadores de masculinidad en las mujeres, aspectos que se nombran desde el rechazo con la
palabra “machorra”; “para la sociedad una lesbiana es un hombre sin pipi… una mujer
ejerciendo el papel de hombre”. Por otro lado, ella identifica otras formas de representar e
invisibilizar a las mujeres con identidades lésbicas en su contexto: del lado de la representación,
señala la aceptación social de las lesbianas por parte de los hombre, a partir del morbo y de que
estén a disposición para el disfrute sexual que incluya la participación de un hombre; del lado de
la invisibilización, estaba la aceptación de conductas afectivas entre mujeres, siempre y cuando
esta no se relacionaran con la sexualidad, expresa que a su mamá le parece permisivo una
relación entre dos mujeres, pero que no puede imaginar y aceptar el sexo entre ellas.

En relación con la elección del propio nombre, Eloísa elige decir que es una “mujer
gay”, rechaza la palabra lesbiana: “gay es: soy mujer, tengo rasgos de mujer, pero al mismo
tiempo amo a otra mujer”. Eloísa refiere a cerca de los recursos lingüísticos el uso de la palabra
desde la neutralización para evitar hablar de su deseo, cambiar por ejemplo “novia por novio…
el nombre de mujer por hombre” y acudió a este recursos con algunos compañeros en la
universidad para evitar el rechazo.

Eloísa marca una diferencia entre su casa y el colegio. Ella estudió en un colegio de
monjas, donde la enseñanza reforzó el aprendizaje de la matriz heterosexual y se desarrollaron
fuertes procesos de silenciamiento e invisibilización de las identidades lésbicas; pero cuenta que
su familia materna tenia características de organización matriarcal, aspecto por el que la figura
de autoridad en la mujer no fue extraña. Señala además que debido a este aspecto, los roles
tradicionales de género no fueron muy marcados en su infancia y adolescencia y agrega que
además la presencia de un hermano gay influyo en esto: “Ejercíamos un rol diferente al de
nosotras (hermanas mujeres), entonces no se veía tan mal visto que dejáramos de lavar la loza
por ayudar en el jardín, de alguna forma eso influyó, yo nunca me vi con el papel de eres mujer
y tienes que estar en la cocina, sino tu puedes hacer lo que quieras y tu puedes construir tus
cosas, de hecho eso lo aprendí de mi papá, tu puedes hacerlo todo, no necesitar un hombre para
coger un cuadro y ponerlo”. Así la familia con flexibilidad en la imposición de roles se
consolido como recurso para Eloísa.
111

Entre otros recursos culturales, Eloísa refiere como importantes en su proceso de


construcción identitaria el encuentro con otras mujeres con identidades lésbicas, la
consolidación de pareja y con ésta la normalización de las expresiones de afecto en público, los
lugares de homosocialización, las redes de socialización virtual, su contexto académico (sus
compañeros estudiantes de psicología, en los que identifica procesos de aceptación). Señala que
recientemente los medios de comunicación se están convirtiendo en herramientas culturales que
permiten la visibilizacion de otras identidades. Su recurso principal fue el mundo de la música
que le permitió la normalización de identidades gays. También acudió al igual que Judith a la
resignificación del concepto de Dios: “para mí no era pecado, yo estaba amando a una
persona… si Dios me miraba desde el cielo ¿qué tendría que decir? Estaba con una pareja
estable, sin violencia, solo con ella, era fiel… ¿por qué lo tenía que ver como pecado? En
contraposición, Eloísa rechaza como recursos validos para ella, los que tiene que ver con
acciones desde el movimiento LGBTI: “yo nunca voy (marcha gay), no soy un poco de locas
botando papeles… yo tengo mi relación seria, no me voy a exhibir frente al otro… yo no me
discrimine nunca, yo nunca he visto una marcha hetero, por qué voy a una gay, yo no soy
diferente”.

En cuanto a los marcadores de género que se inscriben en los cuerpo, Eloísa señala que
mientras estuvo en el mundo de la música se permitía ciertas marcas en su corporalidad que se
identificaban como masculinas, pero que en el proceso de reconocerse como una mujer gay e ir
a espacios de homosocialización, elimino de su corporalidad esos marcadores: “el problema no
es que tú seas homosexual, el problema es cómo tu permites que te vean… cuando yo escuchaba
metal me vestía mi pinta de niño, creo que ninguna de mis parejas me hubiera aceptado. Fui la
primera vez a bar, vi machorras, yo no quiero ser así, ese día me corte el cabello y empecé a
comprar cosas de color, mas ceñidas”; Eloísa señala al igual que Camila, que hay rechazo, aun
entre las mujeres con identidades lésbicas, por aquellas que expresan en su corporalidad señales
de masculinidad, refiere que en la homosexualidad también hay homofobia, sobre todo en
relación a aquellos cuerpos que “se les nota”, recaen procesos de exclusión y señalamiento.
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Mónica, Entrevista No. 4 (8-dic-09)


“Soy una mujer que tiene otra preferencia”

Mónica es una mujer de 46 años. En cuanto a su formación académica, culmino la


educación básica secundaria, nació en Bogotá y ha vivido en algunos periodos en municipios de
Cundinamarca. Su familia está compuesta por su hija de 22 años y su pareja, con la que lleva
una convivencia de 5 años. Ya había vivido con otra mujer hace cinco años, en una relación que
duró 6 años. Su familia extensa la componen 6 hermanas y 2 hermanos. Sus padres fallecieron.
En su historia refiere que uno de sus hermanos, el siguiente después de ella es gay. La vivienda
donde reside es estrato 3 y actualmente trabaja como supervisora en una empresa de flores.

En su narrativa, Mónica refiere haber vivido de cerca y desde muy temprana edad
situaciones de rechazo en relación a su hermano, debido a que su expresión de género no
correspondía con los marcadores asignados para la masculinidad. En su barrio rechazaban y
señalaban a su hermano por ser “marica y afeminado”. El encuentro con la existencia de
mujeres con identidades lésbicas, solo se da hasta los 20 años y esta mediado por su atracción
por una mujer, ella se percibía como una persona única y pensaba que no había más mujeres que
tuvieran atracción por las mujeres. Mónica refiere fuertes procesos de silenciamiento e
invisibilización: “Yo crecí en un hogar donde todo era tabú, escondido, nada, ni siquiera las
relaciones heterosexuales… En mi casa nunca lo mencionaron, yo creía que era amistad, no se
decía mucho del tema, lo que veíamos de mi hermano pero no se decía mucho”. Mónica no
refiere recuerdos de su infancia para explicar su deseo, pero si cuenta que los sentimientos hacia
mujeres los consideraba como amistad, señala que en ningún momento pensó en la posibilidad
de sentir atracción por una mujer, ya que en su contexto era censurado y prohibido cualquier
comportamiento que se saliera de la matriz heterosexual.

Para explicar su deseo por otras mujeres, construye una serie de argumentos que le
ayudan en el proceso de aceptación: en primer lugar que no es algo que haya elegido y lo señala
como una “condición”; en segundo, acude a la explicación biológica: “se nace”, y a esta le
agrega un argumento que construye para explicar por qué su hermano y ella no son
heterosexuales: “¿Por qué mi hermano es así y por qué yo soy así, porque los dos tan seguido?
Yo tuve que haber sido hombre y el tuvo que haber sido la mujer, o sea que algo tuvo que haber
sido genético, alguna cosa tuvo que haber pasado”; en tercer lugar refiere la influencia de una
experiencia de abuso sexual en su infancia: “Los hechos que ocurrieron (historia de abuso)
tuvieron muchísimo que ver, porque en el fondo yo crecí odiando los tipos, odiando los hombres
por eso, por eso que me paso a mí”; y finalmente indica la importancia de lograr el disfrute del
propio deseo: “También se da el hecho de que uno se acostumbre, que empiece a vivir eso y a
adaptarse. Porque si uno lo siente, yo digo: si uno por dentro lo siente, eso sale, uno lo aflora y
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si uno se siente cómodo ya después rico, sea lo que sea la situación no es dolorosa sino al
contrario”.

En el caso de Mónica, se percibe un proceso de aceptación difícil y doloroso ya que,


tanto el silenciamiento y la invisibilización, como la exclusión eran procesos muy arraigados en
su contexto. Las representaciones de las mujeres con identidades lésbicas estaban asociadas con:
una conducta que se puede y debe cambiar, “depravación, inclinaciones perversas, maldad,
pecado y anormalidad”. En su contexto los argumentos religiosos eran muy fuertes. En la
narrativa de Mónica se identifica una fuerte tensión en el proceso de aceptación a partir de la
dificultad para tramitar “lo que sentía”, ya que lo percibía como algo imposible, pecaminoso y
asociado con enfermedad y locura. Su primera relación emocional con una mujer, la cuenta
como una experiencia “dolorosa y traumática, ante esta situación reaccionaba pensando que las
relaciones entre mujeres incluían sufrimiento por ser “pecaminosas”.

Para Mónica la salida del closet, al igual que para Camila y Eloísa, no es una elección,
sino más bien un suceso en el que uno de sus hermanos le descubre una carta que le escribió a
un novio, a partir de este evento se instaura un pacto de silencio en la familia: “mi mamá puede
que supiera, pero ella se hacia la desentendida”. Después con su hija, se instaura el secreto
público como forma de tramitar la aceptación: “Mi hija ella tenía con sus amistades que decir
mentiras, con el novio de ella, tenía que inventarse historias”.

En cuanto a la elección del propio nombre, Mónica al igual que Yadira prefiere la
ausencia de nombres para referirse a que es una mujer que tiene relaciones eróticas y/o afectivas
con mujeres. Señala que ha elegido decir que es “una mujer que tiene otras preferencias” se
evidencia en su narrativa la dificultad de asumir a partir de un nombre: “lesbiana” toda la carga
simbólica de exclusión y rechazo: “si a mí no se me da nada, entonces yo digo: yo soy lesbiana
y ya. Cuando hay como una aceptación: no yo soy homosexual, porque es como un término,
como que no suena como tan fuerte. Cuando yo digo: tengo otras preferencias, es porque eso
suena menos fuerte, como que es algo más pasable… tengo amigas que si se definen como
homosexual, a mi me cuesta trabajo decirlo”. También refiere el uso de palabras en su contexto
social para el rechazo como: “arepera, marimacha y marica”. Mónica señala, que la palabra
lesbiana no era usada en su contexto social, y que es un concepto que empieza a escuchar
después de los 30 años, señala que fueron los medios masivos los que difundieron la palabra,
pero que inicialmente estaba asociada con “enfermedad, contagio y epidemia”.

En cuanto a los recursos culturales, en la narrativa de Mónica se hace presente la fuerte


imposición en su contexto de la matriz Heteronormativa; a partir de ésta, Mónica recurre a
recursos como el silenciamiento en el nombre y la invisibilización de su deseo en contextos
como el laboral, el trabajo se instauró para ella como un lugar de exclusión, donde callar y
ocultar es la estrategia para evitar el rechazo: “en el trabajo saben por comentarios pero no
porque yo les haya dicho… lo más duro es no poder ser libre, mostrar a mi pareja, ir de la
mano, salir con ella, mostrarla en la empresa… hay que estas siempre ocultando, decir que es
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mi prima y cosas”, se hace evidente la operativa del secreto público, lo que todos saben pero no
se nombra. Otro recurso al que acudió se relaciona con la imposición social que le exigía
cambiar, para esto elige un libro, el Poder del pensamiento tenaz, buscando encontrar en el las
herramientas para el cambio: “yo me tengo que sacar esas cosas mi vida tiene que ser con un
hombre”.

Otro de los recursos culturales a los que acude en su proceso de construcción identitaria
es el encuentro con otras, a partir de la participación en grupos de mujeres pero no relacionados
con el activismo ni con el movimiento LGBTI: “para jugar futbol, así era en ese tiempo, allá se
conocían más mujeres así y se hacían reuniones privadas en casas”. Mónica refiere que se
encuentra con otras posibilidades en los recursos después de los 40 años, como los lugares de
homosocialización y las redes de socialización virtual, herramientas que hoy utiliza pero en su
adolescencia, juventud y parte de la adultez no estaban presentes en su contexto. Entre sus
herramientas refiere la constitución de grupos de amistad con mujeres con identidades lésbicas
para evitar tener que ocultar su identidad e identifica nuevas posibilidades en los medios
masivos de comunicación en relación con la representación de otras formas de construcción
identitaria. El establecimiento de relaciones emocionales con mujeres, el sentimiento de amor,
la salida del closet ante su hija y el encuentro con la familia de su actual pareja, que es una
familia con procesos de aceptación afirmativos, le permiten después de los 40 años, normalizar
su experiencia lésbica: “a mí lo que más me impulso fue la familia mi pareja en ella todos saben
y aceptan”.

En relación con los marcadores corporales del género, refiere que mientras a una mujer
“no se le note”, mientras no tenga marcadores de masculinidad en su corporalidad, mientras lo
pueda “ocultar”, no tiene problemas ni familiares ni sociales: "en una mujer no se nota, hay
unas supera femeninas que no se les nota… si tiene estilo de hombre si se le puede notar y es el
problema”. Refiere también una fuerte formación en la familia en relación con el ser mujer y los
roles asignados: "mi mama era dada a que uno fuera muy mujer… no hacer cosas de hombre,
no saltar, no silbar, no pararse así, los modales el hablado, lavar, cocinar, planchar… yo
siempre estoy cuidando esa parte fuere, tiendo a ser fuerte pero eso no lo dejo ver… crecí con
eso que uno no debe dejar ver su aspecto de hombre, sino de mujer”.
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Adriana, Entrevista No. 5 (8-dic-09)


“Eso de lo LGBT es solo publicidad, porque cuando uno está en su mundo real todavía es señalado… todavía
pueden jugar con su parte laboral”

Adriana es una mujer de 31 años. En cuanto a su formación académica, culmino la


educación básica secundaria y ha realizado algunos semestres en Universidad; nació en San
Antonio - Tolima y lleva 24 años viviendo en Bogotá. Su familia está compuesta por su abuela,
sus hermanas y hermanos, su mama falleció. Actualmente convive con la abuela y algunas de
sus hermanas. Hace 5 años convivio como pareja con una mujer y la relación duro 6 años. La
vivienda donde reside es estrato 3 y actualmente trabaja como coordinadora nacional de
facturación de una multinacional.

El encuentro con la existencia de personas no heterosexuales fue a los 12 años y se


relacionó con la presencia de un primo gay en la familia, al que le decían de manera despectiva:
“marica”. Se identificó que también en el contexto de Adriana había mayor visibilización de la
homosexualidad masculina y estuvo mediada por el rechazo y la exclusión. En su narrativa
refiere procesos de silenciamiento e invisibilización en relación con las identidades lésbicas:
“mi primo me explico que ser marica era que le gustaban los hombres, pero no me explico que
en las mujeres también se podía… nunca existió la aclaración de que el amor entre mujeres se
podía”. A los 15 años inicia su primera relación con una compañera de su colegio. Adriana
refiere que al principio pensaba que era única y no había otra persona que sintiera como ella.

En cuanto a los recursos a los que acude para explicar su propio deseo, Adriana
construye una argumentación que abarca tres aspectos. El primero de orden biológico: “uno
nace con una forma de sentir diferente, eso no se aprende, uno no se hace”, el segundo lo toma
de la explicación que recibe en una clase en el colegio: “es un sentir, eso se siente” y, el tercero
se relaciona con una explicación acerca de la ausencia de la figura materna: “mi mama murió,
entonces me aferre al amor de las mujeres, los hombres me parecían malos porque mi papa nos
dejo”. Adriana refiere recuerdos de su infancia acerca del juego infantil de la familia, en el que
solía elegir el rol del papá: “yo empezaba a jugar y empecé a decir: no que yo soy el papá, yo
soy el papá, entonces tengo que besarla; pues a la niña que hacía de mamá”.

Acerca de su proceso de aceptación, refiere tensiones en relación con el deseo de


cambiar para evitar el peso del rechazo social: “muy difícil porque uno lucha para no ser, uno
lucha para ser aceptado en una sociedad, porque uno sabe que va a ser señalado y uno no
quiere eso”, expresa que en su experiencia personal el proceso de aceptación y construcción
identitaria fue difícil y doloroso por los “señalamientos de la sociedad”. La salida del closet no
fue una elección, más bien fue producto de una circunstancia en la que algunos familiares la
vieron besarse con su pareja: “Salí un 24 diciembre a felicitarla y nos vieron besándonos… me
les tire la navidad, desde ahí ellos saben que soy lesbiana”. Con la salida del closet se
116

instauraron pactos de silencio en su familia y exigencias de no hacerlo público: “cuidado se


entera alguien de que usted es así porque mejor dicho”, pero refiere que con el tiempo estos
pactos se transformaron, con la independencia económica, hasta la posibilidad de hablar
abiertamente de sus parejas con algunos miembros de su familia.

En el contexto social de Adriana, las representaciones a cerca de las mujeres que tiene
relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres se relacionaban con: conductas que se deben
cambiar y con desequilibrio mental, se percibían las relaciones lésbicas como contrarias al “bien
ser” y se exigía que estas fueran llevadas en secreto y de manera escondida y en el ámbito
privado. Se las asociaba también con “abominación, pecado y promiscuidad”; Adriana expresa
que el nombre utilizado socialmente en su contexto para referirse de manera despectiva a las
mujeres con identidades lésbicas era: “arepera”. En su contexto se asocio a las mujeres con
identidades lésbicas con enfermedad y muerte: “en el pueblo decían que las mujeres cuando
viven juntas se provocan una enfermedad como el VIH y se mueren con solo besarse, para
generar miedo… en el pueblo había una pareja y desafortunadamente una de ellas murió, así
que eso dijeron que por lesbiana, por marica”.

En cuanto a la elección del propio nombre, Adriana identifica la palabra “lesbiana”, con
su primera pareja, quien le dice que es el termino adecuado para referirse a las mujeres que
tienen relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres, así ella elige ésta palabra para nombrarse:
“soy lesbiana, es un término a nivel mundial ya saben lo que uno es”. Adriana también acudió a
recursos lingüísticos como la neutralización del genero para ocultar sus relaciones de pareja con
mujeres en ámbitos como el laboral: “uno tiene que siempre referirse como si su pareja fuera
hombre para poder hablar se eso… uno en el trabajo siempre dice que es un amigo una vez me
pillaron: ¿amor como sigues de los cólicos? (risas)… Uno intenta usar amor, bebe, nene, algo
que no tiene sexo”.

Entre los recursos con los que contó en su lugar de procedencia, Tolima, refiere la
imposición de la matriz heteronormativa y la cultura machista; estudió en un colegio femenino
de monjas, donde la censura era fuerte, pero en este espacio tuvo su primera pareja: “un amor
escondido”, el secreto se convirtió en herramienta para evitar el rechazo social; señala también
la fuerza de los argumentos religiosos en la defensa de la familia. Pese a este contexto señala
que tuvo la explicación de una profesora del colegio en la clase de comportamiento y salud,
quien le dijo que las relaciones entre personas del mismo sexo responden a un “sentir
personal”, explicación a la que acude para dar lugar a su deseo.

Al igual que para Camila, para Adriana la mayoría de edad, la salida de la tutoría
paterna, la llegada a Bogotá y el logro de la independencia económica, son herramientas que
facilitan su proceso de construcción identitaria. Con la llegada a Bogotá, encuentra otra serie de
recursos como: los grupos de mujeres, no asociados al activismo ni al movimiento LGBTI sino a
actividades deportivas; el encuentro con otras mujeres con identidades lésbicas; el
reconocimiento de la existencia de parejas de mujeres y los lugares de homosocialización (a los
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19 años va a un bar gay): “la llegada a Bogotá me ayuda, porque yo no salía del pueblo allá no
había nada… ”. Otro de los recursos fue la conformación de pareja y la generación de un
proyecto de vida conjunto. Para Adriana Bogotá suple los silencios visuales en relación con las
identidades lésbicas que existían en su lugar de origen, ella identifica que las herramientas
importantes en este aspecto fueron las redes visuales de socialización y el conocer “películas
lésbicas”.

Bogotá presentó, en la narrativa de Adriana, diversas posibilidades en términos de


recursos, pero también, ella identificó que estos recursos están restringidos a ciertos lugares y a
ciertas formas de expresión. En el ámbito laboral, Adriana refirió la presencia de homofobia y
discriminación, por lo que debió (y aún lo hace en la actualidad) acudir al silenciamiento: “uno
no tiene el valor de decir que es lesbiana hay miedo de la gente homofóbica…
desafortunadamente dependemos de un trabajo de una sociedad… en mi trabajo el personal
tiene sus dudas… hay que ocultarlo porque la sociedad no está preparada ni nosotras somos
tan verracas… podemos expresarnos en ciertos lugares, pero en otros como el trabajo ya no es
tan fácil… podemos existir en los lugares como los bares, pero en el trabajo, o en trasmi o en lo
cotidiano ya no es tan fácil… la sociedad pretende confundir, como que los aceptamos pero
realmente no”. Para Adriana el activismo y el movimiento LGBTI, es un tema que está más
asociado con mostrar otras identidades, pero no lo percibe como un recurso valido para ella y
aunque refiere cambios en la sociedad, señala que aun hay exclusión y rechazo.

En relación con el cuerpo, Adriana señala que la sociedad exige a las mujeres con
identidades lésbicas que “no se les note… a la menos femenina se le nota” y que una “lesbiana
debe seguir siendo mujer aunque siempre tenemos algo de niño”. Señala que ante esta
exigencia social del silencio corporal, ella ha asumido la norma, en ámbitos como el laboral;
pero puede subvertirla en otros espacios: “yo puedo pasar desapercibida, cuando estoy sport se
me nota más. Entre semana me toca usar botas y camisa en el trabajo, entonces no se me nota
tanto”.
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Carolina, Entrevista No. 6 (11-dic-09)


“En el ámbito artístico es más común la homosexualidad, somos de mente más abierta, mas izquierdosos… yo sé
que hay un rechazo de la sociedad pero a mí no me ha tocado por el contexto en que me muevo”

Carolina es una mujer de 24 años. En cuanto a su formación académica, se encuentra


cursando último semestre de Artes Plásticas y Visuales, en la facultad de Artes ASAB de la
Universidad Distrital. Nació en Zipaquirá, ha vivido en diferentes municipios de Cundinamarca
y lleva aproximadamente 4 años viviendo en Bogotá. Su familia está compuesta por su papá, su
mamá y dos hermanos. Actualmente tiene una relación con una mujer pero no convive con ella.
La vivienda donde reside es estrato 3, trabaja como asistente de investigación y de manera
independiente realiza maquillaje artístico.

El primer acercamiento de Carolina con el reconocimiento de identidades no


heterosexuales fue a los 10 años, en las reuniones familiares sus tíos hacían bromas de una
señora que vivía sola: “Le decían bruja, decían que hasta lesbiana sería, tenía como 40 años”.
Para explicar su propio deseo, carolina acude al argumento de la elección y la decisión personal:
“Todo son posibilidades, esta es una posibilidad, yo no me siento a gusto con los hombres, su
manera de entender el mundo es diferente… es una elección, después me di cuenta que podía
ser bisexual o otra vez heterosexual… después dije no, es un asunto de elección”

Carolina refiere que es entre los 16 y 17 años que se da cuenta de su deseo por las
mujeres y cuenta que ella no había pensado antes en esa posibilidad para su vida, hasta que
conoce a una amiga y le dicen que es “Lesbiana” y así se abre para ella la posibilidad de
consolidar relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres. Acerca de su proceso de aceptación
señala que no es un evento conflictivo, ya que lo asumió como algo normal y propio de su forma
de ser, señala que ella iba “buscando otras posibilidades, no quedarme con lo que me decían…
apertura total de mente… mi problema no era que yo era lesbiana, mi problema era, si ella me
quería”

Con la salida del closet, refiere que hay crisis en su familia, pero que es una elección
personal contarles tanto a su familia como a sus amigos, de estos últimos se identifica total
aceptación, son compañeros de la universidad. En su familia nuclear hay apertura para hablar de
sus parejas, se instauraron pactos de silencio con la familia extensa: “no es tan abierto, no
hacen ningún comentario, yo puedo hablar abiertamente pero ellos no hacen comentarios”

En su familia una de las representaciones está asociada con la brujería, con la salida del
closet, el papá piensa la pareja utilizo este medio para estar con ella. En su narrativa se identifica
que algunas de las representaciones están relacionadas con la dificultad para “aceptar las
diferencias” y que este aspecto ha generado el uso de panfletos para atemorizar e impedir la
visibilizacion y, el uso de prácticas de exclusión como la prohibición de donar sangre a personas
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homosexuales. Refiere que hay regiones del país donde la violencia y la exclusión con las
personas LGBTI es mas fuete, pero que aún así en Bogotá aun no hay total aceptación. Algunos
de los nombres que se utilizaron en su contexto para denominar a las mujeres que tienen
relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres fueron: “tortillera, marica, bruja, marimacha, del
otro equipo”, y se relacionaban también con ser una persona “rara, desviada, una mujer que no
pudo conseguir un hombre, una solterona que vive sola y no pudo casarse”, una persona
enferma y que puede contagiar; señala que había una connotación de rechazo y no aceptación,
pero que era más fuerte referirse a mujeres con identidades lésbicas a partir de la “burla y la
picardía”.

En cuanto a la elección del propio nombre, Carolina expresa que la palabra “gay” tiene
una carga masculina y que por esta razón no se identifica como una mujer gay, señala que
sucede lo mismo con la palabra “homosexual”, pero que en ocasiones y en ciertos contextos
prefiere decir que es “homosexual”, otras veces usa la palabra “lesbiana” pero señala que
“sigue sonando un poco agresivo por la asociación cultural que ha tenido, se asocia con
desviación”. Carolina expresa que prefiere no nombrarse o decir que le “gustan las chicas”. En
cuanto a la apropiación del insulto, señala que aunque la palabra “marica” no le gusta porque es
despectiva, con su grupo de amigos la utilizan: “vamos a mariquiar a un bar de chicas”.

Carolina refiere que en su contexto también existían procesos de silenciamiento junto


con la burla: “algo que casi no se puede decir, que no se puede pronunciar pero si se puede
burlar”, y que la exigencia social de ocultarlo se hace más fácil para las mujeres que tienen
relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres: “no me pongo manillas de arcoíris, es más fácil
ocultarlo, entre amigas, si le dices bonita no se nota mientras que si un hombre le dice bonito a
otro si se va a notar”. Señala también que en su contexto social la aceptación de la diferencia
se tramitaba mediante la asignación de el espacio privado para la expresión emocional: “la
sociedad cree que debemos ser reservadas debemos hacer lo que queramos pero no en público,
en su casa, en su cuento, que no se vea”, y que existen posibilidades de visibilizar, pero están
asociadas con la pornografía: “que sea en privado, pero si somos lesbianas bonitas pues
hagamos películas porno , hagamos orgias pero con hombres, dejemos que los hombres vean
porque para ellos resulta excitante”.

En la narrativa de Carolina se evidencia el ámbito artístico como un recurso que facilita


la expresión de su deseo: “En el ámbito artístico hay mas apertura mental, más posibilidades de
tener parejas del mismo sexo, de abrirse… no es tan rígido el pensamiento”. Junto con el
“mundo del arte”, la consolidación de pareja es el otro recurso más fuerte en su proceso de
construcción identitaria: “el proceso de transición fue fácil porque estaba mediado por un
sentimiento, me había enamorado, realmente el resto pasaba a segundo plano”; junto a estos
dos recursos señala que la academia le aporto formas de entender la diversidad como entender
que “todo es una construcción cultural… influyo un trabajo de investigación sobre el tema
lésbico, la lectura de literatura especializada y una exposición de solo comerciales, no locales,
120

de temática gay ”. Identifica que los lugares de homosocialización, las redes de socialización
virtual y ciertos sectores en la ciudad como Chapinero, son recursos importantes para las
mujeres, pero no los nombra como importantes en su propio proceso.

Pese a que Carolina refiere un contexto afirmativo en relación con el reconocimiento de


la diferencia, señala que en el ámbito laboral es diferente: “trabajo con niños de estrato alto,
tengo que ser consciente que me tengo que cuidar de ser abiertamente lesbiana”, y que en
términos legales “no hay los mismos derechos para los homosexuales que para los
heterosexuales”.

Carolina eligió como recurso, la resignificación de la carga negativa en las


representaciones de la lesbiana, al respecto señala que: “una de lesbiana siente que fue un poco
más allá que las mujeres que decidieron quedarse con sus maridos que les pegaran y las
maltrataran, uno eligió una opción un poco más sana, no en todos los casos, pero uno tiende a
pensar que los que están mal son ellos”.

En cuanto a los marcadores de género que se inscriben sobre el cuerpo, Carolina refiere
que en su casa recibió formación a cerca de lo que debe hacer una mujer: “me metieron el chip
de juegas con muñecas y te gustan los niños, no te sientes con las piernas abiertas si tienes
falda, las niñas no se sientan así” y señala que la sociedad impone sobre los cuerpos lésbicos
“que no se le note que lo haga en privado”, expresa que en su caso particular no ha sentido
rechazo en relación con sus marcadores corporales, por su contexto, porque “tampoco se nota en
mi mucho” y porque, pese a la enseñanza de los roles en su familia, esta no era muy estricta y le
permitieron realizar prácticas deportivas que están asociadas con los hombres y promovieron la
independencia. Refiere procesos de exclusión sobre las mujeres que evidencian marcadores de
masculinidad en su corporalidad “las mas masculinas si tiene problemas en la sociedad de
rechazo porque no están respondiendo a los estereotipos de género establecidos para ser
mujer”.

Expresa además en relación con la corporalidad, que hay también marcadores que
permiten reconocer a una mujer con identidad lésbica:
Eso depende del maricómetro -risas- se suele decir que unas mujeres tenemos mejor o peor desarrollado
el sentido, el maricómetro, que es este instinto pues para saber si otra mujer es lesbiana o no… el pelo
corto si sigue siendo, aunque ni yo llevo el pelo corto y conozco muchas mujeres que no llevan el pelo
corto, que son lesbianas, pero sigue siendo una constante, también conozco muchas, muchas mujeres
lesbianas que tienen el pelo corto, de pronto un poco mas descomplicadas en la manera de vestir, no
necesariamente mal vestidas, simplemente no vestidas como, ni de tacón, ni de falda, sino un poco más
frescas, no necesariamente mal vestidas y no necesariamente vestidas como hombre, simplemente una
manera más informal, más tranquila, sin que vistas con chaquetas o zapatos de hombre, sino algo más
bien neutro y sin maquillaje generalmente, generalmente no siempre, generalmente las mujeres lesbiana
no nos maquillamos o muy poco o muy sutil depende de la ocasión.
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Blanca, Entrevista No. 7 (20-feb-10)


“Cuando tu ya puedes nombrar, las cosas comienzan a existir… llevo años en el activismo, pensándome el tema,
no es simplemente que yo estoy cuadrada con una mujer y estoy en el closet. Yo llevo años pensándome y
estudiando el tema”

Blanca es una mujer de 38 años. Es Ingeniera Industrial de la Universidad de los Andes.


Nació Bogotá. A la pregunta por la familia, responde que está compuesta por la mamá, un
hermano y una hermana. Tuvo otro hermano que falleció y, su padre también murió. Convive
como pareja con una mujer hace un año y medio. Hace 3 años tuvo una relación de convivencia
que duró 5 años. La vivienda donde reside es estrato 4 y se desempeña como Alcaldesa de la
localidad de Chapinero.

Blanca refiere en sus recuerdos de la infancia, que desde niña tuvo la sensación de sentir
atracción por sus compañeras del colegio. Señala que en su adolescencia identificó procesos de
silenciamiento e invisibilización sobre las identidades lésbicas: “a los 12, 13 años empecé a
darme cuenta que no era tan normal y que no se podía decir públicamente”. Señala también,
que junto a este silencio aparece la posibilidad de nombrar a partir de la burla, que recae
mayoritariamente sobre los hombres gays: “marica, delicado, partido”. En cuanto a la
explicación del propio deseo, elige el argumento biológico: “yo creo que nací, no lo elegí, yo
hubiera elegido otra cosa… como decía un amiguito: esto no puede ser una decisión, yo no
puedo ser tan guevon de decidir sufrir en la vida. Si yo pudiera decidir, yo decidiría ser
heterosexual, pa´ que me voy a meter en este lio”; describe que se percibía a sí misma como un
“bicho raro” y que pensaba que no había más personas que sintieran como ella.

En su historia cuenta que se enamoro a los 12 años de una compañera, pero que nunca se
lo dijo a nadie; la primera relación con una mujer la entabló a los 26 años y explica que irse de
su casa y cambiar de ciudad le facilito conformar esta relación. Con esta pareja decían:
“estamos juntas pero no somos lesbianas, nos gustamos pero solamente es entre nosotras”.
Cuando se da cuenta de las prácticas sociales de rechazo sobre las mujeres que tienen relaciones
eróticas y/o afectivas con mujeres, opta por el silencio y la negación, y entre los 20 y 21 años
ingresa a una iglesia Cristiana, donde acude como medio a la oración, para pedirle a Dios que la
“sanara”. Narra su proceso de aceptación, como difícil y doloroso en relación con las
exigencias de su contexto social: “me costó 27 años asumirme como lesbiana”. En cuanto a la
salida del closet, no la cuenta como una elección personal, pero tampoco como una
circunstancia en que la descubren; su mamá le preguntó casi a los 27 años por qué no salía con
hombres, a lo que contesto: “usted ya sabe”. Señala que en su familia se instauraron pactos de
silencio como forma de aceptación, que se van quebrando con el ejercicio de visibilizacion que
hace desde el activismo.
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Refiere que los procesos de aceptación para las personas LGBTI son difíciles y que las
representaciones y la estigmatización social, tienen efectos que dificultan la propia construcción
identitaria. En su trabajo como Alcaldesa a recibido una gran cantidad de comentarios
despectivos y excluyentes, que censuran su labor asociándola con su identidad lésbica. Refiere
acerca de las representaciones de las mujeres con identidades lésbicas que: “esta la idea de la
marimacha, la machorra, que va a seducir a todas las mujeres o las va a obligar”; otras de las
representaciones sociales que identificó son: “algo que está mal, que es un grave problema
social”, mujeres que “no pueden tener una familia”, “es perverso” y se asocian con la
“pérdida de valores, enfermedad y pecado”.

En su primera relación de pareja, elije no usar la palabra “lesbiana” para referirse a su


deseo, señala que no nombrarse también es una imposición social: “no se nombra… obliga a
que uno este escondido, entonces todo se vuelve soterrado y uno tiene que estar oculto, no hay
manifestaciones de afecto en público, no existe la relación, no hay posibilidad de contarle a
otros o a otras de que uno tiene una relación, no existe”. Refiere que el nombrar a las mujeres
que tienen identidades lésbicas para por el rechazo con el uso de la palabra “arepera”. La
palabra “lesbiana” tiene una carga negativa: “esa palabra es un insulto una cosa gravísima,
súper mal”.

Explica que muchas mujeres eligen otras formas de nombrarse para evitar asumir la
carga simbólica de la palabra lesbiana: “hay mujeres que prefieren decir gay u homosexual algo
que no implique aceptar la palabra lesbiana, aun tiene carga negativa, hay mucho por trabajar
desde el activismo”. En su narrativa se identifica que su proceso de construcción identitaria está
influenciado por el nombramiento como un acto político: “Yo decidí desde hace mucho tiempo
asumirme como una lesbiana por posición política. Tienen que existir mujeres en el movimiento
homosexual, si no, volvemos a la invisibilización. Hay mujeres, y son lesbianas, tenemos que
llamarnos así para existir; tome la decisión de nombrarme de esa manera… políticamente, en el
discurso, tengo claro que es muy importante llamarse lesbiana, que se entienda que es mujer
con mujer, no hombre y mujer, para quitarle la lógica fantasiosa del morbo y asociarla con
otras cosas como lo que hago mi trabajo”.

Blanca nace en una familia de tradición católica (también recibe influencia del
cristianismo), en un contexto donde impera la norma heterosexual, estos son sus primeros
recursos en relación con el aprendizaje acerca de ser mujer y de los roles establecidos. La
temática lésbica estaba silenciada: “Mi familia es una familia tradicional, es una familia
tradicionalmente católica, mi mamá inicio en el cristianismo pues ya mayor. Nunca se hablo del
tema, nunca se menciono, eso no existía... Yo trataba de averiguar cosas por mi cuenta, como
en libros y eso, pero tampoco encontraba mucha información, no encontraba donde preguntar o
a quien preguntarle”.

A diferencia de las historia de Camila y Adriana, quienes nacieron en otras regiones del
país y para las cuales la llegada a Bogotá se consolida en un recurso importante, para Blanca
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salir de su casa e irse a vivir a otra ciudad, le permite consolidar pareja. En este caso el recurso
se relaciona, no con las posibilidades de la nueva ciudad ya que refiere que es más conservadora
(Bucaramanga), sino con la salida de la casa, la independencia y la libertad que le proporciona
estar lejos de la mirada normativa de su contexto familiar “me aleje de la familia y el contexto
entonces me lo permití, me sentía tranquila lejos de mi casa”.

Considera importante en su proceso de construcción identitaria: el encuentro con otras


personas con identidades diversas; las redes de socialización virtual: “conocer otras personas
era indispensable para que yo pudiera sentirme bien”; los referentes históricos: “la historia
que no me habían contado: Grecia, Simone de Beauvoir, etc.…”; la consolidación de una
relación de pareja estable; y más recientemente, la información que circula en los medios sobre
la diversidad.

El activismo, el movimiento LGBTI y el ejercicio político, son los recursos que señala
como mas importantes en su proceso de construcción identitaria, ya que le permiten resignificar
las representaciones sociales negativas, construir procesos de visibilizacion, nombramiento y
reconocimiento de la diversidad: “Empiezo a salir con activistas, trabajan por derechos LGBT
(Planeta Paz), me metí en el tema, no estoy tan mal hay muchas personas y estamos siendo
vulneradas, trabajemos por el tema. El mayor problema que tenía el activismo era que la gente
no quería dar la cara, cuando querían hablar los medios la gente decía que no; en esa época
habían algunos hombres que daban la cara, pero mujeres ninguna”.

Señala que percibe cambios sociales pero que aún no hay total aceptación y respeto por
la diversidad, especialmente fuera de Bogotá: “Por lo menos en este momento es políticamente
incorrecto hablar mal de una persona homosexual, seguramente lo que te van a decir es: es un
ciudadano o una ciudadana como cualquier otro y tiene derechos, ese digamos, creo que va a
ser el discurso generalizado y creo que esta ciudad por lo menos avanzo hasta ahí; ya abran
matices entonces unos dirá: si, pero no deberían usar eso como una excusa para pedir más
derechos o alguna cosa así, pero ese podría ser como el discurso general, pero si tu vas al resto
del país ya la situación es otra”.

En cuanto a los marcadores corporales de género, Blanca expresa que desde su infancia
entra en conflicto con estos: “yo entro en conflicto, yo no era delicada, no me ponía vestidos ni
jugaba con muñecas, nada de lo que se suponía que debían ser las niñas”. Señala que hay una
estética corporal lesbiana, y que en la medida que es más visible, hay mayor rechazo social.
Acerca de ésta estética señala que:

El tema de la moda obviamente no se les pasa por la cabeza nunca, las que salen a rumbear son todavía
del estereotipo de la mujer camionera: pelo corto, chaqueta gruesa, pantalón ancho, eso tiene otra estética.
Es una estética fuerte, sencilla, muy minimalista, que quiere decir: a mí no me importa la moda, a mí no
me importa nada, yo no me voy a guiar por esos parámetros, yo hago lo que se me da la gana. A mí eso
no me gusta, no he logrado encontrarle el gusto a eso… Yo creo que sí tenemos una pelea, las mujeres
lesbianas con el estereotipo de mujer que existe, entonces de alguna manera si hay una negación a ser las
más femeninas, que tenemos que ser las más maquilladas, que tenemos que ser las más sexis. De alguna
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manera yo creo que a pesar de que algunas sean más o menos elegantes o no, todas compartimos eso, que
a esa parte no se le dan tanta importancia, que hay como una decisión de mostrar que eso es lo menos
importante de ti y que lo mas importantes es tu parte profesional, tu parte intelectual, tú, como lo que tú
puedes hacer; lo he visto mucho en las mujeres lesbianas, no importa de qué estrato y no importa que tan
cerca del estereotipo este… cómo nos vestimos, que es también no tanta importancia a eso, si conozco
tres o cuatro mujeres lesbianas que se demoren una hora y media maquillándose son muchas… La
sociedad nos ha dicho todo el tiempo que las mujeres tienen que ser eso, como la figurita, como lo de
exhibir pero como que no piensas, entonces como que hemos decidido trabajar en lo otro… así sea muy
bonita y muy femenina, mira, una mujer lesbiana casi siempre usa zapato bajito -risas- casi siempre, las
que conozco que usan tacón son dos o tres, casi siempre usa pantalón, que son muy pocas las que usan
vestidos, pues ya de por si las mujeres casi no usamos vestidos, pero digamos estadísticamente serian
más, el peinado no es algo importante, mm. Usan algo que sea cómodo, que sea sencillo y que uno pueda
moverse tranquilamente, ese es como el vestido típico, como la forma de vestirse típica, entonces pues tú
si puedes identificas, obviamente te descachas, porque hay pues, digamos, muchas mujeres
(heterosexuales) que podrían tener esas características; Pero en general si tú haces un sondeo o miras las
mujeres lesbianas, la mayoría tienen esas características, puede que los zapatos planos no sean las botas
Brahama sino unos Bossi hermosísimos o unos Gucci o lo que sea, pero igual son planos, o puede que el
pantalón no lo compren en el éxito sino lo compren en Betina Spitz, pero igual es un pantalón y es un
pantalón cómodo, entonces uno si tiene una forma como de identificar.
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Catalina, Entrevista No. 8 (20-feb-10)


“Hacer el circulo de participación en la Universidad fue básico para aprender que hay muchísima más gente que
necesita que alguien le dé el impulsito, venga todo bien, hay lesbiana no hay problema...después entre a Polo de
Rosa y vi a toda esta gente gritándose unos a otros que eran lesbianas y que eran maricas y que no había ningún
royo, entonces dije ya, nombrarse es importante y necesario”

Catalina es una mujer de 28 años. Es Antropóloga de la Universidad de los Andes. Nació


Bogotá. Refiere que su “familia escogida” está compuesta por su pareja, dos gatas y una niñera,
y que la familia en la que nació la conforman: su mama, sus hermanas, la nana de su hermana,
su nana, su hermano y una tía. Convive como pareja con una mujer hace un año y medio. La
vivienda donde reside es estrato 4 y se desempeña como: Gestora de la Localidad Teusaquillo
de la Secretaria Distrital del Habitad, Docente de la Uniminuto, y trabaja para Queer Radio del
canal Decibeles Music.

En su narrativa Catalina refiere que antes de la salida del closet, en su contexto social, la
burla era la práctica más común para hacer referencia a los hombres gays. En relación con las
mujeres con identidades lésbicas, señala procesos de silenciamiento: ““El tema de las lesbianas
casi no se toca”, e invisibilización de las formas reales de conformar relación entre mujeres, por
la mirada centrada en la sexualidad y la representación de la lesbiana para el consumo
pornográfico: “…cuando lo tocan (el tema de las lesbianas), entonces, la pregunta típica es
¿Cómo tiran?”.

Su primera aproximación con la existencia de relaciones eróticas y/o afectivas entre


mujeres se da entre los 14 y 15 años, viendo una escena de un beso en una película porno.
Refiere que hasta los 22 años se identificaba como una mujer heterosexual, aunque ya había
tenido experiencias lésbicas. A los 7 años se da su “primer beso con una niña”, luego a los 14
vive una experiencia de un beso con una amiga suya y, a los 16 experimenta su primera relación
sexual con una mujer. Señala en sus recuerdos de la infancia, que el primer beso (a los 7 años), y
los constantes juegos infantiles de la familia, en los que elegía ocupar el papel del papá, son
referentes de su deseo.

Para explicar su propio deseo, señala que hace parte de su capacidad de enamoramiento:
“a mi si me preguntan usted es lesbiana ¿Por qué es así? Pues porque tengo la capacidad de
enamorarme de las mujeres y porque follo con los manes y no me enamoro y ya, y de vez en
cuando devuelvo la pregunta ¿venga y usted cuando se dio cuenta que era heterosexual?
Entonces la gente como ¿qué? ¿Sí?, porque los heterosexuales ni siquiera se lo cuestionan, no
pero para mí la explicación está en que mi capacidad de enamoramiento esta es con las
mujeres”.

En cuanto a la salida del closet, tiene dos momentos. El primero con su hermano, que
refiere haber sido un evento donde él se da cuenta casualmente, pero no percibe rechazo de parte
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de su hermano “Una pareja que un día estaba en mi casa y nos estábamos follando en mi
cuarto y mi hermano abrió la puerta y: ah mi hermanita, y cerró la puerta. Yo: jueputa ¿ahora
qué hago? -risas- nada, ella se fue y para devolverme hasta el cuarto tocaba pasar por donde
estaba mi hermano, pues mi hermano súper bonito me dijo: oye, si yo fuera mujer también
seria lesbiana; entonces para mí fue como: ay, te lo puedo expresar, él fue el primero que
supo”. El segundo momento fue de elección personal, contarle a su mamá: “Un día en la cocina
le dije: oye yo te quiero contar algo: me encantan las mujeres; entonces mi mamá me miro y me
dijo: hay no jodas. Yo le dije: no, es en serio; entonces mi mamá: ¿de verdad?; yo: si; me dijo:
ay usted me está tomando del pelo; y yo: no, pues si no fuera verdad no me pararía acá en
frente tuyo a contártelo. Dijo: Ay eso es pura maricada que se le pego por andar con Alejandro;
y yo: no mamá, es enserio, estoy enamorada de Julieta; entonces mi mamá ya soltó la loza y
como que lloró, yo Salí…”, también refiere que no percibió rechazo de parte de su mamá, pero
que durante algún tiempo se instauró un pacto de silencio con ella: “mi mama vive muy
pendiente del qué dirán. Cuando le conté ese día lloro pero al otro día me empezó a hablar
normal, no del tema, el tema no lo tocaba antes, ahora sí”.

En relación con las representaciones de las mujeres con identidades lésbicas, señala que:
“cuando uno dice la palabra lesbiana, también está asociada a estas mujeres machorras, la de
la cachucha, la camionera, el estereotipo de la lesbiana de cárcel -risas-, por ponerlo de alguna
forma. Existe la discriminación por una falta de aceptación”; también indica que para su mamá,
había una relación directa entre tener una hija lesbiana con la posibilidad de no tener nietos y
con el temor de que sea una hija rechazada por la sociedad y que es proclive a recibir daños.
Catalina identifica dos aspectos en la construcción de imaginarios a cerca de las mujeres que
tiene relaciones eróticas y/o afectivas con mujeres en su contexto: “hay dos cosas: una es el
morbo, y otra, usted no existe… porque socialmente dos mujeres que tengan demostraciones
afectivas, todo bien. Si son dos manes guacala. Cuando el contexto se amplía lo femenino se
invisibiliza y se habla del tema gay. Entonces, uno ve dos mujeres en la calle, me ha pasado con
mis compañeros, dicen: uy que delicia, pero se habla es del tema gay y no del tema lésbico”.
También indica que otras representaciones están asociadas con la “promiscuidad, las orgias y la
presencia de pactos con el diablo”. Cuenta una experiencia: “yo hacia un programa en radio,
éramos dos lesbiana hablando de sexo entre mujeres y en su mayoría nos empezaron a escuchar
hombre hetero… queríamos enseñarle a mujeres que también necesitaban protegerse cuando
tienen relaciones sexuales, muchas creen que no es así. Que jartera cuando nos dimos cuenta
nos estaban escuchado hombre hetero que les parecía fenomenal pensarse en dos mujeres que
se follaban”.

En cuanto a los nombres, expresa que se denomina a las identidades diversas desde el
rechazo y la discriminación, a partir del uso de palabras como: “arepera, tortillera”. Señala
también que alguna mujeres eligen nombres que les permita neutralizar la carga representacional
negativa de la palabra “lesbiana”: “la palabra gay remite también a mujeres lesbianas, entonces
también se sigue invisibilizado… tú no eres lesbiana, tu eres gay; esto le ocurre mucho a las
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mujeres que no son activistas, entonces el termino es: es que yo soy gay; a mí eso me genera un
poco de choque, porque es que tu eres lesbiana políticamente para reconocer que estas
peleando por otro tipo de derechos que no pelean los hombres y ya”. Cuenta que en su caso
personal experimento dificultad para nombrarse: “a mi poder decir soy lesbiana me costo, eso si
me costo, me costó muchísimo más que aceptarme, aceptarme fue como: ay ya me cambio el
chip y ahora le doy besitos a las ponchitas y ya, pero el nombrarse si cuesta mucho más
trabajo, pero es necesario”

Para Catalina la disponibilidad de recursos como el activismo, el movimiento LGBTI y


el ejercicio político le permitieron configurar el nombramiento como una acción política y
necesaria en su proceso: “nombrarse es importante. No solo para mostrar que las lesbianas
existimos, sino nombrarse para empoderarse y para dar a conocer cómo es una mujer lesbiana,
es absolutamente necesario. Creo que nos falta un montón, creo que desmitificar este
significado de lesbiana igual machorra, falta trabajo en eso. Por eso las mujeres dicen, es que
yo soy gay. Yo por ejemplo le he dicho a nenas: usted es lesbiana; no yo soy gay; pero es que
usted no es un man; no pero es que somos la comunidad gay; pues eso de paso invisibiliza a las
y los bisexuales, que también están triplemente invisibilizados, pero sí, creo que falta mucho
trabajo frente a la necesidad de nombrarse como mujeres lesbiana… me metí en activismo e
hice el grupo (de participación en la Universidad de los Andes) y dije: no, si es necesario
nombrarse; cuando recuerdo esa incomodidad, entiendo porque las mujeres dicen: es que soy
gay”.

Otros recursos que posibilitaron múltiples formas en los procesos de nombramiento fue
son la academia y la participación en el movimiento LGBTI. Desde la teoría y el movimiento,
Catalina conoció diferentes denominaciones, categorías de análisis y con ellas una gama de
posibilidades para pensar la diversidad: “por ejemplo Gallina: el termino para las mujeres
lesbianas que se arreglan mucho. Yo pensaba que eran los hombres gay que odiaban a las
lesbianas, pero significa las mujeres lesbiana que se arreglan mucho… Camionera que es una
mujer masculina… Tembo: es la más machorra de todas es pura teoría, está a punto de ser
transgenerista… Femm, otro termino teórico, lesbiana absolutamente femenina, en el contexto
colombiano es gallina… Butch, es la mujer masculina pero no está pensando en cambiar de
sexo… estrellita dorada, la que solamente has tirado con mujeres".

Catalina nació en un contexto de familia, que percibe como un recurso afortunado, ya


que el tema de la sexualidad era libre y no habían grandes tabúes, pero también señala que esta
apertura del tema sexual estaba relacionada con el pensamiento heterosexual, su mamá le
hablaba de las relaciones sexuales con los hombres y le enseñaba formas de cuidado y
protección. Con la salida del closet, aunque se toma un tiempo, el tema lésbico llega a ser
tratado con total tranquilidad en su contexto familiar: “la sexualidad heterosexual fue muy
tranquila, mi mamá me daba los condones me decía: duerme con cauchito, con mi hermano el
tema entre dos mujeres era tranquilo… yo he sido muy afortunada: una madre hippie, un
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hermano que es un vacan, una abuelita de 81 años que me dice: vi a su amiga especial en la
televisión… Con mi mama tomo tiempo. Ya al final me dijo como: venga ¿Cómo tiran? Ustedes
duermen en la misma cama y ¿tiran?; si mamá; ¿Cómo tiran? O sea ¿Qué entra en qué?;
porque la lógica de mi mamá es que el pene entra en la vagina y punto, mentalidad 100%
heterosexual”. Señala que pese a que su contexto es favorable, hay otros contextos
especialmente fuera de Bogotá, con fuertes procesos de discriminación social y homofobia.

Catalina refiere que un recurso importante fue el encuentro con otras personas que
tuvieran identidades diversas, entre ellos un amigo: “A los 22 años conocí un amigo que vivía
con su pareja, entonces como que pensé: la gente del mismo sexo se puede amar y establecer
pareja”. Otro aspecto que influyo fue la sensación de enamorarse, que en comparación con las
sus experiencias de enamoramiento con hombres le hacen pensar que solo tiene “capacidad de
enamoramiento con las mujeres”. En el ámbito laboral también refiere contar con recursos
favorables: “yo he sido muy afortunada en mi trabajo saben, uso la manilla, hasta me pidieron
que diera una clase de diversidad sexual”.

El activismo, la participación en el movimiento LGBTI y el ejercicio político, se


consolidan para Catalina en los recursos de mayor importancia que le aportaron y facilitaron su
proceso de construcción identitaria. Cuenta que en la universidad conforma y crea del círculo de
participación LGBT, que le permite nombramiento y visibilizacion; Ingreso al Polo de Rosa y
participa en grupos de activismo que promueven la lucha por los derechos. Refiere la
importancia de las redes sociales, como herramienta para el activismo.

Los diversos recursos que tiene a du disposición Catalina, por habitar la ciudad de
Bogotá, por su edad, por sus condiciones socioeconómicas, por la situación de la ciudad en
relación con el movimiento LGBTI, por su formación académica y por la apertura mental de su
familia, le permiten resignificar concepto de las identidades lésbicas y las relaciones entre
mujeres: “absolutamente delicioso, es una capacidad de amar gigantesca, es la posibilidad de
construir relaciones sentimentales diferentes a las heterosexuales, entonces por ejemplo con
Blanca tenemos reglas, tu puedes tirar con quien se te dé la gana, pero hazlo solamente una
vez, porque es que ya dos significa que empieces a generar sentimientos, tu tira con quien se te
de la puta gana, pero no lo hagas acá, no te dejes ver, yo no me quiero enterar, cuídate, báñate
y hazlo solo una vez -risas-. Esa posibilidad de construir nuevas formas de amarse siento que
solamente la puedo hacer con una mujer, eso como que me hace sentir una mujer lesbiana”.

También construye resignificación en relación con la definición fija de lesbiana, como


mujer que tiene relaciones solo con mujeres: “en mi caso no implica que acostarte con una man
de vez en cuando te vuelva menos lesbiana… fue muy tranquilo para mí, fue como, bueno si ya
está bien, no vuelvo a tirar con niños y ahora con niñas, y después dije bueno puedo tirar un
niño pero eso no implica que me enamore del man, entonces no hay royo”. Señala que durante
su periodo de autoidentificación como heterosexual, también experimentaba la posibilidad de
tener relaciones abiertas y la posibilidad de vivir experiencias lésbicas.
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En cuanto a los marcadores corporales del genero y la enseñanza de los roles, Catalina
refiere que su mamá era flexible en relación con los roles tradicionales asignados s los géneros:
“mi mama no tenia los roles tan fijos yo más bien era masculina… pero creo que hay todo un
peso social por toda esta cosa que se espera de la mujer al lado del man, la concepción de
heteronormatividad obligatoria… Creo que todavía está el estereotipo de una mujer
machorra...creo que socialmente todavía está el estereotipo de, uno, no es la mujer lesbiana
sino la mujer gay y dos, es la machorra, entonces es la de camiseta de leñador y la espalda
ancha, estas nenas de el pantalón Disel hasta acá, la chaqueta de cuero, o la chaqueta de jean
grande… como mi mamá era tan hippie, entonces yo era de las niñas demasiado deportistas
cuando niña, entonces yo era la que jugaba futbol, yo era la de la colección de medallas, yo
estaba en la liga de patinaje, yo estaba en el equipo de natación, yo era la encestadora del
colegio ¿sí? Entonces eso quieras o no socialmente te hace ver muy masculina”.

Expresa además en relación con la corporalidad, que hay también marcadores que
permiten reconocer a una mujer con identidad lésbica, aunque hay gran variabilidad de formas
de construir las identidades lésbicas: “el lesbidar: funciona bien pero las mujeres lesbianas que
son muy femeninas logran engañarme, hay un feeling pero no me ocurre con las mujeres
femeninas… hay tantas formas de ser lesbiana como personas que tengan la capacidad de
enamorarse de otras mujeres que existan en el mundo”.
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Sandra, Entrevista No. 9 (20-feb-10)


“Hoy aunque ha sido producto de una política pública, que eso es jodido, porque también es una cosa de
institucionalizar el movimiento, entonces gracias a la ley es que ustedes pueden existir, pero sin duda eso ha
transformado también las dinámicas sociales en las que se han venido entendiendo a las persona. En los
paraderos públicos, o sea que tu pongas la palabra lesbiana en un trasmilenio, eso es un avance, y que la gente lo
vea y que no la dañe, si no que empiece a ponerse como en el cotidiano, hace que la gente empiece a reconocer que
hay personas LGBT… cuando yo tenía 15 años llamarse lesbiana era muy difícil, hoy es más fácil, ahora si yo voy
a Ciudad Bolívar a llamarme lesbiana me patean… tenemos una condiciones sociales, económicas y políticas más
fáciles, que otra gente en esta misma ciudad, pero por lo menos llamarse lesbiana o gay es más fácil ahora, en
determinados sectores”

Sandra es una mujer de 24 años. Estudió Ciencia Política en la Universidad Nacional.


Nació en Bogotá. Refiere que su familia está compuesta por su pareja, con quien convive hace
aproximadamente un año. Su familia extensa la conforman: papá, mamá, tíos y primos. Hace un
año tuvo otra experiencia de convivencia con una mujer y duro un poco más de un año. La
vivienda donde reside es estrato 4 y se desempeña como Servidora publica -Casa de igualdad de
oportunidades IDPAC – Secretaria de Gobierno.

En su narrativa, Sandra expresa que su primera aproximación con la diferencia se da con


un primo al que lo nombraban “marica” y asociaban su identidad con su salida del país: “lo que
decían es que como mi tía siempre le ponía moñitas y cositas, entonces él se volvió marica y que
como se volvió marica se fue para España y ya”. Refiere además recuerdo en su infancia, en los
que realizaba juegos eróticos con sus compañeras y ocupaba el papel del papá en el juego de la
familia. Señala que es entre los 13 y 14 años que identifica su atracción por una mujer, una
profesora del colegio. Para explicar su deseo acude como recurso a las herramientas que le
brinda la teoría del aprendizaje cultural: “yo creo que no hay una condición genética que te
haga homosexual, aunque la gente piense que si, no hay un condición genética. Tú tienes el gen,
no; pero sí creo que uno vitalmente nace y se hace todo el tiempo, cuando uno nace no nace
siendo nada, uno nace siendo un ser humano con unas condiciones fisiológicas especificas, todo
lo que de ahí en adelante suceda con ese sujeto es un aprendizaje cultural… el nacimiento y la
naturaleza también tiene connotaciones culturales, lo natural no está dado, lo natural también
es cultural”

Sandra expresa que no percibe en su historia un momento en el que se haya “vuelto


lesbiana”, señala que en su caso personal nunca fue heterosexual, cuenta además que en el
colegio hiso evidente su gusto por una profesora y recuerda actitud de aceptación en su mamá:
“En el colegio se dieron cuenta que yo era lesbiana, mi mamá me dijo: yo sabía, no hay lio, yo
te quiero, no hay problema, y bueno, entonces así no fue como uich soy lesbiana”; pero refiere
que no fue así en el colegio: “en el colegio me descubrieron enviándole anónimos a una profe,
yo tenía 14 años. Llamaron a mi mamá, le dijeron: no es que ellas es una manzana podrida que
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va a podrir a las otras manzanas, entonces mi mami dijo: ¿Que qué? Hoy saco ya a mi hija de
acá, esto no es un reclusorio que horror”.

Expresa que identificarse como una mujer lesbiana no fue un problema para ella; “para
mí no es un problema ser lesbiana, o sea, yo no me siento ni infeliz, ni para mí es un rollo, yo
estoy siento feliz, si aquí hay un problema, si ustedes tienen un problema (refiriéndose a los
papas) ustedes lo solucionan”. Cuenta que su mamá lo sabía y lo tramita tranquilamente, que
fue más difícil para su papá. Encontró dificultades con la aceptación en relación con su ser
mujer, señala que más que ser lesbiana ser mujer fue su problema, y que de haber tenido un
contexto más flexible hubiera podido hacer un tránsito o desarrollar una identidad transexual;
esa partir de otros procesos se “reconcilia con su ser mujer” y ahora no lo percibe como un
problema.

En su contexto familiar, su papá tenía lenguaje homofóbico, pero que este cambia
cuando se entera. Cuenta que en su contexto identifica que para hacer referencia a las mujeres
que tenían relaciones eróticas y/o afectivas, utilizaban las palabras “areperas, cacorras,
machorras” con connotaciones de rechazo y estaban asociadas a la representación de las
“lesbianas marimachos horribles… mujeres que asumen un rol masculino, el tema de la
masculinidad se exacerba… Tradicionalmente, las mujeres lesbianas son para la sociedad:
masculinas, son violentas, no se dejan de nadie, como la sociedad las percibe, son masculinas,
son posesivas”.

Al igual que para Catalina, para Sandra también es difícil nombrarse como lesbiana:
“lesbiana es peyorativo, para mí en este momento no. Sí, yo me nombro lesbiana, pero al
principio me costaba mucho, porque como tenía una carga negativa no le podía decir a mi
mamá que era lesbiana, sino que me gustaban las mujeres que eso es distinto. Creo que es
distinto porque es un pajazo mental para quien lo escucha, si le gustan las mujeres pues sí.
Llamarse lesbiana ya es toda una condición que encierra toda una serie de cosas y una marca
social también”. Señala que nombrarse como lesbiana fue posible a partir de la participación en
el activismo, el movimiento y el ejercicio político, que le permitió resignificar la carga negativa
del nombre: “A los 15 ya entre en un grupo de discusión en donde se metió la palabra
políticamente: lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas, esos somos. Entonces yo ya tenía
otra idea, pero en el colegio me decían: a la lesbiana esa, entonces me sentía así como,
malditos... antes no tenía un nombre especifico… yo prefiero que si me van a llamar por mi
orientación sexual que me llamen lesbiana, porque lesbiana para mi tiene una connotación de
mujer que no soy gay, no quiero que me llamen gay, no me interesa que me llamen gay, porque
no soy gay, ni soy bisexual, soy lesbiana en mi orientación sexual, eso soy y soy una mujer
lesbiana; antes no se llenaba de contenido femenino a esa palabra, ahora sí”. Aunque expresa
que prefiriere que no se refieran a ella desde su orientación sexual. Señala que los procesos de
nombramiento están atados al contexto, que nos es lo mismo llamarse lesbiana por ejemplo en
Ciudad Bolívar
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Refiere como recursos importante el trabajo con mujeres en el activismo, su


participación en el movimiento LGBTI (Planeta Paz, Triangulo Negro), el ejercicio político
(Polo de Rosa) y haber tenido un “mundo eminentemente femenino… yo entre a un grupo de
mujeres, triangulo negro, conocí personas activistas, para mí no fue problema que la
homosexualidad está mal no nada de eso”. Expresa que estas herramientas le han permitido
tener trabajos donde no hay homofobia ni rechazo en relación con la diversidad. Sandra percibió
un contexto de ciudad propicio para su construcción identitaria, y conto con los recursos
económicos, sociales, y políticos que le facilitaron su proceso.

Identifica cambios sociales a partir de la conformación de marcos legales para el


reconocimiento de la diversidad y del ejercicio político, de visibilizacion y de defensa de los
derechos desde el movimiento LGBTI: “gracias a la ley es que (personas LGBTI) pueden
existir, que es una cosa también muy jodida, pero sin duda eso ha transformado también las
dinámicas sociales en las que se han venido entendiendo las personas”, pero indica que aún hay
localidades donde a pesar que se trabaja el tema, socialmente hay discriminación y rechazo.
Señala que los recursos dependen del contexto: “es difícil ser lesbiana en Ciudad Bolívar, pero
las lesbianas de Ciudad Bolívar no se la dejan montar, como ese mismo rechazo, también las ha
fortalecido en su posicionamiento social… en algunos contextos en donde es muy difícil ser
lesbiana”. Refiere como importantes estas transformaciones ya ella ha percibido un contexto
social donde impera la norma heterosexual: “En lo social, tener una pareja hombre, por
ejemplo me legitimaria en los espacios familiares, seguramente, será más tranquila la vida si yo
hubiera decidido ser heterosexual”.

Otro recurso importante para ella es la independencia económica, en relación con poder
realizar demostraciones de afecto y visibilizacion en su familia, ya que esto solo ocurre cuanto
es autosuficiente económicamente. Señala que la actitud de respeto por parte de su mamá y la
rápida aceptación por parte de su papá, están relacionados con vínculos anteriores de ellos con
personas gays y trans: “lo que pasa es que ellos sí tuvieron referentes cercanos, un súper buen
amigo que me amaba profundamente que era homosexual y murió de SIDA. Mi mamá vivió con
una chica trans, cuando llego a Bogotá vivió por allá arriba en Germania, ella le robaba los
zapatos -risas- pero mi mamá sabia todo, sabia como ellas se ocultaban el pene, se ponían las
faldas, le pedían los vestido a mi mamá, como que estuvieron muy cercanos al tema entonces no
lo sancionaron de fondo”.

Sandra, narra que en su proceso ha sido importante el ejercicio de visibilizacion y que


realiza expresiones de afecto con su pareja en público, cuenta que suele ir a bailar con su pareja
a bares heterosexuales. Cuenta que estos ejercicios como por ejemplo salir en el periódico El
Tiempo, fue un recurso relacionado con el “prestigio social” importante para su papá. Identifica
que anquen su contexto ha sido propicio y ha encontrado herramientas y recursos favorables
para su construcción identitaria, el rechazo social está presente y que si tuviera que buscar un
trabajo en otro contexto diferente al activista, sabe que tendría que ocultar que es lesbiana.
133

Otros aspectos importantes han sido la Resignificación del concepto de pareja y la


subsecuente construcción de nuevos marcos para la consolidación de relaciones, configura
relaciones más libres y abiertas. El otro tiene que ver con la resignificación de argumentos
religiosos: “ellos (papas) son muy católicos… con mi papá en algún momento decidimos hacer
una análisis de la biblia, de Sodoma y Gomorra, y fue muy lindo porque mi papá me dijo: no
era que le castigaban la homosexualidad si no la lascivia, como todo el tema del abuso y de la
violencia que había alrededor de esa imagen de los sodomitas, y mi papá decía, yo no lo
entiendo como los homosexuales, si no que había violencia, había violación, había lascivia
sexual, yo lo de la lascivia yo hoy lo cuestiono, pero en su momento lo hicimos, cuando
hablamos del tema ya el estaba como más abierto”.

Otro de los recursos importantes para Sandra fue la literatura: “a los 13 años, entonces me
acerco a la literatura, pues voy a la biblioteca y busco libros que hablen sobre ese tipo de
relaciones y los libros con los que me encuentro son desafortunados, unas novelas lésbicas que
giraban alrededor de la violencia… Beatriz y los cuerpo celestes es un libro que empieza con
una imagen muy violenta, de dos mujeres que un tipo estaba violentando por descubrirlas
lesbianas… literatura policiaca lésbica que es muy interesante, pero bueno eso todavía no
estaba acá. Me fui encontrando con eso desde el principio”.

En relación con los marcadores corporales del género, señala que la institución educativa
cumple un papel muy fuerte en la enseñanza de los roles tradicionales: “en el colegio llevar el
uniforme de la niñas y de los niños, ya marca un patrón de educación clara, entonces digamos
yo en el colegio, si yo quisiera ir al colegio en sudadera todos los días, no puedo, usted es una
niña, tiene que llevar jardinera, y eso es, ya ahí empiezan a castrarte como construyes tu
identidad”.

Sandra Conto con una familia en la que la enseñanza de los roles fue más flexible y no se
impedía que ella tuviera roles masculinos: “en esas familias como la mía en donde los roles
estaban trastocados, en donde mi mamá tenía el poder, en donde mi papá era el que se depila
las piernas, así, se echa millones de cremas, se cuida la calva, mi mamá se baña y se viste,
punto… en mi familia como que no, si se reproducen, pero no tan tenazmente… yo estaba en
actividad física constante, no había censura en mi casa por esto
mi papá quería un niño… nunca me sancionaron mi rol masculino, generalmente por ahí es
por donde sancionan la cosa, a claro pues es que de pronto si la niña se sigue juntando con
hombres entonces se va a volver marimacho y lesbiana, no, yo tenía amigos jugaba con ellos,
por eso de entrada el tema no fue tan tenaz, porque nunca me dijeron usted tiene que ponerse
falda, desde muy chiquita me dieron la opción de poder escoger como poderme vestir y si tu
miras mis fotos, yo usaba camiseta, camisa de niño y pantalón de niño y tenis y ellos no, si yo
me sentía cómoda así lo aceptaban, entonces digamos no, por eso no había una sanción tan
fuerte con el tema, aunque a ellos les conflictuaba, y los referentes alrededor pues siempre
fueron heterosexuales, pero, digamos, no fue tan traumático.
134

Refiere la posibilidad de preformar el género en su corporalidad, señala que hay días en


lo que se “viste como lesbiana”, pero que cuando quiere también puede “engañar” vestirse
como mujer, que en ocasiones lo hace y puede lograr “veme muy femm y que nadie ni siquiera
sospeche”.
135

Anexo No. 3

Cuadro comparativo – Análisis de las narrativas

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra
Fecha de entrevista 24-nov-09 01-dic-09 03-dic-09 08-dic-09 08-dic-09 11-dic-09 20-feb-10 20-feb-10 02-mar-10
Edad 34 39 27 46 31 24 38 28 24
Universitaria Tecnóloga Universitaria Bachiller Universitaria Universitaria Universitaria Universitaria
Artes
Ingeniera Artes Ingeniera
Profesión química plásticas
Psicóloga plásticas y
industrial
Antropóloga Politóloga
Formación visuales
Bachiller Curso
académica algunos Facultad de
Academia semestre artes ASAB
Universidad Universidad Universidad Universidad Universidad
Universidad Nacional
de artes
de la Sabana
-
de los Andes de los Andes Nacional
Guerrero Universidad
Distrital
San
Huila Bogotá Chía Bogotá Antonio - Zipaquirá Bogotá Bogotá Bogotá
Tolima
Lugar de origen Ha vivido Ha vivido
Vivió un
en algunos en algunos
tiempo en
periodos en periodos en
Bucaramanga
Chía Chía
Tiempo de residencia en 17 años 20 años 2 años 30 años 24 años 4 años 36 años 28 años 24 años
Bogotá
136

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra
Abuela, Mamá, un
Mamá, dos Mamá, cuatro hermano,
Mamá, Elegida:
hermanos, papá, un hermanas y una
Familia Hija y papá, dos Blanca, dos
una Pareja hermano, un hermana. Pareja
percibida pareja hermanos gatas y una
hermana, el una hermano. Papá y un
menores niñera.
papá murió hermana Su mamá hermano
murió murieron
Mamá,
abuelita nana
de la mamá,
Papá, dos
Familia Seis hermanos hermanas,
hermanas, dos Mamá, papá,
y dos nana de la
hermanos. La tíos y primos
Conformación extensa mamá murió
hermanas hermana, su
nana, un
familiar y hermano y una
situación de tía
convivencia Hija
Convivencia (Veintidós
Pareja Pareja Abuela y Pareja Pareja
Hermano años) Pareja
(tiempo de mayor
(Dos años y (Once
Pareja
tres Sola (Un año y (Un año y
(Un año)
medio) meses ) hermanas medio) medio)
convivencia) (Cinco
años)
Hace cuatro hace ocho Hace seis Hace seis Hace tres
años vivió años vivo años vivió años vivo años vivió
Historia de con una con una con una con una con una
parejas mujer mujer mujer mujer mujer
durante dos durante durante seis durante seis durante 5
años once años años años años
137

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra
Estrato 3 4 3 3 3 3 4 4 4

Talleres en Coordinadora Gestora SDH


Jefe de Asistente de
un instituto y Supervisora nacional de Alcaldesa Docente Servidora
control de investigación,
Ocupación un
trabajo Desempleada en empresa facturación
maquillaje
de Uniminuto publica CIO
artístico de Flores de una Chapinero Locutora Queer - IDEPAC
laboratorio artístico
independiente multinacional Radio

Total apertura en
Mojigata, no su familia:
decían nada, Dañina, heterosexualidad.
Uso de
Educación Nula, nada Mala, no se aprendí sola y tome 27 Colegio:
Silencio Tabú condones - Castradora
sexual de nada sabía nada por los años en educación sexual
cuidarse
medios de aceptarme obligatoria,
comunicación cómo poner el
condón

Antes fue
Si, ha tenido
Antes fue heterosexual,
Salió con relaciones
heterosexual, tuvo relaciones
hombres sexuales
Si, como tuvo Tuvo eróticas y
porque era Si, para con
intento de relaciones de relaciones afectivas con
Relaciones Si, por más fácil, no Antes fue cerciorarse, hombres,
cambiar lo pareja con de pareja hombres. Se
heterosexuales curiosidad ha tenido heterosexual estar segura pero nunca
que estaba hombres, con permite la
relaciones toda la vida se ha
mal pero no hombres posibilidad de
sexuales con percibido
relaciones tener relaciones
hombres como
sexuales sexuales con
heterosexual
hombres
138

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra
Se nace
Cruce en la
genética Se nace
Aprendizaje
Se nace con su Es un Se elige
cultural
aprendizaje hermano Sentir Es
Se nace Capacidad de Se hace
Argumentación Se nace
reencarnación
primera gay Ausencia construcción Se nace
enamoramiento muchas
pareja Influencia de la Posibilidades
veces
detonante abuso figura no se nace
Cultural
Disfrute del materna
propio
deseo
Percepción Única Única Única Única
Recursos No hay
No me volví
en la más
lesbiana
explicación Proceso mujeres No es Yo
Natural Nunca fui
del propio difícil Se debe conflictivo hubiera
No sentí que se nace heterosexual
Esta mal cambiar para ella elegido
deseo estaba mal aprendizaje Fue difícil
Se sufre Pareja El problema otra cosa
Representación ¿cómo primera
Imposible normal fue: Si la Bicho
aceptación
conseguir pareja de ser mujer
Pecaminoso como chica que le raro
pareja ? detonante Posibilidad
Locura Hetero x gustaba la Difícil,
Privado en el
Enfermedad Ocupación iba a querer doloroso
recuerdo de
de roles -
un transito
dicotómica
Juego de
Desde niña Heterosexual roles, papá
Recuerdos Desde Censura Juego de Desde
Juego de Heterosexual Heterosexual Juego de roles, Juegos
infancia niña prohibición roles, papá niña
roles, papá papá eróticos con
niñas
139

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra
11 años
Música
metal
Hombres
gay
Ídolos
Burla - sarita
Rechazo -
- VIH -
exclusión Burla -
Gays contagio-
Hermano rechazo
13 años señalamiento Burla Burla
Rechazo - con Primo gay
Rechazo - de 12 años Marica -
burla marcadores Burla Marica
burla marcadores Primo gay delicado -
Marica fuertes de se fue del
Marica de feminidad Marica partido
feminidad. país
Marica.
Encuentro Hermano
Marica (destierro )
con la Afeminado
gay
diversidad Mayor visibilidad de los hombres gay, pero atravesada por el rechazo, la burla y la exclusión
Nombres
Tabú -
secreto -
10 años
escondido.
Desprecio - Burla
Arepera -
asco - Mujer Arepera -
marimacha - Visibilidad:
Asco - rechazo soltera No se podía machorra -
marica - pornografía
rechazo Arepera - Rechazo Bruja - nombrar cacorra -
Lesbianas Arepera - tortillera, Machorra
lesbiana Arepera
tortillera - Burla
/ machorra
lesbiana
(palabra Arepera -
marimacho marimacha, marica - Marimacho (insulto en
reciente, tortillera
lesbiana marimacha - el colegio )
usada por
(insulto ) del otro
los medios,
equipo
connotaba
epidemia )
140

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra

primer beso 7
años
14 años beso
con amiga
Desde niña
Identificación Por 16 años 13-14 años
12 años se
descubrimiento primera se enamora
del propio Desde niña Desde niña
con su primera
18 años enamora
relación sexual de
deseo amiga
Encuentro pareja con una mujer profesora
silencio
con la 19-20 primer
diversidad enamoramiento
22-23 primera
Nombres pareja

Silenciamiento e invisibilización
Primera 23 años 15 años 16 años 20 años
15 años en
16-17 años 26 años 23 años 18
pareja colegio

Juego rol de si si si si
papá
141

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra
Tiene que
cambiar
promiscuidad
Mal
Marimacho
Brujería
Anormal
No Tiene que
Depravada Machorra
aceptación cambiar
Locura Mirada
de la Marimacha
Rara Debe pornográfica
diferencia Seduce
No sabe que Tiene que cambiar - morbo
Panfletos mujeres
quiere cambiar Debe Desequilibrio Mamá: no va
(atemorizar) Esta mal
No se ha Machorra cambiar mental a tener
Exclusión Grave Marimacho
Representaciones definido Hombre sin Depravación Algo malo nietos, es una
Herrada (no donar problema Masculinas
Enfermedad / pipi Inclinación Secreto - hija
sociales identificadas Tiene que
Contagio Pecado perversa privado
sangre) social
rechazada y
Rebeldes
en sus contextos cambiar Rara No Violentas
Maltratada Aberración Maldad Abominación le pueden
Desviada configuran Posesivas
por hombres Prohibición Pecado Pecado hacer daño
No pudo familia
Resentida Morbo / Anormalidad Promiscuidad No existe
conseguir Perversión
social Invisibilización Enfermedad Promiscuidad
hombre Perdida de
Cuerpo Muerte Orgia
Enferma valores
lésbico: Pacto con el
Bruja Enfermedad
violencia Diablo
Burla - Pecado
Ella es la
picardía
loca de la
casa, se
esperaba
cualquier
cosa
142

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra
Elección No Si No No No Si No Si/No
Hermano
Su mamá Hermano la descubre
Le cuenta a
la descubre Beso delante descubre Algunos en una
Papas la ven su familia Su mamá le
por un del hermano una carta familiares la relación Nunca lo
Circunstancia regalo que le cuenta a la
besarse con
que ven besarse
que le pregunta
sexual negó
su pareja gustan las directamente
le hace una mamá escribió a con su pareja Decide
Salida mujeres
pareja su pareja contarle a
del closet su mamá
Con su
Si Ella no lo Si
Si mamá
Si va permite, Se quiebran
Se quiebra pero dura
Pacto de Nombrar cambiando habla
Si con la
Habla por su
poco No
silencio sin con la directamente directamente visibilizacion
independencia tiempo
nombrar cotidianeidad con sus en el trabajo
económica Habla
de pareja papas político
libremente
143

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra
Arepera -
marimacha
- marica - Arepera -
Arepera - Bruja -
lesbiana machorra -
tortillera, tortillera - No se podía Machorra
Arepera - (palabra cacorra -
Impuestos marimacha, Machorra Arepera marica - nombrar Arepera -
marimacho reciente, lesbiana
lesbiana marimacha - Marimacho tortillera
usada por (insulto en el
(insulto ) del otro equipo
los medios, colegio )
connotaba
epidemia )
Lesbiana:
no es el
Otras Gay -
indicado Gay: es Gay: Papá: lenguaje
formas de Lesbiana Homosexual:
Gay: es un masculino invisibiliza homofóbico
nombrar Invisibiliza
nombre
Nombres gringo

Le costó
Prefiero no
Con la primera nombrarse
nombrarme y Dificultad para
pareja no se lesbiana
decir que me nombrarse por
Mujer nombra Nombrarse es
Elección gustan las carga negativa
Prefiero gay Lesbiana tiene un acto político
por la Lesbiana: chicas de la palabra.
que no Tengo carga de importante
Elección Mujer ausencia d Termino Nombramiento Identidad
hayan rasgos de insulto Academia:
del propio Homosexual nombre mundial, estratégico: política:
nombres mujer Identidad Gallina,
nombre Neutralización Mujer que es Homosexual: a Lesbiana
si toca: No me política: Buthc/Femm,
tiene otras adecuado veces lo uso reivindicación
homosexual gusta nombrarse Tomboy,
preferencias Lesbiana: a de derechos
lesbianas lesbiana Estrellita
veces lo uso Resignificación
Resignificación dorada
pero es del nombre
del nombre Resignificación
agresivo
del nombre
144

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra

Matriz
heteronormativ
Matriz a
Imposició Familia
heteronormativ Machismo
Matriz n social Católica con
Herramie a Secreto -
ntas que heteronormativ Imposición esconder
de ocultar influencia de
dificultan a y la Cristianismo
los
Matriz social: Argumentos
Mundo creado visibilizac Matriz Matriz
procesos heteronormativ Matriz cambiar, libro: religiosos Rechazo
para ion a heteronormativ heteronorma
de a heteronorma El Poder del Recursos social y en
aceptación heterosexuales Argumentos tiva pensamiento restringidos,
partir de a tiva en la
el colegio
y Asignación de la idea de Ausencia de sociedad
construcci
religiosos Tenaz solo en ciertos
roles para los la información
ón Argumentos lugares, no en
Recursos identitaria géneros lesbiana Silencio como
religiosos trabajo ni en
culturale Argumentos pornográf imposición
s- Secreto trasmi ni en lo
religiosos ica social
proceso publico cotidiano
aceptació Inclusión/Excl
ny
usión
construcc
ión
identitari
a Católico - Matriz Matriz
Colegio Femenino de Cristiano
Colegio Monjas Heteronormati heteronorma heteronorma
Católico monjas presbiteriano
vidad tiva tiva
Familia:
roles Mamá más
Abierta, con
flexibles, de abierta, al
menos
organizació papá le
imposición
n matriarcal, costó más.
Heteronormati Heteronormati Heteronormati Heteronormati Roles Heteronormati en los roles.
Familia figura de Tienen
vidad vidad vidad vidad flexibles vidad Hablaban de
autoridad referentes
la
centrada en con
sexualidad
la mamá, un identidades
pero hetero
hermano diversas
gay
145

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra
Cambio de
ciudad, de
Bogotá a
Clase se Ámbito Bucaraman
comportamient artístico: ga
o y salud, le mayor libertas Alejarse de
Encuentro
explicaron que y apertura la familia
con otras (20
la Academia: Independen
años)
homosexualida construcción cia Activismo
Lugares de
Encuentro d era un sentir cultural, Encuentro Movimiento
homosocializ
Recurs Mayoría de
con otras Encuentro con
ación y redes
Mayoría de investigación con otros LGBTI
os mujeres otras Edad que realizó Redes de Ejercicio
Edad (40 años) Activismo
cultural Lugares de Música metal Salida de la sobre temática socializació político
Salida de la Grupos de Movimiento
es - homo Lugares de tutoría paterna lésbica, n virtual Nombrar,
Recurs tutoría paterna socializaci homosocializac mujeres, no Independencia literatura Referentes visibilizar,
LGBTI
proceso Llegada a activismo, Ejercicio
os ón ión económica especializada, históricos resignificar
aceptac Bogotá: deportes político
afirma Encuentro con Cambio de Redes Sociales futbol, fiestas Llegada a exposición de Activismo concepto
Independen
ión y pensamien Contexto Bogotá: comerciales Movimient negativo de
tivos otras privadas cia
constru to en los académico Encuentro con gays de otros o LGBTI lesbiana
cción Lugares de Grupos de económica
jóvenes Hoy: otras (mujeres países Ejercicio Familia
homosocializac amigas Literatura
identita Redes de Medios de y parejas) Apropiación político. abierta
ión lesbianas
ria socializaci comunicación
Salida del
Lugares de del insulto: Resignifica encuentro
ón virtual homosocializac vamos a ción de con otras
closet con su
ión mariquiar, ir a representac Academia
hija
Grupos no un bar de iones
Familia de su
activistas chicas negativas,
pareja
Redes de resignificació visibilizaci
socialización n del concepto on,
virtual de lesbiana nombramie
nto,
reconocimi
ento
Ausencia y
silencio: Película
Movimiento
Visuales Sueños de porno a los
LGBTI
contenido 14 años
lésbico
146

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra

Establecimient Establecimien
Establecimie
o de relación de to de relación
nto de
pareja - Amor de pareja Estableci Establecimi Establecimie Establecimie
Invisibilizació Película: Mujer relación de Establecimient
Novela miento de ento de nto de nto de Ejercicio
n de relaciones pareja o de relación de
entre mujeres Soltera Busca - Camelias al relación relación de
Películas con pareja
relación de relación de político
escena de beso Desayuno, de pareja pareja pareja pareja
temática
entre dos relación entre
lésbica
mujeres dos mujeres

Era la loca de
la casa, "de Resignific
Recurs Resignificación Resignificación Resignificaci
Prohibición, mi se podía ación del
os censura
del argumento concepto ón concepto
esperar concepto
cultura religioso lesbiana lesbiana
cualquier de Dios
les - cosa "
proceso
aceptac La echaron
ión y Rechazo -
por lesbiana, Ocultar por Aceptació
constru exclusión Neutraliza Aceptación,
su pareja tuvo homofobia n, trabajos
Neutralización ción del trabajos
cción que mentir. Silencio neutralizació relacionad
Trabajo - del lenguaje lenguaje, Ocultarse, Aun hay relacionados
identita Universidad
Hoy no siente Secreto n del os con la
("camuflar", convertir cuidarse exclusión con la
ria exclusión, su Ocultar lenguaje, academia
"convertir mujer en academia y
jefe es amiga Usar palabras y el
mujer en hombre el activismo
con sin sexo activismo
hombre")
anterioridad

Privado/public
o
Privado Privado Privado Privado Privado Privado Público Público Público
Otras
herramientas
que identifica, Chats Marchas Activismo y Lugares de
pero no son
tan
Grupos de gay (las Movimiento homosocializac
importantes en mujeres rechaza) LGBTI ión y redes
su proceso
personal
147

1 2 3 4 5 6 7 8 9
Camila Yadira Eloísa Mónica Adriana Caro Blanca Catalina Sandra

Ocultar: es Problemas con el


fácil para las ser mujer,
Cuando se mujeres posibilidad en la
autoidentificaba Proceso de En su casa infancia y
como formación en le adolescencia de
heterosexual, se Que no se le la familia enseñaron Mamá flexible,
"Fuertecita" hacer un tránsito
Conflicto Es femenina,
permitía
Que no se le
note sobre el ser cómo ser que le permitió,
expresiones Una lesbiana mujer, pero no mujer Reconciliación
ser-parecer no le creen que note comportamientos
corporales de debe seguir habían En su caso con su ser mujer
Rechazo por es lesbiana Ocultar y expresiones
masculinidad siendo mujer prohibición no se nota relacionadas con Colegio:
no ser Las mujeres Formación de la socialización de
que estaban Performatividad: sobre ella hay rechazo
femenina "marimacho" familia: la masculinidad,
Cuerpo Eligio tienen
influenciadas
esconder la parte
en el trabajo es acerca de los sobre la
como el deporte
los roles
por el contexto femenina, los marcadores de estética tradicionales.
marcadores problemas masculina Hay una estética
de la música fines de semana masculinidad lesbiana Familia más
de sociales ocupar roles de
metal. puede usar otro Que no se les Las mujeres lesbiana pero no flexible, permiso
masculinidad porque se les género se cumple en
Con el ingreso tipo de note, a menos lesbianas
en su nota tradicionales de
corporalidad
en el "mundo vestuario, se le que sea desde apuestan a todas
gay" cambia nota más. la pornografía otra estética comportamientos
Lesbidar
estos Mujeres Prefiero la relacionados con
marcadores masculinas estética gay la masculinidad
que no se note sufren Se puede vestir
exclusión muy femenina o
Maricómetro como lesbiana

Hoy hay mas


representación
Percibe Ahora hay
en los medios de Hay cambios
cambios más
Mayor comunicación, pero falta, hay
sociales. Los Hay cambios información
visibilizacion aunque en sus
Cambios más jóvenes
en los medios inicios se mostro
pero sigue el ciertos sectores Hay localidades
sociales son más habiendo movimiento de la ciudad difíciles
de como una
frescos, ahora exclusión ha logrado donde hay
comunicación epidemia
se puede cosas per discriminación
Ahora es más
hablar y decir falta
fácil y hay
lugares

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