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estudios de cultura maya lxii: 369-375 (otoño-invierno 2023)

https://doi.org/10.19130/iifl.ecm/62/000XS00146W14

Erik Velásquez García, Morada de dioses. Los componentes anímicos del cuerpo humano
entre los mayas clásicos. México: Fondo de Cultura Económica, 2023, 632 pp. con
ilustraciones (Sección de obras de Antropología). ISBN 978-607-16-7285-8.

Desde el momento mismo de la creación, tulos, párrafos y líneas descubrimos, con


en el tiempo sin tiempo, los dioses deci- agradable sorpresa, que sobre la urdimbre
dieron habitar en los mayas; una presencia de esas fuentes tenidas por “principales”,
primigenia y atemporal de la que busca dar se urdieron muchas otras, que hacen de
cuenta el nuevo libro de Erik Velásquez éste un verdadero estudio multidisciplinar,
García, Morada de dioses. Los componentes donde apreciamos continuas referencias a
anímicos del cuerpo humano entre los mayas códices, fuentes históricas, arqueológicas,
clásicos, el cual, como su subtítulo anuncia, iconográficas, de lingüística histórica y et-
se centra en los conceptos y representacio- nográficas, a más de otras, todas las cuales
nes del periodo Clásico. el autor tejió con fineza para ofrecernos,
Comienzo confesando que soy conscien- incluso, consideraciones transdisciplinares;
te de la temeridad que conlleva el inten- consideraciones que, en ocasiones, desbor-
tar dar cuenta de un texto tan profundo y dan el ámbito maya para venir a insertarse,
extenso en el modo más bien somero que acertadamente, en el contexto mesoameri-
caracteriza a una reseña, pues se trata, de cano.
entrada, de un escrito que hace patente Ya que es el área disciplinar que mejor
no sólo una gran erudición, sino, al mismo conozco, me permito felicitar al Dr. Velás-
tiempo, una singular capacidad de reflexión quez por haberse aproximado a la analo-
por parte de su autor, que —a modo de gía etnológica (tan cara al maestro Alfredo
hilo de Ariadna— nos ofrece a los lecto- López Austin, a quien evoca a menudo en
res una fila continuada de mechones de luz su texto) a través de la revisión que hizo
para conducirnos, de inicio, por las galerías de no pocos estudios etnográficos que dan
de un entramado cuasi laberíntico de da- buena cuenta de cómo, en el amplio y di-
tos, que, a la vez que exponen una peculiar verso mundo maya moderno y contempo-
construcción sociocultural tan compleja ráneo, designaciones, atributos y funciones
como la imagen de la persona, que con- varían, y vienen a conformar una prodigiosa
ceptuaron los mayas del Clásico, nos ilu- constelación donde pueden confluir, entre
minan acerca de aquellos aspectos que los otros, conceptos como ch’ulel, wayjel o ku­
hermanan a las concepciones de los mayas lel, ik, altzil o altsil, alientos vitales, mutil
de hoy, e incluso a algunas de las nuestras, ko’tantik, ool, ánma, tucul, lab, sombra, wá,
como si se buscara validar la sentencia de uaay, nombre, pixán, cuxaan, kinam, jelol,
Bartolomé de Las Casas: “Uno es todo el slok’ol y otros más, cuyos intentos de de-
género humano”. finición han llenado muchas páginas en la
Y apunto “entramado de datos” porque, literatura de la disciplina, a menudo intere-
si bien Erik Velásquez asienta, desde la sadas en encontrar equivalencias a lo que
introducción misma, que sus fuentes “son la tradición cristiana denomina alma o —en
principalmente las inscripciones jeroglíficas una concepción más cercana a Agustín de
y las escenas silentes del arte maya clásico”, Hipona que a Tomás de Aquino— a una vi-
conforme nuestra mirada se posa en capí- sión tripartita de cuerpo/alma/espíritu que

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permite distinguir mejor las distintas fun- cluso lo que consideraríamos componentes
ciones cognitivas, sensoriales, volitivas y anímicos y espirituales en una persona “no
emocionales. son estrictamente elementos metafísicos,
De la acuciosa revisión del autor y de su pues también están hechos de materia,
análisis, en verdad propositivo, se despren- pero se trata de sustancias etéreas, ligeras
de con claridad cómo los conceptos son o sutiles, casi imperceptibles para los sen-
distintos y cambiantes a lo largo del tiempo tidos humanos, semejantes al aire, la brisa,
y los ámbitos mayas. Basta con comparar lo el aroma, la luz, las sombras, el sonido, el
asentado acerca de la concepción del cuer- humo y otros elementos parecidos de con-
po y la persona en las numerosas monogra- sistencia gaseosa…”. Una reflexión de la
fías que han dedicado apartados amplios cual se desprende que ese “imperceptible”
al tema, en especial para los denominados para los sentidos humanos aplica en parti-
Altos de Chiapas, donde los estudiosos de cular a los vivientes, ya que son justamente
Harvard y Chicago atendieron inicialmente ese tipo de sustancias sutiles y casi etéreas
aspectos asociados con esa temática en la las que, se asegura, perciben los muertos
década de 1960, de donde surgieron no po- en las comidas, bebidas, flores, incienso,
cas publicaciones, en particular sobre co- tabaco y otros elementos que se les ofren-
munidades tsotsiles y tseltales; textos hoy dan, por ejemplo, en ocasión del hanal
considerados obras clásicas de la etnografía pixan. Apunta el autor que la consistencia
chiapaneca. de esos elementos parecería ser análoga a
Otro tanto ocurrió décadas más tarde, la de otros seres divinos o imperceptibles
cuando surgieron estudios igualmente va- para el hombre, lo que invita a interrogarse
liosos y con diversas perspectivas, entre acerca de la verdadera naturaleza de es-
los cuales destacan los concernientes a los píritus protectores, dioses y guardianes, y
mayas peninsulares, abordados tanto por su inclusión dentro del clasificador túul en
William Hanks (1993), como los realiza- maya yucateco.
dos por el equipo que coordina Ella Fanny Cuerpos densos los humanos, etéreos
Quintal (2013), y los relativos a los tseltales los otros, incluyendo los de los lab, que a
de Cancuc, debidos a Pedro Pitarch (1996; juzgar por los antiguos vocabularios tselta-
2003), que complementaron de manera les, fueron inicialmente concebidos como
particularmente valiosa, poco después, los elementos externos y terminaron por “in-
escritos de Helios Figuerola (2010), que corporarse” literalmente a la persona a lo
permiten insistir en el cuerpo y la perso- largo de la época virreinal, diferenciándose
na como construcciones socio-culturales. Y de lo que plantean algunos autores para el
me remito a ello porque fue un aspecto que periodo prehispánico.
alentó la factura de su libro, como señala Así, por mencionar un ejemplo, en los
Velásquez ya desde el primer capítulo, inte- primeros diccionarios tseltales, que redac-
resado en trasvasar a nuestra comprensión, tó Domingo de Ara hacia 1560 (1986), el
irremediablemente occidental, la manera término lab alude a algo digno de admira-
en que los mayas del Clásico aprehendían ción en tanto que sobrenatural (como un
y domesticaban su entorno, comenzando agüero, un presagio o una visión); esto es,
por el propio cuerpo, en modos que a ve- un elemento cuya manifestación podía pro-
ces nos resultan incomprensibles y hasta vocar sorpresa y hasta espanto dada su na-
inimaginables, pero que por otro lado nos turaleza maravillosa,1 lo cual ayuda a expli-
auxilian a los etnólogos a apreciar las raíces
de tal o cual concepto o práctica. 1 Algo similar a lo registrado con la voz grie-
Muestra de ello —apenas una— es la ga thauma, que nos ha llegado a través de voca-
aseveración hecha por el autor de que in- blos como taumatúrgico, la cual “wich can refer

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carse por qué la raíz lab figura en las voces lab terminó por convertirse, pues, en un
que designan una “mala visión”, a la mane- componente de la persona capaz de infligir
ra de un ser de apariencia monstruosa, un daño a otras, y que hasta puede heredarse
muerto u otra cosa que cause turbación, al morir, de preferencia a un enemigo, para
un milagro o algo en cierto modo enojoso y que termine lastimándolo.
hasta abominable. Y de dichos vocabularios En este y en muchos otros puntos las
se desprende que —al menos para Ara— reflexiones del autor nos proveen de una
en tanto chulel comporta una carga positi- nueva boya, en este caso precolombina,
va (que le sirve hasta para designar a los que nos ayuda a trazar el fluido recorrido
“bienaventurados”), lab conlleva una valen- de voces y conceptos desde la época Clá-
cia negativa, acrecentada en la mente del sica hasta la actual. Ejemplo diáfano de
dominico por asociarse a antiguas creencias ello son sus inapreciables aproximaciones
gentiles. Pero se trataba de una negatividad a otros dos componentes humanos, o’hlis
externa al cuerpo, ajena a él (Ms., y 1986). y wahyis, a los cuales dedica capítulos
Y el que, al traducir lab, los frailes asocia- particularmente elaborados en los que no
sen en un mismo campo semántico a difun- me voy a detener, pese a que contienen,
tos, visiones, monstruos y milagros, como sin duda, algunas de las aportaciones más
vemos se registra también en vocabularios relevantes del texto (en especial sobre la
antiguos del kaqchikel (Coto, 1983: 443) no primera, que conceptúa como “la entidad
resulta extraño si recordamos que, etimoló- anímica esencial o coesencia en primer gra-
gicamente, se ha vinculado la voz monstra do”). Y no lo hago, ya que son temas a los
con monere, advertir, y con monstruo, “signo que presta atención Mónica Chávez en su
precursor de un acontecimiento funesto” propia reseña (adjunta), quien sin duda está
(Lecouteux, 1999: 134-135). más calificada que yo para su abordaje.
Buena muestra de cómo se modificó el Apunto, apenas, que encontramos inclu-
concepto durante la Colonia es que hoy, so datos que nos hablan de cambios en la
entre los tseltales de Cancuc, de quienes manera de percibir el mundo hasta en pe-
nos hablan Pitarch y Figuerola, el lab adop- queñísimos detalles, como es el caso de la
te formas que van desde fauna americana, serpiente ix hun pedz kin, “la mortal”, que
pasan por un imaginario “mestizado” (ser- vemos aparecer en el Ritual de los Bacabes,
pientes acuáticas con cabezas de instru- y en la que se detiene el autor al hablar
mentos o rayos que disparan con mosque- de los “amarres de serpiente”, ilustrando
tes), y vienen a rematar con una galería de con espléndidas imágenes (como la del
personajes de procedencia europea, donde vaso estilo códice K1653) a esa portentosa
desfilan diversos eclesiásticos como los pále “aplastadora”, que en la cosmovisión yuca-
(padres) vestidos con hábitos dominicos; teca actual heredó su nombre y capacidad
unos clérigos gordos y ciertos vispo (obis- dañina a una simple lagartija, que se asolea
pos) “panzudos” con atavíos color morado en las albarradas, la Xhumpedzkín, a la que,
o violeta, al lado de unos escuálidos jesutas se asegura, le basta morder la sombra de la
(jesuitas); las monjas o pále-mujer, que co- cabeza de una persona para provocarle te-
cinan para ellos, a la par de civiles como rribles cefaleas y hasta la muerte (Pacheco
el porvisor, el skiribano y el temido nompere Cruz, 1958).
o “nombre”, que al designar a alguien le Ya que no me es posible, en el marco
provoca enfermedad. Heredero claro de la de una reseña, ahondar en aspectos tan
explotación civil y eclesiástica colonial, el complejos como los tratados en los capí-
tulos centrales, me limitaré a unas someras
both to objects wich cause wonder and astonish­ consideraciones acerca de los dos últimos
ment…” (Lightfoot, 2021, p. 3). capítulos; los titulados, respectivamente,

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“La creación y la noche” y “Concurrencia o invocaciones y ritos cuya meta final era re-
personificación ritual”. actualizar el antiguo orden “y evitar la des-
Llamaron mi atención, en el primero, organización o envejecimiento del mundo”,
las observaciones acerca del difrasismo como acota Velásquez, citando en su apoyo
ch’ahbis-ahk’abis, que, nos explica el autor, al recién desaparecido maestro Enrique Flo-
alude “al poder ritual de génesis y orde- rescano.
namiento del cosmos que se creía tenían Visto desde una atalaya etnológica, re-
en el cuerpo los gobernantes mayas”, con- sulta difícil no asociar el tema con los totil-
siderado además como “una parte íntima meil, padres-madres, tenidos aún hoy por
e inalienable”, y que, se añade, denotaría guardianes y protectores en numerosas
“un elemento regulado por la voluntad y comunidades de Tierras Altas (y asociados
discernimiento divinos”. A través de dicho a menudo, por cierto, con el nagualismo),
poder de génesis, señala Velásquez, los los cuales sobrevivieron a la larga noche del
mandatarios mayas se arrogaban el papel periodo virreinal, y en particular en el os-
creador propio de los dioses; repitiendo el curo periodo republicano, que fue en varios
arquetipo de la creación cosmogónica; acti- sentidos generador de más inestabilidades,
tud que, más allá de lo simbólico, resulta cla- desequilibrios y despojos para las comuni-
ro que comporta profundas connotaciones dades indígenas que su predecesor.
sociopolíticas. No en balde vemos aparecer Mientras que en el capítulo acerca de la
el difrasismo en contextos de victorias mili- noche figura —entre otras consideraciones
tares, como documenta Velásquez, por citar de particular interés sobre gestos y acti-
un ejemplo, en el caso del gobernante de vidades penitenciales— el uso del hollín
Tikal, Jasaw Chan K’awil, con alusiones al como pintura corporal, en el siguiente se
jaguar bélico Un’n Bahlam Chaahkanal; sen- remite al atavío (indumentaria, máscaras,
tándose incluso el gobernante en el palan- penachos) que empleaban los soberanos en
quín del dios. ciertas actividades rituales; atavío a guisa
De que se trata de íconos de muy anti- de seres sobrenaturales, como si los perso-
gua data, lo muestra el dintel donde vemos nificasen, tornándose de hecho en su “pre-
a Pájaro Jaguar IV y su sahal portando ga- sencia corporal”; “encarnándolos”, como
rras de jaguar a manera de cetros, los cua- explica con detalle el autor al analizar la
les abonan en el sentido de la “felinización” frase u-baah-il aɂn, para después referirse
de los gobernantes prehispánicos —estu- a las danzas, algunas de ellas relacionadas
diada con detalle por Valverde (2004)— y con figuras de jaguares.
de lo cual vamos a encontrar ecos hasta la El tema resulta de interés dados sus ne-
época virreinal en rituales estilados por ki- xos con numerosas danzas estiladas tanto
chés, kaqchikeles y tz’utuhiles, e incluso en en la época virreinal como en la contem-
ciertas danzas en las que dichas representa- poránea. De las primeras menciono —ape-
ciones pasaron a vincularse con los festejos nas un ejemplo entre muchos— la llama-
de los santos patronos de los pueblos o de da Catum, que denunció en 1687 el cura
los barrios, que más temprano que tarde de Cahabón que realizaban sus feligreses
fueron incorporados a la mitología local k’ekchís, “untados todos de betunes ne-
como antepasados sacros (Ruz, 2010). gros, colorados y amarillos”, “pintados de
En este sentido, no está de más recor- tigres y culebras”. Y ya que se nos recuerda
dar que, en el periodo prehispánico, se tra- que los rituales de personificación baahil
taba de gobernantes que podían, en otros aɂn se asociaban “con ceremonias ígneas o
contextos, figurarse hasta como “padres- de lumbre”, cabe señalar que el cura preci-
madres” de las divinidades, al hacerlas na- só que los danzantes, a los que, como era
cer en el plano del universo, a través de de esperar, vinculó con el demonio, se ex-

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hibían, “llenos de llamas del Infierno, que a vinos contenidos en crisálidas. Embriones
la vista parecían condenados” (Ruz, 2010). que, nos explican los biólogos, evolucio-
Buena muestra de la persistencia de al- nan a pupas, larvas y alcanzan finalmente
gunas de esas danzas de personificación a el estado de imago, cuando el insecto o la
las que alude con gran detalle Velásquez, es mariposa podrá emprender el vuelo, libe-
la llamada Ko’Šal, que se celebra en Agua- rada de su continente, protector a la vez
catán, en el occidente guatemalteco, la cual que opresor. La idea de imago ciertamente
tiene como objetivo permitir a los familia- invita a recordar lo que, se asegura, hizo
res difuntos regresar al mundo de los vivos el Dios cristiano al crear al hombre “a su
al menos una vez al año, conforme al día imagen y semejanza”. Pero es también una
propicio del calendario maya que indique noción que, adoptada y adaptada, puede
el especialista ritual (mam), el cual invoca apreciarse en diversas concepciones mayas
a los fallecidos y les pide enviar incluso en- actuales, que apoyarían el aserto del autor.
fermedad y hasta muerte (simbolizadas por Así, don Sebastián Cruz, un reconoci-
animales y elementos asociados con el In- do especialista ritual o chimán de Ixtahua-
framundo, lugar donde residen los occisos, cán, Guatemala, en alguna ocasión en que
como en varios de los ejemplos citados por le pregunté sobre el animal compañero o
el autor), a quienes se nieguen a participar espíritu auxiliar, kulel en lengua mam, me
en la danza y, así, mantener la costumbre. señaló que éste es “dado por Dios”, y que-
Ataviados con los trajes antiguos, permiten da indisolublemente ligado a la o el recién
a sus antepasados abandonar “su prisión”. nacido, pues comparten “el alma”. El alma,
Bajo los trajes que porten sus descendien- pero no el espíritu (seub’aj), ya que si bien
tes saldrán a bailar a la luz del día. De allí todos los animales, sean kulel o no, poseen
que el especialista los convoque: “un espíritu de Dios”, éste no es igual al
humano, pues el espíritu que nosotros re-
Padre, ahora todo va bien, cibimos con la primera bocanada de aire es
Sus hijos están ante usted. el propio Dios, “porque somos Dios nosotros”,
Salga de entre los muertos me dijo textualmente. Como le pedí que
Salga de su prisión me explicara más, puntualizó:
Salga del cepo
Salga Primero sólo había el mar abajo, y
Salga a la luz del día de ahí sacó la tierra, y luego Dios se
Porque ya vienen sus vestidos dijo:
Sus trajes ya vienen “Y ahora, ¿cómo voy a gozar, pues,
Salga un poco a los rayos del sol. de mi trabajo, como el campesino,
(McArthur, 1977: 13-14). pues, que desde que sembró su maíz
tiene la alegría de comerlo? Lo voy a
Para cerrar, me gustaría resaltar que el hacer mi casa.”
análisis de los componentes o’hlis y wahyis
le permite al autor considerar que, en el Así, hizo un muñeco de barro, y él se
cosmograma que constituye la noción del metió dentro
cuerpo maya —auténtico cuerpo-mundo, (Ruz, en dictamen).
universo texto—, ambos son “un tipo de
dioses encerrados en el cuerpo”, cuyas sus- Aquí concluyo. Confío en que, aunque
tancias quedaron contenidas en los conti- expuestas a vuelapluma, estas considera-
nentes corpóreos de las creaturas que ellos ciones hayan estimulado a leer el texto y,
mismos crearon, envueltas, enclaustradas, asimismo, hayan dejado constancia de la
a modo, por así decirlo, de embriones di- admiración que me suscitó la lectura de

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éste que, más que un libro, es un auténti- las multifacéticas imágenes y el complejo
co Thesaurus, sin ninguna duda destinado a pensamiento de esos dioses, que hicieron
convertirse en un verdadero clásico. del cuerpo maya su morada.
No resta, pues, más que agradecer a
Erik Velásquez por permitirnos atisbar en
Mario Humberto Ruz
Centro de Estudios Mayas
Instituto de Investigaciones Filológicas
Universidad Nacional Autónoma de México

Autores citados
Ara, Domingo de
1986 Vocabulario de lengua tzendal según el orden de Copanabastla (tzeltal-español),
[c. 1560] M. H. Ruz (ed.). México: Universidad Nacional Autónoma de México. Institu-
to de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Mayas (serie Fuentes
para el Estudio de la Cultura Maya, 4).

c. 1560 Egregium opus. Iuxta ussum oppidi Copanauastla (Vocabulario español-tzeltal).


Manuscrito (próxima edición).

Coto, Thomás de
1983 Thesaurus verborum. Vocabulario de la lengua cakchiquel vel guatemalteca, nue­
vamente hecho y recopilado con summo estudio, travajo y erudición, R. Acuña,
edición, introducción y notas. México: Universidad Nacional Autónoma de
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En dictamen En las orillas del mundo. Religiosidad local y heterodoxia en la Guatemala virreinal.
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2004 Balam. El jaguar a través de los tiempos y los espacios del universo maya. Méxi-
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