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Oral Bécquer - Rima 14 y 20

- XIV -
Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,
la imagen de tus ojos se quedó
como la mancha oscura, orlada en fuego,
que flota y ciega si se mira al sol.

Adondequiera que la vista fijo


torno a ver sus pupilas llamear;
más no te encuentro a ti, que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro


desasidos fantásticos lucir:
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche


llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos,
pero adónde me arrastran no lo sé.

XX
Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.

Introducción a la mirada
“Los ojos son la ventana del alma” escuchamos constantemente pero, ¿a qué nos referimos
exactamente cuando pronunciamos esta metáfora? Existen diferentes maneras de expresar las
emociones desde el lenguaje corporal, las conductas y el arte. Pero, una de las maneras en
que se manifiestan aunque tratemos de ocultarla es a través de los ojos, ya que es el reflejo
comúnmente de todas nuestras emociones.
SE MUESTRA DIAPOSITIVA DE LAS DIFERENTES MIRADAS
Para Iris Zabala uno de los tópicos en Bécquer es el intimismo y el refugio que: “dan
palabras y versos a este sentimiento de fracaso existencial cuya única salida es, en fin de
cuentas, la poesía, el refugio en el ensueño, en el recuerdo personal o en la memoria histórica
idealizados” (Zabala, 57). Estos temas son los que unen las rimas XIV y XX.

BÉCQUER Y LA MIRADA
Rima XIV
Describe el encuentro del poeta con una mujer a la que ve solo por un instante, pero que le
provoca una fuerte impresión, esa impresión que cobra importancia sobre todo por la mirada.
La rima comienza con los versos:

Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,


la imagen de tus ojos se quedó
como la mancha obscura, o el brillo
de un lucero borroso que titila.

En estos versos, el yo lírico utiliza la imagen de los ojos para transmitir la intensidad de la
impresión que la mujer le causa al poeta. La comparación de la imagen de los ojos con la
mancha obscura o el brillo de un lucero borroso sugiere que la presencia de la mujer es difusa
y efímera, pero al mismo tiempo deja una huella profunda en la mente del poeta. Y esto se
relaciona sobre todo con:

La ausencia del cuerpo: es el símbolo de la mujer idealizada sin cuerpo. La mirada es lo que
identifica a esta mujer. Anhelo de unión permanente con la mujer, con la poesía. Es esa fusión
total con la poesía. La fusión total con la mujer. Acto erótico por más que fuera imposible, se
la desea igual a pesar de la imposibilidad. Y ahí reside la importancia de los ojos y la mirada:

La mirada

Adondequiera que la vista fijo


torno a ver sus pupilas llamear;
más no te encuentro a ti, que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro


desasidos fantásticos lucir:
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Así, el poeta reflexiona sobre la fugacidad de la experiencia, y sugiere que lo importante es la


intensidad de la emoción que experimenta al encontrarse con ella. La mirada cobra un papel
importante en estos versos ya que no solamente es la conexión con el mundo material sino
con los sueños y el mundo inmaterial.

En Historia y crítica de la literatura española, Iris Zabala cita a Jorge Guillén a propósito de
Bécquer:
“Jorge Guillén afirma que Bécquer representa lo inefable soñado y su imaginación creadora
está justamente centrada en la fugacidad. Recrea los objetos sin contornos, de sueños y
ensueños, lo evanescente; aquel instante único que, a menudo, cobra términos espaciales”
(243).

Y continúa:

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche


llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos,
pero adónde me arrastran no lo sé.

Se puede interpretar, además, a los ojos como un camino hacia lo inefable, lo desconocido.
En términos platónicos podríamos decir hacia un ideal del alma, hacia la conexión con “lo
otro” pero que el yo lírico no conoce. En estos versos también están presentes dos tópicos
románticos como los fuegos fatuos y la noche. Esas manifestaciones también incorpóreas
(como la figura de la mujer deseada) que suceden sobre todo en la noche por su ambiente que
permite la reflexión, dejar volar la mente y que las ideas aparezcan sobre las personas. Aquí
se plantea la interrogante, ¿es un sueño o es un recuerdo? Pero los versos finales, de alguna
manera, vaticinan el camino hacia ese amor no correspondido porque se realiza la
comparación del caminante pereciendo y del amante yendo hacia un camino desconocido
pero que intuye que no sea el mejor.

Y terminando con esta rima, Alborg expresa que Bécquer está buscando palabras para darle
forma a lo intangible (como los fuegos fatuos), esas almas que pueden ser vistas por los ojos
biológicos y a su vez por los ojos del alma.

Rima XX

En esta rima, la mirada también toma un papel importante. En este caso, Bécquer utiliza
imágenes de fuego y calor para describir la pasión que siente por la amada.

Sabe, si alguna vez tus labios rojos


quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.

Sebold expresa lo siguiente. Bécquer es “es romántico en su amor a la distancia, a la


vaguedad y la imprecisión, a la aspiración de lo inaccesible. Esto no sólo se aplica a su
pensamiento y estilo, sino a su fondo, ambiente y medio de expresión” (436).

Así, esa invisible atmósfera abrasada es el símbolo de pasión y deseo, una especie de capa
que el yo lírico desea romper para lograr el contacto físico, sin embargo, como esto no es
posible (por lo menos al momento), el yo lírico se siente besado por la mirada.
Nuevamente, y como lo expresa el verso “que el alma que hablar puede con los ojos” la
conexión de los amantes se basa en un instante que sólo ellos pueden percibir por la ventana
del alma. Además, de lograr esa conexión completa con el espíritu desde los mismos ojos. Y
allí encontramos otro de los tópicos románticos españoles, la lucha constante para encontrar
la fusión entre el deseo físico y el deseo espiritual.

BIBLIOGRAFÍA
Alborg, Juan Luis. Historia de la literatura española. Gredos Editorial S.A., 1966.
Dwin. “4 Miradas Que Dicen Todo.” • Aesthetic; • | aminoapps.com, 27 June 2020,

aminoapps.com/c/aestheticoficial/page/blog/4-miradas-que-dicen-todo/kw3e_oBHGu4YBo6

LXjqMq2NwBQ6ZNXgW8E.

Zavala, Iris M. Historia y Crítica de la Literatura Española: 5/1. Romanticismo y Realismo:

Primer Suplemento. 1994.

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