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PEDRO GIL ITURBIDES

El padrino político en el proceso de fundación de la Liga Municipal Dominicana


(LMD) lo fue don Virgilio Alvarez Pina. Era el año de 1938 y la República
Dominicana acudía al I Congreso Panamericano de Municipios que se reunió en
La Habana, Cuba. El 18 de noviembre, ese cónclave votó una resolución por la
que recomendaba a los gobiernos del continente organizar entidades que
contribuyesen a fortalecer los gobiernos locales. Don Virgilio, conforme nos contó
don Wenceslao Troncoso Sánchez años después, vino entusiasmado.

Sugirió al Gobierno Dominicano, que presidía don Jacinto B. Peynado, la creación


de este tipo de entidad. Pero de igual modo lo conversó con Rafael L. Trujillo,
quien era el poder detrás del trono. No escasos tiempo y argumentos invirtió don
Cucho, conforme nos refiriera don Wenceslao, en convencer a Trujillo para que se
acogiera la iniciativa. Trujillo, que ya había anulado la secular autonomía
municipal, veía en esta asociación, un proyecto autonomista. Pero, a final de
cuentas, cedió.

De este modo autorizó que se redactase el proyecto de ley, y que se enviara al


Congreso Nacional. Un mes y cuatro días más tarde se promulgaría con el número
49, y se determinó organizar la Liga Municipal Dominicana. La ley no instituyó el
organismo, sino que dispuso la convocatoria de una asamblea de Ayuntamientos y
de otros organismos de categoría similar, que determinaría su creación.

Pero lo que estableció la ley, y ha prevalecido a lo largo del tiempo, fue que la
asamblea estuviera presidida por el Secretario de Estado de Interior y Policía. Los
puntos básicos de los estatutos de la entidad fueron previstos en la ley. Esta
previsión incluyó disponer que la entidad se dotase de reglamentos que rigieran su
desenvolvimiento administrativo.

La asamblea constituyó la LMD, y con posterioridad, en 1941, se escribió su


primer reglamento, copia del cual hallamos en el Archivo General de la Nación.
Esta asamblea eligió a don Wenceslao como secretario general. Pero, conforme
nos contó, la escogencia estaba destinada a suplir un requerimiento inmediato, en
razón de las urgencias de la asamblea. En realidad, poco después, habría de
renunciar. En su lugar fue elegido don Mirtilio Peguero, un callado antitrujillista
apadrinado por don Virgilio, que ejerció el cargo por el decenio siguiente.

Pero como nos contase don Mirtilio, en realidad la Liga era un departamento de la
Secretaría de Estado de Interior y Policía. Con el gracejo que lo distinguió en vida,
decía que el cargo se lo procuró don Cucho, a sabiendas de sus inclinaciones,
«para llevar la comida a la casa». Y él tampoco tuvo mayor interés en que la Liga
fuere esa entidad de carácter asociativo, autónoma aunque sin que se
mencionase este vocablo, prevista por la ley.

Cuanto se relacionaba con las gestiones requeridas por los gobiernos locales, sus
necesidades de servicios y asesoría, tenían en él un tramitador. Don Mirtilio
conocía las limitaciones políticas que lo cercaban y no buscó trascenderlas. Si
alguna gestión suya no hallaba la respuesta conveniente, recurría a Don Cucho,
sin importar la función que desempeñaba. Era su paño de lágrimas y sostén.

De tal modo transcurrió su prolongado mandato. En el decenio de 1950, bajo las


gestiones sucesivas de los doctores Jaime Manuel Fernández y Héctor Pérez
Reyes, la LMD se separó en el orden institucional, de la Secretaría de Estado de
Interior y Policía. Se abrió la estructura administrativa que debió instalarse para
dar servicios a los gobiernos locales, lo cual se encuentra en el trasfondo de la ley.
Poco después de la clausura de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo
Libre, la LMD abrió sus puertas. Sus oficinas se alojaron en el edificio en que fue
exhibida la muestra de la Secretaría de Estado de Interior y Policía. En ese local
funcionó hasta la construcción del edificio que ocupa, erigido a principios del
decenio de 1970.
Como puede verse, los cambios la arroparon aún con Trujillo como poder tras el
trono. Sin embargo no se modificó el sentido de la ley, o las disposiciones
reglamentarias vigentes. Por tanto, se mantuvo por extensión hacia toda
asamblea, lo dispuesto en 1938 respecto de la presidencia de la asamblea
constitutiva. De igual modo se conservó el que el titular de este despacho del
Poder Ejecutivo presida el Comité Ejecutivo de la LMD.

Sin embargo, ¿qué papel cumple el Secretario de Estado de Interior y Policía en


una Asamblea General de Municipios, o a la cabeza del Comité Ejecutivo de la
Liga Municipal Dominicana?

El 24 de abril de 1494, fue instalado el primer Ayuntamiento del Nuevo


Mundo en la Villa de La Isabela, en lo que hoy es el municipio de La Isabela
en la provincia de Puerto Plata, constituyendo el principio del desarrollo en el
nuevo continente, de la vida administrativa municipal y comunitaria. Los
Ayuntamientos o Cabildos durante la colonia tenían funciones normativas,
jurisdiccionales, impositivas y recaudadoras de impuestos, arbitrios y tributos
en general que engrosaban los fondos de la Corona.

Cuando fue tomada la parte Oriental de la Española por Toussaint Louverture


en el año 1822, la Isla fue dividida en dos Departamentos: el Oriental con su
capital Santo Domingo, el del Norte o Cibao con su capital Santiago de los
Caballeros, y a los municipios se les cambió el nombre denominándolos
parroquias.

El 26 de julio del 1801, la Asamblea Central vota por la ley para regular la
administración municipal. En ella se disponía que en cada territorio o
parroquia existiera un Ayuntamiento que estaría compuesto por un Alcalde y
cuatro Regidores. El Alcalde tenía atribuciones administrativas entre las
cuales se encontraban: Administrar justicia menor, que es lo que nuestra
legislación actual llama infracciones de simple policía y Registros Civiles que
consistía en anotar los actos de registro y traspaso de las propiedades y
negocios realizados en el municipio.
Al proclamarse la Independencia de lo que hoy es la República Dominicana,
el 27 de febrero del 1844, y elaborarse la primera constitución, los Trinitarios
proponían que para la mejor y más pronta expedición de los negocios públicos
se distribuyera el Gobierno en: Poder Municipal, Poder Legislativo, Poder
Judicial y Poder Ejecutivo, sin importar el orden de principalía de los poderes
del naciente Estado Dominicano. Para los fundadores de la República el
Municipio constituía un poder del Estado.

Diversas disposiciones legales han regido a nuestros Ayuntamientos a través


de la historia, hasta culminar en la Ley 176-07 del Distrito Nacional y los
Municipios, de fecha 12 de julio del 2007 promulgada el 17 del mismo mes y
año y publicada en la Gaceta Oficial No.10426. Esta derogó en su totalidad
todas las disposiciones anteriores relativas al quehacer municipal. La primera
legislación municipal dominicana fue la ley No. 32 del 2 de mayo del 1845.
En ella se delega la Administración Comunal de los Ayuntamientos y éstos
ejercían el gobierno político y económico de las comunas.

En nuestra constitución nunca se ha consignado el municipio como un poder


del Estado, sino como una división política administrativa con un organismo
de gobierno denominado Ayuntamiento, cuyas funciones y atribuciones del
constituyente ha dejado abandonadas a que lo establezca el legislador.

Leyes muy importantes fueron las Nos. 3455 y 3456 del 21 de Diciembre de
1952 sobre Organización Municipal y del Distrito Nacional. Aunque fueron
modificadas en 1961 por la Ley No.5622, el hecho de haber permanecido
vigentes por más de 40 años, demuestra que en su momento eran legislaciones
adecuadas, al grado de desarrollo que vivía el país.

La citada ley No. 5622, trata sobre autonomía municipal. A partir de la misma,
los ayuntamientos comenzaron a funcionar como verdaderos gobiernos locales
sin que fuera necesaria la autorización del Presidente de la República o
cualquier otro funcionario para realizar sus actividades y así está consignado
en los Arts. 1 y 2 de esta ley que establece como normas inherentes a la
autonomía municipal, que los ayuntamientos no requerirán autorización del
Presidente de la República para realizar actos de las funciones que establecen
la leyes 3455 y 3456.

No obstante, posteriormente se han dictado leyes que han cercenado la


autonomía municipal restringiéndole su capacidad de establecer arbitrios y
tasas por servicios, así como el requerimiento, excepto para el Ayuntamiento
del Distrito Nacional, de la aprobación de la Liga Municipal Dominicana para
la ejecución de proyectos, presupuestos y demás actos inherentes a sus
funciones.

La recién promulgada Ley 176-07, confiere amplia participación a la


ciudadanía en la gestión del municipio y obliga a las autoridades de los
ayuntamientos a ajustar sus actuaciones a las normas legales. Además le
otorga derecho de participar en la formulación del presupuesto municipal y
dar seguimiento al desarrollo de proyectos y obras a construir. También
concede derechos y estimula al ciudadano a vigilar, denunciar y someter a la
justicia a quienes no cumplan con sus deberes y funciones; promover su
destitución si no reúnen las condiciones que exige la ley para ejercer el cargo
de síndico o regidor, o porque hayan incurrido en causas de incompatibilidad.

El Ayuntamiento está considerado como una división Política Administrativa.


Es un organismo de gobierno, integrado en la actualidad por 37 regidores, que
constituyen el Concejo Municipal, que es el cuerpo legislativo y de
fiscalización; por el Síndico/a y el Vice síndico/a. El Síndico o Alcalde es el
ejecutivo del gobierno local

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