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1

POESÍA CONCRETA
POR:
PAZ DE LA HUERTA

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


2

CONTENIDO

Preguntas y respuestas de la mañana: 6

La súplica y la piedra 7

Txetle, corazón de fuego 8

Interpretación no solicitada del Cuadro negro sobre fondo blanco del pintor ruso
Kazimir Malévich: 9

Hands 10

Marisa di Giorgio reverdece en un panal de hiel 11

Flores en una esquina sin hombre 12

Las transiciones de la luz 13

Sunday 14

B*tch 15

Casa Blanca 17

Calipso 18

666 19

“Nothing Compares 2 U” 20

Perseo 21

Jacintos 22

No querrás ver... 23

Loba 24

Cristal sentido 25

Evans 26

María Matilde 28

Manantiales áureos 29

Extraños sueños de Silvia Plath 30

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


3

Casa Roja 31

Visita inesperada a Marcel Duchamp 32

Stain 33

Breve tema de amor 34

Luces aullantes 35

Desnudando un pájaro para Raúl 36

Canción del árbol que fue talado 38

Palabras de desánimo a una poeta norteamericana 39

Breve diálogo con Meira del Mar 40

Las volcánicas fluorescencias 41

Cat 43

Un antiguo librero 44

Preámbulo de discurso para leerse en los días imposibles 45

Retrato alterado de Bambi 47

Poema Rudo 48

Malibú 49

Poema del amor definitivo 50

Día de Sioux para iniciar los cantos oscuros 51

Fuego 52

Ninja 53

Basura quemada 54

Gótica Caribe 55

Aparición de Ramón Illán Bacca pidiendo permiso entre la gente 56

Escribo con tos 58

Nueva sangre 59

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4

Trans/figuración de la medusa 60

Sondas 61

Irlanda 62

Hola Kitty 63

Hermana calle 64

Descensum 65

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5

«Mi alma tiene miedo y tiene audacia. Es una muñeca grande,


con rizos, vestido celeste.
Un picaflor le trabaja el sexo.
Ella brama y llora.
Y el pájaro no se detiene».

Marosa Di Giorgio

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6

Preguntas y respuestas de la mañana:

¿Quién lleva con tacones rojos mi pedazo de muerte cada mañana?

Soy yo la que lleva en bandeja las cuchillas y las jeringas, tú te sirves lo otro.

¿Podrá un misil endulzar aún más este café?

No, un misil no lo hará más dulce, algunas abejas secas a lo mejor, unos más pesimistas
prefieren las infames hojas de la Datura Stramonium.

¿Presentirá el colibrí esa medusa que se acerca lentamente tras él?

A través del néctar, el colibrí ve el reflejo de uno de los tentáculos de la medusa, entonces
suelta el polvillo lisérgico de sus alas para enceguecerla.

¿Qué tan perjudicial sería fumarse una almohada de plumas? Sería

mejor fumarse una paloma viva.

Por hoy me quedo a descansar dentro de este zapato. ¿Y tú?

– Prefiero descansar en tus brazos, amor.

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7

La súplica y la piedra

Son siglos a la orilla

de este arroyo,

esperando una palabra tuya, un

mínimo temblor.

El paisaje cambia con cada estación. Y

tú, inmóvil,

así siempre,

impenetrable al deseo.

¡Piedra que contiene la piedra!

Raíz de lo inquebrantable.

La palabra más antigua que jamás será pronunciada. Duro

elemento que la luz no atraviesa.

Fósil, Dios elemental.

Piedra negra.

Espejo del tiempo.

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8

Txetle, corazón de fuego

En el interior de una caja negra: una voz de auxilio que nadie atiende.

También un pájaro apenas vivo cuyo nombre nadie conoce.

En el interior de un pájaro: frágiles órganos que incuban el canto. Extrañas plumas que
crecen dentro.

Dentro de este poema: nada. Sólo aire, desolación, una caja que contiene otra caja y otra y
otra y otra, y un pájaro invisible que no alzará vuelo.

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9

Interpretación no solicitada del Cuadro negro sobre fondo blanco del pintor
ruso Kazimir Malévich:

Esta es una habitación a oscuras.

Hay una cama y un hombre recostado sobre ella.

También hay un gato durmiendo, por eso no ves sus ojos encendidos.

Hay ruidos en la habitación que empiezan a inquietar al hombre. El bombillo está fundido.
Hay algo que se arrastra. El hombre se levanta, te mira justo ahora…

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10

Hands

Nuestras manos buscándose en aquel cine. Nuestras manos tratando de leer sus líneas
mientras se tocaban. Mi mano sorprendida por tu beso en aquella esquina rodeados
de amigos. Nuestras manos en un recital de poesía traspiradas de emoción. Nuestras
manos que destruyeron todo y no dejaron nada que levantar del suelo. Mis manos
vacías, tus manos llenas de egolatría... Dedos fantasmas que rozan nuestra cara
ciertas madrugadas.

Desatormentándonos. Voy de los días a tus manos. Voy hacia ti en la hora más
orquídea. Voy calmado. Voy de tus manos a los días, a la colmada constelación,
al cambio de luz que ocurre de la aurora al temor.

Como mirar al sol de frente y luego tratar de mirar directo a tus ojos, amor.

Como retirar mis ojos de los tuyos y dirigirlos al fuego que se estremece en el horizonte.

Como dejar de ver el horizonte en llamas y llevar la vista hacia dentro de uno mismo.

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11

Marisa di Giorgio reverdece en un panal de hiel

La virgen que llora sangre.

La virgen que aparece cada tanto en paredes y jabones de baño. La

virgen paridora de .sicarios.

La Virgen dolorosa que habita en cada himen. Las

once mil vírgenes desmembradas en Tijuana. La

virgen Marosa taladrada por siete colibríes

La virgen que cansada del Niño en brazos lo rompe contra el suelo. La

virgen estrecha del alumbre

La virgen Orisha: Reina del Río.

La virgen demoníaca cubierta de moscas La

virgen magna que engendra corderos. Ante

ella

¡Póstrate, humíllate! No

esperes un milagro Ella

es una y todas

Ella es la mujer inmóvil.

Miró atrás,

Te ve con lástima.

Toda concepción es inmaculada

Toda vela llora lágrimas de cera.

Toda virgen.

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12

Flores en una esquina sin hombre

Hay días en los que te extraño endemoniadamente. Echo de menos tu ácido


sentido del humor, tu risa extravagante o el hecho de reír juntos.

Extraño verte aparecer entonando el estribillo de alguna canción compartida, verte


aparecer lleno de cansancio con un morral a cuestas, decirte buenas noches, cosas simples
como estas.

Echo de menos el camino que conduce a tu casa, ahora minado de moralidad y


prejuicios. Extraño tu casa, tu cuarto y el desorden juvenil de libros y ropas amontonadas
sobre la cama. Echo de menos al Hombre, sus ojos, sus manos, el contacto eléctrico de sus
vellos.

Extraño bajar tu cremallera y enfrentarme al ímpetu de tu sangre, sentir el


astringente sabor de la culminación entre mis labios... Todos coinciden en que tomará
tiempo dejar de añorar todo esto. El mundo dice que tomará tiempo, Doc dice que
tomará tiempo...

Pero en el centro de cada cielo: insisten tus ojos, y en tus ojos los míos. Los días

descendiendo con brusquedad sobre las cosas.

El Dios de Schowb, de Proust y Gokú, se ha pronunciado, las esferas del dragón


nunca serán reunidas, los mundos imaginarios siguen intactos, y hay días como este en que
te extraño endemoniadamente.

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13

Las transiciones de la luz

Una armónica china de hojalata Un

reloj averiado

Algunas monedas de centavos y de a peso Un

ojo de buey

La polvera de una mujer

Lo que no tolera la luz huye despavorido y encuentra su grieta su escondite

Cada cosa es expuesta Es

desnudada

Hasta lo más pálido vibra al ser mirado La

luz sigue su ruta

Se abre paso a través del fino encaje de una cortina

Parece detenerse sólo un segundo en aquella rara habitación en donde unos hermosos
pies blancos se balancean el aire

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14

Sunday

De amar sólo queda el cansancio de haber amado. El sabor a nada de ciertos recuerdos.
Queda el cuerpo martirizado de San Sebastián pidiendo algo de reposo, y también
queda un poco de alegría derramada, restos de comida en un plato, algo de licor en
una copa, ese eterno instante del presente.

Después de una gran fiesta no queda mucho. Queda una abeja ahogándose en una copa de
vino. Quedan huellas de labios en los vasos en los que bebimos. Botellas de
cerveza medio llenas donde el amanecer entra y se fermenta. Queda un cuerpo
exhausto, una cremallera medio abierta donde la luz no entra. Sus labios
temblando por una mano invisible que los toca. Queda un eco de vidrio,
rompiéndose; un eco de luna de bronce, y luego palabras en la resaca de la
ausencia

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15

B*tch

La perra que llevamos dentro

Mueve la cola

Pela los dientes

Luce un collar con un número telefónico y una dirección para que la devuelvas a su casa,
si se pierde.

La perra que pasea con su dueño A

veces se suelta

Se mete en tu casa Te

husmea el trasero

Come de tu mano

Sólo para que pases los dedos por su lomo aceitoso Para

que le des algo de comer

Te la folles sin compasión y deje algunas garrapatas en tu pulcra cama. La perra

a la que le arrojas agua hirviendo

Hoy vuelve a las calles A

tu cuadra

No tiene límites,

Trae encima cicatrices de cables eléctricos,

Tiene el coraje de babear el barrio con su perdición y su orgullo. La

perra que soy está cansada, pero no saciada

Una manada sediciosa la persigue a toda marcha por las fábricas.

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16

Por clausurados cines y hospitales de caridad. Ella

los conduce directo a su ruina

Les dará sin premuras su filete envenenado. Y,

luego,

Seguirá su camino de hambre y ruegos

Mientras la ciudad se hunde en su sueño de gasolina hasta el próximo infierno.

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17

Casa Blanca

Después de un siglo,

en un inesperado jardín,

bajo una pulida piedra blanca

Emily Dickinson encontró la palabra

que le fue siempre esquiva.

Sabe que es efímera e invaluable. Sus

manos tiemblan al verla,

los ojos la contemplan

como la primera vez. Poeta

y palabra abandonan el

jardín hechas una sola

palabra, recién escrita,

impronunciable.

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18

Calipso

Un día papá fue por cigarrillos y no volvió más nunca. A

nadie pareció importarle

Amá lucía serena.

Hasta se compró esa vez un nuevo vestido y desde entonces usó más colorete que de
costumbre.

Todas las tardes, papá se sentaba en la terraza a ver pasar "hembras"

— "¡Mira ese culo y esas tetas!".

Desde la otra acera las hembras le lanzaban miradas de odio tropical. Él se

agarraba las bolas y echaba una maldición al aire.

— Un día irás husmeando la noche detrás de una de ellas, hijo.


— ¡Nunca! Yo quiero ser una de ellas.

De eso, hace muchos años ya.

Hoy camino por la vereda con zapatos de tacón.

Mientras los muchachos me gritan: "— ¡Mami! ¿De quién es todo eso?". Y

"todo eso" lo muevo con más ganas, con alegría maraquera.

Y muy raras veces me pongo triste

Y recuerdo que mi padre fue un día por cigarrillos Y

más nunca volvió.

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19

666

"El diablo se esconde tras cada cosa..."

En el centro de la rosa una escalera en caracol conduce a un jardín subterráneo. Angustia y

reposo.

Habitáculo mío, allí prisionera.

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20

“Nothing Compares 2 U”

Nada se compara a ti

Nada es comparable contigo

Eres la última cuenta de este doloroso Rosario que a diario recito.

Eres la campana de bronce sonoro y el gallo desangrado que canta cada amanecer.

Eres esta súplica

Y los días que me aguardan con hachas

Eres el minutero del reloj y cada cosa que muere en su curso... Eres el

HOMBRE.

Este maldito espejo que se aja cada vez que me veo frente a él. Deja de

ser

Te lo pido

No soporto más

Deja de ser

Tan sólo por un instante

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21

Perseo

Los años. El cansancio, las arrugas. El resplandor inesperado: ¿el amor?

La nada en los bolsillos, una lámina de chocolatinas Jet con el paisaje rocoso de Isla
Crista. Su voz al otro lado. El amanecer y el café negro. Ese espejo de esmeralda
en el que se mira a diario a través de los ojos de su gato. Un mito griego: el amor.

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22

Jacintos

Dentro de la jaula que lleva el muchacho negro en manos, el pájaro silba. A diario

pasan por mi calle

Cuelga la jaula de la rama más saliente del árbol de enfrente Y

prende un cigarrillo de yerba olorosa.

A veces, se pone de pie y expulsa una densa bocanada dentro de la jaula. El

avecilla trina con más intensidad.

El muchacho negro sabe que lo miro

Por eso lleva su mano hasta ahí y la frota

Y como siempre ocurre (al pasar los minutos) Se

detiene al pie de mi puerta:

— ¿Y qué, estás sola?

Y la voz de mi madre cantando desde el patio lo desilusiona otra vez.

— Tal vez mañana — Le respondo.

Luego se marchan

Hombre y pájaro

Presas de un deseo enjaulado.

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23

No querrás ver...

Deja que la luz llene tu cuenco.

No permitas que llegue a ese rincón que tanto temes.

Aun no querrás ver cómo ha crecido eso que allí se oculta.

Eso que dejaste a su suerte apenas respirando y con la boca seca.

Deja que la luz sólo llene tu cuenco.

Tus cuencas vacías.

Ciega,

Huérfana.

Es hora de emparedarte. De

tapiar esta horrible casa

Hospedaje de la ruina Refugio

de la nada.

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24

Loba

Un fuerte aullido persiste

Inextinguible

Reclama su parte de victoria en el imperio

Grita el nombre de sus hijos destetados Loba

es inmortal

Ha atravesado siglos

Épocas de miseria y epidemias

Del fuego de la hoguera al neón de los antros Se

ha hecho humana

Épica en una ciudad sin cumbres

Ha dejado su huella licántropa en los cuerpos frescos que deja el amanecer a merced de la
jauría.

El miedo, el miedo…

Loba es pálida

La noche caníbal le dará el rouge adecuado Le

humedecerá las fauces de tinta fresca De

ensordecedores ecos

Un aullido persiste inextinguible

Doloroso como Loba

Cómo parto del odio

Loba la luna que amamanta a los muertos. Loba la luna que arrulla a los muertos...

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25

Cristal sentido

Temo a quien está detrás de esa puerta, al otro lado del espejo, detrás de mí, encima mío.

Son latentes tantas presencias a esta hora El

reloj lo confirma al detenerse.

El cuerpo rígido

La lengua del miedo que todo lo lame

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26

Evans

Por todas las hormigas que aplastante con tu dedo. Por

los gritos de auxilio que no atendiste

Por el silencio que das como respuestas Por

ese ¡NO! que rompía aquel silencio.

Por no abrir la puerta a ese fantasma temeroso

Por los vasos de agua que niegas a los muertos (vivos)

Por mi mano que dejaste extendida mientras la sombra me tragaba. Por el

brilló de tu diente de oro en un corredor de desahuciados

Por las monedas que recibiste como pago a tu traición. Por

mi cara pisoteada con tus botas de cuero.

Por ponerme de rodillas cuándo yo sólo quería abrazarte. Por

eso y más

No mereces el sueño

Ni la luz

Ni ese cielo en el qué te mueves al acecho.

¡MUERE!

Ya es tu tiempo

Hazlo

De la forma más amarga

Colgado de aquel árbol rojo qué un día fue antorcha.

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27

Abrasado por las llamas

Engullido por las aguas.

¡MUERE!

Es este tu momento

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28

María Matilde

Hay una casa vacía que flota como una isla.

Hay una hija en los retratos que cuelgan de las paredes No

hay un escondite

Hay una madre de manos que se extienden como enredaderas, buscan su cabello, su
vestido nuevo.

Hay un padre

Un hacha y un retazo de seda Un

pétalo que tiembla

Una gota de sangre que se endurece. La

espera lo heredado

La vida

La preñez

La sangre menstrual

El hastío

La bondad

El miedo

La poesía

Esos muertos que nos hablan al oído.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


29

Manantiales áureos

El mar que aparece en los sueños al abrir cualquier puerta

Fantasmal y tranquilo

Oleaje lento al anochecer

Conchal podrido

Un cuerpo negro olvidado en la orilla, picoteado por alcaravanes Las

cuencas vacías

Un enorme hueco en el vientre

Pozo de agua estancada donde flota un animal descompuesto que la luna mira.

El río corre, fluye, desemboca en tus manos; siempre llega la aurora y desaparece
momentáneamente; y regresa otra vez, también la luz; que pone al descubierto eso
que creíamos perdido para siempre.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


30

Extraños sueños de Silvia Plath

Soñé que un demente inyectaba cianuro a algunas manzanas en los supermercados y una
niña blanca como la nieve daba el primer mordisco.

Soñé que Tituba, la bruja negra de Salem, me curaba con la sangre tibia de un gallo cuello
escarlata.

Soñé que mi mascota muerta moría nuevamente dentro del sueño, y lloré. Soñé que

él caminaba por un puente colgante con flores en la mano.

Soñé que tenía un hijo cuyos ojos eran dos carbones encendidos.

Soñé con un inmenso cultivo de maíz y un espantapájaros ardiendo en la mitad. Soñé

con serpientes en el centro de un remolino.

Soñé algo que al levantar ya no recordaba.

Abrí los ojos dando gritos y tus brazos abiertos me recibían. Pero tu rostro era un muñón
ensangrentado porque aún seguía soñando.

Desperté más de cien veces dentro de un mismo sueño y en cada despertar era una mujer
distinta.

Es hora de levantarse dijo la voz de un niño. Por la ventana me di cuenta de que llovía.

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31

Casa Roja

La alegría inesperada de encontrar un globo azul rodando en una calle desierta. Y esa
música a lo lejos desvaneciéndose con las risas de desconocidos que se suben a un
taxi prometiendo un nuevo encuentro.

El sol que aparece lentamente, y un estruendo de esteras metálicas abriéndose al unísono.


Allá, a lo lejos, una enorme res de pies humanos deja una estela de agua sangre y
carne muerta. Frutas y verduras que serán potajes al mediodía.

¿Dónde está mi globo azul balanceándose en el aire? Lo he perdido para siempre. La


misma puerta es abierta. La misma cama sin nadie en donde caigo como un árbol
pesado en dónde se enredan las cometas.

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32

Visita inesperada a Marcel Duchamp

No te esperaba.

Toma asiento.

¿Es polen eso que traes ahí?

Pon un poco en este frasco de tinta. Te

veo más viejo.

Traes una fluorescencia contigo.

Casi una anémona.

Sé a qué vienes, pero no, aún no está listo. No

te desanimes.

Toma, come este huevo cocido.

Bebe un poco de sangre.

Ahora sí, márchate.

Ignora esa voz sofocada que sale del cuarto. El

olor a cuero.

Es sólo tu imaginación.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


33

Stain

Siempre vuelvo al viejo juego de mirar el techo o las manchas mohosas de una
pared. Bastan sólo unos segundos con la mirada fija para que las formas aparezcan. A veces
caras (máscaras) de mujeres llenas de angustia. Baconianos rostros masculinos algo
familiares. ¿Mis ex amantes? Tal vez. A ninguno recuerdo con claridad. Se desvanecen
rápido las imágenes y emergen otras; siluetas animales: un conejo largo, un pájaro sin
cabeza, un tigre como dibujado por un niño. Tan sólo parpadeo, y ahora veo números: 3, 5,
0, 9. Los primeros dígitos de alguien a quién llamaba con frecuencia en 1997. Se me viene
un breve ataque de tos y todo se desarma en la pared. Me levanto y voy por una pastilla.
Los objetos a mi alrededor –como siempre ocurre a esta hora– han cambiado de forma. No
me extraña que la puerta sea un enorme panal, o, que los cuadros sean lápidas de gente
desconocida. Mucho menos, el estar caminando boca abajo sobre el techo. No me asombra
esa concha gigante en el piso y que guarda en su interior a la terrible mujer castigadora.
Bajo por una de las paredes y mis branquias se abren. La tos se ha ido. Ella rompe el
cascarón de nácar. Estoy listo para recibir mi merecido.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


34

Breve tema de amor

Tu corazón de murano, apenas tocado, recién colgado de mi cuello. Oigo tu

latir de este lado del río, atravesarlo me costó días huyendo.

Dejé mis ropas ensangrentadas ardiendo kilómetros atrás, pude ver la nube de humo en la
distancia, la forma de tu cuerpo evaporándose...

Y el tiempo ahí

Endureciendo la arcilla

Resquebrajándola

Fosilizando huesos o madurando las uvas, vino del rencor, el tiempo. El

tiempo en tus ojos como un venado agónico.

¡Como un Dios exhausto que puede ser mirado!

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35

Luces aullantes

Mi madre pasa la mayor parte de los domingos en el patio de este antiguo caserón de una
ciudad costera caminando con dificultad entre las materas regadas por todo el lugar.
Zapatico de la virgen, dice señalando con su dedo tembloroso la flor morada con la que,
en emplastos, nos purgaba de niños las lombrices.
Y así va de matera en matera, nombrando cada planta: Sábila, para que no llegue la ruina;
Orégano para el dolor de oídos, murmura; Toronjil para los nervios; San Gregorio para
los dolores del riñón.
Aunque la enfermedad haya ido mermando también su capacidad de recordar, nunca ha
olvidado el nombre de sus matas. De repente pega un alarido:
— Pabloooo, mijo, ven acá, corre…
Entonces yo me acerco y le explico que él murió hace años, y ella, moviendo la cabeza
lentamente, aprueba lo que le he dicho. No pasa un minuto, cuando angustiada llama a la
tía Edith para enseñarle un heliotropo. Vuelvo y me acerco y le digo que la tía murió hace
un par de años, que ella y yo somos los únicos que quedamos en esta casa.
— ¿Y tú quién eres? — Pregunta mirándome desde sus perdidos ojos azul pálido.
— Yo soy tu hijo, el único.
— Yo no tengo hijos. Mi hijo, ese del que hablas, está muerto.
Dicho esto, no me queda otra cosa que volver a agazaparme en el húmedo rincón del que
sólo salgo cuando oigo cada mañana de domingo el sonido de sus chancletas al llegar al
patio.

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36

Desnudando un pájaro para Raúl

¡Ey loco, hace rato no te me apareces en sueños! Tal vez porque no estoy durmiendo
mucho. La última vez que pude hacerlo plácidamente, te vi lanzando pepas de mango
maduro a los pájaros que volaban bajo por las riberas del Sinú. Recuerdas que te hablé del
chico aquel que me recitaba tus poemas al oído, bueno, ya no está, lo maté, no existe más.
Ahora es un pájaro que se llevó consigo la paja que rellenaba mi cabeza de chico
espantapájaros. Espero que en el próximo sueño sigas allí sentado, devorando mangos y le
atines en el momento justo un pepazo fulminante directo al cogote, luego nos hacemos un
pequeño abanico con sus livianas plumas.

Raúl, es septiembre y estoy fracturado: me la paso leyendo tus poemas casi todas las noches.
A veces te busco en YouTube, elijo algún video donde aparezcas hablando, y tu voz hace
que la fisura que me atraviesa se extienda. Y tu voz profética me paraliza: nunca es tarde
para hablar de ellos, para recordarles que tú no eras el tonto, para revivir algo que el arte
siempre le ha tenido a la bruta vida:
¡ODIO!

No duermo nada, loco, me levanto muy temprano, prendo un cigarrillo mientras contemplo
los cerros de esta helada ciudad, tomo un té amargo, leo tus poemas, fumo nuevamente,
busco tu cara en la Web, paso foto tras foto que encuentro y me quedo mirándote durante
largos ratos, luego las copio y las pego en una plantilla de Word, escribo como pie de
página alguna frase tonta: “Raúl, el poeta de Cereté, me mira desde esta plantilla”. “Raúl
en una foto de su infancia”, dice la última en mis archivos.

Soy un jodido enamorado, un esquizoide, un enfermo como tú. No me acostumbro a los


cuchillos de la poesía, por eso tengo la piel tajeada. Cortaduras recientes atraviesan mi
cara, un vidrio clavado en mi costado izquierdo espera ser extraído. Cada esquina de mi
cuerpo está enconada; dolorosos retoños revientan desde lo más hondo de mis nervios.
Trato de calmarme con algún verso tuyo:
"Vives en este libro aunque te tengo miedo

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


37

Aunque apenas si hemos hablado


Pero te amo tanto como siempre
Tanto como puedas imaginar
Y estamos lejos Como
el sol del mar".

No hay mucho que debas saber de esta orilla cenagosa. Te han vuelto ensayo, antología,
mártir, demonio.

En los más nefastos recitales se cuentan anécdotas alrededor tuyo: al que alguna vez te dio
una moneda en la calle le brilla su diente de oro al contarlo; los que pusieron un plato de
comida en tus manos presumen de su caridad, aunque hoy se llenen los bolsillos con los
presupuestos de la cultura; a la que le levantaste la casa a peñones todavía tiene blindadas
sus ventanas.

Me empiezo a sentir pesado, parece que el sueño quiere arrullarme un poco, después de todo
no soy tan malo.

El cuarto desde donde te escribo tiene un hermoso techo traslucido: puedo ver caer la lluvia
a diario. Y veo también aviones y pájaros volando, y pienso en ti, y en él.

Tal vez el avión se venga abajo en el próximo meridiano, tal vez el pájaro se quede
suspendido en el aire en este instante en que creo ya estar dormido.

Raúl, este es el momento, ¡Derríbalo!

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38

Canción del árbol que fue talado

Para enmudecer: sólo una sílaba Para


oscurecer: un velo en la pupila
Para guarecer: “El paraguas de tu sonrisa” Para
amanecer: una ventana que dé a la nada.
Para enternecer: la niña rubia del almanaque sobre una alfombra de césped desincrustando
una espina de su pequeño pie
Para aborrecer: los poetas y sus cabelleras enmarañadas Para
atardecer: una caminata por calles inundadas de vallas, Para
retroceder: nada más el tiempo y un casete D-C.60 TDK.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


39

Palabras de desánimo a una poeta norteamericana

En esta casa es apenas posible moverse.


Estoy astillada y pálida como la vajilla, regalo de bodas de tu madre. A las
teteras le faltan sus orejas
Todo aquí es sordo
Esta súplica no atravesará el pasillo y será lamida por los gatos. Llegar
a la cocina me toma días.
Cada segundo todo se estrecha.
He acumulado cajas que contienen libros, álbumes, viejos vestidos de gala. Estas cosas
son mis más valiosas posesiones.
No haré caso a quien llama con insistencia a la puerta y grita mi nombre. No es
ese mi nombre.
Un ruido nunca antes oído viene de algún lado
Crías de zarigüeya tal vez.
Lo que sea ya saldrá de su agujero y me mirará directo a los ojos y le haré saber qué paso
dar.

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40

Breve diálogo con Meira del Mar

— ¡Olga! ¡Olga!
— ¿Qué escucho? ¿Quién me llama por mi nombre?
— Yo. Quién más.
— Nadie más que tú lo haría. Tantos años y tu voz es la misma desde la primera vez que
apareciste en aquel jardín.
— Sigues contando el tiempo. Bien sabes que la edad de la rosa es la misma que la de la
piedra. Ambas son una. Ambas tiemblan al ser miradas.
— Como el espejo donde veo a diario mi desmoronamiento.
— Olga. El poema no está listo aún. Descansa. Ya regresaré sin avisar como siempre.

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41

Las volcánicas fluorescencias

En el principio la luz y nada más que la luz.

Luego

Todo aquello que la luz puso en evidencia:

Una masacre

Miembros pálidos

Azulados

Negros

Puzzle de cuerpos sobre el lecho de un río seco.

Cabezas

Decenas de cabezas

Rojizas

Perforadas

Goteantes.

Pensantes

Llenas de tiempo e imágenes fracturadas.

Torsos

Anchos, delgados, esqueléticos.

Todavía con algo de aire en sus pulmones se abren al nuevo día. El sol

radiante lo incinera todo

El fuego se inicia con el destello de alguna pupila fija al cielo.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


42

Un coyote atrapa lo suyo y lo arrastra a su guarida. Al

principio la luz.

El horror y la luz.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


43

Cat

Adán vive fuera de su gato.

De vez en cuando el felino lame una de sus costillas. Es su

única muestra de afecto desde que viven juntos. Día tras día

le ve con indiferencia.

Compadece al hombre por ser un ciego en medio de la oscuridad. Por su

lentitud al moverse dentro de la casa.

Por nunca haber caminado sobre la luna.

Por ese aire de superioridad que se da cuando abre un libro o le habla a él, en ese idioma
humano, primitivo, indigno de un gato a quien bautizó con el nombre de un semidiós, como
muestra de su gran conocimiento.

La soledad es un gato sombrío.

Acurrucado

Te observa

Reposa en su sabiduría,

Nunca te dará consuelo.

Nunca serás digno.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


44

Un antiguo librero

Hace un siglo no resuenan las campanillas a la entrada de la vieja tienda de libros


Vida.

Él, en un rincón, no despega los ojos de esa amada novela de un viejo amigo escritor sin
gloria.

Subraya párrafos.

Hace anotaciones.

Se sumerge.

La estancia es sofocante

El abanico de techo sólo cuelga.

Inmóvil.

Como los recuerdos del librero.

Quien a veces toma una pausa en su lectura y recuerda a su amigo escritor. Vivo

Caminando a prisa

Despidiéndose

Con la seguridad de volverse a ver una vez más.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


45

Preámbulo de discurso para leerse en los días imposibles

En esta forma, en este pedazo de cielo. Imperfectos y llenos


de gracia, nuestra voz hizo eco, agrietó el cristal y siguió
vibrando.
Salimos de un pacífico encierro para entrar a
un ring de amarguras.
Nos llamaron raros, transgenders,
maricones, maricas, freaks de mierda, dejamos la baba celeste de
nuestro andar por bares y calles pavimentadas de miedo, pero aquí
estamos, sonriendo ante las cámaras.
Aquí estamos mirándonos en el reflejo de la limosina que pasa
veloz, en uno de los espejuelos de la bola de la disco.
¡Y sí que somos raros! ¡Los más raros de todos!
Tenemos largos cuellos de jirafas; ceñidas plumas nacaradas; arqueadas garras de
buitres para devorar los cadáveres de quienes
nos censuran; aletas y cuernos que traspasan nuestra piel: respiramos bajo el
agua, urdimos bajo la tierra.
Los más raros de la feria ambulante: miren a mi hermana y sus
dos vaginas, una que pare, otra que habla.
Miren mi pene, su punta coronada de espinas.
Miren a mi hermano José, muerto hace más de un siglo y
convertido ahora en la medusa transfigurada,
sientan su aliento de cloroformo,
sus eléctricos tentáculos que piden
a gritos un abrazo.
De esta forma nacimos, dando alaridos en las clínicas
clandestinas, todavía con un pedazo de útero en nuestras
bocas y, aunque interrumpimos el llanto,

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


46

no hemos dejado de derramar lágrimas cada vez que


uno de los nuestros es perseguido, atado, obligado a revelar el
secreto que nos une.
De esta forma, en este pedazo de cielo, desnudos y atravesando
en hordas el desierto, nosotros, los llamados a renacer,
recibimos gustosos la lluvia de fuego que se gesta en el
horizonte.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


47

Retrato alterado de Bambi

Yo, anémona, flor flúor


Yo acontezco de vez en cuando en una habitación donde terco cuelgo del techo. Hubo un
bosque, yo me perdí buscado un bosque
Yo rubí, tú, onda
Hay agitación y sangre que fractura, que quiebra el cristal hermoso. Yo,
hígado de plomo, dejo huella de ceniza donde piso.
Afuera: la sensata claridad, un cielo casi de nata, es allí hacia donde me dirijo, hasta allí el
vértigo.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


48

Poema Rudo

El cemento fresco El

semen fresco Huellas

de pezuñas Una tibia

mancha

Un nombre inscrito y una fecha...

En el alma crecen largos cabellos que salen hasta mi boca, pero tú, mi amor, tú, no te
asustas por ello.

La sangre fresca, el jugo de Lúcuma, el espanto de la carne fresca, un espejo que tiembla

Tu barba hasta mi pecho, mis 33 años, tus escasos 1.70 cms.

Caminar alrededor del lago no es descifrar su forma: un erizo se despeina en un


relampagueo, una trampa de osos ha quebrado en dos a una liebre, el horror del bosque,
el horror de este cuarto a oscuras.

Amor mío, una rama como la mano de un mago se sacude entre las cortinas de la ventana,
hay un brillo afuera, pero es mejor no salir, hay gente que camina, gente que camina…

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


49

Malibú

Ella fue una estrella en Malibú


Ahora está de regreso
Zapatos puntilla de piel de cocodrilo
Ahora está de regreso
Ella toma mis cosas sin permiso, porque
ella fue una estrella en Malibú
“— Estamos en los noventa ¡no me llames así por favor!”
—dice— y saca las llaves del auto.
Vamos al Acapulco por esa lámpara con destellos mermelada,
Encendemos un Picayune y luego la lámpara y
nos quedamos mirando por largo rato…
—“Hay tantas cosas en esa tienda” —dice—
—“También aquí”
—“¿Dónde?”
—“Aquí”
—“Uhmmm ya veo...”
Ella fue una estrella en Malibú
Ahora está de regreso.
Yo le hago las uñas, ella crispa mis pestañas
Tanto equipaje no cabe en el armario
Tanta comida congelada
Ella fue una estrella en Malibú
Aún conservo su autógrafo
Aún tomo el mismo camino todas las mañanas
Aún.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


50

Poema del amor definitivo

Hasta el lugar más alto y a su cúspide de nieve llego desnudo y grito tu nombre…

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


51

Día de Sioux para iniciar los cantos oscuros

Un día el cielo. Al otro, el espejo en el que veo mi cara de todos los días.
Las cuchillas se aglomeran en la jabonera. El hastío no es tan refrescante como la espuma
de afeitar de promoción en el supermercado. Cepillo mis dientes con las mismas ganas que
culmino este verso. Nadie aplaude, pero mi tos produce eco en el baño con baldosas de un
verde intenso. Un día tu sonrisa. Al otro una botella vacía que brilla como un diamante. Un
libro mal acomodado en la biblioteca es tan irritante como un cenicero repleto de colillas.
Bajo el fuego un libro no es más que un montón de cenizas. Un día el cielo, al otro, un cielo
incluso más monstruoso, un impaciente vacío, una línea insinuando que la siga.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


52

Fuego

Fuego: piñas de encendidas coronas

Playas y mareas de lava.

Una cabeza de leopardo emergiendo en tu pecho. Altas

palmeras en llamas.

Fuego hecho labios de ceniza: tu marca.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


53

Ninja

Todo ceniza,

papeles incendiados del día definitivo

por eso empaco estos guantes,

este pañuelo aun goteando amarguras me

sacudo el polvo,

mi traje es un liviano equipaje de la pasada estación

Todo cenizas, vidrios molidos y

el cielo que se viene abajo.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


54

Basura quemada

Basura quemada Eres

basura quemada

Joyas prestadas a una rubia tonta debutante del burlesque Basura

quemada ardiendo en la aurora de un espejo quebrado De naipes

coronados con amarillentos diamantes

De condones usados y decapitadas cabezas de piñatas con los dientes quebrados Basura

quemada es esa nube que se alza en la distancia

Son esos algodones y esos guantes quirúrgicos donde hierven disecados pétalos de sangre

Esas calabazas zumbando de moscas rubí Esos

cascarones cuajados de fetos

Esas revistas de pornografía donde ranas trasparentes babean su gélido orgasmo Todo es

basura quemada

Incluso tus labios donde se hospeda una medusa de fiebre

También tu lengua de filosas espinas plateadas

Todo es basura quemada amor

Incluso Jhune y Kent tan distantes de mí y al otro lado de la cámara pajeándose sobre un
mugroso colchón en algún scort de Manila

También Koyiro asombrada de ver flotar libélulas en el agua del lavatorio Todo es

basura quemada

Excepto este poema que hasta ahora empieza a arder

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


55

Gótica Caribe

La alta mansión en penumbras su

patio cementerio de frutas

nísperos de la desolación y cascarones de totumos incubando un eco, un grito.

Sus interiores de ajedrez, la intocada cristalería

el gran salón donde una sábana fantasmal cubre el gran piano y una

serpiente de vez en cuando se desenrosca.

A la distancia el bostezo del caimán lanza el último suspiro de la mujer que ha engullido.

Ahora ella es sólo esencia, música fracturada en el verde acuoso… Y, luego, el silencio.

Otra vez.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


56

Aparición de Ramón Illán Bacca pidiendo permiso entre la gente

Ahí viene Ramón pidiendo permiso entre la gente. “—

Parece un pájaro caminando sobre las piedras”. Parece un

hobbit bajo la lluvia.

Parece un niño extraviado y ciego, tropezando contra todo.

“— Permiso, señora. Permiso, señor. Llevo mucho afán. Me esperan”, dice Ramón entre la
gente.

Y todos lo miran con extrañeza.

Parece un bibliotecario jubilado, piensa una doña de sombrero amplio. Parece un

profesor de alguna ciencia oculta, dice un joven pálido y lisiado. Ahí va Ramón

tratando de abrirse paso entre la gente.

No los mira

Nadie existe

Nada existe

Sólo su afán por llegar a ese incierto lugar donde lo esperan.

El viejo reparador de relojes le grita: “— ¿A dónde va con tanto afán, Sr. Bacca?”. No

escucha nada

No mira los semáforos

No se detiene un segundo

Tan sólo camina y camina con una bolsita en la mano. Por

fin se ve en una calle desolada del centro.

Al fondo de ella, un hombre tan pequeño como un gnomo lo espera detrás de una montaña
de libros viejos usados.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


57

Ya le tengo el libro que me pidió. Pero el precio se ha triplicado, el autor ha muerto hace
pocos días, dijo el hombre diminuto.

“— No supe nada, nadie me lo contó”, dice Ramón con un poco de tristeza. Mejor así,

respondió el librero y lo invitó a un café.

“— No puedo, señor, voy de afán”, puntualizó el hombre que parecía un pájaro caminando
sobre las piedras.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


58

Escribo con tos

Escribo en medio del bochorno de los días, con tos y una mascota a mi lado,
recordándome que todo no es tan horrible en este mundo. Escribo con la columna
encorvada, tratando de descifrar lo que en esta fría pantalla escribo. Reconozco a veces
nombres, a veces fechas y lugares. Si pudiera hacer una lista de los hombres que he
amado, podría ser tomado por un tabulador, pero el nombre que más se repetiría en esa
lista sería Jorge, luego Luis,

— ¿Qué haces? Pregunta mi madre a veces viéndome tropezar y caer como un pesado
roble sobre la cama. Escribo, le contesto. Pero no tienes lápiz y tu computadora está
apagada, arguye ella. Escribo, digo de nuevo y por mi mente pasan imágenes de paisajes,
calles, callejones, hay una casa de tejas enormes y un patio donde una anciana degüella
gallinas y enciende un fogón de palos secos.

—¿Qué haces aquí? Me pregunta. Estoy de vuelta, le contesto. No, mi pequeño, sólo quiero
saber ¿Qué haces?

—¡Escribo! Le digo a la mujer que de inmediato se hace humo con el fuego que empieza
a tomar fuerza. Escribo, con el mismo fervor que lo hacen en el mármol de las lápidas,
porque con cada palabra quiero forjar un hueco, con cada acento, cada tilde, cada punto,
cada error ortográfico quiero infligir el dolor necesario, el justo, a la medida de lo que
escribo.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


59

Nueva sangre

Bienaventurados quienes sueñan pues de ellos será el reino de los sueños, y también
los que sufren pesadillas por que serán los encargados de destruir el reino de los
sueños.

Bienaventurados quienes estuvieron en primera fila en un concierto de David Bowie y


se dieron de frente con su mirada bicolor, pues serán los primeros en verlo descender
de su cápsula espacial.

Bienaventurados quienes tomaron de la lata de sopa de tomate Campbell's®, porque


bebieron de la preciosa sangre de Warhol.

Bienaventurados los que clamaron por un poco de agua y les dieron, uno, dos, tres
vasos de vodka helado.

Bienaventurado el hombre que se amanceba con el hombre, porque no dejará estirpe alguna
e irá por los callejones del mundo inoculando su estéril semilla.

Bienaventurada la mujer que para hombres destinados a la batalla y al goce de otros


hombres.

Bienaventurada el ave que surca el cielo de una húmeda etiqueta de cerveza.

Bienaventuradas las máquinas tragamonedas que nos acercan a la suerte de los irlandeses y
sus ollas repletas de oro.

Bendito sea el cactus que me pincha y encona el alma.

Bienaventurado tu cuerpo y los cientos de cuerpos en los que estuve buscándote hasta la
muerte.

El día

El Dios

El otro

Penden de una soga.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


60

Trans/figuración de la medusa

Tu nombre va con la marea y con la marea vuelve

Vuelve a esta orilla tu rostro quebrantado y el cielo se aturde en colores que no preciso

Vuelve tu voz estrangulada

Tu latir hecho pedazos de bruma

Añicos de bruma

Tu suspiro de cloroformo

Vuelves a esta hora espectral A

este mar espectral

Haciendo señales con un espejo de cromo

Vuelves de ocho años con tu traje de primera comunión y un ruple de estampitas con
endemoniadas medusas fulgurantes

Vuelves cada noche

Lánguido

Monstruosamente travestido

Hermosamente muerto

En esta animada pesadilla que ha sido tu muerte

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


61

Sondas

Viaje al centro de la rosa

Viajé al centro del horror mismo...

Viaje al centro de la nada

Al destello premonitorio de la aurora.

Viaje a la medusa

A su demoniaco centro de fiebre.

Viajé hasta tu breve edad

A tus pequeñas manos que sostenían palpitantes tendones de palomas. Viajé a tu

cuerpo

A la ceniza de tu cuerpo

Con la que hoy vanamente escribo tu nombre.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


62

Irlanda

Es inútil recoger ese trébol que se cruza en mi camino haciéndome creer que Irlanda está
tan cerca como para desprenderla con un suave movimiento.

Es en vano colgar herraduras detrás de la puerta, la suerte se ha marchado hace lustros tirada
por ciegos caballos, la nada es un presente y un futuro al alcance de la mano.

Ser hombre no es tan complejo como ser un roble o una liebre asustada en el matorral que
cerca el pantano. Así soy ahora mismo, asumo la forma vulgar del miedo, copio sin
modestia ese gesto de llevarse las manos al rostro ante algo obsceno, o el de esa
mano estirada esperando algo ¿y?

Sería más inútil detenerme a orillas de aquel nonato brillando en el acuoso espejo de una
perla aun no lista, aunque mejor sería soñar con una sortija ceñida en uno de tus
dedos como un pacto de lo que fue nuestro, así fuese por unos instantes.

Es inútil casi todo. Las cosas siguen su curso, las cosas, no los objetos, los objetos
recuerdan calamidades y aniversarios, las cosas son un constante palpitar. Amo
estar aquí, amo permanecer, amo mi reflejo en las ventanas, amo mi cara derretida
por la lluvia que destroza el cristal. Te amo a ti y eso es todo, un todo.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


63

Hola Kitty

Mi reloj esta descompuesto


Y lo que ya no fue hoy de seguro lo será mañana
Ya fueron Bosnia y esos tantos paisajes de la ingratitud
La miel es más dulce que la sangre, lo sabías ya desde antes Algo
nuevo hay ahora en la alacena
La canasta del picnic lleva las hormigas dentro La
hierba erizada de rocío
Los frascos de conservas.

Aloha, Kitty
¿Qué fue de la señorita mermelada? Los
días son lluviosos cuando no hay sol
Y la niña rubia del almanaque recoge el ruedo de su falda y baila El pico
del cucú agujerea el tiempo y duele
Si tuviera un enfermero me sentiría un poco mejor al
menos un poco de Datura Stramonium
O, al menos, “eso”.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


64

Hermana calle

Te hablo de la calle, hermana. Desde el bar Ogan y su aroma forte a las travestis gordas que
habitaban el Sahara Hotel.

Espero recuerdes cada esquina, por eso te escribo esta carta, sólo con ese objetivo, que
recuerdes, que cada línea leída te lleve de la mano y se detenga en los antros donde juntas
cantamos, porque todos todavía se acuerdan de ti, como si vieran tu enorme culo
doblando cada esquina.

No hay día que pase sin que alguien me pare para preguntarme: “— ¿Y qué hay de su
hermana?”, y yo tengo que contener las lágrimas, porque es que yo sin usted no soy es
nada.

Soy como una silla sin una pata, me tambaleo a cada taconeo que doy por estas calles del
centro.

A veces subo al escenario del Oggún, pero me quiebro ahí mismo. Ni tu fantasma esta por
ahí cerca para darme una mano.

Y yo sola en ese escenario parezco una hilacha. Apenas lleno este vestido de lamecito negro
que me regaló la Loba que es más flaca que una aguja.

Es que el hambre y la sida me han dado duro. Ya se me nota hace rato el regalito. Pero a
nadie le importa. Las travestis pollas sólo sirven para andar de pasarela en los malls. Y las
abuelas del puteo si acaso tienen fuerza para echarse un salivón en la mano antes del
ensarte.

Tal vez sea hora de volver al closet o meterme en un ataúd, que es casi lo mismo. Como
un trapo viejo lleno de polillas, como una peluca que ya no maúlla. No lo sé. Dime tú...

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


65

Descensum

Me muevo entre las sombras. Poeta y bruja. Soy Tina Lopeza, el aire que respiro podría
matarte. No hay necesidad de envenenar manzanas, mi lengua es un ofidio que te tomará por
sorpresa y verá por donde introducirse. Vivo en un bosque de hayas, siempre tengo algo de
comer para quienes se extraviaron dentro de él.
También un habitáculo secreto del nunca salen.

El amor es brujería pura de corto efecto. Los amantes juran eternidad. Yo les acabo
el hechizo con sólo llevar mi lengua hasta la flama de una vela.

Tengo 305 años. Conozco a muchos de ustedes. Estuve en sus dormitorios mientras sus
padres dormían. A algunos dejé una leve marca en la planta de sus pies. Yo soy la que aún
aparece en sus pesadillas. Cierro las puertas del limbo.

No es la madera crujiendo lo que oyes en las madrugadas. Es mi piel antigua que se estira.

La brujería requiere entrega. Mis hermanas del Coven, las poderosas, tienen que
esconderse todavía. Magia difiere de adivinación, cuando miro a tus ojos puedo presagiar
algunas cosas, pero hacer que no despegues tus ojos de los míos, eso es magia.

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


66

Perras en Conserva

En el límite de las heridas somos manada


Perras mestizas, criollas, indígenas, mulatas y negras
Perras travestis, rubias de peróxido
Taconeo sobre minas

Perras de largos colmillos, desdentadas, extraviadas fugitivas


Molidas a palo y patadas por tu bota

En el límite de la periferia las perras custodiamos


Alerta y olfateando
En el límite de tu pánico nuestros coños son trincheras
El territorio perdido al que nunca has de regresar
Así cojas, tísicas y con el espinazo partido seguimos aguardando
Perras enlatadas
Perras de pelea trotando por la city.

Ovulando
Pariéndolos
De pie o de cabeza cada segundo
Apretando nuestras piernas para sofocarlos
Perras que ladran y muerden
Que callan e hincan los dientes hasta el fondo del hueso
Sabemos muy bien de sus piedras y comida envenenada

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA


67

Nos hacemos las lesas cuando pasan por estas calles con sus "perras de tocador" y sus
pequeños hijos.
Sabemos todo lo que han hecho
Todo está en videos
En cuerpos desmembrados
Puzzle de carne y rapiña en las pupilas.

Perras brincando y moviendo el rabo felices por toda la vereda, jugueteando, correteando,
pasándose una a otra un trozo de algo que todavía gotea sangre, algo que juntas
arrancamos de raíz

CAVILACIONES AL FILO DEL INSOMNIO


POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA
68

1
La piedad en la cara del santo sólo es evidente cuando una vela la ilumina.

2
Tras la entrada de una casa clausurada siempre hay alguien que aguarda. Es el primero
en recibir la luz y hacerse polvo cuando es abierta nuevamente.

3
En el corazón de un hombre solitario habita su gato. Puede que haya espacio para otras
cosas; o, sólo gatos.

4
En el insomnio: todos los infiernos posibles.

5
Los murciélagos son frutos aterciopelados que la bruja come.

6
Una oveja, dos ovejas, tres ovejas, una nube con forma de oveja, otra, en forma de hacha,
una quinta oveja sin una pata, seis ovejas...

7
En plena madrugada, un niño de ojos grises llora en mitad del cementerio porque dice
estar perdido. Todos con los que se tropieza le consuelan, le piden que se calme y no llore
más, que ya esta en casa, y no hay nada que temer. El niño se calma.

8
A veces, el corazón del hombre solitario le sirve de colchón a su gato; y allí sueña que es
POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA
69

un extraño hombre de garras afiladas que se alimenta de sensuales mujeres paloma.

9
Siete ovejas, ocho ovejas, una oveja en forma de nube, un relámpago, un aullido.

10
Un niño lloriquea en un parque de Barranquilla. Tiene un helado derretido en su mano.
Dos ancianas se acercan:

— ¿Por qué lloras? —Pregunta la de ojos lila.


— Estoy perdido.
— ¿Y como te llamas?
— John Better, vivo en la calle 12 # 27-43, barrio Las Nieves.
— ¡Ah!, sí, ¡Sabemos quién eres! — Dijeron a coro las ancianas.
— Pero no estás perdido, eso sucedió en 1984, es mejor que lo olvides —Dijo la de los
ojos lila: y prosiguió: — ¡No te asustes, ya estas dormido! Es horrible el insomnio.
Dínoslos a nosotras.
— ¿Esto es un sueño?
— Viniendo de ti, puede convertirse en una película de horror. Ven. Mejor vamos a un
lugar seguro. ¡Mira el cielo! Hay tantas ovejas...

Cortando lazos imaginarios


POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA
70

Soy solo yo frente a una pared negra


Que amanecer más demacrado este
No hay gasa ni algodones
Todo está enfermo en este instante
En mis manos amputadas han crecido garras de pájaros.
Un Txetle corazón de fuego se hace añicos contra la pared.
"Es todo lo que tenías que ver", dice una voz del otro lado del muro.
Este odio ya tiene HOMBRE.

Angustiario

Hubo un tiempo
POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA
71

No sé muy bien cuando


Cada cosa buscaba su centro y en sus centros permanecían
Hubo un tiempo
Creo ya ir recordado de a poco
Guardo algo de ello bajo las plantas de mis pies
Bajo las pestañas -humedad del llanto
Bajo aquel tapete tejido por ellas
Ahora lo veo en su totalidad
Ha llegado nuevamente hasta mi memoria
Sacudiéndose
Haciéndose daño como una mariposa oscura contra el bombillo encendido
La luz que titila es otro insecto dentro del cristal
Tratando de escapar
De iluminarse desde adentro.

Sor Templanza

Tester 7

De vez en cuando viene bien morir.


Espantar a tus amigos en forma de fantasma con sábana.
POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA
72

Reírte de tu propia muerte y aplaudir ese efímero stand up comedy tras el cristal del
ataúd.
De vez en cuando viene bien morir
Aderezar con saliva y formol en el vaso de cientos de hipócritas que brindaron tantas
noches a tu lado
Caminar por los tejados
Bailar con otros muertos
Tocar la puerta de tu casa
De vez en cuando...
Y salir corriendo

De vez en cuando viene bien morir y escupir sobre tu propia tumba


Penetrar en la de tu madre y descubrir con tristeza sus huesos todavía húmedos, su
cabello aún pegado al cráneo.
De vez en cuando viene bien morir
Y entrar libremente hasta su cuarto
Verlo dormir con una mano sobre su frente
Acariciar su dura verg@ con nuevos dedos hechos de niebla.
De vez en cuando viene bien morir
Seguir la luz del túnel y descubrirte a ti mismo con una linterna buscando la salida.

Visita inesperada a Kev Gardens

Al interior de una rugosa piedra negra ha germinado un hombre diminuto. Todo a su


alrededor es dura corteza. A veces percibe breves y bruscas vibraciones que vienen del
exterior.
Es la piedra y su singular destino: ser pateada por un joven melindroso y romántico, dar
POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA
73

tumbos arrastrada por la corriente de un arroyo, o quebrar en dos un frágil pájaro de


porcelana.

Hace mucho tiempo que el diminuto hombre que vive dentro de una piedra negra, no
siente nada ni el más mínimo movimiento, como si el mundo se hubiese detenido.

Ahora reposa sobre una chimenea junto a otros objetos que atesora un extraño
coleccionista quién en este momento ha decidido lanzarla por la ventana, pero lo duda por
un instante ahí en su jardín está nuevamente el gato rojizo de la Sra Brownbear
acechando a las torcazas que cada tarde llegan a comer de las boronas de pan que les
lanza. Empuña la piedra con fuerza pero no se anima a lanzarla, algo dentro de él cruje, se
remueve, así que deja que todo siga su curso. En segundos el jardín es un revoltijo de
plumas ensangrentadas. El hombre que vive al interior de la piedra negra empieza a sentir
un calor intenso, por la mano que le empuña (¿Con odio?), luego una sensación de ir en
picada para finalmente volver a aquel estado de completa calma. Pronto llegará el
invierno y la fuente de piedra de aquel jardín será una tumba estacional para objetos que
nadie guarda o usa.

J.T. Better
Dedicado a @#€&

POESÍA CONCRETA - PAZ DE LA HUERTA

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