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Análisis del mito de la caverna de platón

Platón a través del mito de la caverna nos intenta construir un modelo explicativo
de la condición humana: Platón explica "el mundo de las ideas" y cómo se puede
llegar a él, para comprobar que todo lo que veían solo era un reflejo de la
verdadera realidad. El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el
mundo físico de las apariencias, es decir el mundo sensible, en el mundo
sensible captaríamos únicamente , las sombras de la verdadera y perfecta
realidad, que está en otro mundo, invisible a nuestra percepción sensible. La
escapada al exterior de la caverna simboliza la transición hacia el mundo real, el
acceso a un nivel superior de conocimiento, el acceso a este nivel de
conocimiento viene acompañado por un camino difícil, conseguir llegar a este
mundoreal (verdad) es difícil.El exterior es el mundo del pensamiento, el mundo
de las Ideas; el fuego (hoguera)representa la Idea más perfecta, que es el
bien.Los prisioneros simbolizan el alma prisionera en el mundo sensible y las
cadenas, elcuerpo.El individuo que consigue escapar representa la figura del
filósofo, que tiene la intuiciónde las Ideas, y cuya enseñanza del mundo superior
es despreciada por los hombres.En el mito de la caverna Platón establece una
concepción dualista, la realidad material osensible es tan solo un mundo
imperfecto, y efímero; y que el auténtico ser, el mundo delas ideas es lo más
valioso y perfecto, eterno e inmutable, solo y solo es captado por losfilósofos.Hoy
más que nunca hoy cuando más tecnologías tenemos para comunicarnos,
cuandoaparentemente las fronteras no existen, la parábola de la Caverna se
hace más real, yaque toda esta globalización ha hecho que vivamos un mundo
donde los poderososmanipulan el mundo (la realidad) a su antojo, y el resto solo
alcanzamos a ver reflejos deesa realidad.Por ello necesitamos descubrir el
mundo real y lo transformarlo para dejar de ser unasimple estadística o un
instrumento para que otros se hagan más poderosos.La ignorancia es el punto
clave del cuento, realmente somos prisioneros de la flojera,desde mi punto de
vista la caverna es nuestro mundo tan cerrado que somos incapacesde pensar,
tal parece que la tecnología nos envuelve, nunca nos hemos dado cuenta deque
tanta ignorancia vive en nosotros.Creemos que nuestros antepasados eran
ignorantes al no conocer nuevas ideas, nuevosartefactos o nuevos
pensamientos e ideologías, sin darnos cuenta de que esa mismaignorancia es la
que nosotros vivimos a diario, cada día nos volvemos más inútiles por
latecnología y somos dados a creer en todo lo que nos fundamentan.Todos
actuamos todos los días siguiendo ciertas normas sin motivo alguno, viviendo en
laoscuridad de la caverna, sin cuestionarnos absolutamente nada, y satanizando
a aquellosque ya lograron ver la luz. Ahora y siempre en el sentido el hombre es
incapaz de ver la realidad, sólo posee unavisión borrosa de ello. No obstante
creo que sería injusto negar que en nuestra época haymás posibilidades de
buscar la luz que en cualquier época del pasado, nunca han habidotan pocos
prejuicios y tanta información disponible, aunque esto último pueda llevar a la
confusión muchas veces.Sobre el aspecto de ver la realidad con toda claridad a
la luz de la verdad, creo que sólopodemos aspirar a una visión menos borrosa
de la misma, ya que ni siquiera lointentamos.No vivimos en la época de la
información, si no en la de la des-información. En esta épocaen la que cada
persona pueda dar opinión sobre cualquier cosa, conozca ó no, es cuandomás
se separa la gente, refugiándose en los mitos y realidades que ella deseé
creer,propagando la fobia y la envidia. Claro esto no se aplica a todos, por el otro
lado puedecrear mentes activas, abiertas y reflexivas, aun con tanta basura que
la gente nos hacecreer.
PLATÓN Y SU MITO DE LA CAVERNA

Este mito es una alegoría de la teoría de las ideas propuesta por Platón, y
aparece en los escritos que forman parte del libro La República. Se trata,
básicamente, de la descripción de una situación ficticia que ayudaba a entender
el modo en el que platón concebía la relación entre lo físico y el mundo de las
ideas, y cómo nos movemos a través de ellos.

Platón empieza hablando sobre unos hombres que permanecen encadenados a


las profundidades de una caverna desde su nacimiento, sin haber podido salir
de ella nunca y, de hecho, sin la capacidad de poder mirar hacia atrás para
entender cuál es el origen de esas cadenas.

Así pues, permanecen siempre mirando a una de las paredes de la caverna, con
las cadenas aferrándolos desde atrás. Detrás de ellos, a una cierta distancia y
colocada algo por encima de sus cabezas, hay una hoguera que ilumina un poco
la zona, y entre ella y los encadenados hay un muro, que Platón equipara a las
artimañas que realizan los tramposos y los embaucadores para que no se noten
sus trucos.

Entre el muro y la hoguera hay otros hombres que llevan con ellos objetos que
sobresalen por encima del muro, de manera que su sombra es proyectada sobre
la pared que están contemplando los hombres encadenados. De este modo, ven
la silueta de árboles, animales, montañas a lo lejos, personas que vienen y van,
etc.

Luces y sombras: la idea de vivir en una realidad friccionada


Platón sostiene que, por estrambótica que pueda resultar la escena, esos
hombres encadenados que describe se parecen a nosotros, los seres humanos,
ya que ni ellos ni nosotros vemos más que esas sombras falaces, que simulan
una realidad engañosa y superficial. Esta ficción proyectada por la luz de la
hoguera los distrae de la realidad: la caverna en la que permanecen
encadenados.

Sin embargo, si uno de los hombres se liberase de las cadenas y pudiese mirar
hacia atrás, la realidad le confundiría y le molestaría: la luz del fuego haría que
apartase la mirada, y las figuras borrosas que pudiese ver le parecerían menos
reales que las sombras que ha visto toda la vida. Del mismo modo, si alguien
obligase a esta persona a caminar en dirección a la hoguera y más allá de ella
hasta salir de la caverna, la luz del sol aún le molestaría más, y querría volver a
la zona oscura.

Para poder captar la realidad en todos sus detalles tendría que acostumbrarse a
ello, dedicar tiempo y esfuerzo a ver las cosas tal y como son sin ceder a la
confusión y la molestia. Sin embargo, si en algún momento regresase a la
caverna y se reuniese de nuevo con los hombres encadenados, permanecería
ciego por la falta de luz solar. Del mismo modo, todo lo que pudiese decir sobre
el mundo real sería recibido con burlas y menosprecio.

El mito de la caverna en la actualidad

Como hemos visto, el mito de la caverna reúne una serie de ideas muy comunes
para la filosofía idealista: la existencia de una verdad que existe
independientemente de las opiniones de los seres humanos, la presencia de los
engaños constantes que nos hacen permanecer lejos de esa verdad, y el cambio
cualitativo que supone acceder a esa verdad: una vez se la conoce, no hay
marcha atrás.

Estos ingredientes se pueden aplicar también al día a día, concretamente a la


manera en la que los medios de comunicación y las opiniones hegemónicas
moldean nuestros puntos de vista y nuestra manera de pensar sin que nos
demos cuenta de ello. Veamos de qué manera las fases del mito de la caverna
de Platón pueden corresponderse con nuestras vidas actuales:
1. Los engaños y la mentira

Los engaños, que pueden surgir de una voluntad de mantener a los demás con
poca información o de la falta de progreso científico y filosófico, encarnaría el
fenómeno de las sombras que desfilan por la pared de la caverna. En la
perspectiva de Platón, este engaño no es exactamente el fruto de la intención de
alguien, sino la consecuencia de que la realidad material sea tan solo un reflejo
de la verdadera realidad: la del mundo de las ideas.

Uno de los aspectos que explican por qué la mentira impacta tanto en la vida del
ser humano es que, para este filósofo griego, está compuesta por aquello que
parece evidente desde un punto de vista superficial. Si no tenemos motivos para
cuestionar algo, no lo hacemos, y su falsedad prevalece.

2. La liberación

El acto de liberarse de las cadenas serían los actos de rebeldía que solemos
llamar revoluciones, o cambios de paradigma. Por supuesto, no es fácil
rebelarse, ya que el resto de la dinámica social va en sentido contrario.

En este caso no se trataría de una revolución social, sino de una individual y


personal. Por otro lado, la liberación supone ver cómo muchas de las creencias
más interiorizadas se tambaleen, lo cual produce incertidumbre y ansiedad. Para
hacer que este estado desaparezca, es necesario seguir avanzando en el
sentido de ir descubriendo nuevos conocimientos. No es posible quedarse sin
hacer nada, según Platón.

3. La ascensión

La ascensión a la verdad sería un proceso costoso e incómodo que implica


desprenderse de creencias muy arraigadas en nosotros. Por ello, es un gran
cambio psicológico.

Platón tenía en cuenta que el pasado de las personas condiciona el modo en el


que experimentan el presente, y por eso asumía que un cambio radical en la
manera de entender las cosas tenía que acarrear necesariamente malestar e
incomodidad. De hecho, eso es una de las cosas que quedan claras en su forma
de ilustrar ese momento mediante la idea de alguien que trata de salir de una
cueva en vez de permanecer sentado y que, al llegar al exterior, recibe la luz
cegadora de la realidad.

4. El retorno

El retorno sería la última fase del mito, que consistiría en la difusión de las nuevas
ideas, que por chocantes pueden generar confusión, menosprecio u odio por
poner en cuestión dogmas básicos que vertebran la sociedad.

Sin embargo, como para Platón la idea de la verdad estaba asociada al concepto
de lo bueno y el bien, la persona que haya tenido acceso a la realidad auténtica
tiene la obligación moral de hacer que el resto de personas se desprendan de la
ignorancia, y por lo tanto ha de difundir su conocimiento.

Esta última idea hace que el mito de la caverna de Platón no sea exactamente
una historia de liberación individual. Es una concepción del acceso al
conocimiento que parte de una perspectiva individualista, eso sí: es el individuo
el que, por sus propios medios, accede a lo verdadero mediante una lucha
personal contra las ilusiones y los engaños, algo frecuente en los enfoques
idealistas al fundamentarse en premisas del solipsismo. Sin embargo, una vez el
individuo ha alcanzado esa fase, debe llevar el conocimiento al resto.

Eso sí, la idea de compartir la verdad con los demás no era exactamente un acto
de democratización, tal y como la podríamos entender hoy día; era, simplemente,
un mandato moral que emanaba de la teoría de las ideas de Platón, y que no
tenía por qué traducirse en una mejora de las condiciones materiales de vida de
la sociedad.

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