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Asignatura

Psicología General
TEMA 5
Psicología de la delincuencia

TEMA 5
Psicología de la delincuencia

Autor: Ricardo Zúñiga

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TEMA 5
Psicología de la delincuencia

Unidad didáctica.

Tema 5: Psicología de la delincuencia

INDICE

I. PRESENTACIÓN .................................................................................................. 3
II. OBJETIVOS. ..................................................................................................... 4
III. ESQUEMA ........................................................................................................ 5
IV. CONTENIDO ..................................................................................................... 6
Aporte de la psicología ....................................................................................... 6
1. Nota metodológica .................................................................................... 6
2. Conocimiento de la conducta delictiva ........................................................... 8
2.1. La explicación del delito: ......................................................................... 9
2.1.1. Aprendizaje social ................................................................................. 9
2.1.2. Predisposición y sustrato biológico ........................................................... 11
2.1.3. Conducta reactiva ................................................................................ 13
2.1.4. Ruptura de vínculos sociales ................................................................... 15
2.1.5. Elección racional ................................................................................. 16
2.2. La carrera delictiva .............................................................................. 17
2.3. Prevención y tratamiento ....................................................................... 19
2.4. Predicción del riesgo de conducta antisocial ............................................... 22
3. Disciplinas psicológicas que apoyan la investigación criminal .............................. 24
3.1. Psicología criminológica ......................................................................... 25
3.2. Psicología forense ................................................................................ 25
3.3. Psicología Jurídica ............................................................................... 25
VI. GLOSARIO ..................................................................................................... 27
VII. BIBLIOGRAFIA ............................................................................................... 29

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Psicología de la delincuencia

I. PRESENTACIÓN

Este apartado está dedicado a los aportes que puede realizar la psicología a la
comprensión y prevención de las conductas delictivas y su proceso de judialización.

Se revisarán las teorías específicas sobre las conductas delictivas, así como las
especialidades de la psicología que aportan más directamente a esta realidad.

Por ser una introducción el tema está tratado en sus generalidades, de manera de
aportar una visión de conjunto que será profundizada en asignaturas de especialidad.

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II. OBJETIVOS.

• Conocer los distintos aportes de la psicología al estudio de la delincuencia

• Conocer los conceptos y teorías sobre la delincuencia desde la psicología

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III. ESQUEMA

Aprendizaje
social

Predisposición

Explicación del Conducta


delito reactiva

Conducta Carrera Ruptura de


delictiva delictiva vínculos

Prevencion y Elección
Tratamiento racional

Criminológica

Disciplinas
Forense
psicológicas

Jurídica

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Psicología de la delincuencia

IV. CONTENIDO

Aporte de la psicología

1. Nota metodológica

La criminalidad y la delincuencia han sido objeto de estudio por parte de


diferentes ramas de las ciencias sociales; desde el punto de vista socio lógico
se ha podido establecer que el comportamiento humano a lo largo de la historia
tiende a manifestarse de diversas maneras, siendo la violencia una forma de
conducta por parte de los individuos, los cuales por medio del crimen y el delito
subsisten o satisfacen instintos criminales formados a través del tiempo.

Lo que denominamos conducta desviada, antisocial, antinormativa o conducta


delictiva, es en realidad solo conducta, ya que el adjetivo que se le adjudica a cada
conducta es una cuestión de contexto social, histórico y cultural, que se sintetiza en
las normas de un grupo o sociedad determinada. Por ello, el estudio de estas
conductas no se diferencia en cuestiones relevantes teóricamente, con la diferencia
de que es más complejo, éticamente, realizar experimentación con este tipo de
conductas, debido a lo cual su estudio es principalmente ex post facto.

A diferencia de la mayoría de las investigaciones experimentales, que cuentan con


una medición previa de variables (ex ante), un control sobre las variables
intervinientes, un grupo de control y una medición posterior al proceso (ex post), en
el estudio de la delincuencia solo podemos contar con la medición posterior, lo que
limita el aporte de la metodología experimental en este campo.

Es así como muchos estudios de delincuencia basados en el perfil del delincuente


llegan a conclusiones poco aplicables a la prevención, ya que el hecho de que muchos
delincuentes de cierto tipo cumplan un cierto patrón, no significa que todas las
personas que tengan ese perfil sean delincuentes o lo vayan a ser en el futuro, debido

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a ello, es que, las conclusiones de la psicología (y otras disciplinas) hay que


considerarlas con precaución y sin entusiasmos excesivos.

Por otra parte, es importante recordar que, cuando se dice que la conducta delictiva
es solo una conducta, también se hace referencia al marco normativo, que convierte
en delito, o le quita esta etiqueta, a conductas determinadas según las condiciones
sociales, culturales e históricas. Por ejemplo, lo que hoy denominamos “depredador
sexual”, entendiéndolo como una persona que persistentemente comete delitos
sexuales, como acoso o violación, no ha sido siempre considerado igual, ni hoy es
considerado igual en todos los países del mundo. Por ejemplo, los países europeos
son mucho menos estrictos que otros con el estupro (muy habitual entre
depredadores sexuales) y no siempre se penaliza la relación con menores si esta es
consentida. En la mayoría de los países europeos este consentimiento es entre los 14
y los 15 años, y en algunos estados de Estados Unidos llega hasta los 19 años. Lo que
significa que un hombre de 40 años que “caza” chicas o chicos de 16 o 17 años en
discotecas, en España o Alemania, es un “casanova”, en cambio en California sería
un delincuente sexual censado. Por otra parte, en otros países más conservadores
esta práctica no está aceptada como legal, pero penalizan más a la víctima que al
victimario.

A esta ambigüedad de la realidad social se le suele prestar poca atención en la


literatura criminológica, sin embargo, desde el punto de vista psicosocial es de vital
relevancia. Ya se ha hablado en esta asignatura de los experimentos de Asch y el
efecto del disenso, los estudios de Sherif y la normalización, el rol de las minorías
activas, y la formación de representaciones sociales, todos estos procesos se ven
afectados por estas diferencias de definición de lo que es un delito.

Hasta hace 30 o 40 años, las diferencias interculturales solo tenían relevancia en los
procesos migratorios, y por lo general se resolvían en la segunda generación. Pero
hoy en día, con los sistemas globales de comunicación y transporte altamente
desarrollados y de relativamente fácil acceso, la influencia mutua de estas
diferencias aumenta, y disminuye el poder de las tendencias conformistas, tanto en

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lo positivo (como la exigencia de los derechos humanos), como en lo negativo (que


los delitos se difunden y aprenden globalmente).

2. Conocimiento de la conducta delictiva

Una primera definición de conducta delictual es que es una conducta que transgrede
las normas de una sociedad. Sin embargo, esta definición es algo simple, ya que
evidentemente no es lo mismo aparcar en un sitio para personas con problemas de
movilidad que atropellar a alguien a propósito. Normalmente el estudio de las
conductas delictivas ha estado centrado en delitos de gran impacto social, como los
delitos sexuales, el asesinato, o la conducta antisocial sistemática. En este sentido,
se vuelve más compleja una definición de lo estudiado dentro de este ámbito.

En el campo de la psicología se pueden encontrar varios tipos de enfoque en el


estudio de las conductas delictivas. Y se pueden organizar, según han propuesto
algunos autores (Redondo y Andrés-Pueyo, 2007), en cuatro grandes ámbitos:

Explicación La carrera
del delito delictiva

Predicción
Prevención
del riesgo
y
de conducta
tratamiento
antisocial

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2.1. La explicación del delito:

Existen varias vías por la cual la psicología aborda la explicación del delito, las
principales son las siguientes:

2.1.1. Aprendizaje social

En este enfoque, basado en el aprendizaje vicario u observacional, la primera


conclusión aceptada, y vigente en la actualidad, es que la conducta delictiva
siempre es aprendida. Pese a los rasgos de personalidad que facilitan cierto tipo de
comportamientos, o los fundamentos biológicos, que potencian la expresión de la
agresión, o los factores ambientales, que aumentan las probabilidades de algunas
conductas, todas estas condiciones solo afectan a la tendencia, pero sin el
aprendizaje previo de que ciertas conductas son posibles y que se puede obtener de
ellas ciertos refuerzos, estas conductas no se llevarían a cabo.

En este sentido, una de las teorías vigentes más aceptada para explicar el delito es
el aprendizaje social, planteado por Bandura (1977), pero en el planteamiento de
Akers (2009), basada en la perspectiva de “refuerzo de asociación diferencial”, que
“adopta factores sociales, no sociales y culturales que intervienen tanto para
motivar y controlar la conducta delictiva, como para fomentar y socavar la
conformidad” (Akers, 2007), y que en este sentido, al enfatizar el factor social
aporta una visión de posibles medidas para disminuir el delito. Esta teorización
plantea un énfasis en cuatro factores del aprendizaje del delito:

i. La asociación diferencial con personas que muestran hábitos y actitudes


delictivas. Referida a la comunicación y a la frecuencia de interacción e
identificación con grupos primarios (familia y pares, principalmente) o de
referencia (modas, grupos organizados, etc.) que controlan las fuentes de
refuerzo que las personas valoran en su vida cotidiana. Esto no es otra cosa
que “las malas juntas”, tanto la familia como los amigos cercanos son una
fuente importante de influencia para las personas y si estas presentan hábitos

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delictivos o antinormativos es probable que la persona imite estos


comportamientos para ser aceptada por sus grupos primarios o para sentirse
semejante a sus grupos de referencia.

ii. La adquisición simbólica de definiciones favorables al delito, como es el


caso de subculturas de la violencia o el delito, donde este no es mal visto, o
incluso puede ser admirado. Un ejemplo de esto es el de aquellas sociedades
donde algunos tipos de delitos son aceptados, tolerados o incluso estimulados,
como la participación en grupos organizados delictivos (mafia, camorra,
maras, cárteles) en el sur de Italia o el norte de México.

iii. El reforzamiento diferencial de los comportamientos delictivos, estas


conductas pueden tener refuerzos claros, concretos e inmediatos, frente a los
compartamientos conformistas, que pueden tener un refuerzo más vago,
abstracto y que obtiene una recompensa placentera a más largo plazo. Por
ejemplo, un adolescente que se va a beber con amigos en vez de ir a clases,
obtiene inmediatamente refuerzos del grupo primario como admiración,
respeto, placer, identificación con el grupo, aceptación, etc.. En cambio, si
va a clases, deberá esperar varios años hasta que por fin los estudios le
permitan tener una vida de mayor calidad y le proporcionen admiración y
respeto de su entorno primario como la familia y los amigos.

iv. La imitación de modelos pro-delictivos, los referentes identitarios pueden


ser modelos prodelictivos en el sentido de ser fuertemente atractivos, tener
comportamientos abiertamente antinormativos y aun así obtener importantes
refuerzos sociales que el sujeto incluye en sus modelos valóricos y
actitudinales. Este es el caso de “famosos” (cantantes, deportistas, políticos,
millonarios, etc.) que tienen conocidos casos de delitos o faltas relevantes o
sistemáticas a la ley, y que aun así, o incluso por eso mismo, tienen gran
prestigio social. Casos como el de O.J. Simpson, Al Capone, Pablo Escobar,
Jesús Gil o Mario Conde, pueden considerarse dentro de este tipo de
referentes.

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Este enfoque teórico ha reunido gran cantidad de estudios y resultados positivos en


programas de disminución de delitos que apoyan su planteamiento y su efectividad.

2.1.2. Predisposición y sustrato biológico

Existe una asociación, en una parte de la delincuencia, entre conductas antisociales


y sustrato biológico que podrían inducir a conductas violentas, o en otros casos a no
ser capaces de controlar expresiones de violencia, lo que se ha demostrado en
numerosos estudios (Moya Albiol, 2015). Los principales factores descubiertos hasta
ahora son lesiones craneales, baja actividad del lóbulo frontal, baja activación del
sistema nervioso autónomo, inteligencia reducida, trastorno de atención con
hiperactividad (TAH), baja empatía, gusto por el riesgo y las sensaciones fuertes
(Redondo y Andrés-Pueyo, 2007).

Esta relación se presenta como tendencia, no como predicción. En España se ha


encontrado un 63% de trastornos mentales en encarcelados por delitos sexuales
(Becerra-García y García-León, 2013), entre estos trastornos priman la esquizofrenia,
el trastorno bipolar y la dependencia de drogas. Esta cifra demuestra la relación
entre las dos variables, pero a su vez demuestra que un 37% son personas
completamente normales.

Una de las teorías más usadas para explicar la relación entre los trastornos mentales
y conducta es el Modelo Psicobiológico de Personalidad de Hans Eysenck (Schmidt et
al., 2010). Se le llama modelo y no teoría debido a que está fundamentado en análisis
factoriales de lesiones cerebrales y rasgos de personalidad, análisis de varianzas y
otras correlaciones que permitieron al autor obtener relaciones entre rasgos y
tendencias conductuales.

Este modelo plantea una interacción de factores psicosociales y biológicos para la


tendencia a la conducta de las personas. El modelo plantea la existencia de tres
continuos temperamentales en interacción (P-E-N):

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Ilustración 1.
Significado de las dimensiones del Modelo Pen de Eysenck, en su expresión más alta.

Psicoticismo (P) Extraversión (E) Neuroticismo (N)


•Equilibrio de dopamina y •Menor activación reticular •Cerebro emocional
serotonina •Gratificación externa •Ansioso, deprimido, tenso,
•Agresivo, hostil, frío, •Sociable, vivaz, activo, irracional, tímido, triste,
egocéntrico, impersonal asertivo, buscador de emotivo, con baja autoestima
•Impulsivo, antisocial, •Sensaciones socializadas, y sentimientos de culpa.
creativo, rígido y poco despreocupado,
empático. dominante, espontáneo y
aventurero.

Estos tres continuos interactúan entre sí, con base biológica y ambiental, y cada
individuo tiene un “perfil” específico de todos sus componentes. Esta especial
combinación, específica en cada individuo, proporciona sus características
personales en estas dimensiones y de sus propias experiencias ambientales.
Condicionaría los diversos grados de adaptación individual y, también, de una posible
conducta antisocial o antinormativa1, por un marcado retraso en los procesos de
socialización.

1 Utilizo con frecuencia la expresión antinormativa, ya que la opción “antisocial” me parece ambigua, ya que está
ligada a interpretación moral. Lo antinormativo, en cambio, solo apunta a traspasar normas establecidas,
independiente del valor moral de estas.

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La teoría de Eysenck incluye una cuarta dimensión de personalidad: la inteligencia


general o factor g, que implica una dimensión de las habilidades cognitivas, que tiene
características especiales y distintivas con respecto a las tres dimensiones P, E y N.

Eysenck afirmaba que las variables de personalidad tienen una clara determinación
genética, incluyen estructuras fisiológicas y hormonales concretas, y son
contrastables por medio de procedimientos experimentales (Eysenck y Eysenck,
1985).

Los individuos con elevada extraversión, bajo neuroticismo y alto psicoticismo


tendrían mayores dificultades para una adquisición eficaz de la conciencia moral
como inhibidora del comportamiento antisocial (Milan, 2007). Aun no es claro el rol
del factor g (inteligencia) en las conductas delictuales, aunque existen algunas
asociaciones con baja inteligencia y conducta delictual, lo que podría ser coherente
con la capacidad de abstracción que otorga la inteligencia, tanto para obtener metas
sorteando obstáculos (como las normas), como por el hecho de que permite tener
más claro el análisis de coste beneficio de los refuerzos y castigos asociados a la
acción. Sin embargo, esto no es del todo claro, ya que la inteligencia incide en la
eficiencia de la aplicación conductual, lo que puede afectar la probabilidad de que
un delincuente con alta inteligencia sea capturado y encarcelado, y es justamente
con la población carcelaria con la que se realizan todos estos estudios.

2.1.3. Conducta reactiva

Una tercera forma de explicar los comportamientos delictivos es verlos como


conductas de adaptación posteriores a traumas, estrés extremo o vivencias límites.
Esta relación entre máxima tensión y respuestas violentas están muy vinculados a los
delitos contra las personas, especialmente contra personas cercanas, como familia,
amigos, compañeros de trabajo, etc. Estas explosiones violentas están relacionadas,
en su mayor parte, con incapacidad de controlar la ira, la rabia, la tristeza, la
ambición, la envidia y otras emociones fuertes.

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Esta relación entre emociones y violencia tiene muchos intentos de explicación


teórica, entre ellas, la teoría que mejor podría ser explicada por la teoría de la
Frustración / Agresión. En su versión más actual esta teoría cobra la forma de la
Teoría general de la tensión propuesta por Robert Agnew en 1992 (Cullen, Wright, y
Blevins, 2006).

Imposibilidad de

Supresión de la fuente
Ira, miedo, Contra una Alivia la tensión
Fuentes de tensión

Emociones negativas

lograr objetivos rabia, odio, Acción correctora fuente de El mecanismo


sociales positivos verguenza tensión conductual
Ser privado de Energizan su Uso de la utilizado para
gratificaciones conducta en agresión o resolver la
que posee o
espera,
dirección a conducta tensión se
corregir la delictiva. consolida para
Ser sometido a situación. siguientes
situaciones situaciones de
aversivas
tensión.
ineludibles.

Diversos estudios muestran que el aumento de estresores ambientales, como la


imposibilidad de alcanzar metas socialmente estimulantes (p.ej., el éxito
económico, una carrera universitaria, la fama, etc.) o logros que ya se tenían (p.ej.,
la muerte de pareja o hijos, la pérdida del empleo, o de la vivienda, etc.) cuando se
juntan, pueden llegar a un nivel tan alto que requieren una acción compensatoria.
Si esta no es posible (normalmente, debido a la propia situación de tensión
provocada, entonces se buscará la supresión de las fuentes de estrés (como la pareja,
la falta de dinero, o las normas que impiden los logros) aumentan la tensión y la
tendencia al delito. La ira destaca como una emoción relevante en la teoría general
de la tensión. Agnew (1992) la considera una emoción propicia para la delincuencia
y la violencia. Indudablemente, no es la única emoción negativa que induce al crimen
y a la delincuencia, pero desde el punto de vista criminológico, la ira es primordial

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ya que confiere energía a la acción produciendo en la persona deseos de represalia


y venganza (Agnew et al., 2002).

Esta situación puede ser más compleja cuando se mira socialmente. Diversos
indicadores muestran esta relación, aunque es más compleja de lo que parece. Es
decir, durante esta crisis económica, en algunos países y para algunos delitos, se
verifica la hipótesis de “a mayor estrés, mayores delitos”, pero el índice general de
delitos en España ha bajado durante la crisis, a pesar de que la hipótesis se verifica
en algunos territorios como País Vasco y Cataluña, donde los delitos de robo y otros
delitos contra la propiedad aumentaron en 2011 y 2013.

2.1.4. Ruptura de vínculos sociales

La constatación de que cuanto menores son los lazos emocionales con personas
socialmente integradas (como sucede en muchas situaciones de marginación) mayor
es la implicación de un sujeto en actividades delictivas, ha llevado a teorizar sobre
este particular en las denominadas teorías del control social.

La más conocida es la teoría de los vínculos sociales de Hirschi (1969), quien postuló
que existe una serie de contextos principales en los que los jóvenes se unen a la
sociedad: la familia, la escuela, el grupo de amigos y las pautas de acción
convencionales, tales como las actividades recreativas o deportivas.

El enraizamiento a estos ámbitos se produce mediante cuatro mecanismos


complementarios: 1) el apego o lazos emocionales de admiración e identificación
con otras personas, 2) el compromiso o grado de asunción de los objetivos sociales,
3) la participación o amplitud de la implicación del individuo en actividades sociales
positivas (escolares, familiares, laborales...), y 4) las creencias o conjunto de
convicciones favorables a los valores establecidos, y contrarias al delito.

Por ello, desde esta perspectiva, la conducta antinormativa radicaría en la ruptura


o inexistencia de los mecanismos de vinculación en uno o más de los contextos
sociales aludidos.

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En esta teoría lo importante para prevenir el delito sería la capacidad de la


comunidad de establecer y mantener lazos con todos sus miembros, incluyendo la
policía, de ahí el concepto muy expandido en los años 90 y 2000 de “policía de
proximidad”, es decir, un cuerpo de agentes que no vigila a la comunidad, sino que
forma parte de ella. Se involucra en sus problemas mucho más allá de la seguridad
reactiva, sino con seguridad activa, como los proyectos de basketball con la policía
en Estados Unidos, o los grupos de scouts de la policía en algunos países
latinoamericanos.

En el caso de Europa este problema puede darse menos en las comunidades debido
al estado de bienestar del que goza gran parte del continente, sin embargo, la
disminución de presupuesto para actividades sociales en los barrios, el aumento de
parados de larga duración y la falta de instrumentos para incluir a la población
migrante, son factores de riesgo de crear bolsas de personas con reducida vinculación
social que aumenta el riesgo de delinquir.

2.1.5. Elección racional

Existe una confusión en considerar la teoría de elección racional aplicada a la


delincuencia como una teoría psicológica del delito. Esta teoría, también conocida
como teoría racional de la criminalidad, no es una teoría psicológica, sino
económica. Fue planteada por el Nobel de economía Gary Becker, quien obtuvo
mucha fama en los años 60 por aplicar la elección racional a la economía de mercado,
por lo que fue galardonado con el premio nobel de economía en 1992. Esta teoría
plantea que la criminalidad es una actividad racional sujeta a un factor de aversión
al riesgo, tal como lo describiera Becker (1968). Los delincuentes son agentes que
valoran racionalmente los beneficios y costos de cometer una acción. Según las
estimaciones que estos realizan, se cometen diferentes tipos de delitos, lo que lleva
a considerar que existe un mercado de actividades delictivas. Y como todo
mecanismo de mercado, posee formas de asignación de recursos y recompensas por
ser más productivo en la actividad que se desempeña.

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La consecuencia de esta teoría es el aumento de las penas a los delitos como


consecuencia del análisis de coste/beneficio, al aumentar el coste se reducirían los
delitos. Esta predicción de la teoría ha fracasado, ya que países como Estados Unidos
que ha subido enormemente las penas desde 1980, no ha logrado reducciones
significativas del delito en proporción a sus aumentos de penas. En cambio, países
como los europeos, que han aumentado mucho menos las penas, y en algunos casos
las han reducido, han logrado mantener y disminuir los delitos desde los años 80 a la
fecha.

2.2. La carrera delictiva

La investigación sobre carreras delictivas, también conocida como criminología del


desarrollo, es otra de las áreas en que la psicología ha aportado importantes
perspectivas. Desde este enfoque se concibe la delincuencia en conexión con el
“ciclo vital” del individuo, especialmente durante los periodos de su infancia,
adolescencia y juventud (Farrington, 1992). Esta perspectiva propone una diferencia
relevante entre una gran cantidad de adolescentes y jóvenes que realizan alguna
actividad delictiva en estas etapas de la vida como una situación puntual, pero dichas
conductas remiten con el desarrollo y la madurez. La preocupación debiera recaer,
según esta visión, sobre la porción de jóvenes que persiste en los comportamientos
delictivos, aprender a reconocer los perfiles de estos jóvenes y crear sistemas que
impidan o, al menos no estimulen, dicha persistencia.

En los estudios sobre carreras delictivas se analiza la secuencia de delitos cometidos


por un individuo y los “factores” que se vinculan al inicio, mantenimiento y
finalización de la actividad delictiva. Así pues, su principal foco de atención son los
“factores de riesgo” de la delincuencia. Se efectúa una diferenciación entre factores
estáticos (como la precocidad delictiva de un sujeto, su impulsividad o su
psicopatía), que contribuyen al riesgo actual pero que no pueden generalmente
modificarse, y factores dinámicos, o sustancialmente modificables (como sus

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cogniciones, tener amigos delincuentes, o el consumo de drogas) (Redondo y Andrés-


Pueyo, 2007).

Farrington (1996) formuló una teoría psicológica que integra el conocimiento sobre
carreras delictivas, en la que plantea una distinción entre tendencia antisocial de un
sujeto y decisión de cometer un delito. La “tendencia antisocial” dependería de tres
tipos de factores:

i. Los procesos energizantes: aquí se encuentran los motivadores de frustración


que ya planteó la teoría general de la tensión (Agnew), como los niveles de
deseo de bienes materiales, el prestigio social (deseos más intensos y
conflictivos en jóvenes marginales debido a sus mayores privaciones), en
relación con la frustración y el estrés, y el posible consumo de alcohol.

ii. La carencia de habilidades prosociales: los procesos que imprimen al


comportamiento una direccionalidad antisocial se vinculan con la capacidad
para obtener dichas metas, especialmente si un joven carece de estas
capacidades, es más probable que opte por métodos ilícitos de obtención de
gratificaciones.

iii. Las inhibiciones: el aprendizaje de diversas creencias, actitudes y


representaciones sociales compartidas que alejen al joven del
comportamiento delictivo, debido a la empatía y el aprendizaje social
proveniente de la familia y entorno cercano. Si en este entorno existen
factores de riesgo (referentes negativos), aumenta la probabilidad de la
carrera delictiva.

Por otro lado, la decisión de cometer un delito se produciría en la interacción del


individuo con la situación concreta, es decir, con la oportunidad, el coste y el
beneficio obtenido en el momento. Cuando están presentes las tendencias
antisociales aludidas, el delito será más probable en función de las oportunidades
que se le presenten y de su valoración favorable de costes y beneficios anticipados
del delito (p. ej., materiales, castigos penales, etc.).

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Siguiendo la perspectiva propuesta por Farrington, la carrera delictiva podría


dividirse en tres momentos esenciales o claves:

Inicio Persistencia Desistimiento

• Adolescencia • Adolescencia tardía • Juventud (20 o más)


temprana (11 a 14 (15 a 19 años) • Dependerá de la
años) • Dependen del capacidad de
• Dependiente del mantenimiento de las desarrollar
entorno de pares conductas (refuerzos y habilidades lícitas, de
• Tendencia a castigos) obtención de metas
interesarse por metas • Aparición de nuevos (educación,
materiales como intereses formación, empleo)
objetos y dinero • Aumento de la • Estabilización, pareja
• Necesidad de adquirir capcidad de estable,
bienes de autocontrol distanciamiento de
identificación y adicciones
conductas de • Aparición de
pertenencia referentes y metas
dentro de la norma
.

Esta aproximación propuesta por Farrington tiene principalmente aplicaciones de


tipo preventivo, y ha dado lugar, al desarrollo de múltiples modelos de intervención
en zonas deprimidas y marginalizadas de la sociedad en distintos países con
diferentes énfasis según cada realidad.

2.3. Prevención y tratamiento

En una de las áreas que la psicología ha realizado grandes aportes al trabajo


antidelictivo es en la prevención. Tanto en los modelos explicativos del
comportamiento delictivo como en el estudio de carreras delictivas se encuentran
los factores que podrían incidir en disminuir las conductas delictivas y antinormativas
de la población general y de los jóvenes en particular, si son controlados e
intervenidos a tiempo.

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La prevención de la actividad delictiva es un campo eminentemente multidisciplinar


y puede entenderse con el mismo patrón que se utiliza para la prevención en salud
pública:

• Prevención primaria:

Se toman medidas genéricas, a toda la población o hacia amplios


sectores de ella, promoviendo conductas que evitan la aparición de
problemas. Aquí se encuentran todo tipo de acciones generalistas
como: educación general, promoción del deporte, apertura de centros
sociales, comunitarios y juveniles, mejora de áreas verdes, limpieza y
hermoseamiento de áreas urbanas, etc.

• Prevención secundaria:

Acciones dirigidas a la población de riesgo, que ya presenta algunos


factores problemáticos y la acción va destinada a atender los casos que
presentan dichos factores de riesgo. Aquí se contemplan acciones como
la detección precoz de las tendencias delictivas, la sensibilización
sobre los costes personales de las conductas delictivas, los tratamientos
de problemas y los trastornos vinculados (p. ej., trastorno por déficit
de atención e hiperactividad (TDAH), depresión, trastorno bipolar), y
en último caso, la reducción del daño.

• Prevención terciaria:

Este es el tratamiento a personas que ya han delinquido e incluso que


han estado en la cárcel. Se trata de evitar la reproducción del problema
o la persistencia familiar. Aquí se encuentran los talleres para
agresores, las terapias a familias de delincuentes, las terapias
obligatorias, los programas de reinserción, etc.

Como se aprecia, los tratamientos, o al menos algunos de ellos, se consideran, según


el programa tradicional de prevención, como parte de la prevención terciaria, ya
que al tratar a los delincuentes se evitan delitos posteriores y se reduce la posibilidad

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Psicología de la delincuencia

de que estos sirvan como referentes a nuevas generaciones. Sin embargo, el


tratamiento es un área que tiene vida propia dentro de todos los sistemas de atención
social (sean delictivos o no).

Así, la finalidad del tratamiento es entrenar a los sujetos en todas las competencias
sociales de las que carece, y que son imprescindibles para la vida integrada en
sociedad. Este modelo se ha concretado en el entrenamiento en los siguientes grupos
de habilidades (Redondo, 2007):

a) Desarrollo de nuevas habilidades.

Muchos delincuentes requieren aprender nuevas habilidades y hábitos de


comunicación no violenta, de responsabilidad familiar y laboral, de motivación
de logro personal, etc. Otra de las grandes estrategias de desarrollo de
comportamientos prosociales en los delincuentes, es el modelado de dichos
comportamientos por parte de otros sujetos, lo que facilita la imitación y la
adquisición de la conducta en los aprendices.

b) Desarrollo del pensamiento.

Al igual que sucedió con la terapia psicológica en general, en el tratamiento de


los delincuentes también se descubrió en la década de los setenta, la relevancia
de intervenir sobre el pensamiento y la cognición. En el marco de la psicología
criminal, el trabajo científico decisivo para ello fue el desarrollado por Ross y sus
colegas en Canadá, quienes revisaron numerosos programas de tratamiento
aplicados en años anteriores, y concluyeron, que los más efectivos habían sido
los que habían incluido componentes de cambio del pensamiento de los
delincuentes (Ross y Fabiano, 1985).

c) Regulación emocional y control de la ira.

Según ya se ha comentado, la ira puede jugar un papel destacado en la génesis


del comportamiento violento y delictivo. Las técnicas de regulación emocional
parten del supuesto de que muchos delincuentes tienen dificultades para el
manejo de situaciones conflictivas de la vida diaria, lo que puede llevarlos al

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Psicología de la delincuencia

descontrol emocional, y a la agresión tanto verbal como física a otras personas.


En ello suele implicarse una secuencia que incluye generalmente tres elementos:
a) carencia de habilidades de manejo de la situación, b) interpretación
inadecuada de las interacciones sociales (por ej., atribuyendo mala intención) y
c) exasperación emotiva.

La eficacia de los tratamientos psicológicos de los delincuentes es un debate abierto,


sin embargo, hay importantes investigaciones que aportan datos positivos sobre estos
resultados. Los metaanálisis que se han realizado sobre los resultados de
tratamientos psicológicos señalan que estos tienen un efecto parcial pero
significativo en la reducción de las tasas de reincidencia: logran en promedio una
reducción de la reincidencia delictiva de alrededor de 10 puntos, para tasas base de
reincidencia del 50%, y los mejores tratamientos llegan a obtener reducciones
superiores a 15 puntos y hasta 25 puntos en casos excepcionales. En otras palabras,
el tratamiento puede reducir la reincidencia esperada en proporciones de alrededor
de 1/3 (y, dependiendo de la calidad de las intervenciones, de entre 1/5 y 1/2)
(Redondo y Andrés-Pueyo, 2007).

2.4. Predicción del riesgo de conducta antisocial

La predicción en ciencias sociales, normalmente, es una tendencia de población y


probabilidad de ocurrencia de un hecho en poblaciones extensas, no en individuos
concretos. Por ello, la psicología hace propuestas de predicción basadas en
experimentación y modelos teóricos que no son una certeza, sino una probabilidad
de ocurrencia. Aplicar esto a un sujeto concreto es mucho más complejo y requiere
de múltiples observaciones.

Sin embargo, el sistema judicial, ha mirado a la psicología buscando caminos más


certeros que la mera opinión cuando se trata de jugar lo que se ha denominado
“peligrosidad social”, es decir, la existencia de un estado peligroso para la sociedad

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Psicología de la delincuencia

en “ciertos individuos, de los cuales, queda demostrada básicamente por la acción


anterior de algún delito o por la conducta que siguen, siendo la calificación de
peligrosidad un hecho reservado por el juez” (Barcia, Pozo y Ruiz, 1994). En la
actualidad esta valoración se realiza especialmente sobre quienes evidencian algún
trastorno mental, por lo cual entran en la situación compleja del sistema de ser
penalizado o no, según la gravedad de su trastorno. Si no pueden ser imputados,
entonces, se evalúa qué debe suceder con ellos; ser tratados, dejados en libertad o
recluidos en otro sistema, para su protección y la de la sociedad.

La valoración de riesgo de un sujeto se basa en un análisis detallado de varios


aspectos de su relación con el entorno y sus motivaciones (Tiffon Noni, 2008) que
pueden resumirse en los siguientes:

1. Rasgos de personalidad del sujeto.

2. Motivaciones que impulsan a la conducta.

3. Características de la enfermedad mental que deben ser especialmente tenidas


en cuenta.

4. Un análisis de la relación del individuo con el entorno social.

Uno de los estudios más aceptados en la actualidad para la valoración del riesgo es
el de los resultados generales del estudio de McArthur (1996, citado por: Esbec,
2003). Señalaron como predictor más significativo de violencia, el diagnóstico de
psicopatía, y en segundo lugar la historia de malos tratos en la infancia. La
combinación de ambos elementos explicaba el 41% de la violencia (ver datos del
cuadro anteriormente definido). Otros datos de relevancia que obtiene este estudio
analizando los diferentes trastornos es que:

• Un trastorno de abuso de sustancias comparado con otro trastorno mental


doblaba el riesgo de violencia.

• Aquellos sujetos con esquizofrenia tuvieron la frecuencia más baja de


violencia durante el periodo de un año (14.8%)

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Psicología de la delincuencia

• comparados con el trastorno bipolar (22.0%) o depresión mayor (28.5%).

Encontraron, además, un amplio número de relaciones bivariadas (correlaciones


estadísticamente significativas) entre algunos de estos factores de riesgo específicos
y la violencia, entre los que cabe mencionar:

• Ser varón

• Historia de violencia anterior

• Experiencias infantiles de malos tratos (presenciados o sufridos)

• Psicopatía

• Suspicacia

• Ira

• Pensamientos intrusivos persistentes de violencia

Estos factores se pueden evaluar de muchos modos (p. ej., entrevistas,


cuestionarios, test), pero el modo más utilizado internacionalmente (además de
entrevistas en profundidad o en complementariedad con éstas, es el “Árbol de
Decisiones” derivado del método que desarrolló MacArthur de Evaluación de riesgo
de violencia.

3. Disciplinas psicológicas que apoyan la investigación criminal

El último apartado de esta asignatura se ha reservado a la conexión con las


asignaturas posteriores de la rama de psicología. Hay muchos términos asociados a
la psicología dentro del ámbito de la criminología: psicología criminal, del delito,
jurídica, legal y forense, como los más usados en España. El objetivo de este ítem
es intentar dejar clara la diferencia, en la medida de lo posible, entre todos ellos.

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Psicología de la delincuencia

3.1. Psicología criminológica

Psicología criminal o criminológica, es un término amplio para definir el campo


científico del estudio de las causas del comportamiento delictivo. Su ámbito es tanto
teórico conceptual, como académico y experimental. Su apoyo a los sistemas de
control de la criminalidad se da, especialmente, a través del apoyo a la ciencia
criminológica, en formación e investigación, no necesariamente se da dentro de los
sistemas judiciales.

Además de las causas, una de sus principales preocupaciones es la prevención del


delito, y el tratamiento de delincuentes y víctimas.

3.2. Psicología forense

La psicología forense es el campo de la psicología que se refiere específicamente al


actuar del sistema judicial frente al delito en particular, y específicamente en
cuanto a los elementos a utilizar en un proceso judicial. Para esto utiliza los
conocimientos, las teorías y los conceptos planteados por la psicología criminológica,
pero de una forma más específica a casos individuales.

La principal preocupación de la psicología forense será la evaluación de víctimas y


victimarios, para conocer el estado de estas antes y después del delito.

3.3. Psicología Jurídica

La psicología jurídica o psicología legal, aborda el sistema judicial como objeto de


estudio, aplicando todos los conocimientos de la psicología a la organización e
impartición de justicia, sus modos de producción y estructuración, sus usos internos,
sus problemas y su legitimidad.

Su principal preocupación es de tipo social y organizacional, apoyando la solución de


problemas legales de origen psicológico, como los efectos de las discriminaciones en

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TEMA 5
Psicología de la delincuencia

los juicios y condenas, las ideologías de los jueces, los fiscales y abogados frente a
la aplicación de la ley y otras cuestiones de este tipo.

Como es habitual en el ámbito de las ciencias sociales, hay límites muy permeables
entre estos distintos ámbitos de desarrollo de las disciplinas, además de la falta de
acuerdo en algunas definiciones, por lo que no es raro encontrar definiciones
contradictorias en distintos espacios o países, en que se definan los campos de forma
distinta a la descrita. Esta descripción se guía por los usos españoles, pero aun así
puede haber diferencias con otros autores. Lo relevante de estas definiciones es
comprender que existen distintos ámbitos de acción y distintos enfoques para
abordar el quehacer de la justicia.

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Psicología de la delincuencia

VI. GLOSARIO

Conducta
Es una conducta que transgrede las normas de una sociedad.
delictual

Perspectiva de Enfoque teórico de la explicación de la conducta delictiva


“refuerzo de que adopta factores sociales, no sociales y culturales que
asociación intervienen tanto para motivar y controlar la conducta
diferencial” delictiva, como para fomentar y socavar la conformidad.

Referida a la comunicación y frecuencia de interacción e


identificación con grupos primarios (familia y pares,
Asociación
principalmente) o de referencia (modas, grupos organizados,
diferencial
etc.) que controlan las fuentes de refuerzo que las personas
valoran en su vida cotidiana.

Diferencia entre ciertas conductas que pueden tener


Reforzamiento
refuerzos claros, concretos e inmediatos, frente a otros
diferencial de los
comportamientos, que pueden tener un refuerzo más vago,
comportamientos
abstracto y que obtiene una recompensa placentera a más
delictivos
largo plazo.

Este modelo plantea una interacción de factores


Modelo
psicosociales y biológicos para la tendencia a la conducta de
Psicobiológico de
las personas. El modelo plantea la existencia de tres
Personalidad de
continuos temperamentales en interacción (P-E-N):
Hans Eysenck
psicoticismo, extraversión y neuroticismo.

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Psicología de la delincuencia

Es el estado dependiente del equilibrio de dopamina y


serotonina en el sistema. Si es alto, la tendencia es a un
Psicoticismo comportamiento agresivo, hostil, frío, egocéntrico,
impersonal, impulsivo, antisocial, creativo, rígido y poco
empático.

Estado de menor activación reticular en el cerebro, con


tendencia a centrar su gratificación en el exterior. Si es alto
Extraversión tiende a comportamientos: sociable, vivaz, activo, asertivo,
buscador de sensaciones socializadas, despreocupado,
dominante, espontáneo y aventurero.

Estado dependiente del Cerebro emocional. Si es alto la


tendencia en el comportamiento es: ansioso, deprimido,
Neuroticismo
tenso, irracional, tímido, triste, emotivo, con baja
autoestima y sentimientos de culpa.

Término amplio para definir el campo científico del estudio


Psicología
de las causas del comportamiento delictivo. Su ámbito es
criminológica
tanto teórico conceptual, como académico y experimental.

Campo de la psicología que se refiere específicamente al


Psicología actuar del sistema judicial frente al delito en particular, y
Forense específicamente en cuanto a los elementos a utilizar en un
proceso judicial.

Aborda el sistema judicial como objeto de estudio, aplicando


todos los conocimientos de la psicología a la organización e
Psicología
impartición de justicia, sus modos de producción y
jurídica
estructuración, sus usos internos, sus problemas y su
legitimidad.

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Psicología de la delincuencia

VII. BIBLIOGRAFIA

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