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Jean Delumeau- La Reforma

Las causas de la Reforma

A. La explicación Marxista

Desde el nacimiento del marxismo, el hecho de la Reforma trata de explicarse desde el


punto de vista de la economia. Para Marx los religiones son «hijas de su tiempo», y, más
concretamente, hijas de la economía. Desde esta perspectiva, la Reforma se
transformaba en «la hija de aquella nueva forma económica que surgió (en el siglo xvi) y
(se impuso) rápidamente en el mundo, el capitalismo».
Este esquema general ha sido seguido por diversos historiadores que han estudiado la
Reforma desde un punto de vista estrictamente materialista.
Óscar A. Marti en Economic Causes of the Reformation in England: “La rebelión
eclesiástica del siglo xvi hunde en el pasado. En lo que concierne a Inglaterra, las fuentes
de la rebelión se hallan más allá de las aspiraciones dinásticas del monarca, o de los
desacuerdos sobre la supremacía. Las raíces de la Reforma calan hasta un subsuelo
constituido por cuestiones de dinero y por las transformaciones económicas que estaban
a punto de producirse.”
El historiador italiano C. Barbagallo, tratando esta vez del siglo xvi en conjunto, afirmó: “se
considera la Reforma como proceso de conversión religiosa de una cierta parte de
Europa... No he llegado a comprender cómo puede pensarse que multitudes de gentes
hayan sido capaces de interesarse por las sutilidades teológicas de Lutero, Zuinglio,
Melantchon o Ecolampadio, que a duras penas entienden los profesores de teología. Yo
he considerado la Reforma no como un fenómeno sustancialmente teológico, sino como
expresión, aspecto y disfraz religioso de la crisis que los países de Europa atravesaron en
la segunda mitad del siglo xvi, y como síntoma del malestar general que se sentía.”
Las posiciones de estos 2 historiadores son idénticas. Para Óscar A. Marti, la Iglesia
católica, ligada a las estructuras rurales de una época feudal, se encontraba superada por
la corriente ascendente de la economía urbana, burguesa y capitalista. Para Barbagallo,
la Reforma representaba el progreso económico y social, e, inversamente, la
«Contrarreforma» fue un fenómeno reaccionario en el que colaboraron incluso
protestantes conservadores. La Contrarreforma es presentada «no como una obra de
reconquista católica de la sociedad sino como un esfuerzo de restauración del orden
antiguo, que consideraban en peligro, que intentaron en común los Gobiernos, la Iglesia y
junto con ellos los grupos sociales interesados. Sin embargo, la evolución no se detiene.
Esta, bajo el punto de vista del materialismo histórico, tiene lugar de una manera
inevitable y conduce al aplastamiento de fuerzas económicas y sociales ya caducadas.
“Pese a la Contrarreforma, el movimiento revolucionario de la sociedad europea vuelve a
ponerse en marcha y asistimos a una serie de auténticas revoluciones politicosociales,
como son la rebelion de los Países Bajos, las guerras de religión en Francia, la
insurrección de Bohemia al comienzo de la guerra de los Treinta Años, y luego las
sublevaciones de Escocia e Inglaterra en la época de los Estuardo.”
Los historiadores marxistas han sido atraídos por el caso de Tomas Muntzer, el joven
caudillo de la rebelión de los campesinos en 1525.
En 1520, en Alemania, la oposición «moderada, rica e inteligente» de los principes y de
las clases dominantes, que deseaba la separación de Roma pero no la alteración del
orden social establecido, se enfrentó con la oposición proletaria de los campesinos y de la
población pobre de las ciudades. Ambas oposiciones al Papa y al emperador pudieron
permanecer un tiempo aliadas debido a que el mensaje de Lutero ilusionó a las masas,
empujándolas a la rebelión. Pero Lutero, asustado, se desligó pronto de una alianza tan
comprometedora con las clases populares. Frente al «reformador burgués Lutero» se
levantó el «revolucionario plebeyo Müntzer».
Este, al principio, era esencialmente un teólogo, penetrado de los escritos milenaristas de
la Edad Media. Pero evolucionó rápidamente y se transformó en un «agitador político».
El tema fundamental sigue siendo el indicado por Engels: el enfrentamiento entre «la
Reforma de los principes» y la «Reforma de los trabajadores»; la guerra de los
campesinos aparece así corno la «primera revolución social» de importancia que ha
tenido lugar en Europa.

B. Estudios Economicos Sobre el Nacimiento de la Reforma

Se han aportado muchas otras explicaciones económicas de la Reforma, mucho más


matizadas que las de los historiadores marxistas. En general no pretenden ser
explicaciones totales, sino estudios particulares y locales que tratan de aclarar el
nacimiento y desarrollo del protestantismo en un pais o en un caso determinado. Hauser
refutó la opinión sostenida por la mayoría de los historiadores franceses de su tiempo, que
consideraban al partido hugonote como un partido de nobles. Comenzó recordando
algunos testimonios del siglo xvi. El embajador veneciano Giovanni Michiel escribía en
1561: «Hasta el momento, a causa del rigor de los suplicios, sólo se han manifestado
abiertamente como reformados gentes del pueblo que, excepto la vida, tenian poco
que perder» Florimond de Racmond afirmaba por su parte: «Los primeros adictos al
nuevo dogma fueron ciertas pobres gentes, simples..., gentes de oficio», «es decir, gente
que no habia hecho otra cosa que conducir su carreta y cavar la tierra». Las
investigaciones llevadas a cabo por Hauser lo convencieron de que la Reforma, hasta
1560, se habia extendido en Francia especialmente entre los artesanos de las
ciudades y, con menos intensidad, entre los campesinos. La sedición lionesa el 25 de
abril, conocida como la Grande Rebeine, habría sido organizada por una sociedad secreta
de obreros convertidos a las ideas reformadas por artesanos procedentes de Suiza y
Alemania. Éstos habrían arrastrado al resto de la población, que sufria por la escasez y la
carestía de los cereales.
Hauser veia en la Reforma el producto de una conjunción de factores económicos,
sociales y religiosos inseparablemente unidos: “«La Reforma del sisiglodo XVI tuvo el
doble caracter de revolución social y revolución religiosa. Las clases populares no se
sublevaron sólo contra la corrupción del dogma y los abusos del clero. También lo hicieron
contra la miseria y la injusticia. En la biblia no buscaron únicamente la doctrina de la
salvación por la gracia, sino también la prueba de la igualdad original de todos los
hombres».
Prosiguiendo sus investigaciones sobre la Reforma, Hauser quiso explicar no sólo la
adhesión de. los pobres al protestantismo, sino también la elección de los príncipes que
rompieron con Roma: “Los principes cuyos dominios estaban infestados de señoríos
eclesiásticos, que eran tierras de inmunidad, no tenían más que secularizar estas tierras
para apoderarse de ellas. Lutero tuvo, pues, sus primeros aliados en los principes, ávidos
de redondear sus dominios y sus ingresos».
Francia proporcionaba la «contraprueba» del razonamiento: “El Concordato de 1516 hacia
al rey cristianísimo soberano temporal de la iglesia galicana, distribuidor universal de los
beneficios, y la Reforma le resultaba innecesaria como medio para transferir la propiedad,
la secularización no tuvo lugar en Francia, puesto que ya se habia hecho con el
consentimiento de Roma».
Puesto que la historiografía contemporánea insiste en el movimiento de los precios, se
plantea una última cuestión: ¿Existe alguna relación entre el éxito de la Reforma y una
«coyuntura pesimista»? Chaunu asi lo sugiere, aunque niega que se pueda establecer
una relación «necesaria» entre ambos fenomenos: “«La intervención de Lutero destruye
una Alemania oriental y septentrional, que, entre 1517 y 1525, persiste en una coyuntura
pesimista, propia de fines del siglo xv, que ya habia terminado en el Oeste y en el Sur
pero que, más al Este, se obstina en no desaparecer».

C. Critica de las Explicaciones Economicas

Los recientes estudios económicos sobre el final de la Edad Media y el siglo xvi no
permiten sostener la explicación de la Reforma propuesta por Marx y Engels, quienes
veían en ella a «la hija del capitalismo». Hoy se distingue con mayor precisión que antaño
entre capitalismo comercial y capitalismo industrial. El primero es anterior al siglo XVI. En
la Europa occidental, y especialmente en Italia, se desarrollaron en los siglos XIV y XV
poderosas firmas comerciales y bancarias animadas por el más puro espiritu capitalista.
Los hombres de negocios buscaban el máximo de ganancias, unas ganancias que se
contaban en dinero y en las que entraba forzosamente una plusvalía obtenida a expensas
de los productores, especialmente de los artesanos del ramo textil. En la Edad Media
aparecieron verdaderos cartels destinados a monopolizar la venta de un producto, cuyo
precio era asi fiscalizado a escala europea.
Durante la Edad Media italiana se perfeccionaron instrumentos bancarios y comerciales
que suponían un sentido de la organización y un afán de ganancias que se encuentra en
la base del capitalismo: contabilidad por partida doble, letras de cambio, colleganze,
seguros marítimos. Una commanda era, en el siglo XV, en Italia, una asociación de capital
y trabajo en el que las tres cuartas partes de los beneficios iban a parar al capital y la
cuarta parte al trabajo. ¿No entra este tipo de contrato, corriente en el siglo xvi, en la
definición que Marx habia dado del capitalismo: un sistema fundado en la separación
entre el trabajo y la propiedad de los medios de producción? En el siglo xv los Estados
italianos conocían otra técnica financiera moderna: aprovechar el ahorro público por
medio del Monti, que reportaba a los acreedores un interés fijo. No se puede hablar, pues,
de una «revolución económica» del siglo xvi. Lapeyre ha demostrado , que las técnicas
comerciales y bancarias del siglo XVI son una prolongación de las de la Edad Media, a
pesar de que sean utilizadas a más amplia escala. Hubo ciertamente viajes de
descubrimiento y se crearon corrientes regulares de intercambio entre Europa, por una
parte, y América y Extremo Oriente, por otra. Con el tiempo, e incluso a partir de
mediados del siglo XVI, este nuevo tráfico modificó el comercio general de Europa. Pero
hay que hacer ciertas observaciones. En primer lugar, la investigación histórica actual
tiende a minimizar las consecuencias de los viajes portugueses sobre la vida económica
del Mediterráneo en el siglo XVI. Además, Lutero había dado a conocer sus 95 tesis dos
años antes de que Cortés desembarcara en Méjico. Calvino ya había publicado sus
Ordenanzas eclesiásticas (1541) cuando se descubrieron las minas del Potosí (1545).
FinaImente, los grandes viajes del Renacimiento no tuvieron consecuencias sobre la vida
material de los europeos del siglo XVI, comparables a las que provocó, a partir del siglo
XVII, el auge de la ciencia y la técnica. Pese a que los precios se triplicaron en menos de
100 años, la vida cotidiana de un campesino o un burgués no se modificó radicalmente
durante el siglo XVI. Asi, en este tiempo ocurrió una revolución religiosa, pero no una
revolución económica. En estas condiciones, las modificaciones relativamente lentas de
las estructuras materiales de la sociedad difícilmente, pudieron haber sido la causa
profunda del cambio radical que sufrió la vida religiosa.
Hay que tener también en cuenta que en tiempos de la Reforma era Italia el país más
moderno de Europa. Los negociantes de la Península desempeñaban un papel capital en
la actividad de Occidente. En aquel país prosperaba una importante burguesía dotada de
una capacidad de ahorro real. Finalmente, en el siglo XV, una familia procedente del
comercio, la banca y la industria (los Médicis) tomó la dirección de un Estado. Pero en
Italia no prendió el protestantismo. Y fue un hijo de banquero, León X, quien excomulgó a
Lutero. Si la tesis marxista fuese exacta, la Reforma habría tenido que nacer en Italia y
triunfar en ella. Por el contrario, conoció sus primeras victorias en países más bien
atrasados desde el punto de vista económico: Alemania y Suiza. En el mismo sentido, ¿no
es sorprendente que los más importantes hombres de negocios del siglo XVI fueran
católicos? En primer lugar, los Fugger, y también los «mercaderes» genoveses, florentinos
y españoles, que dominaron la vida económica europea hasta comienzos del siglo XVII.
En cuanto a la tesis de que Tomás Muntzer es un revolucionario comunista provisto de
una «máscara bíblica», ha sido prácticamente rechazada por todos los historiadores no
marxistas.
Es cierto que Muntzer fue solicitado cada vez más por las dificultades cotidianas de la
lucha. Sin embargo, su inspiración continuó siendo de carácter religioso. Lecler escribe:
“No tomemos a Muntzer como un simple profeta de la revolución social. Su inspiración
sigue siendo religiosa. Lo que le indigna es que las condiciones de vida del pueblo
impidan a este el acceso al Evangelio. Los pobres se hallan tan oprimidos, tan
preocupados por ganarse el pan de cada día, que no tienen tiempo ni de leer la Biblia ni
de fortalecer su fe con la oración y la contemplación, Lutero no comprendió que no es
posible una auténtica Reforma religiosa sin una previa revolución social”.
La concepción marxisla de la Reforma pecó de anacronismo al transplantar al siglo XVI
las realidades y los conflictos del siglo XIX. No supo percibir las relaciones de la fe y la
mentalidad de las masas en aquellos tiempos.
¿Qué debe pensarse ahora de la opinión emitida por Hauser según la cual el
protestantismo fue en sus comienzos en Francia (antes de 1560) una religión de «gente
humilde»?
La proporción de artesanos parece muy importante. Pero en la sociedad del siglo XVI los
humildes eran mucho más numerosos que los clérigos burgueses y comerciantes. De las
interesantes cifras dadas por Paul F. Geisendorf se deduce que en Francia, durante la
primera mitad del siglo XVI, la Reforma afectó a todas las categorías sociales. É. G.
Léonard abunda en la misma creencia . «Las nuevas ideas (escribió) prendieron en todos
los medios franceses desde el mismo momento de su predicación». Parece evidente que
la Reforma, desde antes de agosto de 1560, había conseguido en Francia numerosos
adeptos en «los medios intelectuales», en el clero y en lo que hoy llamaríamos la
administración.
De ahí la conclusión de É. G. Leonard: “Esta aseveracion destruye cualquier intento de
dar a la Reforma bases esencialmente económicas y sociales. Puesto que se extendió por
clases que tenían intereses y aspiraciones contradictorios, hay que reconocer en ella
motivos válidos para todos los hombres”.
Aseveraciones semejantes han sido hechas por historiadores extranjeros que han
estudiado países distintos de Francia. En Berna y en Lausana, donde el paso del
catolicismo al protestantismo se hizo de una manera particularmente tranquila, éste
recibió la unánime adhesión de todos los habitantes. Un reciente estudio sobre las
ciudades hanseáticas de Stralsund, Rostock y Wismar en la época en que abandonaron el
catolicismo, demuestra que lns clases medias y bajas de esas ciudades desempeñaron
un papel capital en la introducción de la Reforma luterana. Existió una alianza entre los
pobres y las nuevas ideas, pero los ricos burgueses no estuvieron ausentes de las
primeras filas protestantes, y tampoco los príncipes, que, por otra parte, luchaban contra
el proletariado, y los burgueses momentáneamente unidos. Schildauer llega a la
conclusión de que la Reforma, pese a las circunstancias económicas o sociales que
favorecieran su desarrollo, fue movida principalmente por «una voluntad de renovación
espiritual» y que este carácter explica sus relativos fracasos en el plano político y social.
Los caballeros famélicos que se adhcricron también al protestantismo representaban,
frente a los burgueses de las ciudades, la clase conservadora y reaccionaria, amenazada
politicamente por el ascenso de los príncipes territoriales y económicamente por los
progresos de la burguesía urbana. La Reforma se le apareció a más de un caballero como
un medio para recuperar el prestigio y la prosperidad de que anteriormente habían
gozado. Sin embargo, insiste William R. Hitchcock, la clase de los caballeros carecía
totalmente de homogeneidad y fue incapaz de unir sus diferentes facciones. La Reforma
acentuó esa desunión, ya que no todos los caballeros se pasaron al protestantismo. Sin
embargo, la adhesión al luteranisrno de buena parte de ellos prueba que: “La esencia de
la Reforma no residía en el hecho de que se acomodara a los intereses de una
determinada clase ascendente, es decir, la clase media. Representantes de una clase que
hundía sus raíces en el antiguo orden y de bases económicos feudales y agrarias
respondieron, con entusiasmo a la llamada del nuevo Evangelio”.
Si se pretende en cada caso particular encontrar una explicación fundamental de tipo
económico-social para el paso de un grupo social a la Reforma, se llega a resultados
contradictorios en conjunto, puesto que hace adherirse a la Reforma por motivos
materiales a clases opuestas entre sí: príncipes, burgueses, caballeros pobres,
campesinos alemanes y artesanos de las ciudades.
Se tiende también a rechazar la tesis según la cual Enrique VIII, los reyes escandinavos y
los príncipes alemanes se separaron de Roma con objeto de secularizar y acaparar los
bienes eclesiásticos. El inconveniente principal de esta concepción es que niega un
auténtico sentimiento religioso a los jefes de Estado del siglo XVI, lo que sabemos se
halla en contradicción con la mentalidad general de la época. Federico el Prudente que
apoyó a Lutero, Felipe de Hesse a pesar de su bigamia, Alberto de Brandenburgo que
secularizó la Orden de los caballeros teutónicos, eran príncipes muy preocupados por la
religión. En el mismo Enrique VIII se aunaban extrañamente una vida privada
escandalosa con un interés por los problemas de la fe.
En cuanto a Francisco I, ¿qué prueba tenemos para afirmar que permaneció fiel a Roma
porque el Concordato de 1516 ponía en sus manos la Iglesia de. Francia y sus riquezas?
Se sabe que dudó largo tiempo antes de decidirse a luchar contra los protestantes,
decisión que sólo tomó cuando algunos d e ellos, con el asunto de los pasquines,
desafiaron su autoridad (1534). Si finalmente se dedicó a combatir a los protestantes, fue
porque en ellos vio a unos anabaptistas franceses que podían, como los de Munster,
provocar la anarquía en el reino.
¿ Es cierto que el oro de Alemania e Inglaterra, que se enviaba a Roma y empobrecía a
los países ultramontanos, enriquecía por el contralio a toda Italia, que por este motivo
estaba interesada en el mantenimiento de ese estado de cosas? Esto es lo que se creía
en tierras protestantes, y la propaganda reformista del siglo xvi insistía en ello. Pero esta
acusación hubiese tenido mucho más fundamento hacia 1350 que en 1520. En la época
del Renacimiento los ingresos anuales del Papado habían bajado mucho. Durante el
pontificado de Julio II no superaban los 350.000 ducados de oro, la mayor parte
procedentes del «dominio temporal».
La última cuestión que hemos suscitado es la probable relación entre el movimiento de los
precios y la adhesión de determinadas poblaciones a la Reforma. Una baja de los precios
puede haber coincidido con la mejora o la estabilización del poder adquisitivo de los
obreros. Esto fue lo que ocurrió en Amberes entre 1439 y 1512. Por el contrario, los
precios subieron en este gran puerto en 1513 y 1542, pero la adaptación de los salarios
fue insuficiente durante este período. Es posible entonces qué en estos años, que fueron
una época floreciente para el comercio de Amberes, se produjese un descontento entre
los pobres, que no habrían participado de. la prosperidad general, y que éste hubiese
favorecido la adhesión a las nuevas ideas y el anabaptismo. Pero desde 1543 hasta 1584
los salarios vuelven a subir. Ahora bien la crisis inconoclasta estalló en 1566. Por lo tanto,
no puede establecerse una relación entre el alza de los precios y la fidelidad a Roma.
Es innegable que numerosas y variadas circunstancias (económicas, sociales geográficas
o políticas) desempeñaron un papel en el paso al protestantismo de una región o de un
grupo social. También es cierto que las herejías de fines de la Edad Media encontraron
una amplia audiencia entre los pobres. Estos ligaron, de manera indisoluble en ocasiones,
aspiraciones religiosas y reivindicaciones igualitarias. En esta época de la historia «total»,
convendría establecer, para cada caso territorial o sociológico, la relación de las
circunstancias que favorecieron el paso a la Reforma. Pero quedaría por hacer lo más
importante. Las causas principales de la ruptura con Roma de un territorio o un grupo
social no quedarían esclarecidas todavía. ¿Quiere decir esto que tenemos que recurrir de
nuevo a la explicación tradicional y ver en los abusos de numerosos clérigos la razón
esencial del cisma protestante?

La Cuestion de los “Abusos” Disciplinarios

La Tesis Tradicional

Durante mucho tiempo se creyó que la Reforma había estallado a causa de los «abusos»
que se producían en la Iglesia. Esta manera de considerar el drama religioso del siglo xvi
se remonta al mismo Lutero, quien, en sus Conversaciones de sobremesa, afirma haber
sido sorprendido por el espectáculo de Roma en tiempos de Julio II, ciudad que visitó
entre 1510-1511. Lutero regresó desengañado de la «falsa ciudad santa». El escándalo
de las indulgencias haria estallar, pocos años después, la rebelión que desde aquel viaje
latía en su interior. La violencia con que el reformador atacó al Papado, identificado por él
con el Anticristo, aportaba un argumento suplementario a la tesis de una explicación moral
de la Reforma. Por otra parte, el éxito del “Elogio de la Locura” (obra que aparecía
después de una serie de amargas críticas contra la Iglesia) probaba que los cristianos
estaban ya preparados para ella. Para permanecer fiel a Jesucristo habia que abandonar
una institución que estaba corrompida. Erasmo afirma, hablando de los monjes: «Nada ha
contribuido más a popularizar a Lutero que las costumbres de esa gente». Hasta fecha
reciente los historiadores protestanes aceptaron la explicación de la rebelión de Lutero por
una sana y santa reacción de desagrado.
También por parle católica se hacia hincapié en este aspecto.
Una rebelión moral se habría transformado así en rebelión teológica, porque Roma habría
«presionado demasiado» a «aquel hombre violento y temerario» que era Lutero. Por parle
católica sedio también otra explicación moral de la Reforma, mucho más malévola que la
precedente. Ésta se hallaba ya bosquejada en la obra de un humanista del siglo xvi, el
cardenal Sadolet. Inquiriendo las razones del drama religioso del que era testigo, llegó a
su conclusión de que la decadencia del clero era la causa principal de la crisis. Pero los
fieles, prosigue Sadolet, amabun a sus pastores. No puede ser menos, ya en éstos veían
aquéllos sus modelos. Pero, al mismo tiempo, sugirio que los fieIes pasaban al
protestantismo porque, siguiendo a sus pastores, habían llegado a un estado de mínima
resistencia moral. El pecado lleva al pecado.

Hacia una Explicacion Teologica de la Reforma

Actualmente se considera insuficiente la explicación moral de la Reforma que quiere dar


razón de un fenómeno esencialmente religioso. Para Basnage, en el siglo XVI se trató de
cambiar la fe de la Iglesia, corregir su culto y derrocar la autoridad del Papa». Sin
embargo, víctima de la óptica de su tiempo, arremetía también contra «la lepra que se
extendía (en el siglo XVI) por todo el cuerpo de la Iglesia; el laico, el monje, el sacerdote,
el obispo, el Papa, todos estaban cubiertos por delitos tremendos”.
A comienzos del siglo XIX, Múdame de Slaél, en su obra Alemania, dio pruebas de
comprender la Reforma con mucha más amplitud que sus contemporáneos. Supo ver, en
la crisis religiosa del siglo XVI, «una revolución efectuada por las ideas», y afirmó que: «El
protestantismo y el catolicismo no existen porque haya habido papa, ni porque haya vivido
Lutero; el protestantismo y el catolicismo existen en el corazón humano; son potencias
morales que so desarrollan en las naciones, porque antes existen en cada hombre».
De esta manera se abría paso una reinterpretacion de la Reforma. Hegel vio en la
explosión del protestantismo un movimiento hacia la emancipación del Weltgeist (espiritu
mundial). Michelet asoció Reforma y Renacimiento y saludó en la rebelión de Lutero un
comienzo de Liberación de las mentes.
En la época del pangermanismo, los nacionalistas identificaron la reforma luterana y el
despertar del alma alemana, mientras que el teólogo liberal Troeltsch se esforzaba por
descubrir las relaciones existentes entre religión y cultura. En su opinión,el protestantismo
fue la forma de cristianismo que correspondía a las necesidades intelectuales del siglo
XVI, aun teniendo en cuenta que la cultura de los hombres de 1520 era todavía
ampliamente medieval. De ahí el aspecto atrasado y dogmático de una Reforma que
contenía, no obstante, los gérmenes de una emancipación ulterior (la del siglo XVIII ).
Todas estas nuevas interpretaciones de la crisis religiosa del siglo XVI partían de
concepciones a priori, muchas veces de carácter filosófico, más que. de carácter histórico,
pero tenían la ventaja de alejar la búsqueda de la tradicional oposición moral entre los
reformadores y los abusos de la Iglesia que abandonaban.
Ranke se preocupó poco por el problema de los orígenes de la Reforma. Por el contrario,
a Janssen le corresponde el mérito de haber esclarecido esta cuestión, al menos en
Alemania. Situó al reformador en el contexto deuna historia total. Janssen presentó a la
Iglesia alemana de fines de la Edad Media como un cuerpo que tenía defectos, pero que
estaba preparado para renovarse y que «conservaba todavía toda su fuerza vital»; el
humanismo y un creciente individualismo habían minarlo la legítima autoridad de la
jerarquía. Lutero no había inventado nada, «puesto que casi todas las doctrinas que iban
a trastornar la sociedad del siglo XVI se habían difundido ya a fines del xv». Pese a su
sabiduría, Janssen, sentía demasiada hostilidad contra el protestantismo para poder
escribir una historia imparcial. Pero su libro orientó a los mejores historiadores católicos
de comienzos del siglo XX hacia estudios más fecundos que las relaciones entre la
rebelión de los reformadores y los abusos disciplinarios que reinaban en la Iglesia.
Imbart de La Tour escribio en 1904, en su gran obra sobre los Orígenes de la Réforme
(tomo I ): “¿No es evidente que los agravios invocados contra el catolicismo constituyen
una explicación insuficiente (de la Reforma)? ¿La Tirania pontificia?. La gran amenaza
para la unidad cristiana no era el exceso de la centralización, sino el nacimiento del
principio nacional. ¿Los abusos del clero? En otras épocas no habían sido éstos menos
escandalosos ni las reformas menos necesarias. Sin embargo, los pueblos seguían
siendo fieles: el Cisma de Occidente habia debilitado el respeto sin destruir la obediencia.
La revolución intelectual que el Renacimiento suscitó pretendía cambiar los métodos de la
teología, no los dogmas de la religión.»
Imbart de La Tour demostró que las fuerzas renovadoras trabajaban ya en la Iglesia en
vísperas de la Reforma. Imbart de La Tour se separaba de Janssen en la apreciación del
papel desempeñado por el humanismo, y explicaba el cisma por razones políticas,
económicas y sociales. «Sus causas (escribía) se refieren más al estado de la sociedad
que al estado de la religión». El catolicismo medieval no sólo había creado una doctrina,
sino que también creó una organización. El advenimiento de los grandes Estados y la
expansión y transformación de la riqueza hicieron derrumbarse la Europa ecuménica y
feudal de las cruzadas.
Alberto Dufourcq parece haber tomado como punto de partida para el estudio de las
causas de la Reforma el esquema establecido por Imbart de La Tour. A la «organización»
de la sociedad cristiana entre 1049 y 1300 opuso la «desorganización» del período
siguiente. Sin embargo, centró sus tesis más importantes en «la crisis de las almas», e
insistió en el desarrollo del individualismo en el dominio de la piedad. La investigación
histórica se ha ido encaminando desde hace 40 años hacia un estudio cada vez más
concreto de las causas de la Reforma, siguiendo las indicaciones y los ejemplos de Karl
Holl y Lucien Febvre. Holl afirma que ni la filosofía, ni la sociología, ni el nacionalismo, ni
la economía, pueden explicar a Lutero, sino sólo la religion. Febvre escribió: «Hay que
buscar causas religiosas a una revolución religiosa». L. Febvre entendía «causas
religiosas» en un sentido mucho más amplio que Holl y quería orientar la investigación
sobre un estudio de la mentalidad de aquel tiempo, en la que el factor religioso era el
componente más importante.
Los trabajos de Joseph Lortz han insistido en los aspectos propiamente religiosos del
drama del siglo xvi y de sus causas. El autor puso de manifiesto la decadencia del
magisterio cristiano, la difusión de una inquietud apocalíptica, la espera del magisterio y el
deseo de inevitables catástrofes y, especialmente, en un clima de creciente
individualismo, el debilitamiento y la incertidumbre de la teología, incertidumbres
acrecentadas por la labor crítica del occamismo y el moralismo hacia el que se dirigía la
corriente del pensamiento humanista. Lortz ha descubierto en Lutero el heredero de la
Devotio moderna, que desde fines del siglo XIV se extendía a partir de los Paises Bajos.
E. G. Léonard, ha insistido también en el carácter religioso de la Reforma, apoyando sus
argumentos en los orígenes medievales del movimiento reformador. La tesis de Léonard
es la siguiente: “ La piedad de la Alta Edad Media se componía «de una adoración
temerosa de la majestad divina, del respeto a los sacerdotes y a los mandamientos de la
Iglesia, y de practicas supersticiosas del culto a las reliquias». Sólo hacia el siglo XII, con
San Bernardo, la cristiandad comienza a acercarse a la humanidad de Cristo y sus
sufrimientos. «Esta nueva forma de piedad, al principio sólo aceptada por almas selectas,
se extiende en los siglos XIV y XV. No se trata sólo de la aceptación de los dogmas de la
Iglesia, ni de la obediencia de sus mandamientos. Digamos que, en vispera de la
Reforma, la religión, de respeto a las instituciones y de adhesión a las doctrinas, se habia
transformado en una via.» La desgracia de la Iglesia consistió en que se «había quedado
petrificada en problemas institucionales y políticos» y en una escolástica esclerosa en un
momento en que los fieles pedían la libertad de la piedad.
El protestante Leonard se adhiere en lo esencial, al punto de vista de su amigo, el
agnóstico L. Febvre. Para estos 2 historiadores las causas de la Reforma son ante todo
de tipo religioso y la explicación fundamental de Leonard es: «La Reforma, más que una
rebelión contra la piedad católica, fue su culminación».
Es discutible la concepción de Lconard sobre la piedad de la Edad Media. Además, habría
que despreciar los diversos factores políticos y económicos que se pusieron en juego en
el siglo XVI, así como los profundos rencores acumulados contra el Papado y los monjes.
Sin embargo, conviene no subestimar la complejidad del problema de las causas de la
Reforma. Pero la historiografía contemporánea no marxista da prioridad en la jerarquía de
los factores de la crisis, a los fenómenos religiosos.
La investigación historica actual se orienta decididamente, en lo que concierne a la
Reforma, hacia el estudio de las doctrinas y de sus relaciones con la mentalidad de los
hombres del siglo XV. La causa principal de la Reforma habría sido ésta: en una época
agitada, en la que el individualismo realizaba grandes progresos, los fieles habrían sentido
la necesidad de una teología más sólida y más viva que la que les enseñaba un clero a
menudo poco instruido y rutinario compuesto por capellanes famélicos e incapaces de
reemplazar a los curas titulares, que tampoco poseían una formación mucho mejor.

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