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La Vestimenta Burguesa en el Uruguay del 900

Hombres y mujeres burgueses debían presentar ante los demás una imagen acorde con
la posición social que ocupaban y las concepciones dominantes sobre lo masculino y lo
femenino.
También a través de la vestimenta se expresaba el dolor ante el fallecimiento de un
familiar cercano. Este sentimiento tenía que exteriorizarse, no bastaba con
expermientarlo.

La Mujer
El Hombre
Si consideramos las modas femeninas, no podemos
Es llamativa la cantidad de información que aparece en la menos que vincular algunas de sus características con
prensa de la época sobre la moda en materia de vestimenta, la posición subordinada y dependiente que ocupaban
sombreros, alhajas, peinados, perfumes y cosméticos, las mujeres en la familia y la sociedad. El cuerpo
etcetera. Etc, Sorprende también el encontrar asi tan amplias femenino debió adaptarse a determinados cánones de
referencias en la propaganda de la moda masculina como de belleza, tales como la “cintura de avispa” conseguida
la femenina. El “hombre elegante”, para merecer ese título, mediante el uso del corsé, sacrificando su comodidad y
debía estar atento a gran número de detalles. Trajes, libertad de movimiento.
camisas, calzado, guantes, corbatas, bastones, sombreros, Toda mujer elegante debía tener varios corsé según la
relojes, perfumes y hasta peluqueros se traían de Europa. ocasión: el de baile, el de verano, el corsé para
Parece haber tenido especial importancia el cuidado del jugadoras de lawn tennis y el de montar a caballo.
cabello y la barba. En la prensa no eran raros los avisos A más de eso, calzoncillos de punto, pantalones, medias
recomendando ciertas peluquerías “donde peinan, cortan el y enaguas completaban la rompa interior. Las enaguas
cabello y afeitan a la pompadour” o “se hacen los peinados de seda eran tan vistosas y decoradas como los propios
poufs pappillon, estilo parisién y norteamericano”, se ofrecen vestidos, luciendo volantes y orlas.
postizos para hombres o “se tiñe el pelo y la barba a Capítulo aparte merecían los vestidos y sombreros.
domicilio”. Esos vestidos estaban llenos de alforzas, de trencillas,
Aun reivindicando el cuidado de la higiene y la apariencia de minúsculos botones, de hebillas, de bordados. Era la
personal, debía guardar sobriedad en su vestimenta, moda de las faldas largas forradas de telas de
demostrando “la calma y la seriedad anejas al que manda y terciopelo, de las colas recogidas, de las mangas
es obedecido”. Esta gestualidad les imponía cierto abollonadas, de las cinturas apretadas y de los
disciplinamiento del cuerpo, que incluía el soportar algunas sombreros que parecían colocados en el aire y que se
vestimentas incómodas, en particular los cuellos altos y sostenían por medio de largos pinchos y además, con la
rígidos. mano. Y en esos sombreros, altos y aéreos, se
colocaban plumas, o pájaros, o alas, y cintas y tules.
Si por un lado se reprimía la sexualidad femenina, por
otro lado se fomentaba en ellas cierto narcisismo y
exhibicionismo, dada la complicada preparación que
requería. Porque estas mujeres constituían ante todo un
espectáculo visual; ya que las normas sociales vigilaban
el acercamiento con el otro sexo, su carácter de objeto
decorativo resultaba acentuado.
No se usaba los atavíos sueltos o flotantes, sino
vestidos muy ceñidos que marcaban las formas del
cuerpo, resaltando los senos y las caderas, sin
considerar los generosos escotes de los trajes de fiesta.

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