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Escúcheme, señor Gutman de David Wapner Yo, señor Gutman, soy el culpable, pero haciendo compras y volví a confesarle mi

Buen día, señor Gutman. quiero que entienda que no soy una persona amor, y ella, con esa voz con la que sueño
Yo sé que su apellido significa "buen violenta. Pero su hija tiene el aroma de las noche a noche, dijo, "saldría con vos, pero si
hombre" en idioma alemán, o incluso en exóticas flores de Kampuchea (país del tuvieses la cara de Alfredo Rebolini". Me
idioma idish. lejano Oriente que antes se llamaba sentí tan ofendido, tan humillado, tan celoso,
Por eso estoy convencido de que usted Camboya), flores que jamás olí, pero igual que agarré un tomate maduro y se lo arrojé
sabrá comprender que lo que hice no fue un imagino su aroma incomparable. a la primera persona que pasaba por la
acto de maldad, sino que fue una reacción Incomparable como su hija, señor Gutman. calle. Y esa persona era justamente usted,
intespestiva de mi parte debido a que su hija Incomparable como la adoración que siento señor Gutman. Y nuevamente me disculpo,
me rechazó. Yo le dije: "Florencia, te amo", por ella. Por eso, ¿cómo no salirme de mis me doy cuenta de que mi actidud es
y ella me contestó: "andáte zonzo". Y se fue, casillas cuando la vi el otro martes en la equivocada, que a nada me conduce. Pero
y yo me quedé parado, sin poder reaccionar. heladería "Giusepe" tomando un helado con créame, no soy malo, no. Siempre fui el
Entonces tomé una moneda que tenía en el Alfredo Rebolini, mirándose a los ojos, mejor de la clase, un ejemplo de conducta.
bolsillo y rayé con ella el techo de un coche embobados? Entonces, no es extraño que Pero ahora sé qué me sucede, es como si
rojo que estaba estacionado justo al lado de yo haya corrido hasta su domicilio y le haya no fuera yo mismo.
donde yo estaba parado. puesto plastilina en la cerradura de la puerta Yo sé que ya se me va a pasar, pero
No puedo mentirle, yo sabía que ése era su de calle. ¿cómo?, ¿cuándo? Usted ya debe de tener
coche, señor Gutman pero, qué quiere que Yo sé que mi proceder es incorrecto. Lo sé, mucha experiencia en esto, seguramente
le haga, me dejé llevar por el impulso. no tiene que recordármelo, soy totalmente estuvo muchas veces enamorado. Pero,
Ocurre que su hija posee los ojos negros conciente de mis actos. Sé que voy contra dígame, ¿era tan loquito como yo?
más bellos que se hayan visto jamás por las normas establecidas y las buenas Porque eso es lo que a mí me pasa, estoy
estos barrios y yo, señor Gutman, quedé costumbres. También sé que de esa forma loquito de amor y su hija no se da por
hipnotizado. no me voy a hacer merecedor del amor de enterada. Usted habrá notado que un
Haría cualquier cosa por su hija, pero mi Florencia. Pero Florencia tiene una voz que neumático de su coche está desinflado. Yo
amor no es correspondido. Es por eso que, me recuerda el canto del canario filipino. lo hice, lo confieso, porque hoy Florencia me
hace una semana, telefoneé a Florencia ¿Usted conoce el canto del canario filipino? sacó la lengua.
para invitarla a mirar la luna desde el balcón ¿Conoce las Filipinas? Fíjese en un mapa. No sé cómo disculparme, señor Gutman.
de mi casa, y ella, despectivamente, Pero en el mapa no sabrán informarle sobre Pero todo lo que hice, lo hice por amor.
respondió: "qué me venís con la luna, el canto del canario filipino, aunque puedo Señor Gutman, ¿por qué no me hace
anticuado, yo a la noche miro la tele", asegurarle que la voz de su hija es más gancho con su hija, eh?
entonces, ya sin control de mis actos, me dulce que el canto de ese singular pajarito. Piénselo. Hasta luego, señor Gutman.
dirigí hasta su casa y arrojé esa piedra que Entonces, cómo explicar lo que sentí cuando
rompió la ventana de su living. ambos nos encontramos en la verdulería

¿Quién es ese ganso? Elsa Bornemann


-¿Quién es ese ganso? –le preguntó -Marcela nunca va a fijarse en mí, fotografías? Robert Redford de frente, de
Gerardo a su amiga, no bien ella desenrolló embobada como está con ese... ese... perfil, serio, displicente, con sombrero
el gran póster que le acababa de regalar ¿Cómo se llamaría su rival? tejano, descalzo, de blue-jeans, sonriente,
una compañera de grado. -¿Quién es ese ganso, Marcela? durante el rodaje de alguna película, con
-Dame las chinches y no preguntes Fueron Claudia y Silvia las que contestaron impecable smoking, fumando un habano...
estupideces. a dúo, irrumpiendo en la habitación y En fin, “¡Robert Redford hasta en la sopa!”
Marcela se subió a una silla y extendió el parándose ante el póster con la misma se dijo Gerardo.
pliego sobre una de las paredes de su expresión fascinada que tenía Marcela. Cerró la carpeta con fuerza, como si con ese
dormitorio. El rostro sonriente de su actor de -¡Robert Redford! ¡Robert Reeedford! gesto pudiera hacer desaparecer el objeto
cine favorito ocupó, entonces, toda su -Vamos al comedor; tengo que apagar las de su malestar, de sus profundos y no
atención. velas –dijo Marcela, y abandonó el confesados celos.
-Ah... –suspiró embelesada. -¡Qué pelo! dormitorio. Sus dos amigas la siguieron de Cuando llegó a la sala, todos estaban
-Bah... Teñido seguramente –dijo Gerardo. inmediato. Gerardo permaneció aún unos cantando el “Happy Birthday”. Alguien apagó
-¡Qué dientes parejitos! ¡Y tan blancos! instantes, mirando con rabia a ése del que ni las luces.
-Postizos. le importaba recordar el nombre. Ya iba a Su familia y sus compañeros aplaudieron.
Marcela se fastidió: -¡Lo único que falta es dirigirse él también hacia la sala cuando, Enseguida, uno por uno se le acercaron
que digas que tiene ojos de vidrio! ¿Me vas sobre el escritorio de Marcela y casi para felicitarla.
a alcanzar esas chinches o no? confundida entre las escolares, descubrió Cuando Gerardo se decidió a hacer lo
A desgano, Gerardo se las alcanzó una por aquella carpeta: forrada con recortes de mismo, estaba tan cohibido que se llevó la
una, mientras comparaba mentalmente su diferentes revistas, multiplicaba hasta el mesa por delante. Copas y botellas
propia apariencia con la de ese galán que hartazgo la cara de Robert Redford. tintinearon levemente. -¡Maldita timidez! –
había ganado el corazón de su amiga. Hasta el hartazgo de Gerardo, por supuesto, pensó Gerardo.
Los celos lo torturaban. “Ese ganso” era porque era evidente que Marcela sentía una -¡Menos mal que no se volcó nada! Y
rubio, pelilacio y, para colmo, un hombre. gran atracción por ese actor: ¿Cómo sobreponiéndose a lo que él se le antojaba
Él, moreno, de pelo ensortijado y apenas un explicar, si no, que a lo largo de diez un papelón, se aproximó a Marcela y le dio
muchacho de once años. páginas (como Gerardo mismo comprobó un beso.
fastidiado al hojearla) hubiera pegado tantas
-Tendré que esperar hasta abril del año que que se le presentaba mientras los demás dijeron ninguna tontería y respetaron su
viene para volver a tener esta oportunidad... finalizaban sus tareas, dejó el sitio que llanto.
–pensó, algo acongojado. ocupaba alrededor de la mesa y salió de la Porque ella seguía de rodillas sobre el
Las mejillas le ardían. habitación anticipándoles una sorpresa. parquet y lagrimeando en silencio, con el
Durante los días que siguieron a la fiesta, Cuando volvió, cargaba algo entre sus álbum descuajeringado a medio metro de
Gerardo trató de demostrar un total manos, escondidas tras la espalda. -¡Un distancia.
desinterés hacia Marcela. Aprovechaba los momento, chicos! –les dijo. -¡Quiero que Esa noche, mientras pegaba las partes rotas
recreos para jugar y pavonearse con otras vean el fantástico álbum que armamos de las fotografías, Marcela advirtió –de
chicas. Era el plan que se había propuesto Gerardo y yo! pronto- que Gerardo tenía razón: aquellos
para lograr atraer la atención de Marcela: - De inmediato, Claudia lo acaparó, ojos eran hermosos, sin duda, pero de
Que se crea que ella no me gusta. encantada al ver que se trataba de Robert papel; de papel eran sus miradas y de
Pero no resultó. Todo fue peor para él. El Redford, mientras Roberto y Osvaldo se papel, también de puro papel, toda su
tiempo pasaba, la chica ni siquiera acusaba intercambiaban risueñas guiñaditas y presencia. Entonces recordó los cercanos,
recibo de su aparente falta de interés y a miraban, burlones, la cara colorada de afectuosos y reales ojos de Gerardo, ésos
Gerardo no le quedó más remedio que Gerardo. que sí podían devolverle las miradas. Y más
volver a acercársele como siempre. La -¿Pero qué se creen? ¡A mí me importa un tarde, cuando se durmió, fueron los ojos de
relación entre ambos pesaba a punto de pepino ese ganso! Gerardo los que se abrieron, por primera
desbarrancarse en la pura nada. -¿¿¿Cómo??? –reaccionó Marcela-. ¿Quién vez, en sus más dulces sueños.
Entonces se le ocurrió encarar la situación me ayudó a coleccionar las fotos de Robert
de otro modo. –aunque hacer esto me Redford? ¿Quién, eh? Y afirmó con
revuelva las tripas –se decía Gerardo cada seguridad: -A Gerardo le gusta tanto como a
fin de semana cuando, tijera en mano, mí. Te dará vergüenza admitirlo, no?
revisaba las revistas de su mamá y de sus Marcela estaba enojada. No se le había
tías a la pesca de alguna foto de Robert ocurrido pensar que su amigo había hecho
Redford. todo eso guiado únicamente por las ganas
Lo hacía en secreto, qué duda cabe. De lo de complacerla, de estar con ella durante
contrario, ¿qué iban a suponer en su casa si más tiempo y con el propósito de que tuviera
lo sorprendían coleccionando imágenes de un motivo poderoso para aceptarlo, para
“ese ganso”? sentir simpatía por él.
Ah... ¡Los sacrificios de los que es capaz un ¡Ah, qué confusión! Y, encima, el pobre
corazón deslumbrado! debía ahora aguantar las burlas de sus
Y allá iba Gerardo, con los recortes compañeros: -Si te hubieras enloquecido por
cuidadosamente ocultos dentro del forro del Farrah Fawcet... Pero que se te dé por
libro de lectura, a la espera del primer recreo Robert Redford, pibe... ¡Quién lo hubiera
de cada lunes. imaginado!
Entonces, se los entregaba a Marcela. No. Gerardo no pudo soportar más la
Así, durante casi todo el año escolar. tensión. Toda la paciencia que había
En octubre, y gracias a su colaboración, el acumulado durante esos largos meses le
álbum de su amiga había aumentado de estalló dentro. En un impulso de rabia le
volumen tremendamente, a la par que arrebató el álbum a Claudia y trató de
aumentaban sus celos. partirlo en dos. ¡Vaya! Aquello parecía la
Sin embargo, Gerardo se esforzaba por guía telefónica y él no era Superman.
mantenerlos en silencio. No iba a Marcela forcejeaba para recuperarlo intacto,
estropearlo todo justo cuando Marcela cuando Gerardo logró rasgar algunas hojas.
parecía cobrarle cada vez más simpatía... Enseguida, arrojó la odiada carpeta al suelo.
Debido a que Robert Redford... y bueno... lo ¡Al demonio Robert Redford! –gritó. Y
cierto era que entre la niña y él existía ahora envalentonado por el repentino coraje que le
un vínculo más sólido que antes. permitía el despecho agregó: -¡A mi me
Hasta que una tarde de principios de gustaba Marcela! ¡Me acabo de dar cuenta
noviembre... de que no es más que una tonta, siempre
Estaban en casa de Marcela. Un deber que suspirando por un hombre de papel!
tenían que realizar en equipo los había Dirigiéndose a ella recalcó: -Me gustabas,
llevado a reunirse allí. También se ¿entendiste? Me gus-ta-bas.
encontraban Claudia, Roberto y Osvaldo. La chica se puso a llorar.
Gerardo terminaba de colorear el contorno Gerardo dejó su portafolios, sus crayones
del enorme mapa que habían dibujado. desparramados, el mapa a medio colorear y
Roberto preparaba las últimas fichas. se fue a su casa.
Claudia y Osvaldo buscaban palabras en el No nos engañemos: él también tenía ganas
diccionario. de llorar.
Marcela concluyó de pasar en limpio el Al rato, Claudia, Roberto y Osvaldo se
informe para Geografía que a causa de su despidieron de Marcela. Con una discreción
buena letra, le había correspondido asombrosa para sus pocos años, no le
transcribir. Aprovechó entonces la pausa

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