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Arte, literatura, mitología y folclore
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Infierno
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Para otros usos de este término, véase Infierno (desambiguación).
La palabra infierno viene del latín inférnum o ínferus (por debajo de, lugar
inferior, subterráneo), y está en relación con las palabra Seol (hebreo) y hades
(del griego). Según muchas religiones, es el lugar o estado donde después de la
muerte son torturadas eternamente las almas de los pecadores. Es equivalente al
Gehena del judaísmo, al Tártaro de la mitología griega, al Helheim según la
mitología nórdica y al Inframundo de otras religiones.
Religiones abrahámicas
En la Biblia
Antiguo Testamento - Biblia hebrea
Sheol:9 Génesis 37:35, 42:38, 44:29, 44:31, etc.
Hinom:10 Jeremías 19:6, Josué 15:8, etc.
Nuevo Testamento
Hades:11 Evangelio de Mateo 11:23 16:18. Evangelio de Lucas 10:15. 16:23. Hechos de
los Apóstoles. 2:27,31. 1 Corintios 15:55. Apocalipsis 1:18, 6:8, 20:13,14
Gehenna:12 Evangelio de Mateo 5:22,29, 30, 10:28, 18:09, 23:15,33. Evangelio de
Marcos 9:43,45,47, Lucas 12:05, Epístola de Santiago 3:6.
La palabra «infierno» se halla en muchas traducciones de la Biblia. En algunos
casos es traducida por ‘sepulcro’ o ‘el lugar de los muertos’ y en otras se deja
sin traducir, como en el caso de la palabra hebrea she'ol que equivale a la griega
hai′des, es decir receptáculo de las almas, (y no- tumba de toda la humanidad [gr.
koinós táphos tès anthròpótètas ]). También está en este caso la palabra griega ge
′en•na que hace referencia al lago de fuego y azufre literal y no a una supuesta
destrucción eterna.
Venid, benditos... (Mateo 25:34): "Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid,
benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación
del mundo."
Son varias las referencias e imágenes existentes en la Biblia de las que muchos
deducen que se trata de un lugar de sufrimiento:
En el siglo iii, Orígenes sostuvo la hipótesis que lleva por nombre Apocatástasis o
Restauración, que implicaba la idea de que, al final de los tiempos y luego de
sufrir diversas penalidades, todos los condenados al Infierno -incluyendo a Satanás
y a los restantes ángeles caídos- serían liberados. Esta idea fue condenada como
herejía por la Iglesia. En contraste, Agustín de Hipona y Tomás de Aquino creían
que la gran mayoría de las personas se condenaría al Infierno. De hecho, Agustín se
refería a los réprobos como la massa damnata o multitud de condenados. El teólogo
luterano Karl Barth y su colega católico Hans Urs von Balthasar sostuvieron que
existe una razonable esperanza de que todas las personas serán salvadas, por el
tremendo acto de amor que realizó Cristo en la cruz. En la actualidad, el pastor
evangélico Rob Bell sostiene que el Infierno está vacío. C. S. Lewis sostenía que
el Infierno semeja la celda de una prisión, en donde la puerta del calabozo se
cierra desde dentro, no desde fuera, siendo la intención del condenado el no querer
vivir la eternidad con Dios.14
El exorcista católico José Antonio Fortea hace notar que es el mismo Cristo quien
refiere con más insistencia la existencia del Infierno y que muchos serán los
condenados. Aunque cree que el número de condenados será pequeño en comparación con
el de todos los seres humanos nacidos desde la Creación, para los condenados -ya
sean cien, mil, diez mil o más- el castigo será eterno. También sostiene que la
gran mayoría de los sacerdotes en la Iglesia Católica trata de restarle importancia
al Infierno y a la condenación eterna por no asustar a sus feligreses.15
En el catolicismo
La Enciclopedia católica de principios del siglo xx (una de las obras más vastas
del catolicismo) señala que «el dogma católico no rechaza el suponer que Dios
pueda, a veces, por vía de excepción, liberar un alma del Infierno». Sin embargo,
la misma Enciclopedia dice que «los teólogos son unánimes en enseñar que tales
excepciones nunca ocurrieron y nunca ocurrirán». Acerca del uso del término «fuego»
que «no hay suficientes razones para considerar el término "fuego" como una mera
metáfora».16 Sin embargo, el 28 de julio de 1999 en la catequesis que impartió ante
8000 fieles en la Ciudad del Vaticano, el papa Juan Pablo II dijo:
Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el Infierno deben ser
rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una
vida sin Dios. El Infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a
encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y
de alegría.17
Juan Pablo II
Aunque, para algunos, estas palabras de Juan Pablo II provocaron polémica, no se
niega la existencia del Infierno, pero se le da un sentido espiritual, antes que
concreto y material. Algunos fieles y teólogos, como Hans Küng, han rechazado la
existencia del Infierno por considerarla incompatible con el amor del Dios
omnipotente.18
Sin embargo hay consenso en creer que no es Dios quien «envía» al hombre al
Purgatorio o al Infierno, sino que es el hombre mismo (por las actitudes y obras
que vivió en su tiempo de existencia terrena), quien decide libremente su destino
final;19 si ha creído en Jesús y vivido piadosamente el Cielo le esperará, si ha
cometido pecados no confesados y necesita purificación para acceder al Cielo, ella
misma pedirá un tiempo en el Purgatorio para purificarse y entrar a la gloriosa
presencia de Dios, limpia; y si ha vivido en enemistad con Dios, con los demás y
consigo misma, ella misma pedirá el destino que le corresponde como fruto de sus
acciones y creencias.
El escritor católico contemporáneo José María Cabodevilla trata el tema —de por sí
complejo— en unos pocos renglones:
Representación de Fra Angélico, por Luca Signorelli. Fra Angélico imaginó a Cristo
como un juez con la túnica abierta y mostrando mansamente sus llagas.
Dios no condena a nadie: «Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo
condenaré» (Juan 12,47). No hace falta ninguna sentencia, ningún juicio. «El que no
cree ya está juzgado» (Juan 3,18). ¿Qué necesidad hay de imaginar un Cristo juez?
El Cristo de la Capilla Sixtina es un juez en plena actividad, ejecutor él mismo de
la sentencia, iracundo, violento. No me convence. La interpretación de Fra Angélico
me parece mucho más verosímil (y también más terrible) que la de Miguel Ángel.
Pintó un juez que es lo menos parecido a un juez: el Hijo del Dios con la túnica
abierta y mostrando mansamente sus llagas. No hace nada, no dice nada. Los
pecadores apartan la vista de él y marchan sobre sus propios pasos [...].
«Él quiere que todos los hombres se salven» (1Timoteo 2,4). «No quiere que nadie
perezca» (2Pedro 3,9). Salvación y reprobación no están en el mismo plano, no son
acciones correlativas. Aquí quiebra aquella correspondencia o proporción entre el
Cielo y el Infierno. El Cielo es un don divino, pero el Infierno no es una venganza
divina. No son verdades del mismo rango ni pertenecen al mismo nivel. No hay
simetría entre una cosa y otra. No hay un doble ofrecimiento de salvación y
condenación, como si se tratara de dos destinos parejos. Dios sólo ofrece la
salvación, y el hombre puede aceptarla o rechazarla. Los réprobos se apartaron de
Dios por su propia voluntad, y seguirán eternamente apartados de Él por su propia
obstinación. La persistencia de este rechazo es la que explicaría en última
instancia la eternidad del Infierno. Si se dice que la gravedad del castigo
responde a la gravedad de la ofensa, hay que decir que su duración responde a la
duración de la misma. El castigo no cesará nunca porque tampoco va a cesar el
pecado. También aquí la explicación parece muy forzada, elaborada artificialmente
por esa manía apologética de justificar o excusar a Dios. Sin embargo, si aceptamos
la posibilidad de una opción libre y absoluta contra Dios, debemos reconocer que el
Infierno se limita a confirmar esa opción. Lo que llamaríamos alejamiento
irreversible de Dios respecto del pecador se debe únicamente a que éste así lo
quiso cuando dio carácter absoluto y, por tanto, irrevocable a su ruptura con Dios.
En definitiva, aunque parezca extraño, aunque parezca escandaloso, habrá que decir
que el pecador continúa en el Infierno porque quiere. La puerta del Infierno está
cerrada para siempre, pero está cerrada por dentro.
En el protestantismo
En el protestantismo el Infierno es presentado como un lugar de castigo y
separación eterna de la presencia y gloria de Dios.22 La concepción antropológica
de la teología protestante presenta a todos los hombres condenados desde su
nacimiento (por el pecado original) a sufrir esta separación eterna y por tanto
necesitados absolutamente de la misericordia de Dios para poder restablecer la
relación con Dios, es decir, ser salvados mientras viven en este mundo. La
adquisición de esta salvación es entendida como un regalo de Dios a aquellos
hombres que se arrepienten de sus pecados y creen de corazón.2324
Que tras la muerte, el alma de quienes se han salvado va al Cielo y la de los que
no al Infierno (aunque con la peculiaridad de que el protestantismo niega el
Purgatorio).25
Que tras la resurrección de la carne, alma y cuerpo volverán a juntarse tanto para
quienes están en los Cielos como para quienes están en los Infiernos.25
Que el castigo del Infierno es eterno y consciente.
Que quienes no han sido redimidos van al Infierno y se condenan eternamente sin que
se espere ningún rescate por ellos.
Que Dios no condena al hombre sino que tal cosa es consecuencia justa de su
pecado.26
En otras divisiones cristianas
Testigos de Jehová
El infierno (o sheol) es la sepultura colectiva, un lugar simbólico donde no existe
ninguna actividad. El infierno de fuego como lugar de tormento no forma parte de
las doctrinas de los Testigos de Jehová, quienes afirman que tal creencia sería una
difamación de Dios al contradecir el hecho de que Jehová es un Dios de amor (1 Juan
4:8). Afirman que la idea del infierno de fuego como lugar de tormento es
precristiana y que procede de la mitología de Mesopotamia. Los Testigos de Jehová
creen que el infierno es el sepulcro común de la humanidad.27 Señalan que en la
revisión de 1909 de la traducción de la Biblia por Reina-Valera el término griego
hái·dēs (Hades) se traduce como «infierno» o «infiernos» las diez veces que aparece
en las Escrituras griegas cristianas.27 También indican que el término hebreo
sche’óhl (Sheol) aparece sesenta y cinco veces en las Escrituras hebreas, y que en
la revisión antes citada se traduce como «infierno», «sepulcro», «sepultura»,
«abismo», «fosa», «hoyo».27 Creen que se trata de un lugar simbólico y no de un
lugar literal de castigo y tormento.
Millerismo adventista
Según la Iglesia Adventista del Séptimo Día y la Iglesia de Dios (Séptimo Día), el
Infierno no existe como un lugar físico en el que los perdidos sufren por la
eternidad. Tal interpretación se basa en la secuencia de acontecimientos proféticos
relatados en el capítulo 20 del libro de Apocalipsis, los que describen de qué
manera el Infierno será el modo que se utilizará para infligir una decisiva y final
derrota al mal (la segunda muerte), describiéndolo como un fuego del cielo y un
lago de fuego, al cual serán echados Satanás y sus seguidores. Para esta
denominación los muertos permanecen en un estado inconsciente hasta la segunda
venida de Cristo, momento en el cual serán resucitados.28
En el judaísmo
Artículo principal: Judaísmo
El judaísmo, al menos inicialmente, creía en sheol, que se describe como una
existencia sombría a la cual todos eran enviados tras la muerte. El Sheol pudo
haber sido poco más que una metáfora poética de la muerte, de la ausencia de vida,
y no se refiere a una vida después de la muerte. En el Antiguo Testamento no se
amenaza a los pecadores con ninguna vida de sufrimiento después de la muerte.
En el islam
Artículo principal: Resurrección y juicio
El islam prevé el Juicio Final para todos los creyentes, como el cristianismo, y
las referencias al fuego del Infierno abundan en el Corán, donde se le menciona
setenta y siete veces,8 así como en los hadices y en los discursos escatológicos
islámicos posteriores. Durante la vida, los ángeles escribanos, uno a cada lado (el
de la derecha anota las buenas acciones, mientras el de la izquierda anota las
malas) anotan las acciones de los hombres, y éstos serán juzgados de acuerdo con
esos libros. El puente Sirat, delgado como un cabello, debe ser atravesado por los
que se dirigen al Paraíso, y aquel que caiga irá a parar a las llamas del Infierno
o Yahannam.
Hinduismo y budismo
Artículo principal: Reino de los Narakas
Reino de los Narakas, nombre dado a uno de los seis reinos del samsara de mayor
sufrimiento de toda la cosmogomía budista.
La descripción que hace Voltaire no es exacta en lo que se refiere a las filosofías
orientales. El hinduismo y el budismo creen en el Infierno, aunque sólo como
escenario transitorio en el ciclo de reencarnaciones. El hinduismo cree en 21
infiernos en los que se pueden reencarnar los que han cometido faltas mortales. El
Bhagavad Guitá (incluido en el poema épico sánscrito Majábharata, dice: «El
Infierno tiene tres puertas: la lujuria, la cólera y la avaricia». Y en él caen
«los hombres de naturaleza demoníaca» hasta ser aniquilados. El budismo reelaboró
la doctrina hinduista y su ortodoxia prevé esferas infernales en las que pueden
reencarnar los mortales agobiados por un mal karma (deudas vitales, elecciones
incorrectas...): la esfera de los espíritus torturados por el hambre y la de los
demonios en lucha. El Reino de los Narakas es el Infierno budista.6
Budismo
Artículos principales: Budismo, Karma budista: Causa y Efecto y Nirvana en el
budismo.
Véase también: Buda Gautama
Hinduismo
Artículos principales: Hinduismo, Doctrina, Samsara y Māyā.
Véase también: Kali Yuga
Gehena
Representación de Moloch.
Artículo principal: Gehena
La puerta del sudoeste de Jerusalén, abierta hacia el valle, vino ser conocida como
«valle del hijo de Hinom» (Jer 7:31,19:2-6); el libro de Jeremías habla de los
residentes que adoraban a Moloch (Jer 32:35), presagiando la destrucción de
Jerusalén. En épocas antiguas, en el Tofet según el Antiguo Testamento, los
cananeos sacrificaban a niños al dios Moloch, quemándolos vivos; una práctica que
fue proscrita por el rey Josías (2Reyes 23:10). Cuando la práctica desapareció, se
convirtió en el vertedero e incinerador de la basura de Jerusalén.
Luego pasó a ser considerado el Infierno o Purgatorio judío, así como el Infierno
cristiano.
Politeísmo
Doctrina religiosa cuyos seguidores creen en la existencia de múltiples dioses o
divinidades organizadas en una jerarquía o panteón.
Antiguo Egipto
Artículo principal: Vida después de la muerte
Voltaire en su Diccionario filosófico, anota que egipcios y griegos enterraban a
sus muertos y creían simplemente que sus almas quedaban con ellos en un lugar
sombrío. «Los indios, mucho más antiguos, que habían inventado el ingenioso dogma
de la metempsicosis (reencarnación), jamás creyeron que las almas estuvieran en el
subterráneo», señala Voltaire. Y agrega: «Los japoneses, los coreanos, los chinos,
los pueblos de la vasta Tartaria oriental y occidental, ignoraron la filosofía del
subterráneo».
Libros sagrados
Artículo principal
Descripción
Duat
Duat el inframundo de la mitología egipcia, el lugar donde se celebraba el juicio
de Osiris, y donde el espíritu del difunto debía deambular, sorteando malignos
seres y otros peligros.
Libro del Amduat
Describe el camino a seguir por el difunto y el Libro de los Muertos enseña toda
clase de sortilegios para llevar a buen fin el viaje al otro mundo. Una versión
completa se encuentra en el cenotafio de Seti I, y otra en la tumba de Ramsés VI
(KV9).
Libro de las Cavernas
Se le llama así porque en él Duat (Más Allá) está dividido en cavernas. El difunto
atraviesa en su recorrido una serie de cuevas, y se relatan los premios que puede
recibir, así como los castigos que se padecen: tiene la mejor descripción del
Infierno que nos han legado los egipcios.
Libro de las Puertas
Texto que narra el viaje del espíritu de un difunto en el otro mundo, y está
relacionado con la marcha del Sol, aunque transcurre durante las horas nocturnas,
en la Duat. El espíritu requiere pasar una serie de «puertas» en diferentes etapas
del viaje. Cada puerta se asocia a una diosa diferente, y requiere que el difunto
reconozca el carácter específico de cada deidad. El texto da a entender que algunas
personas pasarán incólumes, mientras que otras sufrirán tormento en un lago de
fuego.
Libro de los Muertos
Texto funerario compuesto por un conjunto de fórmulas mágicas o sortilegios, que
ayudaban al difunto, en su estancia en la Duat (inframundo), a superar el juicio de
Osiris, y viajar al Aaru.
Antigua Grecia
Los griegos creyeron que las almas de los muertos permanecían en el Hades, al que
se llegaba después de atravesar la laguna Estigia. Allí no sufrían otro tormento
que el de su exilio y separación de sus seres queridos. Algunos podían mostrarse
arrepentidos de sus faltas, como lo imagina Homero, en su poema Odisea que hace
descender a su héroe al Hades. Odiseo habla allí con sus camaradas muertos en la
guerra de Troya y con su propia madre.
El Hades de los griegos está regido por el dios del mismo nombre, hijo del titán
Crono. Aunque puede ser cruel, Hades no es maligno. Los romanos le adoptaron como
Plutón, y además de otorgarle el reino de los muertos, le dieron la custodia de los
metales preciosos bajo la tierra. Los griegos poblaron el Hades de otros seres
mitológicos, como las Furias y las Moiras. Las primeras habitaban bajo la tierra
pero solían atormentar a los malos en vida. Eran mujeres con cabellera de
serpientes, llamadas también Erinias. En cuanto a las Moiras (llamadas en Roma
Parcas), su tarea era hilar el hilo de la vida de cada mortal y cortarlo en el
momento justo. Hades estaba acompañado también por Cerbero, perro de tres cabezas,
y por Caronte, el barquero que conducía las almas hacia el mundo subterráneo.
Inframundo griego
Artículo principal: Inframundo griego
Entre los reinos que formaban el Inframundo griego se incluyen:
El gran foso del Tártaro consistía en una gran prisión fortificada rodeada por un
río de fuego llamado Flegetonte. En un principio sirvió exclusivamente como prisión
de los antiguos titanes como Cronos, el padre de Hades y de Zeus pero luego pasó a
ser el calabozo de las almas condenadas, entre las que se encontraban Ticio,
Tántalo y Sísifo.
El territorio de los muertos, gobernado por el dios Hades, que también suele
recibir el nombre de hogar o dominio de Hades (domos Aidaou), Hades, Érebo, los
prados asfódelos, Estigia y Aqueronte.
Las Islas de los Bienaventurados o Islas Elíseas gobernadas por Hades.31 Allí,
residían tras su muerte, los grandes héroes míticos, como por ejemplo Aquiles,
Diomedes y Peleo.
Los Campos Elíseos, gobernados por Radamantis, eran la morada de los muertos
virtuosos y los iniciados en los misterios antiguos. Sus habitantes tenían la
posibilidad de regresar al mundo de los vivos, aunque no muchos lo hacían.
Los cinco ríos del Hades eran: Aqueronte (el río de la pena), Cocito (lamentos),
Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio), que limita con los mundos
superiores e inferiores.
Mitología nórdica
Artículo principal: Mitología nórdica #Cosmología
Artículo principal: Mitología nórdica #Völuspá: el origen y el fin del mundo
Véase también: Niflheim
Véase también: Muspelheim
En la antigua mitología nórdica, existía un mundo tenebroso para las almas de
aquellos a los que no se les concedía entrar en el Valhalla. Solo los mejores
guerreros eran llevados a esa casa techada con escudos de oro. Los que no iban
allí, eran entregados a Hela, diosa del mundo subterráneo y habitante del llamado
Helheim (literalmente, morada de Hela). En el poema de la Edda mayor llamado La
profecía de la vidente se dice que en el reino de Hel el lobo destroza los
cadáveres de los asesinos, los perjuros y los que sedujeron mujeres de otros. Es la
única alusión a tormentos en esa compleja mitología.[cita requerida]
Mitología mexica
Artículo principal: Mictlán
Contrariamente a lo que ocurre con el conocimiento que poseemos sobre las
concepciones del inframundo de otras culturas, la información que existe sobre los
destinos post mortem de los pueblos mesoamericanos, incluidos los grupos nahuas y
entre ellos el pueblo mexica, deviene de fuentes coloniales y de las
interpretaciones que de ellas se ha hecho. Por tanto el sesgo cultural que ésta
manifiestan es un factor importante a considerar.
Según diversos estudiosos del tema, los grupos nahuas creían que los muertos podían
ir a diversos parajes al morir: el Tonatiuhichan32 para los guerreros que morían en
el campo de batalla y las mujeres que fallecían en labor de parto. El Tlalocán,33 a
donde iban los difuntos cuyas muertes estaban relacionas con el agua, ya sea muerte
por ahogamiento, rayos o enfermedades como la hidropesía, lepra, la gota y el
herpes. Los bebés iban al Chichihualcauhco34 donde un árbol maravilloso los
amamantaba. Y el Mictlán35 al que llegaban los muertos comunes sin importar su
rango social, siendo el paraje más popular.
Mitraísmo
Artículo principal: Historia del mitraísmo
El mitraísmo (o los misterios de Mitra) es una religión mistérica difundida en el
Imperio romano entre los siglos I y IV d. C. en que se rendía culto a una divinidad
llamada Mitra, que tuvo especial implantación entre los soldados romanos.
El culto al dios Mitra mantenía la creencia de que el fin del mundo vendría
acompañado de una gran batalla entre las fuerzas de la luz y de la oscuridad. Los
seguidores de los dogmas de los sacerdotes de Mitra podrían aliarse en esta
contienda del lado de los espíritus de la luz, con lo que se salvarían; los no
seguidores, irían al Infierno junto con Ahriman (espíritu maligno adversario del
dios persa Mitra) y los ángeles caídos.
Dante Alighieri muestra en el Canto XXXII que el lugar más terrible del Infierno no
es un horno de llamas, sino un lago de hielo.
Virgilio, el más célebre de los poetas latinos, conduce a Dante Alighieri, a través
del Infierno, donde las almas pecadoras del mundo son atormentadas sin cesar. El
más profundo y terrible lugar de torturas del Infierno no es un horno de llamas,
sino un lago de hielo, donde todos los traidores, deben permanecer congelados por
toda la eternidad.
Oh, seres más desafortunados que cualesquiera otros miserables.
Canto XXXII
Canto XXXIV Dante, queda sorprendido por la presencia de Lucifer, al ver que su
cabeza tiene tres rostros, uno por delante, y los otros dos se unen a este por
medio de los hombros y se juntan por detrás en lo alto de la coronilla. Judas
Iscariote aparece con su cabeza metida dentro de la boca de Lucifer y agita
fuertemente las piernas fuera de ella. De las otras dos fauces salen las
extremidades de Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino, que provocaron la muerte a
Julio César.