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FRIEDRICH NIETZSCHE

Friedrich Nietzsche nació en Sajonia (Alemania) en 1844. Estudió la carrera de


letras y filología clásica (latín y griego) en la universidad de Leipzig. Obtuvo
posteriormente una cátedra en la universidad de Basilea, que abandonó años más tarde
debido a su enfermedad, dedicándose desde ese momento a escribir filosofía. Entre sus
obras destacamos “Así habló Zaratutra” y “La Gaya ciencia”.

NIHILISMO

El autor escribe en un momento histórico en el que predominan los valores de la


Ilustración, donde se apostaba con optimismo por el progreso del hombre y la
educación. Frente a esto, Nietzsche considera que el europeo se halla en una gran
enfermedad, de desconexión con su cuerpo y con sus deseos más íntimos, haciendo de
su vida una experiencia pobre, que no es completamente vivida por uno mismo y, en
consecuencia, que no es libre. Se ha producido una parálisis de la verdadera fuerza vital
de los hombres, puesto que la verdadera utilidad de todo ser humano y los problemas o
inconvenientes con los que se encuentra dependen de su vínculo creativo con el arte de
la vida.
Cuestionó la poca eficacia del método ilustrado, que tanto se había alabado en la
época y que propugnaba la educación y el progreso por encima de todo. Por lo tanto,
también critica la supremacía de la razón por encima de lo demás.
Nietzsche enfrentó uno de los problemas que estaban conmoviendo el mundo en
ese momento: la pérdida de fe en Dios, es decir, la pérdida de valor de los grandes
valores que durante mucho tiempo habían regido el mundo, llenando de contenido y
sentido la vida de los individuos. Es lo que él llamaba “la muerte de Dios”, que no es
otra cosa que la pérdida de fe en la existencia de Dios, lo que a su vez lleva a
cuestionarse muchos valores asociados a la propia religión. Con esta muerte de Dios
desaparecen los puntos de referencia de los valores, como el Bien y el Mal o el
fundamento de Verdad. Esto también se conoce como nihilismo, proveniente de la
palabra latina nihil, que significa “nada”.
Este nihilismo tiene el aspecto negativo de que, cuando desaparecen los valores, el
ser humano se da cuenta del absurdo de su existencia, sin esa guía, lo que provoca una
sensación de angustia existencial. Pero como parte positiva se destaca que supone la
conquista definitiva del ejercicio de nuestra libertad en la época moderna. Ahora el
hombre puede ejercer su libertad porque se ha dado cuenta de que los valores que regían
su vida hasta ese momento eran una creación del propio hombre, de forma que se da
cuenta de su capacidad creadora y creativa en cuanto a sujeto libre e independiente. Él
puede interpretar esas normas, judgarlas y aceptarlas o rechazarlas según las
circunstancias que él considere en su aquí y ahora.
Sin embargo, a pesar de que el ser humano tiene esta capacidad ha preferido
sustituir la creencia en ideas metafísicas (Dios, el alma, etc.) por otras verdades tomadas
como absolutas e indiscutibles. Así pues, en cierta manera se sigue comportando como
un hombre religioso en el sentido de que no se cuestiona esos valores ni crea otros. Por
ejemplo, en la ciencia se aceptan sin cuestionarse ciertas verdades de una manera
similar, sin comprobarlas.
MÉTODO GENEALÓGICO

¿Cómo podemos cambiar esa sensación de vacío, el nihilismo? Primero debemos


cambiar nuestro criterio de valoración sobre todos los valores culturales. Si con la
muerte de Dios nos hemos quedado sin un criterio que nos haga diferenciar lo bueno de
lo malo, es necesario buscar un nuevo criterio para judgar los valores. Para Nietzsche
este criterio es la vida misma. Es decir, la determinación del valor de las cosas y de las
ideas debe depender de cuánto favorezca, desarrolle y perfeccione la vida y que
fortalezca la salud de la propia vida, así como del cuerpo.
Este es el marco para el método genealógico. Éste consiste en una herramienta de
trabajo crítica para determinar cuál es la actitud que un valor o una idea representa ante
la vida. Cuando Nietzsche aplica este método a los valores de la religión cristiana,
descubre que éstos no son realmente útiles para mantener esa energía vital, sino que
esos valores han desnaturalizado al ser humano, sometiendo sus instintos naturales y
empobreciendo su vida. Han provocado que tengamos una actitud de negación ante la
vida.
Esta enfermedad de la que hablamos antes, de desconexión del ser humano con la
vida, se ha producido por ideas cristianas como la división entre un mundo sensible (con
los sentidos, que son generalmente falsos y engañosos) y uno inteligible (o de ideas, que
generalmente es bueno y perfecto), o como la división de la moral entre cómo debemos
ser (ideal de comportamiento inalcanzable al que debemos aspirar) y cómo somos (que
es imperfecto).
La crítica de Nietzsche sobre estos valores se basa en cuatro puntos:

 Las razones por las que este mundo ha sido calificado como de “aparente”
realidad son las razones que justifican su existencia. La existencia de otra
realidad o de otro mundo es indemostrable.
 Las características que se dan a ese mundo de las ideas (perfecto,
inmutable, etc.) no se dan en ningún elemento del mundo. Corresponden a
una ilusión.
 Al hacer esto, estamos negando la vida que tenemos aquí por la promesa o
la posibilidad de otro mundo imaginario en la que no existan las cosas
negativas
 Hacer la división entre mundo verdadero y uno falso, que es en el que
vivimos, no es otra cosa que un síntoma de un mundo decadente.

La conclusión que se saca es que en los valores cristianos siempre se ha ensalzado


un ideal inalcanzable perfecto y bueno, mientras que la vida misma, por pertenecer a
este mundo falso y engañoso y que además da paso a nuestros instintos y pasiones, se ha
despreciado totalmente.
También ha habido generalmente un desprecio del cuerpo frente a la mente. Sin
embargo, Nietzsche defenderá que la razón es una parte del mismo cuerpo, puesto que
la vida siempre se da en el cuerpo, no fuera de él.

EL CONCEPTO DE SUPER HOMBRE

Nietzsche defenderá la “Voluntad de Poder” que es asumir y enfrentarse a la


realidad cambiante afirmando una perspectiva de forma temporal para vivir más
plenamente. Con la Voluntad de Poder se reconoce la imposibilidad de captar la
realidad como algo estable y de que exista, por tanto, la verdad, admitiendo las distintas
perspectivas para potenciar la propia vida.
Desde la Voluntad de Poder los conceptos no son en realidad más que metáforas.
Además, estas metáforas su generan a través de un proceso que se va alejando cada vez
más del original, de la cosa real. La primera metáfora es la imagen mental conformada
por nuestra percepción de los sentidos, es decir, Nietzsche llama metáfora a la imagen
mental que nos hacemos de algo cuando lo percibimos por los sentidos. A su vez, esta
imagen la convertimos en palabra que expresa nuestra forma individual y original de
captarla, siendo así la metáfora de la primera metáfora. Y así, sucesivamente, de manera
que las ideas más abstractas solo son las metáforas más alejadas de la realidad.
Estas metáforas se convirtieron en conceptos por la necesidad y el deseo del ser
humano de vivir en sociedad. Para ello se hizo un pacto llegando a una convención en el
lenguaje. Se establecieron así los nombres y significados de las cosas imponiendo
ciertas convenciones como las correctas por mera utilidad. Con el tiempo se olvidó el
origen metafórico, afirmándose erróneamente el concepto universal (la esencia) como la
verdadera realidad.
Nietzsche afirma una visión pesimista del hombre, como un animal cuya única
arma para defenderse del mundo es la inteligencia. El ser humano es débil e indigente y
sin embargo se cree el centro de la naturaleza. Por ello, Nietzsche considera que el ser
humano debe ser sólo un puente hacia el superhombre. El hombre sigue un proceso
evolutivo, es algo cambiante (en tanto que es vida) y tras una serie de transformaciones
conseguirá superarse a sí mismo en el superhombre, aquel que tiene voluntad de poder,
no de verdad, siendo ésta última el concepto que hemos comentado antes, de creer en
unos valores absolutos alojados en un mundo eterno y perfecto, según el ideal cristiano.
Un hombre que tiene la Voluntad de Verdad sigue estos principios y vive en el
nihilismo; el hombre que busca la Voluntad de Poder evoluciona al superhombre.
El hombre débil, anterior al superhombre, sigue los dictados de la moral
tradicional. Se trata de una moral de los esclavos donde lo fundamental es la resignación
y el rechazo a la vida. Es antinatural, niega los instintos vitales, y su fundamento ha sido
Dios. Además, Dios ha sido el fundamento no solo de la moral sino también de la idea
de que existe una verdad única y de que la vida individual y propia, la vida concreta,
debe ser sacrificada en aras a otra vida futura. Así, Dios es el fundamento último de la
voluntad de verdad y del platonismo y por lo tanto es el gran enemigo frente al
surgimiento del superhombre que tiene voluntad de poder. Por ello, para que el
superhombre pueda llegar a existir, para afirmar absolutamente la vida, hay que acabar
con Dios y acabar con la voluntad de verdad que él representa. Dios ha sido la gran
objeción contra la vida y es necesario para dar valor a la vida negar a Dios.
Así, deberán transmutarse los valores. Esta transmutación de los valores no
implica solo crear valores diferentes sino cambiar radicalmente la misma forma de
valorar, como ya hemos comentado. Efectivamente, la transmutación de los valores
implica que ya no se valorará desde el resentimiento contra la vida sino desde la
“Voluntad de Poder”, desde los instintos que en cada caso potencien la vida. Esta
transmutación será hecha por el superhombre, producto de la evolución desde el hombre
débil, racional y dominado por la Voluntad de Verdad, hacia un ser humano fuerte,
instintivo, con Voluntad de Poder, destructor y creador constante que acepta lo trágico
de la vida, su devenir, multiplicidad y sus diversas perspectivas.
Esta evolución del espíritu hasta el superhombre pasa por tres estadios: el camello,
que todavía asume su deber racional; el león, el nihilista que se rebela frente a todo,
pero aún es incapaz de crear nuevos valores; y el niño, que hace de la vida un juego y
una creación artística.
Éste último es la representación del superhombre, que tiene la Voluntad de Poder
y admite la vida como un Eterno Retorno. El superhombre rechaza la moral del esclavo
y la conducta gregaria, siendo contrario al igualitarismo. Frente a estos valores de los
débiles, el superhombre es un creador constante de valores, que vive un mundo sin
trascendencia donde hace de su vida una creación propia. Así, el superhombre es el
creador de su propia vida como una obra de arte.

DE GRECIA A NOSOTROS

Para el autor hay una época en la historia a la que podemos acudir para tener un
modelo para poder salir de ese nihilismo, por su carácter especial. Habla de la época de
los griegos anteriores a Platón y Aristóteles, una época que representa la prueba de que
es posible asumir nuestra condición de seres mundanos y afirmar gozosamente la vida.
A través del arte griego es donde podemos apreciar esto mismo. Pues podemos
ver una sociedad madura, creadora de formas culturales artísticas sanas que afirman la
vida en su totalidad. Además, vemos un tipo de hombre fuerte que acepta sin miedo su
condición de ser mundano y que afirma gozosamente la vida aun en sus aspectos más
dolorosos.
Los griegos son modélicos por la nobleza con la que aceptan su propia mortalidad,
la belleza y la heroicidad con la que plasmas la brutalidad humana y por la valentía con
la que afrontan la vida en totalidad, incluidas las desgracias.
En el arte y en la cultura griega se destacan dos principios estéticos que son
opuestos: lo apolíneo y lo dionisíaco. El primero está representado por el dios griego de
la mesura y el equilibrio, Apolo, y el segundo en el dios griego del vino, que aportaba el
movimiento y la pasión, Dioniso. De esta manera, el arte representa mejor la vida, de
manera que la creación artística puede ser considerada una actividad metafísica. El arte
justifica y representa la vida tal y como es, haciéndola de alguna manera más
soportable, por lo que sería igual de importante que el conocimiento, ya que en la vida
no podemos privarnos de dolor y sufrimiento.
El autor considera que en la historia de la filosofía se produjo un gran cambio con
la llegada de Sócrates y Platón, de forma negativa. Éstos colocaron la razón como guía
suprema, desplazando la dimensión instintiva y pasional de hombre, es decir, el cuerpo.
De la misma manera, se prefiere el conocimiento racional, frente al conocimiento
intuitivo de los sentidos. Así los sentidos se debilitan y el individuo se encierra en su
mente, desconectándose de la vida.
A partir de este momento, la cultura griega se comienza a alejar de sus raíces
primitivas, para estar llenas de reglas y preferir los pensamientos discursivos y la lógica.
Esta nueva filosofía es el ejercicio lógico de la razón, que irá evolucionando a lo largo
de la historia hasta llegar a su época. Con ese cambio de filosofía, también se produjo
un cambio en la educación en Grecia, que se convierte en una educación llena de reglas
y normas razonadas, así como elementos abstractos y universales, desconectados de la
vida. Para él éste fue el punto de arranque de la enfermedad nihilista.

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