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IMPRESO EN LA ARGENTINA
PERDIDAS
DESLEGITIMACION Y DOGMATICA
JURIDICO-PENAL
EDIAR
SOCIEDAD ANONIMA EDITORA
COMERCIAL, INDUSTRIAL, Y F I N A N C I m
L.4 CRITICA SITUACION DEL PENALISMO
LATINOAMERICANO
total del órgano impulsor; por endc, aunque en una legislación rija
el principio de oportunidad procesal. el ejercicio de la acción siemljr-
debe .ser "legal", pues la única diferencia consiste en que en u n caso
la acción corresponde -hipotéticamente. por supuesto- en todas las
noticias de un delito. en tanto que en el segundo también correspciiide
en los mismos supuestos. pero, siempre que e! mismo no encuadre
dentro de alguna de las pautas que st le señalan a! tirgano iml>ulsor
para que no ejerza la acción.
te, al margen de cualquier "legalidad" punitiva contemplaua
en el discurso jurídico-penal. El saber penal sólo se ocupa d s
la legalidad de lo que la agencia legislativa quiere dejar &tz-
tro a2 su ámbito y , en definitiva. de la redz~idisimnparte cte
realidad que, p m estar dentro de ese ámbito ya recortado, las
agencias ejecutivas deciden someterle.
En la realidad social el verdadero y real poder del siste-
ma penal no es el represivo, que pasa a través de la agencia
judicial. El poder no es mera represión ( n o es algo negativo),
sino que su ejercicio más importante es positivo. configura-
dor, siendo la represión punitiva sólo un límite al ejercicio
del poder 2O.
Este ámbito, en que la ley misma renuncia a los límites
de la legalidad, en que desaparece cualquier función garan-
tizadora de los tipos penales y del que se excluye la inter-
vención normal de las agencias judiciales, es la base indis-
pensable para que pueda operar el verdadero ejercicio dc-
poder del sistema penal, es decir, para que opere el poder
configurador de las agencias del sistema penal y para que
sólol eventualmente pueda ejercer una represión mayor que
la. autorizada en los casos supuestamente reservados al dis-
curso jurídico-penal.
Mediante esta expresa y legal renuncia a la legalidad pe
nal, se pone a cargo de las agencias del sistema penal un
control social militarizado y verticaiizado de uso cotidiano y
ejercido sobre la ,mn mayoría de la población, que va mucho
más allá del alcance meramente represivo, por ser sustancial
mente configurador de la vida social.
Este poder configurador no se limita a las funciones que
arbitrariamente --por arbitrariedad legalmente otorgada o
"de facto" asumida- ejercen las agencias ejecutivas del sic
tema penal y que pertenecen exclusivamente a las mismas,
sino que esas agencias también operan como Ckganos de eje-
cución, reclutamiento y reforzamiento de otras agencias ,)
instancias institucionales configuradoras cuyo poder se ex-
plica con discursos diferentes, aunque con recursos análogos
a la prisonización, secuestro y marcación penales. Así, las
12 Microffsica.
33 Cfr. Mariano F. Catex - Ana M. Cabanillas, Apuntes para una
psico-sociologia carcelaria, mdticop., Buenos A i m , 1986; Stanley
-
Cohen Laurie Taylor, Psychological Survival. The e x p d e n c e of
Long-Ternt ImprLonment, Middlesex,; .1 Gustav Nass, D k Krimi-
nellen. Seele, Umwelt, Schuld unü Schsckaal, München, 1966.
por otra parte, se le lesiona la autoestima en todas las
formas imaginables: pérdida de privacidad y de su propio es-
pacio, sometimiento a requisas degradantes, etc. A ello se
agregan las deficientes condiciones de casi todas las prisiones:'
superpoblación, alimentación paupérrima, falta de higiene y
asistencia sanitaria, etc., sin contar con las discriminaciones
en razón de la capacidad de pago de alojamientos y como-
didades.
El efecto de la prisión, al que se denomina p.plsmi;zacrión,
sin duda que es deteriorante y sumerge a la persona en una
'"cultura de jaula", que nada tiene que ver con la de la vida
de] adulto en libertad.
Esta "inmersión cultural" no puede interpretarse como
una tentativa de reeducación ni nada que se le parezca o se
aproxime a lo que postula la llamada "ideología del tratamien-
to"; sus formas de realización son tan opuestas a este discur-
so, que el menos advertido se percata inmediatamente del
carácter encubridor del mismo. La mera circunstancia de que
el 70 O/o d e los presos de la región no estén condenados eststá
señalando la palmaria confesión de la falsedad del discurso
resocializador.
Pero la prisión no deteriora por deteriorar, sino que lo
hace para condicionar: "invade" al sujeto con sus requeri-
mientos de rol, que también le son formulados por las otras
agencias del sistema -y que la prisión s6lo extrema-, pues
se trata de una continuidad deteriorante llevada a cabo por
todas las agencias -incluyendo la judicial- que implica un
verdadero "lavado de cerebro", del que incluso forman parte
10s otros prisioneros que interaccionan con el sometimiento
al tratamiento ~rim~inalizante. Sin embargo, y pese a que la
prisión siempre es deteriorante. es posible observar que no
en todos los casos el resultado es eficaz como reproductor de
clientela. En efecto: ya vimos que hay grados de sensibilidad
a 10s requerimientos de rol que dependen de la madurez del
sujeto. Si éste no puede distinguir muy nítidamente los lími-
tes de su mundo exterior, será rápidamente invadido.
En un pequeño número de casos, esta invasión tendrá
un efecto desestructurante y el deterioro del sujeto será hacia
la psicosis o el suicidio; en un número mucho mayor se dete-
riorará asumiendo el rol conforme a los requerimientos; en
otro pequeño número de casos se resistirá y su deterioro no
evolucionará en ninguno de ambos sentidos. No falta un redu-
cido número de supuestos en que el sujeto, aún en la prisión,
no "se ve" como "criminal" y, por ende, los requerimientos
de rol son diferentes.
Todas estas variables son las que se han receptado en las
complejísimas "clasificaciones de delincuentes7' de la crimi-
nología etiológica en su versión clínico-criminológica, confun-
diendo con "causas del delito" lo que no era más que una
clasificación o tipología de los diferentes modos de deterioro
provocados por la prisonización 14.
La prisión no secuestra mujeres ni viejos, salvo en una
proporción muy reducida.
Las mujeres no necesitan ser controladas por medios ins-
titucionales porque son contenidas mediante instancias infor-
males, pese a que se nota aumento de poblacióh penal feme-
nina con motivo de hechos vinculados a cocaína.
A los ancianos se los deteriora por otros medios que los
llevan a la enfermedad, la muerte o e1 suicidio, lo que descar-
ga las obligaciones --cuando existen- de los maltrechos sis-
temas previsionales de la'región con alivio de sus operadores.
Cabe recordar que en América Latina, al menos sectorial-
mente, se ha logrado superar €1 tradicional record índice de
suicidios de Suecia 15.
8 . Las agencias ejecutivas como máquinas de policizar.
Llamamos "agencias ejecutivas" del sistema penal a sus seg-
mentos institucianalizados no judiciales, entre los cuales se
destacan, por el papel protagónico central que desempefian
.ih Eston son lioy conceptos acerca de los cuales no hay niayoi'
discusión en casi todos los campos, incluso en el eclesiá~tico.V. .por
ejemplo, Sodlicitudo rei socialis, CaTta EncCclica del Sumo P o n t ~ f t ~ e
Juan Pablo I I al cumptirse e¿ vigésimo aniversario de la Populoru?)~
Progressw, Bs. As., 1988.
59 V . Udana. La Palabra de Buda, trad. de Carmen Dragonetti,
Harcelona, 1982.
a ) revelar más nitidamente los caracteres estructurales
de todo sistema penal, dado que en nuestro margen son wuís
evidentes, a razón de su mayor nivel &e v.id&;
b ) mostrar más claramente cómo opera la red de poder
planetario al señalar las particularidades de su ejercicio de
poder e n el margm.