Está en la página 1de 10

EXAMEN HISTORIA ECONÓMICA

Revolución Industrial

La expresión “Revolución Industrial” se refiere al proceso de profundas transformaciones económicas,


sociales, culturales y tecnológicas que se desarrolló entre 1760 y 1840, y tuvo su origen en Inglaterra.

Marcó un antes y un después en la historia de la humanidad. Los países más ricos pudieron lograr dos
siglos de crecimiento económico moderno, mientras que los más pobres no empezaron a crecer hasta
décadas más tarde. Cuando lo hicieron fue en medio de fuertes obstáculos que no habían lastrado a las
primeras economías industriales como GBR y EE. UU.

Remitiéndonos al origen de ese crecimiento económico, es fundamental nombrar a Tomas Robert


Malthus, el cual aseguraba que un crecimiento sostenido de los ingresos per cápita sería imposible. La
Teoría Malthusiana recoge que la producción agropecuaria resulta de una combinación de trabajo y
tierra. Dado que la tierra es un factor productivo fijo, todo aumento en la población reduce el PIB per
cápita ya que más personas están trabajando sobre la misma cantidad fija de tierras. Asimismo,
cualquier aumento en el PIB per cápita - debido a nuevas invenciones o una mayor apertura comercial-
conlleva a un incremento de la población ya que estimula a las familias a tener más hijos o porque la
mejora del nivel de vida reduce temporalmente la mortalidad.

Si bien nos damos cuenta, nos encontramos con la “trampa malthusiana”. El progreso tecnológico
nunca puede generar un aumento perdurable en el PIB per cápita debido a que cualquier mejora en el
PIB per cápita implica un aumento de la población que, a su vez, implica una reducción del PIB per cápita
llevando a la economía a los niveles de subsistencia.

Ahora bien, cambio tecnológico, efecto escala y transición demográfica, así como las instituciones son
los responsables de la transformación que permitió evitar la trampa malthusiana. Así se puede explicar,
por ejemplo, respecto a la tecnología: el capital puede acumularse a lo largo del tiempo eliminando los
efectos negativos del crecimiento poblacional sobre el PIB per cápita. Puede añadirse el hecho de que la
transición demográfica generó una disminución en la natalidad por los gastos mayores -para adaptarse a
las tecnologías- en educación de los hijos.

Concretamente, Inglaterra disponía de una combinación única de factores que permitieron la


Revolución Industrial. La visión de Allen sobre el mejor nivel de vida en esta zona que en el resto del
mundo fue criticada por Humphrey, quién sostenía que los salarios indicados en teoría de Allen no eran
tan elevados. Aun así, la combinación de carbón barato, intereses bajos y salarios relativamente altos
favoreció a Inglaterra con respecto a otros países como Francia o China.

En definitiva, se simplifica el significado de la Revolución Industrial con el apunte Allen o “pausa de


Engels”: la Revolución Industrial se inició con un violento movimiento social (el ludismo) y finalizó
cuando se publicó el Manifiesto Comunista (1848). Dicho periodo se caracterizó por pésimas
condiciones laborales, pobreza, elevada exclusión social, al tiempo que se consolidaba una significativa
riqueza empresarial. Paralelamente, se produjo una importante brecha entre productividad (aumento
exponencial) y salarios (estancamiento).
2. Desigualdad económica. Hipótesis de convergencia

La desigualdad, disparidad entre el ingreso de los muy ricos y los muy pobres, es considerada para
algunos como uno de los principales defectos del capitalismo y los mercados.

Conviven diferentes conceptos de desigualdad, según la zona geográfica referida. En primer lugar, la
desigualdad entre países mide la diferencia de los ingresos promedio de entre estos, mostrando
evidencia de divergencia. La desigualdad dentro de los países se refiere a las diferencias entre los
ingresos de los ricos y pobres de este, dejando en evidencia este tipo de desigualdad en zonas como
China o Estados Unidos, así como niveles estables en Canadá o Japón. Por su parte, la desigualdad global
hace alusión a la misma situación anterior sin tener en cuenta el país al cual pertenezcan, mostrando
convergencia.

La hipótesis de convergencia predice una relación negativa entre el PIB per cápita y el crecimiento
medio del PIB per cápita. Empíricamente sólo se produce en los países desarrollados. Es decir, los
niveles medios de vida están convergiendo en los países más ricos, mientras que en los países pobres
parecen haber caído en una especie de trampa de la pobreza, con bajos niveles de PIB per cápita y bajas
tasas de crecimiento.

Siguiendo a Sala-i-Martín se distinguen dos conceptos de convergencia absoluta: β-convergencia (las


economías pobres crecen más que las ricas) y σ-convergencia (la dispersión o desigualdad de la renta
real per cápita entre grupos de economías tiende a reducirse en el tiempo).

Sala, Barro y Mankiw desarrollaron el concepto de convergencia condicional o relativa. Había que ir más
allá de la convergencia absoluta, y se tenía que medir de alguna manera la distancia entre el nivel de
renta de un país y su nivel de renta de estado estacionario (todas las variables en términos per cápita
permanecen constantes).

La pobreza puede medirse mediante encuestas y Cuentas Nacionales de Contabilidad. Las primeras
subestiman el consumo medio, mientras que el crecimiento medido según las cuentas puede tener una
tendencia al alza en muchos países.

Finalmente, se presentan los límites al desarrollo económico y social. Podemos destacar el hecho de que
las Guerras Civiles suelen reducir el crecimiento económico anual alrededor de un 2,3% anual o que, en
ausencia de rentas procedentes de recursos, un sistema de gobierno democrático rinde cerca de un 2%
anual más que una dictadura. Los países, poco atractivos para la inversión exterior no pueden escapar
de la TRAMPA DE LA POBREZA (Los países pueden ser demasiado pobres para encontrar su propia vía de
desarrollo). Además, el clima y los recursos naturales pueden afectar a las enfermedades, los costes de
transporte y a la difusión de la tecnología.

En definitiva, el importante papel desempeñado por la historia y la geografía implica qué las políticas
actuales tienen un impacto pequeño y que la trayectoria del desarrollo humano está predeterminada.
3. El comercio y la globalización

El comercio del siglo 19 sigue el modelo de Hecksker-Ohlin: los países se especializaron en la producción
de bienes intensivos en sus factores abundantes. El nuevo modelo de Comercio mundial se
caracterizaba por el intercambio de manufactura elaborada en los países industrializados de Europa Y
América del norte, por materia prima procedentes del resto. La globalización causó el aumento de la
población y comenzó el colonialismo en países costeros de América del sur, África y Asia que recibían
trabajo y capital de los países colonizadores. La administración de las colonias se convirtió en una carga
financiera para estos países.

La primera globalización se inició en el siglo XIX y concluyó en 1914 con la 1º GM. En el comercio
internacional encontramos dos posturas distintas el proteccionismo (se pretende favorecer la industria
nacional fomentando la creación de empleo) y el librecambismo (permite liberalizar el comercio con el
de otros países facilitando las importaciones reduciendo los aranceles). Según los economistas
librecambistas el comercio internacional resultaba beneficioso para los países debido a la diversidad de
mercados y oportunidades que surgen con el comercio. El librecambismo y el comercio comienzan en
1849 cuando Gran Bretaña abolió la ley de granos y disminuyó la protección en otras, también firmó el
tratado de Cobden-Chevalier en 1860. A partir de este tratado Francia firmó acuerdos con los países
europeos, excepto Rusia, con la cláusula de la nación más favorecida.

En EE. UU. Se acabaron adoptando medidas proteccionistas porque la especialización del comercio
mundial trajo consigo el aumento del comercio interregional en vez de a nivel internacional. Aunque
Estados Unidos era un gran exportador mundial la mayor parte de la producción agrícola se vendía en el
noreste del país (por lo que la participación de Estados Unidos en el comercio internacional era
proporcionalmente baja). EE. UU. influía en la economía internacional debido a su rápido crecimiento y
a sus enormes dimensiones. En Alemania, sin embargo, a pesar de que tenía en 1913 un 35% de la
población dedicada a la agricultura, la maquinaria los productos metálicos los tintes y los libros
aumentaron. por lo que se refiere a la maquinaria tanto Alemania como Gran Bretaña se exportaban sus
propias especialidades por lo que se complementaban y el comercio estaba casi equilibrado.
4. Migraciones y Globalización

La migración se refiere a los cambios de residencia de las personas desde un lugar a otro, cruzando los
límites geográficos. A partir de 1960, los flujos migratorios a nivel mundial se han reducido, pero la
experiencia actual se parece bastante a la que aconteció en el siglo XIX.

En primer lugar, es fundamental reconocer el impacto de la movilidad del factor trabajo. La emigración
de los trabajadores no cualificados eleva los salarios reales de los trabajadores no cualificados en los
países pobres y provoca, sin embargo, una disminución de los salarios reales de los trabajadores no
cualificados en los países ricos. Dadas las elevadas diferencias salariales, en el seno de los países ricos
existirán cada vez más incentivos a obtener niveles educativos superiores.

Los movimientos migratorios, por lo tanto, son aquellos que contemplan desplazamientos de grupos
humanos. Podemos diferenciar tres oleadas. La primera oleada, entre 1820 y 1914, se caracterizó por un
aumento significativo en la tasa de emigración. En tan solo los primeros veinte años ascendió del 20 al
40%, cifra que se incrementó a casi un millón al año después del cambio de siglo. Estos emigrantes
provenían de las regiones más ricas de Europa. El destino protagonista fue Estados Unidos (hasta 1910),
aunque se incorporaron otros como Argentina. A final del siglo XIX, España, Italia y Portugal recobraron
importancia.

La revolución demográfica y el cambio tecnológico provocaron esta oleada. También fueron


responsables los trabajadores rurales que, debido a la transformación del trabajo en el siglo XIX,
tuvieron que desplazarse para ocupar otros puestos. A raíz de estos flujos, los países con inmigración
neta experimentaron el fenómeno de la producción a gran escala.

La segunda oleada abarca desde 1950 hasta la actualidad. La inmigración protagonista de la etapa
anterior (Estados Unidos) sufrió un descenso profundo respecto a 1900, de forma que la tasa de
extranjeros creció casi un tercio en Oceanía, se duplicó en Norteamérica y se triplicó en Europa. La suma
de inmigrantes indocumentados aumentaría estas cifras y, probablemente, su incremento acompasado
en el tiempo.

Estas migraciones masivas surgen en un entorno político hostil (visados, cuotas, asilos). La calidad de los
inmigrantes en los mercados de trabajo ha disminuido. El número de emigrantes europeos ha
disminuido, aunque América Latina se convierte en fuente de emigración. Es importante la inmigración
de Asia, África y Oriente Medio.

Finalmente, en el siglo XXI la emigración europea ha reducido la pobreza, no así en África, Asia, Oriente
Medio y América Latina, pues las emigraciones son mucho menores respecto a la población del país. Sin
embargo, en este segundo siglo la emigración no mejora la vida de los países pobres, pues necesita de
un crecimiento de la productividad. Además, los países industrializados cierran sus fronteras. Una de las
razones es el perjuicio económico a los trabajadores nativos poco cualificados y su influencia política.

El próximo cambio importante consistirá en un gran aumento relativo de la migración dentro del tercer
mundo (migración sur-sur) y una gran caída relativa de la migración entre el tercer mundo y el
occidental (migración sur-norte).
5. Patrón oro (sistema monetario internacional)

El patrón oro era la forma en que se organizaba el sistema financiero internacional en el siglo XIX. Surgió
a raíz del fracaso del bimetalismo (1879) hasta derrumbarse un mes después del comienzo de la Primera
Guerra Mundial (solo Inglaterra fue fiel).

Las reglas del juego sobre el patrón oro fueron ideadas por Keynes. Se establecía una relación fija entre
la moneda nacional y el valor del oro (valor paritario), a cuya relación las autoridades económicas
debían estar dispuestas a cambiar oro por moneda, y viceversa, así como mantener la convertibilidad
del oro. El Banco Central sólo creaba dinero cuando compraba oro al público y únicamente destruía
dinero cuando lo vendía al público.

De esta forma, un país con déficit, o reducción de oro en las Reservas del Banco Central, podrá
ajustarse. Las salidas de oro incrementan el tipo de interés, por lo que se llegará a una reducción del
nivel de los precios, ya sea por la reducción de la masa monetaria en circulación o por la reducción de la
inversión (incremento del paro, descenso de los salarios). De cualquier forma, esa deflación conducirá a
un incremento de las exportaciones y reducción de las importaciones, sumergiendo la balanza comercial
en superávit. Finalmente, el país se hará con el oro necesario. El proceso sucede al contrario cuando el
país vive superávit (saldrá oro).

En consecuencia, el patrón oro provocaba fuertes oscilaciones en el ritmo de la actividad económica y


en el nivel de precios, lo que solía ir en contra de los objetivos interiores de política económica. Además,
presenta un problema el sistema; los precios y los salarios interiores solían ser rígidos a la baja, por lo
que no se garantizaba el equilibrio de la balanza de pagos de acuerdo con la salida de oro.

En definitiva, con una inflación, un gasto público, unos bancos emisores y un tipo de cambio bajo
control, las expectativas sobre la evolución económica eran muy favorables. Aparentemente, tal fue la
situación financiera mundial durante el siglo XIX desde las Guerras Napoleónicas hasta la IGM.

Se pensaba que la restauración del sistema económico mundial que había existido durante el siglo XIX
conllevaría a la recuperación económica. Gran Bretaña declaró la convertibilidad en 1925 con una libra
sobrevalorada, liderando la Conferencia de Génova (1922), a la cual no había sido llamada Estados
Unidos. Hacia 1927 su reconstrucción casi había terminado.

Los Gobiernos de la posguerra trataron de “estirar” las escasas existencias mundiales de oro a través de
dos mecanismos: transformación del patrón oro en un patrón de cambios-oro (se permitía que un país
estabilizara su moneda en términos de otra moneda extranjera convertible en oro, pudiendo mantener
reservas en esta divisa) y la concentración del oro en las cajas fuertes de los bancos centrales.

Aunque entre 1925 y 1929 la economía mundial creció, el nuevo patrón oro no estaba funcionando
conforme se había planeado. Las existencias mundiales de oro monetario no eran las deseadas. Además,
algunos países incurrieron en persistentes déficits de balanza de pagos, agotando sus reservas de oro y
de divisas. Finalmente, el patrón dejó paso a unos tipos fluctuantes.
6. Bretton Woods: patrón de cambios oro (tipos de cambios fijos pero flotantes)

Sistema de Bretton Woods es la denominación habitualmente utilizada para referirse al sistema


monetario internacional que existió desde 1944 hasta 1973.

En 1943, las negociaciones preparatorias entre expertos del Tesoro británico y del norteamericano
sobre el sistema posterior a la guerra se basaron en sus planes preparados respectivamente por Keynes
y White. La base común de los dos planes era su oposición a los tipos de cambio flotantes y a las
restricciones del comercio competitivo.

La función primordial del FMI era hacer cumplir las reglas de juego definidas en Bretton Woods, el Gold
Exchange standard (patrón de cambios oro), patrón de cambios fijos pero ajustables. En este sistema el
oro ocupa el papel central y tiene un precio fijo, 35$ la onza de oro fino. Existen dos monedas de
reserva, el dólar y la libra esterlina, y una moneda convertible el dólar. El resultado fue un sistema
monetario jerárquico constituido por el oro, el dólar y las otras monedas participantes. El oro continuó
siendo el patrón fundamental de valor, de ahí el nombre de Patrón Cambios Oro.

Se perseguía un objetivo temporal, la reconstrucción, que no llega a cumplir al ser desplazado por el
Plan Marshall, y otro permanente -la ayuda al desarrollo- que contribuiría a conseguir mediante la
concesión de créditos a muy largo plazo. Por otro lado, el Acuerdo General de Aranceles y Comercio
(GATT) perseguía un comercio internacional multilateral y condena de las restricciones cuantitativas del
comercio.

Los creadores del Sistema de Bretton Woods pensaron en conseguir dentro del mismo sistema dos
concepciones alternativas; a corto plazo, la estabilidad del Patrón Oro; a largo, la capacidad de ajuste de
la modificación cambiaria. La fragilidad del sistema deriva de dos hechos. En primer lugar, la estabilidad
se referenciaba al dólar, con lo que, si esta moneda dejaba de ser fiable, habría una solicitud masiva de
conversión de dólares en oro. En segundo lugar, el patrón de cambios de Bretton Woods era asimétrico
en dos direcciones: los países con superávit no tendrían obligación de revaluar a fin de corregir su
desequilibrio, pero sí podrían hacerlo los deficitarios cuando padeciesen un desequilibrio persistente;
EEUU no se vería obligado a proceder a ajustes internos o a devaluar su moneda, ni siquiera en caso de
déficit crónico ya que, al ser el dólar moneda de reserva, gozaba del privilegio de poder financiar los
desequilibrios con su propia moneda.

Entonces, toma cabida la “paradoja de Triffin”. Consiste en que EE. UU. debía incurrir en déficit de
balanza de pagos para permitir el crecimiento de los saldos internacionales en dólares. La cuestión que
se planteó era cómo EE. UU. podía garantizar el valor en oro del dólar, pilar básico del sistema de
Bretton Woods. Así, en 1971 Nixon decidió poner fin a la vinculación del dólar con el oro. Realmente, el
dilema de Triffin es el reflejo de una cuestión más profunda: ¿cuál debería ser el patrón monetario
mundial? Ningún país puede proporcionar una moneda de reserva mundial. Una propuesta ha sido un
sistema flexible de tipos de cambios fijos.
7. Hiperinflación alemana (1920-23)

La Primera Guerra Mundial supuso un cambio en el equilibrio económico internacional a favor de EEUU,
creó problemas de endeudamiento entre los contendientes y desató la inflación alterando la relación
entre las monedas.

El Tratado de Versalles (1919) estableció el principio de que Alemania debería indemnizar a los aliados
por sus pérdidas de guerra. Comenzaron imponiendo fuertes sanciones como pérdidas territoriales y de
activos, un control de seguridad que incluía la desmilitarización y la ocupación de zonas claves de
Alemania y reparaciones por los daños. Sin embargo, el gobierno alemán no disponía del oro y las
divisas extranjeras necesarias para llevar a cabo las reparaciones, tampoco fue capaz de obtener un
superávit presupuestario.

El hundimiento definitivo de la economía alemana se produjo en 1923, durante la ocupación del Rhur
por los franceses y los belgas con el pretexto de haberse incumplido el pago de las reparaciones. Como
consecuencia se produce un incremento continuado en el nivel general de precios.

Entonces, se genera un profundo déficit tanto público como de la balanza de pagos. Tener que pagar las
reparaciones, la imposibilidad de aumentar los impuestos y reconstruirse condujeron a Alemania al
déficit público, aunque posteriormente se vio reforzada por la disminución de los ingresos tributarios
(debido a la hiperinflación). Por otro lado, esas salidas de capital alemán generaron el déficit de la
balanza de pagos y, con ello, la disminución del valor de la moneda y aumento de los precios de las
importaciones. Al final, aumentaban los precios alemanes y las exportaciones de capital fortificaban este
déficit.

La inflación posbélica en Alemania se debió fundamentalmente a la negativa gubernamental para


equilibrar su presupuesto. El Plan Dawes (1924) optaba por la estabilización del marco alemán y nuevo
acuerdo sobre las cantidades exigidas a Alemania. En noviembre de 1923 se introdujo un nuevo marco.
A su vez, el gobierno tomaba las medidas necesarias para equilibrar su presupuesto. Todo ello, junto con
la vuelta al patrón oro, supuso la entrada de capital en Alemania, que debía mantener elevados tipos de
interés para atraer los capitales, que eran privados y no públicos. Pero como estos capitales se tomaban
en préstamo, por lo general, por parte de los municipios para infraestructuras públicas y por parte del
sector agrícola, no podía esperarse de tales sectores una rentabilidad suficiente para la cobertura de
intereses tan elevados.

Según Keynes, el plan Dawes suponía un problema de transferencia que exigía una fuerte deflación en
Alemania que llevaría aparejado graves consecuencias políticas y sociales. Mientras, Ohlin defendía que
los efectos-renta de los pagos de las reparaciones eran suficientes para sostener el flujo de dinero desde
Alemania hacia sus deudores.

Finalmente, el atractivo del mercado financiero alemán disminuyó para los inversores americanos a
partir del alza de las acciones en Wall Street (1928). El enfriamiento de la economía alemana y la
retirada de los capitales americanos provocó una crisis en la economía alemana y en la economía
mundial.
8. Depresión de los años 30

La deflación se presenta caracteriza por la caída generalizada de los precios. Si los precios caen, los tipos
de interés nominales deben disminuir al mínimo para estimular la demanda. En suma, la recesión trae
una caída generalizada de los precios, lo que conlleva una subida de los tipos de interés, lo que
profundiza en la recesión conllevando nuevas disminuciones en el nivel de precios.

El inicio de la Gran Depresión no pudo ser más brusco. En apenas seis días, a finales de octubre de 1929,
la Bolsa de Nueva York se hundió estrepitosa e inesperadamente. Los gobiernos quisieron estimular sus
economías, pero la inyección de crédito y la reducción de los tipos de interés para fomentar el consumo
y la inversión eran incompatibles con el mantenimiento del patrón oro. Al crecer el temor sobre la
estabilidad de los tipos de cambio, surgieron dudas sobre el dólar y la libra esterlina.

Los países sustituyeron sus reservas de divisas por oro, presionando al alza sobre el precio relativo de
este último. La elevación de los tipos de descuento bancario repercutió negativamente sobre los niveles
de inversión y acrecentó las tasas de desempleo.

Según los economistas de la época la Gran Depresión de 1929 no era sustancialmente distinta de otras
vividas y superadas por el capitalismo. Proponían reducir los intereses de la deuda pública y moderación
con los grandes programas de obras públicas. Además, defendían que el incremento de los costes reales
del trabajo era el principal responsable del aumento de la tasa de paro en los años 20 respecto al nivel
de preguerra.

Keynes propugnaba una mayor intervención del gobierno con la esperanza de corregir las fluctuaciones
del ciclo económico. Para Keynes una deflación de salarios no conduciría a descensos del salario real y
del paro al menos en el corto plazo; propuso una política de estímulo de la demanda agregada. Sin
embargo, Hayek advertía que la injerencia del estado acabaría causando un daño irreparable a la
economía; la causa primordial de los ciclos económicos eran las imperfecciones del mecanismo
monetario (política ortodoxa).

La historia nos dice que Hayek no acertó en sus recomendaciones de política económica durante los
años treinta, mientras que las recetas de política monetaria y política fiscal propuestas por Keynes
fueron más adecuadas.

Ante la preocupante situación, la política económica escogida por Estados Unidos fue la conocida como
New Deal. En 1933, el entonces presidente -Roosevelt- desarrolló un programa intervencionista. La
National Industrial Recovery Act (NIRA) tenía por objetivo la estabilización de los precios, los niveles de
producción y el empleo y el restablecimiento de la confianza.

Cuando la economía se estancó en 1937-38, Roosevelt volvió a políticas más expansivas que
contribuyeron a superar la contracción. No obstante, sería el rearme al concluir la década de los años 30
quien resolvió el desempleo y las dificultades estructurales que persistían en muchos sectores.
9. Crisis energéticas, Estanflación. Crisis del Estado del Bienestar: políticas de oferta

El término de estanflación se adoptó por primera vez durante la década de 1970 y corresponde a un
periodo en el que la economía de un país no crece, pero registra un incremento continuo en la inflación.

Diversos sucesos provocaron el alza de los precios que desembocó en este suceso. Surge una expansión
basada en políticas keynesianas de Stop&Go, es decir, se aumenta la inversión en momentos de declive
y reduce en etapas de recalentamiento económico. Sin embargo, las primeras señales vienen del
mercado de oro londinense. A finales de 1967, los especuladores empezaron a comprar oro
anticipándose a los aumentos de precios en dólares.

Entonces, se genera inflación a nivel internacional. Estados Unidos presenta déficit fiscal y comercial.
Además, el Sistema de Bretton Woods, que tenía por objetivo prevenir la inflación por medio de la
sujeción del precio del dólar al oro, llega a su final en 1976.

La estanflación resulta de la convivencia de inflación y desempleo, lo cual generó la no verificación de la


curva de Phillips, que establece una relación inversa entre ambos elementos. La Crisis del Petróleo de
1973 señaló la arrancada para la elevación de los precios, pero el empleo supuso el arma política de la
realidad.

Esta crisis demuestra que el intervencionismo estatal y las políticas de regulación del ciclo económico
inspiradas en la teoría keynesiana no han sido capaces de evitar una nueva recesión, y que el modelo de
crecimiento económico iniciado tras la Segunda Guerra Mundial está agotado. La realidad demuestra
que el modelo keynesiano puede, como mucho, prolongar el ciclo, pero no evitarlo, y que la crisis
pervive como mecanismo de regulación inintencional. Cae por tierra así una parte sustancial de las
razones que habían justificado el intervencionismo del Estado.

La crisis de 1973, además de sus inmediatas consecuencias económicas, sirvió para concienciar a
Occidente de un necesario replanteamiento de sus objetivos de desarrollo a largo plazo y del Estado del
Bienestar desarrollado en Europa después de la II Guerra Mundial.

El estado del bienestar es un conjunto de políticas y derechos institucionalizados como derechos


sociales que, a través de diversas vías, ofrecen protección a todas las personas. Como vías o ejes
fundamentales podemos destacar el pleno empleo, seguridad social universal y educación gratuita. Sin
embargo, como se ha señalado, se inicia un periodo de incertidumbre respecto al papel económico del
Estado.

Para combatir la crisis económica (estanflación) se plantean diversas propuestas. Desde la óptica de la
economía clásica, cabe mencionar las políticas anti-inflacionistas (tipos de interés alto y control de la
oferta monetaria) y monetaristas. Como políticas de oferta se muestran la desregulación, moderación
salarial y reducción de la presión fiscal.

En definitiva, crisis estructural de la economía y crisis del pensamiento económico vuelven a caminar
juntas debido a que la realidad desborda una vez más a la teoría.
La crisis de 2008: estancamiento secular. desempleo, deflación y deuda. recurso a la represión
financiera

El estancamiento secular es una situación de bajo crecimiento económico por un tiempo prolongado, y
donde los episodios de pleno empleo son esporádicos y distanciados entre sí. El primero en acuñar el
término fue Alvin Hansen en 1930. Esto, en el marco de la Gran Depresión, cuando se desató la mayor
crisis económica del siglo XX que dejó secuelas en los años posteriores. Luego, el término fue retomado
en el 2013 por Larry Summers, quien buscaba encontrar una explicación a la lenta recuperación de la
economía tras la Gran Recesión.

Las causas de un estancamiento secular ocasionado a partir de la Gran Recesión del 2008 serían las
siguientes: por un lado, mucho ahorro y poca inversión. Por otro lado, el ahorro también provoca una
disminución del consumo. Además, las nuevas tecnologías del siglo XXI no habrían aumentado tanto la
productividad de la economía como sí lo hicieron invenciones de inicios del siglo XX como la electricidad
y la aviación. Sin olvidar la menor tasa de crecimiento demográfico. En consecuencia, genera un menor
crecimiento de su PIB por la disminución en mano de obra, y la población envejecida ahorra por lo que
se reduce el tipo de interés de los activos seguros.

Esta última no es la única explicación a la caída de los precios (intereses). La tecnología y la


automatización del mercado de trabajo abaratan los productos y estabilizan los salarios. Además, en
épocas de recesión los bancos centrales tienden a bajar los tipos de interés para que la gente pida
créditos y se estimule la economía.

En el contexto actual de tipos de interés negativos, al sector público le cuesta dinero tener el dinero
depositado en cuentas bancarias y prefieren recibir los fondos más tarde. Se explica ya que cuando los
tipos se sitúan por debajo de cero, los clientes institucionales (administraciones públicas, grandes
empresas) y los titulares de cuentas corrientes deben pagar al banco por tener su dinero depositado allí.

Una caída de los tipos de interés hace atractivo endeudarse. Sin embargo, la reactivación del crédito a
empresas no ha producido los efectos esperados. Las empresas han preferido desendeudarse en vez de
contraer nuevos créditos. Lo mismo ocurre con las emisiones de deuda pública. Al no encontrar
suficientes oportunidades de inversión entre los gobiernos y las empresas, las entidades se han
orientado hacia el crédito al consumo.

Todo ello plantea la posibilidad de estar otra gran represión financiera. Así, la política establecida para
remediarla es similar a la que se desarrolló durante la crisis de la deuda de los años 80. En la actualidad
(contexto post Gran Recesión y Covid-19), las medidas impuestas desde los bancos centrales apuestan
por la expansión monetaria, reducción de los tipos de interés reales y compras de deuda pública para
rebajar el coste medio de la deuda.

Esa relativa desintegración y el volumen alcanzado por las operaciones financieras están en el origen de
aquello que define como estancamiento secular. Esto es lo que la economía mundial resuelve:
crecimiento mínimo

También podría gustarte