La gráfica frase “del páramo al mar” expresa de manera
sintética el tratamiento integral del río Piura para evitar inundaciones y reducir los períodos de escasez hídrica.
Generalmente, todo río busca una salida de sus aguas
sea a lagos, otros ríos, depresiones y la tradicional salida al mar. El caso del río Piura es bastante particular porque siendo un río estacional y a través de sucesivas tapas y diques se le alteró su discurrir natural rumbo, en este caso, al mar para ganar hectáreas destinadas a sembríos agrícolas y posteriormente asentamientos humanos. Estas alteraciones se realizaron durante por lo menos tres décadas también motivadas por la dispersión de sus aguas en el tramo final del río que dieron lugar a expresiones de “río Loco” a la altura de Cristo Nos Valga, Bernal y Vice en Sechura.
Debido a la grave deforestación de la cuenca alta
estimada en 200,000 hectáreas no se protege al suelo de las grandes lluvias creando intensos procesos de erosión y luego enormes transportes de sedimentos que culminan en la cuenca media y baja originando la colmatación de su cauce. El río Piura en estas zonas de impacto pierde caja hidráulica, eleva los niveles de agua, retarda la velocidad y pierde pendiente. Estos factores contribuyen a los desbordes e inundaciones y afectan directamente a las infraestructura en su recorrido: presas, puentes, defensas ribereñas, canales, diques y compuertas. Muchos años atrás ya se habían constatado estos procesos de alteración del normal discurrir del río Piura registrados en diversos escritos desde el siglo XIX que indicaban los cambios en velocidad y pendiente. Los especialistas señalaban hacía finales del siglo XIX que la velocidad del río Piura era de por lo menos 10m/seg, en el año 1983 la velocidad era 5m/seg, en el 1998 de 3,5 m/seg y en el 2017 de 2,6 m/seg. (Woodman, Reyes).
Como es conocido, el río Piura tiene otro inconveniente:
su pendiente es muy baja, pues solo fluctúa entre 20 a 30 cm por kilómetro en comparación a los 15 a 20 metros por kilómetro que tiene el río Rímac. Esto produce que su cauce se colmate, originando –cuando hay crecientes por El Niño– que su desplazamiento sea lento y se produzcan inundaciones. Los estudios mencionan que se requiere una pendiente de 45 centímetros por kilómetro para evitar represamientos o remansos y la colmatación de su cauce.
Por tanto, recuperar pendiente e incrementar la
velocidad del río es parte del tratamiento integral del río Piura y esto significa buscar una salida del río al mar para lograrlo. La propuesta de la institucionalidad regional de la cuenca Chira Piura identificaba hacia el 2017 varias alternativas de la salida del río al mar que los especialistas piuranos habían planteado (antes y después de Sechura, por el estuario de Virrilá, por Reventazón) con el complemento de tener una salida controlada del caudal de salida a no más de 1500 m3/seg para no originar cambios bruscos en la salinidad que puedan afectar los cultivos acuícolas ni amenazar centro poblados. Este control del río puede incluso dar lugar a la construcción de pequeños estanques en la zona baja para cultivos temporales de rápido crecimiento.
No se conoce al momento estudios sobre la relación de
la salida al mar con el tratamiento integral de la cuenca, sobre todo desde la parte alta para definir con mayor detalle cuál de las alternativas de salida del río al mar es la más conveniente, asegurando pendiente, velocidad y sin afectaciones ambientales ni generando riesgos a centros poblados.
Este producto debe ser solicitado para avanzar en este
componente que bien puede ir en paralelo en el cronograma de obras con actividades de forestación, re- forestación, conservación de suelos , por lo menos un pólder, el inicio de un reservorio para fines productivos, y el adecuado redimensionamiento de las defensas ribereñas. No hay que perder la brújula hídrica.