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La Voluntad en Las Relaciones Familiares: Negocio Jurídico Familiar
La Voluntad en Las Relaciones Familiares: Negocio Jurídico Familiar
(435) DÍAZ DE GUIJARRO, Enrique. “Naturaleza de la voluntad en el acto jurídico familiar”. En: Estudios
de Derecho Civil en Homenaje a Héctor Lafaille. Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1968, p. 257.
(436) Ibídem, p. 258.
(437) Ibídem, p. 259.
(438) ROJINA VILLEGAS, Rafael. Compendio de Derecho Civil. Tomo I, 18ª edición, Editorial Porrúa S.A.,
México D.F., 1982, p. 239.
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Por su parte, Diez-Picazo y Ponce de León afirman que los actos familiares
en los que la ley consagra la intervención al Estado no pueden en rigor llamar-
se actos estatales pues dicha intervención no pertenece a la esencia del acto sino
que se trata de una solemnidad constitutiva(439). En esta línea de pensamiento, si
el acto jurídico familiar fuere acto de poder estatal no se explicaría la voluntad
individual. Esta siempre integra la relación jurídica familiar y jamás puede surgir
por iniciativa del Estado al cual solo le corresponde reglamentar la forma en que
la voluntad individual traba esa relación y sus efectos(440). Asimismo, si el acto ju-
rídico familiar fuere acto de poder también estaríamos frente a una deformación
de la voluntad humana –a la que Cicu reconoce capacidad de creación–, pero no
como emanación directa de la voluntad de la persona determinada en virtud de su
interés individual, sino como ejercitante de una facultad que le es concedida por
la posición que ocupa en la familia, en cuyo nombre e interés actúa, como titular
de un poder familiar y no de un derecho subjetivo familiar propio(441).
La realidad nos muestra a la voluntad como potencia engendradora del acto
jurídico familiar por más que el interés familiar coarte, limite y restrinja las po-
sibilidades de acción del hombre. El interés familiar encauza y limita la volun-
tad individual. La voluntad se muestra como la única fuente del acto jurídico fa-
miliar. Es inconcebible que se establezca una relación jurídica familiar sin el im-
pulso generador del hombre(442). Por lo tanto, los actos jurídicos familiares solo
surgen cuando la voluntad humana los crea y sin el impulso individual no exis-
ten porque el Estado y la familia, per se, carecen de medios para darles vida(443).
Para Díaz de Guijarro es indudable la realidad y eficacia que posee la actua-
ción de la voluntad individual siendo la que desencadena el fenómeno familiar así
como cualquier otro fenómeno jurídico humano. Lo fundamental en este contex-
to es la manifestación fecunda de la voluntad pues los efectos están íntegramente
contemplados en la estructura normativa(444).
(439) DÍAZ DE GUIJARRO, Enrique. “Naturaleza de la voluntad en el acto jurídico familiar”. Ob. cit., p. 259.
(440) Ibídem, p. 260.
(441) Ídem.
(442) Ídem.
(443) Ibídem, p. 261.
(444) Ibídem, p. 262.
(445) Ídem.
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(446) Ídem.
(447) Ibídem, p. 263.
(448) Ídem.
(449) Íbídem, p. 264.
(450) Ídem.
(451) Ídem.
(452) Ídem.
(453) Ibídem, p. 265.
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9.5. La voluntad como factor modificador de los efectos del acto jurídico
familiar
Pese a que la naturaleza y los efectos típicos del acto jurídico familiar depen-
den solo de la ley y no de la voluntad humana, lo cierto es que la ley permite va-
riantes posteriores de esos efectos, las que libra exclusivamente a la voluntad hu-
mana. Lo único que escapa a la voluntad humana es la naturaleza del acto y sus
efectos típicos y esenciales(457).
(454) Ídem.
(455) Ibídem, p. 267.
(456) Ídem.
(457) Ibídem, p. 268.
(458) Ibídem, pp. 269 y 270.
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10. Características
El conocimiento del Derecho de familia, considera Berenice Dias(459), no de-
pende necesariamente de ningún otro Derecho pues utiliza categorías propias que
lo constituyen en una especialidad autónoma y distinta de las otras disciplinas ju-
rídicas del Derecho civil.
Los conceptos y categorías de las instituciones generales del Derecho civil
sufren restricciones y adaptaciones en el Derecho de familia y ni que decir de las
disposiciones propias del acto jurídico, como es la invalidez (por ejemplo, en el
matrimonio no se aplica la teoría de la invalidez prevista para los actos jurídicos
en general). Esto se aprecia directamente con la teoría del negocio jurídico que,
de acuerdo a la especialidad, cuenta con características propias y unitarias entre
las que tenemos:
(459) DIAS, Maria Berenice. Manual de Direito das Famílias. 4ª edición revisada, actualizada y ampliada, Ed.
Revista dos Tribunais, São Paulo, 2007, p. 29.
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(460) CORNEJO CHÁVEZ, Héctor. Derecho familiar peruano. Tomo I, 6ª edición, Ed. Studium, Lima, 1987,
p. 28.
(461) GALINDO GARFIAS, Ignacio. Estudios de Derecho Civil. p. 258, cit. por PÉREZ DUARTE y
NOROÑA, Alicia Elena. “Perspectivas sociojurídicas de las relaciones familiares” (vide nota 6). En: Bo-
letín Mexicano de Derecho Comparado. Nueva serie, año XIX, Nº 59, UNAM, mayo-agosto de 1987.
(462) CARVALHO CANEZIN, Claudete. “A mulher e o casamento. da submissão à emancipação”. En: <http://
www.professorchristiano.com.brv> [03/01/2009].
(463) ZANNONI, Eduardo. Derecho de familia. Tomo 1, 3ª edición, Astrea, Buenos Aires, 1998, p. 53.
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y las buenas costumbres, en busca de la paz social e integridad familiar, que son
las bases sustanciales del negocio jurídico familiar. Como refiere acertadamente
Méndez Costa(464), existe un límite impuesto a la voluntad individual en función
del resguardo del interés familiar o, en su caso, como considera Pavón(465), la fa-
milia constituida por un grupo de personas necesita para cumplir sus fines de una
voluntad, la denominada colaboración voluntaria o voluntad de la familia, pero
como la familia representa un elemento esencial del Estado y reposa sobre supe-
riores de orden público dicha voluntad está subordinada a la reglamentación del
Derecho positivo.
Es así que existen tres principales instituciones que limitan la autonomía pri-
vada en los negocios jurídicos familiares:
10.3.1. La ley
Es el límite legal el que restringe, prima facie, la autonomía de la voluntad en
el Derecho de familia tomando en cuenta que su contenido social y humano vi-
vencial se vería trastocado por las disposiciones que liberan la voluntariedad de
las partes que en él intervienen.
El Estado, a través de la ley, fija tanto los márgenes de conducta como los
efectos a que se deben someter todos y cada uno de los intervinientes en las rela-
ciones familiares. Además, es de considerar que está prohibido, por ejemplo, la
renuncia al derecho a los alimentos (artículo 487) y la transacción sobre cuestio-
nes matrimoniales(466). Por esta razón tenemos que la voluntad es vertida, canali-
zada su realización y concretados sus efectos en subordinación a la ley. Refiere
acertadamente Torres Vásquez(467) que el surgimiento del vínculo familiar depende
de la intención de los interesados, pero una vez que surge, tanto los derechos y
deberes nacen por virtud del ordenamiento jurídico, es decir, son impuestos por
el Derecho, sin tener en cuenta la autonomía de la voluntad (salvo los relativos al
régimen económico del matrimonio que pueden ser optados).
(464) MÉNDEZ COSTA, María Josefa y D´ANTONIO, Daniel Hugo. Derecho de familia. Tomo I, Rubinzal-
Culzoni Editores, Buenos Aires, 2001, p. 60.
(465) PAVÓN, Cirilo. Tratado de la familia en el Derecho Civil argentino. Tomo I, Editorial Ideas, Buenos
Aires, 1946, p. 61.
(466) Es interesante citar este criterio judicial. “La transacción (…) resulta en cuanto transige sobre el estado
civil de las personas”. Chiclayo, 12 de noviembre de 1947. Fiscal Superior. “(…) no se puede transigir
sobre el estado civil de una persona, que es de orden público. Las transacciones se refieren únicamente a
cuestiones dudosas de interés particular”. 14 de noviembre de 1948. Fiscal Supremo. “(…) solo pueden
ser susceptibles de transacción los derechos patrimoniales, pero no los relacionados con el estado civil
de las personas (…)”. 8 de septiembre de 1948. Cuaderno Nº 405, año 1948, Lambayeque. VERNAZA,
Feliz. La Sentencia. Tomo II, FCV Impresiones, Lima, 1981, pp. 323-328.
(467) TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Acto jurídico. 3ª edición, Idemsa, Lima, mayo de 2007, p. 821.
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