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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL RÓMULO GALLEGOS
ÁREA POSTGRADO
ESPECIALIDAD: CS. PENALES Y CRIMINOLÓGICAS

UNIDAD CURRICULAR: DERECHO PENAL PROCESAL SUPERIOR I


FACILITADORA. DRA. YULIMAR BORGES

Tema Nº 5: “Medida Humanitaria”

IMPORTANCIA DE LA MEDIDA HUMANITARIA EN BASE A LOS


DERECHOS HUMANOS

EFICACIA O EFECTOS DE LA MEDIDA HUMANITARIA EN TORNO AL


PRIVADO DE LIBERTAD

Participantes:
Figuera J., Rosa Ma.
C.I: 8.782.278
Martínez, Evelin R.
C.I: 10.491.783
Figuera J, Luís A.
C.I: 9.883.620
Laya, Ronald.
C.I: 15.680.186

II Trimestre. Sección 01

San Juan de los Morros, agosto 2021


Introducción

Desde su creación la Comisión Interamericana de Derechos Humanos


ha dedicado particular atención a la situación de las personas privadas de
libertad en las Américas. La Comisión Interamericana ha constatado que el
respeto a los derechos de las personas privadas de libertad es uno de los
principales desafíos que enfrentan los Estados miembros de la Organización
de los Estados Americanos.

Es un asunto complejo que requiere del diseño e implementación de


políticas públicas a mediano y largo plazo, así como de la adopción de
medidas inmediatas, necesarias para hacer frente a situaciones actuales y
urgentes que afectan gravemente derechos humanos fundamentales de la
población reclusa.

Para comprender la consagración de la asistencia humanitaria como


un derecho, se hace necesario explicar la relación intrínseca que existe entre
el Derecho Internacional Humanitario (DIH) y el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos (DIDH). Siendo el objetivo primordial de los derechos
humanos está directamente relacionado con el goce de las libertades y
garantías individuales del ser humano y con su bienestar y protección en
general.

Por su parte, el objetivo central de los derechos humanos se relaciona


con la protección debida a las víctimas de los conflictos armados. Esto
implica que a pesar de sus particularidades, dentro de cada subsistema las
normas son creadas por los mismos mecanismos o fuentes tanto
convencionales como consuetudinarias. Asimismo la violación de cualquiera
de sus normas hace operativas las reglas del derecho internacional general
relativas a la responsabilidad internacional tanto de estados como de
individuos.
Al hacer referencia de los hombres y mujeres privadas de libertad y su
condición de sujeto de derecho, el condenado no es un aliene juris, no está
fuera del derecho, se haya en una relación de derechos público con el
Estado y descontados los derechos perdidos o limitados por la condena, su
condición jurídica es igual a la de las personas no condenadas. La persona
privada de libertad, a consecuencia de una sanción penal condenatoria,
posee un status jurídico particular: es sujeto titular de derechos
fundamentales, pero el ejercicio de estos encuentra su límite en el fallo
condenatorio, en el sentido de la pena, y en la propia vida de esta persona.

El término privación de libertad se define como: “Cualquier forma de


detención, encarcelamiento, institucionalización, o custodia de una persona,
por razones de asistencia humanitaria, tratamiento, tutela, protección, o por
delitos e infracciones a la ley, ordenada por o bajo el control de facto de una
autoridad judicial o administrativa o cualquier otra autoridad, ya sea en una
institución pública o privada, en la cual no pueda disponer de su libertad
ambulatoria.

Se entiende entre esta categoría de personas, no sólo a las personas


privadas de libertad por delitos o por infracciones e incumplimientos a la ley,
ya sean éstas procesadas o condenadas, sino también a las personas que
están bajo la custodia y la responsabilidad de ciertas instituciones, tales
como: hospitales psiquiátricos y otros establecimientos para personas con
discapacidades físicas, mentales o sensoriales; instituciones para niños,
niñas y adultos mayores; centros para migrantes, refugiados, solicitantes de
asilo o refugio, apátridas e indocumentados; y cualquier otra institución
similar destinada a la privación de libertad de personas”.

Al mencionar la palabra derecho, manifiestan que es un poder o


facultad de actuar, un permiso para obrar en un determinado sentido o para
exigir una conducta de otro sujeto. Son llamados humanos porque nacen con
el hombre, de la persona humana, de cada uno de nosotros, siendo el
hombre el único destinatario de estos derechos; por ende, reclaman
reconocimiento, respeto, tutela y promoción de parte de todos, y
especialmente de la autoridad.

Al hablar de derechos, se los relaciona íntimamente con los Derechos


Humanos, con la democracia, ya que los Estados donde se los reconoce,
respeta, tutela y promueve son democráticos; los que no los reconocen son
llamados antidemocráticos, autoritarios o totalitarios.

Durante las últimas décadas, las distintas fundaciones por la


protección de los derechos humanos universales los han ampliado y
diferenciado en distintos tipos de derechos humanos: civiles, políticos,
económicos, sociales y muchos otros, pero todos ellos tienen su origen en un
documento surgido en la Europa de finales de los años cuarenta.

La lista de los derechos humanos universales está recogida en los


treinta artículos que ratificó la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas (Resolución 217 A (III) de 10 de diciembre de 1948), en
París, tras la Segunda Guerra Mundial, y que dio vida a uno de los
documentos más importantes de la historia de la humanidad: la Declaración
Universal de los Derechos Humanos.

A través de estas últimas frases que recogen tantas promesas al


mundo, comprobamos que sigue habiendo mucho trabajo por hacer, por la
justicia, la igualdad de derechos y la dignidad de millones de personas en
situación de desamparo.
Importancia de Medida Humanitaria y los Derechos Humanos a los
Privados de Libertad

Los Derechos Humanos se establecieron en el Derecho Internacional


luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, con la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, en París; recogiendo de
esta manera, los derechos que se consideran básicos para el desarrollo
social de la persona dentro de un grupo humano, proclamando de esta
manera en su Artículo primero la igualdad y libertad de todos los humanos
desde su nacimiento, obligándolos de esta forma a un comportamiento
fraterno con sus semejantes.

La democracia es la que permite que todos los hombres participen


realmente del gobierno de manera activa e igualitaria, cooperando con el
reconocimiento, respeto, tutela y promoción de los derechos humanos;
cuando media democracia, el hombre está inserto en una sociedad donde la
convivencia es organizada, donde cada ciudadano tiene la garantía de que
sus derechos serán respetados y tutelados al igual que él debe respetar a los
demás; donde la convivencia es acorde a la dignidad de la persona teniendo
en cuenta su libertad y sus derechos humanos.

Fundamento de los Derechos Humanos.

Los Derechos Humanos tienen su fundamento en la naturaleza del ser


humano, por el simple hecho de que nacen con la misma persona, son
inherentes y, en consecuencia es la misma naturaleza humana la que otorga
titularidad a estos derechos universales, inviolables e irrenunciables; por lo
tanto, al encontrar allí su fundamentación, es decir pertenecen al hombre no
por una disposición estatal, sino que por el mero hecho de ser persona
humana.

Los derechos son considerados como universales; por el hecho de


que la persona es un ser humano o pertenece al género humano, y en
consecuencia todo individuo de la especie los posee, quedando prohibido
excluir de la titularidad y ejercicio de estos derechos a cualquier persona por
pertenecer a una determinada raza, religión, concepción ideológica, género,
clase social, nacionalidad o profesión.

Estando regulados hoy día los derechos humanos por el derecho


internacional, ambos subsistemas tienden en esencia a limitar o restringir las
facultades propias del estado que hacen a su soberanía. Esos límites a la
soberanía estadual se concentran en la necesaria protección del individuo
frente a actos arbitrarios del estado que menoscaben derechos de los
individuos o que les infrinjan sufrimientos innecesarios.

La convergencia y complementariedad de los derechos humanos se


concentra entonces en un interés compartido a través de sus normativas
específicas relativas en última instancia a la protección del individuo en toda
circunstancia.

Los derechos humanos son exigibles en tiempo de paz, es decir que


sus normas son plenamente operativas en circunstancias normales dentro de
un esquema institucionalizado de poderes en el que el estado de derecho es
la regla. El DIH se aplica durante conflictos armados tanto de carácter interno
como de carácter internacional. El DIH es en esencia un derecho de
excepción.

Los derechos humanos y el DIH tienen orígenes distintos. Los


derechos humanos se gestaron en el orden interno de los estados. Aparecen
hoy día reconocidos en los sistemas jurídicos nacionales, incluso con rango
constitucional. Los derechos humanos continúan siendo materia regida e
implementada primordialmente por cada estado. A partir de la segunda
guerra mundial la comunidad internacional experimentó la necesidad de
controlar en el ámbito internacional a aquellos que en principio debían
garantizar la efectiva aplicación de los derechos humanos dentro de sus
propias jurisdicciones. En reiteradas ocasiones fue el propio estado quien,
debiendo garantizar y proteger los derechos y garantías de los individuos
reconocidos en su jurisdicción doméstica, terminaba siendo el violador
sistemático de esos derechos.

El derecho internacional de los derechos humanos y del derecho


internacional humanitario (DIH) tienen en común que ambos son parte del
derecho internacional, es decir que tienen principios y características propias
dentro de un sistema integrado de normas. El derecho internacional
humanitario y las normas relativas a los derechos humanos se aplican
durante situaciones fácticas distintas.

La naturaleza de los problemas identificados revela la existencia de


serias deficiencias estructurales que afectan gravemente derechos humanos
inderogables, como el derecho a la vida y a la integridad personal de los
reclusos, e impiden que en la práctica las penas privativas de la libertad
cumplan con la finalidad esencial que establece la Convención Americana: la
reforma y la readaptación social de los condenados. Por lo tanto, para que
los sistemas penitenciarios, y en definitiva la privación de libertad como
respuesta al delito, cumplan con su finalidad esencial, es imprescindible que
los Estados adopten medidas concretas orientadas a hacer frente a estas
deficiencias estructurales.

En este sentido, se establece claramente que el primer deber del


Estado como garante de las personas sometidas a su custodia, es
precisamente el deber de ejercer el control efectivo y la seguridad interna de
los centros penales; si esta condición esencial no se cumple es muy difícil
que el Estado pueda asegurar mínimamente los derechos fundamentales de
las personas bajo su custodia.

De igual forma, se desarrollan otros deberes básicos del Estado


derivados de su posición de garante de los derechos de las personas
privadas de libertad, como lo son:

(a) el asegurar un control judicial pronto y efectivo de la detención,


como garantía fundamental de los derechos a la vida e integridad personal
de los detenidos;

(b) el deber de mantener registros completos, organizados y


confiables del ingreso de personas a los centros de privación de libertad, y el
deber de realizar un examen médico inicial de los detenidos en el que se
determine la posible existencia de signos de violencia y la presencia de
enfermedades transmisibles o que ameriten un tratamiento específico;

(c) la necesidad de contar con personal penitenciario idóneo,


capacitado y que ejerza sus funciones en condiciones adecuadas, el cual
deberá ser de naturaleza civil e institucionalmente distinto de la policía o el
ejército –en particular si está en contacto directo con los reclusos o sus
familias–; el deber de recurrir al uso de la fuerza –letal y no letal– sólo
cuando sea estrictamente necesario, de forma proporcional a la naturaleza
de la situación que se busca controlar, de acuerdo con protocolos
previamente establecidos para tal fin, y asegurando que tales acciones sean
objeto de controles institucionales y judiciales; y el deber de establecer
recursos judiciales idóneos y sistemas de quejas efectivos ante posibles
violaciones a los derechos humanos derivadas de las condiciones de
reclusión.

La CIDH subraya que los Estados deben crear las condiciones


necesarias para que las visitas familiares se desarrollen dignamente, es decir
en condiciones de seguridad, privacidad e higiene; además, el personal de
los centros penales debe estar debidamente capacitado para tratar con los
familiares de los presos, en particular evitar el empleo de registros corporales
e inspecciones vejatorias, sobre todo en el cuerpo de las mujeres que
acuden a las visitas. Los Estados deben utilizar medios tecnológicos u otros
métodos apropiados, incluyendo la requisa al propio personal, para evitar al
máximo este tipo de procedimientos vejatorios.

Se resalta que la reforma y readaptación social de los condenados,


como finalidad esencial de las penas privativas de la libertad (artículo 5.6 de
la Convención Americana), son tanto garantías de la seguridad ciudadana,
como derechos de las personas privadas de libertad. Por lo tanto, esta
disposición es una norma con contenido y alcances propios de la que se
deriva la correspondiente obligación del Estado de implementar programas
de trabajo, estudio y otros servicios necesarios para que las personas
privadas de libertad puedan tener opción a un proyecto de vida digna. Este
deber del Estado es particularmente relevante si se toma en cuenta que en la
mayoría de los países de la región las cárceles están pobladas
mayoritariamente por personas jóvenes que se encuentran en las etapas
más productivas de sus vidas.

Por otro lado, la Comisión Interamericana considera positivamente la


transparencia de muchos Estados en reconocer la presencia de importantes
desafíos en esta materia, así como la necesidad de realizar reformas
significativas para superarlos. En este sentido, al realizar el estudio
correspondiente a la elaboración del presente informe la CIDH ha tomado
nota de todas aquellas medidas e iniciativas que los Estados han señalado
como avances recientes en relación con el cumplimiento de sus obligaciones
internaciones frente a las personas privadas de libertad. A este respecto, se
han observado iniciativas interesantes relacionadas con la provisión de
servicios médicos en las cárceles, con la firma de acuerdos de cooperación
con instituciones educativas; la creación de propuestas para fomentar la
creación de nuevas opciones de trabajo para los internos; e incluso se han
tenido en consideración opciones interesantes sobre apoyo y seguimiento
post‐ penitenciario. Todo lo cual permite concluir que sí es posible generar
cambios positivos en este ámbito y hacer frente a los importantes desafíos
que enfrentan los Estados Miembros de la OEA.

Los tratados internacionales de derechos humanos consagran


derechos que los Estados deben garantizar a todas las personas bajo su
jurisdicción. Así, los tratados internacionales de derechos humanos se
inspiran en valores comunes superiores, centrados en la protección del ser
humano; se aplican de conformidad con la noción de garantía colectiva;
consagran obligaciones de carácter esencialmente objetivo; y cuentan con
mecanismos de supervisión específicos. Además, al ratificar los tratados de
derechos humanos los Estados se comprometen a interpretar y aplicar sus
disposiciones de modo que las garantías que aquellos establecen sean
verdaderamente prácticas y eficaces; es decir, deben ser cumplidos de
buena fe, de forma tal que tengan un efecto útil y que sirvan al propósito para
el cual fueron adoptados.

Observadores externos de los derechos humanos de los privados de


libertad como Provea, Una Ventana para la Libertad y el Observatorio
Venezolano de Prisiones (OVP) coinciden en que durante los últimos años el
Estado venezolano, a través de su gobierno ha incumplido con su obligación
de garantizar un trato digno y humano a los reclusos del país. Estas
organizaciones concuerdan también en que las autoridades de turno han
ejecutado acciones en materia penitenciaria que, en sí mismas, representan
violaciones a las garantías fundamentales de los internos.

En los últimos informes de todas estas instituciones y ONG, la mayoría


de ellos publicados en 2011, se pone de manifiesto que quienes ingresan y
permanecen dentro del sistema penitenciario, en calidad de acusados o
sentenciados, lo hacen bajo condiciones precarias. Intentos para mejorar las
condiciones de vida de los privados de libertad ha habido muchos, los
constantes y variados planes expuestos ante la Asamblea Nacional son
prueba de ello. Sin embargo, durante el transcurso de este año, Gómez Grillo
(2012), publicó en prensa nacional un artículo en el que explicaba que, a su
parecer, es la falta de seguimiento y continuidad a los numerosos proyectos
que el Ejecutivo ha intentado ejecutar con el fin de subsanar las deficiencias
en materia penitenciaria lo que ha impedido que tal fin pueda ser alcanzado.

Para los analistas de derechos humanos de Provea (2011), el interés


de las autoridades en el país se centra y desgasta en los problemas
coyunturales (armas y mafias) y deja a un lado el tema de los servicios y
condiciones básicas.

La actual condición del sistema penitenciario del país supone un gran


reto para el Ejecutivo Nacional. El Estado venezolano tiene una gran deuda
con los privados de libertad que se encuentran recluidos en las diferentes
prisiones del país e indudablemente la garantía del acceso a la salud forma
parte de esa cuenta por saldar.

Pese a que existen un cúmulo de leyes que, en teoría, deberían


garantizar a los reclusos venezolanos un trato justo y condiciones de vida
favorables, la realidad dentro de los penales de la nación no necesariamente
se ajusta el marco legal vigente. Parte del problema radica en que la partida
de presupuesto que el Estado destina a los privados de libertad es
insuficiente.

Las Memoria y Cuenta publicadas por el MPPRIJ, en los últimos diez


años, ponen de manifiesto lo poco que ha podido avanzar el Gobierno de
turno en materia carcelaria. No en todos los documentos se específica con
claridad el destino de los recursos asignados a la decena de planes e
iniciativas, orientadas a desahogar el sistema penitenciario. De hecho, la
mayoría se encuentran inconclusos o nunca fueron ejecutados, algunos por
falta de dinero, otros por falta seguimiento.
Las cárceles venezolanas son tristemente célebres a nivel mundial por
los exacerbados niveles de violencia que las caracterizan. En los últimos
años, tras las rejas de los múltiples centros de reclusión que se encuentran
distribuidos a lo largo y ancho de toda la geografía nacional han muerto más
de 4 mil hombres en manos de la violencia.

Tan graves han sido los hechos ocurridos que, algunos organismos
internacionales han roto el silencio para pronunciarse en contra de la
situación que se vive en los centros de reclusión nacionales y, en algunos
casos, hasta para dictar medidas que favorezcan a los privados de libertad.

Uno de los organismos que, durante la última década, ha puesto


especial atención sobre la situación que se vive en las cárceles nacionales
es la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) que, entre el 2006 y
el 2010, dictó sobre el Estado venezolano 6 medidas provisionales a favor de
diferentes centros penitenciarios. En cada una de las resoluciones que
fueron emitidas por el organismo se instó a las autoridades de turno a
adoptar, de forma inmediata y definitiva, todas las medidas que fueran
necesarias para evitar la pérdida de vidas y los daños a la integridad física,
psíquica y moral de las personas que se encontraban privadas de su libertad.

Aunque en los comunicados emitidos por la Cidh en los últimos años


el organismo ha pedido al Gobierno, en primer lugar, disminuir los niveles de
violencia intramuros, también ha solicitado al Estado venezolano, en cada
ocasión, reducir sustancialmente el hacinamiento, realizar supervisión
periódica de las condiciones de detención y del estado físico y emocional de
los internos.

Conclusiones

Al analizar la libertad condicional por medidas humanitarias en la


legislación venezolana, se determina qué los requisitos, condiciones y
circunstancias son aquellas, en la que los penados o privados de libertad
requieren este beneficio.

Para que los sistemas penitenciarios, y en definitiva la privación de


libertad como respuesta al delito, cumplan con su finalidad esencial, es
imprescindible que los Estados adopten medidas concretas orientadas a
hacer frente a estas deficiencias.

El hecho de que las personas privadas de la libertad en el Estado se


encuentren en una situación de especial vulnerabilidad, aunado a la
frecuente falta de políticas públicas al respecto, ha significado
frecuentemente que las condiciones en las que se mantiene a estas
personas se caractericen por la violación sistemática de sus derechos
humanos.

Para concluir se puede determinar que la función del estado


Venezolano como el ente rector y garante de los derechos humanos es hacer
valer dichos derechos ratificados por los diferentes tratados y convenciones,
(convención interamericana de los derechos humanos, tratado internacional
de los derechos humanos) la cual cumple un papel primordial en cuanto a la
relación penitenciaria establecida a los penados o privados de libertad , en
este sentido la legislación Venezolana observa su papel y rol fundamental el
cual se divide de acuerdo a las circunstancias que se amerite.

La Constitución De La República Bolivariana De Venezuela establece


que el derecho a la vida es inviolable, que todos tenemos derecho a la salud
sin ningún tipo de discriminación, el código orgánico procesal penal por otra
parte establece que procede la libertad condicional por medidas humanitarias
a los penados que padezcan enfermedades graves o se encuentren en fase
terminal.
Referencias

Corte I.D.H., Control de Legalidad en el Ejercicio de las Atribuciones de la


Comisión Interamericana de Derechos Humanos (arts. 41 y 44 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva
OC‐ 19/05 de 28 de noviembre de 2005. Serie A No. 19, párr. 21.

Corte I.D.H., Caso Baena Ricardo y otros Vs. Panamá. Competencia.


Sentencia de 28 de noviembre de 2003. Serie C No. 104, párr. 66;
Corte I.D.H., Caso Ivcher Bronstein Vs. Perú. Competencia. Sentencia
de 24 de septiembre de 1999. Serie C No. 54, párr. 37. Corte I.D.H.,
Caso del Tribunal Constitucional Vs. Perú. Competencia. Sentencia de
24 de septiembre de 1999. Serie C No. 55, párr. 36.

LEYES

Ley de régimen penitenciario, gaceta oficial nro. 36.975 del lunes 19 de junio
del 2000.

Ley de enjuiciamiento criminal

Ley De Beneficios En El Proceso Penal Gaceta Oficial N° 4.620 del 25 de


agosto de 1993

Código Penal Gaceta Oficial Nº 5.494 Extraordinario de fecha 20 de octubre


de 2000

Código Orgánico Procesal Penal Gaceta Oficial de la República Bolivariana


de Venezuela N° 5.894 Extraordinario de fecha 26 de agosto de 2008

Constitución De La República Bolivariana De Venezuela Gaceta Oficial N°


5.453 Extraordinario de fecha 24 de marzo del año 2000

DOCUMENTOS LEGALES

Declaración Universal De Los Derechos Humanos 1948


CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS suscrita en la
conferencia especializada interamericana sobre derechos humanos san
José, costa rica 7 al 22 de noviembre de 1969

Morais de guerrero, maría g, (2001) la pena: su ejecución en el código


orgánico procesal penal, 2da edición actualizada, editores vadel
hermanos, editorial Melvin.

Vásquez González, Magaly (1999) nuevo derecho procesal penal


venezolano, las instituciones básicas del código orgánico procesal
penal, editor UCAB

Fernández Fernando (1999) manual de derecho procesal penal: introducción


a los principios y estructura del juicio, mcgraw Hill editor Alejandro retali,
editorial nomos. s.a

Moreno Brandt, Carlos E (2003) el proceso penal venezolano: manual teórico


practico, prologo de Alberto Artega Sánchez Vadel Hermanos Editores
c.a.

Pérez Sarmiento, Eric Lorenzo (1998) comentarios al código orgánico


procesal penal, vadel hermanos editores c.a. editorial Melvin.

Vásquez González Magaly (2008) Derecho Procesal Penal Venezolano,


Editorial: Publicaciones Ucab

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